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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE

QUINTANA ROO
División de Ciencias Políticas y Económicas

Licenciatura en Relaciones Internacionales

Asignatura: África del Norte y Medio Oriente

Docente: Enrique Baltar Rodríguez

Integrantes del equipo:


Castillo Vargas Iran (19 – 24458)
Domínguez Escalona Marian Itzel (19 - 24464)
Medina Calderón Andrea (19 - 24447)
Sthein Hernández Andrea Ximena (19 – 24522)

Trabajo Final:
Yemen: la guerra civil y la intervención extranjera

6 de mayo de 2023
ÍNDICE:

1. INTRODUCCIÓN.....................................................................................................................................................2
2. ANTECEDENTES POR MARIAN ITZEL DOMÍNGUEZ ESCALONA..............................................................3
3. ESTADO ACTUAL Y PROSPECTIVA DEL PROBLEMA (2015 - 2022).........................................................7
3. 1. LO QUE SUCEDE EN EL INTERIOR DE YEMEN POR IRAN CASTILLO VARGAS...................................................7
3. 2. LA INTERVENCIÓON REGIONAL EN LA GUERRA CIVIL DE YEMEN POR ANDREA MEDINA CALDERÓN........13
3. 3. GEOPOLÍTICA INTERNACIONAL POR ANDREA XIMENA STHEIN HERNÁNDEZ...............................................19
4. CONCLUSIÓN........................................................................................................................................................23
5. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS...................................................................................................................24

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1. Introducción
Yemen es un país de la península arábiga que ha estado sumergida en guerra por bastantes años.
El conflicto entre el gobierno yemení y el movimiento hutí ha creado una crisis de política que ha
puesto en la mesa la capacidad del gobierno central en la lucha por la legitimidad y control del
país. El vacío de poder en Yemen ha abierto la posibilidad de que otros grupos políticos, e
incluso terroristas como Al Qaeda en la Península Arábiga (AQAP), vayan extendiendo su
poderío por la región. El movimiento hutí, que nació como una respuesta política al gobierno
déspota de Saleh y eventualmente con el gobierno de Hadi, en los últimos años ha causado gran
inestabilidad dentro de Yemen debido a sus prácticas violentas y que, en muchas de sus medidas
para imponerse al gobierno federal, han terminado por afectar seriamente a la población y a la
situación a nivel regional, sumado a la disputa del poder gubernamental que deja al país
desamparado en cuanto a la obtención de servicios básicos y estabilidad.
El conflicto ha escalado a nivel internacional debido a la ubicación geoestratégica en la
que está ubicada Yemen al ser la salida al mar Índico y el paso de una de las más importantes
rutas del comercio marítimo a nivel internacional. Es debido a esto, que diversos países del golfo
pérsico como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, entre otros, sumado a países occidentales,
principalmente países europeos y Estados Unidos, por la circulación de su mercancía por el
mediterráneo, que han estado pendientes sobre la inestable situación por la que se encuentra el
país, siendo la mayor preocupación la ocupación de los principales puertos de Yemen.
Considerando estas observaciones, el presente trabajo se orientará en dar un informe de la
situación de Yemen en cuanto la guerra civil por la rápida expansión del movimiento hutí por el
país y el surgimiento de nuevos actores locales, además de analizar cómo este conflicto ha atraído
la atención de países regionales e internacionales y cuál ha sido su papel en el conflicto. Para
poder abarcar todos estos puntos, el trabajo contará con una panorama general sobre el problema
y los antecedentes y las condiciones con las cuales se desarrolló el conflicto; seguidamente se
expondrá el estado actual y la perspectiva del problema entre los años 2015-2022 el cual, así
mismo, estará dividido en tres secciones: la primera estará centrada sobre los actores y la
situación que se presenta dentro de Yemen; el segundo se enfocará sobre los actores y la
situación a nivel regional; y en el último apartado abarcará a otros actores internacionales.
De forma más puntual, el primer apartado sobre actores y la situación actual dentro de
Yemen se muestra cómo se ha desarrollado el conflicto por parte del estado yemení para manejar

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la situación política que ha sido desbalanceada por el movimiento hutí y, el efecto del control hutí
en el país. Posteriormente, en los la intervención regional en la guerra civil de Yemen, se
muestran cómo la importancia del conflicto ha hecho que la acción y los intereses de los actores
regionales sean persistente, volviendo más complejo el conflicto, sobre todo porque este país se
convirtió punto focal de la geopolítica regional. Como parte final, en el apartado de geopolítica
internacional, se explorarán los factores que se han presentado para que el conflicto se
internacionalizara y las acciones que han tomado actores internacionales dependiendo de sus
intereses para intervenir en el conflicto.

2. Antecedentes por Marian Itzel Domínguez Escalona


Yemen es un país que desde hace más de una década se ha sumergido en una guerra que parece
no tener un fin. La situación ha escalado hasta el punto de enfrascar a una serie de actores de
índole local, regional e internacional, cuya raíz es complicada de explicar, pues va desde las
separaciones entre el norte y sur, que han llegado a pregonar en conflictos de carácter religioso,
económica y social. Debido a esto, el siguiente apartado busca exponer el contexto y situaciones
que llevaron a la guerra civil en Yemen y la intervención extranjera de los últimos años.
La república de Yemen es conocida como el país más pobre del golfo pérsico, está situada
al sur de la Península Arábiga, que comparte sus fronteras terrestres con el Reino de Arabia
Saudita y el sultanato de Omán. De igual forma, su territorio incluye diversas islas en el mar rojo
y en el Océano Índico. Una de las islas que tiene una posición bastante estratégica es Socotora,
que se encuentra al frente al Cuerno de África y el golfo de Adén.
La economía yemení está sostenida en primer lugar por la explotación de sus recursos
petroleros y en la recepción de las remesas de los emigrantes en los distintos países petroleros de
la región, de igual forma su producción primaria se basa en la elaboración de café y el sorgo; no
obstante, de lo que principalmente se benefician es su posición geográfica en las rutas
comerciales que pasan por el Mar Rojo (Sarto, 2018), siendo el punto de acceso el estrecho de
Bab el-Mandeb, el cual está ubicado sobre la costa oeste de Yemen y en extremo sur del Mar
Rojo, es considerado el punto más valioso ya este estrecho con el mar rojo con el mar Arábigo y
el Océano Índico a través del golfo de Adén.
Su posición estratégica se vio fortalecida una vez creado el Canal de Suez en 1870 cuando
incrementó el tráfico comercial por esa ruta. Según afirma Locatelli (2015) “se estima que 3,8
millones de bbl/d de petróleo crudo y productos refinados del petróleo fluyen a través de esta vía

