Mundial 1

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cualquiera

puede jugar
El fútbol despierta la pasión de millones
EL mundial
de personas en el mundo...
Leandro Katz

cualquiera puede jugar el mundial


Pero ¿qué pasaría si un día ese fervor decayera?,
¿y si las máximas autoridades del fútbol mundial
acordaran hacer algo innovador para revertir esa
tendencia?, ¿y si se decidiera que la mejor opción es
un reality?, ¿y si se presentara un equipo amateur
al Mundial de Fútbol...?, ¿y si...?
Mejor leer esta atrapante y disparatada novela
(en la que juegan de titulares las emociones, las

Ilustraciones / Vale Ravecca


frustraciones, las superaciones, los esfuerzos, las
esperanzas) para develar tantos misterios.
Aquí hay un ganador asegurado: el lector.

ISBN 978-987-4007-27-8
Leandro Katz

cualquiera puede
jugar el mundial
Idea original:
Ariel Frajnd, Leandro Katz y Nicolás Zalcman

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A Luana, Iair, Ariel y Tania.
Mis primeros y más exigentes críticos literarios.

EDITORIAL HOLA CHICOS


Av. Callao 1121 4º “D” (1023) CABA, Argentina.
Tel. / Fax (011) 4812-1800 / 4815-1998
e-mail: holachicos@editorialholachicos.com.ar
www.holachicos.com.ar

Cualquiera puede jugar EL mundial

Autor: Leandro Katz


Ilustraciones: Vale Ravecca
Diseño de tapa e interior: Donagh I Matulich
Idea original: Ariel Frajnd, Leandro Katz y Nicolás Zalcman

ISBN: 978-987-4007-27-8

Producción gráfica de 3.000 ejemplares realizada por Printerra SRL


Enero 2018

Katz, Leandro
Cualquiera puede jugar el mundial / Leandro Katz. - 1a ed . - Ciudad
Autónoma de Buenos Aires : Hola Chicos, 2018.
160 p. ; 24 x 17 cm. - (Abrazo de letras. blanca)

ISBN 978-987-4007-27-8

1. Cuentos de Fútbol. 2. Mundiales de Fútbol. I. Título.


CDD A863

© 2018 Hola Chicos SRL

Queda hecho el depósito que establece la Ley 11.723


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forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante
fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito
del editor. Su infracción está penada por las leyes 11723 y 25446.

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lndlce

1. Final del Campeonato en la Antártida. . . . . . . . . . . . . . . . . . 5


2. Final de la Copa del Mundo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
3. Una final muy aburrida. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
4. ¡El fútbol mundial en crisis!. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
5. El día que comenzaron los problemas. . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
6. Una idea salvadora . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
7. Se busca director técnico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
8. Empieza el reality . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
9. Un “pequeño” error de cálculo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
10. Crisis es también oportunidad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
11. ¿Sigue Alfredo en la selección?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
12. Cartas de Berizzo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
13. ¡Aparece el enganche!. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
14. Carta para César. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
15. Se viene el primer amistoso de la selección. . . . . . . . . . . . 61
16. Los periodistas deportivos opinan . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
17. Empiezan los problemas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67
18. Llegan los goles. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
19. Por favor que termine este partido. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73
20. Me quedo hasta el final . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
21. Charla de padre e hijo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
22. Los periodistas deportivos tienen la palabra. . . . . . . . . . . 83

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23. El plantel viaja a Camerún . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89
24. Un plantel que no mejora. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
25. Hay que motivar a los muchachos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
26. Camino al estadio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99
27. Se viene el debut. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103
28. Argentina vs. El Salvador. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107
29. Más malas noticias para Alfredo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111
30. Un discurso con final inesperado. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117
31. Berizzo toma la palabra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121
32. Un nuevo entrenamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
33. Se viene el segundo partido. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125
34. ¡Un primer tiempo emocionante!. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 129
35. Hay un gol. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133
36. Nueva charla entre padre e hijo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
37. La táctica para jugar contra Inglaterra . . . . . . . . . . . . . . . . 139
38. Primer tiempo contra Inglaterra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 141
39. Inglaterra sale con todo a buscar la victoria. . . . . . . . . . . . 145
40. Héroes igual. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151
41. Regreso a la Argentina. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153
42. Final . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157
Sobre el autor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159

