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PSICOPATOLOGÍA:

BULIMIA
NERVIOSA
Grupo 9: Vitalmente
Marta Gómez
Jose María Jiménez
Carla Martín Ciria
Elvira Martín Martín
Marta Martín Torre
Beatriz Monteiro
LA BULIMIA NERVIOSA

El término trastorno mental hace referencia a un síndrome principalmente


caracterizado por una alteración del estado cognitivo, así como de la
regulación de las emociones o el comportamiento y conducta del individuo.
Estas alteraciones son un reflejo de una clara disfunción de procesos
psicológicos, biológicos o del desarrollo que subyacen en la función mental
del individuo. Existen multitud de trastornos mentales, caracterizados por
diferentes factores y por ello clasificados en diferentes categorías y ejes
diagnósticos. Uno de estos muchos, es la llamada “bulimia” o “bulimia
nerviosa”.

En primer lugar, vamos a hablar de la clasificación de este trastorno según el


DSM-V, para así situar el trastorno en términos generales y tener una ligera
idea de la base del mismo. La bulimia pertenece a la categoría de los
trastornos alimenticios.

Concretamente, se trata de un trastorno


alimenticio de origen neurótico. Este último
término que proviene del latín, significa “nervio”, y
el prefijo -sis, indica enfermedad, refiriéndose por
tanto a aquella enfermedad funcional procedente
de alguna alteración en el sistema nervioso, y
asociada a conflictos emocionales o psicológicos
sufridos por el individuo.
En el caso de la bulimia el conflicto principal estará asociado o relacionado
con la alimentación. Este trastorno se caracteriza principalmente por la
aparición de episodios de ingerir grandes cantidades de alimentos, de manera
compulsiva y totalmente descontrolada, llamados “atracones”, durante los
cuales el paciente sufre un descontrol sobre la comida ingerida. El DSM- V
considera que el paciente padece bulimia cuando estos episodios se dan
mínimo una vez a la semana durante tres meses. Este rasgo principal de
ingestión de grandes cantidades de comida aparece incluso al analizar la
etimología de la palabra. Esta procede del latín bulimia, que a su vez procede
del griego, que se compone de las raíces “buey” y “hambre”, significando
“hambre de buey”, es decir “mucha hambre”.

Los criterios de diagnóstico de la bulimia según el DSM-V son, en primer


lugar, el criterio A, los episodios recurrentes de atracones. El B se basa en la
apariencia de los comportamientos compensatorios del tipo que sean para
eliminar las calorías. El tercer criterio, el C evalúa si estos atracones y
comportamientos se dan al menos una vez a la semana durante tres meses,
como hemos mencionado anteriormente. Otro criterio es observar si al
realizar la autoevaluación del paciente, esta se ve interferida por su
constitución y peso. Y, por último, el criterio E se basa en que la alteración no
se produce exclusivamente durante los episodios de anorexia nerviosa.

Aunque no es siempre así, es cierto que la población que más tiende a sufrir
este trastorno son las mujeres, especialmente adolescentes y jóvenes.
Existen estudios que afirman que 9 de cada 10 casos de trastornos de la
conducta alimentaria afectan a mujeres. La causa de esto se atribuye a la
gran presión social ejercida especialmente sobre las mujeres y niñas, que
influencia en gran medida en el desarrollo de este tipo de trastornos de la
conducta alimenticia, sobre todo durante la adolescencia, así como al modelo
establecido de belleza femenino actual, que es excesivamente delgado y
fomenta esta inseguridad o necesidad de llegar al mismo.

Además, existen otros factores que pueden aumentar el riesgo de padecer


bulimia. En primer lugar, se ha cuestionado la idea de que exista un vínculo
genético posible en el desarrollo de este trastorno, ya que se ha comprobado
que personas con familiares de primer grado que padezcan o hayan padecido
algún trastorno alimentario, serán más propensos a desarrollar bulimia. Otro
factor influyente es todo aquello ligado con la parte psicológica y emocional
del individuo, como padecer algún tipo de problema en estos ámbitos
(depresión, ansiedad, estrés…) que les hagan desarrollar sentamientos
negativos sobre ellos mismos. Y, por último, aquellas personas que realizan
un seguimiento de dietas se consideran también más propensos, debido a
que pueden llegar a restringir de forma grave sus calorías, desencadenando
la necesidad de comer después compulsivamente y posteriormente expulsar
todo lo ingerido de manera no saludable.

