Está en la página 1de 13

Enrique Pichon-Rivière fue un médico psiquiatra argentino nacido en Suiza y francés

naturalizado, considerado uno de los introductores del psicoanálisis en Argentina y


generador de la teoría de grupo conocida como grupo operativo, herramienta de suma
importancia en la Psicología social. Wikipedia
Nacimiento: 25 de junio de 1907, Ginebra, Suiza
Fallecimiento: 16 de julio de 1977, Buenos Aires
Imprimir
Artículo

Cónyuge: Arminda Aberastury (m. 1937–1972)


Miembro de: Asociación Psicoanalítica Argentina
Padres: Alphonse Pichon, Joséphine de la Rivière
 

 
BIOGRAFÍA PICHON RIVIÈRE
 
Pampliega de Quiroga, Ana
 

 
Nota editorial: Este artículo fue originalmente publicado en la Revista
Argentina de Clínica Psicológica I (1). Agradecemos el permiso para
su reproducción.

Enrique Pichón Rivière tuvo una vida sorprendente, llena de


vicisitudes, cambios, alternativas. Nació el 25 de junio de 1907 en
Ginebra, donde su familia, francesa, originaria de Lyon y con mucho
arraigo en esa ciudad, estaba radicada temporariamente.

Las características de la organización familiar lo marcaron


suficientemente como para que el tema de la familia fuera luego un
motivo de investigación, ya que la organización de su familia se
sostenía sobre la base de un secreto. Su padre, que se llamaba
Alfonse Pichon, se había casado con Thérèse de la Rivière, con quien
tuvo varios hijos.

Al morir su mujer se casó con la hermana menor de ella y de este


vínculo nació, como único hijo, Enrique. Pero lo curioso fue que
durante los años de su infancia Enrique ignoró que sus hermanos
eran medio-hermanos, que habían tenido otra madre, ya que ellos
llamaban "mamá" a quien en realidad era su tía. Allí había toda una
historia de duelo silenciado. En tanto no se hablaba era un misterio, y
esta cuestión de secreto familiar que lo marcó considerablemente,
nunca deja de ser articulada por él con la aventura de la venida de
esta familia francesa a instalarse en América del Sur.

La familia era textilera. AI llegar a Buenos Aires se acogen a un cierto


beneficio, que era la entrega de una cantidad de hectáreas en el
Chaco para cultivo. Se dedican a la plantación de algodón,
contratando para esa tarea de mano de obra a una tribu guaraní.

Entonces Pichon vive una serie de contrastes entre los universos


culturales que conoce, tales que uno no puede dejar de pensar hasta
qué punto influyeron en que se le plantearan interrogantes acerca de
que pasaba con las personas, el hábitat, Ia cultura, las leyendas, el
sistema de representaciones sociales, la organización familiar.

Durante el transcurso de su infancia pasa por muchas vicisitudes: el


pasaje de una vida ciudadana a la dura vida del campo implica estar
expuesto al fracaso de las cosechas, al ataque de algunos grupos
indígenas -hasta el año 1918 hubo malones en el Chaco- al trabajo
infantil, ya que, si bien iba al colegio con sus hermanos también
trabajaba en el campo; y a la vez su familia conservaba una serie de
emblemas de su status: el juego de Sèvres, la ropa que el padre
colgaba y cepillaba y que, obviamente, eran solo recuerdos de una
historia.

Se radican primero en una zona del Chaco y después se mueven


hacia Corrientes hasta llegar a Goya, donde entra Pichon con su papa
vendiendo frutos. Allí cambia el destino de la familia porque el padre
consigue un trabajo como tenedor de libros -había hecho estudios en
Europa-y la madre empieza a enseñar llegando a fundar lo que
después fue el Colegio Nacional. Nuevamente cambian de estilo de
vida, dejando el campesinado para integrar la vida de este pueblo,
Goya, que tenía una tradición cultural muy cargada de la cultura
francesa. Le decían "la petite París". Allí vive pasta los 18 años, en
que se traslada para estudiar Medicina. Va impregnándose de la
cultura francesa, en principio porque su padre era un fascinado por
algunos autores contemporáneos. Conoce y lee a Rimbaud, a
Baudelaire, y a quien será una figura tan importante para la poesía
moderna, para el pensamiento surrealista como es el Conde de
Lautrèamont. Sobre él Pichon trabajó muchísimo e investigó toda la
temática de lo siniestro. Él se identificaba con este personaje, porque
tenía las características de ser un hijo de franceses, criado en las
zonas de América del Sur, que vivía el contraste de culturas.

