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CAPITULO I

NOCIONES GENERALES SOBRE EL MATRIMONIO

1. Generalidades.

Etimológicamente la palabra matrimonio se le interpreta de dos formas: como


derivado del termino latino “matrimonium”, de las voces “matri” y “monuim”, las
cuales significan carga, gravamen de la madre; o como derivado de la frase
“matrem muniens”, la cual se traduce como defensa, protección de la madre.

Por lo general, el matrimonio se define como vínculo o estado conyugal. Desde el


punto de vista jurídico-formal, es la unión legal de dos personas de sexo diferente;
a criterio sociológico, es la institución social que constituye la forma reconocida
para fundar una familia; y en lo teológico, es la unión del hombre y la mujer dirigida
al establecimiento de una plena comunidad de vida.

Es una institución social, presente en gran cantidad de culturas, que establece un


vínculo conyugal entre personas naturales, reconocido y consolidado por medio de
prácticas comunitarias y normas legales, consuetudinarias, religiosas o morales.
La unión matrimonial establece entre los cónyuges y en muchos casos también
entre las familias de origen de estos derechos y obligaciones que varían
considerablemente según las normas que lo regulan en cada sociedad.

El matrimonio es una realidad que tiene su propio modo de ser, que puede y debe
ser regulado por el ordenamiento jurídico, pero no es creada ni definida por las
leyes. Las normas matrimoniales están vinculadas con aquellas que regulan las
relaciones sexuales (incesto, adulterio, exclusividad sexual, monogamia,
poligamia), la reproducción y la filiación de los hijos, según las reglas del sistema

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de parentesco vigente. El matrimonio suele estar estrechamente relacionado con
la familia y en algunos casos constituye su núcleo. Las reglas sobre finalización
del matrimonio incluyen aquellas referidas al divorcio.

Tradicionalmente el matrimonio se concretaba sin tener en cuenta la voluntad de


los contrayentes, incluso contra su voluntad o por la fuerza, muchas veces
legitimando la posesión forzada de las mujeres por parte de los hombres. En los
últimos dos siglos se ha universalizado la exigencia del libre y pleno
consentimiento de los contrayentes para contraer matrimonio, como uno de los
derechos humanos fundamentales.

El lazo matrimonial es reconocido a nivel social, tanto a partir de normas jurídicas


como por las costumbres. Al contraer matrimonio, los cónyuges adquieren
diversos derechos y obligaciones. El matrimonio también legitima la filiación de los
hijos que son procreados por sus miembros.

Presentaremos el matrimonio como un acto jurídico regulado por el derecho civil o


como un sacramento preceptuado por el derecho canónico. Al estudiar el
matrimonio, se considera de suma importancia precisar el papel que desempeña
el juez u oficial de registro civil y el clérigo.

El matrimonio debe ser tratado como un acto jurídico y como una institución
natural, de orden público, que en mérito al consentimiento común en la
celebración del acto nupcial, mediante ritos o normas legales de formalidad, se
establece la unión de una persona natural con otra fundada en principios de
indisolubilidad, estabilidad, lealtad y fidelidad mutuas que no pueden romper a
voluntad.

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Podemos prologar al matrimonio como un convenio o contrato celebrado entre dos
personas contratantes (novio y novia), pero quienes comprueban su factibilidad
son el juez y el eclesiástico, haciendo constar las circunstancias y con ello
autorizándolo al declarar casados a los contrayentes.

1.1. Conceptos:

El matrimonio es un acto jurídico bilateral constituido por la manifestación de la


voluntad de los novios, para contraer matrimonio e integrado por la actuación del
oficial público encargado del Registro Civil o la autoridad competente para celebrar
el matrimonio.

Matrimonios Civiles: son aquellos en los que las partes registran personalmente el
matrimonio con la oficina del Registro Civil correspondiente. La persona que oficia
la ceremonia es un Oficial del Estado Civil, usualmente un Notario Público. Está a
opción de la pareja celebrar o no una ceremonia religiosa por separado.

Matrimonios Canónicos: son aquellos llevados a cabo por la Iglesia. Seguido a la


ceremonia, la Iglesia asume la responsabilidad del registro del matrimonio con las
oficinas gubernamentales correspondientes.

También se considera al matrimonio como acto o ceremonia solemne la cual un


hombre y una mujer constituyen entre sí una unión legal para la plena y perpetua
comunidad de vida. La concepción social del matrimonio (transpersonalista),
afirma que el fin del matrimonio es la reproducción o procreación, la conservación
de la especie. La concepción individualista del matrimonio, por su parte, sostiene
que el fin del matrimonio es un mutuo auxilio, el complemento entre cónyuges.

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Los principales fines del matrimonio están relacionados con formar una familia,
procrear y educar hijos, prestarse mutuo apoyo como pareja, brindando así una
gran estabilidad psicológico-emocional entre los integrantes del hogar.

El matrimonio es, pues, una institución social con indudables bases biológicas,
pero en la inmensa mayoría de las sociedades posee unas vinculaciones sociales
que exceden en mucho a lo biológico, ya que profundiza un complejísimo cruce de
relaciones de todo tipo, cuyas características varían mucho según la sociedad de
que se trate.

Aunque las características del matrimonio varían mucho de una cultura a otra, la
importancia de esta institución está universalmente reconocida. El matrimonio
puede ser monógamo; es decir, vincular a un solo hombre con una sola mujer, o
bien polígamo, en cuyo caso es posible que conste de la unión de un hombre con
dos o más mujeres (poliginia) o de una sola mujer con dos o más hombres
(poliandria).

En la Republica Dominicana, el matrimonio es un contrato civil entre un hombre y


una mujer que han accedido libremente a casarse y que están en plena capacidad
de hacerlo. La ley No. 3931 que modifica varios artículos de la ley sobre actos del
estado civil de los matrimonios civiles y canónicos designa al matrimonio como
una institución que se origina en el contrato celebrado entre un hombre y una
mujer que han dado libre consentimiento para Casarse, y que tienen la capacidad
requerida para verificar este acto.

Para contraer matrimonio en el país, el hombre y la mujer deben cumplir con los
siguientes requisitos:

 Las partes deben expresar su libre consentimiento para la unión;

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 Los hombres entre 16 y 18 años de edad, o las mujeres entre 15 y 18 años
de edad, pueden contraer matrimonio con el consentimiento de sus padres.

 El consentimiento debe ser por escrito y notariado, a menos que la persona


que deba dar dicho consentimiento lo haga mientras asiste a la ceremonia;
y

 Los hombres menores de 16 años y las mujeres menores de 15 años no


pueden casarse, aun con el consentimiento de los padres, pero el Juez
puede otorgar una dispensa por razones atendibles.

No se puede contraer matrimonio antes de la disolución de un matrimonio


precedente. La mujer divorciada no puede contraer nuevo sino hasta diez (10)
meses después de que el divorcio haya llegado a ser definitivo, a menos que su
nuevo marido sea el mismo de quien se ha divorciado.

El Oficial del Estado Civil, al momento de la celebración del matrimonio, puede


dispensar a los contrayentes de cualquiera de estos requisitos por razones
atendibles. Dicha dispensa debe hacerse por escrito explicando sus causas y
debe hacerse constar en el certificado y acta de matrimonio.

1.2. Características esenciales de los matrimonios.

Las características generales de la institución del matrimonio incluidas en los


ordenamientos jurídicos dominicano son la dualidad, la heterosexualidad y el
contenido en cuanto a derechos y deberes. A partir del siglo XX, en las sociedades

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de influencia occidental y procedente del liberalismo se recoge también el principio
de igualdad, con un peso creciente en las regulaciones derivadas.

La dualidad del matrimonio es el principio por el que la institución está prevista, en


principio, para unir a dos personas y vincularlas para su convivencia y procreación.
En algunos ordenamientos (en especial los de base islámica) se reconoce la
posibilidad de que un hombre contraiga matrimonio con más de una mujer. Pero
incluso en este caso la institución vincula a una persona con otra, pues las
diversas mujeres que un musulmán pueda tener no están unidas, en principio, por
ningún nexo matrimonial ni tienen derechos y obligaciones entre sí.

Tradicionalmente el matrimonio exige la pertenencia de cada contrayente a uno de


ambos sexos, de manera que un hombre y una mujer son los únicos que, en
principio, pueden contraer matrimonio. Este principio está siendo modificado en
algunos países en favor del principio de igualdad, a fin de reconocer la paridad de
derechos y obligaciones entre hombre y mujer y extender los beneficios que
implica la institución del matrimonio a parejas formadas por personas del mismo
sexo.

