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Controlar el futuro e integrar


al otro: los presagios
de la conquista de México

Guilhem Olivier*

E
n la amplia documentación sobre los últimos años de lo que fue el im-
perio mexica, encontramos —tanto en las fuentes redactadas en lengua
náhuatl como en las que fueron escritas en español— numerosas men-
ciones de presagios, muy diversos, que anunciaban la llegada de los españoles
y la caída del reino de Motecuhzoma ii. Antes de describirlos, es importan-
te recordar que la palabra “presagio” viene del latín praesagium, que significa
“señal que indica, previene y anuncia un suceso”, pero también “especie de
adivinación o conocimiento de las cosas futuras por medio de señales”. Lo ante-
rior nos habla de los estrechos nexos entre los presagios y la práctica de la adi-
vinación; algo muy común entre los pueblos mesoamericanos, pero también
en la Europa de la época con la práctica de la astrología. Cabe añadir que los
antiguos nahuas tenían una palabra con un significado semejante, tetzáhuitl,
que el franciscano Alonso de Molina (1970: II, fol. 111r) traduce en su Voca-
bulario en lengua castellana y mexicana como “cosa escandalosa o espantosa, o
cosa de agüero”. Como lo explica Alfredo López Austin (en este volumen) los
tetzáhuitl eran “señales enviadas por dioses, por sus emisarios o por criaturas
de conductas inusitadas, que permitían a los seres humanos descubrir las de-
terminaciones de las deidades”. Además, y esta precisión me parece de suma
importancia, el destacado especialista añade que “los anuncios no sólo eran de
hechos terribles, sino que también comprendían buena fortuna y no eran fata-
les, pues permitían acciones liberadoras”.

Una multitud de presagios para anunciar la Conquista:


¿origen europeo o tradiciones prehispánicas?
Hemos mencionado ya la amplitud y la diversidad del corpus de presagios que
anunciaron la llegada de los españoles. Ahora bien, hasta donde sabemos y a
pesar de la existencia de excelentes investigaciones, no hay a la fecha un estu-
dio exhaustivo sobre el tema.1
Cometas, inundaciones, incendios inexplicables, voces misteriosas, mo-
vimientos repentinos de objetos, apariciones y desapariciones de seres disfor-

* Instituto de Investigaciones Históricas-unam.


1 Véanse, entre otros, los estudios de Durand-Forest (1968), Carrasco (1982), Baudot y Todorov (1983,
1990), Tomicki (1986), Coltson (1985), Zea (1991), León-Portilla (1991, 1992), Rozat (1992, 2002),
Fernández-Armesto (1992), Graulich (1994, 2014), Martínez Baracs (1998), Olivier (2004), Pastrana
(2004), Aimi (2002, 2009), Magaloni Kerpel (2016), Echeverría García (2018), Herman Lizarazu
(2018, 2019, 2019b).
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mes, que junto con otros acontecimientos extraordinarios


constituyen el largo listado de los llamados tetzáhuitl,
señales de la futura caída del imperio mexica (lámina
1). Muy conocidos son los que fueron registrados en ná-
huatl y en español en la obra del franciscano Bernardino
de Sahagún (1950-1982: VIII, 17-19; XII, 1-3) y de sus
colaboradores nahuas: aparición de una gran pirámide
de fuego y después de un cometa en el cielo; quema del
templo de Huitzilopochtli; destrucción del templo de Lámina 1. El segundo presagio de la Conquista fue el incendio
repentino del templo de Huitzilopochtli (Códice Florentino, 1979:
Xiuhtecuhtli por un rayo; hervor de las aguas del lago;
Lib. xii, fol. 2r) (bnah).
llanto lúgubre de una mujer; hallazgo de una grulla con
un espejo en la cabeza; aparición de personas con dos ca-
bezas; etc. (véase Berenice Alcántara, en este volumen)
(lámina 2). Asimismo, la gran mayoría de las fuentes
que tratan de la Conquista señalan, como preámbulo,
eventos excepcionales y significativos que se interpretan
a menudo como anuncios de los trágicos hechos his-
tóricos por venir. En ocasiones aparecen descripciones
detalladas —algunas de las cuales citaremos a continua-
ción—, en otros casos pueden ser breves menciones,
inclu­so en documentos aparentemente ajenos al tema
de la Conquista. Lámina 2. El octavo presagio de la Conquista fue que aparecieron
hombres de dos cabezas (Códice Florentino, 1979: Lib. VIII, fol. 13r)
Así, curiosamente, encontramos en el Códice Bor-
(bnah).
bónico (1991: 37) —un manuscrito pictográfico calen-
dárico y religioso donde fueron representadas las trece-
nas del tonalpohualli y las veintenas del xiuhpoalli— la nombraba Cihuacóatl de noche andaba llorando por las
siguiente glosa: “dios de los agüeros, que les dijo cómo calles de México y lo oían todos diciendo: ‘¡Oh hijos míos!
habían de venir los españoles a ellos, y los habían de su- ¡Guay de mí, que yo os dexo a vosotros!’”. Además esta
jetar” (lámina 3). Esta glosa aparece al lado de un perso- diosa es calificada de tetzáhuitl, es decir, es considerada
naje identificado como Cihuacóatl, “Serpiente Mujer”, como un ser prodigioso, como un mal augurio, y sus llan-
gran sacerdote y segundo gobernante del imperio mexi- tos anunciaban las guerras. Cabe precisar que la lámina
ca. A su derecha tenemos la representación del tlatoani del Códice Borbónico en la cual Cihuacóatl está pintada,
o rey mexica vestido con los atavíos de Xiuhtecuhtli, el ilustra la veintena de Izcalli, la última del calendario
dios del fuego. Abajo reza otra glosa: “dios de los maíces o anual. De manera que, al cerrar el ciclo anual plasmado
hechiceros, que les confirmó lo que éste dijo: que venían en este manuscrito, al empezar un nuevo año —yei téc-
ya a los conquistar”. patl, “3 pedernal”— e incluso un nuevo ciclo de 52 años
Resulta llamativa la presencia de la glosa que repor- (pintado en las páginas 38 y 39 del códice), el tlacuilo ubi-
ta el anuncio de la llegada de los españoles (al lado del có de manera significativa el anuncio de la llegada de los
personaje que representa a Cihuacóatl). En efecto, en la españoles y del fin del imperio mexica. En efecto, vere-
lista de presagios incluida en la obra de fray Bernardi- mos cómo estos acontecimientos fueron interpretados
no de Sahagún (1950-1982: XII, 2-3) y de sus colabora- como el fin de la era mexica y el inicio de un nuevo Sol,
dores nahuas, la sexta señal fue que “muchas veces se en el marco de una historia cíclica.
escuchaba a una mujer que iba llorando, iba gritando; por Otro testimonio poco conocido —que muestra una
la noche mucho chilla, anda diciendo: ‘Hijitos míos, ya marcada influencia occidental— aparece en un poema
por eso vamos a irnos’. Algunas veces dice: ‘Hijitos míos épico, El peregrino indiano, de Antonio de Saavedra y Guz-
adónde voy a llevármelos’” (lámina 4).2 El llanto de la mu- mán (1989: 274-281), publicado en 1599. Estamos en un
jer corresponde a la intervención de la diosa Cihuacóatl, momento crítico de la historia de la Conquista, cuando los
que Sahagún (2000: 724) describe como “el diablo que se dirigentes tlaxcaltecas estaban divididos en cuanto a la ac-
titud a adoptar ante los españoles. Opuesto a una alianza
2 Traducción de Berenice Alcántara, en este volumen. con Cortés, el gobernante Maxixcatzin decide consultar a
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Lámina 3. El rey mexica ataviado como el dios del fuego y el segundo gobernante del imperio representado como la diosa Cihuacóatl
intervienen durante la veintena de Izcalli (Códice Bor­bónico, 1991: 37) (bnah).
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Los presagios y la historia cíclica: los


