La légi culta de la vid Tim Hardford
5 — En el vecindario
El aspecto econémico de no ser apuiialado en la calle
Banco Mundial, Washington D. C, 2003
Tenia muchas cosas en la cabeza: un nuevo empleo, una nueva ciudad, un nuevo pais y un bebé en
camino, Pero como el Banco Mundial contrata a personas de todos los rincones del mundo, la mayoria de
os nuevos empleados necesitan un tiempo para adaptarse. El banco ofrece una pequefia oficina que ayuda
al nuevo personal a comprender el sistema sanitario, la forma de operar de la burocracia local y, por
supuesto, donde vivir en Washington. Fue en esa oficina donde realmente senti por primera vez aquello
que ya habia expresado de un modo intelectual: la capital del pafs es una ciudad dividida.
Tras un poco de palique sobre las distintas opciones existentes para residir, manifesté que queria
vivir en el centro, cerca del banco. Fue en ese momento cuando la jefa del departamento de vivienda del
banco fue directa al grano. Desplegé un gran mapa de la zona céntrica, Con un gesto sefial6 el cuadrante
noroeste del distrito de Columbia, «Toda esta zona es segura», dijo, mientras indicaba con la mano toda la
zona de Georgetown y Cleveland Park. Después tomé un boligrafo azul y, lenta y cuidadosamente, trazé
una linea a lo largo de la calle Dieciséis. La linea comenzaba en la Casa Blanca y seguia en direccion
norte. El boligrafo atacé el papel, excavando una trinchera entintada que yo después veria cada vez que
abria el mapa en mis viajes por mi nueva ciudad.
Miré la linea mientras la mujer continuaba diciendo: «Un agente inmobiliario no esté legalmente
autorizado a decir esto, pero yo si, Permanezca al lado oeste de esa linea», Doblé el mapa, lo meti en mi
maletin, bajé las escaleras y sali a la calle, aturdido y parpadeando ante el resplandeciente sol de octubre.
La ubicacién exacta de esa linea es objeto de controversia en Washington, pero su existencia no
parece serlo, Lo que experimentas en esta ciudad depende, de forma abrumadora, de dénde vives. En la
zona que dividen por la mitad la calle Dieciséis y el boligrafo, el Distrito Tercero del departamento de
policfa, hubo en 2005 veinticuatro homicidios.' En otros lugares la situacién es mucho peor: al otro lado
del rio, en Anacostia, el Distrito Séptimo, al cual nos advirtieron repetidamente que no nos arriesgasemos
a entrar, hubo sesenta y dos homicidios en dicho afio, En los barrios residenciales de Georgetown y
Cleveland Parle, zonas del Distrito Segundo del departamento de policfa, no hubo ninguno.
No es éste el Unico aspecto en el que Georgetown y Cleveland Park son zonas mas agradables que
Anacostia.” Menos de uno de cada treinta nifios vive en la pobreza, quince veces menos que en Anacostia.
El indice de pobreza absoluta es del 7,5 por ciento, cinco veces menor, Hubo sélo dos crimenes violentos
por cada mil personas, diez veces menos. ;Y quién consigue disfrutar de esta diferencia de condiciones?
Basta mencionar que en Georgetown y Cleveland Park el 80 por ciento de la poblacién es de raza blanca,
y en Anacostia el 93 por ciento es de raza negra.
Parece no existir un motivo racional por el cual una ciudad como Washington D. C. presenta
semejantes bolsas de pobreza, o por qué la segregacidn racial sigue siendo tan marcada. Y, efectivamente,
la geografia de los barrios céntricos pobres no es racional, sino patolégica. Incluso aunque cada persona
realice elecciones racionales, el resultado puede ser algo que ninguna de ellas deseaba; podrias decir que
€l comportamiento racional de los individuos puede producir resultados irracionales para la sociedad.
Este capitulo y el siguiente estan intimamente vinculados. En éste centraré la atencién en la manera
en que funcionan los barrios de la ciudad y el modo en que las preferencias moderadas y las decisiones
inteligentes de las personas pueden producir resultados pésimos y extremos para los barrios. Revelaré por
qué éstos pueden quedar encerrados en la pobreza y por qué las respuestas racionales de la gente
corriente, sin que exista légica alguna en ello, hacen extremadamente dificil acudir en ayuda de tales
barrios. Al igual que en Washington D. C, en todos los Estados Unidos de América existe una conexién
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entre la geografia urbana y la raza: las zonas més deprimidas suelen ser guetos atestados de inmigrantes 0
de afroamericanos, que los blancos evitan. Pero la problemitica de los barrios urbanos no es s6lo una
cuestién de razas, como tampoco el de las razas es s6lo una cuestion de geografia; por ello, en el proximo
capitulo me concentraré especificamente en la cuestién del racismo y la desigualdad racial. De nuevo
veremos que las decisiones racionales de los individuos pueden generar resultados trigicos para la
sociedad en su conjunto.
