Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Tipicidad Subjetiva - Una Parte
Tipicidad Subjetiva - Una Parte
Tipo Subjetivo.
1. Modalidad subjetiva de ejecución de la conducta
(a) Dolo
(b) Culpa
(c) Preterintención
2. Elemento subjetivo especial (sólo para delitos dolosos)
Ejemplo 1:
Ejemplo 2:
Artículo 400. Peculado CULPOSO. El servidor público que
respecto a bienes del Estado o de empresas o instituciones
en que éste tenga parte, o bienes de particulares cuya
administración, tenencia o custodia se le haya confiado por
razón o con ocasión de sus funciones, por CULPA dé lugar
a que se extravíen, pierdan o dañen, incurrirá en prisión de
dieciséis (16) a cincuenta y cuatro (54) meses, multa de
trece punto treinta y tres (13.33) a setenta y cinco (75)
salarios mínimos legales mensuales vigentes e
inhabilitación para el ejercicio de funciones públicas por el
mismo término señalado.
5.2.1 El dolo.
EJEMPLO
Enunciado normativo (tipo penal):
Artículo 418. Revelación de secreto. El servidor público que indebidamente dé a
conocer documento o noticia que deba mantener en secreto o reserva, incurrirá
en multa y pérdida del empleo o cargo público.
Perspectiva causalista:
Para esta corriente el sujeto activo actuaba con dolo (el cual ubicaban en la
culpabilidad y no en el tipo penal) solamente si el servidor público:
ii) Otro sector (abanderado por Juan Fernández Carrasquilla y seguido, con
distintos fundamentos, por Salazar Marín, Reyes Alvarado y Diego Araque
Moreno) consideran que el dolo también abarca la consciencia de lo ilícito
como parte de sus elementos integrales.
1
Esta posición aparece en su tesis de maestría titulada “Revisión dogmática del
tratamiento del dolo como parte del tipo subjetivo: una deconstrucción argumentativa a
partir de los esquemas del pensamiento penal y su crítica”. Link:
https://repository.unilibre.edu.co/handle/10901/18638
En Colombia y, en general en Latinoamérica, durante mucho más tiempo que en
Europa sobrevivió la idea de que el dolo, la culpa y la preterintención eran
“formas” de culpabilidad (pues así lo establecía el Código Penal de 1980 que no se
modificó hasta el año 2000 con la ley 599 en ese y muchos otros aspectos). De
esta manera desde los años 50 comenzó a gestarse una importante revolución en
el país germánico, desde el finalismo, que conllevó al traslado del dolo y ciertos
aspectos de la culpa al tipo penal. Luego, teorías eclécticas estuvieron a favor de
la doble ubicación o posicionamiento del dolo en el tipo penal y la culpabilidad. Y,
hoy en día, desde el funcionalismo se acepta que el dolo hace parte del tipo penal
(tipo subjetivo) con los siguientes argumentos (Roxin, 1997, pp. 308 y ss):
ii) El sentido de las formas de autoría se delimita a partir del delito doloso y,
por ello, para que sigan siendo coherentes se necesitará que el tipo penal
incorpore el dolo.
iv) Muchos tipos penales poseen verbos rectores y otros elementos que son
concebidos de manera “final”, lo cual presupone el dolo como parte de tales
tipos.
Las razones, por las que el dolo era castigado más severamente
que la culpa, son:
Las razones, por las que el dolo debe ser castigado más
severamente que la culpa, son:
Las razones, por las que el dolo debe ser castigado más
severamente que la culpa, son:
Las conductas dolosas conllevan (como efecto de tener dicha calificación) las
siguientes consecuencias jurídicas de las que carecen las conductas culposas:
i) La ley penal no debe señalar que una conducta se realiza con dolo para
considerar que así lo hace por cuanto todo delito se considera por regla
general que se lleva a cabo dolosamente. Por lo tanto, solamente será
culposa o preterintencional aquella conducta en la que expresamente el
legislador lo establezca. Igualmente, la realización de conductas culposas
no previstas como delito por la ley penal serán consideradas atípicas
(numerus claussus).
ii) La pena para los delitos dolosos siempre será superior que la de los
culposos (en virtud de los principios de culpabilidad y proporcionalidad
penal).