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Capítulo 1
***
Final del Campeonato
en la Antartida

os de Glaciar Juniors no nos pueden ganar nunca



L —le dijo Luqui a su papá la noche anterior.
—Los partidos hay que jugarlos —respondió César.
Club Atlético Antártida y Glaciar Juniors, los clásicos
rivales de la Antártida de toda la vida, jugaban la final
del torneo. El partido estaba a punto de empezar, y
Luqui se encontraba en la platea, cámara en mano.
Había chequeado cinco veces que la batería estuviera
cargada. No solo era fanático de Club Atlético Antártida,
además, su papá era la figura del equipo. Luqui los había
acompañado durante toda la campaña. Venían invictos
desde hacía veinticinco partidos. ¡Eran un equipazo! Tino
era un goleador implacable; Mirko, el arquero, volaba de
palo a palo, y César, su papá, era un enganche habilidoso
y escurridizo. ¡Dentro de la cancha eran 11 guerreros!

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El estadio estaba repleto. Los jugadores estaban listos.
Luqui vio a su papá entrando en calor y sus miradas se
encontraron. César le guiñó un ojo. El árbitro hizo sonar
el silbato y ¡comenzó el partido!
Club Atlético Antártida no tardó en tener la pelota
y hacerla circular. El toque en mitad de cancha parecía
intrascendente hasta que un pase preciso de más de
treinta metros de César dejó a Tino, el goleador, mano
a mano con el arquero. El último defensor de Glaciar
Juniors, en un intento desesperado por evitar el gol, se
arrojó a los pies del delantero y barrió al jugador.
—¡Penal! —exclamó la hinchada.
El árbitro cruzó una mirada con Tony Petruccelli, el
presidente de Glaciar Juniors, que miraba el partido desde
el palco y, en lugar de cobrar la falta y expulsar al defensor,
levantó las aletas indicando que siguiera el juego.
—¡Arriba! ¡Arriba! ¡Vamos, 9, que no pasó nada!
Tino se tomaba la pierna y gritaba del dolor.
—¡Saquen la pelota! ¡Dejen que entre el médico! —pedía
César.
Pero los jugadores de Glaciar Juniors aprovecharon
la confusión para llegar hasta el arco rival y anotar el gol.
El árbitro marcó el centro de la cancha. Los jugadores de
Glaciar Juniors salieron corriendo a festejar. La final del

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Torneo de la Antártida estaba 1 a 0. Los jugadores del Club
Atlético Antártida fueron a increpar al árbitro, que echó al
arquero por protestar. César, el capitán del equipo, se quedó
junto a Tino viendo cómo lo retiraban en camilla.
—Me duele mucho, César.
—Vas a estar bien, Tino. Vas a estar bien.
Luqui vio a su papá caminando lentamente hasta el
círculo central. César parecía ido, metido en sus propios
pensamientos. 1 a 0 abajo. Diez contra once. El goleador
lesionado. El árbitro arreglado. Un rival desleal y su hijo, Luqui,
viendo todo desde la platea. ¿Qué le estaba enseñando? ¿Qué
se iba a llevar como recuerdo de un partido como este?
—Saque, 10, o lo amonesto por hacer tiempo —lo
increpó el referí.
César, parado frente a la pelota, se sacó la camiseta, la
arrojó al piso y se alejó caminando. Sus compañeros lo vieron
retirarse en respetuoso silencio. César, la estrella, el conductor,
el jugador más noble y el compañero ideal, decidió, en ese
momento, abandonar el fútbol. Creyó que con su acto heroico
perdería mucho, pero, por lo menos, ganaría el corazón y la
admiración de su hijo. Pero Luqui había heredado de su papá
la pasión por el fútbol, el deporte más lindo del mundo, y,
ahora, veía que lo dejaba todo... ¿por qué?, ¿por un penal no
cobrado? Luqui apagó la cámara y miró para abajo mientras
una lágrima le dejaba una marca en la mejilla.

