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Gine, 2021
Gine, 2021
discapacidad
intelectual
PID_00279079
Doctor en Psicología y profesor Doctor en Psicología y logopeda. Doctora en Psicología por la Univer-
emérito de la Facultad de Psicología, Profesor de la Facultad de Psicolo- sidad Ramon Llull, logopeda y psi-
Ciencias de la Educación y del De- gía, Ciencias de la Educación y del cóloga. Actualmente, ejerce su ta-
porte (FPCEE) Blanquerna de la Uni- Deporte Blanquerna de la Universi- rea docente en estudios de grado
versidad Ramon Llull (URL). Ha sido dad Ramon Llull desde 1992, don- y máster en diferentes universida-
director y psicólogo del Centro de de imparte las materias de Evalua- des (Facultad de Psicología, Cien-
Educación Especial Sants Innocents ción psicológica y Comunicación y cias de la Educación y del Deporte
y ha ocupado varias responsabilida- cognición. A lo largo de todos es- Blanquerna, Universitat Oberta de
des en la Administración educativa tos años, su actividad docente ha Catalunya y Universidad de Barcelo-
(Departamento de Educación de la tenido como base el lenguaje y la na). Su ámbito de investigación se
Generalitat de Cataluña, Ministerio cognición en un sentido amplio que centra en la evaluación y la mejora
de Educación y Ciencia) y en la Uni- abarca desde la etología hasta la psi- de la calidad de vida de niños y ado-
versitat Oberta de Catalunya. Pro- cología cognitiva y desde la norma- lescentes con discapacidad intelec-
fesor de la FPCEE Blanquerna de la lidad hasta la patología. Comple- tual o del desarrollo, y con trastorno
URL desde el año 1995 y decano de menta su tarea universitaria con la del espectro autista en sus diferentes
2004 a enero de 2013. Sus principa- experiencia profesional en Trivium, contextos de vida. Durante su eta-
les áreas de investigación se centran Instituto de Neurociencia Cognitiva pa predoctoral ha sido investigadora
en el ámbito de los servicios y la ca- Aplicada al Aprendizaje, centro del visitante en la Universidad de Kan-
lidad de vida de las personas con cual es miembro fundador y asesor sas. Coautora de artículos científicos
discapacidad y sus familias. científico. Sus principales áreas de de impacto en revistas JCR del ám-
investigación han sido la comunica- bito de la calidad de vida en perso-
ción, la adquisición del lenguaje y el nas con discapacidad intelectual o
desarrollo cognitivo tanto en niños del desarrollo y autismo. También es
como en adultos. colaboradora del Instituto Diagnós-
tico de Atención Psiquiátrica y Psico-
lógica (IDAPP), que apoya a niños
y adolescentes con trastorno del es-
pectro autista y sus familias.
Los textos e imágenes publicados en esta obra están sujetos –excepto que se indique lo contrario– a una licencia Creative Commons
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CC-BY-NC-ND • PID_00279079 El alumnado con discapacidad intelectual
Índice
3. Conclusiones........................................................................................ 42
Bibliografía................................................................................................. 43
CC-BY-NC-ND • PID_00279079 5 El alumnado con discapacidad intelectual
La concepción que hoy en día tiene la sociedad de las personas con discapa-
cidad intelectual (DI) y que condiciona el trato que se les dispensa es fruto
de una lenta y progresiva evolución de diferentes variables en que confluyen
aspectos de naturaleza muy diferente, a pesar de que con una fuerte relación
de dependencia. Los adelantos de la pedagogía, la psicología, varias ramas de
la medicina, el derecho y la sociología; una sensibilidad más grande hacia los
derechos de las personas; un reconocimiento más amplio de las capacidades
de las personas con esta condición; la lucha de las asociaciones que velan por
los intereses de los afectados y el posicionamiento de varios organismos inter-
nacionales, de los gobiernos y de las administraciones educativas han tenido
un impacto en la evolución de la concepción de la DI.
