Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
TRADUCCIÓN
MONA
NIKI26
FLOCHI
CORRECCIÓN
FLOCHI & MONA
DISEÑO
CATT
2
CRÉDITOS ____________________ 2 CAPÍTULO 19 ________________ 190
SINOPSIS _____________________ 4 CAPÍTULO 20 _______________ 205
PRÓLOGO ____________________ 5 CAPÍTULO 21 ________________ 223
CAPITULO 1 ___________________ 8 CAPÍTULO 22 _______________ 236
CAPÍTULO 2 __________________ 23 CAPÍTULO 23 _______________ 246
CAPÍTULO 3 __________________ 32 CAPÍTULO 24 _______________ 257
CAPÍTULO 4 __________________ 48 CAPÍTULO 25 _______________ 273
CAPÍTULO 5 __________________ 57 CAPÍTULO 26 _______________ 287
CAPÍTULO 6 __________________ 67 CAPÍTULO 27________________ 298
CAPÍTULO 7 __________________ 76 CAPÍTULO 28 _______________ 304
CAPÍTULO 8 __________________ 84 CAPÍTULO 29 _______________ 312
CAPÍTULO 9 __________________ 89 CAPÍTULO 30 _______________ 324
CAPÍTULO 10 ________________ 100 CAPÍTULO 31 ________________ 334
CAPÍTULO 11 ________________ 105 CAPÍTULO 32 _______________ 343
CAPÍTULO 12 ________________ 120 CAPÍTULO 33 _______________ 372
CAPÍTULO 13 ________________ 132 CAPÍTULO 34 _______________ 386
CAPÍTULO 14 ________________ 142 CAPÍTULO 35 _______________ 393
CAPÍTULO 15 ________________ 154 CAPÍTULO 36 _______________ 412 3
CAPÍTULO 16 _________________161 CAPÍTULO 37________________ 423
CAPÍTULO 17 ________________ 170 ENDGAME ROMANCE _______ 435
CAPÍTULO 18 ________________ 184 ACERCA DE LA AUTORA _____ 437
Descubrir que eres la hija de un famoso asesino en serie no es todo lo que parece.
También intenta enseñarme a matar gente, así que... sus buenas cualidades no parecen importar mucho.
Ha secuestrado a mi novio, un tipo al que solía odiar pero al que llegué a amar.
Parrish, voy por ti. Haré cualquier cosa, cualquier cosa, para mantenerte a
salvo.
Empezar una nueva vida como la chica más odiada de la Academia
Preparatoria Whitehall no estaba en mi plan.
Parrish está magullado y sangrando; Chasm arde con un calor violento; Maxx
es una nube de tormenta esperando su oportunidad. Lumen miente. Danyella lo sabe. 4
Kimber se defiende.
Bienvenidas a Medina, zorras. El amor-odio está en el aire, y no soy sólo yo
quien lo siente. Esta ciudad está maldita con sangre y diamantes.
7
—¿Quién quiere ayudarme a atrapar a un asesino en serie?
Es un movimiento audaz, anunciar al mundo que estoy a la caza del
Cazador de Seattle.
Sin duda, llama la atención de Justin. Me manda un mensaje de texto a los
treinta segundos de terminar el vídeo en directo, mi teléfono suena mientras me
quito los auriculares de Chasm y los dejo reposar contra mi nuca.
Bien jugado, hija mía. Como dije antes: elige bien tus peones. Tienes muchos.
Miro fijamente el mensaje antes de entregarle el teléfono a Chasm.
—Joder —murmura, alborotando su cabello mojado con los dedos. Me
acuerdo brevemente de que acabamos de ducharnos juntos, de que nos hemos
visto desnudos, y también de que tengo absolutamente cero capacidad para
procesar nada de eso—. Espero que sepas lo que estás haciendo.
—Sí —respondo, sintiendo que me invade una extraña y fría calma.
Cerrando los ojos, hago lo posible por canalizar algo de la seguridad en sí mismo
de Maxx, esa confianza arrogante que le permite ir por el mundo como si tuviera
un manual de instrucciones—. Nada de lo que he dicho esta noche es nuevo para
nadie.
En mi mente, repaso todo lo que he dicho, comprobando si hay
incoherencias, si hay algún desliz que pueda poner a Parrish en peligro. Si
encuentro algo, vuelvo a conectarme y me invento una excusa.
—Como estoy segura de que has oído en las noticias, mi hermanastro ha
desaparecido. Como estoy segura de que también has oído, hay un asesino en serie
conocido como el Cazador de Seattle. Hay una posibilidad, aunque sea escasa, de que
Parrish Vanguard haya sido secuestrado por el Cazador.
He aquí por qué lo pienso:
1. El Cazador sólo secuestra a personas de entre catorce y veintiún años
8
2. Todas sus víctimas (conocidas) son del área metropolitana de Seattle
3. Todos los cuerpos fueron descubiertos el decimocuarto día después de su
desaparición
Parrish sólo ha estado fuera durante ocho días. Eso significa que si realmente está
con el Cazador, tenemos seis días para encontrarlo. Así que, ¿me ayudarás?
Vuelvo a abrir los ojos y veo cómo la sección de comentarios estalla en
especulaciones. Di todos los detalles que pude —incluyendo algunos que la
policía probablemente no revelaría— siempre que esas pistas no parecieran
violar las reglas que Justin me había marcado. Mencioné el sistema de seguridad
y el hecho de que nunca se disparó, que las cámaras no habían estado grabando,
la hora en que vi a Parrish por última vez, el número de personas que tienen
acceso a la casa de forma regular junto con sus ocupaciones, y la hora en que me
desperté y me di cuenta de que se había ido.
Para cualquiera que me vea, probablemente parezca desesperada. Eso, o
que piensen que estoy persiguiendo influencia en los faldones de mi hermanastro
desaparecido. De cualquier manera, no es suficiente para despertar sospechas en
las autoridades. Lo que sí hará es que la gente piense, busque pistas y elabore
teorías. No soy estúpida: no es que el FBI se quede de brazos cruzados con esto.
Pero tampoco van a compartir lo que saben con un adolescente cualquiera.
Pero Internet lo hará. Internet investigará cualquier hecho que pueda
encontrar. Eso es lo que estoy tratando de hacer aquí, reunir mi propia
investigación, poner las botas en el suelo por así decirlo.
—Supongo que sí —se pregunta Chasm, y yo me pregunto entonces,
mientras me recuesto en su silla de ordenador, si no vamos a tener una
conversación sobre el tipo muerto de los ojos azul pálido. ¿Cómo se llamaba?
¿Señor Fosser? Hago una rápida búsqueda del nombre en el portátil de Chas,
pero, como de costumbre, no aparece nada de interés.
—Hemos visto morir a un tipo hoy. —Giro la silla para poder mirar a
Chasm. Ya me está mirando con esos preciosos ojos ámbar suyos, como dos
piedras pulidas en un rostro apuesto. El rayo amarillo de la parte delantera de su
cabello está despeinado, con mechones amarillos que caen desordenadamente
sobre el negro. Estoy acostumbrada a eso: cuando tienes el cabello de dos colores,
los mechones se enredan de vez en cuando.
—No es un tipo, sólo un violador —dice Chasm, pero luego se restriega la
cara con ambas manos—. Hermanita, esta mierda ha subido de tono
rápidamente. —Suelta las manos en su regazo y me lanza una mirada larga y
estudiada—. Hoy hemos disparado a un cadáver. ¿Y si mañana nos pide que
disparemos a una persona?
No sé cómo responder a eso, así que no lo hago.
Se me ocurre entonces que he dejado el teléfono que Tess me dio en la
Preparatoria Whitehall. También se me ocurre que han pasado unas...
Compruebo la hora en el portátil y siento que se me escapa la sangre de la cara...
cinco horas desde la última vez que envié un mensaje a Tess.
—Mierda. —Mi estómago se retuerce de nervios mientras le dirijo a
Chasm una mirada suplicante—. Hace horas que no le mando un mensaje a Tess.
¿Te ha mandado un mensaje?
Chasm hace una pausa y agarra su teléfono, echando un vistazo a los 9
mensajes y poniéndose tan pálido como debo estar yo. Parece un fantasma. No
es una buena señal.
—Dakota —dice, lo que es una señal aún peor. No me está llamando
"hermanita", así que debe ser algo serio. Chas me pasa el teléfono para que pueda
mirar por mí misma.
Sé que tienes a mi hija, Kwang-seon McKenna. No puedo empezar a decir lo
disgustado que estoy con los dos. Llámenme. Ahora.
Me humedezco los labios, repentinamente secos, y desvío los ojos hacia un
lado como si buscara una escapatoria. Sólo que... no hay escapatoria de esto,
¿verdad? Y es intencional. Todo es intencional. Esto es lo que el secuestrador de
Parrish, sea quien sea, quiere. ¿Podría ser realmente el señor Volli? Parece
demasiado obvio. Como si este tipo tuviera la suficiente confianza para chatear
por video y no preocuparse por ser atrapado.
Teniendo en cuenta que incluso Chasm —un chico de diecisiete años—
pudo averiguar cómo pasar el audio de ese vídeo por el software de
reconocimiento de voz, eso significa que el señor Volli debe ser un chivo
expiatorio. Debe serlo.
De todos modos, tengo —extrañamente— un asunto más urgente del que
preocuparme.
Mi madre biológica, la reina del crimen verdadero y de los thrillers de
suspenso: La maldita Tess Vanguard.
¿Quién da más miedo? ¿El Cazador o Tess? Lo dejaré para el debate.
—Tú conoces a Tess mejor que yo —admito, acercando la silla a Chasm.
Me observa de una manera que no puedo describir. Si yo fuera Tess, podría
decir... Oh, a la mierda. Estoy usando mis propias palabras. Chasm me mira como
si yo fuera algo que desea más que nada en el mundo pero que no se permite
tener. La expresión de su cara, me mata—. ¿Cómo crees que debo manejar esto?
—Si no ha visto el vídeo que acabas de publicar, lo hará pronto. —
Comienza Chasm, dejando escapar una larga exhalación. Lleva unos joggers
negros y no lleva camiseta, como siempre. Hago lo posible por no mirar sus
tatuajes. Es demasiado doloroso pensar en Parrish atado a una silla y sufriendo.
Ese es su arte, tallado en la carne de su amigo por sus propias manos. Me dijo
que parte de su propia tinta fue hecha por Chasm, pero no he tenido exactamente
una buena oportunidad de preguntar sobre eso—. Le decimos que estamos
trabajando en nuestra propia investigación. Suena muy estúpido, pero tal vez nos
haga parecer adolescentes tontos o algo así.
Me quedo sentada un momento, golpeando con los dedos el borde de la
silla. Hoy he disparado a un cadáver. De hecho, he tomado una puta pistola y he
disparado al cadáver de alguien. Eso es... eso es mucho para pensar. Era un
violador, Dakota, sólo un violador. Los violadores no importan.
Aun así, voy a necesitar una terapia loca después de esto.
Un sonido extraño, como el tintineo de una campana, suena en toda la
habitación y Chasm frunce el ceño.
—¿Qué ha sido eso? —pregunto mientras aprieta los dientes y se levanta,
apartando mi silla para poder acceder a su portátil. Introduce un montón de
teclas y luego entrecierra los ojos ante un collage de cuadrados, cada uno de los
cuales muestra lo que debe ser una parte de la casa. Cámaras de seguridad. 10
Hay alguien en la casa, irrumpiendo por la puerta principal y tomando los
escalones principales de dos en dos.
Uh-oh.
Es Maxx... y parece enojado.
Me pongo de pie de repente, girándome hacia la puerta. Sin siquiera
darme cuenta de lo que estoy haciendo, retrocedo mientras Chasm se pone firme,
levantándose hasta su altura completa con las manos cerradas en puños a los
lados. No tengo ningún problema en enfrentarme a los matones, a los imbéciles
o a los trolls de Internet, pero... ¿a alguien que me gusta o me importa? Lo odio,
sobre todo cuando sé que estoy equivocada.
Maxx abre la puerta de la habitación de Chas con tanta fuerza que derriba
un cuadro de la pared, rompiendo el cristal. Es un cuadro de nada, en realidad,
sólo un diseño floral genérico que dudo mucho que Chas haya elegido. Pero, aun
así, vaya mierda.
—¿Qué mierda está pasando? —exige X, tan enfadado que está sudando, con
el cabello oscuro pegado a la frente. Mira primero a Chasm, como si sospechara
que es el cabecilla de todo esto—. ¿Están locos los dos? Tess entra en pánico. Su
hijo ha desaparecido —después de haber recuperado a su hija tras catorce malditos
años— y ahora esa misma hija ha vuelto a desaparecer... —Me dirige esa aguda
mirada esmeralda, y me estremezco.
No puedo evitarlo.
Yo también me odiaría por no aparecer hoy. Además, creo que estoy en
shock. Y traumatizada. Y asustada. Sin embargo, no se me permite sentir ninguna
de esas cosas. Tacha eso, no tengo el lujo de sentir esas cosas, no cuando Parrish
cuenta conmigo. Su vida literal está en mis manos en este momento. Si eso
significa que tengo que hacer que Maxx Wright me desprecie, que así sea.
—Llama a tu puta madre —me dice Maxx, y el nerviosismo me invade.
Me siento inquieta bajo su mirada, como si me pusieran bajo una lupa.
—Acabas de decir "joder" tres veces seguidas —suelto, y juro que la forma
en que me mira fijamente me atraviesa el alma—. Y lo voy a hacer. Lo voy a hacer.
Yo…
—¿Tuviste tiempo de conectarte y jugar pero no de llamar a tu madre?
¿No para asistir a la rueda de prensa para encontrar a un tipo que te gustara lo
suficiente como para perder la virginidad? —Maxx se adentra en la habitación,
pero Chasm se adelanta a él, cortándole el paso. La tensión entre los dos es lo
suficientemente gruesa como para cortarla con un cuchillo.
—No tienes ni idea de la mierda por la que está pasando ahora mismo —
gruñe Chasm, casi literalmente—. Vete a la mierda, Maxx. —Parece dispuesto a
pelear con X, pero eso no es justo. Nada de esto es justo. Todos estamos siendo
manipulados por el secuestrador de Parrish, sólo marionetas con hilos.
No es la primera vez que pienso que realmente debe ser Justin Prior, mi
donante de esperma. ¿Quién más ganaría al destrozar nuestras vidas de esta
manera? ¿De destrozar la vida de Tess?
Esta mierda es personal.
Maxx me mira de nuevo, me mira de verdad, ahondando en mis
profundidades con una sola mirada de una forma que no estoy segura de que 11
ninguna persona haya hecho antes. Me siento desnuda, vulnerable, y también...
hay ese impulso enfermizo de decirle la verdad. No lo hagas, Dakota. Como dijo
Justin, "elige bien a tus peones". Maxx es demasiado santurrón. No vale la pena el riesgo.
—Chasm lo sabe, ¿no? —deduce, soltando una risa sexy pero
frustrantemente petulante mientras se pasa los dedos por el cabello. Mueve la
cabeza como si estuviera incrédulo—. Chasm lo sabe. —repite las palabras, pero
en un murmullo, como si hablara consigo mismo. Se está abriendo camino,
tratando de encontrar la verdad que tan desesperadamente quiero ocultarle—.
¿El secuestrador se puso en contacto contigo? —pregunta, y yo me vuelvo, hacia
la pared de ventanas que da a la calle.
—¿Qué haces en mi casa? —contesta Chasm, un hilo de cansancio
abriéndose paso en su voz—. Sal y vuelve a Oregón, Maxx. ¿No tienes una novia
con la que volver a casa?
Hay una larga pausa, pero sé que Maxx sigue aquí; puedo sentir que me
observa.
—Maxine sabe que haré cualquier cosa para encontrar a Parrish. Me
quedaré hasta que vuelva; ya he arreglado para terminar el resto de mis clases en
línea. —Miro hacia atrás para ver cómo mete las manos en los bolsillos de sus
vaqueros, afilando esa mirada suya hasta convertirla en una cuchilla. Si quisiera,
X podría cortarme y ver lo que hay debajo. Todo lo que tiene que hacer es seguir
presionando. Tengo que deshacerme de él. Ahora...—. Tal vez tenga razón, tal
vez el secuestrador te esté exigiendo algo. No tienes que decírmelo. —Me sonríe,
y es una expresión cruel e inteligente. No tiene nada de alegre—. Pero no me iré
de aquí hasta que llames a Tess. De hecho, te haré un favor y te llevaré a casa.
Exhalo bruscamente y me doy la vuelta, alargando la mano para tomar el
teléfono de Chasm. Él frunce el ceño hacia su amigo, pero deja caer el teléfono en
mi palma de todos modos.
—La llamaré —le aseguro, porque tengo que hacerlo de todos modos. Si
eso hace que deje de mirarme así, carajo, mejor—. Pero me gustaría que Chasm
me llevara a casa.
El sonido de las campanadas vuelve a resonar en la habitación y Chas
maldice, acercándose al ordenador. Se diría que el asesino está aquí por la forma
en que su piel, ya blanqueada, palidece aún más.
—Mierda —susurra, y noto que sus manos empiezan a temblar—. Mi
padre está en casa. Mierda, joder, mierda. —Chasm se aparta del escritorio,
tropezando con una de las patas de la silla del ordenador y poniéndose en pie a
duras penas. Me lanza una mirada de puro pánico—. Lo siento, hermanita, pero...
—Vuelve a hacer una pausa y se obliga a calmarse, dejando escapar una larga y
lenta exhalación—. Maxx va a tener que llevarte a casa.
Se apresura a entrar en el baño y cierra la puerta, dejándome a solas con
X. Afortunadamente, el cambio de circunstancias parece haberlo apaciguado un
poco. Me mira a los ojos.
—Si Seamus pregunta, eres mi novia, ¿de acuerdo? A Chas no se le permite
tener chicas en la casa. —Hace una pausa y mira por encima del hombro, como
si esperara que el padre de Chas, Shaymus, ¿no? Haga su aparición. Maxx se
vuelve hacia mí. O a cualquier otra persona—. Finjamos que nos hemos pasado
por aquí para que los dos puedan... trabajar en un proyecto. 12
—¿Y si le decimos que estamos aquí por Parrish? —pregunto, pero por la
forma en que Maxx me mira, veo que eso no tendrá mucho peso con Seamus
McKenna. ¿Qué tan horrible es eso? Chasm es tan miembro de la familia
Vanguard como cualquier otro, pero Parrish significa tan poco para Seamus que
no aceptará eso como excusa para que su hijo tenga invitados?
Antes de que a Maxx se le ocurra responder a la pregunta, la puerta se abre
y aparece un hombre pelirrojo de piel pálida y con pecas. Frunce el ceño antes de
vernos, pero entonces sus ojos encuentran los míos y se paraliza como si hubiera
visto un fantasma. Parpadea un par de veces y la expresión desaparece, pero yo
no olvidaré que lo he visto pronto.
—Maxim —dice con cuidado, deteniéndose en la puerta y mirando al
amigo de su hijo. Sus palabras contienen un ligero acento—. ¿Está mi hijo en casa?
Me han llamado del colegio para decirme que hoy ha salido temprano de clase.
Maxx asiente con la barbilla respetuosamente y señala el cuarto de baño
donde, supongo, Chasm está ocupado aplicando relleno tópico a sus piercings y
rociando su cabello con tinte temporal.
—Esta es mi novia, Dakota Banks —comienza a decir Maxx, señalándome,
y yo siento ese rubor de vergüenza por fingir de nuevo. Primero con Tess y ahora
aquí. Sé que es por un bien mayor, pero no puedo evitar la sensación de que estoy
traicionando a mi hermana, y no me gusta. Moriría literalmente por esa chica.
Esto no está bien. Resuelvo decírselo la próxima vez que hablemos, para que sea
consciente de todo lo que está pasando—. Ella no conduce, así que la traje para
trabajar en un proyecto. No sé nada de que Kwang-seon falte a clase.
—Ya veo —comienza a decir Seamus, pero por la forma en que dirige sus
ojos hacia mí, siento que hay algo más. ¿Quizá ha hablado con Tess? ¿Tal vez
sabe que yo también falté a la escuela? Tess parecía saber que yo estaba con
Chasm. No me extrañaría que llamara a los padres de todos mis amigos para
buscarme. ¿Tal vez Danyella o Lumen ofrecieron esa información para ayudar a
suavizar el golpe para mí?—. Odio ser grosero, pero Kwang-seon y yo tenemos
planes esta noche.
—Sí, señor —asegura X amablemente, acercándose para agarrarme la
mano. El calor de sus dedos enroscados en los míos no se echa de menos, pero
hago todo lo posible por acallar esos pensamientos. Odio, odio, odio que
tengamos química natural, pero no hay manera de que yo pueda controlar eso.
Como he dicho, una persona no puede controlar sus pensamientos, pero tiene un
control total sobre sus acciones.
Me llevo el teléfono de Chas y lo dejo caer subrepticiamente en una mesa
auxiliar al azar en la planta baja antes de salir. En el auto, de camino a casa, le
mando un mensaje en las redes sociales y le digo dónde lo he escondido. Recibirá
mi mensaje en su portátil o en su PlayStation o en cualquier otra cosa.
El Jeep Gladiator de Maxx está esperando en la entrada. Tan enfadado
como está conmigo, me toma de la mano y me acompaña hasta el lado del
pasajero, abriendo la puerta para que pueda subir. Tragándome un bulto de
nerviosismo, me subo al asiento del copiloto y me siento con la cabeza agachada.
Soy más que consciente de que llevo la ropa de Chasm.
No hay muchas explicaciones para eso, ¿verdad?
Tess me va a matar. 13
—Llámala. —Maxx me lanza su teléfono y vislumbro un mensaje de mi
hermana.
¿La has encontrado? X, estoy en pánico. Haz que me llame.
—¿Maxine o Tess? —pregunto, y él me lanza una mirada aguda.
—Tess. Le diré a Maxie lo que está pasando. La has asustado mucho hoy,
¿lo sabías? Parrish ha desaparecido; tú no puedes desaparecer también. —Cruzó
los brazos sobre el volante y apoyó la barbilla sobre ellos, imitando la pose que
adoptó aquella noche en la fiesta, aquella en la que, sin querer, acabé "saliendo"
tanto con Lumen como con Parrish.
Fue hace sólo tres meses, pero bien podrían haber pasado años.
—Por si te sirve de algo, X —empiezo, intentando sin éxito mantener la
voz neutra—, lo siento. —Las lágrimas brotan entonces, gruesas y calientes,
rodando por mis mejillas como cascadas de dolor. Caen sobre la pantalla del
teléfono mientras lucho por recomponerme.
Levanta la cabeza y nuestros ojos se encuentran; hay un claro
ablandamiento en los suyos al menos.
—No me debes una disculpa, Kota —dice suavemente, extendiendo la
mano como si fuera a tocarme y luego retirándose como si lo hubiera pensado
mejor—. ¿Tal vez te deba una? —Sacude la cabeza y se echa hacia atrás en su
asiento, cerrando los ojos. Su bello rostro está iluminado por las luces del porche
de la casa de Chasm.
Chasm.
Le debo mucho a ese chico.
—¿Me debes una? —interrogo, dándome cuenta de que no sólo estoy
hablando con Maxx porque, bueno, me gusta hablar con Maxx, sino también
porque estoy evitando llamar a mi madre biológica—. ¿Por qué me debes una?
No abre los ojos cuando responde, lo que me da la oportunidad de
examinar la línea recta y orgullosa de su nariz, la plenitud de sus labios, la forma
fuerte y masculina de su mandíbula. Es exactamente el tipo de hombre que quiero
para mi hermana, y no sólo porque sea guapo. Es amable y se preocupa tanto por
los demás que está dispuesto a luchar sucio para mantenerlos a salvo. Somos más
parecidos de lo que creía, supongo, teniendo en cuenta lo que estoy dispuesta a
hacer para salvar a Parrish.
Además, aunque me guste X, aunque me atraiga físicamente, no importa.
Tengo a Parrish. Nunca renunciaría a él. Al menos, eso es lo que siento en ese
momento. Y, de todos modos, no es socialmente aceptable salir con más de un
chico. Me humedezco los labios y hago lo posible por no pensar en Kwang-seon
McKenna.
—Hay una veta de maldad en mí. —Comienza Maxx, y luego suspira,
como si estuviera tan cansado que apenas puede hablar. Eso podría ser muy
cierto, teniendo en cuenta el tiempo que ha pasado buscando a nuestro amigo—
. Siempre la he tenido. Hago lo mejor que puedo para contenerla, pero cuando
alguien a quien quiero está sufriendo, simplemente... sale. No tengo derecho a
juzgarte. —Se pasa una mano por la cara y luego abre los ojos, dirigiéndome una
mirada aguda—. Aunque me gustaría que llamaras a tu madre.
Mi... madre. 14
Mmm. Tess no es más mi madre que Saffron en realidad. Al menos no
todavía. Una parte de mí se da cuenta de que las dos estamos luchando con esta
situación, que las dos deseamos amarnos, pero que una emoción tan fuerte, tan
pura, tan hermosa como esa no se puede forzar. Hay que engatusarla y cuidarla,
alimentarla y dejarla crecer; sobre todo, hay que ganársela.
Trago con fuerza y vuelvo a mirar el teléfono, haciendo una breve pausa
cuando veo que la imagen de fondo es una de Maxx en su moto —o al menos
creo que es Maxx, difícil de decir con el casco— en medio de algún tipo de salto
loco.
Cuando hago clic en sus contactos y me desplazo hasta el nombre de Tess,
siento que los primeros vestigios de pánico empiezan a apoderarse de mí. Hoy
no solo ha sido un día monumentalmente extraño e indescriptiblemente
peligroso, sino que además me he convertido en la persona menos favorita de
Tess en el planeta. Con razón, debo añadir.
Pulso su número y me acerco el teléfono a la oreja, con los ojos cerrados,
esperando con la respiración contenida a que responda.
—Maxx, por favor, dime que la has encontrado. —Es la voz de Tess,
jadeante y débil, tan distinta de su personaje de reina del hielo. La empatía me
invade como una ola, y aunque he estado deseando que las lágrimas se
detuvieran, suplicando que se detuvieran en realidad, aumentan y me encuentro
llorando a pleno pulmón—. Dakota, ¿eres tú? —pregunta, con la voz cargada de
pánico. Vuelve a acertar con mi nombre, lo que no ayuda a calmarme.
—Yo también lo echo de menos —susurro, casi contra mi propia voluntad.
Es como si los sentimientos estuvieran ahí, y no se detuvieran. ¿Se supone que
debo encontrar y rescatar a Parrish de un asesino en serie que es tan famoso que
tiene su propio apodo en la prensa? Soy una chica de dieciséis años con una
obsesión por los videojuegos. ¿Cómo carajo se supone que voy a hacer esto?
Parrish podría morir por mi culpa, porque no soy lo suficientemente inteligente
o astuta para salvarlo—. Quiero a Parrish de vuelta tanto como cualquier otro.
Por un momento me pregunto si Tess sigue al otro lado de la línea. Se ha
quedado completamente en silencio.
—Bien —dice ella, que no es para nada lo que esperaba—. Ven a casa,
Dakota. Sólo ven a casa.
Le paso el teléfono a Maxx porque no sé qué más decir, ni siquiera si soy
capaz de responder. En cambio, me hundo en el asiento, envuelta en la sudadera
de Chasm, y me reconforta su olor a menta y chocolate negro. Lleva diez minutos
lejos de mí y ya lo echo de menos.
—La encontré en casa de Chasm —explica X, lanzándome una rápida
mirada. No digo nada, limpiando las lágrimas de mis ojos con los extremos de
las mangas de la sudadera—. Estaremos allí en cinco minutos o menos. Aunque
no estoy seguro de cuánto tiempo tardaremos en pasar por los reporteros.
Cuelga y damos la vuelta en el camino de entrada, salimos por la puerta y
conducimos las cinco manzanas que nos separan de la casa de Tess. La multitud
de reporteros se ha convertido en una auténtica multitud, como un enjambre de
abejas rodeando una colmena. No, no, tacha eso, como un enjambre de avispas.
Las abejas, al menos, polinizan las cosas; las avispas son horribles, asquerosas y
mordedoras. Así es como veo a los periodistas, como algo que hay que atrapar
en una trampa.
15
Maxx tarda más de quince minutos en abrirse paso entre ellos,
conduciendo a unos tres kilómetros por hora y apartando básicamente a los
paparazzi con su Jeep mientras yo me subo la capucha de la sudadera e intento
ocultar mi cara de las cámaras.
Una vez dentro, Maxx estaciona en el garaje y yo salgo, con las manos
temblando y el miedo llenando todo mi cuerpo. Tengo los pies llenos de plomo
cuando me dirijo a la puerta y, al abrirla, encuentro a Tess esperándome en la
entrada.
Para mi sorpresa, ella también está llorando.
—No me hagas creer que te he vuelto a perder —dice, y entonces, por
alguna inexplicable razón, me abraza. Tess Vanguard, reina de las novelas
policíacas y de suspenso, autora de bestsellers desde siempre, me abraza. Es la
primera vez que me abraza desde que nos encontramos en Nueva York.
Me desconcierta y me quedo completamente inmóvil. Pero entonces,
todavía debo estar traumatizada por haber visto a una chica muerta y por haber
visto a mi profesor de sexto curso disparar a un violador en la cara, así que
también acabo abrazándola.
—Lo echo de menos, Tess. Le echo de menos —susurro, y ella moquea y
me acaricia el cabello hacia atrás, estrechándome tanto que podría creer que me
quiere si no hubiera leído esa página de su máquina de escribir. ¿Soy un
instrumento para su carrera? ¿Sólo un peón? ¿Le importo realmente? Como decía
mi abuelo: "las palabras valen un céntimo, el seguimiento vale miles de millones".
Cuando le pregunté a qué se refería con eso, me explicó lo fácil que es decir que
vas a hacer lo correcto, pero lo mucho que cuesta realmente cumplir esas
promesas.
Quiero que Tess me demuestre con acciones y no con palabras que se
preocupa. Como escritora, estoy segura de que eso es difícil para ella. Pero
significaría el mundo para mí, realmente lo haría.
—Yo también lo echo de menos —me dice, echándose ligeramente hacia
atrás y mirándome. Su rostro se endurece y vuelve a ser el de una autora de
bestsellers. Por una vez, me siento realmente aliviada al verla—. Vamos a
recuperarlo, pase lo que pase. —Tess mira por encima de mi hombro a X,
asintiendo con la barbilla en señal de agradecimiento—. Te agradezco que la
hayas encontrado, Maxx. Eres como un hijo para mí, ¿lo sabes?
Puedo oír la sonrisa triste en su voz cuando responde.
—Lo agradezco —le dice, acercándose para ponerse a mi lado. Me gustaría
no notar su presencia de la forma en que lo hago, catalogando cada movimiento
que hace sin siquiera quererlo. Me hace sentir como una traidora cuando se trata
de Maxine, pero hago a un lado ese sentimiento. Hablar es barato, actuar como
un multimillonario. Estoy comprando autocontrol como si estuviera pasando de
moda—. Me gustaría volver a quedarme en la habitación de Parrish, si te parece
bien.
Tess hace un pequeño gesto con la cabeza y Maxx me hace un rápido gesto
con la mirada antes de subir la escalera de caracol al segundo piso. Yo también
empiezo a alejarme, pero Tess se acerca y me pone una suave mano en el hombro.
—Sé que probablemente estés cansada, pero tenemos que hablar antes de
que subas.
16
Trago saliva, pero asiento y dejo que Tess me acompañe a la cocina.
Prepara una bebida para ella y un té caliente para mí. De alguna manera, sin
saberlo, adivina que mi favorito es el de menta con un toque de miel.
—A veces escucho, ya sabes —dice mientras me lo entrega, y yo le lanzo
una mirada escéptica como respuesta—. Mencionaste que este era tu favorito la
primera vez que nos conocimos... —Tess se detiene un momento y acabamos
mirándonos la una a la otra. Es como si aquí estuviéramos enfrentándonos a la
situación más horrible que nadie pudiera imaginar, y sin embargo... ¿estamos
avanzando? Dicen que uno se conoce mejor a sí mismo y a los demás cuando está
bajo fuego, así que tal vez sea eso. Crecimiento a través de la crisis—. ¿Nos
sentamos fuera?
Sin esperar respuesta, Tess se dirige a las puertas del balcón y las abre de
un empujón. Con un solo toque de botón, baja un toldo automático y luego baja
una persiana adicional en el lateral, impidiendo la visión de los reporteros sin
ocultar del todo la vista del lago.
Ella toma asiento mientras yo salgo al balcón con dudas, dándome cuenta
de que en los tres meses y medio que llevo aquí no me he sentado ni una sola vez
en este balcón. La mayoría de las veces, Paul utiliza este lugar para atender las
llamadas telefónicas durante las comidas familiares.
Me poso en el borde de una silla de metal, sosteniendo mi té con las dos
manos, como si fuera un escudo que pudiera protegerme de lo que sea que Tess
quiera decir.
No parece tener prisa, termina su bebida y luego se sirve otro vaso de un
quinto de whisky que estoy más acostumbrada a ver beber a Paul.
Después de unos minutos, decido que no puedo aguantar más y rompo el
silencio yo misma.
—En cuanto a lo de hoy... —Empiezo, pero Tess levanta una mano para
detenerme antes de que pueda empezar. Sus ojos están un poco vidriosos
mientras mira más allá de mí hacia el lago Washington. Su mente está claramente
en otra parte, deseando que Parrish vuelva sano y salvo, pero imaginando lo
peor.
Apuesto a que ni siquiera su mente de escritora de novelas policíacas
podría soñar con esto. Tomo un sorbo de mi té en un intento inútil de calmar mis
nervios.
—He visto tu vídeo, Dakota —me dice, clavando una vez más mi nombre.
Por qué ha esperado hasta después de toda esta mierda para acertar, no tengo ni
idea. Sólo empeora las cosas para ser honesta—. Y agradezco el esfuerzo, pero no
vas a encontrar a Parrish haciendo vídeos tontos en internet.
Y aquí estamos, volviendo a lo mismo de siempre. Se me tuerce la boca,
pero no puedo protestar exactamente, no después de destruir su máquina de
escribir y abandonar la rueda de prensa.
Su siguiente respuesta me sorprende.
—También quería añadir que no vamos a hablar de la máquina de escribir
ni del auto. —Levanté una ceja, mis mejillas y mi pecho enrojecieron de
vergüenza—. Te duele; me duele. Las emociones están a flor de piel y sé que
echas de menos a tu hermano.
Mi... hermano.
17
La palabra sólo aumenta esa sensación de vergüenza en mí. Me gustaría
poder decirle a Tess la verdad, pero no puedo hacerlo sin Parrish a mi lado. Tiene
que estar aquí para esto; nos afecta a los dos, pero a él más. ¿Y si ha cambiado de
opinión desde entonces? ¿Y si... y si no lo consigue y destruyo los últimos
recuerdos de Tess sobre su hijo? Se me revuelve el estómago y me bebo el resto
del té de un tirón.
—Lo agradezco —susurro, ignorando el parloteo lejano de los periodistas
frente a la puerta principal. Buitres, todos ellos, picoteando la carroña de los
sentimientos de los demás.
—¿Está bien si te cuento una pequeña historia? —pregunta Tess,
terminando su bebida y sirviendo un tercer vaso. Eso es... mucho alcohol, pero
no puedo culparla exactamente. A mí también me gustaría tomar una copa.
Asiento, aunque estoy un poco confundida. Todavía no tengo ni idea de a
dónde quiere llegar con esto.
—¿Te he dicho alguna vez que mi abuela —tu bisabuela— quería ser
escritora? —Tess se echa hacia atrás en su asiento, con su cabello color espresso
captando la fresca brisa que sale del agua.
—Para ser sincera, Tess. —Empiezo, y ella se encoge ligeramente, de la
misma manera que yo cuando me llama Mia. ¿Sería difícil para mí tratar de
llamarla simplemente mamá? El caso es que mamá es un honorífico, un cargo
que se gana, y no un simple nombre. No estoy segura de estar preparada para
eso. Una parte de mí todavía siente un sentimiento de lealtad por Saffron—. No
me has contado muchas historias. —Trago con fuerza y dejo la taza sobre la
pequeña mesa del bistró, apresurándome a corregirme antes de que ella se haga
una idea equivocada—. Pero me gustaría que lo hicieras.
Suspira pero más como si estuviera cansada y menos como si estuviera
molesta.
—Tienes razón —dice, pero más para sí misma y menos para mí, como si
tomara nota mentalmente. Tess echa más alcohol en su vaso y lo bebe de un trago,
dejando el vaso sobre la mesa mientras espero pacientemente a que continúe.
Dios, los autores son tan. jodidamente. raros.
—Bueno, mi abuela tenía tantas ganas de ser escritora que se dejó la piel
como camarera para comprar una máquina de escribir en una tienda de segunda
mano. No había ninguna posibilidad de ahorrar para un ordenador en aquella
época, así que lo hizo lo mejor que pudo. —Tess golpea con las uñas la superficie
de la mesa, pensativa. Cuando por fin me mira, me sorprende la seriedad de su
expresión. ¿Dónde ha estado esta mujer cuando la he necesitado? Casi me gusta
la persona con la que estoy hablando ahora—. Un Royalite de 1960 con un estuche
de cuero marrón. Y oh, era hermoso, tan malditamente hermoso. Me dejaba jugar
con él cuando era una niña, ¿lo sabías? —Tess se ríe y sacude ligeramente la
cabeza, llevándose la copa a los labios—. Claro que no lo sabes porque nunca te
lo he contado.
Las dos nos detenemos al oír cómo se abren las puertas del balcón.
Aparece Kimber, con el cabello revuelto y la cara roja de tanto llorar. Sin mediar
palabra, sale al balcón y ocupa la silla del lado opuesto de la mesa.
18
Tess la observa un momento y luego se vuelve hacia mí para continuar su
relato. Ninguna de nosotras tiene que preguntar por qué Kimber está llorando.
Todos lo sabemos.
Parrish.
Mi enamoramiento robado.
Me froto la cara para contener una oleada de emoción.
—De todos modos, mi abuela quería escribir novelas de misterio, como
Agatha Christie. En aquella época era mucho más difícil para una mujer escribir
algo que no fuera romántico, así que también lo intentó. No tuvo suerte. Recibió
más de cien cartas de rechazo de las editoriales. —Tess levanta una mano,
pasándola por el cielo como si viera algo en el ojo de su mente—. Cada vez que
recibía una nueva, yo la ayudaba a clavarla en la pared hasta empapelarla.
—Nunca me lo habías contado —dice Kimber con hipo, pareciendo un
gatito mojado, todo arrugado y temblando. Si Maxine desapareciera... ugh, no
puedo ni imaginarlo. No quiero hacerlo. Kimber está pasando por un infierno
ahora mismo. Sigue adelante, pienso en ella, haciendo acopio de fuerzas.
Hoy ha sido una mierda. Mañana tiene que ser mejor. Simplemente tiene
que serlo. Quiero creerlo: Necesito creerlo.
—No le he contado a nadie más que a Parrish esta historia —admite Tess,
trazando un dedo alrededor del borde de su vaso—. Admito que siempre lo he
favorecido.
—¡Mamá! —Se le escapa a Kimber, pero no parece muy afectada por la
confesión. Se coloca un poco de cabello suelto detrás de la oreja y se queda
mirando su regazo—. Nunca me ha molestado; es el mayor. Tiene sentido.
Kimber hace una pausa y luego ambas me miran como si no estuvieran
seguras de dónde encajo en este rompecabezas.
Francamente, yo tampoco estoy segura, pero está bien. O... lo estaría si no
faltara alguien a quien todos queremos.
—He cometido muchos errores —admite Tess, tomando otro trago.
Dentro de poco, estará demasiado borracha para hablar. Ya se le escapan las
palabras—. Pero estoy dispuesta a escuchar y aprender. Estoy... —Hace una
breve pausa para recuperar el aliento, parpadeando las lágrimas—. Cuando
Parrish vuelva, las cosas serán diferentes. Cancelaré mi próximo libro y me
tomaré un tiempo libre.
Mis ojos se abren de par en par mientras Kim se queda boquiabierta.
—¿Regreso bajo la Sombra de la Noche? —pregunto, pensando en esa horrible
página que encontré en su escritorio—. ¿Lo vas a cancelar?
Tess suelta una carcajada amarga y vuelve a mirar el lago. Sin embargo,
no parece que el sonido vaya dirigido a mí.
—Mi agente dice que el editor me va a demandar. ¿Sabes lo que dije?
Hazlo. Cuando Parrish vuelva a casa, me centraré de nuevo en mi serie de ficción.
—Tess me devuelve la mirada, haciendo que todas estas extrañas y conflictivas
emociones burbujeen en mi interior—. La máquina de escribir en la que escribía
mi abuela me la regaló.
Mi corazón se desploma, haciéndose añicos dentro de mi vientre. Me
siento enferma. Me siento tan jodidamente enferma.
—Y la destruí —digo, pero Tess ya está sacudiendo la cabeza. 19
—No, no lo hiciste —corrige, sus labios se afinan mientras los frunce con
rabia—. Lo ha hecho. —Me mira fijamente mientras me remuevo en mi asiento,
deseando poder huir de lo que sea que vaya a decir a continuación. Tengo la
sensación de que no me va a gustar—. Tu padre, Justin Prior, fue quien la
destruyó. La máquina de escribir que rompiste era una réplica que compré
después de vender los derechos de Secuestrados bajo un sol de mediodía. —Suspira
mientras el mundo se inclina extrañamente a mi alrededor.
Eso es todo.
Eso es realmente todo.
Durante los últimos ocho días, me he estado diciendo a mí misma que
había una posibilidad de que el secuestrador de Parrish fuera sólo un tipo al azar,
como un fanático enloquecido o algo así.
Pero esta información lo cambia todo.
Ya no puedo negarlo.
Justin Prior, extraordinario donante de esperma, es el hombre detrás de la
máscara. O... ¿detrás del señor Volli que lleva una máscara? No tengo ni idea.
Me muerdo el labio inferior, pero el movimiento me hace pensar en Maxx,
así que me obligo a parar.
Si Parrish conoce esta historia, ¿entonces tal vez se lo dijo al secuestrador?
Quizás... quizás... Pero no. Todo este montaje es demasiado personal; apesta a
venganza personal, ¿no?
—De todos modos, pensé que querrías saber por qué trabajar en la
máquina de escribir era importante para mí.
—¿Cómo? —pregunta Kimber, y se me ocurre entonces que Tess no le ha
contado a ninguno de sus otros hijos lo que hice.
Tess se vuelve hacia su hija y fuerza una sonrisa tensa.
—¿Por qué no entras un minuto, cariño? Dakota y yo tenemos algo que
hablar.
Kimber me mira con extrañeza, pero no discute. Ya no le queda suficiente
lucha para defenderse.
Se aparta de la mesa y se dirige al interior, arriesgando una última mirada
hacia nosotras antes de cerrar las puertas.
Tess se sirve otra copa.
—El FBI se está involucrando en el caso de Parrish —me dice Tess, y mis
orejas de gatito de mentira se levantan ante la noticia. Esto es una prueba más de
que el Cazador de Seattle y el secuestrador de Parrish son realmente una misma
cosa. Y el FBI es bueno en lo que hace. Pueden resolver este caso un millón de
veces mejor que yo.
Sólo que... siento que Justin no se va a rendir tan fácilmente.
—Han sido tan minuciosos, recogiendo pruebas... —Se detiene y da un
trago a su bebida. Espero que sus ojos estén aún más vidriosos cuando me mire
de nuevo, pero... no lo están. Hay una agudeza en ella que me asusta—. Han
revisado la basura. —Continúa Tess, y... uno, dos, tres segundos después, hace 20
clic.
La basura.
El condón que usé con Parrish.
Palidezco.
—Encontraron un condón en el cubo de basura del garaje. Estaba
mezclado con la basura del dormitorio de Parrish. —No, no, no, por favor hagan
que esto pare. Por favor, Dios, haz que esto se detenga. Ella no puede enterarse de esta
manera; esto no es lo que Parrish quería—. Pero ¿sabes lo que recuerdo? —
Continúa Tess, todavía mirándome fijamente—, recuerdo que Chasm llevó esa
basura abajo y se deshizo de ella.
Me lleva casi un minuto completo hacer la conexión.
Oh.
Oooooh.
Mierda.
—Así que necesito saber, Dakota: ¿es el condón de Parrish o es el tuyo? —
No se le ocurre a Tess que podría ser nuestro. Joder. La culpa y el alivio me
invaden a partes iguales, haciendo que me sienta mareada.
Si digo que el condón pertenece a Parrish, entonces las autoridades
podrían hacer que se analice como prueba. Entonces lo sabrán. Todo el mundo lo
sabrá. Tess lo sabrá.
—Es mío. —Exhalo, mirando mi regazo y recordando con un sobresalto
que estoy vestida de pies a cabeza con la ropa de Chasm. Por segunda vez. Sí, ya
veo cómo puede quedar esto.
Hay una larga pausa mientras Tess reflexiona sobre esta información. O
bien está destrozada por la desaparición de su hijo o está borracha o... realmente
quiere cambiar. Su respuesta es tranquila y mesurada, lo que agradezco, y no es
del todo inesperada.
—¿Entiendes que Kwang-seon no podrá venir por un tiempo?
Asiento.
El silencio reina entre nosotras, como una princesa en un trono. Es tan
incómodo; ni siquiera puedo mirarla. Lo único que puedo hacer es mirar mi
regazo y alegrarme de que la sudadera cubra el sofoco de mi pecho.
—¿Quieres...? —Tess empieza, tropezando un poco con las palabras.
Levanto la vista y me doy cuenta de que está luchando no por el alcohol, sino
porque está avergonzada—. ¿Tienes alguna pregunta sobre... algo? Los cuerpos
de los chicos pueden ser raros. Los penes, sobre todo...
La corto antes de que esto se vuelva más perturbador.
—No, no, estoy... estoy bien. Yo... gracias pero mi abuela me dio la charla
en la secundaria. Es médico, así que... —Me quedo sin palabras cuando Tess
vuelve a asentir, levantando su copa en dirección a las puertas del balcón.
—Puedes irte —me dice, su voz cayendo en esa cosa distante y soñadora.
Imagino que ser artista también es un arma de doble filo, como el amor. Puedes
soñar con cosas bonitas y nostálgicas. Demonios, puedes crear un mundo entero
a tu gusto. Al mismo tiempo, las pesadillas deben ser tan vívidas, visiones de
Parrish sangrando y roto.
21
Me pongo de pie y huyo del balcón antes de que las cosas se pongan más
pesadas.
Me duele demasiado mirar la puerta de Parrish o pensar que Maxx está
detrás de ella, así que me apresuro a entrar en mi habitación, cierro la puerta de
golpe y apoyo la espalda en ella.
Sin ninguna intervención aparente por mi parte, mi cuerpo se desliza hacia
el suelo y acabo sentada encorvada durante un rato. Finalmente, reúno la energía
necesaria para abrir el cajón de la mesita de noche y sacar el dibujo que me dio
Parrish.
El movimiento hace que la mesita de noche se agite ligeramente,
desprendiendo varios pétalos amarillos de los girasoles.
Se están muriendo. Después de ocho días, se están muriendo.
Aprieto el dibujo en mis manos con tanta fuerza que la página se arruga.
—Voy a ganar esto, papá —gruño, plenamente consciente de que me está
escuchando. Puede que sólo tenga teorías en este momento, pero no hay duda de
ello—. Haz lo que quieras.
22
Maxx me está esperando cuando bajo a la mañana siguiente. Me entrega
una taza de café sin mediar palabra y, aunque no suelo tomar café por las
mañanas, lo tomo con una sonrisa de agradecimiento. Me doy cuenta de que no
está bebiendo y entonces recuerdo que mi hermana me dijo que odiaba el café.
Así que... ¿lo ha hecho sólo para mí?
—Las voy a llevar a las dos a clase hoy —explica, echando un vistazo a la
forma deslucida de Kimber. No lleva ni una pizca de maquillaje y su uniforme
está desarreglado, las piezas un poco disparejas. La escuela nos da todas estas
opciones —blusas, chalecos de punto, pantalones cortos y faldas, pantalones—
pero sólo hay ciertas combinaciones que se nos permite llevar. Kimber es
definitivamente una infracción andante hoy con sus pantalones cortos y su
chaleco y su jersey sin cremallera, pero dudo que ninguno de los administradores
la moleste.
—¿Te quedas aquí por un tiempo? —pregunto amablemente, añadiendo
un poco de... ¿crema de caramelo y chocolate con malvavisco?... a mi café y
echando de menos la leche fresca de casa. Nuestro vecino tenía vacas, así que
siempre teníamos la buena en las botellas de vidrio con la crema encima.
Maxx me lanza una mirada irónica, con la boca torcida en una de sus
comisuras.
—Apuesto a que te gustaría que me fuera —susurra, encendiendo el
fregadero para ayudar a ahogar su voz mientras finge lavar a mano una taza—.
¿O tal vez al secuestrador le gustaría eso?
Revuelvo mi café con movimientos rápidos y furiosos. Este idiota cree que
está ayudando, pero en realidad está intentando que nos maten a todos.
—Tienes razón: el secuestrador me dijo que mataría a Parrish si alguien
movía la bocaza. Así que tal vez puedas dejar de decir tonterías, X. —Me mira
con recelo, pero mi rostro es estoico y severo. No puede discernir si hablo en serio
o no, que es más o menos la cuestión. 23
Como he dicho: todo esto es un juego largo y complicado. Cada
movimiento es importante. No hay reinicios ni continuaciones, ni créditos extra
ni vidas que negociar.
Termino mi café rápidamente y nos vamos, abriéndonos paso entre los
reporteros y dirigiéndonos hacia Whitehall en casi completo silencio.
—Yo también las recogeré después del colegio —añade X al cabo de un
rato, moviéndose en su asiento como si estuviera un poco incómodo. Le dirijo
una mirada cuando llegamos a una señal de stop y me encuentro con que me
mira con curiosidad, tratando de encajar las piezas del rompecabezas. Lleva una
camiseta de tirantes suelta que muestra los impresionantes músculos de sus
brazos y su pecho. Por lo visto, luchar contra una moto de doscientos kilos
requiere fuerza en la parte superior del cuerpo—. ¿Dijiste que querías unirte al
grupo de búsqueda esta noche?
La pregunta me sorprende durante un minuto antes de recordar que me
dijo que podía organizar una reunión con mi hermana hoy.
Estoy de acuerdo, sintiendo un gran alivio al pensar en ver a Maxine. Al
mismo tiempo, me pregunto si el movimiento la pone en riesgo de la ira de Justin.
Este hombre lo sabe todo Dakota. No empezó un juego que no estuviera casi seguro de
poder ganar. Maxine está en peligro tanto si la ve en persona como si no.
Cuando entramos en el bucle de grava blanca frente a la Academia
Preparatoria Whitehall —desde entonces he aprendido que este lugar está
generalmente reservado para los estudiantes de menor posición social— veo a
Chasm esperando con la espalda apoyada en los imponentes muros de piedra.
Está fumando un cigarrillo, pero lo apaga en cuanto me ve y tira la colilla
en una lata cercana.
—Gracias por traerme —digo, saliendo del jeep tan rápido que casi
tropiezo. Chas me agarra y me sujeta los codos mientras recupero el equilibrio.
Mira por encima de mi hombro cuando Kimber se une a nosotros, lanzando una
mirada irritada a las manos de Chas sobre mis brazos cuando pasa por delante.
—Sobre lo de anoche... —dice Maxx mientras miro hacia atrás para ver que
nos observa—. Lo siento, Chas. Es que estoy preocupado por Parrish.
Chasm suspira y me suelta, alborotando su cabello negro y amarillo.
—Yo también, hombre. Yo también, joder. —Suena cansado, la expresión
de su cara es tensa y recelosa. No me sorprende teniendo en cuenta el día que
tuvimos ayer, pero siento que hay algo más.
Su padre. Tiene que ser eso. Le envié un mensaje a Chasm en Facebook para
hacerle saber dónde encontrar su teléfono, pero nunca respondió.
—¿Me perdonas entonces? —pregunta X, tratando de interpretar la
pregunta con una sonrisa arrogante. Sin embargo, no puede ocultar el matiz de
necesidad en su voz, ese pequeño hilo que me dice que realmente le importa lo
que Chasm piensa de él.
—Siempre lo hago, ¿no? —replica Chas secamente. X sonríe y nos echa
una última mirada de estudio antes de subir la ventanilla del pasajero y
arrancar—. Puede que tengamos que decírselo —añade Chas, sorprendiéndome.
—¿Contárselo? —le pregunto, dirigiendo a Chas una mirada escéptica que
él devuelve con una ceja levantada—. Creía que el objetivo era asegurarse de que 24
nunca se enterara.
—Me preocupa que vaya a cavar un agujero del que no pueda salir —
musita Chas, guiándonos hacia las puertas de la escuela. Alargo la mano para
tocarle el brazo y él se aleja de mí.
Eso no es una buena señal.
Dejo de caminar, las alarmas se disparan en mi cabeza.
—Te ha pegado, ¿no? —pregunto, y Chasm me rechaza.
—¿Qué... cómo se puede hacer un salto así? Tal vez no me gusta la idea de
que la novia de mi mejor amigo me ponga las manos encima. ¿Alguna vez lo
pensaste así? —Se aparta de mí, pero no he terminado.
Una vez que se me mete una teoría en la cabeza, es difícil quitársela de
encima.
—Sabes que no te estaba tocando de esa manera —digo, apretando la
correa de mi bolsa de libros. Trato de evitar que mi voz se llene de dolor, pero
sale de todos modos, y Chasm se tambalea, maldiciendo y murmurando en
coreano. No debería ser tan bonito, pero lo es. Me esfuerzo por que no me guste
y no lo consigo. Acciones, no pensamientos. Acciones—. Pareces estresado y no me
has devuelto el mensaje. Tu padre estaba visiblemente molesto anoche. Ahora,
parece que te da miedo que te toquen. —Lo miro directamente a esos ojos ámbar
suyos—. Entonces, ¿te pegó?
Chasm levanta el borde del labio y luego gruñe algo que no entiendo.
Algún día aprenderé el idioma de este chico, lo juro, y no me refiero solo al
coreano.
—No, nunca me pega... —dice Chasm, pero luego suspira y tira su bolsa
de libros al suelo, se quita la americana y se desabrocha los botones de la muñeca.
Se levanta la manga izquierda de su camisa de vestir negra, dejando al
descubierto un mar de tatuajes y, si se observa con detenimiento, unos cuantos
moratones en forma de dedo—. No le gustó que faltara a clase ayer. —Chasm no
me mira cuando habla, pero me deja tocar su piel con cuidado mientras
inspecciono los daños.
La furia me invade en una violenta ola de calor. Podría matar a ese
bastardo por haber herido a su hijo.
Matar.
¿Podría, sin embargo, realmente? ¿Matar a alguien?
De tal palo, tal astilla, susurra una voz en mi cabeza y me estremezco,
sacudiéndome la espantosa sensación y dejándola arder bajo el calor del sol
primaveral.
—Lo siento, Chasm. —Recorro mis dedos sobre sus magulladuras, y él se
aparta de mí.
—No te ofendas, pero no voy a ir a clase armando una carpa. Deja de
tocarme —exclama, tirando de su camiseta por el brazo con rabia. Si está tan
molesto conmigo ahora, espera a que se entere de lo del condón.
Me siento como una imbécil, casi... casi como si hubiera tomado la decisión
equivocada. Pero sé que no lo hice. Lo sé. Entonces, ¿qué es esto? ¿Estoy
enamorada de dos chicos en lugar de uno solo?
Oh.
25
Mmm.
A veces, la respuesta a un problema complicado se encuentra fuera de las
convenciones.
—¿Tess no te mandó un mensaje anoche? —suelto, honestamente
sorprendida de que no lo haya hecho. En realidad, si lo pienso, eso me asusta aún
más. ¿Y si está esperando para hablar con él en persona?
Chasm me lanza una mirada recelosa mientras se pone de nuevo la
americana.
—Joder. ¿Qué pasó ahora?
—¿Te acuerdas del condón que me ayudaste a tirar? —Empiezo, y él se
queda mirándome fijamente.
—¿Me estás cagando? —pregunta, haciendo la conexión como el futuro
Valedictorian que es—. ¿Lo ha encontrado?
—En realidad —digo, observando cómo recoge su mochila y se la echa al
hombro como un personaje de anime. Oh, sí, Chas sería el matón escolar
malintencionado con un corazón de oro que sólo muestra su lado blando a la
heroína—. El FBI lo encontró.
Más miradas de él.
Sólo puedo imaginar lo que está sintiendo ahora. Vino a confesarse
conmigo. Más específicamente, me trajo flores. En cambio, terminó dándonos a
mí y a Parrish un condón y cubriéndonos no una, ni dos, sino tres veces. Él no es
el que tuvo sexo, y está siendo castigado por ello.
No sólo le debo mucho, sino que le daré lo que quiera.
—Tess insinuó que podría hacerse una prueba de ADN a menos que... —
Me froto la cara con la mano derecha—. A menos que sea mío. Se acordó de que
habías tirado la basura, y yo llevaba tu ropa anoche...
Chasm se aleja de mí y se dirige a las puertas delanteras de la academia,
abriéndose paso a través de ellas y chocando con Lumen.
—¿Tienes prisa, Kwang-seon? —lo desafía, dedicándole una sonrisa
arrogante—. Los resultados de las pruebas se publicaron hoy; te estoy ganando
por una fracción. Ponte al día, chico.
La maldice, pasa de largo y desaparece por el pasillo mientras yo me
deslizo por las puertas y deseo poder dormir durante todo un año. Mejor aún,
me gustaría dormir durante el resto del instituto.
—¿Qué demonios le pasa? —pregunta Lumen, golpeando su brillante
labio inferior con un solo dedo. También puedo decírselo: no viola ninguna de
las reglas de Justin.
—Tess encontró el condón que utilicé con Parrish y como no puedo
admitir exactamente la verdad, tiré a Chasm debajo del autobús. —¿Fue la
decisión correcta? ¿Tal vez debería haberle dicho a Tess la verdad?
Lumen se detiene un momento y su perfecta boca hace una pequeña "O"
de sorpresa. Y entonces, como es Lumen Hearst, la reina de la escuela, se ríe de
mí. El sonido resuena en el pasillo, provocando que nos miren con ojos inquietos.
¿Por qué no me di cuenta hasta ahora de que estaba jugando en un pozo 26
de víboras? Esta gente no es agradable; soy una curiosidad, protegida por Lumen
y Parrish y Chasm. Tengo que recordarlo. Sus reacciones a la desaparición de
Parrish son inquietantes.
No puedo olvidar que le grité a Tess que estaba saliendo con Lumen.
Ahora cree que me acuesto con Chasm. Qué desastre. Al menos no mencionó la
primera parte de la ecuación anoche. Sólo puedo lidiar con tanta vergüenza en
una sola noche.
—Oh, cariño, deberías haberte quedado conmigo. —Lumen se inclina para
susurrarme al oído—. No necesitas un condón con una chica. No hay pruebas. —
Y entonces me lame la concha de la oreja, y yo la alejo de un manotazo mientras
ella vuelve a reírse.
—Todavía falta Parrish, ¿sabes? —le recuerdo, y ella me lanza una mirada,
alargando la mano para comprobar la perfección de su coleta.
—Estoy segura de que estará bien —dice, pero le falta algo de su habitual
confianza—. ¿Cómo sabes que no se ha ido en busca de sol y espacio? Tess es
como una enredadera de glicinas, de esas que estrangulan los árboles a los que
se adhieren.
Es decir, no se equivoca en lo de Tess, y no tengo energía para discutir con
ella sobre Parrish, así que lo dejo pasar.
A la hora de comer, Chasm aparece fuera de mi aula con cara de fastidio
pero resignado.
—Has tomado la decisión correcta, hermanita —dice a regañadientes,
tendiéndome una lata de refresco fría como una ofrenda de paz. La agarro y abro
la tapa, dando un sorbo para que tenga tiempo de pensar qué más quiere decir.
Está claro que ha estado pensando en esto todo el día—. Tess no puede enterarse.
¿Y si hace una locura como... no sé, enviarte de vuelta a Nueva York?
Hago una pausa con el refresco a medio camino de mis labios para dar un
segundo trago. Hace sólo unos meses, habría hecho literalmente cualquier cosa
por volver a casa. Ahora, Parrish cuenta conmigo, y no puedo joder esto.
—¿Crees que haría algo así? —susurro mientras la gente pasa junto a
nosotros a ambos lados, sus miradas evaluadoras y susurros son tan frecuentes
que Chasm acaba por estallar.
Da una risa áspera y malvada que me pone la piel de gallina en los brazos
y las piernas.
—Será mejor que se guarden esa mierda para ustedes. Sé lo suficiente
como para enterrar a todos y cada uno de ustedes bajo una pila de escándalos.
—Consigue que te jodan, Kwang-seon —suelta alguien agresivamente, y
lo reconozco como el chico que intentó tirar la basura al lago cerca de la casa de
Chas—. A diferencia de los demás, no creo que Parrish esté simplemente de
vacaciones. Probablemente esté tirado en alguna zanja. —El tipo hace un
movimiento de corte en la parte frontal de su garganta—. El Cazador
probablemente lo cortó en pedacitos. Incluso el nerd de los videojuegos piensa
eso.
Chasm se ríe suavemente y luego, antes de que se me ocurra detenerlo, le
da un puñetazo que le tira la cabeza hacia atrás y lo hace caer al suelo en un
montón. La sangre sale de su nariz mientras se agarra desesperadamente la cara
y gime lastimosamente. 27
Nadie interviene para ayudar, ni siquiera el amigo del chico. Todos se
limitan a... ¿mirar?
—¿Crees que Parrish tiene que volver para que te pateen el culo, hermano?
—Chas se pone en cuclillas junto al tipo y le tiende la mano. Ronronea algo en
coreano, pero por cómo suena podría ser el idioma de los demonios.
Los ojos del tipo se abren de par en par, y se pone en pie, mientras se frota
la nariz ensangrentada con la corbata.
La multitud se dispersa con un grupo de gruñidos decepcionados.
Aparentemente, esperaban un mejor espectáculo.
Aparentemente, no sé nada de cómo funciona realmente la Preparatoria
Whitehall.
Chasm se levanta y se vuelve hacia mí, frotándose los nudillos en la parte
delantera de la camisa como si le dolieran.
—Tengo una idea —me dice, como si no acabara de golpear a un tipo en
la cara. Me mira y sonríe mientras yo le devuelvo la mirada—. Creo que puedo
conseguir las llaves del señor Volli.
—¿Estás loco? —susurro de vuelta, mirando alrededor en busca de un
administrador. Es imposible que ese tipo no delate a Chasm. Podría ser
expulsado, suspendido como mínimo. Incluso podrían presentar cargos por
agresión.
Chas me mira por un momento y luego mira por encima del hombro las
pequeñas salpicaduras de sangre en el suelo. Se estira con el zapato y las retira.
—¿Mejor? —pregunta, casi como si fuera una broma. Pero luego ofrece lo
que sólo puedo describir como una especie de sonrisa de compasión—. ¿No te
advertí sobre Whitehall? Dije que habías mordido, pero no estaba seguro de que
fuera suficiente. Demuestra que me equivoco, hermanita.
—Todo el mundo me advirtió sobre Whitehall —murmuro con cautela,
dándome cuenta no por primera vez de la maldita suerte que tuve al caer bajo la
protección de la realeza de la escuela. Dios mío. Por mucho que me gustaría
presionar para obtener más información, tenemos mejores cosas que hacer—.
Puedes conseguir sus llaves, ¿cómo?
Me gustaría ir al teatro para ayudar con el resto de la limpieza, pero
Parrish es lo primero.
—Sígueme —dice Chas, dirigiéndose por el pasillo hacia el ascensor. Pasa
su tarjeta de estudiante y yo enarco una ceja—. Las ventajas de ser uno de los
alumnos favoritos de la señora Miyamoto. —Hace girar el cordón en su mano y
me sonríe, extendiendo su mano magullada cuando se abren las puertas—.
Después de ti, hermanita.
Entro y él me sigue, pulsando el botón de la planta inferior y
devolviéndonos al espacio de oficinas que vi el primer día que estuve aquí. La
señora Miyamoto saluda a Chasm en japonés cuando lo ve, y él responde de la
misma manera, aparentemente dominando un tercer idioma.
¿Por qué tiene que ser tan inteligente? Es... innegablemente atractivo.
—Señorita Banks —saluda la señora Miyamoto, asintiendo con la barbilla
en mi dirección—. ¿En qué puedo ayudarlos a los dos?
28
—Bueno, en realidad estábamos esperando que nos diera ese formulario
de voluntario... —Empieza Chasm, haciendo un gesto en mi dirección—. Así
podré registrar oficialmente mis horas dando clases particulares a Dakota. Para
mis solicitudes universitarias, por supuesto.
Mi ceja se frunce, pero no es una mala excusa para venir aquí, y realmente
me ha ayudado con mis clases. Ya no suspendo ni una sola.
—Por supuesto. Déjame ir a buscarlo —dice, levantándose del escritorio y
desapareciendo por un pasillo de piedra a la derecha. Chasm espera el sonido de
una puerta que se abre y se acerca a la parte posterior del escritorio.
—Tú vigila —murmura, recogiendo su bolso y rebuscando en él. Odio
traicionar a una mujer que es posiblemente la más amable y mejor profesora del
campus, pero esto es de vida o muerte. Es fascinante cómo cosas que antes
parecían tan importantes no significan nada ante consecuencias tan drásticas—.
Bingo.
Chas se embolsa las llaves antes de que tenga la oportunidad de contribuir,
y espera en la entrada del vestíbulo hasta que está a salvo en el lado apropiado
del escritorio.
—Lo encontré —declara la señora Miyamoto, agitando la hoja en su mano
derecha—. Uno pensaría que este tipo de cosas se registran digitalmente —
murmura en voz baja, garabateando algunas cosas en el formulario y
ofreciéndoselo a nosotros. Chas llena algunos campos, y yo me quedo con las
iniciales de todas las veces que dice que ha sido mi tutor.
Sólo con ver todas esas horas en el papel me doy cuenta del tiempo que
este chico ha invertido en mí. Y todo lo que pidió a cambio fue que guardara el
secreto de lo amable que es con las chicas borrachas en las fiestas. Eso no parece
un intercambio muy justo, ¿verdad?
—Lleva esto contigo y continúa rellenándolo para cualquier día de tutoría
adicional. Lo firmaré y lo recogeré el último día de clase. —Nos sonríe, su lápiz
de labios rojo me recuerda a mi abuela Carmen, y la culpa me invade en una ola.
Voy a tener que acostumbrarme a eso, ¿no? Sentirme culpable... Va a haber
mucho más de eso antes de que esto termine.
—Se lo agradezco —dice Chasm, haciendo una respetuosa reverencia
antes de que ambos subamos de nuevo al ascensor. Seguramente es el único
alumno de la escuela cuya placa puede llamar al ascensor. Supongo que estoy
eligiendo bien a mis peones, ¿no?
—¿Qué pasa cuando descubra que le faltan las llaves? —susurro en cuanto
salimos del ascensor. Chas se encoge de hombros y se mete las manos en los
bolsillos de la americana.
—Uh, ¿los tiramos en una planta y nos vamos? Dejemos que el destino
decida. —Nos guía por el pasillo hasta el aula del señor Volli, poniéndose de
espaldas a la cámara de seguridad antes de sacar subrepticiamente las llaves—.
Iré a ver a mis chicas del CSC más tarde para ocuparme de las grabaciones de
seguridad —me dice, refiriéndose al club de informática.
Empiezo cuando abre la puerta, me agarra de la muñeca y me empuja
hacia dentro antes de cerrarla con llave. Se dirige inmediatamente a la puerta del
despacho, probando la manilla y maldiciendo cuando no se abre. Empieza a
probar las llaves mientras yo me acerco a él. —No tienes que fingir que hay chicas 29
cuando no las hay.
—Hay muchas chicas —me dice, recorriendo el enorme llavero en rápida
sucesión—. ¿Por qué no iba a haberlas? Que no asalte sexualmente a las chicas
borrachas no significa que no tenga amigas. —Finalmente da con una llave que
funciona, la gira y hace un pequeño gesto con el puño al oír cómo se abre el
cerrojo.
—Personalmente, creo que eres virgen —le digo, y él se detiene, con una
mano en el pomo de la puerta, su cara se vuelve para mirarme. Estamos
demasiado cerca, pero me digo que es porque estamos en una misión secreta para
atrapar a un asesino en serie. No hay nada más. No puede haber nada más—. No
sé por qué, pero toda tu charla de tipo libertino me parece una bravuconería, una
tapadera.
Me doy la vuelta, alcanzando el pomo y esperando que Chasm me deje
agarrarlo. En cambio, se queda donde está y mi mano se cierra sobre la suya.
Incluso puedo sentir su aliento agitando mi cabello contra mi cuello, lo que me
hace estremecerme y apretar aún más mi mano alrededor de la suya.
—Sabes que me gusta Parrish, ¿verdad? —dice, y yo asiento, porque lo sé.
No estaría haciendo todo esto si no fuera así. No habría movido el cuerpo de una
chica muerta. No habría abordado a un hombre con una pistola. No habría
disparado al cadáver de un violador—. Si estuvieras con cualquier otro tipo —
quiero decir, realmente, cualquier otro tipo excepto tal vez Maxx— trataría de
alejarte de él. Mierda, sería una guerra. La libraría, Dakota.
Exhala y mi cabello se agita de nuevo, burlándose de mí, haciéndome
desear que fueran sus labios.
Me digo que es por todo el trauma, como si me inclinara por Chasm
porque extraño a Parrish. En realidad, es porque ayer me di cuenta de que los
dos me gustaban por igual. Parrish era simplemente el primero. Si el mundo
fuera diferente, si pudiera tener un harén como una chica de anime, entonces
invitaría a Chasm a entrar.
—Nunca traicionaría a Parrish —le prometo, y lo digo en serio, dándome
la vuelta bruscamente y una vez más, esperando que Chasm dé un paso atrás
para hacer espacio. En lugar de eso, se queda justo donde está, mirándome, un
chico que me trajo girasoles y terminó dándome condones para que los usara con
su mejor amigo—. Nunca. —Esta palabra, es un susurro.
—¿Quieres saber qué le dije aquel día? —me pregunta, y recuerdo
vagamente que Chasm le dijo algo a Parrish en coreano después de darnos los
condones.
—Sí —respondo, pero antes de que tenga la oportunidad de hablar, la
puerta del aula se abre y ahí está el señor Volli, dulce, bien vestido y con gafas,
que adora a Sylvia Plath y cita constantemente a Emily Dickinson durante sus
clases de desarrollo de aplicaciones.
—Señorita Banks, señor McKenna. —Entra en la habitación, cerrando la
puerta tras de sí mientras Chasm se hace a un lado, empujándome detrás de él
como si estuviera dispuesto a morir para protegerme. No puedo pensar en eso,
así que me pongo a su lado e ignoro la mirada furiosa que me lanza—. Si los dos
quieren registrar mi despacho, adelante. —Abre la puerta para nosotros y la
aparta, extendiendo la mano en señal de invitación.
Enseguida me doy cuenta de que hay un bastón en la esquina. Me recuerda
a aquel día en que pasé por la sala de profesores y también entonces vislumbré 30
un bastón. ¿Era el mismo? ¿Es el que se usó para atacar a Maxx durante nuestra
caminata?
El señor Volli se da cuenta de la dirección de mi mirada y sonríe
agradablemente. ¿Podría ser realmente mi padre? ¿Podría ser realmente el
Cazador? Mi cerebro de jugadora me dice que es imposible. No se lucha contra
el jefe en el primer nivel. Simplemente no funciona así. Otro subjefe. Un jefe de
mazmorra. No un jefe del final del juego.
—¿Te gusta el recuerdo que tomé del señor Fosser? Es hermoso, ¿no?
Estoy bastante seguro de que la madera es de espino negro.
—¿A qué demonios está jugando? —gruñe Chasm, apretando las manos
con tanta fuerza alrededor de las teclas que me preocupa que pueda hacerse
daño—. ¿Qué sentido tiene todo esto?
El profesor gira la cabeza para mirarme a mí, estudiándome con esos ojos
castaños claros que siempre me han parecido tan amables. O soy una pésima juez
de carácter o el señor Volli es un actor consumado. Tal vez ambas cosas. ¿Cómo
he podido estar sentada en su clase durante meses y no haber captado nada? Ese
otro tipo, el señor Fosser, simplemente olía mal.
—Si buscan pistas, tendrán que ser un poco más listos —dice el señor Volli,
pasando junto a nosotros al despacho y tomando asiento en su escritorio. Revisa
algunos papeles y luego se dirige a su ordenador, como si no estuviéramos allí.
Como si no nos hubiera pillado intentando entrar en su despacho. No es que
importe, de todos modos. No puede denunciarnos exactamente, ¿verdad?
También tenemos información sobre él—. El Cazador es meticuloso. Yo también
espero aprender de él. —Me regala otra sonrisa, una que parece demasiado
genuina para ser falsa. Empiezo a preguntarme si no está loco, si realmente quiere
decir lo que está diciendo—. Tienes suerte de tener como padre a un hombre tan
inteligente y cuidadoso.
—¿Tengo suerte de tener un padre que mata gente? —le pregunto, pero el
señor Volli no reacciona. Vuelve a centrar su atención en el ordenador y sigue
ignorándonos. Con otra maldición, Chasm me agarra de la muñeca y me arrastra
fuera de la habitación, tirando las llaves a una maceta cercana. Huh.
—Tengo una idea mejor —me dice, deslizando la mirada hacia la puerta
del aula—. Los martes, ayudo con el trabajo de oficina para obtener créditos extra.
¿Por qué no veo si puedo encontrar la dirección de este cabrón y revisamos su
casa?
—¿Qué diablos haría yo sin ti? —pregunto. No pretende ser una pregunta
retórica, pero Chasm me dedica una leve sonrisa, estira la mano para
despeinarme y se marcha por el pasillo sin mí.
Todavía no sé qué fue exactamente lo que le dijo a Parrish ese día.
Pero tengo mis conjeturas.
31
La Preparatoria Whitehall es un lugar diferente ahora de lo que era antes
de que Parrish desapareciera.
Mientras camino por los pasillos después de las clases con mi bolsa de
libros colgada de un hombro, puedo sentir los ojos de los otros estudiantes sobre
mí. Observando. Cazando. Esperando el drama.
—Lo tengo —dice Chasm, alcanzándome justo antes de que me escurra
por las puertas del final del pasillo. Se aparta el rayo de cabello de color de la
frente—. La dirección del señor Volli. ¿Debemos comprobarlo?
—Hoy he quedado con mi hermana —le digo, ya arrepintiéndome de
haber aceptado. Claro que quiero ver a Maxine, pero parece que estamos en una
cuenta atrás. Claro, el secuestrador de Parrish —me cuesta mucho pensar en ese
tipo como "papá"— me dijo que no había más plazo que la fuerza personal de
Parrish. Pero eso de los catorce días me está matando. Todas las víctimas
anteriores de El Cazador fueron asesinadas alrededor de las dos semanas. ¿Y si
me está mintiendo y a Parrish sólo le quedan cinco días?
Además de eso, las horribles marcas en el pecho de Parrish persiguen mis
sueños. Debe tener tanto dolor...
Me muerdo el labio, me doy cuenta de que estoy imitando a Maxx una vez
más y suelto un suspiro frustrado.
No es el santo que yo creía que era. De alguna manera, eso me intriga. De
alguna manera, eso hace que me odie un poco más por darme cuenta de eso.
¿Supongo que me gustan los imbéciles? Y la gente no disponible. Esa es mi
afición, aparentemente.
—Ah —dice Chasm, metiendo las manos en los bolsillos de su americana
negra. Me mata que el uniforme del colegio haga juego con mi cabello, con las
rayas verde lima de la falda y el estampado de la corbata. En la tienda de
productos, hay incluso toda una línea de joggers, sujetadores deportivos y
zapatillas de deporte de color verde lima—. ¿Supongo que Maxx te está llevando? 32
—Adivinaste bien —admito, tratando de no temer esta excursión. Maxine
va a tener muchas preguntas, preguntas que no puedo responder. Y X... bueno,
me gustaría evitar al tipo todo lo que pueda. Es demasiado perceptivo,
demasiado centrado. Finalmente, se dará cuenta y tendré un comodín en mis
manos.
—Considera la posibilidad de incluirlo en la información. —Chasm se
estira y abre las puertas para mí, extendiendo una mano para hacerme pasar. Me
deslizo fuera y él me sigue—. No va a dejar pasar esto, y podría ser más
perjudicial que beneficioso si lo resuelve por su cuenta.
—Lo pensaré —prometo, lanzando una mirada a Kimber. Está sentada en
el suelo junto a la pared exterior de la escuela, desplazándose sin pensar en su
teléfono. Parece un poco como un gatito ahogado—. ¿Crees que podrías llevarla?
—pregunto, volviendo a mirar a Chas.
Mientras pienso en ello, saco mi Tess-teléfono del bolsillo y le envío un
rápido mensaje sobre el grupo de búsqueda, y también sobre que Chasm se lleve
a Kimber a casa. Puede que no le guste, pero cruzo los dedos.
Maxx me hizo saber que estarías con él, pero gracias por mantenerme informada.
Te lo agradezco. Si tus planes cambian en algo, por favor, dímelo enseguida. La
comunicación abierta es vital. Chasm puede dejar a Kimber, está bien, pero necesita ir a
casa después.
Sí. Por toda la debacle del condón.
Suspiro mientras Chas lee el texto por encima de mi hombro, esperando
que no se sienta herido por la cursilería de Tess. Si lo hace, no lo menciona.
—Sí, yo me encargo de ella. —Se lame el labio inferior, como si estuviera
preparándose para añadir algo más a la conversación. Hay una tensión entre
nosotros que no existía antes. Es el tipo de tensión que surge cuando te das cuenta
de que te atrae alguien. Y no sólo físicamente. Me atrae todo de Chasm. Su amor
por Parrish, su ingenio rápido, su inteligencia, su naturaleza sorprendentemente
generosa. Nada de lo cual sería un problema si no acabara de acostarme con su
mejor amigo, si no estuviera enamorada de su mejor amigo. Y, también, si su mejor
amigo no estuviera desaparecido, atado por un famoso asesino en serie que
también dice ser mi padre bilógico—. Mantente a salvo, hermanita. —Chasm
extiende la mano y me agarra de la corbata, acercándome un paso hacia él, hasta
que nuestras bocas casi se tocan.
Mi respiración se libera de golpe y Chasm inhala bruscamente, dando un
pequeño estremecimiento en respuesta.
—¿Por qué carajo hueles a fresas y azúcar todo el tiempo? Hasta tu aliento
huele dulce.
—Chasm —advierto, porque mis manos están así de cerca de alcanzar y
tocar su bonita cara—. Por favor, suéltame.
Me lanza una mirada aguda, sus ojos ámbar arden con intención.
—No hagas nada imprudente sin mí, ¿de acuerdo? Si se pone en contacto
contigo, me llamas enseguida. Estaré pendiente de mi teléfono, por si acaso. —
Chas me suelta de repente, sus ojos se deslizan hacia Kimber. Le dirijo una
mirada y encuentro esos ojos oscuros suyos clavados en nosotros dos.
No es un secreto que está enamorada de Chasm; no le gustará si se da
cuenta de que yo también lo estoy.
33
—Te llamaré —prometo, justo cuando el Jeep naranja de Maxx llega a la
acera. Me voy antes de meterme en más problemas con Chasm y me subo,
dejando caer mi bolsa de libros al suelo con un fuerte suspiro.
—Chas tiene a Kimber cubierta, así que no necesitamos dejarla.
—¿Todo bien? —pregunta X mientras nos alejamos de la escuela y nos
dirigimos por el camino de grava blanca hacia la puerta—. ¿Algo nuevo que
informar?
Le echo una mirada.
—Si hubiera alguna noticia sobre Parrish, probablemente lo sabrías antes
que yo. —Me encojo de hombros y mantengo la mirada fija en el parabrisas. Mirar
a Maxx es demasiado difícil. Hay algo en él que me hace querer decir la verdad.
No puedo explicarlo. Él me inspira honestidad, y la honestidad es algo que
podría hacer que mataran a Parrish.
Mientras conducimos, pienso en los posibles escenarios. La dirección de la
casa del señor Volli es un buen comienzo; podríamos encontrar algunas pistas
allí. Es un lugar demasiado obvio para que Parrish esté realmente cautivo, pero
eso no significa que no podamos aprender nada yendo allí.
Una prueba de ADN estaría bien, sólo para ver si el señor Volli es mi
padre. Si en realidad podría ser el único secuestrador de Parrish, y sólo está
jugando con nosotros. ¿Pero de dónde voy a sacar dinero para una prueba de
ADN? ¿De Tess? ¿Tendría que enviarlo a un laboratorio privado, o podría
simplemente pedir unos kits en algún sitio convencional y ver si el señor Volli y
yo terminamos siendo compatibles con la familia?
Por otra parte, ¿cómo conseguiría que escupiera en el pequeño tubo de
plástico? No es una gran solución.
Además, este tipo, el secuestrador de Parrish, sea quien sea, es demasiado
cuidadoso. Es demasiado inteligente. Está tan seguro de que no lo atraparán que
juega. Alguien así no trabajaría en la escuela del estudiante que acaba de
secuestrar.
Es demasiado obvio.
Me muerdo la uña del pulgar y X lanza su mirada en mi dirección.
—Maxine está muy emocionada por verte —explica, haciendo claramente
todo lo posible por entablar una inofensiva charla. Lo miro, todavía
mordisqueando mi uña—. Ha estado preocupada.
—No soy yo quien debería preocuparle —respondo distraídamente,
tratando de ignorar, sin éxito, el manojo de nervios en que me he convertido. En
lugar de centrarme más en Maxx, saco mi teléfono y empiezo a revisar los
comentarios de mi vídeo.
Hay miles. No sólo eso, sino que también he recibido muchas respuestas
en vídeo. Más de las que podría ver o responder en un millón de años. ¿Cómo se
supone que voy a filtrar todo esto?
Recorro los comentarios, buscando algo que destaque.
La mayor parte es basura “es internet, claro que lo es”, pero hay algo que
me llama la atención enseguida.
El sistema de seguridad de los Vanguards es proporcionado por Fort Humboldt 34
Security, Inc. ¿Alguien más piensa que es muy sospechoso que las imágenes hayan
desaparecido y que la alarma no haya saltado?
¿Fort Humboldt Security?
Una búsqueda rápida revela que Fort Humboldt Security es una empresa
de seguridad privada multimillonaria. Vuelvo a buscar más información en las
abundantes profundidades de Internet. Nada me llama la atención hasta que veo
que, en primer lugar, la empresa tiene su sede en Seattle. Y dos... el actual director
general es Seamus McKenna.
La sangre drena de mi cara cuando hago clic en el enlace y sigo hasta una
foto del padre de Chasm.
¿Cómo... por qué Chasm no me habló de esto? Es decir, es posible que no
supiera que la empresa de su padre proporcionaba la seguridad de la casa de los
Vanguards. ¡Pero vamos! Esto es un puto gran negocio.
—Parece que acabas de ver un fantasma —comenta X, con una mano en la
parte superior del volante y la otra golpeando con un ritmo nervioso su puerta.
Me mira y levanta una ceja oscura en forma de pregunta. El interior del vehículo
está impregnado de su olor, ese vibrante y deportivo aroma a cítricos que me
inquieta.
Empujo esos sentimientos hacia abajo tan fuerte como puedo,
retrocediendo de ellos como las cosas monstruosas que son.
—¿Por qué nadie me dijo que la empresa del padre de Chasm
proporcionaba los sistemas de seguridad y las cámaras de nuestra casa?
—¿Importa? —pregunta Maxx, maldiciendo en voz baja mientras observa
la situación del estacionamiento fuera de la cafetería. Va a tener que dar varias
vueltas a la manzana para encontrar un sitio o utilizar uno de los garajes de
estacionamientos cercanos. Seattle es una especie de... ehh para mí. Echo de
menos los Catskills.
—Supongo que no —respondo, volviendo a meter el teléfono en el bolsillo
de mi americana. Pero sí importa. Porque ese comentarista tiene razón, y ha
sacado a relucir algo que me ronda la cabeza desde aquella noche. ¿Las cámaras
de seguridad estaban grabando en un disco? ¿También se desconectaron de la
red y no pudieron subir los vídeos a la nube? Eso no es accidental.
Alguien se metió con ellos.
¿Pero quién? ¿El secuestrador? ¿Paul? ¿Chasm? ¿Delphine? Mierda,
podría haber sido la propia Tess.
Me he hecho una hoja de cálculo en mi teléfono para seguir las pistas —lo
sé, a veces soy demasiado incluso para mí misma— y anotar ese dato para
explorarlo más tarde. Hablaré con Chasm sobre ello esta noche.
Maxx finalmente consigue un espacio no muy lejos, utilizando la función
automática de estacionamiento en paralelo de su auto para hacernos un hueco
inquietantemente pequeño.
Salimos juntos y caminamos las dos manzanas sin hablar. No hay mucho
que decir en este momento. Él cree que soy una mentirosa; yo sé que soy una
mentirosa. Pero no podemos reconciliar esas dos cosas sin causar daño a Parrish.
Parrish.
35
Trago más allá del dolor y abro la puerta de vidrio de la cafetería,
retrocediendo a trompicones cuando Maxine aparece de la nada y me echa los
brazos al cuello.
—Oh, Kota, he estado tan preocupada —murmura, apretándome tan
fuerte que casi me saca las lágrimas. Tengo tantas ganas de acurrucarme en sus
brazos y fingir que vuelvo a tener doce años, que me acaba de venir la regla y
que estoy llorando mientras ella me acaricia el cabello y murmura cosas
reconfortantes durante horas—. ¿Cómo estás?
—Estoy bien —consigo decir cuando Maxine se aparta y me pone las
manos en los hombros, observándome con una mirada evaluadora—. De verdad,
Maxie, estoy bien. —Levanta la mirada para observar a X por encima de mi
hombro.
—¿Te parece que está bien? —le pregunta antes de volver inmediatamente
su mirada hacia mí—. Te veo más delgada. ¿Has estado comiendo? X, te dije que
te aseguraras de que estaba comiendo.
Levanta las manos en señal de protesta mientras se aparta de la puerta
para que una pareja pueda pasar por delante de nosotros.
—Le he hecho el café esta mañana —promete mientras mi hermana
estrecha los ojos hacia mí—. La he visto beberlo.
Maxine frunce los labios y luego me pasa un brazo por los hombros,
guiándome hacia la mesa. Es, casualmente, la misma mesa en la que nos
sentamos el día que nos pilló Tess. No sólo me duele sentarme en el mismo banco
que usó Parrish cuando estuvo aquí, sino que me da mala espina.
Esto es un presagio. Quiero decir, realmente no creo en los presagios, pero
es difícil no tomar esto como una señal de cosas malas por venir.
Ugh, odio tener razón.
—¿Cómo lo llevas? —pregunta Maxine, empujando un moka de chocolate
doble helado con extra de chantilly y llovizna de chocolate. Sonrío mientras meto
la bebida entre las manos y la arrastro; mi hermana me conoce muy bien. La
mayoría de los pequeños problemas se pueden resolver con café y chocolate.
Esto... no es precisamente un problema pequeño. Aun así, el gesto me
calienta el corazón.
—Estresada. Triste. Enojada —admito, tomando un trago mientras X se
acomoda en el asiento de mi derecha. Hay un refresco italiano de sandía
esperándolo porque Maxie es así de increíble. Se encargaría del mundo entero si
pudiera.
Maxine extiende la mano y toma una de las mías entre las suyas, dándole
un cálido apretón antes de frotar su pulgar por mis nudillos con un movimiento
tranquilizador. Sus ojos, tan parecidos a los de Saffron, tan parecidos a los míos,
me estudian con atención. Sé que puede ver las ojeras que tengo, el color cetrino
de mi piel. No es ningún secreto que he tenido problemas para dormir.
—Nada de esto es culpa tuya, lo sabes, ¿verdad? —me dice, sin saber que
sus suaves palabras son como un cuchillo en el corazón. Casi todo esto es culpa
mía, en realidad. Si hay que creer al secuestrador, es mi padre. Y eligió Parrish
por una razón. Por mí. ¿Porque me enamoré de él?—. Todo este lío no está en tus
hombros, Kota. —Maxine exhala y lanza una mirada cautelosa a X. Sin embargo,
él no la mira a ella. En cambio, me mira a mí como si creyera que puede
desenterrar todos mis secretos—. He visto tu vídeo —explica, forzando una 36
sonrisa—. Me alegro de que hayas vuelto a las redes sociales; ahora tienes un
montón de seguidores.
Los tengo. De verdad, realmente sí.
Es increíble lo importante que parece todo eso, los likes y los comentarios,
los seguidores y los suscriptores. Puede consumir fácilmente todo tu mundo;
parece que es el mundo. Pero a la hora de la verdad, nada de eso importa en
absoluto. Empiezas a darte cuenta de que cambiarías el mundo por una sola
sonrisa más de la persona a la que quieres, que renunciarías a Internet para
siempre sólo por oírla reír de nuevo.
—No es tu trabajo encontrar a Parrish —dice Maxine en voz baja. Todo lo
que está diciendo tendría sentido en casi cualquier situación, pero en la que me
encuentro. Verás, la cosa es que realmente depende total y completamente de mí
encontrar a mi desaparecido... ¿novio? Considerando lo que pasó entre nosotros
la noche antes de que desapareciera, y la conversación que tuvimos después, creo
que sería justo llamarlo así—. Esto no es todo sobre ti, hermanita. No sientas que
tienes más responsabilidad sólo porque los dos...
Deja de hablar de repente, su mirada se dirige a Maxx antes de que yo
levante una mano y la agite distraídamente en su dirección.
—Está bien. Chasm ya abrió su gran boca y soltó la verdad. Maxx lo sabe.
—Espera, espera, ¿qué? —Maxine se atraganta, acercando aún más su silla
a la mía. Me meto la pajita entre los labios y finjo que no me da vergüenza. La
cafetería es tan acogedora, tan hogareña, que sería fácil fingir que solo somos dos
hermanas manteniendo una conversación completamente normal aquí.
Y oh Dios, cómo me gustaría poder hablar con Maxine sobre lo que pasó.
El sexo fue... bueno, fue increíble. Todo un mundo de posibilidades se desplegó
ante mí. Me siento tan conectada a Parrish, tan enamorada de él. No pude dejar
de sonreír todo el tiempo. Todo lo que quiero es volver a verlo, que me abrace,
descubrir a dónde podemos llevar todos estos maravillosos sentimientos.
Es todo tan nuevo, tan tierno, tan extraño, que quiero hablar con Maxine
de ello. Quiero contarle cada detalle y pedirle su opinión sobre todo ello. Pero no
puedo. Y no sólo porque su novio está sentado en la mesa con nosotros.
Puede que aquí huela a croissants y a café expreso, puede que suene una
suave música de jazz con el suave tintineo de las tazas de porcelana contra los
platillos, pero este no es un día normal. Estoy en la cuerda floja, y si no estoy
hiper vigilante, me caeré. Caeré por un agujero oscuro del que nunca podré salir.
La sensación de la pistola en mis manos, la forma en que el cuerpo del señor Fosser
se sacudió cuando le disparé varios tiros en el pecho.
Casi vomito allí mismo en la mesa de las antigüedades.
—¿Cómo lo sabe Chasm? —me pregunta Maxine en voz alta, lanzando a
X otra mirada subrepticia. Esta vez, él encuentra su mirada y sacude la cabeza
lentamente. Él tampoco lo sabe. Pero estoy segura de que le gustaría entenderlo—
. Así que sí le gustas —murmura, y recuerdo vagamente que Parrish se lo
mencionó la última vez que estuvimos en el café.
Maxine me devuelve la mirada.
—No estás en un trío, ¿verdad? —pregunta, y yo niego—. Quiero decir,
no estoy juzgando, pero... ¿lo estás?
