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Maria Luisa Ortega
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Conozco la cancién
Melodias populares en los cines
os de América Latina y
Pablo Piedras
Sophie Dufays
Editores
LIBRARIAse
Smith, Greg M. 1999. Passionate Views: Film, Cognition, and Emo-
Johns Hopkins University Press.
Plard, Henri 1985. “Deux formes de réalisme magique: du Roi Cophetua & Rendez~
vous a Bray". En André Delvaux ou les vsages de l'imaginaire, editado por Adolphe
fiancais et franco-
Timo Obergaker.
‘Wureburgo: Kénigshausen & Neumann, 65-84,
2014. "Les chansons préexistantes dans le cinéma francais actuel”. En Mu
siques de films: Nowveaux enjeux, editado por Séverine Abhervé, N. T. Binh y José
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Rodman, Ronald, 2006. "The Popular Song as Leitmotivin 1990s Fi
Tunes: the Use of Preexisting Music in Film, editado por Phil Powrie y Robyn St
Burlington: Ashgate, 19-136.
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Editions du Centre Pompidou, 126.59.
Jeffrey Paul. 1998. The Sounds of Commerce: Marketing Popul
Nueva York Columbia University Press.
Palito y Sandro: dos caras de una misma
moneda
La construccién de los nuevos idolos en el cruce
entre el cine, la televisién y las discograficas
por Ricardo Manetti
Y oparece El Club del Clan. Los primers idlos de la cancin pop argentina,
Y para ml de cinco o esas, hablan exist siempre
Si na hubieran exist, qué huberacantado o esa edad
Juan José Campanella
En la segunda mitad de la década del sesenta, dos cantantes populares,
Sandro y Palito Ortega, provenientes del auge de programas de tele
dedicados a las audiencias juveniles, adquirieron un protagonismo estelar
‘en las producciones filmicas destinadas al consumo familiar y se impusie-
ron como productos de exportacién industrial para el mercado latinoameri-
‘ano, Ambos representaban las dos caras de una misma moneda Eran los
‘cuerpos y rostros con los que un sector amplio de la poblacién argentina
se identificaba. El imaginario adolescente y juvenil reconocia en los teleido-
os discograficos sus nuevos referentes, que, en la performatividad de sus
canciones, magnificaban las fantasias de un deseo colectivo. Palito Ortega,
denominado “el Rey”, construy6 la ilusién del triunfo de los muchachos
provincianos en la poderosa capital portefia de la Argentina, Buenos Aires.
Sandro, por su lado, pergené la figura del gitano misterioso y roméntico
Ims de Ortega sostuvieron el re
de costumbres ~con cantante incluido~ que ya en
€l cine clasico local habian impuesto los valores de la mesa familiar, los
deberes filiales y el mas severo acatamiento de las normas de conductasancionadas por distintos gobiernos militares. Sus titulos mis cotizados,
dirigidos siempre por Enrique Carreras, fueron Mi primera novia (1966),
EQuiere casarse conmigo? (1967). Un muckacho como yo (1968), Corazén con:
fento (1969), Les muchachos de mi barrio (1970), La sonrisa de mam (1972)
y Yo tengo fe (1974), esta iltima realizada en tiempos democraticos. Sandro,
en cambio, era el cuerpo del melodrama masculino zigeagueante y barroco,
denotado por los titulos de sus canciones y de sus peliculas: Quiero lenar-
ime de ti (1968), La vida contintia (1969), Gitano (1969), Siempre te amaré
|, Destino de un capricho (1972) y El deseo de
Hagamos historia
En los aftos sesenta, el auge de la televisién en los hogares argentinos
instala a los espectadores frente a un batallén de jévenes promesas pro-
ducto del nuevo artefacto y del cancionero popular. Surgen los formatos de
programas musicales dispuestos a lanzar los nuevos valores de la cancién.
