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Tribus urbanas

Punks, metaleros, hip hoperos, otakus, qué confusión. Pero igual es entretenido que exista diversidad en cuanto a formas
de vestir y pensar.
La juventud como fenómeno sociológico es un hecho reciente. Antes de los años 50 los jóvenes no se diferenciaban de
los viejos, sino que se vestían igual y hacían más o menos las mismas cosas.

Fue con la irrupción de James Dean en la pantalla grande que esta situación empezó a cambiar. El espíritu irreverente
y anárquico que personificara en “Rebelde sin causa”, la famosa película de Nicholas Ray, dictó la pauta de lo que sería
el comienzo de la diferenciación juvenil. Aislados e incomprendidos, los protagonistas del filme buscan dar remedio a su
apatía entre sus compañeros de generación. El look de Dean comienza a ser tomado como referente desde entonces.

En los años siguientes los jóvenes pasaron a adoptar una vestimenta y normas de comportamiento que los
distinguían como grupo social. Se popularizan los jeans, las faldas se contraen, los hombres se dejan crecer el pelo y
las mujeres se lo cortan, y todo lo que va dirigido a la juventud tiene un diseño diferente.

A su vez los jóvenes empiezan a agruparse según sus gustos e intereses. Aparecen los hippies, los motociclistas, los
rockeros, los que siguen la onda disco, más tarde los punks, los breakdancers, etc, y ese escenario sigue evolucionando
a tal punto que hoy se ha vuelto casi incomprensible. Dentro de cada grupo hay una amplia gama de sub clasificaciones
que parece ir en aumento. Son las llamadas “tribus urbanas”.

El término “tribus urbanas” fue usado por primera vez por el sociólogo francés Michel Maffesoli, en un libro llamado "El
Tiempo de Las Tribus". A juicio de este estudioso, las tribus serían grupos fundados en la comunidad de emociones (o
sea que se emocionan con las mismas cosas), que se oponen a la pasividad del individuo común frente a la sociedad de
masas (o sea que no ven los estelares de la TV abierta), que sociabilizan usando los mismos códigos, tienen las mismas
costumbres y frecuentan los mismos lugares. Todo esto te puede sonar un poco obvio, pero la gracia de Maffesoli es que
lo dice en un lenguaje un poco más complicado. Si quieres leer el libro, lo puedes bajar aquí.

Esto salió publicado en 1990, digamos que en lo medular sigue siendo válido, y seguirá siéndolo hasta que aparezca otro
libro para explicar la gran diversidad de tribus urbanas de nuestros días.

En resumen, las tribus reúnen a jóvenes que comparten espacios similares y se comunican a través de los
mismos códigos estéticos, se visten parecido, hablan parecido y sobre todo, escuchan la misma música.
Conforman una unidad homogénea pero si se los compara con el resto de la sociedad son bastante diferentes, o por
decirlo de otro modo, “especiales”.

En nuestro país las tribus han sido tema desde hace algunos meses, introducidas en el acontecer nacional por las
crónicas policiales y el periodismo de farándula. Dentro de todo el enredo de géneros y subgéneros se distinguen:

• Artesas: version criolla de los hippies, radicados en las ferias artesanales.


• Punks: una tribu muy longeva, por acompañar su estética por un discurso político claro. 
• Skins heads: hay de todas las vertientes políticas, aunque los más conocidos son los más violentos.
• Rastas: seguidores de su alteza imperial Haile Selassie.
• Pelolais: En rigor no son una tribu, o no deberían serlo, ya aclararemos esto.
• Veganos: un poco más vegetarianos que los vegetarianos.
• Metaleros: escuchan guitarras distorsionadas y mueven la cabeza frenéticamente.
• Reggaetoneros: practican el perreo y no necesitan mayor presentación.
• Emos: reclaman la supremacía de las emociones y son devotos del grupo Kudai.
• Pokemones: con cortes de pelo estrambóticos, tanto que dan la impresión de usar una cortadora de pasto como
almohada. Parecidos a los emos y bailadores de reggaeton.
• Otakus: fanáticos de la animación japonesa, a veces se disfrazan de monos animados.
• Góticos: escuchan Bauhaus, visten de oscuro, algunos se disfrazan de vampiros y hasta alardean de beber
sangre los fines de semana.
• Hip hoperos: visten ropas anchas y ponen cara de malos. Y por supuesto, bailan hip hop.

Muchos integrantes de las tribus se indignarán por las tribus que faltan en el listado y por esta breve descripción que no
dice mucho de cada subcultura. En las semanas siguientes daremos un recorrido sociológico por ellas en educarchile
aprovechando el relax del verano.

De momento, sólo diremos que es una suerte contar con tanta variedad frente a la homogenización que reinaba 10 o 20
años atrás. Sería una lata que todos vistieran y pensaran de la misma manera y por lo demás, una ciudad se ve más
bonita con más colores.
El 82,4% de los padres rechaza a tribus urbanas
"Los padres no quieren que sus hijos tengan una expresión propia", señaló una antropóloga.
Tener un hijo pokemón, emo o hip-hopero es un hecho que no le causa ninguna gracia a una amplia mayoría de los padres
encuestados entre mayo y junio pasado en la Región Metropolitana.

Uno de los datos más destacados según Sergio España, el director de Subjetiva, la empresa encargada de la encuesta, es que
“el grupo que presentó menos rechazo a tener hijos en alguna tribu urbana pertenece al sector socioeconómico medio-bajo, con
un 74% de oposición. Además este mismo estrato preferiría que su hijo fuera peloláis”, explicó España.

La cifra no sorprende de igual forma a Carolina Franch, antropóloga de la Universidad de Chile, quien identifica un factor
aspiracional en que los padres prefieran a sus padres lejos de un tribu. “Todavía somos una sociedad que no le gusta ver a
jóvenes agrupados, con un discurso o formando un colectivo”, dice la profesional y agrega que “los peloláis generan menos
anticuerpos, porque son inofensivos, son jóvenes domesticados que parecen adultos y se les asocia con chicos menos
conflictivos”, remata Franch.

El futuro de las tribus


Entre más jóvenes son los padres, menos molestia les causa que sus retoños pertenezcan a algún grupo. Eso se desprende de
las cifras que indican que el 10,5% de los progenitores de 18 a 24 años estaría de acuerdo con tener un hijo de estilo hip-hop,
muy lejano al 2,1%. entre los adultos de 45 a 54.

El estudio abarcó a adultos de 18 70 años, inscritos y no inscritos en el servicio electoral, residentes de la Región Metropolitana
que con 814 casos cubrió todo el espectro socioeconómico.
Christopher Herrera
cronica@publimetro.cl

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