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Capítulo 2
***
Final de la Copa
del Mundo

D os semanas después del partido, la Antártida (y el


mundo) estaban revolucionados. Esa tarde se jugaba la
final del Mundial. El evento deportivo más importante
que, cada cuatro años, paralizaba al planeta. La cábala era
juntarse en la casa de César. Tino iba con Jimmy y Timmy, los
mellizos que eran los mejores amigos de Luqui. También iba
Pedro, a quien no le gustaba el fútbol, pero estaba en la casa el
día del primer partido y, como ganó Argentina, lo obligaban a
ir siempre. Argentina había quedado eliminada en los cuartos
de final, pero seguían reuniéndose a ver los partidos.
Este era un Mundial atípico. Por primera vez, a la final
no habían llegado ni Alemania, ni Italia, ni Brasil ni ninguno
de los equipos grandes. Costa de Marfil y Túnez eran la
revelación del torneo.

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Las calles vacías hacían que la Antártida pareciera
más imponente. César, sentado en la mesa de la cocina,
miraba el paisaje por la ventana. Solo veía hielo y cielo.
Luqui entró corriendo.
—Ya empieza —le dijo.
—Acá estoy bien —respondió el papá—. Después voy.
Luqui volvió al living.
—¿Y papá? —preguntó la mamá.
—Dijo que después viene.
La mamá se paró y fue a la cocina.
—¿No vas a ver el partido?
—No tengo ganas.
—César, desde que te retiraste que no tenés ganas de
nada.
—¿Y?
—Que podrías volver a jugar...
—¡Vos estás loca! Me retiré delante de todos oponiéndome
a la injusticia y a la corrupción. ¿Qué querés? ¿Que me presente
diciendo: “Buenas, me arrepentí”?
—Si no es por vos, hacelo por Luqui. Viste cómo está...
César se levantó y fue para el living. No tenía ganas de
seguir discutiendo.

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Capítulo 3
***
Una final
muy aburrida

—¡

A hí no, César! —Lo interceptó Tino cuando estaba


por tomar asiento—. ¡Ahí te sentaste cuando
nos hicieron el gol el otro día!
—¿Qué importa? Si Argentina ya no juega —respondió.
—Tiene mala energía.
César no le hizo caso y se sentó.
—¿Cómo van? —preguntó.
—0 a 0 —respondió uno de los mellizos.
—No le cobraron un penal a Túnez —agregó el otro.
—Pero el capitán no abandonó por eso —agregó Luqui.
—Basta, Luqui. Ya te expliqué. No me fui de la cancha
por un penal no cobrado.
—¿Y entonces por qué te rendiste?
—No entendés. Fue un acto de heroísmo.

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—Heroísmo era quedarse a darlo vuelta con uno menos.
—Eso lo hice miles de veces…
—Lo hubieras hecho mil y una. Tienen razón mis
amigos, ¡arrugaste en la final!
César dirigió una mirada amenazante a los chicos, que
no despegaban la vista del televisor.
—Otros amigos dicen eso, señor. Nosotros lo admiramos
mucho —se defendió Pedro.
—¡Yo no arrugué! Ese partido estaba arreglado, Luqui.
Por más que jugáramos doscientas veces, nunca íbamos
a hacer un gol.
Padre e hijo se miraron en silencio.
—Esto se terminó —dijo Jimmy.
—¿Te molesta que discutamos en mi casa? —preguntó
César, enojado.
—No… hablo del partido… terminó el partido. Es la
final más aburrida que vi en mi vida.
—Van a penales —acotó Timmy—. No te puedo creer
que esperamos cuatro años para esto.
César se puso de pie.
—¿No te quedás a ver los penales? —preguntó Tino.
—¿Una final del mundo definida por penales? No,
gracias. Paso.

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Capítulo 4
***
¡El futbol mundial
en crisis!

