Está en la página 1de 14

Unidad VII – Iglesia, Ilustración y Revolución Francesa - 1

UNIDAD VII

IGLESIA, ILUSTRACIÓN Y REVOLUCIÓN FRANCESA

1. El siglo de las luces: características y expresiones; 2. Revolución


Francesa: significado histórico y discusiones historiográficas; 3. La Iglesia
en Francia, entre la revolución y el Concordato; 4. Pío VI y la revolución; 5.
Contenidos profundos de la Rev. Francesa; 6.- Napoleón y la Iglesia; el
concordato y Pío VII.
Edición año 2021.

1.- EL SIGLO DE LAS LUCES: CARACTERÍSTICAS Y


EXPRESIONES:

1.1. Las ideas iluministas y sus representantes:


Para contextualizar será necesario entonces, remitir a los estudios de historia de la
filosofía moderna para encuadrar las ideas del “iluminismo” a fin de poder entender mejor el
momento que afronta la Iglesia desde fines del siglo XVII.
El iluminismo es en realidad un gran movimiento cultural, como el Renacimiento, que
se extendió a toda la sociedad. Sus postulados y propuestas representan francamente el
comienzo de la secularización de la cultura occidental, que llevó hacia secularismo de los
siglos XIX y XX.
En breve síntesis, enunciamos los sistemas filosóficos progenitores del iluminismo: el
empirismo y el racionalismo. El primero que niega toda diferencia sustancial entre el
conocimiento sensible y el inteligible, situando en los sentidos la única fuente de nuestros
conocimientos y rechazando toda idea innata y promoviendo el método experimental. El
segundo, que exalta al concomimiento racional que se desarrolla con independencia de los
sentidos y admite como único criterio de verdad a la razón
De allí que “ilustración” signifique como principios fundamentales:
a) la luz de la fe se reemplaza por la luz de la razón.
b) El desarrollo del concepto, fe en la razón, explicada desde la historia de la filosofía.
c) confianza en la naturaleza humana, sostiene que el hombre es bueno por si mismo y
no se encuentra corrompido en su naturaleza por el pecado. De allí que no tiene necesidad de
una “redención” que baje de lo alto para salvarle. El hombre entonces, se valdrá por sus
propios medios, logrará la felicidad, descubrirá la verdad y seguirá lo que es bueno. De ahí el
mito del “buen salvaje”
d) desprecio por toda idea de tradición, religiosa y especialmente cristiana, se
infravalora el pasado, como sinónimo de oscurantismo, exaltando el presente y con un
ilimitado optimismo en el futuro de la humanidad, gracias al progreso.
e) En cuanto a lo religioso, se piensa que las estructuras religiosas (Cf. Iglesia)
convirtieron al hombre en esclavo de una revelación trascendente que está puesta en dudas.
Se rechazaba por tanto toda revelación positiva, todo dogma, toda institución que se
Unidad VII – Iglesia, Ilustración y Revolución Francesa - 2

presentara como mediadora entre Dios y el hombre. Solo se aceptaba una religión natural,
que va deslizándose hacia un deísmo. Desde estos principios, el paso hacia el ateísmo estaba
muy cerca.1
Ciertamente que poco a poco, estos principios se fueron aplicando en los diversos
campos de la cultura y de la sociedad impregnando, al menos al comienzo las mentalidades
de diversas elites.
Estos postulados aplicados a la moral, resultaba que los principios éticos no se
fundaban sobre una ley natural, presentada como manifestación de la ley divina eterna, sino
como una exigencia de la razón y de la voluntad humana.
En pedagogía, estos principios fueron deslizándose hacia un naturalismo, es decir que el
educando (niño o joven) debe libremente llegar a la verdad, sin recibirla pasivamente de sus
educadores, seguir sus instintos y alcanzar por si mismo el conocimiento y la ciencia.

En las doctrinas económicas, se funda en leyes necesarias como la física y la


astronomía. Se implanta la fisiocracia en lugar del mercantilismo, que promueve la libertad
de comercio, la libre producción y la preferencia hacia la agricultura sobre la ganadería.
Entre la inmensa masa de escritos de todo tipo, como los filosóficos, políticos y
económicos, autobiografías, novelas, etc. Aparecen los autores que remarcarán estas ideas
iluministas, donde no falta el anticlericalismo. Entre los principales representantes figuran:
a) Pierre Bayle (1647-1706), y su Diccionario histórico-critico, donde pone en tela de
juicio las grandes cuestiones filosóficas, teológicas, históricas y políticas de su
tiempo.
b) Voltaire (1694-1778), que, entre sus numerosas obras históricas, literarias y de
filosofía, publicó una novela satírica, Cándido, donde el protagonistas pasa por las
aventuras más absurdas trágicas y hasta ridículas.
c) El conocido Montesquieu (1689-1755) y sus "Cartas persas" (1721), en donde, y
desde un el género de cartas a su país, el personaje describe la sociedad occidental
del ancien regime, incluyendo el despotismo, los vicios del clero, la irracionalidad
2
de los dogmas, el número infinito de frailes .
d) Juan Jacobo Rousseau (1712-1778) con su obra El Emilio, o De la educación, que es
un tratado filosófico sobre la naturaleza del hombre escrito en 1762. Aborda temas
políticos y filosóficos concernientes a la relación del individuo con la sociedad, y
señala cómo el individuo puede conservar su bondad natural, mientras participa de
una sociedad inevitablemente corrupta. Propone un sistema educativo que le permita
al “hombre natural” convivir en esa sociedad. Rousseau acompaña el tratado con
una historia novelada donde el joven protagonista Emilio y su tutor, muestran cómo
se debe educar al ciudadano ideal. Hoy se considera el primer tratado sobre filosofía
de la educación en el mundo occidental y fue tomada como una de las obras
fundamentales sobre la educación en el siglo XVIII. Sirvió de base para las
propuestas educacionales posteriores en el mundo occidental de sello liberal y
laicista.

