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Garantías Constitucionales

Principio de Reserva, Culpabilidad y otros principios básicos

PRINCIPIO DE RESERVA
Articulo 19 CN: Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a
la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la
autoridad de los magistrados.

El principio de reserva se refiere a la facultad del hombre dentro de lo permitido (lo que no esta
prohibido dentro del ordenamiento jurídico), sin que su conducta puede acarrearle sanción. Es
una garantía del individuo ante el mismo órgano de la legislación penal. a la zona de libertad
dentro de la cual el Estado no puede tener ninguna injerencia.

no puede ser una de aquellas “acciones privadas de los hombres exentas de la autoridad de los
magistrados”. (ART 19 DE LA CN).
PRNCIPIO DE HECHO (los pensamientos están exentos de pena). Es frecuente que se concluya
de este principio que, entonces, el hecho tiene que ser una lesión externa, que, en suma, el
principio de lesividad (el daño como base de responsabilidad penal) es un imperativo impuesto
ya por el principio de reserva. Sin embargo, el daño externo puede deberse a las más variadas
razones no determinantes, pero lo determinante es que se motivó el comportamiento de modo
incorrecto, es decir actuó como no debía. Esto se explica mejor en otro aforismo: en las malas
acciones lo que decide es la voluntad, no el resultado (principio)
actuó como no debía. Esto se explica mejor en otro aforismo (principio): “en las malas acciones
lo que decide es la voluntad, no el resultado”.
Cuando el sujeto toma una decisión personal definitiva de afectar derechos legítimos de
terceros, ejemplo acciona el gatillo de un arma apuntando al cuerpo de otro, asume una
decisión posiblemente irrevocable de matar a otro, algo contra lo que es legítimo reaccionar
penalmente, independientemente de si el proyectil acierte o no, o que el arma estuviera
sorpresivamente descargada.
Por lo tanto, en estos delitos llamados delitos de omisión, al autor no se le reprocha
justamente lo externo, sino que no motivó su comportamiento tal como debía hacerlo.

Lo determinante del principio de reserva, entonces no es el hecho de que signos externos


puedan indicar donde hay un quebrantamiento de la norma merecer de sanción, sino que
tiene que haber un ámbito de libertad de acción, incluso en el desarrollo hacia el mundo
externo, que no puede ser alcanzado por ninguna injerencia estatal (ni sancionatoria, ni de
otra clase).
Para detectar si una jurisprudencia es sensible al principio de reserva hay que atender a si
determinada ley penal invade la esfera privada de las personas y para esto no es determinante
la noción de “lesión externa”, sino la cuestión de si hay un derecho personal a realizar un acto
fundado en la libre personalidad.
En este sentido tipos penales como el de “apología del delito” (ART 213 CP) en el que se
reprime la mera proclama en favor de cierto delito o de un sujeto declarado culpable por
cierto delito, viola el principio de reserva, porque mientras que esa proclamación laudatoria no
implique motivar públicamente a los demás a la comisión de un hecho determinado de la
naturaleza de ese mismo delito. La expresión “el dictador hizo bien en actuar como lo hizo”
(cuando la expresión aluda a graves lesiones a los derechos humanos), con todo lo irritante que
pueda resultar para el hombre, podrá afectar sus sentimientos humanitarios, pero en la medida
en que es la libre manifestación de ideas del sujeto el afectado debe tolerar la expresión por el
hecho de convivir con personas que no piensan igual. (Naturalmente ya no está alcanzado por el
ámbito de reserva el incitar a otro a cometer hechos análogos a los elogiados).
*En todo caso es evidente que la fuerza de este principio, es escasa en la práctica. Allí donde
haya una fuerza política para imponer la represión de una acción claramente privada de los
hombres, difícilmente haya un tribunal de justicia dispuesto a decir que ese terreno no puede
ser invadido por el Estado.