—¡No! —suelto, sintiendo que mis mejillas, mi frente y mis tetas se 37
vuelven carmesí—. Es que... resulta que estaba parado delante de la puerta de
Parrish cuando íbamos a buscar condones. De hecho, fue él quien nos dio los
condones en primer lugar.
—Bueno, me alivia saber que has usado condones —ofrece Maxine
mientras X se encoge y se frota la nuca con la mano derecha. ¿Sabe mi hermana
que es virgen? Debe de saberlo, ¿no? Ha sido sexualmente activa con todos sus
anteriores novios; seguro que se preguntaría por X ya que no está, eh, saliendo.
O como quieras decirlo—. ¿Alguien más lo sabe?
Por alguien más, asumo que se refiere a Tess.
—Lumen y Danyella, pero eso es todo. —Golpeo con los dedos el lateral
de mi taza, provocando gotas de fría condensación—. Tess no puede... bueno,
Parrish quería decírselo, pero íbamos a hacerlo juntos. Ella no puede enterarse
mientras él esté desaparecido.
Me parece imperativo que mantengamos esto en secreto para ella por el
momento. No sólo por respeto a Parrish, sino porque no quiero que toda la fuerza
de la ira de esa mujer caiga sobre mí. Si ella sabe que, la noche antes de que él
desapareciera durante nueve malditos días, tuvimos sexo por primera vez, me
culpará a mí.
No sé cómo lo sé, simplemente lo sé.
—Yo... me disculpo —ofrece X, con cara de preferir meterse en un agujero
lleno de viudas negras que sentarse aquí a escucharme hablar de acostarme con
Parrish. Empieza a levantarse cuando siento un zumbido familiar en mi bolsillo.
Mi teléfono está sonando.
Lo saco del bolsillo de la chaqueta y veo un número conocido en la
pantalla.
Papá está llamando.
Me levanto tan repentinamente que el banco se estrella contra la ventana
que hay detrás de mí y varias personas se vuelven para mirar hacia nosotros.
—No, no, yo... me excusaré —suelto, aunque no tenga sentido,
excusándome de una conversación sobre mis propias conquistas sexuales—.
Tengo que tomar esto. Es mi... es Lumen.
Sin esperar a ver qué piensa alguno de los Max sobre mi alocado
comportamiento, salgo hacia el patio trasero. Casualmente, es el mismo lugar
donde Tess me pilló hablando con Saffron. Está lleno de mala hierba, pero
¿dónde más puedo ir a tener una conversación privada con un asesino en serie y
su rehén?
Por suerte, vuelve a llover, así que el patio está desocupado. Me meto bajo
el alero y respondo a la llamada justo antes del último timbre.
La bodega —una de mis únicas pistas buenas— aparece en la pantalla,
pero no veo a Parrish. En cambio, ahí está él, el hombre del jersey negro, los
pantalones y la máscara de ciervo con cuernos de verdad, sentado en una silla
con las piernas cruzadas por las rodillas y las manos bien cruzadas sobre ellas.
—¿Señor Volli? —pregunto secamente, y él me sonríe. Bueno, supongo
que la mayoría de la gente sonríe cuando está contenta. Esta sonrisa parece más
una amonestación que otra cosa. Casi duele mirarla.
—El señor Volli es una mascota que conoce la longitud de su propia correa; 38
sabe cómo responder cuando le doy un tirón. —Las palabras ya son bastante
espeluznantes de por sí, pero como salen literalmente de la boca del señor Volli,
son más que perturbadoras. Mi profesor de la sexta hora pronuncia las palabras
de su autoproclamado maestro sin perder el ritmo. O bien lleva un auricular o
algo así y está escuchando a Justin Prior hablar a través de él, o bien es
simplemente un loco que se refiere a sí mismo en tercera persona.
De cualquier manera, quiero ver a Parrish.
—¿Dónde está? —pregunto, la ansiedad me marea. La lluvia cae a
cántaros, aislándome del resto del mundo. La pared de ladrillos a mi espalda no
ayuda. Me siento atrapada. Sólo... no físicamente. Estoy atrapada en un juego que
nunca pedí jugar, en el que no estoy segura de entender todas las reglas.
—Está aquí, por supuesto —explica el señor Volli con calma mientras me
doy una patada por no haber reconocido su voz la primera vez que hablamos. Se
inclina hacia un lado y mi corazón se detiene.
Parrish está ahí, como prometió. Sin embargo, no está mirando a la
cámara.
En cambio, sigue sentado en esa maldita silla, con la cabeza colgando, el
cuerpo flácido e inmóvil. Se me escapa un grito mientras avanzo hacia la lluvia.
Ni siquiera quiero hacerlo; simplemente ocurre. La lluvia cae a mi alrededor,
empapando mi teléfono (afortunadamente) a prueba de agua, pegando mi
cabello a los lados de mi cara.
—¡Parrish! —llamo, pero no se mueve—. Parrish, despierta. —Esta vez,
mis palabras son más un sollozo que otra cosa. Hay tanta sangre que casi no
puedo soportar la vista. Está sin camiseta, con el pecho y el vientre empapados
de manchas rojas y marrones de sangre seca. Apenas puedo distinguir dónde
están sus tatuajes debajo de todo eso—. Parrish.
Una súplica, un grito desesperado.
Esta vez, por suerte, responde misericordiosamente.
Levanta la cabeza como si saliera de un aturdimiento y me mira con ojos
vidriosos. No estoy segura de qué me está mirando, supongo que un monitor de
algún tipo, pero sacude la cabeza como si tuviera problemas para concentrarse.
—Chica Gamer —susurra con los labios agrietados—. Estoy muy cansado.
—Aunque me ha dicho varias veces que lo deje ir, que avise a la policía, que me
salve de todo esto, puedo ver en su mirada que quiere vivir. Su expresión
atraviesa la pantalla de mi teléfono y me golpea como una flecha al corazón.
Me duele, me duele y lloro por él a la vez. Mis lágrimas se mezclan con la
lluvia que cae en una ola plateada a mi alrededor. ¿Cómo es posible que su estado
se haya deteriorado tan rápidamente desde ayer?
—Si realmente eres mi padre, debes odiarme —digo entre sollozos,
obligándome a dar un paso atrás para estar de nuevo fuera de la lluvia. Ya no
importa, supongo. Ya estoy empapada hasta los huesos—. ¿Por qué haces esto?
No lo entiendo.
—Ya te lo he explicado, Mia. ¿Realmente crees que el mundo funciona con
compasión y amor? ¿En la empatía y la bondad? Eso es ignorancia en su máxima
expresión. El mundo funciona con sangre. La sangre es el poder. Te estoy dando
todas las herramientas para que tomes algo de ese poder para ti.
—No lo quiero —le respondo con un chasquido, con los ojos todavía
39
puestos en Parrish. Me mira, pero parece que está a las puertas de la muerte. No
importa lo fuerte que sea, lo fuerte que quiera ser, lo duro que luche, todos
tenemos nuestros límites. Nuestros cuerpos son orgánicos, no robóticos.
Finalmente, el suyo se rendirá.
Parrish Vanguard morirá.
Estará tan flácido y sin vida como lo estaba JJ dentro de esa horrible,
horrible caja.
—Sólo quiero que vuelva Parrish; sólo quiero que te vayas a la mierda y
te mueras.
El señor Volli suspira fuertemente, ajustando su silla para que Parrish y
yo podamos vernos más claramente.
—Si tanto te preocupa el chico, ven a buscarlo. Hija, te doy todas las
herramientas necesarias para que cumplas tu tarea. —El señor Volli agita el pie
distraídamente, golpeándolo en el aire como si estuviera perdido en sus
pensamientos—. Como he dicho antes, sólo lo hago porque me importas. Si no
fuera así, no me molestaría. —Se levanta y se acerca a la silla, apoyando las manos
en el respaldo—. Vamos ahora. Dile lo que tiene que hacer a continuación.
Parrish empieza a toser entonces. Se pone tan mal que su cuerpo se tensa
contra las cuerdas que lo sujetan a la silla. Por un segundo, realmente pienso que
esto es todo, que va a morir delante de mí, hoy, ahora.
—Te amo —le digo, porque necesita algo más para superar esto. Un atisbo
de esperanza al que agarrarse con la mano y aferrarse como si su vida dependiera
de ello—. Te amo, Parrish. Sé que sólo nos conocemos desde hace tres meses y...
bueno, joder, no me importa. No me importa si mis sentimientos son hormonales
o inmaduros o estúpidos. Es lo que siento ahora mismo. Importa. Significa algo.
Vuelve a mirarme, respirando con dificultad, e intenta mojarse los labios.
Están secos, su lengua está seca, y el movimiento no lo ayuda en nada.
—Yo también te amo —me dice, gastando la poca energía que le queda
para dar la noticia—. Yo siento lo mismo. Yo... —se interrumpe cuando el señor
Volli le pone una mano en el hombro y aprieta lo suficiente como para hacerlo
estremecer—. Dakota, tienes que decirle a Maxine que no quieres verla más.
La sangre se me escapa de la cara y me veo obligada a apoyar el cuerpo en
la pared para no caerme. No. Por favor, no. Cualquier cosa menos esto. Cualquier cosa
menos esto, joder.
—Tienes que decirle que no es tu verdadera hermana, que nunca lo fue,
que no la quieres como creías. No puedes ver ni hablar más con ella. Ni por
teléfono, ni por mensajes, nada. No hay más contacto. —Parrish exhala
bruscamente, cerrando los ojos y dejando caer la cabeza hacia atrás—. Joder, lo
siento mucho, Dakota. Lo siento mucho.
—Espera —grito, antes de que la videollamada termine, y me quede a la
deriva en los odiosos vientos de mi propio destino—. Sólo... espera. Quiero hacer
un trato.
—¿Un trato? —pregunta el señor Volli, y me pregunto una vez más cómo
no me he dado cuenta de que su comportamiento era el de una marioneta. Cuanto
más lo miro, más lo veo. No puedo descartar del todo la posibilidad de que sólo
esté loco, pero realmente no lo creo—. ¿Qué clase de trato, dulce hija mía?
—Quiero que le des a Parrish una cama y lo desencadenes. Quiero que 40
tenga acceso a una ducha. Agua limpia. Comida. Ungüento. —Levanté la barbilla
y cuadré los hombros, reuniendo mi determinación en un solo golpe. La idea de
decirle esas cosas horribles a Maxine es... es asombrosa. Como si mi alma
estuviera siendo descuartizada. Pero puedo vivir con ese dolor. Puedo
disculparme y explicar las cosas a mi hermana más tarde.
Parrish no puede volver a la vida. Por mucho que me gusten los
nigromantes en los videojuegos, por mucho que disfrute de la fantasía y el
misticismo de eso, no es la vida real. Lo es. La muerte no viene con la opción de
continuar o de una nueva partida, de un reinicio, de un do-over. Es el gran
ecualizador, el acto final.
—Eso sí que es pedir —me dice el señor Volli, soltando los hombros de
Parrish y moviéndose a su alrededor para ponerse de nuevo delante de la cámara.
Mira directamente a la pantalla, su mirada me atraviesa. Aunque sé que es el
mismo hombre que he visto hoy en el colegio, la sensación es completamente
diferente.
La onda de Justin. La onda del Cazador de Seattle. La onda de mi padre
biológico.
—No te daré todas esas cosas a la vez. Sin embargo, te permitiré elegir
unas cuantas a cambio de una devolución igual por tu parte. —Me señala con la
cabeza, con la máscara de ciervo negro brillante pegada a su cara—. Cuál de esos
objetos quieres: su libertad y un baño, la cama y algún ungüento, o la comida y
el agua. Por supuesto, actualmente está siendo alimentado e hidratado por vía
intravenosa.
Trago con fuerza, tratando de no emocionarme demasiado.
Como he dicho antes, disfruto con una buena frase hecha. Y si suena
demasiado bien para ser verdad... Lo que ofrezca a cambio va a doler. Mucho.
Analizo mis opciones durante un minuto.
La comida y el agua son, irónicamente, la menos importante de mis
peticiones. Justin ya ha aceptado mantener a Parrish con vida, así que tiene que
proporcionar esas cosas. Estoy segura de que Parrish no está recibiendo la
cantidad de comida que debería, ni creo que una vía intravenosa sea equivalente
a la comida y la bebida reales, pero no es tan importante como los otros
elementos.
Un baño estaría bien, sobre todo porque la infección es una preocupación.
Pero, de nuevo, una pomada antibiótica ayudaría a ello.
Entonces... ¿la cama y la pomada o su libertad y un baño?
—Si elijo la cama, ¿cómo se sujetará en ella? —pregunto, y el señor Volli
hace una pausa. Recuerdo la primera vez que hablamos, el modo en que hacía
pausas y miraba fuera de la pantalla, como si se estuviera comunicando con otra
persona. Da crédito a la idea de que está recibiendo instrucciones de otra persona.
—De espaldas. Atado por las muñecas a la cabecera.
Lo considero.
—Si elijo su libertad, podrá moverse como quiera por esa habitación...
Otra pausa, un asentimiento.
—Una habitación vacía sin ventanas, pero será libre de moverse, sí.
Lamo algunas de las frías gotas de lluvia de mi labio inferior. 41
Poder moverse libremente es algo muy importante. No sólo para el estado
físico de Parrish, sino también para su bienestar mental y emocional. Sólo que...
no parece tener suficiente energía para mantener la cabeza levantada, y mucho
menos para hacer saltos o algo así en una habitación fría y vacía.
—La cama —digo, intentando, sin conseguirlo, que no me tiemble la mano
al aferrar el teléfono con los dedos rígidos—. Pero tiene que ser una cama de
verdad con un colchón de verdad. A cambio... —Repaso todas las cosas que he
tenido que hacer hasta ahora, buscando algo apropiadamente terrible que
ofrecer. También puede ser algo que este bastardo me obligue a hacer de todos
modos en algún momento.
¿Pero qué?
—Le diré a Danyella que fui yo quien provocó el incendio. —Incluso
mientras las palabras salen de mi boca, me estoy arrepintiendo. Oh Dios, me
estoy arrepintiendo. La idea de decirle a Danyella lo que hice, destruyendo
nuestra floreciente amistad, abriéndome a la posibilidad de castigo, expulsión,
cargos criminales.
Es mucho.
Por un segundo, no consigo saber si he sugerido algo bueno o malo. El
señor Volli está tan inexpresivo como una muñeca de porcelana. Una vez que
recibe la confirmación de su loca otra mitad o, más probablemente, de Justin
Prior, parece satisfecho. Una sonrisa psicótica se apodera de sus labios.
—Me gusta tu forma de pensar, princesa —dice, asintiendo de nuevo—.
Sí. Acepto. Le dirás a Danyella que tú provocaste el incendio en el teatro. Si te
preguntan por qué —ella o cualquier otra persona— le explicarás que tu vida
hogareña es un desastre. Que Tess es una madre terrible. Que ella te llevó a
hacerlo. ¿Está claro?
—Está claro —susurro, esperando que la cama proporcione al menos un
pequeño alivio a Parrish—. Una vez hecho esto, me gustaría regatear por los otros
artículos.
—Como quieras —responde, y entonces el vídeo se corta.
Vuelvo a meter el teléfono en el bolsillo de la americana y me dirijo al
interior.
No hay un solo cliente en la cafetería que no se quede mirando mi forma
empapada mientras vuelvo a la mesa y me siento con fuerza en mi asiento.
Maxine me mira fijamente; X aprieta los dientes. Parece enojado de nuevo.
¿Conmigo? ¿O es que él y Maxine han tenido una conversación mientras yo no
estaba? No tengo ni idea.
—¿K-kota? —me pregunta Maxie, parpadeando con sus grandes y
hermosos ojos. Lleva el cabello castaño en una trenza francesa y lo lleva colgado
de un hombro, con una tira del mono suelta sobre la camiseta del PNW. Parece
tan tranquila, tan fría y serena, tan preocupada por mí.
Entonces me doy cuenta de que las tareas de Justin no son tan aleatorias
como parecen. Están calculadas, con la intención de abrir una brecha entre todos
los que conozco y quiero y yo. Me quiere aislada y desesperada, sola.
Chasm.
Tengo que llamar a Chasm.
42
No estoy sola, por mucho que lo parezca.
Me pidió que me pusiera en contacto con él antes de asumir nuevas tareas,
pero esto es... es demasiado personal. No hay ningún cuerpo que pueda meter en
su maletero, ningún pervertido con una pistola que abordar, ningún fuego que
provocar. Esto es entre Maxine y yo.
—Maxine —empiezo a decir, tragando con fuerza. Estoy temblando tanto
que bien podría delatar la treta, pero no hay manera de que lo deje. No sólo estoy
helada y mojada, sino que mi corazón está tan empapado como mi ropa. Se siente
tan frágil, como una brizna de diente de león esperando la brisa para poder
dispersarse hasta los confines de la tierra—. No podemos seguir haciendo esto.
—¿Por qué estás mojada? —me pregunta X, con un tono oscuro de
sospecha—. Kota, si pasa algo, tienes que decírnoslo. Podemos ayudarte.
Lo ignoro.
Por mucho que no quiera hacer esto, podría ayudar con el problema de
Maxx Wright que estoy teniendo. Dice que me cree, pero después de esto, estará
demasiado enojado para pensar con claridad. Empezará a despreciarme y me
dejará en paz. Al menos... eso espero. Tengo que fingir que hay algún resquicio
de esperanza en todo esto, o me romperé.
Mi hermana siempre ha sido mi roca. Es la persona más pura y perfecta
que he conocido. Parientes de sangre o no, es una humana genuina con un alma
hecha de todas esas cosas de las que El Cazador de Seattle acaba de burlarse.
Compasión y amor, empatía y bondad.
Esto va a destruirla.
Cierro los ojos.
Mis palabras, cuando llegan, son de madera e inconexas, como partes de
una marioneta tan fácilmente manipulable como el señor Volli.
—No eres mi verdadera hermana.
Ahí está. La frase cae de mi boca como una bomba atómica, diezmando
todo a su paso. No puedo soportar abrir los ojos en este momento. No puedo
soportar ver la cara de Maxine.
—¿Qué... Dakota, qué está pasando? —Suena aterrada, desesperada. Una
de sus suaves y cálidas manos me toca el brazo y doy un respingo. Oigo el sonido
de las patas de una silla rozando el suelo. Es X, sé que lo es, incluso sin mirar.
—¿Por qué dices algo así? —espeta, pero en este momento no me importa
él. Sólo Maxine. Mi hermana es lo primero.
—Nunca lo fuiste. Maxine, pensé que te amaba, pero en realidad, sólo
estaba obligada. Éramos familia; no tenía más remedio que sentirme así. Pero
ahora, lo hago. Tengo una opción. —Abre los ojos, cobarde, sisea mi corazón.
Porque si mi hermana está sufriendo, yo también merezco sufrir. Me merezco eso
y más. Abro los ojos de golpe y veo a Maxine sentada, mirándome fijamente con
enormes y gruesas lágrimas cayendo por su bonita cara—. No quiero verte más.
—Aquí mi voz se quiebra, se rompe, se transforma en algo feo y odioso. Ahora
yo también estoy llorando. Le quito el brazo de encima—. No quiero hablar
contigo; no quiero verte.
—¿Por qué... por qué me dices esas cosas? —pregunta ella, luchando por
recuperar el aliento. Empieza a jadear, pone las manos sobre la mesa y mira
fijamente la superficie desgastada. Maxx simplemente... está temblando de rabia,
mirándome como si fuera una loca.
43
Debo haber superado sus expectativas hoy.
Me pregunto si ahora tiene tanta confianza en mí como anoche. O si se
arrepiente de haberse disculpado conmigo. Yo lo estaría, si fuera él.
He hecho lo que tenía que hacer; no hay nada más que decir. Miro
fijamente a Maxine, manteniendo nuestras miradas fijas, esperando más allá de
toda esperanza que deje pasar esto, que se aleje y se mantenga a salvo. No podría
soportar que acabara como Parrish, atada a una silla y desangrándose. Necesito
que se aleje hasta que esto termine.
—Dakota, esto es una mierda. Le he contado a Maxine todo lo que sé, todas
las cosas extrañas que has estado haciendo desde que Parrish desapareció.
Ninguno de nosotros cree que quieras decir ninguna de las cosas que has estado
diciendo o haciendo. Sea lo que sea que esté pasando, puedes confiar en nosotros.
—Déjame en paz de una puta vez —reclamo, dándome cuenta de repente
de que Maxx es el que me ha traído aquí. Tengo que llamar a Chasm para que me
lleve. Los ignoro a ambos, sacando mi teléfono y enviando un rápido mensaje de
texto. Por favor, ven a buscarme rápido. En la cafetería.
Responde tan rápido que capto el mensaje antes de volver a meter el
teléfono en el bolsillo.
EN CAMINO Hermanita.
—No sé por qué me dices estas cosas, pero que conste que no me creo
ninguna. —Maxine se pone en pie, las lágrimas siguen cayendo por su cara. Hago
lo posible por no mirarla. No puedo hacer nada con las lágrimas de mi propia
cara, pero mantengo la mirada fija en la mesa, como si realmente no me importara
haber herido a la persona que más quiero en todo el mundo—. Ya hablaremos de
esto más tarde, pero ahora mismo estoy... estoy dolida. Yo sólo... necesito irme.
Agarra su bolsa de lona y se va; X la sigue como el buen novio que es. Se
preocupa de verdad por mi hermana, eso es evidente. Me alegro de que tenga a
alguien que la cuide en estos momentos; se lo merece.
Pongo los codos sobre la mesa y la cara entre las manos. Cada vez que
pienso que las cosas no pueden empeorar, lo hacen. Esto es más difícil que
encontrar a una chica muerta en una caja, que entregar su cuerpo a la casa de su
asesino, que descubrir que el señor Volli está en esto, o disparar a un cadáver.
Esto es lo peor de todo.
Varios minutos después, la puerta del café se abre de nuevo y miro hacia
arriba, esperando a Chasm pero encontrando a Maxx.
Mierda.
Mis ojos se abren de par en par cuando se acerca a mí, golpeando con las
palmas de las manos sobre la mesa con tanta fuerza que los empleados empiezan
a murmurar entre ellos. Teniendo en cuenta mi suerte —o la falta de ella—
últimamente, no me sorprendería que nos echaran y nos dijeran que no
volviéramos nunca más.
—Está devastada, Kota. Se subió a su auto y salió como un murciélago del
infierno. ¿Qué pasa si tiene un accidente? ¿Puedes soportar tener la muerte de tu
hermana en tu conciencia?
Aprieto los dientes, pero ¿qué puedo hacer? Si la llamo ahora, sólo
empeorará las cosas. Maxine realmente podría estrellarse; Parrish podría morir.
44
—Me siento mal. —Me pongo de pie y salgo hacia el baño de mujeres,
asumiendo que X no me seguirá. De todos modos, lo hace. Por suerte, solo
estamos nosotros dos, pero si los empleados no habían pensado en echarnos
antes, puede que lo hagan ahora.
Intento escapar de él metiéndome en un puesto, pero mete la mano en el
bolsillo de mi americana y me arrebata el teléfono antes de que pueda detenerlo.
Me doy la vuelta, pero es demasiado tarde. Está encendiendo el teléfono y ...
—¿Qué estás haciendo? —me trabo cuando me agarró la mano y presionó
mi dedo contra la pantalla, desbloqueando el teléfono con mi huella—. X, ¡para!
—Ni siquiera me molesto en intentar bajar la voz. Si alguien viene a vernos,
genial. Quiero que me echen. Necesito de verdad que no mire el teléfono.
Grabé la última videollamada para que Chasm pudiera verla antes de
borrarla. Me he estado asegurando de restablecer el teléfono de fábrica cada
noche; esto me demuestra exactamente por qué es necesario.
Maxx presiona el play justo antes de que lo aborde. Quiero decir,
realmente lo ataco. Le aplico todo el peso de mi cuerpo, pero es mucho más alto
que yo y está lleno de músculos. Hay algo en ese cuerpo cincelado de motocross
que me hace sentir más como si estuviera abordando una roca que una persona.
Me agarra del brazo y me obliga a retroceder un paso, con los ojos puestos
en la pantalla y no en mí.
Me planteo gritar, pero no quiero que nadie más entre aquí y vea
accidentalmente el vídeo.
Comienza a reproducirse y sus ojos se abren de par en par, el sonido de
mi voz y la del señor Volli resuenan en el baño. X utiliza su pulgar para
desplazarse más lejos en el vídeo hasta que... ve a Parrish.
—¿Qué mierda es esto? —gruñe, su mirada de ojos abiertos se dirige a la
mía.
Sin pensarlo, me vuelvo a lanzar sobre él, pero esta vez no lo ataco. Le
rodeo la cintura con los brazos en un gran abrazo y lo aprieto todo lo que puedo.
Pongo cada gramo de amor que siento por Parrish y Maxine en ese abrazo, sólo
para que lo sepa, para que me escuche.
—Por favor —susurro, con la voz entrecortada, con la mejilla apretada
contra la camiseta con olor a cítricos de Maxx. Aprieto con las manos la parte
trasera de su cortaviento sin cremallera—. Por favor, Maxx. No puedes contarle
esto a nadie. No puedes. Si lo haces, Parrish morirá.
Puedo ver la cara de Maxx en el espejo de mi derecha. Sus ojos están aún
más abiertos, su boca entreabierta por la sorpresa. También está temblando, y el
vídeo sigue sonando. Mi confesión de amor es un eco desgarrador contra las
paredes de baldosas rosas.
—Yo también te amo —responde Parrish con su voz triste y rota—. Dakota,
tienes que decirle a Maxine que no quieres verla más.
—¿Qué… mierda? —repite X, apagando el vídeo y dejándolo en el borde
del fregadero. Con mucho cuidado, me agarra de los brazos y se separa de mí
con fuerza, como si yo estuviera hecha de veneno y odio, un monstruo tóxico que
hay que eliminar y desechar. Mantiene mis antebrazos en su fuerte agarre y me
empuja hacia atrás un paso—. Por favor, no me toques —dice con dificultad.
Sus palabras duelen, pero intento que no me pinchen demasiado el alma.
45
Tiene todo el derecho a odiarme, a sentir asco por mí.
—Maxx, necesito que me escuches —empiezo a decir, justo antes de que
se abra la puerta del baño y asome la cabeza un empleado con pinta de asustado
y con delantal.
—Oye, um, ¿podrías llevar tu pelea de amantes fuera? Están molestando
a los otros clientes.
—Sí, lo siento, lo siento —murmura Maxx, arrebatando mi teléfono y
metiéndolo en su propio bolsillo antes de que tenga la oportunidad de volver a
robarlo. Me agarra la mano con la suya y el empleado me mira.
—¿Estás bien? ¿Necesitas que llame a la policía?
—No, estoy bien. Sólo... —Miro a Maxx, pero no me mira. En su lugar,
traga con fuerza y mira todo lo que hay menos a mí—. Acabamos de romper. Pero
estaré bien. —Me obligo a sonreír. ¿Qué es otra sonrisa forzada? Seguro que ya
se cuentan por trillones.
Pasamos junto al empleado y salimos por la puerta principal,
deteniéndonos bajo el toldo mientras la lluvia cae como una cascada por tres
lados.
—Necesito que me devuelvas el teléfono —le digo, tratando de mantener
la calma. Por dentro, soy un desastre. Maxx Wright lo sabe. Lo sabe. Y lo que
haga con esa información determinará el destino de todos nosotros, de una forma
u otra.
—Aquí —dice, ignorando mi afirmación y despojándose de su cortaviento
Wright Family Racing. Me lo entrega—. Cúbrete la cabeza, y a correr.
Me muerdo el labio, indecisa sobre lo que debo hacer aquí y olvidándome
total y absolutamente de Chasm en el caos.
—¡Hermana pequeña! —Es Chas, corriendo bajo la lluvia por la acera.
Derrapa un poco sobre el pavimento mojado y se detiene a mi lado, jadeando y
empapado. Tiene el cabello amarillo y negro pegado a la frente y, cuando se
levanta para echarlo hacia atrás, el corazón me da un vuelco. Tiene esa fuerza
sobre mí, y yo no me había dado cuenta, el poder de ajustar mi ritmo interno con
un simple gesto—. ¿Estás jodiendo con ella otra vez, X?
—Tú lo sabes —acusa Maxx, con voz fina y ronca mientras me lanza el
cortaviento al pecho y saca mi teléfono del bolsillo de sus vaqueros. Se lo sacude
a Chas para enfatizarlo, y luego vuelve a agarrarme la mano. Intento zafarme de
su agarre, pero él es muy fuerte. El manejo de esa moto le ha dado unos
antebrazos de acero.
Presiona mi dedo en la pantalla y lo desbloquea de nuevo antes de
empujar el teléfono a las manos de Chasm.
Chas mira a su alrededor, pero no hay nadie. El tráfico pasa en una oleada
lenta pero constante, pero nadie puede oírnos ni vernos bajo la lluvia, bajo el
toldo.
—¿Te parece bien que vea esto? —pregunta Chasm, y Maxx le frunce el
ceño.
—¿En serio? —suelta, señalando la pantalla con un dedo—. Joder,
cuidado, McKenna.
—Adelante —accedo, mi voz es esta cosa distante, flotante, como un globo
46
de helio que se ha escapado del montón. Arriba, arriba, arriba voy, retorciéndome
con la brisa, uniéndome a las nubes... estallando, cayendo, probablemente
matando alguna vida marina. Uf. Definitivamente no nací con el don de Tess para
las palabras y las metáforas. El daño ya está hecho.
—¿Qué demonios? —murmura Chas en voz baja, pero luego le da al play,
su rostro palidece mientras Maxx se acerca a él para ver la videollamada. No
soporto volver a mirarlo, así que doy un paso atrás, apoyándome en el exterior
de ladrillo de la cafetería y cerrando los ojos.
Sin embargo, no puedo esconderme del sonido. El sonido de mi voz. De la
de Parrish. Del señor Volli.
—Oh Dios —gime Chasm, y abro los ojos para verlo mordiéndose los
nudillos—. Parrish. —Levanta sus ojos ambarinos para mirarme—. No tiene
buen aspecto, hermanita. Tiene muy, muy mal aspecto.
—Lo sé —susurro, usando la pared para sostenerme—. Sé que lo sabe.
—¿Así que lo sabías? Todo. —Esta última parte es una declaración
definitiva, una hilvanada con ira y traición profundamente arraigadas. Maxx está
enojado pero... ¿porque se lo ocultamos? Un pequeño destello de esperanza se
enciende dentro de mí.
—Tenemos que encontrar a Danyella —dice Chasm de repente,
mirándome—. Tenemos que encontrarla ahora y decírselo para que Parrish se
levante de esa maldita silla. —Me devuelve el teléfono y empieza a murmurar en
coreano. Habla tan rápido que no podría entenderlo aunque hablara el idioma.
—Chasm. —Maxx agarra el brazo de su amigo y lo sacude—. Kwang-seon.
Chas le mira.
—¿Qué? —suelta, cambiando de nuevo al español. Hace esa pregunta dos
veces más, una en coreano y otra en japonés. Reconozco esas palabras por mis
obsesiones con los kdramas y el anime—. Creo que no has entendido bien lo que
está pasando, así que déjame que te lo resuma: Parrish muere si abres tu bocaza.
Muere si Dakota no obedece a este psicópata. Y muere si no le conseguimos una
cama para dormir o la oportunidad de una maldita ducha.
Maxx se detiene y retira ligeramente la mano. Parece contrariado, pero
solo un poco.
—Entendí lo esencial, Chas. —Sus ojos color esmeralda giran hacia mí—.
No voy a decir nada. Me gustaría una mejor explicación de las cosas, pero... ¿qué
necesitas que haga en este momento? —Exhala fuertemente mientras aprieto su
cortaviento contra mi pecho—. Solo necesito algo a lo que agarrarme.
—Danyella —digo, temiendo mi próximo movimiento. Ya he hecho que
mi hermana me odie hoy, así que ¿qué es una persona más que se añade a la lista?
—Acabemos con esto para que Parrish pueda dormir. —Cierro los ojos de nuevo,
juntando mis emociones en un ovillo y metiéndome ese estúpido ovillo por la
garganta.
Tengo que mantener la calma y la concentración aquí.
Maxx está... parece estar bien ahora. ¿Tal vez Chas tenía razón? ¿Tal vez
deberíamos haberle dicho?
—No le vas a contar nada a nadie, ¿verdad? —repito, y aunque sus fosas 47
nasales se agitan, asiente una vez.
—Nunca haría nada para lastimar a Parrish —me dice, mirándome
directamente a los ojos. De alguna manera, siento que me está diciendo más de
una cosa en ese momento, dándome un secreto que acaba de descubrir sobre sí
mismo.
Es un secreto que me llevará unos días más descubrir.
Pero cuando lo haga, me odiaré aún más por ello.
Ese es el objetivo de Justin, ¿verdad? Destruir mi carácter. Si es así, está
haciendo un trabajo admirable.
La casa de los Schaeffers está a oscuras cuando Chasm y yo llegamos a la
entrada. Estoy sentada en el asiento del copiloto de su auto, escuchando el
podcast Emerald City Murder, porque está claro que soy masoquista. Maxx se ha
unido al grupo de búsqueda y me ayuda a responder a los mensajes y las
llamadas de Tess.
Sí, estoy con él. Sí, estaré en casa a las diez. Sí, estoy a salvo.
También se lleva mi teléfono dado por Tess, para que si Tess lo rastrea,
esté exactamente donde debe estar.
—¿Confías en él? —pregunto a Chas mientras apaga el contacto y miro
fijamente mi teléfono proporcionado por Maxine. Maxine. Oh, Dios. ¿Qué he
hecho?
—Yo… —comienza a decir Chasm, maldiciendo en coreano de nuevo—.
Lo hago. Como he dicho, tiene una moral estricta. No siempre son lo que uno
cree, pero no miente. Si dice que no se lo dirá a nadie, no lo hará. —Chas me mira,
sus ojos ámbar captan la luz de la pantalla del auto y los vuelven dorados—. Pero
tendremos que darle un informe completo.
Vuelve a mirar hacia la casa mientras yo compruebo mi teléfono una vez
más. Danyella no responde a las llamadas, a los mensajes de texto ni a los de las
redes sociales. Este es el último recurso.
Con una última inhalación profunda, abro la puerta del lado del pasajero
del deportivo de Chas y salgo. Él se queda justo detrás de mí, una presencia
reconfortante y a la vez confusa a mi espalda. Odio haberme dado cuenta de que
estoy enamorada de él mientras Parrish está desaparecido. Es una sensación
extraña, estar enamorada de dos personas al mismo tiempo. ¿Cómo lo afronto?
A partir de ahora, supongo que simplemente... no lo hago. Parrish es mi única
preocupación en este momento.
48
Llamamos a la puerta principal y esperamos. Llamamos de nuevo. Chasm
golpea el timbre varias veces.
—No está en casa. —Me doy cuenta con una sensación de hundimiento en
las entrañas.
—No te rindas tan fácilmente —me dice Chasm, haciendo un gesto con la
barbilla hacia la puerta que da acceso al patio trasero—. Vamos.
Me guía a través del patio, alargando la mano por encima de la valla para
agarrar el pestillo. La puerta se abre y nos deslizamos a través de ella,
empapándonos una vez más por el incesante aguacero. No importa. Los dos
estábamos empapados hasta los huesos, así que ¿qué importa?
Desde el frente, realmente parecía que la casa estaba oscura y vacía. Desde
aquí atrás, puedo ver que la luz del dormitorio de Danyella está encendida.
Huh.
Chasm no pierde ni un segundo, sube los peldaños de la cubierta y se
agarra descaradamente a las manillas de las puertas francesas que dan acceso al
comedor.
Están desbloqueadas.
Hace un sonido de frustración en voz baja.
—¿El puto asesino en serie en la ciudad y la puerta no está cerrada?
Vamos. —Empuja las puertas para abrirlas, pero no me siento tan cómoda con el
allanamiento de la casa de mi amiga. Supongo que es mejor que la llamemos por
su nombre ahora para que sepa que estamos aquí.
Chasm extiende la mano para agarrar mi brazo, apretando con fuerza y
deteniéndome antes de que pueda decir algo.
—¿Qué demonios querías que hiciera?
Es Lumen. Y está enojada. Y también... ¿asustada? Frustrada, tal vez.
El débil murmullo de otra voz baja por las escaleras, y me imagino que
debe ser Danyella.
—Sí, bueno, él no ofreció eso exactamente como una opción, ¿ahora sí? —
Se le escapa un gruñido—. No tengo muchas opciones, Danyella.
El sonido de los pasos en las escaleras hace que mi estómago toque fondo,
y el impulso de correr es abrumador. Chasm se mantiene firme, esperando a que
Lumen aparezca en la cocina, limpiándose las lágrimas de la cara y agarrando
una botella de licor del escondite de los padres de Danyella.
Toma un enorme trago antes de que sus ojos se desvíen hacia nosotros y
se ensanchen. Se atraganta con el alcohol y tose mientras se pasa un brazo por la
boca.
—¿Qué demonios? —pregunta Lumen, mirando entre Chasm y yo, ambos
empapados y de pie en el comedor de Danyella—. Um. ¿Acaban de entrar por la
fuerza?
—¿Acabas de ignorarnos tocando el timbre cien veces por diversión? Sé
que nos viste en la cámara del timbre. ¿Simplemente no te importó que realmente
necesitáramos hablar con Danyella?
Lumen mira a Chasm y luego dirige sus ojos marrones hacia mí.
Se me ocurre entonces que se despertó en un campo sin recordar
supuestamente cómo llegó allí. Algo así como... ¿como cuando me desperté en 49
mi cama después de ser atacada por dos hombres en el bosque? Bosques que se
parecían sospechosamente a los de la casa de huéspedes del padre de Chasm.
Oh.
Lo de Fort Humboldt Security.
Mierda.
Necesito sentarme y ordenar mis pensamientos, repasar mi hoja de cálculo
de nuevo. Hay tantas cosas que hacer, que me siento completamente abrumada.
Lo cual, creo, es el objetivo de todo esto.
—¿Tal vez no te importó que Danyella y yo necesitáramos un momento a
solas? —contesta Lumen, cambiando su mirada de nuevo a Chasm y suspirando.
Cuelga la botella de licor por el cuello—. ¿Quieres algo de beber?
—¿Qué está pasando aquí abajo? —pregunta Danyella, que aparece en la
entrada de la cocina con sus gafas de color rosa intenso posadas en la punta de la
nariz. No parece muy sorprendida de vernos a mí y a Chasm en su comedor—.
¿Están bien? Siento que no hayamos contestado a la puerta, pero estamos en
medio de algo.
—Acabamos de entrar en tu casa —digo, pero ella no parece inmutarse—
. Somos nosotros los que deberíamos disculparnos.
No será lo único por lo que me disculpe esta noche. El señor Volli —a
través de El Cazador— me dijo que si me preguntaban, tenía que culpar a Tess
de mis razones para incendiar el teatro. Nunca dijo que no podía decirle a
Danyella lo mucho que lamento haberlo hecho.
—Entonces debes de necesitar hablar con nosotras —dice Danyella,
lanzando una mirada a Lumen. Intercambian una mirada larga e intensa antes
de que Danyella vuelva a dirigir su mirada hacia mí—. ¿Pido algo? Podríamos
cenar.
—Necesito hablar contigo —digo mientras Chasm cierra y bloquea las
puertas traseras.
—Tenemos que hablar con ustedes —corrige, y luego se gira para dirigir
una oscura mirada a ambas chicas—. Además, ¿están locas? Parrish ha
desaparecido, El Cazador de Seattle está en la ciudad, ¿y han dejado la puerta
trasera sin cerrar?
—Sí, lo siento, ha sido culpa mía —admite Lumen con un ligero
encogimiento de hombros. Su cabello rubio ondea suavemente alrededor de su
cara y su maquillaje es impecable, como siempre, pero hay algo más en su
expresión, una oscuridad en su mirada que me molesta—. ¿Qué pasa? —Se
acerca a la mesa y saca una silla, dejándose caer en ella con la botella de alcohol
aún en la mano.
Danyella la observa durante un minuto antes de agarrar un agua con gas
de la nevera.
—¿Seguro que no quieren nada?
No puedo soportarlo más. Las palabras están agazapadas justo detrás de
mis labios, arañando mi corazón y mi alma con dedos malvados. Necesito sacar
esto a la luz o, de lo contrario, no podré hacerlo en absoluto.
—Provoqué el incendio en el teatro —suelto, la adrenalina me sube a la
sangre mientras doy un paso adelante y enrosco las manos sobre el respaldo de
una de las sillas del comedor. 50
—Nosotros provocamos el incendio —corrige Chasm una vez más,
asumiendo la responsabilidad cuando realmente no tiene que hacerlo. ¿Por qué
está siendo tan... genial? Quiero decir, me gusta. Pero me gusta demasiado. Eso
no está bien. Se mueve para ponerse a mi lado, hombro con hombro.
—Perdón, ¿qué? —pregunta Lumen, dejando la botella con fuerza sobre
la mesa mientras parpadea confundida—. ¿De qué están hablando?
—Hemos vertido gasolina en los puntales, y hemos pulsado la rueda de
un encendedor, y hemos iniciado el fuego. —Miro a Danyella, no a Lumen, pero
ella no se ha movido desde que hice mi declaración. Sigue de pie con una mano
en el pomo de la puerta de la nevera y la otra aferrando la lata fría de su agua
Seltzer—. Lo siento mucho, Danyella. Yo… —Me detengo, con las lágrimas
punzantes en los ojos. No quiero volver a llorar hoy, pero ha sido una montaña
rusa emocional—. No quería hacerlo, y lo siento. Más de lo que podría decir con
palabras.
Lumen se levanta de la mesa tan repentinamente que su silla se cae y
golpea el suelo. Se queda mirando a los dos como si nunca nos hubiera visto.
—¿Por qué han hecho eso? —pregunta, buscando mi cara, buscando la
cara de Chasm—. Kwang-seon, ¿qué demonios? Danyella se dejó la piel todo el
año por esa producción. Tanta gente vio sus sueños aplastados por ese incendio.
Chasm exhala y me mira, pero no puedo apartar los ojos de Danyella. Me
ofreció su amistad a los pocos segundos de conocerme. Una amistad sin
prejuicios y sin ataduras. Ha sido amable, inclusiva y generosa con su tiempo,
ofreciéndome un papel en el club de teatro, dejándome quedarme aquí y
usándola para mentir a Tess.
¿Cómo le pagué? Quemando todo lo que importaba.
—No esperamos que crean lo mucho que lo sentimos —les dice Chasm,
metiendo las manos en los bolsillos de su americana y mirando la superficie
brillante de la mesa. Por fin rompo mi mirada con Danyella y la dirijo hacia él. Si
a mí me duele, a él le debe doler el doble. Conoce a estas chicas desde que tenía
nueve años. Eran sus amigas mucho antes de que fueran mías.
—Por favor, márchate —dice finalmente Danyella, dando un portazo a la
puerta de la nevera.
—Lo siento, y te quiero —le digo, poniéndome las manos sobre el pecho
mientras ella se gira de repente y lanza el agua Seltzer con toda la fuerza que
puede contra la pared del fondo. Golpea y abolla la pared, explotando y rociando
líquido espumoso por todas partes.
—Sal de aquí —sentenció, con la voz baja, extraña y peligrosa—. Sólo vete.
—Hermana pequeña. —Chasm me agarra del brazo y me da una sacudida,
arrastrándome hacia la puerta principal. Lumen nos observa con una expresión
inescrutable, sus ojos marrones me siguen al pasar. Parpadea una vez, con fuerza
e intención, y juro que parece que está intentando decirme algo. No tengo ni idea
de lo que es, pero guardo la expresión para más tarde.
En cuanto salimos, Chasm cierra la puerta detrás de nosotros y oigo cómo
el cerrojo encaja unos segundos después.
—Jesús, eso ha sido un desastre —susurro, pero no respondo. Estoy
demasiado conmocionada como para responder.
Acabo de perder a mis únicas amigas en todo Whitehall. Una de las cuales 51
es la abeja reina. ¿Y el rey de la escuela? Sigue desaparecido.
Podría estar en problemas.
—Gracias —le digo a Chasm, mirándolo y deseando tener más que decir,
más que ofrecer.
—De nada —responde, suspirando fuertemente y luego moviéndose
alrededor del auto para abrirme la puerta.
Debería preguntarle sobre la empresa de seguridad de su padre. Sobre el
bosque. Sobre...
En cambio, dejo todo eso de lado y le envío un mensaje de texto a Justin
Prior inmediatamente.
Está hecho. Se lo dije a Danyella. Quiero ver una foto de Parrish en la cama.
La respuesta llega casi inmediatamente.
Y has añadido otro peón a este juego. Maxx Wright. Interesante elección. Has
conseguido sorprenderme más de una vez esta semana. Eso no es algo que se haga
fácilmente.
Apago la pantalla del teléfono y reclino la cabeza contra el asiento.
Debo quedarme dormida sin darme cuenta, porque lo siguiente que sé es
que me estoy despertando y estamos entrando en el garaje de Vanguard.
Mierda.
Mierda, mierda, mierda.
Se suponía que Chas me llevaría de vuelta a Maxx para que me llevara a
casa. Se supone que Chas no debería estar aquí. Tess no está precisamente
encantada con él en este momento.
—Está bien —me dice Chasm, poniendo el auto en el estacionamiento y
apagando el motor. Me mira mientras lucho por salir de una espesa y pesada
nube de agotamiento—. Esto era inevitable.
Sale del auto y yo lo sigo, entrando en la casa y encontrando a Tess en el
salón. Tiene una botella de vino en la mano derecha, sus ojos aturdidos y mirando
a la nada. No soy la única persona en esta casa que ha tenido un día duro, eso es
seguro.
Levanta la cabeza como si saliera de una niebla mental, su atención se
centra inmediatamente en Chasm. La bonita boca de Tess frunce el ceño.
—Kwang-seon. —Sólo eso. Su nombre y nada más. Está en un gran
problema—. ¿Qué estás haciendo aquí? —Tess vuelve su atención hacia mí—. Se
supone que ibas a venir a casa con Maxx.
—Estaba ayudando con el grupo de búsqueda —explica Chasm,
levantando ambas manos, con las palmas hacia afuera, como si supiera lo
peligroso que se está volviendo este escenario—. Me ofrecí a llevar a Dakota a
casa para que pudiéramos hablar.
—¿Y a nadie se le ocurrió informarme de lo que podría estar haciendo mi
hija? —pregunta Tess, sonando un poco histérica. Da otro trago al vino, tiñendo
sus dientes de color púrpura por un breve momento—. Un mensaje de texto o
una llamada telefónica para informarme del cambio de planes habría sido de
agradecer.
—Eso fue culpa mía —ofrezco, dando un paso adelante y esperando
apaciguar un poco la situación—. Me quedé dormida nada más subir al auto. Es 52
que... estoy agotada, Tess.
Debe haber algo en mi voz que capta un poco de esa extraña simpatía que
Tess me mostró anoche. Pero sólo un poco.
—Cada vez que ustedes dos están juntos, pierdo a mi hija. —Señala a
Chasm con la botella de vino—. Te la llevaste del estudio de televisión y
desapareciste; ayer faltaron a clase juntos y casi me da un infarto. ¿Y ahora esto?
—Se le escapa una carcajada dura y estrangulada. Está claramente borracha y
sufriendo en este momento. No puedo echarle en cara nada de esto—. Kwang-
seon, te conozco desde hace mucho, mucho tiempo. Eres prácticamente uno de
mis hijos.
—Lo sé —dice, sonando dolido, necesitado de una manera que nunca
antes había escuchado. Realmente quiere a esta familia, y nunca me perdonaría
si hiciera algo que lo estropeara. Avanza hasta ponerse en cuclillas junto a Tess y
le pone la mano en la rodilla—. Lo siento, Tess. Lo siento de verdad. Lo último
que querría hacer en el mundo es herirte a ti o a cualquier otra persona de esta
familia. Sabes que los quiero.
—¿Cómo has podido hacer eso? —exige Tess, consiguiendo sollozar
mientras estira la mano y toma el lado de la cara de Chasm—. Tratar a mi hija
como... Bueno, como tratas a todas las demás chicas con las que sales. Ella no es
una conquista, otra muesca en tu cinturón.
Dios, la forma en que los hombros de Chas se tensan, la forma en que
cuelga la cabeza, quiero gritar. Quiero ponerme las manos alrededor de la boca
y gritar para que el mundo lo oiga: Me he acostado con mi hermanastro y no me
importa porque lo amo, lo extraño y se está muriendo. Se está muriendo y hay cosas más
importantes de las que preocuparse.
Pero no lo hago. Porque no servirá de nada. Sé que Chasm preferiría
soportar esto antes que herir a Tess o a Parrish o... a mí. Estoy de acuerdo con
sacrificarme, pero no puedo hacer eso a Tess y Parrish, no ahora.
—Te prometo que no pienso en ella de ese modo, Tess —dice, adoptando
un tono seductor que nunca antes había oído, calmando con su voz parte de su
ira de borracha—. Me gusta mucho Dakota. Es inteligente y aprende rápido. Se
preocupa por los demás de una forma que me sorprende. —Me devuelve la
mirada, pero no puedo decidir si sólo dice esas cosas para apaciguar a Tess o si
las dice en serio.
Me trago un trozo de dolor y aprieto las manos en los pliegues húmedos
de mi falda.
Chasm se vuelve hacia Tess mientras ella pone su cara en la mano y
empieza a llorar.
—Sólo quiero que me devuelvan a mi hijo —suelta, y mi corazón se rompe.
Todo este tiempo, he estado tan centrada en el ADN, la sangre y las
legalidades y... no he dado suficiente crédito al hecho de que Tess me amaba. Que
me llevó dentro de ella, me dio a luz, me cuidó durante casi dos años, y luego me
perdió sin culpa. No fue sólo el ADN lo que la convenció de desarraigar mi vida
y arrastrarme hasta aquí: fue el amor.
Parrish no es el hijo biológico de Tess y sin embargo ...
—Oh Dios, Chasm. —Tess está llorando ahora, completa y totalmente 53
despojada. Es un gran contraste con su estado de ánimo de la noche anterior. No
la reconocí entonces, y ciertamente no la reconozco ahora.
No conozco a esta mujer en absoluto, ¿verdad?
Paul entra en la habitación con una bolsa de comida para llevar en la mano,
sus ojos se abren de par en par al ver el estado en que se encuentra su mujer. Deja
caer la bolsa al suelo y se precipita hacia ella mientras Chasm se levanta y se
aparta. Paul toma a Tess en brazos, y yo miro hacia otro lado.
Esto no es algo que necesitemos ver.
Chasm y yo salimos de la habitación y nos detenemos incómodamente
juntos cerca de las escaleras.
¿Lo invito a subir? ¿Seguirá Tess enojada con él por la mañana o lo
perdonará?
—Mi padre perderá la cabeza si no llego pronto a casa —explica, y yo
exhalo un pequeño suspiro de alivio. No porque quiera que se vaya. De hecho,
todo lo contrario. Pero al menos su admisión nos ahorra la incómoda
conversación.
—Te agradezco mucho todo lo que estás haciendo por mí —lo digo con
seriedad, deseando poder expresarme de forma más elocuente. Deseando poder
decirle lo mucho que me entristece que esos girasoles se estén muriendo. O lo
mucho que me persigue la visión de su rostro fuera de la habitación de Parrish
aquel día.
Antes de que pueda dudar, lo rodeo con mis brazos y le doy un apretón
característico de la familia Banks. Eso es lo que hacemos en casa, abrazos grandes
y fuertes que envuelven tanto el cuerpo como el alma. Estoy segura de que a
Chasm no se le abraza lo suficiente.
O tal vez en absoluto.
—Dios, hermanita —dice con dificultad, poniendo su mano en la parte
superior de mi espalda—. Vas a hacer que se me salten las lágrimas y lo que sea.
—Me frota la espalda en círculos lentos y reconfortantes mientras los dos
temblamos con la ropa húmeda y echamos tanto de menos a nuestro amigo que
nos duele al unísono, que nos duele todo junto. Sigue sin ser divertido tener tanto
dolor, pero es mucho más soportable cuando hay alguien con quien compartirlo.
—Sigue siendo tú. Funciona. —Me alejo de él sólo para descubrir que me
mira con una expresión que me parece haber visto antes en otra persona. En
Parrish. Chasm me mira como lo hizo Parrish aquel último día, cuando lo besé y
me escabullí de mala gana a mi propia habitación.
El sonido de un auto entrando en el garaje nos saca a los dos del trance en
el que estábamos.
Maxx entra bastante rápido después, lanzando sus llaves al aire y
atrapándolas. Se detiene cuando nos ve a los dos esperando allí.
—Tengo que ir a casa; Seamus no está de muy buen humor hoy. —Chas
mira bruscamente hacia otro lado, y recuerdo los moratones que le he visto en los
brazos hoy mismo. La idea de que ese hombre haya lanzado a Chas por ahí me
hace ver rojo—. No molestes demasiado a Dakota, ¿bueno? Podemos sentarnos
todos juntos mañana y hablar.
—Cuídate —le dice Maxx, lo cual no es tanto un acuerdo como una 54
cuidadosa evasión del tema—. Conduce con cuidado y mándame un mensaje
cuando llegues a casa, ¿de acuerdo?
—Claro, mamá —dice Chas con un giro de sus bonitos ojos ambarinos. Me
ofrece otra media sonrisa antes de desaparecer por la puerta y entrar en el garaje.
Ahora, somos Maxx y yo teniendo un extraño e incómodo encuentro en la
base de la escalera.
Me mira a los ojos sin inmutarse.
—Sabía que eras buena —dice, lo que me hace sonreír. Esa línea exacta
aparece en la versión doblada al inglés de Spirited Away que, como sabemos por
mi pluma de espíritu de hollín, es una de mis películas favoritas de todos los
tiempos. De un modo extraño, Maxx me recuerda al dragón de esa película—. Lo
sabía.
Levanto una ceja, pero luego me veo obligada a reprimir un bostezo
porque estoy agotada más allá de toda razón.
—Lo sabías, así que debía ser verdad, ¿eh? —pregunto, y Maxx me da un
ligero encogimiento de hombros. Su rostro está relativamente impasible, pero
puedo ver la desesperación justo detrás de sus ojos. Merece enterarse de lo que
está pasando. Merece saberlo. Me inclino para susurrarle, aunque sigo oyendo
los sollozos de Tess con demasiada fuerza como para escucharme—. Si accedo a
contarte lo que está pasando, ¿aceptas guardar la información para ti? ¿No se lo
dirás a nadie?
—Mientras sienta que mantener esto en secreto los beneficiará a ti y a
Parrish más de lo que sería contarlo —susurra Maxx, acercándose a mí. Nuestras
caras están a escasos centímetros la una de la otra. Si me girara bruscamente hacia
la izquierda, ...
Joder.
Ordinario.
Retrocedo un paso y me giro, haciendo un gesto a Maxx para que me siga
por las escaleras.
Lo invito a entrar en mi habitación y cierro la puerta. En cuanto lo hago,
me doy cuenta de lo incómodo que es tenerlo aquí. Algo así como cuando Chasm
está aquí.
Acciones y no pensamientos. Acciones.
Si el universo sabe que algo es cierto, es que quiero a Maxine más que a la
vida. Aunque X sea atractivo y perspicaz y proteja ferozmente a sus seres
queridos, aunque tenga buen sentido del humor y diga cosas realmente sabias al
pie de las cascadas, no me interesa. Porque, aunque él y Maxine no acaben juntos,
ella lo tuvo primero.
Estará siempre prohibido, siempre fuera de los límites, y estoy bien con
eso.
Lo estoy.
—Siéntate. —Señalé la silla que hay junto a mi escritorio, la que conseguí
por veinte dólares en una venta de garaje y que ayudé a mi abuela a restaurar. X
levanta las dos cejas, pero hace lo que le digo, saca la silla y se sienta frente a mí
en ella, con los brazos cruzados sobre el respaldo. 55
Tomo asiento en el borde de la cama y me quito inmediatamente los
zapatos y calcetines mojados, la americana y la corbata. Maxx me observa con
tanta atención que empiezo a sentirme incómoda, y luego aparta la mirada
bruscamente, como si acabara de darse cuenta de lo que está haciendo.
—Empecemos por el principio —digo, suspirando y pasándome las manos
por el cabello verde y negro. Todavía está húmedo. Eso es lo que pasa cuando
arrastras el cabello hasta el culo por un aguacero. Más de una vez. Oh, bueno. En
el esquema de las cosas, no tiene la menor importancia.
Empiezo con el sueño que no fue un sueño, luego la misteriosa mancha de
sangre en mi cama, el accidente del ATV. Maxx escucha pacientemente,
esperando que llegue a las partes relevantes de esta historia, con la videollamada,
las demandas, el hecho de que... que...
—Así que supongo que has oído la parte de que él es mi padre —digo,
cerrando los ojos y deseando fundirme en el suelo. Los abro de nuevo,
observando cómo Maxx exhala y se sienta erguido, llevando los brazos cruzados
contra su duro pecho—. Lo más jodido de todo esto es que no solo es mi padre
biológico, sino que... —Suspiro, levanto la barbilla y me obligo a decirlo, a
aceptarlo, a entender que esto es real y que no va a desaparecer—. También es el
maldito Cazador de Seattle.
56
A la mañana siguiente, en cuanto abro los ojos, me doy cuenta de que me
he perdido algo tan obvio que bien podría estar pegado en una valla publicitaria
frente a mi ventana, cubierta de carteles de neón y bocinas de aire.
Si el señor Volli —¿tiene siquiera un nombre de pila?— fuera el verdadero
Justin Prior, Tess lo sabría con sólo mirarlo. Hay una manera fácil de confirmar
esta parte de la historia.
Me levanto de la cama y me apresuro a tomar mi teléfono Tess, que está
colocado en el mini trípode de la cómoda. Un rápido vistazo a la grabación no
muestra nada inusual, aparte de que me agito como una loca mientras duermo.
Sigo bostezando y parpadeando mientras bajo las escaleras en busca de
Tess. La encuentro sentada en la mesa de la cocina, mirando la pantalla de su
teléfono. No hay una forma fácil o natural de hacer esto, así que me entro.
—Buenos días —digo en voz baja, haciendo todo lo posible por fingir que
no tuvo una crisis de borrachera conmigo y con Chasm anoche.
Tess levanta la cabeza de la pantalla, pero nunca se sabría al mirarla que
ha perdido la cabeza apenas doce horas antes de este momento. Su maquillaje es
impecable, el cabello peinado, el traje rojo en su sitio. Es total y absolutamente
aterradora.
—¿Puedo enseñarte algo? —pregunto, asegurándome de que la página
web de la Academia Preparatoria Whitehall sigue abierta en mi teléfono. Aparece
la foto del señor Volli, una imagen adorable en la que aparece sonriendo y
llevando una pajarita dorada y burdeos, con sus gafas de montura gruesa y su
comportamiento sencillo. Al parecer, su nombre de pila es Amin.
Vaya mierda.
El otro día mató a tiros a un violador y luego obligó a dos de sus alumnos
a agujerear el cadáver del tipo. Está lejos de ser el inocente ratón de biblioteca
que parece, aunque sea refinado y bien hablado y le guste citar poesía. 57
Le doy la vuelta al teléfono antes de que Tess pueda contestar. Mira la foto
sin reconocer absolutamente nada en su rostro antes de levantar sus ojos oscuros
hacia mí.
—Dakota, estoy cansada, y estoy molesta contigo. ¿Te importaría
explicarme por qué estás mostrando tu teléfono en mi cara tan temprano en la
mañana?
Vaya.
Ahí va eso.
A pesar de mi revelación de anoche, y de la crisis de Tess, está claro que
sus mecanismos de autodefensa siguen firmemente bloqueados. No va a ceder
tan fácilmente, ¿verdad?
Ah, y también.
Tenía razón. Tenía la maldita razón.
Amin Volli ... no es Justin Prior.
—Solo... no importa —murmuro, apagando el teléfono mientras Tess
vuelve a lo que sea que esté trabajando. No creo que hayamos superado algún
tipo de muro emocional anoche. O bien no recuerda lo que pasó anoche o no le
da tanta importancia como yo.
Además, Tess no ha mencionado ninguna acusación de incendio, lo que
significa que Danyella no le ha contado a nadie lo del incendio. Todavía. No se
lo ha dicho a nadie todavía. Pero podría hacerlo.
Me dirijo hacia arriba, dejándome llevar por la reflexión.
De alguna manera, tengo la idea de que no lo va a hacer. Si es porque se
preocupa por mí o por alguna otra razón, no lo sé. Encerrarme no encajaría
exactamente en los planes de El Cazador, ¿verdad? Quizá sepa algo que yo no sé
sobre Danyella Schaeffer y Lumen Hearst.
—Buenos días —dice Maxx, sorprendiéndome en el pasillo de arriba. Es
extraño verlo de pie en la puerta del dormitorio de Parrish. Me detengo junto a
él, agradeciendo que lleve camisa al menos una parte del tiempo, a diferencia de
Chasm y, sobre todo, de Parrish. El tipo es como si fuera alérgico a la ropa.
—Buenos días —respondo, tratando de que esto no sea raro. Pero lo es. Es
raro. Ahora Maxx lo sabe y somos tres en este círculo aterrador—. ¿Vas a volver
a Oregón entonces?
Me levanta una ceja oscura.
—¿Por qué iba a volver a Oregón? —pregunta, con una espinita de dolor
en la voz.
—Supongo que he pensado que, como sabes que los grupos de búsqueda
son una mierda... —Me quedo sin palabras y Maxx suspira, apoyando un
antebrazo en el marco de la puerta.
—Kota, ¿realmente crees que me iría después de saber lo que realmente
está pasando? Es más importante que nunca que esté aquí. Cualquier cosa que
necesites de mí, sólo pídela. Viajes. Dinero. Mentiras. —Se lame la boca
exuberante, y me encuentro sintiéndome supremamente incómoda de nuevo.
Tengo tantas ganas de hablar con Maxine que me duele. Odio que esta
mierda mantenga a su novio aquí conmigo, en lugar de en Oregón con ella, donde
debe estar. Y odio que me sienta atraída por él aunque no quiera, aunque ame a 58
Parrish, y esté enamorada de Chasm, y nunca traicionaría así a mi hermana.
—¿Así que no se lo vas a decir a nadie? —aclaro por enésima vez, echando
un vistazo al pasillo para asegurarme de que no hay rastro de Kimber ni de Ben,
ni de Tess ni de Paul. Por suerte, estamos al final, pasada la escalera, con una
vista recta de un extremo a otro del piso superior. No sería fácil acercarse
sigilosamente a nosotros.
—Basado en todo lo que me dijo anoche y lo que vi en ese video, no. —X
suena frustrado, casi atrapado. Puedo entenderlo. Así es como me siento,
también. Es como, todo lo que tendría que hacer es mostrar uno de esos videos
al FBI y la cacería humana estaría en marcha.
Pero no importa lo rápido que se muevan, lo buenos que sean, cuánta
tecnología y poder de la gente y armamento pongan en su búsqueda, no sería
suficiente para salvar a Parrish. Él moriría, y tal vez El Cazador sería atrapado,
pero no vale la pena.
La vida de un ser querido vale el peso del mundo.
Presenta un poco de un enigma moral, ¿verdad? ¿Cuántas personas
matará El Cazador mientras yo intento salvar a Parrish? Esencialmente estoy
cambiando todas esas vidas por la suya, ¿no?
Todavía voy a hacerlo. Ya sea que esté bien o mal, he tomado mi decisión.
—¿De verdad crees que Parrish está aquí? —pregunta X, estudiando mi
cara mientras me muerdo el labio inferior pensando. Otra vez. Imitándolo. Gah—
. En la zona de Seattle, quiero decir.
—A veces, para resolver los rompecabezas hay que empezar con una
suposición o te pierdes en las posibilidades —respondo, cruzando los brazos y
apoyando la espalda en la pared—. Si el Cazador de Seattle está realmente
comprometido con este juego, habrá una solución. Si no, ¿qué sentido tiene? Está
claro que puede matar a Parrish cuando quiera. Tiene que haber un sentido en
todo esto. Si no lo hay, y sólo estamos corriendo como pollos sin cabeza,
entonces... nunca hubo una manera de salvarlo en primer lugar. —Exhalo más
allá de la sensación de opresión en el pecho y me pongo de pie—. Así que...
jugamos para ganar. Asumimos que en algún momento ganaremos.
—Oh, vamos a ganar —dice X, sacando un poco de ese carácter arrogante
y engreído suyo que me hace sentir irritable—. Ahora que estoy en el juego.
Se aleja por el pasillo y yo lo veo irse, tratando de convencerme de que
tenerlo cerca es una buena idea. Tal vez, por el bien de Parrish, lo sea. ¿Pero por
el mío? Bueno, todavía no estoy tan segura de eso.
Por suerte para los cuatro, Tess está demasiado distraída con la
investigación en curso de Parrish como para enojarse demasiado por el hecho de
que lleguemos a casa con una hora de retraso. No está contenta, pero el hecho de
que yo estuviera con Maxx mientras Kimber estaba con Chasm parece
apaciguarla un poco. Los cafés en sus manos le aseguran que la excusa es al
menos algo relevante.
—Gracias por enviarme un mensaje de texto para informarme de la
situación —le dice a Chasm mientras él desliza una mano en el bolsillo de su
americana y asiente cortésmente—. No estoy segura de cómo me siento sobre...
esto. 97
Mira al conejo de tal manera que imagino que nunca ha tenido una
mascota, como si no entendiera el concepto.
—Es mi conejo —dice Maxx, hablando y forzando una sonrisa—. Cuando
Parrish vuelva a casa y yo me vaya, me lo llevaré conmigo.
Tess no parece del todo convencida, pero de nuevo, con su hijo
desaparecido, un conejito no deseado es algo menor. Las palabras que me han
dicho esas chicas esta mañana, sobre que Tess compraba reseñas, sobre que la
gente leía sus libros por simpatía, resuenan como pesadillas en mi cabeza.
—Bueno, supongo que si limpias su jaula y... —Tess se limita a agitar la
mano distraídamente hacia nosotros—, sinceramente, no tengo espacio en la
cabeza para esto. No pasa nada. Sólo... haz lo que tengas que hacer. —Se da la
vuelta y se dirige a la sala de estar. Hay bastantes personas allí, algunas de las
cuales reconozco de las últimas dos semanas. La pareja de agentes del FBI, un par
de detectives, un investigador privado que Tess contrató.
Si sus esfuerzos colectivos no pueden localizar a Parrish, parece imposible
que los tres podamos conseguir lo imposible.
Sólo que... no están siendo preparados por un asesino en serie. Quiere que
encuentre a Parrish. Me están dando pistas e información que ellos no tienen.
—Vamos, GG —digo, mirando al conejito con una sonrisa—. Vamos a
instalarte.
Chasm agarra una jaula de su auto, una que tomó mientras estaba en la
tienda de animales, y encuentro ese extraño calor impregnando mi cuerpo de
nuevo. Nunca le pedí que tomara una jaula o comida o juguetes para masticar
para el conejo, pero también se imaginó que no dejaría al conejo donde lo
encontré. Así que, por supuesto, tenía que volver a casa. Por supuesto que
necesitábamos provisiones.
—Esto es muy raro —refunfuña Kimber, pero nos sigue por las escaleras
de todos modos, observando cómo montamos la jaula y la preparamos. Los
demás niños —Ben, Amelia e incluso el tímido Henry— se unen a nosotros en la
habitación de Parrish y se deleitan con la nueva mascota, acariciando suavemente
su lomo.
Todo el escenario es... bueno, es cálido y reconfortante de una manera que
he estado deseando desde que llegué aquí. Por una vez, realmente siento que soy
parte de la familia. Teniendo en cuenta que acabo de perder a mis únicos amigos,
que mis compañeros me han atacado (dos veces), que Tess es tan fría y distante
como siempre, es un milagro.
Pero ese milagro, es agridulce y está roto en mi lengua.
—¿Puedo sostener el conejito? —pregunta Ben, y yo asiento, acercándome
a la cama de Parrish y acariciando el colchón con la mano derecha.
—Toma asiento. —Le paso el conejo mientras él me dedica una enorme
sonrisa y le acaricia las orejas con la mano. A nuestro alrededor, el arte de Parrish
cuelga de las paredes, llena los cuadernos de dibujo encima del escritorio, decora
las manos y los pies de silicona de los cajones. Yo también lo huelo, y me vienen
a la mente las palabras tréboles de rocío, y entonces empiezo a pensar en la
conversación que mantuvimos tumbados en esta misma cama.
—¿Por qué siempre llevas ese perfume?
—¿Yo? No llevo ningún perfume. Tú eres el que se rocía con malditos tréboles de
rocío y cítricos todos los días.
98
¿Tréboles de rocío? No sé a qué huele exactamente un "trébol de rocío". Pero
puedo prometerte esto: Yo tampoco llevo nada.
—Disculpen —suelto de repente, poniéndome en pie de un empujón.
Acabo en su cuarto de baño, cerrando la puerta de golpe antes de que Chasm o
Maxx puedan detenerme. Enciendo el ventilador, pongo el lavabo a tope y me
siento encima de la tapa cerrada del váter con la cara entre las manos.
Había oído que enamorarse duele, pero nunca me había dado cuenta de lo
mucho que puede doler. El amor es un regalo que abre el corazón y el alma, pero
también es una maldición, a la espera de que una horrible tragedia convierta esa
belleza en una gloriosa decadencia.
Mañana será el duodécimo día de la desaparición de Parrish; las víctimas
de El Cazador siempre son encontradas el decimocuarto día o después de su
desaparición. Y, según ese estúpido podcast, la hora de su muerte —cuando es
posible calcularla con cierta exactitud— siempre apunta al día catorce. Como esos
adolescentes en el lado del cartón de leche, una foto, una sonrisa perdida, una
silla vacía en la mesa.
Cubriéndome la cara con las manos, me permito un momento para
tranquilizarme.
Esta vez, Parrish no está aquí para agarrarme, para envolverme en sus
brazos y abrazarme.
Y nunca más lo estará, si no resuelvo esto.
Vamos, Chica Gamer, lo tienes; puedes hacerlo.
Levanto la cabeza, respiro profundamente y fuerzo una sonrisa antes de
salir por la puerta del baño.
99
No duermo mucho esa noche, a pesar de las protestas de Chasm y Maxx.
En lugar de eso, me quedo despierta durante horas investigando a las anteriores
víctimas de El Cazador, marcando en el mapa de mi teléfono los lugares en los
que fueron vistos por última vez, investigando a sus familias y amigos en busca
de posibles conexiones, y rastreando las redes sociales para conocer sus gustos y
aversiones.
Vuelvo a comprobar mis notificaciones, dándome una patada por
haberme molestado en hacer el vídeo en primer lugar. Aparte de los pocos
comentarios al azar de los que ya he tomado nota, no hay nada.
Siento que estoy golpeando mi cabeza contra una pared de ladrillos en este
momento.
Excepto... ¿qué hay de lo obvio? La casa de alquiler del padre de Chasm,
su equipo de seguridad, su pasada amistad con mi padre, su bodega.
Cuando bajo las escaleras, por si acaso Chasm sigue despierto, lo
encuentro sin camiseta en el sofá, con los codos sobre las rodillas y la cabeza
colgando. Estoy muy aliviada de que Tess lo haya dejado quedarse. Si lo hubiera
echado una vez más, no estoy segura de haberla perdonado.
—Oye.
Chas levanta la cabeza para mirarme, con los ojos enrojecidos y la boca
apretada en una fina línea. Hace lo posible por sonreír cuando me ve, pero no lo
consigue.
—Deberías estar durmiendo —amonesta con un resoplido, sacudiendo la
cabeza y luego recostándose contra el sofá. Chasm hunde los dedos en su cabello,
dándole un pequeño tirón mientras cierra los ojos—. Aunque supongo que estoy
siendo hipócrita.
—Quiero echar un vistazo a la bodega de tu padre —digo, y Chas entorna
los ojos para mirarme. Una especie de expresión en su rostro. 100
—¿Crees que Parrish está en mi casa? —pregunta, parpadeando como si
fuera una loca. Me muevo para sentarme a su lado, sin avergonzarme de mi
pijama de Pikachu. Diablos, me lo puse para una fiesta, así que toda la escuela lo
sabe. Cómo sobreviví esa noche sin que me destrozaran está casi fuera de mi
alcance. Supongo que cuando Kimber me dijo que Parrish y Lumen gobernaban
la escuela, no entendí bien el alcance de su influencia—. ¿No crees que
reconocería la bodega de mi propia casa? —Suena molesto, pero sé que no es
conmigo. Es sólo la situación.
Su padre realmente está empezando a parecer culpable como el infierno.
—No lo estoy acusando de nada, sólo siento que tenemos que
comprobarlo.
Chasm frunce el ceño y le da otro tirón del cabello antes de sentarse. Me
doy cuenta de que se ha quitado los anillos de los labios; están colocados en una
taza sobre la mesa de café. Junto a ellos, hay una pequeña bolsa de plástico con
dos tachuelas negras. Mientras lo observo, abre la bolsa y se pone a intentar
colocarse los nuevos piercings.
Es un proceso similar al de poner pendientes, parece, y probablemente
mucho más fácil con un espejo.
Con un suspiro, me acerco a él y le quito de los dedos la tachuela de metal
negro. Tiene una punta afilada en el extremo, como un cono. Imagino que le
quedarán muy bien.
—Déjame hacerlo —digo, poniéndome de rodillas e inclinándome sobre
él. Chasm parece que le han dado un puñetazo, pero no se resiste mientras
introduzco el piercing por el agujero del lateral del labio. Metiendo el respaldo
entre los dedos intactos de mi mano derecha, los deslizo dentro de su boca y
encajo el diminuto trozo de metal en la parte posterior del perno.
Mi corazón late con fuerza y mi pulso es tan fuerte que no puedo oír
mucho más. El ligero goteo de música del teléfono de Chas desaparece mientras
jugueteo con el otro piercing. El soporte se me cae accidentalmente de los dedos
y cae en su regazo. Sin pensarlo, me agacho para recogerlo, rozando con los dedos
el duro bulto entre sus piernas.
Levanto los ojos y me doy cuenta con un sobresalto de lo cerca que están
nuestras caras. Y también de que acabo de meter mis dedos en la boca de Chasm.
Y luego le he tocado la polla sin querer.
Con una mueca, estira la mano y me agarra por los hombros,
empujándome hacia atrás a una distancia segura del sorprendente calor de su
cuerpo.
—Hermanita —reclama, pero aunque me llame así, no sirve de nada. No
pone distancia entre nosotros ni oculta lo que pasa. Dicen que en una crisis te
acercas más a la gente que te rodea. Sólo que no esperaba lo rápido que iba a
suceder ni lo duro que iba a caer—. Dame el soporte.
Le paso el pequeño trozo de metal, con cuidado de dejarlo caer en su
palma para que nuestras manos no se toquen.
Juguetea con el piercing un momento y luego se pasa la lengua por el labio
inferior, hurgando en las dos tachuelas de metal, antes de volver a mirarme.
—Lo siento —digo mientras Chasm arrastra una almohada sobre su
regazo y apoya las manos sobre ella, tamborileando las yemas de los dedos contra 101
la tela. No sé por qué me disculpo. Por tocarlo una vez más cuando me ha pedido
que no lo haga. O por acusar a su padre de estar involucrado en la desaparición
de Parrish.
Sin embargo, lo que él no puede ver es la prueba de mi propia excitación.
Aunque no lo quiera, aunque me haga sentir culpable, puedo sentir un
calor entre mis muslos, un pulso palpitante que parece mucho peor ahora que he
despertado al dragón dormido de mi sexualidad. Estar con Parrish fue increíble.
Si no hubiera desaparecido, imagino que habríamos recreado esa noche una y
otra vez.
—¿Perdón por qué? —pregunta Chas, apartándose de mí hacia las
ventanas de su izquierda. Al otro lado del lago, las luces de Seattle arden como
fuegos artificiales en la noche, parpadeando y titilando, prueba de que hay vida
ahí fuera en la oscuridad. ¿Está Parrish al otro lado del lago? ¿Está a poca
distancia de nosotros incluso ahora? —¿Porque se me pone dura cada vez que
estás cerca? ¿Cuál es tu problema? Eso es cosa mía, hermanita.
Me muevo incómoda, subiendo una pierna al sofá y rodeando mi rodilla
con los brazos.
—Tal vez... no deberías llamarme más hermanita —sugiero, y él resopla.
—Tal vez debería seguir llamándote así y se me pegará algo —sugiere, pero
ambos sabemos que no servirá de nada. Nos sentimos atraídos el uno por el otro.
Creo que lo estamos desde hace tiempo. Mi mente se remonta a la primera fiesta
a la que asistí aquí en Medina. Recuerdo cómo Chasm se me acercó enseguida.
En aquel momento, pensé que sólo quería tomarme el pelo. Desde mi perspectiva
actual, parece que me estaba ofreciendo compañía cuando no tenía a nadie más
a quien recurrir.
Aquella noche, cuando le pregunté por Parrish, parecía enojado, como si
la pregunta estuviera al borde de lo ofensivo. De nuevo, una nueva perspectiva,
¿tal vez estaba celoso? Tampoco puedo evitar pensar en la morena en bikini que
se le acercó. ¿La estaba ayudando como ayudó a la otra chica borracha en el lago?
—¿Eres virgen? —pregunto, y Chasm suelta una carcajada. Le dirijo una
mirada, pero sigue sin mirarme, sino que mira por la ventana. Mis ojos recorren
los tatuajes de sus pies descalzos, sus brazos, su pecho. Básicamente, su cuello,
su cara y sus manos son las únicas partes de él que se han librado del beso de
tinta—. Lo siento. No sé por qué he preguntado eso.
Mi cara se sonroja —al igual que mis tetas— y me vuelvo hacia la chimenea
eléctrica empotrada en la pared. Ahora mismo está en color púrpura, las llamas
son de un color espeluznante y antinatural que nos baña a los dos con una luz
extraña. La única luz encendida aquí abajo es la que está encima de la estufa; es
tenue y hace poco para alejar las sombras de la habitación.
—Es una pregunta extrañamente personal para hacerla —dice, y luego
añade algo muy suave en coreano—. De todos modos, ¿qué te importa? Creía que
estabas enamorada de Parrish. —Su boca se tuerce mientras se vuelve hacia mí,
con la pena y el cansancio calcinando su expresión—. Quiero decir que espero
que lo estés. No te desenamores de él mientras no está. Yo... él no se lo merece.
—No creo que pueda dejar de estar enamorada de él —añado, y luego
gimo, poniendo la cara entre las manos—. Sólo nos conocemos como... ¿tres
meses y medio? Y lleva todo ese medio tiempo desaparecido. Si todavía estuviera
aquí, pensaría que soy una adolescente loca y hormonal. Pero al saber que podría
perderlo, yo... es como cuando cae un rayo y todo en el mundo se ilumina con 102
esa extraña luz blanca. Como si el universo entero se perfilara en relieve; todo
queda oscurecido y a la vez inquietantemente claro.
Chasm deja escapar un agudo silbido y otro improperio en su lengua
materna.
—Maldita sea, ¿necesitaba Tess esa prueba de ADN? Puede que seas
pésima aprendiendo idiomas, pero seguro que tienes una bonita manera de usar
las palabras en español.
Doy una pequeña carcajada incrédula. Siempre he querido hacer algo
creativo con mi vida, pero nunca sentí que tuviera la salida adecuada. Pintura.
Cerámica. Arte digital. Diseño de juegos. Escribir.
—No lo creo, pero gracias de todos modos.
—No hagas eso —dice con sorna, sacudiendo la cabeza con frustración—.
No te rebajes así. —Se gira para que su espalda quede apoyada en el brazo del
sofá, estirando sus largas piernas lo suficiente como para que los dedos de sus
pies casi toquen el lateral de mis muslos—. Mira, te enseñaré la bodega mañana
si es lo que quieres. Pero he estado allí recientemente y te garantizo que Parrish
no está allí.
Asiento y me muevo para levantarme, pero Chasm me sorprende
pinchándome el brazo con un pie tatuado y atrayendo mi atención de nuevo
hacia él.
—De todos modos, ya conoces todos mis secretos —dice con un pequeño
suspiro, acercándose para alborotar su cabello—. ¿Te haría feliz si lo admitiera?
—¿Admitir qué? —pregunto, con el corazón saltando en la garganta. Me
lanza una mirada que dice claramente que, vamos, hermanita, eres más inteligente
que eso.
—No importa. Sal de aquí y vete a la cama. —Se pone de lado para mirar
la chimenea, apoyando la cabeza en las manos como si estuviera a punto de
dormirse.
—¿Admitir qué? Que eres virgen. Chasm, lo he sospechado desde aquel
día en el lago.
—Ya te lo dije: que no me aproveche de las chicas borrachas no significa
que no tenga otras mierdas.
Resoplo y me pongo de pie, girándome hacia él y poniendo las manos en
las caderas.
—Cierto. Con todo ese tiempo libre que tienes, cuando no estás yendo a
tus propias sesiones de tutoría, dando clases particulares a mí, pasando tiempo
con Parrish, haciéndote o regalando tatuajes, siendo presidente del cuerpo
estudiantil y valedictorian, y rescatando chicas borrachas, tienes mucho tiempo
para conquistas terrenales. —Agito las manos de forma dramática para puntuar
mis palabras, y él me lanza una mirada socarrona con esos preciosos ojos
ambarinos suyos—. Todo lo que voy a decir es, saranghae. —Le doy un beso
mientras él se levanta y se sienta en el sofá.
—¡No tienes ni idea de lo que acabas de decir! —me grita, pero yo sí.
Al menos... creo que sí.
Chasm entra derrapando en el pasillo cuando me giro para mirarlo. Es
mucho más alto que yo y tengo que estirar el cuello para mirarlo a la cara.
103
—¿Qué crees que significa? —exige, poniendo las manos en las caderas.
Nunca había visto su rostro adoptar el cariz que tiene ahora, una extraña mezcla
de ternura y rabia y... ¿esperanza?
—¿Buenas noches? —pregunto, y él se limita a mirarme como si hubiera
perdido la cabeza, dejando escapar un largo suspiro.
—Sí, claro, significa buenas noches. Nado saranghae —responde,
extendiendo la mano para colocar un mechón de cabello detrás de mi oreja—.
Ahora. —Chasm apoya los antebrazos a ambos lados de la puerta y se inclina
hacia mí, lo suficientemente cerca como para besarme. Ya sabes, si no fuera una
puta traición enorme y una bofetada a Parrish—. Vete a la cama y deja de ver
tantos malditos K-dramas. Si vas a aprender coreano, yo te lo enseñaré.
Ninguno de los dos parece dispuesto a irse todavía, pero no podemos
quedarnos aquí toda la noche mirándonos. Soy la primera en separarme, pero
juro que oigo a Chasm murmurar de nuevo esa frase mientras me alejo.
Si no significa "buenas noches"... ¿entonces qué significa?
Decido no buscarlo; algunas cosas es mejor dejarlas en el misterio.
104
Día doce de la desaparición de Parrish y parece que no estamos cerca de
recuperarlo.
—Por cada día que te llevas, hago una marca. Sólo una marca. Pero finalmente,
será demasiado para él. Su límite de tiempo depende totalmente de la fuerza de este chico.
Recibir un largo tajo en el pecho cada día durante doce días sería mucho
para cualquiera, incluso para alguien tan joven, sano y fuerte como Parrish
Vanguard. Considero la posibilidad de rogarle a Tess que me deje quedarme en
casa hoy —después de todo, es viernes y tuve un "accidente" esta semana— pero
entonces, la escuela me da acceso al señor Volli, quien obviamente está
profundamente involucrado en todo esto.
También me da acceso a Lumen y Danyella.
No hay garantía de que ninguna de ellas sepa nada. La violencia de Lumen
podría muy bien ser sólo el resultado del fuego que yo provoqué en el teatro,
pero no lo creo. No sé por qué, pero no lo creo.
Chasm nos lleva a Kimber y a mí a la escuela; Tess parece darse cuenta de
que no podemos parar y tener sexo con mi hermana menor en el auto, así que se
apacigua. Por ahora. Tengo la sensación de que si —cuando, tengo que seguir
diciendo cuando— recuperamos a Parrish, todas las cosas por las que está
enojada conmigo volverán a aparecer.
Por ahora, está demasiado distraída con Parrish como para echarme más
que una mirada de pasada. Si pudiera cambiarme para recuperarlo, creo en mi
corazón que lo haría.
En cuanto entramos por las puertas de la academia, percibo otro cambio
cósmico.
Lumen está de pie, temblando y sangrando, con su uniforme roto y
desordenado, su hermoso y meloso cabello enredado alrededor de su rostro 105
enojado.
—Kwang-seon —vocifera, con las fosas nasales abiertas y las manos
cerradas en puños a ambos lados. Dirijo mi mirada hacia Chasm, pero él tiene esa
expresión de chico malo, perezoso y aburrido. La mira fijamente, con sus ojos
ambarinos llenos de rabia apenas contenida—. Esto es obra tuya.
—¿Es así? —pregunta mientras Lumen jadea, apretando los puños con
tanta fuerza que las gotas de sangre caen y golpean el suelo de piedra bajo sus
pies—. ¿Cómo llegaste a esa conclusión?
Los ojos color tierra de Lumen se dirigen a los míos. En ellos, me parece
ver un destello de... algo, pero es imposible de ubicar. Todo el mundo aquí rebosa
de secretos y tonterías; apenas puedo soportarlo. Vuelve a centrar su atención en
Chasm, acechando por el pasillo mientras la gente se aparta apresuradamente de
su camino.
—No tienes ni idea de lo que estás haciendo —sisea ella, es lo
suficientemente alta como para mirarlo directamente a la cara de una forma que
yo no puedo. Chasm no se inmuta, se mantiene firme mientras Kimber se queda
boquiabierta, mirando entre los dos con una mirada que es en parte miedo y en
parte asombro. Mientras tanto, yo me quedo ahí, con los dedos rotos y la nariz
dolorida, cada moratón de mi cuerpo convertido en una palpitante mancha de
traición púrpura.
—No sólo soltaste a esa jauría de zorras para que le dieran una paliza a
Dakota, sino que ¿sabías que también intentaron tirarla por la pared del patio del
tercer piso?
Algo extraño parpadea en los ojos de Lumen. Si no lo conociera mejor,
diría que es sorpresa, pero es difícil saberlo bajo la sangre y los moratones.
—¿Quién? —exige ella, con voz fría y uniforme—. Tendré que enviarles
tarjetas de agradecimiento.
Chasm suelta una carcajada y pasa por delante de ella con los hombros,
chocando su cuerpo contra el de ella con tanta fuerza que ésta se tropieza. No
queriendo quedarme a solas con la chica a la que creía que no solo le gustaba
como amiga, sino que además estaba colada por mí, lo persigo y Kimber me
sigue.
—¿Has conseguido que tus amigos le den una paliza? —susurra Kimber,
pero Chasm se limita a negar con la cabeza, paseando por el pasillo mientras la
gente se aparta de nuestro camino. ¿Cuánto tiempo le durará esta presión social?
¿Cuánto tiempo pasará antes de que se convierta en un paria y un paria junto a
mí? Lo decía en serio cuando le dije que debía dejarme en paz para que me
ocupara de esto.
Por otra parte, no era consciente de que mi vida estaba en juego en el
campus.
—Ve a clase, Kim —dice, abriendo la puerta de un aula a nuestra derecha.
Ella frunce el ceño, pero agarra el café que le ha comprado de camino y entra de
todos modos.
—Está perdidamente enamorada de ti —le digo, y me dirige una mirada.
—Sí, lo sé, pero... ¿eww? —Chasm se encoge ligeramente, levantando una
sola ceja—. La conozco desde que tenía nueve años; ella tenía seis. Somos
básicamente familia. Además, tiene catorce años. 106
—Tal vez deberías llamarla hermanita, entonces —ofrezco, mi mirada se
desliza más allá de él hacia el final del pasillo. Lumen se ha ido. Supongo que se
ha metido en el baño para limpiarse. Me vuelvo hacia Chas—. De todos modos,
¿enviaste a tus amigos a darle una paliza a Lumen?
Se inclina hacia mí, tan cerca que puedo olerlo. Menta y chocolate negro.
Ugh.
—¿Todas esas chicas a las que he ayudado a lo largo de los años? Recurrí
a algunas viejas deudas. —Chasm se pone de pie, con los ojos escudriñando a los
estudiantes detrás de él.
—¿No te dije que la dejaras en paz? —espeto—. Estás arriesgando todo
por... por...
—¿Ti? —pregunta Chasm, mirándome con una expresión inescrutable—.
Tú y Parrish, más bien. ¿Es eso un problema? No voy a disculparme, hermanita.
Lo que te hizo Lumen fue una putada, independientemente de la situación del
fuego. Tuvo lo que se merecía.
Me agarra de la mano y me arrastra tras él, depositándome en mi clase de
primera hora antes de levantar un dedo en señal de advertencia.
—No vayas a ninguna parte sin mí. ¿Me oyes?
—Sí, señor. —Le pongo los ojos en blanco y luego, sólo para calibrar su
reacción, vuelvo a intentar esa frase—. Saranghae.
—Deja de decir eso —me espeta con un giro de ojos.
—No significa buenas noches, ¿verdad? —pregunto, pero él ya se ha dado
la vuelta y se ha alejado, levantando dos dedos del medio por encima de los
hombros mientras se dirige a su propia clase. Con un suspiro, tomo asiento,
absorta en mi teléfono para no notar las innumerables miradas de mis
compañeros.
Todos son muy, muy cuidadosos de mantener sus sentimientos sobre mí
para sí mismos cuando los miembros del personal, los profesores o los
administradores están cerca.
No llevo más de cinco minutos sentada, trabajando en mi investigación
sobre Parrish, cuando llega un nuevo texto. De inmediato, me molesta. Quiero
ver a Parrish en vídeo.
Luego leo realmente el texto y el mundo entero se vuelve nebuloso a mi
alrededor.
Buenos días, princesa. Te he pedido mucho esta semana, pero no te preocupes, mi
siguiente petición es sólo para ti. Has hecho bien esta semana, aprendiendo a expresar tus
deseos y necesidades. Es importante mantener siempre la iniciativa y el control de uno
mismo y de sus subordinados.
También es importante ceder a los propios deseos.
Esto es lo que me gustaría ver a continuación de ti.
Actúa sobre tus sentimientos por Kwang-seon McKenna; haz que él actúe sobre
los suyos. Puedo verlos, tan claros como el día, incluso desde la gran distancia que hay
entre nosotros. Pero no temas, todo cambiará el domingo. Creo que estarás muy contenta.
Me quedo sentada durante varios minutos, intentando procesar lo que
acabo de leer.
107
¿Todo cambiará el domingo? ¿Cómo es eso? Es el decimocuarto día.
¿Quiere matar a Parrish? ¿Hemos tardado demasiado?
Tengo el estómago en la garganta cuando la profesora de la primera hora
comienza su clase. Pero no puedo respirar. Apenas puedo ver bien. El mundo
está nadando a mi alrededor, y me siento inestable, incluso en mi asiento, como
si fuera a caer.
Con el teléfono apoyado en mis muslos bajo el escritorio, vuelvo a leer
subrepticiamente el mensaje.
¿Actuar sobre mis sentimientos por Kwang-seon?
¿Cómo es eso? No lo entiendo. No lo entiendo en absoluto.
Creí que tenía a Justin en la mira: me está preparando para... herir a la
gente. ¿No es así? ¿No es esa la razón por la que me hizo destruir la máquina de
escribir de Tess y arruinar el auto? ¿Por qué me pidió que provocara ese
incendio? ¿Para matar al conejo blanco?
Pero... ¿actuar sobre mis sentimientos? ¿Qué carajo?
Empiezo a responderle, con cuidado de mantener mis movimientos
ocultos al profesor. Whitehall es un colegio extraño; nos animan a llevar nuestros
teléfonos encima en todo momento. La escuela incluso envía comunicados
oficiales a través de mensajes de texto. Los profesores, en cambio, te quitan el
teléfono y lo esconden por el resto del día si te pillan usándolo en clase.