Pero, además de los llamados atracones mencionados anteriormente, este


trastorno se caracteriza por los episodios posteriores a la ingesta masiva del
alimento, que suelen ser episodios de culpabilidad, malestar y
arrepentimiento. A menudo también, estos atracones van seguidos de
vómitos autoinducidos, u otros métodos para controlar y no subir el peso
como pueden ser el uso de laxantes, el ayuno o algún medicamento que
aumente el gasto urinario, para con estos expulsar o quemar los alimentos del
cuerpo.

Dentro del trastorno, el DSM-V realiza varias clasificaciones basadas bien en


los comportamientos del enfermo, en este caso en los métodos usados para
deshacerse de las calorías, o bien basadas en la gravedad de la enfermedad.
En primer lugar, esta puede ser de tipo purgativo o no purgativo. En la
primera, el enfermo, tras ingerir grandes cantidades de alimento, el atracón,
procede a autoinducirse el vómito o usa laxantes y diuréticos. A esto se le
denomina purga. Por el contrario, en la segunda, no existe una purga, sino
una conducta compensatoria. El individuo opta por otros métodos como el
ayuno durante largos períodos o realizar mucho ejercicio los días siguientes a
la ingesta. Se asume que lo que se ha comido pasa a ser procesado por el
sistema digestivo, y por ello no son recurridos los vómitos provocados ni los
diuréticos o laxantes.
Por otro lado, se puede clasificar la bulimia en un paciente según la gravedad.
Para determinar esta, el criterio se basa en la frecuencia de comportamientos
compensatorios inapropiados. En la bulimia leve, los episodios de
comportamientos compensatorios se dan de 1 a 3 veces por semana. La
moderada se caracteriza por un promedio de 4-7 episodios a la semana, la
grave una media de 8-13 episodios por semana. Y, por último, la bulimia
extrema, que se daría cuando tuvieran lugar en torno a 14 episodios a la
semana.

SÍNTOMAS

La sintomatología que caracteriza a este trastorno alimenticio es la siguiente:

-Manifiestan signos de irritabilidad, así como cambios bruscos de


comportamiento, fatiga, apatía, pérdida de rendimiento y abandono de
cuidado personal.
-Lesiones en la garganta (por la purga continuada), hipertrofia de las
glándulas parótidas, pérdida de esmalte dental, debido a los ácidos del
estómago, edemas y abrasiones en las manos y distensión abdominal que
causa estreñimiento.
-Mareos y desmayos a causa de la escasa alimentación.
-Los síntomas que se pueden observar en el comportamiento de la persona
son los mencionados anteriormente, como el ayuno, seguir dietas muy
restrictivas unidas a un ejercicio intenso, el miedo a engordar y la
preocupación por la ingesta de calorías y la dismorfia corporal. Asimismo, el
uso de laxantes o de comidas que ayudan a la expulsión de los alimentos
consumidos y el acto de encaminarse hacia el baño tras las comidas (en las
cuales el paciente se suele atiborrar).
-Las personas bulímicas presentan también alteraciones endocrinas como la
amenorrea (irregularidades en el ciclo menstrual que no son comunes).
DETECCIÓN DE LA ENFERMEDAD

Los signos que pueden ayudar a que familiares y amigos detecten que una
persona padece de bulimia son:

-La dismorfia corporal, referirse a su propio cuerpo de una manera


excesivamente negativa.

-Consumo de grandes cantidades de comida en un corto periodo de tiempo.

-El seguimiento de dietas muy estrictas o de ayunos tras comer en exceso (la
persona se siente mal por la gran ingesta de calorías y quiere hacer un
“equilibrio”).

-Preocupación por estar gordos o por no estar en el peso que ellos


consideran “ideal”.

