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LOS CELTAS

Los celtas era un grupo de tribus feroces y guerreras que vivieron en la Europa
Central y Occidental entre los siglos VIII y I a.C. Se les conocía por su habilidad
como jinetes, hablaban lenguas semejantes y compartían, muchas costumbres religiosas
y artísticas.
Aunque los propios celtas eran analfabetos y no dejaron documentos escritos, gran parte
de la historia celta puede ser reconstruida a partir de los escritores romanos. Gracias a
sus textos sabemos que en el siglo IV a.C. colonos y guerreros celtas procedentes del
norte de los Alpes atacaron Italia y los Balcanes. Los celtas saquearon Roma en el año
390 a.C. y en 279 a.C. llegaron nada menos que hasta Delfos, en Grecia. En el siglo III
a.C. se podían encontrar celtas tan al este como los Balcanes y Anatolia.
El ejército romano luchó denodadamente contra los invasores bárbaros y los derrotó en
la batalla de Telemón, en el norte de Italia, en el 225 a.C. Posteriormente, los romanos
se apoderaron gradualmente de las tierras celtas de Italia, Hispania (la actual península
Ibérica) y Anatolia.
El comandante romano Julio César comenzó a conquistar la Galia (la actual Francia) en
el año 50 a.C. Según los romanos iban penetrando en las regiones celtas, mataban o
tomaban prisioneros en masa. De una población de entre seis y siete millones de celtas,
un millón fueron asesinados y otro millón vendidos como esclavos. A finales del siglo I
d.C., los romanos habían conquistado gran parte de Inglaterra y Gales; además, toda la
Europa central al sur del Rin y el Danubio estaba en sus manos. Los celtas que vivían
fuera de esas regiones habían sido derrotados por las tribus germánicas del norte y los
dacios, al este.
En el siglo V d.C. todos los restos de los celtas habían desaparecido de Gran
Bretaña y la Galia, cuando las invasiones germanas siguieron al colapso del Imperio
romano. En la actualidad, las lenguas celtas sobreviven exclusivamente en los extremos
occidentales de Europa: Escocia, Irlanda, Gales, Bretaña (Francia) y Galicia (España).

La cultura celta

En la cultura celta se aprecian dos grandes periodos. Uno es el de Hallstatt, que se


extendió entre los años 800 y 500 a.C., y el otro es el de La Tène, que duró entre 500
a.C. y 50 d.C.

La cultura Hallstatt recibe su nombre del cementerio de Hallstatt, en Austria,


Europa central. Por lo que sabemos, eran gentes que trabajaban el hierro con habilidad y
buenos jinetes. Estableciera una industria de explotación de las minas de sal y un
imperio comercial. Una rica elite de jefes vivía en asentamientos fortificados en la cima
de colinas y era enterrada con muchas de sus posesiones: armas, joyas, carros y otros
bienes de lujo.
Con posterioridad al siglo V a.C. cesaron los ricos enterramientos y la cultuirá Hallstatt
declinó con rapidez.

La cultura de La Tène, que la siguió, llamada así por un poblado junto a un lago en
Suiza, tenía centros de poder en la zona al norte de la región de Hallstatt. Los guerreros
celtas que cruzaron los Alpes en el siglo IV a.C. procedían de la cultura de La Tène. La
región de La Tène también fue donde se originó ese estilo artístico que se conoce como
celta.
Los guerreros celtas

Los griegos y los romanos consideraban a los celtas como enemigos peligrosos, pero


vulnerables. La furia de los celtas en la guerra era legendaria y su valentía y experto
dominio de los caballos eran muy admirados. No obstante, se los consideraba carentes
de la disciplina de los soldados griegos y romanos. Algunas de las prácticas celtas,
como conservar las cabezas cortadas de los enemigos distinguidos y presentárselas a los
visitantes, eran consideradas horribles por los pueblos mediterráneos.
El guerrero celta era completamente distinto al legionario romano. Llevaba el pelo
blanqueado con cal y vestía pantalones en vez de túnica. También llevaba joyas y una
colorida capa a cuadros. Por lo general llevaba una larga espada de hierro, una lanza y
un gran escudo de piel. El casco y la cota de malla le daban una protección adicional, si
bien hay muchos textos que nos dicen que los guerreros celtas iban desnudos a la
batalla, excepto por el torques (gargantilla decorada de oro o bronce).
La guerra era extremadamente importante para la sociedad celta. Las tribus estaban
gobernadas por elites guerreras para las cuales su reputación de valentía en la batalla era
una importante fuente de poder. El fracaso, en especial en el caso de un jefe, no era
aceptable, y en ocasiones los jefes celtas se suicidaban para no sufrir la humillación de
la derrota. El poder de un guerrero celta venía determinado también por el número de
sus seguidores, de modo que su habilidad para distribuir la riqueza conseguida a través
de las incursiones o las conquistas era de gran importancia.

La agricultura de los pueblos celta

La agricultura era la principal actividad de una comunidad celta. Aunque su práctica


variaba con el tipo tierra, por lo general los celtas utilizaban una agricultura mixta, con
ganado y cultivos. El campo estaba cubierto de pequeñas granjas y poblados, con
asentamientos fortificados en las cumbres que servían como mercados, centros
artesanos y capitales tribales.

Las mujeres celtas

En la sociedad celta, las mujeres ocupaban una posición más importante que en las
sociedades griega o romana. Su habilidad como luchadoras es mencionada por varios
escritores y tenían derecho legal a la propiedad tras casarse. La existencia de
importantes líderes femeninos, como la reina Boudicca de la tribu iceni (los más
temidos adversarios por los romanos en Gran Bretaña) demuestra que era posible que
las mujeres ocuparan cargos muy importantes.

La vida comercial celta

Al mismo tiempo que conquistaban sus tierras en Italia, Iberia y Anatolia, los romanos
iban creando lazos comerciales con los pueblos celtas sin conquistar de la Galia y el
centro de Europa. Roma necesitaba materias primas y esclavos. Los jefes celtas locales
necesitaban bienes de lujo que entregar a sus seguidores y las oportunidades de
conseguirlos mediante el saqueo habían disminuido. De modo que se creó un floreciente
comercio y, según fue aumentado el volumen del mismo, la moneda se fue difundiendo
cada vez más. Muchos de los poblados y castros celtas se transformaron en complejos
asentamientos comerciales conocidos como oppida. Sólo en la Europa del noroeste
continuó la vida casi igual que en los siglos anteriores.

Los bardos celtas

Aunque los celtas carecían de una literatura escrita, poseían una clase profesional de
poetas, narradores de historias y músicos: los bardos. Los bardos pasaban por un
periodo de formación de 12 años, aprendiéndose de memoria una vasta tradición oral de
poemas-historias, también componían canciones para honrar o burlarse de gente todavía
viva, por lo que eran tratados con gran respeto por los jefes y los guerreros, para los
cuales la reputación lo era todo.

Religión celta

Los celtas utilizaban un calendario muy parecido al actual y sus fiestas caían en
momentos significativos del año agrícola. La principal de ellas tenía lugar el 1 de
noviembre y señalaba el fin del año en curso y el comienzo del año nuevo. Conocido
en Irlanda como Samain, era el momento en que los espíritus de los muertos podían
vagar libremente. Tradición que se ha conservado hasta nuestros días con la fiesta de
Todos los Santos y el Halloween anglosajón.
Los celtas creían en un gran número de dioses, más que en una única deidad
todopoderosa. Aunque estos dioses variaban de región en región, se pueden identificar
tres figuras centrales: el dios de la tribu, asociado con la guerra; el dios del cielo y la
tierra; y el dios de la artesanía. El número tres tenía un significado especial para los
celtas; en el arte celta hay muchas estatuas con tres cabezas y dibujos con tres lados.
Algunas ceremonias religiosas implicaban el ritual de lanzar objetos valiosos a pozos,
ríos, arroyos, ciénagas o lagos. Los especialistas religiosos, conocidos como druidas,
actuaban como intermediarios entre el hombre y los dioses. Además de supervisar todos
los sacrificios, los druidas actuaban como jueces en causas criminales y tenían el poder
de excluir de la vida religiosa de la comunidad a todos aquellos encontrados culpables.
También tenían capacidad para comenzar rebeliones y unificar a las tribus contra Roma.

Un poblado celta

Una posible población iceni en Gran Bretaña de los celtas se narra en las siguientes
líneas.
Cobijaba a unas 100 personas y estaba construido cerca de un arroyo de agua potable. El
poblado estaba rodeado por una empalizada de estacas de madera y un foso; la única
entrada estaba guardada por una atalaya. El puente levadizo sobre el foso se movía
mediante un sistema de contrapesos que se situaban en cestas colgadas de largos postes,
lo que permitía izarlas cuando se acercaba el enemigo. A menudo, en lo alto de la
atalaya colocaban las cabezas cortadas de los enemigos.
Dentro del poblado había varios tipos de casas, todas construidas con madera y techadas
con paja. La casa redonda pertenecía al jefe y su familia, y durante el invierno era en
ella donde se reunían los guerreros para realizar fiestas y beber. Los guerreros vivían en
la casa grande junto a sus familias, una residencia que contaba con una sección donde
había un fuego en el que las mujeres preparaban las comidas. Es posible que durante el
invierno el ganado también fuera introducido en la casa. En torno al interior de la
empalizada había viviendas mucho más pequeñas, donde vivían los ancianos y los
enfermos. Otros edificios incluían una casa para los carros, un silo y un ahumadero,
donde los habitantes secaban y ahumaban carne y pescado para conservarlos hasta el
invierno. En el centro del poblado había un profundo pozo con serpientes venenosas en
el fondo. Era el pozo de las serpientes, al que eran arrojados los prisioneros enemigos y
los malhechores, donde se les dejaba morir.

La difusión del hierro

Fundir mena de hierro era mucho más complicado que hacer bronce. El método para
extraer hierro de su mena fue descubierto por los hititas en Anatolia aproximadamente a
mediados del segundo milenio a.C. Durante siglos fue un secreto celosamente guardado,
pero tras la descomposición del Imperio hitita en el siglo XII a.C. la técnica se difundió,
primero por el Egeo y luego por el resto de Europa. En el siglo VIII a.C. el hierro ya se
trabajaba ampliamente en la región de la cultura celta de Hallstatt.
A pesar de que el trabajo del hierro era más complejo y laborioso que el del bronce, el
nuevo metal tenía dos ventajas principales. La primera es que aparecía de forma natural
en grandes cantidades y en una zona más amplia que el cobre y el estaño, los dos
elementos que formaban el bronce, por lo que era más barato. Segundo, era un metal
mucho más fuerte que el bronce y podía ser afilado mucho mejor. Esto dio a los celtas
una ventaja en la batalla y también les permitió talar bosques y arar la tierra de un modo
más eficaz.

El Arte celta

La civilización de La Tène, del siglo V a.C., tiene fama por el estilo de sus artes
decorativas, que se han llegado a conocer como arte celta. Especializados y muy
hábiles, sus artesanos fabricaban espejos, escudos y mangos de espada en oro y bronce.
Influidos tanto por el arte mediterráneo como por el arte del este de Europa,
desarrollaron un estilo original caracterizado por sus líneas en volutas y sus dibujos
irregulares. Algunos animales y motivos utilizados en el arte celta poseían significado
religioso. Por ejemplo, se piensa que los verracos y cuervos, visibles a menudo en armas
y armaduras, representaban a dioses de la guerra en forma de animal. No obstante, gran
parte del significado oculto del arte celta se ha perdido.

