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EL ALTAR DEL INCIENSO.

Vamos a leer como estaba hecho este altar del incienso. Éxodo 30:1 “Harás así mismo un altar para quemar el
incienso. De madera de acacia lo harás. Su longitud será de un codo y su anchura de un codo, será cuadrado, y su
altura de dos codos y sus cuernos serán parte del mismo. Lo cubrirás de oro puro. Su cubierta, sus paredes en derredor
y sus cuernos. Le harás en derredor una cornisa de oro. Le harás también dos anillos de oro debajo de su cornisa, a
sus dos esquinas y a ambos lados, para meter las varas con que será llevado. Harás las varas de madera de acacia y
las cubrirás de oro. Lo pondrás delante del velo que está junto al arca del testimonio, delante del propiciatorio que está
sobre el testimonio, donde me encontraré contigo. Y Aarón quemará incienso aromático sobre él cada mañana cuando
aliste las lámparas y lo quemará. Cuando Aarón encienda las lámparas al anochecer, quemará el incienso, rito
perpetuo delante de Jehová, por vuestras generaciones. No ofreceréis sobre él incienso extraño, ni holocausto, ni
ofrenda, ni tampoco derramaréis sobre él libación. Sobre sus cuernos hará Aarón libación una vez al año, con la
sangre del sacrificio por el pecado para expiación. Una vez al año hará expiación y aspersión sobre él por vuestras
generaciones. Será muy santo a Jehová.”
El altar es de oro. Sin embargo está hecho de madera de acacia recubierta de oro. Tiene 4 cuernos. Es cuadrado y
también tiene una cornisa de oro como una corona encima alrededor. Está puesto directamente delante del Lugar
Santísimo, frente al velo. Solamente fuego sagrado se podía encender en ese altar, y únicamente se quemaba incienso en
él. Nunca se colocaba nada arriba de ese altar. Solamente una vez al año, en el día del juicio, de la expiación, cuando se
limpiaba el santuario, el sumo sacerdote ensuciaba sus cuernos con sangre. Eso lo pueden leer ustedes en Lev. 16.
La madera recubierta con oro representa la humanidad de Cristo y su divinidad. El oro representa a Dios. Job 22:25 “El
todo poderoso será tu defensa. El todopoderoso será tu oro…” dice literalmente en hebreo. El oro representa entonces a
Dios, la divinidad de Cristo cubierta; la madera su humanidad. Debiera ser al revés, alguno diría, porque la
humanidad de Cristo cubrió Su divinidad (cuando Jesús vino a esta tierra); pero aquí estamos dentro del Lugar Santo.
Ahora la divinidad de Cristo va por encima de su humanidad. Cuando estuvo en esta Tierra, la humanidad de Cristo
era lo que se veía. Ahora que está en el Cielo, lo que predomina es Su divinidad. La parte divina. Así que la madera está
recubierta por oro fino.
Los 4 cuernos representan poder, fortaleza para poder vencer el pecado, poder en nuestro trabajo por el Señor,
para poder salvar almas. Representan victoria a través de la oración, porque es el altar de la oración, el altar del
incienso. Representa también el honor con el que son coronados todos aquellos que se aferran del Señor en oración, para
obtener la victoria sobre el pecado.
Hijos e Hijas de Dios, página 335 “Somos llamados a comulgar con Cristo en el lugar más cercano a Su trono. En el
altar del incienso. Súplicas, peticiones, oraciones fervorosas entre el hombre y Dios, toman su parte para dirigir los
asuntos en esta Tierra. La oración puede mover todo el Cielo a nuestro favor. Por la oración se logra, lo que no se
logra de ninguna otra manera.”
Como la corona alrededor de ese altar del incienso, también había una corona alrededor de la mesa. Y eso representa la
victoria que tendrán aquellos que se mantienen en oración y en contacto con el Señor. Ganan las victorias del Señor a
través de la oración y serán coronados con una corona de victoria.