El artículo 22 del Código Penal (Ley 599 de 2000) define las conductas dolosas de
la siguiente manera:
Artículo 22. Dolo. La conducta es dolosa cuando el agente conoce los hechos
constitutivos de la infracción penal y quiere su realización. También será dolosa la
conducta cuando la realización de la infracción penal ha sido prevista como
probable y su no producción se deja librada al azar.
Hasta el primer punto del texto legal aparecen solapados el dolo directo de primer
y segundo grado. De ahí en adelante, la ley penal estaría definiendo el dolo
eventual.
5.2.1.5 Clases de dolo y requisitos para la configuración de cada uno de ellos
(a) Aspecto
cognitivo: certeza
2) Dolo directo en
segundo grado (en
CLASES DE Alemania se le (b) Aspecto
DOLO llama simplemente volitivo:
dolo directo) aceptación /
resignación /
indiferencia (pero
NO intención)
(a) Aspecto
cognitivo:
probabilidad
3) Dolo eventual
(b) Aspecto
volitivo: "dejar
librado al azar"
(aceptación /
indiferencia)
EJEMPLO
“X” desea causarle la muerte al senador “Y”. Para ello pone un artefacto
explosivo, controlado por cronómetro, en el avión que saldrá de Cúcuta a
Bogotá. “X” sabe, con total seguridad, que esa bomba también les causará la
muerte a los restantes pasajeros del avión y, aun cuando no lo desea, le da
igual su suerte y piensa “¡la vida es dura!”. Así mismo, prevé que como la
bomba explotará a los pocos minutos de haber despegado, es probable que
algunos fragmentos caigan en la ciudad y quizás lesione o mate a algunas
personas indeterminadas, sin embargo, acepta de forma indiferente esa
posibilidad. Llegado el terrible día la bomba explota tal y como lo planeó
asesinando con tal acto: 1) al senador; 2) a los pilotos, pasajeros y demás
miembros de la tripulación (para un total de 230 personas), y 3) a cuatro
personas más a quienes algunos de los fragmentos del avión los llegaron a
alcanzar en tierra. Del mismo modo, resultaron lesionadas gravemente 23
personas como producto de la caída de varios escombros.
Calificación jurídica:
(a) Hecho 1: muerte del senador. Homicidio agravado (arts. 103 y 104.7 del CP)
realizado a nivel de “tipicidad subjetiva” con dolo directo en primer grado.
(c) Hecho 3: muerte de las 4 personas en tierra. Homicidio agravado (arts. 103
y 104.3 del CP) realizado a nivel de “tipicidad subjetiva” con dolo eventual.
DOLO EVENTUAL
Aspecto volitivo
Aspecto cognitivo
(“dejar librado al azar” / aceptar /
(probabilidad)
resignarse / indiferencia)
Prevé como probable que algunos No desea o no tiene la intención de
fragmentos caigan en la ciudad y causarle la muerte a esas personas,
quizás maten a algunas personas pero acepta de forma indiferente esa
indeterminadas. posibilidad.
DOLO EVENTUAL
Aspecto volitivo
Aspecto cognitivo
(“dejar librado al azar” / aceptar /
(probabilidad)
resignarse / indiferencia)
Prevé como probable que algunos No desea o no tiene la intención de
fragmentos caigan en la ciudad y causarle la muerte a esas personas,
quizás lesionen a algunas personas pero acepta de forma indiferente esa
indeterminadas. posibilidad.
La importancia de diferenciar las distintas formas de dolo:
(3) Estructuralmente, no todos los tipos penales admiten dolo eventual: por
ejemplo, el Prevaricato por acción, el Prevaricato por omisión, los delitos de
tendencia (que tienen elementos subjetivos especial de alta carga
intencional) y los delitos de mera conducta (según la Corte Suprema de
Justicia rad. 30592, 05 de octubre de 2011) por cuanto no habría un
“resultado” cuya ocurrencia se deje al azar.