Como no necesito ese tipo de complicación en mi vida en este momento,
voy despacio, levantando la vista con frecuencia e incluso levantando la mano
para responder a una pregunta que, gracias a la tutoría de Chasm, me sé de
memoria. Me lleva algo de tiempo, pero redacto cuidadosamente mi respuesta y
la envío.
Podría argumentar que ya he actuado sobre mis sentimientos. Mis sentimientos
son estos: Amo a Parrish, y me comprometí con él antes de que me lo robaras. Lo que haya
entre Chasm y yo es exactamente lo que quiero que sea.
La respuesta llega casi inmediatamente.
Ese juego pudo haber sido suficiente ayer, pero no será suficiente hoy. Actuarás
según tus sentimientos por Kwang-seon, o tomaré las medidas necesarias para limpiar lo
poco que queda de tu anterior conquista.
Las palabras escuecen; arden. Incluso antes de que el cazador de Seattle
envíe su siguiente mensaje.
Si crees que no puedo ver cada pequeña cosa que haces, piénsalo de nuevo. Si crees
que soy tan estúpido como para dejarme engañar por tonterías, ponme a prueba. Preserva
los sentimientos de un chico manteniendo al otro a distancia, y verás cómo afecta a su
salud general. Si prefieres aprender lecciones duras, mi dulce hija, entonces te las enseñaré
por los medios que sean necesarios.
Te mereces la felicidad; tómala donde puedas. Sé sincera contigo misma. Todo lo
que no sea eso me desagradará.
Levanto la mirada del teléfono, apenas registrando la lección que está
teniendo lugar justo delante de mí. La semana que viene tenemos los exámenes
finales, pero en este momento no podría importarme menos.
En cambio, acabo sentada como una estatua, con el cuerpo cincelado de
piedra e igual de inamovible.
108
En cuanto suena el timbre, me levanto de mi asiento, corriendo hacia la
puerta tan rápido que mis brillantes zapatos de vestir resbalan en el suelo de
piedra. Por suerte para mí, la clase de Chasm no está lejos de la mía, y aparece
casi inmediatamente.
En cuanto ve mi cara, sale corriendo. Sus manos me agarran por los
hombros y me alejan de la multitud, colocándome en un rincón junto a una fila
de taquillas.
—Hermanita, háblame —dice, con voz frenética. Ahora también está
temblando. El terror recorre sus facciones mientras traga con fuerza y me mira a
los ojos. La culpa y el odio a mí misma me invaden a partes iguales, cortándome
por la mitad.
Sigo pensando que esto es todo, que he tocado oficialmente fondo, que no
podría odiarme más de lo que lo hago en cualquier momento. Y sin embargo,
siempre hay más distancia para caer, siempre hay más espacio para que ese
pegajoso y sucio odio a mí misma se arrastre por mis venas como un veneno.
Le entrego el teléfono y Chasm lo toma, mirando los mensajes de texto con
un miedo agudo en sus ojos ambarinos. A medida que lee, ese miedo se convierte
en algo más, algo que reconozco bien: incredulidad.
—No —dice, devolviéndome el teléfono. Ahora tiembla con más fuerza—
. No. —Su voz es jadeante y aguda, con un toque de conmoción—. No puedo
hacerle eso. No se lo haré.
Antes de que pueda responder, Chas me toma de la mano. Me arrastra por
el pasillo y dobla la esquina, acompañándome a mi segunda clase sin darme la
oportunidad de hablar de ello. De todos modos, los dos llegamos tarde, pero no
importa.
Chasm me deja y desaparece, dejándome entrar en la sala y tomar asiento
con el corazón amenazando con salirse del pecho.
¿Actuar sobre mis sentimientos?
¿Cuáles son mis sentimientos por Chasm, exactamente?
Sé sincera contigo misma. Todo lo que no sea eso me desagradará.
Las palabras de ese texto martillean contra los lados de mi cráneo hasta
que tengo una terrible migraña, una que parece pulsar a través de los huesos
rotos de mi nariz y mis dedos, haciendo que me duela tanto que sólo quiero
romper algo. Sólo quiero decírselo al mundo, para no tener más la carga de este
secreto.
Si fuera una persona más débil, lo haría. Sería tan fácil acercarme a Tess y
darle el teléfono, explicarle todo lo que ha estado sucediendo y dejar que ella
transmita toda esa información a las autoridades. Entonces ya no sería mi
problema, ¿verdad?
Sería el maldito problema de todos los demás.
Parrish.
Cierro los ojos y pienso en la forma en que sus labios se sintieron contra
los míos, como si estuviera comunicando todas las cosas que siempre quiso
decirme a través de su beso. Pienso en el aspecto que tenía en el sótano aquel día,
con los ojos llenos de lágrimas, la mandíbula apretada, repleta de tantas
emociones que no sabía qué hacer con ellas. 109
Sobre todo, pienso en nuestros cuerpos desnudos entrelazados en su
cama, en la sensación de su polla dentro de mí, en cómo me sentía tan cerca de
él, tan completa, tan feliz.
Chica Gamer contra asesino en serie... y en este momento me están dando
una paliza.
Si mi objetivo era conseguir la máxima puntuación en este juego, estoy
fracasando estrepitosamente. En lugar de anticiparme y adelantarme a cada uno
de los movimientos de El Cazador, simplemente estoy reaccionando. Lo mejor
que he podido hacer es ganarle a Parrish una cama y la posibilidad de ser
desencadenado. Eso es todo. Pero él necesita mucho más que eso.
Quiero verlo, le respondo el mensaje. Videoconferencia conmigo para que me
asegure de que cumple con su palabra.
Sorprendentemente, mi demanda parece complacer a mi padre biológico.
De nuevo, si es que es mi padre biológico y no un loco de la calle.
Veamos cómo va el día de hoy, ¿de acuerdo? Profundiza, Mia. Pregúntate qué
quieres y luego déjate llevar. Los únicos sentimientos que debes considerar son los tuyos.
Una vez más, me paso toda la clase intentando recomponerme.
No soy una idiota.
Entiendo lo que esto significa; sé lo que El Cazador quiere.
Porque sé lo que quiero, lo que me gustaría...
He tenido estos pensamientos antes, sobre Parrish y Chasm. Si pudiera,
me quedaría con los dos. Lo sé desde hace mucho tiempo, aunque me esforcé por
negarlo e ignorarlo. El mundo no funciona así. O mejor dicho, no es como se
supone que funciona el mundo. No se supone que el chico que amas desaparezca
la noche después de perder la virginidad el uno con el otro. No se supone que
esté atado a una silla y sangrando. Definitivamente no debería tener que sufrir
todo eso mientras su mejor amigo y su novia...
Me pongo en pie tan pronto como suena la campana, sin saber si Chasm
va a venir a buscarme.
Lo hace, afortunadamente, pero no está contento con ello. Esta vez, se
abstiene de tocar mi mano en absoluto.
—Tenemos que hablar —le digo, pero no me mira. En cambio, empieza a
alejarse y yo lo sigo. Acabamos de nuevo en el baño para discapacitados. El espejo
ya ha sido arreglado, lo que no es de extrañar teniendo en cuenta la naturaleza
elitista de la escuela, pero realmente espero que Chas no vuelva a dar un
puñetazo. Todavía tiene la mano cortada y un poco hinchada.
—No lo voy a hacer —me dice, pero ya hemos pasado por esto, con la
criada y la caja. Lo hará, aunque se odie a sí mismo por cada acción que realice.
Lo mismo para mí. Estamos en el mismo barco, odiándonos tanto que nos
quemamos por dentro. Cruza los brazos sobre el pecho y sacude la cabeza con
violencia—. No puedo hacerle eso.
—Kwang-seon —empiezo a decir, y sus ojos se abren de golpe. Se acerca
a mí, y yo acabo retrocediendo hasta que me aprieta contra las brillantes baldosas
blancas que cubren la mitad inferior de la pared. Pone las palmas de las manos a
ambos lados de mí y se inclina para que nuestras bocas queden a un pelo de 110
distancia.
—No me llames por mi verdadero nombre —gruñe, enojado pero sin dar
salida a su rabia. Sólo yo. Sólo yo—. Y no te inclines hacia mí. No me hables en
coreano. No me toques. No me hagas cumplidos. No...
Mis manos suben, mis dedos se posan a cada lado de su cara. Me duele el
cuerpo en cada lugar donde nos tocamos. Estoy segura de que estoy llorando,
pero las lágrimas son silenciosas, creando huellas saladas en mis mejillas. Cierro
los ojos y me elevo hacia él, presionando suavemente mis labios contra los suyos.
Los dos estamos temblando, los dos dolidos, los dos inundados de culpa.
Se me escapa un sollozo mientras clavo mis dedos con más fuerza en las
mejillas de Chasm, presionando mi boca contra la suya de nuevo, besándolo
como he querido hacerlo desde aquel día en el lago en el que dijo "a la mierda" y
rozó sus labios con los míos.
Me apoyo en él, pero no se mueve, no profundiza el beso, ni siquiera abre
la boca para mí. Todavía llorando, todavía temblando, abro los ojos y descubro
que me está mirando. Todo en él dice que está tenso, enojado, molesto, pero no se
acerca ni se aleja de mí.
—Lo siento mucho, Parrish —sollozo, apretando aún más mi boca contra
la de Chasm, sintiendo que se ablanda ligeramente contra mí. Se retira de repente,
respirando con dificultad, con la cara rota y angustiada.
—Cuidado con tu nariz —me dice, y entonces inclina la cabeza y desliza
sus labios contra los míos. Su lengua empuja mi boca, animándome a abrirme
para él. Es tan hábil en esto, tan experimentado, que inmediatamente deduzco
que debo de haberme equivocado con lo de la virginidad. Chasm... podría estar
diciendo la verdad sobre su habilidad para las citas.
Se hace cargo de la interacción, trabajando su lengua contra la mía,
tomando mis labios como si me probara, como si me bebiera y absorbiera mi
propia esencia. Yo hago lo mismo, permitiéndome saborearlo tras el muro de
culpa que he construido a mi alrededor.
El Cazador me ha dado pocas opciones en el asunto.
Lo sé.
Chasm lo sabe.
Es la forma más exquisita de tortura, que te den algo que deseas tanto,
pero a un costo demasiado grande para tragarlo. Parrish es el que pagará este
costo, al que más le dolerá, y a su vez, Chasm y yo haremos daño.
Bien jugado, imbécil, pienso en El Cazador, deslizando mis manos a lo largo
de la mandíbula de Chasm hasta descansar en su sedoso cabello. Si esto fuera
una partida de ajedrez, estaría en jaque. Pero, ¿hay alguna forma de salir de esto?
¿Puedo mover mi pieza? ¿Capturar la suya? Si esto fuera un videojuego, y me
quedara la última vida, ¿podría averiguar cómo conseguir otra? ¿Cómo ganar
más puntos? ¿Cómo superar el nivel?
Mis dedos juegan con el cabello de Chas, haciéndolo girar alrededor de
mis dedos, mientras él acerca su boca a la mía, con un profundo gemido en su
pecho que parece reverberar en las propias moléculas de aire que nos rodean.
Puedo sentirlo en todo mi cuerpo, aunque sólo me toca en un lugar. Sus labios
siguen trabajando diligentemente contra los míos, su lengua profundiza, los
sonidos masculinos de su garganta son más roncos y desesperados. 111
Sin embargo, no mueve las manos de su posición contra la pared. En
cambio, parece hacer todo lo posible para mantener esa distancia entre nosotros.
Mis propias manos bajan a los hombros de Chasm y es entonces cuando él
se retira, con la boca brillante por haberme besado. Se aleja, retira mis manos y
las empuja contra mi pecho. Los dos respiramos con dificultad, los rostros
enrojecidos y los labios hinchados.
—Esto no está bien —dice, pero casi como si estuviera suplicando—.
Parrish es mi mejor amigo. Siempre ha estado ahí cuando lo he necesitado,
siempre. Está sufriendo, y está solo, y... joder. Hermanita, esto es... —hace un
gesto entre nosotros con un solo dedo—, esto es tan jodido. Es tan jodido.
—Lo sé —digo, poniéndome la mano sobre la boca y cerrando los ojos. No
puedo evitar sentir que esto es culpa mía. Si no... si no hubiera desarrollado
sentimientos por Chasm, la directiva de El Cazador tendría poco poder. Si no
hubiera hecho esos sentimientos tan malditamente obvios, podría no haber visto
la oportunidad—. Lo siento mucho. Lo siento.
Chasm vuelve a golpear la pared con la palma de la mano, tan fuerte que
el azulejo se resquebraja. Abro los ojos para mirarlo, su cara vuelve a estar a
escasos centímetros de la mía.
—Esto no es tu culpa, hermanita. En absoluto. No te atrevas a culparte por
esto. —Se aleja de mí, se endereza la americana y suelta un largo y lento suspiro.
Me doy cuenta de que sus pantalones vuelven a estar ligeramente abultados. Se
queda mirando el bulto durante un minuto antes de volver a mirarme—. No
puedes sentirte más culpable que yo.
Me tiende la mano y doy un paso adelante para tomarla. Nuestros dedos
se entrelazan y luego me arrastra de nuevo, mirándome con una expresión a
partes iguales de esperanza y de dolor. Le gusto —eso era obvio desde los
girasoles— pero ambos sabíamos que nunca, jamás, podríamos actuar en
consecuencia. Sobre todo, mientras Parrish estuviera desaparecido.
¿Y ahora? Todas esas barreras se han derrumbado. En su lugar, fuerzas
invisibles nos acercan aún más.
—Me odio a mí misma, Chasm —admito, y él me dedica una casi sonrisa
como respuesta. Sin embargo, es demasiado amarga para ser realmente una.
—¿Cómo puedes decir eso? ¿Cuántas personas se desvivirían por salvar a
un tipo al que sólo conocen desde hace tres meses? ¿Quién los trató como una
mierda durante la mayor parte de ese tiempo? Dakota, es tu compasión y empatía
lo que te está metiendo en problemas. Es porque eres una buena persona que estás
sufriendo. —Me acerca aún más, apretando mis dos manos entre las suyas pero
teniendo cuidado de evitar mis dedos rotos.
Su expresión se convierte en algo extrañamente tierno, y me encuentro
mirando hacia otro lado. Sigue hablando, su voz es un eco tranquilizador en la
pequeña habitación de azulejos.
—Pero no importa porque no soy una buena persona. Hago el esfuerzo,
pero la necesidad de ser cruel, el deseo de herir, de dominar, de someter a los
demás... lo siento en mí. Si tengo que dirigir esa energía y ese enfoque para
mantenerte a salvo, entonces lo desataré con orgullo.
—No sabes ni lo que dices —susurro, pero él me frota las palmas de las 112
manos con sus pulgares y me hace temblar igualmente.
—Seguro que sí. Intenté mantener las distancias contigo porque no quería
herir a Parrish. Bueno, ahora me dicen que si no actúo según mis deseos, él saldrá
herido. Peor que eso, morirá. Que la culpa caiga sobre mí por esto. Que sea mi
culpa. —Me da un último apretón antes de soltarme las manos y abrir la puerta
del baño.
No entiendo muy bien lo que quiere decir, pero espero que esto sea
suficiente.
Incluso mientras mi corazón canta con culpa, mientras rebosa de odio a sí
mismo, una pequeña, diminuta parte de mí se siente cálida.
Y me odio aún más por notarlo.
Cuando salgo al pasillo para comer, veo a Danyella. Se da cuenta de mi
presencia y sus ojos se abren de par en par, pero no puede alejarse de mí lo
suficientemente rápido.
—Por favor, no huyas de mí —le digo, intentando agarrarla del brazo. Me
lo arrebata y sale corriendo por el pasillo tan rápido que tengo que decidir si
correr tras ella y arriesgarme a que Chasm no me encuentre, o dejarla marchar.
Elijo esta última opción y me retuerzo las manos cuando me doy la vuelta
y lo encuentro caminando hacia mí con un propósito furioso.
—Hermanita, vamos. ¿Quieres que te vuelvan a tirar por el patio del tercer
piso? —Le doy una mirada, pero no hay disculpa en sus ojos. Ahora está muy
serio.
Ese teléfono olvidado por los dioses zumba en mi bolsillo, y Chas y yo
intercambiamos una mirada mientras lo saco y lo enciendo.
Si quieres ver a Parrish, tendrás que hacer algo mejor que eso. Un tibio beso apenas
satisface esos enfermizos deseos que albergas. Te doy hasta el domingo para que me
impresiones. Por favor, no me hagas alterar mis planes, princesa. He trabajado mucho
para conseguir estos objetivos.
Estudiamos juntos el texto y Chas maldice en coreano.
No he podido asimilar el significado de ese mensaje en particular. En
cambio, estoy atrapada en otra cosa. En varias cosas, en realidad.
No hay cámaras de seguridad en el baño para ser hackeadas y observadas.
Chasm no llevaba su teléfono encima. Mi teléfono estaba dentro de mi bolsillo.
En el mejor de los casos, si El Cazador me estaba observando a través de la
tecnología —como sospeché desde el principio— podría haber oído el más
mínimo crujido. Nada de lo que Chasm o yo nos dijéramos delataría el hecho de
que nos estábamos besando y sólo besando, un beso tibio para ser exactos.
Entonces, ¿cómo podría saber eso? ¿Cómo podría saberlo?
Mi mano se desliza por la correa de mi bolso y choca con el broche de
metal con forma de corazón que me regaló Tess. Lo miro fijamente y ocurren
varias cosas a la vez. Es como si hubiera una avalancha en mi cerebro, como si
acabara de descubrir cómo evitar que ese jaque se convierta en un jaque mate. 113
Y no es moviendo a mi rey.
Es atacando con mi caballo.
Miro a Chasm, siempre el caballo del príncipe de Parrish. Ahora, es el
caballo de mi reina. Que la culpa caiga sobre mí por esto.
—¿Qué? —pregunta, parpadeando y esperando una explicación—. Tienes
esa mirada. ¿Qué acabas de descubrir?
Llevo mucho tiempo buscándote, mi dulce princesa.
En esta caja, encontrarás mi corazón. Llévalo siempre, o lo romperás.
No estoy seguro de que ninguno de nosotros sobreviviera a eso.
Esa es la nota que encontré con este broche, dentro del cajón de mi mesita
de noche. Es un regalo que Tess nunca me mencionó. Por supuesto, en ese
momento, no pensé en ello. ¿Cómo iba a hacerlo? Acababa de conocer a Tess. Me
había regalado la pulsera de tenis, y ya me parecía extraño su comportamiento.
Más tarde, en mi cumpleaños, me puso el sobre rosa en la mano y se marchó,
para no volver a mencionarlo.
No parecía del todo descabellado que dejara un regalo y una nota como
ésta.
La llave maestra.
¡¿Cómo he podido olvidar la llave maestra?!
Vuelvo a mirar a Chasm.
—Tengo que pasar por mi taquilla —le digo, haciendo lo posible por
mantener la voz neutra. No puedo delatar el hecho de que lo sé. Uno, no estoy
segura de si esa nota constituye una orden. Si lo es, y tiro la cámara, Parrish
podría sufrir. Dos, ahora es una herramienta en mi caja. Hay muchos lugares en
el mundo donde los ojos que todo lo ven de la tecnología se pueden ocultar por
un breve momento.
Tess se ha llevado todos mis aparatos electrónicos. En este momento, sólo
tengo los teléfonos: el que ella me dio y el de Maxine. Si tengo cuidado de dónde
uso y coloco esos artículos, y muevo estratégicamente la bolsa con el broche de
corazón donde la necesito, puedo orquestar las cosas específicamente para que el
Cazador las vea.
—De... acuerdo —dice Chasm, lanzándome una mirada extraña. Pero de
todos modos me acompaña por el pasillo, esperando pacientemente mientras tiro
mi bolsa así como mi teléfono dentro de mi casillero. Le dirijo una mirada,
alargando la mano derecha para agarrar también su teléfono. Con una lenta
reticencia, extrae su propio teléfono y me lo da para que lo guarde dentro.
—Parrish mencionó el laberinto de setos —empiezo a decir, y los ojos de
Chasm se abren de par en par. Ves, va un paso por delante de mí en un tema
mientras que yo voy un paso por delante de él en otro. Mi suposición es que,
como el laberinto de setos cerca de la entrada lateral de la escuela es un lugar de
encuentro popular, no debe haber cámaras allí.
—Uh, sí —dice, sacudiendo la cabeza—. Sólo necesito recoger algo muy
rápido. —Se acerca un poco a su taquilla —no he visto al tipo tocar su taquilla ni
una sola vez en todo el tiempo que he ido a la escuela con él— y la abre,
rebuscando algo y metiéndoselo en el bolsillo de la americana—. Vamos. 114
Bajamos las escaleras y salimos por la puerta lateral, donde me suelen
recoger y dejar.
Sin dudarlo, Chas salta por encima del borde del patio de piedra y aterriza
en la hierba, acercándose para ofrecer su mano. La tomo y aterrizo con un oof a
su lado, enderezando mi falda y esperando como el demonio que no tengamos
mucha compañía allí abajo.
Me guía entre dos grandes estatuas cerca de la parte delantera del
laberinto y luego se adentra en él. Después de una buena docena de vueltas, estoy
oficialmente perdida.
—Espero que sepas cómo salir de aquí —digo, dejando que mis dedos
rocen las hojas de las "paredes" a ambos lados de mí—. Supongo que no hay
cámaras aquí fuera —pregunto mientras Chasm se detiene en un callejón sin
salida. La zona circular del jardín está bordeada de columnas blancas, con una
pileta para pájaros en el centro, rodeada de flores en plena floración.
Chas se vuelve para mirarme.
—No hay cámaras —acepta, estudiándome. Su expresión parpadea
brevemente, como si estuviera desgarrado por la indecisión.
—Perfecto —digo, exhalando y levantando la mano para apartar mi
cabello de la cara—. Acabo de darme cuenta de que el broche de corazón de mi
bolso no es sólo de El Cazador, sino también es una cámara.
—¿Qué? —suelta Chasm, dando un paso más hacia mí. Mis ojos se dirigen
a los suyos, encontrándolo con los ojos muy abiertos y jadeando. Sus hombros se
agitan con su pesada respiración y sus manos se cierran en apretados puños—.
Por eso... ah, mierda.
—¿Por qué, qué? —pregunto, frunciendo el ceño mientras sus ojos
ambarinos se deslizan hacia un lado.
Luego recuerdo el contenido real del texto.
El beso... no fue suficiente.
Se me corta la respiración y doy un paso para alejarme de él, chocando la
espalda con una de las columnas de piedra blanca que rodean el borde del claro.
El sol brilla con fuerza, pero las paredes del laberinto proyectan profundas
sombras sobre la pequeña y bonita zona ajardinada; ahora estoy de pie en una de
esas sombras, mirando a Chasm e intentando no sentir todas las cosas horribles
que estoy sintiendo.
Me muevo ligeramente, frotando mis muslos.
Frunce los labios un momento y luego desliza la lengua por el labio
inferior para rozar uno de sus piercings.
—Mmm —dice Chas, estudiándome mientras lo miro fijamente. Murmura
varias cosas en coreano y luego me mira directamente—. A la mierda.
Se adelanta y me atrapa entre sus brazos, dejando caer su boca no sobre la
mía, sino sobre mi cuello. Sus labios rozan mi punto de pulso y su lengua sale
para saborear la débil salinidad de mi piel. Mis propias manos me traicionan,
imitando a mi corazón rebelde, al apretar con el puño la parte delantera de la
americana de Chasm, atrayéndole más hacia mí, animándolo a ser el malo de la
película, tal y como él me ha pedido.
Mi caballero oscuro.
115
El caballero oscuro de Parrish.
Aunque tenga que hacer cosas horribles para mantener su título.
Chasm lame y besa el costado de mi cuello, sus propios sonidos de placer
imitan los míos. Si se excita tanto con solo tocarme, ¿cómo se pondrá cuando yo
lo toque?
Mis manos desabrochan el botón de la americana de Chas y luego tantean
los botones de su camisa. Suelta un gemido profundo, casi agónico, cuando por
fin atravieso su ropa, presionando con las yemas de los dedos su tenso vientre y
arrastrándolos luego hasta su pecho.
Deja caer sus propias manos hasta sus pantalones, desabrochándolos con
frenética eficacia antes de meter la mano en el bolsillo y sacar el objeto de su
taquilla.
Es un condón.
Un puto condón.
Como el puñado que nos dio a mí y a Parrish ese día. Parrish. Aunque ese
trocito traidor de mi corazón baila de alegría al poder explorar por fin mis
sentimientos por Chasm, el resto de mí se rompe y se hace añicos.
Ese día me desmoronó; me transformo en una persona diferente.
No estoy segura de que sea una persona que me pueda gustar de verdad.
Soy una tramposa. Estoy engañando a Parrish. Estoy traicionando a
Parrish.
Pero lo hago para salvar su vida.
Chasm abre el envoltorio del condón y hace rodar con cuidado el látex
lubricado por su eje mientras yo lo observo, jadeante y temblorosa, con mis
manos aún en su pecho. Lo hace con facilidad, como si fuera algo que ya hubiera
hecho antes. Pero entonces levanta la vista y me mira a los ojos con una mirada
tan poderosa que casi me hace tambalear.
—Tenías razón —dice, con una voz ronca y oscura, tan diferente a la que
había escuchado antes.
—¿Verdad? —respondo, con mi propia voz extraña y rasposa—. ¿Sobre
qué?
—Sobre mí. Soy... soy virgen. —Chasm se limita a mirarme fijamente
mientras yo le devuelvo el parpadeo con incredulidad.
—La forma en que besas, la forma en que... —Me detengo y señalo su
polla. La tiene en la mano derecha, el preservativo se desliza por sus dedos
mientras la aprieta un poco y luego exhala con fuerza.
Sin decir nada más, Chasm desliza sus manos hacia arriba y bajo los
pliegues de mi falda, y sus dedos se enroscan en la cintura de mis bragas. Me las
baja de un tirón y yo lo ayudo, viendo cómo se pone en cuclillas y me las quita
de un pie y luego del otro.
Se levanta de nuevo y me rodea, me agarra por el culo y me levanta con
una fuerza sorprendente. Mis piernas lo rodean mientras él presiona el peso
combinado de nuestros cuerpos contra la columna. Nuestras bocas chocan y yo
le rodeo el cuello con los brazos, lo acerco y jadeo contra sus labios mientras él
mete la mano derecha entre nosotros.
Chasm se dirige a ese calor húmedo y doloroso entre mis muslos, y tengo 116
un repentino y horrible recuerdo de Parrish en esta misma posición. Sin previo
aviso, Chasm empuja hacia delante, introduciéndose dentro de mí tan
profundamente que me olvido de cómo respirar durante un minuto.
Lo único que puedo hacer es aferrarme a él, aferrarme a su chaqueta, a su
cabello. Me duelen los dedos rotos, pero no tanto como ese punto doloroso entre
mis muslos. Todo es nuevo de nuevo, y estoy en caída libre. Estoy tan llena de
emociones que no sé qué hacer con ninguna de ellas.
Una parte de mí quiere llorar, otra quiere reír. El resto de mí se entrega a
ese calor desbordante, a la tensión que se ha ido tensando cada vez más con el
paso de los días. Chasm ajusta sus manos para tener un agarre firme y duro en
mi culo, y entonces empieza a moverse, golpeando nuestras pelvis contra la
columna.
Está tan caliente, apretado contra mí de esa manera. Lo aprieto aún más,
acerco mi cara a su cuello y lo hago gemir. Gira ligeramente la cabeza, acercando
sus labios a mi cabello, y dice cosas maravillosas y dulces en coreano.
Me tiemblan las piernas mientras las mantengo envueltas en él lo mejor
que puedo, el placer me hace sentir débil y sin huesos. Ojalá estuviéramos en
casa, en una cama juntos, con todo el tiempo del mundo para explorar. Como hice
con Parrish.
Lanzo ese pensamiento tan lejos y con tanta fuerza como puedo, haciendo
chocar mi pelvis contra la de Chasm. Se siente tan bien que me cuesta recordar
que ahora mismo estamos en el puto instituto, que estamos en un laberinto de
setos donde cualquiera podría entrar y vernos.
Que estamos engañando a Parrish.
Que estamos haciendo esto por el capricho de un asesino en serie.
Nada de eso importa tanto como la sensación de las yemas de sus dedos
clavándose en mi culo, la plenitud dentro de mí donde nuestros cuerpos están
apretados, la forma en que su aliento me abanica el cabello cuando gime con cada
empuje. Chas me lame la oreja, me murmura en coreano y me acerca todo lo que
puede a él.
Levanto la cabeza, presionando mi propia boca contra el costado de su
cuello, lamiendo, chupando y mordiendo de tal manera que sé que ambos vamos
a luchar por ocultar las marcas. Sin embargo, no puedo parar. Mi boca
hambrienta lo saborea antes de girar la cabeza y encontrar sus labios esperando
para encontrarse con los míos.
Nuestros cuerpos se mueven y se retuercen, presionándose el uno al otro,
reclamándose mutuamente.
—Dime lo que necesitas —dice finalmente Chasm en español. Estoy
bastante seguro de que primero hizo esa misma pregunta tres o cuatro veces en
coreano antes de recordar que aún no hablo su idioma—. Qué necesitas,
Herman...
Se impide terminar ese apodo con visible esfuerzo.
Después de esto no podrá volver a llamarme así, ¿verdad?
—Mi... mi clítoris —consigo decir, aunque es vergonzoso y reconozco que
es un poco raro estar diciéndole a Chasm que me toque así. Se supone que somos
amigos. No... en lo que se está convirtiendo esto.
Se aparta de la columna, cogiendo todo mi peso entre sus brazos y luego 117
nos mueve unos pasos hasta el césped. Chas se arrodilla antes de presionarme
contra el césped con su cuerpo. Se ajusta a sí mismo para estar un poco más alto
de lo necesario, utilizando cada movimiento de sus caderas para deslizar su eje
hacia abajo y dentro de mí.
El movimiento es lo justo para estimularme donde más lo necesito.
—Así, Dakota —susurra Chas, moviéndose más deprisa, con una
respiración más rápida y entrecortada. Se le forman pequeñas gotas de sudor en
la frente mientras nos acercamos el uno al otro al límite, mis manos agarrando
desesperadamente la parte trasera de su chaqueta, como si intentara acercarlo y
al mismo tiempo alejarlo.
El placer llega a su punto álgido y luego se rompe, y todo mi cuerpo se
pone completamente rígido. Mis dedos se clavan en la espalda de Chasm cuando
me suelto, estremeciéndome mientras la intensidad del clímax me invade. Es casi
demasiado. Casi quiero que se detenga. Pero se apodera de mí de todos modos y
me hunde.
Inconscientemente, reconozco a Chasm gimiendo profundamente, su
cuerpo tan rígido como el mío, mientras presiona dentro de mí con la suficiente
fuerza como para clavar mi culo en la suave tierra. Empuja un par de veces más
y luego se desploma, logrando apenas sostener su peso sobre los codos.
—Mierda —gime Chasm, dejando caer su cabeza contra mi hombro. Estoy
casi conmocionada debajo de él, mirando el cielo azul con sus nubes blancas y su
sol casi molesto. En algún lugar de la distancia, oigo el timbre que indica el final
del almuerzo.
Vamos a llegar tarde a clase.
Chasm retrocede, mirándome como si quisiera comprobar que estoy
realmente bien con esto. Lo que ve parece asustarle un poco.
—Hermanita —exclama, y luego se encoge visiblemente—. Dakota. ¿Estás
bien?
—Estoy... —empiezo a decir, tomando una respiración aguda cuando
Chasm se aleja de mí. Mi cuerpo se siente casi instantáneamente frío y despojado,
y odio eso. Odio que me gustara estar con Chasm tanto como me gustaba estar
con Parrish—. Estoy bien.
Se aparta de mí para quitarse el preservativo, atándolo y luego, con un
leve respingo, lo mete en el bolsillo de su americana.
—Voy a ir al infierno —murmura de nuevo, igual que el día que
entregamos la caja—. Sí. Hasta el fondo del pozo de fuego. —Chasm se vuelve
de nuevo hacia mí, extendiendo una mano para ayudarme a levantarme.
Casi no quiero tocarlo. ¿Qué pasará si lo hago? ¿Volverá a encender todo
ese fuego? O simplemente me ahogaré en mi propia culpa.
Dejando a un lado esos pensamientos, alzo la mano y la tomo. Me levanta
con tanta fuerza que tropiezo con él, con las manos en el pecho y sus ojos
ambarinos mirándome.
—Yo... —Empieza, pero luego su voz se corta y volvemos a mirarnos
fijamente—. Mierda, esto es raro.
—No tiene por qué serlo —susurro, enroscando los dedos en su camisa de
vestir desabrochada. El brazo de Chasm me rodea la cintura y me acerca.
Acomoda su cabeza contra mi cabello y me doy cuenta, con una repentina y 118
aguda puñalada de miedo, de qué es exactamente lo que está mal.
El hecho de que no es en realidad extraño en absoluto; se siente muy
natural.
—Esto me gusta demasiado —murmura contra mí, con su brazo rodeando
aún más mi cintura—. Puede que ahora sea una orden de El Cazador, pero... ¿y
si no quiero renunciar a esto?
No tengo respuesta a esa pregunta.
—Además... no he traído la cámara pin ni mi teléfono con nosotros.
Aunque esa idea es reconfortante en muchos sentidos, también significa que El
Cazador no sabrá lo que hemos hecho. No verá que hemos llevado las cosas más
allá de un beso.
Acabamos de traicionar a Parrish para salvarlo, y aun así no hemos
ofrecido ninguna prueba de todo ello.
Jodidamente fantástico.
119
Tess está furiosa porque he llegado tarde a la quinta hora. Al parecer, el
sistema automatizado que llama a los padres cuando los estudiantes son
marcados como ausentes se activa a los diez minutos de clase, enviando un
mensaje de texto al número registrado. Yo, por desgracia, llegué quince minutos
tarde.
Entre recuperar mis bragas, peinarme con los dedos y sacar la hierba de
mi uniforme, tuve suerte de haber llegado a clase. Me senté allí, temblorosa y
desorientada, y completamente desinteresada en todo lo que no fuera el recuerdo
de lo que acababa de hacer.
Ahora estoy sentada en el auto deportivo de Chasm —en el asiento trasero
por elección— y deseando que Kimber no esté charlando en la parte delantera.
Chas nos pide bebidas en un autoservicio, y sus ojos se dirigen al espejo
retrovisor de vez en cuando para mirarme.
Me resulta difícil mirarlo, así que no le devuelvo el favor, mirando
fijamente mi teléfono e intentando encontrar una forma de... hacer saber a El
Cazador lo que ha pasado de una forma que implique que no soy consciente de
que no pudo vernos en el laberinto.
¿Eres feliz ahora? Fue una de las cosas más difíciles que he hecho.
Ser honesta no puede hacer daño en este escenario, así que dejé que fluyera
algo de esa ira cruda.
Me has convertido en una tramposa. De tal palo, tal astilla, supongo.
Las palabras salen volando de la punta de mis dedos antes de que pueda
replantearme la estrategia de insultar activamente al hombre que tiene la vida de
Parrish en sus manos. Afortunadamente, parece funcionar bastante bien.
¿Tu madre te ha contado lo que ha pasado entre nosotros? pregunta, y entonces
entra una petición de videochat. 120
Joder.
¡No!
—¡Frena! —le digo de golpe, y Chasm se sobresalta un poco, sacudiendo
el volante al corregir en exceso, y luego nos dirige a un lado de la carretera. Me
quito el cinturón de seguridad y me abalanzo sobre la puerta del conductor
mientras Chasm se aparta para dejarme salir—. Mantén a Kimber ocupada —
susurro, alejándome a trompicones del auto y respondiendo a la llamada.
Parrish está sentado en el borde de la cama, con una botella de vino en una
mano. No estoy segura de cómo ha sacado el corcho, pero se la lleva a los labios
y bebe un poco mientras lo observo. Hoy parece un poco mejor, pero es imposible
pasar por alto el desastre en que se ha convertido su pecho. Es una franja
sangrienta de cicatrices, algunas de ellas supurantes, otras oscuras con costras.
Sus hermosos ojos marrones están apagados y vidriosos, y la botella de
vino parece pesar un millón de kilos cuando se la lleva a sus exuberantes labios.
Como si sintiera que lo estoy observando, Parrish levanta la mirada hacia la
cámara. Se me corta la respiración y mis ojos brillan con lágrimas no derramadas.
Hoy lo he traicionado de la peor manera posible.
Me he convertido en una de las cosas que más odio en el mundo: una
tramposa.
Con esa lenta y perezosa indolencia que he llegado a amar y esperar,
Parrish levanta una sola mano tatuada y apaga la cámara.
—Vete a la mierda, imbécil cobarde —gruñe, lanzando la botella de vino
contra la pared con tanta fuerza que se hace añicos. Parrish se da la vuelta y
vuelve a meterse en la cama, tapándose la cabeza con las mantas para no ser visto.
La llamada termina y me quedo sentada en el arcén, mirando una pantalla
oscura.
Chasm se acerca después de unos minutos para ver cómo estoy.
—No es fácil de engañar, lo reconozco —ofrece, agachándose a mi lado—
. ¿Pudiste... funcionó?
¿Funcionó? Eso es lo que es ahora, un "eso", un experimento. Eso es lo que
tiene que ser, para que cualquiera de nosotros siga sintiéndose humano. No
podemos admitir que hemos tenido un polvo caliente, y que a los dos nos ha
encantado, y que me estoy preguntando cómo no sería dormirse en el cálido
círculo de los brazos de Chasm.
—Tienes suerte —susurro, usando el tráfico que pasa como cobertura para
nuestra conversación. Lo último que necesito hacer hoy es enojar a Kimber. Ella
es despiadada en sus mejores días. ¿En los peores? Ni siquiera quiero saberlo—.
Puede que no necesites tener sexo conmigo nunca más.
Chasm no responde a eso, y me apresuro a llenar el silencio, sólo para
asegurarme de que no tenga la oportunidad.
—Parrish tiene mucho mejor aspecto. Estaba levantado y moviéndose,
bebiendo una botella de vino. —Estoy a punto de sonreír, pero la expresión se
va—. Incluso ha apagado la cámara y ha tirado la botella contra la pared.
Chas suelta una aguda exhalación y gime de alivio. El sonido es
demasiado parecido a los que hizo conmigo en el laberinto, y me muevo 121
incómoda.
—Gracias, joder —murmura, poniéndose en pie y ayudándome a
levantarme de nuevo. Esta vez no tira tan fuerte de mi mano y no acabo cayendo
sobre su pecho. Sin embargo, su mano permanece sobre la mía hasta que la retiro
con mucho cuidado y la acuno contra mi pecho. Chas frunce el ceño y me mira
por un momento—. ¿Segura que estás bien? —Duda brevemente, volviendo la
vista hacia el auto para asegurarse de que Kimber sigue ocupada con su teléfono
antes de volver a dirigirse a mí—. Porque pareces... ausente.
Le doy una mirada.
—He engañado a Parrish hoy, Chas. Yo... Él está sentado en una maldita
cámara de tortura esperando ser rescatado, y yo me acosté con su mejor amigo.
Las fosas nasales de Chas se agitan y un músculo de su mandíbula se
mueve con rabia. Noto que aprieta y suelta las manos a los lados. Sus ojos me
miran con un brillo totalmente diferente al de antes.
—¿Es eso realmente? —pregunta mientras lo miro boquiabierta.
—¿Qué quieres decir con que es realmente eso? Es todo, Chasm. Tú mismo
lo has dicho: está más que jodido.
Exhala, haciendo que su cabello amarillo y negro se agite un poco contra
su frente.
—Lo entiendo. Lo entiendo. ¿Pero qué otra cosa íbamos a hacerlo? ¿Dejar
morir a Parrish por decoro? —Chasm da un paso más hacia mí, pero no tengo
dónde retroceder ya que no me interesa en absoluto meterme en el tráfico y que
me atropelle un auto—. Prefiero que esté vivo y con el corazón roto a que lo
corten en rodajas y lo tiren en un campo.
Me estremezco un poco ante eso. Sé que Chasm tiene razón. Lo sé. Hicimos
lo que había que hacer. Esa no es la parte que me molesta.
Decido decírselo.
—¿Tenemos alguna otra opción válida? No. Pero yo... —empiezo de decir,
haciendo una pausa y volviendo a correr hacia el auto. Me inclino en el asiento
trasero, metiendo mi teléfono en el bolsillo de mi bolsa de libros. Kimber me mira
con extrañeza, pero aún no he decidido exactamente cómo explicar todo esto.
Vuelvo a acercarme a Chasm, lo agarro de la mano y lo alejo de la carretera
para acercarme a la valla que bordea un campo verde a mi derecha.
—No llevamos ningún teléfono al laberinto —le explico, él parpadea. El
caso es que es tan inteligente como yo. Más inteligente, en realidad. Nuestras
mentes funcionan un poco diferentes a veces, pero en general, él es el más
inteligente de los dos. Él verá a dónde voy con esto—. Ah, y también... olvidamos
el broche del corazón en mi bolso, el que es una cámara.
Se queda parado un segundo, atando cabos.
—¿Cómo te has dado cuenta de eso? —cuestiona, y yo suspiro, levantando
la mano para frotarme la cara. Deberíamos ponernos en marcha. Como dije, Tess
está furiosa porque llegué tarde al quinto periodo. Hablando de periodos, le dije
que el mío había empezado y sangrado por todas partes y que por eso había
llegado tarde. Pareció aceptarlo de buena gana, pero no está contenta conmigo.
Le explico a Chasm mis ideas sobre el broche del corazón y por qué creo
lo que creo. Me escucha atentamente y luego aprieta la mandíbula en señal de 122
comprensión.
—No le dimos a El Cazador pruebas de que habíamos seguido sus
instrucciones —ofrece Chasm, y luego suspira con fuerza—. ¿Cómo lo
convenciste de lo contrario?
—Me hice la tonta —explico, encogiéndome de hombros y metiendo las
manos en los bolsillos de la americana, como si este momento no fuera uno de
los más significativos de toda mi vida—. Básicamente le pregunté si disfrutaba
convirtiéndome en una tramposa. —Miro las puntas de mis brillantes zapatos de
vestir—. Se lo creyó. —Manteniendo mi atención en el suelo, hago lo posible por
explicarme ante Chasm. Se merece entender la situación desde mi punto de
vista—. Me alegro de que haya funcionado, pero si realmente lo hacíamos sólo
por Parrish, debería haber sido más consciente de la situación. En cambio, me
dejé perder en ti.
Chasm no dice nada. De hecho, se queda completamente quieto; creo que
incluso podría estar conteniendo la respiración.
Cuando finalmente lo suelta, hay una agonía en el sonido que no esperaba.
Obligo a mis ojos a levantarse para encontrar su mirada.
—Parrish es... es una buena persona —explica Chasm, metiendo sus
propias manos en los bolsillos de su americana e imitando mi pose—. Tiene
sentido que lo hayas elegido a él. Es que no puedo evitar querer lo que quiero,
Dakota. Ni siquiera me importa que sea el segundo lugar. De alguna manera, eso
no importa.
Sacudo la cabeza con violencia, porque no puedo permitir que se lo crea,
ni por un solo segundo.
—Él fue la persona que conocí primero, esa es la única diferencia, lo único
que se interpone entre él y tú. Los dos me importan lo mismo. Me di cuenta de
eso incluso antes de acostarme con él.
Chasm cierra los ojos y deja caer la cabeza hacia atrás. Mis ojos se fijan en
la fuerte columna de su cuello, en los piercings de los labios a ambos lados de su
boca llena y en su cabello, que capta la luz del sol y brilla con un color negro
azulado. Siento una fuerte presión en el pecho, me duele.
—Podríamos estar siguiendo órdenes, pero me gusta demasiado. Ese es el
problema. No tú. No lo que hicimos. Sólo... Parrish.
Vuelve a bajar la barbilla y abre los ojos para mirarme.
—Si sigues hablándome así, Dakota Banks, voy a olvidar que todo esto es
un espectáculo.
Chasm se va hacia su auto y yo lo sigo.
—¿Qué demonios ha sido todo eso? —pregunta Kimber mientras subo, y
Chasm reajusta su asiento.
—Fue Lumen —digo, y lo dejo así. Kimber sabe que me dieron una patada
en el culo. Todos los estudiantes de Whitehall lo saben. Eso parece satisfacerla lo
suficiente como para que me deje en paz.
Vuelvo a mirar mi teléfono y luego miro por la ventana, mi mente se
desvía hacia Parrish.
Prometí que haría cualquier cosa para salvarlo. En este punto, he ido 123
demasiado lejos para volver atrás ahora.
Seguiré adelante hasta que esté aquí, y me abrace, y entonces podré
contarle todo lo que ha pasado.
Esperemos que pueda encontrar en su corazón la forma de perdonarnos.
131
Varias horas más tarde, me despierto tirada en la cama. Mi teléfono —el
que se supone que Tess no conoce— está agarrado en mi mano y me maldigo por
mi descuido. No recuerdo haberme dormido, en algún momento entre la
realización de ese vídeo y el seguimiento de varias buenas pistas para obtener
información sobre la llave.
La marca en el lateral es, aparentemente, una marca de fabricante.
Nuestra llave en particular está etiquetada con la palabra Avant. Al
parecer, se trata de un fabricante bastante famoso de principios del siglo XX.
Algunos de mis seguidores señalaron el hecho de que la llave en sí es un poco
irregular, lo que probablemente significa que fue hecha a mano en lugar de
creada en una fábrica. Eso ayuda a datarla un poco.
En resumen, la llave es vieja como la mierda.
He cruzado las referencias de las casas que encontramos en Medina que
tenían bodegas para ver si alguna de ellas fue construida antes de 1940.
Ni uno sola lo era.
Finalmente, llegué a mi cama y me desplomé, con la intención de seguir
investigando en mi teléfono. Debo haberme quedado dormida. Chasm parece
haberse ido, y ninguno de nosotros vio ni un pelo de Maxx desde que desapareció
antes.
La habitación está a oscuras, pero puedo ver la ciudad brillando en el lado
opuesto del lago.
Me levanto a la fuerza y me dirijo al baño para ocuparme de mi periodo.
Cuando llega el momento de decidir qué tipo de producto femenino quiero usar,
elijo una copa menstrual, actuando como si no me diera cuenta o me importara
que en el paquete se anuncie la oportunidad de tener relaciones sexuales sin
problemas. 132
Una vez que me he aseado, vuelvo a mi habitación y veo que no estoy sola.
Chas está sentado en mi cama, mirando su regazo. Me mira cuando entro,
y sus bonitos ojos dorados captan la poca luz que se filtra desde el exterior.
—¿Qué haces aquí? —pregunto, y aunque parece muy dolido, se levanta
y se acerca a mí. Pone las manos a ambos lados del marco de la puerta y se inclina
hacia mí, imitando su postura de antes en el baño.
—¿Sabes por qué estuve aquí ese día? —pregunta, y no necesito aclararlo.
Sé exactamente a qué día se refiere: el día que me acosté con Parrish—. ¿Por qué
traje esos malditos girasoles?
—¿Por qué haces esto? —pregunto, sintiendo que empiezo a temblar. Sé
lo que tenemos que hacer. Está bastante claro que nuestro adversario es un
hombre inteligente y perspicaz. También está jodidamente loco. Parece absurdo
que me pida que haga algo así, que le importe. Pero tratar de descifrar las
motivaciones del hombre no salvará a Parrish; seguir sus órdenes es lo que está
salvando a Parrish.
—Vine aquí para decirte lo que estaba sintiendo. Sabía que estabas
enamorada de Parrish; él me dijo que estaba enamorado de ti. Aun así, tenía que
ver. Quería intentarlo.
—Kwang-seon —empiezo a decir, y entonces él me agarra de la barbilla y
me levanta la cabeza. Su boca se encuentra con la mía y todo el fuego del laberinto
vuelve a recorrerme, encendiendo mi sangre y haciéndome reaccionar como si
estuviera en un infierno.
Me rodea con un brazo y me acerca, deslizando su mano izquierda hasta
apoyarla en la parte baja de mi espalda. Nuestras bocas se entrecruzan, las
lenguas se enredan y el calor arde. Chas me lame el labio inferior y se retira un
poco.
—Aunque sabía lo que estabas haciendo, me quedé. Por si acaso. Por si
acaso cambiabas de opinión. Por si acaso lo hacías. Esperé allí hasta que no pude
más, entonces bajé y me tiré a la piscina con toda la ropa puesta.
Se me escapa un pequeño sonido, pero no estoy segura de sí es una risa o
un sollozo.
Lo que dice es... es desgarrador. Al mismo tiempo, es milagroso. Me estoy
ahogando en él. Quiero más, incluso sabiendo que cada sorbo que me permita
tomar de Kwang-seon McKenna me envenenará por dentro.
—¿Por qué llevabas todos esos condones encima? —susurro, y él suelta
una pequeña y cáustica carcajada.
—Los reparto. En las fiestas. En la escuela. En cualquier lugar. —Hace una
pausa y deja escapar un pequeño suspiro—. Todo el mundo asume que es porque
me acuesto mucho.
—¿De verdad eres virgen? —susurro, y él suelta otra pequeña carcajada.
—Era virgen. Es estúpido, ¿no? La forma en que actúo, la forma en que...
—Pero no necesita decir nada más. No es estúpido, no para mí. Lo veo como lo
que es, alguien a quien le gusta ayudar, pero que no se atreve a permitirse ser
vulnerable. Alguien que dice ser una mala persona mientras se comporta
exactamente lo contrario. Veo a una persona que aún no está segura de quién es
exactamente.
Chasm me besa de nuevo, y las mariposas se apoderan de mi vientre,
133
haciéndome sentir ingrávida. Mis palmas se apoyan en su pecho desnudo, el
latido de su corazón es un ritmo constante contra mi piel. Entrelaza los dedos de
su mano derecha con mi cabello y me acerca con su brazo izquierdo. Todo mi
cuerpo palpita y aprieto los muslos para ayudar a combatir la abrumadora
necesidad.
—He traído una toalla —me ofrece, y tardo un segundo en darme cuenta
de lo que está diciendo.
—Chas —advierto, pero luego pienso en la copa que acabo de poner. Las
críticas en Internet eran bastante buenas —no es que estuviera pensando en el
sexo cuando la compré— pero la gente parecía pensar que realmente se podía,
um, llegar hasta el final sin ningún tipo de lío o sin que el tipo sintiera mucho
más que un roce de silicona si estaba muy profundo.
Realmente profundo.
La sangre me sube a la cara y agradezco la oscuridad que impregna la
habitación. No necesito que vea mi reacción ante mis propios y perversos
pensamientos.
—Yo no... —digo, refiriéndome a la toalla. Pero Chasm me corta, como si
creyera que tiene que convencerme más.
—No quiero presionarte a nada que no quieras hacer, pero tengo que ser
sincero. No voy a dejar que Parrish muera porque algún loco me vea reprimido.
Y hermanita, es muy obvio. Estoy seguro de que cualquiera con medio cerebro
podría verlo. Hay una razón por la que Tess creyó que tú y yo éramos pareja tan
fácilmente. O por qué Maxx está enojado conmigo.
—O por qué Parrish te sacó a relucir justo antes de que nos tocáramos por
primera vez —añado, y Chasm se queda quieto.
—¿Qué?
“A Chasm realmente le gustas. Tal vez...
—Él... él creía que no podíamos estar juntos. Estaba preocupado por Tess.
Cuando básicamente me dijo que no, le pregunté qué iba a pasar. Él sugirió...
—Parrish, jodido idiota —reclama Chasm, y entonces me atrae contra él y
me besa de nuevo. Esta vez, sus movimientos son más enérgicos, como si nos
comprometiera a hacerlo a menos que le diga explícitamente que no.
Acabamos en la cama y yo encima. Soy consciente de que mi teléfono Tess
está en el trípode encima de la cómoda, su espacio habitual cuando estoy en casa.
Incluso ahora, podría haber ojos sobre nosotros. Pero no puedo permitirme
pensar en eso. Esto es lo que tiene que pasar.
¿Pero cómo sucede? Y las cosas que siento, esas son todas de nosotros.
Mientras nos besamos, enredo mis dedos en el cabello de Chasm,
experimentando con sus piercings en los labios. Los tiro con los dientes, hago
girar mi lengua alrededor de ellos, los chupo dentro de mi boca. A él parece
gustarle todo eso, gime y desliza sus manos por mi espalda. Mis muslos se abren
con naturalidad, mi pelvis se acomoda contra la suya. Cuando balanceo mis
caderas, puedo sentirlo todo, la dureza bajo sus pantalones de la academia que
promete que está disfrutando de esto tanto como yo.
Me mete los dedos en la camisa y me la levanta con cuidado, arrancándola
por encima de mi cabeza y tirándola al suelo. El movimiento casi me rompe
cuando el déjà vu me golpea como un tren, pero lo ignoro todo. Ignoro la 134
posibilidad de que Parrish pueda morir, de que estoy haciendo esto por nada, de
que El Cazador no tiene ningún plan para dejarnos a ninguno de nosotros vivir
una vida normal.
Me siento y Chasm deja escapar un fuerte suspiro.
—Si tuviéramos más tiempo —susurra, porque estamos haciendo
exactamente lo que Tess nos advirtió que no hiciéramos. Si ella baja y ve que no
está en el sofá, tendremos un gran problema. He cerrado la puerta con llave, pero
eso no servirá de mucho. Ella puede abrirla fácilmente, y asumirá que tengo algo
que esconder.
Aun así... ese texto pesa mucho en la mente de ambos.
Chasm recorre con sus manos mis costados desnudos, dejando un rastro
de fuego a su paso, y luego cierra el calor de ambas palmas sobre mis pechos. Los
amasa suavemente mientras yo meto el labio inferior entre los dientes para
controlar los sonidos que tan desesperadamente desearía emitir.
A continuación, me acaricia los pezones con los pulgares, hasta que me
retuerzo en su regazo y me amonesta suavemente en coreano. Chasm nos hace
girar bruscamente para que yo esté de espaldas y él me mira fijamente. Me besa
de nuevo, bajando sus labios hasta el borde de mi mandíbula.
Mi mano derecha se desliza entre nosotros, encontrando su dureza a
través de sus pantalones y acariciando mis dedos sobre ella. Chasm emite un
sonido a medio camino entre una maldición y una plegaria, y luego me da un
pequeño tirón del cabello, lo suficiente para echarme la cabeza hacia atrás.
—Te sientes tan bien apretada contra mí así —susurra, bajando la boca y
deteniéndose con su aliento abanicando mi pezón—. Esto es exactamente lo que
estaba esperando.
—¿Esto? —pregunto justo antes de que saque la lengua para probarme, y
me retuerzo, empujando mi pecho contra su boca.
—A ti. Te estaba esperando.
Lo aprieto con la mano y él gruñe, contraatacando con un mordisco en el
pezón. Grito, y él, muy rápidamente, desliza una mano caliente sobre mi boca.
—Si traes a Tess, no te veré hasta después de que te gradúes —murmura,
besando su camino por mi pecho y luego hacia abajo. Sus labios son calientes, su
lengua provoca corrientes eléctricas en mis músculos. Se aprietan por sí solos,
con tanta fuerza que sé que van a estar doloridos por la mañana.
—Chasm —advierto cuando retira su mano de mi boca, bajando sus dedos
por mi cuerpo hasta enroscarse en la cintura de mis pantalones. Se detiene un
momento para mirarme.
—¿Qué hacemos con...? —pregunta, y me doy cuenta de que se refiere a
mi periodo. Chasm me baja los pantalones por las caderas de todos modos, sin
molestarse en esperar una respuesta. Recupero el aliento cuando se sienta y me
mira fijamente, completa y absolutamente desnuda bajo su mirada en más de un
sentido.
Me apoyo en los codos, el cabello verde y negro se desliza sobre mis
hombros hasta cubrir mis pechos. Chasm frunce el ceño y alarga la mano,
apartando los mechones para poder mirarme. Me duele el estómago al ver la
expresión de su rostro. Es casi indescriptiblemente tierna, y eso me asusta un 135
poco. —Llevo una especie de copa menstrual especial que...
Mis palabras se interrumpen porque, aunque el sexo es una cosa, esto se
siente como un elemento totalmente distinto. Es mucho más que eso. Es un tema
personal, sin duda.
—¿Has preparado esto de antemano? —pregunta, dejándose caer sobre mí
con las palmas de las manos a ambos lados de mi cuerpo. Su sonrisa es
irritantemente segura de sí mismo, incluso en la oscuridad—. Admítelo: has
planeado esto, hermanita.
—No lo tenía previsto; tengo una menstruación abundante, ¡y esto tenía
muy buenas críticas!
—Uh-huh. ¿Comentarios sobre lo fácil que era follar con allá dentro?
—Estás a dos segundos de que te eche de este dormitorio —le susurro,
deslizando mi mano derecha por el lado de la cara de Chas para enredar mis
dedos en su cabello. Es increíblemente sedoso y se desliza por mi piel como el
agua—. Considérate afortunado y déjate llevar. Ni siquiera lo notarás a menos
que te pongas... —casi digo "demasiado profundo", pero las palabras se me
atascan en la garganta.
—Mm, ¿supongo que lo probaremos? Si te gusta, deberíamos escribir una
reseña de pareja.
Le tiro del cabello con fuerza y lo acerco a mí, besándolo para que se calle.
Desgraciadamente, puedo saborear la maldita sonrisa de su bonita boca. Aunque
yo he iniciado el beso, una vez que Chasm me tiene, no me suelta, empujando
sus labios contra los míos y reclamándome con su lengua.
Me relajo en las almohadas y él me sigue, deslizando sus dedos por mi
vientre desnudo y rozando el punto de dolor entre mis piernas. Introduce un solo
dedo y yo le muerdo el labio en respuesta.
—Joder, me gusta esto —me susurra, provocando mi cuerpo con su mano
y explorándome sin pudor. Me acaricia, rozando con las yemas de los dedos cada
parte antes de introducir dos dedos y enroscarlos ligeramente, acariciándolos
contra mi núcleo con movimientos fáciles y seguros—. Mírame —me ordena
Chasm, y me doy cuenta de que me he dado la vuelta, incapaz de soportar el peso
de su mirada. Vuelvo a mirar, atrapando la suya, sintiéndola en muchos más
sentidos que el físico—. Si vamos a hacer esto, lo haremos bien. Sin mentiras. —
Chasm ralentiza el movimiento de su mano y luego, en un movimiento
sorprendente, aplasta la palma de esa misma mano en mi clítoris.
El labio se me engancha entre los dientes y juro que todos los huesos de
mi cuerpo se vuelven gelatina. No tengo peso y me hundo en el colchón.
—Dale a El Cazador lo que quiera y luego... cuando Parrish vuelva... —
Chasm hace una pausa, y parece atragantarse con sus propias emociones—.
Acabamos con esto. Lo cortamos, pase lo que pase, y nos centramos en él.
—¿Me abandonarías tan fácilmente? —susurro, preguntándome por qué
estoy haciendo una pregunta tan estúpida. Por supuesto que esto entre nosotros
terminaría cuando Parrish regrese. Sólo tiene sentido. Quiero a Parrish. Nada ha
cambiado en lo que siento por él. Lo único que ha cambiado es que mis
sentimientos por Chasm se han vuelto mucho más fuertes.
—No es fácil, no —responde, besándome de nuevo y moviendo su mano
contra mí de tal manera que cualquier otra palabra que quisiera decir se
desvanece tras un cálido manto de necesidad. Me invade mientras hundo mis 136
dedos en su cabello, masajeando su cuero cabelludo y disfrutando de su aroma
natural mientras se apodera de mis sentidos. Chocolate negro y menta con el más
leve toque de tabaco. Me recuerda que no es tan dulce como parece.
Hizo que sus amigas le dieran una paliza a Lumen, le dio un puñetazo en
la cara a un tipo por mí, estaba dispuesto a entregar el cuerpo de una chica
muerta.
Hay un núcleo de hierro dentro de este chico que me atrae como un imán.
Ahora que la vida de Parrish depende literalmente de que yo explore estas
emociones, lo dejo pasar. Acerco a Chasm contra mí cuando retira la mano,
emitiendo un pequeño sonido de protesta que lo hace reír de una manera oscura
y nebulosa, como si estuviera borracho o algo así.
—Un segundo, naekkeo —gruñe, sentándose y desabrochándose los
pantalones. No se molesta en quitárselos del todo, sino que se limita a
desabrocharlos y bajarles la cremallera, empujándolos hacia abajo con
impaciencia. Sólo se detiene brevemente para sacar un condón de un bolsillo.
Puedo verlo tan fácilmente ahora que ha dicho algo. Él, en todas esas
fiestas, atendiendo a chicas borrachas y repartiendo condones. ¿Y cree que es una
mala persona? Oh, Kwang-seon.
—¿Qué significa eso? —pregunto, con la voz un poco temblorosa, sonando
un poco desesperada.
—¿Naekkeo? —pregunta con una sonrisa irritantemente arrogante. Está
casi demasiado oscuro para ver, pero la tenue luz del exterior se refleja en el
borde de uno de sus labios, haciéndolo brillar—. Significa que es mío. —Me
entrega el paquete de condones, enroscando mis dedos a propósito alrededor de
él—. Aunque no pueda ser cierto, puedo fingir. Al menos por ahora, puedo
fingir...
Sus palabras son un extraño eco de lo que me dijo Parrish:
—Era más fácil fingir, Dakota.
Aunque siento que esta situación es exactamente lo contrario. Fingir así,
permitiendo que nos enamoremos de verdad, es algo peligroso, peligroso.
Voy a hacerlo de todos modos.
Abro el paquete de condones, tomando el anillo pegajoso en mis dedos, y
luego le doy una mirada a Chasm.
—Ponlo —dice, esperándome, mirándome. Se lame el labio inferior
mientras yo lo rodeo con las manos, desenrollando el condón tan lentamente que,
de hecho, emite un siseo frustrado—. Y esto es exactamente por lo que te rogué
que dejaras de tocarme —Chasm me arrebata las muñecas en cuanto termino,
llevando mis manos a sus labios para un beso pero teniendo mucho cuidado con
mis dedos entablillados. Presiona su boca contra cualquiera de mis puntos de
pulso antes de soltarme—. Me encantaría probarte, pero supongo que eso puede
esperar hasta después de... —Hace un gesto al azar y yo alzo las cejas.
Supone que lo haremos durante el tiempo que dure mi periodo y algo más.
Supongo que todo depende de lo rápido que encontremos a Parrish.
Chasm vuelve a acercar su boca a la mía, cubriendo mi cuerpo con el suyo
y estremeciéndose mientras trazo mis dedos por su espalda desnuda. Me
encantaría ver su tinta, preguntar por ella, pero no estoy segura de estar 137
preparada para hacerlo con las luces encendidas.
Hay el suficiente misterio en la oscuridad, la suficiente tranquilidad para
fingir que nuestros sentimientos por el otro existen en un mundo totalmente
separado, uno donde no hay tabú. Donde no hacemos nada malo. Donde
podemos permitirnos tener esto.
Mis muslos se abren para él mientras Chas se acomoda contra mí, besando
de nuevo el lateral de mi cuello, con sus dedos jugando con mi cabello. Se toma
su tiempo para calentarme, convirtiendo mi cuerpo en un fuego fundido antes
de alinearse con mi abertura.
Es el polo opuesto de lo que hicimos antes en el laberinto.
Entra en mí lenta pero completamente, sin detenerse hasta que estamos
apretados, y me olvido de nuevo de cómo respirar. Se queda donde está,
acariciando mi cabello hacia atrás, apoyando su mejilla en mi cabeza. Nos
relajamos así durante un minuto, encajados el uno en el otro, con nuestros
corazones latiendo rápidamente el uno contra el otro. Puedo sentir el pulso de él
mientras le recorro el cuello con los dedos, bajándolos por la espalda hasta el
culo.
Lo agarro de ahí y lo acerco, y él hace otro ruido que suena a frustración.
—Mierda. —Chasm retrocede y luego vuelve a empujar hacia delante,
llenándome hasta el fondo. Con cada empuje lento y fácil, se hace más profundo,
hasta que de repente hace una pausa. Puedo sentir cómo sonríe contra mi
cabello—. Puedo sentirla —dice con una risita impertinente—. La copa.
—Cállate —le respondo con un gruñido, forzando nuestras bocas para que
no pueda hablar y molestarme más de lo que ya lo ha hecho. Por supuesto, en
cuanto se relaja de nuevo y encuentra un ritmo cómodo para los dos, estoy lejos
de estar molesta.
Soy... algo totalmente distinto.
Si me hubieran dicho —a la Dakota Banks del norte del estado de Nueva
York— que acabaría en la cama con dos tipos diferentes en los cuatro meses
siguientes a mi llegada aquí, me habría reído a carcajadas. Si me hubieras dicho
que iba a luchar contra mi padre asesino en serie... bueno, habría sido mucho más
probable que creyera en el escenario del doble romance.
—Estás pensando demasiado —susurra Chasm, ajustando una de mis
piernas y rodeándola con su brazo para poder introducirse aún más. La sensación
nos hace jadear a los dos, nuestras bocas se rozan, el movimiento se convierte en
un beso. Me atrapa con eso, con esta nueva posición, con el calor de su lengua, y
el resto del mundo desaparece.
Con las luces de la ciudad parpadeando en la distancia, juntamos nuestros
cuerpos hasta que el suyo se pone ligeramente rígido y sus dedos se estrechan
contra mi pierna. Lo empuja un poco más hacia atrás y continúa moviéndose
hasta que su respiración es agitada y entrecortada. El movimiento de su pelvis
me roza el clítoris, pero me doy cuenta de que él se va a correr primero.
Clavo los dedos en su espalda mientras él se mueve cada vez más rápido,
murmurando cosas oscuras y silenciosas en su lengua materna. Su pelvis choca
con la mía una y otra vez, hasta que da una última embestida y gime contra mi
cabello, chocando contra mí y estremeciéndose con la liberación.
138
Exhalo con fuerza mientras sostengo su forma temblorosa contra mí,
disfrutando de las secuelas de su placer, de la forma en que se tensa, tiembla y
luego se queda completamente flácido.
—Joder. —Chasm está jadeando, luchando por recuperar el aliento
mientras se retira y se tumba a mi lado. Se quita el condón, lo ata y se lo mete en
el bolsillo del pantalón antes de relajarse con un brazo detrás de mi cabeza. Con
el otro, me toma la mano derecha y la lleva a mi clítoris—. Muéstrame cómo te
gusta.
De alguna manera, esto parece más difícil de hacer que tenerlo realmente
dentro de mí. Cuando está así, está trabajando su propio placer, perdido en él de
la misma manera que yo. Así, sólo está observando. Chasm mantiene su mano
sobre la mía mientras trabajo mi cuerpo con mis dedos, cerrando los ojos para no
ver el contorno de su cara.
Me da un beso en la frente y luego desliza dos dedos dentro en el momento
justo, haciéndome estremecer y apretarme contra él.
—Oh, eso me gusta —murmura, sintiendo cómo mi cuerpo aprieta y
acaricia sus dedos mientras el clímax se apodera finalmente de mí. Es profundo
y pesado, se despliega desde mi vientre y se lanza a mis extremidades, a mis
dedos, haciendo palpitar mis huesos rotos. Pero no me duelen. Nada lo hace.
Todo lo que puedo sentir durante un breve momento es un placer puro y sin
adulterar.
Veo que las estrellas parpadean en mi visión, parpadeando mientras
tiemblo y luego me derrito en un charco sobre el colchón. Eso es todo. Mis
párpados se sienten repentinamente pesados, y Chasm se ríe, abrazándome.
—Creía que los tipos eran los que se supone que se duermen justo después
del sexo —murmura, y yo resoplo, con los ojos aún cerrados y el cuerpo
chispeante. Todavía no ha quitado la mano, pero no me importa. De hecho, me
gusta donde está.
—Estereotipos —murmuro, y él resopla, apretando su cara contra mi
cabello. Recuerdo que me dijo que olía a fresas y azúcar, que incluso mi aliento
era dulce. Así es como me huele, como sabe—. Mucha gente se queda dormida
después del sexo. Los orgasmos liberan una sustancia química llamada
prolactina; te da sueño y te relaja.
Danyella me enseñó eso, pero no quiero hablar de ella ni de nadie más en
este momento.
Chasm retira su mano, me rodea con su brazo y me acerca. Ambos
sabemos que no podemos dormir aquí juntos. Tiene razón: si Tess lo atrapa aquí,
sería casi tan malo como si me atrapara con Parrish.
Al final, Chas tendrá que volver a bajar al sofá.
Sin embargo, durante un rato, nos permitimos tener este lugar tranquilo
para nosotros solos. Acaricia mi piel desnuda con sus nudillos, provocando mis
pechos, mis pezones, haciendo que los músculos de mi vientre se contraigan.
Podría volver a hacerlo fácilmente, pero no sé si vale la pena el riesgo.
No puedo perderlo.
Y lo haré, si Tess se entera.
Al parecer, no soy la única que piensa en eso. 139
—Debería irme —dice, con la voz cargada de desgano—. Pero realmente
no quiero.
—Necesito, um, ocuparme de mi copa. ¿Puedes quedarte aquí hasta que
termine?
Asiente y me levanto, entrando rápidamente en el baño. Me alegra
comprobar que la copa ha cumplido su función, manteniendo el desorden de mi
periodo contenido. Me meto en la ducha por si acaso, me limpio y me la vuelvo
a colocar. Cuando vuelvo a entrar en la habitación, Chasm está de pie y mirando
el lago por la ventana. Afortunadamente, los reporteros que están cerca de la
puerta principal se han visto obligados a trasladar su campamento al final de la
calle. Hay dos policías justo dentro de la puerta, pero no hay forma de que
puedan vernos aquí en la oscuridad.
Mis ojos se dirigen al Tess-teléfono en su trípode, pero me doy la vuelta y
me pongo un pijama nuevo. No pienso en quién más podría vernos en este
momento. Es un pensamiento inquietante, pero no tengo la sensación de que el
Cazador sea un pervertido. Su interés en mí no es ese. Tiene otras motivaciones.
Siniestras, seguro, pero no sexuales.
El señor Fosser, por otro lado, podía oler su perversión desde un kilómetro
de distancia. Me alegro de que el cabrón esté muerto, para ser sincera.
Me pongo al lado de Chasm, mirando el agua y las franjas de luz plateada
de la luna sobre su superficie. Me dice algo en coreano y lo miro.
—Por favor, enséñame —le ruego, y él sonríe, haciendo un pequeño
movimiento de cabeza.
—Termina tu clase de japonés con una A, y lo consideraré. Pero se acercan
los finales, y ninguno de los dos ha estudiado una mierda. A mí no me preocupa.
Tú... probablemente deberíamos tomarnos un tiempo mañana...
—No me importan los finales —admito, y Chasm frunce los labios. A él
tampoco, al menos no en comparación con Parrish. Pero entonces pienso en el
padre de Chasm, y en lo estricto que puede ser. Si no termina el año escolar antes
que Lumen, podría obstaculizar nuestra investigación. Él podría no ser capaz de
venir aquí más—. Pero está bien. Sólo unas pocas horas, sin embargo. Sobre todo,
quiero seguir investigando la llave. Es nuestra mejor pista por el momento.
—Mm. —Chasm se da la vuelta, dejando que su cuerpo inclinado se apoye
en el cristal. Se mete las manos en los bolsillos de los pantalones y se detiene,
sacando el condón mientras yo me estremezco—. Me desharé de esto —dice, más
para sí mismo que para mí, creo. Lo vuelve a poner en su sitio y se cruza de
brazos—. Mientras tanto, ¿quieres hablar de algo?
—¿Qué quieres decir? —pregunto, haciéndome la tonta. Más o menos...
no, más o menos no, realmente hicimos el amor, ¿no? De eso no hay duda.
—Quiero decir —comienza a decir, extendiendo la mano para colocarme
un poco de cabello detrás de la oreja—. Toda nuestra relación será diferente a
partir de este momento. Me parece bien. ¿Y a ti? —Asiento y me sorprendo
cuando me abraza y me pasa la mano por la espalda.
Ahora mismo huele de maravilla, su aroma habitual mezclado con el ligero
sabor salado del sexo y el sabor almizclado de... bueno, de otras cosas. Exhala,
como si estuviera liberando gran parte de su estrés con esa única respiración.
—Consigues encajar bien aquí, creo —dice, apoyando su barbilla en mi
cabeza—. Podría acostumbrarme a esto. 140
No respondo a eso. No hay una gran solución para nada de esto. De alguna
manera, alguien va a salir herido. Tal vez varios.
Nos abrazamos durante un rato antes de que se separe y se incline para
darme un beso prolongado en la boca.
—Te veré a primera hora de la mañana, ¿de acuerdo? —dice, y yo asiento,
con la garganta repentinamente apretada por la emoción. Chasm y yo nos
separamos de mala gana, y él se dirige a la puerta. Dejo que se acerque lo
suficiente como para poner la mano en el pomo antes de que una sensación de
pánico me invada.
Termino avanzando por el suelo antes de darme cuenta realmente de lo
que estoy haciendo.
—No te vayas —susurro, abrazándolo por detrás—. La última vez que
pasó esto, y se fue... —Me quedo sin palabras y Chasm se agacha, colocando una
de sus manos sobre las mías—. No te vayas.
—Baja conmigo —responde, dándome un apretón en la mano—. Me
pondré una camisa y dormiré en la silla.
Así que hacemos exactamente eso, y acabo quedándome dormida en el feo
sofá blanco con esa extraña chimenea púrpura parpadeando contra la pared de
enfrente. Sobre todo, es el olor a menta y chocolate negro de Chasm que impregna
la almohada que estoy usando lo que me adormece en un sueño pesado, aunque
incómodo.
141
A la mañana siguiente, Delphine me sorprende despertándome
suavemente con su mano en el hombro.
—Tess ha pedido que subas a tu dormitorio por ahora —dice,
dedicándome una sonrisa triste y apesadumbrada. Supongo que, dado que ha
vuelto, debe haber pasado la revisión de sus antecedentes. Me incorporo de
repente, un poco dolorida, un poco culpable, pero... Echo un vistazo y veo a
Chasm despierto en la silla, con un codo apoyado en el brazo y la cabeza en la
mano.
Me está mirando fijamente, y apenas puedo soportarlo.
Vuelvo a mirar a Delphine, vestida con su uniforme de sirvienta blanco y
negro, el delantal planchado y reluciente, la diadema con volantes anclada en su
cabello castaño rojizo. El cabello le cae alrededor de la cara como un escudo, con
sus gafas de montura gruesa en la punta de la nariz.
Realmente parece un personaje de anime o algo así. Además, su atuendo
me hace pensar en JJ. La chica que está desaparecida, que no se sabe nada de ella.
La chica que, supongo, no fue en realidad una víctima de El Cazador, sino de ese
pervertido, el señor Fosser.
Tess entra en la habitación con un auricular puesto mientras habla con
alguien por teléfono. No se salta nada y se prepara un café con leche mientras
sigue hablando. Es difícil escuchar por encima del vapor de la leche, pero no
necesito oír lo que dice para saber de qué se trata.
Parrish.
—Sinceramente, no sé qué decirte, Caroline —suelta Tess en cuanto
vuelvo a oírla. Deja la taza de golpe en la encimera mientras yo me incorporo y
balanceo las piernas sobre el borde del sofá—. Sí, bueno, es tu hijo biológico.
¿Hijo biológico? 142
Mi cabeza se dirige a Chasm y lo encuentro frunciendo el ceño en dirección
a Tess. Deja que su mirada se deslice hacia mí y levanta las cejas. Tengo la idea
de que él tampoco sabe nada de esto.
¿Caroline? ¿Es realmente el nombre de la madre de Parrish? He oído de
Tess que se escapó cuando él era un bebé. Pero eso es todo. Está claro que ella no
tiene nada que ver con su vida; él mismo lo dijo.
—Sí, bueno, cuando decidas empezar a preocuparte de que tu hijo pueda
estar muerto, ¡llámame, joder! —Tess cuelga y luego se inclina sobre el mostrador
como si estuviera a punto de tener otro colapso. Finalmente, se recompone y se
da la vuelta para encontrarnos a los tres mirándola—. Delphine, si pudieras
empezar por esta habitación, te lo agradecería. Tenemos otra conferencia de
prensa mañana, y tiene que estar impecable.
Oírla dar órdenes a Delphine me irrita un poco, pero Delphine hace un
simple gesto con la cabeza y se pone a limpiar el nido de platos y envoltorios de
comida de Chasm de la mesa de café.
—Los dos arriba y fuera —dice Tess, haciendo un gesto aleatorio en
dirección a Chasm y a mí—. Tenemos que limpiar este lugar. Tú —señala a
Chasm—. Puedes dormir en la habitación de Parrish con Maxx esta noche.
—Sí, señora —refunfuña Chas, levantándose de la silla. Me ayuda a
recoger las mantas y los cojines del sofá y nuestros codos chocan. Nos miramos
y no puedo evitarlo. Sonrío. Una sonrisa de verdad.
Se siente como un cuchillo que va directo a la maldita espalda de Parrish.
Chasm me sonríe, pero no puedo soportarlo, así que vuelvo a mirar las
mantas y me meto algunas en los brazos antes de salir hacia las escaleras. Como
es habitual en esta casa, es una hora intempestiva, aunque sea sábado. No es que
importe, ya que hoy tenemos que trabajar.
Subimos juntos las escaleras y dejamos la ropa de cama en el suelo de mi
habitación. Ninguno de los dos se atreve a despertar a Maxx todavía. Me duele
el corazón al pensar que no puedo hablar con Maxine, no puedo preguntarle
cómo está, si le duele, si ya echa de menos a X.
Si me echa de menos.
Me pregunto si me odian, si se alegran de que ya no forme parte de su
familia, si Maxine se lo ha dicho. Sería propio de ella no hacerlo, para evitar los
sentimientos de los demás.
—Buenos días —dice finalmente Chasm, mirando hacia mí. Le devuelvo
la mirada y mi corazón late de forma extraña, haciéndome sentir mareada.
—Buenos días. —Miro hacia mi cama, y mis mejillas se calientan por los
recuerdos de anoche—. ¿Sabes algo de Caroline?
Escuchar a Tess hablar con la madre biológica de Parrish fue muy extraño.
Me devuelve a todos esos primeros sentimientos, a esas extrañas
reflexiones sobre lo que hace a la familia, la familia. Estoy aquí porque soy la hija
biológica de Tess; ella está desesperada por encontrar a Parrish porque lo quiere
más que a mí. Y sin embargo, por lo que parece, su madre biológica no está
preocupada por su desaparición.
Es todo tan jodido.
—Incluso menos de lo que sé de Justin —admite Chas, rascándose
distraídamente los músculos del bajo vientre y arrugando su camiseta negra lo 143
suficiente como para que pueda ver una tentadora franja de carne por encima de
los pantalones—. No ha tenido ningún contacto con él desde que Tess entró en
escena. Nada en absoluto. Cero. —Hace la forma de un círculo con los dedos, y
ambos nos detenemos mientras Maxx abre la puerta del dormitorio de Parrish.
Tiene un aspecto ligeramente apesadumbrado, con su cabello chocolate
fresco y limpio, vestido con unos vaqueros ajustados y una camiseta roja
inquietantemente ceñida con una bicicleta en la parte delantera. Su exuberante
boca está torcida hacia un lado, pensativa. Parece casi sorprendido de vernos allí
de pie.
Sus ojos color esmeralda nos toman a los dos antes de dejarse caer sobre la
pila de ropa de cama en el suelo.
—Tess me echó del salón; quiere que duerma contigo esta noche.
Maxx asiente y se frota la barbilla un segundo. Si sabe que Chas y yo
volvimos a dormir juntos anoche, no lo dice.
—Lo siento por lo de ayer —admite, suspirando y luego pasándose los
dedos de ambas manos por el cabello—. Mis emociones son un maldito lío, y
estoy luchando con mis clases. Yo…
—No hace falta explicación —digo, levantando ambas manos, con las
palmas hacia fuera—. Todos estamos luchando con muchas cosas aquí. Y yo...
siento lo de Maxine. —Las palabras salen casi en un susurro—. No he pensado
mucho en mi hermana con todo lo que está pasando. Mi pensamiento es que si
puedo recuperar a Parrish, si puedo averiguar cómo lidiar con El Cazador,
entonces puedo contarle todo, disculparme apropiadamente, y luego arrastrarme
para pedir perdón.
A partir de ahora, tengo una suerte de mierda. No puedo tenerla
involucrada en esto, en absoluto. No la quiero cerca de este lío. Ella está mejor en
Oregón, enterrada en sus estudios. En el verano, ella siempre vuelve a Nueva
York. Pronto estará en los Catskills con nuestros abuelos y quizás, si los vientos
soplan bien, con Saffron también.
X deja caer los brazos a los lados y me dedica un apretado movimiento de
cabeza y una sonrisa aún más intensa.
—Está bien. No es tu culpa.
—¿Qué ha pasado? —pregunta Chasm, y yo me estremezco ligeramente,
lanzándole una mirada. El tipo no tiene ninguna vergüenza. X entra en la
habitación con nosotros y cierra la puerta. El ambiente de mi habitación cambia
sustancialmente y no sé exactamente cómo procesarlo.
—Ha roto conmigo —explica X, pasando por delante de mí y deteniéndose
brevemente para apagar el teléfono en el trípode. Casi sonrío al oír eso, pensando
en Parrish, pero entonces, no hay mucho por lo que alegrarse cuando se trata de
nuestra situación. Se queda mirando por la ventana, estirando el cuello para
tratar de ver a los periodistas de la calle antes de fruncir el ceño—. Malditos
buitres. Les daría una patada en el culo si pudiera encontrar una tarjeta de salida
de la cárcel por los cargos de agresión.
—¿Qué has hecho para que rompa contigo? —Continúa Chasm,
sentándose en mi cama y arrimando una pierna a su pecho. Tiene una bolsa de
patatas fritas que debe haber traído de la mesa de centro al subir. Empieza a
comerlas sobre mi cama, y yo le dirijo una mirada que solo puede interpretarse 144
como no metas migas en mi cama, o no dejaré que vuelvas a llamarme naekkeo.
Maxx dirige una mirada por encima del hombro, medio amenazante,
medio desconcertada. Está claro que "apadrina" a los otros chicos. Apenas los
separan dos años de edad, pero la dinámica parece funcionar de algún modo. A
él y a mí nos separan exactamente tres años; sé por las divagaciones de Maxine
que su cumpleaños es justo tres días después del mío.
—¿Por qué asumes que fue algo que yo hice? —pregunta, sonando
molesto. Se gira el resto del camino, mojándose los labios y luego suspirando—.
Ella... seguía defendiendo a Dakota.
—¿Defender a Dakota? —pregunta Chasm, ofreciéndome la bolsa de
patatas. Le hago un gesto para que no lo haga, demasiado centrada en la historia
de Maxx, demasiado curiosa para mi propio bien. Estoy mucho más emocionada
por esto de lo que pensaba. Maxx Wright no es el primer chico con el que mi
hermana rompe. También es el único por el que me he sentido remotamente
atraída.
La cosa es que, tanto si sale con Maxine como si no, está total y
absolutamente fuera de los límites, y siempre lo estará. Incluso si me inclinara a
investigar la química natural entre los dos, ya estoy lidiando con una especie de
triángulo amoroso jodido entre Chasm y Parrish.
No necesito más complicaciones románticas.
—Me decía que sabía que algo iba mal —dice Maxx, con la voz cargada de
melancolía. No dejo de pensar en mi hermana y en lo destrozada que debe estar,
pero parece que X también está muy dolido. Me duele el corazón por los dos, y
también, egoístamente, me entra un dolor de barriga de celos que me hace
enfurecer conmigo misma.
Estoy celosa de que X esté molesto por haber roto con Maxine...
¿Qué me pasa?
Acciones, no pensamientos. Acciones, acciones, acciones.
—Estaba insistiendo en que Dakota le estaba mintiendo, que corría algún
tipo de peligro, que la necesitaba... —se interrumpe y se me cierra la garganta.
Oh, Maxie, lo siento mucho. Tienes razón, como siempre. Una vez que esa chica da su
confianza, es permanente e inquebrantable. Creerá en mí hasta el final. X exhala
un suspiro y entrecierra los ojos, con la mente claramente concentrada en el
conflicto entre ellos—. ¿Qué puedo hacer al respecto? No quiero a Maxine aquí;
tú no quieres a Maxine aquí. Tiene que mantenerse al margen de esta mierda.
—Supongo que la hiciste enojar entonces. —Continúa Chasm, comiendo
las patatas fritas y observando mi cara en lugar de la de X. ¿Sabe que tenemos
una especie de cosa rara entre nosotros? Una cosa más tabú que todo lo que pasa
con él, que todo lo que pasa con Parrish. De los tres, Maxx es el más peligroso, el
más restringido, un imposible literal.
No es que importe. Ya me he dejado enredar por dos chicos. De ninguna
manera voy a añadir otro a mi harén imaginario.
—Le dije que Dakota —aquí hace una pausa para mirar hacia mí, con sus
ojos verdes oscuros por la emoción—, lo sentía, pero le dije que hablabas en serio.
Que habías cambiado desde que llegaste aquí. Que tal vez ella no te conocía como
creía.
—Caramba —dice Chas mientras aprieta los dientes y yo me estremezco.
145
Sí. Eso lo haría.
—Una vez, el novio de Maxine le dijo que yo era una molestia que no
quería tener cerca cuando salían. Ella lo dejó y lo bloqueó en todo; después de
eso ni siquiera volvieron a hablarse.
Eso hace sonreír a X, y la expresión que tiene... me atraviesa. Parpadeo
más allá de los sentimientos y me cruzo de brazos. Tenemos mucho trabajo que
hacer este fin de semana. Eso, y que me da pavor el día de mañana.
No sólo El Cazador hizo varias referencias al domingo, sino que Tess está
dando otra gran conferencia de prensa aquí mismo en la casa. Lo más importante:
es el día catorce de la desaparición de Parrish.
—Tu hermana es una persona increíble, y yo he jodido todo —suspira de
nuevo y se acerca para arrebatarle las patatas a Chasm—. ¿Quizá se quede soltera
el tiempo suficiente para que pueda recuperarla cuando todo esto termine?
—Conociendo a Maxine, estará soltera por un tiempo. No sale con
cualquiera. Es exigente y se enamora mucho, pero nunca tanto como la vi
enamorarse de ti. —Dejo de hablar de repente cuando X me mira con una
expresión casi de dolor en el rostro. Me miró de la misma manera en el baño de
la cafetería cuando lo abracé.
Él siente la misma química que yo, y no quiere saber nada de eso.
No lo culpo; esto es malo para los dos.
—Hiciste lo correcto, hombre. —Asiente Chasm, subiendo la otra pierna a
la cama y rodeando sus rodillas con los brazos. Solo con mirarlo, largo y delgado,
entintado y musculoso, me dan ganas de arrastrarme al círculo de sus brazos.
Me relamo los labios.
Se supone que debo ceder a mis sentimientos, ¿no es así? Esa es
literalmente la directiva que nos dieron. ¿Y si El Cazador o el señor Volli nos
están observando incluso ahora? ¿Y si se dan cuenta de que me estoy
conteniendo?
¿Y si sólo estoy tratando de buscar excusas para mis propios deseos
egoístas?
Al final, me rindo y me acerco a la cama, subiendo al lado de Chasm y
apoyando la cabeza en su hombro. Se estremece y cierra los ojos, pero me rodea
con un brazo y me aprieta con fuerza.
X nos observa con una expresión agónica y totalmente confusa en su
rostro.
Luego agarra mi teléfono Tess de la cómoda, extiende la palma de la mano
en señal de ofrenda silenciosa por mi otro teléfono y los deja en la habitación de
Parrish para que podamos hablar en privado. Cuando vuelve, adopta la misma
posición, con un hombro apoyado en el poste de mi cama.
—Anoche no me consumí del todo llorando por mi jodida relación —dice
con una leve sonrisa, y me hago a la idea de que no lloró en absoluto. No porque
no le importe Maxine, sino simplemente porque parece procesar sus emociones
de una manera diferente—. Hice una lista de todas las personas que habrían
tenido acceso a la casa ese día, gente que conocía el código. Si esa chica que tú,
uh, "entregaste", trabajó aquí por algún período de tiempo, ella tendría llaves así
como el código de la puerta. Su atacante pudo haber obtenido esas cosas de ella
146
de muchas maneras. ¿Tal vez les dio esa información a los otros?
Ya estoy sacudiendo la cabeza.
—No digo que no lo haya hecho, o que no tenga esa información, pero no
viste la cara que puso cuando empecé a hacer conexiones. Cuando empezó a
hacer conexiones y se dio cuenta de que yo era la hija de El Cazador de Seattle.
—Tomé el libro que había en mi mesita de noche: Huyendo bajo una lluvia de
verano. Tengo que leerlo o al menos hojearlo hoy, sólo para ver si hay algo real en
sus páginas.
Tess escribe principalmente sobre crímenes reales, lo que significa que sus
obras se basan en hechos reales. Esta es una de sus pocas excepciones a la regla,
supuestamente. Podría tratarse de una fantasía de venganza, en la que su hija, de
la que está separada, asesina al hombre al que culpa de muchos de los males de
su vida.
Pero no tengo ni idea.
De todos modos, vale la pena dedicar unas horas de mi tiempo.
—¿Y la otra criada? —pregunta Chas, señalando con la cabeza hacia la
puerta—. Delphine o como se llame. Me da miedo, no voy a mentir. —Le arrebata
la bolsa de patatas fritas a Maxx, y los dos se miran un segundo—. Tiene acceso
a toda la casa, se mueve como si fuera invisible. ¿Qué tan fácil habría sido para
ella dejar entrar a El Cazador o joder las cámaras? Mejor aún, ¿tal vez fue ella
quien sacó a Parrish de aquí? Le clavó una aguja en el cuello de la misma manera
que podría haberte hecho a ti la noche que acabaste en el bosque.
Es una buena teoría, una que yo misma he considerado. En este punto,
todos son sospechosos. Incluso Paul.
Todo eso es cierto. Pero acaba de pasar una verificación de antecedentes
federales.
Chasm resopla.
—Sólo porque esté limpia sobre el papel pero no significa que sea un ángel
con halo. ¿Cómo sabemos que no está trabajando para El Cazador? Tendría
mucho sentido. No empezó a trabajar aquí hasta dos semanas antes de que te
mudaras.
Pienso en eso por un minuto. Delphine realmente parece culpable, ¿no?
—Sigamos indagando en ella entonces —digo, preguntándome si
podremos seguirla cuando se vaya al final del día—. Además, lo siento, pero
Chas, tu padre tiene pinta de ser muy culpable. —Le dirijo una mirada y él
suspira, su cuerpo se hunde contra mí. Antes de que pueda darme cuenta de lo
que está haciendo, le da a Maxx la bolsa de patatas y me arrastra a su regazo.
—Vamos a verlo también. Iré a casa hoy y te enviaré un videochat para
que veas la bodega. —Chasm se pasa una mano por la cara, y su mirada adquiere
un aspecto lejano cuando menciona lo de ir a casa, como si fuera algo venenoso
y terrible.
—Quiero ir; quiero verlo con mis propios ojos —le digo, pero él me mira
como si fuera una loca.
—¿Cómo propones salir de esta casa y volver sin que Tess se dé cuenta de
que te has ido? —pregunta secamente, lanzando a continuación una mirada a
Maxx. Los dos se vuelven hacia mí—. Es decir, la has visto, ¿verdad? Puede ser 147
un poco... loca. Especialmente ahora. Y con razón, sinceramente.
Me mordisqueo la uña del pulgar durante un segundo, pero ya sé que
Chasm tiene razón.
—Tú te encargas de tu padre —dice Maxx, con voz segura y autorizada,
como si fuera el líder de nuestro pequeño grupo—. Y yo rastrearé a Delphine
cuando salga hoy. De todas formas, esta noche tengo que trabajar en el barcade.