El contenido en cuanto a derechos y deberes de los cónyuges varía en función del


ordenamiento jurídico de cada país, pero por lo general todos les imponen la
obligación de vivir juntos y guardarse fidelidad, de socorrerse mutuamente, de
contribuir al levantamiento de las cargas familiares y de ejercer conjuntamente la
potestad doméstica y la patria potestad sobre los hijos, que se presumen comunes
salvo prueba en contrario.

Las singularidades del contenido del matrimonio en cuanto a derechos y deberes


de los cónyuges derivan en cada país de su propia concepción cultural de la
institución, que le ha dado forma en su legislación positiva y en su práctica
jurídica.
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1.3. Derechos y deberes emanados de la unión matrimonial
(responsabilidades de los contrayentes).

El matrimonio además de ser una institución social también tiene características


de un contrato, por lo que su celebración genera deberes y obligaciones por
ambas partes. Algunos de los más importantes son:

1. contribuir, cada uno por su parte, a los fines del matrimonio.

2. vivir juntos en el domicilio conyugal que de común acuerdo establezcan.

3. contribuir al funcionamiento del hogar y aportar económicamente a su


sostenimiento, a su alimentación y a la de sus hijos (de existir).

4. es deber y obligación de los cónyuges, la fidelidad sexual y afectiva,


procurar, respecto del otro su superación personal, guardarle y hacer que
se guarden las debidas consideraciones a su persona y proporcionarle en
las mejores condiciones, satisfactores de salud y bienestar.

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CAPITULO II
EL MENOR DE EDAD Y EL MATRIMONIO EN LA REP. DOM.

2. El matrimonio de Menor:

Según el código de menor se considera niño o niña a toda persona desde su


nacimiento hasta los doce años, inclusive; y adolescente, a toda persona desde
los trece años hasta alcanzar la mayoría de edad.

En referencia a lo que es directamente el matrimonio infantil, podríamos decir que


es una unión formal o informal contraída por un individuo antes de llegar a cierta
edad, especificada por varias organizaciones globales dígase UNICEF y otras,
como menores de 18 años.

La edad para contraer matrimonio legalmente en algunas jurisdicciones es a los 18


años, especialmente en el caso de las niñas; e incluso cuando la edad se
establece en 18 años, muchas jurisdicciones permiten el matrimonio temprano con
el consentimiento de los padres o en circunstancias específicas, como el
embarazo adolescente.

En ciertos países, incluso cuando la edad legal para contraer matrimonio es 18


años, las tradiciones culturales tienen prioridad sobre la ley. El matrimonio infantil
viola los derechos de los niños; afecta a niños y niñas, pero es más común entre
las niñas. El matrimonio infantil tiene consecuencias generalizadas y a largo plazo.
Según varias agencias de la ONU, la educación sexual integral puede prevenir
este fenómeno.

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El matrimonio infantil está relacionado con el compromiso matrimonial e incluye la
convivencia y matrimonios prematuros aprobados por un tribunal después del
embarazo adolescente. En muchos casos, solo uno de la pareja es menor,
generalmente una niña. Las causas de los matrimonios infantiles incluyen la
pobreza, dote, las tradiciones culturales, leyes que permiten los matrimonios
infantiles, presiones sociales y religiosas, las costumbres regionales, el temor a la
soltería y el analfabetismo.

El hecho de los menores contraer matrimonio tiene consecuencias duraderas en


las niñas que duran más allá de la adolescencia. Las mujeres casadas en la
adolescencia o antes, luchan contra los problemas en su salud que les provoca
quedar embarazada a una edad temprana y, a menudo, con poco espacio de
tiempo entre hijos. Los matrimonios infantiles seguidos por el embarazo en
adolescente también aumentan significativamente las complicaciones del parto y
el aislamiento social.

En los países pobres, el embarazo temprano limita o incluso puede eliminar las
opciones de educación de una mujer, lo que afecta su independencia económica.
Las niñas en matrimonios infantiles tienen más probabilidades de sufrir violencia
doméstica, abuso sexual infantil y violación conyugal.

Los matrimonios infantiles fueron comunes a lo largo de la historia por una


variedad de razones, entre ellas la pobreza, la inseguridad y también por razones
políticas y financieras. Hoy en día, el matrimonio infantil todavía está bastante
extendido, particularmente en los países en vías de desarrollo, como partes de
África, Asia del Sur, Sudeste Asiático, Asia Occidental, América Latina y
Oceanía. Sin embargo, incluso en países desarrollados como los Estados Unidos,

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excepciones legales hacen que en 25 estados no tengan un requisito de edad
mínima.

Las niñas y adolescentes, según queda demostrado claramente por la


neurociencia, no tienen un grado de desarrollo neurológico suficiente,
especialmente de la corteza prefrontal y sus conexiones con el hipocampo y la
amígdala, para tomar decisiones de la vida adulta. No son “mujeres pequeñitas”,
son niñas y adolescentes. 

El matrimonio infantil es en muchos casos forzados por las familias, y en otros


casos las niñas y adolescentes son empujadas al mismo por un entorno familiar y
social que les indica que ese es el camino que deben tomar. Cuando se dan
excepciones a la norma de los 18 años, como la autorización de los padres o de
los jueces para casarse con edades menores, esta facilita que los padres puedan
forzar a las niñas a casarse en contra de su voluntad, en total violación de los
derechos fundamentales de dicha niña. 

Una niña o adolescente tiene muy pocas herramientas para tomar una decisión
informada y libre, y la dispensa judicial o la autorización de los padres no puede,
en ningún caso, suplir esa voluntad.

Seis de cada diez niñas se casan (o unen) con hombres cinco o más años
mayores que ellas. Conforme con la ENHOGAR 2014, el 35% de las
adolescentes, de 15 a 19 años, actualmente casadas o unidas, tienen parejas
entre 5 y 9 años mayores que ellas. Asimismo, el 23.4% lo están con hombres 10
o más años mayores. 

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Las uniones tempranas afectan el cumplimiento de los derechos de las niñas y de
las adolescentes, condicionan su desarrollo, en un alto porcentaje abandonan sus
estudios, tienen embarazos a edades tempranas, de alto riesgo por la inmadurez
fisiológica de su cuerpo (el 16,2% de todas las muertes maternas son de madres
menores de 20 años). Según datos de la República Dominicana, el 21% de las
niñas en matrimonio infantil o uniones tempranas dice haber sido objeto de malos
tratos o abuso físico o sexual por parte de su pareja. 

En bastantes casos son abandonadas por sus parejas que además no se hacen
responsables de los hijos. Todo ello hace que, si provienen de familias en
situación de pobreza (que es la inmensa mayoría de las niñas casadas o unidas
en la República Dominicana), están condenadas a seguir en esta situación.

Según ENHOGAR 2014, en la República Dominicana el 35,9% de las mujeres


entre 20 y 24 años declaran haberse casado o estado unidas de manera estable
antes de los 18 años, y el 12.3% antes de los 15 años. Ambas cifras son las más
elevadas de Latinoamérica, casi duplicando la media de la región en menores de
18 años (23%) y casi triplicando la media en menores de 15 años (5%).

Se debe tener en cuenta que el fenómeno del matrimonio infantil o uniones


tempranas afecta fundamentalmente a las niñas y adolescentes de familias más
pobres. Ya que estas cifras aumentan a casi 60% en las menores de 18 años y a
23% en menores de 15 años.

Todo esto conlleva no solo a una grave violación de los derechos de las niñas y
adolescentes sino a un costo considerable para el país y a una replicación y
aumento de la transmisión intergeneracional de la pobreza.

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2.1. Normativas de ley promulgadas por el legislador a favor del
matrimonio de menores en Rep. Dom.

Podemos observar a continuación, que el legislador dominicano ha promulgado


leyes en las que se presenta el matrimonio del menor de edad como algo natural.
De hecho, el Código Civil Dominicano empieza su mención sobre la institución del
matrimonio, en el artículo 144. El mismo comienza hablando de la permisión o la
forma de un menor de edad contraer matrimonio, limitándose su requerimiento, al
único requisito de ser autorizado por su tutor legal, dígase padre y madre, abuelo y
abuela a falta de los padres. Presentaremos en lo adelante las leyes y los códigos
tocante al matrimonio del menor.

