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SSRN Id3642745
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1. INTRODUCCIÓN
Los árbitros se deben a las partes. Este es uno de los principios que inspira
la actividad arbitral, en la cual las partes protagonistas de una disputa designan
a una o varias personas (árbitros) para que resuelvan su controversia privada
de forma confidencial. En ocasiones, sin embargo, la resolución de una disputa
aparentemente privada requiere la aplicación de cierta normativa que ha sido
diseñada para tutelar intereses generales o, cuanto menos, colectivos. Así, es
posible que el contrato en el que la parte actora basa su demanda esté viciado
de nulidad por derivar de una violación de los Derechos medioambiental o de
la competencia; o que el derecho de patente que se invoca en el arbitraje carezca
de validez desde un punto de vista registral; o que la parte demandada se en-
cuentre en concurso de acreedores y la administración oponga la inexigibilidad
de las obligaciones contractuales del deudor insolvente por mor del régimen
general en favor del colectivo de acreedores.
En todos estos casos, la resolución del litigio excede de los intereses de las
partes y puede llegar a afectar directa o indirectamente a otros participantes
en el mercado, cuyos intereses están protegidos por esa normativa antitrust,
medioambiental, de propiedad industrial o concursal. Muchos de ellos se en-
cuentran regulados, al menos parcialmente, por Derecho de la Unión. De he-
cho, el propio Tribunal de Justicia ha declarado que algunas de esas disciplinas
son “indispensable[s] para el cumplimiento de las misiones confiadas a la Co-
munidad, especialmente para el funcionamiento del mercado interior”1.
1
Asunto C-126/97, Eco Swiss China Time v Benetton International NV, 1999, Rec.
I-3019, pár. 36.
2
La doctrina favorable a una noción muy amplia de arbitrabilidad puede encontrarse,
por ejemplo, en los Autos de la AP Madrid (sección 14.ª), de 22.6.2011, y de la AP Ma-
drid (sección 25.ª), de 3.1.2011, así como en las Sentencias de la AP Madrid (sección
14.ª), de 15.6.2011, y de la AP Barcelona (sección 15.ª), de 9.2.2010, de 30.6.2008 y
16.3.2005.
3
En relación con el Derecho de la competencia, Eco Swiss, cit., pár. 38. En relación con
el Derecho de consumo, Asuntos C-40/08, Asturcom Telecomunicaciones SL v Cristina
Rodriguez Nogueira, 2009, Rec. I-9579, pár. 51, y C-168/05, Elisa María Mostaza Cla-
ro v Centro Movil Milenium SL, 2006, Rec. I-10421, párs. 36-39.
4
Ejemplos claros pueden encontrarse en los foros exclusivos para cuestiones de propie-
dad intelectual e industrial y en los foros especiales para relaciones de trabajo o de con-
sumo que prevé el Reglamento (UE) n.º 1215/2012 (Bruselas I bis); en las reglas de ley
aplicable contenidas para esas mismas relaciones en el Reglamento (UE) n.º 593/2008
(Roma I), así como en la normas de competencia y de ley aplicable del Reglamento (UE)
n.º 2015/848, sobre procedimientos de insolvencia (texto refundido).
5
Vid. el art. 9 Reglamento Roma I y el art. 19 Reglamento (UE) n.º 864/2007 (Roma II).
deriven de estos litigios está sujeta al respeto del orden público del Estado en el
que la resolución se pretende hacer valer6.
Frente a estas válvulas de tutela, el Derecho arbitral está desprovisto de
mecanismos equivalentes a los que prevé el Derecho de la Unión para la esfera
judicial. En efecto, la mencionada apertura progresiva de la noción de arbitra-
bilidad no ha venido acompañada por un incremento de las garantías relativas
al procedimiento arbitral que aseguren o, cuanto menos, faciliten la toma en
consideración de esos intereses plurales. Por el contrario, la justificación prin-
cipal de esa tendencia reposa sobre la confianza en el control que los órganos
judiciales podrán llevar a cabo en la fase post-arbitral, cuando el laudo sea so-
metido a una acción de anulación o sea objeto de reconocimiento y ejecución.
