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Desde 1895 a 1914, a raíz de la llegada de las grandes corrientes inmigratorias, la ciudad creció con una de las tasas

anuales
más grandes del mundo y en 1914 ya era la duodécima ciudad más grande del mundo con 1.575.000 habitantes, y también
creció cultural y comercialmente.

En la revolución de mayo, luego del desplazamiento del poder de los españoles por parte de los criollos. La ciudad, de unos
40.000 habitantes, se transformó en un importante puerto consumidor de productos manufacturados que provenían
principalmente de Gran Bretaña y se produjo el desmembramiento del Virreinato del Río de la Plata. Buenos Aires se
constituyó en un primer momento en centro hegemónico, pero debió imponerse a las oligarquías provinciales, que tenían sus
propios proyectos económicos

La prosperidad económica que atravesaba el país sumada a las preparaciones para el I Centenario que se celebraría en 1910
permitieron que la infraestructura urbana se desarrollara. Se mejoraron los servicios públicos y se construyeron nuevos
edificios para las instituciones gubernamentales, plazas, parques, museos y bibliotecas. Fueron levantados el Palacio del
Congreso (1906), la Casa Rosada (1898), y el Teatro Colón (1908). En lo urbanístico se modificó en estilos, edificios altos y en la
traza urbana. Se discutieron y formularon planes para hacer de Buenos Aires el símbolo de una nación nueva y progresista

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