-Evitar comer en público y visitas al baño después de comer.

-Presencia de llagas e inflamación de las manos (debido a la inducción del


vómito).

TRATAMIENTO

Hay distintos tipos de tratamientos para la bulimia que se pueden combinar


para que haya mayor eficacia y mejores resultados.

Uno de los tratamientos más comunes es la psicoterapia, que consiste en una


terapia conversacional que implica hablar sobre la bulimia junto con la salud
mental. Hay distintos tipos de psicoterapia que ayudan a remitir los síntomas
de la bulimia, la terapia cognitivo-conductual y la psicoterapia interpersonal.

La primera ayuda a normalizar la alimentación del paciente y se encarga de


identificar los comportamientos hacia su propio cuerpo y de hacer ver al
paciente como estos son poco saludables y negativos para así cambiarlos.
Por otro lado, la psicoterapia interpersonal ayuda a mejorar la comunicación y
la resolución de los problemas.

Otro tratamiento que se puede esperar se basa en los medicamentos. La


bulimia suele estar asociada a pensamientos negativos y depresivos y por
tanto los antidepresivos pueden ayudar a disminuir los síntomas de la bulimia.
Estos se pueden combinar con la psicoterapia para una mejora del paciente.
La Administración de Alimentos y Medicamentos sólo ha aprobado la
fluoxetina que inhibe la recaptación de la serotonina.

Asimismo, la educación nutricional es importante para que el paciente no


vuelva a recaer en el trastorno alimenticio. Es importante realizar un plan de
alimentación saludable y evitar reducir la ingesta calórica por la dismorfia
corporal.

Por último, si se dan síntomas graves que conllevan complicaciones de salud


importantes, se puede hospitalizar al paciente para que siga programas para
trastornos de la conducta alimentaria.

COMPLICACIONES

Si no se trata, la bulimia puede causar complicaciones graves como


deshidratación, que da lugar a problemas médicos como insuficiencia renal.
También problemas del corazón, caries dental, amenorrea o problemas
digestivos.
Además, afecta a la salud mental causando ansiedad, depresión, trastornos
de personalidad o trastorno bipolar.
Las personas bulímicas pueden tener tendencia al abuso de alcohol o drogas
y muchas veces el trastorno deriva en autolesión y pensamientos suicidas.
PREVENCIÓN

No se puede prevenir la bulimia como tal, pero si que se puede educar a las
personas para que tengan una relación sana con la comida. Esto se
consigue, por ejemplo, promoviendo una imagen corporal saludable sin
importar el tamaño y la forma, sin hablar sobre el peso y promoviendo el
bienestar y la confianza.

A menudo, muchas personas confunden la bulimia con la anorexia. Sin


embargo, existen diferencias significantes entre ambas que nos permite
distinguirlas. Los síntomas en la conducta son la diferencia fundamental.
Generalmente, la conducta en la anorexia es más de carácter restrictiva,
mientras que en la bulimia es compulsiva y más emocional. Además de la
bulimia tienen lugar los atracones, y en la anorexia estos solo se dan en el
subtipo purgativo, siendo aun así menos intensos y compulsivos que en la
bulimia. En esta, los comportamientos purgativos y compensatorios se dan
siempre, ya sean ambos o uno de los dos, pero en la anorexia pueden no
darse si la restricción calórica es suficiente para lograr su objetivo.
ARTÍCULOS DE LA BULIMIA NERVIOSA

ARTÍCULO Nº 1 : OUTCOME IN BULIMIA NERVOSA

En este artículo de 1997 sobre la bulimia nerviosa y su evolución a lo largo


del tiempo, observamos que se da un primer hincapié en cómo la bulimia
nerviosa apareció como una subcategoría de la anorexia nerviosa tras
estudiar y observar claras diferencias entre ambas. Siendo la bulimia una
enfermedad descrita por primera vez hace relativamente poco (1979). Se
tiene un constante sentimiento de desconocimiento acerca de los efectos a
largo plazo (físicos, psicológicos y sociológicos) de la bulimia nerviosa en los
pacientes estudiados. Lo que ya se sabía por entonces es que este tipo de
enfermedades quedaban presentes de una manera más fuerte o más débil
por más de una década y en muchos de los casos para toda la vida, por otro
lado, lo que se dió a conocer es que la diferencia de la prolongación de la
bulimia severa daría lugar a peores resultados en la persona conforme pasara
el tiempo.