1
D´Holbach, hizo abierta confesión de su ateísmo, con gran arraigo en una sociedad que lo tomó como ídolo.
2
Cf. Manejamos la edición dirigida por C. Pujol, ed. de Barcelona, Planeta, 1989.
Unidad VII – Iglesia, Ilustración y Revolución Francesa - 3

e) Bernardin de Saint Pierre (1737-1814) y su novela Pablo y Virginia, ambientada en


la lejana colonia francesa de las islas Mauricio (este de la de Madagascar) para
3
ensalzar la idea del naturalismo romántico .

2.-REVOLUCIÓN FRANCESA: SIGNIFICADO HISTÓRICO Y


DISCUSIONES HISTORIOGRÁFICAS : 4

Introducción:
Siguiendo las reflexiones de Joseph Lortz5, dejemos asentado que la Revolución Francesa
(en adelante RF) no surgió como un movimiento hostil a la Iglesia. Ya veremos como el
clero se unió al tercer estado y muchos de ellos fueron sus diputados; incluso fueron capaces
de renunciar a sus tradicionales privilegios sociales y económicos; intentaron incluso aceptar
una constitución civil. El terror y su avance, comenzó después, en noviembre de 1791,
cuando se dictó una ley contra el clero opositor, en donde los sacerdotes que se negaban a
jurar la constitución perdían sus pensiones y derechos civiles y podían ser encarcelados.
Emigraron entre 30 y 40 mil sacerdotes. Al año siguiente (septiembre de 1792), serán 3
obispos y más de 300 sacerdotes quienes fueron asesinados.

2.1. Significado histórico:


Este crucial suceso para la historia de Francia significó sin dudas también, un cambio en
el andar del occidente y también para la Iglesia generó, como efecto sucesivo, un cambio que
si bien fue duro, a la larga le fue beneficioso.
En primer lugar hemos de estudiar a la RF sin desconectarla con el movimiento de la
ilustración y la evolución de la sociedad de ese siglo XVIII. En este acontecimiento se
entremezclan sin dudas, los motivos sociales, políticos, económicos, históricos y religiosos.
La RF atacó al sistema social del ancien regime, antes que directamente a la Iglesia. Sin
embargo el desarrollo de los acontecimientos, desencadenó una avanzada en contra de la
institución antes que a la religión.
Si bien su primer objetivo fue destruir la sociedad de privilegios de la que formaba parte
la Iglesia, no obstante la ideología más radicalizada de “las nuevas luces” desencadenó
también en una indiscriminada lucha contra el mismo cristianismo y todo tipo de revelación.

2.2. Corrientes historiográficas:


La RF es uno de los temas históricos más estudiados, investigados y comentados por
las más diversas corrientes de pensamiento histórico y uno de los hechos históricos que
fueron abordados por la mayoría de las ciencias. Es ciertamente un punto de inflexión en la
historia de occidente moderno, que abre, con su problemática planteada, sin dudas las puertas
a la historia contemporánea.
a) La interpretación liberal fue la que tuvo mayor popularidad o la más difundida de
todas, (cf. Thomas Carlyle, La Martine, Michelet) La mayoría de estos son antimonárquicos,
y sobre todo el último que identifica al cristianismo con la anti revolución; “el pueblo se
levantó contra los opresores y se erigió en auténtico protagonista”.
Otro autor es el conocido Alexis de Tockeville, quien en su interpretación sobre las
revoluciones americana y francesa dice que la mayoría de las innovaciones conseguidas por
ellas habían sido puestas en práctica o estaban a punto de serlo por la monarquía absoluta
pero que, la revolución se produce porque las clases medias estaban enriqueciéndose y

3
Cf. www.wdl/es/item/14776.
4
Cf. G. ZAGHENI, La edad moderna, III, Madrid, 1997, 333-347.
5
Cf. Lortz, J., La historia de la Iglesia…, II, 348-358.
Unidad VII – Iglesia, Ilustración y Revolución Francesa - 4

adquiriendo más conciencia de su importancia social y porque los campesinos se liberaban


cada vez mas y progresaban. Así los viejos residuos feudales y privilegios aristocráticos
resultaban intolerables
b) Cercanos a esta postura se encuentran los socialistas como J. Jaurés, A. Mathiez,
Georges Lefebvre, aunque con sus matices y acentos concluyen que la RF constituyó la
conclusión de la lucha entablada entre la burguesía y la nobleza. La victoria de aquella puso
las bases del capitalismo moderno. Afirman que la brutalidad del proceso se debió a la
intransigencia de los privilegiados y a la contrarrevolución organizada fuera de Francia,
causaron el terror de septiembre de 1792.
c) Del lado conservador aparecen Joseph De Maistre, De Bonald que representan el
rechazo absoluto. Como que la RF solo provocó anarquía, persecución y muerte. Esta es una
postura que le concede relieve a la persecución religiosa. La tesis fue muy difundida entre los
católicos franceses -que postula Barruel- es también en realidad una conspiración contra el
cristianismo, la monarquía y las propiedades de grupos sociales privilegiados. En la misma
apunta al iluminismo ateo, la masonería y los iluminados en general como los que se
confabularon para realizar esta revolución.
d) Otro grupo católico más moderado, si bien rechazan los aspectos violentos y
persecutorios, ven también los aspectos positivos que resultaron como consecuencia de la RF,
como los que apuntamos:
a. Superación del Antiguo Régimen
b. Separación de la Iglesia
c. Renovación de ella a través incluso del despojo de sus
privilegios y bienes a los que estaba engrampada.
d. Emergen así los principios evangélicos, la Iglesia pobre
y desvalida que resulta, se hace más cercana al ideal
evangélico que la iglesia rica y poderosa anterior.

2.3. Antecedentes de la revolución:


La decadencia de la monarquía francesa era un dato que
podía verificarse ya en los inicios del siglo XVIII. Si bien con
el reinado de Luis XIV, Francia había llegado al punto más alto del poder y de prestigio, en
los últimos años de su reinado se generalizó la crisis de la economía y una disminución de su
población. Su sucesor Luis XV, no tuvo el apogeo de su antecesor y dejó el poder en manos
de sus ministros y favoritos. De esta forma el respeto hacia la monarquía decreció.
Con la llegada al trono de Luis XVI se intentó poner en orden la administración, la
atención en las cosas urgentes y sobre todo corregir el rumbo (reducir gastos y la fastuosidad
de la corte en Versailles, aliviar impuestos a campesinos, intentar alguna forma de gobierno
local, etc.), pero no se logró, dada la negativa de los cortesanos, el alto clero y de la
aristocracia en general.