Pichon se veía a sí mismo en su infancia y adolescencia como chico


sumamente inquieto, muy poco estudioso -en la escuela menos- muy
interesado por el deporte, el fútbol, las aventuras, la caza y por la
vida del pueblo, por los personajes prototípicos. Contaba que tal vez
mucho de tener su vocación por los grupos y por descubrir lo oculto
debían tener que ver con experiencias en las que se había
encontrado. Por ejemplo, su madre recibía los días jueves a las
señoras de Goya y escuchaba sus conversaciones sobre la historia
del lugar, sobre familias. Jugando con otros chicos se acercaban al
do donde en esa todavía se lavaba la ropa. Entonces escuchaba a las
lavanderas sobre la misma gente, sobre los mismos hechos, con una
visión totalmente diferente. Esta cuestión de los contrastes comienza
a ser una en toda su vida: contraste de culturas, de concepciones, de
miradas. Parece ser que todas estas experiencias le fueron dejando
esta capacidad, esta apertura hacia lo diferente, hacia lo
heterogéneo, cualidad necesaria e interesante en un investigador.
Ese mundo tan heterogéneo debe haber tenido que ver tanto con su
capacidad de procesar vertientes de pensamiento, de descubrir que la
complejidad de la puede entenderse en la medida en que se tengan
muchas versiones, en su aptitud para desarrollar instrumentos que
jerarquizan lo neo, como es el grupo operativo.

Interesado en estudiar Psiquiatría Pichon se radica en Rosario. Allí


comienza a estudiar Medicina y vive una serie de experiencias
insólitas, pero bastante comunes también en estudiantes con cierta
tendencia a la bohemia. Conoce la noche, los prostíbulos, donde
comienza a desempeñar una función poco común: consigue un puesto
de profesor de francés para enseñarle a las prostitutas polacas que
tenían que pasar por francesas. Con esto podemos decir que su
iniciación en la docencia fue realmente algo insólito, y que la
diversidad de contextos y de experiencia seguía vigente…

Allí se enferma, vuelve a Goya, y luego decide venir a Buenos Aires


donde comienza a trabajar como cronista en un diario y conoce a
Roberto Arlt, a González Tuñon, a Nalé RoxIo. Se conecta claramente
con la línea de vanguardia de cierto pensamiento literario, y con el
pensamiento psicoanalítico del cual ya tenía referencia antes de venir
a la capital. Va conociendo el pensamiento psicoanalítico, que era en
ese momento tan innovador y desconocido, a través de Federico
Aberastury. Comienza a trabajar con Roberto Arlt a partir de la labor
periodística, y lo compaña en su tarea. Arlt vestirá aspectos de estos
excursiones, de estas observaciones y análisis de la realidad en
"Aguafuertes Porteñas", que tiene mucho que ver con la veta de la
crítica de la vida cotidiana que tanto desarrolló Pichon Rivière.

Con relación a que era un alumno poco estudioso, decía de sí mismo


que siempre estaba interesado en otras cosas, en otros temas. Un
gran impacto fue un trabajo sobre Lógica que hizo estando en las
últimas etapas del colegio, tan bueno que el profesor no creía que él
lo hubiera hecho. De allí ya estaba presente su inquietud por los
procesos de pensamiento. Este momento marca un vuelco en aquel
chico distraído, y es probable que su distracción estuviera vinculada
a la muerte de su padre, ocurrida durante su adolescencia, con quien
tenía una relación muy estrecha, muy profunda, de pocas palabras
pero de mucho conocimiento. También en la adolescencia comienza a
escribir poesía. Su primer poesía se centra en un tema que luego va
a abordar más desde la investigación psiquiátrica que desde la
creación literaria. Se llama "Conocimiento de la Muerte", y es una
poesía escrita en francés, su lengua materna, de corte surrealista,
que relata el juego de los chicos de Goya en el cementerio, el
descubrimiento no aterrorizante de la muerte ... Los viejos guerreros
del Paraguay estaban enterrados en Goya , y los chicos abrían los
ataúdes, sacaban los sables, jugaban y los volvían a guardar, con lo
cual el contacto con la muerte perdía su carácter de terrorífico y
adquiría familiaridad, pero de todos modos implicaba el juego de lo
siniestro.