Soles cosmogónicos, la alternancia
de los poderes y el recuerdo de Tollan
La influencia de modelos occidentales, tan notable en la
obra tardía de Antonio de Saavedra y Guzmán, ha sido
detec­tada también en los presagios incluidos en la obra de
Sahagún y de sus colaboradores nahuas (Fernández-­
Armesto, 1992; Rozat, 1992; Alcántara Rojas, en este
Lámina 4. Cihuacóatl, “Serpiente Mujer”, llora y anuncia
las catástrofes por venir de la Conquista (Códice Flo­ volu­men). De hecho, el franciscano Juan de Torquemada
rentino 1979: Lib. XII, fol. 2v) (bnah). (1975-1982: I, 315-324) en su famosa Monarquía indiana
menciona las profecías de la destrucción de Jerusalén en
Tlantepuzilama, “una agorera de gran reputación, indus- la obra de Flavio Josefo antes de retomar la lista de los
tria y fama, sutil, astuta y diestra hechicera” para conocer presa­gios procedente de la obra sahaguntina. Y, en efecto,
el futuro de su patria amenazada (Saavedra y Guzmán, los autores latinos o griegos reportaron acontecimientos
1989: 274). El poeta describe entonces a la hechicera en semejantes para anunciar la conquista de Roma por los ga-
una cueva, realizando —desnuda y temblando— una los, la muerte de Julio César y de otros emperadores, o la
serie de mixturas con una impresionante cantidad de toma de Jerusalén por los romanos: cometas, aparición de
ingredientes; entre ellos aparecen algunos productos au- estrellas en pleno día, incendios inexplicables, guerreros
tóctonos —tezontle negro, hierbas como el caquiztli y el peleando en el cielo, nacimientos de seres monstruosos,
quauhnenepil, hule, tabaco y chile— y sobre todo compo- voces misterio­sas que anunciaban tragedias por venir, etc.
nentes provenientes de algún recetario de hechicería eu- Es más, varias de estas obras clásicas se encontraban en la
ropea e incluso de la fértil imaginación del poeta: “sangre biblioteca del Colegio de Tlatelolco —en donde se realizó
de harpía, ojos de aves nocturnas, pelos de mico hembra el Códice Florentino—, a la cual acudían los colaboradores
malparida, sangre de niña tierna corrompida, dientes de nahuas de Sahagún que sabían latín (Mathes, 1982).
tiburón, entrañas de mujer recién casada, hiel de venado
que anda en brama, lengua de sierpe recién cortada, hier-
bas venenosas diversas [e incluso] ¡lágrimas de mujer que
tiene suegra!” (Saavedra y Guzmán, 1989: 275). Después
de untarse esta poción y de ingerir peyote, Tlantepuzila-
ma invoca a deidades paganas del inframundo —Plutón,
Ydras, Hécate, Gorgóneas, etc.— y recibe la visión del do-
minio español: “Vio por cosa evidente, clara y cierta, la su-
geción de toda aquella tierra” (Saavedra y Guzmán, 1989:
280). Después de haber sido enterado de estos presagios,
Maxixcatzin decidió aceptar la alianza con los hombres
de Castilla.
Por su nombre “Anciana con dientes de cobre”,
Tlantepuzilama nos remite al mundo indígena: en efec-
to, esta diosa telúrica aparece en crónicas en náhuatl del
siglo xvi —como en los Anales de Juan Bautista (Reyes
García, 2001)—, en una glosa del Códice Zouche-Nuttall
(1992: 76) y también en documentos coloniales de Chia-
pas del siglo xvii, e incluso en testimonios etnográficos
del siglo xx entre los mexicaneros de Durango (Olivier,
2005) (lámina 5). Por otra parte, como señala José Ru-
bén Romero Galván (1994: 120-124), Tlantepuzilama es
la heredera de hechiceras europeas como la maga Melisa
en Orlando o la bruja Ericto de Tesalia en la Farsalia de
Lámina 5. El nombre de la diosa Tlantepusilama aparece en una
Lucano, ambas agoreras consultadas en circunstancias glosa al lado de la representación de una serpiente de fuego en un có­
trágicas. dice mixteco (Códice Zouche Nuttall 1992: 76) (bnah).
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Ahora bien, la lista de presagios incluida en la obra


de Sahagún —en náhuatl y en español— presenta algu-
nos rasgos típicamente mesoamericanos, que reflejan
modelos autóctonos de concebir la historia. La mayo-
ría de los presagios de la conquista española se pueden
comparar incluso con los que anunciaron la caída de la
prestigiosa ciudad de Tollan, en donde reinaba el famoso
Topiltzin Quetzalcóatl (Aimi, 2002; Olivier, 2004; Eche-
verría García, 2018) (lámina 6).
Antes de proceder a una comparación entre los pre-
sagios del fin de Tollan y los que anunciaron la llegada de
los españoles, es fundamental considerar un ciclo mítico
de suma importancia en Mésoamérica, el que concierne
a las diferentes edades que precedieron nuestra era. Los
relatos que se conservan hablan de cuatro o cinco eras
llamadas también Soles (Graulich, 1990: 79-106) (lámi-
na 7). Cada una de las eras fue destruida por un cataclis-
mo y la última era, en la cual vivimos, se acabará con un
Lámina 6. Topiltzin Quetzalcóatl, rey de la prestigiosa ciudad de
sismo. Algunas fuentes indican en qué se fueron trans-
Tollan (Atlas de Durán, 1995: II, lám. 2) (bnah).
formando los hombres con las destrucciones: en peces
con el diluvio, en monos con el huracán, en mariposas,
perros y guajolotes con la lluvia de fuego. Cada Sol estaba les acercaban sus trabajos y persecuciones, acordándose
dominado por una deidad: así el Códice Vaticano-Latino de aquellas crueles guerras y pestilencias que tuvieron los
3738 (1996: fols. 4v-7r) representa a Chalchiuhtlicue, a tultecas sus pasados cuando se destruyeron y que lo mis-
Quetzalcóatl, a Xiuhtecuhtli y a Xochiquétzal; dioses que mo sería con ellos.
significan los elementos —el agua, el viento, el fuego y
la tierra— asociados a las eras (lámina 8). Ahora bien, Entre los distintos presagios de la Conquista, hemos
importantes datos mitológicos indican que Tezcatlipoca seña­lado brevemente la aparición de un cometa, la cual
y Quetzalcóatl se alternaban en el papel de Sol (Historia de los provocó la angustia de Motecuhzoma Xocoyotzin, quien
mexicanos por sus pinturas 1941: 212-214). La lucha de es­tas pensó que había llegado la hora de su muerte (Sahagún,
dos deidades aparece claramente en el episodio de la caída 1950-1982: XII, 2; Durán, 1967: II, 468) (lámina 10). En
de Tollan, donde Quetzalcóatl, Sol de la cuarta era, fue efecto, en estos casos, los mesoamericanos temían el dece-
derrotado por Tezcatlipoca (Graulich, 1990: 179-220; Oli- so de su gobernante (Códice Carolino, 1967: 26; Sahagún,
vier, 2004: 229-295). El quinto Sol de los mexicas fue do- 1950-1982: VII, 13). Ahora bien, uno de los primeros sig-
minado naturalmente por Huitzilopochtli, dios tutelar de nos de la caída de la capital tolteca fue la aparición de “una
este pueblo, que se confundía con Tezcatlipoca (lámina estrella [que] echó humo encima de la ciudad Tollan de tal
9); de ahí que la llegada de los españoles haya estado lógi- suerte que los toltecas se asustaron” (Chimalpahin, 1991:
camente asociada con el “regreso” de Quetzalcóatl, como 14-15). Consecuencia de las “faltas” o “pecados” de los tolte-
veremos más adelante. cas, la aparición de una estrella o de un cometa anuncia las
La gran semejanza entre los presagios que anun- catástrofes por venir (Chimalpahin, 1991: 156-157).
ciaron la caída del imperio mexica y los que precedieron Otro episodio que anunció la ruina de la capital tol-
la destrucción de Tollan, fue advertida por los contem- teca fue que el cerro Zacatépetl ardió, con llamas que se
poráneos de Motecuhzoma Xocoyotzin, como lo expre- alzaban muy alto durante la noche (Sahagún, 1950-1982:
só el cronista tezcocano Fernando de Alva Ixtlilxóchitl III, 21, 29). De la misma manera, en vísperas de la Con-
(1985: I, 450): quista, apareció en el cielo “una espiga de fuego, así como
una llama de fuego, así como la aurora. Parecía que se
Y así tenían por muy ciertas las profecías de sus pasados, erguía como si estuviera punzando el cielo. Ancha del
que esta tierra había de ser poseída de los hijos del sol, asiento, delgada de la cabeza” (Sahagún, 1950-1982: XII,
de más de las señales que hallaban en el cielo, de lo cual 1; Alcántara Rojas, en este volumen) (lámina 11). Esa ola
estaban todos con grandísima pena en considerar que se de fuego tenía pues la forma de un cerro y la validez de la
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Lámina 7. Este bloque prehispánico representa los cuatro Soles que precedieron al quinto Sol actual, el
4 Movimiento o Nahui Ollin. (Piedra de los 4 Soles).

Cat. 18. Altar, Museo Nacional de Antropología (AMNA).


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El Sol de Tierra, llamado Nahui Océlotl, “4 Jaguar”. Tezcatlipoca como Tepeyollotl, “Corazón del Cerro”,
el aspecto jaguar del Señor del Espejo Humeante. Al final de este Sol, la humanidad fue devorada por
jaguares.

Cat. 18. Altar, detalle, Museo Nacional de Antropología (AMNA).


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El siguiente Sol Nahui Ehécatl, “4 Viento”, fue representado por Quetzalcóatl en su aspecto de Ehécatl,
dios del viento. Un terrible huracán acabó con este Sol y los hombres fueron transformados en monos.

Cat. 18. Altar, detalle, Museo Nacional de Antropología (AMNA).


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El Sol Nahui Quiáhuitl, “4 Lluvia”, regido por Tláloc, dios de la lluvia y del rayo, o por Xiuhtecuhtli, el dios
del fuego. Este Sol fue destruido por una lluvia de fuego y los hombres se volvieron perros, guajolotes
y mariposas.

Cat. 18. Altar, detalle, Museo Nacional de Antropología (AMNA).


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El Sol llamado Nahui Atl, “4 Agua” fue representado con la diosa del agua Chalchiuhtlicue. Un diluvio
acabó con esta era cósmica y los hombres se transformaron en peces.

Cat. 18. Altar, detalle, Museo Nacional de Antropología (AMNA).