A esto se le debe sumar la gravedad de la situación económica, consecuencia de malas


cosechas, escasez de alimentos. El hambre y el bandidaje crecieron en forma importante que
se unió a la creciente importancia económica de la burguesía, frente a la nobleza que tenía un
papel “parasitario” en el conjunto general.
Por otra parte, fue clara la influencia de los intelectuales o enciclopedistas en su
mirada y su crítica a los temas políticos y religiosos, en donde se notaba un claro
escepticismo y el tono anticlerical, con los autores que citamos más arriba.
Unidad VII – Iglesia, Ilustración y Revolución Francesa - 5

2.4. Los Estados Generales abren la crisis:


Dada la crisis insoslayable en 1787, el rey convoca la Asamblea de los notables, que era
de tipo consultiva para resolver parte de los problemas. Participaron de ella 144
representantes de los cuales 7 eran príncipes, 39 nobles, 11 pertenecían al clero, 12 por parte
de los estados, 23 de ayuntamientos y funcionarios y 50 de los parlamentos y otras
organizaciones.
Si bien resolvieron parte de la crisis económica, sin embargo no quisieron renunciar a los
privilegios y rehusaron a afrontar la grave situación general. Fue así que el gobierno disolvió
la asamblea en mayo de ese año. A causa de esto se multiplicaron críticas a toda autoridad,
especialmente al gobierno y a la Iglesia.
Se pedía entonces la convocación de los Estados Generales como única salida al caos
reinante. Este tipo de asambleas no se reunía desde 1614. Sin evaluar los posibles resultados
de esta decisión, el Rey, con el fin de arrebatar a los nobles el control convocó en diciembre
de 1788, esta asamblea general.
Los Estados Generales reunían a los representantes de los tres órdenes sociales: los
nobles, el clero y el “tercer estado”, al que pertenecían las clases populares del campo y
ciudad, es decir la pequeña y mediana burguesía, los artesanos y los comerciantes. En estas
asambleas se exponían los problemas pero sin potestad legislativa.
Estaban representados con igualdad de representantes pero se reunían separadamente, así
nobles 600, clero 600 y tercer estado 600 también, sin embargo y dada la población de este
último grupo, el rey decidió darle el doble de votos a este 3er. Estado y conformar así un gran
número de representantes.
En todas las reuniones aparecían la marcha general del reino y, dada la situación
coyuntural emergieron las deficiencias y los abusos. Mientras que el alto clero y la nobleza
defendían sus privilegios e inmunidades; las críticas del 3er estado eran más extremas: se
proponía entonces, la igualdad completa de los tres estados, la desaparición del diezmo y
otros privilegios. Mientras que defendieron la religión y su carácter aglutinante de la
sociedad, las críticas más bien apuntaron hacia los privilegios del clero. Se postulaba además
que las órdenes y el clero debían ser reformados, se hacía notar también la incomprensión de
la vida contemplativa, etc.
Las cosas se precipitaron cuando en la asamblea del clero formada por el alto y el bajo
clero (participan los obispos, abades, párrocos, canónigos y los religiosos de cada orden), el
grupo del bajo clero se unió a las críticas y voluntades de los del tercer estado y finalmente se
pidió que los Estados generales reunieran a los tres estados y fue así como se apresuró la
revolución.
El rey intervino para clausurar la sala de reuniones del tercer estado y anunció una
reunión plenaria. Los diputados del tercer estado se declara constituido en Asamblea General
o A. Constituyente y el bajo clero se une a esta asamblea.
Al celebrar la Asamblea General, el rey prometió la igualdad fiscal y la abolición de los
privilegios; tras lo cual, dio orden de que las cámaras reanudaran sus trabajos por separado,
pero terminada la sesión y habiéndose marchado Luis XVI, el tercer estado permaneció sin
embargo reunido a los que se sumaron más de ochenta párrocos. A todo esto el tercer estado
juró en el estadio de Juego de Pelota no disolverse hasta que no hayan dado una constitución
a la nación y presiona para que la asamblea delibere unida. El rey ante esta situación titubea
y cede al pedido y el 28 de junio ordena a la nobleza y al clero que se unan al tercer estado.
El 9 de julio los Estados Generales se proclaman Asamblea Constituyente. De este modo
el poder legislativo pasa del rey a la Asamblea: la legalidad en la que se había basado el
poder del antiguo régimen queda así invalidada.
Tratando de recuperar el control de la situación, el rey concentra tropas alrededor de
París, pero sin dar órdenes concretas. El 14 de julio se produce el asalto a la Bastilla; los
Unidad VII – Iglesia, Ilustración y Revolución Francesa - 6

campesinos se arman para defenderse, sin saber muy bien de quién, y asaltan castillos para
quemar los archivos y destruir los títulos y derechos feudales.
El 4 de agosto la Asamblea aprueba por aclamación la nueva estructura del Estado:
igualdad ante los impuestos, supresión de los derechos feudales; todo el sistema político y
social sobre el que se había basado el antiguo régimen, deja de existir.
El 26 del mismo mes se proclaman los derechos humanos donde se incluyen la libertad de
culto y de religión. El catolicismo deja entonces de ser la religión oficial del Estado