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LOS GRIEGOS

El mundo griego antiguo está formado por el conjunto de territorios (Grecia, Asia
Menor, Magna Grecia, Mar Negro, Norte de África y Mediterráneo occidental) y
sociedades que, teniendo como área central de referencia el mar Egeo, se articulan en
torno a vínculos fundamentalmente culturales (lengua, religión, filosofía,
manifestaciones artísticas, etc.), bajo distintas fórmulas de organización política
independientes entre sí, de las que destaca la polis. La Antigua Grecia, por tanto, es una
construcción histórica y cultural, más que una realidad política, social o territorial, dada
su falta de unidad estatal antes de la llegada de Alejandro de Macedonia o de Roma.
Las condiciones geográficas de las regiones ribereñas del mar Egeo condicionan el
desarrollo histórico de estas sociedades. Grecia presenta un clima mediterráneo
considerablemente seco y de temperaturas poco moderadas, dada su ubicación en el
Mediterráneo oriental y, sobre todo, debido a su abrupta orografía. Se trata de territorios
muy montañosos (el 80%) en los que las posibilidades agrícolas se encuentran muy
limitadas y las comunicaciones terrestres se hacen difíciles, ofreciendo argumentos al
característico aislamiento de muchas regiones de Grecia y a la formación de entidades
políticas independientes. Sólo las comunicaciones marítimas permiten superar los
umbrales de aislamiento y autoabastecimiento de unas sociedades que encuentran
dificultades para establecer vínculos regulares por tierra. Las limitadas posibilidades
agrícolas no facilitaron la formación de grandes concentraciones de población en
muchas de las regiones griegas, que se saturaban rápidamente, ofreciendo una endémica
inestabilidad socioeconómica que explica, en parte, fenómenos característicos de la
Grecia Antigua como la stasis o los continuos movimientos migratorios y procesos de
colonización.
La formación del Estado es el elemento fundamental que caracteriza el tránsito de
los periodos prehistóricos a la Historia. La evolución de las sociedades simples
(diferencias internas de carácter primario como el sexo o la edad) a las sociedades
complejas (diferencias sociales de rango debido a la aparición y concentración de
excedentes comunitarios) es un requisito fundamental para la aparición de las
comunidades históricas, que además han de centralizar sus funciones y servicios
comunitarios en un núcleo, generando de esta forma las primitivas entidades estatales.
Elementos derivados de esas primitivas formaciones estatales son la aparición de la
escritura, las primitivas instituciones políticas, la creación de las religiones, la
estructuración social, etc. En Grecia asistimos a la aparición intermitente de entidades
protoestatales durante el segundo milenio a. C. en el conjunto del ámbito egeo, aunque
será durante los siglos IX y VIII a. C. cuando aparezca la entidad estatal griega por
excelencia: la polis.
En Creta (2000-1500 a. C.) se desarrolla la talasocracia cretense (control pacífico
de las redes comerciales del Mediterráneo oriental) en torno a entidades protoestatales
denominadas ciudades-palacio que actúan como núcleos de almacenamiento de
excedente (escritura Lineal A), centro político y social del mundo minoico. Tras la caída
de los palacios cretenses y la talasocracia, el «despertar» (auge de aristocracias bélicas)
de los aqueos, poblaciones de origen centroeuropeo que habían ido llegando a Grecia a
lo largo de la primera mitad del II milenio a.C., da lugar a la aparición de nuevas
entidades protoestatales identificadas con las ciudades-fortaleza micénicas (1500-
1200 a.C.). Las fortalezas micénicas actúan como nuevos centros económicos
(administración de excedentes y escritura Lineal B) y políticos de carácter aristocrático,
que se hacen enterrar en los Tholoi (grandes tumbas de cámara). Sin embargo, las
ciudades-fortaleza entran en crisis en torno al 1200 a. C., debido a un conjunto de
causas, algunas aún en el terreno de la hipótesis, como las luchas entre sociedades
micénicas, conflictos sociales, crisis de saturación del territorio o variaciones climáticas
(como, por ejemplo, la caída de Troya). En cualquier caso, estas transformaciones
parecen afectar al conjunto del ámbito egeo y se ven acentuadas por masivos
movimientos migratorios, identificados en las fuentes antiguas con las llamadas
invasiones dorias o el denominado «retorno de los heráclidas» (centroeuropeo), aunque
se deben relacionar con un proceso más amplio, los movimientos de los «Pueblos del
Mar», que afecta a todo el Mediterráneo oriental. Las convulsiones sociopolíticas que
sufre el mundo micénico, junto a los movimiento migratorios en sentido norte-sur
provocan un efecto dominó en el Mediterráneo oriental («movimientos de los Pueblos
del Mar»), que termina de precipitar la caída del mundo micénico, afecta a Creta,
Chipre y Egipto, destruye el Imperio Hitita (creando un gran vacío que permitirá
ulteriores migraciones griegas), y acaba por confluir en el área sirio-palestina, donde se
detectan importantes cambios culturales y poblacionales (arameos, fenicios, neohititas,
hebreos, estados neobabilónicos).
La caída del mundo micénico abre el camino de la denominada «época oscura»
(1200-800 a. C.) que cierra el paréntesis de las estructuras protoestatales, volviendo a
una extrema dispersión poblacional, ruralización y empobrecimiento de Grecia. Destaca
la aparición de importantes novedades sociales (menor complejidad), territoriales
(grandes diferencias interregionales) y, sobre todo, materiales, en buena parte de origen
autóctono u oriental, como la utilización del hierro, la difusión de la incineración y las
tumbas individuales, las decoraciones cerámicas geométricas, la aparición de cerámicas
del tipo Barbarian ware o el desarrollo de viviendas de planta absidiada. Este panorama
de empobrecimiento generalizado provoca un ulterior proceso migratorio desde la
Grecia continental a las regiones costeras de Anatolia, conocido como la «Primera
Colonización Griega» (1140-1050 a. C), que aprovechando el vacío dejado por la caída
del Imperio Hitita creará núcleos de población griega que serán el origen de los ámbitos
culturales eolio, jonio y dorio, germen de las futuras ligas. A principios del I milenio a.
C. el Imperio Neohitita vuelve a generar una gran presión sobre las poblaciones griegas
de Anatolia que se concentrarán y aumentarán su densidad creando las condiciones
adecuadas para la formación de algunos de los elementos fundamentales de la cultura
griega antigua como la lengua griega, el panteón y la teogonía, el paso del mito al logos,
las bases del arte griego y, sobre todo, la formación de la polis, como principal prototipo
de estructura estatal griega.
La polis es una comunidad jurídicamente autónoma y soberana de carácter agrario
dotada de un lugar central que actúa como núcleo económico, político, social,
administrativo y religioso. Su origen se encuentra en Anatolia (Esmirna 850 a. C.) y
pronto se difunde por el resto del Egeo, y tras la Gran Colonización Griega de parte del
Mediterráneo, conformará la base de otros modelos estatales semejantes, como la
propia civitas romana. La polis está formada por el asty (núcleo central amurallado
dotado de urbanismo funcional en el que encontramos la plaza pública, ágora, y la
acrópolis, templos urbanos) y la chora (el territorio dependiente articulado
administrativamente a través de los santuarios periféricos). La polis, como centro de
acumulación de poder y excedente, debe su formación a la aristocracia que desde sus
inicios controlará de forma absoluta todos los mecanismos políticos, sociales, legales y
religiosos del Estado. Esta situación inicial y la progresiva saturación de los pobres
territorios griegos, fruto del crecimiento demográfico, agudizarán las diferencias
sociales generando un conflicto social casi endémico, la stasis. En cualquier caso,
habríamos de recordar que la evolución política de las distintas ciudades-estado griegas
será muy dispar, al tratarse de entidades territoriales diferentes. Sólo algunos elementos
de carácter sociocultural dan algo de coherencia a los pueblos helénicos: la lengua
común, el oráculo de Delfos, los juegos olímpicos (primera olimpiada 776 a. C.) y, con
el tiempo, el enemigo común, los persas.
La stasis se vio agudizada cuando los grupos desfavorecidos de la sociedad pasaron
a tener un nuevo instrumento de presión, su presencia en los ejércitos hoplíticos, la
nueva estructura militar que se extiende en Grecia, al menos, desde el siglo VII a. C., y
que depende de la participación masiva de soldados de infantería. Ante la creciente
saturación poblacional y la stasis, las aristocracias de muchas ciudades-estado derivaron
a parte de sus excedentes poblacionales al exterior, configurando la Gran Colonización
Griega. La primera fase a partir del siglo VIII a. C. se dirigió hacia Occidente (Magna
Grecia en Italia y Sicilia, primera colonia Pitecusa 775 a. C.), y después, a partir de la
segunda mitad del siglo VII a. C., a otras regiones del Mediterráneo desde Ampurias, en
la Península Ibérica, hasta el Mar Negro. Pero este proceso también tuvo importantes
motivaciones comerciales. De hecho, la colonización, basada en la fundación de nuevas
ciudades (apoikia) también generó otras formas de contacto comercial complementarias
basado en la difusión de los emporia, puertos de comercio generadores de intensas
transacciones económicas y culturales.
Sin embargo, la stasis seguía cuestionando la continuidad de las comunidades
políticas, por lo que las aristocracias trataron de frenar la conflictividad social con el
nombramiento de legisladores encargados de poner por escrito el derecho
consuetudinario. La actividad de los legisladores (siglo VII a. C.) pretendía reducir la
arbitrariedad de una justicia que, de todas formas, seguía estando controlada por los
propios aristócratas y cuyo principal asunto era la cruda cuestión de las deudas, que
estaba llevando a gran parte de la población campesina a formas de dependencia
(«esclavitud por deudas», hectemorado). Finalmente la dependencia que la polis tenía
de los ejércitos hoplíticos compuestos por los mismos ciudadanos empobrecidos y
sometidos por los aristócratas, que controlaban la ciudad-estado, provocará el estallido
social: las tiranías (siglos VII-VI a. C.). Los tiranos eran cabecillas del ejército
hoplítico, generalmente aristócratas segundones, que con el apoyo de los soldados
dieron golpes de estado bajo la promesa de mejorar sus condiciones de vida, solucionar
la cuestión de las deudas y atenuar la presión de la aristocracia. La ulterior evolución de
las tiranías fue muy desigual, aunque en muchas ciudades-estado fue un factor
fundamental para el desarrollo de sistemas políticos democráticos.
Sin duda, Atenas fue el paradigma de las ciudades-estado que desarrollaron
sistemas democráticos. Fruto del proceso sinecista que integra los territorios y las
poblaciones de Eleusis, Ática y Braurón, surgió la polis de Atenas que desde el
siglo VIII a. C. inició un largo recorrido político que le lleva desde sus orígenes míticos,
relacionados con divinidades como Atenea o Poseidón y reyes como Erictonio o Teseo,
hasta la creación de una plena democracia en el siglo V a. C. Como muchos otros
Estados griegos, Atenas estuvo sometida a fuertes tensiones sociales, ligadas al
empobrecimiento campesino y al desarrollo del hectemorado (poblaciones sometidas
por deudas). La respuesta ateniense a la stasis presenta peculiaridades, ya que después
del legislador Dracón (630-625 a. C.), hemos de destacar la figura de Solón (594 a. C.)
que puso las bases del sistema socioeconómico ateniense de carácter comercial
(producción de vino, aceite y productos artesanales para la exportación y la obtención
de grandes beneficios comerciales que, en parte, sirven para importar el grano con el
que alimentar a la población). Además Solón, que va más allá de la simple acción
compiladora de los legisladores, acometió la solución, al menos parcial, del conflicto
social: abolió el hectemorado; anuló las deudas y prohibió el préstamo que llevaran al
hectemorado con carácter retroactivo; fraccionó los latifundios; prohibió exportar
productos agrícolas excepto aceite; introdujo la moneda, y dividió la población en
cuatro grupos en función de su riqueza (pentakosiomedimnoi, hippies, zeugitai y thetes),
reflejo inequívoco del desarrollo de los ejércitos hoplíticos en Atenas. No obstante, los
rescoldos de la stasis produjeron la aparición del tirano Pisístrato (561-528 a. C.) que,
con una ambigua política populista y demagógica, mejoró las condiciones económicas y
sociales de Atenas, acometiendo importantes reformas urbanísticas que dejaron su
huella en la ciudad. Después de graves disputas internas y en un ambiente de gran
tensión política, especialmente alimentada por la aristocracia, destaca la figura de
Clístenes (511 a. C.), que instauró un sistema isonómico (igualdad social y política)
clave del ulterior desarrollo democrático. Clístenes reorganizó las tribus (base de la
representación sociopolítica de la población) rompiendo su estructura territorial y
aristocrática; creó una nueva estructura de administración territorial, el demos; despojó
al areópago de las funciones legislativas que concentró en el nuevo consejo de
la Boule y los pritanes; comenzó a utilizar las penas de ostracismo contra los traidores al
Estado, y potenció las funciones de la Ekklesia (asamblea).
La evolución política de Atenas y del resto de ciudades-Estado griegas se vio
interrumpida a principios del siglo V a. C. ante el empuje expansionista del Imperio
Persa. Los ejércitos helénicos hicieron frente a los persas en la Primera Guerra
Médica (victoria ateniense en Maratón 490 a. C.) y la definitiva Segunda Guerra
Médica (480-479 a. C., derrota griega en las Termópilas y victorias en Salamina y
Micala), que ralentizó el conflicto hasta la definitiva paz de Calías (449/448 a. C.). Sin
embargo, este conflicto produjo enormes transformaciones en el conjunto de las
poblaciones y Estados griegos: generó una nueva conciencia nacional panhelénica;
favoreció un inusitado renacimiento cultural y económico del mundo jonio; revitalizó
el helenismo en Occidente; potenció los cultos griegos frente a los orientales,
especialmente aquéllos relacionados con Atenas principal potencia vencedora de la
guerra; aceleró el crecimiento económico-comercial de Atenas ligado a su expansión
marítima y, por encima de todo, puso las bases de la formación de bloques griegos
opuestos en torno a Atenas (Liga Ático-Délica vinculada a sistemas democráticos) y
Esparta (Liga del Peloponeso defensora de sistemas aristocráticos). Durante la
Pentecontecia (periodo comprendido entre el final de la Segunda Guerra Médica, 479 a.
C., y el inicio de las Guerras del Peloponeso, 431 a. C.) asistimos al desarrollo de estas
ligas y su creciente antagonismo, que culminará en el enfrentamiento panhelénico del
último tercio del siglo V a. C.
Durante la Pentecontecia Atenas culminó el proceso de construcción de la
democracia. Efialtes encarnó la radicalización de la democracia (462-461 a.C.) que
potenció las funciones de la Boule; fortaleció los órganos colectivos; aumentó el poder
de los demos; agudizó las tendencias imperialistas, y permitió el acceso de
los zeugitai (las clases medias) al arcontado (las magistraturas). Finalmente,
con Pericles (459-429 a. C.) podemos afirmar que se alcanzó la democracia: potenció el
papel de la asamblea; remuneró los cargos públicos, permitiendo el acceso de las clases
medias al poder ejecutivo; creó un Estado protector basado en políticas de beneficencia,
sólo para los ciudadanos atenienses, e importantes inversiones públicas, especialmente
en reformas urbanísticas, que permitió mantener elevados niveles de ocupación y de
crecimiento económico; la financiación la obtenía de la intensa política imperialista
llevada a cabo a través de la Liga Ático-Délica y el aumento de los impuestos
comerciales, y todo ello apoyado en una agresiva política de exaltación patriótica
basada en la ciudadanía restringida. No hemos de olvidar, en cualquier caso, que esta
democracia quedaba circunscrita al ámbito masculino (las mujeres no votaban) y
estrictamente ciudadano (tampoco votaban la multitud de extranjeros y esclavos que
vivían en Atenas). A pesar de sus aspiraciones, Atenas no pudo culminar su política
imperialista ya que no planteó formas de integración económica, social o política de los
Estados vinculados a la Liga Ático-Délica, que de ninguna manera podían acceder a los
beneficios que proporcionaba la ciudadanía ateniense.
Esparta encarnaba la ideología y el sistema aristocráticos opuestos a la democracia
ateniense. El Estado espartano estaba integrado por Esparta y Laconia, junto a los
territorios conquistados de Mesenia. Los espartanos monopolizaban el poder político,
ignorando a los periecos, que forman comunidades no agrícolas autónomas, y
sometiendo a los ilotas, la principal parte de la población de origen mayoritariamente
mesenio, a una relación de servidumbre y control. La minoritaria comunidad espartana
desarrolló una sociedad cerrada, comunitaria y organizada para mantener el control
absoluto de los resortes del Estado, obsesionada por controlar el principal factor de
inestabilidad estatal: la desigualdad de las poblaciones mesenias (los ilotas). El Estado
espartano presentaba una peculiar organización política de carácter aristocrático,
fundada por el legendario legislador Licurgo y basada en una ley fundamental (La
Retra), dirigida por una diarquía (dos reyes) y apoyada en el consejo legislativo
(Gerousia) y la asamblea (Apela). Después de las Guerras Médicas, Esparta acaparó la
influencia estratégica de la Liga del Peloponeso, potencia antagonista del bloque ático-
délico, aunque diversos conflictos sociopolíticos internos (Guerras Mesenias, irrupción
de los éforos) dificultaron su crecimiento militar. Finalmente, como indica Tucídides, el
crecimiento de los bloque antagónicos (Liga Ático-Délica y Liga del Peloponeso)
derivó en las Guerras del Peloponeso (431-404 a. C.), el enfrentamiento panhelénico
que transformó las bases sociales y políticas de los Estados griegos.
El final de las Guerras del Peloponeso trajo un predominio de sistemas políticos y
filosofías (Platón, Aristóteles) aristocráticas, y supuso el declive de la principal
estructura estatal griega: la polis. Durante el siglo IV a. C. asistimos a una enorme
recesión económica (tierras arruinadas, redes comerciales en crisis, aumento de la
piratería, descenso de los excedentes y los niveles de consumo); se radicalizan las
diferencias sociales; se generalizan nuevas formas de trabajo como la esclavitud;
aumentan los movimientos migratorios de poblaciones empobrecidas, y ante la crisis de
la polis se desarrollan los ejércitos de mercenarios (rompiendo la célula básica de las
sociedades hoplíticas: campesino (oikos) -ciudadano- soldado). En este contexto se
desarrollan nuevos sistemas sociopolíticos aristocráticos, como las tiranías menores, y
en Grecia se sucederán diversas fases de hegemonía político-militar (espartana, beocia,
tebana) que abonarán el terreno para la irrupción de una nueva potencia hegemónica:
Macedonia.
El reino de Macedonia, bárbaro para los griegos, se había mantenido bastante al
margen del desarrollo histórico helénico hasta la llegada de Filipo II, que iniciará un
proceso de unificación interna y expansión (Tracia, Iliria, Grecia) que culminó con la
firma del tratado de Corinto (338 a. C.), por el que Macedonia pasaba a controlar la
Federación Panhelénica, gobernada por el consejo del Sinedrión, supuestamente
formada para luchar contra los persas. Tras su muerte, su hijo, el joven Alejandro de
Macedonia (Magno), cuyo pedagogo fue Aristóteles, se hace con todo el poder
(336 a.C.), se proclama protector del Oráculo de Delfos, controla la Federación
Panhelénica y forma un gran ejército con el propósito de derrotar al Imperio Persa de
Darío III y crear un «Imperio Universal». Las victorias militares, la desunión y
deserción de muchas satrapías persas (provincias) y la política sincretista e integradora
de Alejandro le permitieron formar un inmenso imperio oriental que llegó hasta la India.
Cuando se disponía a continuar sus conquistas hacia Occidente muere (323 a. C.) y el
imperio se divide entre sus generales o sus descendientes, dando lugar a los reinos
helenísticos: Reino Ptolemaico de Egipto (Lágida), Imperio Seléucida (Oriente) y Reino
de los Antigónidas (greco-macedónico). Se inicia la fase final del mundo griego
independiente, antes de la conquista romana definitiva (146 a. C.), abriendo la fase
cultural denominada Helenismo que incorpora diversos elementos greco-orientales
(mediterráneos) y culmina la evolución cultural griega (arcaica y clásica precedentes),
que constituirá uno de los pilares de las formaciones culturales mediterráneas (púnica,
romana, cristianismo, etc.) y del ulterior desarrollo de la «cultura occidental».