En este altar de oro, se representa la intercesión perpetua de Cristo en nuestro favor. Aquí se hacia una intercesión
perpetua. Por eso el incienso siempre tenía que estarse quemando. Mañana y tarde. ¿Se acuerdan en el altar? Era la
justificación continua. El sacrificio contínuo. Nunca se podía apagar el fuego. Aquí representa la intercesión continua
del Señor Jesús. Nunca Él deja de interceder por nosotros. Por la sangre y por el incienso se podía acercar uno a Dios.
La sangre de la justificación o expiación perpetua y el incienso de la intercesión perpetuo.
Patriarcas y Profetas, página 353. “Delante del velo del Lugar Santísimo estaba el altar de la intercesión perpetua.”
Delante del Lugar Santo, el altar del sacrificio perpetuo.” Delante del Lugar Santísimo el altar de la intercesión
perpetua. Delante del Lugar Santo el altar del sacrificio contínuo. “Por la sangre y por el incienso Dios se acercaba a
Su pueblo, y el pueblo se acercaba a Su Dios. Ambos símbolos señalaban a nuestro gran Mediador a través de quien
los pecadores pueden acercarse a Jehová Dios, y a través de quien podemos alcanzar misericordia y salvación. Todo
pecador arrepentido y toda alma creyente, puede aferrarse de los méritos de la sangre y del incienso. La justificación y
la intercesión de Cristo en el santuario celestial.”
El incienso también estaba hecho de 4 ingredientes. Se repite el número 4. Éxodo 30:34-36 “Dijo además Jehová a
Moisés, toma especies aromáticas, estacte y uña aromática, gálbano aromático e incienso puro, todo en igual peso, y
harás de ello el incienso, un perfume según el arte del perfumador, bien mezclado, puro y santo. Y molerás parte de él
en polvo fino y lo pondrás delante del testimonio en el tabernáculo de reunión, donde yo me mostraré a ti. Os será cosa
santísima. Como este incienso que harás no os haréis otro según su composición. Te será cosa sagrada para Jehová.
Cualquiera que hiciere otro como este para olerlo, será cortado de en medio de su pueblo.”
El incienso era algo sagrado. Solo para ser usado en el templo. Y la fórmula del incienso era única. Los 4
ingredientes que debían ser puestos, de la misma manera, en la misma cantidad, debían ser molidos y podía usarse
solamente para el santuario. El que se atrevía a hacer esta misma fórmula de incienso y usarla para olerlo o para tener
rico olor en el hogar, era cortado de en medio del pueblo de Dios. Así como en el pan se usaban 4 ingredientes, en el

incienso también se usan 4 ingredientes. Son 4 especies aromáticas que representan la justicia perfecta de Cristo. Y
también el incienso tenía que ser molido sumamente fino. Así también Cristo fue hecho perfecto a través del
sufrimiento, para que pudiese llegar a ser un Sumo Sacerdote que pudiese compadecerse de nuestras debilidades, y así
hacer reconciliación con el pecado del pueblo.
De igual manera, es el sufrimiento el que nos guía al altar. Cuanto más sufrimos más nos acercamos a Dios a través de
la oración para recibir así potestad para vencer el pecado y poder ayudar a otros. Ese es el propósito del altar del
incienso.
El incienso se ponía por la mañana y por la noche, representando el culto diario donde nuestras oraciones deben subir al
trono de gracia. Mañana y tarde. Ese incienso representa las oraciones de los santos. Apocalipsis 8:3 “Vino otro ángel y
se paró ante el altar con un incensario de oro y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los
santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Vean, el Lugar Santísimo es el trono de Dios, el altar está
delante del trono, y el ángel añade mucho incienso a las oraciones de los santos.” Ese es el altar donde Cristo añade
Su justicia a las oraciones de los santos. El Señor Jesús presenta nuestras oraciones delante de Dios. Apocalipsis 5:8
“Y cuando hubo tomado el libro, los 4 seres vivientes y los 24 ancianos se postraron delante del Cordero. Todos tenían
arpas, copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos.” El incienso son las oraciones de los santos.
El Señor Jesús ofrece nuestras oraciones delante del Padre como incienso.
