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UN RECUERDO PARA SIEMPRE

El día primero de octubre del presente año 1987,


viajamos Ofelia y yo a Cajamarca a esta bonita y
activa ciudad serrana, enclavada en una llana y
amplia planicie y que tiene como constante y celoso
guardián al pequeño cerro llamado ‘‘Santa
Apolonia’’ en cuyo pecho descubierto aún todavía
podemos admirar algo que evoca y transmite a
nuestros ancestras generaciones, la grandeza de
una raza ancestral, pero que contrasta a corta
distancia de este símbolo incaico se encuentra las
arquitectónicas reliquias religiosas construidas hace
más de 300 años por los invasores conquistadores
españoles, a éstas reliquias coloniales acuden hoy.
Autóctonos naturales, como mestizos a rendir
cultos a nuestros …
En esta ciudad tan rica en historia que hace 454
años, estampó su nombre en las páginas históricas
de nuestro Perú se encuentra la Universidad
Nacional de Cajamarca, que año tras año profundiza
sus raíces como de las milenarias males andinos que
la rodean se yergue pues como una filantrópica
dama, cuyo único y querido propósito es amar el
saber a cuántos jóvenes estudiantes tengan la
suerte y los méritos necesarios para alcanzar de ella
su sustento intelectual.
Este viaje tan lleno de emociones que nos otorga
sus sorprendente vía si querido y hermoso paisaje
que de una manera casi imperceptible íbamos
ascendiendo y dominando lentamente al coloso
cajamarquino, la cumbre del ‘‘Gavilán’’, pero no es
esta sola emoción la que pone nuestros nervios,
habrá otras acompañadas de gratas satisfacciones
que vendrán enseguida.
Viajamos a Cajamarca exclusivamente para asistir a
los actos celebratorios a realizarse con motivo de la
culminación de sus estudios de la décima octava
promoción de enfermería ‘‘Bodas de plata’’
integrada por 33 jóvenes alumnas que muy pronto
egresarán de la Universidad para poner al servicio
de quienes lo necesiten sus conocimientos
profesionales adquiridos.
Puedo describir en dos partes esta significativa
fiesta cultural honorífica, el primero se realizó en la
iglesia ‘‘El Monasterio’’ que fue previamente
engalanada con vistosas flores se ofreció una misa
con un ritual especial y alusivo a este singular
acontecimiento, posteriormente se bendijo las
tocas de toda la promoción, finalmente fue
bendecida por el sacerdote en el altar mayor toda la
promoción en conjunto, en este acto religioso
primaron los fieles.
Después de este acto religioso nos dirigimos a la
Universidad en cuyo salón de honor se realizó otra
significativa ceremonia con un programa
cabalmente cumplido, empezó este acto con las
palabras del señor decano de la Facultad de
Medicina, se entonó el himno nacional coreado por
todos los presentes, se hizo una reseña histórica de
la Universidad desde su modesta fundación hasta lo
que es hoy y después de que varios alumnos de la
promoción se tomaran la palabra, se procedió a la
colocación de tocas y distintivos por sus respectivos
padrinos de cada una de las promocionadas, acto
muy emotivo cuando nos correspondió a Ofelia y a
mi cumplir con este requisito, dentro de nuestro
nerviosismo cumplimos de todas maneras con
nuestro compromiso de padrinar y con nuestro
deber de padres, un cariñoso abrazo y una foto
selló nuestra participación, así cumplimos con
nuestra hija Elia, aquel abrazo fraterno fue el único
regalo que recibió de sus padres.
Finalmente, formó toda la promoción en el estado
de honor de la Universidad donde entonaron el
Himno de la Enfermería, finalizando ésta ceremonia
con un brindis de Champagne, brindándose por un
promisor y feliz futuro de esta nueva promoción de
Enfermería.
Ahora, paso a otra parte muy importante para mí y
me dirijo directamente a ti, Elia Rosa y digo así
querida hija, muchas veces he pensado en tu vida
de estudianta Universitaria, pero jamás pensé
encontrarme frente a la patética realidad, ésta
realidad se puso frente a mis ojos al instante que
llegamos a tu modesto y estrechísimo aposento,
realidad inconcebible para mi hasta este entonces.
Es seguro hija, que muchos estudiantes
provincianos y de escasos recursos económicos
sufran lo mismo que tú, los rigores que ocasiona
una precaria situación económica, la pobreza limita,
pero no quita el derecho a triunfar, enaltece a la
persona y amerita la condición propia de ella
cuando se eleva dentro de la adversidad para
acometer acciones dignas y honrosas que algún día
la sociedad indiferente sabrá considerar.
Yo me pregunto y me seguiré preguntando: ¿A caso
fue una promesa silenciosa hacia tus padres de que
no desmayarías jamás en tu propósito? O una
clamorosa solicitud de ayuda espiritual a nuestro
creador para que Él te de la fortaleza suficiente para
resistir más de 5 años de sufrimiento, de
privaciones y estrechez, más de 5 años de
semisoledad, nosotros no lo sabemos Elia, pero, tú
si lo sabes cuál fue esa fuerza invencible que te
ayudó a seguir adelante hasta alcanzar la raya final
de tu ansiada aspiración.
Pero querida hija, todas vicisitudes y adversidades
por ti soportadas muy pronto quedarán atrás y solo
quedará la huella indeleble de un triste e
inmemorable recuerdo.
Elia, hija nuestra, toda cosa tiene su precio, el
triunfo también tiene un alto precio, mucho más
cuando se lo consigues en condiciones adversas, es
por eso Elia que habiendo tú escogido por decisión
propia esta profesión de enfermería la que abriga
principios humanitarios de nobleza y abnegación
algún día te dará múltiples satisfacciones y del
huerto que tu vienes cultivando durante 5 largos
años con tanto sacrificio y privaciones comenzarás a
cosechar los dulces frutos de tu personal esfuerzo.
Elia para dar término a este modesto escrito solo te
pido que tomes en consideración estas últimas
palabras cuando tu comiences a ejercer tu
profesión hazlo con modestia, con nobleza, con
cariño, con trato afable y con amor al prójimo
porque solo así estarás contribuyendo con parte de
la medicina que un paciente necesita para su
recuperación y con esta bondadosa atención un
enfermo no se sienta aislado ni abandonado y más
bien sí consolado y reconfortado dentro de sus ayes
de dolor quizá llegue a pronunciar una trémula
palabra de agradecimiento y gratitud o quizás según
su estado una última significativa mirada para quién
fue su atenta y bienhechora enfermera.
UN RECUERDO PARA SIEMPRE
TU PADRE FERNANDO
CHEPÉN, OCTUBRE DE 1987

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