2.1.1.El Código Civil Dominicano y artículos referentes al


matrimonio de los menores de edad.

En nuestro país, el matrimonio de menores es una acción civil, contemplado lo


referente al mismo en los artículos 144 y siguientes del Código Civil Dominicano
los cuales indican que el hombre antes de los 18 años y la mujer antes de los
quince, no pueden contraer matrimonio, salvo en algunas excepciones que el
Gobierno pueda conceder a dispensas de edad por motivos graves.

Se establece de ese mismo modo que el hombre que sea menor a veinticinco
años y la mujer a veintiuno debe contar con el consentimiento de sus padres para
poder casarse. A falta por muerte de uno de los padres, el sobreviviente de entre
ellos está facultado para otorgar la autorización al menor y en caso en el cual
falten ambos padres, o si están imposibilitados de manifestar sus voluntades,
serian reemplazados por los abuelos.

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Podemos encontrar también la aceptación del matrimonio del menor en el País en
virtud de lo que establece la Ley No. 659 sobre actos del estado civil, modificada
por la Ley No. 4999, la cual, al igual que el Código Civil establece como única
condición para la legalidad del matrimonio de menor la aprobación de los padres
de este, o de sus abuelos a falta del padre y la madre.

2.2. El Código del Menor de la Republica Dominicana y los


derechos de Niños, Niñas y Adolescentes.

La ley No. 136-03 denominada Código para el Sistema de Protección y los


Derechos Fundamentales de Niños, Niñas y Adolescentes, tiene por objeto
garantizar a todos los niños, niñas y adolescentes que se encuentren en el
territorio nacional el ejercicio y el disfrute pleno y efectivo de sus derechos
fundamentales.

Para tales fines, este Código define y establece la protección integral de estos
derechos regulando el papel y la relación del Estado, la sociedad, las familias y los
individuos con los sujetos desde su nacimiento hasta cumplir los 18 años de edad.

El origen del código del menor viene de la Convención sobre los derechos del niño
que fue aprobada en 1989 por la Asamblea de las Naciones Unidas. La ratificación
por parte del Estado Dominicano de ese importante instrumento internacional fue
hecha en 1991. Esta convención facilito la orientación de las políticas de los
Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes. La ratificación de los Convención
compromete a los Estados Partes a adoptar medidas educativas, administrativas,
de movilización social y normativa encaminadas a la divulgación y aplicación de su
contenido.

Dando continuidad a ese compromiso, en 1994 la Republica Dominicana promulgo


la Ley 14-94 que creó el Código para la Protección de Niños, Niñas y

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Adolescentes, con el cual se inicia el proceso de adecuación del marco jurídico a
los requerimientos de la Convención. Esta ley entró en vigencia en el mes de
enero de 1995, introduciendo importantes cambios en la forma en la cual los
individuos, las familias, las instituciones y el sistema de justicia se deben
relacionar con la infancia y la adolescencia.

El 26 de abril del año 2001, se realizó un Congreso de Gobierno a favor de la


Infancia y la Adolescencia, en el que el Presidente de la República Ing. Hipólito
Mejía mediante el decreto 477-01 declaró de alta prioridad nacional la protección
de los niños, niñas y adolescentes e instruyó a todos los secretarios de Estado,
directores, administradores generales y demás funcionarios del gobierno central a
dar las atenciones debidas a los responsables del sector niñez, a fin de garantizar
la protección integral de nuestros niños, niñas y adolescentes. De igual manera, se
emitió el decreto 476-01 que creó una comisión interinstitucional para elaborar la
propuesta de reforma a la ley 14-94 o Código de Protección de Niños, Niñas y
Adolescentes.

Desde esa fecha un conjunto de instituciones provenientes del sector


gubernamental, como fueron: Consejo Nacional para la Niñez, Dirección Técnica
del Organismo Rector, las Secretarias del Trabajo, Mujer, Salud, Procuraduría
General de la Republica, así como organizaciones no gubernamentales, tales
como Niños del Camino, Visión Mundial, Acción Callejera, Muchachos y
Muchachas con Don Bosco, Caminante, Instituto de la Familia, CIPAF, en
representación de la Coalición de Ongs por la Infancia, con la asesoría de la
Suprema Corte de Justicia y UNICEF asumieron un rol protagónico durante dos
años para la elaboración de una propuesta de Ley que fuera consensuada y,
sobre todo, legitimada y coherente con los principios y fundamentos de la
Convención Interamericana sobre los Derechos del Niño.

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La aprobación y posterior promulgación, el 7 de agosto de 2003, del Código para
el sistema de Protección y los Derechos Fundamentales de Niños, Niñas y
Adolescentes (Ley 136-03) expresa la voluntad del Estado Dominicano para el
cumplimiento del compromiso con los derechos humanos que debidamente tienen
reconocidos los niños, niñas y adolescentes.

La Republica Dominicana es un país donde más del cuarenta por ciento (40%) de
la población es menor de 18 años, con una proporción mayor por debajo de los15
años; por tanto podemos considerar que esta legislación responde a una
población mayoritaria de la sociedad dominicana.

El presente Código constituye una respuesta jurídica que el Estado Dominicano ha


definido para el cumplimiento de la Convención Internacional sobre los Derechos
del Niño, un compromiso internacional y nacional con el movimiento de la
sociedad hacia la superación de viejos paradigmas que no consideraban a los
niños, niñas y adolescentes como sujetos de derechos.

El Código del Menor busca hacer efectivos los derechos del niño, estableciendo
como deber del Estado y la sociedad el garantizar su cumplimiento. De acuerdo
con el Código, un menor es considerado niño desde que nace hasta los 12 años
de edad, y adolescente desde los 13 hasta los 18 años, que constituye la mayoría
de edad.

El Código del Menor trata de aliviar los graves problemas que sufre la población
infantil en la República Dominicana. En su mayoría, esos problemas son producto
de las precarias condiciones de vida.

Dentro de lo que podemos encontrar en el código como derechos de los niños,


niñas y adolescentes, vemos en el art. 12 uno de los principios gestores de la

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protección de los derechos de los infantes, este es el derecho a la integridad
personal, y nos menciona, que todos los niños, niñas y adolescentes tienen
derecho a la integridad personal. Este derecho comprende el respeto a la
dignidad, la inviolabilidad de la integridad física, síquica, moral y sexual,
incluyendo la preservación de su imagen, identidad, autonomía de valores, ideas,
creencias, espacio y objetos personales.

Así como este principio, también encontramos otros más que su aplicabilidad va
directamente dedicada a proteger la vida sana en todo el sentido de la palabra del
menor de edad.

Vemos de este modo otro de los principios en el artículo 11, el cual establece el
derecho al Medio Ambiente sano. Dice al respecto: "Todos los niños, niñas y
adolescentes tienen derecho a un medio ambiente sano y a la preservación y
disfrute del paisaje. La familia, la comunidad y el Estado deberán garantizar que le
ambiente en que se desarrolle el niño, niña y adolescente esté libre de
contaminación e impida que ponga en peligro su salud. "

Podemos ver de la misma forma el derecho a la libertad. "Todos los niños, niñas y
adolescentes tienen derecho a la libertad personal, de conciencia, pensamiento,
religión, asociación, y demás derechos y libertades establecidas en la
Constitución, la Convención Internacional de los Derechos del Niño y este
Código."

Derecho a la intimidad. "Todos los niños, niñas y adolescentes tienen derecho al


honor, reputación e imagen propia, a la vida privada e intimidad personal y de la
vida familiar. Estos derechos no pueden ser objeto de injerencias arbitrarias o
ilegales del Estado, personas físicas o morales."

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2.2.1. Repercusión en los menores del matrimonio infantil:

El matrimonio infantil constituye una violación a los derechos de la infancia, pues


pone en peligro su desarrollo. La literatura coincide al señalar que tiene
repercusiones múltiples, entre ellas, la interrupción de la trayectoria educativa, la
restricción de la libertad personal, el confinamiento al trabajo en el hogar, la
incorporación precaria al mercado laboral, el inicio de la vida sexual
frecuentemente sin información, la exposición a contraer infecciones de
transmisión sexual incluso VIH/SIDA, así como algunas de índole psicosocial y
emocional.

Es también un factor determinante del embarazo temprano aunque pase


desapercibido porque se considera un hecho natural en el matrimonio.

a) Repercusiones en el derecho a la salud.