Patriarcas y Profetas, página 367 “Al presentar la ofrenda del incienso, el sacerdote se acercaba más directamente
a la presencia de Dios, que en ningún otro acto de los servicios diarios. Como el velo interior del santuario no
llegaba hasta el techo del edificio, la gloria de Dios que se manifestaba sobre el propiciatorio, era parcialmente
visible del Lugar Santo. Cuando el sacerdote ofrecía incienso ante el Señor, miraba hacia el arca, y mientras
ascendía la nube de incienso, la gloria divina descendía sobre el propiciatorio y henchía el Lugar Santísimo. Y a
menudo llenaba tanto las dos divisiones del santuario, que el sacerdote se veía obligado a retirarse hasta la puerta
del tabernáculo. Así como en ese servicio simbólico el sacerdote miraba, por medio de la fe, el propiciatorio que no
podía ver, así también ahora el pueblo de Dios ha de dirigir sus oraciones a Cristo, su gran Sumo Sacerdote, que
invisible para el ojo humano, está intercediendo en su favor en el santuario celestial.”
El incienso que ascendía con las oraciones de Israel, representaba los méritos y la intercesión de Cristo, Su perfecta
justicia, la cual por medio de la fe es acreditada a Su pueblo y es lo único que puede hacer el culto de los seres
humanos aceptable ante Dios. Delante del velo del Lugar Santísimo estaba el altar de la intercesión perpetua (el altar
del incienso); y delante del Lugar Santo el altar de expiación continua (el altar de los sacrificios). Había que acercarse
a Dios mediante la sangre y el incienso, pues simbolizaban al gran Mediador por medio de quien los pecadores
pueden acercarse a Jehová, y por cuya intervención tan solo puede otorgarse misericordia y salvación para el alma
perdida y arrepentida. Mientras de mañana y tarde los sacerdotes entraban en el Lugar Santo a la hora del incienso, el
sacrificio diario estaba listo para ser ofrecido en el altar de afuera, en el atrio. Esta era una hora de intenso interés para
los adoradores que se congregaban delante del tabernáculo. Antes de allegarse a la presencia de Dios por medio del
ministerio del sacerdote, debían hacer un ferviente examen de sus corazones y luego confesar sus pecados. Se
unían en oración silenciosa, con los rostros vueltos hacia el Lugar Santo. Así sus peticiones ascendían con la nube del
incienso, mientras la fe aceptaba los méritos del Salvador prometido, al que simbolizaba el sacrificio expiatorio.
Cristo en Su santuario, 39 “Las horas designadas para el sacrificio matutino y vespertino se consideraban
sagradas, y toda la nación judía llegó a observarlas como momentos dedicados al culto. Y cuando en tiempos
posteriores los judíos fueron diseminados como cautivos en distintos países, aún entonces a la hora indicada dirigían
el rostro hacia Jerusalén, y elevaban sus oraciones al Dios de Israel. En esta costumbre los cristianos tienen un
ejemplo para su oración matutina y vespertina. Si bien Dios condena la mera ejecución de ceremonias que carezcan
del espíritu de culto, mira con gran satisfacción a los que le aman y se postran de mañana y tarde, para pedir el
perdón de los pecados cometidos y las bendiciones que necesitan.”
El altar de intercesión es el culto diario, matutino y vespertino.
Mediante la fe podemos cada día entrar en el Lugar Santo del santuario celestial, a través del estudio de la Palabra de
Dios por medio de la oración. Por la mañana y por la noche mediante nuestro servicio para Dios, compartiendo
nuestra fe y haciendo brillar nuestra luz.
Los 3 elementos escogidos por Dios para nuestra santificación son: estudio de la Palabra de Dios, oración y
servicio en la salvación de las almas. ¿Quieres usar estos elementos que Dios ha puesto a tu disposición, para llegar
a ser santo como Él eres santo?... por el estudio de la Palabra, con oración y luego compartiendo esta fe con otros,
para entrar por la fe en el santuario celestial, para estar preparado, para entrar al Lugar Santísimo cos Cristo Jesús.

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