—Mira brevemente a su alrededor, considerando la posibilidad de que haya más
cámaras, unas que no conocemos. Pero tenemos que tener un lugar en esta casa
para hablar; vale la pena el riesgo—. ¿Crees que El Cazador podría haber
recogido alguna cámara extra que tuviera por aquí para preparar el registro
policial? Tenía que saber que revisarían esta casa con un peine de dientes finos.
Seguro que habrían usado un detector de artefactos de lujo.
—Esperemos que así sea —digo, feliz de tener algún tipo de plan en
marcha— y también me pregunto si podríamos hacernos con un detector de
micrófonos. Tendré que investigar eso y ver si es factible—. ¿Empezamos con
nuestro trabajo? Quita eso del camino primero. Luego ustedes pueden irse, y yo
puedo seguir investigando la situación de la llave. Además —recojo el libro de
Tess y golpeo los nudillos contra él—. Voy a repasar esto. El martes podemos ir
a casa del señor Volli después de las clases para echar un vistazo rápido. No
olvides que el lunes es el Día de los Caídos.
Es muy poco probable que Parrish esté allí. O que haya alguna pista, para
el caso.
El Cazador parece querer que encuentre a Parrish, pero no lo está poniendo
fácil.
—Primero el japonés —me instruye Chasm, dándome un beso en el
costado de la cabeza que me hace enrojecer de pies a cabeza. Una cosa es hacer
este tipo de cosas a solas, en la oscuridad. Otra cosa es hacerlo durante el día con
la aguda mirada de X sobre nosotros—. Te advirtió que no reprobaras tus clases,
¿no es así? Tengo la sensación de que no disfrutaríamos de las consecuencias si
lo hicieras.
Asiento, me arrimo al borde de la cama y me dirijo al pasillo antes de
cruzar al dormitorio de Parrish. No hay mensajes nuevos, ni videochats perdidos.
Se me revuelve el estómago al imaginar lo que podría ocurrir mañana.
Sea lo que sea, no creo que a ninguno de nosotros le vaya a gustar.
153
Ya estoy esperando en mi cama, con las piernas cruzadas, el teléfono en
mi regazo, cuando Chasm llama. Respondo de inmediato, aliviada de ver su
rostro sonriente en el lado opuesto de la pantalla.
—Está bien, así que… —dice, moviendo el teléfono para que pueda ver la
habitación en la que está parado. Con paredes de estuco beige, estantes pesados
de madera oscura y un piso de losa, está bastante claro que la bodega de Chasm
no es la bodega, en absoluto—. Definitivamente no es lo que estamos buscando.
—Definitivamente no —concuerdo, llevándome la uña del pulgar a los
labios y mordisqueándola—. No hay puertas ocultas, ¿verdad? ¿Algún lugar
para poner una llave maestra?
Me dice que no en coreano. Al menos, creo que está diciendo que no.
—Negativo —repite en español—. Te alegrará escuchar esto, mi papá no
está en casa, así que no va a descubrir mi trasero. Y dos, no me ha mencionado la
casa del lago en absoluto. —Me mira fijamente a través de la pantalla durante un
minuto antes de tomar una botella de vino y metérsela bajo el brazo—. Nos lo
merecemos —agrega, dejando la bodega y cerrando la puerta detrás de él.
—Me alivia que no sea la bodega de tu padre, pero también me
decepciona. No tenemos nada, Chas. Nada en absoluto.
Hace una pausa en el pasillo, dejando la botella de vino en una mesa lateral
por un segundo. El tamaño y el lujo de la casa detrás de él me dejan boquiabierta,
incluso habiendo vivido con los Vanguards todo este tiempo. Soy consciente de
que la abuela de Parrish es, supuestamente, una de las personas más ricas de todo
el país. Y que Paul es su único hijo. Entonces, asumiendo que ni Laverne ni Paul
despilfarren la herencia, finalmente será de Parrish.
Pero ahora, parece que Seamus McKenna gana el juego del dinero.
—Cada vez que eliminamos una posibilidad, abrimos tres más. 154
Recuérdalo. Además, no sabemos con certeza si mi papá no está involucrado. Es
decir, la casa del lago, el hecho de que él y Justin fueron amigos una vez, el asunto
de la seguridad de Fort Humboldt. Veré si puedo encontrar más información
sobre eso.
—No sé qué haría sin ti —le digo honestamente, y me da una sonrisa
genuina en respuesta.
—¿Algo que quieras que agarre en mi camino de regreso? Podría
conseguir suministros y enseñarte a hacer kimchi o algo. —Se da cuenta de la
expresión de mi rostro y me mira con el ceño fruncido—. No hagas eso. Sí,
tenemos que encontrar a Parrish. También necesitamos comer.
—¿Qué es kimchi? —pregunto, ya que parece que no encuentro la energía
para asimilar el resto de lo que acaba de decir.
Sus ojos se abren y maldice en voz baja.
—Jesucristo, ¿dónde creciste? ¿En medio de la jodida nada? ¡Pensé que
habías visto un montón de televisión coreana!
—Como que tengo una idea de lo que es el kimchi, pero no sé qué hay en
él, de qué está hecho, a qué sabe. —Levanto un dedo con cada declaración, mi
teléfono está bajo en unas almohadas frente a mí—. Nunca llegué a buscarlo ni a
probarlo. Dame un respiro: soy una víctima de secuestro por el amor de Dios.
Me pone los ojos en blanco.
—Pararé en la tienda en el camino de regreso. Haremos algunas
guarniciones. —Chasm cuelga el teléfono, y suelto un bufido, mi cabello cayendo
en ondas alrededor de mi cara. Me reajusto, me acomodo en las almohadas y
luego abro la novela de Tess, Huyendo Bajo una Lluvia de Verano. Leo bastante
rápido, por lo que ya había avanzado una cuarta parte, usando el tiempo
mientras esperaba a que Chasm llamara para comenzar.
Hasta ahora, parece pura ficción. Un hombre maltrata a su esposa e hija,
por lo que la esposa intenta huir y llevarse a su hija con ella. Su esposo la asesina
(esto no se revela hasta más adelante en el libro, pero lo he leído como diez veces
antes) y luego cría a la niña él mismo. Finalmente, la hija descubre la verdad y
apuñala a su padre hasta la muerte.
Estoy en la parte de la historia en la que ocurre un gran salto de tiempo,
pasando de la escena en la que muere la madre, a un día soleado durante el tercer
año de secundaria de la hija. Hasta ahora, todo lo que siento es culpa por leer esto
cuando mi tiempo podría ser mejor invertido en otra actividad.
Luego leo la siguiente línea y mi corazón da un vuelco.
“—Me encantaría invitarte a cenar, princesa —dice mi padre, Jesse Peckham,
dándome un beso en la frente antes de salir por la puerta para ir al trabajo.”
Princesa.
No es un nombre común para que un padre llame a su hija, pero verlo allí
en la página me molesta de todos modos.
Sigo leyendo.
El personaje principal va a la escuela, es recogida por su padre y luego
visitan un restaurante en… North Sultan. Parpadeo un par de veces al leer el
nombre de la ciudad. Me llamó la atención antes, cuando el GPS nos llevó a mí y
a Chasm allí para dejar el cuerpo de JJ. North Sultan es un nombre tan extraño
para una ciudad, particularmente una en el estado de Washington. Ahí es donde 155
estaba el restaurante. Ahí es donde está este restaurante.
Aparece en la novela como Gabbi's Diner and Drive-In, pero cuando uso ese
nombre para buscar en internet, no aparece nada que no esté relacionado
directamente con la novela en sí. Vuelvo a intentarlo con la dirección que usamos
Chasm y yo (está guardada en el historial de GPS de mi teléfono) y veo lo que
dice.
Last Chance Diner and Grill.
Eh.
Tomo la novela y bajo las escaleras en busca de Tess. En estos momentos
está sentada a la mesa con las dos agentes del FBI, con lágrimas en las
mejillas. Intenta desesperadamente apartarlas cuando me ve venir.
—¿Tess? —pregunto, quedándome completamente quieta. Mis dedos se
clavan en la tapa del libro con tanta fuerza que probablemente me estoy
lastimando.
—Mia —susurra, y luego comienza a temblar. Paul está sentado a su lado,
con la cabeza en la mano, mirando la mesa con ojos vidriosos. Doy un paso atrás,
sintiendo que mis propias manos comienzan a temblar. Estoy tan molesta que ni
siquiera me doy cuenta o me importa que haya usado mi nombre de nacimiento.
—¿Qué pasa? ¿Es Parrish? No es Parrish, ¿verdad? —pregunto, y Tess me
mira fijamente, sus propios ojos muy abiertos, su boca abierta pero sin
palabras. Miro a las agentes del FBI, reconocibles solo por sus insignias. Una de
ellas tiene el cabello largo y brillante de color negro azulado, y la otra es pelirroja
y tiene un aspecto un poco enojado—. No está muerto —lo digo porque no me
permitiré creer algo tan atroz—. Dime que no está muerto.
—Hoy han descubierto dos cuerpos —susurra Tess, temblando tan fuerte
que cuando trata de levantarse y acercarse a mí, tropieza. La agente de cabello
oscuro la agarra del brazo para estabilizarla.
—Cuidado —suspira, mirándome brevemente antes de volver a mirar a
Tess.
—Una chica y un chico —dice Tess, sollozando fuerte y luego tapándose
la boca con la mano. No se me ocurre nada que decir. No puedo moverme. No
estoy segura de ser capaz de respirar en ese momento.
Miro el reloj en la pantalla del horno doble. Es media noche. En realidad,
son unos quince minutos pasada la medianoche, pero lo suficientemente cerca.
Ahora es domingo.
Es el día catorce.
Es... esto no está sucediendo. Esto no puede ser real. No lo creo.
Cierro los ojos y alcanzo ese hilo rojo del destino, el que juré que envolvía
tanto mi dedo meñique como el de Parrish. Dándole un tirón metafórico, juro que
todavía puedo sentirlo en alguna parte. Quiero creer eso. Tengo que creerlo, o me
voy a romper.
—Iremos para echarle un vistazo al cuerpo. Necesito que cuides a tus
hermanos…
No escucho el resto de lo que dice Tess. En cambio, estoy corriendo lo más
rápido que puedo. Tan rápido, de hecho, que me resbalo por el suelo al pie de las
escaleras y me golpeo las rodillas con tanta fuerza que veo estrellas. Me levanto 156
y me muevo en un instante, subiendo los escalones y lanzándome dentro de mi
habitación. La puerta se cierra de golpe, la cerradura encaja en su lugar, y termino
en el baño con esa puerta cerrada también, la ducha corriendo fuertemente para
proporcionar una barrera contra el ruido.
Inmediatamente llamo a ese número prepago, el que es responsable de
todos los mensajes de texto, todos los chats de video. Cuando nadie contesta,
vuelvo a llamar. Y otra vez. Y otra vez.
Nada.
Una jodida nada.
Termino sentada en el suelo junto al inodoro, con los brazos alrededor de
mis piernas, el libro de Tess todavía colgando de mis dedos. Parece que no puedo
dejarlo ir en este momento. Es como si tuviera rigor mortis o algo así.
Oh dioses.
¡¿Rigor mortis?!
La puerta del baño se abre abruptamente y me asusta como el infierno.
Estoy tan sorprendida por eso que en realidad salto y luego dejo escapar un
pequeño grito.
—Dakota, ¡¿qué diablos?! Te he estado gritando. —Chasm recorre la
longitud del gigante baño en tres zancadas, agachándose frente a mí—. ¿Qué
diablos está pasando? No es... —Se detiene, y cuando mi cerebro confuso tarda
demasiado en contestar, roba el teléfono de mi bolsillo. Después de una revisión
rápida, ve que no hay nada en él y me mira—. ¿Qué? Kimber dijo que cuidaría a
los niños, pero no tenía idea de por qué.
Me obligo a mirar a Chasm, tratando de reunir algunos pensamientos
racionales detrás de la bruma de mi pánico.
—Las autoridades descubrieron dos cuerpos... —Empiezo a decir, y los
ojos de Chasm se agrandan. Se sienta con fuerza sobre su trasero, nuestros pies
se enredan. Los suyos en zapatillas de deporte, los míos desnudos—. Un hombre
y una mujer. Tess y Paul fueron a... ver si podían identificar al chico.
Chasm no dice nada, se queda mirando a la nada, pero sus ojos no están
en blanco. En cambio, veo engranajes moviéndose, girando, racionalizando,
resolviendo, observando, analizando. Es tan malditamente inteligente, es
extraordinario. Me mira.
—No puede estar muerto —me dice, y no solo como si fuera un deseo, una
esperanza o una oración, sino como si en realidad estuviera comprendiendo
algo. Me acerco un poco más a él y juntamos nuestras frentes—. Porque su
secuestrador lo eligió por una razón, ¿verdad? Porque sabía que lucharías por él.
Bueno, ni siquiera ha empezado contigo todavía. Ni siquiera mataste al maldito
conejito. ¿Cuál crees que es el final del juego? Querrá que mates gente.
—No digas eso. —Me ahogo porque si hay una cosa que quizás no pueda
hacer para salvar a Parrish, sería esa. Supongo... depende de a quién me pidiera
que matara. Los escalofríos se apoderan de todo mi cuerpo, y de repente siento
como si estuviera en espiral. Esto es exactamente lo que quiere el Asesino,
hacerme cuestionar todo sobre quién soy. Todo.
—¿Crees que realmente nos haría follar y luego no se lo diría a Parrish? O 157
sea, ¿cuál es el punto si no sufrimos todos?
Pienso en lo que dice Chasm. También me imagino que el Asesino podría
habernos grabado anoche, podría haberle mostrado a Parrish el video y luego
haberlo matado. Y si lo grabó todo y luego nos hiciera mirarlo, mirándonos. Eso
sería... ese sería el pináculo del verdadero mal.
No dejes que tu mente vaya allí. Simplemente no lo hagas. No imagines cosas
terribles antes de que sucedan.
—Hermanita, mírame —dice Chasm, pero me quedo mirando los dedos
de mis pies, mi mente dando vueltas salvajemente. Se acerca y toma mi rostro
entre sus manos, obligándome a mirarlo a los ojos—. Naekkeo —agrega,
acariciando con sus pulgares los lados de mi mandíbula—. No está muerto. Esto
es tan... quiero decir, joder, no hay fanfarria en absoluto.
Dejo escapar una risa baja y temblorosa, pero nada de mi tensión se va con
ella.
Quiero creer en Chasm, pero estoy aterrorizada. Más de lo que lo he estado
en toda mi vida.
—Tienes razón —le digo, porque aunque no la tenga, no está de más tener
esperanza, ¿no? No puedo dejar que duela. Tengo que creer que Parrish estará
bien para que podamos continuar nuestra búsqueda. Si Chasm tiene razón y ese
cuerpo no le pertenece a Parrish, entonces habremos perdido un tiempo precioso.
¿Cuántos tajos en el pecho puede soportar un chico?
Siento algo dentro de mí, como si estuviera al borde de un gran
avance. Tengo que seguir adelante con ello.
—Yo... hay un restaurante en este libro, uno que se encuentra en North
Sultan. —Aunque mi voz tiembla, Chasm mantiene sus cálidas manos en mi
rostro, anclándome a este momento. Sus ojos ambarinos, dioses,
jodidamente arden—. El mismo pueblo de donde recogimos el cuerpo de JJ.
—¿Sí? —pregunta Chas, como si estuviera tratando de seguir mi línea de
pensamiento—. ¿Crees que ese restaurante es importante?
—Necesito preguntarle a Tess si el restaurante del libro está relacionado
de alguna manera con el que visitamos. Si es así, entonces tal vez sea una pista
que podamos usar. —Levanto y pongo mis manos sobre las suyas—. Solo que no
puedo preguntarle exactamente ahora.
—¿Crees que ella podrá identificar enseguida si es Parrish? —pregunta
Chasm, con cuidado de mantener cualquier pizca de incertidumbre en su voz.
—No lo sé —le susurro en respuesta.
Con un bufido, Chasm quita las manos de mi rostro, se pone de pie y me
lleva con él. Se inclina para recoger el libro desechado y me lo devuelve.
—Sigue leyendo —me dice—, y yo indagaré un poco. Emerald City
Murder generalmente tiene la información más actualizada. Seguro que se
habrán enterado de esto en el escáner de la policía.
Nos acomodamos juntos en mi habitación, pero Dios, es difícil
concentrarme. Leo la misma oración cinco veces antes de finalmente comprender
su significado. Con una fuerte exhalación, cambio a una posición más cómoda y
me obligo a seguir leyendo. Incluso cuando las lágrimas comienzan a caer,
manchando la página, no paro.
No voy a parar. 158
Parrish estará bien. Porque tiene que estarlo. Porque... sin él, yo...
No tengo ni idea de lo que haré.
160
Maxx rápidamente cierra y bloquea mi puerta, maldiciendo mientras
enciende el ventilador del baño y la ducha una vez más, pero esta vez por la razón
opuesta. No podemos dejar que nadie en la casa de los Vanguard se entere de
estas llamadas, y no podemos dejar que el Asesino sepa lo que estamos
tramando. Qué desastre.
Lo ignoro, respondiendo a la llamada con el corazón en la garganta. Solo
hay una cosa que importa en este momento, y es el bienestar de Parrish.
Tan pronto como lo veo en la pantalla, se me escapa un pequeño sollozo y
me tapo la boca con la mano. Sin embargo, no me está mirando. Claramente, la
cámara que lo está enfocando en este momento no incluye un monitor. No puede
verme.
—¿Es esto una transmisión en vivo o algo que fue pregrabado? —
pregunto, porque realmente podría ser cualquiera de las dos. Está claro que el
Asesino, quien en este momento es casi con certeza mi padre biológico, es un
pirata informático experto. Un cliché, considerando dónde estamos. Seattle es un
centro tecnológico y de emprendimientos.
—No lo sé —murmura Chasm, con los ojos fijos en la pantalla mientras se
instala a mi lado. Tan pronto como Maxx regresa, se sube a la cama y se interpone
entre la pared y yo. Los tres miramos en silencio cómo un hombre entra en la
habitación con Parrish.
Sus hombros se tensan, pero noto que su pecho, al menos, está limpio y
brillante con un poco más de bálsamo. Sus heridas han sido curadas. Se ve mucho
mejor que el día que le confesé mi amor. Hay alivio ahí, pero no
mucho. Nuevamente, ¿cómo sé que esto es realmente una transmisión en vivo?
¿Cómo sé si Parrish todavía está vivo?
El hombre se adentra más en la habitación, con la misma máscara de ciervo 161
negra en la cara.
Parrish se vuelve hacia él, sus manos apretadas fuertemente a los costados,
esos hermosos ojos suyos, el color una deliciosa mezcla de dorados y marrones,
entrecerrados en forma de desafío.
—¿Qué quieres? —pregunta, su voz ronca pero mucho más fuerte que
antes.
El hombre le entrega un teléfono y Parrish se pone aún más rígido, dando
un paso atrás lejos del hombre. Ya no usa sus pantalones de pijama, sino un par
de pantalones deportivos limpios y nada más.
—Aquí —dice el señor Volli, su voz fácilmente reconocible en este
punto—. Esto es para ti. No te molestes en intentar hacer llamadas con él; he
desactivado esa opción. —Dado que está de espaldas a nosotros, no puedo ver
su boca, pero seguro que suena como si estuviera sonriendo.
La idea de eso simplemente me enfurece, y siento que la adrenalina me
recorre sin salida. Nada me encantaría más que darle una patada a mi maestro
de sexto período, no mentiré sobre eso.
Parrish acepta el teléfono de la mano del señor Volli con un nivel
respetable de cautela. Mira de reojo al hombre mientras observa la pantalla y
luego frunce el ceño pesadamente. Termina sentándose en el borde de la cama
antes de tocar el video que está esperando por él.
No parece que haya ningún sonido y la imagen es bastante oscura, pero
cuando siento que Chas se queda completamente quieto a mi lado, un atisbo de
fría sospecha me atraviesa.
No. No, por favor.
La pantalla de mi teléfono se divide por la mitad, y el video, el que Parrish
está mirando, comienza a reproducirse debajo de la imagen donde lo vemos.
Solo esa pequeña mortificación extra que todos necesitábamos.
Es un video de mí y Chasm de anoche, haciendo el amor. Las imágenes
son oscuras, claro, pero hay suficiente luz entrando desde afuera de mi ventana
para que no sea difícil llenar los espacios en blanco. Es particularmente obvio
reconocerme, con el cabello de dos colores y todo. Incluso en la oscuridad, se
puede detectar la diferencia de color entre el lado izquierdo y el derecho.
Parrish no solo lo está viendo todo, sino que también Maxx. Él también se
pone completamente rígido y quieto a mi lado, y deseo fervientemente que
nuestros brazos desnudos no estén presionados con tanta fuerza, y que no esté
sentado en mi cama. En la misma cama del video.
—Lo sabía —gime Chasm, tapándose la cara con las manos—. ¡Sabía que
esto iba a pasar!
Así es. Y yo también. Solo espero no tener razón en nada más. Espero...
que Parrish no termine muerto al final de esto.
Estoy temblando ahora, mis propios ojos se agrandan mientras miro al
hermoso chico sin camisa en la pantalla, aquel del que me enamoré tanto que
siento como si estuviera agarrando una hoja de doble filo, haciéndome sangrar
incluso mientras Lucho por aferrarme a mi querida vida.
Parrish está tan tenso; puedo ver un músculo temblando en su
mandíbula. Tiene los nudillos blancos en las manos y su rostro... oh Dios, si 162
alguna vez necesitara a Tess para darle vueltas a esta historia con palabras
bonitas, sería ahora.
Parrish luce devastado.
Mira la pantalla con una expresión como de pintura en óleo, una obra de arte
desconsolada, dolorida y desconsolada, creada por la mano de un dios enojado. El pincel
que barrió esos rasgos por el lienzo seguramente está maldito, una monstruosidad
anatematizada que nunca tuvo la intención de ver la luz del día.
Pongo una mano sobre mi boca. Es muy posible que vomite viendo esto.
Una de las peores partes de todo esto es lo callado que está, lo quieto, cómo
sus ojos se clavan en la pantalla incluso cuando los músculos de su cuello se
tensan dolorosamente y rechina los dientes. El video también es jodidamente
largo. Quiero decir, Chasm y yo estuvimos en eso por un buen rato...
—Quiero morir —susurra Chasm, con los dedos tan apretados contra sus
ojos que le enrojece la piel—. Esto es tan jodido. Tan jodido. Es tan jodidamente
jodido.
Incluso mientras él hace todo lo posible por no ver las imágenes en la
pantalla, yo no puedo apartar la mirada. Estoy congelada en mi lugar,
obsesionada con la expresión de Parrish pero plenamente consciente de lo que
está sucediendo exactamente en el video.
—Esto es difícil de ver —dice X de manera ahogada, cerrando sus propios
ojos y apoyando su frente contra su mano, su codo apoyado contra su rodilla. Sin
embargo, abre los ojos casi de inmediato, centrándose principalmente en Parrish
en lugar del video de mí y Chasm. Pero eso no significa que no pueda verlo. Que
no puede vernos besándonos y frotándonos, acariciándonos, balanceando
nuestros cuerpos, mirándonos.
Podría haber vivido toda mi vida sin siquiera verme tener sexo.
Podría haber vivido cien vidas sin herir a alguien que me importa de la
forma en que hemos herido a Parrish.
En un repentino movimiento, Parrish se pone de pie y lanza el teléfono tan
fuerte como puede contra la pared, de la misma manera que lo hizo con la botella
de vino el otro día. Se rompe al mismo tiempo que Chasm deja caer sus manos
en su regazo para quedarse boquiabierto, la expresión de su rostro refleja el dolor
de su amigo.
Ambos sabemos por qué lo hicimos. Ambos sabemos que teníamos pocas
opciones. Eso no parece importar en absoluto en este momento.
—Olvidas que sé que la estás controlando —murmura Parrish, temblando
tanto que no me sorprendería que le lanzara un puñetazo al señor
Volli. Realmente espero que no lo haga. Incluso si de alguna manera tuviera la
ventaja en esta pelea, ¿a dónde iría desde aquí? En la posibilidad
infinitesimalmente pequeña de que Asesino no sea en realidad mi padre
biológico, todavía creo que hay al menos una persona más involucrada en esto. El
señor Fosser no fue uno de los hombres que me persiguieron por el bosque esa
noche; habría olido esa enfermedad y esa perversión en él, estoy segura—. Y de
todos modos, no me importa.
Dice eso, pero es mentira. Es una maldita mentira tan sucia. Su rostro está
tan expuesto y en carne viva como lo estuvo esa noche en el sótano de la casa de 163
su abuela. Tiene la mandíbula apretada y se ve malditamente desconsolado.
—Voy a morirme aquí de todos modos, así que, ¿qué importa? Quiero que
estén juntos —sisea mientras el señor Volli sólo se queda ahí, y la pantalla
dividida en nuestro teléfono cambia a una vista de pantalla completa de
Parrish—. Lo he dicho antes y lo diré de nuevo.
Se da la vuelta y mira directamente a la cámara. Es como si pudiera verme
a través de la pantalla, aunque soy consciente de que probablemente no pueda.
—¿Me escuchas? No tienes nada de qué sentirte culpable. Nada en
absoluto. Los... los quiero, chicos.
Parrish baja la mirada y se da cuenta de repente de que está de pie sobre
el vidrio roto; sus pies están sangrando.
El señor Volli no dice nada más, girándose como para salir de la
habitación. Parrish lo mira irse y luego se acerca al estante de vinos, agarrando
una botella por el cuello. Se coloca detrás del hombre, levantando la botella como
un garrote, como si tuviera la plena intención de golpear al hombre en la cabeza
con ella.
Pero en el último minuto, se detiene, cierra los ojos y traga saliva, como si
estuviera haciendo todo lo posible por dominar esas molestas emociones suyas,
las que siente con tanta fuerza y tanta fuerza que lo consumen como a mí.
Afortunadamente, lentamente, angustiado, baja la botella para colgarla a
su lado. Sus ojos brillan, las motas doradas se vuelven fuego mientras mira la
espalda del señor Volli retirándose.
Después de un momento, Parrish se sienta en el borde de la cama y la
botella se le resbala de las yemas de los dedos. Golpea el suelo de piedra pero no
se rompe, rodando y fuera de la vista de la cámara. Su expresión es lejana y
distante, una cosa retorcida, triste, rota.
Vuelve a mirar a la cámara, como si estuviera considerando si todavía
podemos verlo o no. Debe saber que, al menos, vimos algo de eso. No tenía
sentido mostrarle el video a menos que supiéramos que él lo estaba mirando.
Parrish dice algo en coreano y luego hace un signo de paz con los
dedos. Chasm suelta un sollozo a mi lado, e incluso Maxx frunce el ceño con
fuerza. ¿También entiende coreano? Dios mío, ¿lo imaginas? El mejor bromance
de todos. La idea de que los tres conversen en el idioma nativo de Chasm hace
retroceder algunos de los sentimientos oscuros dentro de mí.
La llamada se corta y un mensaje de texto le sigue rápidamente.
No miento, princesa. Te lo he dicho. También soy un hombre generoso y
cariñoso. Lo has hecho bien permitiéndote tomar las cosas que te mereces. Kwang-seon
también. He hecho arreglos para que le lleven comida y bebida de lujo a la habitación del
chico tres veces al día, solo por ti, para mostrarte mi agradecimiento por tu dedicación a
tu trabajo escolar.
Si tus notas de fin de año son buenas, te daré un lindo regalo.
Espero que estés emocionada por mañana.
—¿Emocionada por mañana? —dice Maxx en voz alta, su voz tensa y
cautelosa—. ¿Emocionada por qué?
Todavía estoy en estado de shock y no me queda energía para
responder. Me siento emocionalmente agotada. Y me duele el estómago. Y tan
enamorada que olvido por un momento cómo era antes, antes de que me
164
obligaran a venir aquí, antes de conocer a Parrish, Chasm y Maxx.
—No está muerto… ¿verdad? —pregunto, pensando en el video,
esperando y deseando y rezando para que tengamos razón en esto.
—No lo sé —ofrece X mientras Chasm mira al frente como si estuviera en
otro mundo por completo. Lo miro antes de volverme a X. Él me mira con un
suave ceño fruncido en su rostro, y puedo ver que mantiene la compostura por
nosotros dos—. Me gustaría pensar que sí. Claramente parece así.
—¿Qué dijo Parrish al final? —pregunto, volviendo a mirar a Chas. Pero
no parece haberme escuchado. X se acerca, engancha un fuerte dedo en mi
barbilla y me gira para mirarlo. Sus ojos están oscuros con emociones no
expresadas, pero siento que hay algo más allí también, algo que ninguno de
nosotros quiere admitir.
Atracción. Interés. Un gusto mutuo del uno por el otro.
No puede simplemente haberme visto hacer el amor con Chasm y no
haber sentido nada en absoluto. Qué es exactamente lo que está sintiendo, no
estoy segura.
—Dijo... —X se detiene un minuto y luego se frota la frente—. Algo
como “solo tú podrías habérmela robado bajo mis narices; cuida de ella por mí”. —Hace
una pausa abruptamente, apartando la mirada.
—Cuida de ella por mí, idiota —corrige Cham, su rostro cae mientras deja
caer la cabeza entre sus manos y luego suelta un gruñido que suena violento. Se
levanta de la cama, paseando por el suelo y tirando de sus mechones de cabello
con frustración—. Cuida de ella por mí… idiota —susurra—. O al menos, el
equivalente coreano a un insulto como ese.
Todos hacemos una pausa mientras los faros de un auto atraviesan mi
ventana. Chas se acerca para verlo, mirando hacia el patio antes de moverse para
agarrar las pesadas cortinas. Tira de ellas para cerrarlas antes de darse la vuelta
para enfrentarnos a mí y a Maxx de nuevo.
Todavía estamos sentados juntos en la esquina de la cama, y me encuentro
muy consciente de que su piel toca la mía. Odio que tuviera que ver eso, que
tuviera que ver la reacción de Parrish. De hecho, no hay mucho sobre este
momento que no desprecie.
—No puedo esperar —dice Chasm de repente, saliendo hacia la puerta y
abriéndola de un tirón.
Maxx y yo intercambiamos una mirada antes de salir de la cama para
seguirlo.
Los tres casi terminamos en un atasco cuando bajamos las escaleras y
encontramos a Tess y Paul arrastrando sus cuerpos cansados a través de la
puerta.
—¿Es él? —sollozo, Chas delante de mí, X detrás.
Chasm parece paralizado, de pie en el último escalón de la escalera curva
con los dedos apretados alrededor de la barandilla de metal. Estoy dos escalones
por encima de él, mirando mientras Maxx hace lo mismo. La tensión en el aire es
espesa, empalagosa, tan tensa que amenaza con romperse y hundirnos a todos.
Tess me mira, con una media sonrisa muy cansada y muy agotada en su 165
rostro.
—Ese pobre chico... fue difícil verlo bien... —Aparta la mirada lado como
si estuviera enferma. Y para alguien que escribe sobre crímenes verdaderos, debe
costar mucho. Ni siquiera puedo imaginar el estado en el que debe haber estado
el cuerpo para que ella se vea así. Sé con certeza que en realidad pasó una semana
entera en la granja de cadáveres, este lugar en Knoxville, Tennessee, donde los
investigadores colocan cadáveres alrededor de la propiedad y luego estudian su
velocidad de descomposición, como investigación para uno de sus libros—. Pero
no tenía tatuajes.
Se me escapa un suspiro de inmenso alivio y me desplomo contra la
barandilla. Chasm está tan conmocionado que en realidad termina sentándose
tan fuerte y rápido que sus dientes chocan entre sí y se estremece. X se acerca
para poner una mano reconfortante en mi hombro, y finjo que no me afecta
mucho en absoluto.
—Nunca pensé que estaría tan feliz de verlos arruinar su piel —dice Paul
con una suave y triste sonrisa propia. En cualquier otra circunstancia, su
comentario me resultaría molesto, pero esta noche lo dejo pasar. Nadie en esta
familia necesita estar criticando a los demás en este momento.
—No es él —repite Cham, tirando de su cabello una vez más. Necesito
encontrar una manera de evitar que haga eso antes de que termine destrozando
su cabello—. Gracias, joder.
—Gracias, joder, de hecho —dice Tess, volviéndose hacia nosotros. Hay
un nuevo fuego en sus ojos, una nueva oleada de esperanza. Desearía poder
corresponder a ese sentimiento, pero sigo pensando en las palabras del
Asesino: Espero que estés emocionada por mañana. Pase lo que pase, lo cambiará
todo. Eso lo sé con certeza—. Lamento haberlos preocupado a todos de esa
manera… —se calla, estirando la mano para frotarse un lado de la cara.
Si alguna vez sentí algo remotamente cercano al amor por Tess, sucede en
ese momento. Es solo una chispa diminuta y distante, pero podríamos tener una
relación si realmente lo intentáramos.
Primero tengo que recuperar a Parrish.
Y, ya sabes, espero que no nos mate cuando se entere de que dormimos
juntos.
—Nunca vamos a dejar de buscarlo —agrega Tess, mirando a Paul
mientras él entrelaza sus dedos con los de ella. Se gira para mirarme, sus ojos
resplandecen—. Porque no importa cuánto tiempo se haya pasado, siempre hay
esperanza. Siempre.
Tess lleva la mano de Paul a sus labios y le da un beso en los nudillos.
Kimber sale de la sala de estar, su atención se centra en mí y en Chasm
antes de entrecerrar los ojos. Vuelve a mirar a Tess, completamente inconsciente
de que casi recibió la noticia de que habían encontrado el cuerpo de su hermano.
—¿Qué está pasando? —pregunta con cautela, dejando a un lado su recién
descubierto odio por un breve instante.
—Nada —le asegura Tess, forzando una sonrisa—. Afortunadamente,
felizmente, nada en absoluto.
Desliza su mano de la de Paul y pasa rápidamente por las escaleras.
Después de un momento, la sigo, deteniéndome cerca de las escaleras mientras 166
ella entra en su oficina y cierra la puerta detrás de sí. Unos momentos después,
escucho el agradable repiqueteo de las teclas de su laptop.
Ella escribe para calmarse.
—¿Continuamos nuestra investigación? —pregunta Chasm mientras se
acerca por detrás de mí. Me doy vuelta para mirarlo, pero tiene estos enormes
círculos negros debajo de los ojos. Lo que realmente necesita ahora es dormir. X
se une a nosotros, una expresión similar en su propio rostro.
Su mirada pasa rápidamente por encima de Chasm para aterrizar en mí,
una expresión pensativa y contemplativa detrás de su mirada.
—Adelántense, chicos —les digo, caminando por el pasillo hasta la puerta
de la oficina de Tess y golpeando suavemente en ella. El repiqueteo de las teclas
continúa durante un rato y luego se queda en silencio.
—Pasa.
Entro en su oficina, cierro la puerta con cuidado detrás de mí y pongo mi
espalda contra ella.
Está sentada en su silla frente a mí, su cabello color espresso cae suelto y
cuelga sobre un hombro. Se siente extraño estar aquí ya que la última vez que
entré en esta habitación, encontré esa página horrible y luego Parrish y yo...
De todos modos, me estaba cansando de la presencia de Tess antes de todo
esto, y ahora se siente como si nunca nos viéramos. No estoy segura de cómo me
siento al respecto. Es como si la lucha Dakota-Mia que estaba experimentando
antes hubiera sido arrastrada por una marea de otras emociones más peligrosas.
No puedo empezar a procesar más los sentimientos asociados con mi
secuestro, no hasta que Parrish esté sano y salvo. Hasta que deje de ser observada
por un asesino en serie. Hasta que las cosas estén tan cerca de la normalidad
como siempre.
No es que vivir en una casa con una autora famosa, un hermanastro
entintado y un cirujano plástico de fama mundial haya sido tan normal para
empezar.
Retuerzo las manos un poco, tratando de encontrar la forma de expresar
esto sin sonar como una loca. Casi todos creímos que Parrish estaba muerto esta
noche; el mismo aire se siente tierno y descarnado.
El brillo de la laptop de Tess la ilumina con una luz blanca, un documento
abierto en la pantalla que no puedo leer desde aquí. No es que quisiera leerlo
después de lo que pasó la última vez. Además, me siento realmente culpable por
la máquina de escribir, aunque no tuve muchas opciones al respecto.
—He estado releyendo Huyendo Bajo una Lluvia de Verano para distraerme
—digo, y es una mentira a medias. Odio mentir. Cada vez que una mentira sale
de mis labios, una pequeña parte de mí la acompaña. La verdad, por difícil que
pueda ser a veces, es un millón de veces más gratificante. Me muevo un poco,
molesta de que mis senos y mejillas estén encendidos por el rubor. Se siente
extrañamente íntimo decirle a Tess que estoy leyendo su libro, especialmente
después de que me juré a mí misma que nunca más leería lo que ella escribe.
Es que ella puede ser tan malditamente horrible. Pero entonces, yo
también puedo serlo. Hemos sido horribles la una con la otra. 167
De todos modos, casi me había olvidado del talento que tiene como
escritora.
—Eso es genial, cariño —dice en voz baja, mirando su regazo. Juega con
sus uñas durante un minuto, son acrílicas perfectamente lisas con esmalte neutro,
antes de volver a alzar la mirada—. Me halaga que te gusten tanto mis libros. Lo
admito, no hay nada como saber que alguien a quien amas está involucrado en
las historias que creas.
Me obligo a devolverle la sonrisa, a pesar de que ambas sonrisas son
tristes, casi empapadas, teñidas de miedo por Parrish.
—Te importa si te pregunto: ¿el restaurante de ese libro, Gabbi’s, es
real? ¿Basado en algo en particular?
Tess inclina la cabeza ligeramente hacia un lado, chasqueando las uñas
mientras piensa en su respuesta. Está muy callada en este momento; me
pregunto si no estará en estado de shock por todo el calvario. No puede ser fácil
que te pidan que identifiques el cuerpo de un adolescente. Puede que ese tipo no
fuera Parrish, pero era el hijo de alguien. Quizás el novio de alguien. Hermano o
primo o mejor amigo o lo que sea.
—Gabbi es el nombre de mi abuela, tu bisabuela. —Su sonrisa se vuelve
un poco más triste, pero un poco más real de una vez—. Una abuela que escribía
novelas de misterio y asesinatos... —se calla, y puedo sentir que hay algo más en
esto. Si tengo que hacerlo, la presionaré, pero espero pacientemente para ver si
ella no me da la información por sí misma—. El restaurante en sí está... basado
en el lugar donde tu padre me pidió que me casara con él. —Tess parpadea un
par de veces antes de fijarse en su laptop.
Se me cae el estómago a los pies; me siento mareada y emocionada al
mismo tiempo.
—Está a unos cuarenta y cinco minutos de aquí, en un pueblito llamado
North Sultan. Te contaré la historia en otro momento —dice, con la voz a la
deriva. Y luego sus dedos están en esas teclas, presionando expertamente, incluso
con sus uñas acrílicas.
Bingo.
La miro por un minuto antes de darme la vuelta y salir de su oficina.
Maxx y Chasm me miran cuando entro en mi habitación y cierro la puerta
con cuidado detrás de mí.
—¿Bien? —pregunta Chas, sacándose un solo auricular. Está sentado en la
silla de mi escritorio mientras X ocupa casi toda mi cama. Es un poco extraño
verlo en ella, pero hago que no me importe. ¿A quién le importa una mierda si
mi amigo está sentado en mi cama? No importa; no hace ninguna diferencia.
Chasm, tal vez, está evitando ese lugar a propósito. Mientras me mira,
siento que las emociones se gestan entre nosotros como una tormenta. La forma
más fácil de superarlo es poner en marcha mi cerebro de chica gamer. Mi cerebro
para resolver acertijos. Mi cerebro de jefa para patear traseros.
—El restaurante del libro está basado en aquel en que Justin le propuso
matrimonio a Tess; ella dijo que está en North Sultan.
—Mierda —suelta Chasm ahogadamente, levantándose de la silla y
sacándose el otro auricular—. Eso es enorme. —Piensa en eso por un minuto
mientras Maxx empuja su laptop y se cruza de brazos. 168
—Dijiste que el lugar estaba fuera de servicio, ¿verdad? —pregunta, y yo
asiento—. Es un lugar demasiado obvio para que Parrish esté ahí, y de todos
modos dudo mucho que un antiguo restaurante tenga una elegante
bodega. ¿Pero tal vez esa no sea la pista aquí? Sé que mis padres se ponen raros
con todos sus "lugares especiales". —Hace comillas con los dedos y luego da una
expresión adorablemente exasperada—. El Asesino te pidió que presionaras a
Tess con el tema de Justin Prior. Hizo que rompieras tu regalo de cumpleaños
con la máquina de escribir que significaba tanto para ella. ¿Ahora esta cosa de la
cena? Me pregunto si no deberíamos buscar otros lugares que tengan
importancia para su relación.
De hecho, es una buena idea. Una genial.
—Sigo pensando que deberíamos comprobar el restaurante, por si
acaso. —Chasm me lanza una mirada difícil de interpretar—. Mi papá me quiere
en casa el domingo —agrega con amargura, apartándose el cabello de la frente—
. Pero si X quiere venir conmigo, podemos buscar el restaurante de antemano. —
Los dos intercambian una mirada—. Pasaremos por la casa del señor Volli
mientras estamos fuera.
—Prefiero ir contigo el martes —le digo, pero luego vuelve esos hermosos
ojos suyos hacia mí y sacude la cabeza.
—Necesitas quedarte aquí y encontrar una manera de hacer que Tess
hable. —Señala el libro de mi mesita de noche—. Como mínimo, debes seguir
leyendo y ver si hay algo más que destaque. Si vamos con esta teoría, necesitamos
una lista de lugares para buscar. El lugar donde se conocieron por primera vez,
donde se besaron por primera vez, donde lo hicie… —Se detiene de repente y
nuestras miradas se encuentran. X deja escapar un suspiro molesto.
—¿Necesitan un minuto a solas? —pregunta secamente, pero me niego.
De hecho, lo hacemos, pero prefiero no perder el tiempo esta noche con
sentimientos desordenados.
Tenemos trabajo que hacer.
—No, estamos bien —dice Chasm, apartando la mirada antes de que
pueda pensar en una respuesta adecuada—. Está todo bien.
Pero ninguno de nosotros olvidará la expresión del rostro de Parrish en el
corto plazo.
Me acomodo en la cama con el libro mientras X se gira y apoya la espalda
contra la pared. Nuestros pies chocan y ambos nos quedamos quietos, pero
ninguno reconoce las extrañas corrientes eléctricas que sentimos cuando nos
tocamos.
Incluso si técnicamente es el ex de Maxine, sigue siendo suyo.
Él siempre será de ella.
—Está bien, Tess, veamos qué tienes —murmuro, volviendo a abrir el
libro.
Miro a mi padre al otro lado de la mesa, hay un plato de jamón y huevos frente a
mí, y le sonrío con toda la ignorancia de una chica que no tiene idea de que el hombre al
que más ama es un asesino a sangre fría.
Siempre me han gustado los modismos.
169
Este parece el más apropiado para describir lo que sucede a
continuación: habla del diablo y aparecerá.
Delphine me despierta a la mañana siguiente. No hay nada inusual en eso,
pero no puedo evitar sospechar de ella y de cualquiera que haya tenido acceso a
esta casa esa noche.
—El desayuno está listo y sobre la mesa —me dice con una sonrisa
mientras me levanto de la cama y me dirijo directamente al baño para ocuparme
de mi periodo. No estoy por la labor de mantener una conversación con ella en
este momento. No podría soportar que fuera amigable con ella y resultara ser
cómplice o algo así.
Una vez que me he vestido con unos vaqueros y una sudadera con
capucha de la Preparatoria Whitehall que pertenece a Chasm o a Parrish —
realmente no lo sé, ya que ha sido lavada y huele a jabón y sólo a jabón en este
momento— me dirijo a mi habitación y encuentro a Delphine doblando la ropa
de una cesta y metiéndola en el cajón superior de mi cómoda.
El pijama que llevaba esa noche cuando me desperté en el bosque está en
sus manos.
Es un rompecabezas que aún me cuesta descifrar. Como, ¿El Cazador
compró un segundo juego y me puso en ellos? ¿O los que llevaba puestos fueron
lavados, secados y puestos de nuevo sobre mí? Delphine tendría fácil acceso a la
lavandería, ¿no? Me cuesta entender cómo es capaz de drogarme y luego
arrastrar mi cuerpo fuera por sí misma. Es tan pequeña y delgada, y no parece
que haga ejercicio mucho más a menudo que yo.
Decido dejar de lado ese pensamiento por el momento y bajo las escaleras
justo a tiempo para ver al chico de la piscina salir por la puerta principal. He visto
al tipo de pasada antes, pero nunca me llamó mucho la atención. Lo mismo
ocurre con el hombre que está fuera con un cortacésped, ocupándose de la hierba
ligeramente crecida.
Supongo que la casa Vanguard vuelve a funcionar a toda marcha. 170
No me gusta eso.
Hace que parezca que Parrish no importa, que no va a volver.
—Ven a comer —dice Maxx, de pie en la puerta que separa la sala de
estar/cocina del pasillo. Le echo un vistazo y lo encuentro vestido con... oh. Vaya.
X va vestido de pies a cabeza con una camiseta y unos pantalones de color verde
lima, negro y blanco. Incluso sus botas hacen juego, le llegan a media pantorrilla
y están bien atadas a sus musculosas piernas.
Debo estar mirando como una loca porque lanza una sonrisa confiada en
mi dirección.
—¿Qué te parece? —pregunta cuando por fin recuerdo que se supone que
debería estar haciendo algo más que mirar al ex de mi hermana como una idiota
con cara de tonta. Hago que mis pesados pies avancen, pero Maxx no retrocede,
y entonces nos quedamos demasiado cerca, joder—. Mis padres hicieron un viaje
sorpresa a la ciudad y básicamente me ordenaron ir a la pista. —Su boca se
tuerce—. No creen que deba llamar la atención participando en otra rueda de
prensa. Les preocupa que sea el siguiente objetivo de El Cazador o... algo. —
Suena sumamente molesto.
—¿Vas a participar en una carrera hoy? —pregunto, deseando que las
circunstancias fueran diferentes para poder ir con él. No sólo me gustaría ver a
Maxx Wright en su elemento, sino que me encantaría dar un paseo en la parte
trasera de su moto... Quiero decir, en mi propia moto. Tal vez podría darme
lecciones o ... algo. Cualquier cosa menos perturbadora que mi breve y
parpadeante fantasía de rodear su cintura con mis brazos y dar un paseo.
Se encoge un poco y se levanta para rascarse la nuca.
—Sé que es una mierda, pero mis padres están encima de mí; no aprecian
que esté terminando el curso aquí en lugar de, realmente, en la universidad. —
Me ofrece una bonita sonrisa para compensar el desaire percibido hacia Parrish—
. Además, tengo que caerles bien. Tengo que convencerlos de que me dejen
quedarme con el conejo fornicando.
—Esta mañana se ha corrido sobre Maxx —ofrece Chasm por detrás de él,
metiéndose un cuadradito de sandía en la boca. A veces habla mientras mastica.
Bueno, más bien murmura entre su comida. En el pasado me ha molestado que
otras personas hagan eso, pero él no, por alguna razón. De hecho, lo encuentro...
¿bonito?
Entonces me doy cuenta de lo que acaba de decir.
—¿En serio? —Me atraganté, completamente asqueada por la idea. Creo
que ha llegado el momento de castrar al pobre GG. X resopla mientras pasa a mi
lado, con una presencia alta e imponente que ni siquiera necesito mirar para
apreciar; tiene un aura fuerte e impactante.
—No se ha corrido encima de mí, sino que se ha meado encima —corrige
X mientras miro y me fijo en el variado surtido de alimentos que hay en la mesa.
Huevos, tocino, salchichas, tortitas, tostadas, un bol de fruta, zumo de naranja.
Es un reparto muy bonito. Francamente, apenas puedo mantener los ojos
abiertos. Mirando de reojo a Maxx, trato de imaginar cómo sería estar con alguien
que se levanta temprano todos los días y disfruta preparando el desayuno
mientras se prepara para un día de paseo en motocicleta.
Mis pesados párpados se hunden y me doy una palmada en la cara para
despertarme, encogiéndome cuando me golpeo las férulas de mis dedos rotos 171
por accidente. No sé de dónde saca Maxx Wright su energía. Realmente es
perfecto para Maxine. Mi hermana se levanta temprano y siempre está haciendo
algo, siempre deseando salir a alguna aventura.
Me mojo los labios mientras Chas se encoge de hombros y se deja caer en
una silla de la mesa. Sólo estamos nosotros tres. Todavía no hay rastro de Tess,
Paul ni de los otros chicos.
—Como sea que haya sucedido, fue divertidísimo. —Continúa Chasm,
mordisqueando otro trozo de sandía en cubos del bol de fruta. Sus ojos se dirigen
a los míos y mis mejillas se sonrojan ligeramente. Se da cuenta de ello incluso
cuando aparta la mirada, y una pequeña sonrisa reclama sus labios por un breve
momento—. Todo su pecho desnudo, empapando sus pantalones de deporte.
Intento no pensar demasiado en esa imagen —por el pis del conejo y por
el recuerdo del pecho desnudo de Maxx Wright— mientras vuelvo a mirar a X.
Se mete una tostada en la boca y la deja colgando mientras agarra un
cortavientos de la silla de al lado. Para alcanzarla, tiene que rodearme, su brazo
roza el mío y me hace estremecer.
—Me alegro de que te haya hecho gracia —murmura alrededor de la
tostada, haciendo una pausa al salir por la puerta para quitársela de la boca y
poder señalar a Chasm con ella—. Volveré en un par de horas y entonces haremos
lo nuestro?
Chasm levanta un puño con el pulgar hacia arriba y X gruñe, metiéndose
de nuevo la tostada en la boca antes de arrancar. Parece darse cuenta de algo y
retrocede unos pasos para mirar a través de la puerta. Esta vez, es a mí a quien
señala con la tostada.
—Te veo luego, Kota —dice, y luego vuelve a salir y a desaparecer en el
garaje.
Saco la silla que está al lado de la de Chasm y me siento, nuestras piernas
chocan entre sí y me producen una emoción salvaje, una que aviva el calor entre
mis muslos y me hace sentir como una loca. Ahora que he tenido sexo, quiero
seguir teniendo sexo. Es divertido. Se siente bien. Me hace sentir cerca de Chasm.
Y a Parrish.
—Le gustas —dice Chasm, arrugando la nariz como si acabara de morder
algo agrio. El caso es que ahora mismo no está comiendo nada en absoluto. Al
parecer, es la idea de que le guste a X lo que le ha dado esa expresión facial.
—Claro que le gusto. Somos amigos —digo, alcanzando el frutero en el
mismo momento en que lo hace Chasm. Nuestras manos se rozan y él vuelve a
captar mi atención con sus ojos. Anoche, en algún momento, me quedé dormida.
Cuando me desperté de madrugada, estaba sola, tapada con mis mantas, con mi
Tess-teléfono grabando desde su trípode. Se me ocurrió entonces lo irónico que
era que hubiera estado usando mi teléfono para protegerme mientras El Cazador
me observaba alegremente a través de esa misma cámara.
Pensé en buscar a Chasm. Lo hice. Invitarlo a la cama. A mi cuerpo.
Al final, me volví a dormir, pero ahora veo que esta tensión entre nosotros
no va a ninguna parte. Parrish. Parrish. Oh Dios, lo siento tanto Parrish. Si dejo que
mi mente se remonte a la noche pasada, siento una terrible tristeza que se aferra
como el rocío de la mañana a las mangas de un abrigo de lana.
Imágenes extrañamente específicas, Dakota. Muy bonito. Si terminas
172
convirtiéndote en escritora, llenarás tus libros con una prosa púrpura sin sentido pero
muy bonita.
—No así —dice Chasm, sacudiendo la cabeza como para despejarla—.
Creo que le gustas de otra manera. ¿Viste su cara cuando nos veía hacerlo en el
vídeo de anoche? Pensé que me iba a pegar.
—Estás haciendo el ridículo —digo con un bufido, pero no puedo superar
la idea de que me está diciendo la verdad.
Nuestra conversación se interrumpe bruscamente cuando Tess entra en la
cocina. Está impresionante, con el cabello oscuro recogido en un moño, y su traje
blanco de negocios parece algo que una de las Kardashians podría llevar en una
sesión fotográfica para una revista. Se ve... guao. Supongo que no es tan malo
compartir el ADN con ella.
—La rueda de prensa es dentro de unas horas —nos dice, mirando por
encima de la extensión sobre la mesa con el ceño fruncido—. Haz que Delphine
venga a limpiar esto cuando termines. Luego, Dakota, me gustaría que te
vistieras con algo bonito. —Por una vez utiliza mi nombre correcto, lo cual
agradezco. Tess agarra una taza y luego hace un gesto suelto en dirección a
Chasm con ella—. Kwang-seon, tu padre no quiere que participes en el rodaje,
así que tendrás que irte a casa antes o permanecer fuera de la vista de las cámaras.
—Sí, señora —dice, pero no hay ningún indicio de burla o sarcasmo en su
voz. Sabe que ambos estamos en la cuerda floja con Tess. Si añadimos el comodín
de Kimber Celeste, las cosas podrían ponerse feas si no nos atenemos a la línea.
Suena el timbre y Tess se detiene, mirando por encima del hombro en esa
dirección.
—¿Qué demonios? —pregunta, dejando su taza en la encimera y
dirigiéndose hacia allí. Chasm y yo intercambiamos una mirada. Aquí no debería
haber ninguna sorpresa al llamar a la puerta; por algo tenemos una verja con
teclado y dos policías. ¿Se ha colado un periodista por la verja? ¿Es el chico del
césped el que nos dice que ha encontrado algo? ¿Los agentes del FBI?
Como sea que imagine que las cosas funcionaran, es decir, no como
terminan resultando en realidad, nunca podría haber soñado con esto.
Incluso si un día me convirtiera en una novelista famosa como Tess, nunca
se me ocurriría esta trama. Ni en un millón de años.
Avanzo junto a Tess, pero unos pasos por detrás de ella. Chasm se queda
un poco atrás, a mi izquierda, y todo mi mundo está a punto de cambiar de forma
indescriptible e inexplicable.
Tess no se molesta en comprobar la cámara de la puerta principal ni en
asomarse a la ventana. Debe de pensar, como yo, que quien espera al otro lado
es una parte amistosa. O, al menos, una parte neutral. En el peor de los casos, un
reportero que se está pasando de la raya. Parece que no le importaría dar un
puñetazo a un paparazzi inapropiado.
La puerta principal aquí es en realidad dos puertas principales, un tipo de
entrada muy grande. Tess abre la izquierda y se asoma. En cuanto ve a quien está
al otro lado, sus manos se desprenden del pomo y la puerta se abre de par en par,
chocando con la pared.
Un hombre está de pie en el porche, con las manos metidas 173
despreocupadamente en sus pantalones perfectamente planchados. Lleva una
camisa de vestir con los botones superiores desabrochados, una corbata suelta
que resalta la fuerte columna de su cuello y una sonrisa
Una sonrisa genuinamente hermosa, abierta y adorable.
Sus ojos son de un azul brillante, su cabello de un negro brillante, su piel
una versión ligeramente más bronceada de la mía.
Mira más allá de Tess y directamente a mí.
Se me congela la sangre, y si no hubiera puesto una mano en el hombro de
Chasm para estabilizarme, podría haberme caído y abrirme la cabeza contra el
suelo de mármol blanco.
—¿Justin? —Tess se atragantó, con la voz alta y carrasposa. Parece que está
a punto de desmayarse. Mira al hombre de la misma manera que alguien miraría
a un cadáver levantado de la tumba.
Justin.
¿Acaba de... decir Justin?
—¿Justin? —repite Chasm, haciendo que el nombre suene en mi cabeza
como una maldición. Me quedo mirando al tipo. Parece un modelo o una estrella
del rock o algo así. Su rostro es apuesto pero no demasiado bonito, sus pestañas
largas, su cabello abundante y ligeramente ondulado. Si tuviera que adivinar,
diría que probablemente tiene entre treinta y tantos años.
—Hola, princesa —dice, y su voz es exactamente como podría haber
imaginado que sonaría la de mi padre biológico. Suave, segura, adorable. Me
mira como si fuera lo más precioso que ha visto en su vida—. ¿Un abrazo para tu
viejo?
Espero que estés entusiasmada con el día de mañana.
Mi mente se queda completamente en blanco en ese momento. Quiero
decir, como realmente. Veo estrellas, y apenas puedo recordar mi propio nombre.
¿Esto está sucediendo en serio en este momento?
—¿Qué haces aquí, Justin? —pregunta Tess, que parece estar a punto de
hiperventilar. Justin apenas le dedica un vistazo a sus preciosos ojos azules antes
de volverse hacia mí. Se fija en mí con esa... esa horrible mirada. Me mira como
si yo fuera el todo y el fin de su existencia.
Al igual que Tess.
Me planteo vomitar sobre la punta de sus brillantes zapatos de vestir.
—Buenas, señora Vanguard —ronronea, consiguiendo que el saludo suene
sincero y burlón al mismo tiempo. Hace un gesto suelto con una mano, con un
reloj caro atado a la muñeca—. ¿Puedo pasar? Me gustaría hablar del hecho de
que haya encontrado a nuestra hija y no haya pensado en ponerse en contacto
conmigo.
Durante un minuto entero, no hay más que silencio.
Sólo se interrumpe por el lejano murmullo de los periodistas al final de la
carretera, y el zumbido del cortacésped mientras el jardinero serpentea por los
bordes de la propiedad.
—Tú... no deberías estar en Medina —susurra ella, pero Justin entra de 174
todos modos. Tess se apresura a cerrar la puerta tras él, con cara de estar enferma.
Están pasando demasiadas cosas como para que cualquiera de nosotros piense
en cómo se las ha arreglado Justin para pasar la puerta principal y al par de
agentes de policía que hay a ambos lados, sin que nadie se dé cuenta.
—Sí, bueno, circunstancias atenuantes —dice, todavía mirándome,
todavía sonriendo—. Hola, Mia.
—No le hables —gruñe Tess, interponiéndose entre nosotros. Justin no
parece preocupado por el movimiento, y levanta la vista para mirarla a la cara.
Veo un destello que, curiosamente, me recuerda a la forma en que me miran
Chasm y Parrish. Y Maxx. Él también. Pero no voy a pensar en eso—. Y sal de mi
casa antes de que alguien te vea aquí.
El sonido de pasos en las escaleras atrae mi atención. Chasm, en cambio,
se queda mirando a Justin como si quisiera matarlo. Es rápido en la observación,
ese chico. Ya se ha dado cuenta de quién es: Justin Prior, mi padre biológico, el
ex marido de Tess, el malversador, el tramposo, el... asesino en serie.
Por muy bonito que parezca, por muy guapo que sea, por muy bonitas que
sean sus palabras, puedo sentirlo.
Este es un hombre muy, muy peligroso con una camisa de vestir y
pantalones muy caros.
Este es el hombre que nos aleja a ambos de Parrish Vanguard.
—Oh, Paul —dice Justin, sonriendo aún más bonito que antes. Es como,
casi inquietantemente guapo, pero de la misma manera que un artefacto se ve
detrás del cristal, como si no estuviera destinado a ser tocado, sólo observado.
No me parece real. Sólo un producto de una persona perfecta—. Esperaba que
pudiéramos vernos hoy.
Mi padrastro es ahora el que mira a Justin Prior como si fuera un fantasma,
un monstruo místico salido de las páginas de una novela de fantasía épica, una
pesadilla de varias cabezas a la que le crecen más cabezas cada vez que le cortan
una. Ese es Justin Prior.
—¿Qué está haciendo aquí? —vocifera Paul, que se levanta para ajustarse
las gafas. Si no me equivoco, le tiemblan las manos—. No deberías estar aquí;
tenemos una orden de alejamiento.
Justin se ríe, con una risa de buen humor que me da escalofríos.
Chasm y yo intercambiamos una mirada. ¿Y si, no sé, apuñalamos a este
tipo ahora mismo? ¿Salvaría eso a Parrish? ¿Podríamos enviar al FBI tras él y
llegar antes que el señor Volli? O, con este hombre muerto, ¿abandonaría Amin
Volli este empeño por completo?
No tengo ni idea.
Pero sí sé una cosa: este es el mismo hombre con el que he estado hablando
durante dos semanas. A través de texto. A través de Parrish. A través del señor
Volli. Este es él. Justin Prior. El Cazador de Seattle. El secuestrador de Parrish.
Todo es lo mismo.
—No, creo que ya no tienes una orden de alejamiento —sugiere Justin,
mirando a Tess mientras espera a que se aparte de su camino—. He hecho
algunas llamadas.
—¡Hijo de puta! —Tess estalla, y entonces Paul está ahí mismo y la hace 175
retroceder físicamente.
No bromeo.
Mi padrastro está restringiendo físicamente a mi madre biológica en este
momento.
Una mente alucinada.
—Tess, no dejes que te afecte —murmura Paul, rodeando a su mujer con
los brazos de una forma que me recuerda a su hijo. Mis ojos vuelven a mirar a
Justin. Puede verme ahora que Tess se ha quitado de en medio y vuelve a
estudiarme. Se acerca un paso más a mí y el olor a aftershave picante me hace
cosquillas en la nariz.
Huele a cedro y tierra húmeda mezclados con pimienta y ron especiado.
Me hace balancearme sobre mis pies. Sé al instante que he olido ese aroma
antes. No sólo una vez, sino varias veces. Al igual que cuando conocí a Tess por
primera vez, el olor del aftershave de ese hombre me golpea como un tren de
mercancías, y sé sin duda que nos hemos encontrado antes.
Entonces pienso en aquella noche en la que me desperté en el bosque, en
cómo uno de mis atacantes olía así y en cómo, después de escapar de él, no me
persiguió. Se paseó. Merodeó.
Justin.
—Sé que no te acuerdas de mí, princesa —dice, extendiendo una mano
que Chasm baja rápidamente, interponiéndose entre Justin y yo. El hombre no
deja traslucir que el movimiento le moleste en absoluto, salvo por el más mínimo
arrugamiento de la piel junto a sus ojos.
Lo que más me asusta es ese pequeño detalle.
Empujo a Chasm a un lado y doy un paso adelante.
Más que nada, quiero hablar con este hombre en privado.
Si está aquí, entonces todo lo que hemos sospechado hasta ahora debe ser
correcto: El Cazador tiene un interés personal en verme sometida a su voluntad,
interactuar con él, aprender de él. Él está aquí por mí, y yo estoy aquí por Parrish.
Tiene que haber una forma de solucionar esto.
—Puede que no me recuerdes, pero soy tu padre, Mia —repite Justin con
toda la seriedad del mundo. Es como el padre de ensueño que toda chica desea
para ella, y a mí me aterroriza, maldita sea—. Llevo tiempo queriendo venir a
verte.
—No le respondas, Dakota —repite Tess, arrancándose del agarre de Paul
y pasando las palmas de las manos por la parte delantera de su traje blanco—.
Ahora se irá, y si quiere verte, puede llevarlo a los tribunales.
—¿Me harías eso? —pregunta, dirigiéndole una mirada tan autentica que
casi me lo creo—. Eso es enfermizo, Tess. Soy el padre de la chica. Tuve tan poca
opción de perderla como tú. —Lanza una mirada en dirección a su ex mujer que
la hace parecer el enemigo en este escenario. Se vuelve de nuevo hacia mí—. En
cuanto supe que te encontrarían, empecé a preparar las cosas para ti. —Estira la
mano para tocarme la cara, y Chasm se queda completamente rígido a mi lado.
Agarro la muñeca de Chas cuando intenta avanzar, apretándola lo
suficiente como para que se detenga en seco. No podemos enojar a este hombre.
Eso lo sé a los cinco minutos de conocerlo. 176
»Nadie quiere que un padre deshonrado viva en el exilio. —Inclina la
cabeza hacia mí, con los ojos azules brillando. Diría que no nos parecemos en
nada, pero eso es sólo si se tienen en cuenta detalles básicos como el color del
cabello y de los ojos. Nuestros rostros tienen una estructura muy similar: la
misma nariz, la misma boca, la misma forma de ojos. Incluso su mandíbula es
una versión masculinizada de la mía—. Pero ahora estoy aquí. —Justin vuelve a
centrar su atención en Tess—. Si tienes algún problema con eso, seguro que
podemos involucrar a la ley.
—Eso es exactamente lo que vamos a hacer; no vas a hablar con mi hija sin
una orden del juez.
—¿Tu hija? —pregunta incrédulo Justin—. Te refieres a nuestra hija. —Me
mira de nuevo y sonríe—. Dame un abrazo, princesa.
Mierda.
Mis ojos se deslizan hacia Tess; ella me está mirando, Paul me está
mirando, Chasm está enviando una calurosa mirada de muerte directamente a
través del cráneo de Justin.
Cuando extiende sus brazos como si me ofreciera un abrazo, sé que debo
aceptarlo. La orden tácita se esconde tras el brillo amistoso de sus ojos azul hielo.
Aunque me mata extender la mano y abrazar al hombre responsable del
sufrimiento de Parrish, que ordena que lo corten, que lo desangren, que me
traumatiza, que arruina mi vida, que destruye mis relaciones con la gente que me
importa, lo abrazo como si fuera la persona más importante de todo el mundo.
Porque mientras tenga a Parrish, lo hará.
Y él lo sabe.
Nada de lo que ha hecho hasta ahora es accidental, especialmente esto.
Me encantan los abrazos apretados. De verdad. Es una tradición de la
familia Banks el dar grandes y apretados apretones.
Sin embargo, lo que Justin me hace... se parece más a una anaconda
rodeando a su presa. Me abraza tan fuerte que realmente me duele; me quita el
aliento y hace que me duelan los huesos. No dejo que nada de eso se note.
No puedo permitirme hacer eso.
Y ambos lo sabemos.
—Diles que quieres venir conmigo. Suplícales. Grita. Haz lo que tengas
que hacer —susurra contra un lado de mi cabeza. Y entonces me besa en la mejilla
y se endereza, poniéndome las manos en los hombros y mirándome como, bueno,
un pariente perdido—. Has salido muy bien, ¿lo sabías? —dice, mirándome con
el mismo nivel de desesperación que Tess suele mostrar hacia mí. Sólo que la
suya no es triste como la de ella. Es obsesiva—. ¿Qué he hecho yo para merecer
una hija tan increíble?
—No actúes como si fueras responsable de esta chica de alguna manera,
que no sea una pequeña contribución de semen.
Me quedo con la boca abierta ante el atrevimiento de Tess, que suele ser
mucho más WASP que esto.
Tess vuelve a interponerse entre Justin y yo, señalando la puerta con una
mano temblorosa.
—Fuera —gruñe ella, pero Justin no le tiene miedo. Eso está claro. Vuelve 177
a meter las manos en los bolsillos de los pantalones.
—Tess, no te pongas así. No quiero que las cosas se pongan feas, pero Mia
también es mi hija. —Su voz adquiere ese matiz frío y dominante, tan en
desacuerdo con su apariencia. Los dos se miran fijamente, lo suficientemente
cerca como para tocarse.
Hay un nivel de tensión inquietante entre ellos.
—¿Cómo reaccionaste cuando encontraste por primera vez a tu hija
después de catorce malditos años? Estoy seguro de que lloraste y te estremeciste,
besaste su frente, la abrazaste. —Justin alarga la mano como si fuera a meter un
mechón suelto de cabello de Tess detrás de una oreja. Su cabello estaba perfecto
cuando se levantó esta mañana, pero todo el movimiento que acaba de hacer ha
soltado parte de ese cabello cuidadosamente arreglado.
Ella le quita la mano de un golpe.
—La voy a sacar por unas horas. Sólo unas pocas. La traeré de vuelta.
Tess suelta una carcajada aguda y temblorosa. Es histérica, eso es lo que
es.
—No te vas a llevar a mi maldito bebé a ningún sitio —le gruñe, y me
sorprende la nota profundamente protectora de su voz. Sé que no debería estarlo,
teniendo en cuenta sus locos mimos y que me vigila y todo eso, pero... vaya.
Parece que mataría por mantenerme a salvo.
Se me hace un nudo en la garganta.
Ella me quiere, creo. Incluso si no le gusto.
Ella realmente moriría por mí, justo en ese momento, estoy segura de ello
de repente. Tan segura como sé que el sol saldrá mañana. Maldita sea, Tess.
—¿Qué opinas, Dakota? —pregunta Justin, volviéndose hacia mí.
Dios. Maldita sea.
Exhalo con fuerza y aprieto la muñeca de Chasm para apoyarme. No lo he
soltado en todo este tiempo; me está anclando a la realidad. Su olor está calmando
parte de mi violenta y agobiante ansiedad.
Enfócate, por Parrish. Por Parrish. Cualquier cosa por Parrish.
—Yo... nunca he tenido un padre —admito, levantando la palma de la
mano derecha hacia arriba y hacia fuera en un gesto de apaciguamiento. Los ojos
de Tess se abren de par en par cuando vuelve a mirarme, como si la hubiera
traicionado de algún modo. Inmediatamente cambia esa expresión por una de
terrible miedo y desesperación.
—Dakota, antes de pensar en ir con este hombre, tenemos que hablar.
—Oh, vamos, Tess. Hablar de la mierda de "él dijo" y "ella dijo" de hace
catorce años no va a ayudar a nuestra hija. Ya la has oído: nunca ha tenido un
padre. —Hay una implicación tácita en sus palabras, y es exactamente ésta: puede
que nunca haya tenido un padre, pero sí una madre. Ouch—. No te interpongas en el
camino de un hombre y su hijo.
—He dicho que no. Última oportunidad para irte antes de que llame a la
policía —dice Tess, con una voz perversamente fría—. Vete.
Justin retrocede unos pasos y luego se asoma con cuidado por la ventana
junto a la puerta principal.
—¿Como esos policías de ahí fuera? —pregunta él, volviéndose hacia 178
ella—. ¿Cómo crees que he entrado por la puerta principal? Las cosas están a
punto de cambiar en Medina, Tess. Lo olvidas: yo nací y me crie aquí. Fuiste
invitada.
—Está bien, ya me cansé —dice sacando su teléfono del bolsillo. Se vuelve
hacia mí y hacia Chasm—. Suban y enciérrense en un dormitorio.
—No te pongas dramática —reprende Justin con suavidad, su voz
absolutamente condescendiente. Ni siquiera reconoce la existencia de Paul
cuando el otro hombre se acerca a su mujer, con el rostro enrojecido por la ira—.
Y aquí estaba yo, dispuesto a ofrecerte una forma de salvar a tu hijo desaparecido.
Mi corazón se parte por la mitad cuando mi atención se dirige a Chasm. Él
capta mi mirada antes de volverse hacia Justin. ¿Acaba de admitir el secuestro de
Parrish?
—No te atrevas a sacar el tema de mi hijo —susurra Tess, con la voz oscura
por la rabia—. No te atrevas, joder.
—Tess, cálmate un momento —ofrece pacientemente Justin. Pero como,
¿cuándo una persona le ha dicho a otra que "se calme" y no ha tenido la intención
de ser un imbécil? Sigo aquí de pie con total incredulidad.
—¿Qué demonios está haciendo? —gruñe Chasm, acercándome un poco
más a él. Tengo tantas ganas de girarme y abrazarlo en este momento. Siento que
me vendría bien un abrazo. Uno de verdad, no uno en el que parezca que un
hombre está intentando ahogarme.
—Sabes que llevo trabajando en mi software de reconocimiento facial
desde el instituto. —Le dedica una encantadora sonrisa para acompañar el
recuerdo—. Bueno, nos estamos preparando para un gran lanzamiento. Este
producto va a cambiar el mundo. —Hace un gesto con una mano, deslizando la
palma por el aire como si imaginara su nombre en luces—. Incluso hemos
rechazado una oferta del ejército estadounidense. —Le lanza una mirada a Tess,
con la mano aún levantada en el aire—. Mi empresa quiere ofrecerse a rastrear a
Parrish Vanguard, de forma gratuita. Podemos buscar su rostro en las cámaras
de tráfico, en las cámaras de vigilancia de las gasolineras, incluso en la web
oscura. Si hay imágenes de tu hijo por ahí, las encontraremos. Lo encontraremos.
Tess se queda prácticamente con la boca abierta, pero sacude la cabeza
como si supiera lo loco que suena Justin ahora mismo. El software de
reconocimiento facial es una cosa, seguro, pero pensé que sólo la CIA y demás
tenían acceso a algo remotamente creíble o útil a tan gran escala como lo que
describe Justin.
—Justin, has perdido oficialmente la cabeza… —Tess empieza,
deteniéndose al oír que llaman a la puerta. Justin no se inmuta, sólo da un paso
atrás y la abre.
—Señor, tengo al juez al teléfono —dice un hombre. También va vestido
de traje, es mucho más bajo que Justin, tiene el cabello rizado y unas enormes
gafas de gran tamaño con un llamativo dibujo de cebra
—Yo me encargo, gracias —dice Justin con un gesto cortante, y el hombre
se retira, cerrando la puerta al salir. Justin se vuelve hacia nuestro grupo, que está
boquiabierto, y saca su teléfono del bolsillo. Pulsa algunos botones y luego se lo
lleva al oído, esbozando otra hermosa sonrisa. Juez Valentine —dice con una 179
sonrisa—. Me va de maravilla. Está... —Mira hacia mí, y su sonrisa radiante
consigue ampliarse aún más—. Es todo lo que esperaba que fuera. —Una
pausa—. Es maravilloso, gracias. Puedes enviarlo por correo electrónico, es
fantástico. —Justin cuelga antes de volverse hacia una Tess de aspecto muy
sospechoso—. Era el juez Valentine; es un buen amigo mío. Va a enviar el acuerdo
de custodia de emergencia que solicité.
—¿Disculpa? —dice Tess.
—La orden de emergencia me otorgará la custodia completa temporal —
explica Justin con indiferencia, golpeando su teléfono contra la palma de la
mano—. Perdóname, pero en cuanto pude, presenté la moción. La audiencia se
celebró ex parte, pero puedes entender por qué. No sólo perdiste a nuestra hija
una vez, sino que acabas de perder a otro. Acéptalo, Tess: eres una madre de
mierda.
Oh, Dios mío.
Oh, Dios mío.
¡¿Realmente le dijo eso?!
—No voy a permitir que le hables así a mi mujer, ¡y menos dentro de las
cuatro paredes de mi propia casa! —ruge Paul. No creí que lo tuviera en él, seré
sincera. Me acerco aún más a Chasm, y los ojos de Justin se desvían hacia
nosotros—. Si no sales por esa puerta ahora mismo, te golpearé.
—Oh, Paulie, no te engañes —dice Justin con un alegre giro de labios.
—No —advierte Tess a su marido, devolviéndole la mirada—. Eso es lo
que quiere. —Se vuelve hacia Justin, dejando escapar una larga y pesada
exhalación—. Si le pegas, presentará cargos. Impulsará el asunto de la custodia.
—Tess señala a su ex—. Transmite esa orden de custodia a mi abogado ahora.
Seguro que no te llevas a mi hija sin luchar. Y, debo añadir, que vengas aquí
sabiendo que mi hijo... —Su voz se corta en un sollozo ahogado, y juro que veo a
Justin estremecerse de placer.
Le dirige una mirada falsamente comprensiva.
—Nunca se me ocurriría arrancar a una niña de su familia —dice,
acercándose a Tess mientras Paul se eriza y luego se da la vuelta, poniendo las
manos en las caderas de una forma que me recuerda a Parrish. Su rostro está
carmesí en este punto—. Esa es tu especialidad, ¿no? —Justin se inclina cerca de
Tess, incluso mientras ella hierve por dentro, con sus ojos oscuros ardiendo—. Si
no me hubieras robado a mi hija en primer lugar, nada de esto habría ocurrido.
No habría perdido catorce años con mi hija. —Justin se gira para mirarme
bruscamente, chasqueando los dedos—. Ve a hacer las maletas, princesa. Te
vienes conmigo. Te gustaría, ¿verdad? Pasar un tiempo con tu padre.
—Yo… —Empiezo cuando Tess me mira con la misma expresión
suplicante de antes. Puedo ver en sus ojos que tiene miedo por mí, por ella
misma, por los dos en este momento. Todavía no sé mucho sobre Justin Prior,
pero sí sé un poco sobre Tess en este momento. Puede ser una persona irritable a
veces, pero no es malvada. Si huyó de Justin, si me alejó de él a propósito,
probablemente haya una razón sólida detrás de ello—. Me gustaría dar mis
propias opiniones, Tess. —Casi me ahogo con las mentiras al salir de entre mis
labios—. Y tal vez su software realmente podría…
Tess me ignora, saca su teléfono y hace una llamada rápida. Quienquiera 180
que esté en la otra línea debe estar bien pagado, porque responde
inmediatamente.
—Comprueba tu correo electrónico. Justin está aquí, y supuestamente ha
conseguido un acuerdo de custodia de emergencia del juez Valentine. —Ella
dirige su mirada a Justin, pero él simplemente le entrega su teléfono. Tess teclea
algo —la dirección de correo electrónico de su abogado, creo— y luego pulsa
"enviar"—. ¿Lo has recibido? —pregunta ella después de unos segundos—. ¿Y
bien?
—No te vas a ir con este tipo —gruñe Chasm contra mi oído. Sus labios
furiosos me revuelven el cabello y la piel de gallina se levanta en todo mi cuerpo.
Oh, qué bien sienta eso. Y definitivamente no es el momento de pensar en cosas así.
Me vuelvo hacia él, lo miro a los ojos deseando... No, no se trata de ningún deseo,
¿verdad?
Mis brazos se deslizan alrededor de su cuello y me pongo de puntillas,
dejando que presione su frente contra la mía. Me rodea la cintura con las manos
y me da un pequeño apretón en el vientre.
—No, hermanita —susurra, con su boca tan cerca de la mía que
prácticamente puedo saborearla—. No vas a arriesgar tu vida, ni siquiera por...
la suya. —Chasm aprieta sus labios contra los míos, y juro que toda la habitación
se queda en silencio.
—Bueno, ahora no estoy seguro de cómo me sienta que salgas con chicos
antes de la graduación —musita Justin, como si el estúpido imbécil no me hubiera
obligado a acostarme con Chasm en primer lugar. Cuando por fin nos separamos
el uno del otro, miro hacia atrás y veo que Tess está simplemente... mirándome de
nuevo de esa manera suya.
La decepción es evidente en su rostro, tal como Parrish me advirtió hace
tanto tiempo.
¿Realmente sólo han pasado tres meses y medio desde que llegué aquí?
Sin embargo, Tess está demasiado ocupada con su llamada telefónica para
ocuparse de mí y de Chasm.
—Quiero ir con él —reitero—. ¿Y si... y si sólo salimos una hora? Sólo una.
Luego puede traerme de vuelta. A tiempo para la rueda de prensa.
—¿Oh, tienes una conferencia de prensa hoy? —interroga Justin, pero casi
como si ya lo supiera—. Deja que te ayude. Tengo un comunicado de prensa
preparado. Podría anunciar el lanzamiento de la aplicación y comprometer todos
los recursos que posee nuestra empresa para ayudarte a traer a tu hijo a casa.
—Eres un monstruo oportunista —grita Tess, con los ojos rebosantes de
lágrimas de rabia. Todavía tiene el teléfono pegado a la oreja, pero lo que sea que
esté diciendo su elegante abogado al otro lado no debe ser muy esperanzador. La
miro y me siento al mismo tiempo esperanzada y vengativa. Esto es exactamente
lo que le hiciste a los Banks. Exactamente esto. Llegaste con tus abogados y tus pruebas
de ADN y tomaste lo que querías sin tener en cuenta a nadie más.
Al igual que Justin está haciendo ahora.
—Déjame entrar en la rueda de prensa, Tess, y no me llevaré a Dakota esta
noche, aunque sea mi derecho legal. Quedamos mañana para comer, ¿no,
princesa? —Ni siquiera espera a que le responda porque le da igual; esto es lo
que está pasando, y ambos lo sabemos—. Podemos trabajar hasta las noches. —
181
Me echa una mirada y luego deja que su mirada se arrastre hasta posarse en
Chasm—. Actualmente estoy en un alquiler de vacaciones, así que todavía no
tengo una dirección permanente.
—¿Cuánto tiempo has estado planeando esto? —pregunta Tess, tan
enojada que, aunque tiene lágrimas en las mejillas, parece que está a punto de
decir "maldita sea", y de darle un puñetazo en la cara a Justin Prior—. ¿Desde el
momento en que te enteraste de que mi hijo había desaparecido? ¿Es por eso que
saliste de la nada, sólo para arruinar mi vida? ¿Para arruinar la vida de tu hija?
—Sólo estoy aquí para ayudar, y para formar una relación con mi hija.
Nunca me plantearía arrancar a una niña de su madre. —Justin se acerca a mí,
me pone la mano en el hombro y se inclina de nuevo con la pretensión de besarme
la mejilla. Baja la voz hasta el más mínimo susurro—: Nos divertiremos juntos, lo
prometo. No soy tan temible como Amin me hace parecer. Es un actor terrible.
—Justin me da unas palmaditas en la cabeza mientras se levanta, dándole a mi
cabello verde lima un pequeño roce entre el pulgar y el índice. Vuelve a sonreír
y me suelta, sus ojos se fijan brevemente en los de Chasm antes de volver a
girarse—. ¿Y bien? ¿Tenemos un trato?
Tess aparta el teléfono de su oreja, con la mirada fija en mí. Parece una
mujer que está perdiendo a su hija por segunda vez. Me siento tan culpable que
podría gritar. Y mañana, realmente voy a ir a comer con este tipo. Voy a salir de
esta casa con El Cazador de Seattle.
¿Y luego qué?
Entonces, ¿qué carajo?
—Me importa un carajo lo que ella diga: no te vas a ir con este loco. Parrish
no querría eso. —Puede que esté susurrando, pero Chasm suena muy firme en
su afirmación, como si pensara que alguno de nosotros tiene mucho que decir en
esto. En este punto, tengo exactamente dos opciones. La primera es que vaya con
Justin como él quiere, y tanto Parrish como yo tengamos una oportunidad. La
segunda es que me ponga en contacto con esas agentes del FBI y les cuente todo,
entregue a Parrish e intente salvarme.
Esa segunda opción... no es realmente una opción, ¿verdad?
—¿Qué opción me has dado, Justin? —pregunta Tess, con la voz como una
estalactita helada que acaba de caer del techo y se precipita directamente a la cara
de mi padre biológico. Sé que Tess creció en la pobreza, pero que obtuvo una
beca para asistir a la Preparatoria Whitehall cuando estaba en décimo grado. ¿Es
ahí donde conoció a Justin? Dijo que había nacido y crecido en Medina, así que
tendría sentido.
No es de extrañar que Tess mintiera sobre mi padre, por qué intentó
ocultarme su historia. Entonces... ¿cómo demonios sabía Saffron que el tipo era
malo? ¿Lo suficientemente malo como para que sintiera la necesidad de
advertirme... y secuestrarme?
Mirando a ambos ahora, todo lo que veo son las versiones adultas de los
monstruos que asisten a la escuela conmigo. Supongo que es algo endémico en
esta zona. Conspiraciones, intrigas, crueldad, juegos de poder, dinero, sexo...
control. Todo se reduce a eso, ¿no?
—Me has estado imaginando como el loco arruinado y sin hogar que
abandonaste en un centro hace tantos años —Justin sigue sonriendo mientras
asesta los golpes verbales, uno tras otro, pero cuanto más tiempo mantiene la 182
expresión, más empieza a parecer una mueca—. Pero las cosas han cambiado,
Tess. Yo soy el que tiene el dinero y el poder, como antes. Vas a tener que
acostumbrarte de nuevo a ser la afortunada pedazo de basura de remolque.
Me muerdo la lengua con tanta fuerza que sangra.
Tengo muchas ganas de destrozar a este tipo, aunque Tess se merece este
momento.
Paul sale por el pasillo, se dirige a su despacho y cierra la puerta tras de sí.
—Dakota, ve a vestirte —dice Tess en voz baja, pero no me mira. En su
lugar, mira fijamente a Justin.
No digo nada, y me deslizo junto a ella hacia las escaleras.
Chasm me sigue, y aunque Tess rompe su mirada con Justin para mirarlo,
no nos detiene mientras huimos a mi dormitorio.
—Mírame, hermanita —dice mientras intento arrancar mi brazo de su
agarre—. No puedes ir con ese hombre mañana. Si lo haces, yo... —Su voz se
quiebra mientras me hace girar y me golpea contra la pared junto a la puerta del
baño. Mi respiración se libera de golpe y mi corazón late tan rápido que me siento
mareada—. No volveré a verte.
—No es su objetivo hacerme daño, Chas. —Empiezo y luego hago una
pausa, acomodando mis palabras para que tengan realmente sentido—. No
hacerme daño físicamente, quiero decir. No intenta matarme. Si quisiera hacerlo,
ya estaría muerta. Estaría muerta desde hace mucho tiempo. Quiere que me
guste. ¿No viste la forma en que me miraba?
Chasm entrecierra los ojos y sacude la cabeza, todavía sujetando mis
muñecas contra la pared, aunque sigue siendo tan cauteloso como siempre con
mis dedos rotos.
—Quiero a Parrish, pero no voy a dejar que te suicides por intentar
salvarlo. Me dijo que cuidara de ti.
—Sí, y también dijo que debía dejarlo morir y salvarme. ¿Estamos
tomando sus instrucciones literalmente ahora? Tienes que dejarme hacer esto. Tal
vez esto es parte del plan de Justin. Claramente quiere usar a Parrish para
promocionar su nueva aplicación. Tal vez nunca estuvimos destinados a
encontrarlo, y Justin sólo estaba jugando con nosotros. Podríamos... ¿y si lo
recuperamos pronto?
—Te estás agarrando a un clavo ardiendo, hermanita. No es así como va a
suceder. Si dejas que Justin Prior te lleve, nunca volverás a ser la misma. —Me
suelta las muñecas con un resoplido y me las froto para quitarme el dolor. Sus
dedos dejan ligeras marcas rojas en mi carne, pero en realidad no me importa.
Ojalá me hubiera besado antes de dejarme ir.
—Merece la pena el riesgo —le digo una vez más, y lo digo en serio. Al
final, estoy segura de que descubriré que Chasm tenía razón. Puede que no sea
ni en la primera ni en la segunda visita, pero en algún momento, sé que voy a
tener que enfrentarme a una o dos pruebas para salir de esto por el otro lado.
Porque esto no es "sólo" para recuperar a Parrish. Se trata de mí. Justin
Prior no va a dejarme ir simplemente. Oh, no. Al igual que antes, no estoy
simplemente tratando de esquivar sus piezas en una partida de ajedrez: Necesito
dar jaque mate a su rey. 183
—Sé lo que estoy haciendo —digo en voz alta, pero estoy bastante segura
de que no es sólo Chasm quien necesita tranquilizarse.
Casi no puedo respirar durante la conferencia de prensa. Hay tanta gente
apiñada en nuestra casa, tantas cámaras, tantas luces intermitentes y voces
gritando. La forma en que todos hablan de Parrish, como si ya estuviera muerto,
me enfurece.
Eso, y estoy luchando con la ansiedad normal que conlleva estar frente a
una multitud de personas. Es mucho con lo que lidiar. Especialmente cuando
Justin se presenta ante la cámara. Su asistente con las gafas de cebra está aquí
coordinando las cosas para él.
Todo es tan... perfecto.
Tess tiene toda la razón: esto no era algo en lo que él pensara sobre la
marcha.
Oh no, ha estado planeando esto durante algún tiempo, desde el día que
llegué al estado de Washington. Quizás antes. Pero lo que puedo decir con
certeza es que el pin de corazón estaba en mi cajón en el momento en que entré a
esa habitación, esperándome.
Justin lo sabía. Joder, lo sabía. Y además de eso, ya debía haber tenido un
infiltrado en la casa para poder meter ese pin en el cajón de mi mesita de noche.
Cuando introduce el nombre y el propósito de la aplicación, casi pierdo la
razón.
—Afortunadamente, mi hija ya regresó a mí sana y salva —dice Justin,
sentándose junto a Tess y Paul en el sofá—. Pero he pasado los últimos catorce
años de mi vida desarrollando esta misma tecnología: tecnología destinada a
traer a los niños perdidos a casa a través del reconocimiento facial. Si no
hubiéramos tenido tanta suerte al localizar a Dakota, habría tenido la intención
de usar nuestra nueva aplicación para traerla a casa. —Gira hacia el mar de
reporteros con una expresión tan genuina en su rostro que probablemente le 184
creería, ya sabes, si no hubiera secuestrado al chico que me gusta y lo hubiera
torturado haciéndole cortes gigantes en el pecho todos los días durante catorce
días?—. En cambio, estoy dedicando todos los recursos que mi empresa tiene a
su disposición para ayudar a mi ex esposa a encontrar a su hijo.
Se acerca y pone una mano encima de la de Tess. Para su crédito, su
expresión no cambia ni un poco. Ella tiene este aire de perra poderosa sin
inmutarse.
—Sueño con un mundo donde ningún niño sea separado de sus padres,
donde ningún niño desaparezca. —Justin acepta un cartón de leche de su
asistente, lo coloca sobre la mesa y le da la vuelta para que la cara sonriente de
una niña brille ante la cámara. Las palabras sobre su cabeza indican: NIÑA
PERDIDA.
Esa soy... yo.
Reconozco la foto de bebé como una de las del documental de Netflix que
cambió y arruinó mi vida entera. Pero también... mis ojos se deslizan hacia donde
Chasm está parado en el borde de la multitud. Hoy luce como un chico malo y
holgazán, un pie apoyado contra la pared, las mangas de su camisa de vestir de
Whitehall Prep arremangadas para revelar sus antebrazos con tatuajes. Incluso
tiene un cigarrillo entre los labios, apagado y colgando.
Nuestros ojos se encuentran.
Si tuviera la oportunidad, ¿rebobinaría el tiempo y ignoraría ese
documental, comenzaría un drama coreano mientras Nevaeh se quejaba y Sally
suspiraba dramáticamente? ¿Haría todo eso sabiendo a lo que estaría
renunciando?
La respuesta a esa pregunta me aterroriza.
Vuelvo mi atención a Justin.
—Hemos recorrido un largo, largo camino desde las fotos granuladas en
blanco y negro y simplemente esperar lo mejor. Es por eso que se creó mi nueva
aplicación, Milk Carton: no solo para la tranquilidad de todos, sino para
profundizar en situaciones peligrosas y descubrir la verdad. Ya sea que Parrish
Vanguard esté vivo o muerto, lo encontraremos.
No puedo ser la única persona en esa habitación que se estremece por la
forma en que lo dice.
La multitud está alborotada con charlas y preguntas gritadas, pero no
presto atención a nada de eso.
Todo lo que puedo pensar es: ¿qué diablos pasará después en todo esto?
235
—¿Cómo estás hoy, cariño? —pregunta Justin, acomodándose en su
asiento como un hombre muy acostumbrado a las riquezas grotescas. Raúl le
prepara una copa de champán, ofreciéndome una copa también. Solo lo miro.
Pero, ¿qué es un poco de alcohol entre menores de edad comparado con todo lo
demás que he hecho?
La tomo, y Justin parece complacido, su sonrisa se ensancha de una
manera casi inquietante.
Raúl se retira, cierra la puerta y se une al conductor en el asiento delantero.
El cristal oscuro entre nosotros y ellos mantiene nuestra conversación en
privado; estoy segura de que no es por accidente.
Bebo toda la copa de champán de un trago, cambiándola por la botella. La
saco del cubo de hielo por el cuello, recordando ese fatídico día en la limusina
blanca con Parrish, cuando tuve arcadas secas y casi vomito en un cubo vacío
muy parecido a este.
Eso fue hace muchas vidas, ¿no?
He hecho tantas cosas que nunca pensé que haría.
