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Miércoles 19 de Septiembre 2018

Mi último semestre en la universidad, sonrió y camino segura, cada inicio de


clases siempre hay grupitos que no dejan de hablar y solo platican de sus
vacaciones, que falsamente se han extrañado y que les han traído recuerdos.
 ¡Amber! – grita Daina, ella es mi mejor amiga, mi cómplice, casi una
hermana.
 Daina – digo y ella sonríe.
 No sabes cuánto te he extrañado – su voz está llena de emoción.
 Y yo a ti – trato de imitar su emoción, pero nunca puedo hacerlo, ella
sabe que la aprecio, pero es muy difícil que extrañe a las personas.
 ¿Fuiste a la casa? – pregunta.
 Si, de hecho vengo de ahí y está todo bien – asiento y ella me toma por
el brazo.
Caminamos hacia el salón de clases, ya sabemos que profesores nos
impartirán materia y cuáles son las materias que llevaremos, justo ahora nos
toca con Romina, una maestra increíblemente buena en el rango, bastante
estricta pero excelente maestra.
Al llegar al salón Daina y yo nos sentamos juntas, todos hablan y hablan,
sonríen, se abrazan pero nunca se callan.
 Buenos días chicos – saluda la profesora.
 Buen día – respondemos algunos de nosotros.
 Bien, nuevo inicio de clases, nuevo año, hay nuevas caras, como saben
aquí no es nuestra área de trabajo, así que tenemos que ir al laboratorio
A6 – dice – Así que vamos – su voz es entusiasta, caminamos hasta el
laboratorio, algunos simios corren por las computadoras, otros
caminamos como la gente civilizada hasta llegar al laboratorio y nuestra
estación de trabajo.
 Como ya sabrán muchos me califican como una maestra estricta, porque
lo soy, esta materia es de trabajo constante y bueno aprender de todo lo
que les puedo enseñar.
Las horas de clase pasan rápidas, solo nos muestra a modelar en 3D, nos
explica algunas herramientas y nos da un poco de teoría, muchos estábamos
absolutamente aburridos con todo lo que nos decía, anteriormente ya había
trabajado con esa maestra, siempre es ser constante y no tendrás que tomar
clases de verano o especiales.
 Nuestra siguiente clase es Matemáticas avanzadas – dice Daina.
 Lo sé, espero que solo sean multiplicaciones. – bromeo, Daina es
pésima en matemáticas.
Al llegar. Un hombre de traje negro, cabello negro, una cara y un cuerpo
fenomenal está en el escritorio.
 Pasen chicas – dice al vernos en la puerta.
Daina me mira con cara de emoción, camina segura y se sienta frente al
profesor, pongo los ojos en blanco y me siento detrás de ella. Mis compañeros
comienzan a llegar, el profesor está realmente guapo, y es el eterno crush de
Daina. Se presenta, aunque ya lo conocemos y nos da tips para la materia y
como será nuestra evaluación, lo típico que todo profesor dice en todas las
primeras clases.
 Amber, soy pésima en matemáticas – susurra Daina, su voz es chillona.
 Lo sé, apestas – me burlo.
 Tienes que ayudarme – susurra.
 Sabes que si – susurro.
La clase termina, Daina y yo vamos por un café, caminamos al nuevo salón y
nos quedamos ahí por un buen rato, ella me platica como le fue con sus padres
y las experiencias que vivió durante nuestras largas vacaciones.
 ¿Y Tú? – pregunta curiosa.
 ¿Yo qué? – digo distraída, mi mente piensa en lo que hice hace unas
noches.
 ¿Qué hiciste en tus vacaciones? – pregunta, me dan ganas de decirle:
me tire a un hombre y fue la mejor experiencia sexual que he vivido,
pero reprimo mis pensamientos y solo rayo una hoja de mi carpeta.
 En realidad nada, solo fui a las playas, ya sabes, caminar, conocer
gente, beber…
 Coger – susurra.
 Coger – repito – Fui con mi familia también, mis padres brincaron de
emoción.
 Pues tienes que contarme tus aventuras.
 Claro. – sigo rayando la hoja de mi carpeta, no sé ni que rayos dibujo.