Desde estos años de la adolescencia, entonces, están presentes


elementos que luego van a generar importantes aspectos de su
pensamiento y de su accionar. Como él mismo refiere en el Prólogo
de "Del Psicoanálisis a la Psicología Social", tomo I, esta poesía
refleja sus primeros intentos creativos y su vocación por lo siniestro,
plasmada también en su interés por la vida y la obra de Lautréamont.
El contacto con la cultura guaraní lo aproxima a una concepción del
mundo de carácter mágico, y esta aproximación, junto con la
presencia de misterios en su familia y el interés por la observación de
los personajes prototípicos del grupo mediato, lo guían en la
necesidad de "desocultación de ese orden subyacente pero
explorable: el de la interrelación dialéctica entre el hombre y su
medio". Más adelante, la lectura de "la Gradiva" de Jensen, cuando
conoce la obra de Freud, le permitirá encontrar una síntesis entre su
vocación por la psiquiatría y la investigación del proceso creador.

La carrera de Medicina le lleva bastante tiempo, se recibe alrededor


de los 28 años, dado que su interés estaba centrado claramente en la
Psiquiatría, en el Psicoanálisis y en su trabajo en el periodismo, que
en aquella época concentraba gran cantidad de figuras literarias. Se
conecta con el Psicoanálisis e inicia una fonación con los recursos
que en ese momento disponía. Ahora es de dominio público cómo fue
la formación de ese primer grupo de gente de la A.P.A., cuando la
llegada de Garma, Cárcamo y otros que traen formación desde
Europa, les permite hacer análisis didáctico.

Esta formación psicoanalítica le valió tremendas polémicas y el hecho


de ser casi aplazado en el examen de Psiquiatría, porque enfrentaba
concepciones muy retrogradas.

Una vez recibido hace rápidamente carrera: ingresa como miembro.


Titular de la Sociedad de Psiquiatría y comienza un trabajo muy
activo donde se expresa su preocupación por los pacientes psicóticos
intrernados, por por el fenómeno del hospitalismo.

Primero trabaja en la Colonia de Torres, y allí comienza a realizar su


investigación sobre el retardo mental, a partir de la cual va a
descubrir el origen afectivo de un tipo de retardo, la oligotimia, a
diferencia de la oligofrenia, de base orgánica.

En ese período, que compartía con Federico Aberastury, se casa con


Arminda Aberastury con quien luego tiene tres hijos. Empieza a
trabajar en el Hospital de las Mercedes, donde intenta desplegar su
conocimiento psicoanalítico. También inicia una investigación
institucional sobre lo que ocurre en el hospital psiquiátrico, y
descubre la presencia de una poderosa estructura tolerada por las
autoridades —y tal vez fomentada por ellas— ejercida por un grupo
de pacientes que habían hecho del hospital un feudo, y que dirigían
todo el movimiento de alcohol, de dinero, mujeres, salidas, etc., es
decir, que gobernaba el hospital.

Se producen algunos hechos que lo llevan a investigar la relación


médico - paciente. Una de las situaciones más conmovedoras es el
asesinato de un médico, correntino, muy conocido de su familia quien
lo había apadrinado en el periodo de su ingreso al hospital.

Pichon comentaba que los médicos, en aquella época, no veían,


pacientes, delegaban esta tarea en los enfermeros —que sabían de
Psiquiatría mucho más que ellos— y además tenían una relación
sumamente despectiva y brutal para con los pacientes. Este médico
se caracterizaba por este aspecto tan descalificador. Un día, los
médicos sentados bajo un tilo leían y escuchaban los informes que
les traían los enfermeros cuando un paciente se acerca y lo degüella
con un cuchara afilada en plena reunión, como para dejar sentados
algunos antecedentes. Pichon se pone a investigar lo ocurrido y
curiosamente un paciente caratulado como autista que permanecía
habitualmente en mutismo, le cuenta lo que había pasado: cómo se
va constituyendo un grupo que toma la decisión de matarlo, como
entre todos consiguen la cuchara, la afilan, la esconden. Es el
fenómeno grupal en función defensiva, si bien con las características
angustiantes y terroríficas de un crimen, pero a la vez como una
defensa frente al maltrato y abandono.