Las denominaciones “nuevo", “j6venes" y “modernos” se instalan de inme-
“nuevaoleros”: El Club del Clan, creado en 1962, que remixaba las formas
de un envio anterior (La cantina de la nueva guardia) y Sdbados circulares,
también de 1962, con un formato de show de entrevistas y mimeros mu-
sicales de variados artistas nacionales ¢ internacionales que se extendia
durante varias horas de la tarde y de la noche del fin de semana, Por su.
parte, la empresa discografica RCA Victor habia sido la primera en lanzar
al mercado la serie Fstrellas de la nueva ola, en 1960. La “nueva ola” era el
término que la industria del entretenimiento utilizaba para referirse a las,
de esa nueva época, Hubo un hombre que fue clave en la direccion
creativa del estampido de los flamantes productos: el ecuatoriano naciona-
lizado estadounidense Ricardo Mejia. Este haba asumido en 1959 el cargo
fente general de RCA Victor Argentina hoy BMG- en medio de una
\da crisis econdmica de la compania. El ecuatoriano aporté a la sub-
sidiaria local su experiencia previa como gerente de marketing y ventas del
departamento de discos, radio y televisién de Sears, Roebuck & Co. en Ho-
llywood. Mejia, un especialista en estudio de mercado y experto en ventas,
encontré en el medio televisivo de los incipientes canales privados del pais.
=13, 9 y 1, todos creados en 1960~ el vehiculo de promocién del nuevo
‘movimiento musical Las revistas populares se hicieron eco di
de los nuevos y jovencisimos cantantes y orientaron su atencién hacia la
presencia de los inaugurados productos discogréfico-televisivos. Se editaron
iiuevas publicaciones, como Canal TV y TV Guia, y, por st parte, las revistas,
tradicionales dedicadas al especticulo Antena y Radiolandia viraron su interés
de los formatos radiales hacia las novedades televisivas, sin perder de vista el
‘siempre convocante cine popular. Toda la industria cultural se combiné, enton-
‘es, en la operacién de refundar los habitos de consumo con un nuevo valor:
Ja juventud, £1 Club del Clan fue el programa insignia de este fenémeno.
Este espacio juvenil, producido por Canal 13 en 1962 y convertido en
suceso de audiencia en 1963, aport6, de acuerdo con la propuesta de Ricar-
do Mejfa, los ritmos modernos e internacionales (el twist, el rock lento, la
‘cumbia, el bolero y la balada roméntica) y los adapto a la realidad argentina
con cantantes entusiastas y carismiticos. Mejfa cre6 un grupo de chicos de
muy corta edad cada uno de cuyos integrantes, originariamente, evocaba
lun parecido con un cantante reconocido internacionalmente. El periodista
Juan Ignacio Provéndola (2015, 40-41) afirma:
La verdadera figura del programa fue Palito Ortega, quien primero se fogued
1 y Nery Nelson. El también
mas célebre y loinvolucré con miisica que seria subvalorada como complacien-
te pasatista, “Asi murié el rocanrolero”, se sincer6 décadas mis tarde
ina Adduci Spina (2016), el susta
icula Fl Club del Clan, de Enrique Carreras (1964),
parecfa querer plantear y reforzar una idea de w 0, el programa
pretendia demostrar cémo a partir de la masica juve
de estilos era posible integrar clases sociales y superar confictos generacio-
nales”. Como regla del mercado, se configuré una estereotipia juvenil y se
Je otorg6 un ritmo diferente a cada caracterizaciOn.' El Chub del Clan disen6los nuevos telefdolos, que, muy répidamente, convocaron a sus fanticos con
sus canciones transformadas en argumentos filmicos a disfrutarlos en las,
grandes de los cines. La formula era muy sencilla: estereotipia,
controlada y popularidad como canon. Una serie comin de ima-
genes, ideas y diversién. La idolatria popular de los aftos sesenta se basaba
en la formulacién de normas de consumo adoptadas por los adolescentes y
recicladas por los adultos del sector empresarial a parti de los modelos ideo-
légicos de anos anteriores. Solo se cambiaron el escenario y la edificacion
de los cuerpos. En palabras de la investigadora Valeria Manzano (2010, 43}
El Club del Clan condensa un optimismo eduleorado; refuerza tn imaginaro tra