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fluvial hacia Europa, EE. UU. y Asia” (pág.59). Sumado a que en este estrecho circula entre el
30% y el 40% del tráfico marítimo mundial, en él transitan al menos unos veinte mil buques
diarios (Sarto, A. 2018).
En cuanto a la distribución territorial, Yemen es un país donde se presentan diversas
diferencias entre el norte y el sur, aun cuando la mayoría de la población comparte la misma
religión. Siendo la mayoría de la población musulmana, la distribución entre musulmanes chiitas
zaidí (35%) y musulmán suní (65%) es muy evidente (Locatelli, 2015). En la parte norte está
concentrada la mayoría de la población de zaidíes, por un lado, mientras en el sur y en las zonas
costeras están la mayoría suní. El norte del país ha sido caracterizado por una tradición tribal
heredada por la presencia de la dinastía zaidí que ha tenido gran precedente en la historia de
Yemen como nación, este factor tribal en la actualidad aún recibe importancia en el norte y
conservan cierta influencia sobre aspectos políticos, económicos y sociales del país (Sarto, 2018).
Desde la antigüedad, Yemen ha sido un territorio disputado entre los imperios del siglo
XIX: mientras que el imperio británico controlaba la parte sur desde el puerto de Adén y abría
una nueva ruta marítima conectando el Mar Mediterráneo hacia el Mar de Asia Oriental,
controlando el tráfico marítimo; el norte de Yemen había sido víctima de la expansión del
Imperio Turco-Otomano. Y es de esta forma en que Yemen queda dividida en dos (Jaramillo,
2018, p. 5).
Desde el fin de la Primera Guerra Mundial y con el fin del imperio Turco Otomano, el
norte de Yemen queda en manos de Imán Yahya, un líder religioso islamista, estableciendo una
monarquía donde él mismo se declaró rey del territorio hasta que se dio una guerra civil de 1962
a 1970, convirtiendo el territorio en la República Árabe de Yemen. El sur seguía bajo el dominio
británico hasta que en 1967 dejaron el puerto de Adén cuando grupos nacionalistas obligaron la
retirada británica. Como consecuencia se proclamó la República Popular del Yemen del sur
teniendo una tendencia comunista que estuvo apoyada por la Unión Soviética.
Uno de los factores por los que se dio la unificación de Yemen fue, en primer lugar, el
colapso de la Unión Soviética en 1990, lo que terminó con el abastecimiento soviético en el sur y;
en segundo lugar, porque en el sur se había producido una gran guerra de corte tribal. El 22 de
mayo de ese mismo año se lleva a cabo la unificación entre ambos Estados, no obstante, la
unificación no significó que las diferencias y rivalidades entre el norte y el sur hayan terminado,
sino que la nueva república se encontraba con la tarea de organizar un territorio que una gran

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porción de su historia llevaba separado, así que “la unificación fue presentada inicialmente como
un proyecto político basado en el principio de una total igualdad entre el norte y el sur” (Dostal,
2021, p. 69). No obstante, existen autores que apuntan que esta unificación también se debió a
que en la década de 1980 se descubrió en las provincias de Marib y Shabwah grandes recursos
energéticos, por lo que la unión de los estados apareció como una condición política necesaria
para explotar efectivamente esos recursos naturales (Dostal, 2021).
En el periodo de transición hacia la nueva República de Yemen, se organizaron unas
elecciones que tendrían lugar en 1993. Mientras tanto, quedaría el poder presidencial interino en
manos de Alí Abdulá Saleh y como vicepresidente al secretario general Alí Salem al-Baid. Saleh
ya había sido presidente de Yemen del norte desde 1978 y desde entonces comenzó a entablar
alianzas con actores internos y externos. Durante este periodo Saleh fundó su propio Consejo
General del Pueblo (CGP) y más tarde en las elecciones de 1993 resulta ganador como presidente
de Yemen junto con su partido. De igual forma, dentro de los poderes en el nuevo gobierno hubo
representación de al-Baid y su partido PSY y el nuevo partido Islah el cual tenían una tendencia
islamista suní.
Saleh fue conocido como un gran negociador en su periodo como presidente en el norte
con diferentes tribus, actuando como un miembro de una tribu con el fin de expandir sus
influencias y crear relaciones entre las élites tribales. Day (2018) argumenta que Saleh expandió
su base de poder utilizando las relaciones patrón-cliente (como se citó en Dostal, 2021). De igual
forma, su gobierno fue considerado como uno basado en el nepotismo y el clientelismo, según
Sarto (2018), y una vez en el poder se reforzó la oligarquía conformada por militares, líderes
tribales del norte y hombres de negocios, dejando sin representación a varios grupos, mientras
que la corrupción y el clientelismo se acentuó al nombrar a sus familiares en cargos importantes
en el gobierno (p. 161).
Mientras estaba afianzando sus alianzas con los países vecinos en cuestiones de migración
y conflictos territoriales, Saleh también se acercó a Estados Unidos en la época en donde
comenzaba la guerra contra el terrorismo. La presencia yihadista en la región siempre estuvo
presente en Yemen, pero capta más la atención americana luego del atentado en 2000 de Al
Qaeda hacia un destructor americano en el puerto de Adén. La respuesta de Saleh fue ofrecer su
colaboración con los Estados Unidos, que lejos de contribuir a una gran estrategia en política

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exterior, contribuyó a encender el malestar en el interior del país ante tal acto reprobatorio de
ayuda a un país occidental (Gutiérrez, 2020).
Es en este momento en que la presencia de un grupo que tenían sus raíces históricas en
Yemen comienza a tener mayor presencia, el movimiento Hutí. Este grupo tiene sus raíces en las
disputas wahabí-zaydí que surgió en las décadas de 1970 y 1980, por la gran presencia wahabí
apoyada por Arabia Saudí (Gutiérrez, 2020). El término Hutí viene del que fue su líder fundador
en 2004, un clérigo zaydí, Husein Badrudin al-Huti, no obstante, estos también se hacen llamar
movimiento Ansar Alá (los partidarios de Alá) inspirado en el modelo social de Hezbolá en
Líbano, sin embargo, el gobierno les ha atribuido a todos los miembros de este movimiento el
término “Hutí”. Este aparte de tener las raíces de la prominencia del zaydísmo en el territorio,
también tiene un gran aporte en su labor social, económica y cultural dentro de Yemen
(Gutiérrez, 2020).
Después de que Saleh quisiera afianzar lazos con los norteamericanos en su guerra contra
el terrorismo, fue el momento perfecto para que los Hutí lanzaran críticas sobre el gobierno
acusándolo de ser proamericano y proisraelí lo cual tuvo como consecuencia el gran apoyo
popular mayormente en la zona de Sada, lo cual comenzó a ser problemático para el gobierno de
Saleh. En el 2004 comienza un conflicto entre las fuerzas del gobierno y el movimiento Hutí,
conocidas como las Guerras de Sada, con el rumor de que una campaña militar tenía planeado
matar a Husein al-Hutí. Que, si bien fue una gran derrota militar para la insurgencia por parte de
los militares yemenís con la muerte de Husein al-Huti en septiembre, los destrozos hechos por
estos últimos tuvieron como consecuencia la inconformidad de algunas tribus locales y
comenzaron a sumarse a las filas del movimiento Hutí (Gutiérrez, 2020).
Aun cuando el movimiento parecía derrotado este se fue reagrupando con el nuevo
liderazgo de Abd al-Malik y comenzaron a predicar a un movimiento de masas con gran
capacidad militar. Para finales de 2009 y comienzos de 2010 el gobierno de Saleh se encontraba
luchando por diversos frentes, por un lado, la insurgencia Hutí en el norte que se estaba
extendiendo; en el sur con el movimiento secesionista al-Hirak; y por diversas partes del
territorio con organizaciones terroristas como Al Qaeda de la Península Arábiga (AQPA), la
piratería que se creaba en el golfo de Adén y el descontento popular (Sarto, 2018).
Todos estos sucesos fueron determinantes para el desenvolvimiento de las revueltas en
2011, año en que se dio la Primavera Árabe en la mayor parte de los países de Medio Oriente.