Es lo que ha venido a llamarse la second look doctrine7. A pesar de ello, varios
factores demuestran que esta atractiva lógica es insuficiente para internalizar
en el proceso decisorio los intereses que sí quedan protegidos en sede judicial y
cuya regulación sustantiva es objeto de normativa nacional y europea:
1) Aunque los árbitros han aumentado el espectro de materias sobre las que
pueden decidir, este progreso no ha venido acompañado en las leyes arbitra-
les nacionales por un régimen conflictual que establezca el deber de aplicar o,
cuanto menos, respetar las normas imperativas de los ordenamientos que pue-
dan estar vinculados con la disputa. A diferencia del art. 9 Roma I, el mandato
de los árbitros sigue limitado a dictar un laudo ejecutable para las partes.
2) Incluso cuando los árbitros acceden a aplicar normas imperativas de ori-
gen europeo, el propio Derecho de la Unión les priva de la posibilidad de enviar
una cuestión prejudicial al Tribunal de Justicia en condiciones equivalentes a
los órganos judiciales de los Estados Miembros8.
3) La posibilidad de que los órganos judiciales puedan ejercer el menciona-
do second look está condicionada a que una de las partes comience una acción
judicial en relación con el laudo. De lo contrario, el laudo permanecerá inacce-
sible para los tribunales nacionales de la Unión. Así, cuando las partes hayan
escogido una sede fuera del territorio de la Unión, la competencia para la ac-
ción de anulación no corresponderá a ningún tribunal de un Estado Miembro.
Incluso cuando la sede se localice dentro de la Unión, el laudo será inescrutable
desde un punto de vista europeo si la parte condenada cumple voluntariamente
6
Vid. el art. 45 Reglamento Bruselas I bis.
7
La literatura al respecto es muy amplia. La mayoría de ella se asienta sobre la Sentencia
de la Supreme Court estadounidense, Mitsubishi Motors Corp. v Soler Chrysler-Ply-
mouth, Inc., 473 U.S. 614 (1985), que representa el punto de inflexión en esta doctrina
y de la que la Sentencia Eco Swiss, cit., pár. 38, no es sino una derivación.
8
Así lo disponen los Asuntos C-125/04, Denuit and Cordenier v Transorient, 2005],Rec.
I-923, pár. 13; Eco Swiss, cit., pár. 34; y C-102/81, Nordsee, 1982, Rec. I-1095, párs.
10–12.
9
Un ejemplo paradigmático puede encontrarse en la Sentencia del Tribunal Federal sui-
zo, de 6 marzo 2006, en Tensacciai v Terra Armata, disponible en Revue de l’Arbitrage
736, 2006, en el que el Tribunal suizo ordenó la ejecución de un laudo contrario al
Derecho de la competencia de la Unión sobre la base de que el único orden público
relevante para el análisis era el helvético, que en ese caso no había sido vulnerado por
el laudo.
diccional tantas veces predicada respecto del arbitraje10 solo puede atribuirse
al tratamiento y resultado que reciben las partes de la disputa (una resolución
definitiva y firme), pero no puede proclamarse con respecto a la protección de
otros intereses que también pueden ser relevantes para la disputa y que sí gozan
de mayor tutela en la esfera judicial.
De hecho, conscientes de este riesgo, los tribunales de algunos Estados
Miembros han optado por no ejecutar convenios arbitrales cuando la contro-
versia en cuestión pueda afectar a intereses nacionales que estén regulados por
normas imperativas y el régimen arbitral no ofrezca garantías suficientes de que
éstas serán adecuadamente aplicadas11.
Existen varias doctrinas que pueden proponerse para intentar paliar el efec-
to potencialmente pernicioso del régimen descrito: defender que el mandato
de las partes hacia los árbitros debería incluir implícitamente la obligación de
aplicar normas imperativas por las que las propias partes están vinculadas;
introducir de forma expresa un régimen de normas imperativas en las leyes
arbitrales nacionales o en las reglas de las instituciones arbitrales; proponer
un régimen de responsabilidad civil más severo para los tribunales arbitrales;
abogar por una noción más amplia del causal de orden público que abarque
más intereses plurales y que pueda llegar a incluir consideraciones de comity
entre los Estados; etc.
Sin embargo, resulta poco probable que ninguna de estas posibilidades pue-
da ganar aceptación legislativa y jurisprudencial en un entorno impregnado por
fuertes tendencias pro-arbitrales. Es por esto que aquí se plantea la posibilidad
de emplear la doctrina del forum non conveniens dentro de la esfera arbitral.