PRINCIPIO DE CULPABILIDAD (nullum crimen, nulla poena sine culpa)


*Su fundamento constitucional, se construye a partir del ART 18 CN, es decir, a partir del
principio de legalidad, en razón de que la exigencia de ley previa presupone que la capacidad de
motivación personal es presupuesto de sanción penal.
-En parte se lo funda directamente en el principio de la dignidad de la persona, como garantía
implícita (ART 33 CN). (El hombre debe ser tratado como sujeto racional, que salvo situaciones
de excepción, puede motivarse conforme al valor).
Si bien existe un principio de inocencia en el Derecho procesal penal, existe en el derecho
penal material un principio de culpabilidad, no se trata de ninguna contradicción, sino de
principio con objetos y fines distintos.
El principio de inocencia del Derecho procesal penal: (presunción de inculpabilidad)
Postula que el acusado goza de un estado jurídico “de inocencia”, que sólo puede ser alterado
por sentencia condenatoria firme y que le incumbe al Estado la carga de la prueba de la
acusación, sin que el acusado tenga ningún deber de esclarecer el hecho o demostrarse
inocente (nadie está obligado a traicionarse).
-El principio de culpabilidad del Derecho penal material:
Presupone la garantía de que nadie puede ser considerado culpable ni, por ende, penado si no
estuvo personalmente a su alcance, con empleo de una capacidad razonable, evitar el hecho
ilícito (la culpabilidad como evitabilidad). Al sujeto se le reprocha que haya motivado su
comportamiento de manera defectuosa o deficitariamente. (Nadie puede ser considerado
culpable si no pudo evitar, con una capacidad razonable, el hecho ilícito).
*De este principio resulta:
A. Reafirma el principio del Derecho penal de hecho, ya que está en juego la evitabilidad del
hecho para el sujeto imputado.
B. Determina que la responsabilidad es personal: se responde “por lo que uno mismo hace, no
por lo que hace otro”.
B. Determina que la responsabilidad es personal ya que se responde por lo que uno mismo
hace y no por lo que hace otro. Esto conoce de múltiples quebrantamientos que son vividos
como algo natural. Por ejemplo, la responsabilidad por los resultados (lesiones externas)
implica poner en tela de juicio la limitación a la responsabilidad personal pues en todo
resultado de las acciones del hombre influyen condiciones de causación no totalmente
dominantes por el sujeto
Es propio del principio de culpabilidad por la motivación defectuosa el hecho de que el
reproche se fundamente en la mala administración de la capacidad de motivación y dirección
de los actos. Entonces, esa motivación defectuosa marca el límite y también el fundamento de
la responsabilidad: a igualdad motivación defectuosa, igualdad de la reacción penal.
C. Limita la medida de la pena por la medida de la culpabilidad. Por ello, no es legítimo
perseguir fines de política criminal (fines preventivos) más allá de la medida de la culpabilidad.
Cualquier norma sólo puede ser considerada como infringida si al autor se le puede imputar el
hecho al menos por negligencia. Esto significa que el presupuesto de que el autor sea
“culpable” ya indica algo sobre los contenidos que pueden integrar el ilícito penal (aquello por
lo que se lo hace culpable, se trata de la infracción misma. No puede integrar el ilícito aquello
que no podría ser objeto de un reproche personal.
¿Qué significa ser culpable?
No hay gran claridad sobre este tema, pero la formulación tradicional, aceptada al menos como
principio consiste en que la culpabilidad es reprochabilidad, es decir, consiste en el disvalor
(quitar valor) de motivación contraria a la norma, cuando el autor habría podido comportarse
de modo distinto (acatando la norma).
La cuestión se remite simplemente a la pregunta por si están presentes causales
generalmente aceptadas de falta de culpabilidad: capacidad de culpabilidad (o imputabilidad),
error de prohibición inevitable y causas de exculpación o “inexigibilidad de otra conducta”.
El concepto de culpabilidad tropieza con la siguiente dificultad a) se lo define cercano al autor
(la cuestión de es si personalmente culpable o no se determina según parámetros individuales,
que podría ser el al momento del hecho) b) o bien se define en parámetros generales, posible
evitar, entonces se pierde el punto de partida de preguntar por una capacidad de él y entonces
interesaría solo la capacidad que se pueda esperar que el pueda tener ante un hecho como ese.
Ambos puntos de vista tropiezan con problemas teóricos y de política criminal que no están
aclarados ni en la dogmática del hecho punible ni en la dogmática de la medición de la pena. A
pesar de todo esto, el principio de culpabilidad se le asigna el rango de principio básico de
nuestra cultura jurídico penal. En cualquier caso, el principio de culpabilidad este impuesto por
el principio de la dignidad del hombre como un principio del Estado de Derecho. El hombre
debe ser tratado como sujeto racional que, salvo situaciones de excepción, puede motivarse
conforme al valor.

PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD
Toda reacción del derecho criminal (sea pena o medida de seguridad) debe guardar
relación con la gravedad del hecho y los fines de la pena; es decir que también el derecho de
medidas (en el que no se presupone la culpabilidad) está limitado por el principio de
proporcionalidad.
Se trata de que toda regulación del Estado debe ser razonable, por tanto, regida por una
correcta ponderación de las relaciones entre la injerencia del Estado, los fines a alcanzar con la
reacción y los derechos afectados por ella.
Las penas deben guardar relación con el daño social causado por el delito.
Cuando hablamos de daño social no se debe entender como “lesión externa a bienes
corporales”, sino como daño a la vigencia de la norma.

Este principio no tiene una regulación textual constitucional clara. Puede construirse
mediatamente a partir del principio de igualdad (ART 16 CN; 24 CADH) si por igualdad se
entiende no sólo una equiparación de la situación de todos entre sí, sino también una relación
entre la entidad y medida de la reacción y un ideal de lo aceptable; pues proporción significa
igualdad relativa a cierta medida. Otra fundamentación lo vincula al articulo 28 CN, como
mandato de una regulación razonable.

“igualdad relativa a una cierta medida”. Otra fundamentación lo vincula con el ART 28 CN,
como mandato de una “regulación razonable”.
Su manifestación más concreta en el Derecho penal consiste en que los marcos penales deben
ser acordes a la gravedad del hecho conminado, siendo por ende contrario a este principio que
hechos que según la sistemática general son menos graves que otros, tengan una reacción
penal más rigurosa. Ejemplo lo da actualmente el tipo penal de las lesiones imprudentes (ART
94 CP) que por la reforma de ley 25.189 (1999) tiene prevista una escala penal mayor que la que
prevé el tipo penal de lesiones dolosas, cuando éstas no son ni graves ni gravísimas, es decir,
para las lesiones leves dolosas (ART 89 CP). Este texto legal viola el principio de
proporcionalidad, puesto que una acción descuidada que pone en peligro un bien jurídico y que
efectivamente terminada dañándolo no puede estar en peor situación que si el autor hubiera
actuado adrede con el mismo resultado.

PRINCIPIOS DE HUMANIDAD
La Convención Americana sobre Derechos Humanos (llamada también Pacto de San José de
Costa Rica) cuyo texto está incorporado a la Constitución (ART 75 INC 22) consagra una serie
de garantías penales, especialmente procesales, pero también de derecho material, que
definen el marco de los principios humanitarios que hoy deben regir la interpretación.
Principios de humanidad: toda garantía constitucional incorporada a través de los
instrumentos internacionales, que no pertenezca a las garantías tradicionales ya consagradas
autónomamente en la Constitución.
Deriva de allí el hecho de que la política criminal debe orientarse en favor de la solidaridad y
de la responsabilidad social con el reincidente; se impone así el mandato de tender a
recuperación social de los condenados y evitar que la pena pueda agotarse en mera
retribución. De manera que la ratificación de la norma por medio de la pena no puede seguir
sin que el Estado se haga cargo de la suerte del condenado como persona.
El ART 5 de la CADH prevé ciertas reglas específicas:
Art. 5. Derecho a la integridad personal:
1. Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral.
2. Nadie puede ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.
Toda persona privada de libertad será tratada con el respeto debido a la dignidad inherente al
ser humano.
3. La pena no puede trascender de la persona del delincuente.
4. Los procesados deben estar separados de los condenados, salvo, en circunstancias
excepcionales, y serán sometidos a un tratamiento adecuado a su condición de personas no
condenadas.
5. Cuando los menores puedan ser procesados, deben ser separados de los adultos y llevados
ante tribunales especializados, con la mayor celeridad posible, para su tratamiento.
6. Las penas privativas de la libertad tendrán como finalidad esencial la reforma y la
readaptación social de los condenados.
-La realidad de la ejecución penal en la Argentina está lejos de no infringir estas disposiciones.
Ya el solo mantenimiento de la pena de prisión o reclusión perpetua, en cuya forma de
ejecución actualmente vigente presupone como mínimo un término de efectiva prisión de 35
años antes de poder obtener la libertad condicional (ART 13 CP), es violatorio de esos
principios.
La meta de la resocialización no goza hoy en día del optimismo con la que lo veían los
criminalistas de los años 60 y 70 del siglo pasado, es claro que una pena que se defina como
necesariamente desocializadora, que excluye al condenado no es acorde a la Constitucional
actual por ello la pena perpetua no puede ser convalidada por definirse como
preponderadamente desocializante (encierro de seguridad). En contra de esto no se puede
argumentar lo pasibilidad de obtener libertad condicional en “algún momento “legitime esa
clase de pena.