La salud sexual y la salud reproductiva son componentes esenciales del derecho


de toda persona al disfrute más alto posible de salud. La primera, hace referencia
no sólo a la ausencia de enfermedades sino a la posibilidad de gozar de
experiencias sexuales placenteras y seguras, exentas de violencia y coacción. El
concepto de salud reproductiva, por su parte, suma a la definición anterior la
libertad de decidir procrear o no, cuándo y con qué frecuencia. Ambas
concepciones implican que el Estado debe:

1) proveer información sobre planificación familiar;

2) asegurar el acceso a métodos seguros, eficaces, asequibles y aceptables de


anticoncepción, y

3) proporcionar servicios de atención del embarazo y parto.

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Al mismo tiempo, las nociones de salud sexual y salud reproductiva tienen que ver
con proteger a las mujeres de prácticas tradicionales perjudiciales como los
matrimonios infantiles, por ejemplo.

El embarazo y la maternidad prematuros son una inevitable consecuencia del


matrimonio infantil que entraña peligros para la salud, según ha sentenciado el
Relator Especial de Naciones Unidas para este derecho.

Se le ha catalogado entre los factores que atentan contra la supervivencia de las


niñas, a la par de las adicciones, el VIH/SIDA, los trastornos mentales, el aborto
en condiciones de riesgo y la violencia. Alrededor de 16 millones de adolescentes
entre 15 y 19 años se convierten en madres anualmente, casi todas en el marco
de un matrimonio o unión no matrimonial.

Cuanto más joven es la niña al quedar embarazada esté o no casada, mayores


son los peligros para su salud. La maternidad a edad temprana se asocia a
riesgos más grandes de morbi-mortalidad materna, de complicaciones en el parto,
de mortalidad infantil y a condiciones precarias de salud en el recién nacido. Dado
que la mayoría de las adolescentes embarazadas son primigestas, su embarazo
plantea peligros específicos que se suman a su inmadurez fisiológica.

Las principales causas de morbilidad entre las mujeres de 15 a 19 años de todo el


mundo son las complicaciones obstétricas, entre ellas, las hemorragias postparto,
las infecciones, la eclampsia, las obstrucciones durante el parto o el parto
prolongado.

Al tiempo, el hijo/a de una madre que no ha cumplido la mayoría de edad, tiene


seis veces más probabilidades de morir que el de una madre de 19 años pues
enfrenta dificultades para la lactancia, mantener la temperatura corporal y resistir

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infecciones. Incluso son más altas las posibilidades de que sufra bajo peso al
nacer y desnutrición.

Se ha llamado la atención respecto a que estos riesgos si bien están relacionados


con la edad de la madre, también se vinculan con otros factores como la pobreza,
la falta de educación, el acceso insuficiente a alimentos nutritivos, la mala salud en
el embarazo, las adicciones y un control prenatal inadecuado.

Por ejemplo, la anemia materna afecta a casi la mitad de todas las mujeres
embarazadas, pero es más frecuente en las adolescentes. Igualmente, la
incidencia de recién nacidos con bajo peso está estrechamente ligada con la
desnutrición materna, a su vez, el crecimiento intrauterino restringido es uno de los
principales factores de muerte perinatal que se asocia también a la salud
deficiente y a la desnutrición de la madre.

Otras implicaciones en relación con este derecho, tienen que ver con el contagio
de infecciones de transmisión sexual o VIH/SIDA. La frecuencia de las relaciones
sexuales entre las adolescentes casadas es mucho más alta que entre las solteras
pero sexualmente activas, sin embargo los métodos anticonceptivos tienden a
utilizarse menos en las relaciones de largo plazo. Es decir, “más de la mitad de la
actividad sexual sin protección ocurre dentro del matrimonio”.

Las condiciones en que niños, niñas y adolescentes inician su vida sexual suelen
ser adversas. Pueden entrar en juego su inexperiencia, atribuida a su calidad de
recién iniciados así como su madurez psicológica y emocional en consolidación.86
Ello hace que sus conductas sexuales sean de mayor riesgo y puedan conducir a
embarazos o al contagio de infecciones de transmisión sexual. Los hombres, por
ejemplo, aunque tienen más probabilidad de involucrarse en conductas sexuales
riesgosas, son más propensos que las mujeres a utilizar preservativo durante las

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relaciones sexuales.

Lo más preocupante es que las opiniones de las adolescentes casadas, y en


general de las mujeres, sobre el uso de métodos anticonceptivos, su negativa para
sostener relaciones sexuales o insistir en prácticas responsables y sin riesgo, no
se respeten tanto como las de sus cónyuges o compañeros, ya sea porque la
prevención se imputa a la mujer o porque frecuentemente las adolescentes que se
cuidan son objeto de estigmas y descalificaciones de sus contrapartes masculinas.

b) Impacto en el derecho a la educación.

El derecho a la educación de la niñez está reconocido en diversos tratados de


derechos humanos. Entre sus propósitos destaca su capacidad de habilitar a las y
los niños para la vida activa, por ejemplo, adoptar decisiones ponderadas, tener
relaciones sociales satisfactorias y asumir responsabilidades, así como desarrollar
el sentido crítico y otras aptitudes que les proporcionen las herramientas
necesarias para llevar adelante sus opciones vitales.

Esto es a lo que se ha denominado “efecto blindaje” de la educación porque a


mayor instrucción se reduce la incidencia de matrimonios infantiles. El matrimonio
puede poner fin al desarrollo educativo de las niñas. Si se combina con la pobreza
y la maternidad, la educación puede resultarles un objetivo tan lejano que confine
a las niñas a una vida de obediencia, labores domésticas y crianza de sus hijas e
hijos. A la vez, estas tareas se constituyen en una dificultad para compatibilizarlas
con la educación.

Que niñas y adolescentes no asistan a la escuela es resultado de factores como


la discriminación, el trabajo doméstico, la exclusión étnica y social así como los
matrimonios, embarazos y la maternidad temprana. De acuerdo con el Relator

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Especial sobre el Derecho a la Educación, dichas prácticas tienen lugar en un
contexto de desigualdad denominado patriarcalismo.

Con base en él, se impone la supremacía de los varones, colocando a las niñas en
una situación de desventaja dado su género y edad. Sostiene que excluir a las
adolescentes casadas de las oportunidades educativas es una costumbre que se
reafirma con leyes que permiten el matrimonio prematuro, consolidando una
estructura de sujeción de las mujeres. La educación también se considera el factor
que mejor predice la edad a la que una mujer se casará.

Otra manera en que suele ligarse la educación con el matrimonio infantil es que
éste actúa como precursor del abandono escolar. Contrario a la suposición
convencional, la deserción no comienza con el embarazo prematuro. Un estudio
recientemente publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID),
encontró que también es resultado de uniones formales tempranas, de la mala
calidad de la educación y de bajas expectativas en el proyecto de vida de las
adolescentes.

En igual sentido, otros autores sostienen que la deserción escolar es resultado de


un proceso paulatino de alejamiento de los valores y los contenidos símbolos de la
escuela. Se sabe que el logro académico de las mujeres y el grado de avance en
sus estudios son factores que se ponderan frente a la decisión de desertar. De
acuerdo con el BID, quienes dejaron los estudios al enterarse de su embarazo ya
iban mal en la escuela y les faltaban varios años para completar su educación, a lo
que se sumó la percepción de la baja calidad de los conocimientos que recibían.

En cambio, quienes optaron por continuar con sus estudios eran académicamente
más fuertes y les faltaba menos tiempo para concluir. Además, hallaron que el
porcentaje de madres adolescentes que siguieron estudiando la educación media,

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fue similar al de las madres adultas y tenían tanta probabilidad de graduarse como
aquéllas.

Otros beneficios de la educación tienen que ver con que posibilita la adquisición
de autonomía, incrementa el sentido de confianza y control sobre el futuro, permite
plantearse metas de integración social e incorporar mayor racionalidad en las
decisiones relacionadas con el inicio de la vida en pareja, el uso de métodos
anticonceptivos, el número de hijas/os y el momento para tenerles.

Cuando la mujer está casada, la educación repercute en el poder que tiene sobre
las decisiones del hogar, por ejemplo: el uso y distribución del gasto, educación,
alimentación y salud de la descendencia, negociación de uso de anticonceptivos y
concertación de relaciones sexuales. Incluso incrementa sus posibilidades de
participar en la vida pública. Se sabe que las mujeres con formación escolar
mayor, suelen participar más en reuniones y acciones políticas que las
analfabetas, y muestran más seguridad al expresar su opinión.

