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Ciudad Lila Julio Barco
Ciudad Lila Julio Barco
Ciudad Lila
p. 477 ; 14 cm x 21 cm
ISBN: 979-8351794556
1. Peruano.
JULIO BARCO
La Ciudad Lila de Julio Barco es un
vergel de artificiosos «asfódelos», de
huérfanos «dientes de león», de la
cromática oculta en «mariposas y
orquídeas en hojas blancas», de
«gusanos» taladrando el cuerpo o de
«caballos astillados» que cruzan el sigilo
del tiempo… Su poética se amalgama en
un biográfico temblor hormonal de
incipiente pubertad «Cuando la chica
que te gusta te dio su teléfono en un
papelito»; en el furor de un soliloquio de
transición madurativa «Ahora/ no soy/
sino un puñado/ de rabia/ cantando/ mi
tristeza», con la ambrosía del lirismo
más pretencioso y fecundo «El cielo/ ya
es rosado». El poeta fotografía la
realidad contextual de su país como si de
un irremediable grito de fuego se tratara,
azuza el incendio de lo que observa,
percibe y siente en un lienzo vivo de
desolación y melancolía revestido de
claridad y esperanza. Barco exalta un
lenguaje de compromiso social a través
de metáforas insólitas y de un
ceremonioso y rico campo semántico
relacionado con el magno orbe limeño.
La singularidad del escritor peruano
reside en destacar lo tangible, una
mirada atenta y juiciosa que desentrama
y traslada la crónica de lo mundano al
papel, universos humanos que le
emparentan con la lírica vallejiana «La
ciudad es eternamente soledad». El
autor, además, realiza continuadas
remisiones literarias y metapoéticas e
introduce imágenes dislocadas y
desmedidas «Flor empolvada de
eternidad», que fantasean con el vigor, la
sexualidad, el amor y la muerte «No hay
precio para comprar la rosa que tengo
brillando en el corazón», elementos
clave que también están muy presentes a
lo largo de todo el texto. El concienzudo
escritor nos invita a pasear por una Lima
desnuda de «puentes amarillos», en
parte ‘deshumanizada’ y en ‘vías de
exterminio’ «Aquí todos sueñan con
viajar a Europa, irse por Alemania, vivir
en España olvidarse de esta realidad
asfixiante, dejar de sentirse parte de una
máquina que tritura los sueños», y, en
parte, diluida en un corazón
reconstruido, un palpitar resucitado
«Toda mi época es luz en una conversa
de sueños podridos», pero eso sí,
siempre de la mano, bajo un cielo
preeminentemente lila… Bajo un
señuelo de racionalizado surrealismo
exprime el contenido de su lirismo, pues
en suma, las letras urbanas de Julio
Barco cosechan la ambición del lenguaje
en un manifiesto de fosfórico alcance.
[Partiendo de los presupuestos
científicos que manejamos desde la
teoría de Crítica de la Razón Literaria
(2017), de don Jesús G. Maestro, en
mayor medida, esta obra se adscribe a
tres de los cuatro linajes literarios:
Literatura sofisticada o reconstructivista
(construye artificiosamente), literatura
programática o imperativa (proclama
arte poética a través de la expresividad
del lenguaje) y literatura crítica o
indicativa (Denuncia la situación
sociopolítica)…].
Calle Bajo, Filología Universidad de Salamanca
RESUMEN:
CIUDAD LILA
Hoy no hay deseos de nada
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Lunes de cualquier año
Atrapado en la ciudad
de Los Reyes
en Lima
en Seremsa
escribiendo tomando café
tratando de no eludir
mi propio caos.
En estas horas
no ayuda nada
solo saber
que fui
que soy
silencio:
un estado en la mente
una revolución.
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15
Sí, también yo
cogí la flor
de la calle
atrapé el diente de león
tamborileando
en el aire
Ahora
no soy
sino un puñado
de rabia
cantando
mi tristeza.
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CANTO
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CRUZANDO EL TIEMPO
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una flor absurda y exquisitamente hermosas,
yo pienso en los sexos y la soledad, en los
dientes de león y en las naftalinas, pienso en
todo lo que ardió cuando empezó el rock de los
viernes, en los flacos vendedores de anticucho
y sus oraciones para dar el vuelto frente a las
avenidas estrechísimas, y pienso en las
persianas, y pienso en los que lloran en las
iglesias, y pienso en cuánto amamos la
literatura, en cuántos problemas nos causa
este amor, en la señora que se sienta a orar
afuera de la casa de Santa Rosa, y pienso en los
puentes amarillos y las hojas destruidas del
invierno, pienso en los suicidas atrapados en
su enjuta mente, en las rejas de sus emociones,
herrumbrosos caballos astillados, con
fantasmas sobre sus ojos. Y pienso en las
absurdas constelaciones. En la primavera, en
los puertos donde llegan nuevos amantes, en
los aeropuertos donde se van las mochilas con
rueditas y densa es la soledad ahora. Cuando
pierdes tu mente en el juego de los días.
Cuando no eres nada. Cuando eres
simplemente un Yo fosfórico andando sin
tregua, sin otro sobresalto que sentir tus pasos.
Sin embargo, en la vereda mi sombra se
alarga, veo mi pelo, mi flacura y mi tristeza.
No son los tiempos de César Vallejo en París, ni
de morirse de hambre por escribir versos:
Absurdo es ahora la melancolía, absurdo
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ahora todo poema como forma de poder e
inventamos nuestro lenguaje cargado de
pájaros suicidas, de dolor, de balbuceo de un
rock suciamente triste, en el fondo de nuestra
luz, mientras otros poetas entonan cantos
vacuos en las redes sociales, mientras otros
poetas hacen largos manifiestos de equinoccios
ebrios en sus poemarios de 2 x 3 llévelo ya gane
ahora, cuando la poesía se reduce a no tener
amigos y estar en tu cuarto un sábado por la
noche. Sin embargo, las calles se abarrotan, la
gente observa, algo se vende, tengo melancolía
entre los dedos, mi sueño es una fiebre
inalcanzable: mi sueño es un paisaje desvaído
cruzando el tiempo. Tantos cuerpos, tantos
poemas sobre ciudad, tantos imbéciles
escribiendo desde la honestidad, tantos
inventando reglas desiguales como nubes
áridas entre sus poemas, tantos poemas en
una ciudad que carece en sí mismo de otro
lenguaje que su comportamiento áspero. No
tenemos movimientos, no tener otra cena que
nuestra compleja forma de respirar. Y mi
intensidad fue un abecedario roto, una foto de
un país, pintura rupestre en las esquinas del
Internet. Melancolía de los animales que se
aman, vago lejos de todo lo conocido. Añoro un
cuerpo límpido, un cuarto para dibujar nuevos
poemas. Melancolía de los cuerpos solitarios al
fin del verano.
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Pero mis ojos se rompen y la ciudad me
destroza los sueños.
21
Toda mi época es poca para explicar lo que
siento.
Toda mi época es luz sobre mi poesía.
Toda mi época es luz en una conversa de
sueños podridos.
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Puedo escribir y estoy atado a un
cuerpo: atado a varios caminos, atado a la
exploración de nuevos ojos, a la belleza del
pensamiento, inmerso en la potencia de mi
Ritmo: a la luz de mi propia soledad. Veo la
angustia volando sobre todos los instantes.
Cables hirsutos moviéndose en el aire. Veo
corazones comiendo dietas de cáncer. Veo
caries. Puedo escribir pero veo caries, veo
ovnis, veo la falacia carcomer el interior del
cuerpo & el cáncer se difunde entre los seres,
mutan las células tóxicas. Veo soledad, veo la
necesidad de cambios. La angustia es una
palabra que se repite en los televisores, la
soledad, ciertas adicciones, veo la locura de
toda esta hecatombe. Alguien empieza un
poema, yo quisiera terminar este. Alguien
entra a su Red Social y vive irónicamente,
alguien parte lejos de la Tierra en una nave.
2022 dame otros ojos, luz, aparece por mi
espalda y toma mi mano hacia nuevas
praderas. Hacia mariposas blancas, hacia
corazones frescos que me abran el cielo hacia
el ser. Yo quiero renacer con lo nuevo. Yo
quiero vibrar con lo más alto.
23
(…había pájaros en tu corazón…)
24
¿Fuimos un solo surco elevando la música en
medio del caos? Estamos mal hechos: nos
mueve nuestro propio sentimiento. No
tenemos límites. No sé ni me importa ser
aprobado por una recua de académicos, pero
sí me interesa que nos desnudemos antes del
anochecer. 2022 dame otros ojos quiero que mi
corazón estalle, quiero que no existan palabras
tristes este verano, quiero salir a caminar con
una vibración excesivamente alta, quiero que
la cortisona mitigue mi luz. Dame otros ojos, el
mismo camino, el mismo corazón sin brújula.
