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Conclusión

El machismo en las sociedades en las que el hombre es el centro del universo, y se toma
como medida de todas las cosas, es un fenómeno complejo que cambia constantemente de
forma, para no cambiar en su esencia discriminatoria. Como los demás mitos, unen el
pasado con el presente y el futuro. Son “transhistóricos”.

La generación de jóvenes actual, entre 15 y 29 años, se reirá y le costará trabajo creer los
niveles de machismo que existían hace unos 50 años en la sociedad dominicana. Por
ejemplo, cualquier joven consideraría hoy el colmo del machismo creer que un varón no
debería saludar a otro varón más de una vez al día, por temor a ser tachado de homosexual.
Sin embargo, cuando los nietos de esa generación lleguen a tener la misma edad,
igualmente se reirán y les costará trabajo creer los niveles de machismo que existían en los
tiempos de sus abuelos. Por ejemplo, que colocar a un bebé varón en una bañera plástica
rosada, supuesto “color de lo femenino, podría marcarlo de por vida.

Nacer con una vagina hoy, sigue siendo una desventaja, una desgracia, una condena,
bien rezan algunos por ahí “gracias Dios por no permitirme nacer mujer”.
El machismo otorgó a las mujeres la oportunidad de votar, estudiar y trabajar (para
algunas afortunadas), como una cortina de humo tras la cual esconderse para seguir
haciendo de las suyas. Ahora las mujeres no somos, tenemos o logramos,
básicamente porque no queremos.

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