La educación también es un medio importante para el cuidado de la salud. Según


UNICEF, “las mujeres con instrucción educativa más amplia, son más propensas a
asegurarse que sus hijas e hijos sean inmunizados, tienen más conocimientos
sobre su nutrición e higiene y procuran mantener el esparcimiento entre los
embarazos. Como resultado, su descendencia registra índices de supervivencia
más elevados que los de las mujeres que carecen de formación y suelen estar
mejor alimentados”.

También se considera que es más probable que éstas cuenten con la presencia
de personal calificado en su parto, en comparación con quienes no completaron la
educación.

22
c) Otras consecuencias relacionadas con el trabajo doméstico no
remunerado y la inserción laboral.

Involucrarse en tareas propias del mundo adulto conlleva un elevado riesgo de


sufrir lesión física e incluso mental; esto es más probable cuando niñas y niños
participan en conflictos armados, contraen matrimonio o se emplean en trabajos
riesgosos, según ha alertado UNICEF.

El matrimonio infantil suele amarrar a las niñas y adolescentes a un rol doméstico;


por lo general, las cónyuges deben realizar la mayor parte de los quehaceres del
hogar. Cuanto más reducida es la edad de la esposa, esta situación puede
perpetuar un círculo de servidumbre y obediencia que ya se manifestaba en sus
hogares de origen y, en los casos más extremos, da lugar a trabajos forzosos.

La Relatora Especial sobre las Formas Contemporáneas de Esclavitud afirma: Las


mujeres y niñas sometidas a matrimonios serviles deben realizar todas las tareas
del hogar y, en algunos casos, trabajar también fuera. Si no desempeñan sus
tareas de manera adecuada, sufren malos tratos físicos de parte del marido y de la
familia de éste.

La servidumbre doméstica inherente al matrimonio infantil, desempodera a las


niñas denegándoles toda oportunidad de educación y la posibilidad de formar
redes de protección con amigas y compañeras. El factor que más repercute en la
integración de las y los adolescentes al mercado laboral es la necesidad de
aportar ingresos a sus familias de origen o a las que han constituido ellos mismos,
en pocas palabras, la necesidad de la supervivencia familiar.

23
2.2.2. Sanciones que se imponen en el código de Menor por
maltrato a niños, niñas y adolescentes:

En los Arts. 396 – 398 y 400 se sanciona el abandono y los maltratos de niños,
niñas y adolescentes que se castigan con penas de prisión correccional que van
desde dos meses a penas de 5 años y multas de 1 a 10 salarios mínimos.

En el Art. 392 se sanciona la entrada de niños, niñas y adolescentes a juegos de


azar. Este artículo castiga este delito con uno a dos meses de prisión y multa de
uno a tres salarios mínimos.

En el Art. 393 se sanciona la omisión de clasificación de las presentaciones. Se


castigara con una multa de 3 a 20 salarios mínimos. También se podrá suspender
el espectáculo o cerrar el establecimiento por un mes.

En los Arts. 391, 403 – 406, 414 se castigan el secuestro, traslado y ocultamiento
de niños, niñas y adolescentes, también hospedaje en moteles o establecimientos
afines sin la compañía de sus padres. Las penas van desde la prisión de dos a
diez años y multas de uno a 50 salarios mínimos.

En el Art. 397 se sanciona el abuso de los responsables. Estos se castigan con


privación de libertad de dos a cinco años y multa de uno a cinco salarios mínimos
y se referirán a tratamiento psicoterapéutico y asistencia social.

Se sanciona también la no supervisión de los adultos. Según el Art. 398 se


sanciona con penas de dos a seis meses de prisión y se referirán a tratamiento
psicoterapéutico y asistencia social.

24
El Art. 403 sanciona la sustracción de menores con penas de dos a seis años y
multa de diez a treinta salarios mínimos.

También en los Arts. 408 – 412 se sanciona la explotación sexual de menores y el


suministro de productos que crean dependencia física o síquica. Las penas van
desde 2 a treinta años de prisión y multas de 10 a 150 salarios mínimos.

El art. 413 que se refiere a la venta de fuegos artificiales a menores la ley


sanciona con multa de 3 a 10 salarios mínimos y de 6 meses a 2 años de prisión.

En el Art. 415 se castiga la entrada de menores en salas de billar. Esto se castiga


desde 1 mes hasta 2 años de prisión y multas de 1 a 3 salarios mínimos.

La ley 136-03 sobre el Sistema de Protección y los Derechos Fundamentales de


Niños, Niñas y Adolescentes, en su artículo 396 dice que la sanción por abuso
físico, psicológico y sexual, será de dos a cinco años de prisión y multa de tres a
diez salarios mínimo establecido oficialmente, vigente al momento de cometer la
infracción, si el autor o autora del hecho mantiene una relación de autoridad,
guarda o vigilancia (maestro, guardianes, funcionarios, policías etc.) sobre el niño,
niña o adolescente y se producen lesiones severas, comprobadas por
especialistas en el área.

El artículo 397 sanciona el abuso por sus responsables. Si el abuso es cometido


por el padre, la madre u otros familiares, tutores o guardianes, responsables del
niño, niña o adolescente, en contra de sus hijos, hijas o puestos bajo su guarda o
autoridad, serán sancionados con privación de libertad de dos a cinco años y
multa de uno a cinco salarios mínimo establecido oficialmente. En todo caso, la
pena debe ir acompañada de tratamiento psicoterapéutico.

25
2.3. Derechos garantizados por los Tratados Internacionales a
favor de los adolescentes.

Convención sobre los derechos del niño:

Artículo 1. Da un concepto de niño que es se entiende por niño todo ser humano
menor de dieciocho años de edad.

Artículo 3. Establece que los Estados Parte se comprometen a asegurar al niño la


protección y el cuidado que sean necesarios para su bienestar, teniendo en cuenta
los derechos y deberes de sus padres o tutores legales.

Artículo 9. El derecho a no ser separado contra su voluntad de sus progenitores.


En vista que un adolescente aún no tiene el pleno uso de su consentimiento para
poder contraer dicha obligación y ser separados de sus progenitores. A juicio de
UNICEF, no puede considerarse que ahí consentimiento libre y cabal en las
uniones en que al menos una de las partes es excesivamente inmadura.

Artículo 16. Protege a los niños de injerencias arbitrarias o ilegales en su vida


privada o su familia.

Artículo 19. Esta disposición obliga a los Estados Partes tomar medidas
legislativas, administrativas, sociales y educativas apropiadas para proteger al
niño contra toda forma de perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato
negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual. Dichas medidas
no se están tomando acabo porque el Código de Familia aun permite el
matrimonio infantil como una excepción pese a las observaciones realizadas por el
comité.

Artículo 24. Garantiza el derecho de los niños al disfrute del más alto nivel posible

26
de salud y hace responsable al Estado Parte de asegurar atención apropiada en
salud para las madres, los niños y las familias.

Artículo 24. Exige que los Estados Parte tomen las medidas necesarias para abolir
las prácticas tradicionales que sean perjudiciales para la salud de los niños.

Artículo 28. Exige que los estados partes debe de reconocer el derecho a la
Educación de los niños con el fin de que se pueda ejercer progresivamente y en
condiciones de igualdad de oportunidades. Este derecho se ve vulnerado al
permitir el matrimonio infantil desde la perspectiva que los adolescente al contraer
esa obligación ya se le imponen cargas económicas que estos deben de suplir y
como consecuencia de ello recuren a la deserción escolar en busca de un empleo.

Artículo 31. El derecho al descanso, el esparcimiento y libre participación en la


vida cultural dicho derecho se ve trasgredido por el motivo que al quedar
embarazada una adolescente es excluida y marginada por su familia y la
sociedad; la adolescente no puede convivir con adolescentes de su misma edad
ya que es extraída de su entorno social para llevar una vida de adulto ya con
obligaciones propias del compromiso adquirido en un
matrimonio.

Artículo 36. El derecho a la protección contra todas las formas de explotación que
afectan cualquier aspecto del bienestar de la niña.

27
CAPITULO III
EL MATRIMONIO DE MENORES A LA LUZ DEL ART. 396-C DE LA
LEY NO. 136-03 EN LA REP. DOM.

3. Forma en la que contraviene el Código de menor con el matrimonio


de adolescentes.