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Esto dio como resultado que Saleh dejara el poder según el marco de intervención del Consejo de
Cooperación del Golfo, y dejara como presidente interino a Abd Rabbuh Mansur al-Hadi (Sarto,
2018, p. 165).
El nuevo presidente Hadi tuvo que enfrentarse a un país en crisis. Desde los primeros años
en el poder realizó ciertas acciones que terminaron por arruinar su reputación dentro de Yemen.
En diciembre de 2012 firmó el protocolo para la adhesión de Yemen a la OMC. Blumi (2018)
expresa que este protocolo incluía las concesiones para “privatizar once sectores de servicios en
un plazo máximo de cinco años (…) exponiendo a las empresas de Yemen a la competencia en el
‘Libre Mercado’” (citado en Dostal, 2021, p. 75). Esto fue un hecho reprobable para la mayoría
de los actores nacionales, sumado a las fuerzas de insurgencia como los Hutí, Al Qaeda y a un
grupo leal de las fuerzas armadas al expresidente Saleh.
Aun cuando Hadi trataba de organizar al país a través de diversas tácticas como la
organización de Conferencia Nacional del Diálogo en 2014 y, elaboró una Constitución de corte
federal para satisfacer las demandas sur, las tensiones en la región seguían creciendo (Sarto,
2018, p. 164). La crisis llegó a su punto cúspide en septiembre de 2014 cuando las fuerzas hutíes
con el apoyo de los partidarios de Saleh, tomaron Saná y vencieron a la milicia tanto
gubernamental como con las fuerzas del partido Islah. Aun cuando Hadi se vio forzado a formar
un gobierno con los hutíes, poco después expulsaron a Hadi del partido y se disolvió el
Parlamento. Para 2015 las fuerzas rebeldes se extendieron hacia el sur llegando a tomar Taiz y
Adén, obligando a Hadi a trasladarse a Arabia Saudita, gran aliado del gobierno de Hadi, quienes
comenzaron a tener un papel más importante en la crisis yemení sumado al discurso saudí que
venían repitiendo tiempo atrás donde señalaban que la causa Hutí estaba alineada con los
intereses iranís, mientras que apoyaban el gobierno de Hadi proclamándolo como “legítimo” a
nivel internacional.

3. Estado actual y prospectiva del problema (2015 - 2022)


3. 1. Actores y la situación actual dentro de Yemen por Iran Castillo Vargas
La guerra civil en Yemen ha sido objeto de atención internacional en los últimos años debido a su
prolongado conflicto armado y las consecuencias humanitarias que ha generado. Por esto, es
importante analizar la situación interna del país para comprender mejor los factores que han
contribuido a la crisis actual. Uno de los aspectos clave es la lucha entre los hutíes y el gobierno
de Yemen, que ha dejado gran parte del país en una situación de precariedad y desesperación. En

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este apartado, se abordará la situación a nivel interno de Yemen, centrándonos en el conflicto
hutí-gubernamental, así como los desafíos que enfrenta el país para solucionar su guerra civil
desde la perspectiva interna.
Como se explicó antes, Yemen experimentó una crisis política desde 2014 cuando el
presidente Abd Rabbuh Mansur Hadi no pudo establecer un nuevo gobierno y el movimiento
Hutí tomó Saná, lo que obligó al presidente a abandonar, primero la capital y un tiempo después
el país. La crisis política empeoró con la intervención militar liderada por Arabia Saudita en
2015, lo que causó una profunda crisis económica, inestabilidad política y una lucha por el poder
entre diferentes grupos. Además, con la toma de Saná y tras intentos del gobierno de Hadi para
acordar un acuerdo de gobierno de unidad con el “el Peace and National Partnership Agreement
(PNPA) apoyado por la ONU, el movimiento Hutí seguía expandiéndose territorialmente,
tomando el principal puerto marítimo del país, al-Hodeida” (Medina, 2018, párr. 20), rompiendo
la coalición con el gobierno de Hadi, llevando a la formación de una nueva alianza con
partidarios del expresidente Saleh.
Hadi escapó a Adén y estableció un gobierno paralelo, el “Gobierno de la Republica de
Yemen” (ROYG), lo que resultó en dos polos de poder. La coalición liderada por Arabia Saudita,
de la cual se hablará con mayor profundidad en el siguiente apartado, intervino militarmente para
restablecer la "legitimidad" y el orden institucional en Yemen, pero esto no acabó con los Hutí ni
con las fuerzas leales a Saleh. En cambio, creó resentimiento en gran parte de la población y ha
llevado a multitudinarias protestas y la incorporación a bloques de resistencia. La solución militar
ha demostrado ser la estrategia equivocada para erradicar el levantamiento. La carencia de un
gobierno fuerte en Yemen ha permitido que otros grupos marginados como los Hutíes, y el
movimiento separatista al Hitak en el sur, emerjan; así mismo, al Qaeda en la Península Arábiga
(AQAP) ha aprovechado el vacío de poder para expandirse (León, 2019).

La situación en Yemen se ha deteriorado significativamente en los últimos meses


después de que los Hutíes tomaran Hudaydah, la principal puerta del Mar Rojo por
donde entra la mayoría de los suministros y la ayuda humanitaria que mantiene con
vida a cerca de dos tercios de la población yemení (León,2019, párr. 7).

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La situación en Yemen se fue complicando y, a pesar de las llamadas internacionales para
evitar la violencia, en junio de 2018, la coalición liderada por Arabia Saudita atacó Hodeida (Al
Hudayda); además, en 2016 y 2017, la coalición también bombardeó dos edificios donde se
estaban llevando a cabo funerales, lo que resultó en la pérdida de cientos de vidas. “A lo largo de
la guerra, el país ha sufrido un cambio de imagen político, religioso y cultural radical, derrotando
parcialmente la República de Yemen y abriendo un nuevo capítulo como estado teológico
presidido por un líder religioso, Abdul Malek al-Hutí” (Abo, 2022b, p. 1). Lo que comenzó como
una lucha contra la injusticia terminó siendo una toma de poder disfrazada de rebelión por parte
de los hutíes, según Abo (2022) “las actividades militares han creado un entorno hostil para los
civiles y han terminado con las aspiraciones de los jóvenes, cuyo deseo de cambio durante la
Primavera Árabe de 2011 fue aplastado antes de que viera la luz del día” (p. 1).
Con todo lo ocurrido en los últimos años, la estructura política de Yemen no volverá a lo
que era, ya que la dinámica del poder ha cambiado a favor de los partidos y movimientos
políticos en lugar de un gobierno central. Además, el predominio de la violencia de los hutíes se
está volviendo un obstáculo para un acuerdo político negociado de manera justa. Los hutíes
controlan las ciudades críticas en el norte del país y el puerto de Hodeida en el Mar Rojo, lo que
les permite acceder a recursos territoriales y económicos estratégicos que no tienen ningún
incentivo para compartir (Abo, 2022, p. 1). El fundamento ideológico de los hutíes “presupone el
derecho exclusivo de los Zaydis a gobernar Yemen” (Abo, 2022, p.2), lo que obstaculiza el
proceso de paz.
Además, para 2022, como se cita en Abo (2022b):

Según la OCN de enero de 2022 el Informe del panel de expertos sobre Yemen, los
hutíes han empleado armas sofisticadas, incluyendo misiles de crucero, antibuque y
tierra-aire comparables a los fabricados en Irán. Para cuando su alianza con el
presidente Saleh terminó en 2017, el arsenal hutíes había crecido exponencialmente
para incluir dispositivos explosivos improvisados (IED) a través del agua, misiles de
crucero antibuque, misiles guiados antitanque y misiles balísticos. Un año más tarde,
los hutíes estaban desplegando "vehículos aéreos no tripulados de alcance extendido"
fabricados con "componentes de alto valor" importados. (p. 5)