• En primer lugar, los diferentes modelos que a lo largo de los siglos XX y XXI
se han adoptado en la comprensión y atención de las personas con DI.
Al margen del carácter asistencial, los rasgos más característicos de esta etapa,
que además ha tenido grandes repercusiones no solo en la vida de estas per-
sonas, sino en la configuración posterior de los servicios, son:
Efectivamente, cuando por vías diferentes los poderes públicos tenían cono-
cimiento de la existencia de personas con trastornos del desarrollo o discapa-
cidad, sobre todo de las más graves, les ofrecían como alternativa la reclusión
en grandes instituciones segregadas y alejadas no solo de su familia sino, ge-
neralmente, de cualquier núcleo de población. Conviene señalar que, cuan-
do se trataba de personas con DI o bien con problemas de psicosis infantil y
autismo, estas instituciones acostumbraban a ser precisamente psiquiátricos
o similares.
Una cuestión importante que surgió en estos años en relación con las personas
con DI es la que se conoce con el nombre de alarma eugenésica. Las personas
con DI se consideran una amenaza para la sociedad, para la gente normal y
para ellos mismos. Esta amenaza se deriva de unos estudios sobre la descen-
dencia de las personas «débiles mentales» (Goddard, 1912) en un momento
en que había un gran interés por la genética. La creencia de que las personas
con DI engendrarían personas «taradas», llevó a percibir las personas con DI
como una amenaza para la sociedad y dio pie a medidas políticas de separa-
ción, represión, control y aun de persecución y destrucción. En consecuencia,
se abrió un gran debate en Norteamérica sobre la necesidad de proceder a la
esterilización de las personas con DI capaces de procrear. La American Euge-
nics Society defendía vivamente, a comienzos de siglo, la práctica de «la este-
rilización y segregación de los retardados capaces de procrear». Las prácticas
CC-BY-NC-ND • PID_00279079 7 El alumnado con discapacidad intelectual
No fue hasta los años 1915-1920 que esta creencia se cuestionó y desmintió
desde la ciencia, a pesar de que la llegada del fascismo a Europa volvió a plan-
tear crudamente este problema. De todos modos, una vez demostrado que la
esterilización era inoperante e inaceptable para prevenir la aparición de la DI,
solo quedó la segregación. A medida que, como consecuencia de los adelan-
tos científicos y técnicos, se hacían evidentes las limitaciones y perjuicios de
la institucionalización que caracteriza el modelo asistencial para las personas
con DI, se fue imponiendo la urgencia de atender las necesidades sobre todo
en el ámbito de la salud, lo que llevó a que varios especialistas (médicos, reha-
bilitadores, etc.) accedieran a las instituciones y allí se concentraran los servi-
cios que se creían necesarios, prefigurando ya de este modo la etapa posterior.
Por otro lado, y en la lógica del modelo clínico, se impuso el criterio de que
la mejor atención a las personas con «deficiencias» se podía prestar en centros
especializados y, por lo tanto, diferentes y casi siempre alejados del resto de los
centros educativos y de la comunidad. Las consecuencias del uso del modelo
médico (Giné et al., 1989) y de la especialización son evidentes y perduran
todavía hoy en día. El uso de este modelo se extendía tanto a la valoración
–diagnóstico– de cualquier problema del desarrollo como a su orientación y
«tratamiento». Desde el punto de vista de la valoración (diagnóstico), se creía
que la manera más eficaz era medir su alcance por medio del cociente inte-
lectual que proporcionaban los tests de inteligencia, de escasa o nula relación
con el contexto donde se desarrollaba la vida y la educación de estas personas,
y que normalmente conducían a alguna de las categorías diagnósticas acuña-
das a tal efecto. La categorización según los déficits (límite, ligero, moderado,
severo y profundo), «el etiquetado» de las personas con la pretensión de dar a
conocer el origen y las causas de los posibles trastornos de la persona, han te-
nido y tienen unas profundas consecuencias en lo que se conoce como educa-
ción especial. Al mismo tiempo, constituyen un enorme lastre en su educación,
puesto que inevitablemente condicionan las expectativas de todos los que se
relacionan con estas personas, enfatizan los aspectos negativos, favorecen su
desprecio y limitan considerablemente su desarrollo.
