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El 

año 2021 se cumplieron 110 años del nacimiento del maestro y escritor del altiplano José
Portugal Catacora (11/02/1911 – 21/03/1998). Descendiente de una familia aymara de larga
tradición en el pueblo de Acora, Puno, Portugal Catacora formó parte de las primeras
promociones de la Escuela Normal de Puno, desplegando junto con los maestros de su
generación una notable actividad educativa, cultural e institucional en un período de singular
desarrollo de la educación en Puno, luego de que las movilizaciones campesinas en demanda
de educación obligaron al Estado a instalar escuelas en el campo.

El avance de la educación fue animado por el compromiso de los maestros puneños de la


época para hacer de la educación el instrumento principal de la reivindicación del indio. Ese
proceso fue rico en experiencias educativas al influjo de la Escuela Nueva propuesta por el
maestro José Antonio Encinas.

Inició su vida profesional en Ayaviri (Melgar), donde fundó la revista “El Educador Andino”
(1932) y promovió la organización del Sindicato de Maestros (1933). Posteriormente enseñó en
el Colegio San Carlos de Puno. Participó en la creación de los Núcleos Rurales Campesinos,
experiencia educativa peruano boliviana establecida en la Conferencia de Huarisata (1945), a
la que asistió como parte de la delegación peruana encargándose luego de la capacitación de
maestros de ambos países.  

Su labor educativa más importante la desarrolló dirigiendo el Instituto Experimental de


Educación de Puno, hoy IEP 70001 José Portugal Catacora, creado con el auspicio y
orientación del maestro José Antonio Encinas. Dicha experiencia consistió en la formación y
evaluación integral de los estudiantes, abarcando los aspectos emocionales, socio-morales,
físicos y cognitivos de manera que, dejando de lado el sistema tradicional de exámenes, los
niños avanzaban en el sistema escolar de acuerdo con el nivel de madurez que iban
desarrollando.

En ese sentido José Portugal Catacora señala que “Nacen con el ser todas las potencialidades
del sujeto en estado latente. La acción educativa debe contribuir al desarrollo de estas
potencialidades, de acuerdo con los estados evolutivos del sujeto, en su medio social y natural.
Esta concepción descarta toda posibilidad de transmitir al niño conocimientos y directivas de
comportamiento; supone más bien descubrir las potencialidades específicas de cada ser, lograr
que éstas se revelen a través de la conducta y procurar su mayor desarrollo posible, en forma
autónoma y libre, en función de su medio social y natural y los cambios deseables que se
aspiren alcanzar en él”. Evaluando la experiencia desarrollada por el Instituto, concluyó que “En
síntesis iniciamos la creación de una pedagogía científica peruana, libre de presiones e
imitaciones”.

A lo largo de su vida profesional Portugal Catacora publicó 29 libros de educación, literatura


infantil, narración y folklore. Asimismo, editó y dirigió las revistas “El Educador Andino” (Ayaviri,
1932-1934), “Puno Pedagógico” (1943-1945) y “Repertorio Pedagógico” (Puno 1947). Destacan
sus libros con propuestas integrales para la escuela rural y nacional, como "La Escuela Andina
del Porvenir", “La Organización de la Nueva Escuela Rural (1946), “Hacia un Sistema Peruano
de Educación (1955)”.

Publicó también “Psicopedagogía del Lenguaje”, “Desarrollo Humano y Aprendizaje” (1968),


“Estrategia para Guiar el Aprendizaje” (1980) y “Una escuela nueva por niveles de madurez en
el Perú” (1990) donde sistematiza la experiencia del Instituto Experimental. En “El Niño
Indígena” realiza un estudio completo del niño aymara y su mundo (1988).

Sus primeros libros para y sobre niños lo ubican entre los fundadores de la literatura infantil en
el Perú, con “Niños del Kollao” (1937) y otros textos. Recuperó las leyendas y mitos andinos
como medio para hacer una literatura orientada a fortalecer la identidad nacional y regional.
Decía así “es necesario poner en manos de nuestra niñez las ingentes y maravillosas
concitaciones de nuestro glorioso y legendario pasado para sembrar en su corazón y su
cerebro el amor por los lares nativos como fundamento del amor a la Patria”. 

Recuperando las enseñanzas de la cultura aymara, sostuvo junto a otros grandes maestros
puneños como Julián Palacios, que existe una suerte de pedagogía andina, que forma a los
niños y niñas para su integración a la comunidad y la armonía con la naturaleza. Si bien, los
cambios sociales van transformando a las comunidades y su cultura, es importante recuperar
esas formas de educación que no sólo sirven a para los quechuas y aymaras mismos sino
también para incorporar en la cultura occidental otras formas de ver y entender el mundo.   

Por ello contribuyó al conocimiento del mundo y el niño andino con libros como “Puno Tierra de
Leyenda” (1952), “El Cuento Puneño” (1955), “Danzas y Bailes del Altiplano” (1981),  “Niños del
Altiplano” (1976) y “El Niño Indígena” (1988).  

Culminó su trayectoria profesional siendo funcionario del Ministerio de Educación y


representando al país en eventos y cursos internacionales. Fue docente de las Universidad
Católica y Garcilazo de la Vega de Lima. Recibió las Palmas Magisteriales, el Premio Nacional
Kuntur del Instituto Nacional de Cultura y el premio Horacio de la Derrama Magisterial. El 2021
el Ministerio de Cultura lo consideró uno de los 21 personajes del bicentenario y la
Municipalidad Provincial de Puno lo incluyo entre los 200 puneños del bicentenario. "El niño y el
indio han sido los motivos de toda mi vida de maestro", escribió en su autobiografía. 

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