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Teorías del origen del universo.

Desde tiempos inmemoriales, el génesis universal ha sido una gran espina para el
ser humano y a lo largo de los años, una variedad de planteamientos se han
formulado para encontrar una explicación plausible. Muchas han sido las teorías
que han tratado de explicar cómo se formó el universo; sin embargo, veremos un
resumen de estas teorías del origen del universo, las más elementales al
momento de hablar del nacimiento de nuestro universo.

Existen cuatro teorías fundamentales que explican el origen del universo. Estas
son:
• La teoría inflacionaria
• La teoría del estado estacionario
• La teoría del universo oscilante
• La teoría del Big Bang

En la actualidad, las más aceptadas son la del Big Bang y la Inflacionaria. Pero
veamos en qué consisten estas cuatro teorías fundamentales:

Teoría inflacionaria
Es una de las más aceptadas y mejor fundamentadas. La teoría de inflación
cósmica, popularmente conocida como la teoría inflacionaria, formulada por el
gran cosmólogo y físico teórico norteamericano Alan Guth, intenta explicar los
primeros instantes del universo basándose en estudios sobre campos gravitatorios
fortísimos, como los que hay cerca de un agujero negro.

Esta teoría supone que una fuerza única se dividió en las cuatro que ahora
conocemos (las cuatro fuerzas fundamentales del universo: gravitatoria,
electromagnética, nuclear fuerte y nuclear débil), provocando el origen del
universo. El empuje inicial duró un tiempo prácticamente inapreciable, pero fue tan
violenta que, aun cuando la atracción de la gravedad frena las galaxias, el universo
todavía crece y absolutamente todo en el universo está en constante movimiento.

Teoría del estado estacionario


La teoría del estado estacionario se opone a la tesis de un universo evolucionario.
Los seguidores de esta teoría consideran que el universo es una entidad que no
tiene principio ni fin: no tiene principio porque no comenzó con una gran explosión,
ni se colapsará en un futuro lejano para volver a nacer.

El impulsor de esta idea fue el astrónomo inglés Edward Milne y según ella, los
datos recabados por la observación de un objeto ubicado a millones de años luz,
deben ser idénticos a los obtenidos en la observación de la Vía Láctea desde la
misma distancia. Milne llamó a su tesis principio cosmológico.
En 1948, algunos astrónomos retomaron este principio y le añadieron nuevos
conceptos, como el principio cosmológico perfecto. Este establece, en primer lugar,
que el universo no tiene un génesis ni un final, ya que la materia interestelar siempre
ha existido y en segundo término, que el aspecto general del universo no solo es
idéntico en el espacio sino también en el tiempo.

Teoría del universo oscilante


La teoría del universo oscilante sostiene que nuestro universo sería el último de
muchos surgidos en el pasado, luego de sucesivas explosiones y contracciones.

El momento en que el universo se desploma sobre sí mismo atraído por su propia


gravedad es conocido como Big Crunch, y marcaría el fin de nuestro universo y
el nacimiento de otro nuevo.

Esta teoría fue planteada por el profesor Paul Steinhardt, profesor de física teórica
en la Universidad de Princeton.

Teoría del “Big Bang”


La teoría de la gran explosión, mejor conocida como la teoría del Big Bang, es la
más popular y aceptada en la actualidad. Esta teoría, a partir de una serie de
soluciones de ecuaciones de relatividad general, supone que hace entre unos
14 000 y 15 000 millones de años, toda la materia del universo (lo cual incluye al
universo mismo) estaba concentrada en una zona extraordinariamente pequeña,
hasta que explotó en un violento evento a partir del cual comenzó a expandirse.

Toda esa materia, comprimida y contenida en un único lugar, fue impulsada tras la
explosión, comenzó a expandirse y se acumuló en diversos puntos. En esa
expansión, la materia se fue agrupando y acumulando para dar lugar a las primeras
estrellas y galaxias, formando así lo que conocemos como el universo.