Por ello, a fin de poder entender tanto las causas como sobre todo la
prevalencia de la bulimia nerviosa, en este estudio se comparan un total de
88 casos de bulimia nerviosa, descartando los casos de bulimia confundibles
con la anorexia. El objetivo principal del estudio era poder englobar y
encasillar la recuperación de la enfermedad para dar así datos máximos,
mínimos, medias de datos etc… Para ello y para estandarizar la bulimia se
hizo una tabla de tres dimensiones, en donde cupiesen todas las variables.
También, para ello, se tuvo como clave el tratar a cada caso de manera
totalmente individualizada, puesto que es considerado que cada caso es
único y que los casos tendrán necesidades diferentes entre sí (tiempo de
recuperación, consecuencias de la recuperación, entorno sociológico…) y por
ende tiempos de análisis especializados.

Uno de los primeros resultados más remarcables fue el ratio de mortalidad,


que fue de 7 entre las 88 estudiadas con bulimia y entre el total de las 2194
mujeres estudiadas, representando un 0,3% del global. De las 7, cabe
destacar que dos personas fallecieron por suicido, mientras que otras dos por
accidentes de coche, otra por hipertensión durante un tratamiento, otra por
razones varias y una de las 7 falleció por problemas de peso. Tras esto se dio
por verdad que el ratio de mortalidad era mucho menor que en la anorexia
nerviosa. Pero que no debía subestimarse debido a la poca extensión de este
particular enfoque en el estudio.
Por otro lado, destacamos que el mantener la enfermedad de manera grave
disminuye considerablemente a lo largo del tiempo, así como los resultados
del estudio, que varían. Sin embargo, acabado el tiempo de la enfermedad,
los tratamientos eran muy parecidos. Concluyendo que tras 10 años de
estudio el 50% de mujeres estaban recuperadas mientras que otro 20%
restante mantenía la bulimia nerviosa grave y, destacando entre el 50 % no
recuperado un alto porcentaje de mujeres con reincidencia en la enfermedad.

Por otro lado, se estudió la aparición de la anorexia en la bulimia y viceversa.


Dando por sorpresa la aparición mucho más común de la anorexia en bulimia
que al revés, siendo el 21% contra el 10%. También, con la esperanza de dar
a conocer esta enfermedad se realiza dentro de este estudio el análisis de
posibles trastornos que hayan causado o nacido a raíz de la enfermedad.
Destacando que de los 18 casos de los que se diagnosticó la depresión
ninguno estaba relacionado estrechamente con la bulimia, también, el abuso
del alcohol, tras estudiarlo, no parece un precedente ni una consecuencia de
la enfermedad según la comparación de este estudio y otro. Sin embargo, en
lo que se tiene duda es, en si parece fomentar el desarrollo de la bulimia el
trastorno límite de la personalidad y el trastorno de multi-impulsividad
altamente frecuentados con la bulimia y los atracones, pero que por el
contrario otros estudios niegan la relación.

En cuanto al desarrollo del tratamiento, se enfatiza en la importancia de


conocer los resultados del tratamiento en la enfermedad, pero, como en otros
muchos estudios en relación a la bulimia nerviosa, quedaba ambiguo. En un
estudio, no se encontró diferencia en los pacientes medicados con los que sí.
Mientras que en otro se vio un resultado favorable hacia los que tomaban
medicación. Por otro lado, el resultado de los tratamientos vemos que sí que
cambiaba dependiendo de la psicología del paciente, en si estaba dispuesto,
si se negaba o si dejaba la rutina del tratamiento, dando por sentado que en
la evolución de la enfermedad lo que más influye será el paciente.