Diego-Manuel Luzón Peña (Dolo y dolo eventual. Reflexiones, 1999) nos plantea la
problemática de la siguiente manera:
El dolo eventual se diferencia de las dos clases de dolo directo en que, por una
parte, el sujeto no persigue o pretende directamente realizar el hecho típico y, por
otra parte, sabe que no es seguro, sino sólo posible –una eventualidad, por tanto–,
que con su conducta realice el hecho (en su caso, el resultado) típico. Hasta aquí
hay acuerdo doctrinal en que esa es la situación característica del dolo eventual;
pero como también existe una modalidad de imprudencia, la imprudencia o culpa
consciente (o con representación, o con previsión) en que se da esa misma
situación inicial, o sea, que el autor sabe, prevé o es consciente de que se da la
posibilidad de realizar el hecho típico, la doctrina se divide sobre qué requisito
adicional hay que exigir en el dolo eventual para que sea auténtico dolo y por tanto
distinto y más grave que la imprudencia consciente. Sobre ello se formulan las
distintas teorías (…)”
Unos mendigos utilizaban a niños pequeños para pedir limosna y, para que
produjeran aún más compasión, les mutilaban alguna extremidad; como las
mutilaciones se hacían sin ninguna atención médica, algunos niños no soportaban la
intervención y morían, pero pese a conocer ese riesgo, continuaron mutilando a otros
niños (Luzón Peña, Dolo y dolo eventual. Reflexiones, 1999)2.
Alguien apuesta con otro a que logrará alcanzar con un disparo un vaso que tiene una
muchacha en la mano; el tiro causa la muerte de la chica. Aunque el sujeto aceptara
claramente la posibilidad de errar el disparo, es indudable que no lo deseaba y que, de
haber sabido seguro que se hubiese producido, hubiera perdido todo sentido la
apuesta y no habría disparado (Mir Puig, 2011, pág. 273).
2
La historia de los mendigos rusos se sigue repitiendo hoy en día. Consúltese las
siguientes páginas web:
https://cnnespanol.cnn.com/2012/12/07/nino-sobrevive-milagrosamente-ataque-de-
una-mafia-que-recluta-infantes-para-pedir-limosna/
https://www.abc.es/espana/madrid/abci-mutilados-despues-nacer-para-obtener-mas-
dinero-201604111931_noticia.html
puesto que la diferencia estaría en lo relacionado con lo volitivo (teorías volitivas);
y, finalmente, otras teorías mezclan uno y otro aspecto a la hora de definir la
diferencia entre ambas formas de imputación subjetiva de los delitos. Así mismo,
adicional a ello, encontramos que algunas teorías han normativizado lo volitivo y
lo cognitivo, y otras mantienen que tales aspectos son esencialmente psicológicos,
ontológicos y subjetivos, nunca normativos. Analicemos pues cada una de dichas
teorías y sus fórmulas de solución:
Repercusiones:
Repercusiones:
En otras palabras:
(3.1) La teoría de Roxin: debe entenderse al dolo como la realización del plan
del sujeto, razón por la cual, un resultado determinado podrá ser
valorado como tal cuando cumpla exactamente el plan del sujeto.
Igualmente, la diferencia entre hechos dolosos y culposos sería tomar la
decisión por la posible lesión al bien jurídico por parte del sujeto, siendo
indiferente su actitud interna, sus emociones o sus deseos.
(a) El conocimiento por parte del sujeto entendido como juicio válido sobre la
posibilidad de producción del resultado.
(b) La mayor o menor dificultad objetiva de impedir el resultado lesivo.
(c) La importancia que el ordenamiento jurídico penal le da al bien jurídico.
(d) Las características del riesgo. Es decir, para afirmar el dolo hará falta, no
solo que el riesgo creado conscientemente por el sujeto no esté permitido,
sino que, además, sobrepase la medida de aquellos riesgos sobre los que
existe una habituación social.