Primero, sin embargo, examinaremos una coyuntura racial y geografica: la extrema segregacion
racial existente en algunas ciudades estadounidenses. Esta segregacién parece indi
profundo, pero podria tratarse de una impresién engafiosa, La segregacién —por raza, por clase social, 0
por nivel econémico— puede ser un crudo sintoma de prejuicios sorprendentemente moderados. Con la
ayuda de algin atrezo, puedes comprobarlo tii mismo, cémodamente, en tu propia casa
Por favor, deja este libro por unos instantes y hazte con un tablero de ajedrez y un pufiado de fichas
de damas blancas y negras. Coloca las fichas de forma alterna sobre los cuadrados del tablero: negra-
blanca-negra-blanca-negra-blanca, Deja vacios los cuatro cuadrados de las esquinas,
Ahora, imaginate que esas pequefias fichas negras y blancas son dos tipos distintos de personas
blancos y negros seria la posibilidad més evidente, pero podrian ser nativos e inmigrantes, 0 ricos y
pobres. Cada uno de ellos tiene hasta ocho vecinos, o tan sélo cuatro, en el caso de las que estan cerca de
las esquinas. A todos les motiva una ‘mica preocupacién: evitar que, dentro de su propio barrio, los otros
les superen espectacularmente en nimero. Todo el mundo es totalmente feliz. viviendo en un barrio mixto,
incluso si son levemente superados en mimero; pero si cualquiera descubre que més de las dos terceras
partes de sus vecinos son de! otro color, se sentira infeliz y se cambiaré de lugar.
un racismo muy
Tablero de ajedrez de Thomas Schelling: una utopia
perfectamente integrada,
El mismo tablero, después de quitar veinte piezas y afiadir, al
azar, otras cinco.
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Posicién final, segregada, después de que las piezas hayan sido
desplazadas a sus lugares de preferencia.
{Qué ocurrira? Veras a simple vista que esta disposicién perfectamente altemada de vecinos deja
contento a todo el mundo. Las fichas blancas cerca del centro del tablero tienen cuatro vecinas de color
negro, vertical y horizontalmente adyacentes, y cuatro vecinas blancas, adyacentes en diagonal. Las
piezas negras estén en una situacién similar. Una ficha blanca en el borde del tablero tiene tres fichas
vecinas negras y dos vecinas blancas, pero todo esto se mantiene dentro de los limites de su tolerancia.
Podriamos considerar este tablero de ajedrez como un modelo de sociedad integrada. Los negros y
los blancos viven —literalmente— unos al lado de los otros. No es una utopia armoniosa desde el punto
de vista racial, pues cada miembro de esta sociedad tiene preferencias raciales que no son para
enorgullecerse en absoluto. Pero, al mismo tiempo, las preferencias son bastante moderadas y la sociedad
est integrada por completo. Las cosas podrian ser mucho peores.
Por desgracia, si éste es un modelo de sociedad integrada, también nos indica que es una sociedad
terriblemente frigil. Para ver por qué, hagamos un pequeiio cambio en la disposicién de las piezas: quita
algunas fichas al azar; digamos, por ejemplo, veinte. Después afiade algunas de forma aleatoria; tal vez,
exactamente cinco.
El tablero parece ahora mas desordenado, pero sigue siendo altamente integrado, como seria de
esperar con cuarenta de las cuarenta y cinco fichas en sus posiciones originales alternadas. Hay espacios
vacios salpicados por todas partes y un nimero muy pequeiio de nuevos vecinos que han encajado en Jo
que es atin una mezela de blancos y negros.
Sin embargo, la pequefia diferencia resulta crucial. Escudrifiando el tablero descubrirés una infeliz
ficha negra con mas del doble de vecinos blancos que negros. Muévela al espacio vacio més cercano
donde las fichas blancas no la superen tanto en néimero, Busca fichas blancas en una situacién similar y
desplizalas también. Se produciré una reaccién en cadena: a medida que las fichas negras se alejan de los
lugares donde hay demasiadas fichas vecinas blancas, otra ficha negra quedaré mas aislada y hard lo
mismo; y asi otra ficha, y otra
Continia moviendo las infelices fichas blaneas y negras y descubriris cémo el erisol de razas
completo se disgrega, como si fuera una salsa elaborada que ha caducado. No importa lo minuciosamente
que las mezcles, las piezas se van escurriendo poco a poco y se concentran en sus propios guetos. Es un
proceso asombroso: un grupo mixto de personas, todas ellas contentas de vivir en un barrio mixto,
termina segregado en grupos homogéneos de blancos y negros como consecuencia del constante proceso
de desenmaraiamiento de la diversidad.