«Crear, para los deficientes mentales, una existencia tan próxima a las condiciones nor-
males de vida como sea posible».
«La persona retrasada mental tiene los mismos derechos básicos que el resto de los ciu-
dadanos de su mismo país y edad».
«El uso de medios culturalmente valorados que permiten vidas culturalmente valoradas».
Es decir, las personas con DI tienen que verse y tratarse a partir de lo que la
sociedad entiende que es valorado y deseado por todo el mundo, ya sea en la
educación, la salud, el trabajo, la cultura o, en definitiva, la vida en la comuni-
dad. Lo que la sociedad cree que es deseable para sus ciudadanos también lo es
para las personas con DI. El movimiento a favor de la desinstitucionalización,
impulsado en EE. UU. por las asociaciones de familias en los años sesenta del
siglo pasado y en Italia mediante la Ley 118 de 1971, por poner dos ejemplos,
tuvo un papel trascendente en la transformación progresiva de las políticas y
de los servicios para las personas con DI.
Desde la Declaración de Salamanca, han sido muchas las iniciativas desarro- Lecturas recomendadas
lladas por los diferentes países y organizaciones internacionales orientadas a
A modo de resumen de la si-
promover una escuela de calidad para todos los alumnos. Los adelantos han tuación de la educación in-
sido claros (ALANA, 2016) aunque no homogéneos entre cada país y dentro de clusiva, pueden consultarse
los trabajos de la European
cada uno, así como también las dificultades y la clara distancia que a menudo Agency for Special Needs and
Inclusive Education (2013,
hay entre la legislación y la realidad de las escuelas.
2015).
En Cataluña nos tenemos
Parece oportuno acabar esta breve aproximación histórica a la DI con una que referir a la Ley de Edu-
cación (2009) y al Decreto
síntesis de las perspectivas actuales sobre su comprensión. 150/2017, de 17 de octubre,
de la Atención Educativa al
Alumnado en el Marco de un
1.1.2. Perspectivas actuales en la comprensión de la DI Sistema Educativo Inclusivo.
De acuerdo con Schalock (2018) y Schalock et al. (2018), hoy en día se pueden
identificar cuatro perspectivas en la comprensión de la DI. Cada una represen-
ta una manera particular de aproximarse al fenómeno, explora el impacto de
los factores que influyen en este, asienta las bases para la intervención y la de-
cisión sobre los apoyos que se derivan de esta visión, y aporta información re-
levante para una mejor comprensión y para la toma de decisiones. Estas cuatro
aproximaciones a la DI son la biomédica, la psicoeducativa, la sociocultural y
la de justicia. En síntesis:
CC-BY-NC-ND • PID_00279079 11 El alumnado con discapacidad intelectual
Schalock (2018) y Schalock et al. (2018) afirman que recientemente estas cua-
tro perspectivas se han integrado en un marco teórico holístico para compren-
der mejor la discapacidad intelectual y organizar la información necesaria para
la toma de decisiones. En la tabla 1, se presentan los cinco componentes de
este marco holístico.
Componente Descripción
Tal como puede observarse, las dos propuestas, la de la CIF (OMS, 2001) y la
de la AAIDD (Shalock et al., 2010), tienen muchos aspectos en común.
