Está en la página 1de 10

Capítulo I

Jack, sentado en el comedor probando el café de cada mañana, lee el


periódico, mientras su esposa Lisa se mueve de un extremo a otro de la cocina
preparando el desayuno de Diana, su única hija nacida en un matrimonio de 10
años. Jack, se da cuenta que últimamente no ha ocurrido en la ciudad nada distinto
que le llame la atención sobre las noticias. Piensa que siempre ocurre lo mismo o
simplemente es una información prefabricada por los medios de comunicación solo
para llamar la atención sobre el mismo tema. “A diario violan mujeres, a diarios
roban autos, a diarios asesinan a gentes inocentes” se dice así mismo mientras le
echa una hojeada a la página de sucesos y se detiene por un momento al leer que
una joven de 18 años dominada por los celos despedaza con un cuchillo, los
órganos reproductores de su novio, mientras dormía. Donde dos horas después la
pobre víctima muere desangrado en el hospital.

Jack se lamenta por el occiso y se pregunta qué habría echo la víctima para
que su asesina cometiera el crimen. Pero entiende el motivo del asesinato cuando
termina de leer el suceso que, según testimonio de la criminal, el novio le era infiel
con la madre de ella desde hacía mucho tiempo. Y no tuvo otro remedio que
liquidarlo para resarcir su orgullo y su dignidad como mujer, destrozándole sus
partes íntimas. Jack, cierra el periódico y mientras observa que su esposa ahora
arregla a su hija Diana para llevarla al colegio, le comenta sobre el suceso. Lisa, sin
embargo, por lo dócil de su carácter y lo consumado de su obsesión a la
puntualidad, no le presta mucha atención a su esposo. Pero Jack insiste en
comentarle sobre cómo el mundo ha cambiado últimamente y lo que es peor aún,
como se ha perdido con el auge de la llamada globalización. Pero Lisa solo está
pendiente de la hora y no quiere saber sobre los delirios infructuosos de la
naturaleza humana. Así que, mientras ordena las cosas escolares en el bolso, Lisa
olvida y deja el teléfono sobre la mesa de comedor (dispositivo que últimamente no
lo suelta por nada del mundo) y se dirige al cuarto a despertar a la niña para
vestirla.
Jack se siente por un momento ionizado ante aquel artefacto y como una
segregación vegetal e involuntaria se da cuenta que el teléfono está desbloqueado.
Por un momento piensa en no agarrarlo, sería desconfiar en su esposa en pretender
revisar los chats para ver si encuentra algo indebido. Pero decide echarle una
ojeada y mientras revisa cada una de las conversaciones se topa con una que le
profundiza el color de la cara y le altera la expresión facial, más por la
estupefacción que por la primera impresión. No solo está conmocionado que su
esposa le está engañando con otro hombre, sino que es con Raúl, su hermano
menor.

Siente una especie de dolor agudo, como de miocardio y exhala un grito


débil. Se siente herido, traicionado. Lee detenidamente todas las porquerías que se
dicen y todas las fotos que se intercambian desnudos. Lee las veces que ella ha
sentido multi orgasmos y el llamado squirts “cosa que nunca he sentido con Jack,
papito”. Lee que solo quiere a Jack porque es un buen hombre, fiel, respetuoso y
trabajador “Un hombre que ama a nuestra hija y eso para mí no tiene precio”. “Un
hombre que ha sabido manejar nuestra situación, después que mi padre quedó en
bancarrota por su maldita ludopatía. Por eso no debo dejarlo, sería una verdadera
ofensa para nuestra familia” “Jack es un hombre grandioso en todos los sentidos,
pero pésimo para el sexo”. Aquí Jack se contuvo y rechinando un poco los dientes
por la ira, siente ganas de lanzar el teléfono contra la pared, pero no lo hace porque
siente la necesidad de seguir leyendo. “Solo te quiero a ti para suplir mis
necesidades sexuales, lo haces rico, fantástico, tú me elevas sabes y, no solo eso, me
desequilibras cuando me das duro y eso me gusta mucho de un hombre” “esa
manera de tomarme por el cabello con tu fuerte mano derecha mientras la
izquierda me sostiene con fuerza la cadera dándome a su vez esporádica nalgadas,
me enloquece, Raúl, me enloquece”.