(3.3) La teoría mixta: Para los defensores de la teoría mixta (como Mir Puig)
es importante tener en cuenta tanto el aspecto cognitivo como el volitivo,
de tal forma que la diferencia entre cada uno de ellos será la siguiente:
ii) En otras palabras, no basta tan solo con haber previsto la producción del
resultado para descartar imprudencia e imputar dolo, debe también
establecerse:
iv) En este orden de ideas, las condiciones personales del sujeto activo pueden
constituir información indiciaria que contribuya en forma racional a una
imputación del tipo subjetivo doloso, incluida la del dolo eventual, siempre
y cuando:
vii) El dolo eventual, nos precisa la Sala, no puede ser entendido como una
simple suma de imprudencias (o de infracciones al deber) ni tampoco la
valoración aislada acerca de un peligro que se cataloga como gravísimo o
de producción inminente. Ello, en tanto siempre será indispensable, para
distinguirlo de una manera no arbitraria con la culpa consciente, constatar
que el sujeto agente carecía de la posibilidad de representarse un control
racional (aunque errado y vencible) en cuanto a los factores de riesgo por él
percibidos, dirigido a no producir el resultado.
ix) Sin embargo, también es cierto que, para la Corte Suprema de Justicia, en
algunas providencias, la fórmula que acoge el Código Penal para
caracterizar el dolo eventual hace prevalecer el elemento cognitivo sobre el
volitivo, pues este último concurre de forma menguada. Se dice, entonces,
que en esta concepción del dolo eventual la voluntad es casi irrelevante y,
en contraste, el sujeto está conforme con la realización del injusto típico,
porque al representárselo como probable, nada hace por evitarlo (CSJ SP,
15 de septiembre de 2004, rad. 20860, reiterada en rad 32964); es así que
aquello que se sanciona es que el sujeto prevea como probable la
realización del tipo objetivo y, no obstante tal previsión, decida avanzar en
su actuación, con total menosprecio de los bienes jurídicos puestos en
peligro.
De esta manera miremos uno de los casos más famosos resueltos por la
jurisprudencia colombiana acerca de este punto:
Las premisas jurídicas de la Corte: i) El Código Penal del año 2000 adopta “la
denominada teoría de la probabilidad, en la que lo volitivo aparece bastante
menguado, no así lo cognitivo que es prevalente. Irrelevante la voluntad en esta
concepción del dolo eventual … el sujeto está conforme con la realización del injusto
típico, porque al representárselo como probable, nada hace por evitarlo”; ii) “la
representación en esta teoría (aspecto cognitivo) está referida a la probabilidad de
producción de un resultado antijurídico, y no al resultado propiamente dicho, o como
lo sostiene un sector de la doctrina, la representación debe recaer, no sobre el
resultado delictivo, sino sobre la conducta capaz de producirlo, pues lo que se
sanciona es que el sujeto prevea como probable la realización del tipo objetivo,
y no obstante ello decida actuar, con total menosprecio de los bienes jurídicos
puestos en peligro”; iii) “En la doctrina existe consenso en cuanto a que la
representación de la probabilidad de realización del tipo delictivo debe darse en el
plano de lo concreto, es decir, frente a la situación de riesgo específica, y no en lo
abstracto. Y que la probabilidad de realización del peligro, o de producción del
riesgo, debe ser igualmente seria e inmediata, por contraposición a lo infundado y
remoto.”; iv) “Dejar la no producción del resultado al azar implica, por su parte, que
el sujeto decide actuar o continuar actuando, no obstante haberse representado la
existencia en su acción de un peligro inminente y concreto para el bien jurídico, y
que lo hace con absoluta indiferencia por el resultado, por la situación de riesgo que
su conducta genera. Dejar al azar es optar por el acaso, jugársela por la casualidad,
dejar que los cursos causales continúen su rumbo sin importar el desenlace,
mantener una actitud de desinterés total por lo que pueda ocurrir o suceder, mostrar