Ahora sé que tienes más de 26 años y ya no eres
una niña, la que andaba conmigo, en las
sombras, en las calles, entre anticuchos con
arroz blanco y toldos con gente cenando
hamburguesas, yo sé que también estás en tu
propia razón. E intento no aburrirte con mi
melancolía.
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La melancolía se encuentra en las esquinas de
San Gabriel, entre las pistas rotas; en el Plaza
Vea de Tootus frente a aburridos y ansiosos
peatones esperando el chino. Y te busco. Sé que
somos dos ángeles mirando el futuro. Yo deseo
para ti el canto: la hermosa sapiencia de la
belleza, pero ahora solo pretendo cuidarte de
tus miedos y ayudarte a soportar la
borrachera. Flor que como voz suma tu
oscuridad y permita pensarte.
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Cruzando puentes amarillos
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Libretos
De la ciudad
No sé vivir de esta manera.
Soy un melancólico,
Me angustio a veces.
Libretos de la ciudad
mantenidos jóvenes
muchachas solas
aquí estoy ojeroso y luminoso.
Abriendo mi mente,
mostrando mi melancolía
susurro con la soledad.
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Pero también se ancla a lo concreto,
a calles resquebrajadas,
a la loca neblina de Lima
Yo deseo caos, órbita:
el temor de una fuerza absurda
explotando en mi corazón.
31
Y bajar un ascensor de tantos pisos
tan solo para verte sonreír a mi lado.
32
Ahora es Martes
Todavía estoy triste.
Ahora es Martes
y estoy solo.
Medito en el mundo
Trato de calmarme.
100 años de Trilce
pero seguimos igual
Casi 200 años de Azul
46 años de la canción Julia
Y seguimos escribiendo
nuestros sentimientos.
De solos, locos, perdidos.
Lanzo una moneda al cielo:
Cara o sello.
Vida o muerte.
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Dolor o placer.
Cielo o infierno.
Ahora es Martes
en mi Enorme Ciudad.
No hay tiempo
para desnudarnos
y estar solos
en la eternidad.
No importa
Yo calentaré otro vaso
de café
y miraré el cielo lila
como siempre
solitario
Trataré de no morir
hasta la tarde
y luego
pensaré en tu cuerpo.
¿Qué es la poesía
para los académicos
para los panaderos
para los políticos
para los anacoretas?
Una mariposa
blanca
corre por mi ventana
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Lejos estoy
de contestar
alguna sagrada pregunta
me conformo con
pasar mi lengua por mi boca
sentir que
no hay dolores de espalda
sentir mi cabello
salvaje frente al viento
de esta ciudad
mientras me arrojo al suelo
cierro los ojos
aspiro el aire
medito
cierro los ojos
expelo
trato de borrar la conciencia
la música de mi mente
silencio
que otros compitan
y alcen el trofeo dorado
a mí tan solo
me conmueve la promesa
de tu cuerpo
al final de este verano
tu cuerpo lleno de pájaros frágiles
que yo silenciosamente
persigo.
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Y, sin embargo, sé que todos
andamos metidos a un destino común:
hacer dinero o morir,
nada de arte en esto,
mis libros valen 40 soles
en los quioscos
de internet y yo no
he decidido aún
cómo decirte mis sentimientos.
Mis sentimientos que se
venden en hojas
con cuidadosa
ortografía
y ahora solo son mi
canción rota
buscando tu cuerpo. Sé que
mis patas dirán que
la canción del progreso
no es el amor que seguimos.
Pero ya no
soy joven
para cantar estas baladas
sin embargo,
mi corazón
se escarapela
sonríe a veces
canta
canta
canta
tiembla frente al abecedario
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de tu piel. Tú
dame la música,
yo te daré el verbo.
37
No vencemos porque la guerra sea fácil,
vencemos porque nuestro corazón es fuerte.
Y he oído tu voz triunfar en la madrugada:
calle solitaria, cuerpos, muchacha tranquila
que se dobla contra mi caos,
¿por qué pretendes que te siga
como los pájaros errantes?
Me río de mi risa, de la soledad impuesta,
del deseo de ser algo o ir abyecto por los
campos.
La luz es otra. La luz es otro cuerpo.
Magullo tu soledad porque mi corazón
atormentado sigue intacto
como el agua fluyo, buscando mi propio norte.
La luz es otro verso que soslayo entre
tus ojos.
Yo estoy en el vértigo.
No vencemos porque la guerra sea fácil,
vencemos porque nuestro corazón es fuerte y
se doblegan las calles; yo
ando entre errante, entre gente que sale a la
calle
y hace bulla y no sabe a dónde ir;
entre gente que bebe cerveza helada en las
calles; entre la pista, en la vereda: que se
entrega a un instante de éxtasis.
38
Mi amante me pregunta
si cuando le hago el amor
pienso en otra mujer. Y pensando
en otra mujer, le digo que
no pienso en nadie más que en ella.
&
Exhibo mi soledad en internet, la dibujo a
horcajadas, trato de meterla dentro de
hipervínculos, la difundo entre páginas webs y
blogs como palabras rebuscadas; no hay forma
de saborear otro sistema de mente que mi
palabra borracha sobre el asfalto.
&
Desearía saber más de tu nombre de abeja
reina.
Pero la calle es dura, y hay que moverse rápido
para evitar que alguien te robe.
Entro a mi computador para olvidarme del
mundo.
&
Tecleo luz, agilizo angustia.
Ir a Lima es vagar entre gente cansada, con
mascarilla,
robotizada por tarjetas de crédito
que nada pueden agregar salvo tickets
con gente que niega el uso de la mascarilla, con
gente que
39
RESUMEN:
Y es cierto, este no es el
mismo verano donde nos conocimos.
Ya no entramos a los hoteles de Puente Nuevo.
En los parques, no se juntan los mismos
ebrios.
Estamos al pie de un verano cualquiera. Ahora
tengo 30 añ0s, 30 canciones abruptamente
colocadas
para mí. Mi soledad se fragua en las tardes.
Los años aumenta, pero el corazón palpita.
Intento despejar mi mente. Soñar algo común.
Soy el que cruza los puentes
intentando el poema soñado.
Podría inventar poemas en tercera persona
Pero la melancolía me persigue mientras
preparo un café.
De nada sirve armar un poemario largo
si las calles siguen apestado a aburrimiento.
Beber con los amigos del barrio es aterrizar en
una vieja costumbre.
Nuestro desorden nos condena.
No tenemos profesiones.
Doy vueltas y vueltas a mi taza de café
pensando en la muerte, en la existencia
en este montículo de incertidumbre que
llamamos vida.
¿Dónde está la belleza los sábados
frente a computadoras, frente a libros,
frente a ventanas
y a la sílaba rancia de la Especie?
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Atrapado en la Gran Cadena de Productos
Enlatados
pienso en el aire, en las flores gélidas
en los dientes de león que oscilan en el viento
y caen lentamente a mis dedos.
No hay precio para comprar la rosa que
tengo brillando en el corazón.
La ciudad es eternamente soledad.
Pero también la fatiga de existir
de ser consciente de la existencia.
Todo me es insuficiente. Miro el cielo,
busco una estrella, amo su luz.
Busco mi propio camino y sin embargo
el viento me conduce a la melancolía.
Habito entre la especie de los silenciados.
Habito en mis zapatos enfangados.
Corro por los puentes.
Observo esta ciudad devastada por el uso
de los teléfonos celulares,
la infancia con sus caries, el cáncer
comiéndose a la población
y la tartrazina en el regalo que le damos a
nuestras hermanas.
Y la diabetes en la sangre de los viejos.
Sin embargo, en las tiendas siguen
vendiendo productos con tartrazina.
Sé que todo esto es apenas un viento que
sacude los diarios amarillos
Mientras el dinero pasa de mano en mano
Y las jóvenes que llegaron de provincia
venden sus cuerpos en las calles de San Juan
de Lurigancho,
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antes del crepúsculo
la vieja que las vigila arroja un balde de cloro
en la entrada
–mientras se enciende la rockola–
¿Qué es la poesía peruana?
¿Qué es la lírica contemporánea?
¿Qué es amar la luz en este punto azul en
medio
de la Galaxia?
¿Qué es escribir de mi vida y ser otro?
¿Qué es usar mi existencia como forma
literaria?
¿Qué es mi voz interna en palabras?
¿Qué es mi melancolía sobre los ojos vacíos?
Yo camino. Observo. Callo.
Sé que entraré a mi cuarto a meditar
pero ahora solo busco el cielo.
Ayúdame Muchacha Clara Celeste del Cielo
a no seguir olisqueando
mi tristeza al borde de los ríos
entre grillos oxidados
entre mototaxis donde se fuma mariguana
y niñas que buscan dinero en los corazones
sucios.
Yo soy el que habita la gran ciudad,
el que toca la nueva lírica
el que arroja su sangre a las olas,
el que cuida celosamente el fuego
incesante del poema
de la siempre embrutecedora rutina.
42
Los enamorados vagan en los parques.
De un taxi, baja una señora
con un balde de plástico blanco.