2.5. Caída del antiguo régimen:


En cuatro semanas, la vieja legalidad monárquica se desmorona en todo el país, y Francia
se queda sin ejército, sin seguridad pública, sin justicia y sin administración. Con el
hundimiento del antiguo orden y en ausencia todavía de uno nuevo comienza un período de
gran inestabilidad.
La Asamblea, tras haberse atribuido el poder legislativo, le concede al rey el derecho de
veto, aunque sólo en algunos casos. Se propone trasladar la Asamblea fuera de París, pero el
rey se opone y hace avanzar las tropas acampadas alrededor de la ciudad. Sin embargo, una
vez más titubea, evita tomar decisiones y, al final, aprueba los decretos del 4 de agosto. Pero
ya es demasiado tarde.
En relación con la Iglesia, la Asamblea toma decisiones de gran importancia: la
nacionalización de aus bienes, la supresión de las órdenes religiosas y la Constitución Civil
del clero.
a) Nacionalización de los bienes de la Iglesia:
En la Asamblea General se había hecho ya una primera alusión al tema, a propósito de la
supresión de los derechos feudales. Y fue Telleyrand, obispo de Autun, el que hizo la
propuesta que los laicos no se habían atrevido todavía a hacer: poner los bienes del clero y
todas las propiedades eclesiásticas a disposición de la nación. En efecto con fecha del 2 de
noviembre de 1789, los bienes de la Iglesia se nacionalizaron: «Los bienes de la Iglesia se
ponen a disposición de la nación; y esta a su vez, se hace cargo del sostenimiento del culto,
del sustento de los ministros y de la ayuda a los pobres».
Los sucesos y resoluciones de venta fueron rápidos, y así, el 19 de diciembre se pusieron
a la venta una parte de los bienes confiscados, por un valor de unos 400 millones; en su
mayor parte habían sido adquiridos por los mismos eclesiásticos, por los nobles y hasta por la
reina María Antonieta.
b) Supresión de las órdenes religiosas. en primer lugar se decreta la supresión de la
profesión religiosa, por ser contraria a los derechos y a la dignidad del hombre, y luego se
establece que la ley no debe seguir reconociendo los compromisos adquiridos por los
religiosos, (en el antiguo régimen los votos eran reconocidos oficialmente). De este modo el
religioso se convierte en un ciudadano cua1quiera. Se promulga incluso un decreto por el que
se suprimen las congregaciones religiosas con votos solemnes: unos encargados municipales
se presentan en los monasterios e interrogan a los monjes acerca de su voluntad de quedarse o
marcharse. La respuesta a estas intervenciones es significativa: la gran mayoría de los
religiosos decide quedarse.
El l4 de ju1io de 1790 se hace una celebración solemne en e1 Campo de Marte.
Talleyrand celebra la misa y la fiesta concluye, en medio de1 entusiasmo general, con un
juramento de fidelidad a la nación y con un banquete al que acuden veinticinco mil invitados.
Hasta este momento, sin embargo, la Iglesia, en lo sustancial, había sido respetada; es más,
entre los elementos impulsores del dinamismo revolucionario se han encontrado abundantes
fermentos religiosos. La ruptura traumática entre la Iglesia y la revolución se produce con la
Constitución civil del clero.
Unidad VII – Iglesia, Ilustración y Revolución Francesa - 7

c) La Constitución civil del clero. Después de la nacionalización de sus bienes y de la


supresión de las órdenes, la Asamblea afronta la situación general del clero. Para la elección
de los obispos, que hasta aquel momento había sido atribución del rey, se decide crear un
consejo especial. Se ponen dos condiciones para su nombramiento: 40 años de edad como
mínimo y residir en la diócesis.
Para los párrocos se prevé la elección por medio de oposiciones y una edad mínima de
30 años; según la importancia de la parroquia, se les asignará una congrua entre 800 y 1500
francos. Se habla de constituir cajas eclesiásticas provinciales, o una caja central de religión.
Después de largas discusiones, el Comité eclesiástico (una comisión especial de la
Asamblea compuesta por quince miembros, entre 1os que se encuentran dos obispos) logra
redactar un primer esquema de reforma de la Iglesia. Rechazado el 23 de noviembre de 1789,
se llega a la formulación de un segundo esquema, que es aprobado el 12 de julio de 1790.

2.6. La Iglesia constitucional y la reacción papal:


La Constitución civil del clero tocaba diversas cuestiones como:
2.6.1. Nueva distribución de los oficios eclesiásticos. Se mantienen só1o 1os beneficios con
cura de almas (desaparecen los capítulos, las colegiatas y los vicarios generales); los
obispados de ciento treinta y cinco quedaron reducidos a ochenta y tres, (tantos como los
departamentos de la nación). Los arzobispados, de dieciocho pasan a diez; las parroquias
pequeñas se reagrupan.
2) Modo de elección de los pastores de almas. Anteriormente los obispos eran elegidos por el
rey; ahora los obispos son elegidos por la Asamblea del departamento, y los párrocos por la
Asamblea del distrito. La institución canónica se mantiene, pero se le atribuye al
metropolitano en lugar del papa; los obispos la reciben del arzobispo, y los párrocos del
obispo. Queda prohibido acudir a Roma ante algún litigio.
3) Obligación de residencia. Se impone a los obispos, párrocos y vicarios la obligación de
residencia, bajo pena de perder sus derechos económicos.
La Constitución civil del clero es el texto legislativo más importante de la Asamblea
en materia eclesiástica. Nace de una doble exigencia: la de proveer a la remuneración del
clero, una vez suprimidos los diezmos y expropiados los bienes de la Iglesia. A su vez tiende
adecua la extensión geográfica de diócesis y parroquias a las circunscripciones civiles.
Se proponen también reformas disciplinares inspiradas en la tendencia a remodelar la
Iglesia galicana, a imagen de la Iglesia primitiva (independencia de Roma, elección popular
de los obispos y de los párrocos).

Pío VI

El resultado de esto fue la ruptura en dos del país. Por un


lado los católicos criticaron duramente por su carácter
cismático. Los partidarios de la revolución al mismo tiempo,
porque mejoraba, de hecho, la situación del clero. E incluso
los liberales se muestran descontentos y le reprochan su
carácter regalista.6
Es determinante el influjo del galicanismo en estas
normativas que regulaban el sostenimiento del clero por
parte del Estado; el rol de los laicos, que suplantaban a
Roma en la elección del pastor. En definitiva una Iglesia

6
Estas críticas tenían un fundamento de verdad. Y se debía a que la Constitución era un resultado de
compromiso de numerosas corrientes irreconciliables entre sí. Estaba presente el mito de la Iglesia antigua junto
Unidad VII – Iglesia, Ilustración y Revolución Francesa - 8

nacional dependiente del Estado. No obstante esta dependencia resultaba intolerable, tanto a
la luz de los acontecimientos anteriores como por la dirección que fue imprimiendo la misma
Asamblea, pues en la declaración de los derechos humanos se había proclamado ya
implícitamente, la igualdad de derechos de todas las creencias. Entre la negativa a declarar
la religión católica como religión del Estado y la injerencia del Estado en los asuntos internos
de la Iglesia católica se produjo un fuerte choque.

