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Domingo F.

Sarmiento (selección de textos)

Extraídos de Memoria al Instituto Histórico de Francia sobre la cuestión décima del


programa de los trabajos de la primera clase fijado en 1852 (Obras de Sarmiento, Vol.
XVI)

1. Réstanos señalar una otra influencia externa que obra sobre una parte de la América
del Centro y del Sur, destinada a obrar con más actividad y fuerza cada día, y, a nuestro
juicio, la única incontrastable, la única definitiva y eficaz; diremos más todavía, la única
que acabará con las incertidumbres y vacilaciones de la política de estos Estados. 
Hablo de la influencia de las instituciones de los Estados Unidos de Norteamérica y al
hablar así necesito mostrar las razones en que me fundo. 

Las influencias que ejercen los movimientos del mundo civilizado sobre toda la masa
no esperan, por desgracia, que los pueblos estén preparados para recibir la impulsión
que dan. (...) Asimismo, las libertades norteamericanas están destinadas a ejercer una
influencia tanto más activa en la América del Sur cuanto que las influencias europeas
se hacen sospechosas por la dirección absolutista que han tomado. (...) Los Estados
Unidos se han levantado de la noche a la mañana y llegado a contar en setenta años
veinticinco millones de habitantes Dentro de veinte años ninguna nación de la Europa
culta y occidental tendrá cincuenta millones de almas. Los Estados Unidos serán, pues,
y son ya la primera nación del mundo por su poder y su prestigio.

2. Tal es el hecho material que se presenta a la vista, la influencia que atrae, el mayor
espíritu que se insinúa por todos los poros de la sociedad y que cada día cobrará
mayor consistencia y mayor fuerza. La América del Sur, pues, tiene su principio de
gobierno encontrado, su tendencia fatal, inevitable, porque nadie podrá
estorbarla; porque allá va el mundo americano; porque va a dominar, a sobreponerse a
toda otra influencia exterior, porque cada día será más fuerte e irresistible.

3. Este principio de gobierno tiene, además, cimientos tales de permanencia, de


predominio y de duración, que si un nuevo cataclismo político hubiera de sumir en la
barbarie y en los despotismos asiáticos a la Europa, el principio sobrenadaría para
fundar un nuevo mundo definitivo.  Este principio tiene por base las libertades
anglicanas, y el idioma y la raza sajona.  Ahora, estás libertades, aquella raza y aquel
idioma imperan sin rival en el comercio del mundo (...)  No hay, pues, para el América
del Sur otro principio Salvador en perspectiva, otra estrella polar que seguir en la
política, otro padrón para pesar la importancia, solidez y valor de sus instituciones.

Al hacer está enumeración de los dominios de la raza inglesa he querido sólo mostrar
todos los puntos del globo en que están encarnados los principios constitutivos de las
instituciones republicanas de Norteamérica (...)  Estás libertades, siendo en sí un
principio bueno de gobierno y apoyándose en masa tan enorme de naciones en
germen, y en contacto tan inmediato con nosotros, constituyen una de las influencias
externas que están destinadas a obrar sobre la América del Sur.

4. Dentro de veinte años, pues, si San Pablo volviese a la tierra a enseñar un principio
nuevo, y las resistencias se sublevaron contra él, diríales: “Soy ciudadano
norteamericano”; y las resistencias se inclinarían, como otra vez, ante el nombre
romano. No quiero, ni por asomo insinuar que estos principios predominan en la
política de las repúblicas de Sudamérica. Indico sólo una influencia externa que obra ya
sobre ellas más o menos directamente con mayor o menor actividad.

5. Los Estados Unidos han puesto ya por la ley una escuela en cada cuatro millas y una
biblioteca a su puerta; pero la biblioteca no es más que la reunión de los libros que
sobre ciencias, literatura, mecánica, moral, artes, industria, historia posee el idioma
inglés ¿Posee nuestro idioma ya esté caudal de ciencia?  Entonces entra en las
funciones del Estado cuidar de adquirir, de aclimatar, de reproducir la ciencia y los
conocimientos que son hoy el patrimonio de la especie humana, y, por tanto, la
herencia de que hemos sido desposeídos, o que hemos perdido en el aislamiento de
las colonias, en la desagregación de las familias que trajo este espantoso retroceso a la
barbarie, de que las campañas argentinas presentan tan triste y pavoroso ejemplo.

6. Este progreso en el arte de construir naciones no lo encontraréis en vuestros


ensayos europeos:  son hijas del trabajo americano, son conquistas de la democracia,
son previsiones de las colonias, son, en fin, sus leyes orgánicas. (...) 

Una fuerte unidad nacional sin tradiciones, sin historia, y entre individuos venido de
todos los puntos de la tierra, no puede formarse sino por una fuerte educación común
que amalgame las razas, las tradiciones de esos pueblos con el sentimiento de los
intereses, del porvenir y de la gloria de la nueva Patria. Este es otro punto del derecho
colonial, fijado por cada uno de los Estados que componen la Unión Americana, y
formulado e incorporado en las cinco novísimas constituciones de los estados en vías
de colonización.

Extraído de “Discurso de Sarmiento ante la sociedad Histórica de Rhode Island, en


ocasión de ser aceptado como miembro de la misma” (1865), Ambas Américas 1, nro. 4

1. La primera constitución de las Provincias Unidas del Río de la Plata decía en 1815: “la
religión católica, apostólica, romana, es la religión del Estado”. La segunda de 1819
añadía “a la que prestarán sus habitantes el mayor respeto sean cuales fueren sus
opiniones”. La de Buenos Aires de 1834, promulgada más tarde, siempre con religión
de Estado, decía sin embargo: “es inviolable el derecho de que todo hombre tiene de
dar culto a Dios según su conciencia”. La final de 1852, suprimiendo la religión de
Estado, se contenta con decir “el Gobierno Federal sostiene el culto católico”. Cuarenta
años ha costado llegar desde la exclusión colonial, hasta la supresión de la iglesia de
Estado; pero entre cada una de aquellas enmiendas, media un trastorno, y muchas
batallas. Acaso sean necesarias otras y otras para llegar al principio norteamericano

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