Sin embargo, dado que la propuesta de la OMS tiene una finalidad más cla-
sificatoria, pondremos la atención en el modelo de la AAIDD. El constructo
de la DI se entiende mejor cuando se relaciona con el concepto de funciona-
miento�humano. En este sentido, la discapacidad se ve como la expresión de
limitaciones en el funcionamiento actual dentro de un contexto social y que
representa una desventaja sustancial para el individuo. Tal como se ha dicho
antes, la AAIDD (Schalock et al., 2010, p. 5) afirma que:
Sin duda, la calidad de vida es una de las cuestiones que ha centrado más la
atención de los investigadores, profesionales, administradores y la sociedad
en general en los últimos años. Solo hay que dar un vistazo a las publicacio-
nes de las revistas especializadas, a las declaraciones de las asociaciones de las
personas afectadas y de sus familias o bien a las políticas de las organizaciones
internacionales y de los gobiernos.
Ciertamente, para evitar el riesgo de pensar que este es un discurso ideal y hasta
cierto punto alejado de la realidad, conviene hacer el esfuerzo de proyectar
todas y cada una de las dimensiones e indicadores en nuestras prácticas diarias
y ver el impacto que pueden suponer en las vidas de las personas con DI y
sus familias; ver hasta qué punto los contenidos y las diversas actividades de
enseñanza y aprendizaje que ofrecemos a las personas con DI, así como el nivel
de participación social que fomentamos, contribuyen realmente a promover
en ellas una vida de calidad. Para acabar de precisar qué se entiende por calidad
de vida, conviene tener presentes los aspectos siguientes (Schalock et al., 2002):
3) el uso de los tipos e intensidad de los apoyos que necesita una persona como
base para la planificación de los servicios y la asignación de recursos.
Se definen los apoyos como los recursos y estrategias que tienen el ob-
jetivo de promover el desarrollo, la educación, los intereses y el bienes-
tar de una persona y que mejoran su funcionamiento individual. Las
necesidades de apoyo son un constructo psicológico que se refiere al
tipo e intensidad de apoyo que una persona requiere para participar en
actividades relacionadas con el funcionamiento humano normativo.
Este modelo, conocido como modelo de discrepancias entre las características per-
sonales y las demandas del entorno, pone de relieve la existencia de diferencias
entre las capacidades de la persona y las exigencias del entorno. Estas diferen-
cias crean necesidades de apoyo a las que, por medio de una provisión adecua-
da e individualizada, hay que dar respuesta y, por lo tanto, mejorar las relacio-
nes personales, la participación comunitaria, el desarrollo y la educación de la
persona con DI, así como su bienestar personal y emocional. De este modo,
los apoyos se convierten en un puente entre «lo que se hace» y «lo que puede
hacerse» (Thompson et al., 2010).
Una de las cuestiones clave en este proceso tiene que ver con la evaluación
de las necesidades de apoyo. Con este objeto, Thompson et al. (2004) crearon
la Escala�de�Intensidad�de�los�Apoyos�para�adultos, que es un instrumento
estandarizado utilizado para evaluar las necesidades de apoyo de una persona
por medio de siete áreas de actividad, así como para identificar necesidades
de apoyo médicas y conductuales excepcionales. Esta escala fue validada en
Cataluña (Giné et al., 2007). Unos años después, a partir de una propuesta in-
ternacional liderada por la AAIDD, en la que tomó parte el INICO (Universi-
dad de Salamanca) y el Grupo de Investigación DISQUAVI (Blanquerna URL),
se desarrolló y validó la Escala de Intensidad de Apoyos para Niños y Adoles-
centes en castellano (Verdugo et al., 2014) y en catalán (Giné et al., 2017). Se
trata de una escala de evaluación de necesidades de apoyo para niños y ado-
lescentes (5-16 años) con DI. La escala es coherente con la concepción más
reciente de la DI.
Con todo, Shogren et al. (2014) reconocen que no hay un consenso sobre
aquello que tenemos que entender por contexto y ofrecen una definición que
procura recoger lo que dice la literatura sobre el contexto referido al funcio-
namiento humano, señalando los factores que afectan tanto positivamente
como negativamente al funcionamiento (Shogren et al., 2014, p. 5):
CC-BY-NC-ND • PID_00279079 24 El alumnado con discapacidad intelectual
5) Los apoyos pueden mejorar algunos aspectos del contexto para fomentar
el funcionamiento de la persona.