Principio de mínima intervención o de ultima ratio


Con esto se quiere decir que el Estado debe recurrir a la reacción penal sólo cuando otra vía
no pueda ser efectiva. Sin embargo, a ese respecto se trata de un principio débil, en el sentido
de que, como regla, es asunto de la política criminal del legislador el decidir qué tipos penales
son sancionados como expresión de las normas fundamentales de la sociedad.
Hasta dónde decida el legislador intervenir con el Derecho penal es una cuestión, en principio,
no revisable.
La injerencia penal del Estado está limitada más bien por los otros principios, es decir, por
principios fuertes, que tienen jerarquía constitucional y al cual el Derecho penal debe
someterse. Dicho a modo de síntesis, si el legislador recurre al Derecho penal, debe hacerlo
con respecto al ámbito privado de las personas (principio de reserva); debe hacerlo
sujetándose a la condición de establecer con antelación la conducta prohibida, cumpliendo el
mandato de determinación del hecho y de la reacción penal; debe respetar el principio de
culpabilidad; etc.

PRINCIPIO DE INSIGNIFICANCIA
Según el cual los menoscabos realmente ínfimos al objeto del bien jurídico (“Delitos de
bagatela) no llegarían a cumplir el tipo penal y por lo tanto serian atípicos
bagatela”) no llegarían a cumplir el tipo penal, y por lo tanto serían atípicos.
Este principio puede operar como criterio de interpretación de los tipos penales, cuando es
factible decir que el modo o intensidad de la lesión no cae aun gravemente fuera del orden
social aceptable, en lo cual no debe verse lo determinante en la medida de la lesión externa,
sino en la insignificancia posible ya del disvalor de acción.
Este principio reconoce una honda tradición cultural, incluso fuera del derecho penal, Mínima
non curat praetor (el tribunal no se ocupa de pequeñeces) Los tribunales no están a
disposición para hechos de bagatela.

DERECHO PENAL DE HECHO VS. DERECHO PENAL DE AUTOR


Este principio puede entenderse contenido o presupuesto en el “principio de legalidad”, al
menos en la formulación del articulo 18 CN donde habla de Sin juicio previo fundado en ley
anterior al hecho del proceso
menos el ART 18 CN habla de: “… sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del
proceso”.
*La pena presupone una infracción a la norma, la cual debe identificar un hecho, no
una clase de autor (ser vago o maleante). Esto ya implica una decisión: no es legítimo ir en
busca de un tipo de autor; es condición de la reacción penal un hecho típico.
busca de un “tipo de autor”; es condición de la reacción penal “un hecho típico”.
Esto no quiere decir que el Derecho penal moderno prescinda totalmente de la valoración de
la personalidad del autor o de la forma de conducción de vida del mismo, previa al hecho, al
menos al momento de la medición de la pena. Por ejemplo: cuando hay que juzgar la
culpabilidad del autor por el hecho cometido, puede ser decisiva la cuestión de cómo ha
conducido su comportamiento en el momento anterior al hecho, si se ha informado
suficientemente sobre la licitud de la actividad que está emprendiendo para descartar por
ejemplo la evitabilidad de un error de prohibición).
-Ciertamente aquí hay un hecho cometido, pero el juicio de culpabilidad se asienta sobre una
falla que reside en el modo de conducción de la vida del sujeto (no se instruye, es olvidadizo,
desatento, etc.).

Principio de prohibición de doble valoración no es legítimo valorar un mismo elemento más


de una vez en el juicio de ilícito-culpabilidad. Si bien se suele marcar una relación entre este
principio y el principio procesal ne bis in ídem, este último principio tiene en miras el riesgo de
persecución penal, mientras que la prohibición de doble valoración apunta a impedir que el
juicio sobre lo reprochable no pueda estar influido más de una vez por la misma circunstancia,
así se lo juzgue al acusado más de una vez (sin violación al ne bis in ídem).

Principio de simultaneidad con lo que se quiere decir que el juicio de ilícito y culpabilidad
tienen que referirse a un acto ocurrido en determinado momento, no pudiéndose formar el
juicio sobre la base de momentos distintos de la conducta del autor, de tal modo que un ilícito
inculpable (no doloso) tomara su culpabilidad o su dolo de otro acto en el que el autor p. ej., ya
no actuase ilícitamente.
Tales principios, no se tratan de principios autónomos sino de subprincipios de mayor
concreción, de la definición (correcta) del hecho culpable

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