Fue Thomas Schelling, aquel pragmatico tedrico del juego a quien ya hemos conocido, quien
descubrié esta sorprendente manifestacién de un proceso sencillo.’ Schelling comenzé a hacer garabatos
durante un largo vuelo y traz6 una cuadricula que Tlené caprichosamente con signos més y ceros. Con ello
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intentaba imaginarse qué sucede cuando una persona se mudaba para evitar el aislamiento racial, «Era
dificil hacerlo con papel y lapiz —me dijo—. Tenias que hacer un montén de tachones.»
Cuando llegé a casa, se senté con su hijo de doce afios, un tablero de ajedrez y la coleccién de
monedas del nifio, y se puso a jugar con algunas reglas sencillas sobre lo que las monedas de un centavo
preferian, Descubrié algo bastante profundo: «Una muy pequefia preferencia por no tener como vecinos a
demasiadas personas diferentes a ti, o incluso, sencillamente, la preferencia por tener algunas personas en
el vecindario que sean como ti... podria conducir a radicales efectos en el equilibrio que se asemejarian
mucho a una segregacién extrema». En otras palabras, las causas moderadas podrian conducir a
resultados extremos,
El modelo de tablero de ajedrez de Schelling es famoso con toda justicia, y con mas razén después
de que su autor obtuviera el Premio Nobel de Economia en 2005. Pero, siendo precisos, lo que creas que
el tablero representa depende bastante de tu forma de ser. Piensa en el dato de que Anacostia tiene un 93
por ciento de poblacién negra, mientras que los ricos y seguros barrios de Georgetown y Cleveland Park
poseen un 80 por ciento de poblacién blanca, Si eres de esas personas que siempre ven la botella medio
lena, tal vez consideres que el modelo de Schelling indica que ni siquiera estos casos extremos de
segregacién pueden tenerse en cuenta como prueba de un odio racial: como demostré el modelo de
Schelling, todo lo que se requiere es que una preferencia moderada no se vea ampliamente superada en
nimero. Sin embargo, los pesimistas, los que siempre ven la botella medio vacia, destacarian que el
modelo de Schelling indica que la segregacién extrema es casi inevitable: es muy bonito decir que los
prejuicios raciales pueden ser moderados, pero {qué importa esto si las consecuencias siguen siendo
graves, si, en realidad, las consecuencias son verdaderamente graves
El propio Schelling offecid, a finales de los sesenta, una observacién en cierta forma esperanzadora,
basada en las cafeterias de Dodgertown, un campo de entrenamiento de béisbol. Los jugadores de la Liga
Menor se sirvieron ellos mismos —al estilo autoservicio— y después Hevaron sus bandejas al primer
asiento libre. «Si un joven blanco no quiere comer con uno de color, puede retirarse y comprar su propia
comida en otra parte’ —declaré el encargado que estaba al frente ese dia—. Por supuesto, las mesas se
mezclaron como resultado de este sistema, Sin embargo, los jugadores de la Liga Mayor eligieron sus
propios asientos y las mesas segregadas fueron mas comunes que las mixtas.
‘A primera vista, esto no indica otra cosa que los blancos y los negros se sentarin y comerdn juntos
si son obligados a hacerlo. La verdad es mas esperanzadora. Tal como advirtié el gerente, los intolerantes
acérrimos siempre podrian comprar su comida fuera del campus. Mas facil aim: podrian sencillamente
reunirse con otros de su mismo color y hacer la cola de la cafeteria todos juntos. No habia ninguna regla
que lo prohibiera, pero nadie se molest6 en tomarse los treinta segundos necesarios para pensar en como
practicar el apartheid. Las preferencias raciales que originaron tantas mesas segregadas en el comedor de
la Liga Mayor resultaron ser moderadas, por lo menos en el contexto de elegir un vecino para comer.
Quiza, después de todo, exista una esperanza.
En el préximo capitulo estudiaremos con mas atencién el racismo y la desigualdad racial. Pero, por
el momento, quisiera concentrarme en la transicién agua-aceite del tablero de ajedrez de Schelling. Esas
divisiones tan marcadas no se ven sélo en la segregacién racial: en formas diversas, constituyen una
caracteristica comiin de la vida en las ciudades. En realidad, son tan frecuentes que muchos hemos dejado
de advertitlas, como descubriremos en un viaje al parque de mi barrio en Londres.
Hackney Downs, Londres
EI parque infantil en el corazén de los Downs cambia tan bruscamente —y con la misma escasa
provocacién— como el tablero de ajedrez de Schelling. Por lo general, se le echa la culpa al tiempo o al
momento conereto del dia. Una vez fui a las cuatro de la tarde de un sabado, en un dia caluroso y soleado,
poco corriente a finales de septiembre, y conté cincuenta personas apiladas en el pequeiio y modesto
lugar: los nifios corriendo por todos lados, como suelen hacer los nifios; un jamaicano con boina, chéndal
negro y gafas de intelectual, regateaba con un balén de fitbol alrededor de su hija pequeiita; madres
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