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Esta crisis de poder ha traído consecuencias de índole humanitaria, ACNUR (2019) señala
que se ha generado inseguridad alimentaria, y que tanto la crisis económica como la reciente
pandemia (COVID-19), ha generado en Yemen más de 19 millones de personas en condiciones
de hambruna. Además, como se ha mencionado, sta inestabilidad en Yemen también trajo el
surgimiento de grupos armados, “incluyendo al-Qaeda en la Península Arábiga (AQAP), el
Consejo de Transición del Sur (STC), que busca la independencia del sur de Yemen” (Haddad,
2022, párr. 8).
Para el año 2018 y después de consultar diversas fuentes, se resume en lo siguiente: en
Suecia con supervisión de la ONU, se logró un acuerdo de tregua en la ciudad portuaria de
Hodeida. Esto permitió la entrada de ayuda humanitaria en el país y el intercambio de
prisioneros. Sin embargo, la tregua ha sido frágil, y las partes en conflicto han violado
repetidamente el acuerdo.
En marzo de 2021, se anunció una nueva iniciativa de paz, que incluía un alto el fuego y
la reapertura del aeropuerto de Saná, cerrado desde 2015; las conversaciones de paz se llevaron a
cabo en Omán y finalmente, el 18 de mayo de 2021, se anunció un alto el fuego, el levantamiento
del bloqueo del puerto de Hodeida y la reapertura del aeropuerto de Saná. Es justo la expiración
de la tregua a principios de octubre de 2022, el factor clave que desencadenó esta escalada de
ataques ya expuestos unos párrafos atrás. Los hutíes se negaron a renovar la tregua con el
gobierno yemení y amenazan con más ataques a puertos petroleros y objetivos militares, puesto
que estos “ponen a prueba la tolerancia y la respuesta del gobierno de Yemen y la comunidad
internacional al tiempo que aumentan sus demandas” (Abo, 2022a, párr. 1).
Abo (2022a) establece que los hutíes tienen tres razones para rechazar la tregua. En
primer lugar, no han cumplido con sus obligaciones en virtud del acuerdo para levantar el asedio
de Taiz, lo que les da una mayor influencia en cualquier negociación de paz. En segundo lugar, el
actual estatus quo les da acceso a los recursos yemeníes sin comprometerse con un acuerdo de
reparto del poder que podría amenazar su monopolio sobre el territorio del norte del país. Y, en
tercer lugar, quieren volver a la violencia lo más rápido posible porque esta táctica les ha dado
ventaja en el pasado (párr. 2-3).
Los hutíes han impuesto un embargo a las exportaciones de petróleo al atacar los puertos
yemeníes para presionar al gobierno a compartir los recursos extractivos en áreas que las fuerzas
hutíes no controlan; sin embargo Abo (2022a) dice que “Si bien el ataque de aviones no

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tripulados contra Dhabba no causó daños físicos significativos a la infraestructura de la terminal
petrolera, obligó a un petrolero a abandonar el puerto sin asumir su envío de exportaciones de
petróleo desde territorio controlado por el gobierno” (párr. 4).
También controlan importantes recursos comerciales en condiciones de monopolio, lo que
les permite recaudar ingresos nacionales y financiar su esfuerzo de guerra. Sin embargo, esto
priva al resto de la población de servicios críticos, lo que resulta en áreas que dependen de la
ayuda humanitaria que les proveen los servicios básicos que el Estado no les proporciona.
Lo anterior radica en que la milicia hutí está exigiendo para “garantizar” la paz, el pago de
salarios de los funcionarios públicos y parte de los ingresos del petróleo, sin embargo, Abo
(2023) hace un interesante señalamiento referente a lo que propiciaría una acción así
estableciendo que “pagar a sus miembros de la milicia y leales a través de depósitos directos
perpetuaría el ciclo de conflicto y reforzaría tanto sus fuerzas como a sus aliados transnacionales”
(párr. 2).
El problema político surge de la suspensión de los salarios del sector público, ya que los
hutíes han despedido a muchos funcionarios públicos y han nombrado a sus leales, lo que
dificulta encontrar soluciones para pagar a los trabajadores sin financiar directamente a la milicia.
En 2019, el gobierno de Yemen “desembolsó los salarios y pensiones de 120 000 funcionarios y
jubilados en áreas bajo el control de los hutíes. Esto se hizo de acuerdo con la lista de nóminas de
Yemen de 2014 e incluyó al 50 % de los empleados de la educación superior, una parte de las
personas que trabajan en el sector de la salud y los de las universidades de la ciudad de Hodeida”
(Abo, 2023, párr. 4), pero en enero de 2020, los hutíes prohibieron la circulación de la moneda
emitida por el Banco Central de Yemen en Adén, lo que impidió el pago de salarios (párr. 5). La
milicia hutí tiene múltiples fuentes de ingresos, pero no es transparente en su uso, ha desviado
fondos del Banco Central de Yemen en Hodeida y ha bloqueado discusiones para establecer
mecanismos de desembolso de fondos para cubrir los salarios y pensiones. Además, los ingresos
fiscales y aduaneros en el puerto de Hodeida se destinan directamente a la milicia hutí, lo que
aumenta la desigualdad de ingresos y profundiza la crisis humanitaria.
Los ataques en 2022 llevados a cabo por parte de los huties hacia el ROYG no cesaron, y
uno de ellos se dio el 21 de octubre cuando “llevaron a cabo dos ataques con aviones no
tripulados contra la terminal petrolera de al-Dhabba en la gobernación de Hadramawt,
interrumpiendo la carga de petróleo de Petromasila en un petrolero griego” (Jalal, 2023, párr.

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2). No es el único ataque, pero queda claro que la Guerra que comenzó con tintes políticos, ahora
tiene intereses económicos, puesto que es evidente que los hutíes buscan evitar la exportación de
petróleo. Para el mes de noviembre Jalal (2023) relata otro ataque esta vez

Contra el puerto de Qena y la terminal de al-Nushaima en Shabwa, así como la


terminal de al-Dhabba en Hadramawt, dañando la bomba de petróleo en al-Dhabba y
obligando al gobierno a detenerse; aunque no se han reportado ni reconocido más
ataques desde entonces, los ataques de los hutíes contra la infraestructura crítica
controlada por el gobierno, muestran el mismo uso estratégico de las tácticas de
guerra no convencionales, apoyadas por Irán mismos que se han visto en sus
anteriores ataques transfronterizos contra Arabia Saudita y los Emiratos Árabes
Unidos (párr. 3-4).
Los objetivos de los hutíes son debilitar la autoridad del gobierno, obligarlo a reconsiderar sus
demandas y hacerlo cada vez más irrelevante a través de ataques dirigidos a sus recursos
financieros como se mencionaba con anterioridad, hacia sus puertos petroleros.
Algunas notas periodísticas señalan que estos ataques estuvieron “advertidos” tanto para
el ROYG como para las compañías petroleras, pues solo las evitarían si recibían parte de los
beneficios económicos del petróleo y el pago de los salarios de los funcionarios. A pesar de estos
ataques, la coalición liderada por Arabia Saudita permitió la entrada de bienes comerciales
adicionales en Yemen lo que sugiere un impulso para la desescalada. El jefe del Consejo de
Liderazgo Presidencial se comprometió a pagar los salarios de los funcionarios públicos en las
áreas controladas por los hutíes durante 2023, teniendo en cuenta que se cree que los hutíes
generan más ingresos que el gobierno, principalmente de impuestos y derechos de aduana.
En un Informe de la ONU citado en Jalal (2023) se establece que “los hutíes generaron un
estimado de 453 millones de dólares (o 271.94 mil millones de años) en ingresos personalizados
del combustible que entró en el puerto de Hodeida entre abril y noviembre de 2022” (párr. 6). En
comparación con la ROYG que entre 2021 y 2022 (Jalal, 2023) se estimó que generó más de mil
millones de dólares en ingresos por petróleo cada año, lo que representa más de la mitad de sus
ingresos totales. Gracias a este dinero, el gobierno pudo pagar los salarios de más de 200,000
personas en la administración pública y más de 300,000 en los sectores militar y de seguridad.
Sin embargo, debido a los ataques hutíes que han impedido la exportación de petróleo y reducido

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los ingresos del gobierno a menos de la mitad, pronto el gobierno no podrá pagar los salarios y se
verá afectado en la prestación de servicios, el servicio de la deuda y los programas nacionales,
que representan una parte significativa del presupuesto. Para tratar de compensar la guerra
económica de los hutíes, el ROYG anunció un aumento del 50% en los derechos de aduana sobre
los bienes no esenciales. Tanto la guerra económica como los ataques a las centrales petroleras
solo están empeorando la pobreza y la crisis humanitaria en las zonas de la ROYG.
Yemen ha sufrido una crisis política y humanitaria desde 2014, cuando los hutíes tomaron
el control de la capital del país, Saná. Desde entonces, se ha desatado una guerra civil que ha
llevado a una crisis humanitaria, sumado a la inseguridad alimentaria y la amenaza de hambruna
para más de 19 millones de personas.
En 2018, se logró un acuerdo de tregua en Hodeida, pero ha sido frágil y se han violado
repetidamente las cláusulas. En marzo de 2021, se anunció una nueva iniciativa de paz liderada
por Arabia Saudita que llevó a un alto el fuego y la reapertura del aeropuerto de Saná, pero la
tregua expiró a principios de octubre de 2022, ya que los hutíes se negaron a renovarla. La
insurgencia ha impuesto un embargo a las exportaciones de petróleo y exigen el pago de salarios
de los funcionarios públicos y una parte de los ingresos del petróleo. Esto ha intensificado el
problema político y dificulta encontrar soluciones para el pago a los trabajadores sin financiar
directamente a la milicia hutí.