4.- PIO VI Y LA REVOLUCIÓN:


Las reacciones ante la Constitución civil del clero no se hicieron esperar.
Pío VI (1775-1799), bien informado de lo que acontecía vertiginosamente en Francia,
reacciona con viveza; establece una relación epistolar muy nutrida con algunos dignatarios
galos y en Roma se crea una comisión de cardenales para analizar el tema; pero en Francia
los acontecimientos iban más deprisa que las decisiones papales.
El 30 de octubre de 1790, un grupo de sacerdotes y obispos publica en Francia un
librito en contra de la Constitución. Se difunde entre el clero, un vasto movimiento de
resistencia, y cuando las autoridades locales se dirigen a los obispos para aplicar la
constitución, encuentran muchos obstáculos. Además, los obispos destituidos seguían
ejerciendo sus funciones.
Ante estas dificultades, la Asamblea Constituyente acuerda exigir un juramento de
fidelidad a la Constitución civil del clero, fijando como fecha para dicho juramento el 26 de
noviembre de 1790, fecha en que se proclamará la lealtad a la nación, a la ley y al rey. Esta
decisión rompe la alianza entre el tercer estado y el clero.
Algunos obispos reaccionan. El rey pide al papa que apruebe la Constitución. El 16 de
diciembre Pío VI vuelve a reunir la comisión de cardenales y esa misma tarde envía una
respuesta negativa rotunda. La Asamblea, no espera el parecer del papa, sino que envía una
delegación al rey, que se ve obligado el 26 de diciembre a dar su aprobación.
Del 27 de diciembre al 4 de enero, algunos obispos juran. El 4 de enero, Grégoire
(párroco y diputado en la Constituyente, que más tarde, en 1791, será elegido obispo de
Blois) dirige una alocución con el fin de persuadir a los obispos y a los sacerdotes para que
presten juramento.7
Dado que, de ochenta y tres obispos, sólo tres habían prestado juramento, y uno de
ellos era dimisionario. Un buen número de párrocos miembros de la Asamblea son
8
nombrados obispos suplantando a los refractarios.
El papa vuelve a intervenir con un breve dirigido al arzobispo de Sens, en el que
denuncia los errores doctrinales de la Constitución.
En una segunda carta, fechada el 13 de abril de 1791, Pío VI habla de las cartas
anteriormente dirigidas al rey (pero no publicadas), de los documentos de los obispos, de los
decretos de la Asamblea y de las ordenaciones episcopales realizadas. Y, considerando todo
esto, toma las siguientes decisiones: todos los eclesiásticos que hayan jurado, deberán
retractarse en un plazo de cuarenta días, bajo pena de suspensión a divinis; las recientes
consagraciones episcopales se declaran ilegítimas y nulas, careciendo los nuevos obispos de
toda jurisdicción; los tres obispos consagrantes quedan suspendidos a divinis; los nuevos
párrocos quedan suspendidos de sus funciones sacerdotales y se les retira toda jurisdicción.
a elementos más jurisdiccionalistas, como la supresión de beneficios, rechazo a tratar con Roma y su institución
canónica).
7
Estaban obligados a jurar los obispos, los párrocos y los profesores de seminarios (es decir, no todos los
sacerdotes). El juramento había de prestarse delante del alcalde. Hubo muchos que lo pronunciaron añadiendo
ciertas cláusulas, como por ejemplo: «Salvando lo que debo a la religión y a la Iglesia»; pero con frecuencia no
se incluyeron en el acta dichas cláusulas.
8
El consagrante era Telleyrand y dos coconsagrnates.
Unidad VII – Iglesia, Ilustración y Revolución Francesa - 9

El papa advierte de la posibilidad de aplicar penas más severas, amenazando incluso


con la excomunión, y exhorta a los fieles a que eviten el trato con estos obispos y estos
sacerdotes.
Tras estas intervenciones se producen muchas retractaciones, y los obispos, que
habían soportado el expolio de los bienes sin reaccionar, se sublevan contra los recién
consagrados.
Como consecuencia del recrudecimiento en la polémica, rompen las relaciones Roma
y París. Mientras tanto, tras una ley aprobada el 7 de mayo de 1791, por la que la
Constituyente reconoce a los sacerdotes que no habían prestado juramento el derecho a
celebrar en las iglesias constitucionales, y a los fieles, el derecho a asistir a estas
celebraciones, tienen lugar violentos desórdenes, provocados por los grupos o clubs, entre
ellos, el de los jacobinos) en contra de los obispos y los sacerdotes no constitucionales.
El 13 de septiembre de 1791 Luis XVI acepta oficialmente la Constitución. Se celebra
una misa y se canta un Te Deum. A propuesta de Robespierre, los miembros de la Asamblea
se declaran inelegibles para la Asamblea sucesiva, que será la encargada de aplicar la
Constitución.

3.- LA IGLESIA EN FRANCIA, ENTRE LA REVOLUCIÓN Y EL CONCORDATO:


3.1. Radicalización de la revolución:
Con la inauguración de la nueva Asamblea Legislativa, y ante la resistencia del clero
y el episcopado no juramentados, comenzó un período de terror y persecución para la Iglesia.
El 10 de agosto de 1791 se declaró depuesto al rey y fue tomado prisionero. La
Asamblea eligió un comité ejecutivo, con Danton como ministro de justicia. La represión
hacia los obispos y sacerdotes se hizo más fuerte, conocieron la prisión se dieron las
prohibiciones y fueron deportados 30.000 sacerdotes. El 26 del mismo mes se aprueba una
ley contra el clero que no hubiera jurado, iban a ser deportados en 15 días a la Guayana. Si
resistían a irse serían condenados a 10 años de cárcel. Numerosos los sacerdotes acabaron en
la cárcel y desde septiembre de 1792 comenzaron las matanzas: en tres días se sumaron 1.100
víctimas entre sacerdotes, obispos y laicos, (no por su rechazo de los Derechos del Hombre o
por su presunta vinculación con el Antiguo Régimen y la monarquía, como suele argumentar
la propaganda laicista), sino por su rechazo explícito a la Constitución civil del clero.
El terror continuó y el 15 de enero de 1793, el rey fue declarado culpable y se lo
condena a la pena máxima, para morir el 21 de enero en la guillotina.
Durante este período la Iglesia y sus ministros (sacerdotes y religiosos) serán feroz y
tenazmente perseguidos. Inclusive, durante el período de la convención hubo quienes como
Marat, querían abolir todo tipo de religión. Se pretendió imponer el materialismo ateo,
especialmente en las provincias. La mayoría en cambio prefirió sustituir el cristianismo por
una religión natural.9
Entre otras medidas se postuló desde el Estado que los ministros se casaran.
Después de la caída de Robespierre (julio 1794), se firmó un tratado por el que se
respetará la libertad de cultos en todo el país y en febrero de 1795 se firmó la separación entre
la Iglesia y el Estado republicano. De esta medida siguieron las siguientes consecuencias:
- la República no reconoce ningún culto oficial pero garantiza la libertad de cultos
para todos los ciudadanos.
- Será condenado quien moleste las ceremonias religiosas
- Se prohíben los signos externos de culto.

