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FICHA CAT 02-22 Ev. Marco Histórico Tendencias
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EVALUACIÓN Y EDUCACIÓN
Los modos o formas de concebir y practicar la evaluación tienen que ver con: la evolución
de las funciones que cumple la institución educativa en la sociedad y en el mercado de
trabajo: las posiciones que se adopten sobre la validéz del conocimiento que se trasmite; las
concepciones que se tengan de la naturaleza de los alumnos y del aprendizaje; la
estructuración del sistema escolar, la despersonalización de la relación pedagógica
provocada por la masificación que lleva a una pérdida de conocimiento directo entre
profesores y alumnos; la forma de entender la autoridad y el mantenimiento de la disciplina.
La universalización del sistema educativo adopta la evaluación como una práctica extendida
para estimular y controlar al estudiante, más cuando se pierde la relación personal
continuada del profesor con cada uno de sus alumnos.
En el pensamiento y las prácticas de evaluación que tienen lugar dentro del sistema
educativo se conjugan las distintas misiones y concepciones que se le ha adjudicado, en
consonancia con la evolución de las instituciones educativas.
Así, se pueden destacar los siguientes hitos en la evolución del pensamiento y de las
prácticas de evaluación:
l) Una primera tradición de dar calificaciones el rendimiento escolar de los alumnos en las
asignaturas o áreas del curriculum, para permitir su graduación, determinar quién pasa una
asignatura, un curso o un nivel, quién obtiene una titulación, propiciando la selección y
jerarquización de alumnos. Valoración y sanción realizadas a partir de la competencia, por
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saber y por autoridad, de la que la institución escolar inviste a los profesores, legitimada por
la visión: el profesor es un “experto” de competencia reconocida para evaluar a sus alumnos.
Función ejercida aplicando una escala de puntuaciones sencillas. Considerándose así una
actividad poco complicada: dar notas. Así la ejercen hoy muchos docentes.
“La evaluación tiene por objeto descubrir hasta qué punto las experiencias de aprendizaje,
tales como se las proyectó, producen realmente los resultados apetecidos, (TYLER, 1973, pág.
108). ... En primer lugar significa que ella (la evaluación) debe juzgar la conducta de los
alumnos, ya que la modificación de las pautas de conducta es precisamente uno de los fines
que la educación persigue (pág. 109). Puesto que la evaluación supone reunir elementos que
certifiquen los cambios de conducta de los estudiantes, todo testimonio válido acerca de las
pautas que procuran los objetivos de la educación constituye un método idóneo de
evaluación (pág. 110).
BLOOM y otros (1975) definirían la evaluación en esta misma línea como: (... ) la reunión
sistemática de evidencias a fin de determinar si en realidad se producen ciertos cambios en
los alumnos y establecer también el grado de cambio en cada estudiante.
Esta orientación se reconocería como un progreso de la pedagogía científica.
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LANDSHEERE (1973) afirma que: (... ) es precisamente en los esfuerzos de programación
emprendidos (se refiere al seguimiento de taxonomías de objetivos) por un número cada vez
mayor de investigadores y docentes donde yace una de las grandes fuentes de progreso (en
la evaluación) (pág.199).
La propuesta tyleriana se endureció más por la aportación de la psicología educativa
cognitiva de orientación conductista que postulaba la necesidad de disponer de diseños de
secuencias de instrucción muy estructuradas que expliciten la concatenación de pasos de
aprendizaje que es preciso seguir para el dominio de una determinada unidad de contenido,
de suerte que pueda ir comprobándose el progreso y los fallos concretos en la cadena.
(Autores como CARROLL, GLASER, GAGNÉ y BRIGGS están en esa línea.)
Apoyados en esta tradición, más que en la preocupación por la medición de las capacidades
y la detección de diferencias entre individuos respecto de una norma estadística, surgieron
los tests denominados criteriales, porque medían capacidades y aprendizajes en relación
con un objetivo concreto que expresa una competencia, objetivo que funciona como
modelo para decidir si ha ocurrido o no el aprendizaje. El test criterial diagnostica el grado
de dominio de un contenido. Así el diagnóstico pretendía ser preciso y servir para detectar
dificultades concretas en aprendizajes bien delimitados que permitan modificarase.