3. 2. La intervención regional en la guerra civil de Yemen por Andrea Medina Calderón


Desde el inicio de la guerra civil en Yemen, las acciones y decisiones de otros países de la región
han tenido un impacto clave en la forma en la que se han desarrollado los sucesos yemeníes,
volviendo la situación cada vez más compleja. En este apartado se expondrán cuáles son los
intereses de Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Irán, entre otros, en el conflicto,
desde el 2015 a la actualidad, y el impacto que han tenido. Además, se busca analizar cómo
Yemen se convirtió en uno de los escenarios de la rivalidad existente entre dos países con
visiones geopolíticas regionales distintas que compiten por el liderazgo del mundo musulmán.
Como se ha mencionado en apartados anteriores, los hutíes aprovecharon el descontento
popular existente en el país para tomar el control de Saná y zonas importantes a los alrededores.
Ante todo lo que esto significó, “el 25 de marzo de 2015, una coalición de Estados encabezada
por Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos intervino a petición del presidente Hadi, con el

13
objetivo de instalar de nuevo en el poder al gobierno internacionalmente reconocido” (Amnistía
Internacional, 2020, párr. 6). De cierta forma, esta intervención marcó el inicio de un conflicto
que se extendió por todo el país, ampliándose el número de actores involucrados y dando paso al
fortalecimiento de grupos locales respaldados por algunos países de la coalición.
Históricamente, Arabia Saudita ha estado interesada en que Yemen no sea una amenaza y,
cuando ha sido necesario, ha intervenido para desestabilizar sus estructuras. Desde que Saleh
estaba en la presidencia, había apoyado en la lucha contra los hutíes ante la idea de que si este
grupo chiita obtenía mayor poder, tendría a un aliado de Irán demasiado cerca de su frontera e
intereses. De acuerdo con Ignacio Fuente Cobo (2017), más que ser solidarios con el presidente
Hadi, “fue la toma de Adén, la puerta de entrada al estrecho de Bab el Mandeb, un punto de paso
crítico para el transporte de los hidrocarburos que desde la península arábiga se encaminan hacia
los mercados occidentales, la que se consideró una provocación inaceptable” (p.173), sobre todo
porque, como se menciona, no podían permitir que este punto estratégico estuviera bajo control
de un aliado de Irán. Ante esto, Arabia Saudita ha establecido una presencia considerable en la
guerra civil de Yemen y principalmente ha liderado la coalición de los países árabes.
Esta coalición, además de EAU, incluía a Egipto, Marruecos, Sudán, Qatar (hasta el 2017
cuando tuvo problemas con Arabia Saudita), Bahrein y Kuwait, países que aportaron a su manera
en la intervención en el 2015, en una operación llamada Tormenta Decisiva. Estos países, aunque
en menor medida, llegaron en distintos momentos a contribuir “enviado sus propias tropas y/o
mercenarios al sur de Yemen para participar en los combates sobre el terreno o han pagado a
otros para que lo hagan” (Dostal, 2021, p. 12). En el caso de Qatar, que tuvo más presencia que
los otros, los intereses en Yemen radican en que desde la presidencia de Saleh, había invertido
cantidades considerables en la política y bienes raíces del país, pero tensiones con los saudíes por
controlar e influir en el norte de yemení, entre otros asuntos, provocó que perdiera presencia.
En general, la forma en la que se ha desarrollado la relación y las interacciones entre
Arabia Saudita con los hutíes se basa en una constante guerra aérea de misiles de ambas partes,
causando destrucción y la pérdida de enormes cantidades de vidas, pero sin eliminar alguno de
los lados y ser capaces de ponerle fin al conflicto, es decir, desde el 2015, las fuerzas saudíes, en
su búsqueda de hacer retroceder a las fuerzas Hutí, han llevado a cabo numerosos ataques
transfronterizos aéreos en el norte de Yemen y, estos últimos han respondido lanzando misiles a
territorio saudí. De acuerdo con Sharp (2021), se han “contabilizado más de 23.627 ataques

14
aéreos de la coalición liderada por Arabia Saudita desde marzo de 2015, lo que resultó en más de
18.600 bajas civiles” (p. 8). El limitarse en gran medida a actuar por medio de este tipo de
ataques y no hacer presión con tropas terrestres, se podría considerar como una razón por la que
no hubo una victoria rápida por parte de la coalición, en el sentido de que daba la oportunidad a
los hutíes de reagruparse y consolidar su posición en nuevas zonas del país.
En los años más recientes del conflicto, algunas de las armas y materiales utilizados por
los hutíes se han vuelto más sofisticadas. Esto ha provocado que muchos actores involucrados y
expertos consideren con más fuerza que esta tecnología es patrocinada por Irán. Sobre todo
Arabia Saudita, que como ya se ha mencionado estaba alerta por la posible presencia iraní cerca
de sus intereses y territorio, ha acusado a los hutíes constantemente de estar bajo el control de
Irán, mientras que este país, al menos de manera oficial, ha negado cualquier tipo de intervención
en el conflicto. Relacionado con esto, Fuente Cabo (2017) menciona que la situación en Yemen
es marginalmente estratégica para los iraníes en el sentido de que si los hutíes ganan, sería una
ganancia significativa porque un nuevo país con un gobierno afín a ellos movería la balanza de
poder en la región a su favor, mientras que si pierden, el coste es relativamente bajo a diferencia
del que ha experimentado Arabia Saudita. Desde una estrategia de intervención indirecta, el
apoyo era más que nada simbólico al inicio, pero después si hubo un aumento de contrabando de
armas que se han relacionado con las iraníes, causando pérdidas para las fuerzas saudíes como,
“en enero de 2017, una fragata saudí fue puesta fuera de combate cerca del puerto de Hodeidah
en el mar Rojo por un misil lanzado por los hutíes, al igual que ocurrió con un guarda costas
destruido cerca de Mocka en el estrecho de Bab el Mandeb alcanzado por una mina” (pp. 175 -
176).
Ante las ideas que predominan de lo que es el papel de Irán en el región y el contrabando
de armas para los hutíes, fue incrementado la necesidad de Arabia Saudita y la coalición que
lidera de frustrar cualquier llegada de estas armas por el mar. Entre 2015 y 2016, la coalición
llevó a cabo un bloqueo naval a los puertos de Yemen para disminuir el contrabando. Esto ha
tenido otras consecuencias para los yemeníes como el de una tardanza en la distribución de
alimentos y productos básicos, que el país tiene que importar, porque constantemente los barcos
son parados para ser registrados en busca de armas ilícitas iraníes. Incluso, dependiendo de como
se estuvieran desarrollando las hostilidades en tierra, se determinaba que tan rápido permitan los
saudíes y sus aliados que los productos revisados fueron liberados. Si la situación era difícil, se