 Buenos días, perdonen la demora – dice un hombre, su voz es
masculina y formal, levanto la mirada, abro los ojos tanto como puedo,
mi boca dibuja una O, no puedo estar más sorprendida, es él, él tipo al
que me tire, se muestra nervioso pero ignora sus movimientos. – Bien,
mi nombre es Joseph Bennett, posiblemente no nos habíamos conocido.
– camina, yo sí. Me muerdo el labio inferior y él da un breve discurso.
 ¿Es nuevo? – pregunta uno de mis compañeros.
 No, llevo bastante tiempo ejerciendo, de hecho es raro que no nos
conozcamos, pero siempre suele ser así, sobre todo en Maestría, caras
nuevas cada año. – camina y se acomoda la chaqueta.
 ¿Se supone que nos vamos a presentar? – pregunta una de mis
compañeras, de las más odiosas que puede existir, alta, morena, de
labios frondosos y siempre creyéndose el centro de nuestro universo.
 No – sonríe. – Solo quiero saber sus nombres, no la típica platica de
¿Por qué estudian la carrera? ¿De dónde vienen?, porque es obvio que
ustedes se conocen, a mí solo me gustaría saber sus nombres.
Todos comienzan a decir sus nombres y como les gusta que los llamen, lo que
siempre hacen cada vez que hay un profesor nuevo ¿No puede simplemente
dar clases?
Llega mi turno y lo miro, cuando lo conocí mentí con mi nombre y ahora
sabrá que lo engañe.
 Amber – digo en tono neutro.
 ¿Amber? – repite, alza una ceja y me mira.
 Si, Amber – repito y reprimo una sonrisa, con su barbilla señala a Daina
y yo me siento.
 Daina – dice mi mejor amiga.
Y así van pasando todos aunque no somos muchos, llega el turno de la pesada
de Britany y, honestamente a nadie le importa, creo que ya está acostumbrada
a que todo lo que dice siempre se le ignora por no saber decir nada inteligente.
 Bien chicos, pues espero tengamos un excelente año, que por cierto es
su último. Es todo, pueden salir.
Dejo un cuaderno al propósito debajo de mi asiento, Daina camina conmigo
hacia la puerta, caminamos unos pasillos y digo:
 Mi cuaderno – mi tono es de preocupación – De seguro lo deje en el
salón, voy a regresar.
 ¿Te acompaño? – pregunta Daina.
 No, adelántate, en un rato te alcanzo.
 Voy a la cafetería – dice, y asiento.
Regreso corriendo mientras algunos cambian de hora, otros también salen, al
llegar al salón me levanto un poco los pechos y entro decidida.
 ¿Así que Megan? – pregunta divertido.
 No pensaba darte mi verdadero nombre, Peter – digo, él sonríe.
 Yo tampoco.
 Regrese por mi cuaderno, me voy – tomo mi cuaderno y camino con
paso decidido.
 Espera – dice, ha caído.
 ¿Si? – me doy la vuelta.
 Lo que paso…
 Lo que paso, paso – digo. – Deja que solo sea un buen recuerdo. – le
guiño un ojo.
 No lo entiendes, yo volví a ese lugar.
 ¿Por qué? – pregunto curiosa.
 Porque me volvieron loco tus habilidades orales, quería volver a hacerte
mía mientras gemías cerca de mis oídos. – mis piernas tiemblan, mi
entrepierna comienza a tener un efecto.
 Bueno profesor, espero que deje eso atrás, ya paso, pero gracias por
reconocer mis habilidades – sonrió.
Salgo del salón y camino hasta la cafetería, estoy que brinco de la alegría,
sonrió como toda una idiota.
 ¿Amber? – pregunta Daina, yo continuo sonriendo.
 ¿Qué? – pregunto.
 ¿Paso algo? – frunce el ceño.
 Más que algo – digo. – Súbete al auto – ordeno.
 Bien, pero… ¿Por qué sonríes como idiota?
 Ahorita te cuento – digo, enciendo el auto, veo caminar a Joseph, mi
mirada no es exactamente inocente. Pongo en auto en marcha y salimos
de ahí.