indiferencia por los posibles resultados de su conducta peligrosa, no actuar con
voluntad relevante de evitación frente al resultado probable, no asumir actitudes
positivas o negativas para evitar o disminuir el riesgo de lesión que su
comportamiento origina”; v) “La voluntad de evitación y la confianza en la evitación
son conceptos que tienen la virtualidad de excluir o reafirmar una u otra modalidad
de imputación subjetiva, según concurran o no en el caso específico. El primero
implica un actuar. El segundo, la convicción racional de que el resultado probable no
se producirá. Si existe voluntad de evitación, se excluye el dolo eventual, pero no la
culpa con representación. Si existe confianza en la evitación, y esta es racional, se
reafirma la culpa con representación y se excluye el dolo eventual.”; vi) “Las
dificultades que suscita la comprobación directa de los componentes internos del
dolo eventual (cognitivo y volitivo), han obligado a que su determinación deba
hacerse a través de razonamientos inferenciales, con fundamento en hechos
externos debidamente demostrados, y en constantes derivadas de la aplicación de
reglas de la experiencia, como el mayor o menor grado de peligrosidad objetiva de la
conducta, o mayor o menor contenido de peligro de la situación de riesgo, o la
calidad objetiva del riesgo creado o advertido.”
En cambio, otro caso en el cual reconoció que existía culpa y no dolo eventual,
fue el siguiente:
Para finales de 2010, JEFFREY JOSÉ FONTALVO MONTAÑO tenía veintidós (22)
años de edad. Trabajaba como patrullero de la Policía Nacional en Barranquilla y
sostenía un noviazgo de unos cuatro (4) meses con Maryiris Johana Acosta
Hernández, madre soltera de veinticinco (25) años que se desempeñaba como
impulsadora en Almacenes Éxito.
(…)
3
Folio 262 del cuaderno de juicio.
un hecho típico»4, o sostener (en palabras del ad quem) que el acusado conocía y
entendía que «con un arma de fuego no se puede jugar» 5, de ninguna manera
conlleva una imputación al tipo subjetivo doloso, por cuanto no fueron más allá de la
descripción de un contexto de obrar imprudente, en el cual el autor, en tanto ser
capacitado para prevenirlos, tuvo que advertir el peligro para el bien jurídico. Lo
anterior es culpa con representación y no dolo eventual.
En otras palabras, no basta tan solo con haber previsto la producción del resultado
para descartar imprudencia e imputar dolo. Debía también establecerse que el
conocimiento del agente sobre la situación riesgosa le permitía suponer que las
condiciones que podrían conducir a la realización de dicho resultado no estaban
bajo su control. O, en el caso de haber contado con tal suposición de controlar los
factores de riesgo, que ello obedeció a un error o estado irracional, en lugar de uno
racional, como por ejemplo cualquiera relacionado con la eficacia de las medidas
que de hecho empleó para neutralizar el peligro. Los funcionarios judiciales en
ningún momento abordaron esta clase de consideraciones, indispensables para la
estructuración del elemento cognitivo en el dolo eventual.
Sin embargo, como las instancias reconocieron, o por lo menos no descartaron, que
el acusado disparó «creyendo que el arma estaba sin municiones» 6 y que lo hizo sin
descargarla «adecuadamente»7, de suerte que obró «en forma descuidada, en forma
juguetona, en forma de retozo»8, lo cierto es que partieron de un contexto fáctico al
que no se le podía imputar una categoría distinta a la de la imprudencia consciente.
JEFFREY JOSÉ FONTALVO MONTAÑO habría entonces obrado bajo una convicción
errada, según la cual las medidas de seguridad que adoptó para descargar el
revólver (y de esta manera eliminar el peligro que su broma le representaría a la
vida de su novia) eran suficientes. Es decir, previó el peligro para el bien jurídico
pero confió en poder evitarlo. Ello encaja en el predicado normativo del artículo 23
del Código Penal.
(…)
4
Ibídem.
5
Folio 35 del cuaderno del Tribunal.
