Está en la página 1de 3

Resumen del cuento: “EL AVIÓN DE LA BELLA DURMIENTE”

En este cuento el protagonista narra la inolvidable experiencia al ver a una joven con
una belleza sobrenatural. Era una chica de aproximadamente veinte años, era muy
bella, con una hermosa piel del color del pan, y los ojos de almendras verdes con un
cabello liso y negro y un aura de antigüedad. Aquella belleza tan sobrenatural por un
segundo se robó la mirada del protagonista para después desaparecen ente la
muchedumbre del vestíbulo. Había más transito que de costumbre en las calles de la
ciudad y una nevada tan impresionante que el protagonista clasifico como la más
grande del siglo.

En el vestíbulo del aeropuerto él estaba en la fila del registro detrás de una anciana
holandesa fastidiosa que demoro casi una hora discutiendo por el peso de su maleta,
mientras la empleada marcaba en la tarjeta del embarque el número del asiento y el
hombre andaba casi hipnotizado por aquella belleza, por primera vez vio los ojos color
uva de la empleada que le sirvieron de consuelo mientras volvía a ver la bella, Sólo
entonces le advirtió que el aeropuerto acababa de cerrarse y todos los vuelos estaban
diferidos.

Pero en la sala de espera de la primera clase la primavera era tan real que había rosas
vivas en los floreros y hasta la música enlatada parecía tan sublime y sedante como lo
pretendían sus creadores. De pronto se le ocurrió que aquel era un refugio adecuado
para la bella, y la busco en los otros salones, Pero la mayoría eran hombres de la vida
real que leían periódicos en inglés mientras sus mujeres pensaban en otros. La
comunicación con la ciudad estaba interrumpida, y el palacio de plástico transparente
parecía una inmensa cápsula espacial varada en la tormenta.

A la hora del almuerzo las colas se hicieron interminables frente a los siete
restaurantes, las cafeterías, los bares atestados y en menos de tres horas tuvieron que
cerrarlos porque no había nada qué comer ni beber, al final le toco comerse los dos
helados que compro en una tienda infantil mientras pensaba en la bella.

El vuelo de Nueva York, previsto para las once de la mañana, salió a las ocho de la
noche. Cuando por fin logro embarcar, los pasajeros de la primera clase estaban ya en
su sitio, y una azafata lo condujo al de él. En la poltrona vecina, junto a la ventanilla, la
bella estaba ahí. Aquella chica pidió un vaso de agua al sobrecargo y le dio la orden de
no despertarla durante el vuelo, bajo la cortina y seguido a esto saco un cofre con unas
pastillas y se las tomo para después arroparse hasta la cintura, ponerse el antifaz y
acostarse a dormir durante ocho horas y doce minutos que duró el vuelo a Nueva York.

La tormenta más grande del siglo había pasado y el avión parecía inmóvil entre las
estrellas. Entonces él la contempló palmo a palmo durante varias horas, y la única
señal de vida que pudo percibir fueron las sombras de los sueños que pasaban por su
frente como las nubes en el agua. El hombre cayo vencido por la champaña y tras
dormir varias horas se despertó con la cabeza agrietada, Dos lugares detrás yacía la
anciana de las once maletas despatarrada de mala manera en la poltrona.

Después de desahogarse de los excesos de champaña se sorprendió a mí mismo en el


espejo, indigno y feo. De pronto el avión se fue a pique, se enderezó como pudo, y
prosiguió volando al galope. Salió en estampida, con la ilusión de que las turbulencias
despertaran a la bella, y que tuviera que refugiarse en sus brazos huyendo del terror.
El sueño de la bella era invencible. Cuando el avión se estabilizó, tuvo que resistir la
tentación de sacudirla con cualquier pretexto, porque lo único que deseaba en aquella
última hora de vuelo era verla despierta. La bella despertó sin ayuda en el instante en
que se encendieron los anuncios del aterrizaje, y estaba tan bella y lozana como si
hubiera dormido en un rosal. Se quitó el antifaz, abrió los ojos radiantes, enderezó la
poltrona, tiró a un lado la manta, se sacudió las crines que se peinaban solas con su
propio peso, volvió a ponerse el cofre en las rodillas, y se hizo un maquillaje rápido y
superfluo, que le alcanzó justo para no mirarlo hasta que la puerta se abrió.

Entonces se puso la chaqueta de lince, pasó casi por encima de el con una disculpa
convencional en castellano puro de las Américas, y se fue sin despedirse siquiera, sin
agradecerle y desapareció hasta el sol de hoy en la amazonia de Nueva York.

Vocabulario

Lince: Piel de este animal, que se caracteriza por ser de pelo largo, suave y muy
flexible; es muy apreciada en peletería la parte del vientre, de color blancuzco con
pequeñas manchas oscuras.

Tenues: Este adjetivo permite calificar a aquello que tiene poca fuerza, es suave o
evidencia una resistencia escasa. ... Tenue, por otra parte, puede ser aquello que
carece de fuerza.

Buganvilias: Planta trepadora originaria de América, de hojas pequeñas lanceoladas,


tallos leñosos y largas brácteas de color rojo violáceo, rosado, blanco o amarillento; se
utiliza como planta de jardín.

Poltrona: Butaca mullida y bastante grande, generalmente cómoda y algo más baja de
lo normal.

Cartesiana: Que es extremadamente metódico, lógico o racional.

Hálito: Aliento o aire que sale por la boca al respirar, especialmente cuando arrastra
humedad visible.
Crines: Conjunto de pelos gruesos y largos que tienen los caballos y otros animales a lo
largo de la parte superior del cuello o en la cola.

Párrafo del realismo mágico

En este cuento se evidencian los elementos “casuales”, “las extrañas y raras


coincidencias” y los hechos insólitos. En primer lugar el protagonista casualmente se
encuentra con una desconocida y "Un amor a primera vista" se apodera de él, escoge
un asiento casual y resulta que le toca al lado de la bella y como una coincidencia la
nevada más grande del siglo provoca una serie de turbulencias que afecta a todo
mundo menos a la desconocida que sigue durmiendo como si nada, para finalmente al
aterrizaje despertarse como si nada hubiese pasado e irse.

Dibujo

También podría gustarte