https://www.cervantesvirtual.com/portales/antigua_historia_y_arqueologia/grecia/

CULTURA CHINA

En la antigua China se desarrolló la cultura más antigua de las que aún existen hoy
en día. La palabra “China” viene del sánscrito Cina (que deriva del nombre de la
dinastía china Qin, cuya pronunciación es similar a “Chin”), que fue traducido como
“Cin” por los persas y que parece haberse popularizado gracias al comercio en la Ruta
de la Seda.
Los romanos y los griegos llamaban al país “Seres”, “el país de donde viene la
seda”. El nombre “China” no aparece en forma impresa en Occidente hasta 1516 en los
escritos de Barbosa que narran sus viajes en Oriente (a pesar de que los europeos ya
sabían de la existencia de China gracias al comercio en la Ruta de la Seda). Marco Polo,
el famoso explorador que popularizó China en Europa durante el siglo XIII, se refería al
país como “Catay”. En chino mandarín, el país es conocido como “Zhongguo”, que
significa “país central” o “imperio del medio”.
Prehistoria
Mucho tiempo antes del advenimiento de una civilización reconocible en la región,
estas tierras ya estaban ocupadas por homínidos. El hombre de Pekín, del cual en 1927
se descubrió un cráneo fosilizado cerca de Beijing, vivió en el área hace entre 700 000 y
300 000 años, y el hombre de Yuanmou, cuyos restos fueron encontrados en Yuanmou
en 1965, vivió en estas tierras hace 1 700 000 años. La evidencia que se obtuvo con
estos hallazgos demuestra que estos habitantes primitivos sabían fabricar herramientas
de piedra y usar el fuego.

A pesar de que la teoría generalmente aceptada es que la humanidad se originó en


África y luego se expandió de allí hacia los demás puntos del planeta, los
paleoantropólogos chinos “sostienen la teoría de la ‘evolución regional’ del origen del
hombre” (China.org), que postula la existencia de una base independiente del origen de
los seres humanos. “El simio de Shu, un primate que pesaba entre 100 y 150 gramos y
era aproximadamente del tamaño de un ratón, vivió [en China] en el eoceno medio hace
entre 4,5 y 4 millones de años. Su descubrimiento supuso un gran desafío para la teoría
del origen africano de la raza humana” (China.org). Este desafío es considerado
plausible debido a los vínculos genéticos entre el fosil del simio de Shu y otros
primates, tanto avanzados como menores, por lo que podría tratarse de un “eslabón
perdido” del proceso evolutivo.

De cualquier manera que uno interprete esta información (las conclusiones de estos
trabajos conducidos en China han sido disputadas por la comunidad internacional), la
evidencia sólida proporcionada por otros hallazgos atestigua la presencia de un linaje
muy antiguo de homínidos y homo sapiens en China, y de un gran nivel de sofisticación
en las culturas arcaicas. Un ejemplo de esto es la aldea de Banpo, cerca de Xi’an,
descubierta en 1953. Banpo es una aldea del neolítico que estuvo poblada desde el 4500
al 3750 a.C. y se compone de 45 casas con pisos hundidos en el suelo que le aportan
mayor estabilidad. La aldea estaba rodeada por una zanja que la protegía de los ataques
a la vez que servía de desagüe (y de cerca para los animales), mientras que se utilizaban
cuevas subterráneas artificiales para almacenar alimento. El diseño de la aldea, así como
los artefactos hallados en ella (como cerámica y herramientas), sugieren la presencia de
una cultura muy avanzada al momento de su construcción.

En general se acepta que la “cuna de la civilización” china se halla en el valle del río
Amarillo, donde aparecieron las primeras aldeas alrededor del 5000 a.C. A pesar de que
esta hipótesis es discutida y se sugiere también que pudo haber habido un desarrollo
más extendido de las comunidades, no hay dudas de que muchas aldeas y asentamientos
agrícolas se ubicaron en la provincia de Henan, en el valle del río Amarillo.

En 2001, los arqueólogos descubrieron dos esqueletos “enterrados en una casa


destruida, bajo una capa gruesa de sedimentos de limo del río Amarillo. En esta capa de
sedimentos, los arqueólogos encontraron más de veinte esqueletos, un altar, una plaza,
cerámica y utensilios de piedra y jade” (Chinapage.org). Se trata de tan solo una de las
muchas aldeas prehistóricas de la zona.

Las primeras dinastías

De estas pequeñas aldeas y comunidades agrícolas nació el gobierno centralizado, cuya


primera dinastía fue la dinastía Xia (aprox. 2070-1600 a.C.). La dinastía Xia fue
considerada mayormente mitológica durante muchos años, hasta que las excavaciones
realizadas en las décadas de 1960 y 1970 hallaron sitios que sugieren fuertemente su
existencia. Los artefactos de bronce y las tumbas indican claramente la existencia de un
período de desarrollo gradual que llevó de la presencia de aldeas dispersas en la edad de
piedra a la formación de una civilización cohesionada.

Esta dinastía fue fundada por Yu el Grande, quien trabajó arduamente durante trece
años para controlar las inundaciones causadas por el río Amarillo, las cuales a menudo
destruían los cultivos de los granjeros. Se dice que estaba tan ensimismado con su
trabajo que no regresó a su casa ni una vez en todos esos años (aunque se dice que lo
hizo en al menos en tres ocasiones), y su dedicación inspiró a que otros lo siguieran.