Esto 1o lleva a investigar aún más en la relación médico - paciente y


toda la temática de la transferencia. ¿Existía o no la transferencia en
la psicosis? Esta cuestión ya había sido planteada por Freud, y
existían las experiencias hechas por Frida von Reichman y por
Sullivan. Pichon se pone a trabajar tratando de acercase a los
pacientes, con una línea de análisis que muestra varias vertientes: el
contexto del hospital psiquiátrico y el hospitalismo que produce, la
situación parasitaria de los pacientes, el abandono familiar y, a la
vez, estudia cuál es la extracción de esa gente, que había ocurrido,
encontrando que en general se trataba de inmigrantes europeos o de
personas del interior. Los enfermeros también eran inmigrantes, con
lo cual existía una relación que, si bien bastante ambivalente, le
otorgaba al enfermero bastantes posibilidades de identificarse con los
pacientes. La primera experiencia de grupo operativo Pichon la hace
con los enfermeros, descubriendo que si trabaja en ese estamento se
pueden conseguir transformaciones significativas. Decía que nadie le
enseño tanta Psiquiatría como esos gallegos, y que él les pudo
enseñar el significado de esos signos que ellos podían observar.

Mientras tanto la Asociación Psicoanalítica Argentina continúa


creciendo, y los integrantes con interés en hacer su formación en
Psiquiatría comienzan a trabajar con él en el Hospital. Primero
organiza un Servicio para adolescentes, que llega a ser un Servicio
modelo, donde tiene el lujo de contar con Battle Planas como maestro
de pintura de los pacientes, pintor del cual Pichon fuera uno de los
críticos. Hay un cuadro llamado "Retrato imaginario de Enrique
Pichon-Rivière" pintado por Battle Planas.

También estaban Liberman, otros próceres de la psiquiatría, del


Psicoanálisis y del arte colaborando en este Servicio, que recibía a
gente de otros lugares de América para hacer su formación allí. El.
Servicio tenía un porcentaje impactante de altas y un modo de trabajo
muy de avanzada.

Estamos en los primeros años de la década del 40. A Pichon lo


obligan a renunciar al Hospital en el 47, por razones políticas. En
esos años, además del Servicio de Adolescencia, pasa por una
experiencia que va a ser fundamental para su elaboración conceptual,
para la definición de la enfermedad como un emergente de la
interacción familiar y del paciente como un portavoz. Esta
experiencia, si bien es corroborada en el Servicio de Adolescencia,
tiene su origen cuando lo nombran a cargo del Servicio de Admisión,
donde se plantea el problema de la urgencia psiquiátrica, el momento
de la internación. Lo que podía observar espontáneamente era en que
situación llegaba el paciente: si llegaba solo o acompañado por la
familia, por la policía, por vecinos; es decir, la presencia o ausencia,
siempre significativa, del grupo familiar. Y podía observar, también,
todas las adjudicaciones de rol, las culpas, las inquietudes, toda la
crisis familiar que aparentemente, en lo más manifiesto, derivaba de
la situación de enfermedad pero que, en cuanto se comenzaba a
indagar, en realidad se descubría que la situación de enfermedad
arrancaba de una crisis que ya estaba allí antes.

Pichon mantuvo hasta el fin de sus días la idea de que debía trabajar
con el paciente y con el grupo familiar, pero no siempre en forma
conjunta, y que el mismo terapeuta podía realizar estas dos tareas.
Una vez, Andolfi dijo al respecto que le parecía absolutamente
exigente trabajar en estos dos niveles.

Acerca de la transferencia con pacientes psicótico, Pichon


consideraba que era factible establecer la relación terapéutica a partir
de un análisis de una situación transferencial, de una transferencia
que no tenía las mismas características de la de las neurosis, pero
que existía. Por eso dice en una de sus obras: "siempre hay un
momento, siempre hay un tiempo y un espacio para el diálogo
terapéutico".