Los fundamentos matemáticos de esta teoría incluyen la teoría general de la


relatividad de Albert Einstein junto a la teoría estándar de partículas
fundamentales. Todos estos aspectos, no solo hacen de esta la teoría más
respetada, sino que dan lugar a nuevas e interesantísimas cuestiones, como por
ejemplo, si el universo seguirá en constante expansión por el resto de los tiempos
o si por el contrario, un evento similar al que le dio origen puede hacer que el
universo entero vuelva a contraerse (Big Crunch), entre otras.
Algunos científicos sostienen que luego de la formación del universo, que se estima
hace 13,730 millones de años, nuestro sistema solar se originó a partir de una
nebulosa de gases cósmicos y polvo, de diámetro mucho mayor al del sistema solar
actual, que luego de determinado momento comenzó a girar y de ese remolino de
gases se desprendieron pequeñas porciones de materia que siguieron girando. A
esas porciones de materia se unieron otras partículas para formar cuerpos más
grandes a partir de los cuales se originaron los planetas.
Una fracción de esa nebulosa llamada prototierra sufrió una larga evolución antes
de transformarse en nuestro planeta Tierra.
La mayoría de los científicos coincide en que la Tierra demoró aproximadamente
3,600 millones de años en consolidarse, tal como la vemos hoy, que es la edad
que corresponde a las rocas más antiguas descubiertas hasta hoy. Si se deduce
esa cantidad a los 4,500 millones de años que es lo que se calcula como edad de
la tierra y de los demás astros del Sistema Solar, se puede concluir que la etapa
preformativa de nuestro planeta duró cerca de 1,000 millones de años.
Durante los 4,500 millones de años que tomó la formación del planeta Tierra y luego
de producirse un rápido enfriamiento de la misma, ésta ya poseía el manto y una
corteza sólida a su alrededor.
A partir de ese momento empezaron a producirse cambios en la distribución de las
aguas, las tierras, y en la composición de la atmósfera.

TEORÍA DE LA DERIVA CONTINENTAL:

La deriva continental es el desplazamiento de las masas continentales unas


respecto a otras. Esta hipótesis fue desarrollada en 1912 por el alemán Alfred
Wegener a partir de diversas observaciones empírico-racionales, pero no fue hasta
la década de los sesenta, con el desarrollo de la tectónica de placas, cuando pudo
explicarse de manera adecuada el movimiento de los continentes.
La geográfica de los fósiles fue uno de los argumentos que usó Alfred Wegener para
demostrar la veracidad de su teoría. Fue propuesta originalmente basándose, entre
otras cosas, en la manera en que parecen encajar las formas de los continentes a
cada lado del océano Atlántico, como África y Sudamérica, de lo que ya se habían
percatado anteriormente Benjamín Franklin y otros. También tuvo en cuenta el
parecido de la flora fósil de los continentes septentrionales y ciertas formaciones
geológicas. Más en general, Wegener conjeturó que el conjunto de los continentes
actuales estuvieron unidos en el pasado remoto de la Tierra, formando un
supercontinente, denominado Pangea, que significa «toda la tierra» en griego.
Este planteamiento fue inicialmente descartado por la mayoría de sus colegas, ya
que su teoría carecía de un mecanismo para explicar la deriva de los continentes.
En su tesis original, propuso que los continentes se desplazaban (hace 200 millones
de años) sobre otra capa más densa de la Tierra que conformaba los fondos
oceánicos y se prolongaba bajo ellos, de la misma forma en que uno desplaza una
alfombra sobre el piso de una habitación. Sin embargo, la enorme fuerza de fricción
implicada motivó el rechazo de la explicación de Wegener y la puesta en suspenso,
como hipótesis interesante pero no probada, de la idea del desplazamiento
continental. En síntesis, la deriva continental es el desplazamiento lento y continuo
de las masas continentales.

El meteorólogo alemán Alfred Wegener reunió en su tesis original pruebas


convincentes de que los continentes se hallaban en continuo movimiento. Las más
importantes eran las siguientes.
Pruebas geográficas:
Wegener sospechó que los continentes podrían haber estado unidos en tiempos
pasados al observar una gran coincidencia entre la forma de las costas de los
continentes, especialmente entre Sudamérica y África. Si en el pasado estos
continentes hubieran estado unidos formando solo uno, (Pangea), es lógico que los
fragmentos encajen. La coincidencia es aún mayor si se tienen en cuenta no las
costas actuales, sino los límites de las plataformas continentales.
Pruebas geológicas:
Se basaban en los descubrimientos a partir de esta ciencia. Cuando Wegener reunió
todos los continentes en Pangea, descubrió que existían cordilleras con la misma
edad y misma clase de rocas en distintos continentes que, según él, habían estado
unidas. Estos accidentes se prolongaban a una edad que se pudo saber calculando
la antigüedad de los orógenos (un orógeno es una estructura montañosa de
carácter lineal).
Pruebas paleoclimáticas
Utilizó ciertas rocas sedimentarias como indicadores de los climas en los que se
originan, dibujó un mapa de estos climas antiguos y concluyó que su distribución
resultaría inexplicable si los continentes hubieran permanecido en sus posiciones
actuales. A causa de antiguas glaciaciones se han encontrado tillitas (rocas
sedimentarias de origen glaciar, que se forman debido al endurecimiento de los
arrastres glaciares) en zonas muy separadas geológicamente.
Pruebas paleontológicas
Alfred Wegener también descubrió otro indicio sorprendente. En distintos
continentes alejados mediante océanos, encontró fósiles de las mismas especies,
es decir, habitaron ambos lugares durante el periodo de su existencia. Y es más,
entre estos organismos se encontraban algunos terrestres, como reptiles o plantas,
incapaces de haber atravesado océanos, por lo que dedujo que durante el periodo
de vida de estas especies el Pangea había existido.
ESTRUCTURA INTERNA DE LA TIERRA
La Tierra es una esfera ligeramente abultada en el ecuador, su radio es de 6,400
kilómetros, su densidad media: 5,52.