De acuerdo con la figura 4, los inputs son aquel conjunto de factores, princi-
pios y conceptos que influyen en nuestra comprensión de la discapacidad y
que afectan tanto a las políticas destinadas a las personas con DI, como a las
prácticas educativas y profesionales. Un ejemplo claro de estos factores es el
impacto que ha tenido en el ámbito de la DI la Convención�de�las�Naciones
Unidas�sobre�los�derechos�de�las�personas�con�discapacidad (United Na-
tions, 2006). Los artículos de esta convención incluyen principios como por
ejemplo la participación, la independencia y las elecciones, el bienestar físico,
CC-BY-NC-ND • PID_00279079 26 El alumnado con discapacidad intelectual
el bienestar material, la inclusión, etc. Sin duda, estos diversos dominios han
influido de manera directa y decisiva en la conceptualización y concreción de
la calidad de vida, y en los sistemas de provisión de apoyos. Los procesos in-
cluyen las interacciones que tienen las personas con sus iguales y con los adul-
tos a partir de las oportunidades y experiencias de su día a día, ya sea en casa
y en la escuela (microsistema) o en la comunidad (mesosistema), condiciona-
das por las políticas y los valores de la sociedad en que viven (macrosistema).
Finalmente, los resultados (tanto en cuanto a la persona como a la familia o al
sistema) representan el conjunto de logros y mejoras como consecuencia de
la participación de las personas en las experiencias y oportunidades que se les
facilitan y que dependen de las políticas y de las prácticas profesionales. Según
Shogren y Turnbull (2010), el contexto social y los múltiples sistemas en que
funciona la persona modelan tanto los inputs (las políticas públicas, la provi-
sión de servicios y los apoyos, etc.) como los outputs (resultados deseados).
Según estos autores, un primer paso para usar el contexto como marco inte-
grador es identificar los objetivos de las políticas para las personas con DI y
los dominios de resultados personales. En este sentido, llegaron al consenso
sobre tres grandes áreas en las que podrían organizarse los resultados persona-
les valiosos para las personas con DI:
• dignidad y autonomía
• esfuerzos para progresar
• participación y pertenencia
• la autodeterminación
• la participación social plena
• la educación a lo largo de toda la vida
• el trabajo
• el bienestar emocional
• la inclusión en la comunidad
• las relaciones sociales
• la capacidad de adaptación
• las bases biológicas
• los procesos cognitivos
• las bases metacognitivas y el aprendizaje en contextos reales
• el repertorio de conocimientos y destrezas
• la ejecución de tareas cognitivas relativamente nuevas frente a las tareas
familiares que requieren automatización
• las estrategias de aprendizaje
• etc.
La lista podría continuar con páginas y más páginas. Quizás en el fondo tiene
razón Horn cuando dice que la inteligencia es la «cosificación» de una unidad
funcional que, de hecho, no existe. Aquello que designamos inteligencia es una
mezcla de capacidades cognitivas diferentes. Lo que tendríamos que hacer es
mirar de comprender estas capacidades más que comprender una ilusoria ca-
pacidad unificada que denominamos inteligencia. O Zigler cuando destaca la
naturaleza arbitraria de todas las definiciones, plantea que más que conside-
rarlas correctas o erróneas, lo que nos tenemos que preguntar es si son útiles
o inútiles (Sternberg y Detterman, 1988).
• lingüística
• lógica y matemática
• musical
• espacial
• corporal-cinética
• intrapersonal
• interpersonal
• naturalista
• existencial (posible)
su conveniencia para explicar que había grupos étnicos que tenían inteligen-
cias diversas a otros. En China, también se interesaron. Durante la época en
que el gobierno controlaba la natalidad de la población, se pretendía que el
hijo único fuera el mejor en todas las inteligencias. Si el concepto de cociente
intelectual (QI) es más que discutible, no han faltado propuestas psicométri-
cas para establecer un QI para cada una de las múltiples inteligencias. Siendo
pragmáticos, ¿la teoría de Gardner contribuye a aclarar qué es la inteligencia?