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tardaban incluso meses, generando escasez. La situación se complicaba con situaciones como los
proyectiles hutíes “que golpearon las instalaciones petrolíferas de Abqaiq y Khurais en 2019 y
obligaron a Arabia Saudí a reducir temporalmente su producción nacional a la mitad” (Bordón,
2021, párr. 20).
Continuando con los intereses y el papel de otro país regional destacado en el conflicto, se
puede ver que un gran apoyo de Arabia Saudita han sido los Emiratos Árabes Unidos,
mostrándose como aliados, sin embargo, esto no significa que ambos países persiguen los
mismos objetivos en Yemen. Por un lado, lo primordial para los saudíes ha sido limitar la
influencia de Irán en la región, convirtiéndose el territorio yemení en un escenario de guerra de
poder entre estas dos potencias regionales. A diferencia de esto, aunque continuamente
mostrando apoyo hacia Arabia Saudita, los EAU, en cierto momento del conflicto, priorizaron su
objetivo de luchar contra una rama local de los Hermanos Musulmanes (con quienes han tenido
una relación caracterizada por animadversión) en Yemen y que tenían una alianza con el
presidente Hadi. Esto último generó tensiones porque Hadi y los saudíes no tenían intensiones de
romper relaciones con este grupo, lo que llevó a los Emiratos Árabes Unidos ha tomar acciones
separadas a la coalición como entrenar a grupos rivales. Además, la intervención emiratí se
comenzó a ver como una forma de controlar puertos importantes del país y tener una mejor
posición de maniobra en la región (Guggenheim, 2021, p. 2).
En el 2016, supuestamente Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, se dividieron el
trabajo y las zonas en que tendrían presencia en Yemen, dando paso a que, mientras los primeros
se encargaban del norte, la parte que pega con su frontera, Abu Dhabi se quedaría supervisando
las operaciones de la coalición en el sur y a lo largo de la costa del Mar Rojo. Esta división tiene
sentido hasta cierto punto si se considera la reticencia de EAU de trabajar con ciertos grupos
relacionados con el Islah, los cuales, aunque tienen ciertas bases en el sur, la mayoría están en el
norte (International Crisis Group, 2019a, párr. 10). En los años siguientes EAU fue creando lazos
considerables con grupos de la zona bajo su cuidado.
De acuerdo con Amnistía Internacional (2020), a pesar de que los Emiratos Árabes
Unidos afirmó desde el 2019 haberse retirado de Yemen, “viene adiestrando, financiando y
armando activamente a diferentes grupos armados desde mediados o finales de 2015,
favoreciendo así la proliferación de innumerables milicias como el Cinturón de Seguridad, los
Gigantes y las Fuerzas de Élite” (párr. 7). Esta situación ha permitido que nuevos actores ganen

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importancia en el conflicto, pero al mismo tiempo provoca que este se complique. Uno de los
casos que resaltan sobre esto es la emergencia en el 2017 del secesionista Consejo de Transición
del Sur (STC, por sus siglas en inglés), que reclama la lealtad de los grupos mencionados (aunque
en teoría todos caen dentro de la autoridad del gobierno de Hadi) y que ha sido patrocinada por
los Emiratos Árabes Unidos, no solo aportando armas sino también entrenamiento. La STC se ha
encargado en parte de la defensa del sur, obteniendo el control de lugares estratégicos,
incluyendo Aden después de varios enfrentamientos con distintos grupos.
En el conflicto yemení, puntos específicos del país han sido críticos. Uno de los más
destacados ha sido Adén, donde se pueden observar los choques de intereses de los países
regionales. Este lugar había sido proclamado la capital por parte de Hadi, pero cuando este tuvo
que huir los sureños vieron nuevas oportunidades de acción. En el 2018, las fuerzas relacionadas
con la STC lucharon contra leales de Hadi y fue necesaria la intervención de Arabia Saudita para
evitar que se tomara el palacio presidencial, demostrando esto las diferencias existentes dentro de
la coalición. En el 2019, el aumento de los enfrentamientos entre el lado de Hadi y los
secesionistas, así como con los hutíes, complicaron la situación de Yemen por la posibilidad de
crearse un conflicto de mayor magnitud. Como menciona una alerta de International Crisis
Group (2019b), toda esta situación reflejaba “la política interna de la coalición anti-huzí de
Yemen, unida contra un enemigo común pero fragmentada y sin una identidad compartida (…) y
revela los diferentes intereses de Riad y Abu Dhabi” (p. 1).
Cabe destacar que Arabia Saudita es consciente de que EAU y los grupos que este apoya
han tenido considerables éxitos militares, incluyendo el avance hacia Hodeida, la ciudad
portuaria en el Mar Rojo, en el 2018. Sin embargo, los saudís al mismo tiempo no están del todo
contentos con el apoyo que los emiratíes le dan a la STC porque las tensiones de estos con Hadi
los debilitan y desvían la atención de la lucha contra los hutíes. Además, la adquisición de Aden
por parte de STC significó una gran variedad de cosas, comenzando con una posición
avergonzada de los saudíes en el sentido de que desde el 2015 no ha logrado avances
significativos en sus objetivos, al contrario, los hutíes han logrado expandirse, tener posiciones
ventajosas y han hecho ataques regulares de drones y misiles en aeropuertos e instalaciones
industriales dentro de su territorio. De igual forma, se fue abriendo una brecha mayor entre
Arabia Saudita y EAU, estos últimos además lanzando ataques aéreos contra las tropas alineadas

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de Hadi, abriendo una nueva fase del conflicto yemení (International Crisis Group, 2019a, pp. 2-
9).
Otra zona de fuertes tensiones fue Hodeida, una ciudad portuaria al oeste de Yemen que
recibe la mayoría de las importaciones. Este territorio fue tomado por los hutíes y su aliado de ese
momento, el expresidente Saleh en octubre del 2014, pero salvo el bloqueo marítimo de la
coalición que se estableció en busca de armas, realmente durante los primeros años no fue un
objetivo militar. Para el 2016 y 2017 se fue convirtiendo en una fuente de frustración para los
países árabes por el tema de contrabando y los ataques de los hutíes al tráfico marítimo del Mar
Rojo, dando paso a que EAU comenzara a ver opciones militares y, en el 2017, sus aliados
locales lanzaron la Operación Golden Spear. Para el 2018, la coalición había avanzado
considerablemente a lo largo de la costa del Mar Rojo (aunque con limitantes considerables por
problemas internos) y se veía venir una batalla que ocasionaría el cierre del comercio y el acceso
de ayuda humanitaria (como alimentos) por un largo periodo. Esta situación dio paso a un
acuerdo negociado por Naciones Unidas para desmilitarizar esta zona, conocido como los
Acuerdos de Estocolmo, lose cuasl, aunque evitó una batalla en Hodeida y una posible hambruna,
mucho de lo establecido no se cumplió, así como tampoco dio paso a un acuerdo de paz total
porque, aunque en junio del 2019 EAU retiró la mayoría de sus fuerzas en la zona, los ataques
entre saudíes y hutíes fueron empeorando la situacion y las tensiones de nuevo (International
Crisis Group, 2018, pp. 1-7).
Por su parte, Marib es una zona estratégica debido a que es un centro de producción de
petróleo y gas, así como suministra energía a una parte considerable de Yemen. Para inicios del
2020, este lugar que era la última parte del norte aún controlada por el gobierno reconocido
internacionalmente, había estado bajo constantes e intensos ataques por parte de los hutíes.
Aunque en la primera mitad de 2021, Arabia Saudita y la coalición habían logrado infringir bajas
considerables a las fuerzas hutíes en esta zona, para octubre de ese mismo año estos últimos
lograron capturar cinco distritos de Marib y Shabwa, cortando una ruta importante que reabastece
a la ROYG. Esto provocó que se intensificaran los ataques aéreos de la coalición a las fuerzas
terrestres hutíes, para quienes obtener Marib sería muy estratégico. Ante la complicación de los
saudíes, los combatientes respaldados por los EAU han dificultado las cosas para los hutíes en
Marib, obligándolos a retroceder. Estos, como respuesta llevaron a cabo un ataque directo con
drones a una instalación de almacenamiento de combustible en la capital emiratí (la