4) Pretensiones de hacer de la pedagogía una práctica más científica, precisando sus fines y
tecnificando los procedimientos de evaluación, proporcionaron a la educación una
orientación que la alejaba de poder atender a los individuos concretos con una idiosincrasia
propia que abordan complejas situaciones de aprendizaje difíciles de concretar en objetivos
muy delimitados.
La búsqueda de cientificidad, por otro lado, lleva consigo una imagen de los profesores que
no se corresponde con la realidad de sus condiciones de trabajo, ni con el hecho de que
tengan que atender a personalidades complejas en desarrollo, a múltiples grupos y a
contenidos educativos muy diversos.
Toda evaluación de los mismos que pretendiese ser objetiva quedaría subordinada, en todo
caso, a la opción que los objetivos representan. La legitimación científica y la recuperación
de otros métodos de conocimiento en ciencias sociales y en educación, apoyados en otras
formas de entender lo que es conocimiento válido, que habían sido desterrados como
acientíficos desde la óptica positivista, aportaron otros procedimientos de evaluación
apoyados en fuentes de información admitidas como relevantes.
El conocimiento, por ejemplo, obtenido en las relaciones personales directas, la
comprensión de la circunstancia del sujeto para explicar su comportamiento, el seguimiento
de cada individuo como un caso particular, son, entre otras, perspectivas consideradas
valiosas para conocer las realidades pedagógicas. Los métodos cualitativos se admiten
como procedimientos válidos para comprender los hechos educativos (COOK y REICHARDT,
1986).
Gracias a la unión de todas estas causas, la evaluación tiende a entenderse como el recurso
para proporcionar información sobre los procesos, que debe ser valorada después, para
ayudar en la toma de decisiones de quienes gobiernan o intervienen en los mismos
(CRONBACH, 1963 y STUFFLEBEAM y otros, 1971, 1987); lo que trasladado a la evaluación de
alumnos significa que evaluamos para obtener información sobre cómo transcurre el
proceso de enseñanza-aprendizaje.
La evaluación ha adoptado el sentido de ser un juicio de valor que recae sobre algo, previa
descripción de la realidad observada, resaltando la cualidad de ser un proceso de valoración
que considera circunstancias del objeto evaluado y criterios de valor (GUBA y LINCOLN,
1981; HOUSE, 1980; SCRIVEN, 1967).
La evaluación de alumnos se entendería desde esta óptica como el proceso por medio del
cual los profesores, en tanto que son ellos quienes la realizan, buscan y usan información
procedente de numerosas fuentes para llegar a un juicio de valor sobre el alumno en
general o sobre alguna faceta particular del mismo.
Como se podrá ver, el término “juicio” es más amplio en significado que el de notas o
calificaciones escolares. Las informaciones pueden apoyarse en datos y observaciones
procedentes de pruebas, del trato directo personal o del seguimiento del trabajo cotidiano.
La objetividad positivista es una ilusión imposible. Desde hace tiempo se sabe que ni la
selección de los contenidos de las pruebas de evaluación, ni el proceso de su corrección
puede ser algo objetivo, ajeno a opciones “del que” selecciona y valora el contenido o da
notas a los alumnos (PIERON,1963; NOIZET y CAVERNI, 1978).
Si desde esta amplia perspectiva, creemos que evaluar sirve para tomar conciencia sobre el
curso de los procesos y resultados educativos, con el objeto de valorarlos, es evidente que
habrá que tratar no sólo con problemas de índole técnica (cómo obtener la información, con
qué pruebas, etc.), sino también plantearnos cuestiones de índole ética (qué se debe evaluar
y por qué hacerlo; qué se debe comunicar sobre la evaluación de los alumnos a padres, a
otros profesores, a la sociedad; cómo conviene expresar los resultados de la evaluación).
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BIBLIOGRAFÍA