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La Bandera

La tejieron con jirones arrancados de la gloria,


puso Dios besos de aurora en los hilos de sus mallas
y sedienta y anhelosa del laurel de la victoria,
presidió como una virgen el furor de las batallas.

Cruzó mares procelosos, escaló montes salvajes,


arrullada entre los cantos de bravísimos patriotas
y jamás se vio manchado el azul de sus encajes
con el lodo y los insultos de las bárbaras derrotas.

Es el palio de los cielos, es el manto soberano


que despliega sus hechizos a los ósculos del viento.
San Martín nació a su sombra, fue la cuna de Belgrano
Y de Urquiza y de Lavalle y de Mitre y de Sarmiento.

Lleva manchas de la sangre que Falucho dio por ella,


lleva besos y sonrisas, lleva lágrimas y ruegos…
Y es tan tierna y amorosa, tan magnánima y tan bella
que hasta el sol bajó a sus pliegues hecho luces y hecho fuego.

Es el manto cariñoso que recoge entre sus flecos


las espinas y las hieles de los llantos y las penas
ella apaga de los odios los rencores y los ecos
y quebranta al desterrado las durísimas cadenas.

Es inmensa en su cariño y lo mismo ondea y brilla


en el techo de un alcázar que en un rancho solitario.
De las fuentes que serpean por sus telas sin mancilla
bebe paz el harapiento como bebe el millonario.

En la cuna es miel y besos y caricias y ternuras.


En la angustia es sol bendito que cautiva y enamora.
En la guerra es heroísmo, es arranques y es bravuras
En la tumba es llanto triste de una madre que nos llora.
En el arte es luz y acordes de las liras y pinceles.

En la ciencia es la lumbrera que las sombras iluminan.


Y en la historia de los siglos es el trono de laureles
donde ostenta sus grandezas la República Argentina.

Coronadla de canciones, de plegarias y de amores.


Es la madre que nos quiere, es la patria toda entera.
Y no hay dicha cual la dicha de morir bajo los pliegues
del jardín inmaculado de esa plácida bandera.

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