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Lámina 8. La diosa del agua Chalchiuhtlicue simboliza el Sol de Agua llamado nahui atl, “4 agua”, el cual concluye con un diluvio (Códice
Vaticano-latino 3738, 1996: fol. 4v)(bnah).

comparación se refuerza con las actitudes idénticas que (Córdoba, 1987: 215). Esa “sed” de víctimas sacrificiales
el cerro en llamas o la ola de fuego provocan en los espec- por parte del Sol se ilustra con la caída desde el cielo de
tadores: si en Tollan “había golpes de labios, había gritos una gran piedra de sacrificio en Tollan (lámina 13). Además
cuando se golpeaban los labios” (Sahagún, 1950-1982: III, apareció una anciana que vendía pequeñas banderas, sím-
29), en la época de Motecuhzoma la gente “hacía ruido, se bolo de sacrificio; los toltecas las compraban y se dirigían
golpeaba los labios [con las manos], se escandalizaba, ex- hacia la piedra de sacrificio para ser inmolados (Sahagún,
presaba su angustia” (Sahagún, 1950-1982: XII, 2). Esas 1950-1982: III, 29). La aparición de símbolos sacrificiales
reacciones corresponden a las que se adoptan durante los como señales de la caída de la capital tolteca tiene su pa-
eclipses de sol o los de luna. Los mesoamericanos pensa- ralelo en algunos presagios de la Conquista.
ban entonces que los dos astros luchaban entre sí y “lo te- Así, se narra cómo Motecuhzoma II mandó traer
nían por grande agüero y mala señal, a cuya causa, en es- a Tenochtitlan un gran temalácatl desde la provincia de
tos tiempos, hacían grandes sacrificios, y daban grandes Chalco, para celebrar la fiesta de Tlacaxipehualiztli, “deso-
gritos y voces y lloros, porque entendían que se llegaba el llamiento de hombres” (Durán, 1995: I, 553-556; Alvarado
fin del mundo” (Muñoz Camargo, 1984: 190). El descen- Tezozómoc, 1980: 665) (lámina 14). Esta piedra en forma
so de estrellas transformadas en criaturas maléficas, las de rueda era utilizada para el sacrificio llamado “gladiato-
Tzitzimime, listas para devorar a la humanidad era en- rio” durante el cual se colocaba un cautivo sobre ella para
tonces de temer, así como al final de los ciclos de 52 años, pelear en contra de guerreros experimentados. General-
razón por la cual se llevaba a cabo la ceremonia del Fuego mente el cautivo era herido y después sacrificado por
Nuevo, para posponer el fin de una era o Sol (Sahagún, extracción del corazón sobre el temalácatl. Ahora bien, a
1950-1982: VI, 37; VII, 2) (lámina 12). Por lo anterior, no pesar de los esfuerzos de muchos trabajadores, la piedra
sorprende la existencia de un presagio del fin del imperio elegida por Motecuhzoma se mantuvo en su lugar de ori-
mexica que se vincula con el intento fallido de encender gen y si bien permitió que la movieran, fue para dete-
el fuego nuevo durante la ceremonia de atadura de los nerse nuevamente y pronunciar la siguiente advertencia:
años (Códice Tudela, 1980: fol. 84r). “Pobres desventurados: ¿para qué trabajáis en vano? ¿No
Pero esos signos del cielo correspondían también os he dicho que no e de llegar a México?: andá, yd y decid-
a exigencias divinas. Entre los zapotecas, “si se eclipsaba le a Montecuzoma que ya no es tiempo; que acordó tarde
el sol decían que se acababa el mundo. Y que el sol pedía […] porque ya está determinada otra cosa, la cual es divina
guerra y unos a otros se mataban el que primero podía” voluntad y determinación […] avisadle que ya se le acaba
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Lámina 9. El dios mexica Huitzilopochtli


—aquí con un yelmo de colibrí—, comparte
atavíos con Tezcatlipoca, como el espejo
humeante en la sien y el pie amputado
sustituido por una xiuhcóatl, “serpiente de
fuego”.

Detalle de la parte frontal superior izquierda del


Teocalli de la Guerra Sagrada, Museo Nacional
de Antropología, Sala Mexica (AMNA).
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su mando y oficio […] á causa de que se ha querido hacer bajar del cielo un ave —en realidad era un ángel— que
mas que el mesmo Dios” (Durán, 1995: I, 556) (lámina 15). le dijo: “Ten valor y confianza; no temas pues el Dios del
Finalmente, al llegar al puente de Xoloco, a la entrada de cielo tendrá piedad de ti; y diles a los que ahora sacrifican
Tenochtitlan, la piedra se hundió en el canal y regresó a su y derraman sangre que muy pronto los sacrificios y los de-
lugar de origen. Arrepentido de su orgullo y obstinación, rramamientos de sangre terminarán y que ya están llegan-
Motecuhzoma se desplazó a la región de Chalco para vene- do los que habrán de mandar y señorear en estas tierras”.
rar el temalácatl con ofrendas y sacrificio de esclavos. El cautivo invocó al dios del cielo al ser sacrificado.
Soporte y símbolo de los sacrificios humanos, el te- Sin lugar a dudas, el tema del sacrificio humano
malácatl denuncia el orgullo del rey mexica cuyo reino ocupó un lugar prominente en la cosmovisión mesoame-
está por terminarse. Además el temalácatl representa al ricana y lo encontramos en contextos de fin de ciclo, tanto
Sol de los mexicas —de hecho el astro diurno está repre- en la época de la caída de Tollan como en vísperas de la
sentado en su parte superior— cuyo hundimiento y re- conquista española. Es más, la cuestión del sacrificio cons-
greso a su lugar de origen evoca el fin de un era cósmica. tituyó un argumento clave en la justificación de la con­
Finalmente, llama poderosamente la atención el hecho quista por parte de los españoles que consideraban esta
de que el puente de Xoloco fue precisamente el lugar del práctica ritual como de inspiración diabólica (lámina 16).
primer encuentro entre Cortés y Motecuhzoma (Saha-
gún, 1985: 456).
El regreso de Quetzalcóatl
Otro presagio vinculado con la idea de sacrificio
—pero ahora de clara inspiración cristiana— aparece en La lógica de los ciclos cósmicos explica en buena me-
la obra del franciscano Toribio de Benavente o Motoli­nía dida la concepción según la cual, con la llegada de los
(1989: 371-372): poco antes de la Conquista un cautivo a españoles, Quetzalcóatl “regresaba” para recuperar su tro-
punto de ser sacrificado sobre un téchcatl en Tlatelolco vio no usurpado por los mexicas (lámina 17). Se trata, sin lu-

Lámina 10. La aparición de un cometa anunciaba la muerte de un gobernante (Atlas de Durán 1995: I, lám. 48). bnah.
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Lámina 11. Como primer presagio de la Conquista apareció en el


cielo “una espiga de fuego, así como una llama de fuego, así como
la aurora” (Códice Florentino, 1979: Lib. XII, fol. 1r) (bnah).

gar a dudas, de un tema sumamente polémico que ha


hecho correr mucha tinta.3 Por una parte, el “regreso”
de Quetzalcóatl ha sido un argumento citado a menudo
para justificar la supuesta pasividad y la derrota de los Lámina 12. Cada 52 años se llevaba a cabo la ceremonia del Fuego
mesoamericanos ante los invasores. Por otra, algunos Nuevo para posponer el fin del Sol de Movimiento (Códice Florentino,
autores han considerado que se trataba de una inven- 1979: Lib. VII, fol. 19v) (bnah).
ción colonial o incluso de un mito forjado por Cortés
mismo para justificar la Conquista y para explicar la su- le por señor, y así se volvió; y siempre hemos tenido que
puesta entrega de su reino que le hiciera Motecuhzoma los que de él descendiesen habían de venir a sojuzgar
II. Si examinamos las fuentes, encontramos la mención esta tierra y a nosotros como a sus vasallos; y según de
del regreso de Quetzalcóatl tanto en la segunda Carta de la parte que vos decís que venís, que es do sale el sol, y
relación de Cortés como en la obra de Bernardino de Sa- las cosas que decís de ese gran señor o rey que acá os
hagún y de sus co­laboradores nahuas y en otras fuentes envió, creemos y tenemos por cierto él sea nuestro se-
redactadas en español. ñor natural, en especial que nos decís que él ha muchos
El principal testimonio y el más polémico se en- días que tenía noticia de nosotros; y por tanto, vos sed
cuentra en la famosa segunda Carta de relación de Her- cierto que os obedeceremos y tendremos por señor, en
nán Cortés (1963: 59), fechada el 30 de octubre de 1520 lugar de ese gran señor que vos decís, y que en ello no
en Tepeaca. El conquistador transcribe un discurso que habrá falta ni engaño alguno, y bien podéis en toda la
hubiera pronunciado Motecuhzoma durante el primer tierra, digo que en la que yo en mi señorío poseo, man-
encuentro con los españoles, cuando todos se encontra- dar a vuestra voluntad, porque será obedecido y hecho; y
ban en su palacio: todo lo que nosotros tenemos es para lo que vos de ello
quisiéredes disponer.
Muchos días ha que por nuestras escripturas tenemos
de nuestros antepasados noticia que yo ni todos los que El segundo discurso —pronunciado, según Cortés (1963:
en esta tierra habitamos no somos naturales de ella sino 74), frente a “todos los señores de las ciudades y tierras
extranjeros, y venidos a ella de partes muy extrañas; y te- allí comarcanas”— fue muy parecido al primero pero con
nemos asimismo que a estas partes trajo nuestra genera- algunos detalles añadidos. Motecuhzoma hubiera men-
ción un señor cuyos vasallos todos eran, el cual se volvió cionado de nuevo al “Señor” que los trajo de tierras leja-
a su naturaleza, y después tornó a venir dende mucho nas y después se fue y que, cuando regresó, no lo qui­
tiempo, y tanto, que ya estaban casados los que habían sieron seguir ni aceptar como soberano: “y dejó dicho
quedado con las mujeres naturales de la tierra y tenían que tornaría o enviaría con tal poder, que los pudiese
mucha generación y hechos pueblos donde vivían, y que- constreñir y atraer a su servicio. E bien sabéis que siem-
riéndolos llevar consigo, no quisieron ir ni menos recibir- pre lo hemos esperado”. Después de asegurar que los re-
cién llegados eran los enviados de este señor, el tlatoani
añadiría que si bien “nuestros predecesores no hicieron
3 La bibliografía al respecto es sumamente amplia: véanse, entre otros
estudios, León-Portilla (1974); Carrasco (1982); Graulich (1994); Nicholson
lo que a su señor eran obligados, hagámoslo nosotros, y
(2001); Aimi (2002, 2009); Townsend (2003), Restall (2018). demos gracias a nuestros dioses porque en nuestros
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Lámina 13. Uno de los presagios del fin de Tollan, fue la caída de un téchcatl que simboliza el inicio de
los sacrificios humanos con los desafortunados toltecas.
Este téchcatl se usaba como soporte para los sacrificios humanos. Tiene el glifo de jade, chalchíhuitl,
que simboliza la sangre vertida durante el rito sacrificial.

Cat. 12. Téchcatl, Museo Nacional de Antropología (AMNA).