Eso y me he enamorado. ¿Más de una vez? No tengo ni idea. En realidad,
la tengo, pero es un tema pesado y no tengo el estado mental para eso, no cuando
estoy sentada en la esquina con un tipo que mata gente.
—¿Qué tal si me dices cómo está Parrish y luego respondo a tu pregunta?
—replico, bebiendo un poco de champán y dejándolo burbujear en mi lengua.
Justin todavía me sonríe, sus piernas cruzadas, revelando calcetines negros sobre
sus zapatos marrón oscuro. Lleva un traje azul, la chaqueta desabrochada y los
primeros botones de su camisa de vestir también desabrochados. Lleva un reloj
caro en una muñeca, pero en realidad, son sus brillantes ojos azules los que
llaman mi atención.
—Soy un hombre de palabra, princesa. Si comienzas a cuestionar mi 236
integridad, podría comenzar a enojarme. —Saca el teléfono de su bolsillo con la
mano que no sostiene el champán. Después de tocar la pantalla varias veces, me
lo pasa.
Bajo la mirada para ver lo que parece ser una transmisión en vivo de
Parrish paseando por el piso. Su cama está desordenada, las mantas a medias en
el suelo. Sus dedos están entrelazados detrás de su cabeza, su cabello chocolate
cayendo sobre su frente. Los mechones más claros por el sol parecen un poco más
oscuros, pero ¿tal vez se deba solamente a la iluminación?
Su pecho y vientre están cortados, y hace una mueca de dolor cuando deja
caer los brazos a los costados. Pero al menos, parece limpio, y las heridas todavía
están brillantes, todavía untadas con algún tipo de pomada o ungüento. Mi
corazón se contrae dolorosamente y me olvido de respirar durante tanto tiempo
que dejo escapar un suspiro ahogado, como si me estuviera sofocando.
Justin parece encontrar eso divertido, riendo mientras toma el teléfono de
mi mano, vuelve a tocar la pantalla y lo guarda en el bolsillo de su chaqueta.
—¿Quieres saber cómo estoy hoy? —pregunto cortésmente—. Bueno, ya
que parece que eres muy honesto, te lo diré. Como la mierda, así es como estoy.
Se ríe de mí de nuevo y bebe su champán, mirándome por encima del
borde de la copa como si fuera la cosa más curiosa y hermosa que jamás haya
visto. La expresión refleja la advertencia de Tess de antes, y me estremezco.
—¿Por qué, cariño? —pregunta y aprieto los dientes. Los nombres de
mascotas constantes son irritantes.
—Um, anoche me amenazaste para que me follara al novio de mi hermana
—le espeto, demasiado frustrada para siquiera sentirme avergonzada. Bueno,
está bien, mis mejillas están acaloradas y mis tetas arden, pero al menos él no
puede ver la última parte de mi rubor—. Eso es enfermizo. Estás enfermo. Todo
esto es enfermizo.
Justin no parece molesto por mi arrebato, inclina ligeramente la cabeza
hacia un lado mientras me estudia un poco más. Contemplándome.
Absorbiéndome. Lo admito, siento un poco de emoción al ver el corte en el borde
de su labio y el morado de un hematoma justo debajo de una fina capa de base.
Trató de ocultarlo, pero como sé lo que estoy buscando, parece obvio.
—Para ser justos, Maxine rompió con Maxim antes de anoche. Él era un
hombre libre. Trata de no ser tan dura contigo misma. —Justin termina su
champaña y luego coloca delicadamente la copa en un portavasos frente a él—.
Además, te atrae Maxx, ¿no es así?
—Soy tu hija —contesto débilmente, apretando mi mano alrededor del
cuello de la botella de champán—. ¿Por qué me preguntas eso?
Suspira, pero de una manera condescendiente, como si fuera una pagana
que todavía no ha aprendido a comportarse correctamente. Sus ojos se mueven
hacia el brazalete de tenis en mi muñeca, y el borde de su boca se arquea
divertido. Bingo.
—La atracción, el sexo, el romance, son solo juegos que jugamos con
nosotros mismos. Recompénsate con sus deseos. No te avergüences de ellos.
—Oh, ¿te refieres a la forma en que tú lo haces? —contesto,
preguntándome qué tan atrevida puedo ponerme antes de que todo esto me salga
por la culata y a Parrish. Probablemente debería cuidar lo que digo, pero claro,
237
Justin nunca me dijo que tenía que hacerlo. No lo ha convertido en una orden,
todavía—. Asesinas gente.
—Todo asesino probablemente sea un viejo amigo de alguien. No se puede mezclar
sentimiento y razón —dice, como si estuviera citando algo de memoria. Justin me
da una sonrisa aguda en respuesta a mi mirada interrogante—. El misterioso caso
de Styles. —Cuando no doy ninguna señal de comprensión, Justin echa la cabeza
hacia atrás con una risa maníaca pero de alguna manera también gentil. Tiemblo
de nuevo. Al parecer, voy a estar temblando mucho con este hombre. Al igual
que tuve mil millones de sonrisas forzadas con Tess.
Joder. Mi. Vida.
—Una novela de Agatha Christie, cariño. —Se inclina hacia mí, y vuelvo a
sentir ese aroma picante, el que me hace sentir como si hubiera recuerdos
bailando en los bordes de mi conciencia. Pero, ¿cuándo fue la última vez que vi
a este hombre? ¿Cuando tenía un año? ¿Uno y medio, como mucho? No puedes
tener recuerdos reales de esas edades, solo fragmentos de pensamientos. Aun así,
su aroma persiste. Como el de Tess. Mis padres. Tess Vanguard, la escritora de
crímenes, y Justin Prior, el desarrollador de aplicaciones y asesino en serie.
Mmm. ¿Debería estar orgullosa o, suicida?—. Veo que Tess no te ha iluminado
mucho sobre su pasado. Sabes, su abuela estaba obsesionada con Agatha Christie.
—Se recuesta y asiente una vez, como si estuviera recordando un lindo
recuerdo—. Ella es la autora más vendida del mundo, la heroína de Tess. —Justin
bufa y se cruza de brazos—. ¿No te ha contado de su pasado?
—Mencionó a Agatha Christie de pasada —admito, estudiando a Justin de
la misma manera que él me está estudiando a mí. ¿Hay pistas aquí para encontrar
a Parrish? ¿Pistas en su apariencia? ¿En esta limusina? ¿En nuestro destino?—.
¿Qué importa?
Justin deja escapar un suspiro y vuelve a negar con la cabeza.
—La historia es importante, Mia. Para que no repitamos los mismos
errores una y otra vez. —Me sonríe de nuevo—. Como he dicho antes, esta ciudad
está maldita. Maldita con sangre y diamantes. —Justin se ríe para sí. Parece
disfrutar de la risa, pero cada sonido que hace está teñido de sombras—.
Ciertamente no repetiré mis errores de hace catorce años.
—¿Cuántos años tienes? —pregunto. Tess mencionó que fueron juntos a
Whitehall, pero ¿por cuánto tiempo?
—Treinta y seis. ¿Eso es importante? —Ladea la cabeza hacia un lado, sin
dejar de sonreír. Siempre sonriendo.
—Sólo juntando las pistas —contesto, recostándome en mi asiento y
tratando de fingir una actitud tranquila. He crecido a años luz en las últimas
semanas gracias a este cabrón. Bien podría hacer buen uso de esas habilidades.
—¿Es así? ¿Sabes dónde encontrar a Parrish? —Esta vez, no solo está
sonriendo, está sonriendo como un maníaco—. Supongo que no o de lo contrario
lo habrías liberado. No importa. Realmente no esperaba que resolvieras este
misterio todavía. Incluso mi pequeña hija inteligente y perceptiva necesita
aprender a caminar antes de poder correr.
Lo miro con enfado, apretando los dientes con tanta fuerza que realmente
me duelen.
238
—Entonces, ¿puedo hacerte preguntas? ¿Las responderás? —Tomo otro
trago de champán.
—Depende de las preguntas. Pregunta. No me enojaré. Si no quiero
responder, simplemente no lo haré.
Mmm. De acuerdo. Es muy extraño que Justin Prior sea más abierto que
Tess Vanguard. Ella realmente no invita a conversar ni a hacer preguntas. Al
menos, no hasta hace poco. Justin parece emocionado con la idea.
Decido empezar poco a poco y subir de nivel.
—¿Qué hay con la máscara de ciervo negro? —pregunto, arqueando una
ceja—. Es un poco extraño, ¿no crees?
Justin resopla y se inclina hacia mí, con los brazos todavía cruzados.
Parece tan joven. Esperaba a alguien mucho mayor; No sé por qué. Tess tenía
dieciocho años cuando me tuvo; Justin tenía veinte años. Debería haber
imaginado que tendrían una edad similar.
—Oh, hay muchas razones para eso. —Vuelve a sonreír, sus dientes de un
blanco brillante y cegador—. El ciervo negro representa el misterio y la rebelión.
Es una advertencia para evitar cosas llamativas y buscar sustancia. —Mis ojos se
mueven hacia el reloj en la muñeca de Justin antes de regresar a su rostro y él me
da un maldito guiño. Todo un rarito—. De todos modos, solíamos ver juntos la
película Bambi cuando eras un bebé. Estoy seguro de que no lo recuerdas, pero
siempre me llamó la atención esa escena en la que el joven cervatillo finalmente
conoce a su padre. —Levanta una mano, como si estuviera reviviendo el
recuerdo.
Típico Millennial. Ama a Disney. Mucho. También le gusta matar gente.
Sin embargo, no estoy segura de si ese es un rasgo de Millennial específicamente.
Supongo que no.
—Los venados representan la paternidad en determinadas culturas. —Él
agita la misma mano con desdén—. De todos modos, es solo pompa. Solo por
diversión. Tienes que divertirte en la vida donde puedas. Son las pequeñas cosas,
Mia. —Justin se ríe para sí mismo una vez más, y lo miro con los ojos abiertos de
par a par en cambio.
Buen señor.
Está loco.
Está completamente loco.
—Esto es tan emocionante como siempre imaginé que sería. —Se recuesta
en su asiento, cruzando los brazos—. Siguiente pregunta.
—¿Por qué me estás haciendo esto? —consigo susurrar, más allá de la
repentina oleada de miedo y ansiedad que estoy sintiendo. Cada segundo que
paso con este hombre confirma lo que tengo que hacer. Necesito ofrecerme a él
por completo para salvar a Parrish. Para salvar a todos los que amo, de hecho.
Tiene todos los recursos: el dinero, las conexiones, el poder, esa horrible
aplicación.
Esa aplicación. Milk Carton. No sé mucho al respecto, pero tuve una
sensación horrible, muy horrible cuando escuché el lanzamiento durante la
conferencia de prensa.
La aplicación Milk Carton pone a disposición del público un potente software de 239
reconocimiento facial con una interfaz sencilla y fácil de usar. Más avanzado que
cualquiera de sus predecesores, incluso puede buscar en la web oscura, peinar las redes
sociales, usar perfiles secundarios, caras borrosas y vincular a cámaras de tráfico,
almacenar cámaras de vigilancia, seguridad en aeropuertos y más. Milk Carton incluso
utiliza su propio software de envejecimiento de vanguardia para ayudar a encontrar a los
niños desaparecidos años después de la última captura de su imagen.
Milk Carton, la única aplicación que un padre necesitará instalar en su teléfono.
Mantener a los niños seguros no es solo nuestra misión, es nuestra pasión.
Y también puede ser tuyo, por catorce dólares en tu tienda de aplicaciones favorita.
Rastrea a cualquier persona, en cualquier momento y en cualquier lugar. Todo en
la palma de tu mano.
Mantener a los niños seguros, ¿verdad? A menos que el director ejecutivo
los mate primero.
De todos modos, ¿qué tan espeluznante es todo eso?
Aspiro profundamente. El alcance de esta aplicación es aterrador. Ni
siquiera estoy segura de cómo es legal.
—¿Haciéndote esto? —repite Justin como loro—. No te estoy haciendo
nada, Mia. Te estoy criando.
—Mi nombre es Dakota —espeto, y él arquea una ceja perfectamente
arreglada.
—¿Quieres que te llamen por el nombre del bebé muerto de tu
secuestradora? —Me da vergüenza eso, pero es la verdad, me guste o no—.
Bueno. Seguiré el juego, Dakota. —Sigue sonriéndome—. No estoy haciendo esto
para lastimarte; Te estoy enseñando El mundo es enfermizo, triste y cruel.
Necesitas aprender a dominarlo, o te dominará a ti.
Oh, Dios mío. Oh, Dios mío. Realmente está jodidamente loco.
—Verás, he ascendido a un nivel superior de ser. Todos estos años de estar
solo, de extrañarte, de extrañar a tu madre, de vivir en el exilio, he aprendido
mucho. Todas estas verdades ganadas con tanto esfuerzo te las estoy
transmitiendo de una manera mucho más simple, mucho más fácil de digerir.
Deberías estar agradecida de tener un padre tan devoto. —Me da un falso ceño
fruncido—. No estás molesta conmigo, ¿verdad?
Vaya. Uh. Vaya.
—Llévame —suelto, dejando la botella a un lado y sin importarme si se
derrama sobre el costoso asiento de cuero. Justin la agarra de inmediato y la
coloca de nuevo en el cubo de hielo—. Llévame ahora mismo y deja ir a Parrish.
Haré lo que quieras, participaré en cualquier lección. Chocaré autos, arrojaré
cosas e insultaré a quien sea que necesites que insulte.
Justin me mira fijamente por un momento, y luego comienza a reír de
nuevo, este sonido profundamente alegre y vibrante que resuena en la parte
trasera de la limusina.
—Oh, Dakota, princesa, eres adorable. —Extiende la mano y acuna un
lado de mi cara con dedos suaves, acariciando mi cabello hacia atrás. No me
atrevo a apartar su mano. ¿Qué me dijo en la nota que venía con el alfiler de
corazón? No estoy seguro de que ninguno de los dos sobreviviría a eso. Sí. Esa es la
vibra que estoy obteniendo—. Oh, no, aún tendrás que encontrarlo. Aprecio tu
entusiasmo, pero estas lecciones no se pueden apresurar. Hay duras
240
consecuencias por todo lo que hacemos en la vida; esta es la tuya. ¿Quieres a
Parrish de vuelta? Encuéntralo. Él te pertenece. Puedes hacer lo que quieras con
él; no interferiré.
Estoy temblando ahora, y siento que muy bien podría vomitar, de la
misma manera que lo hice en la limusina de Tess en ese entonces. Um. Quiero
decir, hace tres meses y medio. Seguro que se siente como si hubiera pasado un
siglo.
—Y si… ¿y si cuando lo encuentre, me acerco a ti y me entrego entonces?
¿Dejarás a todos los que amo en paz? ¿Podríamos solucionar eso?
Justin parece considerar esto por un minuto y luego se encoge de hombros,
un movimiento casual y relajado de sus hombros.
—Mm, no es probable, pero lo consideraré un poco. Un poco. —Me
señala—. Pero no cuentes con ello.
Me lo quedo mirando ahora, preguntándome cómo diablos terminará esto
alguna vez. ¿Dónde se detiene? ¿Cuándo me deja ir? ¿Nunca?
Voy a tener que matarlo.
Ese pensamiento me golpea como una tonelada de ladrillos y mi cabeza
da vueltas. Me siento mareada.
No quiero hacer eso, matar a mi propio padre biológico. Pero, ¿y si es la
única forma de salir de esto?
La única forma de salir es… ¿renunciar a una parte vital de mí misma?
¿Cometer un asesinato?
Estoy afligida. Estoy devastada. Apenas puedo respirar.
—¡Oh, mira, ya llegamos! —aclama Justin, sonriéndome a medida que la
limusina se detiene y Raúl nos abre la puerta—. Ahora vamos, creo que te gustará
el lugar que elegí.
Aunque no quiero nada más que dejarme caer al suelo desesperada, me
obligo a salir de la limusina solo para encontrarme fuera de un pequeño
restaurante escondido. Es apenas lo suficientemente grande como para que tres
adultos se paren con los brazos extendidos de una pared a otra. El edificio en sí
está comprimido entre otros dos, el ladrillo exterior pintado de un amarillo
lúgubre.
Oh. Esto no se parece en nada al club de campo donde Tess me llevó a
almorzar.
Esto es… ¿Un restaurante mexicano?, asumo cuando leo el nombre. Un
Padre, Dos Hijas. Realmente no hablo español, pero creo que significa… ¿un
padre, dos hijas? Supongo que eso significa que el lugar es propiedad de un
sujeto y sus hijas. Qué conmovedor. Hasta donde yo sé, soy la única hija de este
idiota.
Qué suerte la mía.
—Prueba las fajitas. Quedarás impresionada. Si eres como yo, un
vegetariano. —Justin dice esto con la debida seriedad mientras lo miro
boquiabierta. Es tan alto como Maxx. ¿Como… más de un metro ochenta y dos?
No soy buena con las alturas—. Tienen una opción vegetariana para las fajitas.
Delicioso.
—¿Eres vegetariano? —respondo en broma, tratando de no gritar hipócrita 241
en voz alta.
—Los animales son individuos con alma —me dice, y sólo… bueno, me
quedo boquiabierta—. No solo comida. Ven, princesa. No te juzgaré si quieres el
bistec o el pollo. Soy un hombre razonable.
Erm.
Joder.
Solo… joder.
Estoy tan fuera de mi liga que bien podría estar en el espacio.
Entonces, ¿qué tiene que hacer una Chica Gamer con un asesino en serie
rico y poderoso como padre?
Tiene que jugar de forma inteligente. Y con cuidado. Oh, mucho cuidado.
Necesito un nuevo plan, y rápido.
Se acaba el tiempo. No solo para Parrish. También para mí.
Para todos nosotros. Todos los que amo están en peligro mientras este
hombre viva y respire.
Pero, ¿estoy realmente dispuesta a renunciar a mi humanidad para
matarlo? Quizás. Solo necesito encontrar una manera de hacerlo.
286
Los chicos me llevan directamente a mi cita para cenar con Justin. Para
cuando llegamos, estoy aproximadamente a un tercio del libro. Lo admito, es
muy bueno. Si no lo estuviera leyendo frenéticamente en un intento por salvar la
vida de alguien a quien amo, estaría obsesionada. Tal como están las cosas, esta
es una tarea y nada más.
—El Alijo Secreto, ¿eh? Qué sutil —comenta Chasm cuando nos
detenemos frente a la bodega. Está en las afueras de los límites de la ciudad, este
encantador edificio de piedra cubierto de enredaderas y ya iluminado con
lámparas de gas en el exterior, a pesar de que el sol sigue arriba—. Esta es la
bodega de nuestra lista. Nos ahorra algunos problemas, ¿eh?
—Esa podría ser la pista, ¿sabes? —comenta Maxx, mirando por la ventana
el gran edificio y todas las personas elegantemente vestidas que van y vienen de
la parte del restaurante—. El vino en la habitación con Parrish. Quizás sea una
bodega, quizás no. Pero te apuesto a que todo es vino de este lugar. —Señala por
la ventana y luego mira a Chasm—. ¿Eliminamos todas las videollamadas o
tenemos alguna guardada que podamos ver?
—Las eliminamos todas —murmuro, apartando los ojos de la página y
parpadeando para salir de un mundo y entrar en otro. Hay una cierta magia en
los libros que no se puede encontrar en ningún otro lugar; es la única forma de
ver con precisión en la cabeza de otra persona. Básicamente, los libros son claves
para la empatía. Lee lo suficiente y comenzarás a darte cuenta de que no siempre
eres el personaje principal de cada historia—. Pero ese es un buen pensamiento.
Le pediré a Justin que vuelva a ver a Parrish esta noche y veré si no puedo
distinguir ningún detalle.
Maxx y Chasm salen conmigo, y los tres nos quedamos allí juntos durante
un minuto, mirando el edificio.
—¿Supongo que registraremos el lugar mientras comes? —ofrece Maxx,
mirándome y asiento.
287
—Justin me llevará a casa después, así que siéntanse libres de irse cuando
quieran. —Miro hacia la entrada principal cuando la mano de Maxx se lanza, sus
dedos se enroscan alrededor de mi muñeca. Hago una pausa, mi mochila colgada
del hombro, el libro de Agatha Christie debajo del mismo brazo, y miro hacia
atrás.
—Ten cuidado, Kota —me advierte, su voz tierna y oscura al mismo
tiempo. Nuestros ojos se encuentran y un escalofrío me recorre. Doy un
asentimiento brusco, mi mirada se dirige hacia Chasm mientras desliza su mano
izquierda en su bolsillo y deja escapar un suspiro de cansancio.
—No tienes permitido morir antes de que resolvamos este triángulo
amoroso —dice, haciendo girar un solo dedo para indicarnos a los tres—. O…
cuadrado amoroso. Como sea. No mueras, hermanita. —Su rostro se suaviza y al
mismo tiempo se vuelve más serio a la vez—. Nos aseguraremos de que no haya
ningún lugar donde Parrish pueda estar escondido aquí, aunque con la cantidad
de personas, lo dudo.
—Gracias —contesto honestamente, porque no puedo ni imaginarme lo
difícil que sería esto si estuviera sola. Maxx sostiene mi muñeca por un instante
más antes de soltarme de mala gana. Puedo sentir sus ojos en mi espalda mientras
hago un trabajo rápido en las escaleras y entro en una elegante sala de espera con
exuberantes alfombras sobre los pisos de piedra y candelabros de cristal en lo
alto.
Me abro paso entre la multitud elegantemente vestida hacia la entrada del
restaurante, paso por delante del puesto de anfitriones y veo a Justin Prior de
inmediato en el lado más alejado de la sala. Ya me está mirando directamente,
como si se hubiera anticipado a mi entrada, levantando una copa de vino a modo
de saludo.
Me acerco a él, deteniéndome cuando un empleado se apresura a sacar
una silla para mí.
—Gracias, Benjamin —le dice Justin alegremente, asintiendo hacia mí—.
Tráele a mi dulce princesa un Shirley Temple, con cerezas extra. —Le guiña un
ojo al hombre antes de volverse hacia mí—. ¿Cómo están los chicos? ¿Supongo
que lo están haciendo bien?
—Encontré tu libro —le digo, levantándolo y poniéndolo sobre la mesa.
Dejo caer mi mochila al suelo y la empujo debajo del mantel blanco con el pie.
Claramente hay un código de vestimenta para este restaurante, sin embargo, veo
a muchos otros chicos de Whitehall con sus uniformes, al igual que en el club de
campo. Toda esta ciudad es como un circuito cerrado, una gran rueda de quién
es quién, y todos son amigos entre sí.
Es decir, a excepción de Justin.
Al igual que para mí en la escuela, se siente como si cada maldita persona
en esa habitación nos estuviera mirando. De hecho, a Justin. Realmente ha
causado un gran revuelo, saltando a un estanque donde fue expulsado una
década y media antes. Tengo que dar crédito a quien se lo merece: el hombre es
valiente, terco y decidido.
—Lo encontraste, ¿no? —dice, alargando la mano para acariciar la portada
con un solo dedo. La imagen muestra una pintura que supongo que podría ser
una acuarela; presenta a un hombre sosteniendo una vela y dos mujeres mirando
con sospecha desde detrás de él—. Eres muy inteligente. —Justin abre la tapa y
sonríe ante las primeras líneas de la historia—. Esta es una primera edición, ya 288
sabes, alrededor de 1920. Ahora es de dominio público, lo cual es una suerte. —
Levanta sus ojos asombrosamente azules hacia mi cara—. Tess disfrutaría mucho
viendo esto, me imagino.
—¿Quieres decirme cuál es el significado de esto? —pregunto y Justin
sonríe misteriosamente.
—Estoy feliz de ser franco con casi todo, princesa. —Su sonrisa se
desvanece levemente—. Pero no esto. No en lo que respecta a sabes qué. Como
dije, encuentra las pistas correctas, sigue el rastro correcto… —se calla, pero el
resto de esa oración está grabada en mi cerebro como una marca. O alguien a quien
amo resulta herido. Lo entiendo.
Con un suspiro, arrastro el libro hacia mí, cierro la tapa y apoyo el brazo
sobre él.
Aún no he echado un vistazo al menú cuando nuestro camarero regresa
con mi bebida, una que no seleccioné.
—¿Están listos para pedir? —pregunta y empiezo a abrir la boca para pedir
unos minutos más cuando Justin interrumpe.
—Lo estamos —responde alegremente, agitando la mano que no sostiene
su copa de vino en un gesto desdeñoso. Justin recita una serie de platos que son
demasiado elegantes para que los reconozca, pero tengo la idea de que acaba de
pedirme carne y verduras. Quizás. No estoy segura—. Gracias de nuevo, Ben. Un
gran servicio como siempre.
—Puedo pedir por mí —afirmo en cuanto el camarero se aleja, pero
demonios. Santo cielo. Joder. La mirada que Justin me da, me penetra
directamente hasta el centro, y siento que mi columna se pone rígida, los finos
vellos de mis brazos se erizan. Hay una furia fría ardiendo en él que me hace
temblar—. Pero gracias.
Ese fue un error.
Uno enorme.
No parece importarle si bromeo durante una conversación normal, pero
algo sobre lo que acabo de decir lo enfureció. Querido Dios.
—De nada —agrega finalmente, una sonrisa regresando a su rostro—.
Bueno, espero que hayas tenido un día maravilloso con tus novios.
Podría argumentar que no son mis novios, pero ¿cuál es el punto? Ojalá lo
fueran. Incluso si me hace sentir tremendamente culpable. Me encantaría tener
tres novios. Quiero decir, ¿a quién no? Pero, como en este caso, no se trata solo
de sexo. Ya es mucho más que eso.
Lo siento, Maxie. No lo haré. No lo haré. Pero no puedo evitar querer. Y lo siento,
Parrish. Pronto volveremos a estar juntos, lo prometo.
—A estas alturas me he dado cuenta de que me estás enviando a lugares
que tienen un significado para ti y Tess. —Hago un gesto hacia el restaurante—.
Este lugar, por ejemplo. Me dijo que la trajiste aquí para tu primera cita oficial.
Justin deja escapar una carcajada fuerte y profunda, una que resuena en
todo el restaurante. Cualquiera que no estuviera mirando antes seguro que está
mirando ahora, y no podría importarle menos. En realidad, parece complacido
con la atención. Me estremezco cuando Justin levanta una mano y chasquea los 289
dedos, sosteniendo su copa de vino en alto para volver a llenarla.
Otro empleado del restaurante aparece aparentemente de la nada para
servir más vino.
Cristo.
—Lo dijo, ¿no? Lo escuché. —Bebe su vino, y me estremezco ante la idea
de que estaba escuchando la conversación que tuve con Tess. No estoy segura de
si alguna vez superaré la total falta de privacidad que ha traído su presencia.
Nunca me siento segura. Nada es verdaderamente privado. Ni siquiera el sexo
con Chasm. Con Maxx. Con Parrish. Porque estoy segura de que lo vio. No lo
secuestró al día siguiente sin ningún motivo; eso fue cronometrado con
cuidadosa precisión.
—Entonces, ¿qué tiene que ver el manicomio? —susurro, inclinándome
hacia adelante con las manos en mi regazo. Muevo los ojos a un lado, estudiando
algunas de las caras que me están mirando incluso ahora. El corazón se me sube
a la garganta cuando reconozco a la chica pelirroja, Veronica, sentada en una
mesa con dos personas que deben ser sus padres.
Nuestras miradas se encuentran y ella frunce el ceño, alzando su nariz
hacia mí.
Vuelvo a mirar a Justin solo para ver que su atención también está en la
familia de Veronica, sus dedos se aprietan con tanta fuerza alrededor de la copa
de vino que se han vuelto de un blanco fantasmal. Después de un largo momento,
vuelve a centrarse en mí.
—¿Ella no te lo dijo? Interesante. ¿Cómo ubicaste la llave entonces?
—Uno de los videos que publiqué —digo con orgullo, feliz de que al
menos en este caso, internet me respalde—. Un comentario me llevó allí.
Justin asiente con brusquedad, haciendo girar su vino con una expresión
pensativa en su rostro. Cuando vuelve a sonreír, es increíblemente perturbador.
—Tess y yo tuvimos nuestro primer encuentro íntimo juntos en esa
habitación —admite con un pequeño y melancólico suspiro. Se me hiela la sangre
y parpadeo hacia él—. Quizás en ese mismo colchón, no estoy seguro.
—Tú y Tess… ¿en un manicomio abandonado? —digo con voz ahogada,
preguntándome cómo diablos alguien podría excitarse en ese lugar húmedo y
espeluznante. Por otra parte, eso fue hace más de una década y media. ¿Quizás
no estaba en tan mal estado entonces? Además, Maxx tenía razón: claramente era
un lugar frecuentado por adolescentes, y cuando tienes nuestra edad, lo harás
prácticamente en cualquier lugar. Me rasco un lado de la cabeza. Tengo la
sensación de que juzgar en esta situación no me llevará muy lejos. ¿Tess fue feliz
allí? ¿Quiso hacerlo en ese lugar espeluznante?—. ¿Y el letrero que decía PABELLÓN
14? Parece una coincidencia terrible.
Justin sonríe.
—Lo puse ahí por diversión; no podría saber qué significaría ese número
para mí todos estos años después, ¿verdad?
Parpadeo hacia él.
—Y ¿cómo se suponía que iba a saber que ustedes dos… ya saben, se
acostaron ahí? —Asqueroso. No es una pregunta que alguna vez pensé que le haría
a mi padre biológico.
290
—Preguntándole a Tess, obviamente. —Justin suspira y deja su vaso sobre
la mesa, poniendo los codos junto a éste y entrelazando los dedos bajo su
barbilla—. Me impresiona que hayas encontrado una solución alternativa; eres
una chica maravillosamente creativa, mi dulce hija.
—¿Yo, eh, siento un “pero” descansando allí en alguna parte? —pregunto
en respuesta, forzando una sonrisa cuando el camarero se acerca con pan fresco
y mantequilla.
—Pero todavía estás tan severamente dañada. —Justin inclina la cabeza
ligeramente hacia un lado mientras me estudia—. Te preocupas demasiado por
lo que piensan los demás. La empatía es una herramienta que usan los malvados
para controlar a los amables. No permitiré ese destino para ti, Dakota. —Se sienta,
se desabrocha los puños de las mangas de la camisa, se las enrolla y luego, feliz,
hurga en el cesto del pan—. Todavía te estás conteniendo y eso me molesta.
—Chasm y yo… —digo, pero luego las palabras se ahogan. Él lo sabe.
Justin levanta sus ojos y me sonríe.
—Tú y Kwang-seon. Me agradan ustedes como pareja. Es mi favorito de
todos tus novios.
Suspiro y agarro un trozo de pan. Supongo que este es el juego que
estamos jugando ahora.
—De todos modos, no me refería a él. Estaba hablando específicamente de
Tess. No la presionaste lo suficiente. Ella se emocionó contigo, te dijo algunas
verdades a medias y algunas mentiras, y permitiste que tu sentimentalismo te
abrumara. Ya tendrías a tu novio de vuelta si la hubieras presionado.
Le doy un mordisco al pan, aunque me sabe a ceniza en la boca.
¿Se supone que debo preguntarle a Tess sobre el libro que encontré hoy?
¿Es eso lo que está insinuando? ¿Qué hay de la casa que mencionó Tess, la que
Justin le compró cuando solo tenía veinte años? ¿Es esa la pista final?
—Tu acercamiento a Maxx Wright también es molesto. A ti te agrada y le
gustas, pero ambos están obsesionados con la hija de la secuestradora. ¿Cuál era
el nombre de ese monstruo de todos modos? ¿Thyme? ¿Rosemary?
Entrecierro los ojos; sabe muy bien cuál es el nombre de Saffron, pero está
bien.
Hablando de eso, estoy un poco preocupada por su seguridad. Me
encantaría llamar a mis abuelos y poder comprobarlos, pero en cuanto lo haga,
Justin lo sabrá. ¿Realmente quiero llamar su atención sobre los Banks?
—X le dijo a Maxine que dormimos juntos —susurro, odiándome a mí
misma de nuevo.
Justin sonríe de una manera muy condescendiente.
—Sí. Admirable, ¿no? Cuán brutalmente honesto puede ser Maxim. Sus
padres estarán en la fiesta de lanzamiento el viernes. ¿Los has conocido? Son
adorables. —Unta mantequilla sobre la rebanada de pan que tiene en la mano—
. De todos modos, no puedo evitar sentirme decepcionado. Estás haciendo todo
lo que te pido, pero tu corazón no está en eso. El mundo es cruel, princesa.
Cuando quieres algo… —Justin aprieta el pan en su mano hasta que no es más
que una bola. Levanto los ojos del trozo arruinado a su rostro. Está mirando mi
vaso de agua, los ojos sombríos por la emoción, su boca en una línea plana—. Lo 291
tomas.
Se queda mirando por un momento más antes de tirar el pan arruinado en
la canasta y cubrirlo con una servilleta de tela. Luego, moja su propia servilleta
en el agua y se limpia la mano.
—Pero supongo que se puede llevar un caballo al agua, pero no se le puede
obligar a beber.
Justin se detiene de nuevo cuando llegan nuestros aperitivos, sonriendo y
agradeciendo profusamente a los camareros una vez más.
—¿Qué estás diciendo? ¿Vas a… lastimar a mi amigo si no empiezo a
actuar como una idiota egoísta?
—Todo lo que digo es que he sido amable contigo hasta ahora. Le he dado
a tu amigo comidas caseras, agua purificada, sábanas limpias. ¿Tenía que hacer
esas cosas? No. Pero quería complacerte. Ahora, simplemente no estoy tan
seguro…
—¿Por qué me odias tanto? —susurro en respuesta, mi apetito ha
desaparecido por completo en este punto. Tengo el mal presentimiento de que si
no como nada, Justin se enojará. Me obligo a tomar una de las pequeñas galletas
con queso y mermelada de frutas, me la meto en la boca y la trago—. No puedo
lastimar a Maxine así. Lo que quiero es poder hablar con mi hermana. Eso es lo
que quiero. Y definitivamente no quiero lastimarla. Así que aquí estoy, pidiendo
todas esas cosas. ¿Funciona?
Justin aprieta su propia galleta con tanta fuerza que se desmorona un poco
entre sus dedos, pero luego se la mete en la boca de todos modos, masticando
con cuidado mientras me mira.
—Maxine Banks no es tu hermana —dice Justin, su voz fría y baja, y
extrañamente me recuerda a Tess—. En el mejor de los casos, fue una espectadora
inocente en la situación. Pero pareces decidida a convertirla en mucho más que
eso.
—¿Qué quieres que haga ahora? —consigo susurrar, notando el temblor
en mi mano mientras alcanzo otra galleta—. No he hablado con ella. Yo… me
acosté con su ex. Le dije que la odiaba, que nunca la había amado.
Justin asiente, pero no me mira. Está mirando a los otros clientes del
restaurante con una expresión calculadora en su rostro.
—Y, sin embargo, todavía te niegas a aceptar el espíritu de la asignación.
Si no lo entiendes, no sé de qué otra manera explicártelo. ¿Quizás otra lección
ayudaría?
—¿Puedo disculparme un momento? —pregunto, y los ojos de Justin
brillan. Él asiente una vez.
—No tardes demasiado; nuestros entradas deberían llegar pronto.
Lo ignoro, me levanto de la mesa y me abro paso por el restaurante.
Probablemente debería haber traído mi teléfono, pero estoy demasiado
enojada, demasiado molesta. En cambio, salgo a buscar el auto de Chasm.
Cuando veo que todavía está allí, deambulo hasta que veo a los dos hablando
con un empleado.
Cuadrando mis hombros, cruzo violentamente el vestíbulo, agarro a Maxx
por el hombro y lo hago girar. Sigue mi ejemplo, pero solo porque está muy
292
sorprendido. Su cuerpo es tan macizo como una pared de ladrillos; no podría
moverlo si no quisiera moverse.
—Kota, ¿estás bien? —comienza, pero esa última palabra se interrumpe
cuando lanzo mis brazos alrededor de su cuello, presionando nuestras bocas
juntas en una oleada de calor brillante. Me atraviesa como un rayo y me corta por
la mitad. Ahí está la vieja yo, la que está gritando por dentro. Luego está… bueno,
sea quien sea. La chica que desea tanto besar a Maxim Wright que tiembla cuando
piensa en ello.
Lo siento, lo siento, lo siento, repito en mi cabeza, pero ya no estoy segura de
con quién me disculpo. Conmigo misma, probablemente.
Maxx se queda inmóvil como una piedra, con los ojos verdes muy abiertos.
Cierro los míos, para no tener que ver su expresión. Así no tengo que pensar en
lo rígido que está, lo inflexible que es a mi toque. Y luego todo sucede en un
instante; una de sus manos está en mi cadera, la otra clava sus dedos en mi trenza,
su lengua se sumerge entre mis labios. Se aprieta contra mí, lo suficientemente
cerca que termino aplastada entre su cuerpo cálido y duro y una columna
decorativa no muy diferente a la que Chasm nos presionó cuando tuvimos sexo
por primera vez.
—Oh, demonios —gime Maxx, volviendo la cabeza de repente—. Dakota
Banks, me estás matando.
Abro los ojos con cuidado, buscando disgusto en sus mejillas ligeramente
enrojecidas y sus labios hinchados. Buscando decepción. En cambio, me mira y
descubro que no puedo ver nada más en el mundo que no sea él. Mis manos se
posan a ambos lados de su rostro mientras Chasm maldice en coreano detrás de
él.
—Lo siento —le digo a X y él arquea ambas cejas en respuesta.
—Yo no lo siento —dice, una vez más. No es la primera vez que escucho
eso. Pero me hace sentir mejor—. ¿Es esto una cosa de Justin o…?
—Algo así. Si. No. No estoy segura. —Me quedo donde estoy, mis brazos
envueltos alrededor de su cuello, mis dedos disfrutando de las espesas y
exuberantes ondas de su cabello. Es corto, pero espeso, y lo suficientemente largo
para tirar—. Además, porque quería hacer esto. Porque te miro todos los días y
quiero hacer esto. —Exhalo pesadamente—. Si no lo quisiera, no me lo pediría.
Lo ve todo, Maxx. Todo.
Las lágrimas punzan en mis ojos y el rostro de Maxx se suaviza. Extiende
un pulgar calloso y seca una de mis lágrimas.
—No llores, Kota. Pasaremos por esto.
—Lo ve todo, incluso las cosas que no graba físicamente. Sabe todo lo que
pienso mientras lo pienso. Sabe que te quiero. Si no lo hiciera, no me pediría que
hiciera esto. Me está usando contra mí misma. Si no tuviera todos estos
pensamientos y sentimientos contradictorios, él no…
X vuelve a presionar su boca contra la mía. Es un beso enérgico, un beso
dominante, pero quita toda protesta que descansa contra mi lengua. Esta es su
voluntad, y me limito a seguirlo. Siento su cuerpo endurecerse contra mí, y gime
con sus labios aún moviéndose contra los míos.
Después de un momento, retrocede abruptamente con un pequeño grito 293
ahogado, como si acabara de subir a la superficie de un lago muy oscuro y muy
profundo.
—Mierda. Mierda, mierda, mierda. Voy a morir antes de que todo esto
termine —murmura, entrecerrando los ojos y apartando su rostro de mí. Maxx se
obliga a volverse hacia mí, aunque puedo sentirlo temblar contra mí—. No eres
responsable de nada de esto.
—Si no tuviera estos…
Maxx me interrumpe con otro beso.
—No. No eres responsable de las consecuencias de las acciones de otras
personas.
—No me estás entendiendo… —comienzo, y luego me besa de nuevo.
—No. No eres responsable de las consecuencias de las acciones de otras
personas. —Me suelta y da un pequeño paso hacia atrás, bajando la cabeza y
capturando mi rostro entre sus manos. Puedo ver a Chasm cerniéndose en los
bordes de mi visión, y mi mano izquierda se extiende automáticamente. La
agarra y la aprieta con tanta fuerza que casi duele—. Si lucho contra un atracador,
y él se escapa y mata a alguien más tratando de conseguir su billetera. ¿Es mi
culpa? Si le doy dinero a mi amigo para el alquiler, y lo gasta en drogas, y tiene
una sobredosis, ¿es culpa mía? No. Estás haciendo lo mejor que puedes con una
situación desagradable. Si esto es lo que quiere Justin, entonces se lo damos. Me
importas, Kota. Mucho. Más cada día. Lo siento mucho por Maxine, de verdad.
Y finalmente arreglaremos las cosas con ella, pero por ahora, hacemos lo que
tenemos que hacer para sobrevivir.
Me suelta y se endereza, sonriendo suavemente al ver las lágrimas en mi
rostro.
Las limpio. No quiero seguir llorando. De hecho, lo odio. Pero estoy
jodidamente frustrada por la situación. Hoy progresamos, pero no fue suficiente.
Parrish no ha vuelto. Entonces, ¡¿dónde diablos está?! Me estoy cansando de
esperar. Necesito volver a verlo. Lo necesito.
X mira a Chasm. Este último tiene el ceño fruncido, pero su rostro sólo está
teñido de celos; no está enojado. Solo me quiere para él. Le sonrío y me devuelve
la sonrisa. Dice algo en coreano y luego se repite.
—Nos encargaremos de esto, hermanita. No te preocupes por nosotros
ahora mismo. Si tu padre idiota quiere romance, le daremos romance. —Da un
paso adelante, quitando su mano de la mía y luego desliza sus dedos contra mi
cuello. Con su otra mano, gira mi barbilla hacia él, inclinándose y presionando
esa inteligente boca suya contra la mía.
Su toque me da un escalofrío de una manera completamente diferente a la
de X. Que la de Parrish. Es como si uno de ellos fuera aire, uno fuera agua y el
otro fuera comida. Necesito los tres para sobrevivir; no puedo tener solo una de
esas cosas.
Chas se aparta y luego presiona otro beso en mi frente.
—En serio. Preocúpate por Parrish. Preocúpate por Justin. Preocúpate por
Tess. —Chasm señala entre él y Maxx—. Pero por nosotros no. No ahora.
Podemos lidiar con esta mierda más tarde.
Asiento y aparto mi cabello. Pensé que me sentiría peor después de hacer
esto, más sucia. Pero no es así. Me siento mucho mejor, incluso cuando todavía
me siento culpable por Maxine. Pero Chasm tiene razón: tengo que abordar mis 294
problemas en orden de prioridad.
Es decir, por supuesto, Parrish.
—Gracias a los dos. De nuevo. No puedo decirlo lo suficiente. —Alzo la
mirada, dándome cuenta de que hay bastantes personas mirándonos. Supongo
que acabo de hablar con dos tipos uno tras otro en medio de una elegante bodega
con un restaurante aún más elegante. Mi culpa. Chica Gamer tiene un harén. Una
sonrisa cruza mis labios, pero solo por un segundo.
Porque tengo que volver a ese restaurante y tragar una comida con un
monstruo.
—De nada —dice Maxx al mismo tiempo que Chasm asiente con la
barbilla en dirección al restaurante y murmura:
—Ni lo menciones. Ahora piérdete.
Camino hacia atrás por un minuto, solo para poder seguir mirándolos,
girando en el último minuto y deslizándome de regreso al restaurante con un
pequeño saludo.
Estamos tan cerca que puedo saborearlo. Incluso si mi comida sabe a
ceniza esta noche, al menos eso lo sé con certeza.
297
La idea de ir a Whitehall a la mañana siguiente es demasiado abrumadora
para considerarla. No puedo lidiar con esa mierda hoy. Además, terminé el libro
y todavía no puedo resolver el rompecabezas. Necesito volver a leerlo.
Así que bajo las escaleras para encontrar a Tess sirviendo una generosa
cantidad del whisky de Paul en su café y le pregunto si puedo quedarme en casa
por el día. La excusa que doy es que tengo cólicos menstruales realmente
terribles, para ser justos, en cierto modo los tengo, y ella me despide sin decir una
palabra más.
Le envío un mensaje de texto a Chasm para hacerle saber que no estaré allí
y también para asegurarme de que estará a salvo sin mí. Promete que en realidad
es más fácil para él si no estoy allí de todos modos, así que me acurruco en la
cama de Parrish mientras Maxx limpia la jaula de GG, lo alimenta y luego se
sienta a mi lado.
Durante el resto del día, trabajamos con lo que sabemos.
Maxx revisa todos los libros que recolectamos del hospital estatal,
buscando en su interior todas las cosas que he revisado en la novela de Agatha
Christie: frases resaltadas, dedicatorias, cartas secretas.
No parece haber nada ahí.
Después de terminar El Misterioso Caso de Styles por segunda vez, quiero
jalarme de los pelos.
Me estoy perdiendo algo.
O si no, Justin simplemente no me ha dado la información que necesito.
Hago otro intento de hablar con Tess, pero ella no lo acepta. Evita mis
preguntas y luego se encierra en su oficina, poniendo Mr. Brightside de The Killers
tan fuerte que las ventanas del piso de arriba tiemblan. La canción me hace pensar
en mi primera vez, en Parrish, y casi me dejo caer frente a la computadora de
Maxx para investigar un poco más en Internet. 298
No me he molestado en pedirle a Tess que me devuelva el resto de mis
dispositivos electrónicos; no los quiero. Son solo más herramientas para que
Justin pueda espiar. Por ahora, tengo un teléfono y una computadora portátil de
X. Eso es suficiente. Cuando mis esfuerzos una vez más no dan ningún resultado,
me preparo un baño caliente, leo el libro por tercera vez y me acuesto temprano.
El único consuelo que tengo es que disfruto de la compañía de Maxx. Es
divertido, extrovertido y alegre cuando no está tratando de ser un idiota alfa.
El jueves por la mañana, Maxx me lleva a la escuela y me deja en el mismo
lugar donde Chas y yo fuimos emboscados el martes. Hoy, uno de los guardias
de seguridad de la escuela está esperando allí, con los brazos cruzados sobre su
fornido pecho.
—¿Qué es todo esto? —susurro cuando Chasm y yo entramos por la
puerta lateral, y noto que varios maestros están parados afuera de sus aulas,
mirándonos a todos.
—El vandalismo de los autos mezclado con el incidente del martes asustó
a la administración, así que… —Hace un gesto al azar y luego se encoge de
hombros—. Al parecer, tenemos un equipo de seguridad por el resto de la
semana. Dudo que incluso extiendan esta mierda hasta final de semana; todo lo
que se necesita es un mocoso quejándose con sus padres y listo, el desorden se
restablece.
Chasm frunce el labio hacia algunas de las chicas cuando pasamos,
mostrándole el dedo medio. De hecho, una de ellas, la morena del otro día, se
dirige hacia él solo para ser empujada hacia atrás por sus amigas.
Yo, por mi parte, estoy tan aliviada de que la escuela casi termine que
podría llorar.
Además, creo que evitaré las fiestas en la piscina, las reuniones en el lago,
los senderos remotos, los centros comerciales, los autocines o cualquier otro lugar
donde pueda ver a mis compañeras de clase durante el verano. Es mejor
mantenerme alejada de ellas en este momento.
Chas me acompaña a clase y luego se detiene a mi lado de una manera que
podría describir como incómoda si fuera cualquier otro humano además de
Kwang-seon McKenna. El chico nunca se pone incómodo o nervioso.
Simplemente no está en su sangre.
—Oye, eh —comienza, pasando su lengua por su labio inferior y luego,
juguetonamente, moviendo uno de sus aretes de labio—. Sé que esto es una
especie de… bueno, es jodido como resultó todo. Pero… ¿quizás quieres ir
conmigo al baile de graduación? O simplemente no podríamos ir en absoluto. Si
Parrish no ha vuelto… —Chasm se calla y exhala mientras mi corazón late como
loco en mi pecho. He esperado un momento como este durante mucho tiempo.
Es un hito, cierto, que te inviten al baile de graduación. De todos modos, solo soy
una estudiante de segundo año y me invitan al baile de graduación de segundo.
La vieja Dakota habría estado tan emocionada que habría enviado un mensaje de
texto a Sally y Nevaeh de inmediato, y las tres hubiéramos celebrado juntas.
Ahora las cosas son diferentes. Estoy igualmente emocionada, pero de una
manera diferente.
Extiendo la mano y saco la corbata de Chas de su bolsillo antes de que
consiga otra violación del código de vestimenta. Tiene como trece, pero el castigo
de Whitehall por ese tipo de cosas le conviene: cada cinco infracciones, escribes 299
un ensayo sobre un tema aleatorio asignado por el maestro que te atrapó más
recientemente. A Chasm le gusta escribir ensayos, así que le importa una mierda.
De todos modos le pongo la corbata.
—Me encantaría ir contigo al baile de graduación, de cualquier forma. —
Las palabras me matan, raspando mi lengua. Se siente como una gran bofetada
para Parrish, pero tampoco quiero que Chasm se pierda su baile de graduación.
Parrish no querría eso y yo tampoco—. Pero lo tendremos de vuelta para
entonces. Puedo sentirlo.
Termino de arreglarle la corbata, y me da una pequeña sonrisa lenta,
tranquila y arrogante.
Me estremezco por todas partes, y luego me sonrojo al rojo vivo cuando él
se inclina y chupa mi labio inferior entre sus dientes.
—Sr. McKenna —La Srta. Miyamoto advierte cuando pasa. Ella le dice
algo más en japonés, pero es demasiado rápido y complicado para que lo siga.
—Dice, esto es una escuela, no un carril de amantes —me dice con una sonrisa,
extendiendo su mano para pasarme la mano por mi cabello.
—¿Alguna vez mencioné lo sexy que encuentro que hablas tres idiomas
con fluidez?
Chasm levanta los ojos hacia el techo fingiendo pensarlo.
—Nah, no lo creo. —Deja caer esa mirada ardiente de regreso a mi rostro,
y me estremezco de nuevo—. Será mejor que lo menciones unas cuantas veces
más para asegurarte de que entiendo la idea.
—Lárgate de aquí. —Bufo, empujándolo. Se ríe mientras se marcha,
saludando levemente por encima de su hombro. Lo veo irse, satisfecha de que, al
menos por ahora, esté a salvo con los maestros arrastrándose por los pasillos. No
impide que todos me miren cuando entro al salón de clases, pero está bien.
Solo seis días más de escuela después de esto y tenemos un descanso.
Seis días más.
¿Qué podría salir mal en ese período de tiempo?
Pista: jodidamente de todo.
303
Con la administración aún en alerta máxima, el viernes es un día escolar
bastante fácil. Veo a Lumen y Danyella una vez, pero rápidamente se marchan
cuando nos ven a mí y a Chasm juntos.
Todavía tengo que averiguar qué está pasando con ellas, pero me gustaría.
Chasm, por otro lado, muestra el dedo medio hacia sus espaldas y frunce el ceño
pesadamente.
—Cobardes —murmura, mirando más allá de mí hacia el Sr. Volli. Él
registra mi presencia en clase como si fuera cualquier otra estudiante, pero todos
los días que me veo obligada a sentarme allí y escuchar su lección, me enfado. Él
es el que corta a Parrish, haciéndolo sangrar. Justin puede ser el cabecilla, pero el
Sr. Volli es un fiel lacayo; son igualmente responsables de toda esta mierda—.
¿Estás seguro de que tu culo de perra no vendrá a la fiesta esta noche?
El Sr. Volli sonríe con gracia, la piel de los bordes de sus ojos se arruga de
una manera jovial.
Dios, odio a esta gente, pienso, frunciendo el ceño ante su expresión.
—Lamentablemente no. Tengo otros asuntos que atender.
—¿Más adolescentes que secuestrar y rebanar? —interroga Chasm, y el Sr.
Volli se encoge de hombros, lo que es como, terriblemente espeluznante.
—Tal vez —responde alegremente, asomando la cabeza al pasillo para
gritarle a un chico mayor—. No corra por los pasillos, Sr. Hernández. —El Sr.
Volli se vuelve hacia nosotros, todavía sonriendo. Tengo la sensación de que es
como Justin: feliz en un minuto, pero tan cerca de romperse que una sola palabra
podría terminar con un cuchillo en tu cuello—. Traten de divertirse esta noche;
este lanzamiento es muy importante para el Sr. Prior.
—Uno de estos días, el karma te alcanzará —dice Chasm, su voz baja y
amenazante. Me pregunto si, cuando dice la palabra karma, en realidad no se
refiere a sí mismo. 304
—Si es así, le doy la bienvenida a su llegada con alas rápidas —dice el Sr.
Volli, recogiendo sus cosas y metiéndolas en un bolso de lona que usa con
orgullo, arrebatando el bastón del Sr. Fosser al salir. Apaga las luces, cierra la
puerta del aula y la bloquea con un juego de llaves—. Los veré a los dos el lunes,
si no antes.
Con el bastón sonando ruidosamente en el suelo a su lado, el Sr. Volli se
dirige al estacionamiento mientras Chasm y yo intercambiamos una mirada.
—¿Si no antes? —pregunta y me estremezco.
—No tengo idea de lo que eso significa, pero no puede ser nada bueno.
Maxx se encuentra con nosotros poco después, balanceando una placa de
visitante alrededor de su cuello.
—La Srta. Miyamoto no entiende por qué sigo necesitando estos —dice,
levantándolo por el cordón mientras Chasm le sonríe.
—Tal vez se esté preguntando si solo estás aquí para engañar a chicas de
preparatoria —comenta, y Maxx le da una mirada muy oscura en respuesta. No
es sorprendente considerando que mi edad fue un detonante para él.
—Chasm —advierto, y suspira, pasándose las manos por su cabello.
—Cierto. No es una buena broma. No podemos decirle exactamente que
Dakota está siendo perseguida por sus compañeros de estudios de Whitehall.
¿Qué excusa diste?
—Le dije que Kota estaba luchando con la desaparición de Parrish y eso
pareció calmarla —admite X, estudiando mi rostro. Podría ser una excusa, pero
no es del todo falso. Cada día que pasa parece un poco más largo, un poco más
triste. Parrish se aleja un poco más. Crece la distancia emocional. Se crean nuevos
recuerdos.
Es solo una fracción del dolor que acompaña a cualquier otra pérdida. La
diferencia aquí es que tenemos la oportunidad de salvarlo.
—¿Te acompañamos hasta tu auto? —ofrece Maxx y Chasm asiente. Lo
acompañamos al estacionamiento, plenamente conscientes de que uno de los
oficiales de seguridad del campus nos vigila. Por lo general, solo hay dos en el
campus a la vez. No los veo mucho ya que el campus es enorme, y deambulan,
patrullando el bosque, el laberinto de setos, los jardines, el estacionamiento y los
pasillos mismos.
Hoy, los seis empleados habituales están aquí y están ubicados en lugares
muy específicos.
Pero, como mencionó Chasm, solo hace falta que un mocoso se queje con
sus padres de ser observado y Whitehall cederá ante la presión. Esta academia
existe para apaciguar a los padres ricos y poderosos. Es una misión que se
sobrepasa incluso por su necesidad de educar.
Chas se sube a su auto y luego espera en el borde del camino de grava
afuera para que Maxx y yo tengamos tiempo de volver a bajar y subir a su Jeep.
No se permiten vehículos que no sean de estudiantes ni de personal más allá de
la puerta del estacionamiento.
—No tienes idea de lo sorprendido que me sentí cuando te vi destrozando
autos con ese bastón —murmura Maxx, haciendo todo lo posible por reprimir
una sonrisa. Falla y me mira mientras enciende el auto. Chasm espera a que
pasemos y luego se retira detrás de nosotros. 305
—Dejé que mi ira se apoderara de mí —admito, recordando ese día. En
realidad, fue solo la semana pasada, pero, al igual que con el secuestro de Parrish,
se sienten como años—. Que es lo que querían, creo. Justin y Volli.
—Estoy de acuerdo —dice Maxx, presionando su boca en un leve ceño—.
Entonces… creo que hay algo que debes saber antes de que regresemos a la casa.
Me vuelvo hacia él, con el corazón palpitante. Tenía que saber que esa
frase en particular me iba a poner en alerta.
—X, me estoy volviendo loca. Escúpelo rápido, por favor. —Saco mi
teléfono de mi bolsillo, pero el único mensaje que tengo es uno de Justin que dice
he enviado todas tus cosas para la fiesta. Espero que las disfrutes. No puedo esperar a
verte, princesa.
Princesa, princesa, princesa.
Me estoy cansando de ese maldito apodo.
—La aplicación Milk Carton consiguió un éxito con Parrish.
Me quedo completamente quieta, mirándolo con los ojos muy abiertos.
—¿Qué?
Maxx gira hacia Medina y luego me mira. Chasm, siendo el idiota que es,
acelera, nos pasa, y luego toca la bocina mientras pasa a toda velocidad por el
carril izquierdo, girando el volante para estar frente a nosotros. X suspira y pone
los ojos en blanco, así que supongo que las noticias no son malas.
—¿Y eso que significa? —pregunto, tratando de mantener la calma—. ¿Por
qué Justin dejaría que eso sucediera?
—No sé. Todo lo que sé es que encontró algunas imágenes de él en las
cámaras de tráfico en toda Medina, desmayado con la cabeza apoyada contra la
ventana interior del pasajero de un automóvil. Y todo desde la noche en que
desapareció. Los federales están sobre ello ahora mismo; esta es una gran noticia.
Frunzo el ceño ante eso. Todas las imágenes que esté capturando Milk
Carton fueron diseñadas a propósito por mi padre biológico. ¿Pero por qué?
¿Qué sentido tiene eso?
—¿Cómo está Tess? —inquiero, preguntándome si esto la va a poner de
buen humor o de muy, muy mal humor. Ya sé cómo se siente respecto a la fiesta.
Ella y Paul estaban discutiendo sobre eso cuando Maxx, Kimber y yo entramos
en el garaje para ir a la escuela esta mañana. Hablando de Kimber, no puedo
decidir qué está haciendo en este momento, si todavía quiere golpearme el
trasero o si se está ablandando conmigo.
No me engaño de que una sola noche de mirar álbumes de fotos curará
mágicamente todos nuestros problemas, pero es un paso en la dirección correcta.
—Parece emocionada, honestamente —admite Maxx con un ligero
encogimiento de hombros—. Alterna entre enloquecer por la fiesta y elogiar a
regañadientes la aplicación de Justin. —Me mira y no puedo evitar comparar el
hermoso verde de sus ojos con el susurro de las hojas de los árboles florecidos en
verano fuera de las ventanas del Jeep—. Entiendes que esto es un gran problema,
¿verdad? Justin Prior fue arrestado por cargos de malversación de fondos,
confiscaron su empresa y sus bienes, y se le declaró legalmente incapacitado para
ser juzgado. Se suponía que esté en una institución mental, quebrado y
marchitándose. Eso es lo que piensan todos en Medina.
306
—Y ahora ha vuelto, más rico e influyente que nunca. —Pienso en eso un
minuto. Hay ciertas personas, como Tess, como Paul, que están acostumbradas a
estar dentro del círculo íntimo de esta ciudad, miembros de un club muy selecto
y de élite. ¿Y ahora? Aquí está este paria regresando y comenzando un nuevo
círculo, uno cuyos miembros se deciden únicamente en función de sus propios
deseos y necesidades. Eso seguramente enojará aún más a los ricos y poderosos—
. Tess pareció sorprendida de que Seamus estuviera involucrado en todo esto.
Maxx hace una mueca, pero puedo decir que no entiende la política aquí
mejor que yo.
—Pensó que ella y Seamus eran amigos. Creo que permitirle a Justin no
solo quedarse en uno de sus apartamentos de vacaciones, sino también organizar
su fiesta de lanzamiento en su casa es una especie de golpe para ella. No lo
comprende.
—¿Y tus padres? —pregunto, pero él simplemente vuelve a negar con la
cabeza.
—No lo sé. ¿Quizás invirtieron en la aplicación? Han sido amigos de los
Vanguards desde hace mucho tiempo. Ni siquiera recuerdo haber conocido a
Parrish; siempre lo he conocido. Sabes que mi papá trabajó en la oficina de Paul
como contador hasta hace poco, ¿verdad?
Parpadeo hacia él con sorpresa.
—En realidad, no lo sabía. Para ser justos, puede que tengamos química,
pero no nos conocemos muy bien.
Los labios de Maxx se curvan en una sonrisa muy real y muy sexy.
—Química, ¿eh? —pregunta, y frunzo el ceño con el pretexto de mantener
la situación en serio. En realidad, estoy luchando contra un sonrojo—. Espero
conocerte mejor, Kota. Lo que sea necesario. Sin importar lo que dure.
Mi corazón da un vuelco, pero no caigo en sus flirteos. Estoy muy
nerviosa. Esta noche, pase lo que pase, será intenso. Incluso si es solo una fiesta
llena de gente rica mentirosa e intrigante que está siendo acogida por un
asesino/desarrollador de software encantador pero muy talentoso.
—Preséntame a tus padres esta noche, ¿de acuerdo? —pregunto, y Maxx
asiente y sonríe.
—Con gusto. —Hace una pausa por un minuto, entrecerrando un poco los
ojos antes de mirarme—. ¿Cómo te gustaría ser presentada? ¿Como amiga?
¿Como mi enamorada?
No tengo una respuesta para eso. No una que haga felices a todos. Él, yo,
Chasm o Parrish. Porque tengo la intención de contarle todo a Parrish en cuanto
tenga la oportunidad. Se merece toda la verdad.
—¿Qué tal como Kota? —pregunto, y Maxx sonríe suavemente, dando
otro asentimiento.
Cuando nos acercamos a la horda de reporteros, ha aumentado de tamaño
desde esta mañana, así que supongo que la actividad extra alimentada los está
agitando en un frenesí, pongo mi chaqueta sobre mi cabeza y me agacho.
Maxx los atraviesa, marca el código de la puerta y subimos por el camino
de entrada.
307
No dejo escapar un suspiro de alivio hasta que la puerta del garaje se cierra
de forma segura detrás de nosotros.
Una vez dentro de la casa, veo a lo que se refiere Maxx. Hay todo tipo de
personas aquí, incluidos los dos agentes del FBI. El de cabello oscuro me está
mirando de nuevo, lo que me asusta. Me han interrogado antes, en más de una
ocasión. Al día siguiente de la desaparición de Parrish y luego de nuevo unos
días después. Claramente no soy una sospechosa, pero ¿tal vez debería serlo?
—Eres Dakota, ¿verdad? —pregunta la mujer, acercándose para pararse
frente a mí. Es deslumbrante, con el cabello largo azabache y un traje de poder
que solo rivaliza con los que usa Tess de forma habitual.
—Ese sería yo —concuerdo, feliz de que me llame Dakota y no Mia. Las
dos últimas veces que me interrogaron, se refirieron exclusivamente por mi
nombre de nacimiento.
—Escuché que vas a asistir a una fiesta esta noche —dice con esa forma
condescendiente que a veces usan los adultos con los adolescentes. Incluso
escuché a Tess decir algo con una melodía de “oh, todavía son solo bebés” el otro
día. Entiendo que no tenemos mucha experiencia en la vida y que nuestro cerebro
todavía tiene algo de crecimiento por hacer, pero Jesucristo. La forma más rápida
de enfadar a un adolescente: llamarlos bebés o menospreciarlos. Controlarlos.
Mira a dónde te lleva eso.
—Sí —digo, mientras Maxx mete las manos en sus bolsillos y espera
pacientemente detrás de mí.
—Mi nombre es Itsumi Takahashi, y he estado trabajando en el caso de tu
hermano durante las últimas semanas.
Mi hermano. Suspiro.
—Eso es genial —le digo honestamente. Pero aún tienes que resolverlo. Lo
que significa que Justin es mejor y más inteligente que el FBI. Que divertido. Diría que
mi vida era como una novela para adolescentes, donde todos los adultos son
idiotas y de alguna manera los adolescentes corren en círculos a su alrededor.
Pero, en realidad, todo el mundo es idiota comparado con Justin Prior. Él es el
que corre en círculos. Maxx, Chasm y yo estamos siendo guiados por la nariz
alrededor de la arena, un equipo de caballos destinado a romperse—. Realmente
espero que lo encuentres pronto.
Itsumi me sonríe, pero es una sonrisa cortante, una que me aterroriza un
poco.
—¿Crees que quizás tú y yo podríamos tener una charla el próximo fin de
semana? Después de que terminen tus finales, por supuesto —dice y se me hiela
la sangre. Pero, ¿qué puedo decir sino seguro?—. Sólo para repasar esa noche una
vez más.
Mis mejillas arden y tengo la extraña sensación de que ella lo sabe. No
sobre Justin, obviamente, sino… el sexo entre Parrish y yo.
—Está bien —digo, y ella asiente, su mirada se desliza más allá de mí hacia
Maxx. Ella le ofrece otra sonrisa pero muy rápidamente vuelve su atención hacia
mí.
—Excelente. Estaré cerca. Puedes agarrarme cuando tengas un momento.
308
—Puedo hacer eso —accedo, asegurándome de que el alfiler del corazón
esté mirando directamente hacia ella. Quiero que Justin sepa que el FBI quiere
hablar conmigo. Ver lo que tiene que decir sobre eso—. Voy a ir a prepararme
ahora. Solo tenemos unas pocas horas, así que…
Me alejo y me deslizo junto a ella, Maxx siguiéndome detrás.
—¿Qué carajo fue eso? —pregunta mientras abro la puerta de mi
dormitorio y me detengo al ver una montaña de cajas en mi cama. Quiero decir,
hay muchas cosas ahí. Todo parece elegante también. Si parece que las cajas
cuestan mucho, ¿qué podría haber dentro de ellas?
—Ni idea. Pero no me gusta. —Dejo mi bolso en el suelo y doy un paso
adelante, levantando la tapa de una de las cajas. Un par de zapatos Louboutin en
rosa chicle. Levanto uno y le doy la vuelta para mirar la exclusiva suela inferior
roja.
Otro día, en otro lugar, con otro admirador, podría disfrutar de llegar a
casa y encontrar mi cama llena de ropa de diseñador. En este caso, parece
espeluznante.
—Se te verán bien —ofrece X, pero puedo decir que él también está
molesto.
Genial, me compraste unas bragas rojas. ¿Podrías también liberar a mi
novio del cautiverio y dejar de cortar su bonito pecho como un asado de
vacaciones? Y si dejas de amenazarlo con matarlo si no me acuesto con otros
chicos, también lo agradecería.
Dejo los zapatos a un lado, abriendo otra caja y encuentro una envoltura
de piel sintética blanca con un broche de diamantes, un broche de diamantes de
verdad. Paso mis dedos sobre él, frunciendo el ceño con fuerza. Estoy siendo
vestida como una muñeca.
O una princesa.
Su princesa de la venganza.
Todo mi cuerpo se estremece.
La primera semana, me hizo hacer cosas insignificantes. La semana
siguiente se trató de destruirme emocionalmente. Luego… apenas puedo
permitirme pensar en eso.
Como sé que Justin nos está escuchando a mí y a Maxx, soy muy cuidadosa
con lo que digo y hago. Si me deshago de la tecnología o el pin del corazón ahora
mismo, será tremendamente sospechoso.
La siguiente caja es mucho más pequeña y muy, muy rosada. Cuando la
abro, encuentro una tiara de diamantes rosa descansando en el interior y frunzo
el ceño con fuerza.
Oh.
Encantador.
Miro de nuevo a Maxx, y me devuelve la mirada con una ceja levantada.
Una tiara. Voy a llevar una tiara a una fiesta de lanzamiento corporativa.
A la mierda mi vida.
Hay aretes a juego en otra caja y guantes de color rosa pálido hasta el codo
en la última. 309
Vuelvo la cabeza hacia el armario. Justin dijo que iba a enviar un vestido,
así que… me acerco al armario y abro la puerta. Supongo que Delphine puso
todas estas cosas aquí, pero no estoy segura. De todos modos, el que lo hizo quitó
el portatrajes y lo dobló cuidadosamente en el pedestal en el centro del armario,
el que está lleno de mis bisutería barata de casa.
El vestido en sí está colgando y, bueno, es precioso; no mentiré sobre eso.
Mi corazón da un leve vuelco cuando lo veo, pero es difícil emocionarme
por algo que no tengo opción en usar. Me acerco a él con Maxx detrás de mí y
extiendo la mano para tocar el fino tul rosa pálido de la falda.
Un corpiño de corsé sin tirantes con varillas prominentes y paneles de gasa
que combinan con mi tono de piel redondea la parte superior, cayendo en
cascada un tul asimétrico que flota como rápidos en una corriente agitada
mientras la falda cae hasta la mitad de la pantorrilla.
Hay una nota clavada en la falda que desengancho y desdoblo mientras
Maxx lee por encima de mi hombro conmigo.
¿Te gusta? Un vestido de Alexander McQueen hecho a medida, solo para ti. Ya
puedo imaginar lo hermosa que te verás esta noche, princesa.
Sudores fríos me recorren la piel mientras le entrego la nota a Maxx para
que pueda volver a leerla unas cuantas veces. Si hay alguna pista en eso, me la
estoy perdiendo.
—Jesucristo —murmura mientras vuelve a mirar el vestido—. Este es al
menos un vestido de quince mil dólares. Quizás más. —Lo miro con sorpresa y
sonríe—. Mi hermana puede correr carreras de motos profesionalmente, pero se
arregla todo el tiempo para los eventos. Ella se llama a sí misma una Princesa de
la Pista. —Arruga la nota que tiene en la mano y se la mete en el bolsillo—. Sé
más de lo que nunca quise saber sobre vestidos de diseñador.
—¡Dakota! —grita una voz, y salto ante el sonido de los rápidos pasos de
Tess haciendo clic en el suelo. Maxx y yo salimos del armario justo a tiempo para
verla entrar por la puerta abierta con un par de sus propios zapatos de tacón
Louboutin. Los suyos, sin embargo, son el clásico negro—. Veo que has
encontrado los regalos que tu… Justin envió. —Aprieta los dientes cuando dice
su nombre, sus ojos se dirigen al montón en la cama—. ¿También, aparentemente,
te envió un manicurista, un maquillador y un estilista? —Formula eso como una
pregunta y luego agrega—: ¿ante tu pedido?
Hijo de puta.
—Uh, sí. Solo quería verme bien para la fiesta.
Puedo oler una solicitud tácita desde un millón de millas de distancia. Si
Justin no apreció que cuestionara su necesidad de pedir mi comida en un
restaurante, solo puedo imaginar cómo reaccionaría si rechazara cualquiera de
sus “regalos”.
—Los enviaré entonces —continúa Tess, su rostro una máscara de
aceptación a regañadientes—. ¿Escuchaste las noticias sobre Parrish? —pregunta,
cambiando bruscamente de tema a algo mucho más favorable.
—Lo escuché —respondo, haciéndome sonreír a pesar de las náuseas.
—Le conté en el auto; lloró —ofrece Maxx, y le lanzo una mirada que él
devuelve con una de las suyas. Cierto. Eso funciona. Tengo problemas para fingir
emoción, ya que sé que Justin nos está manipulando a todos detrás de escena.
310
Parece que le encanta *NSYNC. De hecho, vimos el video musical de Bye
Bye Bye en la limusina antes de que comenzara a cantar You Gotta Be, así que tengo
esa imagen de la banda colgando de las cuerdas de las marionetas en mi mente.
Eso es lo que somos ahora: sus marionetas.
—Nos estamos acercando —dice Tess, alisándose la chaqueta y
levantando la barbilla—. Encontré a uno de mis hijos antes; puedo hacerlo otra
vez.
—Sé que puedes —contesto, tan amablemente como puedo.
Me estudia por otro momento, sus ojos oscuros están llenos de
preocupación. A ella no le gusta la idea de que vayamos a esta fiesta más que a
nosotros, solo que ella no puede saber eso.
—Tengo una cita fijada para la audiencia de custodia; podrás decirle al
juez lo que quieras. La programamos para después de que terminen los exámenes
finales. Solo quería que estuvieras consciente de eso; lucharé con todo lo que
tengo para mantenerte alejada de ese hombre.
Tengo la sensación de que todo lo que diga ahora será usado en mi contra
por Justin, así que mantengo la boca cerrada y le ofrezco un simple asentimiento.
Esa misma y triste decepción inunda el rostro de Tess cuando, de mala gana,
comienza a retirarse de la habitación, con la mano detenida en la jamba de la
puerta.
—Yo… agarraré a tu equipo de belleza —me dice, y no puedo evitar
encogerme ante el juicio implícito en sus palabras.
En cuanto se va, me vuelvo hacia Maxx, poniendo mis manos en su pecho
para calmarme. Se siente bien tocarlo así.
—Parezco una completa idiota para todos los que conozco —murmuro
mientras Maxx cubre mis manos y las presiona contra su pecho.
—No para mí, no para Chasm, y desde luego no para Parrish —promete—
. Y no te preocupes demasiado por eso: la verdad siempre sale a la luz al final.
Miro su hermoso rostro y cuento mis bendiciones.
Sin Maxx y Chasm, las cosas serían mucho más difíciles.
Menos mal que sé elegir mis peones, ¿eh, Justin?
311
No me reconozco cuando me miro al espejo.
Mi cabello verde y negro está retorcido en un elaborado moño en la base
de mi cuello, la tiara de diamantes color rosa brillan en la coronilla de mi cabeza.
Los pendientes captan la luz, manteniendo la mirada dirigida hacia mi cara. No
hay collar con el atuendo, lo que hace que parezca intencional; la extensión
desnuda de mi pecho pálido por encima del corpiño de mi vestido proporciona
un bonito contraste con el rosa del vestido y los zapatos un poco más brillantes.
Los guantes y el chal dan elegancia al atuendo, ayudando a contrarrestar
algo de la juventud del corte y el color. Mi maquillaje es lo suficientemente sutil
que parece que no llevo nada: guiño, guiño. Es decir, estoy usando una tonelada
de maquillaje para parecer un filtro de Snapchat que camina y habla.
Aprieto los labios con fuerza, parpadeando las largas y curvadas
longitudes de mis extensiones de pestañas.
Sí, extensiones de pestañas. La maquilladora de Justin las hizo para mí
antes de maquillarme la cara.
Mis uñas se parecen mucho a las de Raúl: una manicura francesa con
puntas romas. Alzo una mano y apoyo los dedos en mi mejilla, estudiando mis
ojos oscuros en el espejo. Soy la combinación perfecta de Tess y Justin, un
fragmento retorcido de su ADN.
ADN.
Al diablo con el ADN.
Es culpa del DNA que esté siquiera en esta situación, que Parrish esté en
esta situación.
—¿Lista? —pregunta Maxx mientras doy vueltas en un remolino de faldas.
No me ha visto desde que el equipo de expertos en belleza apareció en escena.
Sus ojos verdes se abren de par en par, su rostro enrojecido, los labios
entreabiertos ligeramente mientras me mira—. Santo cielo. 312
—Santo cielo es verdad —digo con voz ahogada mientras lo miro, vestido
con un esmoquin blanco con una pajarita negra y pantalones negros. Se parece a
James Bond en Goldfinger, el traje se ajusta perfectamente a su forma musculosa.
Su cabello está suavemente despeinado, sus zapatos de vestir negros brillan y la
sonrisa que se extiende por su rostro… bueno, toda la escena me da palpitaciones.
—Te ves… —comenzamos los dos.
—Guapo —suelto.
—Perfecta —susurra.
—Tarde —dice una voz detrás de Maxx, llamando mi atención hacia Raúl.
Está revisando su teléfono y ajustándose unas gafas rosa con estampado de jirafa.
Antes de permitirme olvidarlo, agarro la llave maestra del mostrador del baño y
la meto en el bolsillo de Maxx, por si acaso. Si algo iba a pasar con Parrish, sería
esta noche—. Necesitamos movernos. Se suponía que íbamos a irnos hace siete
minutos.
Le frunzo el ceño, pero Maxx no me permite hundirme en el estado de
ánimo, extendiendo la mano para tomar la mía y llevándome hacia él. Presiona
un beso en mis nudillos que me hace sonrojar todo el cuerpo.
—No arruines su maquillaje —advierte Raúl cuando parece que X podría
intentar besarme. El rostro de X destella con evidente molestia, pero no dice nada,
toma mi brazo entre el suyo y me lleva fuera de mi habitación y baja las escaleras.
Si esto fuera, como, una fiesta de graduación o algo parecido, estaría toda
inquieta.
Tal como están las cosas, lo mejor que puedo hacer es apreciar lo guapo
que está Maxx. Eso es lo que me motiva.
Tess está esperando al pie de las escaleras con Paul, y sus ojos se abren de
par en par cuando nos ven.
—Aparentemente llegamos tarde —le digo cuando nos detenemos en el
vestíbulo y Raúl me lanza otra mirada molesta. Tiene una disposición mucho
menos agradable que el otro subordinado de Justin: el Sr. Volli, me refiero.
Probablemente sea igual de malvado; no lo dudo ni por un segundo, incluso si
disfruto de sus cambios de gafas.
—Ya veo —comenta Tess, intercambiando una mirada con Paul—. Bueno,
espero que ustedes dos la pasen de maravilla esta noche. —Sus fosas nasales se
ensanchan con todas las cosas que no ha dicho que quiere decir, pero se las
arregla para callarse.
—Estoy seguro que lo haremos —le asegura X cuando me vuelvo a quedar
sin habla. Rápidamente me escolta lejos de la incómoda situación y me lleva a la
parte trasera de la limusina. Casi esperaba que Justin nos estuviera esperando
adentro, pero no está allí.
—Tu padre te verá en la fiesta —me asegura Raúl, cerrando la puerta de
la limusina antes de subir al lado del conductor. Maxx y yo intercambiamos otra
mirada, pero claramente no es un lugar seguro para hablar, así que guardamos
nuestros comentarios para nosotros.
Sobre todo, nos miramos sin vergüenza.
No estoy segura de haber visto alguna vez a un hombre tan guapo en toda
mi vida. Quiero decir, era hermoso antes, pero se ve tan elegante esta noche, y
mucho mayor.
313
—Ambos parecemos de veinticinco —murmuro y él se ríe.
—Bastante. Pero en el buen sentido.
Maxx se sienta contra el asiento, cruza una pierna sobre la otra y apoya el
tobillo contra la rodilla mientras cruza las manos sobre su vientre.
Me lo quedo mirando.
—Estás sentado así a propósito —le digo y él sonríe.
—Podría ser. ¿Te gusta?
Me niego a responder eso con palabras, pero estoy segura de que mi
sonrisa lo dice todo por mí. Miro por la ventana mientras salimos del camino de
entrada y giramos a la izquierda. La casa de Chasm está a tres segundos de
distancia de la de Vanguard: Medina tiene cinco millas cuadradas de masa de
tierra con una población de poco más de tres mil. En esencia, es la burbuja
ultrarricos que flota junto a Seattle.
Podríamos haber caminado hasta allí, si uno pudiera dejar de lado la masa
de reporteros y la ropa elegante.
Tengo el corazón en mi garganta cuando la limusina se une a una fila de
otras, esperando la oportunidad de deslizarse a través del portón abierto fuera
de la extensa mansión McKenna. Nuestro conductor se detiene junto a los
escalones de la entrada y Raúl nos abre la puerta.
Maxx toma mi mano cuando salimos y ascendemos los escalones de la
entrada. Hay un portero que marca los nombres de una lista, pero nos indica que
pasemos sin ni siquiera echar un vistazo.
Afortunadamente, Chasm nos está esperando al otro lado de las puertas.
Mi corazón se detiene cuando lo veo.
Lleva un esmoquin, como Maxx, pero el suyo es negro sobre negro sobre
negro. Incluso la corbata, que está un poco torcida, es negra. Lo primero que hago
es detenerme frente a él para arreglarla. Sus manos se levantan rápidamente,
agarrando mis muñecas con firmeza mientras sus ojos dorados brillan.
—Nunca he visto a una chica más bonita en toda mi vida —me gruñe y
me estremezco en respuesta. Su atención vuelve a Maxx antes de volver a mi
cara—. No es broma, naekkeo —dice, y luego me besa con tanta pasión y deseo
que casi se me doblan las rodillas. Extraño el roce de las perforaciones en su labio,
pero esta noche está en modo Kwang-seon “aprobado por Seamus”. Se aleja con
el más mínimo beso de mi brillo labial en su bonita boca.
La gente nos mira mientras una orquesta en vivo actúa en una esquina, y
varias pantallas enormes parpadean con imágenes y citas sobre Milk Carton.
Chasm retrocede, volviéndose para seguir mi mirada.
Gran parte del mobiliario se ha limpiado, dando al enorme espacio abierto
el aspecto de un salón de baile. La gente descansa en sillas cuidadosamente
dispuestas en las esquinas o contra las paredes mientras los camareros se deslizan
entre la multitud con bandejas de comida y copas de champán.
Chasm toma un par de la siguiente bandeja y nos ofrece los vasos a Maxx
y a mí.
—Créeme: vas a necesitar esto —nos advierte, moviéndose para pararse a
mi lado mientras Justin nos ve entre la multitud. Levanta su propia copa a modo
de saludo, con una sonrisa casual en sus labios. Para cualquier otra persona, estoy
314
segura de que el gesto parece amistoso y atractivo. Para mí, bien podría ser una
orden férrea que arrastra mis pies por el suelo.
Mi cuerpo se siente como si estuviera hecho de plomo mientras me acerco
a él, los dos chicos apostados a cada lado de mí como centinelas.
—Justin —digo educadamente mientras me acerco a él, y su sonrisa se
ensancha, los ojos azules se arrugan en los bordes.
—Llámame… papi —ofrece y se necesita cada gramo de fuerza que poseo
para evitar que mi cara se caiga. Ni siquiera puedo soportar llamar a Tess, mamá.
¿Y ahora este cabrón quiere que lo llame… puaj… papi?
—¿Funcionaría papá? —Le ofrezco con una sonrisa, y lo juro por Dios, sus
ojos se crispas.
—Papi sería preferible —ronronea, sorbiendo su bebida y luego se detiene
cuando un hombre pelirrojo se acerca para pararse a su lado. Ah, bien. Este es
Seamus McKenna, el papá imbécil de Chasm. Me mira con ojos ambarinos que
son un poco más claros que los de su hijo y luego sonríe.
—Te ves deslumbrante esta noche, Dakota —dice Seamus, el más leve
atisbo de acento irlandés en sus palabras—. Debes estar muy orgulloso, Justin.
Mi papá biológico me sonríe, sorbiendo su bebida mientras me estudia por
encima del borde de su vaso, y lucho contra el impulso de quitarme estos
dolorosos tacones y empezar a correr, falda en mano. Correría descalza toda la
noche para escapar de este hombre, si tan sólo Parrish estuviera conmigo, Maxx
y Chasm.
Podríamos correr juntos y nunca mirar atrás.
En cambio, practico otra de mis típicas sonrisas forzadas en el par.
—Gracias —le digo a Seamus, orgullosa de mí misma por mantener mi
voz tan fuerte. ¿Cuánto sabe Seamus sobre las hazañas de Justin? ¿Solo las cosas
Milk Carton? ¿O todo? No puedo precisarlo—. Y felicitaciones, por cierto, por la
fusión entre Milk Carton y Fort Humboldt Security.
Justin se ríe, su voz es un alegre acompañamiento de la tranquila y
refinada juerga que tiene lugar a nuestro alrededor.
—Parece que ya se ha corrido la noticia —me dice con una sonrisa cortante.
Pero él, por supuesto, sabía eso, ya que tuvo que haber escuchado al menos el
audio de la confrontación entre nosotros y Veronica fuera del laberinto de setos.
Tenía mis dos teléfonos en mi chaqueta en ese momento—. Los secretos suelen
estar muy bien guardados en esta ciudad. Me sorprende.
No suena sorprendido, solo desconcertado.
Los ojos de Seamus se dirigen a su hijo y luego de nuevo a mí. No voy a
mirar a Chasm, pero puedo sentirlo tensarse a mi lado. No lo culpo, considerando
todas las historias que he escuchado, los moretones en los brazos de Chasm y la
forma en que Maxx reaccionó cuando me dijo que necesitaba fingir ser su novia
para que Seamus no se hiciera una idea equivocada de Chas y yo.
Justin termina su champaña y la coloca en la bandeja de paso de un
camarero, cambiándola por una copa nueva. Extiende su copa, como si me
estuviera pidiendo un brindis.
Choco mi propio vaso contra el suyo, aunque preferiría no hacerlo.
Preferiría no participar en nada con Justin Prior, pero esa no es una opción en
este momento.
315
—No importa, ya que vamos a hacer el anuncio oficial esta noche —musita
Justin, estudiándome una vez más. Sus labios se curvan en otra sonrisa—.
¿Escuchaste las noticias sobre tu hermano? Milk Carton ya ha pasado por la
pobre y dulce Tess.
—Estoy seguro de que estás aliviada —comenta Seamus, llevándose la
copa de champán a los labios—. Los tres. Muy pronto, estaremos rescatando a
ese chico; lo puedo sentir en mis huesos.
Justin mantiene esa expresión complacida suya, incluso mientras me
quedo ahí, furiosa.
Qué porquería es este hombre. Secuestra a Parrish y luego, ¿qué, lo
orquesta para que su aplicación lo encuentre? ¿De eso se trata todo esto? ¿Un
truco publicitario?
—Si me disculpan —comenta Seamus, aparentemente espiando a alguien
entre la multitud con quien le gustaría hablar. Se aparta de nuestro pequeño
grupo y doy un pequeño paso hacia adelante, con cuidado de mantener mi voz
lo suficientemente baja como para que nadie más que Maxx o Chasm puedan oír.
—Si ibas a usar tu aplicación para “encontrar” a Parrish, entonces ¿por qué
pedirme que lo haga? —susurro, pero la expresión de Justin nunca flaquea. En
cambio, extiende la mano y toma un lado de mi cara de una manera que
cualquiera que esté mirando podría verla como paternal. Pero su agarre es
demasiado fuerte, y sus uñas se clavan en mi piel de tal manera que realmente
tengo que luchar contra una mueca.
—La aplicación no va a encontrar Parrish; tú lo harás. Es decir, si lo quieres
de vuelta. Si no lo quieres, le cortaré la garganta y arrojaré su cuerpo al lago
Washington. Su único valor para mí es el valor que tiene para ti y Tess. Eso es
todo. No me gusta ni me disgusta el chico. Simplemente es. —Justin deja caer su
mano a su lado mientras hago todo lo posible por ignorar el latido en el costado
de mi cara—. Mézclate con todas mis lindas amigas. Hazte ver. Quiero que todos
sepan la hermosa hija que tengo. Sin embargo, no te quedes lejos por mucho
tiempo. Tengo a alguien a quien me gustaría que conocieras.
Justin me da una palmada en la mejilla una vez más antes de irse.
Maxx da un paso a mi lado, inclinando mi rostro hacia el suyo y apretando
los dientes con frustración.
—Ha dejado marcas rojas en toda tu mejilla —dice con los dientes
apretados, acariciando con un dedo las hendiduras mientras Chas frunce el ceño,
sus ojos escudriñando a la multitud.
—¿Ves a esta gente? ¿Adulando a un hombre al que echaron de la ciudad?
Ya sea que fuera culpable o no, los hace a todos jodidamente despreciables para
mí. O no era culpable, y aquí están charlando con un tipo al que incriminaron o
él era culpable y, bueno, aquí están charlando con un hombre que saben que es
un completo idiota. Es enfermizo.
—La Preparatoria Whitehall es el nombre perfecto para nuestra academia
—murmuro, tragando el champán—. Preparando a todos esos mocosos para que
se unan a los planes de sus padres.
Veo a una hermosa chica de cabello color miel al otro lado de la habitación 316
y se me corta el aliento.
Lumen.
No esperaba ver a Lumen Hearst en la fiesta de lanzamiento de mi padre.
—Oh, diablos, no —dice Chasm en cuanto se da cuenta de hacia dónde
estoy mirando. Maxx gira la cabeza para seguir nuestras miradas y arquea una
ceja—. Ni siquiera empieces con esa perra hoy.
—Este es el lugar perfecto para tratar de hablar con ella —razono,
gesticulando con la mano que no sostiene el champán. Dios, si Tess supiera que
estoy bebiendo aquí, se volvería loca. Claramente, a Justin no le importa de ninguna
manera—. No estamos en Whitehall, y ella no puede golpearme exactamente en
medio de una multitud, ¿verdad?
—Maxx, ¿puedes hacer entrar en razón a nuestra chica? —pregunta
Chasm, frunciendo el ceño con fastidio—. Sigue intentando hacerse amiga de sus
enemigos. Lumen hizo que su pandilla te pateara el trasero; ella no es redimible.
—Y tu pandilla le dio una patada a su trasero —aclaro—. Veamos si no
podemos tenerla sola. Algo está pasando con ella. Piénsenlo: desapareció durante
toda una noche y se despertó en un campo. ¿No les suena familiar? ¿Cómo me
desperté en medio del bosque? Justin también podría estar chantajeándola.
—¿Chantajeándola con qué? ¿Parrish? —Chasm suelta una carcajada—.
Ni en sueños.
—Todo el mundo dice que ella lo ha estado persiguiendo durante años —
agrego, tratando de reprimir un ridículo arranque de celos. Gracias, cerebro de
mamífero, pero no te necesito ahora. Salvemos la vida de Parrish antes de que empecemos
a enfadarnos por intereses amorosos rivales. Además, ¿no te acostaste con los dos mejores
amigos de Parrish mientras estaba en cautiverio? Sí, no ayuda—. Tal vez él…
—Lumen no se preocupa por Parrish, ciertamente no lo suficiente como
para hacer ni la mitad de las cosas que has hecho intentando salvarlo. —Chasm
cruza los brazos sobre su pecho—. Nunca me convencerás de lo contrario.
—Danyella me dijo que llevan años jugando un juego de “lo harán, no lo
harán” —continúo y Maxx se ríe.
—Danyella, ¿que te ha estado dando la espalda durante semanas? ¿Eso, y
seguir a Lumen como un cachorro perdido? Lumen también se comportó mal,
¿sabes? Sin embargo, ahí está ella. Quizás ambas sean demasiado amables. —
Maxx mira a Lumen mientras se ríe y coquetea con media docena de otros
estudiantes de la Preparatoria Whitehall que están aquí en la fiesta con sus
padres—. Tan pronto como llegaron a Whitehall como estudiantes de primer año,
Lumen pateó a su vieja mejor amiga a la acera en busca de nuevos y mejores
amigos. —Maxx se encoge de hombros y niega con la cabeza—. No confío en
ninguno de ellos, para ser honesto.
Pero, ¿tal vez soy demasiado amable? Porque tengo muchas ganas de
hablar con Lumen. Esta es mi oportunidad y puede que sea la única buena que
tenga durante mucho tiempo.
—Quiero decir, quemé el teatro y arruiné la producción —comienzo y
Chas suspira.
—Está muy claro que lo vas a hacer de todos modos —dice Chasm,
gesticulando libremente con una mano—. Así que terminemos con esto.
—Gracias —les digo a ambos con seriedad, y lo juro, ambos se ablandan 317
enseguida. Reprimo una sonrisa mientras serpenteo entre la multitud. Antes
incluso de que llegue a ella, Lumen se da la vuelta, vestida con un vestido dorado
ajustado que brilla cuando se mueve.
Sus ojos color tierra se clavan directamente en mí y su rostro adquiere una
expresión fría y peligrosa.
Se aleja de mí tan rápido que desaparece entre la multitud y maldigo en
voz baja.
—Está claro que ella no quiere tener nada que ver conmigo —murmuro,
temporalmente derrotada pero negándome a darme por vencida. Si Lumen está
aquí, es evidente que sus padres están tratando de impresionar a Justin. No
puede huir de mí para siempre. Aunque el año escolar casi termina, ella tiene
otro año en Whitehall conmigo, Chas y… Parrish… antes de graduarse.
—¿Quieres conocer a mis padres en su lugar? —ofrece Maxx esperanzado,
dándole a la retirada de Lumen una mirada oscura antes de que deje caer su
atención en mí.
—¿Ya la presentas a los padres? Te mueves rápido —bromea Chasm, pero
no hay calor en su broma. Odia estar aquí en esta multitud tanto como yo. Sus
ojos miran alrededor, buscando los rostros en la habitación antes de devolverlos
a mí—. Son mucho más amables que mi papá, así que no te preocupes demasiado
por eso.
X suelta un bufido y me arrebata la copa de champán vacía de la mano,
dejándola en una mesa cercana antes de enlazar su brazo con el mío, guiándome
hacia dos hombres de traje que están parados junto a una mesa cargada de
refrescos.