Un perro anónimo ladra en un techo.
Un gato flaco salta una calamina.
Dos palomas buscan migajas en la
vereda resquebrajada.
Me lleno de imágenes volátiles
que se pegan a mi mente
para luego disolverse bajo la calígine.
Irá a vender a la esquina sus anticuchos.
Los ebrios se recuestan contra las paredes
Ahítos de tristeza,
en su silencio
observo la estupidez de la especie.
No hay salida en este mundo
salvo encontrarte y amarnos.
Salvo tu cuerpo desnudo
¡Colinas dulces! ¡Lágrimas azules!
Esta vereda me gusta:
me permite encontrar el ángulo idóneo
para escribir mis ojos.
¿Prender un cigarro?
¿Meterme a una cabina de internet
a escribirle poemas a Dayane?
¿Meterme a un hotel con Mayra?
¿Vagar a la casa de Sofía?
Todo me es esquivo.
Solo veo bancas y cuerpos,
Cabezas y gorros y polos,
gente que compra, codicia, y el
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amor es una palabra
para envolver y pagar con tarjeta de crédito
y dinero dibujando futuros
y dinero comprando valores
y dinero adquiriendo naciones
y dinero comprando cuerpos
y dinero buscando poemas
y dinero en gerundio, en azul
y dinero en la gracia de Buda
y dinero en los niñitos
y dinero en las sílabas en la
rueca carnívora
y dinero en las alas de coleópteros
y dinero en las pestañas sucias
y dinero en los ojos de los poemas
y dinero en los ojos de los ojos de los versos
y dinero en la poesía
y dinero como poesis.
Amor es luchar, abrirse a otro cuerpo,
Amor es un perfume que intuyo
bajo Puente Nuevo
entre carros que pasan por la avenida Vice.
Lima es más grande que Chile
Y mi corazón más pequeño que un pucho
arrojado en el césped
pero mi mente tiene alas y vuela feroz contra el
tráfico
pero mi corazón brilla
a mil kilómetros por hora.
Yo sé que mi corazón es débil
trashumante, lleno de romanticismo.
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¿Ganar un gran sueldo? ¿Comprar un auto?
¿Viajar a Europa?
¿Matar el yo y dejar que ingrese Dios
como un gas a mi mente?
¿Matar el yo y volverme alma?
Los chifas están vacíos,
mi corazón latea al borde del Rímac.
Habito el desencanto, nada me
llena. Asumo mi vacío.
La gracia de todos los vacíos.
Asumo mi muerte
Sin embargo
Que tierno que siga surgiendo cada noche,
que las bocas busquen mi boca,
que mi corazón se colme de aire.
Y que existan los jueves y los zapatos.
Que ternura que cada semana sea viernes,
que cada año sea agosto
que cada siglo tenga números y relojes.
Esta ciudad me hace pensar en la existencia.
Y donde observo
todo es descontrol, salvajismo, una
Marea de cuerpos y voces
orejas y hormigas
que caen y sudan y trabajan
y lloran amargamente y levantan casas
más grandes que una gangrena.
Pero yo estoy parado al inicio del año
como uno más
como un cualquiera, sin otro nombre
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Que mi sangre rabiosa dando vueltas
entre mis venas,
Sin otra sabiduría que mi hambre,
que mi desasosiego
cuando temblorosamente cruzo
por los barrios
Entre los terrales y perros callejeros.
Y furtivamente observo todo,
sin permitir que la música del caos
me avasalle. Soy un producto solitario
Perfecto en mi propia ciencia.
Ahora debo irme, debo andar a ciegas, debo
serenamente pasar bajo anuncios como
esqueletos
como cuerpos delgados, entrar a bodegas
intentar un trabajo,
sacar un duplicado de mi documento de
identidad
intentar una familia
colocar mi nombre al final de una lista
firmar y comprar cuadernos, tajadores,
pasar piola, dejar la poesía,
quedarme callado como
bolsas de pan, observar
en el mapa al Perú.
Sé que la muchacha que más amo nunca me
amará.
Pero tampoco pretendo buscarla
ni hacerle poemas tontos de amor.
Una cucaracha pasa por encima de mis
poemas.
Un poema largo como cucarachas andando
en desorden
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sobre mis ojos.
Los gusanos comerán mi carne.
Las polillas beberán mis versos.
Sigo solo. Ahora es miércoles. Preparo un café.
La soledad se acabó.
Abotono mi camisa. Podría escribir
en otro estilo.
¿Escribir? ¿Estilo?
Miro las rejas que separan los barrios
pobres de los barrios ricos.
Yo ando del lado de los pobres. Un vago
de mierda más.
Un vago más que observa y poetiza
en esta ciudad a inicios del siglo XXI.
Arriba vuelan los satélites,
arriba giran los planetas
y el Sol alumbra equidistante a nuestra
realidad.
Un vago que cuenta su mente
en versos, en prosa cortada, en este
río que terminó siendo mi arte.
Mejor sigo andando porque aquí
pueden robarme.
En toda la ciudad pueden robarme
y no solo eso, sino
matarme por unos soles, meterme un cuchillo
para quitarme mi celular,
bajar de una moto y quitarme los pocos
libros que cargo
mi maleta y mis hojas
donde apunto estas líneas
y matarme matarme matarme
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meterme a un auto y secuestrarme:
nadie vive tranquilo aquí.
Asesinato es el verso más dulce
de esta ciudad.
Aquí todos sueñan con salvarse.
Aquí todos roban, aquí los ladrones
son los hermanos de los vecinos,
los niños que jugaban pelota en las calles
antes de las seis, justo cuando el sudor de sus
cuerpos adolescentes
los hacía permanecer tibios en las esquinas
contándose cuentos de terror.
Las madres están solas dándole vuelta
a sus guisos y pescados en sus ollas,
y sus hijos robando casas, asaltando en las
esquinas,
abriendo agujeros en las manzanas
para fumar mariguana
y siempre robando –entre las tres
o cuatro de la tarde– cuando se grita
gol en los bares.
¿Mi país cambiará?
Preguntas que se disuelven en el tráfico de la
mañana.
Llueve ralamente. Una señora vende
pan con pollo deshilachado,
pan con palta,
pan con huevo frito.
¿Venderá poesía? ¿Necesitamos la poesía
como el desayuno
como las veredas
como los buses que nos llevan de
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Norte a Sur?
La cultura en este país no le interesa a nadie
pero hay ceviche en las mesas los domingos
y muymuys que sufren por el
petróleo que arrojó Repsol.
Los hospitales se llenan de accidentados.
Una niña de dos años fue violada en el cerro de
Riva-Agüero.
A veces, las señoras que venden emoliente me
preguntan por mis viajes
a Europa, no sé qué decir.
Qué sabemos de inventar el amor
aquí donde te quitan la vida por unos
céntimos.
Aquí todos sueñan con viajar a Europa,
irse por Alemania, vivir en España
olvidarse de esta realidad
asfixiante, dejar de sentirse parte
de una máquina que tritura los sueños.
Aquí todos sueñan con migrar
hacia el horizonte, subir a un avión y ver las
nubes
las nubes que abren el sueño de una visa,
una casa, un departamento en otro país.
E irse de este país de cholos.
Vallejo se fue y jamás volvió
Pero como no todos consiguen viajar
ponen más rejas a sus casas, dividen más
su casa de las otras casas, hacen
otro piso y otros cuartos
hacen otros cuartos y otras ventanas
y terminan por obstinadamente odiarse.
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“Tienes que viajar para saber qué es
la poesía. Pero yo no quise vivir en EEUU
y estar en ese país de mierda” dice Miguel.
Mi mente no da para más.
Bebemos cerveza. Según Pimentel,
los lunes se bebe cerveza como cualquier otro
día.
No obstante, yo no quiero ser
otro borracho más y bebo y no quiero ser
otro alcohólico más y salud
y no quiero ser otro dipsómano más y
otro vaso otra copa otro cuerpo otro lunes
y la espuma cae al suelo
como el alma.
“La poesía peruana necesita
una revolución: tú tienes que hacerla.”
sentencia el poeta, mientras yo
triste y triste y triste
y escucho lo que dicen, pero todo
es el tráfico del atardecer, nuevamente la
ciudad
se aplasta de semáforos, de gente vendiendo
entre las calles, de jóvenes apurados
de cajas de cerveza, y más gente
que alza calles, cemento, edificios
y más cuerpos esbeltos y más
gimnasios y más
televisores de mil pulgadas
y más pollerías y más cajas de vino Gato
que se mezclan con gaseosas rojas con
tartrazina
y otras aditamentos que en Francia
50
prohíben
pero aquí, en Lima, venden
a granel a peso a tristeza
y todo sería perfecto
si la cerveza no causará cáncer
ni hiciera tiritar el hígado ni permitiera
que los hombres enfermen de soledad.
Todo sería genial si esta cerveza
me salvase. El problema
del Perú –según Valdelomar– era el alcohol, la
ignorancia y la corrupción.