Al llegar al departamento apenas puedo creer que me tire a un maestro, sin
saberlo, pero es que cuando lo conocí me dijo que era Peter y era
administrador de un negocio importante. Mentiroso.
 ¿Y qué fue lo que paso? – pregunta Daina, muy curiosa.
 El profesor que nos da clase – digo y ella se acerca a mí. – Es gay –
susurro y ella pone los ojos en blanco – No es cierto.
 ¿Entonces?
 Me lo tire – sonrió.
 ¡¿Te tiraste a un maestro?! – pregunta sorprendida.
 Shh… bueno no sabía que era un profesor, ni que su nombre era Joseph.
 ¿Entonces? – su voz está llena de curiosidad.
 Cuando fui a ver a mis padres, mis amigas de infancia me invitaron a un
bar, acepte y fuimos, cuando estábamos en la barra él se acercó y me
hablo.
 ¿Y luego?
 Pues luego comenzamos a beber, bailamos, que por cierto no se mueve
nada mal…
 ¿Y en el baile? – pregunta coqueta.
 Tampoco – sonrió con picardía, mientras Daina ríe a carcajadas. –
Bueno, luego me llevo a un callejón oscuro y nos besamos, estábamos
cerca del bar, pero ambos queríamos privacidad así que nos fuimos a un
motel, creí que solo iba a ser algo de una noche.
 ¿Nunca te dijo que era maestro? – pregunta asombrada.
 No, me dijo que se llamaba Peter y que se dedicaba a la administración
de una empresa, la verdad me daba igual su puesto, él se veía muy bien,
y simplemente paso – me siento en el sillón y recuesto mi cabeza en el
respaldo.
 Cuéntame a detalle – insiste.
 Solo porque me gusta recordarlo y sé que en todo puedo confiar en ti –
ella asiente y continuo: – Bien, cuando llegamos al bar él estaba ya
sentado en la barra. Mis amigas y yo empezamos a tomar y luego a
bailar, así una y otra vez, pero se esperó a que me dejaran en la mesa,
como ya no había bebidas fui a la barra, me senté en un taburete y él se
fue acercando poco a poco…
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 Hola – dice un hombre guapísimo, ojos claros, piel clara, cabello
castaño, musculoso y además su pinta es intelectual.
 Hola – contesto
 ¿Cómo te llamas? – pregunta.
 Megan – miento. – ¿Y tú?
 Peter – responde, toma mi mano y le da un ligero beso.
 Mucho gusto Peter. – digo y sonrió coqueta.
 El gusto es mío. – responde. El barman me entrega un vaso de agua. –
¿No tomas? – pregunta.
 Sí, pero estoy cansada y tengo sed – explico, me mira y sus ojos se
dirigen a mi ligero escote, bajo la mirada y su entrepierna refleja algo,
me chupo los labios y muerdo mi labio inferior.
 ¿Quieres una copa? – pregunta coqueto.
 Sé que puedes ser mejor que esto – digo y me levanto del taburete.
 ¿Quieres ir afuera? – levanta sus cejas y da un sorbo a su bebida.
 Mucho mejor que esto – sugiero, en mi mente solo pasa un “No lo
arruines”
 Te aseguro que afuera será mucho mejor que aquí adentro – susurra en
mi oído, sonrió, me tiende la mano y salimos del bar.
Caminamos fuera del bar, pareciera como si todo estuviera completamente
solitario, aunque algunas personas comienzan a llegar con ganas de entrar. Me
guía hasta el estacionamiento, y cuando menos siento, me pega a la pared,
todo está oscuro, me besa, su lengua invade mi boca y yo lo recibo gustosa,
sonrió y muerdo su labio.
 ¿Y qué tal? – pregunta.
 Sé que puedes ser mucho mejor que esto – digo.
Su boca busca la mía, lo esquivo y sonríe en mi cuello, besa mi cuello y
comienza a descender, sus manos agarran mis nalgas y me aprieta a su
erección, eso me roba un gemido y él sonríe coqueto.
 ¿Quieres ir a un lugar más privado? – pregunta.
 Sorpréndeme.
Al llegar al estacionamiento, veo un Porsche gris, lo miro y el me abre la
puerta. Enciende el auto y lo pone en marcha durante un buen rato.
