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Berta Isabel Cáceres Flores nació el 4 de marzo de 1971 en el departamento de Intibucá,

Honduras. Desde niña vivió en un hogar dirigido sólo por su madre, doña María Austra
Berta Flores, quien, además de ser partera, enfermera y alcaldesa, desde muy joven se
involucró en la defensa de los derechos humanos. Durante la década de 1980, época en
la que tuvo lugar la guerra civil de El Salvador, la madre de Berta Cáceres se dedicó a
brindar servicios de salud a refugiadas salvadoreñas. Indudablemente, la trayectoria de
su madre permeó la personalidad e ideología de Berta Cáceres, hoy considerada heroína
y custodia de la naturaleza hondureña.
Berta Cáceres fue una mujer indígena lenca, activista de los derechos humanos. Cáceres
defendió el territorio y los derechos de los lencas, grupo étnico que ocupa parte del
territorio de Honduras y El Salvador. En 1993 co-fundó el Consejo Cívico de
Organizaciones Indígenas Populares (COPINH), el cual organizó férreas campañas
contra los megaproyectos que violaban los derechos ambientales y las propiedades
territoriales de las comunidades originarias en Honduras. La activista se enfrentó a
diversos agentes que irrumpieron –o pretendían irrumpir– la geografía lenca como
madereros ilegales, dueños de plantaciones, líderes de corporaciones multinacionales y
de proyectos de represas que cortaban el suministro de recursos básicos –como
alimentos y agua– a las comunidades indígenas.
 A lo largo de su carrera como defensora de los derechos humanos, Cáceres denunció la
impunidad con la que operan los agentes que reprimen la resistencia de quienes
defienden el medio ambiente.
La denuncia del modelo económico extractivista llevó a Berta Cáceres a tener
notoriedad internacional. La defensora de derechos humanos reconoció a las políticas
neoliberales extractivistas, como causantes del aumento de la represión, criminalización
y despojo a las comunidades locales, desplazadas de manera forzada. Asimismo, la
activista denunció las amenazas de muerte que tanto ella como otros activistas recibían
de manera constante. Al respecto, declaró que los defensores de los derechos
ambientales del pueblo lenca viven en un clima de impunidad e injusticia. 
Además de defender los derechos ambientales de la etnia lenca, Berta Cáceres exigió el
respeto pleno de los derechos de los pueblos originarios. En este tenor, la dirigente
indígena organizó al pueblo lenca en su lucha contra la construcción de la represa de
"Agua Zarca". Estaba previsto que este megaproyecto hidroeléctrico fuera construido en
el noroeste Honduras, específicamente en el Río Gualcarque, un lugar sagrado para las
comunidades indígenas lencas y vital para su supervivencia. 
No obstante, la campaña de Berta Cáceres evitó la cristalización de este proyecto, lo que
le costó la vida.
Como activista, Berta Cáceres se enfrentó a una doble lucha, pues además de ser mujer
pertenecía a un pueblo originario, lo que aumentaba su condición vulnerable. En este
sentido, Cáceres declaró que
no es fácil ser mujer dirigiendo procesos de resistencias indígenas. En una sociedad
increíblemente patriarcal las mujeres estamos muy expuestas, tenemos que enfrentar
circunstancias de mucho riesgo, campañas machistas y misóginas. Esto es una de las
cosas que más puede pesar para abandonar la lucha, no tanto la transnacional sino la
agresión machista por todos lados.
La activista lenca se asumía como una feminista que luchaba contra el capitalismo, el
patriarcado y el racismo. Algunas personas especialistas como Ochy Curiel consideran
que Berta Cáceres fue una feminista decolonial, dado que uno de los principios de esta
corriente de pensamiento pugna por la recuperación de saberes, experiencias, propuestas
y prácticas que cuestionan las jerarquías históricas producidas por sistemas de opresión
y dominación coloniales, algo por lo que Cáceres luchó toda su vida. Según el
planteamiento de Curiel, la dirigente hondureña comprendió cómo se imbrican el
racismo, el sexismo y el clasismo con las nuevas políticas neocoloniales desde un punto
de vista signado por su experiencia como mujer perteneciente a una comunidad
originaria, alejada de los privilegios de clase, género y raza.
Esta condición vital indudablemente permeó la ideología y trayectoria de la activista,
quien impulsó prácticas políticas alternativas y defendió los derechos de las mujeres y
de las personas indígenas.
El 3 de marzo de 2016, varias personas no identificadas irrumpieron en la casa de Berta
y la asesinaron. El 30 de noviembre de 2018, el Tribunal Penal Nacional de Honduras
condenó a siete hombres por el asesinato de la defensora de derechos humanos y
determinó que éstos habían sido contratados por ejecutivos de DESA, empresa que
estaba construyendo una hidroeléctrica en territorio indígena lenca. Berta Cáceres se ha
convertido en un símbolo del activismo feminista latinoamericano y de lucha incansable
por los derechos ambientales, la defensa del territorio y la equidad de género.

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