¿Proponiendo ocho o nueve inteligencias resolvemos el tema? ¿O más bien lo
enturbiamos? Y recuperando la idea de Zigler, ¿resulta útil?
Tal como se enuncia en el título de este subapartado, las dos grandes cuestio-
nes son qué es la inteligencia y si se puede medir. Ya hemos visto que cualquier
definición será arbitraria porque lo que denominamos inteligencia no es nada
más que un conglomerado de aptitudes, actitudes y capacidades. Mirándolo
bien, resulta abusivo e incluso ingenuo pensar que un solo número puede dar
cuenta de un constructo tan complejo compuesto de características tan dife-
rentes. Pero ¿qué mide exactamente este número y qué sentido tiene calcular
un QI? Como decía muy acertadamente Jacquard (1983), el objetivo de la me-
dida del QI tendría que ser no el placer de prever el fracaso, sino la posibilidad
de tomar medidas que permitan evitarlo. Un QI bajo nos permite prever una
carencia de éxito siempre y cuando las condiciones continúen siendo las que
son; pero, ¿por qué lo tendrían que continuar siendo?
Estos procesos cognitivos comunes a todas las actividades, por diferentes que
sean, podrían agruparse y ordenarse de la siguiente manera:
1) la atención
2) la planificación
3) el procesamiento simultáneo
4) el procesamiento secuencial
1) el pensamiento analítico
2) el pensamiento creativo
3) el pensamiento práctico
Los tres están presentes en todas las áreas y situaciones de la vida cotidiana.
A partir de estas consideraciones teóricas, Sternberg (1993) elabora un instru-
mento de evaluación, el Sternberg Triarchic Abilites Test (STAT). A pesar de
que la propuesta es muy sugerente, no podemos decir que el desarrollo de este
instrumento haya sido un éxito.
Pero, sin duda, las pruebas intelectuales más reconocidas, más utilizadas y que
han sido más revisadas e investigadas son las escalas� de� Wechsler: WPPSI,
WISC y WAIS, según se dirijan a niños más pequeños, mayores o adultos res-
pectivamente. Hace pocos años, Muñiz y Fernández-Hermida (2010) hicieron
una investigación sobre la opinión de los psicólogos españoles respecto al uso
de los tests. Recogieron las opiniones de más de 3.000 participantes, que, en la
última pregunta, tenían que indicar los tres tests más empleados en su práctica
diaria. A partir de aquí, los autores establecieron un ranking de los veinticinco
tests que más usaban los psicólogos españoles. En primera posición encontra-
mos el WISC; en la sexta, el WAIS, y en la décima, el RAVEN. En resumen,
entre los diez primeros encontramos tres test de inteligencia, entre los cuales
destaca el WISC como «ganador».
1) Comprensión verbal
2) Visoespacial
3) Razonamiento fluido
4) Memoria de trabajo
5) Velocidad de procesamiento
1) Razonamiento cuantitativo
2) Memoria de trabajo auditiva
3) No verbal
4) Capacidad general
CC-BY-NC-ND • PID_00279079 35 El alumnado con discapacidad intelectual
5) Competencia cognitiva
3) memoria y aprendizaje
4) percepción social
5) procesamiento visoespacial
6) funciones sensomotrices
Y todavía más, la capacidad recursiva que nos permite pensar lo que los otros
piensan también es el cimiento para desarrollar la empatía y aquello que se ha
denominado inteligencia interpersonal. Esta implica tener una representación
mental eficiente de las otras personas y los contextos de interacción; es decir,
estados, comportamientos y reglas de interacción. Las emociones son una par-
te de estos estados, pero además hay intenciones, personalidad, motivación,
conocimiento, razonamiento, etc. (Castelló y Cano, 2011). Entonces nos sur-
gen nuevos interrogantes, como por ejemplo: ¿ser empático quiere decir ser
inteligente?, ¿la inteligencia interpersonal implica bondad o, todo lo contra-
rio, capacidad de manipular al otro en beneficio propio?, ¿qué relación hay
entre bondad e inteligencia?