Jack no sabe si respirar o dejar de hacerlo y, con una violencia abrupta,


maldice al ver bajar de la escalera a Lisa y a Diana ya toda reluciente con su nuevo
uniforme. Lisa se da cuenta de la rara e inusitada agresividad de Jack, al verle el
teléfono entre sus manos. ¡Se siente paralizada y a la vez horrorizada! Quiere
escapar de la extraña y acechante mirada de su esposo quien con un ímpetu casi
glacial se levanta dirigiéndose hacia ella para que le dé una minuciosa explicación.

- ¿Qué significa esta mierda’? – pregunta Jack mostrándole la


conversación del chat casi pegado a los ojos de Lisa- ¿Qué carajo hiciste?

Lisa bloqueada mental y emocionalmente le hace seña a Diana para que se


retire al cuarto. La niña confusa ante la reacción de su padre (es la primera vez que
lo actuar de esa manera), no contiene las lágrimas y obedeciendo al segundo
mandato de su madre corre hacia su cuarto toda conmocionada.

- ¡¿Acaso me merezco esto?!- exclama Jack mientras sujeta con violencia


la muñeca de Lisa. ¿Acaso merezco una traición de este tipo y con mi
propio hermano?

Lisa intenta calmarlo, tratando de zafarse en vano de la fuerte presión de la


muñeca y solo expresa un ¡ay! De dolor.

- Puedes calmarte, Jack que me lastima- Exclama Lisa sintiendo que todo
su brazo se está quebrantando por el giro inconsciente que éste le hace,
ciego por la ira- déjame explicarte.

- Si, solo necesito una sola explicación- dice certeramente Jack ahora
tomándola por el cabello para acercarla más al teléfono- necesito que me
expliques desde cuando te acuesta con Raúl, ¡desde cuando maldita sea!

Lisa rompe en llanto por el pánico y desesperadamente trata de liberarse de


Jack que la sostiene fuertemente por el cabello.

- ¡Puedes calmarte! - grita Lisa tratando de liberarse de Jack con la otra


mano- No es lo que parece ser. Si me equivoqué, fui una tonta. Coquetee,
es verdad. Pero lo que está escrito allí no es verdad, nada de eso ocurrió.
Todo fue una tramoya de cuñados. Simplemente un juego por chat.

Jack en sus treinta años de edad no había sentido la bofetada más grande de
la mentira. La mira fijamente con esos ojos marrones claros y pequeños y observa
la mentira más absurda y patética rebullir en los ojos azules pardos de Lisa. Y sin
apartar su mirada le dice:

- ¿Dime desde cuando te acuesta con Raúl, desde cuando me ves la cara de
estúpido?, ¿desde cuándo disfruta “esos orgasmos” de las cuales no
tienes conmigo?, ¿Desde cuándo disfruta de su grande y moreno cuerpo
esculpido por exóticos tatuajes? ¡Responde maldita sea! ¡Ahora entiendo
esas largas horas que pasabas con Ben, la esposa de Raúl! ¡Ahora
entiendo tus prácticas en el gimnasio de Raúl! ¡Ahora lo entiendo todo!

Lisa siente la mirada de Jack muy pegada a su cara y siente su eufórica y


temerosa respiración roncar como un toro. Lisa desesperada qué responder ante un
reguero de palabras que se arremolinan en su cabeza solo le suplica que se calme
para darle una explicación de lo que pasó. Pero Jack no está dispuesto negociar con
nadie después de haber leído lo que leyó.

- No te importó el grave daño que nos iba a causar a Diana y a mí- dice
Jack impacientemente- No te importó nada, absolutamente nada.
¡Mírame! - Grita señalándose el vestuario de lana gris- ¡Mírame! Ve todo
lo que he hecho por ti. ¿Acaso no aprecias todo el sacrificio que hago para
verlas feliz? Para que no le faltes nada. ¿Acaso no aprecias las noches
entera que paso encerrado en mi oficina para ganar un caso en el jurado
y obtener el dinero suficiente para que seas feliz? ¡Acaso mi nombre que
lo conoce el mundo entero se merece un escándalo como el tuyo! ¡Jack! -
se señala con su mano izquierda haciendo una especie de emulación
artística- el infamado por su esposa y su hermano que se revolcaban las
veces que quisieran en su propia cama, mientras él se mata trabajando
para que tuviera al alcance de sus manos la satisfacción de cualquier
capricho de su esposa.