 ¿A qué te dedicas? – pregunta.
 Trabajo en un bufete de abogados – miento. – ¿Y tú a que te dedicas?
 Yo administro las finanzas de una empresa – responde seguro.
 Interesante – susurro.
 Llegamos – dice, un motel está a mi lado con un letrero color neón, con
un movimiento el auto está entrando al garaje.
Mi cuerpo es un manojo de nervios, me sudan las manos, pero también siento
el deseo de mi entrepierna. Peter pide una habitación y seguimos nuestro
camino, entramos a otro pequeño garaje que está conectado con una
habitación, la cortina comienza a cerrarse.
 Ya no puedes escapar – dice coqueto.
 Te sorprenderías de las habilidades que poseo…
Subimos las escaleras, Peter abre la habitación, me da paso, entro y el me
mira, sus ojos grises están oscuros y llenos de deseo.
Me besa y me dirige hacia la cama, comienza a recorrer mi corto vestido y
comienza a subirlo hasta quitármelo por completo y ahora solo estoy con una
tanga de encaje negro y un brasier strapless bastante provocativo. Mis manos
comienzan a levantar su camisa para desfajarla y comienzo a desabrochar cada
botón de ella.
 Mi turno – digo, lo siento en la cama y me agacho, toco su erección y la
froto, el levanta la vista el techo y su boca dibuja una O.
Con un hábil movimiento le quito el cinturón y lo dejo a un lado, desabrocho
su pantalón, lo bajo y también bajo su bonito bóxer negro, libero su erección,
vaya es grande, muy grande.
 Espera... – su voz es un hilo, lo ignoro.
Comienzo a besar sus bíceps, luego su marcado abdomen y me dirijo a su
entrepierna, le doy ligeros besos, paso mi lengua por todo su miembro y
después lo introduzco en mi boca, comienzo a succionarlo, él no puede
aguantar, toma mi cabeza y comienza a moverme a su ritmo, comienza con
mucha rapidez y luego baja el ritmo para convertirlo lento, duro y placentero.
 Me voy a venir – susurra, sigo sin hacerle caso, su miembro pierde
fuerza dentro de mi boca, sonrió y me mira excitado.
Me levanto y me chupo los labios, sus ojos reflejan sorpresa, me toma
desprevenida, me tira a la cama y vuelve a besarme, siento como su erección
vuelve a crecer, desabrocha mi brasier y le da pequeños besos a mis pezones,
los chupa y los succionada, mi boca saca ligeros gemidos llenos de placer, su
lengua recorre mi abdomen y su respiración se centra en mi entrepierna, el
calor de su respiración me produce una fuerte oleada de excitación, besa mis
muslos internos, los masajea y los besa, lentamente baja mi tanga y dice:
 Mmm… depilada – susurra con malicia.
Levanta mis piernas en sus hombros y su boca succiona mi sexo, mi espalda
se arquea mientras su lengua lame mis labios, con sus dedos excita mi clítoris,
succiona y besa como si besara mi boca, poco a poco mete un dedo, quiero
recibir más, mi cuerpo se mueve en búsqueda de más, el continua besando mi
sexo, su lengua entra en mí una y otra vez, hace movimientos rápidos y
movimientos lentos.
 Si – susurro – Si – repito.
 Estas, muy mojada – dice.
 Hazme tuya – suplico, lo necesito dentro de mí.
El continúa besando mi sexo, hasta que doy un grito y un largo gruñido, la
mejor experiencia oral que he vivido, respiro agitada, su erección es grande,
me mira y toma un paquetito de condones que están en el buró cerca de la
cama.
Abre un sobrecito plateado con las gemas de los dedos y con sus manos
hábiles logra meterse el condón sin ningún problema, me mira y me penetra
sin previo aviso, su cuerpo sobre el mío es bastante excitante, por un momento
siento que me va a romper con toda la fuerza que tiene, pero lo deseo más que
nada, quiero que me haga suya, quiero sentir su miembro palpitar dentro de
mí.
 Si… si… más – digo.
Sus movimientos tienen un ritmo, mis piernas están completamente abiertas,
sentir su miembro dentro de mí me produce mucho placer…
 ¿Así? – pregunta.