T om Liston, el presidente de la FIFA, se puso a


mirar la charla en su tablet por tercera vez. En la
Asamblea Anual Extraordinaria de la FIFA, todas
las miradas estaban puestas en John Ribbit, el encargado
de las estadísticas y mano derecha del presidente de la
Federación. Sobre el escenario, intercambiaba pasos largos
con pequeños saltos y se movía en forma frenética mientras
intentaba explicar los gráficos de su presentación, que
solamente él parecía entender.
—¿Pero es que acaso no lo ven? ¡El fútbol está
desapareciendo! ¡A nadie le interesan los partidos! Vean
este cuadro. —En el gráfico se veía una línea que caía
en picada mientras las demás iban en ascenso—. Los
jóvenes ya le dieron la espalda al fútbol real. Prefieren

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toda la vida estar durante horas jugando en forma virtual.
Les resulta más fácil, menos cansador y más entretenido.
Los mayores de cuarenta se engancharon con el footgolf.
¡Fútbol en cancha de golf! Al principio nadie le dio bolilla,
creímos que iba a ser un boom temporal como el paddle,
pero es un deporte que no produce lesiones y crece cada
día un poco más. Y esos son los juegos que, por lo menos,
tienen cierto vínculo con el fútbol. ¡En la Argentina, tiene
más rating la NBA! ¡Un deporte que consiste en tocar la
pelota con la mano! ¡El tenis hace años que supera al
fútbol! No tengo nada contra los caballos, pero midió
más un torneo de polo que el Mundial Juvenil.
John seguía presentando nuevos gráficos con más
estadísticas, cada una más contundente que la anterior.
—¿Qué esperamos para hacer algo? Faltan seis meses
para el Mundial de Camerún. Las Eliminatorias se jugaron
con estadios semivacíos en todo el mundo. Levante la mano
quién de los que está en esta reunión fue a algún partido.
Se alzaron solo siete u ocho manos, de los cientos de
personas presentes en la Asamblea.
—A nosotros nos pasa lo mismo que a la gente —dijo
uno desanimado.
—Y eso que nos regalan las entradas —gritó desde el
fondo una voz, y se escucharon algunas risas seguidas de
unos murmullos de desaprobación.

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—No, no hace falta que lo digan en voz baja. La
persona que habló tiene razón. No vamos a la cancha
ni aunque nos regalen las entradas. Preferimos ver un
partido de vóley que uno de fútbol. Perdimos la pasión por
este deporte. La gente no tiene la culpa. Nosotros somos
los que no sabemos avivar ese carbón que permanece
encendido dentro de sus corazones.
John Ribbit hizo una pausa teatral. El silencio llenaba
la sala y se pudo escuchar el clic del control cuando pasó
al último gráfico.
—Lamento tener que ser yo quien traiga noticias tan
oscuras para este deporte que tanto amamos, pero es
mi deber informar que si el Mundial que se avecina llega
a ser un fracaso, eso significará el fin del fútbol como el
deporte masivo y popular que conocemos.
Dirigentes de todos los países se miraban entre sí.
Estaban de acuerdo con las palabras del encargado de las
estadísticas, pero no sabían qué podían hacer para salvar
al fútbol. Ribbit se subió a lo más alto de la tarima y alzó
los brazos en señal de súplica.
—Y lo más triste de todo, ¿alguien me puede decir
dónde está nuestro presidente en este momento? ¡Lo
necesitamos más que nunca! ¡Que venga a dar la cara!
¡Necesitamos que el fútbol siga existiendo!

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El presidente de la FIFA puso pausa y le dedicó una
mirada asesina a John Ribbit, que lo miraba incómodo
desde la silla frente a su escritorio.
—Te luciste ahí afuera —le dijo.
Tom Liston, el hombre que había hecho del fútbol el
tercer negocio más rentable del mundo, el presidente
vitalicio de la FIFA, se recostó en su sillón y se dedicó a
clavarle la mirada a John Ribbit, su impulsivo asistente.
—Bueno, ahora que lo veo en frío, puede ser que mis
palabras sonaran un poco chocantes.
—Creí que ibas a hablar sobre las oportunidades para
el fútbol en los países sin tradición futbolística.
—Sí, es verdad. Pero usted me conoce, me gusta
improvisar.
—¿Improvisar? Estoy pensando qué método usar para
matarte. Me hiciste quedar en ridículo delante de todo el
mundo.
—En la charla no habría más de doscientas personas.
—¿Quién habla de la charla?
Liston abrió un cajón y le mostró a su asistente las tapas
de los principales diarios del mundo: “Expertos predicen el
fin del fútbol”, “A Liston se le escapó la tortuga”, “Liston, se
viene el último Mundial”. Además, la charla tenía millones
de reproducciones en las redes sociales.

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