Existe de manera intrínseca lo que es una contraposición entre lo que ya hemos


referido sobre la permisión y la aprobación por las legislaciones dominicanas ante
la figura jurídica del matrimonio de menores de edad, aun sea con la autorización
de los padres. Dicha contrariedad lo evidenciamos al analizar a fondo lo que es el
artículo 396-C de la Ley No. 136-03 denominado Código del Menor. En lo
adelante, observaremos a fondo a que se refiere el Legislador al demarcar la
relación existente entre un mayor con un menor de edad con diferencias de 5 años
o más.

Cabe destacar que en principio, el matrimonio infantil no es anti reglamentado por


el Código para el sistema de Protección y los Derechos Fundamentales de Niños,
Niñas y Adolescentes (Ley 136-03) en todo el amplio sentido de la palabra, si no

28
que para que exista la peculiaridad de ser categorizado como contrario a lo
estipulado en el artículo 396-C, debe cumplir con la característica de que uno de
los dos contrayentes, en este caso, sea mayor de edad y además de eso, tenga 5
años o más por encima de la del menor.

No estamos diciendo con esto que apoyamos el matrimonio entre dos


adolescentes, en ninguna manera. Mantenemos la posición de que los menores
no tienen la madurez necesaria para asumir tal responsabilidad. Y aunque los hay
que si son muy abiertos, maduros, hábiles, despiertos, responsables,…, el
matrimonio retrotrae su desarrollo, tanto físico, psicológico, emocional, de
emprendedurismo, además de no permitirle cumplir con sus derechos
fundamentales como dijimos anteriormente. Pero el caso en cuestión en este
análisis investigativo es el hecho de que el menor, al unirse maritalmente con una
persona que le supere al menos con 5 años en la edad, está tipificado en el código
de Menor como abuso sexual, independientemente de si son casados o no.

El caso es, que el Código Civil Dominicano, en su artículo supra indicado (144),
establece que si es posible que un menor de edad se case con una persona
adulta, de hecho, no establece siquiera un límite en la edad del mayor. Es decir,
que si se diera el caso, el Oficial Civil podría casar a una adolescente de quince
años con un caballero de sesenta, a pesar de la gran diferencia de edades entre
estos ficticios contrayentes, por el hecho de que el Código Civil y nuestras leyes
no establecen un límite.

El código de menor, en este caso, viene a proteger la posición de la menor, la cual


podría estar enamorada verdaderamente de su pareja, pero bien podría estar
confundida producto a su inexperiencia, y su etapa emocional transitiva. Puede
darse también el caso de que la joven este ilusionada por las atenciones que le

29
ofrezca el señor, o por los detalles que reciba, o más bien sea influenciada por los
padres creyendo que de esta forma le aseguran un futuro.

El art. 396-C de la Ley No.136-03 establece que es abuso sexual la práctica


sexual de un niño, niña o adolescente con un adulto, o persona cinco (5) años
mayor, para su propia gratificación sexual, sin consideración del desarrollo
sicosexual del niño, niña o adolescente y que puede ocurrir aún sin contacto físico.

El caso es que cada día vemos más menores acudiendo a las Oficialías Civiles
con el propósito de contraer matrimonio, por diferentes causas y circunstancias en
cada situación.

3.1. Violabilidad de los derechos fundamentales de los niños,


niñas y adolescentes en virtud de lo establecido en el art.
144 del Código Civil Dominicano según los Tratados
Internacionales.

El matrimonio antes de los 18 años es una violación de los derechos


fundamentales de los niños, las niñas y los adolescentes, afectando de manera
más desproporcionada a mujeres que a varones. En todo el mundo, más de 60
millones de mujeres de 20-24 años se han casaron antes de llegar a los 18 años.
El matrimonio infantil en países en desarrollo sigue siendo generalizada, donde
una tercera parte de las niñas se casan antes de los 18 años de edad y 1 de cada
9 están casadas antes de los 15 años de edad.

Los derechos humanos conocidos también como derechos fundamentales, son


definidos como derechos públicos subjetivos de carácter individual, social o
político, que reconoce la Constitución y las leyes para cualquier persona por el
simple hecho de ser humano, sin distinción alguna. Reúnen ciertos requisitos

30
esenciales: derivar de la naturaleza humana, o tener relación directa con la
dignidad humana, y ser universales y absolutos. Se les califica como derechos
fundamentales porque son instrumentos de protección de los bienes básicos de
las personas reconocidos por la Constitución Dominicana.

Los derechos humanos son derechos sustantivos o de contenido material, de los


cuales no pueden disponer ni los individuos ni los poderes públicos; en tanto las
garantías para su protección son generalmente de tipo procesal o adjetivo, en
razón de que su finalidad es devolver a su estado original los derechos humanos
cuando hayan sido violados o afectados.

Los tratados internacionales sobre derechos humanos disfrutan de una especial


naturaleza jurídica que los distingue de otro tipo de tratados, pues se espera que
el Estado firmante emprenda un conjunto de medidas legislativas y de política
pública para hacerlos efectivos.

Los tratados internacionales de derechos humanos pueden ser de carácter


general, dirigidos a la protección de todas las personas, o de carácter especial
para proteger a determinados tipos de personas. Las niñas y los niños por su falta
de madurez física y mental, en el ámbito jurídico internacional, son reconocidos
como las personas más vulnerables en relación con la violación de los derechos
humanos, razón por la cual necesitan de protección especial para hacer efectivos
estos derechos.

Los derechos humanos de los niños, niñas y adolescentes en Republica


Dominicana están facultados con un carácter constitucional. El marco jurídico
nacional e internacional que vincula al Estado para la protección integral de los
niños se compone de instrumentos mundiales y regionales. En cuanto a las leyes

31
externas, el instrumento fundamental es la Convención sobre los Derechos del
Niño de 1989 (en adelante CDN).

Los primeros instrumentos internacionales en reconocer los derechos del niño


fueron la Declaración Universal de los Derechos Humanos para los Niños y la
Declaración de los Derechos del Niño. Como sus nombres indican, son una
declaración de principios de carácter proteccionista, que contiene obligaciones
para las personas o las instituciones, aunque no son textos jurídicamente
vinculantes. Posteriormente, la Declaración Universal de Derechos Humanos y el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos reconocieron con carácter
vinculatorio para los Estados parte el derecho de las niñas y los niños a ser
protegidos por la familia, la sociedad y el Estado, libres de violencia, abuso y
explotación.

La Asamblea General de las Naciones Unidas, el 20 de noviembre de 1989,


aprobó la CDN para asumir la obligación de ofrecer a los niños protección integral,
la cual comprende la protección social y la protección jurídica. Al respecto, en su
artículo 2.1 establece que los Estados parte tienen la obligación de garantizar a
todos los seres humanos de menos de 18 años el disfrute de todos los derechos
enunciados en la Convención.

Para el efecto, dice en su artículo 4 que los Estados parte deberán adoptar todas
las medidas legislativas para crear las normas internas y de otra índole para dar
efectividad a los derechos reconocidos en la Convención. Por tanto, es un
instrumento jurídicamente vinculante, que obliga a los Estados parte a crear
normas internas para hacer efectivos los derechos y libertades de los niños
reconocidos en la CDN, y cuyo incumplimiento puede acarrear responsabilidades
y sanciones internacionales.

32
La CDN representa una nueva concepción acerca de los niños. La normatividad
internacional anterior sobre derechos del niño concebía a los menores desde una
perspectiva asistencialista y como objeto de tutela y protección segregativa. Se
limitaba a proteger la persona del menor. Sólo hacia el final del siglo XX los
instrumentos internacionales reconocieron la subjetividad jurídica y política del
niño en términos de ciudadanía y de plenos derechos, de tal modo que ahora se
trata de garantizar los derechos humanos de todos los niños.

La CDN otorga una protección integral a los derechos humanos de los niños,
señalando que estos tienen todos los derechos de los adultos, y adicionalmente
derechos civiles, sociales y culturales específicos porque se encuentran en una
etapa evolutiva que requiere de protección especial. Establece en su normatividad
los siguientes principios fundamentales: no discriminación (artículo 2); el interés
superior del niño (artículo 3); derecho a la vida, a la supervivencia y al desarrollo
(artículo 6); el derecho de ser escuchado y tomado en cuenta (artículo 12).