Cuatro relieves prácticamente idénticos recubren la superficie exterior de la pieza.
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Lámina 14. Los temalácatl se utilizaban en el sacrificio “gladiatorio”. Esculturas como éstas representan
al Sol de los mexicas cuyo hundimiento y regreso a su lugar de origen evoca el fin de una era cósmica y
de los sacrificios humanos con la llegada de los españoles. Puede apreciarse en su parte superior una
representación del Sol (AMNA).
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Lámina 15. El intento fallido por parte de Motecuhzoma II de traer un nuevo temalácatl a Tenochtitlan manifiesta el orgullo culpable del
tlatoani mexica y anuncia el fin próximo de los sacrificios humanos (Atlas de Durán, 1995: I, lám. 32) (bnah).

tiempos vino lo que tanto aquellos esperaban”. Sigue una ron a los españoles barbudos —con sus caballos y sus
orden del rey de obedecer a los españoles y de entregarles cañones— en la costa de Veracruz, López de Gómara
“los tributos y servicios que hasta aquí a mí me hacíades”. (1965-1966: II, 56) comenta: “y de las naos decían que
Cortés (1963: 74-75) describe enseguida cómo venía el dios Quetzalcóatl con sus templos a cuestas,
que era dios del aire que se había marchado y esperaban
después de algo sosegadas sus lágrimas, respondieron su vuelta” (lámina 18). Testimonio valioso en verdad por-
que ellos lo tenían por su señor, y habían prometido de que —a diferencia de las cartas de Cortés— aparece aquí
hacer todo lo que les mandase; y que por esto y por la razón claramente el nombre del dios y la idea según la cual se
que para ello les daba, que eran muy contentos de lo ha- esperaba su regreso, que se cumplió con la llegada de los
cer; y que desde entonces para siempre se daban ellos por conquistadores.
vasallos de vuestra alteza […] Lo cual todo pasó ante un es- En la Historia general de las cosas de la Nueva España
cribano público, y lo asentó por auto en forma, y yo pedí de fray Bernardino de Sahagún (2000: 1163), en el capítu-
así por testimonio en presencia de muchos españoles. lo 2 del Libro XII, intitulado “De los primeros navíos que
aportaron a esta tierra, que según dicen fue Juan de Gri-
Según estos dos discursos, después de reconocer en los jalva”, se describe a los administradores de Motecuhzo-
recién llegados a los enviados de este “Señor” que los tra- ma que se encontraban en la costa. Al avistar las naves
jo a estas tierras, Motecuhzoma entregó su reino a Cortés, españolas, se acercaron con sus canoas y, según el texto
incluso, durante el segundo discurso, en presencia de “to- en náhuatl, “cuando estuvieron cerca de los españoles, al
dos los señores de las ciudades y tierras allí comarcanas”. momento frente a ellos hicieron la ceremonia de tocar la
Si bien no aparece el nombre de Quetzalcóatl en estos tierra y los labios, estando a la punta de su barca. Tuvie-
discursos, se destaca el (indudable) origen “extranjero” de ron la opinión de que era Nuestro Príncipe Quetzal-
los mexicas y se describe a este “Señor” cuya salida y re- cóatl que había venido” (Sahagún, 1975: 738). La versión
greso pueden equipararse con algunos episodios del ciclo española del Códice Florentino agrega: “al cual estaban y
mítico del rey de Tollan, Topiltzin Quetzalcóatl. están esperando, según parece en la historia deste
Los testimonios de Cortés fueron difundidos y mo- dios” (Sahagún, 2000: 1163). Cuando fue enterado de la
dificados por su capellán, Francisco López de Gómara, llegada de Cortés, Motecuhzoma dijo: “Mira que me han
cuya Historia de la conquista de México, fue publicada en dicho que ha llegado nuestro señor Quetzalcóatl. Id y re-
1552. Acerca de las reacciones de los indios cuando vie- cebilde, y oíd lo que os dixere con mucha diligencia […]
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Lámina 16. La práctica del sacrificio humano es condenada y atribuida a la


influencia del Diablo (Códice Florentino 1979: Lib. VIII, fol. 34v) (bnah).

Lámina 17. Según la lógica de la alternancia de los ciclos


cósmicos, con la llegada de los españoles, Quetzalcóatl
“regresaba” para recuperar su trono usurpado por los me­xicas.

Cat. 16. Figurilla de dios Ehécatl, Museo Nacional de An­tro­


pología (AMNA).
Ehécatl era una de las advocaciones de Quetzacóatl en su
calidad del dios del viento.

Páginas 64-65: vista de la exposición Tetzáhuitl. Los presagios


de la conquista de México (JSP).
65
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Veis aquí estas joyas que le presentéis de mi parte, que mencionada por Cortés —por lo menos en el segundo
son todos los atavíos sacerdotales que a él le convienen” discurso— tenga algún fundamento.
(Sahagún, 2000: 1167) (lámina 19).  Se describen tam-
bién, con sumo detalle, los atavíos de Quetzalcóatl (dos
Tezcatlipoca y los presagios: el espejo
juegos), de Tezcatlipoca y de Tláloc que se iban a ofrecer
revelador del destino
a Cortés. Según la versión en náhuatl, el tlatoani ordena a
sus emisarios: “Id, no os demoréis. Haced acatamiento En vista de la alternancia entre Quetzalcóatl y Tezcatlipo-
a nuestro señor el dios. Decidle: ‘Nos envía acá tu lugar- ca como Soles, entendemos mejor la presencia del “Señor
teniente Motecuhzoma. He aquí lo que te da en agasajo al del Espejo Humeante” y de sus símbolos en las fuentes
llegar a su morada de México’” (Sahagún, 1975: 741). indígenas que narran la conquista de México. De hecho,
Otras fuentes españolas son confusas o están mar- en el Libro XII del Códice Florentino, los colaboradores
cadas por una visión cristiana que llega a identificar a nahuas de Bernardino de Sahagún (1950-1982: XII, 33-
Quet­zalcóatl con un misionero o con un santo.4 Ahora bien, 35) relatan un acontecimiento espectacular ocurrido poco
destacados especialistas consideran que la mayoría de estas después del arribo de los conquistadores (lámina 21).
fuentes son fidedignas al establecer la existencia, en la Para contrarrestar la progresión de las huestes de Cortés
época prehispánica, de la idea según la cual se esperaba hacía Mexico-Tenochtitlan, Motecuhzoma envió a unos
el regreso de Quetzalcóatl.5 Por una parte, los discursos brujos o hechiceros con el propósito de ejercer sus artes
atribuidos a Motecuhzoma II en las Cartas de relación de mágicas en detrimento de los invasores:
Cortés también han sido reportados por otros testigos:
Francisco de Aguilar y Bernal Díaz del Castillo mencio- No más fue que cierto borracho con ellos tropezó en el
nan el primer discurso de Motecuhzoma, mientras que el camino […] La forma en que lo vieron: como un hom-
propio Díaz del Castillo y Andrés de Tapia mencionan bre de Chalco […] Estaba como borracho, se fingía ebrio,
el segundo. Además, durante el juicio de residencia de simulaba ser un beodo […] Y no hizo más que lanzarse
Cortés en 1529, algunos testigos —en particular un con- hacia los mexicas y les dijo: “¿Qué cosa es la que queréis?
quistador llamado Francisco Flores— hablan del famoso ¿Qué es lo que procura hacer Motecuhzoma? ¿Es que aun
discurso del tlatoani mexica (Thomas, 2010: 699-701). ahora no ha recobrado el seso? ¿Por qué en vano habéis
Por otra parte, como vimos más arriba, la concepción del venido a parar aquí? ¡Ya México no existirá más! ¡Con esto
regreso de una deidad era conforme a la concepción cícli- se le acabó para siempre! Dirigid la vista a México. ¡Lo
ca del tiempo que fundamentaba la cosmovisión mesoa- que sucedió, ya sucedió!” Luego vinieron a ver, vinieron
mericana. De acuerdo con este esquema, Tezcatlipoca y a fijar los ojos con presura. Ardiendo están los templos
Quetzalcóatl alternaban como Soles de las distintas eras todos, y las casas comunales, y los colegios sacerdotales,
cósmicas y, en vísperas de la Conquista, los mexicas vi- y todas las casas en México. Y todo era como si hubiera
vían bajo el Sol o la era dominada por su deidad tutelar batalla. Y cuando los hechiceros todo esto vieron, dijeron:
Huitzilopochtli, estrechamente vinculada con Tezcatli- “No tocaba a nosotros ver esto: al que le tocaba verlo era
poca; de manera que la asociación de la llegada de los a Motecuhzoma. No era cualquier ése… ¡ése era el joven
españoles con el regreso de Quetzalcóatl para derrotar el Tezcatlipoca!” (Sahagún, 1956: IV, 102-103).
poder de Huitzilopochtli-Tezcatlipoca era perfectamente
lógica, tanto más que el año 1 Caña (1519) —precisamen- Esta larga cita presenta una extraordinaria visión anticipa-
te cuando llegaron los conquistadores— era el nombre da del apocalipsis que va a sufrir la capital mexica (lámina
calendárico de la “Serpiente Emplumada” que correspon- 22). Tezcatlipoca se manifiesta una vez más como el dios
día a su fecha de nacimiento (Sahagún, 1950-1982: IV, que revela el destino funesto de los seres y de las eras,
29; Códice Telleriano-Remensis, 1995: fol. 22r) (lámina 20). aparece huyendo de los españoles, es decir, en el papel del
Por lo anterior, cabe la posibilidad de que Motecuhzoma dios cuya era se termina con la llegada de Quetzal­cóatl, el
II haya estado angustiado por este “regreso” de Quetzal- nuevo Sol (Olivier, 2000, 2004). Recordemos que Que­
cóatl, cuyo trono el rey mexica ocupaba “solamente por tzalcóatl se emborrachó en Tollan cuando Tezcatlipoca le
un tiempo” y que la “entrega” de su reino a los españoles dio a beber pulque, lo cual desencadenó la huida del so-
berano tolteca y el inicio de la era mexica (lámina 23). En
4 Un buen resumen y balance de estas fuentes aparece en Nicholson otro episodio de la gesta tolteca, Quetzalcóatl se espantó
(2001).
5 Por ejemplo, León-Portilla (1974), Carrasco (1982), Graulich (1994) y cuando Tezcatlipoca presentó un espejo ante él. Anciano
Nicholson (2001). —como un Sol en el ocaso— el rey de Tollan observó su
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Lámina 18. En los textos en lengua náhuatl que narran la Conquista —la famosa “visión de los vencidos”—, los españoles recién llegados
son llamados teteo, “dioses” (Atlas de Durán, 1995, I, lám. 33) (bnah).