Al decir esto, siente como se relaja un poco sus nervios que mantenía
presionado toda su medula espinal y mirando a Lisa con una decepción extenuante
mueve la cabeza no aceptando todavía lo que leyó en el teléfono. Nunca se imaginó
que su esposa iba a estar al alcance de los atributos exóticos de su hermano,
conocido más bien por su promiscuidad que por su apellido, unos de los más
importante de la ciudad. Nunca percibió por lo menos un ínfimo detalle sobre la
supuesta relación. Por lo menos la intuición de las largas horas fuera de la casa. O
las largas horas en el gimnasio.

- Quiero que recojas tus cosas y te vayas- dice Jack midiendo cada una de
sus palabras como en un órgano y observando los labios gruesos y
temblorosos de Lisa, labios que disfrutaba cada vez que hacían el amor,
sobre todo el sexo oral lo que el más deleitaba de ella- Te vas sin
reclamar ni aspirar nada. Usted se va como vino a mi vida.

Lisa se siente desplomarse y dice:

- Jack, ¡espera por favor! La niña…

Jack la ataja antes de culminar su conversación

- La niña quedará bajo mi protección. No quiero que quede expuesta bajo


el influjo de tu vida placentera. Tu vida pueblerina.

Lisa por un impulso colérico sin importar que Jack la tiene sostenida
violentamente por el cuello le dice:

- Eres un puto cabrón. Siempre lo has sido. Te faltan bolas para llegar a ser
como tu hermano.
Jack Pierde los estribos y cada uno de sus dedos grandes y largos comienza a
apretar el delgado cuello de Lisa y ésta trata de respirar y de pedir auxilio. Es la
primera vez en diez años de matrimonio que Jack se comporta agresivo. Siente que
la mano de Jack está a punto estrangular su cuello y sus ojos empiezan a
blanquearse. Sus manos empiezan a desesperarse girándolo rápidamente a todos
lados. Pero Jack ciego de ira no se percate de lo que hace. Lisa comienza a
tambalearse con más fuerzas y en un intervalo de segundo sus piernas se dejan
llevar por el peso de su cuerpo. Pero Jack continuó apretando mientras decía
“¡Puta, puta, puta! Hasta que entró en razón y soltó el cuerpo desfallecido de Lisa
gracias al llanto suplicante de Diana quien desde hace rato escucha la discusión de
sus padres.

- Ven, pequeña, ven- dice su padre mientras el cuerpo de Lisa cae


inconsciente en el piso cerámico de color blanco.

La niña aterrada al ver el cuerpo tendido de su madre empieza a gritar. Jack


se desespera y trata de controlarla, pero Diana corre nuevamente hacia el cuarto y
se encierra en el escaparate con el viejo relicario que siempre Liza le da para la
clase de religión, los días miércoles. Jack conmocionado, sin saber que hacer opta
por huir dejando tumbado allí el cuerpo de Lisa, sin saber si vive o no, y a la niña a
la deriva de su llanto y su terror por lo que acaba de presenciar. Jack seguramente
ya no es el mismo del de hace unas horas y saliendo desesperadamente del
apartamento solo oye a lo lejos el ladrar de los perros y, cayó en la cuenta que son
los perros de su hermano Raúl que siempre los lleva cuando va a visitarlos. Así que
no decide volver y se aleja desesperadamente por la calle baja, de la ciudad.