—Ey —dice, y ambos hombres se vuelven para mirarnos. Uno de ellos
sonríe alegremente mientras que el otro tiene un pequeño pliegue entre las cejas.
Intercambian una rápida mirada de pareja antes de volverse hacia nosotros—.
Quería presentarles a mi amiga, Kota.
—¿La hermana pequeña de Maxine? —dice el hombre rubio, un poco más
bajo y más pequeño que el otro.
Mi corazón se rompe de nuevo, pero hago lo que he estado haciendo
durante semanas, arreglándolo y dejándolo desordenado y un poco fuera de
lugar.
—Esa soy yo —digo con un tono tan agradable como puedo.
—Dakota, estos son mis papás —explica Maxx, señalando primero al
rubio—. Laurent y Hamilton Wright.
—Qué gusto conocerte —dice Laurent, el rubio. El otro, el de cabello
oscuro que se parece mucho a Maxx, fuerza una sonrisa. Considero todas las
cosas que X me dijo, sobre cómo sus padres lo alentaron a buscar a Maxine, lo
interesados que estaban en ella, cómo hablaron mierda sobre mí antes de
conocerme. Una parte de mí quiere estar molesta, pero hay demasiadas
incógnitas en esta situación. Además, mi padre es un maldito asesino en serie, así
que no puedo culpar a los padres de Maxx por difundir chismes, ¿verdad?—.
Espero que nuestro hijo haya sido un invitado educado.
—También oímos que adoptó un conejo —dice el otro, Hamilton,
frunciendo el ceño con gracia. En realidad, ambos son hombres muy guapos. Para
ser justos, casi todos en esta sala son guapos. El dinero puede hacer eso, ¿sabes?
Cirugía plástica (probablemente a través del Dr. Paul Vanguard), entrenadores 318
personales, chefs privados, nutricionistas, acceso a los mejores médicos, ropa
elegante, maquilladores, peluqueros, extensiones de pestañas, maquillaje de
cejas… ¿tengo que seguir?
Contemplo toda esa preciosidad con un grano de realidad muy grande y
muy salado.
—No estoy seguro de cómo me siento al respecto —continúa Hamilton
mientras su esposo suspira dramáticamente, apurando una copa de vino—. Pero
supongo que podrá vivir con nosotros cuando regrese a los dormitorios el
próximo año. —Mi corazón se hunde un poco al pensar en que X se vaya y vuelve
a Eugene. Sé que solo estaremos a cinco horas de diferencia, pero con Maxine, ya
sé que a veces puede parecer un abismo imposible.
Sin embargo, ese es un problema para la Dakota del futuro.
—Lamentamos escuchar lo de Maxx y tu hermana —agrega Laurent,
dándole a su esposo una mirada que claramente dice que deja pasar lo del maldito
conejito, por favor. Me mira con ojos color caramelo y vuelve a sonreír—. Parece
una chica tan agradable; solo puedo esperar que criáramos a nuestro hijo lo
suficientemente bien como para que no hiciera nada que la molestara.
—Gracias por el voto de confianza —interviene Maxx cuando veo a
Lumen entre la multitud de nuevo. Se ve un poco nerviosa, uno de sus puños
apretados a su lado—. Te lo dije: fue una ruptura mutua. ¿Puedes dejarlo ir, por
favor?
Sonrío levemente ante el sonido de Maxx hablando como un adolescente
normal.
—Y Kwang-seon, ¿cómo estás? —pregunta Laurent mientras el pelinegro
observa a la multitud de manera similar a como lo está haciendo Chasm ahora,
como si estuviera rodeado de depredadores y estuviera a la defensiva.
—Uh, ¿qué? —pregunta Chas, mirando a los padres de Maxx y
parpadeando rápidamente—. Oh, estoy bien, gracias por preguntar. —Él usa el
mismo tono cortés que usa con Tess cuando está de mal humor—. Escuché que
Laurent logró conseguir un nuevo trabajo —inquiere cortésmente mientras mis
ojos vuelven a buscar a Lumen.
Ella está sola ahora mismo. Pienso en cómo escapar.
—Hamilton seguirá trabajando como gerente de Tiffany por el momento;
acabo de conseguir un puesto increíble en la compañía de Justin. —Vuelvo a
mirar a Laurent sonriendo emocionado mientras Maxx frunce el ceño. Supongo
que Tiffany es su hermana. Eso es lo poco que realmente nos conocemos, ¿eh? Ni
siquiera sabía el nombre de su hermana hasta ahora.
Pero realmente llegas a conocer lo mejor y lo peor de los demás en medio
de una crisis; Maxx me ha mostrado todas sus cartas y me gusta mucho lo que he
visto hasta ahora. Mucho. Probablemente demasiado.
—No sabía eso —interviene Maxx, lanzando una mirada a Chasm.
Intercambian información en silencio, como a veces lo hacen los buenos amigos.
O amantes. Sí, los amantes también hacen eso.
—Bueno, acabo de enterarme esta noche —continúa feliz Laurent,
levantando su copa hacia la multitud—. Paga el triple que mi último trabajo y
puedo trabajar de forma remota desde Portland. Es una oportunidad fantástica.
Kota, si ves a tu padre en este tumulto, dale las gracias. Dudo que tenga la
oportunidad de hablar con él; todos en la ciudad parecen estar luchando por su 319
atención.
—Sí, lo haré —accedo con una agradable sonrisa—. Perdónenme. Necesito
ir al baño, pero fue un placer conocerlos a los dos.
Me escabullo antes de que alguno de los chicos pueda detenerme, solo
para darme cuenta de que Lumen se dirige directamente hacia mí, con el rostro
decidido. No se detiene cuando se acerca a mí, golpeando su hombro con tanta
fuerza contra el mío que realmente me tropiezo.
—Fuera de mi camino, perra —espeta, una pesadilla dorada reluciente con
un vestido muy bonito, muy caro. Todavía estoy tratando de recuperar el
equilibrio cuando su mano izquierda, la que estaba apretada antes con fuerza, se
presiona contra la mía. Algo pequeño y cuadrado se desliza en mi palma y ella
se va.
—¿Cuál es tu puto problema? —gruñe Chasm, interceptándola. Agarro el
artículo con fuerza mientras me doy la vuelta para ver a Lumen enfrentándose a
ambos chicos.
—¿Problema? —pregunta con una risa despreocupada mientras se echa el
cabello sobre un hombro—. Ella es mi problema. Tú eres mi problema. ¿Por qué
no le preguntas a Danyella cuántas noches se quedó llorando por ustedes dos?
—Siga acosando a Dakota y mira qué pasa cuando Parrish regrese. Lo que
te he hecho hasta ahora te parecerá agradable en comparación.
—Vete a la mierda, Kwang-seon —gruñe, volviendo su venero hacia
Maxx—. ¿Y tú, Maxim? Pensé que te graduaste el año pasado. ¿No me digas que
eres uno de esos patéticos universitarios que olfatea alrededor de las chicas de
preparatoria en busca de un polvo fácil?
—No finjas que no nos tienes miedo —le advierte Maxx—. Y si no es así,
deberías tenerlo. Dakota resultó gravemente herida; se rompió varios huesos.
¿Quizás deberíamos romper algunos de los tuyos como venganza?
—Como si la horda de putas de Chasm no lo hubiera intentado ya —
bromea, empujándose entre los dos y marchándose rápidamente. La dejo ir,
apretando lo que sea que ella puso en mi mano con tanta fuerza que las esquinas
me lastiman la palma.
—¿Estás bien? —pregunta Maxx, y asiento, mirando hacia las grandes
“burbujas” de plástico cerca del techo. Flotan e incluso brillan como burbujas
reales, pero sé lo que realmente son: drones. Parece algo salido de un romance de
ciencia ficción, pero no lo es. El mejor amigo de mi abuela fue a Las Vegas el año
pasado, donde tienen el dispensario legal de cannabis más grande del mundo;
ella dijo que vio estas cosas flotando por todo el lugar por seguridad.
Perturbador.
Justin puede monitorear cada cosa que sucede en su fiesta cuando quiera,
y probablemente tener todas nuestras caras etiquetadas y catalogadas por su
estúpida aplicación Milk Carton.
—Sólo necesito usar el baño… —empiezo y luego hago una pausa cuando
veo a Justin presionar un beso en la mejilla de una mujer. Ella se inclina hacia
atrás y le sonríe. Algo en su expresión me molesta, como si la hubiera visto antes
en alguna parte. Tiene el cabello largo y castaño con reflejos rubios trenzados de
manera experta en todas partes, y su boca es carnosa y sobresale en un mohín.
Juro que nos conocemos, aunque no puedo ubicar su rostro.
Entonces me golpea y se me hiela la sangre. 320
—Toma esto, pero mantenlo oculto —susurro, dejando que mi mano se
enrede con la de Chasm cuando paso. Le dejo la nota de Lumen y la desliza
inmediatamente en el bolsillo de su chaqueta.
Estoy sin aliento cuando llego al lado de Justin, y me mira de una manera
cómplice y muy complacida porque sabe lo que acabo de descubrir. Sabe que sé
quién es, con solo mirarla.
Esa boca… conozco una boca que hace un mohín así en un nivel muy
íntimo. Mientras viva, incluso si no vuelvo a ver a Parrish Vanguard, no olvidaré
la exuberancia de sus labios.
—Mi cariño —comenta Justin, rodeándome con un brazo y acercándome
mientras la mujer desvía su atención de un grupo de hombres de negocios bien
vestidos y la dirige hacia mí. Su sonrisa es venenosa, su mirada aguda—. Me
gustaría que conocieras a mi novia, Caroline Bassett.
Casi me ahogo. Chasm se ahoga. Maxx mantiene la calma a través de algún
tipo de milagro.
—Eres la mamá biológica de Parrish —suelto antes de poder detenerme.
Eso hace que su bonita sonrisa vacile, pero recupera bien la compostura.
Además… ¡¿Justin Prior tiene novia?! ¿Después de todas las adulaciones y
obsesiones con Tess que ha estado haciendo?
Huelo una conspiración.
Justin Prior simplemente no hace coincidencias.
—Yo lo di a luz, sí —comenta Caroline, que es una forma realmente
extraña de responder a mi afirmación. Particularmente, es aún más extraño
porque Parrish no está. Pienso en Tess y en cómo le gritó a esta mujer por teléfono
el otro día. Caroline no parece particularmente preocupada por el hecho de que
su hijo se haya ido por más de dos semanas—. Y debes ser Dakota Banks, la
hermosa hija de Justin. Encantada de conocerte. He estado tras Justin toda la
semana para concertar una reunión entre nosotras. —Ella le da una mirada, pero
él se ríe afablemente.
—Acabo de conocer a mi propia hija, Caroline. No seas codiciosa.
Sus ojos pasan por delante de mí para aterrizar en Chasm primero y luego
en Maxx. Ella toma nota de ellos, cataloga sus apariencias y luego los descarta
con la misma rapidez. Para lo que sea que esté aquí, no es amor y familia, eso es
seguro. Mi atención se centra en Justin, pero él le sonríe a su novia de esa manera
encantadora que tiene.
Si es un monstruo, está bien. No importa. Él también. Se merecen el uno al
otro.
Esta es claramente la persona a la que estaba tan ansioso por presentarme.
Imagino que elegiría a la madre biológica de Parrish para salir con ella después
de secuestrar y encarcelar a su hijo. ¿O antes? Me pregunto cuándo se conocieron
y cuánto tiempo han estado juntos, cuánto tiempo ha estado tramando Justin
Prior todo esto.
El software de envejecimiento de Milk Carton se implementó
específicamente para ubicarme, así que claramente esto ha estado en proceso
durante mucho tiempo. Probablemente desde poco después de que Saffron me
secuestrara. Se me ocurre que todo este tiempo, he estado obsesionada con ese
estúpido documental de Netflix, sobre mis abuelos llamando a la línea directa, 321
sobre Tess animándome a vivir aquí.
En retrospectiva, eso fue algo bueno. Estaba destinada a terminar en
Medina, me gustara o no. La única diferencia aquí es que tengo a Chasm y Maxx
de mi lado, que Tess me encontró primero, que no fui arrastrada directamente de
mi tranquila vida en Catskills a este lío de la costa oeste.
Justin me habría encontrado, de todos modos. Pero me hubiera pillado por
sorpresa aún más su entrada en mi vida, incluso menos preparada. Al menos eso
es algo.
—Bueno, si ella es parte de tu vida, cariño, entonces es parte de la mía. —
Caroline me sonríe, su elegante vestido negro se aferra a todas sus curvas. Es una
mujer hermosa, tan hermosa como guapo es Parrish. Sin embargo, no puedo
olvidar el hecho de que ella está en una fiesta elegante adulando a Justin mientras
su hijo está desaparecido—. Espero que podamos llegar a conocernos, Dakota.
—Habrá mucho tiempo para eso —exclama un hombre pelirrojo,
separándose de los otros hombres bien vestidos a su lado para poner una mano
en el hombro de Justin. Siento a mi papá biológico tensarse a mi lado, su brazo
todavía envuelto firmemente alrededor de mis hombros—. ¿Escuché que acabas
de hacer una oferta por una casa?
—Mm —concuerda Justin, soltándome finalmente mientras estudio a
Caroline más a fondo. Dejo que mi mirada se desvíe de nuevo a la de Chasm,
pero parece que no puede romper su mirada. El odio que se agita en su rostro
coincide con el mío. Cuando miro a Maxx, me devuelve la mirada y se agacha
para darme un apretón rápido—. De hecho, lo hice. El anciano propietario falleció
debido a una enfermedad crónica. Me las arreglé para conseguir mi oferta antes
de que el lugar saliera al mercado.
Eso me intriga por más de una razón. En primer lugar, me pregunto si el
propietario no fue también una víctima del Cazador. En segundo lugar… ¿podría
ser esta la casa que mencionó Tess, la que dijo que Justin le compró? Por otra
parte, mencionó a una familia que vive en esa casa, no a una persona anciana
enferma. Aun así, es otra opción, otro lugar para que revisemos.
—¿En Medina o en otro lugar? —balbucea el hombre mientras Justin deja
caer su brazo de mis hombros y toma otro vaso de alcohol de una bandeja que
pasa; las burbujas drones revolotean sobre nuestras cabezas mientras la orquesta
continúa tocando.
—Aquí en la ciudad, por supuesto. Cualquier cosa menos sería obscena.
—Bebe su bebida mientras debato la mejor manera de escapar de esta
conversación para poder encontrar un lugar para examinar lo que sea que Lumen
deslizó en mi mano. No me atreví a mirarlo con los drones en lo alto.
—Tienes un gran instinto —continúa el compañero de Justin, sin dejar de
darle una palmada en el hombro a mi papá biológico. ¿Soy la única que reconoce
lo mucho que odia que lo toquen así? Su sonrisa todavía está firme en su lugar,
pero tiene grietas. Caroline se da cuenta, creo, pero luego gira su mirada hacia
mí y me encuentro ahogándome con el dolor de perder a Parrish.
Se parece mucho a él y ni siquiera le importa que se haya ido. Él mencionó
a su madre brevemente de pasada, pero solo una vez. Eso, y… Me sonrojo de
vergüenza al recordar cómo le arrojé a la cara su abandono. No es algo de lo que
estuviera orgullosa en ese momento, y es aún más vergonzoso ahora que lo
recuerdo. 322
«¿No huyó cuando eras niño? Puedo ver por qué. Claramente, la alejaste».
Ugh.
—Grandes instintos tanto en los negocios como en el sector inmobiliario —
continúa el hombre mientras parlotea, ajeno al disgusto que siente Justin por él.
—Bueno —comienza Justin, respirando hondo y enderezándose la
chaqueta—. El instinto es algo maravilloso. No se puede explicar ni ignorar.
La sangre abandona cara y me siento tan mareada que empiezo a
derrumbarme. Los chicos me sostienen a ambos lados mientras Justin lanza una
mirada curiosa en mi dirección y hace un gran esfuerzo para restaurar el brillo
habitual en su sonrisa.
—No te preocupes —me dice Caroline, acercándose más con su vestido
largo hasta el suelo—. Con el tiempo, te acostumbrarás más a los tacones. Con
todas estas hermosas fiestas que tu padre planea organizar, estoy segura de que
tendrás mucha práctica.
—Estoy segura de que lo haré —concuerdo mientras el grandullón del
traje azul marino sigue parloteando y Justin finge estar interesado.
Mientras tanto, me tambaleo. Me estoy rompiendo. Me estoy
derrumbando.
—Mientras tanto, voy a ir al baño. Problemas de dama. —Doy una falsa
sonrisa mientras Caroline levantaba las cejas, volviéndose y huyendo de la
conversación como una casa en llamas.
—¿Qué pasa? —pregunta Maxx, agarrándome del brazo derecho mientras
Chasm toma el izquierdo. Es la única manera de permanecer tan juntos en una
multitud tan grande y tan apretada.
—Fuera. Creo que podría saber dónde podemos encontrar nuestra
próxima pista.
323
—Explica —exige Chasm tan pronto como estemos dentro del garaje. Va
a ser difícil sacar un auto de aquí con tanta gente entrando y saliendo del patio,
pero ya nos las apañaremos.
—Conoces a todos en Medina —murmuro, paseando brevemente por el
suelo del garaje con los tacones y retorciéndome las manos. Miro la expresión
confusa de Chasm—. ¿Hay alguien que haya muerto por aquí recientemente?
¿Alguien mayor, con algún problema de salud? —Sacudo la cabeza mientras
Chas me hace una mueca—. O tal vez ni siquiera tenía una condición de salud.
Sólo... alguien que podría haber tenido una casa. Una grande. Y en la propia
Medina.
—Uh —dice Chasm, mirando al techo mientras lo piensa—. ¿Armando
Vásquez, tal vez? Es el dueño de la finca que está a dos puertas de aquí. Lleva un
tiempo luchando contra el cáncer de páncreas; mi padre le compró la empresa a
bajo precio hace unos años. No había oído hablar de su fallecimiento, pero es la
única persona que se me ocurre que podría encajar en tu descripción. De nuevo,
¿por qué?
Estoy tan emocionada que me tambaleo hacia atrás, poniendo una mano
en la pared para estabilizarme.
—El instinto es algo maravilloso. No se puede explicar ni ignorar —digo,
haciendo una pausa para sacudir las manos mientras la emoción me recorre—.
Es una cita del libro de Agatha Christie, el que encontramos en el manicomio.
Justin acaba de citarla, joder.
Los chicos intercambian otra mirada antes de volverse hacia mí.
—Estaban hablando de la casa por la que Justin hizo una oferta —añado,
tratando de no hiperventilar—. Ese tipo grande...
—El padre de Verónica —explica Chasm, y las piezas empiezan a encajar 324
en mi cabeza. He repasado nuestras pistas tantas veces que tengo cosas
memorizadas, incluida la lista de aficionados al vino de la zona.
—Mencionó los instintos de Justin por los bienes raíces, y luego citó el
libro. Citó el maldito libro, ¡y el nombre de Armanda Vásquez estaba en nuestra
lista de putos borrachos! —Doy una palmada con el dorso de una mano en la
palma de la otra—. Tenemos que ir a esa casa. Ahora.
—Mierda —expresa Maxx, con los ojos muy abiertos. Vuelve a mirar a
Chasm—. ¿Podríamos ir caminando hasta allí desde aquí?
—Podríamos —concuerda Chasm, mirando mis zapatos. Ya me los estoy
quitando de los pies, tan emocionada que estoy temblando. Esto podría ser. Esto
podría ser de verdad, joder—. Deja que te traiga los zapatos —dice, pero ahora
también está temblando.
—No me importan los zapatos —murmuro, tirando el bolso al suelo. No
me importa que Justin haya oído todo lo que acabo de decir; no citó ese libro por
casualidad. Esperaba que yo captara esa pista.
Porque él planeó esto. Él esperaba esto. Quería que siguiera las pistas en el
orden correcto, sólo para terminar aquí, esta noche. Milk Carton acaba de
localizar fotos de Parrish hoy. Todo está encajando.
—Vamos. —Sale hacia la puerta trasera del garaje, con la esperanza de ir
por el camino correcto.
Chasm se detiene para abrir el maletero de su auto, saca un par de
zapatillas y me las clava en el pecho.
—Póntelas. Te moverás más rápido con zapatos.
Refunfuño, pero hago lo que me pide, metiendo los pies en los zapatos tan
rápido como puedo y apretando los cordones. Me quedan enormes, pero es mejor
que caminar por la grava descalza.
Salimos al exterior y nos encontramos en un pequeño patio lateral con una
verja. Al otro lado del garaje, oigo a la gente hablar y reír, disfrutando del cálido
aire de la tarde. Pero aquí, estamos envueltos en sombras. El ojo rojo de una
cámara de seguridad nos hace un guiño al pasar, pero lo ignoramos.
Chas abre la puerta y salimos a una pequeña calle sin aceras. De todos
modos, no hay muchas en Medina; a veces tiene un aire rural. Estoy segura de
que los residentes de aquí lo cerrarían todo si pudieran, para mantener su
pequeño enclave de imbéciles ricos bajo llave.
Aunque no ayudaría, ¿verdad? Viendo que son los peores enemigos del
otro.
Me levanto las faldas, apretando el tul con las dos manos mientras nos
dirigimos a la calle. Aunque el lugar está sólo "dos puertas más abajo", es un largo
paseo. Todas las propiedades que bordean el lago Washington son enormes y
extensas mansiones con sus propios terrenos.
Me encuentro con que empiezo a trotar, y luego a correr. Los chicos no se
quejan. De hecho, no tienen ningún problema para seguirme el ritmo.
Avanzamos por la franja de hierba junto a la calle hasta que nos topamos con una
verja metálica con una casa oscura situada entre los árboles al final de un largo
camino.
La puerta, por supuesto, está cerrada, y ninguno de nosotros sabe el
maldito código.
325
—¿Ahora qué? —pregunto mientras Maxx mira la puerta de metal negro,
dejando que sus ojos se desvíen hacia un lado. Toda la finca está rodeada por un
muro de ladrillos de unos dos metros de altura y repleto de hiedra. Se moja los
labios y se acerca a él, saltando y agarrándose a la parte superior y subiéndose
con muy poco esfuerzo.
En cuanto está situado encima, se da la vuelta y le tiende la mano.
—Levántala, Chas —dice, y Chasm se arrodilla, con una pierna doblada
hacia atrás y apoyada en el suelo, y la otra apoyada para que yo pueda usar su
muslo como escalón. No lo dudo, pongo el pie sobre su pierna y me impulso con
la ayuda de la pared.
Maxx me toma de la mano y me levanta para que me siente a su lado antes
de agacharse y ofrecer una ayuda similar a Chasm. Por suerte, la altura extra que
tiene sobre él lo hace un poco más fácil.
Los dos chicos bajan con elegancia al otro lado, pero yo no soy tan atlética
como ellos, y miro al suelo con una pequeña oleada de incomodidad.
—Aquí —dice Maxx, levantando los brazos—. Salta hacia mí. Te atraparé,
Kota.
—Tienes esto, hermanita —alienta Chasm, pero por muy apreciadas que
sean sus amables palabras, no las necesito.
Dije que haría cualquier cosa por Parrish. ¿Esto? Esto no es nada.
Me arrojo a los brazos de Maxx, con la falda rosa pálido revoloteando a mi
alrededor y la diadema balanceándose a un lado. Me agarra con un pequeño
gruñido y me acerca a él durante un breve instante antes de estirar la mano para
arreglarme la tiara. Hay una ligera sonrisa en su rostro que tiene que ver con sus
manos en mis caderas y nada con la situación.
Nos separamos, pero nos duele un poco. Porque ... esto podría ser. Por
nosotros ... y por Parrish.
Aun así, es un intercambio que todos estamos más que dispuestos a hacer.
Estoy segura de que no soy la única que rompería todas las relaciones que tuviera
sólo para asegurarse de que está a salvo.
Es algo que ya casi he hecho, ¿verdad?
Vamos, Chica Gamer. Si eres la mitad de inteligente de lo que deseas, esto podría
ser.
También podríamos estar a punto de ser detenidos por allanamiento de
morada, pero vale la pena intentarlo.
A veces hay que hacer suposiciones para resolver rompecabezas difíciles.
Nos acercamos a la gran entrada de la casa con pasos lentos y cautelosos,
escuchando el silencio en busca de cualquier sonido de pasos que se acerquen o
de perros que ladren. Los guardias de seguridad y los dobermans son
posibilidades muy reales en una zona como ésta. Apuesto a que Tess desearía
haber contratado a los matones que han estado vigilando nuestra casa más
pronto que tarde.
No es que haya salvado a Parrish.
Tengo la sensación de que Justin habría encontrado una manera, a pesar 326
de todo. Cómo lo hizo, todavía no estoy segura. Tal vez nunca lo sepa, pero eso
no podría importarme menos que ahora.
Subimos juntos los escalones de la entrada y nos detenemos a mirar una
cámara de seguridad muy evidente.
Hmm.
—¿Ahora qué? —pregunta Chasm mientras tira del pomo de la puerta
principal. Pero Maxx ya está dos pasos por delante de nosotros, envolviendo su
muñeca en la chaqueta y dedicándome una sonrisita arrogante.
—Permíteme —dice, y entonces golpea el cristal de una de las ventanas
del primer piso, haciéndolo añicos—. Gracias a que esta es una casa antigua; la
casa de Chasm tiene cristales a prueba de balas en todas las ventanas.
Lo miro y se encoge de hombros.
—Mi padre es un loco paranoico —admite mientras Maxx golpea el cristal
para que haya un espacio lo suficientemente grande como para que podamos
entrar. En cuanto lo hacemos, Chasm se congela, sus ojos se dirigen a un panel
parpadeante en la pared—. Hijo de puta, alarma silenciosa —murmura,
acercándose a él y presionando el pulgar contra la pantalla.
—¿Deberíamos hacer una búsqueda rápida del sótano y luego largarnos
de aquí? —sugiere Maxx, pero Chasm ya está negando con la cabeza,
inclinándose para mirar la pantalla.
—No. Este es un sistema de Fort Humboldt; yo me encargo de esto. —
Observo con asombro cómo arranca la mitad superior del panel de la pared y
saca un mechero del bolsillo de su chaqueta. Sin duda, también tiene unos
cuantos cigarrillos escondidos allí. Acciona la rueda y utiliza la llama para fundir
uno de los cientos de cables, exhalando cuando la pantalla se oscurece. Por suerte,
lo he pillado antes de que se apagara la señal de alarma. —Desliza el mechero de
nuevo en su bolsillo—. Si no, tenemos quizás... tres minutos antes de que alguien
aparezca para revisar la casa. Eso, y que no puedo controlar las cámaras. —Señala
en la dirección general de la cámara exterior que pasamos por debajo—. Si
alguien está viendo la transmisión, podríamos estar en problemas.
Miro el interior oscuro del lugar. Tiene un olor a humedad, como si hiciera
tiempo que alguien viviera aquí. Faltan algunos cuadros de las paredes —
evidente por la ligera decoloración que han dejado— y muchas de las estanterías
y mesas parecen un poco desnudas.
—Parece que la familia está empezando a vender los objetos más valiosos
—asume Maxx—. Suponiendo que estemos en la casa correcta, y que el tipo esté
realmente muerto. Eso, o que estemos a punto de que nos lleven al reformatorio
—hace una pausa y luego se encoge como si acabara de pensar en algo—, joder.
Quiero decir que los llevarán a los dos al reformatorio. Supongo que yo iría a la
cárcel del condado.
—Hagamos esto rápido entonces —dice Chasm mientras se acerca a la
pared y enciende una luz. Funciona, y el salón se ilumina con el resplandor de
dos apliques a nuestra derecha. Maxx se encoge ligeramente y mira las luces con
nerviosismo.
—¿Es una idea inteligente? ¿Y si alguien ve las luces encendidas?
—Estamos jodidos por la alarma o no. Nadie puede ver más allá de esa
puerta y todos esos árboles. No encendamos demasiados, ¿de acuerdo? —Chasm
se marcha y nosotros lo seguimos, evitando la escalera para centrarnos en el piso 327
inferior. Si Parrish está aquí, y está en una bodega, entonces es ir abajo lo que
necesitamos, no arriba.
Pero dos rondas rápidas en el piso inferior, seguidas de un tercer barrido
mucho más lento, no producen nada.
Nada.
Aprieto los dientes con frustración, segura de que lo he resuelto. He leído
ese libro tres veces. Si no lo hubiera hecho, nunca habría reconocido esa cita. Para
colmo, teníamos que hacer coincidir el nombre de Armando Vásquez con la lista
de aficionados al vino en Medina.
¿Tal vez hay una pista más aquí? Algo que se me escapa...
Empiezo a recorrer de nuevo la planta baja, tomando nota de todos los
objetos que faltan. En comparación, los cuadros que quedan casi parecen
destacar. Los estudio, buscando cualquier cosa, cualquier trozo al que aferrarme.
Maxx y Chasm son pacientes conmigo, me siguen pero centran su atención
en otras cosas. Comprobando estanterías en busca de puertas ocultas, moviendo
los muebles para buscar posibles entradas en el suelo.
—Es posible que tengamos que subir las escaleras —comenta Chasm
después de nuestra quinta ronda en el piso inferior.
En cambio, me detengo junto a uno de los cuadros. No hay nada
destacable en él, sólo un sombrío retrato de un anciano con entradas. Lo que me
llama la atención es el pequeño cartel dorado en la parte inferior del marco.
Ves, te lo dije: Juego mucho a los videojuegos.
Alfred Armando Vasquez.
Las luces azules y rojas parpadean en el borde de mi visión, y miro a la
izquierda justo a tiempo para ver un auto de policía entrar en la entrada.
Joder. Mi. Vida.
—Tenemos que irnos, Kota —me dice Maxx, poniendo sus manos sobre
mis hombros.
Pero no puedo. Todavía no. Mi corazón se acelera, golpea contra mis
costillas mientras el sudor se derrama a los lados de mi cara. Por favor, déjame estar
bien. Por favor, por favor, por favor.
—En el libro de Agatha Christie, The Mysterious Affair at Styles, el asesino
resulta ser su marido—Alfred Inglethorp. —Señalé el cartel. Alfred.
—Tienes como quince segundos —susurra Chas, apagando las luces y
poniéndose a nuestro lado. Alargo la mano y la paso por el borde del marco. No
estoy segura de lo que busco. ¿Una nota oculta pegada al lado del cuadro? ¿Una
llave en el borde superior del cuadro, tal vez?
Definitivamente no espero un pestillo.
Mis dedos lo rozan y presiono con un satisfactorio chasquido.
La pared que tenemos delante está formada por paneles de madera del
suelo al techo. Y no me refiero a los de los años setenta, hechos de madera
contrachapada o tablero de fibra prensada; hablo de paneles de madera dura
realmente bonitos y caros.
Tanto el panel que está debajo del cuadro como el que está debajo de él se 328
inclinan ligeramente hacia dentro.
Es una puerta.
Es una maldita puerta.
La empujo hacia dentro con la palma de la mano, Maxx y Chasm me
siguen.
—Mierda, Kota —susurra Maxx mientras Chasm llega detrás de nosotros,
tirando de la puerta oculta en su lugar—. Eres una mega genio.
Chasm murmura algo en coreano que, aunque no lo entiendo, suena como
un sincero acuerdo.
Todos nos quedamos paralizados al oír cómo se abre la puerta principal
de la casa. A continuación, se oyen pasos y una conversación en voz baja que
ninguno de nosotros puede entender. Mientras tanto, estamos todos agrupados
en un pequeño y oscuro pasillo. Tan oscuro, de hecho, que apenas puedo ver mi
mano delante de mi cara.
Los pasos se alejan y se oye de nuevo el sonido de la puerta principal al
cerrarse. Todo se queda en silencio.
—¿Qué demonios? —murmura Chas, y luego se atreve a romper la puerta
oculta, asomándose por ella—. El policía se va.
Un escalofrío me recorre la espalda y el corazón se me hincha en el pecho.
Deslizo la mano contra la pared, buscando un interruptor de la luz. Poco después,
encuentro lo que busco y lo pulso.
La luz florece en el pequeño pasillo, revelando un conjunto de escaleras
de piedra.
Escaleras de piedra que bajan.
Miro hacia atrás y me encuentro con los ojos verdes de Maxx y los ámbar
de Chasm.
Me vuelvo hacia la escalera.
—¿Parrish? —llamo vacilante, cuidando de mantener la voz baja—. ¿Estás
aquí?
Empiezo a bajar los escalones, extendiendo un brazo cuando Maxx intenta
moverse delante de mí. Es caballeroso y protector, y me encanta, pero también...
—¿Parrish? —Empiezo, un poco más fuerte, bajando el último escalón y
doblando la esquina.
Hay otro pasillo con varias puertas de madera colocadas a ambos lados.
Cuento cuatro en total.
Silencio. Silencio. Silencio...
—¿Dakota? —dice una voz desde detrás de la primera puerta, y todo mi
mundo cambia, se pone patas arriba, explota.
Se me pone la piel de gallina y me pitan los oídos.
—¡Parrish! —Su nombre brota de mí en un grito, y entonces estoy
corriendo sin acordarme de decirle a mis piernas que se muevan. Patino sobre el
suelo de piedra y me detengo frente a la puerta, alargando las manos hacia los
barrotes metálicos de la parte superior.
Los dedos —dedos entintados— se extienden y se enroscan alrededor de los
míos. 329
El calor inunda mi cuerpo y me doy cuenta de repente de que estoy
llorando y aferrándome a esos hermosos dedos como si fuera a morir si no
mantengo ese agarre, si no siento esas cálidas manos en mi piel.
Me levanto de puntillas para mirar más allá de los barrotes y ahí está.
Allí. Él. Está.
Parrish Vanguard.
Se me escapa un grito cuando juntamos nuestros dedos y él tira de mis
manos hacia él, presionando con besos mis nudillos. Su rostro es tan hermoso
como siempre, pero ha perdido un poco de color. No sé si es por la pérdida de
sangre o por vivir en una habitación con paredes de piedra bajo tierra. No me
importa.
Lo encontré.
Lo encontré.
Yo…
—Te hemos encontrado —susurro mientras me besa las manos y luego me
acerca los brazos todo lo que puede, presionando su frente contra mis nudillos.
Tiene los ojos cerrados y lo oigo jadear al otro lado de la puerta, con los dientes
apretados como aquella noche en el sótano, cuando estaba tan lleno de emoción
que no sabía qué hacer con ella.
—Chica Gamer —murmura—. Chica Gamer. Dakota. Mi Dakota.
—Parrish —suelta una voz detrás de mí, y ambos nos detenemos cuando
Parrish abre esos preciosos ojos suyos. Siempre los he comparado con una especie
de festín, como el chocolate negro y el coco tostado con gotas de miel dorada. Me
siento como una persona hambrienta de una manera que nunca había
experimentado antes, como si fuera el primer bocado de comida sólida que he
probado en años.
Es Chasm, acercándose por detrás de mí y tirando del pomo de la puerta.
Está cerrada, pero al menos tenemos la llave maestra con nosotros. Maxx se la
entrega a Chas sin decir nada, y éste la prueba en la puerta, pero no funciona.
Frunce el ceño, pero sólo por un momento, y vuelve a mirar a su mejor amigo.
—No puedo creer que estés realmente aquí —susurra Parrish, los ojos se
desvían para mirar a Maxx.
—Te echamos mucho de menos —repite X, el asombro y el alivio y el
afecto luchando por la emoción prominente en su voz temblorosa—. El mundo
no es lo mismo sin ti, Pear-Pear.
—No me llames Pear-Pear —dice Parrish con una pequeña risa, su voz
ronca y gruesa. No me suelta las manos. Acaba frotando su cara contra mis
nudillos de nuevo, presionando con besos calientes a medida que avanza. Incluso
con la distancia que nos separa, el tiempo y el espacio y la mierda y todo lo
demás, su tacto me quema directamente el corazón. Mis rodillas casi se doblan
ante la abrumadora sensación de alivio, pero no lo permito. Porque eso
significaría separarme de Parrish, y nunca lo permitiré. Nunca más.
Nunca.
—Te hemos echado mucho de menos —le dice Chasm, con el mínimo
indicio de acento que se cuela en su voz, como hace cuando está abrumado. Dice
algo más en coreano, y Parrish sonríe con esa boca llena y exuberante que tiene.
330
Él responde a tiempo, y Maxx se suma, y los tres se ríen. Ni siquiera me
importa que no pueda entender lo que dicen; el sonido de su alegría es
demasiado hermoso para que pueda contener las emociones. Por mi cara corren
lágrimas que Parrish aparta con mucho cuidado metiendo su brazo derecho entre
los barrotes. La sensación de su pulgar en mi mejilla hace que cada momento
horrible y lleno de angustia valga la pena.
Aunque tuve que herir a Maxine, aunque me acosté con Chasm y X,
aunque hice que Tess me odiara más de lo que ya lo hacía. A pesar de que
incendié el teatro y de que hice que Lumen y Danyella se volvieran contra mí.
Destrocé un estacionamiento lleno de autos de lujo. Entregué el cuerpo de una
criada muerta. Disparé al cadáver de un violador.
Nada de eso importa ahora.
—Yo también te he echado de menos —susurra Parrish, entrecerrando los
ojos hasta convertirlos en rendijas, como hace cuando lucha contra las oleadas de
emociones fuertes—. Pero tengo miedo por ti. Probablemente deberías irte.
—Sí, a la mierda —responde Chasm, tirando de su cabello con la mano y
girando en un pequeño círculo. Señala a su mejor amigo con una mano
temblorosa—. Puedes dejar de lado esa mierda de autosacrificio; no quiero oírla.
Es una pérdida de nuestro puto tiempo. Tenemos que sacarte de aquí.
Parrish exhala, me da otro beso en la mano y vuelve a frotar su cara contra
mí.
—No sé cómo se supone que entraste aquí. Créeme: He probado todos los
métodos que se me ocurren para salir. Necesitas la llave. —Me estremece el
sonido de la hermosa voz de Parrish. Mi Rey de los perezosos. Mi Señor
Displicente. Mi hermanastro. Mi primera vez. Mi primer amor.
—Tiene que haber una forma de sacarlo —dice Maxx, con sus ojos verdes
aún enfocados en Parrish—. Justin quería que lo encontráramos, así que... —
Maxx hace una pausa, moviéndose para bloquearme los pasos que resuenan
desde la escalera.
El Señor Volli aparece un momento después, ofreciendo un dramático
aplauso lento que simplemente me enfurece.
—¡Felicidades! —dice mientras Parrish, Maxx y Chasm fruncen el ceño al
mismo tiempo. Mantengo mis dedos enredados con los de Parrish, negándome a
soltarlos—. Lo has conseguido. Justin estará muy orgulloso de ti. De hecho,
esperaba que lo encontraras esta noche. Todos sus planes dependían de ello.
—Sácalo —exijo, con la cara vuelta hacia Volli, pero mi cuerpo sigue
inclinado hacia la puerta—. Justin dijo que nunca me mentiría. Bueno, he
encontrado a Parrish. Ahora es mío, según él.
—Tienes razón. —Asiente el señor Volli, apoyando el hombro en la pared
de piedra que tiene a su lado—. Si Justin se preocupa por alguien, es un hombre
de palabra. Parrish es tuyo, pero antes va a ayudarnos con algo. —El señor Volli
mete la mano en el interior de su chaqueta marrón de tweed y saca una pistola.
Como aquel día con el Señor Fosser. Golpea la culata contra la palma de la
mano—. Ah, y ni se te ocurra intentar dominarme. —Le lanza una mirada de
advertencia a Maxx justo cuando todos nos detenemos al escuchar más pasos
procedentes de la dirección contraria.
Un hombre aparece en la esquina con un uniforme de policía.
Oh. Mierda. 331
Él también tiene una pistola y nos sonríe de una manera que me da
escalofríos. ¿Otro pervertido entonces? Él hace sonar todas mis campanas de
alerta, de la misma manera que el señor Fosser. Otro esbirro en el tinglado de
Justin. No es de extrañar que me advirtiera sobre la elección de mis peones: tiene
algunos verdaderos ganadores en su tablero de juego.
—Ustedes son unos auténticos inútiles, ¿lo sabían? —gruñe Chasm, más
enojado de lo que nunca le he visto. Maxx, por su parte, está tranquilo y
melancólico, con las manos cerradas en apretados puños a ambos lados. Se
enfrenta al policía mientras Chasm mira fijamente al señor Volli—. ¿Así que
Justin es tan mentiroso como todo el mundo dice que es?
El señor Volli apunta el arma al techo y la dispara.
El sonido es tan fuerte que realmente grito, pero no arranco mis dedos de
los de Parrish para taparme los oídos, y él tampoco lo hace. Seguimos pegados el
uno al otro mientras me pitan los oídos y levanto los ojos para mirarlos fijamente.
Parrish me habla, pero no lo oigo. Hace una pausa para mirar en dirección
al señor Volli, y yo sigo su mirada y veo pequeños trozos de yeso que caen del
techo.
—Justin es un hombre de palabra para los que le importan. Si sigues sus
reglas, él también cumplirá sus promesas. Pronto tendrás a Parrish de vuelta. Por
ahora, vas a volver a la fiesta y escuchar el lanzamiento oficial de Milk Carton.
Vas a aprender sobre la fusión con Fort Humboldt Security. Y luego vas a volver
a la casa de Tess y esperar. ¿Entiendes?
Todos nos quedamos ahí, mirándolo. Estoy segura de que no soy la única
a la que le late la cabeza por el sonido del disparo.
Vuelvo a mirar a Parrish, a la desesperación grabada en su rostro que tanto
se esfuerza por ocultar. Y entonces me pongo de puntillas y aprieto mi cuerpo
hacia arriba todo lo que puedo. Él se inclina, acercando su boca al espacio entre
los barrotes. Apenas podemos apretar los labios, pero merece la pena.
Vale la pena, joder.
Es el tipo de beso que cambia el mundo.
El tipo de beso que rompe los límites y las expectativas; está más allá de
ellos. Existe en un universo propio. Es un beso lleno de tanto amor y de tanta
nostalgia, de tanto deseo y de tanto afecto, que sana en un solo instante mi
corazón roto y desgarrado.
El único problema es que, a medida que mi corazón se cura, también se
vuelve más vulnerable.
Hay un espacio ahí, un talón de Aquiles si se quiere, que tendrá para
siempre el nombre de Parrish.
Si esta es la última vez que lo veo, no estoy segura de lo que me pasará o
en quién me convertiré, pero perderé algo que nunca me di cuenta de que
necesitaba hasta este mismo momento.
Nos separamos lo justo para poder sentir la respiración del otro.
—Te quiero —susurro, y no me importa quién me oiga. Chasm o Maxx, el
señor Volli o este tipo de policía corrupto. Sólo me importa que lo escuche
Parrish.
—Yo también te quiero, Chica Gamer. Si esta es la última vez que nos 332
vemos, recuérdalo. Y recuerda que nadie ha luchado por mí como lo has hecho
tú. —Me toca un lado de la cara mientras el policía se acerca con su pistola en la
mano, y mi piel se agita en señal de advertencia.
Retrocedo, pero en el momento en que mis dedos se separan de los de
Parrish, eso me mata.
Es el peor momento de toda mi puta vida.
—Síganme, por favor —dice el señor Volli, guiando el camino hacia las
escaleras mientras el policía toma la retaguardia de nuestro pequeño equipo de
detectives. Justo antes de doblar la esquina y subir las escaleras, miro hacia atrás
y absorbo hasta el último detalle de Parrish que puedo conseguir, absorbiendo
este momento, este recuerdo, por si acaso.
Por si acaso.
333
Hacemos lo que nos dice, exactamente lo que nos dicen, saliendo con el Sr.
Volli para encontrar la limusina de Justin esperando. Raúl parece molesto
mientras mantiene la puerta abierta y nos hace entrar. Nos amontonamos juntos
y cierra de un portazo, dejándonos solos durante el maldito viaje de tres
segundos de regreso a la fiesta.
No es hasta que me siento dentro del lujoso interior que empiezo a
temblar.
Parrish. Lo encontramos. Pero no está con nosotros. No está con nosotros.
—Si muere, no creo que jamás pueda vivir una vida normal —susurra
Chasm, mirándose las manos. Él y Maxx están apretados a ambos lados de mí.
Extiendo mis manos y agarro la suya en la mía derecha, capturando la de Maxx
en mi izquierda.
—Esto es lo que pienso —susurra Maxx, aunque mantener la voz baja no
tiene sentido. Todo este auto tiene que tener micrófonos. Ni siquiera necesito el
detector de artefactos para averiguarlo—. Cumplirá su promesa, pero querrá
algo más a cambio. Esa es la parte que me asusta.
Miro hacia X, y él me mira. En cuanto ve la expresión en mi rostro, se
inclina hacia adelante y presiona su boca contra la mía. Su sabor se mezcla con el
de Parrish y, por la razón que sea, eso me tranquiliza. Nos besamos, lenta y
profundamente, intercambiando mucho más que afecto físico; esto es profundo,
un beso que va directo al centro.
En cuanto Maxx se aleja, me vuelvo hacia Chasm y tomo su rostro en mi
mano de la misma manera que hizo Parrish conmigo. Lo beso a continuación y,
al principio, intenta alejarse.
—Esto no es justo para Parrish —murmura, pero luego me agarra la nuca,
hunde sus dedos en mi cabello y me besa con todo su miedo, toda su 334
preocupación. Una vez más, su sabor se mezcla con los otros dos y una sensación
de rectitud se instala en mi estómago.
No lo entiendo del todo en ese momento, pero está bien. Se siente bien; me
calma.
Mi impulso inicial es entrar en pánico, pero Maxx tiene razón.
Nunca habría encontrado a Parrish si Justin no hubiera querido que lo
encontrara. Me dio la llave y el libro; me lo citó. Todo esto estaba planeado; fui
conducida hasta aquí. En cualquier momento, podría haber ido a esa casa,
deslizarse por la puerta oculta y poner una bala en la cabeza de Parrish.
No lo hizo.
Porque no es Parrish a quien quiere. No estaba mintiendo cuando dijo que
no le importaba el chico de ninguna manera. Realmente no le importa.
Lo que Justin Prior quiere es a mí, y sabe que si mata a Parrish, nunca me
tendrá. Nunca.
Lo que puede hacer, sin embargo, es seguir provocándome, mantenerme
atada, convencerme de hacer cosas que nunca haría, como dormir con el ex novio
de mi hermana. O arrojar una máquina de escribir a la ventana de un automóvil.
Quizás, si juega bien sus cartas, podría hacer que lastime a alguien.
Quizás… matar a alguien.
Exhalo bruscamente, pero no puedo dejar de pensar en lo que acaba de
decir Maxx, en que Justin necesita una ventaja adicional. Entonces… ¿quién, o
qué, va a ser?
Llegamos de nuevo a la fiesta y lo primero que hace Raúl es devolverme
mis tacones rosas.
Porque nada dentro del brillante mundo de sombras de Justin puede ser
menos que perfecto.
La fiesta elegante con todos sus invitados brillantes bien podría ser una
jaula dorada. Apenas puedo respirar mientras estoy de pie entre esa multitud,
mis brazos entrelazados con Maxx y Chasm mientras vemos a Justin tomar la
palabra frente a las enormes pantallas. Hace una presentación rápida sobre Milk
Carton y luego da la bienvenida a Seamus a su lado para discutir la fusión.
—Tendremos acceso directo a las vidas de todos los clientes de Fort
Humboldt Security en todo el país —le dice Justin a la multitud. Por lo que puedo
ver, está formado por personas que están a partes iguales asombradas y
empapadas de celos—. Esto agrega más cámaras, más datos sin procesar, más
oportunidades para proteger a nuestras familias.
—Más lugares para espiar a la gente —murmura Max, pero no puedo
pensar en las terribles implicaciones de esta aplicación, no en este momento.
Una vez que Justin termina con su discurso, se acerca a mí y mueve un
dedo, atrayéndome en un fuerte abrazo.
—Estoy tan orgulloso de ti, princesa. Muy orgulloso de ti. —Se echa hacia
atrás y me da un cálido beso en la mejilla. Casi, casi se siente como un verdadero 335
beso paternal, como si realmente me amara de la forma en que un hombre de
buen corazón cuidaría de su hija perdida. Pero luego recuerdo que está orgulloso
de mí por encontrar a mi amante que él me robó y la rabia me recorre con una ola
violenta—. Como prometí, Parrish es tuyo. Solo mantén la calma, vete a casa y
espera. Lo verás pronto; lo tendrás en casa esta noche.
Justin se aleja de mí, estirando la mano para ajustar mi tiara, y luego se
dirige a hacer… lo que sea que haga el Cazador de Seattle.
Lo veo irse con el ceño fruncido, lo que permite que Raúl nos conduzca
una vez más a la limusina. Chasm, al menos, puede venir con nosotros esta noche.
Nos dirigimos juntos a casa de Tess, nos bajamos y entramos para encontrarla
esperándonos.
Hago todo lo que está en mi poder para mantener las emociones fuera de
mi cara.
Si Parrish puede pararse dentro de esa habitación y usar una mueca para
contener la desesperación aplastante, puedo hacer esto. Puedo esperar.
—Me alegro de que estés en casa a salvo —me dice Tess, estudiándome y
dejando que su mirada recorra a los dos chicos. Su expresión decae, y sé que está
pensando en Parrish, en lo guapo que se vería con un traje al lado de sus amigos.
Como, digamos, para el baile de graduación.
¿Parrish realmente volverá esta noche? ¿Podría, quizás, posiblemente, en
algún universo alternativo ir al baile de graduación conmigo? Pero entonces,
¿qué pasa con Chasm?
Ugh. No. Chasm me advirtió que no me obsesione con el romance, así que
no lo haré.
Me importa una mierda eso en el esquema de las cosas. Si Parrish me deja,
me romperá el corazón, pero se verá compensado por el hecho de que está vivo,
que está a salvo, que pude arreglar lo que mi horrible padre rompió en primer
lugar.
—Estamos agotados —ofrece Maxx cortésmente, tomando el relevo cada
vez que Chasm y yo nos quedamos boquiabiertos o, en este caso, demasiado
estresados para hacer una pequeña charla—. ¿Está bien si vamos arriba?
Tess parece un poco preocupada mientras se cruza de brazos, pero asiente
levemente, sus ojos me siguen escaleras arriba. En la próxima oportunidad que
tenga, me preguntará todo sobre la fiesta, estoy segura.
Los tres terminamos sentados juntos en la habitación de Parrish.
Me pongo un par de Chucks que no combinan y abrazo a GG, Chasm se
sienta en el techo y fuma, y Maxx camina por el piso yendo de un lado a otro.
Apenas hablamos. El tiempo pasa. Cada minuto se siente como una
agonía, como un clavo oxidado que me clavan en el pecho. Thump, thump. Mi
corazón late, lento y sereno. Calma. Estoy calmada. Estoy jodidamente calmada.
Todos nos detenemos ante el sonido de pasos frenéticos, de gritos.
Alguien está gritando.
Por el más breve de los segundos, no puedo determinar quién es esa
persona y si está feliz o emocionalmente destruida.
Está muerto, pienso con un pánico repentino. Dios mío, lo dejamos y está 336
jodidamente muerto.
—¡Lo encontraron! —está gritando Tess. Abre la puerta con tanta fuerza
que se estrella contra la pared y asusta al conejito. Está temblando y llorando, y
se ve muy similar a la forma en que lo hizo cuando la conocí por primera vez—.
Está vivo; lo encontraron. ¡Levántense!
Se gira y se marcha mientras los tres intercambiamos miradas.
Hay una ráfaga de actividad a medida que nos ponemos de pie,
guardamos el conejito y corremos por el pasillo, bajando las escaleras. Kimber
está abajo, temblando y llorando mientras Paul envuelve a los niños más
pequeños en sus abrigos y Tess abre la puerta del garaje.
—Tú toma a los bebés y sígueme —grita, sin molestarse en ver si Paul la
escuchó o no. Se sube a su Mercedes mientras yo tropiezo con el lado del pasajero
delantero, lo abro y me deslizo dentro mientras los chicos, y Kimber, se apretujan
en el asiento trasero.
Tess sale del garaje en marcha atrás antes de que la puerta se abra por
completo, dándonos la vuelta para mirar hacia la puerta con un movimiento
brusco que me recuerda a la conducción de Parrish. Ahora veo de dónde lo saca,
pienso, curbando mis dedos alrededor del borde de mi asiento y clavando mis
uñas en el cuero.
—Mamá, ¿qué pasa? —pregunta Kimber, inclinándose entre los dos
asientos delanteros y tratando de mirar a Tess.
Es una mujer poseída, sus ojos clavados en el parabrisas, su pie
presionando el acelerador hasta el piso. Apenas se las arregla para evitar matar a
alguno de los paparazzi chupasangre al final de la calle, pasando por la señal de
alto y disparándose por la carretera.
—Tu hermano está vivo; lo encontraron —susurra, entrecerrando
levemente los ojos—. Milk Carton lo encontró.
Me quedo completamente quieta, resistiendo la tentación de mirar por
encima de mi hombro a los chicos.
—Entre las imágenes de la cámara de tráfico que se encontró esta mañana
y una imagen de él en la web oscura… —Se calla—. Lo encontraron, eso es lo que
importa.
¿La web oscura? Eso no suena bien.
La web oscura es como… como el retrete de Internet. Solo se puede
acceder a él a través de un navegador anonimizado, y casi el sesenta por ciento
del contenido que se encuentra allí es ilegal, ilícito y totalmente jodido. ¿Asesinos
a sueldo? Sí. ¿Tráfico sexual? Uh-huh. ¿Comprar paquetes de números de crédito
de otras personas? Puedes hacer eso. ¿Dinero falso? Absolutamente.
Entonces, ¿qué estaba haciendo Parrish en la web oscura? ¿Por qué Justin
lo puso allí?
Tess permanece inmóvil y en silencio mientras conduce, y el resto de
nosotros seguimos su ejemplo. La atmósfera está demasiado cargada de tensión
para hacer posible cualquier tipo de conversación.
Mi mente da vueltas con posibilidades mientras reconsidero las palabras
de Maxx una y otra vez. Justin buscará más ventaja. Pero, ¿cuánto tiempo tardará
en conseguirlo? ¿Quién será esa ventaja? Mi mente vuelve a Maxine, a mis
337
abuelos, a Saffron.
Todos son objetivos principales, ¿verdad?
Pienso en lo que podría hacer cuando vea que Parrish realmente está aquí,
que está realmente bien. Si abro la boca y grito que Justin Prior es el Cazador de
Seattle, que tuvo a Parrish como rehén en la casa por la que acababa de hacer una
oferta, si le doy a las autoridades el teléfono-Maxine… ¿Podría terminar con todo
esto ahora? ¿Tendré una oportunidad aquí para volar su tapadera?
Lo voy a hacer, decido. No importa qué. Lo haré. Si soy lo suficientemente rápida,
lo suficientemente inteligente, esta es mi oportunidad. Bien podría ser la única
oportunidad que tenga.
Doblamos por un largo camino de grava, rodando sobre baches a
velocidades tan altas que sigo rebotando fuera de mi asiento. No es que importe.
Correría hacia aquí si tuviera que hacerlo. Joder, incluso me arrastraría.
En la distancia, veo varios autos de policía con las luces parpadeando, y
hago todo lo posible por no pensar en el hecho de que un policía nos apuntó con
un arma en la casa Vasquez. También hay una ambulancia, y mi corazón
comienza a latir con fuerza, mi pulso se acelera. Me quito el cinturón de
seguridad incluso antes de que nos detengamos por completo.
Mientras Tess frena el auto, abro la puerta, incluso cuando deja escapar un
pequeño sonido de sorpresa.
Golpeo el suelo con fuerza, tropezando mientras me equilibro, y luego
salgo corriendo alrededor de la parte delantera de la ambulancia hacia la parte
de atrás, con los pies resbalando en la grava.
Cuando miro hacia arriba, lo veo.
Parrish.
Está iluminado por la luz blanca del interior de la ambulancia, sin camisa
pero envuelto en una manta. Tan pronto como me ve, sus ojos se agrandan y se
lanza del parachoques de la ambulancia.
Sus brazos se envuelven alrededor de mi cuello con tanta fuerza que no
puedo respirar, la manta ondea a nuestro alrededor como alas. Su olor me
abruma, ese olor a lino limpio, cítricos y trébol cubierto de rocío. Las lágrimas
punzan en los bordes de mis ojos mientras lo aprieto con la misma fuerza,
manchando con sangre de su pecho todo mi cuerpo y sin importarme.
Sus labios se mueven para presionar contra mi oreja.
—Maxine está con Justin; no digas nada. —Las palabras de Parish hacen
que mis ojos se agranden mientras se aparta, mirándome con tanto amor en su
mirada que apenas puedo soportarlo. Parpadea y desaparece, volviendo su
atención a Tess mientras ella se apresura a doblar la esquina de la ambulancia
como lo hice yo.
—¡Parrish! —grita, y luego lo abraza y me tambaleo hacia atrás, tratando
de procesar algunas emociones horriblemente mezcladas. Miedo puro y sin
adulterar por Maxine. Alegría y amor infinitos e ilimitados por Parrish.
—Maxine está con Justin; quédense quietos —susurro cuando Chasm y
Maxx aparecen a ambos lados, jadeando y temblando.
Kimber grita y se lanza sobre su hermano, echando sus brazos alrededor 338
de su cintura mientras Tess solloza y lo besa por toda la cara. Los paramédicos y
policías se quedan atrás para darles un momento.
—¿Él qué? —susurra Maxx, su rostro absolutamente consternado cuando
me mira. Sus ojos vuelven a los de Parrish y se calientan un poco, pero no puede
deshacerse de ese frío amargo—. ¿Cambiamos un rehén por otro?
—Todavía no lo sé —susurro tratando de reconciliar dos emociones muy
distintas, muy poderosas—. Ve… ve a saludarlo y yo… me ocuparé de esto. —
Deslizo mi teléfono de mi bolsillo (mi teléfono-Maxine, de hecho) y espero que
Tess esté demasiado abrumada con Parrish para darse cuenta de que es un
Samsung y no un iPhone.
—Volvemos enseguida, ¿de acuerdo? —dice Chasm con voz ahogada, y
luego corre hacia adelante y agarra a Parrish con tanta fuerza como yo,
apretándolo con un brazo alrededor del cuello mientras Parrish envuelve sus
propios brazos alrededor de la cintura de Chasm.
Maxx está justo detrás de ellos, y Chasm le da la bienvenida bajo su otro
brazo, arrastrándolo en un abrazo de tres personas. Aprieto el teléfono contra mi
pecho por un momento, mirándolos con lágrimas en mis ojos. No quiero nada
más que ser parte de eso, pero tengo que poner a mi hermana primero.
Marco el teléfono de Justin inmediatamente (tiene un número válido real,
pero no es este), y espero con manos temblorosas a que conteste. Lo hace, pero
no es su rostro lo que estoy mirando. Es la transmisión de una cámara montada
cerca del techo de un gran comedor formal. Probablemente la casa de Seamus
McKenna. Pero Chas lo sabrá.
Puedo ver a mi hermana entrando tentativamente, sus ojos recorriendo las
altísimas paredes hacia el techo y el enorme candelabro del tamaño de una
persona sobre la mesa. Justin está ahí, lo cual es un nuevo desarrollo. Ni una sola
vez, ni una puta vez, se permitió aparecer en ninguno de los videos anteriores.
Un empleado avanza desde las sombras para retirar la silla de Maxine.
Parece sorprendida, pero puedo ver su sonrisa desde aquí mientras acepta la
oferta y se sienta, permitiendo que la persona empuje la silla hacia atrás también.
Otra empleada, ésta tiene un uniforme de sirvienta que me recuerda a la casa
Vanguard, trae una bandeja con un juego de té y la coloca en la esquina de la
mesa entre Justin y Maxine.
Justin dice algo que no puedo oír, no hay audio, y luego saca su teléfono
de su bolsillo. Escribe algo y mi propio teléfono vibra con mensajes de texto
entrantes.
Maxine está a salvo por ahora; ella no es mi prisionera, pero estoy con ella.
Asegúrate de comportarte. Mientras sigas las reglas, ella lo pasará espléndidamente. No
recibirá ningún daño.
Disfruta de tu reencuentro con Parrish.
Esa no es una solicitud.
Justin termina la llamada y guardo el teléfono en el bolsillo de mi
chaqueta. Apenas puedo respirar. Apenas puedo pensar. Nunca estuve de
acuerdo en cambiar a Parrish por Maxine; esa no es una ganga con la que pueda
vivir.
Hasta ahora, Justin ha cumplido su palabra. ¿Le creo ahora? ¿Y si aun así
lo delato? ¿Maxine estaría muerta antes de que llegaran las autoridades? Esta
noche estaba ese policía; no puedo olvidar eso. Sin embargo, Justin no podría 339
controlar a todos en el FBI, ¿verdad? ¿Qué está haciendo ahora mismo con mi
hermana? Hay otras personas presentes; ella parece estar allí por su propia
voluntad.
¿Qué debo hacer? ¡¿Qué diablos hago?!
Mis ojos se encuentran con los de Parrish cuando finalmente consigue un
momento para sí mismo, y encuentro que mis pies se mueven por sí solos. Cierro
la distancia y envuelvo mis brazos alrededor de su cintura mientras hace lo
mismo con mi cuello, tirando de mi cara contra su pecho.
Tess está ahí, mirándonos. Kimber también. Pero… esto podría parecer un
abrazo de hermanastro, ¿no?
De cualquier manera, no puedo resistir. No puedo alejarme de él. La
distancia física es casi dolorosa en este punto. Los tres arriesgamos y sacrificamos
tanto para traerlo de regreso; tengo que saborear este momento mientras pueda.
Porque nunca se sabe cuándo es posible que no obtenga otro.
Más de una vez en las últimas semanas, me he preguntado si cada
conversación que tuve con Parrish sería la última. Hace que me importe mucho
menos que Tess nos esté mirando, que se esté preguntando, que yo pueda estar
molestando a Kimber.
—No tengas miedo; me encargo de esto —susurra Parish, su voz tan baja
que estoy segura de que solo Maxx y yo, que está de pie a mi derecha, podemos
escucharlo. Incluso Chasm, que está justo a mi izquierda, probablemente no
pueda oír—. No tienes que luchar sola.
Parrish me suelta, se pone de pie y agarra la manta que se desliza por sus
hombros, revelando toda esa hermosa tinta. Veo el tatuaje del dragón en su
pecho, el azul verdoso sobre el que raspé los dientes una vez. Sus ojos
almendrados se entrecierran levemente mientras los aleja de mi mirada y los
mueve hacia Tess.
—Quiero que lo lleven al hospital —dice, señalando a uno de los
paramédicos. Varios autos más que se detienen a lo largo del camino de entrada
llaman mi atención. Uno de ellos es Paul. Los otros son… ¿FBI, tal vez?
—No quiero ir a un hospital —declara Parish, levantando la barbilla con
esa forma altiva suya—. Estoy bien.
No soy la única que baja la mirada a su pecho.
A los numerosos cortes que le recorren la piel, contando los días.
No debería haber tantos; debería haberlo encontrado antes.
Parrish baja la mirada y luego frunce el ceño, estirando los dedos hacia
una de las heridas más recientes y la desliza por la sangre. Luego me mira y sus
ojos se agrandan un poco. Dejo caer mi mirada a mi propio pecho, a las rayas rojo
rubí a través de mi piel pálida y al rosa suave de mi vestido de princesa.
Luego miro hacia arriba de nuevo y llamo su atención.
—Tienes que ir a un hospital, Parrish —dice Tess, su voz tan amable, suave
y tierna que no la reconozco como nadie que haya conocido. Esta no es la mamá
biológica que conozco. Ella le toca el hombro y le pasa la mano por el brazo.
Él aparta la mirada de mí para mirarla de nuevo.
340
—No son tan profundos —discute, lo cual es una tontería. Los más nuevos
están sangrando; los mayores tienen costras. Pero ninguno de ellos se ve bonito—
. Quiero ir a casa.
—¡Parrish! —Paul da la vuelta a la esquina con la mano de Amelia
agarrada en una de las suyas y la de Henry en la otra. Ben está justo delante de
ellos, sus ojos se iluminan mientras sus lentes se deslizan por su nariz.
—¡Pear-Pear! —grita él y todo el rostro de Parrish se ilumina.
—No me llames… —comienza, pero luego Ben se lanza a su abdomen y lo
aprieta con tanta fuerza que se ríe. Los gemelos se separan de su padre, agarran
a su hermano y se aferran a él mientras Tess los amonesta suavemente.
—¿Está bien tu hermana? —pregunta Chasm, mirándome. Deja caer su
mano para capturar la mía, entrelazando nuestros dedos. Parrish se está riendo
y despeinando el cabello de nuestros hermanos, pero luego sus ojos se deslizan,
toman nota de nuestras manos unidas y luego se apartan de nuevo. La mandíbula
de Chasm se aprieta y con mucho cuidado, con mucha determinación,
desengancha sus dedos de los míos.
—Está bien —le murmuro—. Por ahora.
Disimuladamente le entrego el teléfono. Una vez que lo tiene, puede fingir
que es suyo, así que lo levanta y lee descaradamente el texto antes de entregárselo
a Maxx.
—Me pregunto qué va a ser diferente esta vez —murmura, guardando el
teléfono en el bolsillo de su chaqueta blanca.
No tengo ninguna respuesta para eso.
Una vez más, me viene a la mente la idea de que podría tener que matar
al Cazador de Seattle yo misma.
Realmente este es un ciclo sin fin. No me sorprende. Solo… desearía que
no tuviera que ser Maxine. Es demasiado dulce, demasiado gentil, demasiado
confiada. No durará semanas en un calabozo con heridas ensangrentadas por
todo su pecho; ella simplemente no lo hará.
—Necesitas que te vea un médico —persuade nuevamente Tess mientras
Paul mira a su hijo con ojos de médico, probablemente preguntándose si podrá
“arreglar” las cicatrices que sin duda tendrá Parrish después de que sus heridas
sanen. Le da un abrazo, incluso cuando Parrish se pone ligeramente rígido y
luego se relaja, poniendo una mano en la espalda de su padre.
—Está bien, iré —acepta Parish, mirando hacia arriba mientras las dos
agentes del FBI con las que estoy familiarizada se acercan. La de cabello oscuro,
Itsumi Takahashi, es la primera en hablar.
—¿Cómo estás, Parrish? —pregunta y dejo escapar un largo suspiro
mientras cierro los ojos.
Esta va a ser una noche larga, eso es seguro.
Me quedo ahí, una dicotomía de frío y calor, feliz y triste.
Tiene sentido, considerando todo lo que sé sobre Justin Prior.
Nada de lo que hace el hombre está singularmente enfocado, ¿verdad?
Abro los ojos de nuevo para ver a Tess, Paul y Parrish entablar una
conversación en voz baja con las dos mujeres. Tess se aparta un poco, pero no se
mueve más de unos centímetros por delante de su hijo. 341
—Paul y yo vamos a viajar con la Agente Takahashi y encontrarnos con la
ambulancia en el hospital. Odio pedir esto, pero ¿podría cada uno de ustedes
conducir uno de los autos a casa? Dakota, estarás a cargo de tus hermanos y
hermanas. —Sostiene un par de llaveros. Maxx toma uno mientras Chas agarra
el otro.
Kimber se acerca para pararse a nuestro lado, con los brazos cruzados
sobre su pecho, sus ojos bajos, pero no discute.
—Nos encargamos —acepta Chasm, y sus ojos se posan en los de Parrish
una vez más. Parrish encuentra la mirada de su amigo antes de mirar a Maxx, y
luego a mí. Mantiene contacto visual conmigo, arrastrando esa tensión entre
nosotros. Lo extrañé mucho, pienso, al darme cuenta de que el sentimiento es
completamente mutuo.
Esa hermosa energía que compartimos nuestra primera noche juntos,
cuando nos escabullimos a regañadientes a nuestros dormitorios separados,
todavía está allí. Está ahí, es conmovedor y arde.
—Los veré a los tres más tarde entonces —nos dice Parish, pero luego Tess
lo agarra del brazo y lo anima a subir a la parte trasera de la ambulancia.
—Nos vemos pronto —concuerda Maxx, apretando el llavero en su puño.
Me ofrece una sonrisa, pero no es muy diferente a la que ha estado usando
durante semanas.
Porque Parrish ha vuelto y ahora mi hermana es la que tiene problemas.
.
342
Después de una ronda rápida de piedra-papel-tijera entre Maxx y Chasm,
se acuerda que iré con Maxx y Ben mientras Chasm lleva a Kimber, Amelia y
Henry a casa. Los niños más pequeños están muy emocionados, es como
Navidad cuando irrumpen en la puerta de la casa Vanguard, riendo, chillando y
corriendo. Incluso Ben está participando. Bueno, está bien, sigue a sus hermanos
menores con una sonrisa y sigue ajustándose las gafas, pero está ahí. Está feliz.
Todos terminamos sentados juntos en la sala de estar/área de la cocina
mientras Maxx prepara algo rápido para comer y alimenta a los niños. Chasm y
yo nos quedamos sentados juntos en la mesa, observando a Kimber mientras se
acurruca en una silla y desplaza en su teléfono mientras los otros tres se
sumergen en un juego en el televisor grande sobre la chimenea. No puedo mentir:
me tiemblan los dedos.
Se siente como si hubieran pasado eones desde que tuve tiempo de jugar
correctamente, pienso, mordiéndome el labio inferior.
—Oye —dice Chas en voz baja, atrayendo mi atención hacia él. Mi
teléfono-Maxine está en el centro de la mesa, con la pantalla negra, esperando el
siguiente mensaje de Justin—. Todo saldrá bien. Recuperamos a Parrish;
podemos hacer esto de nuevo.
—Sé que podemos, pero… ¿cuál es el final aquí? —pregunto, extendiendo
una mano para tocar la suya. Se pone un poco rígido y recuerdo la forma en que
los ojos de Parrish se posaron en nuestros dedos entrelazados antes. Chasm
aprieta su boca en una línea delgada y luego agarra mi mano con fuerza, pasando
su pulgar sobre mis nudillos.
En un videojuego, la palabra final significa muchas cosas. Puede ser el jefe
final, puede ser el contenido que ocurre después de haber completado todos los
desafíos preestablecidos del juego, puede ser la acción de jugador contra jugador
cuando alcanzas el nivel más alto. 343
En una partida de ajedrez, es la etapa final cuando se reducen las fuerzas
y quedan pocas piezas en el tablero.
En el mundo del fandom, es la relación final entre los personajes, la que se
resuelve al final de la historia.
En el diccionario, simplemente significa la etapa final de una acción, plan
o progreso.
Entonces. ¿Cuál es la versión de Justin de “final”? ¿A dónde vamos con
esto? ¿Qué es lo que quiere?
A mi.
Bien, eso es fácil. Pero, ¿cómo? ¿Qué quiere él para nosotros? ¿Gobernar
juntos Medina? ¿Trabajar juntos en su aplicación? ¿Matar gente juntos?
Me estremezco.
—Lo resolveremos —promete Chasm mientras Maxx se acerca a la mesa,
vestido con el mismo delantal del otro día. Pone dos platos frente a nosotros y
sonrío.
Crepes de nuevo. Esta vez, puso la crema de chocolate y avellanas y las
fresas en rodajas adentro, las enrolló y decoró la parte superior con crema batida
fresca y un chorrito de chocolate derretido.
—Gracias, Maxx —murmuro, perdiendo la voz por un momento mientras
tomo el tenedor y hago lo mejor que puedo para no entrar en pánico. Nadie lo
entenderá; solo me hará parecer una loca frente a los Vanguards. Justin ya está
haciendo todo lo posible para convertirme en una completa imbécil frente a todos
los que conozco. No ayudará si le agrego a esa narrativa.
—De nada —me dice, sentándose frente a mí. Chasm está a mi izquierda,
en la cabecera de la mesa (el lugar habitual de Paul)—. Pero no puedes darle
mordisquitos. Tienes que comer de verdad. —Corta su crepe por la mitad y lo
desliza en su tenedor. Se las arregla para llevarse todo a la boca fácilmente,
dejando que sus ojos se entrecierren mientras mastica—. Maldita sea, tenía
hambre —murmura después de tragar.
Chasm mira la comida. Basándome en su expresión facial, puedo ver que
está tan hambriento como yo, pero probablemente igual de asqueado. Quiere
volver a ver a Parrish. Yo también. ¿No hemos estado separados de él el tiempo
suficiente?
Pero Maxx tiene razón. No podemos ser adolescentes luchando contra un
asesino serial si no comemos.
Mis labios se curvan en una sonrisa mientras corto mi propio crepe con el
borde de mi tenedor.
—Nuestra historia haría un manga realmente bueno. O un animé. Un
videojuego.
—Sería un libro realmente bueno —ofrece Chasm, y me quedo
terriblemente quieta. Mi mente se desvía hacia Tess, hacia las hermosas palabras
que teje con los dedos, una diosa de las historias, una guardiana de la cordura,
una proveedora de cuentos. Me obligo a seguir moviéndome, poniendo ese
primer bocado entre mis labios incluso cuando mi estómago se revuelve.
Tan pronto como golpea mi lengua, gimo y Chas me mira.
—Ya no puedes estar haciendo sonidos así —me regaña, volviendo la
cabeza lejos de mí—. No cuando Parrish llegue a casa.
344
Hago una pausa con la comida todavía en mi boca, mirándolo. Vuelve a
mirarme para encontrarse con mi mirada y frunce el ceño suavemente. Hemos
estado diciendo eso durante tanto tiempo, cuando Parrish llegue a casa, cuando
regrese, cuando lo encontremos, pero ahora va a suceder. Es todo lo que queríamos
los tres.
También viene con desafíos.
¿Qué se supone que debemos hacer con nuestra extraña relación? ¿Cómo
se supone que voy a decirle que Maxx y yo tuvimos sexo? Que he sido cariñosa
con ambos chicos, y que seguiría haciéndolo si pudiera.
Pero, si se trata de elegir, yo… Parrish fue el primero. No mentía cuando
le expliqué eso a Chasm. Parrish fue el primero de los tres que conocí y con el
que pasé más tiempo. Fue imposible no enamorarme de él cuando nuestras
puertas están a un metro una de la otra.
—Come —ordena Maxx, pero no me habla. Señala la comida de Chasm y
levanta las cejas—. Antes de que se enfríe.
—Sí, señor —responde Chasm poniendo los ojos en blanco, y reprimo una
sonrisa mirando mi plato. Mis ojos siguen moviéndose rápidamente hacia mi
teléfono, pero sé que Justin llamará cuando necesite algo de mí. No tiene ningún
incentivo en simplemente torturar o matar a Maxine; eso no ayudará a su causa.
Así es como me mantengo relativamente tranquila, repitiendo ese mantra,
recordando el brillo obsesivo en sus ojos cuando me mira. Su princesa. Apuñalo
un trozo de crepe con fuerza extra y ambos chicos hacen una pausa, viendo como
lo mastico enojada, y luego tomo un trago del agua helada que Maxx me dio antes
como si fuera Jägermeister, y estuviera en la fiesta de la casa de Antonio de
nuevo.
Comemos juntos en relativo silencio. Incluso con el juego de los niños a
todo volumen en la televisión, no es seguro continuar una conversación privada
con ellos y con Kimber en la habitación. Y si por casualidad ella oye algo
incorrecto, estamos en un gran problema.
Ella no sería un peón útil, en absoluto.
Maxx está mirando su teléfono mientras come, y mi estómago da un
vuelco cuando lo empuja a través de la mesa hacia nosotros.
Milk Carton todavía no está disponible para el público, y ya está salvando vidas
El artículo de noticias me hiela la sangre mientras arrastro el teléfono hacia
adelante, escaneando el resto para ver qué parte de la historia de Parrish ya se ha
difundido.
—Alguien filtró algo, intencionalmente, por supuesto —dice Maxx,
incluso antes de que termine de leer el artículo. Tiene razón, eso es seguro.
El niño estaba sentado temblando en la parte trasera de una ambulancia, vivo y
relativamente ileso, pero solo porque su rostro, analizado y colocado en la base de datos de
reconocimiento facial avanzado de Milk Carton, fue escaneado a través de varios videos
publicados en una popular aplicación de redes sociales conocida como TikTok.
Suspiro y le doy el teléfono a Chasm. Lee el artículo y niega con la cabeza
y se lo devuelve a Maxx.
—Qué jodido —bufa, apartando el cabello de su frente y luego frunciendo
el ceño al ver su mano con un poco de tinte en aerosol negro en sus dedos. Arruga 345
la nariz y se limpia la mano en sus costosos pantalones como si fueran jeans
azules o algo así—. Algún truco publicitario. Secuestra a un niño y luego lo salva
de corrido. —Baja la voz hasta el más mínimo murmullo y luego ataca su comida
con la resuelta intención de alguien que sabe que tiene que hacer algo, pero que
en realidad no quiere hacerlo.
—Me pregunto cuál será la historia de Parrish —medito, terminando el
último bocado de crepe y empujando el plato a un lado. No tengo que bajar la
voz esta vez; es una pregunta genuina. ¿Qué les está diciendo a esas mujeres del
FBI? ¿Qué historia les contará y por qué? No necesariamente se preocupa por
Maxine; podría decirles la verdad ahora mismo.
Pero no lo hará.
Porque eso me haría daño y él lo sabe.
Tess nos envía una actualización poco después, haciéndonos saber que se
dirigirán a casa pronto, y se me hace un nudo imposible en el estómago.
Juntos, los tres nos ocupamos de los deberes de los niños, acostamos a
Amelia y Henry después de que se quedan dormidos en el sofá, acomodamos a
Ben en su habitación con un libro y… bueno, no hay mucho que podamos hacer
con Kimber.
—Estoy aquí esperando hasta que llegue a casa —declara desde su lugar
en el sofá, a pesar de que nadie le preguntó ni intentó que hiciera otra cosa.
Espero cerca de la puerta principal como una loca, de la forma en que Tess
probablemente me espera cada vez que voy con Justin, dejando un surco en el
piso de mármol.
Los chicos están ahí conmigo, apoyados contra la pared y esperando con
tanta impaciencia como yo.
Cuando la puerta de entrada finalmente se abre, y lo veo pasar con vendas
en el pecho y un par de pantalones nuevos colgando de sus caderas, me mareo
un poco.
—Hola —digo cuando se detiene frente a mí, tan arrogante y guapo como
siempre. No, no, más que nunca. Siento que necesito otro buen modismo aquí: la
ausencia hace crecer el cariño. También lo hace doler, lo hace sangrar, lo hace
anhelar, arder y rabiar.
—Chica Gamer —murmura, justo cuando Tess y Paul se acercan detrás de
él. Tess cierra y bloquea la puerta, pulsa algunos botones de la alarma y luego se
vuelve hacia nosotros. Estoy un poco preocupada por la facilidad con la que
Chasm desactivó la alarma en la otra casa, pero, por otra parte, es el hijo del
director ejecutivo de la empresa. Tiene cierto sentido.
—Estás en casa —susurra Tess, tocando un lado del rostro de Parrish. Él
lo permite, pero puedo ver que ella ha estado haciendo esto continuamente desde
que nos separamos en la ambulancia. Va a ser malo por un tiempo; ella
probablemente no lo dejará fuera de su vista ni para orinar—. Te tenemos en casa.
—Lo tenemos en casa —murmura Chasm, y le doy un codazo en el
costado. Parrish se da cuenta, y su boca exuberante se contrae con el más leve
susurro de una sonrisa. Deja que su mirada se desplace hacia el techo alto y luego
mira cuando Kimber sale de la sala de estar para mirarlo.
—Me alegro de que hayas vuelto —dice, y Parrish exhala.
—También me alegro de estar de regreso —admite, y el sonido de su voz,
solo crea pequeños espacios dentro de mí, anida allí, se convierte en parte de
346
quien soy. Es como lo que Maxx me dijo antes, cómo hice un espacio dentro de
su pecho. Es lo mismo aquí.
—¿Qué te pasó de todos modos? —pregunta Kimber, y Parrish entrecierra
los ojos.
—¡Kimber Celeste! —espeta Tess cuando Paul pone una mano sobre el
hombro de su hijo.
—No tenemos que hablar de eso ahora mismo —dice en voz baja, y Parrish
asiente—. Mereces tener la oportunidad de descansar antes de ser asado a la
parrilla. —Paul frunce el ceño y se ajusta las gafas, como una versión más vieja
de Ben—. No es que la Agente Takahashi parezca preocuparse por eso.
—Dile a todos, no me importa: el Cazador de Seattle me retuvo en un
sótano. Me cortó y filmó. No sé nada más. Así que deja de preguntarme. —
Parrish frota su mano derecha arriba y abajo de su brazo izquierdo, mirándonos
al resto de nosotros como si fuera a hacer cualquier cosa por tener un momento
privado juntos. Todos necesitamos hablar, desesperadamente.
Además… ¿qué acaba de decir?
Parrish parpadea hacia mí y puedo decir que quiere que me quede callada.
Confía en mí, dice su expresión, y porque confío, me quedo quieta y relativamente
tranquila.
—¿Quieres comer algo? —pregunta Tess, cerniéndose sobre el lado
izquierdo de Parrish—. ¿Podría prepararte unos huevos y tocino? ¿O podríamos
ordenar?
—Hice crepes —sugiere Maxx, y todas las miradas se vuelven hacia él—.
¿Podría arreglar algunos platos?
—Me gustaría mucho subir las escaleras y acostarme —dice Parish, y Tess
asiente, pero la preocupación que se filtra en sus rasgos me pone nerviosa.
Parrish fue secuestrado desde el interior de su dormitorio; ella no se sentirá
segura dejándolo ahí.
—Vamos a instalarte, ¿de acuerdo? —sugiere Tess gentilmente y Parrish
le da una mirada tierna pero irritada en respuesta.
—Mamá, sé que estás feliz de verme, pero puedo subir las escaleras yo solo.
Ella le lanza una mirada que es casi idéntica a la que él le acaba de dar
antes de dejar que su mirada se dirija hacia mí, Maxx y Chasm.
—Quieres un minuto con tus amigos, eso lo entiendo. —Parece que no
suena como si entendiera eso, pero está haciendo un esfuerzo, así que vale la
pena—. Déjame revisar primero las cámaras de seguridad; quiero asegurarme de
que todo funcione sin problemas.
—Será mejor que no haya una cámara en mi habitación —dice Parish
arrastrando las palabras, como si estuviera terriblemente aburrido. Solo que sé
que no es así en absoluto. Ser un perezoso holgazán y tatuado es su mecanismo
de defensa de la misma manera que Chasm finge ser un chico malo mujeriego. O
cómo Maxx se enoja irracionalmente. Todos tenemos nuestros hábitos.
—La habrá porque voy a poner una allí esta noche —le dice Tess, y él la
mira como si acabara de abofetearlo.
—He tenido una cámara sobre mí día y noche durante semanas —dice con 347
voz ahogada, y algo de esa despreocupación practicada se desliza un poco. Le da
a Tess una expresión petrificada, pero que rápidamente está al borde de la ira—.
Me encantaría no ser filmado durante cinco segundos. —Echa un brazo en
dirección general al garaje mientras Tess intercambia una larga mirada con Paul
antes de volverse hacia su hijo—. Tienes como tres guardaespaldas a tiempo
completo merodeando por la propiedad; hay policías cerca del portón. —Ajusta
su atención mientras su brazo cae a su lado, mirándonos a los tres en su lugar—.
Pueden dormir conmigo en la habitación. No pueden secuestrarnos a cuatro de
una sola vez.
Quiero decir, Justin podría, pero no mencionaré eso.
Me quedo callada.
Tess parece afligida. Paul parece molesto. Sin embargo, Kimber parece
satisfecha.
—Me alegra ver que no has cambiado mucho. —Ella comienza a caminar
antes de detenerse frente a él. Duda, moviéndose de un lado a otro como si no
pudiera lograr que su cuerpo se comprometa con algo que su corazón ya sabe
que quiere.
—Dame un abrazo y deja de comportarte de manera rara; sólo me he ido
por tres semanas, lameculos.
Kimber le da a Parrish otro gran apretón antes de alejarse y pasar junto a
él corriendo por las escaleras. Él la mira irse con un suspiro antes de volver a
centrar su atención en mí.
—Ha sido una completa perra mientras me fui. Dime que me equivoco en
eso; esperaré.
—Parrish —lo regaña Tess suavemente mientras él se acerca a las escaleras
con ella siguiéndolo detrás. Pone una mano en la barandilla y mira hacia atrás,
suplicando con sus ojos que lo sigamos—. Cariño, realmente me gustaría pasar
un tiempo contigo.
—Y realmente me gustaría tener un minuto para mí. —Hace una pausa y
sus labios se curvan levemente—. Y para mí, me refiero a mis amigos.
Sube las escaleras antes de que Tess pueda detenerlo, y me giro alrededor
de la barandilla para seguirlo, Chasm y Maxx pisándome los talones. Puedo
escuchar a Tess suspirar detrás de nosotros, pero tiene que decirle a Parrish
descaradamente que sus deseos y necesidades no importan tanto como los de
ella, o tiene que dejarlo ir.
En lo alto de las escaleras, Parrish se tambalea un poco y apoya la palma
de la mano en la pared para estabilizarse. Su respiración es un poco dificultosa,
pero supongo que el hospital no lo habría dado de alta tan fácilmente si no
estuviera bien.
—Oye —susurro suavemente, poniendo mi mano en su hombro
izquierdo. Mis dedos hormiguean cuando hacen contacto con su piel—. ¿Estás
bien?
Sus ojos se abren de golpe y se inclina hacia atrás, agarrando mi muñeca y
jalándome por el pasillo hacia su habitación. Se detiene en cuanto entra, girando
la cabeza ligeramente hacia la derecha y luego entrecerrando los ojos en GG.
—¿Por qué diablos hay un conejo en mi habitación? —pregunta,
empujándome aún más hacia el dormitorio y luego frunciendo el ceño hacia la
348
jaula. Incluso inclina la cabeza ligeramente hacia un lado—. Supongo que esto es
obra de Dakota.
—En realidad, fue… —comienzo, justo cuando Chasm y Maxx entran, y la
puerta se cierra detrás de ellos. No tengo la oportunidad de terminar mi oración
porque Parrish se da la vuelta y captura mi rostro entre sus dedos entintados. Sus
hermosos ojos color miel y avellana me miran fijamente y luego me besa.
Si pensé que el beso entre nosotros a través de la puerta de la bodega fue
poderoso, este lo liquida. Es sin restricciones y desesperado, suplicando ser
devuelto. No, más bien exigiendo ser devuelto. Sus labios exuberantes consumen
los míos, su lengua forma un peligroso arco dentro de mi boca.
Soy impotente en ese momento, atrapada en la luz candente de su afecto,
de su necesidad, de todas las emociones enredadas que quedan en su interior por
haber estado prisionero durante tanto tiempo.
Mis dedos encuentran sus hombros, curvándolos y clavándole mis uñas.
Todavía se siente bastante musculoso, ¿tal vez incluso más? Me pregunto si no
pasó mucho de su tiempo libre en esa habitación haciendo ejercicio. No hay
mucho más que hacer, supongo.
Nos tambaleamos hacia atrás hasta que mis piernas chocan contra el pie
de cama de su cama y el momento pasa de peligroso a lascivo en un solo instante.
Llaman a la puerta y Parrish rompe nuestro beso con el ceño fruncido,
dejándome sin aliento.
—Abre esta puerta, ahora.
Es Tess. Nos ha dado unos tres segundos y medio de privacidad.
Chasm y Maxx nos miran a los dos con expresiones completamente
inescrutables. Incluso si pudiera relajar la miríada de emociones que viajan a
través de sus miradas, no lo haría. No quiero saber. No en este segundo.
Chas espera mientras Parrish se quita la brillante humedad de su boca y
luego se acerca para hacer lo mismo conmigo. Cuando el pulgar de Parrish roza
mi labio, me estremezco, odiando la frialdad que siento cuando da un paso atrás
para dejar espacio entre nosotros.
Chasm desbloquea y abre la puerta, haciéndose a un lado para revelar a
Tess parada allí con los brazos cruzados sobre el pecho.
—Puerta abierta, por favor —susurra, agitando las manos como si
estuviera luchando por apartar el peor de sus miedos. Esta pobre mujer.
Realmente no es que no sienta simpatía por ella. La siento. Estoy segura de que
tiene TEPT en este momento. Ver la puerta cerrada y bloqueada probablemente
es un detonante muy intenso. Aun así, me encantaría tener un tiempo no solo
para besar a Parrish sino también para hablar con él.
Necesitamos estar en la misma página con respecto a, bueno, todo.
—Sé que quieres un tiempo a solas, y lo entiendo, pero haz esto por mí.
—Sí, madre —responde Parish, pero no sin simpatía—. Mantendremos la
puerta abierta.
Tess asiente, dejando que su mirada recorra al resto de nosotros, todavía
vestidos con nuestros atuendos de la fiesta de Justin. Vacila en la puerta por un
momento antes de salir por el pasillo. Puedo escucharla a ella y a Paul teniendo 349
una conversación murmurada desde aquí.
—¿Oye, Parrish? —ofrece Maxx, y vuelve la mirada hacia su amigo—.
¿Puedo mostrarte algo muy rápido?
Los ojos de Parrish se reducen a rendijas y asiente, mirando como Maxx
extiende su mano. Chasm ofrece su teléfono, y yo hago lo mismo, entregándole
ambos teléfonos y esperando mientras desaparece en mi habitación por un
momento. No soy una gran admiradora de dejar mi teléfono mientras Maxine
está con Justin, pero él me dijo que “disfrutara mi reunión”, y hemos visto lo que
sucede cuando no le gusta la dirección de mis interpretaciones.
Maxx regresa con el detector de aparatos y Parrish frunce el ceño con
fuerza, moviendo los ojos en dirección a las voces de Paul y Tess. Deben estar en
su oficina ahora, pero con la puerta abierta. No tendremos mucha privacidad,
pero no me quejo porque…
Parrish agarra mi mano y me acerca a él de nuevo, apoyando sus manos
en mis caderas. Deja escapar un largo suspiro, su cabello chocolate ondulado
ondulando alrededor de su frente. Es un poco más largo ahora, pero igual de
sexy. No puedo resistir estirar la mano para clavar mis dedos en él, y se
estremece, envolviendo sus brazos alrededor de mí y acercándome para poder
ubicarme debajo de su barbilla.
—Todo despejado —declara Maxx, golpeando el dispositivo contra su
palma—. Podemos hablar ahora si tenemos cuidado. —Empuja la puerta para
que esté casi cerrada—. Hay una cámara nueva en el pasillo, entre sus
dormitorios.
—Y una en el techo —comenta Chasm con un suspiro cansado, sacando
un cigarrillo y mirándolo con nostalgia—. Supongo que el baño de Dakota es mi
nuevo lugar para fumar. —Su boca se curva en la sonrisa más real que he visto
en semanas mientras levanta sus ojos ámbar hacia su amigo—. Me alegro de
tenerte de vuelta, hermano.
Parrish bufa, acariciando su mano sobre mi cabello. Tira de uno de las
horquillas, la saca y la tira sobre la cama. Continúa con su trabajo, usando sus
dos hermosas, muy hermosas manos para liberar mi cabello y luego lo peina
levemente con sus dedos. Hay suficiente producto allí para destruir la capa de
ozono (es broma, la laca para el cabello no contenía CFC), pero aun así.
Miro hacia arriba, hacia sus ojos, emocionada por su toque, deseando
poder tener más.
Tengo la sensación de que está pensando lo mismo.
—Te echaron mucho de menos —concuerda Maxx, y miro hacia atrás
mientras se apoya contra la pared, con los brazos cruzados sobre su pecho, su
mirada vagando hacia GG—. ¿Te gusta nuestro nuevo conejito, que resulta que
se llama Gamer Girl? Es un chico, por cierto. Lo sé porque me folla cada vez que
tiene la oportunidad.
—Además, se corre sobre él —agrega Chasm, levantando el cigarrillo
apagado para enfatizarlo.