CON LA DINASTÍA SHANG SE DESARROLLÓ LA ESCRITURA, ASÍ COMO


LA METALURGIA EN BRONCE, LA ARQUITECTURA Y LA RELIGIÓN

Luego de controlar la inundación, Yu conquistó las tribus Sanmiao y fue nombrado


sucesor por Shun, quien era el gobernante por ese entonces, tras lo cual reinó hasta su
muerte. Yu estableció el sistema de sucesión hereditaria y, por lo tanto, el concepto de
dinastía, conocido hasta el presente. La clase gobernante y la élite vivían en
conglomerados urbanos, mientras que la población campesina, que sostenía el estilo de
vida de la élite, era mayormente agraria y vivía en áreas rurales. El hijo de Yu, Qi, lo
sucedió en el gobierno, y el poder permaneció en las manos de la familia, hasta que Jie,
el último gobernante de la dinastía Xia, fue derrocado por Tang, quien estableció la
dinastía Shang (1600-1046 a.C.).
Tang pertenecía al reino de Shang. Las fechas en las que se cree que vivó (1675-1646
a.C.) no se corresponden con ningún evento conocido en el que haya participado, por lo
que deben ser consideradas erróneas. Lo que sí se sabe es que fue el gobernante del
reino de Shang, o al menos un personaje de renombre en este, y alrededor del año 1600
a.C. dirigió una revuelta contra Jie y derrotó a su ejército en la batalla de Mingtiao.

Se cree que la excesiva opulencia de la corte de los Xia y la carga que suponía para su
pueblo fueron las causas de este levantamiento. Entonces, Tang tomó el liderazgo del
país, bajó los impuestos, detuvo los extravagantes proyectos de construcción iniciados
por Jie (los cuales estaban agotando los recursos del reino) y gobernó con tal sabiduría y
eficiencia que las artes y la cultura florecieron. Con la dinastía Shang se desarrolló la
escritura, así como la metalurgia en bronce, la arquitectura y la religión.

Antes de la dinastía Shang, el pueblo adoraba a muchos dioses, de los cuales uno,
Shangti, era el dios supremo y se encontraba a la cabeza del panteón (un patrón presente
en otras culturas). Shangti era considerado ‘el gran ancestro’, quien presidía sobre la
victoria en la guerra, la agricultura, el clima y el buen gobierno. Sin embargo, parece ser
que, debido al carácter remoto y ocupado de este, el pueblo sintió la necesidad de contar
con intercesores más inmediatos que atendieran a sus necesidades, por lo que comenzó
así la práctica del culto a los antepasados.

Según la creencia, cuando alguien moría, adquiría poderes divinos y podía ser invocado
para que prestara su ayuda en tiempos de necesidad (similar a la creencia romana en
los parentes). Esta práctica resultó en la aparición de rituales sofisticados dedicados a
apaciguar los espíritus de los antepasados, lo cual a su vez produjo entierros floridos en
magníficos sepulcros repletos de todas las cosas que una persona pudiera necesitar para
gozar de una apacible vida después de la muerte.

El rey, además de poseer deberes seculares, hacía las veces de intermediario principal
entre los vivos y los muertos, y se creía que su gobierno era ordenado por la ley divina.
A pesar de que el conocido Mandato del Cielo se desarrolló más tarde, durante la
dinastía Zhou, la idea del vínculo entre un gobernante justo y la voluntad divina tiene
sus raíces en las creencias promovidas por la dinastía Shang.

La dinastía Zhou

Alrededor del año 1046 a.C., el rey Wu (reinado: 1046-1043 a.C.), de la provincia de
Zhou, se rebeló contra el rey Zhou de la dinastía Shang y derrotó a su ejército en la
batalla de Muye, tras lo cual estableció la dinastía Zhou (1046-256 a.C.). El período de
la dinastía Zhou occidental va del 1046 al 771 AEC, mientras que el período de la
dinastía Zhou oriental va del 771 al 256 a.C. Wu se rebeló contra los gobernantes Shang
luego de que el rey de los Shang asesinara a su hermano mayor de manera injusta. Wu y
su familia invocaron el Mandato del Cielo para legitimar su revuelta, argumentando que
los reyes de la dinastía Shang ya no actuaban en el interés del pueblo y, por lo tanto,
habían perdido el mandato del dios de la ley, el orden y la justicia, Shangti.

El Mandato del Cielo fue definido, así como la bendición de los dioses a los
gobernantes justos y el gobierno de estos por mandato divino. Cuando un gobierno ya
no cumpliera con la voluntad de los dioses, sería derrocado. Además, dictaba que solo
podía existir un gobernante legítimo de China y que su gobierno debía estar legitimado
por su recta conducta en función de garante de las tierras que le hubieren sido confiadas
por los cielos. El gobierno podía pasar de padre a hijo, pero solo si el hijo poseía la
virtud necesaria para gobernar. Este mandato terminaría siendo tergiversado por varios
gobernantes, que otorgarían la sucesión a descendientes indignos.

Durante el gobierno de la dinastía Zhou, la cultura floreció y se produjo una expansión


de la civilización. Se codificó la escritura y la metalurgia del hierro se volvió cada vez
más sofisticada. Los más célebres y admirables filósofos y poetas chinos, tales
como Confucio, Mencio, Mo Di (Mo Zu), Lao Tze y Tao Chien, y el estratega militar
Sun Tzu (si es que existió de la manera en que es representado), todos vivieron en China
durante el período de la dinastía Zhou y durante el período de las Cien escuelas del
pensamiento.

El carro de guerra, que había sido introducido en el país durante el gobierno de la


dinastía Shang, se volvió más sofisticado durante el gobierno de los Zhou. Es necesario
mencionar que las fechas de inicio y finalización de estas dinastías y períodos no son
tan exactas como aparecen en los libros de historia; la dinastía Zhou en realidad tuvo
muchas características en común con la dinastía Shang (incluidos el idioma y la
religión). A pesar de que los historiadores opinan que es necesario dividir el período de
su reinado para mayor claridad, la dinastía Zhou siguió existiendo a lo largo de los
períodos siguientes, conocidos como el período de las primaveras y otoños y el período
de los Reinos combatientes.

Períodos de las Primaveras y otoños y de los Reinos Combatientes

Durante el período de las primaveras y Otoños (aprox. 772-476 a.C., llamado así por
los Anales de Primavera y Otoño, la crónica oficial del Estado en ese momento y una
fuente antigua en la que se menciona al general Sun Tzu), el gobierno de la dinastía
Zhou se descentralizó al mudar la capital a Luoyang, con lo que finalizó el período de la
dinastía Zhou occidental y comenzó el de la dinastía Zhou oriental. Este es un período
célebre por los avances en la filosofía, la poesía y las artes, durante el cual se produjo el
auge de las corrientes filosóficas confuciana, taoísta y moísta.

Sin embargo, al mismo tiempo, los diversos estados se estaban liberando del poder
central de Luoyang y afirmando su soberanía. Esto condujo al período de los Reinos
Combatientes (aprox. 481-221 a.C.), en el que siete estados lucharon entre sí. Los siete
estados fueron Chu, Han, Qi, Qin, Wei, Yan y Zhao, los cuales afirmaban su soberanía,
pero no se atrevían a exigir el Mandato del Cielo que aún poseía la dinastía Zhou de
Luoyang. Los siete estados utilizaban las mismas tácticas y seguían las mismas reglas
de conducta en la guerra, por lo que ninguno era capaz de sacar ventaja sobre los demás.

Esta situación fue aprovechada por el filósofo pacifista Mo Ti, un habilidoso ingeniero
que se propuso brindarles los mismos conocimientos sobre fortificaciones y escaleras de
asedio a todos los estados con la esperanza de neutralizar las ventajas que cada uno
pudiera obtener sobre los demás y así terminar con la guerra. Sin embargo, sus
esfuerzos fueron infructuosos, y entre el 262 y el 260 a.C. el estado de Qin obtuvo la
supremacía sobre la dinastía Zhao y finalmente la derrotó en la batalla de Changping.
Un estadista del estado de Qin, de nombre Shang Yang (muerte: 338 a.C.), convencido
promotor de la ley y la eficiencia, cambió el modo en que la dinastía Qin veía la guerra,
haciendo énfasis en obtener la victoria a toda costa. La reforma del protocolo y la
estrategia de la guerra en China puede atribuírsele a Sun Tzu o a Shang Yang,
dependiendo de la veracidad de Sun Tzu como personaje histórico. Independientemente
de que Sun Tzu haya existido de la manera en que se cree, es muy probable que Shang
Yang estuviera familiarizado con la famosa obra que lleva su nombre, El arte de la
guerra.

YING ZHENG EMERGIÓ VICTORIOSO DEL CONFLICTO ENTRE LOS


REINOS COMBATIENTES EN EL 221 AEC Y UNIÓ LOS OTROS SEIS
REINOS BAJO SU GOBIERNO, TRAS LO CUAL SE PROCLAMÓ “SHI
HUANGDI”.

Antes de estas reformas, la guerra en China era considerada un juego de habilidades


entre miembros de la nobleza, con reglas rígidas dictadas por la cortesía y la supuesta
voluntad del cielo. No se atacaba a los rivales débiles o faltos de preparación y se debía
esperar hasta que el enemigo hubiera movilizado su ejército y formado sus filas antes de
atacarlo. Shang impulsó la guerra total y aconsejó derrotar los ejércitos enemigos por
cualesquier medios disponibles. Sus principios fueron conocidos en Qin y puestos en
práctica en Changping (donde más de 450 000 soldados Zhao fueron capturados y
ejecutados luego de la batalla), lo que le dio al estado de Qin la ventaja que necesitaba.

Aun así, no volvieron a utilizar estas tácticas hasta el ascenso de Ying Zheng, rey de
Qin. Utilizando las instrucciones de Shang, y con un ejército de proporciones
considerables dotado de armas de hierro y carros de guerra, Ying Zheng emergió
victorioso del conflicto entre los Reinos Combatientes en el 221 a.C. y unió los otros
seis reinos bajo su gobierno, tras lo cual se proclamó ‘Shi Huangdi’, ‘Primer
emperador’ de China.

La dinastía Qin

Así, Shi Huangdi estableció la dinastía Qin (221-206 a.C.), dando inicio a la era
imperial de China (221 a.C.-1912 d.C.), durante el cual el país estuvo gobernado por
dinastías. Ordenó la destrucción de las fortificaciones amuralladas que habían separado
a los diversos estados entre sí y mandó construir una gran muralla a lo largo de la
frontera norte de su reino. A pesar de que solo permanece en pie una pequeña parte de la
muralla original de Shi Huangdi, fue durante su gobierno que se inició la construcción
de la Gran Muralla China.

Tenía una longitud de más de 5000 kilómetros y se extendía por llanuras y colinas desde
las fronteras de Corea en el este hasta el problemático desierto de Ordos en el oeste. Se
trató de un emprendimiento logístico impresionante, aunque incorporó partes de
murallas que habían sido construidas anteriormente en distintos reinos chinos con el
propósito de proteger sus fronteras septentrionales en los siglos IV y III. (Scarre y
Fagan, 382)

Shi Huangdi también fortaleció la infraestructura construyendo carreteras que


impulsaron el comercio gracias a la facilidad del desplazamiento.
Cinco carreteras troncales partían de la capital imperial en Xianyang, cada una de ellas
con fuerzas policiales y estaciones de posta. La mayoría de estas carreteras eran
construcciones de tapia y tenían 15 metros de ancho. La más larga de ellas se extendía
en sentido sudoeste con una longitud de más de 7500 kilómetros hasta la región
fronteriza de Yunnan. El terreno era tan accidentado que algunas secciones de la
carretera tuvieron que ser construidas en galerías de madera sobre las caras verticales de
los acantilados. (Scarre y Fagan, 382)

Shi Huangdi también expandió las fronteras de su imperio, construyó el Gran Canal en
el sur, redistribuyó la tierra y fue, al inicio, un gobernante justo.

A pesar de que sus proyectos de construcción y campañas militares lograron grandes


avances, su gobierno se fue volviendo cada vez más autoritario en las cuestiones
domésticas. Alegando poseer el Mandato del Cielo, reprimió todas las corrientes
filosóficas excepto el legalismo, que había sido desarrollado por Shang Yang, y,
siguiendo el consejo de su principal asesor, Li Siu, ordenó la destrucción de todos los
libros de historia y filosofía que no pertenecieran al legalismo o trataran acerca de su
linaje familiar, del estado de Qin o de él mismo.

Ya que los libros en ese entonces eran escritos en tiras de bambú unidas con alfileres
giratorios y cada tomo podría tener un peso considerable, los eruditos que intentaban
evadir el decreto se encontraban con grandes dificultades. Algunos de ellos fueron
descubiertos; según la historia tradicional, muchos de ellos fueron enviados a realizar
trabajos forzados en la Gran Muralla, mientras que 460 fueron ejecutados. Sin embargo,
algunos literatos memorizaron las obras completas de Confucio y las fueron pasando de
boca en boca para que se conservaran en la memoria. (Durant, 697)

Este hecho, junto con la represión de las libertades generales, incluida la libertad de
expresión, hizo que su popularidad fuera cayendo. El antiguo culto a los antepasados y
la vida después de la muerte comenzaron a interesarle más que el reino de los vivos que
gobernaba, y así Shi Huangdi se fue interesando cada vez más en el mundo de los
muertos, en cómo era y de qué manera evitarlo. Parece que desarrolló una obsesión con
la muerte, se volvió más y más paranoico con respecto a su seguridad personal y buscó
fervorosamente la inmortalidad.

