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En el principio era el Verbo.

Este Verbo es refiere a nuestro Señor Jesucristo, quien estaba ya desde el principio. Cristo es
eterno y preexistente a cualquier creación. Y era Verbo (“Logos” en griego) que es Palabra, que
es Sabiduría. Dios hizo la creación por medio de su Palabra. En Génesis 1 se lee 10 veces "Dijo
Dios". Es decir, Dios habló y esta Palabra de acción creativa (Verbo) es Cristo. Al referirse a
Cristo como Verbo se nos dice que Cristo participó en la creación del mundo, tal como lo dice
en Heb 1:2 “Dios nos ha hablado por el Hijo… por quien asimismo hizo el universo”. Cristo es
Co-creador. Por eso también, al crear al hombre, dice “Hagamos al hombre conforme a
nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”. La imagen impregnada en el hombre es la
imagen de Dios y también la imagen de su Hijo.
También en Proverbios 8 habla la Sabiduría diciendo:
"El Señor me tenía en el principio, ya de antiguo, desde antes de sus obras. Eternamente tuve
el principado, desde el principio, antes de la tierra… Cuando formaba los cielos, allí estaba yo...
Con él estaba yo ordenándolo todo, y era su delicia de día en día, teniendo solaz delante de él
en todo tiempo".

Y el Verbo era con Dios.


Cristo, que estaba desde la eternidad, estaba en la presencia de Dios. Y no sólo en la presencia,
sino en intimidad con Él. Además, estaban de acuerdo. Había concordia entre el Padre y el
Hijo. Por eso el Señor dice: “Yo soy en el Padre, y el Padre es en mí… el Padre mora en mí” (Jn
14:10). Es decir, están unidos. La gloria de Dios era la gloria de Cristo, ya que el Hijo habla al
Padre refiriéndole “la gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese” (Jn 17:5). Dios mora
en el cielo, de modo que cuando Cristo vino a la Tierra, salió del Padre (Jn 16:28).

Y el Verbo era Dios.


El Verbo de Dios, como se le llama en Ap 19:13, es Dios. Es decir, Cristo es Dios. Se afirma la
divinidad de Cristo, quien es “Dios sobre todas las cosas” (Ro 9:5). Con esto se completa este
panorama del testimonio que da el Espíritu de Dios, por medio de Juan, acerca de la identidad
de Jesucristo. Así como el Padre, el Hijo forma parte de la Trinidad, razón por la cual Jesús dice
“El Padre y yo uno somos” (Jn 10:30). Entonces, el Hijo de Dios, Jesucristo, es Dios en su
eternidad, en su poder y en su gloria.

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