Consideraba que existía una dialéctica entre aspectos sanos y


enfermos y entonces trabajaba con un encuadre analítico,
entendiendo que en esa transferencia se ponía de manifiesto una
estructura de mundo interno, una modalidad de interpretación de la
experiencia y de las relaciones.

En esa primera y espontanea observación del grupo familiar a


establecer relaciones de causalidad no lineal, en el sentido de
elaborar hipótesis acerca de que, en la multicausalidad de la
enfermedad, la modalidad de funcionamiento peculiar del grupo
familiar legitima o le da inteligibilidad a ciertas formas de
funcionamiento del paciente. Es decir, que el delirio de un paciente
recortado de su grupo familiar es absolutamente absurdo, pero que
incluido en el marco de su familia cobra inteligibilidad, aunque siga
considerándolo un delirio. Pichon nunca se identificó con el
pensamiento de la antipsiquiatría, ni con la exaltación de la locura.
Sostiene en sus obras que en la enfermedad hay sufrimiento y define
a la enfermedad como la intolerancia a un alto monto de sufrimiento.
Si en ella hay una denuncia de una determinada interacción familiar,
esta denuncia habitualmente no es consiente. Él se replantea la
modalidad de abordaje del proceso de enfermar, dentro de un
contexto que va a ser la unidad diagnóstica, la unidad pronóstica y la
unidad de tratamiento, sin negar la particularidad de la conflictiva del
sujeto que enferma. Esta última es otra de las ideas centrales de
Pichon, donde la relación sujeto-grupo nunca queda anulada, sino
que exige dialéctica entre la especificidad de lo subjetivo y la
especificidad de lo grupal.

Este tipo de ideas lo van a ir orientando hacia un replanteo que va a


implicar una gran crisis, en tanto significa una polémica importante
con el Psicoanálisis, en particular con el Kleiniano que era
hegemónico en esa época. Especialmente por la tendencia de Pichon
a lateralizar la eficacia de las relaciones reales, a lateralizar el peso
de la experiencia del sujeto en el proceso do enfermar. O sea se trata
de retomar esta idea de que el sentido del síntoma está ligado a la
historia del sujeto, pero ampliando la noción de historia hacia la de
una historia personal y social, y hacia la consideración de la relación
con el otro como fundante de los procesos psíquicos. Mientras estos
planteos desataban intensas polémicas en Buenos Aires, se puede
constatar que eran bastante congruentes con lo que estaban
planteando Bion y Winnicott en ese momento y con lo desarrollado
por un grupo importante de pensadores en Francia en los años 50.
Pichon se inscribe activamente en el movimiento de la Psicología, de
parte del Psicoanálisis y de la Psiquiatría francesa de esos años, que
toma de Sartre y desarrolla la famosa idea del hombre-en-situación,
que se nutre mucho de Merleau Ponty a la vez que de la psicología
concreta, y que plantea cuál es el lugar de la experiencia, de las
relaciones reales, del contexto.

Pichon tenía formación en el campo de lo sociológico, de lo filosófico,


del materialismo histórico y dialéctico, pero no dedujo una psicología
desde allí sino que llego a su concepción de lo subjetivo a partir de
su práctica. Es muy importante destacar el hecho de que fue la misma
práctica lo que lo condujo a la idea de sujeto emergente, de sujeto
productor y producido, a la importancia de las relaciones reales, a la
importancia de la experiencia.

Así es cuando, al dejar el Hospital en el 47, empieza ya a elaborar


toda una concepción propia que es la Psicología Social, que se funda
en la concepción de un sujeto social y que propone el abordaje de lo
que se llaman condiciones concretas de existencia, red de vínculos,
red de relaciones en las cuales el sujeto está inmerso y de la cual
también es agente. Insiste en que para entender la red vincular es
necesario entender el mundo interno y que para entender el mundo
interno es necesario entender esa red vincular. Para Pichon, el
mundo interno no es una caja negra sino algo a investigar, pero su
idea del psiquismo es la de un psiquismo abierto sobre el mundo y
constituyéndose en el mundo.