La materia terrestre sólo nos es bien conocida en su superficie; se ha efectuado el


análisis químico de las principales rocas componentes, y conociendo la densidad
de sus elementos se obtiene como densidad del material de superficie 2,97, cifra
inferior a la densidad media. Lo cual induce a pensar que hacia el centro de la Tierra
deben encontrarse cuerpos de densidad superior a la media (5,52). Como los
meteoritos (fragmentos de otros planetas: bólidos, “estrellas fugaces”) están
formados esencialmente por hierro y níquel, todo el mundo admite como muy
verosímil la presencia, en el centro del globo, de hierro (densidad: 7,7) y de níquel
(densidad: 8,8).

La temperatura de la superficie es la que nos viene del Sol; pero a medida que nos
hundimos en el espesor del suelo, ella va aumentando regularmente aunque con
variantes según la naturaleza del terreno. Se llama “grado geotérmico” al
hundimiento necesario para un aumento de temperatura de 1ºC. El “grado
geotérmico” medio es de 33 metros. Pero, no olvidemos que nuestras
observaciones correctas y suficientemente numerosas sólo se refieren a una
profundidad de algunos kilómetros con relación al radio de 6400 kilómetros de la
tierra, lo cual representa el conocimiento de aproximadamente 1 / 2,000 del
espesor de nuestro globo.

En estas condiciones, es difícil saber cuál puede ser la temperatura del centro de
la Tierra, que se calcula en aproximadamente 3 000ºC.

Por consiguiente, al ir desde la periferia hacia el centro de la Tierra se observa un


aumento de densidad y de calor. Esto parece un hecho cierto.

Otro dato mucho menos preciso, es el grado de fluidez de las zonas profundas.
Las proyecciones líquidas de los volcanes, las inyecciones hasta la superficie de los
filones metálicos, han obligado a admitir hasta nuestros días, que la Tierra era una
masa de cuerpos en fusión, solidificada en su superficie en una corteza que se
denominaba la “Corteza primitiva”.

En realidad, no sabemos exactamente en qué estado se encuentran los cuerpos


hacia el centro de la Tierra.

Lo que sabemos por los resultados de la sismología y de la gravimetría (ciencia de


la gravedad, ciencia de los terremotos), es que nuestro globo está formado por
zonas concéntricas entre las cuales se observa lo que se denominan las
“discontinuidades”:

La envoltura o manto ……………3 000 kilómetros


El núcleo ..................................... 3 370 kilómetros
El manto posee una capa superficial de unos 60 kilómetros, separada de la capa
profunda gracias a la discontinuidad llamada “de Mohorovicic”, sabio yugoslavo que,
por medio del estudio de la gravedad descubrió este límite a principios de este siglo.

· Química de la Tierra

1. La envoltura o manto es silicatada, o sea, los dos átomos de base de su


constitución son:
el Silicio = Si
el Oxígeno = O

A. La capa superficial o corteza se caracteriza químicamente por el predominio


del átomo de aluminio: Al, en los silicatos. Está formada principalmente por
granitos ácidos y basaltos básicos. Se le da el nombre de “SiAl” o litósfera.
B. Más allá de unos sesenta kilómetros, la capa profunda se hace rica en
Magnesio: Mg, y parece estar formada esencialmente por peridotita.
Los peridotos son silicatos dobles de hierro y de magnesio. Llámase a
esta capa “SiMa” o Pirósfera, es más densa y menos sólida que el SiAL.

2. Del núcleo no sabemos gran cosa aparte la presencia muy probable de


hierro y de níquel, lo cual hace que se le llame “NiFe” o barisfera.

La litósfera (el SiAl) se encuentra en continua transformación por el agua y por


el aire. Es preciso, pues, completar nuestro esquema teórico envolviendo la
litósfera en una película de agua (la hidrósfera) de un espesor medio de 4
kilómetros y de una capa gaseosa de 100 kilómetros aproximadamente,
llamada atmósfera.

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