 Si… si…
Mi boca está seca, quiero gritar y gemir al mismo tiempo, mi boca libera los
gemidos, mientras él sigue entrando una y otra vez en mí, sus movimientos
comienzan a descender, gimo con fuerza, cambia otra vez sus movimientos y
ahora los hace duros y pausados, después vuelven a ser rápidos y se deja caer
sobre mí, mientras nos dejamos llevar por la más grata de las experiencias
sexuales.
 ¿Cansada? – pregunta.
 Ni un poco… si eres así de bueno quiero disfrutarte toda la noche.
Mis palabras son órdenes para su entrepierna, crece y pareciera que solo busca
complacerme a mí…
 Ya no hay más condones – dice.
Me levanto de la cama y saco tres sobres plateados de mi bolso.
 Mujer prevenida vale por dos – digo.
Le doy los sobres, se detiene antes de subirse a la cama para ponerse el
condón, me pone en cuatro, mis manos están sobre la cama y mis piernas están
en el piso, agarra mi cabello y lo enreda en su mano, jala de él, su miembro
entra en mi con una sola embestida, mi boca dibuja nuevamente una O y
comienzo a gemir, se mueve dentro de mí, con la otra mano me da azotes
bastante placenteros, sus movimientos son adentro, afuera, adentro, afuera una
y otra vez, cuando creo que estoy a punto de venirme, se detiene y mi
entrepierna al igual que yo se frustra, sale de mí, camina hacia un sillón que
parece un caballo, se sienta y me mira excitado, camino hacia él y lo monto,
Dios… es el pene más glorioso que he probado. Cada centímetro entra en mi
sexo, se queda inmóvil y yo comienzo a moverme, arriba, abajo, arriba, abajo,
una y otra vez, mi clítoris siente la presión y excitación del momento, mientras
él saca gruidos varoniles de su boca.
 Si… si… – susurro, sus movimientos se vuelven más intensos.
Toma mi cintura y me hace moverme atrás, adelante, me muevo a un nuevo
ritmo, todo su miembro está dentro de mí, lo gozo y lo disfruto como loca, mis
piernas se estremecen y con un fuerte movimiento llego al clímax. Los dos
estamos jadeando, abrazo su cuello y él toma mis pechos, los masajea y yo lo
beso, mis besos comienzan a descender, y el continua masajeando mis pechos.
 Tenemos que cambiar de condón – dice y sonríe.
 Adelante – respondo, me levanto y él se quita el condón, lo amarra, veo
el condón y parece un semental.

Las luces que se asoman por la ventana me despiertan, son las luces de una
patrulla, están de paso o al menos eso pienso, me siento en la cama y el
continua aquí conmigo, sonrió al recordar lo que acaba de pasar, me levanto y
me visto, son las 4:36 am, dejo una nota en el buró que dice:
“Gracias por una excelente noche x
¿Acaso has leído el Kama Sutra?”
Camino en puntillas, dejar esa nota me saca otra sonrisa, sin duda alguna es
buenísimo en la cama, bajo por las escaleras y me pongo los zapatos, me
alegra ver que ya hay transporte, tomo un taxi, estoy agotada, solo pienso en
dormir calientita en mi cama.
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 ¡Eres una pervertida! – grita emocionada.
 Tranquila, solo paso una vez, lamentablemente es mi profesor…
 ¿Y qué piensas ahora? – pregunta curiosa.
 ¿A qué te refieres? – frunzo el ceño.
 Ahora que sabes que es tu profesor y que te lo tiraste ¿Qué? ¿Cómo lo
ves? – dice, tiene curiosidad por conocer mi respuesta.
 No lo sé, solo sé que si nos toca muy seguido no podré ni verlo a los
ojos y si lo veo me lo imaginare desnudo – pongo cara de picardía y
Daina ríe como loca.
 ¡Estás loca! – dice, su voz suena exagerada, pero sonríe.
 Solo un poco, pero… ¿Quién soy para decirle que no?
Ambas reímos como locas, no había pensado en lo que Daina me había
preguntado, reviso mi horario y efectivamente me toca tres días de cinco, lo
cual es una mayoría mínima, pero… ¿Qué va a pasar?

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