En los años 50 funda la Escuela de Psiquiatría Social. Ya en ese


momento sus inquietudes se han abierto mucho. Considera que la
familia no es una institución aislada, sino determinada desde un
contexto de relaciones sociales, y esto lo lleva a investigar otros
campos. Comienza a hacer investigación social, y despliega sus
experiencias e investigaciones desde otra institución que también
funda: el Instituto Argentino de Estudios Sociales (I.A.D.E.S.), que
luego va a converger con la Escuela de Psiquiatría Social
convirtiéndose, en la década del 60, en la Escuela de Psicología
Social. Esa Escuela de Psiquiatría Social, que inicialmente se llamó
de psiquiatría Dinámica, tuvo un importante papel en la formación de
un grupo importante de profesionales, hasta que el desarrollo de su
pensamiento y de sus investigaciones Ilevaron a Pichon-Rivière a
plantearse la necesidad de un nuevo operador social en el campo de
la salud, el psicólogo social. Así es como redefine su Escuela durante
los años 65, 66.

Esta redefinición va acompañada, a su vez, de crisis importantes, de


episodios depresivos. Pero a propósito de lo depresivo, es importante
destacar que tal vez se ha exagerado un tanto con esta
característica, se le ha dado un sesgo trágico a su discurso.

Era un hombre divertidísimo, con un humor extraordinario, con mucha


capacidad para jugar. Era capaz de componer un tango para tomar el
pelo a algún amigo. Solía decir: "el que se entrega a la tristeza
renuncia a 1a plenitud de la vida". La imagen del viejecito deprimido
es, en realidad, la imagen del Pichon de los últimos años, a raíz de
los problemas de salud que padeció. Un espasmo vascular dejó como
secuela dificultades en el reflejo de la glotis, con el cual hacía
neumonías por aspiración. Hizo muchas que lo llevaron a perder
cuarenta kilos, a envejecer muy prematuramente y después morir. La
imagen de Pichon frágil y entristecido es una imagen medio
construida sobre la última época, y tiene poco que ver con toda su
vida: un hombre deportista, que jugó al fútbol hasta los 52.años, que
era muy vital, capaz de pasar una noche entera con un paciente en
estado de crisis y al día siguiente seguir trabajando.

Con la fundación de la Escuela entra en una nueva etapa. Comienza


a crear una corriente de terapeutas y empieza a pensar en este nuevo
operador social, lo cual constituye un enfoque visionario de lo que
hoy va a dibujarse como representación social de nuestro rol. Toda
esta tares de gestación y de formación no fue en desmedro de su
dedicación a la clínica. y atendió pacientes hasta el último día de su
vida.

Yo lo conocí en el año 65, cuando el volvía de superar una de estas


crisis, uno de estos episodios depresivos, que tuvo una derivación
muy crítica ya que su segunda esposa, Nidia (Coca) Carrio, murió en
un accidente yendo a visitarlo.

Pichon venia de atravesar una situación difícil, al quedar al margen


de la A.P.A. por una serie de polémicas, de diferencias. Empieza a
concentrar sus esfuerzos en la Escuela y ahí es donde nos
articulamos él y yo, a pesar de nuestras diferencias de edad --él tenía
57 altos y yo 25—. Inicia un proyecto de trabajo de la Escuela, que
ponemos en marcha en Tucumán. Esto implica un replanteo de la
Escuela de Buenos Aires. Hasta entonces la Escuela era una
institución de post-grado, abierta a médicos, psicólogos y,
eventualmente a algún sociólogo. En este momento Pichon hace una
apertura totalmente diferente, con una concepción y objetivos
distintos. Toma con mucha decisión esta tarea, da él mismo la
mayoría de las clases, y se revitaliza mucho con esta actividad.
Trabajamos en distintos experiencias de investigación social en un
lugar muy conflictivo como era Tucumán, que atravesaba la gran
crisis azucarera y cuya gente estaba muy comprometida con su
realidad provincial y con la política nacional.

La experiencia de Tucumán recogía las anteriores, efectuadas antes


de la década del 60, especialmente en Rosario, en las que fue
acompañado por sus más significativos discípulos, tales como Bleger
o Liberman para nombrar a algunos.