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responsabilidad de este ataque se lo atribuyeron los hutíes). Por consiguiente, los emiratíes y en
general la coalición respondieron con más ataques (Sharp, 2021, pp. 2).
Desde el 2015 hasta la actualidad, una gran cantidad de enfrentamientos y tensiones se
han desarrolado entre la gran variedad de actores que forman parte del conflicto yemení, en los
cuales, los intereses regionales han influido mucho, como se ha mencionado a lo largo de este
apartado. Por consiguiente, para el fin del conflicto no solo es necesario que lleguen a algun
acuerdo los grupos locales, sino también se deben de asegurar los intereses de otros países, razón
por la que los númerosos intentos de llegar a un acuerdo de paz han sido limitados y frustrados.
Como se expuso en el apartado anterior, en 2021, Arabia Saudita ofreció un alto al fuego, pero
los rebeldes no aceptaron las condiciones, siendo hasta octubre del 2022 que la ONU ha logrado
una pausa en las hostilidades, así como entre hutíes y saudíes se han desarrollado negociaciones
para establecer un fin del conflicto más duradero, pero todavía queda bastante camino por
recorrer. De igual forma, falta ver como llegar a un punto medio que sea satisfactorio para todos
los demás actores involucrados, así como se debe ver como los nuevos eventos regionales que
van surgiendo día a día, pueden alterar este proceso. Un caso destacado que podría influir
bastante es la reciente decision de reanudar relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudita.

3. 3. Geopolítica Internacional por Andrea Ximena Sthein Hernández


El impacto que provocó el conflicto yemení ha involucrado a los Estados cercanos de la región de
Medio Oriente como se ha comentado en el anterior apartado, pero ¿Qué sucede con la
intervención de actores internacionales? Yemen se caracteriza por estar en una zona
geoestratégica debido a su posición territorial, atrayendo la participación de actores
internacionales como lo han sido Estados Unidos de América, Reino Unido, Francia y
Organismos Internacionales como la ONU. En el presente apartado se expondrá la participación
de algunos de estos actores y su papel dentro del conflicto yemení.

El papel del gobierno de Estados Unidos de América.


La presencia de Estados Unidos en la región de Medio Oriente data desde los inicios de la
Guerra Fría, de acuerdo con Dostal (2021), “Solo EE. UU. participó en la penetración a largo
plazo de toda la región desde 1945, estableciendo una presencia militar permanente en casi todos
los estados regionales” (p. 8), el establecimiento del apoyo militar en la zona tenía como objetivo

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limitar la influencia comunista y establecerse en zonas estratégicas, las cuales se consideraban
fundamentales dentro de la península arábiga.
Si bien en el golfo pérsico hubo gran presencia militar estadounidense durante el periodo
de la Guerra Fría e incluso se impusieron doctrinas hacia la región, no fue hasta que el 11 de
septiembre de 2001 cuando se dieron diversos ataques a Estados Unidos por terroristas Al Qaeda
que Washington incrementó las medidas en Medio Oriente al comenzar la iniciativa de la guerra
contra el terrorismo.
Yemen como país del golfo árabe no fue la excepción, de acuerdo con Viñuelas. (2006),
“a finales de 2001, varias fuerzas especiales estadounidenses llegaron a Yemen con el objetivo de
entrenar a las tropas locales en técnicas antiterroristas” (p.153), estas conexiones han logrado el
intercambio de información entre ambos países, incluyendo el involucramiento del FBI. La lucha
contra el terrorismo dentro de Yemen llevo al patrocinio en ayuda militar y económica, así como
la implementación de la “Doctrina Obama” esta doctrina estaba enfocada en el uso de la fuerza
militar mientras sea necesaria.
La convivencia entre Yemen y Estados Unidos se da principalmente con el presidente
Saleh, su gobierno estuvo en total acuerdo con la implementación de operaciones en contra de
grupos terroristas como lo fue Al Qaeda; no obstante, la situación que en realidad desplegó la
influencia fue a partir del año 2011, con los problemas internos y las manifestaciones en contra
de Saleh, el gobierno estadounidense decide establecer un nuevo proyecto de acuerdo con Dostal
(2021), “Los políticos estadounidenses se retiraron de Saleh para respaldar una iniciativa del
Consejo de Cooperación del Golfo, que sugería entregar la presidencia yemení a Hadi” (p. 9).
La culminación de la implementación de dicha doctrina llega con el fin de gobierno de
Saleh por el avance de la ofensiva Hutí, el gobierno estadounidense buscaba contrarrestar el
islamismo extremo, pero no fue posible, la causa principal se dio con la expansión de esta
ofensiva dentro del país, este movimiento logró el desplazamiento de la intervención
estadounidense en conjunto del abandono de las bases militares que estaban destinadas al
lanzamiento de drones. La presión que desempeñaron los Hutíes permitió ejercer un control
político dentro del país
Los conflictos civiles que se han suscitado dentro de Yemen dejan un escenario ideal para
estos grupos yihadistas y otros grupos de carácter terrorista se expandan por el territorio, dejar
este vacío territorial no se consideraba una alternativa para el gobierno estadounidense,

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considerando la importancia geoestratégica que tiene esta zona en Medio Oriente, por esta
circunstancia, es cuando con el Gobierno de Trump se toma la decisión de entrar en coalición en
conjunto con Arabia Saudita en el conflicto yemení, esta coalición también estuvo respaldada por
el apoyo logístico de Reino Unidos, esta unión ha implementado el bloqueo de zonas portuarias
para evitarle llegada de armamento distribuida por Irán.
Estados Unidos de América al igual que Reino Unido y Francia han participado en el
suministro de armas, lo que originó la protesta de organismos internacionales para evitar este
fenómeno, también se impulsó la campaña de Armas Bajo Control, esta consistía en evitar el
envío de armas a Arabia Saudita o hacia Emiratos Árabes Unidos.

Financiamiento de armas a Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos provenientes de la


Unión Europea (antes de la salida de Reino Unido).
La Unión Europea también jugó un rol importante a partir del 2012 al intensificar sus relaciones
comerciales, principalmente con Arabia Saudita entre estas relaciones se establece la distribución
de armas, de acuerdo con Urrutia et al. (2020), “la propia UE en materia de exportación de
armamento de sus Estados miembros, Arabia Saudita ha recibido armamento europeo por un
valor que alcanza los 13.400 millones de euros en el período 2008-2018” (p. 6).
El inicio del conflicto en Yemen no fue motivo para evitar el incremento de exportaciones
de armas destinadas a Arabia Saudita quien participaba dentro de este conflicto, no obstante, para
el año del 2017 estas exportaciones disminuyen debido a la restricción al comercio de armas,
todo esto se originó al creciente número de víctimas en el conflicto yemení.
Algunos Estados europeos establecieron medidas a su exportación de armas, como lo fue
el caso de Italia en 2018 y Alemania que detuvo su distribución de armamentos a países
vinculados con el conflicto en Yemen, en el caso de Gran Bretaña y Francia el gobierno saudí
tenía que demostrar que el uso de armas no estaría destinada a dicho conflicto, otros países como
en el caso de España, Portugal y Grecia no establecieron regulaciones a la exportación destinada
a Arabia Saudita. En el caso particular de España, no se distribuye armas letales tanto a Arabia
Saudita como a Yemen, pero el pico más alto que demostró el gobierno español de exportación
de armas fue de 2014 a 2018.
Pese a los intentos de establecer medidas para disminuir la exportación de armas dirigidas
a Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, esta acción persiste, permitiendo dar continuidad al

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conflicto, es por estas acciones que el panel de “Expertos de la ONU” hacen responsable de esta
situación principalmente a Estados Unidos, Reino Unido, Francia y España, quienes cumplen el
rol principal como distribuidores de armamento, a continuación, en la siguiente imagen se
muestra los principales países exportadores de armas.

Estados Unidos se ubica en el primer puesto siendo el principal exportador de armas,


seguido por los países que conforman la Unión Europea hasta 2019, algunos de estos tipos de
armas son: aeronaves, misiles, vehículos blindados, sistemas de defensa aérea, sensores, buques,
motores y armas navales.