Capítulo II
Raúl acompañado de dos grandes y hermosos San Bernardo pasa
por el jardincito que está justo en la entrada de la planta baja del
apartamento y, se encuentra con un silencio petrificado de un viento
espeso y lento que, por la hora, es inusual al sentido común. Son las
7.30 de la mañana. Esa siempre ha sido la hora rutinaria de Raúl visitar
a su hermano para conversar un poco de cada tema. Y de vez en cuando
mirar de soslayo el divino rostro de Lisa “Una mirada perfilada como la
diosa Atenea” como siempre lo pensaría “pero maléfica y perversa
como la de Karol G”. A Raúl le atormentaba el atlético cuerpo de Lisa,
sus glúteos, redondos y duros, y sus muslos maduros y macizos que se
apreciaban robarle la mirada cada vez que la veía en vestido sentarse en
el mueble y la manera inquisitiva de cruzar las piernas enseñando por
un momento la tanga blanca. Era un tormento contrariado para su
fortuna. Es la esposa de su hermano mayor, su carnal. Sus senos
grandes y redondos como dos perfectos y rosados melones, dos
provisiones suficientes como para comenzar cualquier ataque, era lo
que realmente aumentaba el ritmo cardiaco de Raúl y aumentaba su
testosterona y por tanto el deseo incontenible de poseerla.

Lisa estaba consciente de lo que ocurría por la mente de Raúl y,


disfrutaba de esa complicidad morbosa de ambos, pero sin decidirse a
decírselos en sus propias caras. Así comenzó ese juego indirecto de
miradas y evasivas fortuitas de un deseo prohibido que palpita
fuertemente en el corazón de ambos, sumidos por la tentación. Así fue
como comenzó Lisa a prolongar sus horas de gimnasio con la única
intención de pasar mayor tiempo con Raúl, su entrenador, su cuñado
predilecto, mientras Jack lleva a la niña al colegio y después se dirige a
su bufete a atender a los clientes que tienen cargos punitivos por
fraudes y múltiples estafas de diversa índole.

Pero la historia era otra. Raúl no tiene la remota idea de lo que


sucedió unos minutos antes de llegar. Observó, una vez que subió al
ascensor, al piso n°4, la puerta abierta del apartamento de Jack. Con
pasos ligeros y decididos, expresando su seguridad de hombre
atractivo, avanza hacia el interior del apartamento y como escrutando
con la nariz, se percata que algo anda mal. Una incertidumbre
comienza a embargarle el alma. Nunca Jack o Lisa dejan la puerta
abierta, mientras desayunan o preparan a la niña para el colegio. Trata
de calmarse un poco ante lo que por su mente está pasando
“Aparentemente todo anda bien”, se tranquiliza Raúl mientras los San
Bernardo comienzan a maullar pausadamente, y una impresión cae
como un balde de agua fría cuando ve a Lisa tumbada en el suelo sin
sentido, en la cocina. Corre a despertarla y piensa que fue atacada por
unos ladrones o algo parecido. La sujeta entre sus brazos y acercándola
hacia su pecho comienza a tambalearla, intentando su reacción.

- Lisa, linda, despierta- dice tomando entre sus brazos a Lisa


inconsciente aún. ¡Lisa, despierta!

Lisa no responde y un mal presagio cae en la conciencia de Raúl

- ¡Lisa, Lisa!
Comienza a tambalearla con más fuerza y mirando hacia los lados
y observando que todo está en silencio y ordenado grita

- ¡JACK, JACK! ¡Jack, responde maldita sea!

Solo se oye el leve maullido de los perros como si


presintiesen el presagio.
- ¡Jack! ¡Jack! - Vuelve a gritar mientras levanta en vilo
el inerme y delgado cuerpo de Lisa- ¡Responde!

Nadie responde. Decide colocar el cuerpo inerme de lisa


en el mueble y observándola con conmiseración aparta su
cabellera del cuello y, observa que está totalmente morado:
¡Lisa ha sido estrangulada! Raúl se desespera y no recibiendo
respuesta de Jack decide subir hacia las habitaciones y
mientras ve que todo está normal, se da cuenta que Lisa no ha
sido víctima de un robo

- ¡Qué carajo! - dice mientras camina por el pasillo de


las habitaciones y deteniéndose en la habitación de
Lisa y Jack se da cuenta que la habitación está abierta
de par en par y procediendo entrar sigilosamente, de
puntas, como cuidándose de no ser escuchado por
algún intruso que aún este en la casa, avanza
lentamente, que solo se oye los latidos del corazón y su
escabrosa respiración de asmático. Pero una vez
adentro se da cuenta que todo está en orden. ¡Pero
oye la fatigosa voz de Diana que sale de la habitación
del lado, una vez asegurada que la persona que gritaba
era su tío!

También podría gustarte