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El Positivismo y El Avance Científico Del Siglo XIX
El Positivismo y El Avance Científico Del Siglo XIX
Introducción
2. El positivismo
Ahora bien, el positivismo, por ser más una expresión del ambiente en el que se
desarrollaba que una escuela de pensamiento al uso, se modula de diferentes maneras en
cada uno de los autores que se califican de positivistas. Así, si bien su representante más
ilustre, y el que aquí vamos a tratar principalmente, es Auguste Comte, también se
suelen vincular a esta corriente autores como John Stuart Mill o Herbert Spencer.
3. Auguste Comte
Comte fue el iniciador del positivismo en Francia, el padre de la sociología y el
más famoso representante del positivismo. El punto principal de su doctrina se expresa
en la famosa ley de los tres estadios, que estructura tanto su labor científica como sus
intentos de reforma social. Según esta ley, la humanidad, al igual que el alma de los
individuos humanos, atraviesa tres estadios: el teológico, el metafísico y, finalmente, el
positivo. Cada rama del saber y cada una de nuestras concepciones pasa necesariamente
por estas tres fases en su desarrollo teórico.
A este respecto, conviene señalar que la idea que tiene Comte de las ciencias no es
meramente la de que estas nos son útiles para lograr el dominio sobre la naturaleza o de
que su carácter práctico sea el más importante, sino que Comte considera el carácter
puramente teórico de la ciencia el principal, sobre el que después se edificarían sus
aplicaciones prácticas. Tampoco es un empirista radical, pues incide en que la ciencia
consta esencialmente de leyes, y no en datos de hecho. Estos últimos solo tienen como
resultado la simple erudición, no el conocimiento científico.
Volvamos ahora a la cuestión de la sociología o física social. ¿En qué consiste esta
ciencia según Comte? Como dijimos, para él, si queremos solucionar la crisis de la
sociedad, es preciso descubrir sus leyes, lo cual podemos hacer mediante el
razonamiento y la observación. Esta ciencia se dividiría en dos ramas: la estática social
y la dinámica social. La estática social estudia las condiciones de existencia que son
comunes a todas las sociedades en todas las épocas, a saber: la sociabilidad fundamental
del ser humano, la familia y la división del trabajo. Su ley fundamental es la conexión
que existe entre los diversos aspectos de la vida social: por ejemplo, una constitución
política no es independiente de los factores económicos o culturales. Por su parte, la
dinámica social consiste en el estudio de las leyes de desarrollo de la sociedad. Su ley
fundamental es la de los tres estadios. Los dos campos de la sociología estudian así el
orden y el progreso de la sociedad.
Sin embargo, antes de entrar a ver la evolución en cada una de las disciplinas
conviene repasar someramente las transformaciones de la ciencia en su conjunto.
Podemos señalar, por ejemplo, la importancia que tuvieron las nuevas instituciones
científicas en el desarrollo de aquella. La Revolución Francesa transformó la instrucción
científica y técnica, primero en Francia, con la Escuela Politécnica y la Escuela Normal
Superior, así como el renacimiento de la Real Academia y la institución del Museo de
Historia Natural, y posteriormente expandió su modelo, especialmente el de la
formación técnica, por toda Europa. También la fundación de la Universidad de Berlín
en 1810 conformó un modelo para la educación superior por todo el mundo. La
sucesión de nuevas instituciones tuvo su contrapartida literaria en los periódicos y
revistas científicas, que ven su apogeo a principios de siglo. La otra gran revolución, la
Revolución Industrial, tuvo también un papel muy importante en el desarrollo de la
ciencia: muchos de los avances, como los de la química, la termodinámica o la geología,
deben mucho a las nuevas industrias. Además, es durante este época, en virtud de la
expansión de las comunicaciones, cuando vemos cada vez más científicos de primer
orden que no provienen de unos pocos países occidentales.
5. Las matemáticas
Por otro lado, es durante este siglo que se produce una de las mayores
revoluciones de la historia de la matemática. La geometría, que desde la Antigüedad
había sido el paradigma de ciencia demostrativa, tal y como había expuesto
canónicamente Euclides en sus Elementos, había sido la más permanente de las
certidumbres intelectuales. Ahora bien, para lograr sus demostraciones geométricas
Euclides había incluido cinco postulados que aparentemente habrían de ser evidentes.