Con ello se pretende que los tribunales arbitrales estén facultados para remitir
a las partes a los tribunales judiciales cuando entiendan que, dadas las circuns-
10
Incluso por la más alta jurisprudencia española. Vid., por todas, en el Tribunal Supremo
la Sentencia 939/2006 (Sala de lo Civil), de 9.10.2006, y en el Tribunal Constitucio-
nal las Sentencias (Pleno) 18/2011, de 3.3.2011, 196/1997 (Pleno), de 13.11.1997;
176/1996 (Pleno), de 11.11.1996; 46/1996, de 19.9.1996 (Pleno); 288/1993 (Sala Pri-
mera), de 4.10.1993; y 62/1991 (Pleno), de 22.3.1991.
11
Por ejemplo, en Bélgica, Sentencia de la Cour de Cassation de 16.11.2006, Van Hopply-
nus Instruments S.A. v. Coherent Inc., disponible en Revue Belge de Droit Commercial,
2007, pág. 889. En Alemania, Sentencia de Oberlandesgericht München de 17.5.2006,
disponible en Praxis Des Internationalen Privat Und Verfahrensrechts, 2007, pág. 322.
Ambas analizadas con detalle en J. Kleinheisterkamp, “The impact of internationally
mandatory laws on the enforceability of arbitration agreements”, World Arbitration &
Mediation Review 3(2), 2009, págs. 91-120.
12
Vid. C. Otero García-Castrillón, “En torno a los problemas de aplicación de las normas
de competencia judicial: reflexiones sobre la admisibilidad del “Forum non conveniens”
en el Derecho español”, Anuario español de Derecho internacional privado, 1/2001,
págs. 425-434, pág. 429.
13
Asunto C-281/02, Andrew Owusu v N. Jackson -‘Villa HolidaysBal-Inn Villas-, 2009,
Rec. I-1383, pár. 43.
14
Respectivamente, art. 6 Reglamento (UE) n.º 650/2012 (Sucesiones) (“Estado en me-
jor situación para pronunciarse sobre la sucesión”) y art. 15 Reglamento (CE) n.º
2201/2003 (materia matrimonial y responsabilidad parental) (“órgano jurisdiccional
mejor situado para conocer del asunto”).
15
Asunto C-327/13, Burgo Group SpA v Illochroma SA y JérômeTheetten, 2014, Rec.
I-2158, pár. 63.
16
Con respecto a estos pronunciamientos, vid., en general, V. Bonnin Reynes. “Forum non
conveniens: A Hidden Ground to Refuse Enforcement of Arbitral Awards in the United
States, Journal of International Arbitration 30(2), 2013, págs. 165-175, y P. Gillies.
“Forum Non Conveniens in the context of International Commercial Arbitration”,
Arbitration 74(1), 2008, págs. 46-57. El autor no conoce ninguna resolución favorable
o contraria a este punto en el territorio de la Unión.
17
“El tribunal de uno de los Estados Contratantes al que se someta un litigio respecto del
cual las partes hayan concluido un acuerdo en el sentido del presente artículo, remitirá
a las partes al arbitraje, a instancia de una de ellas, a menos que compruebe que dicho
acuerdo es nulo, ineficaz o inaplicable”.
18
Vid. las sentencias estadounidenses de la Supreme Court en Vimar Seguros y Reasegu-
ros, SA v M/V Sky Reefer 515 U.S., 528 (1995) y en Scherk v Alberto-Culver Co 417
U.S., 506 (1974); y de la District Court de California en Palmco Corp v JSC Techsna-
bexport 448 F. Supp 2d 1194, 1199 (2006).
19
Vid. las sentencias estadounidenses del Second Circuit en Figueiredo Ferraz Consultoria
e Engenharia de Projeto Ltda. (Brazil) v. Republic of Peru et al., 665 F.3d 384 (2d Cir
2011), y In re Monégasque de Réassurances S.A.M. v NAK Naftogaz of Ukraine, 311
F.3d 488 (2d Cir. 2002).
20
Resulta muy probable que esta opción no sea viable en España, no solo por la inexis-
tencia del forum non conveniens per se, sino también por mor del reciente art. 22
octies LOPJ, según el cual “Los Tribunales españoles no podrán abstenerse o declinar
su competencia cuando […] se trate del reconocimiento y la ejecución de resoluciones
judiciales, decisiones arbitrales y acuerdos de mediación dictados por los Tribunales
extranjeros”.