Una de las definiciones actuales más ampliamente aceptadas de la DI, tal co-
mo se presenta en el primer apartado del módulo, es la que propone la AAIDD
(2010), que fue recogida por la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) en
la última edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales
(DSM-5 por sus siglas en inglés) (APA, 2013). Esta nueva definición/concep-
ción supuso un punto de inflexión en la comprensión y el diagnóstico de la
DI, que dejaba de entenderse como una condición de la persona para pasar
a concebirse como un funcionamiento intelectual y adaptativo que dificulta
la interacción de la persona en su entorno. En este sentido y en línea con la
definición de la AAIDD, según el DSM-5, la discapacidad intelectual se carac-
teriza por tres criterios (APA, 2013):
Las concepciones y modelos anteriores que definían la DI, y por tanto que ser-
vían como marco de referencia para los sistemas de clasificación como el DSM,
solían representar las clasificaciones de los diferentes «niveles» de DI basán-
dose en las puntuaciones obtenidas en el test de inteligencia. Dadas las limi-
taciones de esta medición (presentadas anteriormente), y en línea con la con-
cepción socioecológica de la discapacidad vigente actualmente, centrada en
los apoyos que la persona pueda necesitar para responder a las demandas de su
contexto, en la versión más actual del DSM, el DSM-5 (APA, 2013), los niveles
de severidad de la DI ya no aparecen definidos según la puntuación obtenida
en el test de inteligencia, sino en función de los tres dominios de conducta
adaptativa (conceptual, social y práctica), con la voluntad de dar información
sobre los tipos y grados de apoyo que la persona pueda necesitar (tabla 3). La
DI se describe en el epígrafe de «Trastornos del desarrollo neurológico».
Hay que tener en cuenta que las personas con DI pueden tener otras dificulta-
des que comportan problemas de comunicación, dificultades motrices o sen-
soriales que pueden complicar tanto la evaluación como la provisión de apo-
yos ajustada a las necesidades de la persona. En efecto, las comorbilidades más
comunes que pueden sufrir las personas con discapacidad intelectual son los
problemas de salud mental (trastornos del estado de ánimo, de ansiedad y es-
quizofrenia, etc.), problemas de salud física (epilepsia, obesidad, diabetes, etc.),
dificultades de aprendizaje y de atención (trastorno por déficit de atención e
hiperactividad) y problemas de conducta, muy a menudo asociados a las difi-
cultades de comunicación y lenguaje (Verdugo, Guillén y Vicente, 2017). Con
todo, es necesario que la evaluación de la persona con DI tenga en cuenta no
solo las posibles comorbilidades, sino también otras variables en línea con la
concepción socioecológica de la discapacidad. Variables como, por ejemplo,
el contexto sociocultural de origen de la persona, deben tenerse en cuenta a
la hora, por ejemplo, de evaluar el funcionamiento intelectual y la conducta
adaptativa. A la vez, para no obtener una visión sesgada de la persona, habrá
que obtener datos de diferentes fuentes e informantes y, siempre que sea po-
sible, observarla en sus diferentes contextos de vida (Schalock et al., 2010),
con el objetivo de que la evaluación no sirva únicamente para diagnosticar
CC-BY-NC-ND • PID_00279079 41 El alumnado con discapacidad intelectual
(si este es el objetivo), sino también para conocer las necesidades de apoyo y
poder hacer una planificación más ajustada e individualizada de los apoyos
que requiera.
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3. Conclusiones
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