En conclusión, a este artículo, se puede afirmar que al igual que el estudio de


otras enfermedades de carácter psicosomático, y que, pese al avance de los
términos y tratamientos, la bulimia, es una enfermedad muy ambigua en
todos sus aspectos. Sin embargo, lo que tenemos que tener claro es que es
una enfermedad peligrosa y que te marca de por vida (a efectos psicológicos,
rutinarios, físicos, sociológicos, ...). En este artículo de los años 90 se ve
como ya se va tomando más y más conciencia en las enfermedades
psicológicas y que gracias a ello hoy en día, pese a que hay un incremento en
los TCA, las conocemos mejor y somos capaces de combatirlas de forma
más eficaz.

Artículo nº1-> https://ajp.psychiatryonline.org/doi/epdf/10.1176/ajp.154.3.313

ARTÍCULO N2 WOMENS EXPERIENCES OF BULIMIA NERVOSA.

A diferencia de la gran mayoría de artículos publicados sobre la bulimia


nerviosa, que tratan temas comunes, como síntomas, comorbilidad,
desregulación neuroquímica, influencias culturales y posibles complicaciones,
este artículo se centra en un aspecto poco tratado, pero, sin embargo, de
extrema relevancia, la propia experiencia de aquellas personas, que sufren,
de esta enfermedad.

Su principal fin, es aportar datos desde el interior de la mente de los


pacientes y de sus propias vivencias personales y sentimientos, con el
objetivo de mejorar el conocimiento sobre la enfermedad tal y como la viven
aquellos que la padecen, y de esta forma, poder tratarlos y ayudarlos más
fácilmente.

El método empleado, estuvo influenciado por la filosofía Heideggeriana. Se


llevaron a cabo cuestionarios y 2 entrevistas con una separación de 2-13
semanas, tanto físicas como por vía telefónica a trece mujeres bulímicas, de
edades de entre 18 y 36 años y de etnias diversas, en gran parte
caucasianas. Además, todas tenían estudios y la mayoría estaban casadas.

Los resultados obtenidos se analizaron en los tres pasos del fenómeno


Heideggeriano y las conclusiones obtenidas fueron las siguientes.
La bulimia provocaba cuatro sensaciones que compartían las 13 mujeres.
Autoaislamiento, vivir con miedo, estar en guerra con la mente y pacificar el
cerebro.
El autoaislamiento se debía a la necesidad de las mujeres de comer a
escondidas y rigurosamente llevar a cabo sus rutinas de purga, evitando ser
vistas y de la mano de mentiras, alejándose así de sus seres queridos.

Vivían con miedo a tres situaciones. A ser juzgadas, puesto que a pesar de
que ellas no veían la bulimia como un problema, lo que agrava el problema,
eran conscientes de que los demás sí lo verían como tal. Tenían miedo
también, a vivir sin ella, ya que pese a que la bulimia, les había arruinado la
vida, la habían incorporado de tal manera en su vida, que no sabían vivir sin
ella y finalmente tenían miedo a engordar.

Estaban inmersas en una lucha con su mente y a menudo sentían como si


estuvieran poseídas, puesto que pensaban en la bulimia todo el tiempo y casi
sin controlarlo.

Por último, el sentimiento de pacificar el cerebro, se refiere a la continua


necesidad que sentían de vomitar cuando comían. Se refiere a la sensación
de culpa que experimentaba cuando tenían el estómago lleno y el alivio
experimentado tras “deshacerse” de ese malestar induciendo el vómito.

ARTÍCULO Nº 3: “BULIMIA NERVIOSA – MEDICAL COMPLICATIONS”

En este artículo de Philip S. Mehler y Melanie Rylander de 2015 se habla


sobre las complicaciones médicas que trae el diagnóstico de bulimia nerviosa.
El artículo se enfoca principalmente en las consecuencias que provienen de
los síntomas más frecuentes en pacientes con bulimia que son, el vómito
autoinducido y el uso de laxantes. La información presente en este artículo
proviene en parte de la opinión de expertos y de estudios. A lo largo del
artículo se destacan las complicaciones relacionadas con la piel, ojos, oídos y
nariz, con los dientes, esófago, intestino y estómago, con los electrolitos, con
el corazón, la reproducción y también con los pulmones.

