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Muchas veces no entendemos el ¿Por qué?

La gente optimista ve la tempestad


como una oportunidad de aprendizaje, mientras que la gente pesimista se
cuestiona si aún hay más y permanecen en ese punto de dolor y sumisión,
dependiendo de la situación que atraviesen.
Sé que hay muchas personas como yo, personas que de alguna manera se
encuentran solos en la vida, pero en mi caso, el dolor de la perdida es lo que
me hace pesimista. Intento con todo mi esfuerzo salir adelante, pero
simplemente desde la muerte de mi madre no he podido hacerlo.
Y es que, sé que la gente suele romantizar el amor o la relación madre e hija,
pero en nuestra relación siempre hubo altas y bajas, buenos y malos
momentos, pero siempre atravesamos por ello… juntas.
 No vendrá. – dice con esa voz ronca, tomo un largo suspiro y presiono
su hombro.
 Él se lo pierde, yo… tengo una sorpresa para usted. – comento.
 ¿Sorpresa? – pregunta con cierto tono lleno de emoción.
 Así es. – respondo y sonrió al verlo un poco más animado. – ¿Vamos? –
pregunto. Mira el asiento vacío, presiona sus labios y asiente.
Al llegar a casa y abrir la puerta observa grandes globos por el lugar, un pastel
especialmente para él, claro que no puede tener demasiada azúcar y algunos
bocadillos.
 Vaya… me siento como un niño. – comenta.
 ¿Recuerda que platicamos de aquello que de niños deseábamos? –
pregunto, asiente y me abraza. – Pues feliz cumpleaños señor Davis.
 Oh Lilian, tu puedes llamarme Ed. – responde.
 Bueno… Ed, feliz cumpleaños.
Ponemos un poco de música, mientras partimos el pastel, nos tomamos
fotografías divertidas y finalmente le tiendo mi mano.
 ¿Me concedería esta pieza? – pregunto.
 Oh no, no… las rodillas me truenan. – comenta y ambos reímos.
 Solo será un momento. – respondo.
 Ni siquiera sé cómo se baila eso. – responde y sonrió.
 Bien. – digo y comienzo a moverme al ritmo de Kind a magic de
Queen.

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