En especial, el interés superior del niño es un principio fundamental que se debe


observar en todas las medidas legislativas que correspondan a los niños.
Estrechamente relacionado con lo anterior, se encuentra el principio de prioridad
absoluta, lo cual significa que las autoridades le darán primacía absoluta a los
derechos del niño antes que a cualquier otra cosa. Un principio más es la
participación del Estado, la familia, la comunidad y del propio niño, como
encargados de crear los mecanismos de exigibilidad que garanticen el efectivo
cumplimiento de los derechos en cita. El último principio se refiere al papel
fundamental que desempeña la familia en la garantía de los derechos del niño.

Los derechos del niño son resumidos por O'Donnell bajo la doctrina de la
protección integral, que comprende los siguientes aspectos: el niño como sujeto
de derechos; el derecho a la protección especial; el derecho a condiciones de vida

33
que permitan su desarrollo integral; el principio de la unidad de la familia, en
corresponsabilidad con el Estado y la comunidad.

Los tratados internacionales señalan que, para salvaguardar los derechos del
niño, la legislación de cada país debe prever una edad mínima para contraer
matrimonio. La CDN no indica expresamente alguna edad, en tanto que otros
tratados otorgan a los Estados parte una doble facultad: poder fijar la edad mínima
para contraer matrimonio, y la facultad de dispensar el requisito de la edad
establecida en su legislación interna, como lo establecen la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, en su artículo 17.2, y el Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos en su artículo 23.2. La Convención sobre el
Consentimiento para el Matrimonio, la Edad Mínima para Contraer Matrimonio y el
Registro de los Matrimonios,46 dice en el artículo 2 que los Estados parte
adoptarán las medidas legislativas convenientes para determinar la edad mínima
para contraer matrimonio. Señala que no podrán contraer matrimonio quienes no
hayan cumplido esa edad, salvo que la autoridad competente, por causas
justificadas y en interés de los contrayentes, dispense el requisito de la edad.

La edad núbil es un criterio internacional sobre la edad mínima para contraer


matrimonio, como lo señala la Declaración Universal de Derechos Humanos en su
artículo 16, que dice que a esa edad las personas sin distinción alguna tienen
derecho a casarse y fundar una familia. La edad núbil significa que a esa edad se
alcanza la madurez sexual y se puede tener hijos. El Diccionario de la Lengua
Española define la palabra núbil como: "Del lat. Nubĭlis. 1. adj. Dicho de una
persona y más propiamente de una mujer: Que está en edad de contraer
matrimonio".

En la edad núbil, las niñas y los niños se encuentran en condiciones peculiares de


desarrollo, por lo cual el Comité de los Derechos del Niño describe la adolescencia

34
como un periodo de desarrollo integral en el cual se suceden importantes
transformaciones: cambios físicos, cognoscitivos y sociales; se adquiere la
madurez sexual y reproductiva; adquisición gradual de la capacidad para asumir
comportamientos y funciones de adultos, lo cual implica nuevas obligaciones y
exige nuevos conocimientos teóricos y prácticos; así como la adquisición de una
identidad personal y la gestión de su propia sexualidad. También es un periodo de
cambios positivos, como la capacidad de aprender rápidamente, experimentar
nuevas y diversas situaciones, desarrollar y utilizar el pensamiento crítico y
familiarizarse con la libertad, ser creativos y socializar.

En este contexto, el Centro Virtual de Conocimiento para poner fin a la Violencia


contra las Mujeres y Niñas señala que en la edad núbil el desarrollo mental y
social de las personas se sigue produciendo, y de ningún modo significa que ya
hayan adquirido la suficiente madurez para contraer matrimonio. Por tanto, es un
criterio que responde a impresiones subjetivas sobre la madurez sexual y el
desarrollo físico de las personas. En este sentido, cuestionan las normas que
permiten el matrimonio infantil, haciendo notar la necesidad de ofrecer una
protección jurídica más amplia y efectiva que asegure de manera eficaz el
adecuado desarrollo de los niños.

El Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer expresa que no


está de acuerdo en que los niños, por determinadas causas, alcancen antes la
mayoría de edad, con la emancipación de los menores por razón de matrimonio.
Este organismo internacional considera que la edad mínima para contraer
matrimonio debe ser de 18 años tanto para el hombre como para la mujer, una vez
que hayan alcanzado la madurez y la capacidad de obrar plenas.

Si bien la Convención sobre los Derechos del Niño no establece normativamente


una edad mínima para contraer matrimonio, el Comité de los Derechos del Niño,

35
en la Observación General número 4 de 2003, párrafo 20, señala que cuando los
niños contraen matrimonio el desarrollo infantil se ve obstruido en un doble
sentido: por un lado, interfiere en la satisfacción de sus necesidades primordiales;
por otro, los priva de todas las medidas especiales de protección integral a que
tienen derecho en virtud de la CDN, pues se les considera legalmente adultos aun
cuando su edad sea menor a 18 años.

Por tal motivo, el Comité de los Derechos del Niño, a nivel de observación general,
recomienda a los Estados parte que, cuando sea necesario, reformen sus leyes
para aumentar la edad mínima para el matrimonio a los 18 años por igual para las
chicas y los chicos, con o sin acuerdo de los padres, en consonancia con la
evolución y madurez de sus facultades.

La posición de los organismos internacionales más progresistas en erradicar el


matrimonio infantil es muy firme. Al respecto, la Convención sobre la Eliminación
de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer establece en el artículo
16.2 que "No tendrán ningún efecto jurídico los esponsales y el matrimonio de
niños y se adoptarán todas las medidas necesarias, incluso de carácter legislativo,
para fijar una edad mínima para la celebración del matrimonio y hacer obligatoria
la inscripción del matrimonio en un registro oficial".

El Consejo de Derechos Humanos de la ONU expone que en el año 2012 el


Comité de los Derechos del Niño, el Comité para la Eliminación de la
Discriminación contra la Mujer, la Representante Especial del Secretario General
sobre la Violencia contra los Niños, el Grupo de Trabajo sobre la Discriminación
contra la Mujer en la Legislación y en la Práctica, así como cuatro titulares de
mandatos de procedimientos especiales, emitieron una declaración conjunta en la
que exhortaron a los Estados a elevar a 18 años la edad mínima para contraer
matrimonio sin excepción.

36
El Consejo de Derechos Humanos de la ONU elaboró un estudio en los Estados
parte acerca de los problemas relacionados con el marco jurídico y la aplicación
de las leyes sobre matrimonio infantil. Indica que en 147 países la legislación
autoriza el matrimonio de menores de 18 años de edad, con el consentimiento de
los tutores o con autorización judicial, o de otro tipo. De estos países, aprueban
que la edad de las niñas sea inferior a la de los niños. En otros países, la edad
mínima para contraer matrimonio adopta como criterio ya sea la edad de
responsabilidad penal, o la edad mínima para el consentimiento sexual, o el inicio
de la pubertad o el embarazo.

En estos casos, las legislaciones sobre el matrimonio infantil son incompatibles


con las obligaciones internacionales. El Consejo de Derechos Humanos de la
ONU señala que cada vez es más frecuente que los Estados adopten medidas
legislativas para prohibir el matrimonio infantil, y para elevar la edad mínima para
contraer matrimonio a los 18 años, tanto para niñas como para niños. Asimismo,
indica que diversos Estados, como la República Árabe, Siria, y Suecia, han
establecido sanciones para quienes lleven a cabo prácticas como el matrimonio
infantil, precoz y forzado. Señala los avances logrados en lo relativo por Albania,
Azerbaiyán, Benín, Egipto, Francia, Guinea-Bissau, Kenya, Madagascar y la
República de Corea.

El Consejo de Derechos Humanos de la ONU expresa que aún persisten graves


problemas en los Estados por la falta de adopción y aplicación de leyes para
afrontar la existencia del matrimonio infantil, precoz y forzado. Recomienda la
formulación y ejecución de políticas y estrategias nacionales con la amplia
participación del Estado y de la sociedad civil, y otros interesados pertinentes,
incluidos los legisladores y los jueces.

37
3.2. Incoherencia y contradicción entre los artículos 144 y
siguientes del CCD y el art. 396-C del Código de Menor.

Al socializar bastante haciendo hincapié en lo que es la evidente colisión entre el


código de Menor y el código Civil, en sus artículos relacionados al tema,
encontramos una contrariedad marcada, al demarcarse el matrimonio de menor
con una persona 5 años mayor como un abuso sexual.