Relativo a la piel el artículo hace referencia al factor de los pacientes con un


peso muy bajo que presentaron manifestaciones dermatológicas de hambre
tal como alopecia, hipertricosis, lanunsinosis, celiosis, y fragilidad en las uñas.
La acción de colocar los dedos en la boca para provocar el vómito puede
causar traumatismos y abrasiones de la piel en la mano. Con respecto a los
ojos, oídos y nariz el artículo no se desarrolla mucho, apenas refiere que los
vómitos pueden provocar hemorragias subconjuntivales (manchas rojas en el
blanco del ojo) o epistaxis recurrentes. En el caso de los dientes y del
esófago se han descrito varias anomalías en la cavidad bucal como la erosión
dental, la reducción del flujo salival, la hipersensibilidad dental y las caries. La
gingivitis y la enfermedad periodontal son consecuencia de la exposición
repetida al ácido gástrico que provoca el sangrado de las encías.

De acuerdo con algunos estudios, el 61% de los bulímicos que se purgan


mediante vómitos autoinducidos presentan niveles elevados de amilasa. El
reflujo afecta a zonas de la faringe y de la laringe esto provoca ronquera,
disfagia, tos crónica y dolor de garganta. Con el objetivo de entender mejor
como el vómito afecta el esófago y la faringe, se destaca también un estudio
que incluye ocho cantantes con bulimia este artículo demostró que 50-100%
de estos pacientes presentaban algunos o todos de los ocho síntomas
característicos de la bulimia que son muy comunes en el esófago y faringe de
pacientes bulímicos. Esto trae consecuencias como esofagitis, erosiones y
úlceras esofágicas. La consecuencia más grave, aunque rara es el Síndrome
de Boerhaave (ruptura esofágica). Además, en este artículo se nombran
algunas de las formas para detectar pacientes que sufren este trastorno,
como la endoscopia superior para pacientes con bulimia que se han purgado
excesivamente durante años o que sufran de disfagia.

En cuanto a los electrolitos se enfatiza que los episodios repetidos de vómitos


pueden provocar deshidratación, hipotensión, depleción de volumen y un
consecuente aumento de la absorción renal de sodio, bicarbonato y la
retención de agua. En conjunto, este fenómeno se denomina Síndrome de
pseudo-Bartter. Esto está relacionado también con problemas cardíacos ya
que la deshidratación puede provocar taquicardias sinusales, hipotensión y
ortostatismo. La hipopotasemia resultante puede dar lugar a arritmias
significativas que provoquen síncopes y palpitaciones, la más grave es
conocida como torsades que puede ser mortal.

Con respecto a la reproducción es predecible que los resultados de la salud


reproductiva se vean comprometidos en pacientes con este diagnóstico,
aunque no sea un resultado directo del vómito autoinducido y los bulímicos de
peso normal no tengan las mismas dificultades de fertilidad que los pacientes
con anorexia nerviosa, personas con bulimia nerviosa están sujetas a un
mayor riesgo de sufrir abortos espontáneos. Por otro lado, también tenemos
las complicaciones pulmonares como las del neumomediastino, que es la
disección de aire a través de las paredes alveolares, debido a las arcadas.
El segundo método más usado para provocar la pérdida de peso por los
pacientes con bulimia nerviosa es el uso de laxantes. Los que se asocian a la
mayoría de las complicaciones médicas son los laxantes estimulantes que
actúan rápida y directamente para estimular la motilidad del colón,
produciendo un gran volumen de diarrea acuosa. Las complicaciones
médicas del abuso de laxantes pueden dividirse en dos categorías: las
debidas a los efectos sobre el sistema gastrointestinal y las debidas a las
alteraciones electrolíticas. Debido a la prevalencia relativamente alta del
abuso de laxantes en pacientes con bulimia, se debe sospechar de ellos, ya
que las personas bulímicas suelen tener un peso corporal normal y pueden
no admitir su trastorno o su abuso de laxantes. También se puede detectar
solicitando análisis toxicológicos de las heces o a la orina.