Sin embargo, el quinto y último de estos, el conocido como «el postulado de las
paralelas» había despertado la sospecha a lo largo de los siglos de numerosos
pensadores que no podían aceptar como evidente la intuición, resumidamente, de que,
para una recta cualquiera y un punto cualquiera situado en el plano pero fuera de esa
recta, solo hay otra recta que sea paralela a ella y pase por ese punto. Es mérito de los
matemáticos Bolyai y Lobachevski el haber descrito, de forma independiente, la
primera geometría no euclidiana, es decir, una que no se basara en el postulado de las
paralelas. En esta geometría, que se llamó «hiperbólica», cabe pensar que hay una
infinidad de rectas paralelas a la primera que pasen, al mismo tiempo, por el punto. El
desarrollo de un sistema geométrico así modificado dio origen a una nueva geometría en
sentido estricto, coherente, compleja y llena de interesantísimos teoremas. Años
después, la segunda geometría no euclidiana, llamada «elíptica», vio la luz de manos de
Riemann, y en esta no hay ni siquiera una recta que sea paralela a la primera y que pase
por el punto. Estas fueron solo las primeras de una serie de muchas otras construidas por
sus sucesores, que sirvieron para acabar con el dogma de la verdad absoluta de la
geometría euclidiana, a la vez que asestaba un golpe definitivo al papel que se había
dado hasta entonces a la intuición en las matemáticas. También este descubrimiento
cambió la idea que se tenía de los axiomas: estos pasaron de ser principios verdaderos e
indudables a ser meros puntos de partida de la demostración, ni verdaderos ni falsos.
6. La física
Por cuanto a la física, a principios del siglo XIX la mecánica heredada de Galileo
y Newton todavía tenía una primacía indiscutible. Esta, basada en la ley de gravitación
universal y en las tres leyes de la dinámica, había conducido a una noción rígidamente
determinista del mundo físico. Por eso, la tarea que las investigaciones físicas se
pusieron, casi hasta finales del XIX, consistía en una profundización de la mecánica,
utilizando sus leyes para la explicación de todos los fenómenos naturales. Este
programa mecanicista se lleva a cabo plenamente en la acústica, que logra sus
sistematización en este siglo de la mano de Rayleigh.
También en el campo de la naciente termodinámica se lleva a cabo este programa,
aun a pesar de sus dificultades. En efecto, un primer problema ya había sido planteado
por Fourier cuando había señalado que el calor siempre se propaga según una dirección
preponderante, algo que contradeciría la mecánica clásica, según la cual no hay
direcciones privilegiadas. Posteriormente, se establecieron las primeras dos leyes de la
termodinámica de la mano de Joule, Clausius, Carnot y Kelvin. La segunda de estas
leyes enunciaba que en cualquier transformación en que esté implicado el calor, siempre
se pierde una parte de energía, lo cual implica que el desorden del universo, o su
entropía, crece con cada transformación de forma irreversible. Mas esto volvía a
contradecir la mecánica de Newton según la cual los fenómenos son reversibles. Pero la
contradicción era solo aparente como mostraron Gibbs, Boltzmann o Maxwell, quienes
con base en métodos estadísticos mostraron la validez de estos principios en términos
mecánicos.
Por otro lado, serán los estudios en torno a la naturaleza de la electricidad los que
causen mayores problemas al paradigma clásico y que, de hecho, pregonarán la que será
su superación en el siglo XX. Con la invención de la pila gracias a Volta a principios del
siglo XIX comienza la electrodinámica, es decir, el estudio de los movimientos de las
corrientes eléctricas y Ohm establece las dos leyes de la corriente eléctrica. Sin
embargo, lo revolucionario llega cuando Oersted, Ampère y Faraday establezcan la
relación entre los campos eléctrico y magnético y posteriormente Maxwell exponga la
teoría clásica del campo electromagnético y sus ecuaciones. La teoría de Maxwell
suponía la primera gran síntesis teórica de la física con posterioridad a Newton. Pero
también chocaba de bruces con esta pues, al afirmar que la luz y las ondas
electromagnéticas eran vibraciones de un medio, el éter, esto excluía que dos cargas
pudieran influirse directamente a distancia, como sucedía en la teoría de la gravitación
de Newton. Aunque no era solo eso, pues la contradicción entre las dos teorías se hacía
patente en muchos otros aspectos, como la disparidad de sus sistemas de referencia.
Todos los intentos de salvar ambas teorías fracasaron y parecía que solo podía
solucionarse buscando una alternativa a la mecánica de Newton. Esta alternativa, sin
embargo, solo fue posible con Einstein.
7. La biología
La biología por su parte fue testigo del que quizá sea el mayor avance científico
del siglo: la teoría de la evolución. Ya a principios de siglo Lamarck propuso una teoría
según la cual las costumbres, el modo de vida y todas las demás circunstancias habían
ido constituyendo a lo largo del tiempo la forma del cuerpo y de cada una de las partes
de los animales. Serían los estímulos del ambiente, en definitiva, los que causan la
evolución de las especies. No obstante, la teoría de Lamarck no tuvo muchos éxito.
9. Conclusión