¿Qué se puede discutir al Conde de Lemos?
En esta soledad donde mi corazón se expande
y mi pecho se carga de tenazas de cangrejo.
Parque de Seremsa: 11 y 30 de la noche.
Estoy ebrio. Se oye el sonido de las llaves.
Algunos taxis blancos entran al barrio.
Quisiera ahora
ver una estrella sobre el cielo sobre Lima
pero no hay nada. Veo nubes, nubes amorfas y
lilas.
Respiro un aire fresco y dulce.
Oigo el sonido del viento entre los árboles.
Aquí juegan los niños y se refugian los vagos
y temblorosamente pienso en mi existencia,
en la existencia de todos en esta ciudad
en la existencia del Todo, en las cucarachas
en los teléfonos rotos, en los
cuerpos averiados
que se preguntan por sí mismo, en los que
ya no se preguntan ni se cuestionan
ni se envallejan algunas tardes
ni quieren leer el Poema Sucio ni los Cuatro
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Cuartetos
ni preparan su guiso de atún los miércoles
todo esto como un florero aburrido en el
rincón del domingo con agua verde oscura
melancólica.
Aquí mi corazón se funde en el silencio.
Aquí soy simple como un columpio viejo.
Aquí soy un árbol que piensa.
Una hoja que cae indeterminadamente.
Todos los días terminan por eso creo que
son bellos, porque todo lo que
acaba brilla. Y yo miro el cielo, pero no hay
estrellas ni luna
solo mi mente que piensa. Mi madre decía
que no hay amigos en este mundo.
Yo no le creía. Me decía “debes cuidarte
porque nadie es tu amigo” Yo
intento desoír a mi madre.
Limpio mis ojos. Sigo andando.
Siempre vagamos.
Los humanos tuvimos que aprender a vagar
antes de
sintetizar algunas flores dentro de nuestra
ciencia poética.
Algo relativamente suave que
un académico puede entender e interpretar.
Las teles no funcionan. Los condones se
rompen.
Las mototaxis siguen dando vueltas
Esperan a otro pasajero, a otro niño que vuelve
de la escuela
con su cartuchera llena de colores y la soledad
como una crema para impedir el
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envejecimiento.
Mi corazón a veces es fugaz, pero jamás deja
de brillar.
Estos días son para sentarse a ver el mar,
calmado, para buscar
algo de retorno y tener planes. Yo no tengo
planes. Tengo una voz poética. A veces estallo
contra las cosas.
A veces me inundo y sigo. A veces quisiera
descansar uno o dos años. Retirarme a los
bosques, aprender
a oír las piedras. Todo el universo de Lima
termina en
calles que conducen a calles que conducen a
calles
bajo la ciudad lila yo escribo amo defeco trato
de entender el dialecto de otros poemas –
cantos
al unísono que estallan en mi casa, en mi
cuarto, en la mazmorra de los días, en este
silabeo con el que engarza mi lenguaje.
Sin embargo, yo hiervo mi quinua por las
noches
medito
miro al cielo
trato de no nublarme
todos estos años donde descubres
que patear una pelota te hace héroe
que robar es parte de cada día
que la canción más dulce es mentira
que habitamos la degradación
que el cáncer mata
que nos enfermamos
53
que la soledad es el meollo
que caerá tierra sobre nuestra lengua.
Quiero dormir.
Quiero salir de esta realidad.
Sin embargo, añado color
a este caos. Quiero añadir el mundo
que se expande cuando hablo.
El universo inquieto de mi lenguaje.
Sin embargo, mi país es patear una pelota y
meter gol.
No es la gran cosa. Yo escribo poemas.
Me siento. Observo. No es la gran cosa.
Sin embargo, si yo fuera futbolista y no poeta
haría gritar a la hincha, dirían mi nombre las
jóvenes más lindas de Huacho.
Si yo fuera futbolista no sería este hombre
que se sienta y mira el cielo, que abre la
ventana
y piensa en las estrellas
en las musarañas, en los lenguajes hirsutos,
que
pretende convertir
el lenguaje del vivir en un arte del mañana.
Pero sigue lloviendo en la tristeza
de no ser absolutamente querido en estos
años.
Mi corazón sigue llorando porque en este país
no se entiende lo que hacemos
mejor es buscarse un trabajo de ocho horas
recibir un sueldo que
se convierta en panes que comprar en Wong
caminando por Miraflores
54
intentar otra vida alquilarse un departamento
y escribir
frente al mar que es el morir
lentamente para toda la fauna que gobierna el
sistema de lo cotidiano
lo aburrido de “legalizar un lenguaje” bajo
este cielo lila
lleno de calles que conducen al hartazgo
lleno de hoteles fichos en
las avenidas de San Borja, San Isidro. Termino
de lavarme los dientes
la poesía fue algo exquisitamente intenso en
nuestros años
un fuego creciendo incluso ahora
que todo este sentimiento me embarga
y quisiera no ser un trovador del siglo XXI sino
enterrado entre plantas y tierra, entre la vida y
la muerte. Porque la vida, nos carcome. La
existencia.
La conciencia diaria. Estar vivo.
Observar la realidad y meditarla. Ponerla
frente a ti.
Prender la tele y ver guerras en Europa:
Ucrania y Putín siguen conmoviendo al
mundo,
pero todo esto recién terminada la Pandemia,
que
se llevó a mi tío Pedrín, cuya llamada
antes de morir fue para mi abuela agua en el
desierto
y Pedrín jamás será Putín porque Perú no es
Rusia y el lenguaje peruano
sale con su ají, su propia tristeza sus limones.
55
Sin embargo,
llueve a veces y eso nos cura.
O compramos nueces y usamos todo el zinc.
O una cerveza y otra.
Mi amigo Miguel me llamó hoy para beber.
Le dije que la melancolía había crecido por mi
casa.
En las habitaciones del Perú,
las jóvenes se siguen emborrachando de culpa,
de dolor,
de himen. Y yo camino por las pampas. Y yo
debo
hacer la Revolución de la Poesía Peruana.
Asunto necesario para devolver la luz a la
gramática
tan enlodada en discursos arcaicos. Y nada
más
que este juego de naipes…que es la vida, ¿qué
es la muerTe? Sin embargo, debo hacer la
Revolución de la Poesía Peruana aunque mis
hermanas piensen que ando loco
la gente a veces me odie y se burle, las
muchachas
no quieran salir conmigo. Y yo no tengo otro
poder salvo escribir para este tiempo que me
tocó.
La Revolución de la Poesía Peruana nace no
con palabras
sino con fuego con cuerpos que se tocan con
pieles disueltas. La frescura de mi existencia
prueba
que vivimos en poesía, que habitamos el
lenguaje
56
–ínsitos atrapados entregados
a una propia exacta convulsión–
no como una casa ni un pensamiento lógico
donde A conduce a B porque B es A o A + C es
B entonces B es A + C, sino
en suma, por textura: unidad de mente con
símbolo.
Y toda esta neblina de la ciudad me espanta,
pero hallo paz mirando el cielo lila de mi
ciudad, buscando
la luz de las estrellas, que, aunque son planetas
muertos
para mi brillan como dientes de león drogados
en mi lenguaje conversacional. Toda esta
ciudad es apestosamente dulce, tranquila
y divertidamente loca
como un verso donde escribo esto
como otro verso donde no tenemos más salida
que seguir andando. Caminar. Pensar.
Rictus de mi mente creando lenguaje.
Las hojas de los árboles mutan. Un peso
tiembla en el alma.
Anotar en este verso el movimiento de la
sombra sobre mi mano. La luz es bella ahora.
La noche me encuentra solo y aullando.
Somos lenguajes introspectivos aullando en la
oscuridad.
No hay modo de patear latas, porque no hay
latas en estas calles.
Todos estos años escribir fue una forma de
rebelarse
pero ahora toca colgar la ropa, apretujar algo
del detergente que curte las manos,
57
pero permite el pensamiento ágil de otro verso
que no sea simplemente tristeza. Hay algo que
se enciende día a día.
Un espacio donde no existe el tiempo. La
poesía
permite pensar el mundo. Dialogar con los
otros.
Aquí me detengo: tengo que esperar que
cambie del semáforo.
Todos estos años –escribir como plenitud–
devolviendo al cielo
esta sangre, esta violencia diaria, esta luz
sagrada,
¿dónde beberé la noche sino en mi propia
escritura?
Escribir, estupidez para algunos que llevan
bolsas de papa en la espalda
o caminan por la miseria
o abren una nueva tienda de ropa en Gamarra.
Y es cierto, este no es el verano donde nos
amamos.
¿Alguna vez nos amamos? Y si nos amamos,
¿por qué te casaste? ¿Por qué no perdonaste
por última vez mis cosas? Mis estúpidas cosas.
Y todo
este maldito asunto de la poesía se extiende.
No tengo más dinero que unos billetes.
Mañana viernes.