Su deseo de asegurarse una vida después de la muerte que se asemejara a su vida


terrenal lo llevó a ordenar la construcción de un palacio como mausoleo y un ejército de
más de 8000 soldados de terracota para que lo sirvieran en la eternidad. Este ejército de
terracota, enterrado consigo, también incluía carros de guerra, caballería, un
comandante en jefe, diversas aves y animales. Se dice que murió en el 210 a.C.,
mientras se encontraba en una misión buscando el elixir de la inmortalidad, y que Li
Siu, para obtener el control del gobierno, mantuvo su muerte en secreto hasta poder
alterar su testamento y así nombrar heredero a su hijo Hu Hai, que era fácilmente
manipulable.

Sin embargo, este plan resultó infructuoso, ya que el joven príncipe demostró ser
inestable, ejecutando a muchos y provocando una rebelión generalizada en el país. Poco
tiempo después de la muerte de Shi Huangdi, la dinastía Qin cayó rápidamente debido a
la intriga política y la ineptitud de personas como Hu Hai, Li Siu y Zhao Gao, otro
consejero. Luego, con la asunción de Liu Bang, comenzó la dinastía Han (202 a.C.-220
d.C.).

La disputa Chu-Han

Tras la caída de la dinastía Qin, China entró en caos durante el período conocido como
‘la disputa Chu-Han’ (206-202 a.C.). Dos generales se destacaron entre los ejércitos que
se rebelaron contra la dinastía Qin: Liu Bang de Han (aprox. 256-195 a.C.) y el general
Xiang Yu de Chu (232-202 a.C.), quienes combatieron por el control del gobierno.
Xiang Yu, que había demostrado ser el más formidable de los oponentes de Qin,
concedió el título de Rey de los Han a Liu Bang en reconocimiento de su victoria
decisiva sobre el ejército de Qin en la capital de Xianyang.

Los dos aliados pronto se convirtieron en enemigos durante el conflicto de poder


conocido como ‘la disputa Chu-Han’ hasta que Xiang Yu negoció el Tratado del Canal
de Hong y logró una paz temporal. Xiang Yu propuso dividir China: el este quedaría
bajo el gobierno de Chu, mientras que los Han gobernarían la parte oeste. Sin embargo,
Liu Bang quería que China quedara unificada bajo el poder de los Han, por lo que, tras
romper el tratado, reanudó las hostilidades. En la batalla de Gaixia en el 202 a.C., el
gran general de Liu Bang, Han Xin, atrapó y derrotó al ejército de Chu comandado por
Xiang Yu, tras lo cual Liu Bang fue proclamado emperador (conocido en la posteridad
como el Emperador Gaozu de Han). Xiang Yu se suicidó, pero se permitió que su
familia viviera e incluso se les concedieron puestos en el gobierno a algunos de sus
miembros.

El nuevo emperador, Gaozu, trató a sus antiguos adversarios con respeto y unificó el
país bajo su reinado. Repelió a la tribu nómada de los Xiongnu, que habían estado
haciendo incursiones en China, y obtuvo la paz con los demás estados que se habían
alzado en rebelión contra la deteriorada dinastía Qin. La dinastía Han (cuyo nombre
deriva del lugar de origen de Liu Bang, la provincia de Hanzhong) gobernaría China,
con un breve interregno, durante los siguientes 400 años, desde el 202 a.C. hasta el 220
d.C. La dinastía Han se divide en dos períodos: dinastía Han occidental (202 a.C.- 9
d.C.) y dinastía Han oriental (25-220 d.C.).

La dinastía Han

La paz que logró Gaozu produjo la estabilidad necesaria para que la cultura
resplandeciera una vez más. Se reanudó el comercio con Occidente y las artes y la
tecnología se volvieron más sofisticadas. Se reconoce a la dinastía Han como la primera
en escribir su propia historia, pero, debido a que Shi Huangdi destruyó tantos
documentos escritos de sus predecesores, no se puede estar seguro de esta afirmación.
Sin embargo, sí es seguro que durante el reinado de la dinastía Han se lograron grandes
avances en todas las áreas de la cultura.

GAOZU ACEPTÓ EL CONFUCIANISMO Y LO CONVIRTIÓ EN LA ÚNICA


FILOSOFÍA DEL ESTADO, SENTANDO ASÍ UN PRECEDENTE QUE
CONTINÚA HASTA EL PRESENTE.
El Canon de medicina del Emperador Amarillo, el documento chino más antiguo sobre
medicina, fue codificado durante la dinastía Han. En este período también se inventó el
papel, y la escritura se volvió más sofisticada. Gaozu además aceptó el confucianismo y
lo convirtió en la única filosofía del Estado, sentando así un precedente que continúa
hasta el presente.

Aun así, a diferencia de Shi Huangdi, practicó la tolerancia hacia las demás corrientes
filosóficas, por lo cual la literatura y la educación florecieron durante su reinado. Bajó
los impuestos y disolvió su ejército, el cual de todos modos siguió reagrupándose sin
demoras cada vez que se lo convocó.

Tras su muerte en el año 195 a.C., su esposa, la emperatriz Lu Zhi (241-180 a.C.),
instauró una serie de monarcas títere, de los cuales el primero fue el príncipe heredero
Liu Ying (emperador Hui, que reinó del 195 al 188 a.C.). Estos monarcas cumplieron
los propósitos de la emperatriz, pero continuaron con las políticas del emperador Gaozu.
Estas políticas mantuvieron los niveles de estabilidad y desarrollo cultural, lo cual hizo
posible que Wu Ti, el más grande de los emperadores de la dinastía Han (conocido
como Wu el Grande, que reinó del 141 al 87 a.C.), se embarcara en su misión de
expansión, de realización de obras públicas y de iniciativas culturales. Envió a su
emisario Zhang Qian a Occidente en el 138 a.C., lo que resultó en la apertura oficial de
la Ruta de la Seda en el 130 a.C.

Además, el confucianismo se convirtió en la doctrina oficial del Estado y Wu Ti


construyó escuelas a lo largo del imperio para fomentar la alfabetización y enseñar las
ideas confucianas. También reformó el transporte, las carreteras y el comercio, y ordenó
otros varios proyectos, con lo cual empleó a millones de trabajadores. Luego de Wu Ti,
sus sucesores mantuvieron aproximadamente la misma visión de China y gozaron del
mismo éxito.

El crecimiento de la riqueza produjo un aumento de los grandes patrimonios y


prosperidad general, pero la vida se fue convirtiendo cada vez más difícil para los
campesinos pobres que labraban la tierra. En el año 9 d.C., el regente Wang Mang (45
a.C.-23 d.C.) tomó el poder del gobierno por la fuerza reclamando para sí el Mandato
del Cielo y puso fin así a la dinastía Han. Wang Mang fundó la dinastía Xin (9-23 d.C.)
sobre la base de profundas reformas agrarias y la redistribución de la riqueza.

Al principio, recibió un inmenso apoyo del campesinado y la oposición de los


terratenientes. Sin embargo, sus proyectos fueron planificados y ejecutados de manera
incorrecta, lo cual derivó en altos niveles de desempleo y frustración. Los
levantamientos y las inundaciones generalizadas del río Amarillo desestabilizaron aún
más el gobierno de Wang Mang, y este finalmente fue asesinado por una turba de
campesinos, aquellos por los cuales había tomado el gobierno y había iniciado sus
reformas.

La caída de la dinastía Han y el ascenso de la dinastía Xin

El ascenso de la dinastía Xin terminó con el período de la dinastía Han occidental y su


caída condujo al establecimiento de la dinastía Han oriental. El emperador Guangwu
(que reinó del 25 al 57 d.C.) les devolvió la tierra a los terratenientes ricos y restauró el
orden en el imperio, manteniendo las políticas de los gobernantes de la dinastía Han
occidental. Para recuperar las tierras perdidas durante la dinastía Xin, Guangwu se vio
obligado a pasar gran parte de su tiempo sofocando rebeliones y reestableciendo el
control chino sobre las regiones de lo que hoy en día son Corea y Vietnam.

La rebelión de las hermanas Trưng del 39 d.C., liderada por dos hermanas, requirió
alrededor de diez mil hombres y tardó cuatro años en ser aplacada, según el registro
oficial del Estado de la dinastía Han. Aun así, el emperador consolidó su poder e incluso
expandió las fronteras, lo cual aportó la estabilidad necesaria para que crecieran el
comercio y la prosperidad. Al tiempo del emperador Zhang (reinado: 75-88 d.C.), China
era tan próspera que comerciaba con todas las naciones importantes de su momento, lo
cual continuó de esta manera tras su muerte. Durante el reinado de Marco Aurelio, en el
166 d.C., los romanos consideraban la seda china más valiosa que el oro y pagaban a
China cualquier precio que se les pidiera por ella.

Sin embargo, los conflictos entre la aristocracia terrateniente y el campesinado


continuaron causando problemas para el gobierno, como lo demuestran la Rebelión de
las Cinco Medidas de Arroz (142 d.C.) y la Rebelión de los Turbantes Amarillos (184
d.C.). A pesar de que la Rebelión de las Cinco Medidas del Arroz comenzó como un
movimiento religioso, reunió a gran parte del campesinado que se oponía a los ideales
confucianos del Estado y de la élite. Ambas revueltas ocurrieron en respuesta al
desinterés del gobierno por el pueblo, agravado por la creciente corrupción e ineficacia
de la dinastía Han tardía. Los líderes de ambas rebeliones afirmaban que la dinastía Han
había perdido el Mandato del Cielo y debía abdicar.

El poder del gobierno para controlar a la población comenzó a aminorar, y una revuelta
generalizada a lo largo y ancho del país, conocida como la Rebelión de los Turbantes
Amarillos, comenzó a ganar ímpetu. Varios generales Han se encargaron de sofocar las
revueltas, pero no bien se reprimía un foco de la rebelión, surgía otro en otra parte.
Finalmente, la rebelión fue sofocada por el general Cao Cao (155-220 d.C.). Luego, Cao
Cao y su antiguo aliado Yuan Shao (muerto en el 202 d.C.) pelearon entre sí para
obtener el control del país, y Cao Cao resultó victorioso en el norte.

Cao entonces intentó unificar toda China invadiendo el sur, pero fue derrotado en la
batalla de los Acantilados Rojos en el 208 d.C., con lo cual China quedó dividida en tres
reinos separados: el reino de Wei, el reino de Wu y el reino de Han, cada uno de los
cuales reclamaba para sí el Mandato del Cielo. Esta era es conocida como el período de
los Tres Reinos (220-280 d.C.), una era de violencia, inestabilidad e incertidumbre que
más tarde serviría de inspiración para algunas de las más grandes obras de la literatura
china.

La dinastía Han ya había quedado en el pasado, y otras dinastías se fueron sucediendo


fugazmente en el gobierno (como la Wei y la Jin, la Wu Hu y la Sui) e impulsaron sus
propios proyectos aproximadamente entre los años 208 y 618 d.C. Finalmente, la
dinastía Sui (589-618 d.C.) logró reunificar China en el 589 d.C. La importancia de la
dinastía Sui está dada por la implementación de una burocracia altamente eficaz que
rediseñó de manera eficiente las tareas administrativas y logró una mayor facilidad en la
gestión del imperio. Durante el reinado del emperador Wen y de su hijo Yang, se
completó la construcción del Gran Canal, se extendió la Gran Muralla y se
reconstruyeron algunas secciones de esta, se expandió el ejército hasta que se convirtió
en el más grande del mundo en su momento del que se tenga registro, y se estandarizó la
moneda a lo largo y ancho del reino.

La literatura floreció, y es posible que en este período se haya desarrollado la leyenda de


Hua Mulan, que trata de una muchacha que ocupó el lugar de su padre en el ejército y
salvó a su país (a pesar de que se cree que el poema original fue redactado durante el
período de la dinastía Wei del norte, 386-535 d.C.). Infortunadamente, Wen y Yang no
estaban satisfechos con la estabilidad interna y organizaron expediciones a gran escala
en la península de Corea. Wen ya había agotado los recursos del tesoro con sus
proyectos de construcción y campañas militares, y Yang siguió los pasos de su padre y,
al igual que él, fracasó en sus campañas de conquista militar. Yang fue asesinado en el
618 d.C., lo cual desencadenó el levantamiento de Li Yuan, quien tomó el control del
gobierno y se proclamó emperador Gaozu de Tang (reinado: 618-626 d.C.).