6
Folio 262 del cuaderno de juicio.
7
Ibídem.
8
Folio 35 del cuaderno del Tribunal.
formación recibida como miembro de la Policía Nacional» 9 (en palabras del cuerpo
colegiado), a la vez que «su conocimiento privilegiado de los riesgos inherentes al
manejo de armas, su manifiesto irrespeto de los deberes señalados en el decálogo
de las mismas, así como la prohibición de llevarlas a su lugar de residencia» 10.
El dolo eventual, precisa la Sala, no puede ser entendido como una simple suma de
imprudencias (o de infracciones al deber) ni tampoco la valoración aislada acerca de
un peligro que se cataloga como gravísimo o de producción inminente. Ello, en tanto
siempre será indispensable, para distinguirlo de una manera no arbitraria con la
culpa consciente, constatar que el sujeto agente carecía de la posibilidad de
representarse un control racional (aunque errado y vencible) en cuanto a los factores
de riesgo por él percibidos, dirigido a no producir el resultado.
Las instancias no abordaron este tema desde el punto de vista jurídico. Tan solo se
conformaron con asegurar que el entrenamiento que el procesado (como miembro de
la Policía Nacional) había recibido en el uso de armas de fuego, aunado a todos los
demás cuidados que debía mantener en el manejo de estas (como no llevarlas a la
casa, ceñirse a los protocolos de descarga, etc.), era suficiente para atribuirle
conocimiento de la situación riesgosa y de un eventual menoscabo del bien jurídico.
3.2.3. Desde una perspectiva volitivo normativa, no hay razón alguna para colegir
en el acusado la decisión de actuar en menoscabo del bien jurídico.
(…)
En este asunto, las instancias, por un lado, descartaron cualquier intención típica de
causar daño a la vida e integridad de la víctima. En palabras del Tribunal, «aquí no
se trata de un homicidio marcado por la intención de [quitar la vida], es claro que
JEFFREY no tenía ni desde antes ni en el momento razones para matar a su
9
Folio 34 del cuaderno del Tribunal
10
Ibídem.
compañera sentimental»11. Y, por otro lado, admitieron como posibilidad que su obrar
obedeciese a la creencia errónea de haber accionado un arma no cargada.
En esas condiciones, no era posible atribuir una decisión de obrar contra el bien
jurídico en el procesado, toda vez que dicha suposición (aunque equivocada) fue la
que le permitió confiar (imprudentemente) en la no producción del resultado. Es
decir, no tuvo la intención directa de atentar contra el bien jurídico ni tampoco dejó
la producción del resultado librado al azar, en tanto que había activado un
mecanismo de control (descargar el revólver sin seguir el procedimiento protocolario)
que de manera equivocada (y contraria al deber de cuidado) consideró suficiente
para no generar daño alguno.
JEFFREY JOSÉ FONTALVO MONTAÑO, por lo tanto, no decidió actuar contra el bien
jurídico. Simplemente, obró con la confianza de no ocasionar cualquier resultado.
Ello encaja en la categoría de la culpa con representación y no la del dolo eventual.
3.2.4. Por último, no hay motivos políticos criminales, ni relacionados con las
funciones de la pena, que devengan en necesaria la atribución subjetiva por dolo
eventual.
Condenar a JEFFREY JOSÉ FONTALVO MONTAÑO a treinta y cinco (35) años y diez
(10) meses de prisión por el homicidio de Maryiris Johana Acosta Hernández es a
todas luces innecesario, irrazonable y desproporcionado.
En segundo lugar, confirmar esa pena sería contrario a la razón, así como a la
prohibición de exceso, puesto que al procesado no podía atribuírsele dolo eventual
sino culpa con representación, conforme a lo analizado. De ahí el absurdo de
mantener la pena que le correspondería a quien obró con la intención de lesionar el
bien jurídico cuando el aquí acusado ni siquiera adoptó la decisión consciente de
dirigirse hacia tal afectación.
11
Folio 35 del cuaderno del Tribunal.