destino en el espejo negro del dios hechicero por excelen-


cia (Olivier, 2004).
Además de formar parte de su nombre, el espejo
(tezcatl) de Tezcatlipoca constituía un poderoso instru-
mento de adivinación, así como un símbolo del poder
real (lámina 24). En efecto, al momento de su entroniza-
ción, el tlatoani mexica recibía un espejo con el cual podía
co­nocer el destino de sus súbditos y también recibir las ór­
denes de Tezcatlipoca, uno de los dioses patronos de los
re­yes. Recordemos el presagio de la grulla con un espejo Lámina 19. El tlatoani mexica Motecuhzoma II identificó a los es­
sobre la cabeza, en el cual Motecuhzoma pudo ver a los pañoles recién llegados como enviados de Quetzalcóatl (Sahagún
españoles cabalgando “sobre venados” (lámina 25). El es- 1993: fol. 51v) (bnah).
pejo de obsidiana anuncia el futuro, y su dominio por
parte de dioses y reyes indica quién ostenta el poder. En el habría sido comparado con un astro declinante. Si los es-
mismo sentido puede ser interpretada una anécdota, a pañoles se sorprendieron por el parecido entre Quintalbor
primera vista extraña, que ha sido consignada por Bernal y su jefe, Cortés no se preocupó demasiado por el intento
Díaz del Castillo (1988: 97-98). Cuando Cortés y sus de Motecuhzoma de confrontarlo con su propia imagen.
hombres se encontraban en San Juan de Ulúa, Motecuh- El papel del espejo como revelador del futuro aparece
zoma le envió cien hombres encargados de entregarle también en un episodio significativo que ocurrió cuando
unos presentes. Uno de los señores que los dirigía —un los españoles ya habían entrado en el recinto sagrado de
tal Quintalbor— era “un gran cacique mexicano, y en el México-Tenochtitlan. En este momento, Tetlepanquétzal
rostro, facciones y cuerpo se parecía al capitán Cortés, y —el rey de Tlacopan, poseedor de un espejo—, se reunió
adrede lo envió el gran Montezuma […] y como parecía a con Cuauhtémoc, acompañado de grandes dignatarios en
Cortés, así le llamábamos en el real Cortés allá, Cortés la gran pirámide doble dedicada a Huitzilopochtli y a Tlá-
acullá”. Según la brillante interpretación de Michel Grau- loc­. Después de que Tetlepanquétzal hubo pronunciado
lich (1994: 306-307), el rey mexica esperaba reproducir un conjuro, el espejo se oscureció y sólo una pequeña
así el episodio del espejo que acabamos de comentar a parte de su superficie permaneció visible. Los participan-
propósito de Quetzalcóatl en Tollan. Confrontado a su tes no distinguieron ahí sino a algunos hombres del pueblo
imagen-reflejo, Cortés, al igual que el viejo rey de Tollan, (“pocos maceguales”). El rey de Tlacopan exclamó llorando:
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Lámina 20. La fecha de la llegada de los conquistadores en un año 1 Caña (1519) correspondía al nombre
calendárico de Quetzalcóatl, “Serpiente Emplumada”, Ce Ácatl.

Cat. 17. Escultura de Serpiente Emplumada con fecha 1 Caña, Museo Nacional de Antropología (AMNA).
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“Digamos al Señor —que era Cuauhtémoc— que nos ba-


jemos porque á México hemos de perder”. Sin embargo,
desde antes de enfrentarse a la terrible sentencia del es-
pejo, el último soberano mexica se ha­bía desmayado (Pro-
cesos de indios idólatras y hechiceros, 1912: 180-182).
Ahora bien, volvemos a encontrar a los mismos per-
sonajes en 1524. Cortés había abandonado el Altiplano
Central encabezando una expedición que se dirigía hacia
Honduras, con el fin de sofocar la rebelión de Cristóbal
de Olid. Temiendo una sublevación indígena en su ausen­
cia, Cortés consideró adecuado llevar con él a los an­tiguos
reyes de México y Tlacopan. Al enterarse de que éstos
Lámina 21. Tezcatlipoca, como chalca ebrio, condena el orgullo de Mo­
urdían un complot contra los españoles, Cortés los hizo tecuhzoma II y anuncia la destrucción de Tenochtitlan ante los enviados
colgar, pero perdonó a sus cómplices. Esta estratagema del rey mexica (Códice Florentino, 1979: Lib. XII, fol. 18v) (bnah).
utilizada por el maquiavélico conquistador debía asegu-
rarle la temerosa fidelidad de los sobrevivientes: vinización de los españoles. Aceptada por especialistas,
quienes explican de esta manera la supuesta pasividad y
ellos quedan de tal manera espantados, porque nunca la derrota de los mesoamericanos ante los castellanos, la
han sabido de quién lo supe, que no creo se tornarán a divinización de los conquistadores ha sido rechazada de
revolver, porque creen que lo supe por algún arte, y así manera vehemente por otros estudiosos,6 los cuales con-
piensan que ninguna cosa se me puede esconder. Porque sideran “denigrante” pensar que los indios hayan podido
como han visto que para acertar cualquier camino mu- dejarse engañar de esta forma.
chas veces sacaba una carta de marear y una aguja, han Para tratar de rebasar este tipo de planteamientos,
dicho a muchos españoles que por allí lo saqué, y aun a examinaremos a continuación las fuentes que docu-
mí me han dicho algunos de ellos, queriéndome hacer mentan la identificación de los españoles con dioses, y
cierto que tienen buena voluntad, que para que conozca en primer lugar los escritos en lengua náhuatl. En efec-
sus buenas intenciones, que me rogaban mucho mirase to, en ellos los invasores son designados con el término
el espejo y la carta, y que allí vería cómo ellos me tenían téotl (o teteo, en plural), generalmente traducido como
buena voluntad, pues por allí sabía todas las otras cosas; “dios” (Molina, 1970: II, fol. 101r). Empecemos con los
yo también les hice entender que así era la verdad, y que Anales de Tlatelolco (1999: 42-45, 140-143, 148-149), un
en aquella aguja y carta de marear veía yo y sabía y se me documento de los años 1550. En estos anales encontra-
descubrían todas las cosas (Cortés, 1963: 263). mos las expresiones “téotl”, “téotl Capitán”, “téotl Capitán
Marqués” y “téotl Marqués” para referirse a Hernán Cortés.
Hábilmente, Hernán Cortés supo sacar provecho de las Al rey de Castilla se le llama huey teoutl tlatohuani Casti-
concepciones indígenas. El conquistador pretendió ha- llan, “gran dios rey de Castilla” (Anales de Tlatelolco, 1999:
berse enterado del complot en su contra gracias a su brú- 40-41). En cuanto a los conquistadores, ellos son llama-
jula, identificada por los mexicas como un “espejo reve- dos teteo, e incluso teteo soldatosme (Anales de Tlatelolco,
lador” (lámina 26). Como vimos líneas atrás, además de 1999: 44-45).
su función adivinatoria, el espejo era un símbolo de au- Recopilados en 1555, los testimonios incluidos en
toridad real y el tlatoani mexica poseía uno otorgado por el Libro XII del Códice Florentino nos hablan del primer
Tezcatlipoca; de manera que, ante los ojos de los mexicas contacto con la expedición de Juan de Grijalva: ante Mote-
y sin saberlo, Cortés era identificado con Tezcatlipoca, o cuhzoma, sus enviados se refirieron a los recién llegados
por lo menos como su elegido. diciendo: “Fuimos a ver a nuestros señores, los dioses (in
teteu), en medio del agua” (Sahagún, 1950-1982: XII, 6).
Con la llegada de Cortés, los emisarios del tlatoani se di-
El problema de la divinización
rigieron por primera vez al capitán de esta manera: “Que
de los españoles
el dios se digna escuchar ya que su vasallo Motecuh­zoma
Si bien la llegada de Cortés y de sus huestes ha sido asi- que cuida México le dice: El dios ha sufrido, está cansado
milada al regreso de Quetzalcóatl, es imprescindible, en
este contexto, abordar el debate en torno a la posible di- 6 Restall (2003) y Townsend (2003), por ejemplo.
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Lámina 22. La visión de Tenochtitlan en llamas anuncia la derrota de


los mexicas y la destrucción de su capital (Códice Florentino, 1979:
Lib. XII, fol. 20r) (bnah).