La dinastía Tang

La dinastía Tang (618-907) es considerada la ‘edad de oro’ de la civilización china. Gao


Tzu tuvo la sensatez de conservar y mejorar la burocracia establecida por la dinastía Sui
al mismo tiempo que se abstuvo de realizar extravagantes operaciones militares y
proyectos de construcción. Con pequeñas modificaciones, el modelo burocrático de la
dinastía Tang sigue en uso en el Estado chino de hoy en día.

DURANTE EL REINADO DEL EMPERADOR XUANZONG (712-756), CHINA


ERA EL PAÍS MÁS EXTENSO, MÁS POBLADO Y MÁS PRÓSPERO DEL
MUNDO.

A pesar de haber sido un gobernante eficiente, Gao Tzu fue depuesto por su hijo, Li
Shimin, en el 626. Luego de asesinar a su padre, Li Shimin mató a sus hermanos y otros
miembros de la casa real y adoptó el título de emperador Taizong (reinado: 626-649).
Sin embargo, tras el sangriento golpe de Estado, Taizong ordenó la construcción de
templos budistas en los sitios donde habían tenido lugar las batallas y dispuso que se
honrara a los caídos.

Inspirándose en los preceptos del culto a los antepasados y del Mandato del Cielo,
Taizong invocó la voluntad divina en sus acciones y argumentó que aquellos a los que
había asesinado eran ahora sus asesores en el más allá. Debido a que demostró ser un
gobernante muy eficiente y un habilidoso guerrero y estratega militar, no encontró
oposición al golpe de Estado y pudo gobernar su vasto imperio.

Taizong continuó la política de su padre de conservar lo bueno de la dinastía Sui y


construir sobre ello; evidencia de esto es el código legal de Taizong, que se basó en gran
medida en ideas sentadas por la dinastía Sui, pero que aportó mayor especificidad en
cuanto a los delitos y sus penas. En cambio, se apartó del modelo de política
internacional de su padre y se embarcó en una serie de campañas militares exitosas, con
las cuales logró extender y proteger el imperio al mismo tiempo que pudo difundir su
código legal y la cultura china.

Taizong fue sucedido por su hijo Gaozong (reinado: 649-683), cuya esposa, Wu Zetian,
se convertiría en la primera (y única) monarca de China. La emperatriz Wu Zetian
(reinado: 690-704) inició una serie de medidas que mejoraron las condiciones de vida
en China y fortalecieron la posición del emperador. También hizo uso de una fuerza
policial secreta y canales de comunicación de gran eficiencia para estar siempre un paso
por delante de sus enemigos, tanto externos como internos.

Floreció el comercio dentro del imperio y también con Occidente, gracias a la Ruta de la
Seda. Habiéndose ya fragmentado del Imperio Romano de Occidente, el Imperio
Bizantino pasó a ser un comprador importante de la seda china. Durante el reinado del
emperador Xuanzong (reinado: 712-756), China era el país más extenso, más poblado y
más próspero del mundo. Debido a su gran población, era posible reclutar ejércitos de
muchos miles de soldados, lo que permitía llevar a cabo campañas militares veloces y
exitosas contra los pueblos túrquicos nómadas o contra rebeldes internos. Durante el
reinado de la dinastía Tang florecieron las artes, la tecnología y la ciencia (aunque se
considera que el punto máximo del desarrollo de las ciencias en China se alcanzó
durante la dinastía Song, posterior a la Tang, entre los años 960 y 1234), y en este
período se realizaron algunas de las más impresionantes obras de la escultura y
orfebrería chinas.

La caída de la dinastía Tang y el ascenso de la dinastía Song

Aun así, no todos estaban conformes con el gobierno central y las rebeliones regionales
eran una preocupación constante. La más importante de estas fue la rebelión de An Shi
(también conocida como la rebelión de An Lushan) del 755. El general An Lushan,
favorito en la corte imperial, se opuso a lo que consideraba un despilfarro excesivo en el
gobierno. Con un ejército de más de 100 000 tropas, se rebeló y se autoproclamó
emperador de acuerdo con los preceptos del Mandato del Cielo.

A pesar de que su revuelta fue sofocada en el 763, las causas subyacentes de la


insurrección persistieron, y posteriores acciones militares continuaron azotando al
gobierno hasta el 779. La consecuencia más sensible de la rebelión de An Lushan fue el
drástico descenso de la población de China. Se estima que cerca de 36 millones de
personas murieron como resultado directo de la rebelión, ya sea en batalla, en acciones
de represalia, por enfermedades o por falta de recursos.

El comercio fue perjudicado, cayó la recaudación de impuestos, y el gobierno, que había


huido de Chang’an al inicio de la revuelta, no logró mantener una presencia
significativa. La dinastía Tang siguió sufriendo de diversas revueltas domésticas y, tras
la rebelión de Huang Chao (874-884), nunca logró recuperarse. El país quedó
fragmentado, con lo cual inició el período de las Cinco Dinastías y Diez Reinos (907-
960), en el que cada estado reclamaba para sí la legitimidad, hasta que se produjo el
ascenso de la dinastía Song (también llamada Sung).

Con la dinastía Song, China volvió a ser estable, y las instituciones, las leyes y las
costumbres siguieron siendo codificadas e integradas en la cultura. El neoconfucianismo
se convirtió en la corriente filosófica más popular del país y ejerció gran influencia
sobre el derecho y la costumbre, lo cual le dio a la cultura china la forma distintiva que
posee hoy en día. No obstante, a pesar de los avances en todas las áreas de la
civilización y la cultura, la lucha milenaria entre los acaudalados terratenientes y los
campesinos que labraban la tierra prosiguió durante los siglos siguientes.
Las ocasionales revueltas campesinas que surgieron con el tiempo fueron reprimidas
con la mayor rapidez posible, pero no se ofreció solución alguna ante los reclamos del
pueblo, y las campañas militares siguieron actuando sobre los síntomas de los conflictos
en lugar de atender a la raíz de estos. En el año 1949, Mao Zedong (también llamado
Mao Tse Tung) dirigió la revolución popular en China, derrocó al gobierno e instituyó
la República Popular China sobre la base de que todos, finalmente, pudieran gozar de la
misma riqueza.

https://www.worldhistory.org/trans/es/1-467/antigua-china/

CULTURA HINDÚ

La India es un país del sur de Asia cuyo nombre proviene del río Indo. El nombre
«Bharata» se emplea para hacer referencia a la formación del país, al aludir al antiguo
emperador mitológico Bharata, cuya historia se cuenta, en parte, en la epopeya
India Mahabarata.

Según los escritos conocidos como Puranas (textos histórico-religiosos compuestos en


el siglo V d. C.), Bharata conquistó la totalidad del subcontinente indio y gobernó el
territorio en paz y armonía. La región se conoció, por tanto, como Bharatavarsha («el
subcontinente de Bharata»). La actividad homínida en el subcontinente indio se remonta
más de 250 000 años y en consecuencia es una de las regiones habitadas más antiguas
del planeta.

Las excavaciones arqueológicas han descubierto artefactos entre los cuales se cuentan
herramientas de piedra empleadas por los primeros humanos, que sugieren la presencia
de asentamientos y tecnologías humanas en el área desde fechas muy tempranas. Si bien
durante mucho tiempo las culturas de Egipto y Mesopotamia han gozado de
reconocimiento por los insignes aportes que han hecho a la civilización, a menudo se ha
olvidado a la India, sobre todo en Occidente, a pesar de que su historia y su cultura
exponen iguales riquezas. La civilización del Valle del Indo (desde en torno al 7000
hasta en torno al 600 a. C.) fue una de las más preeminentes del mundo antiguo, que
abarcaba más territorio que la de Egipto o la de Mesopotamia y produjo una cultura tan
vibrante y renovadora como aquellas.

La India es el lugar de origen de cuatro grandes religiones mundiales: el hinduismo,


el jainismo, el budismo y el sikhismo; además engendró la escuela filosófica Charvaka,
que influyó en el desarrollo de la investigación y el pensamiento científicos. Los
inventos y las innovaciones de los pueblos de la antigua India incluyen muchos
elementos de la vida moderna que hoy damos por sentados, entre los que se cuentan los
sistemas de drenaje y de alcantarillado, el evacuatorio descargable, las piscinas públicas,
las matemáticas, las ciencias veterinarias, la cirugía plástica, el yoga, la meditación, los
juegos de mesa, y muchos otros.

Prehistoria de la India

Las actuales áreas de la India, Pakistán y Nepal han provisto riquísimos sitios de la más
rancia antigüedad a los arqueólogos e investigadores. La especie Homo heidelbergensis,
ancestro proto-humano del Homo sapiens, habitó el subcontinente indio siglos antes que
los humanos migraran hacia la región europea. Las primeras evidencias de la existencia
de Homo heidelbergensis se encontraron en Alemania en 1907 y desde entonces nuevos
descubrimientos han establecido con relativa claridad los patrones de migración de esta
especie desde África.

El reconocimiento de la antigüedad de su presencia en la India se ha debido en gran


medida al interés arqueológico bastante tardío en el área, puesto que, a diferencia de los
trabajos en Mesopotamia y Egipto, las excavaciones occidentales en la India no
comenzaron con verdadero empeño hasta la década de 1920. Aunque la existencia de la
antigua ciudad de Harappa ya se conocía en 1829, su significación arqueológica se
ignoró y las excavaciones posteriores correspondieron al interés de averiguar la
probable ubicación de los sitios a los que se hace referencia en las grandes epopeyas
indias del Mahabarata y el Ramayana (ambas de los siglos IV y V a. C.), sin tomarse
en consideración la posibilidad de que la región tuviera un pasado mucho más antiguo.

Para citar solo un ejemplo que ilustra la antigüedad de la historia india, el poblado de
Blathal, cercano a Udaipur, en Rajastán, data del 4000 a. C.; no se descubrió hasta 1962
y las excavaciones no comenzaron allí hasta el decenio de 1990. Un sitio neolítico más
antiguo aún, del cual no se supo hasta 1974, es el de Mehrgarh, fechado alrededor del
7000 a. C. a pesar de mostrar evidencias de haber estado habitado desde antes.

LAS EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS DE LOS ÚLTIMOS 50 AÑOS HAN


CAMBIADO DE MANERA DRAMÁTICA LA COMPRENSIÓN DEL PASADO
DE LA INDIA Y POR EXTENSIÓN, DE LA HISTORIA DEL MUNDO

Las excavaciones arqueológicas de los últimos 50 años han cambiado de manera


dramática la comprensión del pasado de la India y por extensión, de la historia del
mundo. Un esqueleto de hace 4000 años descubierto en Balathal en 2009 proporciona la
prueba más antigua de la existencia de lepra en la India. Antes de este hallazgo se
consideraba que la lepra era una enfermedad mucho más reciente; se pensaba que en
algún momento había sido transportada desde África hasta la India y desde allí
hasta Europa por el ejército de Alejandro Magno, tras su muerte en el 323 a. C.

En la actualidad se entiende que en la India se desarrollaba una significativa actividad


humana hace 10 000 años, durante el período Holoceno, y que es necesario examinar y
enmendar muchas suposiciones históricas fundamentadas en trabajos anteriores
realizados en Egipto y Mesopotamia. Los comienzos en la India de la tradición védica,
que aún se practica, pueden remontarse, al menos en parte, a las interacciones y mezcla
de los atávicos pueblos indígenas de sitios como Balathal con la cultura de los migrantes
arios que llegaron a la región cerca del período 2000-1500 a. C. Esta asimilación dio
inicio a lo que se ha denominado período védico (en torno a 1500 - 500 a. C.), durante
el cual se plasmaron en forma escrita los libros sagrados hindúes conocidos
como Vedas.

Mohenjo-Daro y la civilización de Harappa

La civilización del Valle del Indo se remonta al 7000 a. C., fecha alrededor de la cual
creció de manera uniforme por toda la región del valle inferior del Ganges hacia el sur,
y por el norte hacia Malwa. Las ciudades de este período eran de mayor tamaño que los
asentamientos contemporáneos ubicados en otros países, se tomaban en consideración
los puntos cardinales para su emplazamiento y se edificaban con ladrillos de barro, a
menudo cocidos. Las casas se construían con un gran patio al que se accedía desde la
puerta principal, una cocina que también servía de lugar de trabajo para la preparación
de alimentos, y dormitorios más pequeños.