9
Es así como en octubre de 1793 se llega a sustituir el calendario gregoriano por el calendario de la revolución,
con el fin de combatir la religión, suprimiéndose los días domingos y toda fiesta religiosa.
Unidad VII – Iglesia, Ilustración y Revolución Francesa - 10

- Se exige a los ministros sagrados un acto de sometimiento a la República, como el


juramento.

3.2. La Iglesia y el Directorio (1795-1799):


En agosto de 1795 la Convención Nacional votó una nueva constitución con el fin de
prevenir toda dictadura unipersonal o bien de una asamblea. El poder ejecutivo se confió a
un Directorio formado por 5 miembros de igual dignidad y renovables anualmente.
Durante este período, la Iglesia continuará sufriendo persecuciones y ataques:
siguieron las deportaciones y prisiones, se multiplicaron las fiestas y cultos “paganos” que
contrarrestasen las fiestas cristianas.
Pero eso no fue todo, la fuerza revolucionaria francesa llevó una ofensiva cruenta
contra los propios Estados Pontificios y la propia Roma. En febrero de 1797 los franceses
atacaron los territorios papales en Italia y el papa Pio VI se vio forzado a firmar el tratado de
Tolentino, por el cual perdía gran parte de sus tierras pontificias y la intromisión en Roma de
una guarnición gala. Al año siguiente y por la invasión del gral. Berthier se suprimieron los
Estados Pontificios y se proclamó la República bajo la influencia francesa. El papa fue
llevado por la fuerza a la cautividad primero en Siena y luego en Florencia. En 1799
nuevamente fue llevado cautivo a Valence, donde murió el 28 de agosto, después de 24 años
de pontificado. Previendo su final, ya antes de irse forzado de Roma, dispuso que el
próximo cónclave pudiese celebrarse en otra ciudad que no fuera Roma y que la asamblea
eleccionaria del futuro pontífice estuviera libre del peligro republicano francés.10

3.3. La Iglesia después del Antiguo Régimen:

Lectura de MARTINA G., La Iglesia…, v. III, capítulo I “Consecuencias de la R.Francesa


“Consecuencias de la Revolución” pp. 21-36

5.- CONTENIDOS PROFUNDOS DE LA REV. FRANCESA:


Afirmamos en primer lugar que la RF destruyó gran parte de las estructuras político-
sociales y económicas del Ancien Regime, y puso las bases de una nueva sociedad y trató de
llevar a la práctica los principios e ideales. A estos los podríamos resumir en los tres
términos que sirvieron como life motive: libertad, igualdad y fraternidad.
También podemos resumir estos contenidos en los artículos que se plasmaron en la
Declaración de los derechos del hombre del 26 de agosto de 1789 que más adelante
adjuntamos.
Ahora bien, los autores se preguntan qué origen tuvieron estos contenidos profundos
de la RF, ¿se originaron en el mismo momento de la rebelión? A pesar de lo disímiles que
son las lecturas historiográficas con respecto al tema, y realizando un juicio más reposado,
que distinguen los aspectos negativos de los positivos, es oportuno reconocer que hay
afinidad entre los principios el 89 y los ideales evangélicos. Son elocuentes las voces como la
de Giuseppe Mazzini, que afirma que la RF “llegó a aplicar a la política las ideas
fundamentales que el cristianismo había introducido en el mundo”. 11 También la de Ventura
para quien la RF es el esfuerzo ciego y casi desesperado de una nación cristiana para encajar

10
En efecto el cónclave para elegir su sucesor fue celebrado en Venecia, donde fue elegido el cardenal
Chiaramonti, es decir Pío VII.
11
Mazzini, G., Sulla Rivoluzione francese del 178. Cit. por Martina III, 17
Unidad VII – Iglesia, Ilustración y Revolución Francesa - 11

