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La historia de Lot

Génesis 19
La historia de Lot es la historia de un reincidente. Cuando se apartó de Abraham, se apartó de
la fe. Cuando buscó las llanuras bien regadas, buscaba su propia gloria. Mientras buscaba su
propio interés, su testimonio como creyente en el Señ or fue despreciado. Luego vino el
fracaso y la huida, pero siendo del Señ or, él mismo fue salvado “así como por fuego”, aunque
todas sus obras fueron quemadas (1 Corintios 3:14-15). Vea:
I. La decisión que hizo. “Lot escogió para sí toda la llanura del Jordá n; y se fue Lot hacia el
oriente” (Gén. 13:10-12). Los que caminan por la vista y no por la fe siempre será n
influenciados por las apariencias. La elecció n de Moisés fue la elecció n de la fe (Heb. 11:24-
25). Si seguimos los dictados de nuestros corazones, nos aseguraremos de lanzarnos hacia
Sodoma.
II. La posición que ocupó. “Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma” (Gen. 19:1).
Habiéndose convertido en un compañ ero de los sodomitas, ahora se convierte en un socio con
ellos. Cuando un cristiano puede encontrar placer en la comunió n con los impíos, pronto se
convertirá en un partícipe de su iniquidad. El avance en el mundo no es evidencia de
crecimiento en la gracia. Mezclarse con el mundo a menudo significa ayudar a los impíos (2
Cron. 19:12).
III. El mensaje que recibió. “Jehová nos ha enviado para destruirlo” (Gen. 19:13). Los lugares
malvados y las cosas malas deben ser destruidos. Si todas tus cosas malas fueran destruidas,
¿perderías algo? ¿Có mo afectaría a tus planes y propó sitos? Si los intereses de nuestro
corazó n está n enredados con la maldad de este mundo, sufriremos pérdida. Establezca su
afecto en las cosas de arriba, para que entonces, cuando cada lugar perverso es destruido, tu
herencia permanecerá intacta.
IV. El testimonio que llevó. Lot salió y habló a sus yernos, pero note la reacció n: “Mas
pareció a sus yernos como que se burlaba” (Gen. 19:14). Nuestro testimonio para Dios
siempre será una burla si estamos viviendo la vida egoísta. ¿Quién creerá que el pecado es
amargo si lo hacemos pasar por debajo de nuestra lengua como un bocado dulce? Ni la
seriedad ni la elocuencia compensará n la inconsistencia. La vida es la luz.
V. La reticencia demostrada. “Y deteniéndose él, los varones asieron de su mano” (Gen.
19:16). Siempre somos lentos en obedecer el llamado de Dios cuando nuestras vidas está n
enredadas con los asuntos del mundo. El joven se fue triste, porque tenía grandes posesiones
(Mat. 19:22). Muchos perecen a la luz del conocimiento por falta de decisió n. Escape por tu
vida, no te demores.

VI. La solicitud que ofreció. “He aquí ahora esta ciudad está cerca para huir allá ” (Gen.
19:20). É l pensó que la montañ a de refugio designada estaba demasiado lejos. ¿Por qué
debería desear estar a salvo tan cerca de la ciudad condenada como sea posible? ¿Por qué
deberíamos desear ser salvos, y nada má s? ¿No hay una falta de voluntad al acecho en las
mentes de muchos del pueblo de Dios para huir a la montañ a lejana de separació n total? Lot
fue salvado, pero todavía estaba lo suficientemente cerca al lugar de la muerte para llenarlo
de miedo (Gen. 19:30).
VII. El favor que disfrutó. “Nada podré hacer hasta que hayas llegado allí” (Gen. 19:22).
¡Cuá n precioso es incluso un pobre apartado para Dios! El juicio no puede caer sobre Sodoma
hasta que él esté afuera. Pero piense aú n má s có mo la presencia de este creyente de mente
mundana entre los impíos estaba impidiendo que Dios realizara sus propios propó sitos. Hasta
que salió de entre ellos, la obra de Dios estaba paralizada.
¿Cuál fue el pecado de Lot?
Aunque las personas, especialmente cuando han escuchado la Palabra de Dios, saben que de lo
que se siembra se recoge, en la prá ctica parecen olvidarlo. Cuando vienen los problemas,
culpan a otros y hasta a Dios por tratarlos así, y no ven que lo que viven puede ser
consecuencia de lo que sembraron. Esto fue lo que le pasó a Lot y por esto vale la pena
reflexionar sobre algunos aspectos de su vida.