Considerando el hecho de que el abuso sexual es penalizado en nuestro Código


de Menor, aunque esa penalización se limita al caso en que los abusadores, o
agresores mantengan una relación de autoridad, guarda o vigilancia con el menor,
dígase maestros, funcionarios, policías, entre otros, existe lo que es un conflicto
de intereses entre una y otra normativa de ley, porque una vulnera los derechos
fundamentales sostenidos en diversas convenciones internacionales de las que
nuestro país ha sido signatario, y la otra, aunque sostiene que la relación existente
entre esos dos contrayentes que ya fueron autorizados civilmente es una violación
a los derechos humanos de una de las partes. Es decir que la acción misma del
casamiento con un menor no conlleva en principio una penalidad, al parecer por la
misma autorización que recae en el permiso de los padres o abuelos del menor
contemplados en el artículo 144 del Codigo Civil.

El art. 396-C de la Ley No.136-03 establece que es abuso sexual la práctica


sexual de un niño, niña o adolescente con un adulto, o persona cinco (5) años
mayor, para su propia gratificación sexual, sin consideración del desarrollo
sicosexual del niño, niña o adolescente y que puede ocurrir aún sin contacto físico.
Por consiguiente, al legislador presentar en el Código Civil la figura del matrimonio
con un menor de edad como algo legítimo y natural, violenta el precepto de
protección de los derechos fundamentales del niño, niña o adolescente sustentado
por el mismo Código de Menor.

38
Es incoherente e inaceptable categóricamente el hecho de que un o una menor de
edad tenga la madurez suficiente para afrontar tal responsabilidad, como lo es el
matrimonio, haciendo a un lado sus derechos garantizados en la Constitución y las
Leyes, y el mismo Estado, los Legisladores son los responsables de asegurar el
goce de los derechos, especialmente de los ciudadanos más vulnerables, díganse
los niños, niñas y adolescentes. Es decir, que la contraposición existente entre
estas dos normativas dominicanas ha desencadenado mucho mal en perjuicio de
la masa más débil, por lo que trasciende la necesidad de presentar una solución
lógica y apresurada a esta colisión para garantizar la protección a los derechos de
los y las infantes y adolescentes.

En un análisis prospectivo, se plantea que la legislación civil del país, al permitir el


matrimonio infantil, suprime o limita el goce y ejercicio de los derechos humanos
de los niños. El Estado Dominicano tiene la obligación de legislar en el sentido que
indican los tratados más progresistas en la protección de los derechos humanos
de los niños, y el deber de eliminar todas las normas secundarias que los
contravienen.

Los gobiernos tienen que establecer una ley por la que la edad mínima de los
jóvenes para contraer matrimonio legalmente sea los 18 años y asegurarse de que
dicha ley se lleve a la práctica. Fomentar la inscripción de los matrimonios y los
nacimientos contribuirá a ejecutar estas leyes.

Acabar con el matrimonio infantil es complicado, ya que incluso a los progenitores


que comprenden su efecto negativo les resulta difícil resistir las presiones
económicas y sociales, y de la tradición. Enfrentarse a las actitudes y costumbres
que promueven y toleran esta práctica es vital para cambiar la edad adecuada
para contraer matrimonio.
39
En suma, para el legislador los principios constitucionales de interpretación de los
derechos humanos son principios que justifican que al integrar en el orden jurídico
interno los tratados internacionales que prohíben el matrimonio infantil, se
maximicen los derechos humanos de los niños, dotándolos de mayor eficacia. De
lo anterior resulta la obligación del Estado de llevar a cabo las medidas legislativas
necesarias para la efectiva protección de los derechos humanos de los niños.

Asimismo, debe garantizar un marco jurídico homogéneo en todo el país, pues los
tratados internacionales son obligatorios para los Estados parte en la totalidad de
su territorio. Si el Estado incumple con su obligación de legislar y prohibir el
matrimonio infantil, la parte agraviada en sentido estricto no son los Estados
contrapartes adheridos a dichos tratados, sino los niños, por la afectación de sus
derechos humanos. De acuerdo con el criterio de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, cuando un Estado no legisla en el sentido en el que
recomienda un tratado que le resulta vinculatorio, puede incurrir en
responsabilidad internacional. En el presente caso, el Estado dominicano puede
asumir responsabilidad internacional en un doble sentido. Limita o suprime los
derechos humanos de los niños, en primer lugar, al continuar con la práctica del
matrimonio infantil a la edad mínima de 15 años en la mujer y de 16 años en el
varón; en segundo lugar, al omitir dictar las normas a que está obligado para
establecer la edad mínima de 18 años para contraer matrimonio.

3.3. Posibles soluciones a la colisión existente entre el artículo


396-C del Código de Menor y el matrimonio de menores en la
Rep. Dom.

40
No existe distinción alguna entre la normativa común y aquella que brinda mayor
amplitud a los derechos de la niñez y adolescencia, pero entendiendo que estos
requieren de una protección especial es necesario crear una normativa puntual
sobre temas concretos. La "protección integral" como nuevo elemento del
sistema, es innovador en el sentido que cabe a las normas que preservan al niño
en su derecho al desenvolviendo personal y social, responde a un marco teórico
diferente.

Aunque ya no estaría facultado en un ciento por ciento innovador lo que a


continuación vamos a proponer, ya que la Cámara de Diputados ha sometido un
proyecto de Ley que modificaría el artículo 144 del Codigo Civil, donde se limite el
matrimonio y solo se permita a partir de la mayoría de edad contemplada en
nuestra Carta Magna (18 años para ambos sexos), nosotras consideramos que
sería un inicio favorable contra la erradicación del matrimonio de menores el
hecho de fomentar una marco jurídico orientado a la no permisión de contraer
matrimonio a individuos menores de 18 años.

No proponemos algo que se aceptara inmediatamente o que se empezara a


implementar de forma instantánea, sino que sería un avance importantísimo ante
el hecho de que los niños, niñas y adolescentes necesitan protección al ser más
vulnerables y ni siquiera ellos saben que es lo que mejor les conviene por no
alcanzar la madurez suficiente. Los legisladores deben afianzarse al hecho de que
verdaderamente se erradique esta figura jurídica inconstitucional (dígase así por el
hecho de que los derechos garantizados para los menores en la Constitución y las
Leyes está siendo violentado por otras normativas de ley) y así crear nuevas leyes
que amparen y fortalezcan los derechos de los menores en vez acribillarlos.

Muchos países con altas tasas de matrimonio infantil tienen leyes que prohíben
esta práctica, y realizan grandes esfuerzos políticos para fortalecer y/o hacer

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cumplir esas leyes. Las iniciativas políticas y jurídicas presentan algunos desafíos,
ya que la aplicación universal es difícil. A veces se hace difícil diferenciar estas
iniciativas impulsadas desde lo legal y desde lo político.

Otra posible solución ante la contraposición seria agregarle una penalización a la


tipificación jurídica del abuso sexual del Codigo de Menor, tal como se ha hecho
para el caso de los abusos sexuales de los profesores, policías y funcionarios
hacia los menores.

Acatar las recomendaciones realizadas por los distintos comités de las


Organización de Naciones Unidas referentes a la práctica del matrimonio a edades
prematuras.

Armonizar el artículo 144 del CCD con los tratados internacionales de derechos
humanos referentes a la niñez y adolescencia, de no poder hacerse, derogar ese
mismo artículo que establece a manera de excepción el matrimonio del menor de
edad por otro que proteja los derechos fundamentales del infante.

Ratificar la convención sobre el consentimiento para el matrimonio, la edad


mínima para contraer matrimonio y el registro de los matrimonios. Esto conlleva a
estipular como edad mínimo para poder contraer matrimonio los 18 años.

Aunque no es suficiente por sí solo, las reformas legales son importantes. La


reforma del Derecho y un marco político se hace necesaria. Se requieren
intervenciones que promuevan una mayor comunicación con equidad de género y
la toma de decisiones en torno a la Salud Sexual y Reproductiva, así como
mejorar la calidad y el acceso de las mujeres a los servicios de salud. Hay
intervenciones que incluyen incentivos a niñas y sus familias para que mantengas

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A nivel mundial, una de las formas en que UNICEF aborda el problema de los
matrimonios infantiles es promoviendo la educación de las niñas. Los estudios han
demostrado que un mayor nivel de educación las protege contra los matrimonios
precoces. UNICEF es el organismo principal de la Iniciativa de las Naciones
Unidas para la Educación de las Niñas, cuya misión es que todos los niños y niñas
del mundo puedan terminar sus estudios primarios antes de 2015.

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