Pasado domingo. Y la poesía sigue.
Como un largo poema que intentamos asir, en
el tiempo
entre semen y sangre
en todas las constelaciones que se abre y
58
disuelven
otra vez en el aire. En fin, he soñado
Con aquella muchacha que tanto deseo:
su abrupta figura aparece en mis sueños.
Yo leo poemas largos mientras sueño y ella
apenas y un picaflor dulce sobre sus labios
La veo y la presiento: suave y vasta como el
arroz.
Sin embargo, despierto. Es otro día. El horror
de ser carne. De ser uno y nada. El horror y lo
sagrado de ser cuerpo atrapado, enquistado
en una Gran Ciudad. Mis ojos se humedecen.
Desearía seguir durmiendo. No tener
objetivos.
Desearía seguir soñando con aquella
muchacha.
Morderle los labios. Sentir ese éxtasis.
No quiero despertar. No hay caminos
Ni planes, ni metas definidas. Los editores
se llevan los créditos de los poetas. Los poetas
se suman a la lista de desempleados. No hay
flores
para tantos entierros.
Algunos siguen seguramente bebiendo cerveza
y escribiendo horrendos poemas comunistas
para salvar su honra.
Yo no tengo otro floro que mi caminar. Pero
hoy
no deseo poner mi cuerpo en las veredas ni
cruzar puentes
tan solo observo desde mi cama el día.
Vecindario lleno de gente que trabaja –
empleados públicos, ingenieros, cachueleros,
59
lustrabotas, afiladores de cuchillos, profesores
de lenguaje que
pasan fotocopias de Javier Heraud,
odontólogos que buscan cocaína antes del
crepúsculo, provincianas que venden
chirimoya, ambulantes
ofreciendo cortaúñas, estudiantes de Vallejo
en la cátedra de las universidades pobres,
misios
mirando los letreros de trabajo en las avenidas
hombres vendiendo chicles al pie de los
puentes– yo estoy aquí:
No quiero despertar, ¿a dónde ir? Buscar un
trabajo
es necesario como tener tarjetas de crédito
e inútil para conquistar la eternidad. Pero si no
trabajo, ¿de qué como? ¿Podré vivir de mis
versos en esta ciudad lila? ¿Podré vivir de esta
línea donde pongo la metáfora y el sentimiento
de esta donde escribo mi siguiente verso
o de esta donde cambio el símil por la anáfora
o de esta donde intento el surrealismo cortado
o de esta donde intento no morir
o este donde engarzo el estilo vanguardista con
o este donde engarzo el estilo surrealista con
o este donde engarzo el estilo conversacional
con
o este donde engarzo el estilo metaliterario con
o de esta donde intento no vivir
o este donde engarzo soledad + edificios
o este donde engarzo semántica + frutos
frescos
o este donde engarzo mi mente + el mundo
60
o este donde engarzo mi mente + la
intensidad? La soledad
conduce siempre a las veredas, y aunque las
legañas
maten mis ilusiones, vuelvo al trote.
Vericuetos.
Calles. Edificios. Pollerías. Miércoles,
y la civilización sigue creciendo. Los poemas
no pueden mandar a un hombre al espacio,
Los poemas no pueden cambiar un tumor
cancerígeno,
pero los libros siguen editándose, en
colecciones,
tapa dura, con ISBN, con precios de todo
calibre.
Libros que se envuelven en plastiquitos
para pegarle un sticker de precios,
papeles donde se guarda la esencia poética
como la fruta en las jabas que se pudren en los
mercados.
Algunos libreros dirán que el precio es
directamente proporcional al talento del poeta.
Y se venderán grandes libros con frases de
autoayuda que inmediatamente importarán
de los Manuales del Sentido Común.
¿Mis poemas en tapa dura valdrán más que
los que escribí en tu cuerpo
cuando nos amamos? ¿Acaso este es el verano
donde nos amamos? ¿Cuánto valen mis
versos? ¿Valen más en tapa dura que
en tapa blanda? Este es otro verano
del número limitado de verano donde nos
amaremos.
61
Andamos bajo los puentes observándolo todo.
Otro verano: rompe el mar contra las piedras
de Chorrillos.
A veces quisiera vivir como un barco: navegar
y navegar
y olvidarme de todos estos límites. El Perú me
duele.
País sin norte ni sur ni este ni oeste. Entregado
a mafias
que roban –sea el fujimorismo o la izquierda
de siempre– que meten a sus amigos al
Estado,
que se encargan de adormilar a la gente y/o
darle pan y circo.
País amplio, desigual, como una herida
siempre abierta donde todo te hiere tarde o
temprano
donde no hay salida ni metas ni otros
lenguajes que la desesperación como un verso
deslizando su luz por el paisaje. País al otro
lado
del charco, país donde te roban por nada, y
la muerte y la cerveza y el caos y el gol son
parte
de la cotidianidad. ¿Envejecer? ¿Morir?
¿Tratar
de resumir todo este contraste de equinoccios?
¿Ganar el Nobel?
E irse del país es el sueño de todos,
bajaron los pasajes en avión a EEUU, ahora
es más fácil vivir en Europa con 90 días sin
tener problemas con Migraciones,
solo de turista. Trabajar lavando platos para
62
los europeos resulta mejor que vivir de algunos
soles
en este país. El peruano vive, sin embargo.
Pero yo no sé a dónde ir.
El peruano corta sus limones, prepara su ají de
gallina.
Yo no sé a dónde ir.
Podría meterme a un bar a estas horas
y observar los rostros aburridos de los que se
afanan frente a una cebada.
Meter una moneda y escuchar a José José.
¿Ir a un bar un jueves o viernes por la
mañana?
Pero yo me aburro más de la ebriedad de
siempre.
Me duele la barriga. Me aburro de todo.
Debería tal vez, como Rimbaud,
dejar esto de la poesía y conseguir un buen
trabajo
irme al África y vender armas, o tratar de
dormir
en los senos de una muchacha feliz. Tener
hijos
Y buscar el aplauso de las grandes editoriales,
tener amigos importantes que citen mis libros
para ir colocando las bases de los mejores
premios.
Engordar un poco: la poesía adelgaza, te
vuelve esencia,
tus costillas duelen al dormir, la respiración
es jodidamente dolorosa.
La garganta arde.
Y el mundo no necesita poesía,
63
necesita más edificios para seguir metiendo a
más gente
que trabaje para el Sistema, a más muchachos
que se droguen con hongos o pastillas mirando
el fútbol en sus pantallas plasmas, en sus
enormes televisores,
más edificios, más cuartitos
dónde hervir agua, dónde hervir plantas
dónde hervir mentes y armar líneas de cocaína
líneas blancas explotando en el cerebro.
El mundo, el Perú, es un vaso de agua donde
Dios
intentó dibujarse. Y, sin embargo, las
mariposas blancas vuelan,
yo no permaneceré triste, es otro día: mi
lenguaje se expande.
No seré menor a los poetas de otros siglos. Ni a
la luz
que recorro gracias a sus huellas, y a la mía, la
que dibujo, cuando despierto y estoy solo, y en
esta inmensa ciudad
mi corazón es un diente de león extraviado.
Ni seré menor a la belleza que pasa por mi
casa.
Demasiadas palabras matan la poesía.
¿Qué poesía? ¿La que rima y se vende por
kilos?
¿La que gana concursos? ¿La que no vale
nada?
¿La que se escribió en los sesentas, la de los
setentas, la de los ochentas, la de los noventas?
Yo estoy solo
Y ando.
64
Yo estoy solo
y canto.
Es otro día para comprar aceitunas en la
tienda.
Los autos pasan rápido. La soledad es
cualquier cuerpo que mira su realidad desde la
ventana.
Algunos creen que los chanchos vuelan
o que hacer programación de sistema es el
nuevo
verso de la realidad. Yo quisiera
seguir durmiendo. No despertar a este
mundo que detesto, que me hace detestar por
momentos
el arte de escribir versos. La máquina sucia de
la realidad
que vomita espejismos, que vomita políticas y
jóvenes, adolescentes y viejos. Y se traga todos
los sueños.
No corregiré mis versos ni los adaptaré a un
concurso literario
que salgan abruptamente, como quieran, con y
sin perfección, con dudosa coherencia: esto es
el arte,
despertar sin dinero en los bolsillos y pensar
en el arte,
arriba los astronautas intentan sintetizar la
ciencia de nuestro siglo,
yo duermo, camino, intento no morir en el
tedio diario.
Sobrevivir a este siglo donde los versos
se venden en las tiendas comerciales
y los poetas malditos se toman fotos en las
65
plazas
sin embargo, busco elevarme, busco transitar
más allá
del viento y de lo que sostengan los
académicos de turno
Y en el disfraz de todas las hipocresías mi voz
surge como una ola. En los días aburridos,
donde se cuelga la ropa, intento el verso, huir
del hartazgo que asecha los cuerpos, enterrar
mi propia angustia
que me friega el corazón, huir de sus dientes
filudos, tratar de acercarme a la gente que se
ama o embriaga su vida de infinito. No
tenemos salida: Santana ya no toca en los
estrados, ni hay aviones que nos salvan de
nuestra propia Ítaca. Prendo la computadora
y observo todo: la jungla de carnes y símbolos.