del viaje” (Sahagún, 1950-1982: XII, 15). Cuando regresa-


ron a Tenochtitlan para informar al rey de su encuentro
con los españoles, los emisarios tenochcas fueron reci­ Lámina 23. Bajo el aspecto de un anciano Tezcatlipoca emborrachó
bidos con un ritual especial: fueron rociados con la sangre a Topiltzin Quetzalcóatl en Tollan, transgresión que desenca­denó su
huida de la capital tolteca y el fin del cuarto Sol (Códice Florentino,
de cautivos sacrificados (lámina 27). Los colabo­ra­dores na- 1979: Lib. III, fol. 12r) (bnah).
huas de Sahagún explicaron que “Por esta razón lo hicie-
ron: viajaron por lugares muy peligrosos; y fueron a ver,
vieron las caras y las cabezas y hablaron realmente con fenómeno, por ejemplo, Alonso de Zorita (1999: I, 203),
los dioses” (Sahagún, 1950-1982: XII, 18). Para conocer que menciona cómo los indios, “cuando desembarcaron
los gustos de los recién llegados Motecuhzoma les mandó decían que eran muchos dioses esto decían por los espa-
distintos tipos de comidas, entre ellas comida salpicada ñoles y en su lengua decían miequeteteuth [miec teteo,
con sangre de cautivos sacrificados, lo cual provocó reac- muchos dioses]”.
ciones de asco por parte de los españoles. El texto náhuatl Ahora bien, no cabe duda de que los españoles pen-
revela los motivos de la actuación del tlatoani mexica: saban beneficiarse de esta identificación divina, como lo
“Motecuhzoma lo hizo porque los tomó por dioses, los revela fray Toribio de Benavente o Motolinía (1971: 171):
consideró como dioses, los veneró como dioses. Fueron
llamados y les dieron el nombre de dioses que vinieron A los españoles llamaron tetehuv, que quiere decir dioses,
del cielo, y los negros fueron llamados dioses sucios” (Sa- y los españoles corrompiendo el vocablo decían teules, el
hagún, 1950-1982: XII, 21) (lámina 28). cual nombre les duró más de tres años, hasta que dimos
Por último, en el Códice Aubin, fechado en 1576, a entender a los indios que no había más de un solo Dios
Motecuhzoma utiliza el término téotl cuando se dirige y que a los españoles los llamasen cristianos, de lo cual
a Cortés para solicitar el permiso de celebrar la fiesta de algunos españoles necios se agraviaron y quejaron, y in-
Tóxcatl (Códice Aubin, 1963: 54). Encontramos también dignados contra nosotros decían que les quitábamos su
la expresión yn imaçavan yn teteo, “los venados de los dio- nombre, y esto muy en forma, y no miraban los pobres de
ses” para referirse a los caballos de los españoles (Códice entendimiento que ellos usurpaban el nombre que a solo
Aubin, 1963: 57). Dios pertenece; después que fueron muchos los indios
Si pasamos ahora a las fuentes redactadas en espa- bautizados, llámanlos españoles.
ñol, encontramos un testimonio temprano —esto para
contradecir a algunos especialistas que consideran que A este nivel de la discusión, es indispensable plantear la si­
la divinización de los conquistadores es un fenómeno guiente pregunta, la cual nos parece esencial y, hasta donde
tardío y manipulado por los invasores mismos— en un sabemos, pocas veces ha sido considerada: ¿cuál era la con-
proceso por idolatría fechado en 1539, en el cual un tes- cepción de dios que tenían los antiguos nahuas? ¿Acaso
tigo afirmó que “habían de llegar los dioses, que así lla- compartían con los españoles la misma concepción cristia-
maron a los cristianos” (Procesos de indios idólatras y he- na de la deidad? Es solamente al tratar de contestar esta
chiceros, 1912: 183). Otros autores dan cuenta del mismo interrogante cuando podremos intentar entender por qué
Lámina 24. Poderoso instrumento de adivinación asociado a Tezcatlipoca, el espejo (tézcatl) es también
un símbolo del poder real.

Espejo de obsidiana, Museo Nacional de Antropología, Sala Mexica (AMNA).


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Lámina 25. Motecuhzoma II observa la llegada de los conquistadores montados sobre “venados” en un espejo colocado en la cabeza de una
grulla (Códice Florentino, 1979: Lib. VIII, fol. 12v) (bnah).

los mesoamericanos —e incluso otros pueblos amerin- Códice Florentino, tanto más que se trataba de la descrip-
dios— “divinizaron” a los europeos. ción de un término en el cual se utilizaba una nomencla-
El tema es sumamente complejo y una vez más tura divina, acerca de un material que suscitaba la codicia
vamos a acudir a la amplia obra de fray Bernardino de desenfrenada de sus paisanos. ¿Vergüenza de Sahagún
Sahagún y de sus colaboradores nahuas para acercarnos ante las consecuencias trágicas del apetito de los con-
a la noción nahua de téotl. En efecto, una de las mayores quistadores por el oro? Sea como fuere, los colaboradores
preocupaciones del franciscano fue sin duda delimitar el nahuas explican que el nombre teucuitlatl no está relacio-
concepto de téotl para los nahuas y adecuarlo a un modelo nado con el concepto de dios —que llaman jpalnemoani,
cristiano (Olivier, 2019). “Aquel por quien se vive”—, sino con el de sol, Tonatiuh,
Por ejemplo, acerca de la palabra teoatl, “mar”, Sa- en tanto que al único dios, al verdadero dios —in jcel teutl,
hagún precisa que este término “no quiere decir ‘dios del in nelli teutl— todavía no lo conocían y que muchos dio-
agua’ ni ‘diosa del agua’, sino quiere decir ‘agua maravi- ses (mjequjntin teteu) eran venerados. Además, al asumir
llosa en profundidad y grandeza’” (Sahagún, 2000: 1134). que el término Ipalnemoani se aplicaba al dios cristiano,
En la parte náhuatl del Códice Florentino los prudentes los colaboradores nahuas despojan de su sentido divino
colaboradores del franciscano retoman la misma inter- la palabra téotl aplicada al dios solar; en otras palabras,
pretación: “es llamada teuatl, no que es un dios, solamen- presentan esta apelación del sol como un simple fenóme-
te significa maravilloso, una gran maravilla” (Sahagún, no léxico, desprovisto de connotaciones sagradas.
1950-1982: XI, 247). Otro ejemplo del uso de la palabra Los esfuerzos de Sahagún (2000: 983) para delimi-
téotl como prefijo aparece en el Libro XI, en el cual los tar los significados de la palabra téotl se manifiestan tam-
nahuas describen el oro, coztic teucujtlatl (lámina 29): bién en el prólogo al Libro XI:

Lo llaman “el excremento del Sol”; es muy amarillo, Será también esta obra muy oportuna para darlos a en-
muy maravilloso, como el ámbar, como oro fundido. tender el valor de las criaturas, para que no las atribu-
Así aparece el nombre “oro”, viene de esto. No viene de yan divinidad; porque a cualquiera criatura que vían ser
Dios [jpalnemoani]. Se dice que es el sol, ya que el úni­ iminente em bien o en mal, la llamaban téutl; quiere
co Dios [jcel teutl], el verdadero Dios [nelli teutl] todavía decir “dios”. De manera que al Sol le llamaban téutl por
no se conocía, muchos dioses eran venerados. Y sol era su lindeza: al mar también por su grandeza y ferocidad.
realmente el nombre de un dios [teutl]. Se decía: “El dios Y también a muchos de los animales los llamaban por
se levanta; el dios está en medio; aquí está el dios; el dios se este nombre por razón de su espantable disposición y
apoya en un lado; el dios entra” (Sahagún, 1950-1982: braveza. Donde se infiere que este nombre téutl se toma
XI, 233). en buena y en mala parte. Y mucho más se conoce esto
cuando está en composición como en este nombre, teu-
Ignoramos por qué Sahagún no consideró necesario tra- piltzintli, “niño muy lindo”, teupiltontli, “muchacho muy
ducir o comentar este fragmento en la parte española del travieso  o malo”. Otros muchos vocablos se componen
74

Piedra de la Coronación de Motecuhzoma II (Piedra de los Cinco Soles), mexica, 1503, basalto,
55.9 × 66 × 22.9 cm, The Art Institute of Chicago.
75
76

desta misma manera, de la significación de los cuales se


puede conjeturar que este vocablo téutl quiere decir “cosa
estremada en bien o en mal”.7