—No, no lo hace —responde Maxx, y los dos se lanzan miradas de odio
fingidas.
Parrish parece tranquilo, contemplativo, mientras gira sus ojos
almendrados hacia la jaula del conejo. GG está olisqueando el aire, sus bigotes se 350
agitan, sus ojos rosados brillan en la penumbra de la lámpara de la mesilla de
noche.
—¿Quieres contarme cómo adquirieron dicho conejito? ¿Y luego le
pusieron el nombre de mi novia? —pregunta Parrish, deslizando sus manos por
mi espalda. Me mira directamente, como si quisiera escuchar mi explicación de
la situación.
—Es sólo la punta del iceberg cuando se trata de cosas que tenemos que
contarte —empiezo, y ahí es cuando el nerviosismo me golpea como un tren de
carga. Parrish sabe sobre Chasm, pero no sabe sobre Maxx—. No estoy segura de
cuánto sabes sobre lo que está sucediendo, pero después de que Justin dejó de
pedirte que me dieras instrucciones, solo me estaba enviando órdenes por
mensaje de texto.
—¿Ordenes a seguir o me mataría? —aclara Parrish y asiento. Exhala
bruscamente y coloca un poco de cabello detrás de mi oreja—. Realmente debiste
dejarme morir.
Ignoro eso, pero Chasm no lo hace. Frunce el ceño y se acerca para pararse
a nuestro lado, señalando a su amigo con el cigarrillo.
—Ni siquiera empieces con esa mierda. Sabes lo que intentó hacer por ti,
¿verdad? Ofreció su vida a cambio de la tuya. Y me enojé entonces. Me estoy
poniendo furioso ahora. El auto-sacrificio es molesto. No sugieras estupideces.
Se da la vuelta y se acerca a la ventana, la abre de un empujón y luego
asoma la cabeza para ver dónde, exactamente, está ubicada la cámara.
—¿Intentaste qué? —sisea Parish, pero le resto importancia, poniendo mis
manos sobre las vendas en su pecho y frunciendo el ceño.
—Justin, es decir, mi padre biológico, me pidió que dejara un conejito
muerto en el fondo de su jaula. Jodí un poco y le pedí a Chasm que me trajera un
conejito congelado de la tienda de mascotas, como los que la gente compra para
alimentar serpientes grandes. —Exhalo mientras acaricio mis dedos por su pecho
vendado y él se acerca para capturar mis manos en las suyas, frunciendo el ceño
cuando me encojo un poco por mis dedos rotos. Lo extrañaba mucho, esos
tatuajes de rayos de sol en el dorso de sus manos, sus dedos tatuados, su sonrisa,
su olor, su voz, su… todo—. Así que trajimos este a casa.
—¿Te pidió que mataras un conejo? —pregunta Parish, su voz fría y
enojada. Si está tan enojado ahora, espera a que escuche qué más nos pidió que
hiciéramos.
—Lo llamamos Gamer Girl en tu honor —le digo, sabiendo que
probablemente debería darle un poco de espacio pero incapaz de alejarme.
Parrish tampoco quiere dejarme ir, al parecer.
Eso, al menos, pone una pequeña sonrisa en su rostro. Solo dura un
segundo antes de desaparecer, y luego se aleja de mí. Parrish toma mi mano de
nuevo y me lleva a la cama. Se arrastra primero, dando un pequeño gemido de
dolor mientras se acomoda en las almohadas, y luego ofrece su mano de nuevo,
acercándome a él.
Maxx se sienta en el extremo de la cama mientras Chas intenta descubrir
cómo fumar sin que Tess lo atrape.
—Tu hermana está a salvo por ahora —dice Parish en voz baja,
escuchando las voces de Paul y Tess desde el pasillo. No podemos escuchar lo
que están diciendo, así que deberíamos estar bien siempre y cuando tengamos 351
cuidado—. El Cazador me dio dos opciones: decir toda la verdad si quería y dejar
morir a Maxine. O podría decirle a las autoridades lo que él quería que les dijera,
y ella estaría a salvo siempre que siguieras sus órdenes. Elegí esto último.
—¿Quería que le dijeras a todo el mundo que el Cazador de Seattle te tenía
cautivo? —aclara Maxx y Parrish asiente. Sigue mirándome. Ahí es cuando me
doy cuenta de que todavía nos ve como una pareja. Tengo que hablarle de Maxx.
Esta noche. Antes de que pase algo entre nosotros; Parrish tiene derecho a saber en qué se
está metiendo.
—Así es. Pero solo las partes que mencioné abajo. Nada sobre las
videollamadas o el hombre enmascarado ni nada más. Solo eso. —Parrish suspira
y se pasa una mano por la cara—. Nos está poniendo a prueba. Quiere
enfrentarnos entre nosotros.
—¿Por qué piensas eso? —pregunta Maxx en voz baja, mirando su regazo
antes de volver a mirar a Parrish. Ambos estamos de acuerdo con Parrish, pero
creo que X solo quiere conocer la perspectiva de su amigo sobre el asunto.
—Por qué pedirle a Dakota que… —Parrish se calla, sus ojos se fijan en
Chasm. Pobre Chas. Se queda completamente quieto antes de volverse
lentamente para mirar a Parrish. Sus ojos se encuentran, y la energía en esa
habitación es lo suficientemente intensa como para succionar todo el oxígeno
directamente por la ventana. De repente me cuesta respirar—. Quería que yo
abriera el pico y así matar a tu hermana, a eso me refiero. —Parrish frunce el ceño,
la expresión es tan amenazante que alargo una mano y toco un lado de su cara
para calmarlo. Se estremece y toma mi mano entre las suyas, cerrando los ojos
con tanta fuerza que su rostro se arruga—. Antes de que hablemos de cualquier
otra cosa, solo necesito saber cuántas veces ustedes… ustedes dos…
—Tres veces —murmura Chasm, mirando al suelo. Finalmente se da por
vencido con el cigarrillo, se lo guarda en el bolsillo y luego se dirige al baño de
Parrish. Cuando sale, tiene un par de anillos de metal negro en la palma. Pienso
en esa noche en la que lo ayudé a cambiarse los anillos de los labios y mi corazón
se rompe de nuevo.
—Tres veces —concuerdo, y Parrish vuelve a estremecerse, con los ojos
aún cerrados—. Pero nos besamos, nos tocamos y coqueteamos mucho más a
menudo que eso. Justin dijo que “actuemos en base a nuestros sentimientos”, y
no le gustó que fuéramos distantes al respecto. Siguió amenazando con hacerte
daño. —Mi voz se quiebra y aparto la mirada. Parrish mantiene mi mano contra
su rostro y puedo sentirlo temblar levemente. Ya sea por agotamiento, dolor o
celos, no lo sé—. Hay algo más que tengo que decirte.
—¿Puede esperar? Estoy procesando mucho —dice, pero no puede. Miro
hacia arriba y encuentro los ojos de Maxx, pero su rostro se endurece, y puedo
ver que está a punto de ganarme en el puñetazo.
—Parrish —comienza, y mi estómago da un vuelco. Esto va a doler. Va a
doler mucho. Odio esto. Odio a Justin—. Justin nos pidió que hiciéramos otra cosa
que no te va a gustar.
Parrish abre los ojos para mirar a su amigo, su rostro es el de un príncipe
mirando a un duque que ha alterado el cuidadoso equilibrio de su corte.
—Dime —ordena, y Maxx exhala, mirando hacia la puerta.
—Esto es todo por mi culpa —comienza Maxx, pero ya estoy negando con
la cabeza.
352
—Eso no es cierto —interrumpo, pero X me interrumpe.
—Sí, lo es. Es porque la cagué. —Se vuelve de lleno para mirar a Parrish,
y mi admiración por él crece aún más. No le teme a la verdad. Por difícil que sea
darla a veces, es la única opción aceptable en el mundo de Maxx—. Le di un
puñetazo a Justin Prior en la cara.
—Espera —empieza Parrish, levantando una mano—. ¿Lo conociste? ¿En
persona?
—Técnicamente tiene la custodia total de Dakota —inserta Chasm y los
ojos de Parrish se agrandan.
—¿Él qué demonios? —gruñe, pero esa es otra parte de la conversación.
Tenemos horas para ponernos al día, como mínimo.
—Le di un puñetazo sin pensarlo. Seguía burlándose de Dakota,
haciéndola abrazarlo, llamándose a sí mismo papi. Reaccioné. —Maxx se acerca
un poco más y Parrish comienza a desconfiar.
—¿Qué quería en represalia? —pregunta con voz tensa.
—Nos dio hasta el amanecer esa noche —comienzo, tratando de
interrumpir a Maxx. Debería ser yo quien se lo diga a Parrish. Pero los ojos verdes
de X pelean conmigo y lo suelta antes de que pueda detenerlo.
—Él nos hizo tener sexo —susurra Maxx, y todo el cuerpo de Parrish se
queda quieto—. Así que lo hicimos. No fue fácil para ninguno de los dos, aunque
no puedo negar que lo disfruté. O que me gusta Dakota.
Chasm gime y se tapa la cara con la mano.
—Tu honestidad a veces es tan molesta. Dilo suavemente, idiota.
Parrish mira a Chasm y luego a Maxx y luego… a mí.
—¿Cuantas veces? —se las arregla para gritar, pero su voz es una hoja
afilada, mortal y puntiaguda.
—Técnicamente una vez —comienzo, manteniendo el contacto visual—. Y
luego me tocó después de…
—Joder. —Parrish se levanta de la cama y comienza a caminar. Se pasa los
dedos por el cabello y luego se detiene con las manos en sus caderas, bajando la
cabeza. Su cuerpo está lleno de tensión. Sus ojos cuando los vuelve a levantar
están oscuros de rabia—. Joder. Te lo dije. Eso es lo que quiere. —Parrish extiende
una mano para señalarme—. Está intentando despojar a Dakota de todos sus
aliados; no va a funcionar.
—¿Estás molesto? —pregunta Maxx, y Parrish se da vuelta hacia él.
—¿Estoy molesto? —sisea, acercándose a la cama y agachándose para
poner las palmas encima—. Por supuesto que estoy molesto. Estoy jodidamente
furioso. Nada me encantaría más que golpearlos a los dos ahora mismo, solo para
sacarlo de mi sistema. —Parrish se levanta y mira a Chasm, indicando claramente
que cuando dijo “ambos”, se refería a los chicos.
—Yo también fui parte de esto —comienzo, pero Parrish niega con la
cabeza rápidamente.
—No. Esto fue culpa del Cazador. Cada parte. —Empieza a caminar de
nuevo—. No funcionará. —Parrish mordisquea su pulgar y el reconocimiento se
enciende en mí. ¿Es ahí donde adquirí ese hábito? Reprimo una sonrisa
inapropiada. 353
—Hemos sido un poco… cariñosos —admito, queriendo que conociera
todo el alcance—. Yo y Chasm. Maxx y yo. Hubo consecuencias por no ser
cariñoso, pero esa no es toda la historia. Nos gustamos mutuamente.
Parrish se detiene, su mirada fija en las paredes negras mate de su
habitación. Se gira muy lentamente para mirarme y luego se dirige hacia la cama,
agarrando mi mano y tirándome hacia arriba. Estoy sorprendida por la fuerza en
él, gratamente sorprendida, y tropiezo un poco mientras trato de seguirle el
ritmo.
—¿Me apoyan si aparece Tess? —ofrece mientras Chasm lo mira
boquiabierto.
—¿Qué estás… —comienza, pero luego Parrish me lleva al baño y empuja
mi espalda contra la puerta.
Su boca desciende sobre la mía, caliente y posesiva, los dedos de su mano
izquierda se enroscan alrededor de mi muñeca. Rompe el beso, pero solo después
de que ambos estamos sin aliento, deslizando su mano derecha por la pared para
accionar el interruptor del ventilador del baño.
—Sé que no hace mucho que me he ido —susurra, apartando la mirada de
mí, con el dolor grabado claramente en las hermosas líneas de su rostro—. Pero
se siente como una eternidad. Los tres han desarrollado algo sin mí; se siento
como un extraño.
—No —susurro, pero no se equivoca en todo, sólo en la última parte—.
Todo lo que hice, lo hice por ti. De lo contrario, nunca habría tocado a Chasm o
Maxx. Pero puedo entender si no quieres continuar con lo que comenzamos…
Dejo de hablar porque la mirada que me lanza ese chico me recuerda a las
mordaces que solía dedicarme en Whitehall, cuando me decía que era una mierda
en la cama mientras ambos éramos vírgenes.
—No vuelvas a sugerir algo así —declara soltándome y poniéndose de
pie—. ¿Escuchaste algo de lo que te dije? ¿En el sótano esa noche o antes, durante
o después del sexo?
Mis mejillas se sonrojan, pero sostengo su mirada mientras cruza los
brazos sobre su pecho.
—Toda tú eres hermosa —murmuro, porque podría vivir cien años más de
esta vida y nunca olvidar las cosas que me dijo Parrish—. Créeme, lo he pensado
todos los días desde que desapareciste. Esa mañana, cuando me desperté y no
estabas, me preocupaba que te hubieras ido por lo que hicimos.
Ya está negando con la cabeza, poniendo la palma de su mano en la puerta
sobre mi cabeza e inclinándose hacia mí.
—Nunca. ¿Cómo crees que me mantuve virgen hasta ahora? Porque nunca
había conocido a una chica con la que quisiera acostarme. Y créeme: muchas lo
han intentado —añade secamente, y mi mente se desvía hacia Lumen.
Oh.
¡El artículo que deslizó en mi mano!
Pero ahora no es el momento de pedirle a Chasm que le eche un vistazo.
Llegaremos allí, pero primero… esto.
—¿Estás seguro de que todavía me quieres después de… —me callo, 354
sacudiendo mis manos—. Le quité la virginidad a tus dos mejores amigos.
El rostro de Parrish se pone pálido y se da la vuelta, como si sus emociones
estuvieran a punto de vencerlo.
—Los dos son buenos —murmura, mirándome—. Pero me mató verte a ti
y a Chasm en ese video. No estaban follando solo porque les dijeron que lo
hicieran; fue más que eso.
Sostengo su mirada y asiento.
—Lo fue. ¿Sabías que esa noche, después de que te dejé, encontré un jarrón
lleno de girasoles en mi habitación? Venía a confesar sus sentimientos. En
cambio, nos dio condones y se fue.
Parrish me mira fijamente durante un minuto y luego asiente.
—Lo sé. Me lo dijo en coreano.
—También sé eso —admito, y Parrish vuelve a suspirar, acercándose a la
ducha. La enciende y luego se gira para mirarme.
—Estoy pasando un momento muy difícil con esto, no te mentiré. —
Asiento ante sus palabras, porque tiene todo el derecho a sentirse así—. Pero hay
una cosa que sé con absoluta certeza. —Cubre la distancia entre nosotros en unos
pocos y cuidadosos pasos, capturando mi rostro de nuevo y rozando su boca
contra la mía—. Mientras no estaba, solo podía pensar en ti. Cuánto te extrañaba.
Cuán enojado estaba porque nos robaron el tiempo que pasamos juntos después
de esa noche. Merecíamos tener eso. Apenas pude dormir esa noche. Todo lo que
quería era entrar en tu habitación y tocarte de nuevo, hablar contigo.
Me besa de nuevo, y ese bonito corazón de cristal me palpita
dolorosamente en el pecho.
Parrish retrocede, ese rostro aristocrático suyo dividido en mil emociones
diferentes.
—Pensé en todas las cosas que te diría por la mañana, en todos los lugares
en los que te tocaría, en las formas en que te besaría. Y practiqué mi discurso para
Tess. —Pone una mano en su pecho—. Porque dije en serio lo que dije: le voy a
contar todo.
El miedo recorre mi piel, pero al mismo tiempo, va acompañado de una
oleada de afecto por este chico. Valió tanto la pena. Cada terrible momento. Cada
segundo de angustia repugnante. Así que valió la pena. Lo haría todo de nuevo.
Y lo haré, si es necesario, para salvar a mi hermana.
Maxine, por favor, mantente a salvo, pienso, recordándome que Justin no la
lastimará porque arruinará sus planes finales. Es decir, tenerme en su vida. No
tiene sentido y, por muy psicótico que pueda ser a veces, es un monstruo muy
cuidadoso y meticuloso.
—Le daremos… una semana más o menos para que se acostumbre a que
regrese. —Parrish vuelve a mirar a un lado antes de volverse hacia mí—. No
estoy seguro de poder mantener mis manos lejos de ti por más tiempo. Si no le
decimos, lo descubrirá con solo mirarme.
—Tess estuvo destruida sin ti —admito, y se estremece—. Apenas comía,
apenas dormía. Alternaba entre ser fría y distante y emocionalmente destruida.
¿Seguro que quieres hacer esto? Podemos mantenerlo en secreto si lo deseas.
—Estoy harto de los secretos —admite, apretando los dientes. No puedo
decir que no esté de acuerdo con eso. 355
—Te dejaré en paz para que te duches —le digo, y me echa un vistazo.
—No, no lo harás. —Parrish se aleja de mí y luego se detiene, como si
acabara de pensar en algo—. Espera aquí.
Me aparta de la puerta y la abre, saliendo para mirar a Chasm a los ojos.
Nunca había visto al otro chico lucir tan… bueno, no como un caballero
negro cabalgando hacia la batalla con armadura completa. Parece un inseguro
joven de diecisiete años por primera vez en su vida, sus ojos ámbar se mueven
rápidamente para atrapar los míos.
—¿Podemos fingir que nunca sucedió? —pregunta Parish, y Chasm se
queda completamente quieto. Maxx, se detiene con una mano dentro de la jaula
de GG, volviendo su mirada hacia nosotros. No parece más feliz que Chas—.
Dakota y… ustedes dos. Aprecio todo lo que hicieron por mí, realmente lo hago.
Pero eso no significa que no duela. Solo quiero olvidarme de eso.
Me acerco a él, pero no estoy segura de qué decir.
¿Cuál es el movimiento correcto aquí? ¿Hablo a favor de Chasm y Maxx?
¿Me pongo del lado de Parrish por ahora, ya que lo acabamos de recuperar? ¿Les
digo que mis sentimientos por los tres son más confusos que cualquier cosa que
haya experimentado antes?
Odio a Justin, no me malinterpretes. Y la situación con él es intensa. Pero
no es confuso. Sé exactamente cuál es mi posición en estos asuntos. Esto, por otro
lado, no es tan fácil de fraccionar.
—¿Eso es lo que quieres, Kota? —pregunta Maxx en voz baja. Parrish
cierra los puños con las manos, pero no dice nada, no se mueve. Chasm todavía
me mira fijamente.
—Me importan los tres —admito, aunque las palabras rozan mis labios,
raspándolos como papel de lija, haciéndolos sangrar. Parrish mira en mi
dirección y luego vuelve a mirar a Chasm, a Maxx.
—¿Esa… no es una opción? —pregunta Parish, su voz tensa e ilegible.
Extiende sus manos—. ¿Se acabó para mí? ¿He tardado demasiado en hacer que
esto funcione? —Me devuelve la mirada con una expresión abatida que me corta
hasta los huesos.
—Te estaría mintiendo si te dijera que puedo olvidar las cosas que
sucedieron con Maxx y Chasm mientras estabas desaparecido. Pero también
estaría mintiendo si dijera que quiero que las cosas cambien entre nosotros. —Me
quedo ahí, insegura de lo que estoy pidiendo. Si es justo para mí pedirle algo.
Maxx le entrega una zanahoria a GG y luego retrocede con cuidado,
cerrando la puerta de la jaula antes de darse la vuelta. Chasm desliza las manos
en los bolsillos de la chaqueta de su traje, frunce el ceño y luego saca un pequeño
cuadrado de papel.
Es el artículo que Lumen me dio en la fiesta. Como si estuviera buscando
una distracción, cualquier distracción en absoluto, Chasm lo desdobla y lee el
mensaje antes de ofrecérmelo. Doy un paso hacia adelante y lo tomo, ignorando
la oleada de fuego en mi mano cuando nuestros dedos se rozan.
Tenemos que hablar. Reúnete conmigo en el laberinto de setos el lunes después de
la escuela.
Se me hiela la sangre.
356
—Lumen —susurro, y el cuerpo de Parrish se pone tenso.
—¿No me digas que ese cabrón también te hizo dormir con Lumen?
Levanto la mirada para encontrarme con la suya.
—Definitivamente no —le digo, agarrando la nota en mi mano. Lo sabía;
sabía que algo estaba pasando con esas chicas.
—La pandilla de Lumen le dio una patada a Dakota y le rompió la nariz
—explica Chasm mientras los ojos de Parrish se abren de par en par. Vagamente
escuchó del ataque en uno de nuestros chats de video, pero estoy segura de que
nunca supo ningún detalle—. También le rompió dos dedos. —Chas me hace un
gesto, pero no estoy usando mis tablillas como se supone que debo hacerlo. Me
deshice de los guantes y el abrigo de piel blanca hace mucho tiempo, pero todavía
estoy usando el vestido de princesa ensangrentado y la tiara—. Las cosas han ido
mal desde que te fuiste, Parrish. Veronica y sus amigas nos sacaron un montón
de navajas en la parte trasera del laberinto de setos.
—¿Qué demonios? —gruñe Parish, apretando sus manos en puños. Cierra
los ojos y se obliga a exhalar, pasando las manos por su cabello—. Déjame
adivinar: ¿Whitehall se está desmoronando sin mí?
—Como siempre, su majestad —dice Chasm, con la dosis justa de humor.
Parrish vuelve a abrir los ojos y deja caer las manos a sus lados.
—Lo resolveré —declara, pero no veo cómo. Es poco probable que Tess le
deje terminar la última semana de clases. Veo que tenemos mucho que ponernos
al día.
Se detiene de repente, gira la cabeza hacia la puerta, y todos dejamos de
hablar cuando los tacones de Tess se acercan y golpea ligeramente, asomándose
por la puerta. Tiene algo en la mano; se parece un poco a un botiquín de primeros
auxilios.
—Sólo comprobando cómo estás —dice, y Parrish fuerza una sonrisa que
me recuerda a la mía.
—Sólo estamos conversando un poco, para mantenerme tranquilo —dice,
y sus ojos se arrugan de amor y preocupación—. Es extraño haber estado fuera
durante tanto tiempo; siento que me perdí mucho.
La atención de Tess se vuelve hacia mí y Chasm por un momento, y estoy
segura de que está pensando en el condón que encontraron las autoridades, en
mi confesión de que estaba “durmiendo con” Chasm en ese momento. ¿Cómo
ahora, en realidad estoy durmiendo con Chasm?
—Está bien, cariño. Llevará tiempo reajustarse. Lo que importa es que
estás aquí, estás a salvo. —Sus ojos se llenan de lágrimas y vuelve a entrar en la
habitación para darle a Parrish otro abrazo, uno que sostiene durante tanto
tiempo que él comienza a molestarse.
—Mamá —murmura, y ella finalmente lo suelta, alisando su cabello hacia
atrás y luego mirando hacia el baño. El vapor sale de la ducha y llega al
dormitorio.
—¿Te vas a bañar? Puedo volver a aplicar tu bálsamo y vendas cuando
salgas. Además, ¿tomaste los antibióticos que te dieron en el hospital?
—Lo hice. Y las pastillas para el dolor. —Parrish me hace un gesto con una
inclinación de cabeza—. Dakota me ayudará a ponerme el ungüento y las vendas 357
después; estoy bien por ahora. —Toma el botiquín de primeros auxilios de la
mano de Tess y lo arroja sobre el mostrador del baño antes de regresar a su lugar
cerca de la puerta.
Tess me da una extraña mirada en respuesta y resisto el impulso de
temblar.
No se va a tomar muy bien la noticia de Parrish y yo como pareja.
—Está bien. Por favor, deja la puerta del baño abierta. No te molestaré,
pero me gustaría tener la opción de poder ver cómo estás de todos modos.
Parrish suspira profundamente y le saluda con dos dedos.
—Sí, está bien.
Tess se aleja con evidente esfuerzo, dejando la puerta abierta de par en
par. Maxx se acerca y vuelve a dejarla apenas entreabierta, asomándose para
asegurarse de que ella haya entrado en su oficina antes de regresar al área abierta
junto a las sillas de juego de Parrish.
Los cuatro nos quedamos allí en un incómodo silencio.
—Denme la oportunidad de recuperar lo que perdí —murmura Parish,
mirando al suelo. Mira a Chasm, a Maxx, y luego a mí—. Denme algo de tiempo.
Si no funciona… todos podemos intentar cortejarte y el mejor gana. —Su
mandíbula se aprieta, pero esconde bien su enfado.
—No necesitas tiempo para recuperarte de nada, Parrish —le digo,
poniendo mi mano en su brazo—. Mis sentimientos por ti no han cambiado. —
Me mira antes de volver su rostro hacia sus amigos.
—¿Y Maxine? —pregunta, dirigiendo la pregunta a, por supuesto, X.
X aprieta los dientes, pero no aparta la mirada.
—Maxine rompió conmigo antes de que pasara algo entre Dakota y yo.
Ella no renunciaría a la idea de que algo le estaba pasando a Kota, y tuve que
desalentarla. A ella no le gustó eso, así que… De todos modos, sabe de nosotros.
—Me hace un gesto con la mano izquierda—. Le conté todo. Se acabó por
completo entre nosotros, permanentemente.
—Hmm. —La frente de Parish se arruga. Puede notar que se está
perdiendo gran parte de la historia aquí—. Sabía que tenías algo por mi Chica
Gamer. Me di cuenta de inmediato. —Le lanza a Maxx una mirada sombría, una
que su amigo le devuelve sin inmutarse—. Y tú… —Él mira a Chasm que exhala
y luego extiende sus manos en un gesto apaciguador.
—Fui honesto al respecto desde el principio —admite, y Parrish le frunce
el ceño.
—¿Quién tiene la polla más grande? —pregunta Parish de repente, y me
sonrojo por completo, incluidas las tetas. También es una especie de rubor muy
obvio en este estúpido vestido.
—Eh, ¿qué? —digo con voz ahogada, pero no voy a responder esa
pregunta. Seguramente hará que al menos dos personas se enojen aún más de lo
que están ahora—. Eso no tiene nada que ver con nada. Si fuera solo sexo, sería
fácil. Diría gracias, Maxx; gracias, Chasm. Entonces seguiría adelante. Esto no es
así.
Parrish resopla y se pasa una mano por la cara.
358
—De todos modos, todos sabemos quién tiene la polla más grande —
bromea X, y los otros dos muchachos lo miran sombríos—. No hace falta decirlo,
creo.
—Tú no eres más agrable ahora de lo que eras en la prepa —le dice Parish
con los ojos entrecerrados—. Así que deja de fingir. ¿Ya lo has visto en su peor
momento? —Me mira y mi mirada se fija en la de Maxx.
—Lo hice. Se volvió un idiota conmigo y con Chasm cuando pensó que le
estábamos ocultando secretos sobre ti. También organizó grupos de búsqueda y
pasó toda la noche y todo el día durante una semana buscándote.
Eso ablanda un poco a Parrish, pero todavía no está contento.
—No sé qué hacer con esto. Soy… es mucho con lo que lidiar.
—No hablemos de esto por un rato —sugiere Chasm, mirándome de
nuevo. Su corazón parece que se está rompiendo, como si se sintiera de nuevo en
segundo lugar, segunda opción, un plan de respaldo. Nada de eso es cierto, pero
no solo voy a poder decirle eso con palabras. Acciones, solo. Pero, ¿cómo? ¿Cómo
hacemos esto?—. Terminemos la escuela para tener una cosa menos de la que
preocuparnos y centrarnos en Maxine en su lugar. Una vez que esté a salvo,
podemos… hablar.
—Estoy de acuerdo con eso si Kota lo está —dice Maxx, estudiándome.
Me mira como si fuera simultáneamente mi última y primera opción, todo al
mismo tiempo—. Podemos volver a mencionarlo más tarde, después de que te
pongas al día, y estemos al día, y… bueno, por supuesto, Maxine es lo más
importante.
—En este momento, solo somos Chica Gamer y yo. —Parrish me mira y lo
miro—. ¿Eso está bien? Tú y yo, saliendo. Como lo hubiéramos sido si yo no
hubiera… —se calla, y mi garganta se aprieta por la emoción. Si no hubiera
desaparecido, nunca habría experimentado las cosas que hice con Maxx y Chasm.
¿Hubiera sido más fácil? ¿Más difícil? No lo sé. No puedo imaginar no haber
compartido esos momentos con ellos ahora que han sucedido.
—Estoy de acuerdo con eso —le digo, decidiendo que una sola semana no
es un gran pedido.
—¿Irás al baile conmigo? —pregunta Parish, sorprendiéndome—. A
menos que todos mis días estén arruinados, o si Whitehall lo canceló, seguirá
sucediendo el viernes, ¿verdad?
Mis ojos se desvían a los de Chasm, y sus fosas nasales se ensanchan, pero
menea levemente la cabeza.
—Es una buena idea. Ustedes dos deberían ir juntos al baile de graduación.
—Exhala y se vuelve hacia la ventana, sacando el cigarrillo de nuevo y
encendiéndolo, asegurándose de inclinarse correctamente para que la cámara
exterior recién instalada no lo pille fumando. Si Tess, o cualquier otra persona,
está viendo la transmisión en este momento, probablemente asumirán que es
vapor de la puerta abierta del baño.
Dudo brevemente, apretando la nota de Lumen en mi mano.
Me viene a la mente otra expresión: atrapada entre la espada y la pared.
Mierda.
Parrish le da a Chasm una mirada extraña antes de volverse hacia mí.
—Si Tess te deja ir, me encantaría ir contigo —digo, mi voz entrecortada y
359
suave. Chasm no nos mira de nuevo, pero puedo decir que, aunque esto lo está
matando, está dispuesto a hacerlo por Parrish. Si está dispuesto, yo también.
Parrish ha pasado por mucho; casi muere. Y nada de esto es justo para él. No
tuvo nada que decir en estos asuntos más que nosotros.
—Tess me dejará ir —dice alegremente, agitando la mano restándole
importancia.
—¿Ustedes dos van a… —comienza Maxx, haciéndonos un gesto—. ¿Ser
íntimos el uno con el otro esta semana?
Parrish lo mira fijamente, luego me mira a mí, esperando mi respuesta.
—Eso espero —agrega, la voz se vuelve ronca, rompiéndose en
fragmentos emocionales que cortan y sangran—. Ojalá ahora mismo.
—¿Ahora? —inquiero, pero no estoy en contra. Quería eso desde que lo vi
por primera vez al otro lado de la puerta de la bodega.
—Si todavía me quieres —agrega Parish, y Chasm hace un ruido, trepando
al techo con su cigarrillo, al demonio la cámara. Se mueve para cerrar la ventana
de golpe, pero no antes de inclinarse y agregar su granito de arena a la situación.
—La tensión sexual entre ustedes dos me está enfermando físicamente;
solo fóllala ya. —Hace una pausa—. Hay condones en mi bolso. —Señala su
ubicación en el suelo antes de retirarse, deslizarse hacia el borde del techo y
seguir fumando.
—La verdad es que no tengo nada que decir en esto —dice Maxx,
suspirando profundamente—. Ustedes dos decidan qué es lo mejor para ustedes.
—Me ofrece una mirada mientras se acerca a la puerta y se asoma al pasillo de
nuevo—. Sin embargo, será mejor que sea rápido. Tess estará aquí bastante
pronto para ver cómo estás.
Estudio la espalda de X, toda esa tensión en sus músculos, y tomo una
decisión.
No puedo complacerlos a los tres a la vez, al menos no ahora. Parrish
estuvo desaparecido. Casi muere. Me necesita. Lo quiero.
Todas esas cosas son válidas.
Parrish y yo nos miramos, y luego me agacho y abro la bolsa de Chasm,
plenamente consciente de lo rara, y lo extrañamente triste, que es toda esta
situación. Sin embargo, no puedo dejar de sentir la alegría de tener a Parrish aquí
con nosotros. No soy la única: tengo la sensación de que Chasm y Maxx no serían
tan agradables si la situación fuera menos grave.
—Te deseo, Parrish —le digo mientras me pongo de pie, y él suelta un
profundo suspiro. Agarra mi mano y entramos juntos al baño. Cierra la puerta
detrás de mí, y luego su boca está sobre la mía de nuevo, sus dedos se deslizan
por el lateral de mi cuello y dejan un rastro de fuego a su paso.
Su otra mano acuna la curva de mi cintura.
—No quiero esperar ni un segundo más, pero tengo que preguntar…
¿para qué carajo es este vestido? —Parrish se echa hacia atrás, echándole un
vistazo a mi atuendo con interés manifiesto—. Además, lamento haber sangrado
por todas partes de él.
—Empaparía de sangre todo lo que poseyera sólo para volver a verte —
admito, mirando mi atuendo—. Esta fue la elección de Justin: todos fuimos a la
fiesta de lanzamiento de su nueva aplicación esta noche.
360
Parrish parece más, en lugar de menos, confundido, pero luego pone su
boca en una línea determinada y me agarra por las caderas, ubicándome en el
borde de la encimera. Se inclina, incluso cuando el vapor le rodea la cara.
—Soñé con esto —repite, subiendo las voluminosas faldas por mis piernas
y pasando sus palmas por mis muslos. El suave vapor blanco crea una barrera
entre nosotros y el mundo real por un breve momento. Todo es una ilusión, pero
creo que ambos lo necesitamos.
Necesitamos reconectarnos.
Desesperadamente.
—Soñé con eso cuando estaba atado a esa silla, cuando mi visión se volvió
borrosa y no podía ver bien, cuando mis oídos sonaron y finalmente todo el
sonido se cortó. Soñé con eso cuando mis manos estaban entumecidas por estar
atadas demasiado tiempo y pensé en rendirme y quedarme dormido. —Parrish
apoya su frente contra la mía—. No sé qué hiciste para conseguirme esa cama,
para desatarme, alimentarme, ducharme. Sea lo que sea, no es despreciado.
—De todos modos, sentí que te estaba traicionando —admito, rozando mi
boca contra la suya en un beso pequeño y acalorado—. Todo ese tiempo. Me sentí
mal por eso. Todavía lo hago. Me siento aún peor sabiendo que no odié lo que
Justin me hizo hacer con Maxx y Chasm. Todo lo demás fue horrible. Pero eso no.
La culpa que sentí por ti y Maxine fue la única parte mala.
—Si digo que te perdono, ¿ayuda? —ofrece, mientras vuelvo a meter los
dedos en su cabello, cerrando los ojos y dejando que su adictivo aroma me
invada—. Olvidas que sé algunas de las cosas que ese bastardo te hizo hacer. Sé
lo de la máquina de escribir y el automóvil; sé lo del incendio del teatro. Solo
puedo imaginar que empeoró después de eso.
Parrish pasa sus nudillos por la parte delantera de mis bragas y mi
respiración se detiene bruscamente. Intento dejar que mi cabeza caiga hacia atrás,
pero enreda los dedos de su mano derecha en mi cabello y junta nuestras bocas
de nuevo.
Sabe tan malditamente bien. No estoy segura de haber probado algo tan
perfecto y tan satisfactorio en toda mi vida. Todas y cada una de las emociones
del repertorio humano se encuentran entre nosotros: tristeza, ira, confianza,
odio… amor. Cuando dijimos que nos amábamos en el video chat, no fue solo
por desesperación ciega y miedo, fue más profundo que eso.
Parrish ajusta su mano derecha, deslizándola debajo de mis faldas, y luego
baja mis bragas por mis piernas y sobre las zapatillas que me puse mientras
esperábamos para recuperarlo. Le lanza una mirada a las zapatillas que no
combinan (una negra y otra verde) y suelta un suspiro de satisfacción.
—Extrañé esto. Tu extravagancia. Tus pullas políticos. La forma en que te
cuelas en todo y destruyes todos mis límites, y ni siquiera me importa. —Parrish
mueve las bragas a un lado y me quita el condón de la mano. Se pone de pie y se
baja los pantalones de chándal, los patea a un lado y se pone el condón.
La única luz que está encendida aquí es la que está encima de la ducha,
solo un foco que ilumina el cubículo, pero crea un crepúsculo en el resto de la
habitación ciertamente muy grande. Este baño es más de la mitad del tamaño de
toda mi habitación en casa con los Banks. 361
Aunque es posible que nunca piense en este palacio de hielo como un
hogar, hay algo en Parrish que dice hogar. Algo sobre Chasm. Algo sobre Maxx.
Los tres me dan ese sentimiento de la misma manera que lo hace Maxine, o como
lo hacen mis abuelos.
Acepto ese fenómeno cuando Parrish se acerca de nuevo a mí, su cuerpo
cálido entre mis muslos. El hecho de que incluso esté aquí, que esté vivo, me hace
temblar de emoción. ¿Quién diría que podría ser tan excitante rescatar al chico
que amaste/odiaste durante meses, perdido ante un infame asesino en serie y
luego rescatado de una manera dramática, digna de Agatha Christie?
—Extrañé tu boca grosera y carnosa, y tu estúpida fanfarronería, y la
forma en que entrecierras los ojos cuando algo o alguien te molesta —le digo, y
deja escapar una risa satisfecha cerca de mi oído, haciéndome temblar. La
sensación solo se intensifica cuando agarra mi cadera debajo de mi falda con una
mano, usando la otra para guiarse entre mis muslos.
Levanta la mirada, su rostro está perfilado en vapor blanco y luz oscura, y
luego empuja sus caderas hacia adelante, y ambos gemimos al unísono. Mis
dedos se aferran a su espalda, raspando sus vendas, mientras aprieta mi trasero
con ambas manos y arrastra mi pelvis con fuerza contra la suya, presionándonos
juntos.
—Chica Gamer —murmura mientras nuestras bocas se juntan una vez
más, lenguas se deslizan una contra la otra, los corazones laten mientras nos
sentamos pecho con pecho por un momento.
—Pear-Pear —susurro, pero es sólo medio en broma. Estoy demasiado
envuelta en calor y ardor para ser algo menos seria en este momento.
—Puedes llamarme así. De hecho, puedes llamarme como quieras. Tal vez
me haga parecer loco, pero fuiste la persona que más extrañé. —Parrish comienza
a moverse, lento al principio, pero cada vez más rápido. Es como si se estuviera
ahogando de repente, y soy su única oportunidad de respirar.
Mantengo mis brazos alrededor de su cuello, mi boca se mueve contra la
suya, murmurando su nombre una y otra vez. Deseo más que nada que
tuviéramos toda la noche para estar juntos. Quiero tocar cada parte de él, solo
para asegurarme de que está realmente bien. Trazo sus cicatrices, lo memorizo.
Puede que las tenga de por vida, pero no me importa. Porque significa que lo
logró; sobrevivió.
La sensación de sus caderas balanceándose contra las mías, de su cuerpo
dentro de mí, es increíble. Ya me siento mucho mejor, estando tan cerca de él.
—Dime que sigues siendo mía —murmura contra mi oído, y aunque no sé
cómo van a salir las cosas, lo sé.
—Sigo siendo tuya —le susurro—. Y tú eres mío.
Emite un sonido que podría ser asentimiento o negación (nunca se sabe
con Parrish Vanguard) y luego se pierde en mí, moviéndose más fuerte, más
rápido. Sus manos en mis caderas se tensan, dejando marcas en mi piel que me
hacen retorcerme.
Cuando llega a ese dulce y cálido lugar del clímax, me muerde el costado
del cuello y gime al mismo tiempo. Las estrellas parpadean bajo mis párpados
mientras cierro mis tobillos detrás de él, sosteniéndolo cerca y fuerte mientras
termina.
Golpea una de sus palmas contra el mostrador, con la cabeza gacha, su
362
respiración rozándose contra mi clavícula, y hace otro sonido, este claramente
construido por la frustración.
—Necesito más de esto —murmura—. Toda la noche.
Agarro un puñado de su cabello y levanto su rostro hacia el mío. Mi
cuerpo se siente como si estuviera brillando, como si estuviera al borde de un
orgasmo. Quiero más, pero no estoy segura de que sea capaces de que yo acabe,
y mucho menos pasar toda la noche.
Un golpe en la puerta nos pone rígidos a los dos.
—Acabo de decirle a Tess que Dakota fue a su propio baño a ducharse.
También me tomé la libertad de traerte tu pijama. ¿Quieres agarrarlos?
Es Maxx.
Parrish entrecierra los ojos con frustración, se sienta y luego se desliza
lentamente fuera de mí, mientras hace contacto visual. Se quita el condón y lo tira
a la basura (tenemos que recordar ocuparnos de eso más tarde) y se pone los
pantalones.
Para cuando abre la puerta, tengo los tobillos cruzados y tengo la
expresión más indiferente que puedo. Los ojos de Maxx se deslizan más allá de
Parrish para aterrizar en mí, y sé que puede notarlo. Su mandíbula se aprieta,
pero no dice nada mientras le pasa el montón de ropa a su amigo.
—Gracias —le dice Parish con sinceridad, pero con una ligera tensión en
la voz que dice que no fue fácil para él. X saluda con la mano y luego se retira,
permitiendo que Parrish cierre la puerta detrás de él—. Métete en la ducha
conmigo —dice, y no es realmente una pregunta.
Necesita eso.
Salto de la encimera y pone la ropa en mi lugar, quedándose quieto y en
silencio mientras lo ayudo a desenvolver los vendajes de su pecho, examinando
las heridas pasando mis dedos sobre ellas. Parrish agarra mi mano con la suya y
presiona mi palma contra ellas, incluso mientras se estremece levemente de
dolor.
—No son tan malas como parecen —me dice, pero eso no es cierto. Casi se
desangró hasta morir. Es solo que alguien, el Sr. Volli, supongo, ha estado
limpiándolas y aplicando generosamente un ungüento antibiótico durante las
últimas semanas—. Se curarán, incluso si mis tatuajes están estropeados.
Es cierto que las tajadas en su pecho han oscurecido un poco el hermoso
arte, pero no es menos lindo para lo que es ahora, es hermoso de una manera
diferente.
—Vamos a ver cómo se curan y luego preocuparnos por ellos. Nunca
sabes; pueden desvanecerse con el tiempo. —Las primeras marcas son más
anchas y tienen un aspecto más irregular; a las nuevas les dieron pequeñas
puntadas que deberían ayudar a que las cicatrices sean menos visibles. De todos
modos, dado que Paul es cirujano plástico, si realmente molestan a Parrish, ¿tal
vez su papá pueda ayudar?
Toma el botiquín de primeros auxilios, lo abre y luego saca un rollo de lo
que parece una envoltura de plástico.
—Ten. —Parrish me lo entrega junto con un carrete de cinta adhesiva
blanca—. Se supone que no debo mojar nada de esto. —Se señala a sí mismo 363
mientras mi garganta se aprieta, y asiento, ayudándolo a cubrir sus heridas y
sellar los bordes—. Eso debería servir.
Parrish asiente y suelta mi mano, empujando sus pantalones al suelo
mientras desato y pateo mis zapatillas antes de darme la vuelta y mirar por
encima de mi hombro.
—¿Cremallera? —pregunto, y él da un paso adelante, deslizando la
cremallera hacia abajo y luego ayudándome a quitarme el vestido. Debido al
ajuste de corsé de la parte superior, no necesitaba un sostén, dejándome expuesta
de inmediato. Mis bragas también están en el suelo. Ahora, somos solo yo, yo y
yo, completamente desnuda para él.
Los ojos de Parrish brillan con interés mientras me estudia, y luego
extiende la mano hacia la puerta de la ducha, la abre y espera a que entre. Lo
hago y me sigue rápidamente después, rodeándome con sus brazos por detrás
mientras el agua caliente cae en cascada sobre los dos al mismo tiempo.
—Quédate conmigo toda la noche, incluso si no podemos tener sexo —
susurra, pero no tengo ni idea de cómo hacer que eso funcione con Tess. Decido
no decir nada que arruine ese momento, cerrando los ojos y asintiendo mientras
me besa un lado de la cara.
Nos quedamos allí durante varios minutos, los únicos sonidos son el
golpeteo del agua y las exhalaciones e inhalaciones combinadas de nuestra
respiración. Cuando Parrish me suelta, agarro la botella de jabón Dial naranja
que tiene allí (para limpiar tatuajes, probablemente) y la uso para hacer espuma
en mis palmas.
—¿Quieres que te lave la espalda? —pregunto y él asiente, mirando los
diecinueve cortes perfectos en su pecho. Están en dos filas de ocho con tres
marcas en la tercera y última fila. Cada una mide aproximadamente tres
centímetros de largo, y la colección completa de ellos oscurece casi todo su pecho.
El vendaje de plástico se extiende a través de las heridas cuidadosamente cosidas,
manteniéndolas secas. Me recuerda a los vendajes transparentes que he visto a la
gente usar sobre tatuajes nuevos.
Parrish se da la vuelta y deslizo mis palmas enjabonadas sobre él,
disfrutando de la forma en que se tensa y exhala, dejando que su cabeza caiga
hacia atrás en éxtasis. Mis dedos se arrastran hasta su firme trasero, y me lanza
una mirada, no muy diferente a la del primer día que nos conocimos.
Al parecer, no soy la única que recibe la referencia.
—Ya quisieras, Chica Gamer —dice con una pequeña sonrisa—. En tus
sueños.
Lanzo mis brazos alrededor de él una vez más, con cuidado de mantener
mi agarre bajo para no molestar las heridas en su pecho.
—No puedo creer lo mucho que te extrañé —repito por quincuagésima
vez. Pero es verdad. Lo hice. Todos lo hicimos.
Parrish cubre mis manos con las suyas, acariciando mis nudillos hasta que
finalmente me aparto. Termino de lavarle la espalda y luego cambio el jabón por
el champú, enjabonando su cabello, enjuagándolo y luego agregando
acondicionador.
—Este es el mejor momento de mi vida —murmura mientras le masajeo el
cuero cabelludo y luego dejo que el acondicionador se asiente mientras me ocupo
de mi propio cabello. Parrish se da la vuelta y me da uno de esos lindos ceños 364
suyos, extendiendo su mano derecha en demanda silenciosa—. Dame el champú
—ordena, todo distinguido y demás.
Arqueo una ceja.
—No.
—¿No? —pregunta en respuesta, inclinando ligeramente la cabeza hacia
un lado, su mirada deslizándose sobre mi cuerpo desnudo. Me estremezco bajo
su mirada. Una cosa es estar desnuda y hacerlo bajo las sábanas en la oscuridad.
Es completamente diferente estar de pie bajo un foco virtual: una luz tenue, sí,
pero como una que está justo encima de mi cabeza, y que él me estudie de la
manera en que lo hace.
—Acaba de llegar a casa; estás herido. Nada de trabajo extra para ti.
Parrish deja que su cabeza cuelgue hacia abajo por un minuto, y luego,
cuando me mira, es resuelto. Se lanza y logra agarrar la botella de champú con
una mano, agarrando mi muñeca derecha y presionándola contra la pared con la
otra.
—Sí, tu papi asesino en serie me encarceló en una bodega llena de vino
muy caro y trató de desangrarme. Durante la próxima semana —murmura,
inclinándose y presionando un beso ardoroso contra la comisura de mi boca—,
obtengo lo que quiero de ti.
Me suelta y se pone de pie, levantando la barbilla con esa altivez suya y
echando champú en las palmas de sus manos.
—Date la vuelta —me dice, pero no se siente como una orden tan simple
cuando los dos estamos desnudos así. Hago lo que me pidió de todos modos,
incluso si me quejo por ello.
—Deberías estar descansando —murmuro mientras sus largos dedos se
hunden en mi cabello mojado, haciéndome gemir mientras trabaja la laca
pegajosa para el cabello, me enjuaga y luego aplica el acondicionador suave y
perlado a través de los mechones verdes y negros. Hago un pequeño sonido de
sorpresa cuando envuelve mi cabello alrededor de su puño y le da un pequeño
tirón.
—¿Y si no quiero descansar? ¿Y si todo lo que quiero eres tú?
—Entonces vas a tener serios problemas porque Tess vendrá aquí, estés
desnudo o no, para ver cómo estás en algún momento.
Parrish gruñe, pero no parece demasiado preocupado. En cambio, se
enjuaga los dedos del acondicionador y luego los desliza por mi vientre desnudo.
Me empiezan a temblar las piernas y apoyo mis palmas contra la pared.
Los guía entre mis muslos, rozando el pulso caliente de mi clítoris y
debilitando mis rodillas. El cuerpo de Parrish se presiona contra el mío,
inmovilizándome contra la pared. Puedo sentirlo endurecerse contra mí de
nuevo, pero no tenemos otro condón, así que tendremos que buscar formas
alternativas de entretenernos.
Se inclina, presionando sus labios contra mi hombro y luego apartando mi
cabello de mi cuello. Ahí es cuando hace una pausa, y dado que su boca carnosa
está presionada contra mi cuerpo, realmente lo siento fruncir el ceño.
—¿Quién dejó estas marcas? —pregunta con voz helada. Me pongo rígida,
pero luego desliza un dedo entre mis piernas y lo empuja dentro de mí. Mis uñas
raspan las baldosas blancas estilo metro de las paredes. 365
—Chasm —susurro en respuesta, y Parrish hace un sonido de frustración.
Su boca desciende sobre una de las marcas ya doloridas, chupándola y
haciéndome gritar. Demasiado ruidosa, Dakota. No solo hay que preocuparse por
Tess, sino que no quiero que ninguno de los otros chicos me escuche.
Aun así, Parrish está decidido. Busca cada marca y rasguño dejado por su
mejor amigo y luego procede a cubrirlo con uno de los suyos. El único dedo
dentro de mí se convierte en dos, se desliza profundamente y se dobla
ligeramente para otorgarme un placer adicional. Busco con mi propia mano,
ajustando la suya para que cuando la meza, frote mi clítoris al mismo tiempo.
—Sé que debería estarles agradecido, pero solo estoy molesto. Eres mía; te
vi primero.
Uso mi mano izquierda para cubrir mi boca, solo para sofocar todos los
sonidos que quieren salir. Es demasiado, con el vapor caliente y el cuerpo aún
más caliente de Parrish, con su eje endurecido presionando contra mi trasero y
espalda baja, sus dedos dentro de mí. Continúa besando, lamiendo y chupando
mientras me hace subir a esa etapa brillante de nuevo, animando a mi cuerpo a
apretarse alrededor de él.
El clímax me golpea con tanta fuerza que me derrumbo. Parrish me agarra
por la cintura con su mano izquierda, dejando los dedos de la derecha dentro de
mí. Nos baja a los dos al suelo y luego apoya la espalda contra la pared,
colocándome en su regazo. Me trabaja hasta que todo mi cuerpo se pone rígido
de nuevo, temblando en sus brazos, y luego me desplomo contra él con un
suspiro estremecedor.
¡Mierda, su pecho! Intento moverme, a pesar de que mis músculos
lánguidos parecen estar firmemente en contra de ello, pero no me deja ir.
—No. Quédate aquí. No seas tan terca. —Me empuja hacia atrás contra él,
deslizando sus dedos afuera y luego envolviéndome con ambos brazos.
—Eres un idiota —murmuro, pero eso, ambos lo sabemos.
—Eres una mimada —responde, lo cual es cierto. Me permite “escapar”
del agarre de sus brazos, pero no voy muy lejos, me doy la vuelta para mirarlo,
su cuerpo delgado y entintado está tendido en la esquina de la ducha, una rodilla
levantada, el codo apoyado contra ésta. Juega con los mechones de su cabello
mojado con sus dedos mientras me mira. Entre sus piernas, está tan duro como
antes de que empezáramos.
Lamiendo mis labios, me acerco a él y alargo mi mano derecha,
rodeándolo con los dedos.
—Mierda —susurra, dejando caer la cabeza hacia atrás contra la pared—.
Por favor, Dakota; necesito esto.
Levanto la mano y golpeo la pantalla que controla todas las funciones
elegantes de la ducha. Sí, lo sé, una pantalla de computadora dentro de la ducha
es extraño. Solo espero que Justin no pueda espiarnos con ella y ajustarlo para
que el agua ya no caiga directamente sobre nosotros.
Extiendo mi palma para Parrish, tal como lo hice en la habitación del
sótano ese día. Me sonríe, capturando mi muñeca y lamiendo mi palma,
chupando mis dedos, claramente disfrutando. Apenas puedo respirar mientras
miro, temblando al sentir su lengua caliente en mi piel. Estaremos en esto toda la
semana; ya puedo decirlo. 366
En cuanto me suelta, envuelvo mi mano alrededor de su base y aprieto con
fuerza, inclinándome para besar y chupar su labio inferior. Lo trabajo con
movimientos rápidos y duros, sabiendo que realmente estamos superando los
límites del tiempo aquí. No es así como queremos que Tess nos atrape. De
ninguna maldita manera.
Parrish intenta acercarme, pero me resisto. No confío en que ninguno de
nosotros cometa un error aquí. Probablemente debería conseguir un método
anticonceptivo en alguna parte. El pensamiento entra y sale de mi cabeza, y lo
guardo para más tarde.
Por ahora, mantengo mi agarre firme, mi ritmo uniforme, hasta que
Parrish levanta sus manos para agarrar mis hombros, clavando sus dedos
mientras lo llevo a su propia liberación. Me vuelvo a sentar, me pongo de rodillas
y estiro la mano para agarrar uno de los cabezales de ducha móviles. Una
pulsación de un botón lo activa y utilizo el agua tibia para limpiarlo.
Me mira y nos quedamos sentados, mirándonos mutuamente.
—Lo decía en serio —me dice, y mis mejillas se arden. Aunque no aparto
la mirada; quiero oír esto—. Cuando dije que te amaba.
—También lo dije en serio —prometo, y luego ambos saltamos un poco al
oír otro golpe en la puerta.
—Ustedes realmente lo están presionando: Tess está empezando a ponerse
rara. Apresúrense.
Con otro ceño fruncido, Parrish se inclina hacia adelante, agarrando mi
barbilla y aplastando su boca contra la mía para otro beso desesperado y
necesitado. Usa la pared para ponerse de pie y luego me tiende la mano. Nos
enjuagamos muy rápidamente el acondicionador restante del cabello, apagamos
la ducha y nos apresuramos a vestirnos y cambiarnos.
Maxx le ha traído a Parrish unas sudaderas blancas de la Preparatoria
Whitehall y una sudadera con capucha a juego. Una escuela para innovadores,
ingenieros y líderes mundiales, dice al dorso. Pongo los ojos en blanco. Para mí, ha
traído… mis pantalones Pokémon y una camiseta negra sin mangas.
Mis labios se curvan… hasta que veo que también me ha traído bragas
limpias.
¿Me molesta que haya revisado el cajón de mi ropa interior?
No en realidad no. Me trajo ropa limpia, incluso sabiendo que
probablemente estaba teniendo sexo con su mejor amigo en el baño mientras él
hacía guardia afuera. En todo caso, mi amor y admiración por él crece
sustancialmente.
Parrish y yo entramos en la habitación casi al mismo tiempo en que
escuchamos los tacones de Tess taconeando en el pasillo. Sus ojos se dirigen al
baño donde mi vestido rosa y ensangrentado yace en el suelo en un montón.
—Mierda. —Me empuja hacia la cama, deslizándose hacia el baño y
arrebatando el vestido, mis bragas y mis zapatos del suelo. Vuelve a la habitación,
cae de rodillas y lo mete todo debajo de la cama justo antes de que Tess abra la
puerta.
Sus ojos se mueven hacia mí, sentada en la cama de su hijo con mi cabello
mojado colgando alrededor de mi cara, y luego hacia Maxx, quien sostiene a GG
y se apoya contra el borde de la cómoda. Chasm está sentado en una de las sillas 367
de juego, con los dedos entrelazados detrás de su cabeza.
Tess sonríe cuando Parrish se levanta de su posición en cuclillas.
—¿Cómo estuvo tu ducha? —pregunta, y él se encoge de hombros,
metiendo las manos en el bolsillo delantero de su sudadera.
—Primera ducha en semanas donde un loco no me mira a través de una
cámara —dice, y el rostro de Tess se contrae con una mezcla de rabia y simpatía.
Empuja lo primero a un lado mientras entra en la habitación, sus ojos recorren a
los cuatro.
Si ella supiera las cosas en las que estamos involucrados…
—Me gustaría que durmieras en mi habitación esta noche —comienza
Tess, y Parrish deja escapar una de esas risas ásperas y arrogantes suyas, las que
suele guardar para la gente que quiere “enterrar”. Ya sabes, como la que usaba
para reírse de mí. El sonido ya no me molesta; me gusta. Me encanta. Eso es un
problema, ¿no?
—Mamá, ¿en serio? Tengo diecisiete putos años. Cumpliré dieciocho en
enero.
—Lo que significa que todavía tienes diecisiete desde hace más de medio
año —argumenta, suavizando su sonrisa—. Sigues siendo un bebé.
Parrish aprieta la mandíbula y niega con la cabeza.
—No voy a dormir contigo. No seas rara, por favor. —Ladea la cabeza en
mi dirección—. Mis amigos dormirán aquí conmigo.
—Puedes dormir con la misma facilidad en el sofá de mi habitación —
discute Tess mientras Parrish cierra los puños y niega con la cabeza.
—No.
Uh oh. Lo miro, esperando que sepa lo que está haciendo aquí. Debe,
supongo, ya que conoce a Tess mucho mejor que yo. Lo he visto trabajar antes.
Tan protectora como puede ser Tess, también malcría a sus hijos. Es una mezcla
tóxica.
—¿No? —repite Tess, pero puedo ver que no quiere enojarse con Parrish
ahora mismo. Ella lo extrañó demasiado; pensó que estaba muerto.
—Dormiremos en el suelo, ¿no, Maxx? —sugiere Chasm, y Maxx asiente,
todavía acariciando con la mano las largas orejas de GG.
—Mamá, necesitas relajarte —comienza Parish, lo que claramente fue un
error.
Los ojos de Tess se agrandan y entra en la habitación para pararse frente a
él, poniendo sus manos sobre sus hombros y deslizándolas por sus brazos.
—¿Relajarme? Cariño, sé que has pasado por mucho. Apenas puedo
imaginar lo asustado que debiste haber estado. —Acuna un lado de su cara y él
lo permite, mirándola directamente a los ojos. Con los tacones puestos, Tess es
casi tan alta como él—. Pero fuiste secuestrado de esta habitación durante la
noche. No puedo dejarte dormir aquí.
Parrish se acerca y le quita la mano de su cara, pero no la suelta,
apretándola un poco.
—Necesito estar en mi propia habitación —le susurra en respuesta,
agrandando los ojos—. No quiero dormir en el sofá contigo y con Paul. 368
—Papá —corrige Tess y Parrish suspira dramáticamente. Se ve tan
cansado de repente. Quiero decir, por supuesto que lo está. Me siento protectora
con él, levantándome sin darme cuenta de lo que estoy haciendo. Tess lanza una
mirada en mi dirección, pero luego se vuelve hacia Parrish—. Dormiré en el sofá;
tu padre puede dormir en la habitación de invitados. Puedes quedarte con
nuestra cama.
—Estás siendo rara —dice Parrish muy despacio, con mucho cuidado—.
Dakota está aquí; estoy aquí. Ambos estamos aquí, mamá.
Los ojos de Tess se llenan de lágrimas y comienza a temblar, retirando su
mano de la de Parrish.
—Sé que tienes miedo, pero está bien. Va a estar bien. —Parrish rodea con
sus brazos a su… ¿nuestra? madre y la aprieta con fuerza. Ella se agarra a él,
aferrándose y sollozando en voz baja mientras la mantiene envuelta durante
varios minutos. El resto de nosotros hacemos todo lo posible por desaparecer
entre las tablas del suelo. Me siento con fuerza en la cama y miro a uno de los
rostros amarillos que me miran desde la tela de mis pantalones—. Si te preocupas
por mí, por cómo me siento y por lo asustado que estuve, déjame dormir en mi
propia cama con mis amigos a mi alrededor.
—Parrish —advierte Tess en voz baja, retrocediendo justo cuando Paul
entra en la habitación. Está parado allí con los brazos cruzados sobre su pecho,
los ojos fijos en su hijo. Es mucho más atento que de costumbre, su mirada es
suave y cariñosa de una manera que nunca la he visto. Tess mira a su marido—.
Quiere dormir aquí esta noche.
—Tenemos que dejar que él tome esa decisión —le dice Paul suavemente,
y ella frunce el ceño, volviendo a mirar a su hijo—. Mientras Maxx y Chasm estén
aquí, no veo por qué no.
Tess suspira y da un paso atrás, cruzando los brazos sobre su pecho.
—Está bien, Parrish —dice, y él deja escapar un pequeño suspiro de alivio,
apartando el cabello húmedo de su frente—. Pero solo mientras tus amigos estén
aquí; no dormirás aquí solo.
Ella dice eso, pero he estado durmiendo en mi habitación sola todo este
tiempo. Kimber también. Ben también. Amelia y Henry comparten una
habitación que está conectada con sus padres con un enorme baño estilo Jack y
Jill. Aunque lo entiendo. Tess sabe que ha arreglado el sistema de seguridad, que
hay cámaras adicionales, guardias adicionales, oficiales de policía, todo eso.
Lógicamente, entiende que las posibilidades de que Parrish vuelva a desaparecer
son escasas o nulas.
Pero aun así, ella tuvo a una hija desaparecida durante catorce años y a
otro durante casi tres semanas.
Tiene sentido que esté paranoica.
—No estaré solo, ni un segundo —le asegura Parish, metiendo las manos
en los bolsillos de sus pantalones de chándal—. ¿Trato?
—Trato —susurra Tess, frotándose las sienes—. Son casi las cinco de la
mañana; sé que están todos emocionados de verse, pero Parrish necesita dormir.
—Me mira—. Dakota, deberías irte a la cama también.
—Bien. —Es la única palabra que puedo pronunciar. La idea de volver a
mi habitación sola es horrible. Quiero quedarme aquí. ¿Quizás yo también debería
dormir en el suelo? No se lo mencionaré a Tess ahora mismo. 369
Se retira a regañadientes cuando Paul la toma del brazo y sonríe a su hijo.
—Estoy tan feliz de tenerte en casa —dice él, y Parrish asiente, su mirada
imposible de leer. Espera a que se muevan por el pasillo hacia su propio
dormitorio antes de avanzar sigilosamente y cerrar la puerta con mucho cuidado
hasta que se cierra.
Se da la vuelta con la espalda presionada contra ella.
—Se va a enojar si ve que la has vuelto a cerrar —advierte Chasm,
levantándose de la silla y dirigiéndose al baño. Puedo oírlo abrir la puerta del
armario. Cuando regresa, sus brazos están amontonados con ropa de cama
limpia.
—Sí, bueno —ofrece Parish con un suspiro cansado—. Solo necesito un
minuto. Entiendo sus miedos, pero quiero algo de espacio y privacidad. ¿Es
mucho pedirlo?
Maxx desliza a GG de regreso a su jaula mientras me pongo de pie y
Parrish me lanza una mirada molesta.
—¿A dónde crees que vas? —pregunta, y arqueo una ceja.
—Um, ¿crees que yo también podría salirme con la mía durmiendo en el
suelo?
Parrish se ríe, separándose de la puerta para rodear la cama. Se para frente
a mí y se cruza de brazos.
—No. Dormirás en la cama. —La señala—. Conmigo.
—Uh. —Comienza Chas, intercambiando una mirada conmigo. Parrish se
da cuenta y su rostro se tensa—. Tess se volverá loca.
—No si lo hacemos bien. —Parrish se acerca y toma mis brazos entre sus
manos. Su mirada está mezclada con posesión y afecto a partes iguales. Me
imagino que lo estoy mirando de la misma manera. No puedo evitarlo: lo
considero mío. No de Chasm ni de Maxx, ni de Tess ni de Paul. Mío—. Espalda
con espalda. Nada sexual.
—Ella conoce a Chasm y hemos sido… íntimos, así que supongo que eso
podría funcionar —musito y la frente de Parrish se arruga.
—¿Por qué diablos lo sabe? —exige Parish, y Chas suspira, acercándose
para pararse junto a su amigo. Los dos se miran fijamente en comunicación
silenciosa antes de que Chasm murmure algo en coreano y Parrish se encoja.
—¿Qué significa…? —insisto cuando Maxx se une a nosotros, de pie en el
lado opuesto de la cama.
—Le contó cómo la policía encontró el condón —ofrece y me estremezco
un poco. Pobre Chas. Tuvo que aguantar un montón de mierda que no tenía nada
que ver con él en absoluto. Lo manejó bien y sin quejarse también.
—Así que sí, Tess me echó una bronca por tu encuentro sexual con tu
hermanastra. —Chas levanta la mano para desabrocharse la corbata y doy un
paso adelante automáticamente para ayudarlo. Parrish se da cuenta y Chasm con
mucho cuidado aparta mis manos—. Lo hicimos por ti.
—Entiendo —susurra Parish, suspirando de nuevo—. Pero tengo derecho
a estar celoso, ¿no? Déjenme sentir así por un tiempo.
370
Maxx estudia a sus amigos durante un minuto y luego se vuelve hacia mí.
—He revisado tu teléfono por ti: no hay mensajes.
Asiento; no espero nada hasta mañana más tarde. Mi corazón se hunde,
pero reprimo la sensación cuando un bostezo se apodera de mí. Estoy agotada;
estamos todos agotados.
—Vamos a asentarnos —sugiero gentilmente, esperando romper la
tensión—, y podemos discutir todo lo que pasó en ambos extremos. Necesitamos
estar en la misma página.
Parrish me mira.
—Sí, pero solo si duermes en mi cama. De lo contrario, no voy a escuchar.
—Pasa a mi lado para bajar las mantas y luego mira sus sábanas, levanta los ojos
hacia Maxx y luego mira a Chasm—. No follaron en mi cama, ¿verdad?
—No —dice Maxx con firmeza, pero con una pizca de fastidio en el
rostro—. Casi lo hicimos, considerando que tenías alrededor de una hora antes
de que te cortaran la garganta. Pero nos cambiamos a la habitación de Dakota.
—La habitación de Dakota —concuerda Chasm, mirando al techo
mientras se mete la corbata en el bolsillo de sus pantalones—. El laberinto de
setos en la escuela. Además, el baño para discapacitados en la escuela.
—Jodido Jesucristo —gruñe Parish, subiéndose a la cama y luego
mirándome—. Entra aquí conmigo. —Hace una pausa de nuevo y luego me mira
a la cara—. ¿Te dijeron de antemano que ambos eran vírgenes? Incluso Chasm.
Toda su charla de putas es solo un juego.
—Vete al infierno, Parrish —le espeta Chasm, mostrándole el dedo medio
a su amigo con ambas manos. De hecho, Parrish se ríe de eso, lo cual es una buena
señal. Las risas se detienen abruptamente cuando Chas se quita la chaqueta y la
camisa de vestir, revelando sus brazos y pecho entintados. Patea las mantas del
suelo, haciendo un nido a mi lado.
Al otro lado de la cama, Maxx se quita la pajarita, la chaqueta y la camisa,
y se da la vuelta para agarrar unas mantas dobladas de la parte superior del
escritorio. Puedo ver sus tatuajes de alas de ángel con glorioso detalle.
Mis ojos se vuelven hacia Parrish.
Me mira fijamente.
Maxx apaga las luces.
Mis ojos se dirigen inmediatamente al techo, a las estrellas que brillan en
la oscuridad pegadas en éste. Brillan débil y agradablemente desde arriba cuando
nos acomodamos en las mantas. Parrish no comienza con un espalda con espalda
conmigo como dijo.
En cambio, enrolla su cuerpo alrededor del mío y me acerca.
Se siente tan malditamente bien que ni siquiera me importa si nos atrapan.
—Comienza desde el principio, Pear-Pear —dice Maxx, y Parrish suspira,
su aliento cálido contra mi oído.
—Bueno. —Comienza a pasar su mano por mi costado y acariciar
suavemente mi pecho a través de mi blusa. Me muerdo el labio para callarme—.
Dakota y yo tuvimos sexo, unas cinco veces seguidas, y luego ella regresó a su 371
habitación. Después de eso, me acosté aquí, y luego… no recuerdo nada hasta
que desperté en la bodega. Ni una maldita cosa.
Hablamos tanto como podemos antes de escuchar a Tess venir. Parrish y
yo nos alejamos frenéticamente el uno del otro, juntando nuestras espaldas.
Emite un sonido molesto cuando descubre que la puerta está cerrada, y
luego escucho sus pasos mientras se detiene al final de la cama.
Independientemente de lo que piense de verme bajo las sábanas con Parrish, no
dice nada y se retira a su habitación.
En cuanto se va, comenzamos de nuevo. Maxx patea la puerta para
cerrarla desde su lugar en el suelo, Parrish se vuelve para abrazarme y seguimos
adelante.
Se pone tenso con las historias de Chasm y yo, Maxx y yo. Se queda
inmóvil cuando se entera de los incidentes en la escuela. Está inquietantemente
rígido y silencioso cuando se entera de su madre biológica, Caroline. Pero sus
manos nunca dejan de jugar por mi cuerpo, tocándome, acariciándome. No me
importa De hecho, quizás me encanta demasiado.
Hablamos mucho más allá del amanecer, incluso si es imposible ver más
allá de la elegante cortina automática que Parrish tiene sobre su ventana. Cuándo
nos quedamos dormidos, no estoy segura, pero Parrish está más o menos al día,
y nosotros también.
Él no sabe nada que nosotros no sepamos. De hecho, todo lo que sabe es
que un hombre enmascarado fue el que orquestó todo. Ni siquiera sabía que era
Amin Volli, no tiene clases con el sujeto, hasta que le dijimos.
Debajo de las mantas, Parrish y yo alargamos nuestras manos y las
estrechamos, aferrándonos en secreto.
Cuando finalmente abro mis cansados párpados al día siguiente, puedo
ver el reloj en la pared del fondo de Parrish (es solo una cosa básica que funciona
con baterías y tiene un dragón en el frente, nada que Justin pueda usar contra
nosotros).
372
Son casi las cuatro de la tarde. Santo cielo. Me doy la vuelta y me sobresalto
cuando veo que Tess está sentada en la cama mirándonos.
Me sonríe, así que supongo que todo está bien.
—Mis dos bebés desaparecidos —dice en voz baja, y mi corazón
tartamudea. Por favor, no digas eso. No te refieras a nosotros así—. Son los niños de
mi corazón —me dice, justo cuando Parrish se incorpora un poco y ve a su madre
a los pies de la cama.
—No seas espeluznante, mamá —murmura, tan despeinado y tan lindo
que podría gritar. Todavía no puedo creer que esté realmente aquí; no se siente
real—. ¿Qué estás haciendo?
—Tus hermanos y hermanas tienen muchas ganas de verte. Sé que
necesitas dormir, pero Maxx preparó el desayuno. Deberías bajar y comer. —Tess
se inclina para mirar a Chasm al otro lado de la cama—. Es hora de levantarse,
dormilón —dice ella, más alegre de lo que jamás la había escuchado.
Se endereza y sale por la puerta, con el cabello revuelto, las gafas puestas,
su peculiar personalidad de escritora con toda su fuerza.
Chasm se sienta con un gemido y luego se arrastra hasta el final de la cama
para desplomarse. Tengo que resistirme a estirar la mano y apartarle el cabello
de los ojos. Murmura algo en coreano y Parrish se ríe, respondiendo con la misma
facilidad.
—Conozco una de esas palabras, creo —empiezo y Chasm resopla.
—No sabes nada más que… —comienza, y luego se interrumpe
abruptamente. Parrish se da cuenta, obviamente.
—¿Pero qué? —pregunta, su voz tensa.
—Aquí la hermanita pensó que me estaba diciendo “buenas noches” —
murmura Chasm, sentándose y moviendo la lengua contra uno de los aretes de
sus labios. Otro hábito nervioso suyo.
—¿Qué estaba diciendo ella? —pregunta Parrish, sonando genuinamente
curioso.
—Estaba diciendo “te amo” —admito, mirando a Parrish para evaluar su
reacción. No tiene una. Para nada. Se encoge de hombros y tira las mantas hacia
atrás mientras Chas y yo intercambiamos una mirada, y luego ambos nos
movemos para seguirlo.
—Se siente tan raro estar de vuelta aquí—dice, mirando alrededor de la
habitación—. Como familiar, pero al mismo tiempo no. —Suspira y le echa un
vistazo al conejito mientras éste lo golpea con su patita, luego se gira y se mira
en el espejo, pasando sus dedos por su desordenado cabello.
—Tomará algún tiempo reajustarse —ofrece Chasm, cerniéndose justo
detrás de Parrish, siempre su caballero, su protector. Amo la relación que tienen;
me encanta. Haré todo lo que pueda para no interponerme entre ellos de ninguna
manera.
—No me malinterpretes: estoy feliz. Yo… no puedo creer que hayan hecho
todo eso por mí.
—Hubiera hecho más —le digo, pasando de largo y deteniéndome en la
puerta. Nuestras miradas se encuentran, y espero que pueda ver lo en serio que
hablo—. Cualquier cosa.
Abro la puerta de un tirón y me dirijo a mi habitación, buscando mi 373
teléfono. Ha desaparecido, así que supongo que Maxx debe tenerlo.
—Necesito averiguar qué está pasando con Maxine —digo mientras los
dos chicos se detienen en mi puerta, y Parrish barre su mirada sobre mi
habitación, su atención fija en la cama por un minuto antes de que la aleje—. Pero
creo que Maxx tiene mi teléfono.
Eso debe significar que no hay mensajes nuevos. Finalmente cedí y le dije
a X mi pin el otro día para que pudiera iniciar sesión donde quisiera, sin agarrar
mi mano y forzarla a la pantalla. De hecho, creo que la biometría es basura en
este momento; el pin es mejor.
—Entonces vamos a buscarlo —ofrece Parrish, tomando mi mano. Me
acerca para darme otro beso, uno que arde, que hace que me duela el vientre.
Chasm se da la vuelta, mirando por el pasillo hacia la escalera. Mi corazón se
rompe por él, pero tengo que poner a Parrish primero en este momento, y ambos
lo sabemos.
Parrish me sostiene de la mano hasta que llegamos al final de las escaleras,
soltándome sin esfuerzo como si nunca me hubiera tocado en absoluto.
Ni siquiera llega a la sala de estar antes de que aparezcan los gemelos,
gritando y saltando a su alrededor. Nunca había visto a Henry comportarse así.
Su entusiasmo y amor por su hermano me hace sonreír.
Parrish los agarra a ambos, gruñendo por su peso en cada brazo.
—Se están volviendo demasiado grandes para esto —se queja, pero con
una sonrisa en el rostro. Una verdadera sonrisa. Solo la he visto un puñado de
veces antes, y hace que me detenga en seco. Me llevo las manos a mi pecho y
respiro hondo.
—No puedo creer que lo hayamos hecho —murmura Chasm a mi lado,
metiendo las manos en los bolsillos de sus pantalones. Durmió con ellos puestos,
lo cual no puede haber sido cómodo, pero noto que al menos desabrochó el
broche en la parte delantera, dejándolos caer por sus caderas. Como de
costumbre, no lleva camisa.
—Lo hicimos —concuerdo, mi mente va de regreso a Maxine. ¿Pero a qué
precio?
Chasm y yo nos volvemos a mirar, intercambiando tantas cosas en silencio
que no podemos decir con palabras en este momento.
—No te preocupes por mí, naekkeo —dice, pero ya le estoy frunciendo el
ceño.
—Pero me preocupo. Lo hago.
—No. Pon a Parrish primero —me gruñe y entrecierro los ojos.
—Lo estoy poniendo a él primero, pero aun así me preocupo por ti. No
nos limitamos a “follarnos” —murmuro, haciendo pequeñas comillas con los
dedos. Así es como Chasm describió lo que pasó entre nosotros anoche durante
la conversación con Parrish.
—Oh. ¿Eso te molesta, hermanita? —susurra Chasm, dándome una
mirada larga y evaluadora—. ¿Debería haberle dicho que hicimos el amor y luego
confesamos nuestros sentimientos el uno al otro? ¿Que te he estado llamando
“mía” con regularidad? Llegaremos allí, pero todavía no.
—Lo sé. No trivialices las cosas importantes —agrego antes de ir a la 374
cocina. Maxx me nota de inmediato y me ofrece un plato de comida. Tiene una
tortilla, tostadas, salchichas.
Tess y Paul están adulando a Parrish, así que nos tomamos un momento
para hablar.
—Nada de Justin todavía —ofrece X, deslizándome el teléfono para que
pueda meterlo en mi bolsillo.
—Gracias —le digo y nuestras miradas se encuentran antes de alejarme
para unirme a todos los demás en la mesa.
Kimber está hablando a un millón de millas por hora, tratando de hablar
sobre los gemelos. Ben se sienta en silencio, sonriendo mientras come su comida
y sigue mirando a su hermano mayor, y Tess está diciendo algo sobre una
conferencia de prensa.
—No tienes que participar —le asegura a Parrish, y él asiente con aire
cauteloso.
—No quiero hacer entrevistas ni nada por el estilo —advierte, y luego su
atención se desvía hacia mí. Tal vez esté pensando en el programa de entrevistas
al que me obligaron a participar en contra de mi voluntad, no estoy segura—.
Pero supongo que los federales quieren volver a hablar conmigo hoy.
Tess asiente bruscamente y suelta un largo suspiro. Por una vez, Paul no
está en su teléfono. Sin embargo, todavía está sentado a la cabecera de la mesa.
Como Parrish está rodeado, me siento en el extremo opuesto con Maxx a un lado
y Chasm al otro.
Desayunamos todos juntos, y debo admitir que es agradable. Se siente
como en familia. Pero incluso mientras pienso eso, extraño a mis abuelos, extraño
a Saffron. Sobre todo, extraño a Maxine.
Tan pronto como parece factible y no del todo inapropiado escabullirme,
lo hago, metiéndome en el área de la piscina para hacer la llamada. Ignora el
teléfono, pero responde de inmediato cuando uso su número “real”.
—Princesa —ronronea, sonriéndome a través de la pantalla—. Veo que
estás disfrutando tu reunión. Qué desayuno familiar tan encantador. —Hago
caso omiso de los escalofríos que me dan al recordarme que puede vigilarme la
mayoría de los días, en la mayoría de los lugares, y dejo eso a un lado.
—¿Dónde está Maxine? —pregunto, con cuidado de no referirme a ella
como mi hermana. Eso pareció realmente molestar a Justin la última vez.
—Ella está bien. ¿Te gustaría verla? —pregunta, y luego cambia la
transmisión de la cámara. Veo a Maxine descansando en una cama en una
habitación grande, navegando en su teléfono. No parece molesta. En realidad,
parece relativamente relajada.
—¿Qué diablos estás haciendo? —susurro sentándome en el piso de
cemento junto a la piscina. El olor a cloro me hace cosquillas en la nariz cuando
acerco las piernas y apoyo el teléfono contra mis rodillas.
—Bueno, ayer Maxine terminó el último de sus exámenes. Vino a mí,
buscándote.
Mi corazón da un vuelco. Por supuesto, mi hermana habría visto la
cobertura de noticias sobre Justin Prior. Ha estado proyectando al mundo que
soy su preciosa hija. Tendrías que estar viviendo en una cueva para haberte
375
perdido eso.
—¿Y? —insisto, desesperada por respuestas. Claramente, hay un plan
aquí.
—Y ella está aquí por su propia voluntad. Le dije que podía quedarse unas
noches y que nos veríamos el sábado. Decidí que necesitas una semana libre para
concentrarte en tus exámenes. —La voz de Justin adquiere esa fría quietud que
tiene a veces.
—Entonces, ¿la vas a encarcelar como hiciste con Parrish? —espeto, pero
Justin simplemente gira la cámara hacia sí mismo, arqueando una ceja hacia mí.
—¿Parrish? Mi programa encontró a Parrish. Está vivo gracias a mí —dice
y suspiro. Veo que estamos jugando juegos aquí. Tiene sentido, ya que Justin está
mostrando su rostro. Supongo que esto es solo una conversación “normal” entre
padre e hija—. Por ahora, quiero que te concentres en tu trabajo escolar. Te
prometo que si eres diligente y sigues mis reglas, tu hermana puede quedarse a
salvo conmigo hasta el fin de semana.
—No puedes simplemente decirme que me concentre en mi trabajo escolar
y esperar que me relaje. Quiero hablar con Maxine.
—Puedes hablar con ella el sábado, siempre que no me enfades antes —
agrega, adquiriendo cierta mordacidad en su tono de voz. Su sonrisa es algo
terrible de contemplar—. Si eres una chica muy buena y tus notas cumplen con
mis expectativas, incluso te permitiré hablar con los Banks. Yo lo hice, hace un
minuto.
Se me hiela la sangre.
—¿Hablaste con mi… con los Banks? —pregunto y Justin asiente.
—Muy buena gente. Les agradecí por criarte en mi ausencia, y luego
pregunté la ubicación de Saffron. Al parecer, dejó el centro de salud mental
donde se estaba quedando; no han sabido nada de ella. —Justin me mira
directamente a la cara, y hay una amenaza muy clara y sin disfraz en su mirada—
. ¿Hablaste con ella? Maxine tampoco parece saber dónde está.
—¿Hablar con Saffron? —pregunto, negando con la cabeza. ¿Dejó el centro
de salud mental por su cuenta? Eso no es sorprendente. No sería la primera vez
que eso pasa—. No desde que Tess me atrapó un día en una cafetería y me
amenazó con no tener más contacto.
Justin me mira a través de la pantalla por un momento.
—Quiero ver todas A en esa boleta de calificaciones —continúa mientras
trato de no imaginar todas las razones por las que podría estar buscando a Saffron
Banks. Es decir, la única razón principal por la que podría estar buscándola: para
matarla. Lo sé con tanta certeza como sé que Parrish me ama, que yo lo amo, que
moriría por proteger a Maxine. Son todos apreciados—. Si me complaces, te
permitiré no solo hablar con Maxine, sino también verla en persona. ¿Te gustaría
eso, mi dulce princesa?
—Estás enfermo, ¿lo sabías? —espeto, incapaz de controlarme, pero Justin
solo levanta sus cejas oscuras hacia mí.
—¿Esa es forma de hablar con tu padre? —regaña, haciendo un chasquido
con la lengua en voz baja—. Reconsidera sus acciones o podría reconsiderar las
mías.
Me cuelga y casi tiro mi teléfono a la piscina, deteniéndome en el último
376
minuto y apretando los dientes. Golpeo ligeramente el teléfono contra mi frente
con frustración antes de ponerme de pie y guardarlo en mi bolsillo.
Maxx me está esperando en cuanto salgo por la puerta.
—¿Maxine? —pregunta, y suspiro.
—Está a salvo. Se acercó a Justin buscándome —digo con voz ahogada y
X se encoge. Se siente tan responsable de mi hermana como yo—. Al parecer, si
obtengo A en todos mis exámenes, la veré el sábado. —Giro el puño de una
manera sarcástica y luego suspiro—. Prometió que permanecería a salvo hasta
entonces. Pero, ¿qué pasa si ella decide irse? ¿La sujetará? ¿La atará a una silla?
¿Empezará a cortarla?
—Supongo que está implícito que la matará si lo enfadamos —pregunta
Maxx, y aprieto los labios en una línea sombría. Me imagino que si intentara
alertar a las autoridades, incluso si me acercara a Itsumi, la reina del FBI, y le
susurrara al oído, Maxine moriría. No sé exactamente dónde se está quedando.
Es el mismo problema que experimenté con Parrish: si le cuento a las autoridades
lo que está pasando, Justin matará a Maxine antes de que puedan llegar a ella.
Eso, y estoy segura de que ha cubierto sus huellas tan bien que una
investigación llevaría meses, si no más. ¿Quizás nunca sería acusado? Dios,
¿entonces qué? Nos mataría a todos.
—¿Todo bien? —pregunta Parrish, y me estremezco al oír su voz. Maxx
vuelve la mirada mientras se mueve para unirse a nosotros con Chasm detrás.
—Maxine está a salvo, por ahora. —Miro más allá de Parrish hacia
Chasm—. Dijo que si puedo apruebo con una A todos mis exámenes finales, me
dejará verla en persona.
Chasm aprieta los dientes.
—¿A en todos tus exámenes? —dice, y luego deja escapar un silbido bajo—
. Esa es una orden difícil, hermanita.
—Podemos intentarlo, ¿verdad? ¿Si empezamos a estudiar ahora?
Chasm me mira, pero no estoy segura de que me guste la expresión de su
rostro.
—Quizá… —comienza mientras Parrish frunce el ceño pesadamente.
—Exámenes finales… —comienza, y luego se da vuelta y regresa a la
cocina. Los tres intercambiamos miradas y luego lo seguimos—. Mamá, quiero ir
a la escuela el lunes.
Tess detiene lo que está haciendo, jugueteando con el iPad de los gemelos,
para mirarlo.
—¿Escuela? —dice con voz ahogada, como si fuera la declaración más
demente que jamás haya escuchado—. De ninguna manera. Acabas de llegar a
casa, Parrish. Has estado desaparecido durante semanas. Ya hablé con la
directora y ella aceptó permitirte asistir a un programa de verano para recuperar
el tiempo que te perdiste.
—Puedo aprobar mis exámenes. Ya estaba adelantado cuando me fui. Sé
que puedo hacerlo.
Tess ya está negando con la cabeza, devolviéndoles el iPad a los gemelos
mientras se levanta de la silla. 377
—Estás intentando volver a la vida demasiado rápido. Necesitas tiempo
para descansar y recuperarte, Parrish.
Entrecierra los ojos hacia ella mientras vemos cómo se desarrolla la batalla
de voluntades.
—¿Por qué enviarme a la escuela de verano cuando puedo terminar bien
el año? Si lo piensas bien, estoy más seguro en Whitehall que aquí. —Parrish
extiende su mano, indicando la casa Vanguard y el rostro de Tess palidece. Ella
mira a Paul, pero sus labios están fruncidos en una delgada línea. Él también se
levanta de su silla.
—Entendemos que estás molesto, Parrish. No es justo que te pierdas el
final de tu penúltimo año…
—No tengo que perdérmelo. Puedo tomar mis exámenes; puedo pasarlos.
—Levanta la barbilla e inhala profundamente—. Además, me gustaría ir al baile
de graduación.
Tess y Paul intercambian otra mirada antes de volverse hacia él.
—Cariño —comienza ella, pero Parrish ya niega con la cabeza.
—Ya me he perdido bastante. No hagas que me pierda aún más. —Me
apunta con el pulgar—. No tengo tiempo para conseguir una cita, pero puedo
llevar a Dakota.
—¿Vas a ir al baile de graduación con tu hermana? —pregunta Kimber,
sonando molesta. Me lanza una mirada extraña y recuerdo que se percató de mi
atracción por Parrish. Y que también nos vio a mí y a Chasm juntos en la
habitación de Parrish. Ugh.
—Mejor ella que tú —bromea, pero ella está tan feliz de tenerlo de vuelta
que no responde—. Puedo hacer esto.
El teléfono de Tess suena y baja la mirada, soltando un suspiro de
cansancio.
—Esas agentes del FBI están aquí para hablar contigo; reanudaremos esta
discusión más tarde. —Las llama por teléfono y luego se pone de pie,
dirigiéndose a la puerta principal.
Parrish todavía tiene el ceño fruncido cuando se vuelve hacia mí.
—Ve a estudiar, Chica Gamer. Me uniré a ustedes cuando pueda.
La idea de estar separada de Parrish me mata, pero sé que no se me
permitirá escuchar la entrevista de todos modos.
Doy un rápido asentimiento, nuestros ojos se encuentran por un momento,
y luego subo las escaleras con Maxx y Chasm para comenzar.
Cuando Parrish sube las escaleras más tarde, tiene una carta en la mano.
Está dirigida a mí.
—Ten —dice, ofreciéndola mientras mi corazón tartamudea al verlo. Estoy
en mi cama, inclinada sobre mi iPad proporcionado por la academia mientras
sigo las lecciones por las que Chasm me ha estado guiando. Toda la semana 378
pasada pensé en lo adelantada que estaba en mis clases, en lo fácil que iba a ser
para mí hacer mis exámenes, pero fue entonces cuando no me preocupaba si
sacaría una A o una B o incluso una. C.
Ahora estoy preocupada.
Quiero ver a mi hermana más que nada en el mundo, y si tengo que
aprobar estos estúpidos exámenes con gran éxito, eso es lo que haré.
—Tess quiso abrirla, pero le dije que era jodido y espeluznante.
—Debes tener cuidado con Tess y Paul ahora mismo —le advierte X,
trabajando en su propia computadora portátil. Tiene que hacer algunos
exámenes en línea antes de terminar su trabajo universitario como lo está
haciendo Maxine. Levanta la mirada mientras Parrish desliza sus manos en sus
bolsillos y luego se deja caer en la cama a mi lado.
Ya puedo olerlo y me pone nerviosa. Eso, y solo el calor de su cuerpo
filtrándose en el mío hacen que me duela todo y pretendo ignorar lo duros que
me pone los pezones. En realidad, solo quiero arrojarme a sus brazos. Por la
forma en que me mira, me imagino que no soy la única persona con ese tipo de
sentimientos.
—Están siendo ridículos —dice Parrish, todavía mirándome—. No estoy
hecho de vidrio; no quiero sentarme en esta casa todo el día mientras ustedes
están en la escuela recibiendo patadas en el culo por Lumen, Veronica y cualquier
otra persona. —Se recuesta en la cama, apoyando una palma en el colchón detrás
de él—. Y no me voy a perder mi baile de graduación por culpa de un hijo de
puta trastornado.
Chasm, sentado en el suelo con las piernas cruzadas y su propio iPad en
el regazo, estudia a Parrish detenidamente por un momento. No lo ha
mencionado, pero no puedo evitar preguntarme si sus propios estudios se han
retrasado debido a todo lo demás que ha estado sucediendo. Y si es así, lo que
Seamus podría hacerle por eso.
—¿Cómo estuvo tu entrevista? —pregunta, evitando cuidadosamente el
tema del baile de graduación mientras abro la carta que me dio Parrish. No hay
duda de que Tess querrá saberlo más tarde, por si acaso se trata de mis abuelos
o de Maxine. Dios no quiera que tenga contacto con ellos.
—Como era de esperar —responde Parrish con suavidad, sacudiendo la
cabeza y luego suspirando. Se recuesta en mi cama y cierra los ojos, frotando
distraídamente la parte delantera de su sudadera con capucha donde están sus
heridas—. Aún no han terminado conmigo, eso es seguro. Pero Tess las reprendió
por presionarme demasiado rápido, así que le seguí la corriente.
—Uh. —Eso es todo, la respuesta tácita de Chasm. Vuelve a mirar su iPad
y luego otra vez a su mejor amigo—. Si quieres presentarte a los exámenes,
también tendrás que estudiar. ¿No preferirías descansar?
Parrish se sienta de repente y exhala, sacudiendo rápidamente la cabeza
antes de darse cuenta de que mi televisor sigue sin cable de alimentación.
—¿Todavía no te ha devuelto tus aparatos electrónicos? —pregunta, el
enfado claro en su voz—. Jesús.
—No es para tanto… —comienzo mientras miro la carta. Tanto el sobre
como la página interior están hechos de papel hecho a mano de calidad con flores 379
amarillas secas incrustadas en las fibras.
Te extraño y te amo ferozmente. Mantente fuerte. Ya voy.
—¿Qué es? —pregunta Parrish, y me río, arrugando la carta en mi puño y
arrojándola a la basura al otro lado de la habitación. Bueno, apunto al bote de
basura y falla por completo, enviando la pelota rebotando debajo de mi tocador.
—Sólo una estúpida invitación de boda para la amiga de mi abuela —digo
rodando dramáticamente los ojos. Por dentro, estoy entrando en pánico. No
puedo decir con certeza quién envió esa carta, pero tengo una suposición. Saffron.
Todo eso de “te extraño y te amo ferozmente” es un eslogan de la familia Banks.
Además, enviar una carta sin marcar y sin firma es algo que haría Saffron.
Pero no puedo dejar que Justin sepa nada de eso.
—Una invitación de boda —repite Parrish, parpadeando con sus
hermosos ojos marrones hacia mí. Pero lo entiende rápido. Chasm y Maxx
también—. Interesante. Tess nunca te dejará ir.