En la calle ya nadie juega a las escondidas, ni
busco las iglesias, paso de frente, mordiendo
un fruto seco.
Tratando inútilmente de iluminarme con mi
salvaje forma de entenderme contra las cosas.
Mi gramática grita contra el horror de la
ortografía de los árboles, en los conciertos
idiotas de la masa, en el barullo de ser un
guarismo atrapado en la vecindad del terror. Y
a veces me lanzo a observar estas calles. Nada
qué hacer cuando eres fugo apenas un latido
una fuerza caminando andando y viejos como
Omar Aramayo criticando mi uso de gerundios
otros como comprando en Wong una bolsa de
panes crujientes otros como Jorge Luis Roncal
atrapado en su máquina de imprimir de hacer
66
libros. Y viajamos a otra cuadra. En Quilca
siguen durmiendo los sueños de los rebeldes.
La marginalidad apesta como estar ebrio un
lunes a las cuatro de la tarde.
Nadie desea ser un drogadicto con semen entre
los labios, ni largas pesadillas agitándose en
sus alas.
Teclear, teclear, Dos muchachas me observan y
se burlan de mi flacura, me piden encendedor,
pero yo solo puedo
ofrecerles algunos versos.
Nada tan frágil como un soneto donde intento
no quebrar esta pureza, donde busco lo
sublime
que encuentran dos cuerpos en un pétalo de
sal.
Nada menor a su locura de atizar la pradera,
la primavera es la dulzura que ocultan en sus
labios.
Yo sigo. Intento no hundirme en la bohemia
fácil.
Todo se pierde.
Todo es alcohol y locura: fuego fatuo que cae
sobre los cuerpos,
¿dónde colocar estos años escribiendo?
¿dónde huir para no ser inevitablemente
triste?
¿dónde poner mi flacura ahora que
arrebatadamente salgo y vuelvo del mismo
equinoccio?
¿dónde encontrar la boca que me embriague?
En Plaza San Martín los vagos siguen oyendo a
charlatanes hablando del país o del futuro,
67
cuando no tienen ningún programa político
salvo sus reclamos. Y embriagado de
absolutos,
permanezco atado al fuego del poema:
oasis en esta ciudad donde los ángeles usan
teléfonos celulares para tomar foto al instante
que se quiebra como junco contra mis labios.
En Jirón de la Unión un ciego toca una flauta,
otros bailan, ganan sus monedas como
pueden.
Muchos tragan, tragan arroz, tragan cemento,
tragan smog, tragan anticuchos, tragan tripita,
tragan bofe, tragan lenguas, tragan pescado
crudo.
Los demás, pasan mirando la ropa cara de los
escaparates
Si supieran que soy poeta se burlarían.
Si supieran que escribo en mi mente versos
que se oirán al cabo de algunos siglos
me dirían idiota, ponte a trabajar, vago de
mierda.
Corrige tus sueños y entra al juego de ganar o
perder.
La vida pasa, el verso se intenta.
Yo camino, avanzo: esta ciudad convive en su
desesperación
entre cemento y sapos aplastados y toda esta
mierda
que me hace permanecer solitario, atado al
fuego de mi verso, como si de la última calada
del pucho se tratará, pero nunca se aproxima
la madrugada,
ni el terror lograr vencerme ni sustraerme a la
68
oscuridad de la noche.
Yo disimulo estos pensamientos. ¿Y qué es la
poesía para esta gente que chupa los huesitos
de su pollo a la brasa, y apesta a tristeza, y
trabaja y suda y jamás lee nada que no sea su
teléfono celular?
Yo llego con el fuego y trato de esquivar sus
reclamos.
Sus miradas, su abyección y ortografía.
La ciudad es mi manera de andar solo,
La ciudad es mi loco poema perfecto donde
buscarte
Y buscarte es el corazón de mi verso. Sé que no
soy
como los Otros, sé que no soy como los Demás,
por eso – a veces, ayer, hoy, hace una hora–
me hundo
en la angustia: ser uno mismo es no
prostituirse
no callar el canto interno, lo ínsito que frota y
dulcemente
cruje sobre tus ojos. Ser uno mismo es aceptar
que se cierren las puertas. O que las
muchachas solo te amen
en un oscuro instante de ebriedad y olviden tu
nombre,
en otros cuerpos, en otras billeteras más
idóneas a su necesidad. Porque estoy solo
Escribo. Porque estoy solo y estoy perdido
escribo
esta gran canción en medio de taxis blancos
amarillos
rojos que van y vuelven en la avenida
69
Evitamiento
donde, a falta de otros escenarios, me acodo a
sentirme parte del viento y del universo.
Afable es el viento del atardecer. Otra vez el sol
se oculta
y quedamos atados a la noche, a las bancas de
los parques,
a este ir y venir del poema, a este volver
a uno mismo, a este salir de sí para entrar
a otro cuerpo. Porque yo canto, comprendo el
silencio
del viento límpido chirriando sobre los
cartones pegados a las casas,
el silencio canta en Lima
el silencio es lila en Lima
el viento de los niños perdidos, de las bodegas
solitarias, y el terral
donde duermen algunos perros
y en la tierra
los chanchitos se refocilan con su lenguaje
de hierba mal cortada,
triturado por el carbono. Mi poema fluye,
crece, y yo miro su largo pelaje,
apagando un cigarrillo contra un árbol y
observando de nuevo
el cielo lila
de mi ciudad.
Y meto mis ojos a microbuses.
70
71
DESENVOLVIMIENTO DE LA
FLOR
72
73
Y estas calles son las que se ondulan por mi piel
puerto de las rocas exhaustas calles que son
canciones y conciertos flores que se abren
contra el tiempo césped ridículo de 1991/
sacudimiento extraño que agita las ideas te
dije citando a Bécquer y era mayo o verano y
vagábamos solos/ y juntos/
el lenguaje del agua/ dioses enfermos que
sacuden su vientre contra las rocas/ pueblos
que se derriten y se comban/ lenguajes del
fuego/ el viento zurce veloz un paisaje de algas/
este es el espanto y el terror de los puertos/ esta
es la gloria de los dioses / esta su música/ y la
música de los cuerpos que al derretirse cruzan
como un
río de algas el cosmos/ música de los cuerpos
plateados que son sal para mis dedos tibios/ sal
para los puentes destruidos/ dulzura de
cuerpos/ y tu piel y mi piel son dos flores
tristes/ en las que se sacude el viento/ en las que
el vértigo que soy/ y la sangre/ y lo siento por
ti / se disuelven en una
suave caricia de flores amarillas negras rojas
que blanquean contra las piedras prehistóricas
el itinerario de tu nombre/ y tu nombre está
zurcido en la cenit del ritmo y la desesperación/
todo ha sido destruido: los sueños son moscas
que son ángeles/ fiesta del fuego y de la sangre/
ojos abiertos/ te repetiré algunas palabras/
74
y nada fueron en el sublime movimiento de la
sombra en cursiva/ y nada fue mi fuego en este
miedo que arrojé fuera de mi centro/ y yo me
sentía crecer como un navío apasionado que se
desliza por las fronteras de un verso como
equinoccio /remordimiento de todos mis
orgasmos/ destrucción de mis placeres
espumas con el canto roto de sus dedos/ y mi
voz era un barco ebrio viajando en el cielo/ de
pétalos/ y tu piel aparecía como cada puerto/ y
estas eran las calles/ por las que mi cuerpo
desea/ el tuyo/ como un papel bond que
desatada traviesamente sobre tu sonrisa/ y yo
iré a tu casa a beber un sorbo de manzanilla/ y
nos acurrucaremos
entre casas y palabras/ y yo tendré los labios
partidos/ y no soy Basho, soy Julio Barco/ mis
ojos se derretirán frente a los tuyos/ renovada
conciencia/ de la irresolución de yoes/ que son
mi pluralidad / mi ardor/ mi ciencia/ deletérea
forma/
y tu serena desesperación es una web destruida
como el incendio de tus cuerpos/ ojos del fuego
: flor del cuerpo/ caminas entre cuerpos
multiplicados/ hemos dejado atrás un
escenario marchito/ todo cuerpo en delirio se
arquea dulcemente/ y estas calles por las que
me prolongo son mi reino: chifas, montañas de
basura, duendes/
75
y este reino no cabe dentro de mi estúpido
corazón/ y yo muero y yo río y yo me exalto/
frenesí es tu cuerpo y mi cuerpo/ seremos
viejos: cráneos y polvo dentro de concreto/:
desmesurado es un caballo blanco que
desasosegado contempla mi amor/ cielo de
moras/ pizza a 2 lukas y quiero ser libre/ yo sé
que tu mente se tarantuliza/
separa versos/ asume la espacialidad de la hoja
como un tratado del instante a resolver sobre su
propio firmamento/ yo sé de tu mente veloz
atrapado en tu inocencia por comprar trabajar