el poder dentro de los límites impuestos por el cristianismo, para cristianizarlo, puesto que se
había paganizado”.12
Sin embargo, al hacer un estudio de amplia duración, sabemos que el trinomio
libertad, igualdad y fraternidad tan esgrimido se convirtió con los hechos, en lemas
propositivos sin mucha aplicación a lo largo del tiempo. El logro fundamental de la
proclamación de la libertad igualitaria de todos los hombres y de su igualdad ante la ley, fue
gravemente violado, conduciendo muchas veces a resultados opuestos. La fraternidad avanzó
escasamente ya que generó en el fondo un individualismo autónomo, en donde el hombre se
convertía en la única medida y el único señor de todas las cosas.
En los artículos de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano podemos
distinguir los contenidos profundos que representaron el cambio, aunque muchos de ellos
continuaron siendo vulnerados, en la misma Francia y en el mundo entero. Son los que
siguen:
I. Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en cuanto a sus derechos. Las distinciones civiles
sólo podrán fundarse en la utilidad pública.
II. La finalidad de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e
imprescriptibles del hombre. Esos derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a
la opresión.
III. La fuente de toda soberanía reside esencialmente en la Nación; ningún individuo ni ninguna
corporación pueden ser revestidos de autoridad alguna que no emane directamente de ella.
IV. La libertad consiste en poder hacer todo aquello que no cause perjuicio a los demás. El ejercicio de
los derechos naturales de cada hombre, no tiene otros límites que los que garantizan a los demás
miembros de la sociedad el disfrute de los mismos derechos. Estos límites sólo pueden ser
determinados por la ley.
V. La ley sólo puede prohibir las acciones que son perjudiciales a la sociedad. Lo que no está
prohibido por la ley no puede ser impedido. Nadie puede verse obligado a aquello que la ley no
ordena.
VI. La ley es expresión de la voluntad de la comunidad. Todos los ciudadanos tienen derecho a
colaborar en su formación, sea personalmente, sea por medio de sus representantes. Debe ser igual
para todos, sea para proteger o para castigar. Siendo todos los ciudadanos iguales ante ella, todos son
igualmente elegibles para todos los honores, colocaciones y empleos, conforme a sus distintas
capacidades, sin ninguna otra distinción que la creada por sus virtudes y conocimientos.
VII. Ningún hombre puede ser acusado, arrestado y mantenido en confinamiento, excepto en los casos
determinados por la ley, y de acuerdo con las formas por ésta prescritas. Todo aquél que promueva,
solicite, ejecute o haga que sean ejecutadas órdenes arbitrarias, debe ser castigado, y todo ciudadano
requerido o aprendido por virtud de la ley debe obedecer inmediatamente, y se hace culpable si ofrece
resistencia.
VIII. La ley no debe imponer otras penas que aquéllas que son estricta y evidentemente necesarias; y
nadie puede ser castigado sino en virtud de una ley promulgada con anterioridad a la ofensa y
legalmente aplicada.
IX. Todo hombre es considerado inocente hasta que ha sido declarado convicto. Si se estima que su
arresto es indispensable, cualquier rigor mayor del indispensable para asegurar su persona ha de ser
severamente reprimido por la ley.
X. Ningún hombre debe ser molestado por razón de sus opiniones, ni aun por sus ideas religiosas,
siempre que al manifestarlas no se causen trastornos del orden público establecido por la ley.

12
Discorso per i morti della Rivoluzione di Vienna (1849), cit. por Martina, ibid.
Unidad VII – Iglesia, Ilustración y Revolución Francesa - 12

XI. Puesto que la libre comunicación de los pensamientos y opiniones es uno de los más valiosos
derechos del hombre, todo ciudadano puede hablar, escribir y publicar libremente, excepto cuando
tenga que responder del abuso de esta libertad en los casos determinados por la ley.
XII. Siendo necesaria una fuerza pública para garantizar los derechos del hombre y del ciudadano, se
constituirá esta fuerza en beneficio de la comunidad, y no para el provecho particular de las personas a
las que ha sido confiada.
XIII. Siendo necesaria, para sostener la fuerza pública y subvenir a los gastos de administración, una
contribución común, ésta debe ser distribuida equitativamente entre los ciudadanos, de acuerdo con
sus facultades.
XIV. Todo ciudadano tiene derecho, ya por sí mismo o por su representante, a constatar la necesidad
de la contribución pública, a consentirla libremente, a comprobar su adjudicación y a determinar su
cuantía, su modo de amillaramiento, su recaudación y su duración.
XV. La sociedad tiene derecho a pedir a todos sus agentes cuentas de su administración.
XVI. Una sociedad en la que la garantía de los derechos no está asegurada, ni la separación de poderes
definida, no tiene Constitución.
XVII. Siendo inviolable y sagrado el derecho de propiedad, nadie podrá ser privado de él, excepto
cuando la necesidad pública, legalmente comprobada, lo exige de manera evidente, y a la condición de
una indemnización previa y justa.

6. NAPOLEÓN Y LA IGLESIA:

6.1. El surgimiento de Napoleón Bonaparte:


Curioso personaje fue, respecto de la Iglesia, Napoleón Bonaparte (1769-1821). Cuando
es nombrado primer cónsul y se convierte en jefe indiscutible de toda Francia, estaba
inclinado a las ideas revolucionarias y en el fondo religiosamente indiferente, o bien un
librepensador nato. La religión le interesaba únicamente como factor político.
Sin embargo al ponerse al frente del gobierno, puso fin a la anarquía y al mismo tiempo
las bases para la restauración religiosa de Francia. Con buena dosis de realismo político
reconocía que la espiritualidad y la organización de la Iglesia eran necesarias para el bien
del Estado francés. Sabía en efecto, la gran influencia de los sacerdotes sobre las masas,
como él mismo lo llegó a comprobar en sus campañas de Italia. También veía claro que sólo
el cristianismo podía servir de fundamento ético de Europa y de entramado, el más seguro,
para asegurar el nuevo orden social que se avecinaba. Por tanto, en su aspiración de poder,
veía claro que su prestigio se consolidaría valiéndose de la Iglesia.

Podría haberse apoyado en la Iglesia


constitucional francesa, que acababa de reunirse en
concilio nacional en 1801, reavivando otra vez las
aspiraciones galicanas, pero Napoleón resolvió que
el entendimiento con el catolicismo romano y el
papado le servirían de «palanca de opinión sobre el
resto del mundo» – iba a redundar en mayores y
más lucrativas ventajas. Se daba cuenta de que la
fracción más importante de los franceses y la
inmensa mayoría de los belgas y renanos (que la
Revolución había sometido a Francia) preferían a Roma antes que a la Iglesia galicana
constitucional. Y, por otra parte, la influencia que siempre había tenido Francia en los
Estados católicos de Europa, frente a la poderosa y antipapista Inglaterra, le hacía más
deseable llegar a un acuerdo con el papa, entonces Pío VII (1800-1823).
Unidad VII – Iglesia, Ilustración y Revolución Francesa - 13

6.2. La firma del Concordato:


El Concordato se firmó el 15 de julio de 1801, y será el que se mantendrá en vigencia
hasta la separación definitiva de la Iglesia del Estado francés en 1905.
Analizamos los puntos del documento:
a) El reconocimiento de la Iglesia como la confesión de la “gran mayoría del pueblo
francés.
b) Se permite el culto público.
c) Se dispone una reorganización de las diócesis, en total quedaron 60 de las cuales 10
eran arzobispados.
d) El nombramiento de los obispos era competencia de Napoleón, ante quien se debía
jurar fidelidad; la provisión canónica la firmaba el papa.
e) En cuanto a los párrocos, su nombramiento debía contar con la aprobación estatal.
f) El Estado en tanto reconoce el patrimonio que se le enajenó a la Iglesia y reconoce el
hecho de la secularización. Por otra parte promete el Estado el otorgamiento de un
estipendio adecuado al sacerdote.