Todo este trabajo en el interior lo reconecta con un contexto que


había sido el propio: la vida en la provincia, y estudia especialmente
lo que ocurre con la gente tucumana, habitantes de una provincia
cuya economía se apoyaba en el monocultivo y que ve desbaratada
toda su estructura económica. El ve los efectos de esto en las
personas, en los vínculos, en las familias y en otras instituciones.

Pichon había viajado a Europa varias veces antes de que yo lo


conociera. Allí había supervisado casos con Melanie Klein. De ella
decía que era mucho menos kleiniana en los análisis de casos, en las
supervisiones, que en sus escritos. Mantuvo correspondencia con ella
durante un tiempo. Tuvo una relación muy hermosa con Lacan y un
vínculo muy estrecho con Daniel Lagache, además de todo el grupo
francés que tuviera mucha influencia sobre su pensamiento en la
década del 50. Para los franceses Pichon era frances, y lo
consideraban un investigador de lo surrealista. Conoce a Lacan en el
57, cuando presenta un trabajo sobre la transferencia en un Congreso
en Francia. Lacan lo invita a su casa y al darle la dirección descubren
que Pichon ya había estado allí esa mañana, porque en el mismo
edificio vivía un familiar de Isidoro Ducasse, Conde de Lautréamont,
sobre el cual Pichon investigaba. Este hecho casi mágico, el interés
común por el hombre, la procedencia francesa y el interés compartido
por la literatura contribuyeron a cimentar una amistad. En esa
oportunidad Pichon también da una conferencia sobre el Conde de
Lautréamont en un café de Paris, que recibe los elogios de André
Breton y de todo el grupo surrealista.

Yo pude viajar con Pichon en el 69 a Paris y a Londres, donde fue el


vicepresidente del Congreso de Psiquiatría Social. Retomó contactos
de aquella época. Lo acompañé a entrevistas con Lacan, con
Lagache. Ya Pichon estaba muy comprometido con la línea de la
Psicología Social. Recuerdo que Lacan, caminando por su
consultorio, le decía: ¿Pour quoi Psychologie Social? ¿Pour quoi pas
Psychanalyse? (¿Por qué Psicología Social? ¿Por qué no
Psicoanálisis?). Ya era todo un debate. En un momento posterior
Pichon escribió acerca de esa diferencia, en un artículo de Actualidad
Psicológica titulado "Dialogo Imaginario", en el que reconstruía
aspectos de lo conversado con Lacan y elaboraba una posible
continuación de esa conversación.

Volviendo a la Argentina su salud se fue resintiendo. Viajó a Tucumán


hasta el 70, en que tuvo el episodio vascular, a raíz del cual tuvo que
dejar de dar clases. Este fue uno de sus grandes dolores, ya que sus
dos pasiones eran la clínica y la docencia, en la cual era un gran
favorecedor y estimulador del pensamiento del otro.

Si tengo algo para decir de él, es hasta qué punto es fuera de lo


común que una persona que es un maestro, permita tanto el
crecimiento de sus discípulos. Él se alegraba con el logro, con la
producción de sus discípulos mucho más que con la suya. Era un
gran estimulador de ideas. Bleger lo llama, en la introducción de uno
de los libros que le dedica: "generador de ideas". Cuando uno iba a
consultarlo, tenía una forma muy particular de contestar. Era
sumamente desordenado, u ordenado en su desorden; en su casa
había libros por todos lados, y él sabía siempre donde estaba cada
libro. Yo lo conocí porque estaba haciendo una nota sobre un tema
que involucraba a la Psicología y quise consultarlo. Me respondió
como era su costumbre: de pronto lo dejaba a uno sólo, casi con la
palabra en la boca, y desaparecía. Al rato volvía con una pila le
libros. Esa era la propuesta en respuesta a la demanda. Yo aprendí a
leer grupalmente a los autores, haciendo un seguimiento horizontal
en una serie de textos sobre un tema. Era una de las modalidades de
lectura de Pichon. Otra de las cosas que impactaban en é1 era que
siempre podía rescatar, aún de los libros más elementales, la idea
que valiera la pena. Esta es una enseñanza muy importante.