lavar carros comprar traficar llorar pelar pollos
dar vueltas / racionalizar tu yo/ irresolución de
viajes al extranjero/ falta dinero/ falta
amor/ falta mística/falta
neoconversacionalismo/ falta luz/ álgebra de la
palabra que se sostiene del silencio/ y no hay
cuaderno de mariposas ni flores ni pétalos
rabiosos ni orgias ni canciones largas ni
rapsodas titubeantes que sean tu semblante
temblorosamente brusco como esta suave
mezcla de sensaciones que aterrizan en tus ojos
y se hacen tus largas esquinas, calles que son
piedras que fueron realidad en otros años;
durante otras serenas conversaciones/ sé que
buscas
hierba por las noches con tu Martín Adán
mugroso y subrayado/ y tu cuerpo flaco como
una canción destrozada/ y sé que te harta el
universo/ puto animal/ pero muto/ pero te amo
76
y mi pasión por ti es un alce que entra a una casa
alocadamente sudoroso como un verso
deslizando del film que son mis días y noches:
concierto del
solitario grillo que pernocta en mi pecho por las
noches/ como el viento que no es vacío: como
mi corazón atravesado de latas y peines que
cantan en los buses/ cemento aterrizando sobre
el spleen/ Y este comer mollejita en la vereda no
es París/dejaré mis ganas de reír a un lado/
bajando de los buses para encontrarte en la
plenitud de una hoja blanca como el rocío que
estalla contra los días/ y yo corro
por las casas donde los perros ladran/ estos son
los días de la mandarina y el abandono/ no
volveré a besar a Lady ni a su piel de
cuarzo/entiendo perfectamente todo/ y
literatura es realidad de un pétalo/ de un ángel
que sale de mi para concretarse en un itinerario
largo/me asusta el mundo / lo sabes/ los niños
no tienen ya a dónde ir/ la literatura no es una
casa segura/ flores amarillas frente a mi
ventana/ madrugada como prosa exhausta en la
yema de mis dedos/ la oscuridad
me permite ver a mi gata negra/ sigo en la casa
del abandono/ el instante se triza: todo es
eterno/ y yo acabo de contemplarte feliz como
una hoja de acacia deslizando su sentir sobre
mis dedos entristecidos/ Gaby me ofrece su
paciencia como un Dios pequeño/ y las veredas
77
son domingos con huevo frito en el aire/ mar y
personas
como el eterno diálogo/ la vida y sus formas/
todo ha sido banal como aterrizar en tu puerta/
un instante detrás del musgo que floreció en tu
vientre/ para que yo directamente me
aproximará/ ofreciéndote un poema/ y mi vida
es un vals que se comba bruscamente contra el
mundo/ y el universo es la ternura de mi yo
zurciendo el absoluto
78
Las empresas consumen tu tiempo a cambio
de dinero. Los poemas no.
Las empresas son girasoles en las manos de
niños enfermos.
Los poemas no.
Las empresas dañan la salud psíquica y
maltratan a sus empleados colocándolos en
puestos precarios que impiden su formación
cabal.
Las empresas meten tu soledad a un itinerario
de horas.
Los poemas no.
Las empresas ponen zanahorias dentro de
plásticos y las venden bajo la luz blanca por las
tardes.
Los poemas no.
Las empresas crean máquinas de afeitar de
plástico. Los poemas no.
Las empresas diseñan -mediante su
publicidad- un individuo adicto al consumo.
Los poemas no.
Las empresas maltratan a sus trabajadores.
Los poemas no.
Las empresas son mortales.
Los poemas no.
79
UN POEMA LARGO
DESMESURADO COMO UNA
PELOTA ROMPIENDO LA LUNA
DE TU CASA
80
que es urgente renacer y renacer
será mi rabia y florecer será mi voz
teclas
Mediocridad es un verso inútil que me
destruye los ojos
Fúlgida pantalla de
televisión:
81
donde comprendemos que pasión
es un fuego inamovible,
donde comprendemos que pasión
es mi otro nombre.
82
de la sed de ser que me persigue como trazo
agitadamente alborotado
& mi país no
progresa ni mejora su Salud
YO VENGO DE ESO
cultura es un verso que nadie lee más
& los chiquillos se
drogan en las esquinas
oyendo hip hop como mariposas secas
—que yo elevo por tus ojos—
cual alquimista trágico oh sé de algunos
peces indocumentados manes
silvestres
que mutan i son calles i son árboles
profesiones/
doctores/ ajados abogados/
y todos estos cuerpos
son ahora flores tranquilas que meditan sobre
las posibilidades de hacer la frenética
revolución de sus cuerpos
NOCHE LILA
CIUDAD LILA
POEMA LILA
MENTE LILA
(y tú subrayas un verso que explica
La mente como rosa explosionada)
Sobre lo próximo de
necesitar un amigo como un durazno fresco y
signos es todo lo que veo mientras bebo con
Hugo y
Patty los 40 años de Hora Zero/
40 años de hueviar vagar hacer de la poesía tu
rollo
83
Que no son los 40 años de mi madre viviendo
lejos de la escuela de sentidos
Que son los 80 de mi
abuela, desdentada y para siempre sola
Que no son los 16 de mis
hermanas
En el Nosokomio de la Vida.
(&)
(&)
84
El poder y la belleza de mi mente no tienen
límites
Estos años furiosamente ciegos/ entre patas
que no reconocen el talento de los verdaderos
escritores
de la crítica como un río colándose por el
engranaje mental de los enjutos estudiantes de
letras/
y la buganvilla tuvo una cierta sonrisa:
simetría de cuerpos que ondulan se aprietan y
apasionadamente giran salen van de los lados
a otros lares
mientras yo siempre te espero detrás del humo
y la imagen cae y nos volvemos a ver en el
siguiente cuerpo aradero/
Adiós ciudad
Adiós buganvilias
Adiós apasionado temor/ fuego/ ánimos del
2019 explosionando como higuerillas en mi
seso
Voces poéticas criticando
La pobreza/
Adiós sexo sigiloso
Adiós fugacidad de
los cuerpos
Adiós a mi yo ebrio
Adiós a mis
testículos
Los barcos se derrumban en los puertos del
siglo/
crece la noche como las alas y la lira lila de un
ángel alucinado/ me repetí el
Ritmo:
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Adiós contemplación infinita del verbo
Adiós a Garcilaso de la Vega y Adiós dulzura
de ser un cuerpo multiplicado
Albatros ebrios arañan sus sueños/
Y Luis Cebreros me
habla de la voluntad de poder/
de todo destrozado, perdido: caótico y
ensimismado como el verso
Donde agito mi ser y el
obnubilado viento
No hay canción
No hay claridad
Vamos en el viaje
De los cuerpos simultáneos.
Y la vorágine será deambular
por Lima mientras
Alocadas pancartas amurallan el régimen
de Fujimori, no obstante,
Nosotros somos
arañados por otro contexto
Y la vorágine será soñar
el sueño delicado
Como fruta sobre nuestra
intensidad.
Y he vuelto a mis ojos de siempre y mis ojos de
siempre son millones de sensaciones
Delicadísimas como
tener 28 años y sollozar
En tu habitación helada.
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Adiós Dios de mis ojos Puros Delicados
objetos del Hartazgo
Adiós quimera de
abandono
Adiós a mi puta adolescencia
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desmesuradamente encuentra nada.
Exploto.
Y pienso en algunos versos que ayer subrayé
Y ahora deploro.
Yo sé que pondrás una empresa y trabajarás
con tus viejos.
Ganarás tu buen dinero
y yo escribiré
Versos como olmos derretidos.
Deseo enloquecer a veces.
Me gusta mirarte. Escribir lo que me de la
gana. Subo por calles.
Enmudezco.
Todo mi desorden es un lenguaje poético
excesivamente bello.
Cuerpo que fui de niño atrapado
En el aire
Todo varia. Se aplasta. Se ríen los semáforos.
Se agolpan
Los hielos e hilos del sentido. Tele en
blanco y negro
Y una lengua lamiendo la miel de brazo
de un joven
(todo es por dinero)
Los años son moscas
aterrizando sobre las ollas.
Y no hay a dónde ir.
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ESCRITO A LA ORILLA DE LA CARRETERA
EVITAMIENTO
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Ahora solo veo buses, cuartos, calles, y
siempre repito
Tanto tiempo estoy en esto y sigo,
Y empecé en algún idioma y canto el mío,
Tantos meses y acá sigo, escribiendo
mi voz, atravesando otras, bajando de bus,
yendo por avenidas, cruzando parques,
leyendo a Vallejo, a Neruda, a Heraud,
todo lo que toca mis ojos y se desvanece.
Ahora anochece. Me gustaría llegar a un
cuarto.