21
Arts. como V. Bonnin Reynes. Op. cit.; P. Gillies. Op. cit.; o A. Rogers. “Forum Non
Conveniens In Arbitration”, Arbitration International 4(3), 1988, págs. 240-254, se
centran en la perspectiva judicial y no en la arbitral.
sido suspendido por acuerdo de las partes o por orden judicial22. Sin embargo,
no existe ninguna razón normativa o jurisprudencial aparente que impida que
un tribunal arbitral entienda que, dentro de las facultades concedidas por la
regla de kompetenz-kompetenz, pueda incluirse también la posibilidad de re-
currir a la doctrina del forum non conveniens. Al fin y al cabo, es una teoría
relativa a la competencia del tribunal, con la peculiaridad de que su objeto no
se centra en la existencia de la misma sino en su ejercicio. De hecho, la jurispru-
dencia estatal mencionada en el apartado anterior relacionada con el empleo
de esta doctrina en decisiones relacionadas con el arbitraje23 ha subrayado en
repetidas ocasiones que el forum non conveniens es una herramienta de natu-
raleza procesal.
Precisamente por ello podría argumentarse que su uso por tribunales arbi-
trales no debería quedar cubierto únicamente por la regla de kompetenz-kom-
petenz, sino que también encontraría base jurídica en la libertad de ordenación
procesal que tanto las leyes nacionales como las reglas procesales reconocen
frecuentemente a los árbitros. A título de ejemplo, el art. 19.2 Ley Modelo UN-
CITRAL establece que “a falta de acuerdo, el tribunal podrá, con sujeción a los
dispuesto en la presente Ley, dirigir el arbitraje de modo apropiado”24. Similar
disposición puede encontrarse en el art. 17 Reglas de Arbitraje UNCITRAL,
el art. 19 Reglas de Arbitraje de la CCI o el art. 14.5 Reglas de Arbitraje de la
LCIA25.
No quiere ello decir que el tribunal arbitral estaría facultado para recurrir
a esta doctrina de oficio, sino que, tal y como exige la teoría general del forum
non conveniens, su aplicación deberá estar sujeta a que una de las partes la
invoque en el procedimiento. En efecto, éste parece haber sido el escenario
existente en el único caso arbitral que ha localizado el autor en esta materia y
que, precisamente, afectaba a varias partes españolas26.
22
Así lo permite, por ejemplo, el art. 52.1 Ley 22/2003, de 9 de julio, Concursal.
23
Vid. la nota 19.
24
La misma regla se incorpora en el art. 25.2 Ley 60/2003, de 23 de diciembre, de Arbi-
traje.
25
Resulta interesante resaltar la similitud que el tenor de estos preceptos tiene con la ex-
plicación de la base jurídica del forum non conveniens en la esfera judicial que realizan
las sentencias Chambers v NASCO, Inc501 U.S. 32 (1991), 43, y In re Monégasque,
cit., 311 F.3d 488 (2nd Cir. 2002), según las cuales en una facultad que deriva de la
autoridad judicial “to manage their own affairs so as to achieve the orderly and expe-
ditious disposition of cases”.
26
Laudo Parcial de la Cámara de Comercio Internacional de París en el Asunto n.º 13774
(2006), Manufacturer (Egypt) v (1) Buyer (Spain) and (2) Endbuyer (Spain), disponi-
ble en Yearbook of Commercial Arbitration, 2014, vol. XXXIX, 39, págs. 141-158.
El carácter confidencial frecuentemente atribuido al arbitraje dificulta sobremanera la
posibilidad de encontrar nuevos casos relevantes para este estudio.
27
En cualquier caso, desconoce el autor la acogida que, en su caso, pudo tener esta de-
cisión frente a las autoridades judiciales, ya españolas (en tanto que lugar de posible
ejecución del laudo contra las demandadas) ya egipcias (en tanto que autoridades com-
petentes para resolver una eventual acción de anulación del laudo).
28
Así lo han declarado desde la perspectiva judicial la sentencia Palmco Corp, cit., y P.
Guillies. Op. cit., pág. 56.
29
Así lo afirma la ya mencionada sentencia In re Monégasque, cit., 311 F.3d 488 (2nd Cir.
2002), pár. 52.
5. CONCLUSIÓN