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Historia de Hécate

Hécate (Hékate) es una diosa de la mitología griega capaz tanto del bien como del mal. Estaba
asociada con la brujería, la magia, la Luna, los portales y las criaturas de la noche, especialmente
los perros infernales y los fantasmas. Hécate suele llevar una linterna, que recuerda su conexión
con la noche. En las esculturas tiene tres caras por su papel como diosa de las fronteras y
guardiana de las encrucijadas.

A partir del siglo V a.C. la diosa se asoció con el lado más oscuro de la experiencia humana; es
decir, la muerte, la brujería, la magia, la Luna, los sueños, los perros feroces y las criaturas que se
esconden en la oscuridad de la noche.

Su ayudante y representación animal era la perra y la forma más común de ofrenda era dejar
carne en las encrucijadas.

Había rituales extraños que se llevaban a cabo en honor de la diosa en la religión griega, que
incluían las ofrendas de comida, en las encrucijadas, los cruces de caminos y cualquier otro tipo
de límite o umbral, que se conocían como "la cena de Hécate". Normalmente consistían en
pasteles de huevo, queso, pan y carne de perro, que se prendían con antorchas en miniatura, o
alternativamente, un plato de salmonete, que normalmente estaba prohibido para las ofrendas a
otros dioses. Hécate también solía recibir como ofrenda el sacrificio de perros, especialmente
cachorros. La conexión con el perro puede que se deba al hecho de que se sabe que los perros
se comían a los muertos si no se enterraban.

Se la considera una antecedente primitivo del vampirismo, ya que transitaba entre el mundo de los
vivos y los muertos, siendo ella protectora de la entradas a las puertas del Hades (inframundo)..

Caracterización
Si bien no es importante la identificación directa de la imagen de la niña con Hécate, el lugar
ambiguo de diosa griega queda muy bien con el ambiente que se produce en el Bar
trascendental.

Aquí se trata de una niña con aspecto de niña pero que claramente tiene pensamientos y
actitudes que desorientan al espectador. La ironía, la malicia, los cuestionamientos filosóficos, los
comentarios absurdos pero con sentidos subyacentes, hacen ver que detrás del aspecto se
esconde un ser, o muchos seres, de muy difícil identificación.

Los elementos que la acompañan —el farol y el perro negro— son las alusiones más directas a la
diosa griega.

De cualquier manera, la ambigüedad de la personificación y la no identificación son atributos


importantes en un espacio como el Bar trascendental, donde todo se conecta con todo y por lo
tanto el sentido lineal y causal no tienen lugar.

Por otro lado, que sea Hécate quien esté sosteniendo el diálogo con Mauricio se vuelve totalmente
pertinente a lo que Mauricio está viviendo.

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