La ONU en Yemen.
Las circunstancias que se presentaban dentro de Yemen dieron como resultado la participación de
la ONU, de acuerdo con Lowings et al. (2020), “La ONU en Yemen se remonta al 4 de abril de
2011, cuando el Secretario General Adjunto de Asuntos Políticos de la ONU, B. Lynn, informó al
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre las protestas contra el presidente” (p.16), la
ONU buscaba ayudar a negociar un cambio presidencial de Saleh y la llegada de Hadi al poder,
siendo la ONU el principal intermediario de este cambio político.
Las inconformidades al nuevo régimen se hicieron presentes para mediados del año de
2012, esta situación incitó al Consejo de Seguridad a establecer medidas necesarias para aquellos

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incitadores que originaran revueltas y atentaran contra el gobierno yemení, estas sanciones
residían en la congelación de activos o prohibición de viajes.
Es en el 2014 que la ONU reconoce paulatinamente la estadía de los Hutíes, pero cuando
comenzaron a implementar violencia y enfrentamientos directos contra el gobierno cuando se
generaron cambios drásticos en el poder político en el país, hechos que ocasionaron a retirada de
Hadi del país y el control sobre instituciones gubernamentales. Para el 2015 se buscaba obtener el
control de las instituciones que estaban bajo el control Hutí, ya que, tras la escalada de violencia,
la ONU que aprueba resolución 2216 que exigía el retiro en zonas incautadas, al igual que la
entrega de armas. La situación permitió poner de nuevo en marcha la congelación de activos y
viajes, pero la seriedad de los hechos permitió la intervención saudí con ataques aéreos dirigidos
a respaldar al gobierno de Hadi.
El escenario permitió la opinión de Rusia sobre este conflicto llegando a proponer un
“borrador” al Consejo de Seguridad donde se proponía el establecimiento de “pausas
humanitarias” que permitiría acceder a víveres esenciales a la sociedad civil, este borrador no
tuvo éxito, solo se consideró y se aplicó de nuevo los embargos de armas y la restricción de salida
del país. Sin embargo, estas iniciativas del “borrador” seguían presentes en la mesa de
negociación y esta se pudo concretar, pero con Reino Unido liderando la propuesta.
La ONU en conjunto de otras organizaciones han demostrado que la coalición que integra
principalmente Arabia Saudita es la principal responsable de la violación de los derechos
humanos, derivado de los ataques aéreos que afectan no solo a civiles sino también a instancias
donde la población se reúne como mezquitas u hospitales, de acuerdo con Urrutia et al. (2020)
“Un 67% de todas las víctimas civiles reportadas entre 2015 y 2019 habrían muerto a causa de
ofensivas aéreas de la coalición” (p. 3), este mismo ha contribuido a deteriorar las condiciones de
vida, al igual causando daños en zonas agrícolas y marítimas, también impidió el acceso a la zona
aérea, la ONU expuso el abuso que comentaron Emiratos Árabes Unidos en conjunto de Arabia
Saudita, entre ellos el secuestro y tortura.
La ONU busca cumplir su papel como intermediario para controlar este conflicto que
lleva años y a su vez cumple con una complejidad debido a los actores que se han ido
involucrando con el tiempo. Es importante señalar que tanto los actores externos son un factor
promotor, mientras la exportación de armas no sea regulada adecuadamente, seguirá
incrementando las oleadas de violencia afectando a la sociedad civil.

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4. Conclusión
Yemen desde el 2014 ha estado envuelto en una guerra civil causada por años de inconformidad
política, económica y social de diversos grupos, así como por la larga historia de separación y
diferencias que le han caracterizado. La situación interna, desde los primeros años del siglo XXI,
mostraba los problemas que enfrentaba el gobierno de mantener unido el norte y el sur, iniciando
en el 2011 una serie de protestas hacia la forma en que las autoridades estaban manejando las
situaciones internas y externas al país. Como resultado de las crecientes tensiones entre diversos
partidos por el reparto del poder y el fracaso de los intentos, como el proyecto de constitución, de
crear estabilidad, se dio paso a una guerra civil donde el grupo chiíta Ansahr Allah, comúnmente
conocido como hutíes, y el gobierno central reconocido por la comunidad internacional, dirigido
por el presidente Abdrabbuh Mansur Hadi, han tenido papeles destacados. Con el paso de los
años, el conflicto ha escalado, surgiendo nuevos actores importantes, a nivel interno y externo, y
volviendose más compleja la situación yemení.
Uno de los puntos más destacados de al situación de Yemen es que se ha convertido en un
punto focal de la geopolítica regional y es un ejemplo de la intervención militar de otros países
del Golfo, en particular de Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, dos países que han buscado
en los últimos años proteger sus territorios, intereses y ampliar su influencia. Para hacer esto ha
sido primordial las alianzas con los grupos locales que mejor les beneficien, a quienes les han
financiado armas y entrenado para que tengan un mejor desempeño. En general, ambos paises
forman parte de una coalicion, la cual abarca a otros paises árabes que, aunque han aportado a su
manera, no en la misma magnitud que los ya mencioanados. De igual forma cabe destacar que,
aunque son aliados, cada uno persigue objetivos específicos, por ejemplo, mientras Arabia
Saudita, ante las ideas y preocupacion sobre la presencia iraní en la región y la supuesta alianza
con los hutíes, ha buscado eliminar a este grupo y evitar tener a partidarios de Irán cerca de su
territorio. Mientras tanto, Emiratos Árabes Unidos ha buscado ampliar su presencia en zonas
estrategicas de Yemen pero, además, luchar contra una rama de los Hermanos Musulmanes
yemení. Estos actores que han intervenido militarmente en ciertos momentos han manejado la
situación a su conveniencia y son parte importante de la razón por la que no se le ha dado fin al
conflicto.
Además de la presencia de los países regionales, potencias europeas y Estados Unidos han
mostrado su presencia en el conflicto yemení, al igual que lo han hecho organizaciones

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internacionales como Naciones Unidas. Cada uno de estos actores internacionales han
contribuido ya sea proporcionando armas a los líderes de la coalicion en ciertos momentos o
limitando este tipo de apoyo como una forma de contribuir al fin de las hostilidades; así como
metiendo presión a las potencias regionales para disminuir sus acciones. De igual forma han
buscado durante años encontrar un conjunto viable de acuerdos que detengan el conflicto y sea
aceptado por todos los involucrados; sobre esto, sí se han llegado a dar ciertos momentos de
tregua o paz temporal pero solo durante un periodo de tiempo menor, como lo fue el caso de los
Acuerdos de Estocolmo o el pacto temporal que se impuso en octubre del 2022 y que ha creado
oportunidad de ciertas negociaciones entre los grupos más destacados del conflicto. Cada uno de
los países que han aportando o intervenido en Yemen han tenido sus propios objetivos e
intereses, ya sea en la región en general, o en el país en específico.
Es importante tener en cuenta a la hora de analizar un conflicto como el de Yemen que la
existencia de tantos actores y de diversos niveles (local, regional e internacional) provoca que
cada uno de los sucesos, como los combates por Marib y Adén, mencionados por en el trabajo, se
pueden ver desde distinta forma, a traves de una gran variedad de intereses y percepciones, donde
cada grupo siendo utilizado por otro y viceversa, volviendo el conflicto cada vez más complejo.
Los hutíes, por un lado, cuentan una narrativa en donde se presentan como víctimas de las
circunstancias, lo cual hasta cierto punto hay verdad en su historia, pero tambien manipulación; y
así como este actor, cada uno tiene su propia versión. En general, es muy probable que el
conflicto yemení se prologue un tiempo más, sobre todo hasta que las distintas partes
involucradas reconozcan la menos algunas de sus responsabilidades y errares, así como acepten
la necesidad de un compromiso, de lo contrario, la guerra civil continuara profundizandose hasta
dimensiones de las cuales no se podrá regresar.

5. Referencias Bibliográficas

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25
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