En conclusión, con este artículo, es correcto y importante decir que al igual


que la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa se asocia a muchas
complicaciones médicas diferentes. En general, algunas de estas pueden
causar secuelas adversas permanentes por lo que la prevención y promoción
de la salud es esencial en estos casos.

Artículo nº3 ->


https://jeatdisord.biomedcentral.com/counter/pdf/10.1186/s40337-015-0044-
4.pdf

ARTÍCULO Nº 4 -> “ADICCIÓN A LA COMIDA Y BULIMIA NERVIOSA”

Los atracones se asocian con alteraciones en la señal de la dopamina y el


área cerebral que se activa relaciona la comida como la señal de una
recompensa, estas respuestas cerebrales son muy variables y en gran
medida inconscientes, por ello, sobre todo en los casos estudiado en remisión
(20) es muy difícil que el paciente pueda darse cuenta, y, por tanto, su
diagnóstico futuro.

Se observa en modelos animales, que hay algunos síntomas equivalentes


con trastornos por consumo de drogas (abstinencia), también se observa que
el trastorno de adicción a la comida es diferente al de consumo de drogas,
puesto que en todos los trastornos alimenticios se dan preocupaciones por la
imagen y el peso.

Actualmente, la adicción a la comida se mide mediante la escala YFAS,


evaluando con ítems basados en los criterios de dependencia de drogas y
también la angustia que genera en los pacientes con bulimia comer en
exceso, que en la vida clínica suele ir seguido de una purga.

La sintomatología de adicción a la comida está asociada con atracones, uno


de los principales síntomas de la bulimia, y no van necesariamente
acompañados de obesidad, como es el caso de la bulimia nerviosa. Las
personas con esta enfermedad cumplen los criterios de trastorno adictivo de
Goodman, utilizado en gran medida para medir adicción a las drogas,
refiriéndose a la conducta de alimentación compulsiva, así como a las
conductas compensatorias como vómitos o exceso de ejercicio, sin
diferenciaciones. La sintomatología bulímica se asocia con impulsividad y
TLP.

Para la evaluación de la sintomatología relacionada se usa la escala Yale de


adicción a la comida de 25 ítems, y para la evaluación de la patología en la
restricción de comida, preocupación por esta o por el peso y la figura. Para
ver la evolución durante los últimos 28 días se utiliza el Eating Disorder
Examination Questionnaire de 28 ítems, se estudia la restricción calórica,
además de las preocupaciones del paciente por el peso, la comida o la figura,
en 22 ítems. En los 6 restantes se evalúan los atracones (consumo de
grandes cantidades de alimentos y sensación de pérdida de control) y las
conductas compensatorias (número de veces de vómitos autoinducidos).

Tanto los pacientes con bulimia nerviosa actualmente, como 6 de los


pacientes con bulimia nerviosa remitida resultaron tener adicción a la comida,
y ninguna de las pacientes del grupo de control, como era de esperar. Cierto
es que el grupo de bulimia remitida no difiere del grupo de control en el
número de atracones y purgas, lo que confirma su diagnóstico de remisión.

Según la escala YFAS, un 30% de las pacientes con la bulimia nerviosa


presente en su historial médico podrían clasificarse como adictas a la comida,
esto también demuestra que los trastornos de la conducta alimenticia son
comparables al consumo de drogas y por tanto, la conducta bulímica puede
clasificarse como conducta adictiva, complementándose con exámenes
recientes de procesos neurobiológicos similares entre ambas conductas.

Cabe destacar que el 50% de las pacientes en remisión de bulimia nerviosa


recibieron el diagnóstico de adicción a la comida.

“El núcleo de la psicopatología de la bulimia nerviosa también incluye una


sobreevaluación del peso corporal y la figura, que impulsa la dieta
disfuncional, resultando en atracones y en conductas compensatorias
disfuncionales” (Wilson, 2010).

La adicción a la comida también va relacionada con sintomatología de TLP,


es visible en el caso del síntoma central del TLP, la impulsividad, que también
es una característica reseñable de la conducta bulímica, basado en los
criterios diagnósticos de la APA.