De esta manera, Bernardino de Sahagún documenta —y


descalifica— los diversos elementos calificados de “divi-
nos” por los nahuas, a los cuales añade también los reyes
difuntos, los cuales “engañaban” a los indios para hacerse
obedecer (Sahagún, 2000: 974-975). A la vez, el francis-
cano —y con él otros religiosos— se apropiaron del tér-
mino náhuatl téotl para designar al dios cristiano. Así, en
los Coloquios de los doce, Sahagún (1986: 174-175) explica Lámina 27. Sacrificio de cautivos ante los embajadores mexicas
—supuestamente en palabras de los doce primeros fran- que presenciaron la llegada de los españoles, de los “teteo” (Códice
Florentino, 1979: Lib. XII, fol. 10r) (bnah).
ciscanos ante los sacerdotes nahuas atónitos—, que los
indios no conocían a Ipalnemoani, a Tloque Nahuaque,
al verdadero Dios, al nelli téotl: “En verdad todos aquellos rar que esta breve lista de atributos definía de alguna ma-
a los que habéis tenido por dioses, ninguno de ellos es nera ya fuera la esencia o bien los rasgos más destacados
Dios, ninguno es el Dador de la vida, porque todos son que los nahuas atribuían a estos dioses (lámina 31). Otros
diablos”. Utilizando la misma nomenclatura que se apli- comentarios revelan importantes concepciones indíge-
caba a la deidad suprema nahua y a Tezcatlipoca, los frai- nas como la identificación de deidades con elementos
les asentarían que “el [Ipalnemoani, Tloque Nahuaque] naturales definidos como esencia de sus propios cuerpos:
es en verdad Dios” (Sahagún, 1986: 164-165), es decir, ¡el el agua para Chalchiuhtlicue, el maíz para Chicomecóatl,
dios de los conquistadores! la resina del pino para Tzapotlan tenan, etc. (Sahagún,
Ahora bien, las concepciones indígenas acerca de 1950-1982: I, 13, 17, 20). Las deidades eran también aso-
los dioses se reflejan sin duda en ciertos materiales en ciadas con pueblos o con categorías sociales específicas,
lengua náhuatl recopilados por el franciscano, por ejem- por ejemplo, Macuilxóchitl y Xochipilli, ambos “señor de
plo, en los himnos sacros —que por cierto Sahagún no la gente de los palacios”, Opochtli, “dios de la gente del
tradujo— en rezos, así como en fragmentos diversos. Es agua”, Xipe Tótec, “dios de la gente de la costa, el propio
de lamentar que el pequeño apartado “en donde se nom- dios de los zapotecos”, Yacatecuhtli, “dios de los mercade-
bran los atributos (tlamilo) de los dioses” de los Primeros res”, etc. (Sahagún, 1950-1982: I, 31, 37, 39, 41).
Memoriales (Sahagún, 1997: 121-123), no haya sido des­ Más allá de estos calificativos en los que se utiliza
arrollado en el Códice Florentino. Se trata de muy breves la palabra téotl, un estudio profundo de las concepciones
definiciones aplicadas a deidades, por ejemplo acerca de indígenas de los dioses tendría que abarcar el análisis de
Huitzilopochtli, se dice “Nutre a la gente. Hace rica a la otros términos nahuas relacionados, como ixiptla, “re-
gente. Hace saludable a la gente. Hace reyes a la gente. Es presentante, imagen”; yohualli ehécatl, “viento nocturno”,
colérico con la gente. Mata a la gente”; lo cual correspon- que se vincula con la invisibilidad de los dioses; tetzáhuitl,
de muy bien a la visión dual, a la vez positiva y negativa “señal, augurio”, que califica a menudo a deidades como
que los antiguos mexicanos tenían de sus dioses (lámina Huitzilopochtli y Tezcatlipoca; mahuíztic que expresa el
30). Para otros númenes, aparecen frases simples como temor y el respeto, etc. (López Austin, 1973, 1990; Grau-
“Llueve. Truena. Golpea con el rayo” en el caso de Tláloc. lich, 1994; Olivier, 2004; Basset, 2015).
Los demás dioses son designados con una sola palabra, El tema de la divinización de los españoles adquiere
“Sangre” para Atlahua, “Adulterio” para las Cihuateteo, otros significados a la luz de lo que acabamos de analizar
“Fuego” para Ixcozauhqui, “Pulque” para ocho distintos respecto a las connotaciones de la palabra téotl. En efecto,
dioses de esta bebida embriagante, etc. Se puede conside- los que consideran denigrante la idea según la cual los
mesoamericanos divinizaron a sus conquistadores, no to-
7
maron en cuenta dos elementos: en primer lugar, el cam-
Por cierto, sorprende el ejemplo de composición que eligió Sahagún;
en efecto, parecería que la diferencia de sentidos entre teopiltzintli y po semántico de la palabra téotl era muy amplio, como
teopiltontli se deba más a las connotaciones positivas y negativas de los acabamos de ver; en segundo lugar, la percepción que los
sufijos utilizados —tzintli y tontli en estos casos— que a la supuesta
valencia semántica de teo (Garibay, 1978: 54-55); según Garibay (1978:
mesoamericanos tenían de sus dioses era muy diferente
55), piltzintli significa “venerable hijito” y piltontli “hijuelo, hijillo”. a la concepción cristiana de la deidad.
77

No faltaban motivos para identificar como teteo a de los mesoamericanos ante los invasores divinizados.
los recién llegados: el hecho de surgir desde el mar, teoatl, Rezos, ofrendas, sacrificios y autosacrificios, sueños, es-
“agua divina”, de llevar barbas como el dios solar (téotl), tados alterados de conciencia, etc., constituyen las vías
de vestir ropas extrañas —además de sus naves, sus caba- que siguieron los mesoamericanos para comunicarse con
llos­­y sus armas—, los convertían en seres excepciona­les sus dioses. Tanto la extrema atención a las influencias de
que cabían perfectamente en la categoría de teteo. Otro los días como los rezos, ilustran a la vez el respeto, la hu-
posible argumento, la identificación de los españoles mildad y el miedo ante las divinidades. Todo esto contribu­
como enviados de Quetzalcóatl, de quien los toltecas de- yó a la idea según la cual las vidas de los mesoamericanos
cían: “Solamente hay un dios, es llamado Quetzalcóatl” estaban predeterminadas por los dioses. En realidad, las
(Sahagún, 1950-1982: X, 169) (lámina 32). Además, si nociones de intercambio y de colaboración fundamenta-
propone­mos como hipótesis que los españoles fueron ban en gran medida las relaciones entre hombres y dio-
estrechamente relacionados con Quetzalcóatl —al igual ses, por ejemplo al alimentar a las deidades a cambio de
que los toltecas—, habría que tomar en cuenta que los diversos dones, como lluvias abundantes, buenas cose-
toltecas “Se hablaban entre ellos como ‘el dios, mi herma- chas, salud, éxito en la guerra, etc. Por consiguiente, se
no mayor; el dios mi hermano menor’” (Sahagún, 1950- necesita matizar el famoso carácter fatalista de los anti-
1982: X, 169-170). guos nahuas del que se ha hablado en no pocas ocasio-
Lo anterior nos conduce al tema de las relaciones nes. Veamos el ejemplo del canto de la lechuza (chicuatli),
entre hombres y dioses, relaciones con modalidades va- señal de que alguna enfermedad o incluso la muerte iban
riadas y complejas que pueden arrojar luz sobre la actitud a acaecer a los habitantes de la casa sobre la cual se posa-

Lámina 28. Los negros que acompañaban a los españoles fueron llamados teucacatzactin, “dioses sucios” (Códice Azcatitlan,
1995: 23) (bnah).
78

Lámina 29. Coztic teucuitlatl, “excremento del Sol” o “excremento divino”, el oro desató la codicia de
los conquistadores.

4 pendientes bífidos de oro, Templo Mayor, Etapa VI (1486-1502), Ofrenda 87, Complejo H; oro, fundido,
laminado, martillado, pulido, 6.0 × 6.8 cm, Museo del Templo Mayor, Secretaría de Cultura-inah, 10-
263396, 10-263395, 10-263393, 10-263394.
79

(lámina 35). En efecto, en muy diversos rituales, los me-


soamericanos sacrificaban esclavos y cautivos de guerra
previamente vestidos con los atavíos de deidades específi-
cas, con el propósito de regenerarlas y propiciar su rena-
cimiento. No olvidemos que los dioses mesoamericanos
eran mortales, pero renacían según los ciclos cósmicos y
también con la ayuda de los mortales durante los rituales.
Para concluir este apartado, vamos a examinar un
testimonio sumamente revelador sobre la actitud de los
purépechas de Michoacán ante los europeos. En efecto,
el cazonci o rey purépecha “hizo componer los españoles,
como componían ellos sus dioses: con unas guirnaldas de
oro y pusiéronles rodelas de oro al cuello y a cada uno le
pusieron su ofrenda de vino delante, en unas tazas gran-
des, y ofrendas de pan de bledos y frutas. Decía el cazonci:
Éstos son dioses del cielo” (Relación de Michoacán, 1988:
301). Pero justo antes de ataviar a los españoles como dio-
ses, los purépechas los amenazaron de esta manera: “en-
vió el cazonci toda su gente, entiznados, a caza, muy gran
número de gente, por poner miedo a los españoles y con
muchos arcos y flechas y tomaron muchos venados y pre-
Lámina 30. Huitzilopochtli, “Colibrí Izquierdo”, era el dios tutelar
sentáronles cinco venados a los españoles” (lámina 36).
de los mexicas (Sahagún, 1993: fol. 261r) (bnah).
Esta demostración de poder manifestada por el cazonci
—recordemos que el arte de la cacería era equivalente al
ba (lámina 33). Si bien el ave de mal agüero era la mensa- arte de la guerra (Olivier, 2015)— revela la total ausencia
jera de Mictlantecuhtli y de Mictecacíhuatl (dioses de la de sumisión ante los españoles, aun cuando fueran iden-
muerte), su aparición suscitaba reacciones violentas: “Y tificados como dioses.
cuando oían el canto [de la lechuza] […] le reñían, le de-
cían los varones: ‘Quédate quieto bellaco, ojihundiducho,
También los españoles creen en presagios:
tú, el que fornicas con tu madre’ […] Así la reprendían
las tradiciones europeas
para que en esta forma se ahuyentara enseguida; así lo
impedían, así devolvían, así atajaban su llamado; por esto Además de los datos incluidos en el excelente capítulo
no se realizaba en ellos lo que les cantaba” (Sahagún, de Bernard Grunberg (en este volumen), quisiéramos
1969: 36-37). Incluso, los contactos con los dioses podían añadir un par de anécdotas que ilustran hasta qué punto
tomar la forma de enfrentamientos durante los cuales los españoles fueron de alguna manera víctimas de sus
hombres atrevidos llegaban a derrotar a deidades tan po- creencias e incluso de las de sus contrincantes, quienes
derosas como Tezcatlipoca (Sahagún, 1969: 28-33) (lámi- las utilizaron en contra de los invasores.
na 34). Así que, sin desestimar el peso indudable de los Nos encontramos en la ciudad de Mexico-Tenochti­
destinos sobre los hombres —los vencedores de estas tlan, cuando los españoles estaban sitiados por los mexi-
contiendas habían nacido con un tonalli “fuerte”—, las cas (lámina 37). Seguramente se vivían momentos de ex-
actitudes de los mortales también desempeñan un papel trema tensión, como lo narra uno de nuestros mejores
en sus relaciones con los seres sobrenaturales. testigos, el conquistador Francisco de Aguilar (1992: 89):
Todo lo anterior me permite proponer que “divini-
zar” a los españoles no implicaba ninguna actitud de su- aconteció que un soldado estaba retraído en la iglesia que
misión o de derrota. Al respecto me parece sumamente teníamos por cierta travesura que había hecho, el cual
interesante la propuesta de Molly Basset (2012: 432), se- allí a la media noche salió huyendo de la iglesia y dando
gún la cual, al revestir a Cortés con atavíos divinos, los en- voces que había visto andar saltando por la iglesia hom-
viados de Motecuhzoma transformaban al conquistador bres muertos y cabezas de hombre y entre ellas la suya,
en ixiptla, “imagen, representante” de una deidad, lo cual lo mismo las velas que velaban habían venido huyendo a
implicaba “la posibilidad de ser adorado o sacrificado”. decir que habían visto caer en la acequia piernas y cabezas
80

Lámina 31. Tezcatlipoca, “Señor del Espejo Humeante”, dios nocturno asociado a la adivinación y al
poder, era llamado Tetzáhuitl, “señal, augurio”.
En esta urna, Tezcatlipoca lleva atavíos semejantes a los que ostenta en antiguas representaciones
de Tula y Chichén Itzá, ciudades que no son contemporáneas de los mexicas. El estilo de la urna es vo­
luntariamente arcaizante, con lo cual se pretendía recordar e imitar el estilo prestigioso de los toltecas.