Al año siguiente de la firma del Concordato, Napoleón añadió unilateralmente los


Artículos orgánicos, (8 de abril de 1802) que no eran otra cosa los artículos galicanos de
1682. Tales “artículos” dejaban a la Iglesia completamente cerrada al exterior, (sobre todo
con respecto a la recepción de los documentos pontificios que requerirían la aprobación
previa del gobierno).
En el ámbito interior de la misma, en tanto quedaban completamente a merced del Estado
dotado del episcopalismo conciliarista de los siglos anteriores.
Napoleón era un déspota y frente a la Iglesia y al papa, maniobró con una desenvoltura y
brutalidad que sólo puede explicarse por una ambición sin referencia alguna con la antigua
figura del «rey cristianísimo».
El asombro llega a su cumbre cuando Pío VII, se decide ir a París para dar al «nuevo
Carlomagno» la unción y la coronación como nuevo emperador de los franceses el 2 de
diciembre de 1804. Siguió tomando a la religión como una rueda considerada como esencial a
la máquina del nuevo Imperio. El clero concordatario en tanto estaba asalariado, vigilado y
sometido al obispo, que era el guardián del orden y de las costumbres. Se rezaba ahora por el
emperador y se celebraban sus victorias, avivando la fidelidad del pueblo a su nuevo amo. El
Catecismo imperial, impuesto en 1806 a todas las iglesias del Imperio, llevaba, en el apartado
cuarto de los mandamientos de Dios, un anexo relativo a los deberes respecto al emperador y
a las graves sanciones –aún de la condenación eterna– a que se exponen los que incumplían.
De hecho, el Estado era laico y la atmósfera general no era cristiana. El entorno que rodea
al emperador seguía siendo jacobino; la élite intelectual – los «ideólogos» – estaba penetrado
de volterianismo y de nacionalismo; por otra lado, la clerecía, poco numerosa y abrumada de
necesidades, no contaba todavía con cabezas pensantes ni con líderes que la animasen. El
mismo código napoleónico –que ha llegado hasta nosotros– está impregnado de espíritu
revolucionario, como obra que era de burgueses liberales, para quienes la no confesionalidad
del Estado, la protección de la propiedad individual, la laicización del ligamen matrimonial,
eran puntos que no se podían discutir.
En el ámbito educativo, el monopolio impuesto a la enseñanza por la universidad imperial
generó grandes resistencias entre católicos, sobre todo, en los países conquistados como
Bélgica, Baviera, Italia y España.
Las resistencias crecieron ante las humillaciones impuestas al papa, cuyas concepciones
absolutistas no podían encajar con la posición independiente de los Estados Pontificios en el
centro de Italia.
Unidad VII – Iglesia, Ilustración y Revolución Francesa - 14

6.3. La ruptura:
Los triunfos y conquistas imperiales crecían por esos años y la mitad de Europa estaba
ya bajo el yugo napoleónico. El papa se negaba a entrar en el juego de los intereses del
emperador como si fuera un peón más del juego de las políticas abusivas del emperador. El
colmo llegó cuando ocurrió la injerencia del emperador en los asuntos eclesiásticos dentro de
la península itálica.
Los hechos se desencadenaron a partir de 1807 y, con el pretexto de que Pio VII se
rehusaba a asociarse al bloqueo contra Inglaterra, varias provincias y puertos de los Estados
Pontificios fueron ocupados por las tropas francesas.
La presión imperial crecía y el 10 de junio de 1809, Napoleón privó al papa de su
poder temporal, concediéndole a cambio una renta anual de dos millones de francos. Tres
años pasó Pío VII cautivo a Savona impedido de ejercer el gobierno de la Iglesia y
presionándolo a fin de que renunciara al poder temporal y pudiera vivir en París.
Los conflictos crecieron cuando sucedió la disolución del matrimonio civil del
hermano de Napoleón, Jerónimo Bonaparte.
Mas adelante, arbitrariamente, Napoleón dejaba a su primera esposa Josefina, de la
que no había tenido hijos, alegando defecto de forma, por no haber asistido el párroco a su
matrimonio ni haber habido testigos (Pío VII había delegado expresamente al cardenal Fesch,
tío de Napoleón). Se unía después a María Teresa, hija del emperador de Austria y convocaba
un concilio nacional en París (9 junio 1811), al que asisten seis cardenales y 89 obispos, entre
los cuales nueve elegidos por Napoleón, y 42 italianos. A todos les pidió que dieran la
institución canónica a los obispos que él había nombrado y a los que el papa no quería
confirmar. Los obispos respondieron que cuanto ellos hagan era inválido si el papa no estaba
de acuerdo.
En junio de 1812, Napoleón ordenó confinar al papa, ordenó su traslado al palacio de
Fontainbleau. Tenía la esperanza que el pontífice firmara su renuncia al dominio temporal de
sus estados y tras una serie de entrevistas entre ambos, el emperador consiguió que el papa
firmase un documento que accedía a la petición imperial, sin embargo a las pocas semanas,
Pio VII escribía a Napoleón retirando su consentimiento y denunciando el acuerdo secreto,
que el emperador se había apresurado a publicar como si fuera un nuevo concordato.

6.4. La caída del emperador:


Sin embargo militar y políticamente a Napoleón se le comienza a desmembrar el
Imperio. Al fracasar en su campaña de Rusia, es vencido en Leipzig por las naciones
coaligadas en su contra. Asediado restituyó al papa los EEPP y a otros reyes y debe abdicar
al trono, confinándoselo a la isla de Elba, mientras Pío VII volvía triunfalmente a Roma el 24
de mayo de 1814.
E1 efímero regreso de Napoleón a París tuvo como epílogo la derrota de Waterloo y su
destierro a la isla de Santa Elena, donde murió cristianamente.--

También podría gustarte