Al parecer las actividades familiares se centraban en el frente de la casa, en particular en


el patio, de manera similar a lo que se ha inferido que ocurría en localidades de Roma,
Egipto, Grecia y Mesopotamia. Sin embargo, desde el punto de vista tecnológico, las
edificaciones y los hogares de los pueblos del Valle del Indo eran mucho más
adelantados, pues poseían evacuatorios descargables y «captadores de viento» en las
azoteas para proveer acondicionamiento de aire, los cuales es posible que se
desarrollaran por primera vez en la antigua Persia. Los sistemas de drenaje y de
alcantarillado de las ciudades que hasta ahora se han excavado eran más avanzados que
los de Roma en su período de mayor desarrollo.

Los enclaves más famosos de este período son las grandes ciudades de Mohenjo-Daro y
Harappa, ambas ubicadas en el actual Pakistán; Mohenjo-Daro en la provincia de Sindh
y Harappa en Punjab (Pakistán formó parte de la India hasta que en 1947 se escindió y
convirtió en nación independiente). Harappa aportó su nombre a la civilización de
Harappa (otro nombre de la civilización del Valle del Indo), la cual por lo general se
divide en los períodos antiguo, medio, y maduro, que corresponden de manera
aproximada a los intervalos 5000-4000 a. C. (antiguo), 4000-2900 a. C. (medio), y
2900-1900 a. C. (maduro). Harappa data del período medio, cerca del 3000 a. C.,
mientras Mohenjo-Daro se construyó en el período maduro, alrededor del 2600 a. C.

En el siglo XIX las edificaciones de Harappa sufrieron daños severos y el lugar quedó
en situación comprometida debido a la extracción por parte de obreros británicos de
cantidades importantes de material que empleaban como balastro en la construcción del
ferrocarril. Con anterioridad los ciudadanos del poblado de Harappa (que otorga su
nombre al sitio) ya habían desmantelado muchos edificios para emplearlos en sus
propios proyectos. Por ello ahora resulta difícil determinar la significación histórica de
Harappa, excepto que resulta claro que fue una importante comunidad de la Edad de
Bronce, con una población de unos 30 000 habitantes.

Mohenjo-Daro, por otra parte, está mucho mejor preservada debido a que permaneció
casi totalmente enterrada hasta 1922. El nombre Mohenjo-Daro quiere decir «montículo
de los muertos» en lengua Sindhi y fueron las gentes de la localidad las que le aplicaron
este nombre al sitio tras hallar allí huesos humanos y de animales, así como antiguas
cerámicas y otros artefactos que emergían de vez en cuando del suelo. No se conoce el
nombre original de la ciudad, aunque los hallazgos realizados en la región sugieren
varias alternativas, entre las que se cuenta el nombre dravídico «Kukkutarma», la ciudad
del gallo; una posible alusión a que el sitio que hoy se conoce como Mohenjo-Daro
fuera un centro de peleas rituales de gallos, o quizá un centro de cría de gallos.

Mohenjo-Daro fue una ciudad construida con esmero, con calles dispuestas de manera
uniforme que se cruzaban en ángulo recto y un sofisticado sistema de drenaje. La Gran
Alberca, una estructura central del emplazamiento, contaba con calefacción y parece
haber sido un punto focal de la comunidad. Los ciudadanos poseían habilidades en el
empleo de metales como cobre, bronce, plomo y estaño, como muestran las artesanías
de la Muchacha Danzante y sellos personales; cultivaban cebada, trigo, guisantes,
sésamo y algodón. El intercambio de bienes constituía una importante fuente de
comercio y se cree que antiguos textos mesopotámicos que mencionan a Magan y a
Meluhha se refieren en general a la India, o quizá en particular a Mohenjo-Daro. Se han
encontrado artefactos de la región del Valle del Indo en sitios de Mesopotamia, aunque
el lugar preciso de su proveniencia en la India no siempre queda claro.

Decadencia de la civilización de Harappa

Los pueblos de la civilización de Harappa veneraban muchos dioses y practicaban ritos


de adoración. En muchos sitios se han hallado estatuas de varias deidades, tales como
Indra, dios de la tormenta y de la guerra; también destacan piezas de terracota con la
figura de Shakti, la diosa madre, que sugieren un extendido culto popular al principio
femenino. Se cree que otra raza, que se conoce como aria, migró hacia la India
alrededor del período 2000-1500 a. C. a través del Paso de Khyber y se asimiló en la
cultura existente. Los arios trajeron consigo sus dioses y la lengua sánscrita, los cuales
introdujeron en el sistema de creencias de la región. Aún se debate quiénes fueron los
arios y qué efecto produjeron en los pueblos indígenas, pero por lo general se reconoce
que alrededor de la época de su llegada, la cultura de Harappa comenzaba a declinar.

Los expertos citan el cambio climático como posible causa, pues advierten que en la
región lo mismo se observan huellas de sequía que de inundaciones. Se piensa que el río
Indo había comenzado a inundar el área con más regularidad, como indican cerca de 9
metros (30 pies) de sedimentos en Mohenjo-Daro, lo que destruyó cosechas y provocó
el hambre. También se cree que pudo haber cambiado la trayectoria del monzón, del
cual dependía el riego de los sembrados, por lo que las gentes abandonaron las ciudades
del norte y se encaminaron hacia tierras meridionales. Otra posibilidad es la pérdida de
los intercambios con Mesopotamia y Egipto, dos vitales socios comerciales, causada por
los conflictos domésticos por los que ambas regiones atravesaban por aquellas mismas
fechas.

La teoría de que la caída de la civilización del Valle del Indo se debió a una invasión de
arios de piel clara, propugnada por el filólogo Max Muller (vivió 1823-1900 d. C.) y
apoyada por escritores racistas y filósofos políticos de los primeros años del siglo XX d.
C., quedó desacreditada hace mucho tiempo. Tan insostenible como la anterior resulta la
teoría de que los extraterrestres impulsaron a la gente a dirigirse hacia el sur. Entre los
más misteriosos aspectos de Mohenjo-Daro se encuentra la vitrificación de algunas
partes del sitio, como si hubieran sido expuestas a un intenso calor que derritió ladrillos
y piedras. Este mismo fenómeno se ha visto en sitios como Traprain Law, en Escocia, y
se atribuye al resultado de guerras. Así pues, por lo general no se considera verosímil la
especulación de que la destrucción de la ciudad se debió a algún tipo de estallido
nuclear causado por la actividad de alienígenas provenientes de otros planetas.

El período védico

Independientemente de las razones que llevaron al abandono de las ciudades, la época


que siguió a la decadencia de la civilización del Valle del Indo se conoce como período
védico, y estuvo caracterizada por un estilo de vida pastoril, así como por la adherencia
a textos religiosos conocidos como Vedas. La sociedad se dividió en cuatro clases
(las Varnas), lo que se conoce de manera popular como «el sistema de castas»; este
comprendía a los Brahmana en la cima (sacerdotes y letrados), a continuación
los Kshatriya (guerreros), los Vaishya (agricultores y mercaderes) y
los Shudra (obreros). La casta más baja era la de los Dalits, los intocables, que
trasegaban con carne y desperdicios; sin embargo, aún persisten discusiones acerca de si
esta última clase existía en la antigüedad.

Al parecer, en su inicio el sistema de castas no era más que un reflejo de la ocupación


que se ejercía, pero con el tiempo se interpretó de forma más rígida: quedaba
determinada por el nacimiento y no estaba permitido cambiarla ni establecer una unión
matrimonial con alguien de otra distinta a la propia. Este entendimiento era un reflejo de
la creencia en un orden eterno para la vida humana, dictado por una deidad suprema.

SANATAN DHARMA AFIRMA QUE HAY UN DIOS ÚNICO, BRAHMAN, QUE


NO PUEDE SER APREHENDIDO, SALVO A TRAVÉS DE LOS MUCHOS
ASPECTOS QUE SE REVELAN COMO DIOSES DISTINTOS DEL PANTEÓN
HINDÚ

Si bien las creencias religiosas que caracterizaron el período védico se consideran más
antiguas, fue en esta época que se sistematizaron en la religión del Sanatan
Dharma («Orden Eterno»), la cual se conoce en la actualidad como hinduismo, nombre
que deriva del río Indus , o Sindus, lugar en que se reunían sus adeptos, de donde surge
el término «Sindus» y más tarde «Hindus». La tesis sobre la cual se sustenta Sanatan
Dharma es que el universo y la vida humana responden a un orden y a un propósito y
que al aceptar este orden y vivir conforme al mismo, la vida se enfrentará de la manera
en que debe ser vivida.

Pese a que muchos consideran Sanatan Dharma como una religión politeísta que


incluye muchos dioses, en realidad es monoteísta, puesto que afirma que no hay más
que un dios, Brahman: el Alma, que además es el Universo y el creador del universo
observable. Debido a su grandeza Brahman no puede ser aprehendido en su totalidad,
salvo a través de los muchos aspectos que se revelan como dioses distintos
del panteón hindú.

Es Brahman quien decreta el orden eterno y a través del mismo mantiene al universo. La
creencia de que existe un orden para el universo refleja la estabilidad de la sociedad en
la cual dicha fe floreció y se desarrolló, pues en el período védico se centralizaron los
gobiernos y las costumbres sociales se integraron por completo en la vida diaria por
toda la región. Además, los Vedas, las grandes obras religiosas y literarias de
los Puranas, el Mahabarata, el Bhagavad-Gita y el Ramayana, todos, provienen de ese
período.

Durante el siglo VI a. C. los reformadores religiosos Vardhamana Mahavira (vivió en


torno a 599-527 a. C.) y Siddhartha Gautama (que vivió en torno a 563-483 a. C.),
desarrollaron sus propios sistemas de creencias y rompieron con la corriente principal
del Sanatan Dharma, para acabar creando sus respectivas religiones, jainista y budista.
Estos cambios en la religión formaban parte de una convulsión del entramado social y
cultural general que resultó en la formación de ciudades-estado y en el surgimiento de
poderosos reinos, tales como el de Magadha bajo el monarca Bimbisara, así como en la
proliferación de escuelas de pensamiento filosófico que desaiaban al hinduismo
ortodoxo.

Mahavira rechazó los Vedas y colocó la salvación e iluminación del individuo bajo su


responsabilidad directa; más tarde Buda haría lo mismo. La escuela filosófica de
Charvaka rechazó todos los elementos sobrenaturales de las creencias religiosas y
aseveró que solo se podía confiar en los sentidos para aprehender la verdad: más aún,
que el objetivo más importante de la vida era el placer y el disfrute personal. Aunque
Charvaka no sobrevivió como escuela de pensamiento, influyó en el desarrollo de una
nueva manera de pensar más fundamentada y pragmática, que a la postre impulsó la
adopción de observaciones y métodos empíricos y científicos.

Durante esta época se expandieron las ciudades y el incremento de la urbanización y las


riquezas atrajeron la atención de Ciro II el Grande, quien gobernó el imperio
aqueménida de 550 al 530 a. C. Esta potencia existió en el entorno del 550 al 330 a. C.,
al mando de la cual Ciro II invadió la India en el 530 a. C., con lo que dio inicio a una
campaña de conquista en la región. Diez años después, bajo el reinado de su hijo Darío I
el Grande, el cual se extendió desde 522 a. C. hasta 486 a. C., el norte de la India se
encontraba bajo firme control persa, y los habitantes del área (las actuales Afganistán y
Pakistán) sujetos a las leyes y costumbres de esa cultura. Es posible que a consecuencia
de ello las creencias religiosas persas e indias quedaran asimiladas, lo que algunos
académicos señalan como explicación de ulteriores reformas religiosas y culturales.

Los grandes imperios de la antigua India

Persia mantuvo el dominio del norte del subcontinente hasta que fue conquistada
por Alejandro Magno en el 330 a. C., quien tras subyugarla, marchó sobre la India. De
nuevo se impusieron las influencias foráneas sobre la región, lo que originó el
surgimiento de una cultura grecobudista que tuvo impacto en todas las áreas de
conocimiento del norte de la India, desde las artes, hasta la religión y la vestimenta. Las
estatuas y relieves del período, que clasifican dentro de la escuela gandhara de arte,
muestran a Buda y a otras figuras en claras poses y vestimentas helénicas. Después de
que Alejandro partiera de la India surgió el imperio Maurya (322-185 a. C.) bajo el
mando de Chandragupta Maurya, quien reinó alrededor del período 321-297 a. C. Hacia
el final del siglo III a. C. el imperio Maurya dominaba casi todo el norte de la India.

