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Tomás

No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa


de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy,
pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar,
vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros
también estéis. Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. Le dijo Tomás:
Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino?
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre,
sino por mí. Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde
ahora le conocéis, y le habéis visto.
Jn 14, 1-7
Escuchemos la voz de nuestra Madre:
En una de las primeras apariciones de mi Hijo a sus discípulos, Tomás no estaba presente.
Así que supo del ocurrido, él no creyó en sus hermanos de comunidad, diciendo que el
creería solamente después de el mismo ver el Cristo resucitado. Yo conocía muy bien a
Tomás, y ya sabía que él no iba a creer en sus hermanos en un principio, porque él también
iba querer hacer la experiencia. En otra ocasión, en qué Jesús se manifestó, Tomás estaba
junto, y no dudo yo en afirmar que él hizo una de las experiencias de fe más linda que la de
todos nosotros. Jesús llamó específicamente a Tomás, frente a todos, mostró sus llagas y
pidió que las tocase él. Delante de tal misterio, Tomás pronunció: “Señor mío y Dios mío!”
Podemos nos acostumbrar con lo que nos hablan de Dios, pero la fe, para producir sus
efectos verdaderos en lo mas profundo de nuestra alma, necesita ser sentida. Nadie hace la
experiencia de fe por el otro. Nuestra fe es comunitaria, esta es la enseñanza de nuestro
Maestro. Sin embargo, antes de ser practicada en comunidad, ella necesita ser asumida
como un acto individual, pues solamente así se cambia en una responsabilidad comunitaria.
Sobre esa experiencia del Señor resucitado, cierto día, Tomás me contó: “Después de tocar en
sus llagas, yo tuve la seguridad que Él es la verdad que me ilumina, él camino que seguiré
todos los días de mi existencia, la vida para quien mi vida está consagrada”. Tomás dijo
también, que gracias a la Resurrección de Jesús, él podría percibir la totalidad de la misión
que él Padre había confiado a su Hijo, de quien somos herederos. Así como todos los demás
apóstoles, Tomás demostraba un fuerte deseo de salir por el mundo anunciando las
maravillas de Cristo.
Salve Madre del Pentecostés
Ven Espíritu Santo

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