Existe un mito, y es el de que Pichon no escribía. Si bien nunca


escribió un libro completo porque su práctica clínica y docente eran
muy intensas, condensaba sus ideas en artículos que a veces son de
difícil lectura. Era muy distinto escucharlo, con un lenguaje fluido,
fácil, comprensible, que leer a un Pichon que condensaba una
enorme cantidad de ideas en un trabajo, produciendo textos densos
que es necesario desentrañar para extraer sus frutos.

No todos los artículos que escribió están publicados. En el año 70


recibió la propuesta de Jorge Rodriguez, un psicólogo que se ocupó
de rastrear y ordenar sus obras, publicando lo que es hoy "Del
Psicoanálisis a la Psicología Social". Comprende tres tomos: "El
Proceso Grupal" (Tomo I), "La psiquiatría, una Nueva Problemática"
(Tomo II) y "El Proceso Creador" (Tomo III). Fueron publicados
primero por Editorial Galerna en el 71, y luego por Nueva Visión.
Pichon escribió el prólogo publicado en el Tomo I, que es una síntesis
muy significativa entre su vida y su obra, entre su historia y su
concepción.

En e1 80, también Nueva Visión publicó "Teoría del Vinculo", que


contiene la desgrabación de las clases dictadas en la A.P.A. en el 56
y 57, material reunido por Fernando Talagano, quien escribe el
prólogo.

Otro libro es "Psicología de la Vida Cotidiana". Consiste en una serie


de artículos que elaboramos en forma conjunta para publicar en el
semanario Primera Plana durante los años 66 y 67, y que luego
reelaboramos.

Uno de sus hijos, Marcelo, está trabajando sobre los estudios que su
padre hizo de la obra de Lautréamont. En los últimos días de su vida
Pichon había vuelto a trabajar sobre los Cantos con ideas de
publicarlos, pero de alguna manera la leyenda que pesaba sobre el
Conde ejercía cierta inhibición sobre é1. La tal leyenda dice algo así
como que quien se mete con el Conde termina mal. Como si el poder
de lo siniestro pudiera llegar hasta quienes toman contacto con su
obra. Como hecho confirmatorio, Pichon conoció en el Hospital
Psiquiátrico a un poet que había hecho una recolección de las obras
del Conde y que terminó ahorcándose. Pichon tenía la hipótesis de
que la madre de Lautréarnont se habia suicidado, y que esto tenía
que ver con muchos elementos que se encontraban en los Cantos.
Viajó mucho a Montevideo llevado por este interés, y en el 46 dio una
serie de conferencias en las cuales hacia un análisis sistemático de
esa obra.

Además de la leyenda, Pichon tenía con este trabajo el siguiente


problema: el había cambiado mucho su concepción a lo largo de los
años y su marco de análisis había virado considerablemente hacia lo
social, con lo cual la interpretación que podía hacer de los Cantos en
los últimos años de su vida era muy diferente a la de momentos
anteriores. Por ejemplo, una segunda interpretación de los "Cantos
de Maldoror" considera a esta obra como la versión de una situación
histórico-política muy sangrienta como fue el sitio de Montevideo,
vista desde la perspectiva de un chico muy solitario, hijo del cónsul
francés, que tenía grandes conflictos, en el cual la fantasía y la
realidad se mezclaban, y cuya fantasía estaba cargada de los
elementos sádicos y trágicos de la situación sangrienta que la ciudad
vivía. Uno de los Cantos fue publicado en "El Proceso Creador", pero
Pichon se planteaba la necesidad de reescribir todo su trabajo desde
este último ángulo.

Hemos querido concluir esta biografía transcribiendo el poema,


escrito a los 17 años, de este hombre que deseaba conocer "el
secreto de nuestra corta existencia a través de las aberturas de
viejos ataúdes solitarios":

Connaissance de la mort (1924)

Je te salue
mon cher petit et vieux
cimetière de ma ville
où j' appris a jouer
avec les morts.

C' est ici où j` ai voulu


me révéler le secret de
notre courte existence
à travers les ouvertures
d' anciens cercueils solitaires.

Enrique Pichon-Rivière
 

 
1ra Edición - Diciembre 2018

También podría gustarte