En la segunda carta de Pedro puede leerse que Lot era un hombre justo, y si la Biblia lo llama
justo, es porque era nacido de nuevo. Por la presencia del Espíritu Santo tenía la fe que viene
de Dios, la fe bíblica; por tanto, creía en el futuro Cordero de Dios, quien cargaría sus pecados
y moriría por él. Esta es la razó n por la cual sufría al ver la conducta malvada de los habitantes
de Sodoma. (2 Pedro 2:7-8)
El hecho de haber nacido de nuevo, de tener su confianza en el Mesías, no quería decir que por
ello actuara siempre perfectamente. Como todo cristiano, tenía su vieja naturaleza, y
experimentaba la lucha entre la carne y el Espíritu. Debía utilizar la armadura de Dios y velar
y orar para no entrar en tentació n. (1 Juan 1:8; Gá latas 5:16-17; Efesios 6:10-18; Mateo 26:41)
El pecado de Lot se hizo evidente cuando su tío (Abraham) le dio para escoger la tierra que
quisiera, y Lot no consultó a Dios, y se guio por vista y no por fe; siguió su propia prudencia y
le hizo caso a su corazó n; escogió lo que a su boca le sabía dulce, pero luego al pasarlo lo
sentiría amargo, como el ajenjo. Su viejo hombre se levantó con toda su fuerza y lo atacó con
una de sus muchas armas letales: la codicia. Esa codicia lo encegueció : no le importó su tío, y
escogió el camino que le parecía derecho, pero que al final fue un camino de muerte. É l, como
nosotros, debía saber que el amor al dinero es raíz de todos los males, pero su deseo era tan
fuerte que seguramente ni pensó en las consecuencias, como siempre ocurre cuando hacemos
lo errado. (Génesis 13:1-11; Proverbios 28:26; Jeremías 17:9; Proverbios 14:12; 1 Timoteo
6:8-10)
Como siempre, aun para el mejor cristiano, no es fácil reconocer el pecado, pero sí justificarlo.
La justificació n carnal es una forma hipó crita de querer hacer ver lo malo como bueno y lo
bueno como malo. Seguramente, para tapar su codicia, Lot pensaría: “como papá, esposo y
patró n debo buscar lo mejor para ellos.” Solo que ‘lo mejor’ para la codicia puede ser lo
material o tal vez lo intelectual, pero de ninguna manera es lo espiritual, antes por el
contrario, la codicia conduce a la persona y a los que lo rodean a la ruina en esta á rea. (Isaías
5:20; Mateo 6:24)
Lo triste de caer en la tentació n de la codicia es que la persona no se conforma con lo que
recibe, sino que siempre quiere má s. Aunque la conciencia le avisa y no le deja tener paz, sus
pasos avanzan a lo que la persona considera que le genera bienestar y felicidad, piensa que
todo saldrá bien. Las ciudades de Sodoma y Gomorra gozaban de un bienestar econó mico
ú nico. Podríamos decir que el sueñ o de muchos era poder llegar a estas ciudades y disfrutar
de su progreso. (Génesis 13:12-13; Ezequiel 16:49; Salmos 32:9)
Lo que la codicia no le dijo a Lot es que podría tener problemas, los cuales hubiese podido
haber evitado. Fue secuestrado por una confederació n de reinos, solo que por la misericordia
de Dios, Abraham lo liberó . Pero ni aun después de haber sufrido tamañ o infortunio
recapacitó , ni dijo: “Señ or, gracias por haber usado a mi tío para libertarme de este secuestro.
Entendí que quieres que yo me aparte de este lugar de perdició n.” ¡Nada! Antes, siguió
viviendo en el mismo sitio. (Génesis 14:1-16)
Lot también sufrió ataques espirituales, y es que para alguien que ha sido limpiado de sus
impurezas, que ha recibido un corazó n nuevo y un espíritu nuevo, le es en extremo duro ver la
conducta perversa de la sociedad donde vive, y lo peor, estar sin autoridad moral para hablar.
É l no solo sufría por la mala conducta, sino por el desprecio de esa gente perversa. (2 Pedro
2:7-8; Génesis 19:1-9)
Lot perdió sus posesiones. Llegó rico a Sodoma y sin duda aumentó sus riquezas allí, pero
salió solo con lo que tenía puesto. (Génesis 19:15-16) Ademá s perdió a su esposa, quien
habituada a la codicia desobedeció las ó rdenes de los á ngeles de no mirar hacia atrá s, y al
hacerlo se convirtió en una estatua de sal. La acció n de esa mujer es una figura de aquellos que
quieren escapar del juicio, pero al mismo tiempo no se quieren desprender del mundo.
(Génesis 19:17, 26; Lucas 17:32)
Sodoma fue una fuente de perversidad para las hijas de Lot. Con un corazó n desprendido de
todo pudor; embriagaron a su padre y se acostaron con él para obtener descendencia. A Lot le
tocó ver por el resto de sus días, sin duda con grandes cargos de conciencia, a sus hijos
quienes a su vez eran sus nietos, hombres que al formar naciones se convirtieron en enemigos
del pueblo de Dios. Los moabitas y los amonitas. (Génesis 19:30-38)
Después de ver tantas infelicidades en la vida de Lot, ¿no podemos decir con toda certeza que
raíz de todos los males, de toda destrucció n, es el amor al dinero? ¿La historia nos ayuda a
tener temor de Dios en la toma de decisiones?

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