Ver el amanecer solo bebiendo café.
Poseer un cuerpo es agarrar tu máquina
Y dibujar el nuevo camino lírico.
No poseemos otro sentido salvo el fulgor
de nuestra incertidumbre. Viajo en taxis.
No me gusta la sociedad, nunca me interesó
hacer cola
para buscar el éxito. ¿Tienes fuego?
El sonido de mi mente persigue el
pentagrama de carne
donde suelo encontrarte. Donde suelen acabar
los caminos.
Ahora veo la ciudad desde un bus.
Todo esto se repite en todas las ciudades del
Orbe.
Yo era un joven adicto al lenguaje. Todo es
lenguaje
Y vivimos atrapados en él. Ahora
el lenguaje de la programación finiquita el
arte.
No hay sensibilidad entre las máquinas, mi
cabello largo vuela al viento, he sido
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acaso un resplandor nada homogéneo a este
tiempo.
La sociedad se acabó:
recorro estas calles llenas de vendedores,
de incertidumbre y la poesía acaso es
aquel rumor que llega de los ríos, que viaja en
el aire
que persigo en otro cuerpo, que busco
ansiosamente
detrás de los árboles, en la luna o los días.
Algo del cuerpo electrizado por su propia
razón,
algo del movimiento del oleaje de nuestro
dragón interno.
Me siento a escribir mis poemas. Me paro.
Miro la ventana: los chicos vuelven de la
escuela.
Dos gallinazos arriba en la punta de una
antena eléctrica.
Nubes pasean lentamente.
¿Escribir un poema es poseer un instante?
¿Qué poseo cuando tu cuerpo furioso se ata a
mi cuerpo?
¿Qué es tu lenguaje si yo devoro el tuyo?
¿Qué somos en un poema escrito en marzo?
Beber una cerveza es desperdiciar algunos
soles y embotarme antes del atardecer.
A las ciudades llegan los buses y bajan casas y
ropa y todo eso que
traen desde las provincias.
Aquí sigue la delincuencia imperando en las
calles. Acaso entre los departamentos
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de Miraflores alguien intenta suicidarse.
Canciones tristes
antes de dormir. Yo escucho. Yo me
desordeno.
Acaso el tiempo inclinará a esta ciudad a la
destrucción:
oleaje, calor,
Y en el centro todavía venden café
Lima sigue siendo una constante máquina de
caos y caminos.
Desierto y mar entre mis ojos. Yo sigo
andando.
No sé escribir ni quiero aprender.
El arte debe ser nuevo y mostrar sus dientes
carnívoros
proclamando la nueva fiesta. Aquí llegaban
los circos.
Se levantaban sobre las pampas. Días de
fiesta.
Ahora la soledad es una carta dentro de una
botella.
La poesía es casi todo lo concreto más la
sustancia de lo que soñamos.
Yo reviso lo dicho. Intento no malhumorarme
de todo lo que acaece.
Años de violentos espectáculos.
Guerras y nada de ternura entre los pájaros.
Sueño tus ojos, sin embargo.
La lluvia nunca llega a Lima.
En Lima dejaré mi amor y dos poemas mal
escritos.
Me miro a mí mismo en medio de todo el caos
que terminó siendo
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este planeta. Andar la luna es un trabajo que
requiere esfuerzo.
Me persigo a mí mismo.
En esta ciudad escribí mi primer poema.
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Software Café
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1
Cielo Lila
Se aproxima el verano
Optimismo es mi canto.
Viento fresco
Bajo el cielo lila
Mi corazón late.
Mi loco amor
Busca tus labios
¿La luna te observa?
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5
Rostro de muchacha
Persigo tu dulzura
Se aproxima el verano.
Me siento en la hierba.
Digo tu nombre
Y lo demás callo.
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10
Llega el verano
En la eternidad de las mariposas.
Soplo un diente de león.
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Soledad de nube
Mi corazón se regocija
En la contemplación de tu boca.
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Araño el papel
para definir tus ojos.
Se acerca el verano.
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Fumo solitario.
Eternidad
Entre mis labios.
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Tu voz
Abeja entre los labios.
Yo miro en silencio.
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El fuego de mi corazón
No cesa.
Espero la luz del verano.
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No me hace gracia
Pensar en morir.
El silencio del espacio.
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La materia se deshace
Pero la voz perdura.
Flor empolvada de eternidad.
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Canción de la desdicha
Inclina mi corazón
A las flores y a las aves.
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En la urgencia de
encontrarnos
Renace el corazón.
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Vuelvo a caminar
Bajo la luz del verano.
Sonrío frente a las nubes.
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30
Estoy aquí
En la caótica ciudad triste.
Mi corazón vibra.
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Estrujo mi ropa.
Gotea en el cordel.
Es inútil barrer el piso.
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41
Persigo la gloria
Mirando el atardecer
por la ventana.
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Hoy no hay deseos de nada
Miro la ventana
Al otro lado, cruzando la pista,
construyen una casa
Yo hago un poema
Llenan las bateas con cemento.
El cielo ya es rosado
Y mi melancolía absurda
Moriré, seré enterrado
Y me comerán los gusanos.
Miro la ventana
Lunes de cualquier año
Atrapado en la ciudad
de Los Reyes
en Lima
en Seremsa
escribiendo tomando café
tratando de no eludir
mi propio caos.
En estas horas
no ayuda nada
solo saber
que soy
silencio
Solo saber que soy
he sido
un estado en la mente
una revolución silenciosa.
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Sí también yo
Cogí la flor
de la calle
atrapé el diente de león
en el aire
ahora
no soy
sino un puñado
de rabia
cantando
mi tristeza.
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CRUZANDO EL TIEMPO
Cuando en las calles se desbarrancan los
amantes. Cuando la soledad es la tristeza del
músico que pide limosnas y los venezolanos
intentan escuchar un rap para olvidar su
trabajo mecánico Cuando todo es absurdo
contar dinero en los bancos. Cuando todo
explota yo –absurdo artista atrapado en su
corazón– arranco de mi cerebro algunas hojas
y escribo silenciosamente en ellas. Cuando el
panadero destruye la tarde y nos encontramos
de nuevo en la noche lila, y gusanitos salen de
mis ojos y trato de ver mi yo poético como un
edificio de ventanas rotas y balcones y una
maceta con una flor absurda y hermosa, yo
pienso en los genitales y la soledad, en los
dientes de león y en las naftalinas, en los flacos
vendedores de anticucho, pienso en los puentes
amarillos y las hojas destruidas del invierno,
pienso en los suicidas atrapados en su mente,
en las rejas de sus emociones, y con fantasmas
sobre sus ojos. Y pienso en las absurdas
constelaciones. En la primavera, en los puertos
donde llegan nuevos amantes, en los
aeropuertos donde se van las mochilas con
rueditas y densa es la soledad ahora.
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Sin embargo, en la vereda mi sombra se
alarga, veo mi pelo, mi flacura y mi tristeza.
No son los tiempos de César Vallejo en París,
absurda es ahora la melancolía, absurdo
ahora todo poema como forma de poder. Sin
embargo, las calles se abarrotan, la gente
observa, algo se vende, tengo melancolía entre
los dedos, mi sueño es una fiebre inalcanzable:
mi sueño es un paisaje desvaído. Cruzando el
tiempo no tenemos paisajes ni movimiento, no
tener otra cena que nuestra compleja forma de
respirar. Y mi intensidad fue un abecedario
roto, una foto de un país. Melancolía de los
animales que se aman, vago lejos de todo lo
conocido. He añorado un cuerpo límpido, un
cuarto para dibujar nuevos poemas.
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que lloran a solas, medias con huecos, y tantos
cuadernos, tanta escritura que buscó descifrar
nuestra forma última.
109
salir a caminar con una vibración
excesivamente alta. Dame otros ojos, la misma
luz, el mismo corazón sin brújula. Ahora sé que
tienes más de 16 años y ya no eres una niña, la
que andaba conmigo, en las sombras, en las
calles, entre anticuchos con arroz blanco y
toldos con gente cenando hamburguesas, yo
sé, que también estás en tu propia razón. E
intento no aburrirte con mi melancolía.
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Contenido
RESUMEN: ...................................................... 11
CIUDAD LILA .................................................. 11
Hoy no hay deseos de nada ........................ 13
Sí, también yo.............................................. 16
CANTO ........................................................ 17
CRUZANDO EL TIEMPO ........................... 18
(…había pájaros en tu corazón…) ............... 24
Cruzando puentes amarillos...........................28
RESUMEN: .................................................... 40
DESENVOLVIMIENTO DE LA FLOR ........... 72
UN POEMA LARGO DESMESURADO COMO
UNA PELOTA ROMPIENDO LA LUNA DE TU
CASA .............................................................. 80
Software Café .................................................. 94
.........................................................................94
Hoy no hay deseos de nada .......................... 105
Sí también yo ................................................ 106
CRUZANDO EL TIEMPO............................. 107
Bonus Track