“El síntoma más referenciado de la adicción a la comida es el deseo


persistente o esfuerzo infructuoso de controlar o interrumpir el comer”.

En estudios futuros podría examinarse la sintomatología bulímica a través de


entrevistas de diagnóstico ya que no es una práctica habitual y podría aportar
al paciente la seguridad y referencia de todos sus síntomas, pudiendo así
darse cuenta y tomar acción en su problema. Se precisan además estudios
en los cuales la ingesta alimenticia y calórica se midan de manera más
objetiva, mediante el peso de las cantidades y el consecuente cálculo
calórico.

Artículo nº 4 -
https://elcajondekrusty.com/wp-content/uploads/2017/01/Adicion-a-la-comida-
y-bulimia-nerviosa.pdf

CASO CLÍNICO
Caso de M
M tiene 17 años y se encuentra en una etapa de su vida de incertidumbres,
muy difícil y estresante, pues se enfrenta al examen de la EVAU. Tras la
primera impresión diagnóstica, se puede ver que es una chica nerviosa,
pálida, cabizbaja, insegura y parece que lleva ropa holgada tal vez para
ocultar su apariencia extremadamente delgada. Acude a consulta obligada
por su madre, que según la paciente “es una exagerada”, tras una bajada
significativa de peso y posibles conductas bulímicas.
Tras conversar con M y conseguir su cooperación, podemos ver que desde
que comenzó el curso escolar el pasado septiembre, que además coincidió
con la ruptura con su novio, empezó a llevar acabo conductas de purga. El
estrés se ha apoderado de ella, la ansiedad que le producen los fracasos le
hacen comer compulsivamente. Ella niega haber vomitado mientras que su
madre afirma que mínimo una vez por semana se da atracones y devuelve.
Sin embargo, su madre trabaja mucho y al ser madre soltera y M hija única, la
joven pasa mucho tiempo sola, por lo que no descartamos que los episodios
bulímicos sean más frecuentes de lo que la madre ve. Además, también ha
observado en su hija la práctica de ejercicio excesivo. Sin embargo, M cree
que el deporte es una forma de mantenerse sana y, que cuanto más deporte
haga, mejor para su salud.
Al preguntar a M por sus hábitos alimenticios, esta refiere no desayunar,
porque afirma no tener hambre por las mañanas (puede indicar que quiere
verse más delgada durante el día), en el comedor del colegio no come mucho
ya que “la comida está muy mala” textualmente. Ella dice que cuando llega a
casa sí que come y que no tiene problema en comer grandes cantidades de
comida para saciar el hambre tras una gran parte del día en ayunas.
ANTECEDENTES
La paciente refiere episodios de bullying en el colegio, recibía insultos acerca
de su físico, sin embargo, desde que conoció a su novio, ella comenzó a
verse mejor y mejoró su autoestima y, por ende, el estrés disminuyó. Ahora,
todas las conductas previas a la relación han reaparecido y se han
incrementado apareciendo nuevos episodios como la purga, “estoy segura de
que mi novio no me quiere porque estoy gorda”. Su sueño es trabajar en la
NASA, para ello necesita mucho reconocimiento y una alta calificación en la
EVAU para entrar en ingeniería aeroespacial, esto le produce estrés, que le
provoca comer de forma compulsiva y después de un tiempo procede a
vomitar.
Tras una primera consulta, podemos concluir que el grado de la enfermedad
se encuentra entre leve y moderado puesto que suponemos que los episodios
bulímicos se repiten entre 2-4 veces por semana. Pensamos que puede
haber contribuido a la aparición del trastorno su baja autoestima, provocada
al terminar la relación con su novio, que le ha generado inseguridades y no
tener confianza en sí misma. La incertidumbre provocada por su nueva
situación de cara a los exámenes y, su posterior entrada en la universidad, ha
hecho que necesite de un control sobre algún aspecto de su vida, en este
caso la comida.
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA

Adrian Meule, V. von R. & J.B. (2016). Adicción a la comida y bulimia


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https://elcajondekrusty.com/wp-content/uploads/2017/01/Adicion-a-la-comida-
y-bulimia-nerviosa.pdf

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