El hijo de Chandragupta, Bindusara, (reinó 298-272 a. C.) extendió los dominios por
casi toda la India. Su hijo fue Asoka el Grande, bajo cuyo reinado, entre 268 y 232 a. C.,
el imperio floreció y alcanzó su apogeo. A los ocho años de iniciado su mandato Asoka
conquistó la oriental ciudad-estado de Kalinga, que arrojó un número de víctimas
superior a las 100 000. Conmocionado por tanta destrucción y muerte, Asoka abrazó las
enseñanzas del Buda y emprendió un programa sistemático para fomentar el
pensamiento y los principios budistas.

Estableció muchos monasterios, hizo profusas donaciones a las comunidades budistas y


se dice que erigió 84 000 estupas distribuidas por todas las tierras, en honor al Buda. En
el 249 a. C., durante una peregrinación a los sitios asociados con la vida de Buda,
proclamó formalmente a la villa de Lumbini como lugar de nacimiento del Iluminado,
donde levantó una columna y encargó la creación de los famosos Edictos de Asoka para
promover el pensamiento y los valores budistas. Antes del reinado de Asoka, el
budismo era una pequeña secta que luchaba por ganar adeptos. Después de que Asoka
enviara misioneros al extranjero para transmitir la visión budista, la pequeña secta
creció hasta convertirse en la importante religión que es hoy en día.

Tras fallecer Asoka el Imperio maurya entró en decadencia, colapsó y se desmembró en


numerosos reinos e imperios menores como el de Kushán, época a la que se ha
denominado período medio. A partir de que Augusto César incorporara a Egipto en 30 a.
C. en el recién establecido Imperio romano, la era fue testigo del incremento del
comercio con Roma, que había comenzado en el 130 a. C. Debido a que los romanos ya
se habían anexado la mayor parte de Mesopotamia, Roma se convertía ahora en el
principal socio comercial de la India. En esta época hubo desarrollo individual y cultural
en los diversos reinos, que a la postre fructificó en lo que se considera la edad de oro de
la India, bajo el reinado del Imperio Gupta (320-550 d. C.).

Se cree que el Imperio Gupta fue fundado por Sri Gupta («Sri» significa señor), quien
es probable que reinara en el período 240-230 d. C. Debido a que se cree que Sri Gupta
pertenecía a la clase Vaishya, de mercaderes, su ascensión al poder en desafío al sistema
de castas no tiene precedentes. Estableció las bases para un gobierno que estabilizaría de
tal forma a la India que casi todos los aspectos de la cultura alcanzaron su culmen bajo
el reinado Gupta. La filosofía, la literatura, las ciencias y matemáticas, la arquitectura, la
astronomía, las tecnologías, el arte, la ingeniería y la religión, entre otros
conocimientos, florecieron todos durante este período, lo que resultó en algunos de los
más grandes logros de la humanidad.

En esta época se compilaron los Puranas de Vyasa y también se inició la construcción


de las famosas grutas de Ajanta y Ellora, con sus elaboradas esculturas y abovedadas
salas. El dramaturgo y poeta Kalidasa escribió su obra maestra Shakuntala y además se
compuso o compiló a partir de obras anteriores el Kamasutra de Vatsyayana.
Varahamihira realizó exploraciones astronómicas al mismo tiempo que Aryabhatta, el
matemático, hizo sus propios descubrimientos en ese campo y por añadidura reconoció
la importancia del concepto de cero, cuya invención se le acredita. A causa de que el
fundador del Imperio gupta desafiaba el pensamiento ortodoxo hindú, no resulta
sorprendente que los monarcas Gupta promovieran y propagaran el budismo como
creencia nacional, razón que explica la plétora de obras de arte budistas, en vez de
hinduistas, en sitios tales como Ajanta y Ellora.

La decadencia del imperio y la llegada del Islam.

El imperio declinó con lentitud bajo una sucesión de monarcas débiles, hasta que
colapsó alrededor del 550 d. C. Harshavardhan (590-647 d. C.) reemplazó a los reyes
del Imperio Gupta y gobernó la región durante 42 años. Hombre culto de sustanciales
logros, que tenía en su haber la autoría de tres piezas teatrales además de otras obras,
Harsha fue un mecenas de las artes y un devoto budista que prohibió el sacrificio de
animales en su reino, aunque reconoció que en ocasiones era necesario matar seres
humanos en el combate.

Poseía una excepcional maestría en el manejo de las tácticas militares, por lo que solo
fue derrotado una vez en su vida en el campo de batalla. El norte de la India se
desarrolló bajo su monarquía, pero tras su muerte el reino desapareció. Los Gupta y más
tarde Harshavardhan habían repelido la invasión de los hunos en repetidas ocasiones,
pero con el fin de su monarquía la India se sumió en el caos y se fragmentó en pequeños
principados que carecían de la unidad necesaria para rechazar las fuerzas invasoras.

En el 712 d. C. el general musulmán Muhammed bin Quasim conquistó la India


septentrional y se estableció en la región que hoy es Pakistán. La invasión musulmana
puso fin a los imperios indígenas de la India y a partir de ahí la estructura estándar de
gobierno fue de ciudades-estado independientes, o comunidades controladas por una
ciudad. En la región del actual Pakistán surgieron sultanatos islámicos, que se
extendieron hacia el noroeste.

La unidad y los avances culturales que se habían visto en el tiempo de los Gupta se
hicieron difíciles de reproducir debido a las dispares visiones globales de las religiones
que ahora pugnaban entre ellas por ser aceptadas en la región, así como a la diversidad
de lenguas que se hablaban. En consecuencia, el Imperio mogol islámico conquistó con
facilidad los territorios. La India quedaría después sometida a varias influencias y
poderes foráneos, entre ellos los portugueses, franceses y británicos, hasta que logró su
independencia definitiva en 1947.

https://www.worldhistory.org/trans/es/1-328/la-antigua-india/

CULTURA MARROQUÍ

Marruecos cuenta con un rico patrimonio cultural milenario marcado por el cruce de varias
civilizaciones y con una combinación de tradiciones, hábitos y costumbres de las diferentes
culturas que le ofrece un legado cultural valioso y diversificado. Cada región tiene sus
propias características, enriqueciendo así la diversidad cultural marroquí.
Estado musulmán soberano, aferrado a su unidad nacional y su integridad territorial, el
Reino de Marruecos está resuelto a preservar, en su plenitud y su diversidad, su identidad
nacional unida e indivisible. Su unidad, forjada por la convergencia de sus componentes
árabe-islámicos, amazighes y saharo-hassaníes, se ha nutrido y enriquecido de sus
afluentes africanos, andaluces, hebraicos y mediterráneos.
La preeminencia acordada a la religión musulmana en este referente nacional es
compatible con el apego del pueblo marroquí a los valores de apertura, de moderación, de
tolerancia y de diálogo para el entendimiento mutuo entre todas las culturas y civilizaciones
del mundo (Preámbulo de la Constitución de julio de 2011).
La Civilización marroquí no nace de la nada, de hecho, constituye una simbiosis entre
varias culturas, cuya riqueza es innegable y está marcada por una profunda reforma
introducida a varios niveles, tanto en lo político, como en lo económico, cultural y social. La
nueva Constitución de 2011, la Iniciativa Nacional para el Desarrollo Humano (INDH), la
Moudawana (Código de la Familia), la democratización vinculada a la promoción de los
derechos humanos, las medidas adoptadas por la Comisión de Equidad y Reconciliación
(IER) y la creación del Instituto Real de la Cultura Amazigh (IRCAM), han, de ese modo,
arraigado legítimamente en el enfoque de dicha civilización.
Esta especificidad civilizacional, no sólo, ha fomentado una tolerancia vivida hacia
numerosos nuevos llegados (andaluces, judíos, africanos, europeos … etc.), pero ha
permitido, a todos los niveles, la aparición de un mosaico de culturas y de tradiciones en
todas las áreas, donde precisamente la originalidad de nuestro modo de vida y casi todas
nuestras artes (literatura, poesía, ciencias, arquitectura, música, danza, cine, pintura,
escultura y grabado, artesanía, joyería , tapicería, bordados, cerámica, arte culinario,
etc…) .
Artistas marroquíes resultan ser creadores que han influido en generaciones de artistas en
el signo y el modo de dibujo. La historia de la arquitectura en diferentes ciudades del Reino
sigue influyendo en la imaginación y la educación de los marroquíes.
Marruecos también tiene una gran tradición de teatro y de narración, así como una riqueza
del decir poético que sigue influyendo en las obras artísticas y culturales originales y
creativas, como los de la Plaza Jamaa el Fna en Marrakech, narradas diariamente.
La música en Marruecos se clasifica y se coloca como un arte específico, que se destaca
por sus cantos religiosos y la música andaluza y popular.
La singularidad del imaginario y la creatividad marroquí, combinando modernidad y
tradición, la fotografía, las artes plásticas y el cine también son actividades en las que los
artistas y los intelectuales marroquíes exhiban.
La diversidad de las creaciones promueve el desarrollo de un patrimonio cultural propio
que influye en el entorno mediterráneo, árabe-musulmán y africano. Este patrimonio no
puede despojarse de un componente tan culturalmente representativo de Marruecos como
es la gastronomía. Los platos marroquíes, fruto de la mezcla de las tradiciones culinarias
bereberes, árabe e, incluso, andaluza, se consideran como unos de los más deliciosos del
mundo. Su esencia está marcada por el cuscús, verduras, distintos tipos de carnes y la
constante mezcla de dulces y salados con diversas especias. La cocina tradicional
marroquí es perfumada, sin ser demasiado picante. Utiliza con frecuencia en sus platos
productos como el cilantro, la canela, el pimentón, los clavos de olor o girofle, el comino, el
jengibre, la nuez moscada… Todas estas especias dan color y perfuman delicadamente
las recetas.
Indudablemente, el cuscús, elaborado a base de sémola de trigo es uno de los
componentes que conforman la base de la cocina de Marruecos, así como el Tajín, una de
las principales referencias de la gastronomía marroquí. Lleva su nombre a partir del
recipiente en el que se prepara. El mismo es de barro cocido y suele estar cubierto por una
tapa de forma cónica. El Tajín puede realizarse con verduras, cordero, atún o sardinas que
se fusionan con ciruelas, membrillo, limón, aceitunas y otras combinaciones, siempre con
una importante base de especias. El entrante por excelencia suele ser la sopa tradicional
Harira elaborada a base de carne, tomates y legumbres y que debido a su alto poder
nutritivo se sirve todos los días durante el mes de Ramadán siendo el plato con el que se
rompe el ayuno, entre otras cosas para «templar» el cuerpo después de una larga jornada
de abstinencia. Se acostumbra a acompañar de dátiles.
El té es también un elemento destacado dentro de la gastronomía, cultura y tradiciones de
Marruecos. El té verde suele acompañarse con menta y dulces típicos como lo más
conocido «los cuernos de gacela» (kaab el-ghzal), bizcochito almendrado y perfumado al
azahar de forma de media luna.
En definitiva, la riqueza de la cultura marroquí ha firmemente consolidado los principios de
cohesión social, el diálogo, la tolerancia, la justicia y la paz, y ha hecho de Marruecos un
país muy involucrado en el diálogo entre las religiones y las civilizaciones.
Así, Marruecos se une y participa en todas las iniciativas que fomentan el entendimiento
mutuo y la reconciliación entre culturas y pueblos a través de diferentes instrumentos y
estructuras creadas para este fin, incluyendo la Fundación Anna Lindh, la Fundación Tres
Culturas del Mediterráneo y el prometedor proyecto de Fundación Consejo (anteriormente
Comité Averroes).
Su Majestad el Rey Mohammed VI ha demostrado siempre esta voluntad y preconizado,
sobre la base de un nuevo enfoque, el papel cultural de Marruecos en su entorno:
«El Estado del nuevo milenio no sólo debe contentarse de ser el alquimista del consenso
nacional. Debería ser también y, sobre todo, el organizador de un diálogo fructífero entre
las culturas y las civilizaciones»
Extracto del Discurso de Su Majestad el Rey Mohammed VI en la Universidad George
Washington el 22 de junio de 2000.
Por otra parte, Marruecos se implica plenamente en los foros internacionales y regionales,
especialmente, en la Organización de las Naciones Unidas, la UNESCO, la ISESCO, la
ALECSO, la OCI y la Organización Internacional de la Francofonía (OIF), para el
establecimiento de un nuevo orden cultural internacional basado en valores comunes de
tolerancia, de respeto por los demás, del rechazo de todas las formas de extremismo y de
terrorismo.

http://www.embajada-marruecos.es/reino-de-marruecos/cultura/

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