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El pez cubierto de percebes

Había una vez un cardumen de peces que vivían en una laguna y se


pasaban el día entretenidos en nadar, comer y jugar.

Al borde de la laguna, en el arrecife, había una gruta a la entraban


todos los días para ejecutar la danza del 'frota-frota' contra las
paredes rocosas, tal como la mamá había enseñado a sus pececitos.

Esta danza del frota-frota' les ayudaba a deshacerse de los percebes


que, encantados, crecían en la piel de los peces.
Había un pececito al que le asustaba tanto esa gruta oscura que
nunca entraba.

Los días iban pasando y él se negaba a pasar dentro, de modo que los
percebes se iban multiplicando por toda su piel de pez y sus
hermanos y hermanas se burlaban de él:

Señor Percebe, qué gracioso pareces,


cubierto todo de trozos de percebe.
Señor Percebe, trozos de Percebe.

Fueron pasando los días y seguía negándose a entrar a la cueva para


hacer el 'frota-frota.‘
Los percebes seguían creciendo por toda su piel de pez y enseguida
sus amigos y amigas empezaron a reírse de él:

Señor Percebe, qué gracioso pareces,


cubierto todo de trozos de percebe.
Señor Percebe, trozos de Percebe.

Al cabo de poco tiempo el pececito estaba cubierto de tantos


percebes que apenas podía nadar, así que encontró un lugar para
esconderse entre las largas hebras de las algas.
Mientras estaba escondido, pasó por allí una simpática langosta.
— Pececito, ¿qué haces ahí escondido? —le preguntó la langosta.
— Estoy cubierto de feos percebes y no sé qué hacer -le respondió el
pececito.
— ¡Súbete a mi espalda! —le dijo la langosta—, yo sé exactamente qué
hay que hacer.

Antes de que pudiera decir "Esta boca es mía," la nueva amiga había
llevado nadando al pececito derecho a la oscura gruta del s arrecife.
Una vez adentro le enseñó la danza del 'frota-frota':

Frotando por aquí, frotando por allá,


tu piel de pez pronto se quedará
otra vez limpia y brillante.

— Gracias, langosta, me siento tan bien —dijo el pececito.

Cuando salía de la gruta, miró a su alrededor.

Se sorprendió al ver muchos pececitos de su mismo tamaño, dentro de


la cueva.

Todos estaban haciendo la danza del frota-frota'; se estaban frotando


contra las paredes de roca para deshacerse de los percebes y después
volver a salir nadando.

A decir verdad, una vez dentro, la gruta no era tan oscura como parecía
desde fuera; de hecho, ¡el pececito podía ver bastante bien!
Le dijo adiós a la langosta y salió nadando de la cueva para jugar con sus
hermanos y todos sus amigos y amigas.

Ahora que se había deshecho de todos los percebes al frotarse, el


pececito podía nadar más rápido que antes.
¡Qué bien se lo iba a pasar nadando como una flecha de aquí para allá!
¡Qué contento estaba de haber aprendido la danza del frota-frota' para
deshacerse de todos los percebes que había en su piel de pez!

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