—Nunca —contesto alegremente, fingiendo estar concentrada en mis
estudios para no revelar nada más. Pero estoy preocupada. ¿Ella viene? ¿Aquí?
No podría pensar en un lugar más peligroso para estar. Saffron es, después de
todo, mi secuestradora. Si Justin está dispuesto a asesinar a adolescentes para
vengarse de las personas que lo echaron de la ciudad, ¿qué diablos le hará a la
mujer que le robó a su bebé?
El tema pasa de largo como si realmente no fuera nada, pero
definitivamente les debo una explicación a los chicos más tarde.
Parrish me está mirando, esa tensión hambrienta entre nosotros se vuelve
pegajosa, haciéndome retorcer.
—Es difícil concentrarse contigo mirándome así —susurro, y él sonríe. Sin
previo aviso, se acerca, envuelve sus brazos alrededor de mi cintura y me arrastra
a su regazo, presionando sus labios contra mi cabello.
—Joder, hueles bien. ¿A qué olía? ¿Tréboles cubiertos de rocío? —Suelta
una risa baja y malvada, una que convierte mi cuerpo en papilla pero que, si yo
fuera alguien más en la Preparatoria Whitehall, me haría desear no haber nacido
nunca.
—¿Tréboles cubiertos de rocío? —Chasm resopla con un suspiro que
parece cansado—. ¿Qué diablos significa eso?
—Pregúntale a Dakota —bromea Parrish, y luego ambos nos congelamos
al oír unos pasos. Me empuja fuera de su regazo con un gruñido sombrío,
tratando y, con un esfuerzo gigantesco, logrando finalmente reprimir un ceño
molesto.
—¿Están seguros de que prefieren estudiar aquí arriba? —pregunta Tess
cuando aparece, mirando a Chasm en el suelo y luego a Parrish mientras se
reclina en mi cama—. Si trabajan en el comedor, todos pueden tener sus propias
sillas.
Al ver que eso nos da una excusa para deshacernos del pin del corazón y
toda nuestra tecnología, aprovecho la oportunidad.
—Eso me suena a un plan; mi espalda está empezando a doler de todos
modos. —Me levanto rápidamente, incluso cuando Parrish me lanza una mirada
de pura traición—. ¿Quizás Maxx pueda hacer algunos bocadillos?
Me mira por encima de su hombro con una sonrisa, pero Tess interviene,
380
casi desesperada por llamar la atención de su hijo desaparecido. Es un enfoque
bastante diferente de cómo me trató cuando me “devolvieron2.
—Pediré comida. Todo lo que quieran. ¿Parrish? —Mira emocionada en
su dirección, y él suspira, deja caer la cabeza hacia atrás y cierra los ojos.
—Pizza, por favor. Mataría por una jodida pizza de pepperoni ahora
mismo. —Se pasa una mano por la cara y luego abre los ojos para poder mirar a
Tess—. Voy a estudiar con ellos, para poder ir a la escuela la semana que viene.
—Parrish, maldita sea —espeta Tess, y él parpadea, frunciendo el ceño con
gracia e inclinándose hacia adelante para juntar las manos en su regazo—. ¿Por
qué eres tan terco con esto? Te quiero aquí conmigo. No es necesario que te
esfuerces así.
—Ya veo —dice Parrish arrastrando las palabras perezosamente,
bostezando mientras se pone de pie y levanta los brazos por encima de la cabeza
de una manera dramática. La sudadera con capucha blanca que lleva se sube,
mostrando una parte horriblemente tentadora de su vientre plano. Me veo
obligada a apartar la mirada para mantener la compostura.
Nunca en mi vida he querido tocar a alguien como quiero tocarlo; estoy
casi loca por eso. Probablemente sucederá por un tiempo, hasta que me
acostumbre a tenerlo de regreso, hasta que finalmente me dé cuenta de que esta
es la realidad, que no murió, que todas las cosas horribles que tuvimos que hacer
para traerlo aquí valieron la pena.
—Me quieres aquí. No importa cómo me sienta o lo que quiera, que sea la
persona que fue cortada por un asesino en serie, que casi muere, que fue filmado
y puesto en la web oscura para que los pervertidos violentos babeen.
¿Pervertidos? No ha mencionado exactamente cuál era la imagen en la web
oscura, pero si descubro que fue explotado sexualmente de alguna manera, no
tendré que trabajar para matar a Justin; simplemente sucederá por pura rabia sin
filtrar.
El rostro de Tess se tensa de frustración, pero cierra los ojos y se obliga a
respirar profunda y calmadamente.
—Maldita sea, Parrish —dice, con la voz quebrada por el dolor y la
frustración. Se pasa la mano por la cara—. ¿Tienes tantas ganas de ir a la escuela?
Entonces te dejaré y te recogeré todos los días.
—Está bien —dice Parrish arrastrando las palabras, frunciendo el ceño
ligeramente. Sabe que ha enfadado a Tess y lo lamenta, pero no tiene planes de
echarse atrás.
—Y —continúa, dejando que su mirada me recorra a mí y a Chasm—. Si
planeas asistir al baile de graduación, estaré allí como chaperona.
La ceja izquierda de Parrish se arquea ante eso, pero creo que se ha dado
cuenta de que ha llevado a su madre al límite.
—También puedes considerar que Kwang-seon y Dakota podrían estar
interesados en asistir como pareja; puedes llevarte a Kimber. —Tess inhala lenta
y profundamente para calmarse—. Pediré la pizza y los veré abajo en breve.
—No voy a llevar a Kimber —gruñe Parrish mientras Tess le lanza una
mirada suave y comprensiva. Es casi condescendiente esa expresión, y él lo
sabe—. Iré con mi…
—No voy a ir —dice Chasm, apoyándose en sus manos y encogiéndose de
381
hombros cuando nuestra atención colectiva se dirige hacia él. Esboza una sonrisa
sensual que tiene a Parrish entrecerrando los ojos—. Puedes llevarte a mi novia;
no me importa
—Oh, Chasm —dice Tess, ablandándose de nuevo. Está demasiado
emocionada de que Parrish esté en casa para mantener algo que no sea una
personalidad positiva—. No puedes saltarte el baile de graduación; allí se crean
recuerdos para toda la vida.
—Ehh, en realidad no es mi escena —dice Chas, lo que es una mentira tan
estúpida y frustrante que siento que mi cara se pone roja. La boca de Tess se
aprieta, pero debe decidir que no vale la pena el esfuerzo y vuelve a mirar a
Parrish.
—Te llevaré de regreso al médico el domingo para otra evaluación; si ella
dice que estás en condiciones de asistir a clase, entonces… entonces estoy de
acuerdo. —Se retira por el pasillo, dejando la puerta abierta de par en par detrás
de ella.
—¿No vas al baile de graduación, Chas? —pregunta Parrish, su voz una
brisa despreocupada que es una total estupidez. Está enojado—. ¿Por qué no?
—¿Crees que me importan un carajo las fiestas sofocantes de Whitehall?
—pregunta Chasm, poniéndose de pie con su iPad bajo el brazo—. Básicamente,
fui al baile de graduación anoche; de todos modos, fue la versión para adultos.
La misma mierda de Medina, un lugar diferente, gente diferente. No me interesa
asistir a un baile con un grupo de imbéciles que golpean a Dakota y nos persiguen
con cuchillos.
Chasm se toma un respiro mientras Parrish lo estudia cuidadosamente,
como si pudiera sentir que hay mucho más en esto que lo que su amigo está
diciendo con palabras. Después de un minuto, Chas suspira y arroja su iPad sobre
la cama, estirando la mano para frotarse la cara con ambas manos.
—Joder… te extrañé —dice, dejando caer las manos y mirando a Parrish
con una emoción no disimulada en el rostro—. De verdad, que se joda el baile de
graduación. El baile de graduación no es nada. —Hace un gesto entre los dos con
un solo dedo mientras X mira desde la silla del escritorio y trato de volverme
invisible. Verdadero bromance aquí—. ¿Esto? Esto es todo.
Parrish rodea a Chas con sus brazos y se abrazan con tanta fuerza que se
me llenan los ojos de lágrimas.
Maxx agarra subrepticiamente su computadora portátil y pasa junto a
ellos.
—Vamos abajo y démosles un minuto —sugiere, pero en cuanto
empezamos a salir, Parrish se da cuenta.
—No. No volverán a salir de mi vista —dice, mirándonos por encima de
su hombro—. Ni siquiera lo pienses.
—¿Yo? —bromeo, pero como si fuera obviamente yo. Maxx resopla, con el
portátil bajo el brazo.
—Naekkeo, no eres tan tonta, ¿verdad? —bromea Chasm, y luego se queda
completamente quieto mientras Parrish se vuelve para mirarlo—. Mierda.
—Mierda es cierto —ronronea Parrish, estirando la mano para jugar con
la manga de la camiseta de Chasm—. Naekkeo, ¿de verdad?
382
Chasm no es la mascota de nadie, ni se somete fácilmente, pero aquí, en
esta dinámica, veo por qué Parrish es el Príncipe de los Perezosos y su mejor
amigo es el caballero. También veo por qué todos en Whitehall siguen actuando
como si pudieran hacer lo que quieran sin Parrish alrededor: él está
absolutamente a cargo de esta dinámica y de todos los demás.
No es de extrañar que chocamos tan fuerte al principio.
No es de extrañar que odiara tanto al chico.
—No estaba bromeando cuando dije que Dakota es mía durante la
semana, al menos. Pero no voy a dejar que te saltes la fiesta de graduación. —
Parrish le da un tirón a la manga de la camiseta y luego se da la vuelta para
mirarme—. Él te lo pidió, ¿no? ¿Al baile?
Ni siquiera estoy segura de cómo responder a eso, así que desvío mi
mirada hacia Chasm y él suspira.
—Lo hice. Sabía que era algo jodido, pero tampoco tenía idea de cuándo
te encontraríamos. Solo pensé…
—¿Que encontrarías un apodo cariñoso enfermizamente dulce para mi
novia y la llevarías al baile de graduación? —Parrish gruñe con frustración y se
frota la frente con dos dedos—. No me siento en absoluto excluido o abandonado.
—No es así —le asegura Chas y Parrish suspira. No puedo soportar verlo
molesto, así que me acerco y lo tomo del brazo.
—No lo es —prometo, porque nunca pretendimos reemplazarlo. Jamás.
Me mira y luego vuelve a mirar a Chasm.
—Puedes ir al baile de graduación con nosotros; no vas a quedarte atrás.
Eso es jodidamente estúpido. ¿No me gritaste por tratar de sacrificarme? Mira
quién habla, Chasm. —Parrish quita mi mano de su brazo y la aprieta en una de
las suyas mientras mira a Maxx—. ¿Y tú? ¿Quieres ser chaperón junto a Tess?
Podemos ser una gran familia feliz. —No suena del todo falso ante la idea.
X le da una sonrisa tensa en respuesta y apoya su hombro contra la jamba
de la puerta.
—Lo haría, pero mis padres quieren que cene con ellos el viernes antes de
que regresen a Portland; es lo mínimo que puedo hacer para apaciguarlos, ya que
no están encantados de que me quede aquí. —Maxx se pone de pie y le da a
Parrish una suave sonrisa en respuesta—. Y de todos modos, sé que estás
molesto; entiendo por qué. Pero te amo demasiado para pelear contigo ahora
mismo.
Parrish resopla mientras Maxx se gira y se dirige a las escaleras.
—Te compraremos unos minutos —dice Chasm, agarrando su mochila del
piso y tirando un montón de condones en mi cama—. Te conseguiré más si los
necesitas. Solo… no lo hagas sin protección.
—Maldita sea, Chas —gimo, y él se ríe mientras pasa a mi lado. Hay una
tristeza en ello, pero también una resignación. Ama a Parrish; amo a Parrish.
¿Cómo arreglamos esto?
Parrish se vuelve para mirarme y mi corazón palpita en respuesta a su
mirada.
—Podrías haberme dicho que ya te lo había pedido —dice, pero estoy
negando con la cabeza. 383
—No, tú eres lo primero ahora mismo. Has pasado por cosas malas.
—Tú has pasado por cosas malas; bebí vino caro toda la semana e hice
flexiones. —Parrish exhala mientras se acerca hasta pararse frente a mí,
rodeándome con sus brazos mientras tiro mi iPad sobre la cama y caigo en su
abrazo. Apoya su barbilla en mi cabeza y suspira dramáticamente—. Siento que
Tess no nos dejará solos en toda la semana; deberías estar a mi entera disposición
por dos.
—¿Entera disposición? —contesto con una risa ahogada—. Ni una sola vez
dije que iba a estar a tu entera disposición.
—Sí, lo hiciste —me asegura, retrocediendo para poder mirarme a la cara.
Pone sus manos entintadas en mis mejillas—. Anoche. Incluso ahora, tus ojos
dicen todo lo que quieras, Parrish. Y yo quiero, Dakota. Todo de ti. Constantemente.
Ahora.
-¿Ahora? —susurro, y luego Parrish agarra uno de los condones y me jala
al baño. Cierra la puerta y pone el cerrojo, aunque ambos sabemos lo fácil que se
puede abrir.
Parrish me guía hasta el borde del lavabo y luego me da la vuelta, de modo
que lo miro en el espejo. Abre el paquete del condón de inmediato y se baja los
pantalones de chándal.
Respiro hondo y doblo los dedos contra la encimera.
Cuando Chas dijo unos minutos, estaba siendo literal. Probablemente
tengamos unos cinco antes de que Tess vuelva a aparecer.
—Me has arruinado, Chica Gamer; me hechizaste. —Parrish suena
molesto, pero también complacido. Observo su expresión en el espejo, esa mezcla
de asombro, afecto y posesión.
Me baja los pantalones del pijama y se pone el condón mientras miro,
instándome a ponerme de puntillas cuando se presiona contra mí.
—¿Quizás tú hayas puesto un hechizo en mí? —le susurro—. No puedes
decirle a alguien que es un once de diez y no esperar que suceda algo.
Sus labios se curvan en una sonrisa genuina, una expresión muy rara para
él, y puedo ver que está complacido de que recuerde todas las cosas que me dijo.
Nunca olvidaré esa noche en el sótano ni la que compartimos en su habitación.
Nunca.
—Hiciste tantas cosas por mí —dice, moviendo la cabeza—. Esperarte
siempre fue la elección correcta.
Parrish se desliza dentro de mí por detrás, y jadeo, mirando sus ojos en el
espejo mientras me hace lo mismo. Nos miramos el uno al otro, nuestras miradas
se encuentran mientras comienza lento y rápidamente acelera su ritmo,
haciéndonos balancear con el movimiento de sus embestidas.
Mantiene ambas manos en mis caderas mientras lucho por mantenerme
de puntillas en un intento por igualar su altura.
Puedo decir que va a ser rápido y no me importa. Estoy tan feliz de tenerlo
de vuelta. Estamos en esa etapa de necesidad, supongo, en la que queremos estar
juntos cada segundo.
Justin trató de quitarnos eso, trató de enfrentarnos entre nosotros.
384
Todo lo que ha hecho el bastardo es acercarnos aún más.
Parrish. Maxx. Chasm. Yo.
Incluso con las luchas románticas entre nosotros, no creo que haya forma
de que podamos volvernos unos contra otros. No lo creo.
—Más fuerte —susurro, y Parrish suelta el aliento a toda prisa—. Más
rápido.
Obedece, pero solo porque quiere. Es testarudo, este. Tiene problemas con
P mayúscula.
Me apoyo contra la encimera mientras él trabaja duro y rápido contra mí,
llegando con un fuerte gemido que espero que nadie fuera de esta puerta pueda
oír. Cuando deja caer su mano sobre mi clítoris, trato de protestar pero las
palabras no salen. En cambio, me encuentro acariciada tan duro, tan rápido, y
luego todo termina y tengo problemas para mantenerme erguida.
Ambos terminamos en el suelo de nuevo, y me sostiene, luchando por
recuperar el aliento.
—Esto es lo que quiero como regalo de bienvenida a casa.
—¿Rapiditos? —pregunto, y hace un fuerte sonido de burla en protesta.
—¿Estás loca, Dakota Banks? No, te quiero a ti.
Y maldita sea si estos chicos no son buenos para las frases ingeniosas.
Y malditos sean aún más porque realmente funcionan conmigo.
Estoy en un gran problema aquí. Enorme. Y también, demasiado
enamorada para importarme una mierda.
385
La noche llega mucho más rápido de lo que creo que debería. Supongo
que ya que no nos despertamos hasta las cuatro, eso tiene sentido. Pero después
de desayunar, estudiar, comer pizza y más estudiar, son casi las dos de la mañana
y todos bostezamos como locos.
Tess básicamente acampa en el comedor durante todo el día, y somos
saludados por una rotación de Paul, Kimber, Ben, Henry y Amelia. En resumen:
no hay más tiempo privado para mí y Parrish.
Sigue mirándome a hurtadillas desde el otro lado de la mesa, y atrapo su
atención, pero cada vez que intenta encontrar una manera de desaparecer
conmigo detrás, sale mal. Dice que va al baño y me da una mirada que claramente
dice ven conmigo, solo para que Paul nos siga para poder prepararse una taza de
café.
Dado que el baño de la planta baja está a la vista directa de la cocina, no
hay esperanza allí.
Más tarde, trato de subir las escaleras para usar mi propio baño y sucede
que Tess necesita algo de su oficina en ese momento exacto.
Para cuando llegamos arriba, puedo notar que Parrish se está frustrando.
No solo por el sexo, sino porque no puede tocarme, abrazarme o besarme cuando
nuestra familia está cerca. Además, no tenemos tiempo para discutir sobre Justin
o sus planes o para obtener más detalles sobre cualquier cosa que sucedió
mientras él no estaba.
—Voy a rogarle al Cazador que me lleve de regreso antes de fin de semana
—murmura Parrish mientras se sienta en su cama con la cabeza echada hacia
atrás contra la cabecera—. ¿Por qué no puedo quedarme solo durante dos
segundos?
—¿Porque toda tu familia creía que estabas muerto y que nunca te
volverían a ver? —sugiere Maxx, pero no con crueldad. Está limpiando la jaula
de GG de nuevo, pero cuando trato de ayudar, me da una sonrisa suave y se 386
inclina para poner su frente contra la mía—. Relájate. Terminé con mi trabajo
escolar; tú ni siquiera estás cerca.
Parrish levanta la cabeza para observar esa interacción y frunce el ceño. Le
doy a Maxx una mirada de advertencia, pero actúa como si no tuviera idea de lo
que estaba haciendo. Chasm está en la ducha en este momento; puedo escuchar
el agua correr incluso con la puerta cerrada, y no puedo evitar sentir curiosidad
por lo que podría estar haciendo allí.
—¿Oíste que mi abuela exige pasar el día conmigo el sábado? —comenta
Parrish, como si fuera algo casual cuando ambos sabemos que no lo es. Me siento
en la cama junto a él y luego decido, a la mierda todo. Estamos saliendo
oficialmente ahora, y estoy harta y cansada de contenerme. Esperé demasiado
por esto y luché demasiado para que él fuera mojigato ahora.
Me arrastro y me acurruco contra él, sonriendo cuando se estremece y
suspira de placer, envolviendo sus brazos a mi alrededor. Su olor me invade,
haciendo que mis pesados párpados se sientan como si hubieran colocado rocas
encima de ellos. Tan cansada.
Estamos libres de aparatos por el momento, por lo que podría ser un buen
momento para hablar sobre la carta de Saffron o el tema de la web oscura, pero
no sé si lo tengo en mí. Maxine sigue a salvo; pude ver otra transmisión en vivo
de ella leyendo pacíficamente junto a la piscina de la casa en la que se está
quedando actualmente. Según Chasm, ese comedor que vi en el video anoche no
era de él; él tampoco sabe dónde está.
Imagínate.
Justin es meticuloso.
—Laverne —dice Maxx, su nombre es un siseo molesto en su lengua—.
Joder. ¿Por qué? Ella no te ofreció mucho apoyo cuando estabas desaparecido.
—Dice que Tess no la quería aquí —comenta Parrish, su voz seca y
cáustica—. Estoy seguro de que eso es cierto, no se llevan particularmente bien,
pero tampoco siento que ella lo haya intentado lo suficiente. Realmente nunca he
estado seguro de si me ama o si solo soy el heredero de su trono.
—Escuché que contrató a una empresa de seguridad privada para que te
localizara —continúa Maxx mientras me acurruco contra la sudadera con
capucha de Parrish y me mantiene pegada a él. El sonido de su corazón latiendo
es como un metrónomo tranquilizador contra el costado de mi cara—. Pero eso
no arrojó ningún resultado. ¿No te parece extraño? Estabas como, jodidamente
aquí. Justo al final de la maldita calle. —X suena sumamente molesto. Si lo pienso
demasiado, me enfurezco.
—Parece algo a lo que deberíamos prestar atención —conviene Parrish, y
me incorporo un poco. Hace un sonido molesto, pero luego ambos escuchamos
pasos y gemimos, separándonos el uno del otro a tiempo para que Tess aparezca.
Ella es implacable.
—¿Se están preparando para la cama, chicos? —pregunta, y Parrish le
lanza una mirada irritante.
—¿En serio? Nunca antes había tenido una hora de dormir.
—No empieces —dice ella, pero sonríe mientras lo dice, así que pierde
impacto—. Has pasado por muchas cosas y tenemos una cita con el médico
temprano en la mañana.
387
Parrish gime y se quita la sudadera, haciendo que se me haga agua la boca
cuando su vientre tenso y sus brazos tatuados aparecen a la vista. Incluso las
vendas que envuelven su pecho son sexys. Me doy la vuelta. Para cerebro de
mamífero, no. Para. ¿Qué está mal conmigo? La vieja Dakota se habría burlado y
se habría compadecido de esta nueva chica. El amor apesta. Tener a tu amante
casi muriendo apesta aún más; parece que no puedo evitarlo.
La mirada de Tess se vuelve hacia mí. Puedo decir que quiere preguntar
si me quedaré en mi propia cama esta noche, pero luego debe decidir qué tan
cruel suena y se muerde la lengua. Lo puedo ver en la manera en que se aprietan
sus mejillas.
—Te despertaré por la mañana —dice finalmente Tess, habiendo
recuperado algo de su compostura—. Buenas noches chicos, Dakota. Los amo, a
todos ustedes. —Señala a Maxx, a la puerta del baño por donde acaba de salir
Chasm, a Parrish y a mí—. Duerman bien.
—También te amo, Tess —grita Chasm alegremente, y ella lanza un saludo
por encima de su hombro—. Maldita sea, está de buen humor —murmura, su
cabello mojado, gotas de agua tibia se deslizan por su hermoso cuerpo, una toalla
alrededor de su cuello.
Arrastro mi mirada lejos y pateo las mantas hacia abajo para meterme.
—De todos modos, quiero estar dormida o al menos fingir estar dormida
cuando ella regrese; no le agrada que esté aquí.
—No es apropiado —dice Parrish con una leve sonrisa—. Tú, tu
hermanastro y sus amigos idiotas compartiendo una habitación.
—Oh, ¿somos idiotas ahora? —sugiere Maxx, acomodándose en su cama
en el suelo—. ¿Después de que salvamos tu trasero? Veo cómo es. La próxima
vez, puedes quedarte con el asesino en serie. Para ser justos, con tu boca
inteligente, probablemente estaba a punto de echarte y decir al diablo con todo.
Parrish resopla y me río mientras Chasm sonríe.
Quizás deberíamos tomarnos las cosas más en serio, pero se siente tan bien
tenerlo en casa, como si el grupo estuviera completo. Maxine nunca está lejos de
mi mente, pero mientras sepa que todavía está a salvo y que no está sufriendo,
no puedo obsesionarme. Tengo que estudiar, y para hacer eso, tengo que tomar
algunos pequeños descansos o colapsaré.
Las últimas semanas han agotado todas mis reservas habituales.
—Probablemente piensa que es extraño que nos llevemos bien de repente
—digo encogiéndome de hombros—. Nunca antes fuimos exactamente amigos.
Una especie de… enemigos y luego amantes.
—Enemigos a amantes —concuerda Parrish—, una trope de calidad. —Se
inclina sobre el borde de la cama y saca algo de la parte del armario de su mesita
de noche. Cuando vuelve a sentarse, veo lo que es y niego.
—¿Por qué todavía tienes eso? —susurro mientras intento, y fallo,
arrebatarle el libro de bolsillo de sus manos. Se titula Stepbrother Inked, y es una
novela romántica pervertida que de alguna manera, tal vez tiré a la cabeza de
Parrish. Sin embargo, no pensé que se lo quedaría.
—Parecía interesante. Eso, y extrañamente apropiado. —Parrish se aclara
la garganta mientras da la vuelta al libro, usando su mano izquierda para
mantenerme a la distancia de su brazo para que no pueda arrebatárselo—. Él es 388
un tatuador, el amor de mi vida, el hombre de mis sueños. Pero también es mi
hermanastro. —Parrish me lanza una mirada arrogante y aprieto los dientes.
—Dámelo —gruño, pero me ignora.
—El destino puede ser tremendamente cruel —prosigue Parrish, riéndose en
respuesta—. ¿De verdad fuiste a la biblioteca de la escuela, encontraste esta joya
e intentaste leerla? Primero, no sabía que permitían libros pornográficos en
Whitehall y mucho menos animaban a los estudiantes a leerlos. Segundo, te
advertí una y otra vez que no te enamoraras de mí. Mira lo que pasó.
Me suelta y caigo en su regazo justo antes de que me dé una palmada en
el trasero con el libro.
—Dámelo, ahora —repito, dándome la vuelta y extendiendo las manos—.
¿Por favor? ¿Signo de interrogación? —lo digo en voz alta y ni siquiera me
importa.
—No, lo voy a leer. Quiero ver cuántas páginas antes de que se folle a su
hermanastro. —Lo hojea y frunce el ceño—. ¿También hay un tipo llamado Max
en esto?
—Eso es… una coincidencia. —Suspiro y me rindo, acurrucándome contra
Parrish y pensando que si realmente quiere leerlo, puede seguir adelante. ¿Quizás
lo dirigirá en la dirección que lo hizo para mí? Pone su mano en mi cabeza y
comienza a acariciar mi cabello.
—Supongo que no hay un tipo coreano-irlandés llamado Kwang-seon
McKenna cuya abuela le enseñó a hacer kimchi y que es, sin duda, el tipo más
sexy del libro.
Parrish suelta una carcajada.
—En el mejor de los casos, obtienes una serie spin-off que nadie lee porque
a todos les gusta más el personaje principal.
—Oh, auch —ronronea Chas, dándose golpecitos en el pecho con la palma
de la mano—. Si eso es cierto, entonces eres el tipo que gana al final de un
triángulo amoroso, pero que todos los lectores odiaron desde el principio. Nadie
es del Equipo Parrish.
—Todo el mundo está en el Equipo Parrish —responde, arrojando el libro
sobre su mesita de noche y luego deslizándome hacia abajo para poder
acurrucarme contra él. Maxx apaga la luz por nosotros y sé sin lugar a dudas que
estaré dormida en unos minutos. Esta camaradería lúdica es una luz nocturna
demasiado relajante.
—¿Y el equipo Maxim? ¿El tipo que aparece más adelante en la historia,
pero, cuando luego se adapta a la película, obtiene su propio tema musical al
entrar? Además, hay camisetas, muñecos y botellas coleccionables de su
fragancia. —X sugiere su propio personaje y todos se ríen.
—¿Y el personaje principal torpe y tonta a la que le gustan los videojuegos
y tiene una extraña obsesión con los K-dramas, está loca por Ashnikko y tiene
una boca inteligente? —murmuro, ya empezando a quedarme dormida.
—Gana en cada historia —me promete Parrish, y eso es todo.
Me quedo dormida con una sonrisa.
389
392
El lunes por la mañana, Tess recibe una llamada de esas dos agentes del
FBI, la agente Takahashi y cualquiera que sea el nombre de la pelirroja enojada,
y descubre que Parrish necesita ir para otra entrevista.
—Faltarás hoy —le dice Tess, pero puedo ver que está furioso. Si tan solo
el FBI fuera tan fácilmente influenciado por Parrish Vanguard como todos los
demás— Hay exámenes de recuperación disponibles los viernes; ya pregunté.
Estarás bien.
—Uno pensaría que fui yo quien hizo el secuestro —dice Parrish con el
labio fruncido. Espera a que Tess entre en el garaje antes de girarse y agarrarme
para besarme. Me adelanto, poniéndome de puntillas y presionando nuestras
bocas. Su lengua se hunde entre mis labios de inmediato, caliente e insistente.
El movimiento me recuerda nuestro primer beso, mi primer beso, y sonrío
contra su boca.
Chasm suspira molesto pero espera pacientemente a un lado.
—Si consigo escapar antes, lo haré —promete Parrish, poniendo sus
manos en mis caderas y mirando a Chas—. Hazle saber a todos que en cuanto
regrese, estarán en problemas.
—Lo intentaré; se han vuelto salvajes —dice Chasm con un dramático giro
de ojos—. Incluso tu hermanita estuvo al ataque.
Parrish entrecierra los ojos, moviéndolos en dirección a la escalera
mientras se oyen pasos descendentes en el pasillo. Su mirada se encuentra con la
de Kimber en cuanto ella aparece a la vuelta de la esquina.
Sus ojos se encuentran y ella se queda completamente quieta; tengo la
sensación de que sabe que está en problemas.
—¿No pensaste que me enteraría de tu mal comportamiento cuando
regresara? —pregunta con un largo suspiro, luciendo tan guapo como siempre
con su chaqueta de preparatoria Whitehall, pantalones y corbata a cuadros. 393
—Pensé que estabas muerto honestamente —susurra Kimber, apartando
la mirada mientras termina los últimos, pocos pasos—. Tumbado en una zanja
en alguna parte.
—Entonces, ¿pensaste en atraer a Dakota y Chasm a un grupo de chicas
con cuchillos? Si yo estaba muerto, sería aún más jodido. ¿No te importaba que
ellos también se sintieran heridos? —Parrish la estudia con esa mirada imposible
suya, la que solía enfurecerme ante la menor provocación.
Nos dijimos cosas horribles, muy horribles, eso es seguro.
—Me escapé de ti con Dakota detrás porque no confiaba en ti ni en tus
amigos —admite Chasm, y Kimber se encoge. Parece un cachorro pateado en este
momento. Una parte de mí siente lástima por ella, pero el resto se pregunta si
una palabrota verbal de Parrish y Chasm no es un castigo apropiado—. Parecías
que podrías intentar patearle el trasero tú misma.
—Yo… —comienza Kimber, pero luego Tess asoma la cabeza por la
puerta.
—Tenemos que irnos, cariño —dice en voz baja y Parrish suspira—. Si
queda tiempo, te dejaré en Whitehall por la tarde. —Tess no se mueve, esperando
allí a que Parrish se una a ella y finalice efectivamente la conversación.
Parrish le da a Kimber otra mirada mordaz antes de suavizar su expresión
en una neutral y se da la vuelta para irse con Tess.
—Mantente a salvo —dice casualmente, y luego desaparece por la puerta
y se lleva mi corazón con él.
Cuando vuelvo la mirada, veo que Kimber me está mirando muy, muy
atentamente.
—Ooh, estás en problemas —ronronea Chasm, frunciendo el ceño a la
hermana menor que compartimos Parrish y yo—. Como debe ser.
Ella no dice nada, se desliza a su lado y entra en el garaje para dejarse caer
en el asiento trasero de su auto. Será incómodo viajar con nosotros, estoy segura.
—Este debería ser un día interesante —comienzo, y Chasm niega con la
cabeza, apartando su rayo de luz lejos de su frente y mirándome.
—¿Interesante? Espero que no; espero que sea aburrido, aplicado y
sencillo. Si solo me quedara un deseo, sería ese.
Se mueve a mi alrededor, con cuidado de poner distancia entre nosotros y
desaparece en el garaje.
Maxx baja rápidamente los primeros escalones de la escalera de caracol,
apoya las manos en la barandilla y me ofrece una sonrisa alentadora.
—Buena suerte hoy, Kota —me dice mientras le devuelvo la sonrisa.
—Gracias. —Las palabras son tan honestas y sinceras como puedo
expresarlas. X asiente, como si eso fuera todo lo que necesitaba decir y se retira
al piso de arriba para (afortunado bastardo) dormir un poco más. Como ya
terminó sus estudios y nos preparó el desayuno esta mañana, se lo merece.
Aprieto mi mano alrededor de la correa de mi mochila, ignorando la
molestia que siento cuando mis dedos rozan el alfiler metálico del corazón,
respiro hondo y me dirijo para unirme a ellos.
394
411
—No me fío de esa chica ni un poco —dice Chasm, tumbado de espaldas
en la cama de Parrish y mirando al techo. Probablemente deberíamos estar
estudiando, pero creo que ambos necesitamos un pequeño descanso para
recuperarnos de hoy. Fue… bueno, digamos que fue una locura.
—¿Por qué no? —pregunto, volviendo la cabeza para mirarlo. Estoy
acostada en la cama a la izquierda de Chas, esperando que Parrish se libere del
agarre de Tess y se una a nosotros—. Quiero decir, yo tampoco, al menos no
todavía. Solo tengo curiosidad por saber cuáles son tus razones.
—Si realmente necesita atraerte a alguna parte —interrumpe X,
deteniéndose al lado de la cama y mirándonos a los dos como si todavía estuviera
en modo sobreprotector. Lo agradezco, de hecho. Eso, y me parece demasiado
lindo que se apresurara a ir a la academia en ayuda de Chasm—. Entonces esta
sería una forma inteligente de hacerlo, actuar como si hubiera aprendido el error
de sus maneras.
Chas me devuelve la mirada, con una mirada suspicaz.
—Todavía eres demasiado agradable. ¿Estoy de acuerdo en que bajar al
laberinto hoy fue una buena elección? Seguro, aprendimos mucho. Pero era
arriesgado. Y Lumen es jodidamente culpable. Eso es todo lo que digo. —Mira
hacia el techo y luego cierra los ojos. Está exhausto y yo también. Entre rescatar
a Parrish, perder a Maxine, estudiar como locos y que nos pateen el trasero,
estamos agotados—. ¿Y cuando Lumen dice que quiere mantener a Danyella
“inocente” de todo esto? —Chas deja escapar una risa baja e incrédula—. No hay
tal cosa. Lo que sea que esté sucediendo con esta situación de chantaje, ella lo
sabe.
—Estoy de acuerdo. —Maxx se sienta en el borde de la cama, alargando
un dedo y pasándolo por la planta de mi pie descalzo. Me estremezco, mi mente
se desvía hacia esa noche cuando me dio el masaje en los pies—. Además, te besó,
así que… que se vaya al diablo. Si fuera un chico, la habría tumbado de un golpe.
412
Todos nos detenemos cuando la puerta del dormitorio se abre y Parrish
entra, luciendo completamente abatido.
—Dios, amo a Tess y comprendo su dolor, pero me está sofocando —
susurra, poniendo su espalda contra la puerta y cerrando los ojos—. Uno
pensaría que llegamos una hora tarde para que nos recoja.
Después de dejar el laberinto de setos, Maxx nos guio de regreso por el
camino por el que vinimos para evitar las cámaras, y luego se apartó de Parrish
y de mí para dirigirnos al estacionamiento de visitantes. Dejamos a Chasm en el
garaje, y luego los dos salimos hacia donde Kimber ya estaba esperando con Tess.
Se le llenaron los ojos de lágrimas, no es broma, y lo abrazó durante unos
buenos tres minutos seguidos mientras Kimber y yo nos sentamos incómodas
dentro de su Mercedes, esperando.
—Dale algo de tiempo —digo, sentándome mientras Parrish abre los ojos
y se vuelve para mirarme. Probablemente se esté preguntando en qué universo
alternativo estamos atrapados, ya que aquí estoy sentada defendiendo a Tess. Eso
casi nunca sucede—. Tiene mucho trauma que superar.
—Estoy más preocupado por ti —comenta Parrish, apartándose de la
puerta y rodeando la cama para pararse junto a Maxx—. ¿Cómo te sientes? —
Mira de arriba abajo a Chasm—. Ustedes dos.
—Estoy bien —dice primero Chasm, gesticulando distraídamente en mi
dirección—. Es hermanita la que me preocupa.
—Estoy bien. Un poco dolorida, pero eso es todo. —Decido dejarlo así por
ahora. Justin me envió varios mensajes de texto elogiando mi manejo de la
situación actual y prometiendo deshacerse de mis imágenes en línea. Para
cualquier otra persona, limpiar Internet de una foto o video en particular es una
tarea casi imposible; una vez que circula, está ahí para siempre. Para él, parece
ser relativamente fácil. Aunque detesto depender de ese hombre para cualquier
cosa, quiero esto muy desesperadamente como para negarme. No me ha pedido
nada a cambio, todavía, pero envió otro video corto de Maxine que se sintió como
una advertencia. Estaba sentada junto a una piscina cubierta, con los ojos
cerrados y las piernas colgando del borde. Tómatelo día a día, Dakota—. No te
estreses por eso.
—Voy a estresarme —afirma Parrish, viéndose más que hermoso con su
uniforme; todo ese negro, verde y gris complementa las motas doradas de sus
ojos—. Veronica y sus amigas; Antonio y sus amigos. Recibirán lo que se
merecen.
Hace una pausa por un minuto, como si acabara de pensar en algo.
—¿Te importa si agarro mi teléfono muy rápido? —pregunta y Maxx le da
una mirada dura en respuesta.
—No vas a hacer un TikTok —advierte, y Parrish le da una mirada
penetrante—. No invites a más conflictos. Tenemos que preocuparnos por Justin
y Maxine, luego podemos devolver el golpe a Veronica y los demás. Tenemos
todo el verano para hacer eso.
—No pueden salirse con la suya después de lo que hicieron —discute
Parrish, pero Maxx ya está negando con la cabeza.
—No. Pero no vayas a las redes sociales y empieces a jugar esos juegos con
ellos.
Los dos chicos se miran fijamente mientras ajusto mi posición y cruzo las 413
piernas, atrayendo su atención hacia mí.
—No olviden que Lumen la besó —les recuerda Chasm, y los ojos de
Parrish se entrecierran hasta convertirse en rendijas. Le doy un vistazo a Chas.
—Deja de insistir en eso; la rechacé. Le dije que no. No tienes que confiar
en ella, pero por ahora, al menos deberíamos actuar como si lo hiciéramos.
Cuanta más información podamos sacar de ella, mejor. Ahora, al menos, sabemos
con certeza que Justin realmente es el que la chantajea.
—Nunca me ha gustado eso —dice Parrish, mirándome y poniéndome
nerviosa—. Ella tocándote y besándote; me ha molestado desde el principio. —
Me mira y me estremezco bajo su mirada. No olvidaré pronto la forma en que su
chaqueta me envolvió como un par de alas oscuras, cómo me llevó al baño, lo
atento que fue—. Ver a mi rival poner sus manos sobre la chica que se suponía
que era mía desde el principio.
—Podrías haber intentado no intimidarme —ofrezco, y altera esa mirada
altiva que me hace querer patearlo en su entrepierna ciertamente asombrosa (y
muy útil)—. Pensé que eras sexy desde el primer momento. Todo lo que hubiera
necesitado era un intento genuino de conexión y probablemente nos hubiéramos
juntado mucho antes.
Parrish se aleja de la cama y miro hacia arriba para ver a Maxx
estudiándome con atención. Chasm también.
—Sí, Pear-Pear —bromea Chas, sentándose y cerrando sus dedos alrededor
del borde del colchón. Puedo notar que está cansado, pero también sé que está a
punto de reunirnos y hacer que volvamos al trabajo. Estos exámenes son de suma
importancia ahora que se me ha puesto como cebo la posibilidad de ver a mi
hermana. Necesito eso; necesito ver que ella está bien con mis propios ojos—. Eso
es lo que obtienes por dejar que años de resentimiento hacia Tess te cieguen ante
el atractivo de Mia.
Le doy una mirada, pero él solo me sonríe y se pone de pie.
—No estuve cegado —dice Parrish, volviéndose para mirar a Chasm—.
Supe que era sexy desde el primer momento; se lo dije a ella. Solo… —Él levanta
su mirada hacia la puerta de su habitación y luego suspira—. A Tess no le va a
gustar que estemos juntos.
—Lo va a odiar —concuerda Maxx, y noto que sus dedos están
presionados con fuerza contra el colchón a cada lado de él—. Y si se lo dices, la
vida de ambos va a cambiar para peor. No estoy diciendo que debas mantenerlo
en secreto para siempre. Solo… tal vez hasta después de que ambos se hayan
graduado.
Parrish frunce el ceño ante eso.
—No podré mantener mis manos apartadas de Dakota durante tanto
tiempo.
—Parrish —advierto, pero todo mi cuerpo se ruboriza con sus palabras.
No puedo negar eso. Tener a Lumen besándome hoy fue una especie de… ¿como
una llamada de atención? Fue bueno ver que no soy solo un paquete de
hormonas. Es una chica preciosa, una de las más bonitas que he visto en mi vida,
pero no es Parrish. O Chasm. O Maxx. Son diferentes—. Probablemente
deberíamos volver a estudiar.
—Buen cambio de tema —dice Chasm, estirando la mano para revolver 414
mi cabello. Pero incluso cuando está siendo un idiota, hay una ternura en su
rostro que me hace retorcerme—. Deberíamos hacerlo en el comedor. De esa
manera, tenemos una excusa válida para dejar el pin del corazón y todos nuestros
teléfonos abajo.
—¿Debería volver a cocinar? —pregunta X, pero Parrish simplemente
niega con la cabeza y suspira.
—Tess insistió en pedir comida mexicana esta noche, así que eso está
cubierto. —Mira en mi dirección con una expresión de simpatía en su rostro—.
También mencionó tu vestido de fiesta. Ya que no tienes uno. Debida
advertencia: puede que intente llevarte de compras el viernes cuando esté
haciendo mi examen de recuperación.
Oh. De compras con Tess. Por un vestido de graduación que llevaré para
un baile con su hijo como cita. O, bueno, dos chicos como citas… Mi mirada se
encuentra de nuevo con la de Maxx y lo único que lamento es que los tres no
podamos ir juntos.
—Acaba con tus estudios—me dice, ofreciendo una de esas sonrisas
genuinas del chico dorado Maxx que tanto me gustan—. Cuando hayas
terminado, limpiaremos y vendaremos nuevamente tus heridas.
Asiento, ofreciéndole una sonrisa a cambio, y bajo las escaleras con Chas
y Parrish para empezar.
Ya es lunes y estoy lista para colapsar. Solo puedo imaginar cómo resultará
el resto de la semana.
A medida que avanzan los días, puedo ver que Tess se siente cada vez más
incómoda conmigo durmiendo en la cama de Parrish. Como, estuvo bien con eso
la primera noche. Recelosa la tercera noche. Para el jueves de esa semana, está
visiblemente perturbada al respecto.
Me golpea como un puñetazo en el estómago esa noche cuando me doy
cuenta de que voy a tener que empezar a dormir en mi propia cama. Sola. Sin
Parrish. Sin Maxx. Sin Chasm.
—Dejemos nuestras puertas abiertas —sugiere Parrish, que ya se ha
adaptado de nuevo a su uniforme de chico sin camisa. Su alergia a la ropa se
contagia a los demás, no es que alguna vez fueran realmente buenos para
empezar, pero esta noche, después de que salí de la ducha y fui a la habitación
de Parrish, los tres estaban sin camisa.
Fue… mucho para asimilar. Sobre todo porque Parrish y yo no hemos
tenido un momento a solas en toda la semana. Tess no solo ha mantenido
vigilancia sobre su hijo, sino que todos estamos cansados a un nivel profundo.
Tanto emocional como físicamente. Mentalmente. Whitehall no es una escuela
fácil. Recuerdo la primera vez que me presenté aquí y asistí a mi primer día de
clases, lo abrumada que estaba, cuán segura de que fracasaría.
Chasm me ha estado ayudando a superar eso todo el tiempo, pero
especialmente esta semana.
415
Cuando el trabajo se vuelve demasiado difícil o me siento demasiado
frustrada, me obliga a tomar un descanso. Pone un mando de PlayStation en mis
manos, Tess acaba de devolvernos finalmente nuestros dispositivos electrónicos,
aunque hay que reconocer que es una bendición y una maldición con Justin cerca,
y me dice que me siente. Jugaremos una partida rápida con Parrish y Maxx, y
luego volvemos a los libros.
Anteanoche, me quedé dormida con la cara en mi iPad, derrumbándome
sobre la mesa del comedor y me desperté con Maxx cargándome por las escaleras.
Me depositó en la cama con Parrish, y aunque no tuviéramos la oportunidad de
tener nada íntimo, al menos pudimos abrazarnos.
No es así esta noche.
Me paro en mi puerta y Parrish está en la suya, y es como esa noche otra
vez.
Me froto la cara con ambas manos y las dejo caer a los lados, mirando hacia
arriba para verlo dándome una media sonrisa comprensiva en respuesta. Sabe en
lo que estoy pensando ahora mismo.
—No te preocupes: tengo a tus otros dos novios para defenderme esta vez.
No es posible que sea secuestrado. —Le doy una mirada a Parrish, pero su sonrisa
se hace más grande y engreída—. O tal vez simplemente estás frustrada
sexualmente —susurra, inclinándose hacia mí.
Puedo sentir su aliento en mis labios, y su calidez me hace temblar. Ni
siquiera puedo creer que hayamos pasado tres noches sin que haya pasado nada
más entre nosotros. Cada día, la tensión aumenta aún más. Cada día, lo deseo un
poquito más. Basada en su expresión ahora, y la forma en que me toca y me besa
cada vez que tiene la oportunidad, no dudo que el sentimiento sea mutuo.
—No quiero dormir sola —admito, volviendo la mirada a mi habitación
con una sensación de pavor en la boca del estómago. El último de los exámenes
fue ayer, así que debería sentirme aliviada. Se supone que las calificaciones se
publicarán el sábado por la mañana, así que hasta entonces, no hay nada más que
pueda hacer. Me siento aliviada al mismo tiempo de que haya terminado, pero
también llena de este miedo profundamente arraigado que me congela hasta los
huesos.
¿Qué pasa si no obtengo las calificaciones que pidió Justin? ¿Entonces qué?
¿No puedo ver a Maxine? O… ¿algo peor?
También está la otra zanahoria que Justine me dejó colgando: la
oportunidad de hablar con mis abuelos.
Mi psique lo necesita; mi corazón necesita eso.
Parrish mira por el pasillo hacia la puerta entreabierta de la oficina de Tess
antes de avanzar y empujarme hacia mi habitación. Patea la puerta para cerrarla
detrás de él y luego desliza sus dedos por mi cabello, bajando sus labios para
encontrar los míos. Nuestras bocas se juntan mientras desliza su lengua contra la
mía en un arco lento y perezoso, como si tuviéramos todo el tiempo del mundo
en lugar de ninguno en absoluto.
Ya puedo oír a Tess viniendo hacia aquí.
¿Nos vio en la cámara del pasillo? No estábamos haciendo nada y el audio
de esas cámaras no es lo suficientemente bueno como para captar nuestros leves
susurros. Lo más probable es que solo quiera ver si estoy en mi habitación. 416
Desafortunadamente, lo estoy, pero también estoy encerrada aquí y
besando a Parrish.
—La noche del baile es mañana —susurra, lamiendo la concha de mi oreja
y haciéndome temblar—. Y vamos a disfrutar cada segundo de nuestro afterparty
privado.
Lo empujo hacia atrás y me doy la vuelta justo a tiempo para que Tess
llame y luego, sin esperar una respuesta, abre la puerta.
—¿Qué están haciendo ustedes dos aquí? —pregunta, tratando de
mantener la pregunta ligera y despreocupada, pero fracasando miserablemente.
Puedo ver que le molesta la idea de que estemos solos aquí con la puerta cerrada.
¿Siente la atracción entre Parrish y yo? O tal vez sea en las pequeñas señales, la
forma en que siempre estamos parados o sentados tan cerca, la forma en que nos
sonreímos, las miradas furtivas.
Debe ser obvio para el mundo entero que estamos enamorados.
Así como es obvio para Parrish lo que siento por Chasm y Maxx.
—Repasando mi hoja de estudio para mañana —dice Parrish con
indiferencia, agitando su mano derecha de manera despectiva. Para ser justos,
hay un iPad en mi cama. Podría haber una hoja de estudio en su pantalla
oscurecida. Tess lo mira y luego a mí, forzando una sonrisa en su rostro.
—¿Estás emocionada de ir de compras mañana? —me pregunta, pero no
estoy del todo segura de si lo estoy o no. ¿Quizás? Tess y yo hicimos algunos
progresos mientras Parrish no estaba, pero siempre existe la posibilidad de que
vuelva a sus viejas costumbres.
—Lo estoy —digo, haciéndome sonreír, dándome permiso para relajarme
un momento. Los exámenes terminaron, para bien o para mal. Y no me han
desnudado y cortado con cuchillos desde el lunes, por suerte. La tensión en
Whitehall ha sido lo suficientemente densa como para cortar con un cuchillo, ja,
un juego de palabras, pero no ha habido ningún movimiento en días.
Todo el mundo sabe que Parrish ha vuelto, que está en el campus.
Empiezo a preguntarme si no fue por eso que el ataque del lunes se
intensificó tanto. Habían encontrado a Parrish, pero no estaba en la escuela.
Había una última oportunidad para hacer un movimiento.
—Bien —dice Tess, su sonrisa se vuelve un poco más real—. Te levantaré
temprano y podemos ir después de dejar a Parrish. A cualquier lugar que quieras
esta vez. Si tienes una tienda en mente, estaré encantada de llevarte allí.
Parpadeo sorprendida, compartiendo una mirada de asombro con Parrish.
Él sonríe suavemente, y puedo ver que está complacido con la perspectiva de que
Tess y yo nos llevemos mejor.
—Gracias. Eso suena… bastante asombroso en realidad.
—Incluso podemos recoger a Parrish después de su examen y almorzar
juntos en familia. —Tess extiende la mano para acariciar con el pulgar la mejilla
de Parrish y él la mira—. Yo y mis bebés perdidos. —Sus ojos se llenan de
lágrimas brevemente y parpadea para contener las lágrimas mientras lucho por
no sentirme como una mierda.
¿Está mal lo que Parrish y yo estamos haciendo?
En este punto, ni siquiera estoy segura de si me importa más. 417
Lo amo demasiado como para dejar que esta relación sea un tecnicismo.
—Puede que necesitemos más tiempo para prepararnos —ofrece Parrish,
tratando de alejar gentilmente a Tess de todo el asunto de “mí y mis bebés”.
Definitivamente no quiere que ella piense en nosotros como hermanos—. Pero,
¿tal vez el domingo o lo que sea?
La cara de Tess se endurece y tengo la sensación de que estamos a punto
de escuchar algo sobre el querido papi.
—Justin ha pedido llevarse a Dakota el fin de semana.
Desafortunadamente, hasta la audiencia de la próxima semana, no tengo mucho
que decir al respecto. —Tess me mira, como si estuviera esperando que yo
estallara con historias de abuso de Justin. Quiero decir, podría comenzar con el
hecho de que secuestró a Parrish y amenazó con matarlo como una razón por la
que no querría ir con mi papá biológico de visita.
Pero, por supuesto, no puedo hacer eso y poner en riesgo a Maxine.
—Bueno. —Es la única palabra que puedo pronunciar que no parece una
completa mentira. Conocimiento recibido y aceptado, para bien o para mal.
Tess deja escapar un pequeño suspiro, pero luego sacude las manos, como
si estuviera decidida a hacer un esfuerzo aquí. Lo agradezco, incluso si no me
emociona que me obliguen a volver a mi cama.
Me pregunto si Maxx no podría salirse con la suya durmiendo aquí…
Pero no, eso es una quimera. Sabía que estas felices fiestas de pijamas no
podían durar para siempre, por mucho que quisiera que lo hicieran.
—Está bien, Parrish —dice Tess al cabo de un minuto—. Vete a tu cama.
Él le da una mirada mordaz que ella regresa con una ceja cuidadosamente
levantada.
—No vas a llevar esta tendencia al verano, ¿verdad? —pregunta mientras
Tess se ríe y estira la mano para revolver su cabello. Él retrocede ante eso—. No,
mamá. No puedo soportar tanto de eso —le dice, pero no sin amabilidad. Ella
suelta un suspiro casi nostálgico en respuesta.
—Aún recuerdo cuando eras pequeño y siempre te aferrabas a mí; no
podías tener suficiente. Y ahora mírate. —Hace un gesto hacia su figura alta y
musculosa, y luego frunce el ceño—. Eres prácticamente un hombre.
Sin duda alguna es un hombre, pienso para mis adentros, y luego me sonrojo
por completo. Parrish se da cuenta y me sonríe, haciéndome desear tener otra
novela romántica de hermanastro para tirarle a la cabeza.
—En realidad, un hombre sumamente hermoso y muy deseable —corrige
Parrish, pasando la palma de su mano por los planos entintados y planos de su
pecho vendado y su vientre desnudo. Se me pone la piel de gallina por todo el
cuerpo cuando Tess le da una mirada de reprimenda en respuesta.
—No seas inapropiado con tu hermana —comenta y luego señala su
habitación—. Fuera. Vete a la cama. Querías hacer estos exámenes, así que
tómalos en serio.
Parrish me mira con una expresión de dolor que hace desaparecer justo a
tiempo para que Tess se vuelva hacia él.
—Buenas noches, Chica Gamer —dice, su voz llena de reluctancia. Es casi 418
doloroso cuando se aleja de mí, y me pregunto cómo diablos voy a sobrevivir una
noche entera aquí sola.
Lo recuperaste; lo salvaste. Justin prometió dejarlo en paz. Preocúpate por Maxine
y por ti, pero no por Parrish.
Los pensamientos son lógicos, pero eso no significa que mi corazón quiera
escucharlos.
—Buenas noches, cariño —me dice Tess, deteniéndose torpemente cerca
de mi puerta, como si quisiera darme un beso de buenas noches o un abrazo o
algo, pero no está segura de cómo hacerlo—. Te amo y estoy orgullosa de ti por
terminar tus exámenes.
—Gracias. —Sonrío y, esta vez, no es del todo forzado. Cuando lo intenta,
se vuelve un poco más fácil. Me imagino que si ella sigue intentándolo, y yo sigo
intentándolo, será mucho más fácil—. Buenas noches.
Ofrezco un pequeño saludo, esperando hasta que han desaparecido en la
habitación de Parrish, y puedo escuchar la voz de Tess mezclándose con la de
Maxx y Chasm, antes de apagar las luces y meterme en la cama.
Después de unos minutos, se va y se dirige a la habitación de Paul y ella,
pero, desafortunadamente, deja la puerta entreabierta.
—¿Estás bien ahí dentro, hermanita? —grita Chasm alegremente, su voz
lo suficientemente fuerte como para que llegue a mi habitación.
Me vuelvo de lado, mirando hacia la puerta abierta y apoyando la cabeza
en mis manos.
—Estoy bien —respondo, humedeciéndome los labios y preguntándome
cuánto de esto puede oír Tess. Eh, que se joda—. Pero los extraño, chicos. Ojalá
estuviera allí.
—Ojalá estuvieras aquí también —dice Parrish, su voz más tensa que de
costumbre.
—Ustedes dos son imposibles —añade Maxx a eso, y puedo decir que está
tratando de ser afable al respecto, pero en realidad, está celoso. No solo la tensión
en la escuela ha aumentado esta semana, la tensión entre Parrish y yo, pero
también la tensión con los otros chicos.
Pasa un momento. Otro.
Escucho el suave susurro de pasos en el suelo y luego ahí está Parrish,
asomándose a mi puerta.
—Levántate —dice, su voz ronca y baja. Por favor, no dejes que Tess vea esto
en la cámara, pienso, pero ya estoy arrojando mis mantas a un lado y saliendo de
la cama. Parrish me toma de la mano y me arrastra por el pasillo hasta su
habitación, pasa junto a los otros chicos y entra en su baño.
No espero eso del todo; pensé que me iba a llevar a la cama.
Bueno, supongo que me llevará a la cama, pero de una forma diferente a
la que pensaba.
Parrish me agarra por la cintura y luego me guía hasta el suelo, dejándome
en la alfombra blanca de felpa frente a la bañera. Su boca se encuentra con la mía
en la oscuridad, abrasándome con un calor vibrante, dándome vida de la mejor
manera. Nunca esperé que todo ese anhelo y toda esa preocupación entre 419
nosotros se convirtiera en esto, esta frenética y salvaje necesidad que borra todo
pensamiento racional.
Tess podría habernos visto en la cámara; podría estar viniendo en esta
dirección incluso ahora.
No importa.
Parrish saca un condón del bolsillo de sus pantalones pijama y traza el
borde a lo largo de mi mandíbula, haciéndome temblar.
—Joder, no puedo esperar a que termine este último maldito examen —
murmura, y luego se agacha para presionar su boca contra la mía, su cuerpo
cálido se instala entre mis muslos. Mis manos recorren su espalda, alisando sus
músculos y preocupándome por sus heridas incluso mientras desliza su pecho
vendado contra el mío—. Bésame, Dakota. Bésame como si fueras mía y no
amaras a nadie más. No me importa si es mentira.
Me aferro a él, lo beso profundamente, deseando con todo mi corazón que
lo que está diciendo sea verdad.
Sería mucho más fácil amar a un chico en lugar de a tres.
—Te amo, Parrish —prometo mientras tira de mis pantalones por mis
piernas y desliza sus palmas sobre mis muslos, adorándome, acariciándome. La
necesidad entre nosotros es demasiado intensa para ignorarla; tenemos que tener
esta liberación, incluso si es rápida.
—Y te amo —murmura, presionando su boca contra la mía incluso
mientras se baja los pantalones y busca a tientas ponerse el condón mientras trata
de mantener el contacto con mis labios—. No dejaré que nada ni nadie se
interponga entre nosotros. Eso te lo puedo prometer.
Inclina sus caderas para entrar dentro de mí, y mi mente parpadea con
partes iguales de emoción y miedo. ¿Qué está diciendo? ¿Está diciendo que estará
conmigo incluso si quiero seguir viendo a Chasm y Maxx? ¿O está diciendo que luchará
contra ellos si es necesario?
No puedo decidirme, y de todos modos no hay tiempo para eso.
Parrish se desliza dentro de mí, y es este maravilloso y perfecto
sentimiento de unión. No hay forma más segura de prometerle a mi alma
dolorida que él está de regreso y que no irá a ninguna parte que sentirlo así dentro
de mí.
Nos movemos rápida y silenciosamente en la oscuridad, el calor de él
filtrándose dentro de mí, calentando todos esos lugares fríos y silenciosos. Si
alguno de los dos había pensado que esto aliviaría la tensión entre nosotros,
estábamos equivocados.
Está amplificando las cosas.
Tengo la sensación de que este verano está a punto de ponerse caliente.
Suelto una carcajada y Parrish se queda completamente quieto, dejando
escapar un pequeño gemido mientras entierra su rostro entre mi cuello y mi
hombro.
—No hagas eso —murmura mientras giro la cabeza hacia él, pasando la
lengua por el costado de su rostro y saboreando la dulzura de su piel—. Reírte
así.
—Es por ti —le prometo, empujando mis caderas hacia arriba y 420
provocando que suelte un pequeño gruñido mientras engancha sus dedos
alrededor de mi hueso de la cadera y trata de mantenerme quieta—. Estaba
pensando que íbamos a tener un verano realmente caliente.
—Primero, piensas en pezones irritados cuando estamos juntos. Ahora,
¿en el clima de verano? —Me sonríe. No puedo verlo en las sombras del baño,
pero puedo sentirlo contra el costado de mi cuello—. Además, no estaba
hablando del pensamiento real que te hizo reír, estaba hablando de la risa en sí.
Te hace apretar fuerte. Demasiado apretado.
No puedo evitarlo; sus palabras, y la extraña desesperación en ellas, me
hacen reír de nuevo. Pero solo por un segundo. Porque tan pronto como empiezo
a reír, deja escapar un profundo gemido masculino y comienza a moverse,
bombeando más fuerte y más rápido. Su cuerpo se desliza contra el mío, frotando
mi clítoris y llevándome a alturas imposibles.
Cuando empiezo a sentir que estoy cayendo, me aferro a él,
estremeciéndome y jadeando contra sus labios, haciendo todo lo posible por
mantener nuestro romance en secreto. Para ocultarlo. Y no solo de Tess, sino de
los otros chicos.
Y los secretos… son ciertamente algo que no necesito ni quiero más.
Si vamos a resolver esto, todo tiene que estar a la vista; simplemente tiene
que estarlo.
Parrish empuja mi camisa hacia arriba, incluso cuando estoy llegando al
clímax y apretando a su alrededor, y luego deja caer su boca en mi pecho,
chupando mi pezón y provocándolo con su lengua caliente. El placer aumenta, y
luego me retuerzo, casi luchando contra él, exigiendo más.
Nos balanceamos juntos más fuerte, más rápido, ardiendo, doloridos,
cayendo.
Y luego Parrish se viene con un estremecimiento violento, bombeando
profundamente y enterrándose en mí. Se sostiene allí, temblando y presionando
desesperados besos en mi cabeza, y luego se da la vuelta con un suspiro.
Ambos nos acostamos boca arriba, temblando y jadeando, tratando de
recuperar el aliento.
—Después del baile de graduación, prepárate. Porque no solo quiero cinco
minutos contigo, robados en la oscuridad de la noche. Quiero tanto de ti como
pueda. Desde el momento en que lleguemos a casa esta noche hasta el momento
en que ese idiota aparezca para llevarte el sábado. Horas. Más que eso. —Parrish
se vuelve de costado hacia mí, poniendo una mano en mi vientre y riendo cuando
tiemblo al contacto de su palma—. No sé cómo lo lograremos, pero lo
resolveremos. Incluso si tenemos que tomarnos descansos para bajar las escaleras
y asegurarle a Tess que estoy vivo.
Pone los ojos en blanco; solo lo sé porque puedo ver la blancura alrededor
de sus irises en la oscuridad.
—Eso suena a cielo —le digo, dándome la vuelta para mirarlo. Pone su
mano en mi cintura, y luego nos besamos, y todo está sucediendo de nuevo.
Parrish se quita el condón anterior, me toca por todas partes, me aprieta los
pechos, nos hace subir a ambos a otro frenesí hasta que está listo. Se sienta
rápidamente, abre de un tirón el cajón inferior del tocador y busca hasta
encontrar otro condón. 421
Lo ponemos juntos y luego vuelve a estar dentro de mí.
No nos detenemos. Incluso cuando sabemos que deberíamos hacerlo. En
cambio, vamos hasta que tengo demasiado sueño para siquiera considerar otra
ronda.
Cuando finalmente terminamos, y he terminado de reorganizar mi ropa,
Parrish extiende una mano y me ayuda a ponerme de pie.
—Ojalá pudieras quedarte —dice, y cuando toco el costado de su
mandíbula con los dedos, veo que aprieta los dientes.
—Al final, Tess se relajará un poco y tendremos la oportunidad de hacer
más. Incluso dormir juntos. Recuerda: solíamos cerrar nuestras puertas con llave
por la noche. Sí, a veces ella forzaba las cerraduras, pero no muy a menudo. No
veo por qué no podemos volver a eso.
—Espero que tengas razón —me dice, sonando cansado mientras conduce
el camino de regreso a su habitación. Espero desesperadamente que Chasm y
Maxx estén dormidos, pero es posible que no lo estén. Es posible que sean
plenamente conscientes de que pasamos dos horas juntos en el baño.
Solo puedo suponer que Tess no ha revisado a Parrish todavía, o uno de
ellos le aseguró que simplemente fue al baño cuando ella apareció. A mí, ella no
me habrá mirado. Al menos, espero que no.
Parrish me escolta hasta la puerta, nuestros dedos se separan a
regañadientes mientras lucho contra esos sentimientos desencadenantes de
miedo y me escabullo de regreso en mi propia habitación. Es como esa noche otra
vez. Solo que, esta vez, tiene a sus amigos con él. Esta vez, sé a qué nos
enfrentamos.
Y esta vez, no cometeré los mismos errores que cometí antes.
Terminaré este juego, papá. Jaque y jodido mate.
422
Nuestra rutina habitual se reanuda a la mañana siguiente: Delphine me
despierta, bajo con dificultad las escaleras, Maxx prepara el desayuno. Pero esta
vez, Chasm se relaja en la mesa mientras Parrish se viste con su uniforme y me
encuentro con un lindo vestido de patinadora que tiene a los tres chicos
boquiabiertos abiertamente.
Kimber se da cuenta, sé que lo hace, y me lanza esta mirada que promete
que ella y yo no hemos terminado, ni siquiera si Parrish está en casa todavía. Es
molesta y bastante regresiva, pero me ocuparé de ella más tarde. Por ahora, estoy
concentrada en hacer que este viaje de compras con Tess sea agradable.
—Aceleremos las cosas o llegarás tarde —dice Tess, sorbiendo
frenéticamente su flat white mientras su teléfono vibra y mira la pantalla—.
Parece que vamos a recibir una entrega. Será mejor que sea mi nueva máquina
de escribir. —Dice esto distraídamente, pero los chicos y yo nos quedamos
completamente quietos e intercambiamos miradas de complicidad.
Joder.
Ese movimiento me perseguirá durante algún tiempo, lo cual, lo sé, es el
objetivo de Justin.
Lo que me preocupa es cuál será la próxima fase de esta pesadilla. ¿Maxine
va a sufrir como lo hizo Parrish? ¿Qué voy a tener que hacer para recuperarla?
Mis primeras tareas fueron alienantes pero serviles; la siguiente serie de tareas
fue desgarradora y dolorosa.
Ahora que los exámenes terminaron, estamos listos para pasar a la
siguiente fase de esta mierda, y tengo el mal presentimiento de que hará que todo
lo que vino antes parezca un juego de niños.
—Dakota, ¿puedes abrir la puerta? —pregunta Tess mientras Kimber
intenta llamar su atención, algo sobre la pijamada de una amiga, creo. Le está 423
diciendo un no rotundo que no me sorprende en lo más mínimo.
—Seguro. —Me levanto y camino hacia la puerta con mis Chucks
disparejos, mirando por la ventana para confirmar que es el repartidor y no un
reportero loco. Lo es, gracias a Dios. La situación de los paparazzi ha alcanzado
proporciones de pesadilla. Abro la puerta y mi sonrisa se desvanece levemente
cuando el repartidor revisa los nombres en los paquetes y me mira.
—¿Dakota Prior? —pregunta y ahí es cuando sé que voy a odiar lo que sea
que haya dentro de ellas.
—Esa soy… yo —contesto, tratando de ocultar la frustración de mi voz.
Justin me estará mirando ahora mismo, no hay dudas al respecto. Firmo el iPad
del repartidor y luego acepto una montaña de cajas elegantes no muy diferentes
a la otra montaña de cajas elegantes que acabé recibiendo para la fiesta de
lanzamiento.
Considero hacer una carrera hacia mi habitación en un intento de ocultar
los paquetes a Tess, pero es demasiado tarde. Ella me vio.
—¿Qué es todo eso? —pregunta frunciendo el ceño mientras me giro hacia
ella y da un paso adelante para quitarme algunos de los paquetes. Dirige el
camino hacia la cocina y los coloca en el mostrador, levanta una de las cajas y
mira el nombre en la etiqueta de envío—. ¿Dakota Prior?
Su voz es perversamente fría mientras lanza una mirada en mi dirección.
—No tengo idea —respondo honestamente mientras Kimber y los tres
chicos se acercan para ver qué está pasando.
—¿Estos son de Justin? —confirma Maxx secamente, y asiento, con el
pecho apretado, el corazón latiendo con fuerza.
Primero tomo la caja más grande y levanto la tapa, dejándola a un lado.
Hay un pequeño sobre rosa ubicado en el papel de seda que hace que mi pulso
se acelere cuando lo levanto y saco la pequeña tarjeta.
Me he tomado la libertad de enviar todo lo necesario para el baile de graduación de
esta noche. Sé que has estado ocupada con tus estudios y no has tenido tiempo de ir de
compras. Pero no te preocupes: papi te apoya. También me ofrecí como chaperón. ¡Te veo
esta noche!
PD: Tengo a las chicas viniendo a peinarte y maquillarte de nuevo. Prepárate para
ellas a las seis.
Se me enfría la sangre cuando paso la tarjeta a la mano extendida de Tess.
—Este hijo de perra —gruñe, sorprendiendo a todos en esa cocina al
mismo tiempo. Sus ojos se alzan a los míos—. Dakota, no tienes que ponerte
ninguna de estas cosas. —Sólo sigo mirándola, una vez más sintiendo que ese
horrible y repugnante sentimiento de hundimiento se apodera de mí. ¿No tengo?
Quiero preguntar, deseando poder decirle toda la verdad sobre Justin, decirle
que tiene razón, que incluso si él es cien veces más agradable que ella, está
jodidamente loco. Le pedí que no me pidiera comida en un restaurante y esa
oscuridad persistente detrás de su afabilidad casual subió a la superficie como
crema—. Puedo llevarte a donde quieras ir. Tenemos todo el día para comprar y
prepararnos para esto. —Deja la tarjeta mientras desdoblo el papel de seda rosa
en la caja, revelando un vestido dorado brillante.
El tema de la fiesta de graduación de Whitehall es, como era de esperar,
todo lo que reluce es oro. Según los chicos, el año pasado fue la fiesta del platino. ¿El
424
año anterior a ese? Diamantes en bruto. Ya vamos. ¿A estas personas les importa
algo más que el dinero?
Cuando le pregunté a Chas por qué permitió un tema tan espantoso, su
respuesta fue cáustica: “Soy el presidente del cuerpo estudiantil, no el jefe del comité
del baile de graduación, naekkeo” murmuró alrededor de un cigarrillo. Pero fue muy
sexy cuando lo dijo, así que eso es todo.
Levanto el vestido y Kimber jadea y se tapa la boca con la mano.
—Ese lo vi en línea; es un vestido de siete mil dólares. —Suena envidiosa
ahora mismo, lo cual es ridículo. Estoy segura de que Paul le ha comprado
muchos vestidos como este. Confía en mí: he escuchado historias sobre el armario
de Kimber. Nunca se me permitió verlo ya que todavía no me ha dejado entrar
en su habitación ni por un segundo, pero es legendario entre los chicos.
—Parece que no tienes que ir de compras después de todo. Afortunada. —
Parrish se encoge de hombros, tratando de restarle importancia a una situación
que los cuatro sabemos que es todo lo contrario. No puedo decidir si ponerme
este vestido o no; lo voy a usar. Punto. Y Justin lo sabe.
Tess le lanza a su hijo una mirada dura mientras Chasm murmura algo en
coreano que probablemente se traduce como: estás tan jodida ahora, hermanita, y lo
siento.
—Dakota —repite Tess, tratando de desviar mi atención del vestido. Me
pregunto si se está haciendo una idea equivocada. Si ella piensa que me gusta
que me quiten todas mis opciones y que me digan qué hacer. Claro, esta vez es
un vestido de diseñador, pero antes de eso, fue folla a este tipo, o folla a ese tipo, o
mata a este conejo. Sólo una orden más en una larga lista de ellas—. No puedo
evitar que Justin haga de chaperón esta noche, pero estoy segura de que puedo
detener esto. Salgamos, solas tú y yo, y podemos encontrar un vestido que te
quede bien. No lo comentaré ni emitiré juicios como lo hice la última vez.
Me quedo mirando el vestido de tul con hombros descubiertos con su
bordado floral, su voluminosa falda de baile y toda esa cuidada pedrería, y quiero
gritar.
Tenemos a Parrish de vuelta, pero no hemos progresado nada con Justin.
Cero.
Solo tenemos a Parrish de regreso porque quiso que lo encontrara. Porque
me estaba preparando para convertirme en un monstruo a su semejanza. Joder.
Tess sigue hablando, lo que solo empeora las cosas.
—Ni siquiera tiene que ser un vestido caro. Solo te sugiero cosas así
porque quiero que puedas vestirte como las otras chicas, porque lo vales. Te
mereces tener cosas bonitas.
Ay.
Tess acaba de disparar una flecha emocional directamente a través de mi
corazón.
—Te mereces cosas bonitas, Mia. —Justin me había dicho eso el otro día. Y
también lo dijo en serio. Tess también. Tengo dos padres en guerra que intentan
mostrarme lo valiosa que soy, cómo merezco prosperar y florecer, y sin embargo
ninguno de ellos lo consigue. 425
Uno de ellos es frío y distante a la vez que pegajoso, egoísta y controlador.
El otro asesina gente y me ordena mientras sonríe y ríe.
Nunca he echado de menos a mis abuelos más que en ese momento.
—Eh, gracias —digo, acercando el vestido a mi pecho y aferrándome a él
como si fuera un salvavidas—. Pero esta hermoso. Me encantaría llevarlo esta
noche al baile. —Mentira. Sabe a ceniza en mi lengua, áspera y horrible, el sabor
de algo que alguna vez fue hermoso pero que ahora no es más que polvo.
Tess me mira fijamente, y aunque intenta con todas sus fuerzas luchar
contra eso, puedo verlo en su rostro de nuevo. Decepción. Decepción. Decepción.
—¿Estás segura de esto, Mia? —pregunta, y no puedo decidir si solo está
molesta y eso fue un desliz emocional de la lengua o si se está desahogando
conmigo.
—Es Dakota —corrige Maxx, pero con mucha suavidad. Tess lo ignora.
—Estoy segura —digo, obligándome a sonreír y sabiendo que
probablemente luzco horrible—. Estoy absolutamente segura.
Parrish y yo intercambiamos una mirada, pero no hay nada que pueda
hacer para agradarle a Tess cuando estoy actuando como una loca. La verdadera
Dakota se siente como si se deslizara como arena entre mis dedos. ¿Sabes qué
haría ella en esta situación? Tomaría este vestido y todos los accesorios elegantes
que vinieron con él, y los donaría al refugio de mujeres. Luego saldría de compras
con Tess, compraría un vestido negro con calaveras y luego sufriría un almuerzo
con su madre y el hermanastro del que estaba enamorada, todo el tiempo, ella
estaría sonriendo.
Supongo que en cualquier escenario, la sonrisa sería falsa, pero al menos
en el último, estaría tomando mis propias decisiones.
—Está bien, entonces —dice Tess rígidamente, y luego se vuelve hacia
Parrish, suavizándose un poco—. Tenemos que irnos o llegarás tarde.
Se vuelve y se dirige al garaje mientras Kimber pierde el interés y se aleja,
dejándome sola con los chicos.
—¿Qué quieres hacer con esto? —pregunta Chas, dando golpecitos con los
dedos en la encimera mientras dejo el vestido en la caja.
—No hay nada que hacer —digo, tratando de reprimir una oleada de
cruda emoción. Tenía muchas ganas de ir de compras con Tess, lo creas o no.
Realmente siento que… podríamos tener una relación si lo intentáramos. Si
pudiera ser yo misma. Si pudiera aprender a relajarse. Pero eso no es lo que Justin
quiere, al menos no todavía. No olvidaré pronto cómo tomó nota del brazalete
de tenis de diamantes que usé en la limusina ese día. Se preocupa por Tess a su
manera, extraña y obsesiva.
Eventualmente, sucederá algo que nos unirá.
No creo que a ninguna de nosotras le guste lo que sea.
—Entonces… ¿combinar tu ramillete con este vestido? —Continúa Chasm,
tratando de restarle importancia a la situación. Él y Parrish intercambian una
mirada, y no puedo evitar preguntarme quién, exactamente, se supone que me
comprará un ramillete.
426
Parrish agarra un recipiente de plástico y abre la tapa mientras Maxx se
acerca y abre uno con un par de tacones dorados de punta abierta en el interior;
tienen cristales por todas partes y, por supuesto, suelas rojas. Más Louboutins.
Dentro del contenedor de Parrish, hay una serie de botoniers. Como en, las flores
que las chicas compran para que los sujetos las usen en el baile de graduación en
las chaquetas del traje, del mismo lado que un pañuelo de bolsillo.
Hay tres rosas muy bonitas, muy rojas.
—Vaya —dice Maxx, extendiendo la mano para tomar una y sosteniéndola
en su mano—. ¿Por qué tres de ellos? —Hace una pausa y gesticula vagamente
hacia Parrish y Chasm—. Quiero decir, entiendo el simbolismo detrás de eso,
pero no puedo ir esta noche, ni siquiera como acompañante. Tengo esa cosa de
cenar con mis padres.
—¿Están comportándose raros otra vez? —confirma Chasm y X asiente.
—Sí. Inquietantemente insistentes —suspira y deja la flor antes de
mirarme—. Tengo un mal presentimiento sobre esta noche —dice, pero no
necesito que me lo diga. Todos sabemos que va a pasar algo y, ya sea grande o
pequeño, va a ser una mierda.
—Yo también —concuerda Parrish, pasando una mano por su rostro—.
Pero esto ciertamente parece una sugerencia muy fuerte para asistir. No me
imagino que Justin apreciaría que nos echáramos atrás ahora.
Miro las cajas de diseñador esparcidas por el mostrador y me siento mal.
Esto va a ser malo. Lo será. Lo sé.
Lo único que no sé es qué tan malo, exactamente, va a ser.
La respuesta: monumental.
429
El baile de graduación se llevará a cabo en el salón de baile del mismo
hotel donde cené con Justin ese día.
En circunstancias ideales, estaría encantada de asistir.
Todo lo que brilla es oro es correcto. Toda la habitación está adornada con
franjas de seda dorada y tul champán con una enorme lámpara de araña que es
más grande que el auto de Tess. Hay mesas redondas con candelabros brillando
sobre sus superficies salpicadas de pétalos de rosa. Los propios estudiantes se
suman a la atmósfera, vestidos como estrellas de cine con costosos vestidos de
gala y esmóquines de alta gama, cabello perfecto, maquillaje escénico y
diamantes en abundancia.
Es un poco incómodo, muy lujoso y completamente exagerado.
Ojalá pudiera disfrutarlo más de lo que lo hago.
El truco aquí es que todos en esa sala han decidido que Parrish, Chasm y
yo somos malos. Puedo sentirlo en cuanto entro a la habitación con un chico en
cada brazo. Hacemos una pausa en la parte superior de una gran escalera,
mirando por encima de la centelleante y muy venenosa multitud de estudiantes
de la preparatoria Whitehall.
—Princesa —saluda una voz incluso antes de que entre en la refriega.
Justin se acerca a nosotros con un esmoquin hecho a medida, y los ojos de Parrish
se agrandan. Esta es la primera vez que se encuentra con su secuestrador/mi papi
biológico/el Cazador de Seattle en persona. Es bueno conocer la cara que
acompaña al tipo que estaba conspirando para matarte, ¿eh?—. Estoy tan feliz de
que lo hayas logrado.
Como si tuviera elección.
Chasm frunce el ceño mientras Parrish estudia al hombre con abierta
animosidad, mirando por encima del hombro como para asegurarse de que Tess
no está de pie cerca de nosotros. Ella está cerca, pero no al alcance del oído. En
cambio, se ubicó en un mar de esposas trofeos cerca de la mesa de refrigerios en
la parte superior de las escaleras. Mira a Justin con enfado mientras toma una
copa de champán (hay un bar, pero solo para los chaperones) y él, por supuesto,
hace todo lo posible para fingir que ella no existe.
—Gracias por el atuendo —digo con los dientes apretados. Es la única
forma sutil que se me ocurre para expresar mi disgusto.
—De nada, cariño —ronronea Justin, estirando la mano para jugar con mi
trenza. Sus ojos se desvían hacia los de Parrish y su sonrisa se agranda aún más—
. Y tú. El niño milagroso. Regresó a salvo a los brazos de su adorada madre por
la buena gracia de Dios y, por supuesto, por los magníficos avances tecnológicos
de Milk Carton.
—Eres Justin Prior —dice Parrish, pero más para sí mismo que para
cualquiera de nosotros, sólo para confirmar que este es, efectivamente, el hombre
al que debería estar dirigiendo toda su animosidad—. Espero que sepas que si
tengo la oportunidad, te mataré.
Justin echa la cabeza hacia atrás con una risa estridente, sus ojos azules
brillantes relucen mientras baja la mirada hacia su secuestrado.
—Oh, te invito absolutamente a que lo pruebes, hijo. Sería una fantástica
prueba de habilidad para los dos. Perderías, por supuesto, pero yo no te mataría.
Le prometí a Dakota que no lo haría y mi palabra es sagrada. —Justin sonríe
mordazmente, sus dientes brillan a la luz del candelabro—. Pero te lastimaría.
Ah, y también me encantaría. Una parte de mí consideró matarte al principio, 430
solo para enojar al viejo Paulie, pero ¿qué diversión sacaría de eso?
—Estás jodidamente enfermo —le gruñe Parrish, pero no puedo dejar que
los dos comiencen una pelea. Aquí no. Ni en ninguna parte. Justin tiene
demasiados lacayos, demasiado dinero, demasiado poder. Si vamos a lanzar un
ataque directo contra él, tiene que ser sutil, rápido y definitivo.
—Discúlpanos —digo, fingiendo la sonrisa más linda que puedo lograr—
. Pero preferimos pasar nuestro tiempo juntos que con nuestros padres. Es fiesta
de graduación, después de todo.
—Claro que sí, cariño —dice Justin, acercándose para palmearme la
cabeza de la manera más condescendiente posible—. Estaré aquí, cotilleando con
Seamus. Si me necesitas, solo grita. —Guiña un ojo antes de alejarse y tiro de los
brazos de los chicos para que se muevan.
—Maldita sea, odio a ese hombre —murmura Chasm, y Parrish gruñe su
conformidad.
—Es incluso más aterrador en persona de lo que esperaba —agrega,
mirando hacia atrás una sola vez en dirección a Justin antes de temblar.
Llegamos al final de las escaleras y la multitud de estudiantes se separa
como una ola, moviéndose a un lado para dejar espacio para nosotros. Me
impresionaría si no pensara que se están moviendo no por respeto, sino por odio.
Desdén. Antiguos rencores familiares. Chantaje. Es decir, no por una buena
razón.
—Parece que ahora todos somos parias sociales —comenta Chasm,
tomando nota de los rostros que nos rodean. Me imagino que esto no era lo que
esperaba cuando me invitó al baile de graduación originalmente.
—Me importa una mierda. —Parrish vuelve su mirada hacia los
estudiantes más cercanos a nosotros y ellos retroceden aún más—. Siempre y
cuando nos dejen en paz.
Diviso a Lumen y Danyella entre la multitud, pero no me acerco a ellas,
no esta vez.
Sin embargo, las veo a ambas mirándonos de vez en cuando. Intento tomar
eso como una señal positiva.
Veronica y sus compinches están agrupadas en un lado de la habitación
con un grupo de chicos que supongo deben incluir a los atacantes de Chasm:
Gavin y Antonio, entre otros. No conozco a ninguno de ellos. Nunca llegué a
conocer a ninguno de los chicos de la escuela excepto a los dos en mis brazos, y
ahora que le han pateado el trasero a mi crush, no creo que me gustaría
conocerlos.
—Bueno —dice Parrish, mientras los tres nos encontramos solos en medio
del salón de baile. Me mira a los ojos, y un escalofrío me recorre, haciendo que se
me ponga la piel de gallina en brazos y piernas. Tenemos la pista de baile para
nosotros solos. ¿Podríamos bailar? —Vuelve a mirar a Tess. Ella todavía está en
lo alto de las escaleras, mirándonos.
—¿Crees que es seguro para nosotros bailar? —le pregunto, apartando mi
atención de Tess y volviéndola a él. Mi apuesto príncipe de los perezosos. Mi
crush secuestrado. Mi hermanastro.
—Me da igual si lo es o no —me dice, levantando la barbilla mientras
431
Chasm suelta mi brazo y cruza el suyo sobre su pecho—. Se lo diremos a Tess la
semana que viene. No me importa qué día: puedes elegir. Pero ella necesita
saberlo. No puedo ocultar esto por más tiempo.
—Te vas a arrepentir —murmura Chasm, y luego agrega algo en coreano
a lo que Parrish responde de inmediato. Los veo pasar por una conversación
completa antes de que Chas simplemente levante las manos en señal de
rendición—. No digas que no te lo advertí. —Pone una mano en mi brazo, sus
dedos acarician mi piel con una agradable calidez. Todos mis cortes están
cubiertos con látex aplicado expertamente, de la misma manera que Chasm cubre
sus perforaciones en los labios. Gracias al equipo de expertos en belleza de Justin,
puedo usar este vestido sin que Tess se dé cuenta.
El hombre es un genio para los subterfugios y las ilusiones, ¿no es así?
—Bailaré contigo luego, naekkeo —promete Chas, y luego se marcha para
esperar al borde de la multitud.
Me doy cuenta de que, incluso cuando Parrish pone una mano en la curva
de mi cintura y envuelve mi otra mano con la suya, mantiene sus ojos en Chasm.
Una nueva canción comienza cuando nuestras miradas se encuentran y
luego, como Bella con su vestido dorado en el baile con la Bestia, comienza un
vals que me hace sentir como una maldita princesa de Disney. Aunque no puedo
bailar, aunque no soy tan refinada como Parrish Vanguard, convierte mi torpe
trasero de gamer en un elegante cisne. No sé cómo. Tal vez sea solo porque
estamos muy en sintonía, y estoy reflejando cada uno de sus movimientos,
siguiendo cada uno de sus pasos.
Aunque ambos sabemos que no deberíamos bailar juntos por más de una
canción o dos, termina siendo tres, cuatro y cinco, hasta que nos inclinamos
demasiado cerca, y su respiración agita mi cabello mientras que la mía roza
contra el costado de su cuello.
—Mierda, ¿ves a qué me refiero? —dice con los dientes apretados después
de que termina la siguiente canción. Aun así, no me suelta, incluso cuando
Chasm se acerca para pararse a nuestro lado nuevamente, claramente esperando
su turno—. Es por eso que no puedo seguir ocultando esto.
—Amigo, Tess los está mirando. Necesitamos cambiar: ahora.
Parrish se arriesga a mirar a su madre, maldice y luego, de mala gana,
abandona su agarre sobre mí. Es como si el mundo entero se congelara por un
minuto. Pero luego Chasm da un paso adelante y se hace cargo del lugar de
Parrish, y me derrito de nuevo, pero de una manera completamente diferente.
Bailar con Parrish es como bailar con un príncipe; bailar con Chasm es
como aceptar al caballero oscuro en tu corazón, tu cama, tu alma. Su mirada es
intensa mientras me acerca a él, mucho más audaz de lo que se le permitió a
Parrish. Su mano se desplaza hacia mi trasero, deteniéndose justo antes de ser
inapropiado mientras me lleva por la pista de baile.
Seguimos la misma rutina, permitiendo que una canción se convierta en
otra, hasta que todo lo que puedo ver es el hermoso rostro de Chasm contra la
reluciente belleza de la venenosa juventud de Medina.
Tan pronto como termina esa canción, las luces sobre nosotros se atenúan
y la música cambia de marcha. En lugar de música clásica, que, si lo piensas bien,
es simplemente extraño para un baile de graduación de la escuela preparatoria,
el DJ comienza a tocar éxitos modernos y comienza el perreo. Los acompañantes 432
hacen todo lo posible para detenerlo, pero la habitación comienza a llenarse de
humo de color dorado mientras el confeti cae revoloteando desde el techo junto
con un lío de globos dorados y blancos.
Los chicos y yo nos excusamos hasta el borde de la multitud solo para
encontrarnos con Tess.
—Necesito hablar con ustedes dos —dice, señalándonos a Parrish y a mí.
La expresión de su rostro me asusta muchísimo, pero ¿qué puedo hacer? ¿Decirle
que no?—. Chasm, si nos concedes un minuto, por favor.
Tess se da vuelta y se aleja mientras Parrish y yo intercambiamos una
mirada.
—Los seguiré de lejos —dice Chas, pero suena resignado—. Ella lo sabe,
hombre. Puedo notarlo.
Parrish fija su expresión en una de determinación, engancha su brazo con
el mío y me arrastra a su lado. Seguimos a Tess a una alcoba protegida cerca de
los baños y nos detenemos cuando se da la vuelta para mirarnos, sus ojos se
desvían rápidamente hacia el lado donde Chasm espera, dándonos el espacio
suficiente para hablar en privado.
—Voy a hacer esta pregunta una sola vez, pero quiero una respuesta
honesta.
El extraño miedo en la voz de Tess me asusta muchísimo, pero ¿qué puedo
hacer en este momento? No quiero ocultar mi amor por Parrish más de lo que él
quiere ocultar el suyo por mí.
—Dispara —dice Parrish, asintiendo.
Tess lo mira a los ojos primero y luego a mí.
—¿Están ustedes dos saliendo a mis espaldas?
La pregunta flota en el aire como ese humo dorado que cubre la pista de
baile, pero ninguno de los dos tiene la oportunidad de responderla. El teléfono
de Tess suena y lo saca de su bolso para mirar la pantalla, un ceño fruncido
aparece en sus labios.
Levanta un dedo mientras Parrish y yo intercambiamos una mirada.
—¿Hola? —pregunta Tess, y luego sus ojos se agrandan. Casi al mismo
tiempo, Chasm avanza sigilosamente con un ceño fruncido similar en su propio
rostro.
—Chicos… —Comienza, mostrándonos el mensaje de texto en su teléfono.
Es de Laurent, uno de los papás de Maxx.
¿Sabes dónde está Maxim? Vino a cenar y se suponía que debía quedarse, pero no
está en la habitación de invitados. Es como si se hubiera levantado y se hubiera ido sin
decirnos nada.
Mis ojos se encuentran con los de Parrish mientras un terror helado se
filtra por mis venas. No puedo volver a hacer esto. No puedo lidiar con que
Maxine esté en peligro al mismo tiempo que X. Y ciertamente no puedo hacerlo
después de recuperar a Parrish después de tanto tiempo.
—Oh, Dios mío. —Tess se tapa la boca con una mano, los ojos muy abiertos
por el terror mientras nos mira a los tres—. ¡La casa está en llamas!
Se lleva su teléfono y comienza a correr. Los chicos y yo nos detenemos el
tiempo suficiente para intercambiar una mirada compartida antes de recoger mis 433
faldas y salir detrás de ella, Parrish y Chasm justo detrás de mí.
No sé exactamente qué significa todo esto, pero lo que sí sé es esto: Justin
nos está sonriendo cuando subimos las escaleras y lo pasamos, dirigiéndonos al
estacionamiento de grava frente al hotel.
Por la forma en que me mira, puedo decir que nada de esto fue accidental.
Oh no, Justin Prior tiene planes para mí. Su princesa de la venganza. Su
obsesión.
Y la única forma en que voy a poder salir es matándolo.
Irónicamente, tendré que dejar que el Cazador de Seattle me convierta en
el mismo monstruo que tan desesperadamente quiere crear para poder
destruirlo.
Para salvarme y a todos los que amo, tendré que sentirme cómoda con la
idea de tener sangre en mis manos.
Porque el amor, como todos sabemos muy bien, es una maldita espada de
doble filo.
434
LOST DAUGHTER OF A SERIAL KILLER: LIBRO
435
Puede que tenga una aplicación que graba y vigila todo; puede que tenga
un plan de justa venganza. Pero hay dos cosas que el cazador de Seattle no
entiende: el amor y la lealtad. Pensó que podía separarnos cuando lo único que
hizo fue acercarnos.
Y juntos, somos más fuertes.
ESTE ES EL FINAL DEL JUEGO, PAPÁ.
436
C.M. Stunich se define a sí misma como una bibliófila con un
amor por los tés exóticos y toda una serie de personajes que viven a tiempo
completo dentro del extraño y arremolinado vórtice de sus pensamientos.
Algunos podrían decir que esto es una locura, pero a Caitlin Morgan no le
importa, especialmente considerando que tiene que escribir biografías en
tercera persona. Oh, y la mitad de los personajes en su cabeza son chicos
malos ardientes con bocas sucias y manos hábiles (entre otras cosas). Si
estar loca significa salir con ellos todos los días, C.M. ha decidido
comprometerse.