Cat. 23. Urna y tapa con la representación de Tezcatlipoca, Templo Mayor, Ofrenda 14, Museo del Templo
Mayor.
81

Lámina 33. El canto del tecólotl o búho era considerado de mal


agüero, pero sus efectos podían revertirse al insultar al ave men­
sajera del dios de la muerte (Códice Florentino, 1979: Lib. XI, fol.
46v) (bnah).

mente sin éxito alguno— para diferir la hora de su último


suspiro (Delumeau, 1983: 92). En la literatura medieval
aparece también el motivo del “cráneo que habla”, por
ejemplo en la Leyenda dorada o en la Vida de los Padres. En
ocasiones, el cráneo de un pagano que habla puede pro-
vocar la muerte del hombre incrédulo que lo interroga. Se
Lámina 32. Quetzalcóatl era el dios principal de los toltecas (Códice
Florentino, 1979: Lib. III, fol. 10r) (bnah).
trataba de amonestar a los vivos para incitarlos a no pecar,
enseñándoles los espantosos castigos que les esperaban en
el más allá (Galderisi, 2003).
de hombres muertos, todo lo cual salió después verdad Ahora bien, sin pretender agotar la temática de las
porque así el Botello que dijo que había de morir aquella apariciones macabras occidentales —que hubieran podi-
noche como el soldado que había visto su cabeza y como do inspirar las visiones de los conquistadores sitiados—
muchas de las velas que aquello dijeron murieron todos no hemos encontrado en las fuentes europeas la mención
la noche que salimos cosa de espantar. de cadáveres, de cráneos o de miembros despedazados
“que anden saltando”; así que conviene acudir a la cos-
Estas apariciones, fruto seguramente del terror que afli- movisión indígena para tratar de interpretar estas apari-
gía a los castellanos sitiados, podrían haberse desarrollado ciones funestas. De hecho, el cráneo es un aspecto que
en la mente de individuos inmersos en una “cosmovisión podía revestir Tezcatlipoca para espantar a los hombres.
medieval” que otorgaba a la muerte y a los muertos un Según los colaboradores nahuas de Sahagún (1969: 56-
papel prominente (lámina 38). Recordemos el gran én- 59): “También, de la misma manera, el cráneo se muestra
fasis que se ponía en las imágenes macabras en la Euro- a la gente de noche. Solamente se muestra a quien se da a
pa occidental después de la gran peste negra de los años conocer, sin que lo advierta. Le salta en la pantorrilla, o
1348-1350. En países mediterráneos como Italia y España la quizá lo oye castañeteando atrás de él; viene a verlo cuan-
iconografía macabra no tuvo la difusión que co­noció en el do huye de su presencia; va detrás de él castañeteando; lo
resto de Europa. Sin embargo, sabemos que por lo menos sigue. Y si se detiene, si se para, también se queda casta-
desde el siglo xiv se llevaban a cabo danzas de la muerte ñeteando”.8 Recordemos que uno de los nombres calen-
en varias regiones de España: en el siglo xv, durante los dáricos de Tezcatlipoca era “Uno Muerte” (Ce Miquiztli),
banquetes de entronización de los reyes de Aragón se es- representado por un cráneo (Sahagún, 1950-1982: IV,
cenificaba la muerte con pantomimas; también se bailaba 33-35) (lámina 39). Los colaboradores nahuas de Sahagún
la “Dansa de la Mort” en Cataluña en el siglo xiv para los explican que nacer bajo el signo Ce Miquiztli era conside-
peregrinos antes de confesarlos y se menciona la “Dança rado como un privilegio: al recién nacido se le bañaba y se
general de la muerte” que se realizaba en Castilla (Delu- le bautizaba inmediatamente, recibiendo uno de los nom-
meau, 1983: 85-88). Además, muchas danzas fueron na- bres de Tezcatlipoca. También se decía que nadie debía
rradas por escrito, por ejemplo en un libro publicado en desearle mal o incluso la muerte al recién nacido, pues el
Sevilla en 1520, donde no menos de 58 personajes, de di-
ferentes clases sociales, discuten con la Muerte —obvia- 8 Traducción del autor.
82

Lámina 34. Durante la noche en el monte hombres valientes po­


dían enfrentarse con la aparición de Tezca­tlipoca —sin cabeza y
con el pecho abierto—, ¡e incluso vencer al poderoso dios! (Códice
Lámina 35. Hernán Cortés recibe en su barco los
Florentino, 1979: Lib. V, fol. 7r)(bnah).
atavíos de los dioses enviados por Motecuhzoma
II (Códice Florentino, 1979: Lib. XII, fol. 8v) (bnah).

autor de tal maldición era condenado irremediablemente se conocia estar apartados los miembros, y los juntaban
a la enfermedad y a perecer él mismo. A diferencia de las luego: y para ver si aquella era ilusion, mandó el Rey, que
connotaciones macabras en el Viejo Continente, el crá- aquellos miembros así cortados se echasen a cocer en
neo en Mesoamérica era un símbolo de fecundidad y el agua hirviendo, y para ver si los volverían a juntar. De
signo “Muerte” auguraba riqueza y prosperidad (Olivier, este modo se enojaron mucho los hechiceros, y dijeron,
2004: 73-80); sin embargo, ciertas fuentes atribuyen un que les daba mala paga, más que presto se verían venga-
destino nefasto a los nacidos bajo este signo: “Cuando en- dos por gente extraña, y perdería el Imperio, y vería la
traba [la trecena que empieza] con una muerte, era signo Laguna teñida en sangre. De esto se burló el Rey, y vna
muy malo, y el que en tal signo naciese sería hechicero mañana vio sangrienta la Laguna, con muchas cabezas,
y muy dado a las artes mágicas, a los cuales eran muy brazos, y piernas de hombres.9
aficionados, a fin de transformarse en diversos animales”
(Códice Vaticano-Latino 3738, 1996: fol. 18v). Esta afirma- Este impresionante presagio combina a la vez una
ción coincide con los poderes de metamorfosis atribuidos posible referencia bíblica —Moisés transformando el agua
a Tezcatlipoca. Es más, uno de los intérpretes del Códice del río Nilo en sangre (Éxodo, III-I)— y, de paso, una com-
Telleriano-Remensis (1995: fol. 12v) afirma que los que na- paración entre Motecuhzoma II y el faraón soberbio, con
cían durante la trecena que empezaba por el día ce miquiz­ elementos prehispánicos como son las actuaciones de
tli podían “hacer que un hombre pareciese que se hacía los motetequi y con la aparición en la laguna de cabezas y
pedazos”. Estos inquietantes personajes, llamados mote- miembros despedazados, ausentes en el relato bíblico.
tequi, han sido descritos por los colaboradores nahuas de Regresando al testimonio de fray Francisco de Agui-
Sahagún (1947: 236; 1997: 215) en Tepepulco: “enseguida lar, puede suponerse que hábiles discípulos de Tezcatlipo-
se corta, y pone en lugar aparte sus manos, sus pies, por ca fueron el origen de la aterradora visión de los españoles:
todas partes sus coyunturas, por todas partes esparce [lo cráneos y cuerpos despedazados, incluyendo los suyos,
que se cortó]. Y cuando se ha despedazado, luego cubre bailando ante sus ojos. Recordando que la terrorífica apari-
[lo que se cortó] con una manta multicolor para que de ción del cráneo-Tezcatlipoca —castañeteando los dientes y
nue­vo reviva, se agite, se levante. De manera que aparece persiguiendo a sus víctimas mordiéndoles las pantorri-
como si no se hubiera despedazado”. llas— significaba, según los colaboradores nahuas de Sa-
La aparente digresión que precede nos lleva de nuevo hagún (1969: 56-59), la muerte próxima del desdichado,
al tema de los presagios. En efecto, encontramos a estos se puede medir el éxito de las maniobras de los “brujos e
motetequi en la corte de Motecuhzoma II en vísperas de la hechiceros” indígenas. En efecto, acerca del carácter fu-
Conquista; veamos el testimonio de Antonio de Herrera nesto de estas apariciones, fray Francisco de Aguilar (1977:
(1945: Década 3, Lib. 1, 101): 89) afirma que “todo lo cual salió después verdad porque

entre otros juegos, que hicieron en presencia del Rey, se 9 Agradezco vivamente a Anastasia Kaliuta, quien me señaló este im­
cortaban los pies, y las manos, y corriendo la sangre, portante pasaje.
83

Lámina 36. Los purépechas de Michoacán identificaron a los es­pañoles con dioses; aún así intentaron amedrentarlos
por medio de una gran cacería colectiva con cazadores armados como guerreros (Relación de Michoacán, 2001: fol. 78)
(bnah).
84

Lámina 37. Después de la


matanza de Tóxcatl, los es­
pañoles fueron sitiados por
los mexicas (Atlas de Durán,
1999: I, lám. 60) (bnah).

así el Botello que dijo que había de morir aquella noche do?’”. Los Señores cakchiqueles le explicaron a Pedro de
como el soldado que había visto su cabeza y como mu- Alvarado que su pesadilla procedía de los restos de todos
chas de las velas que aquello dijeron murieron todos la los guerreros muertos que estaban en este sitio y el con-
noche que salimos cosa de espantar”. quistador optó rápidamente por cambiar de lugar de resi-
Resulta fascinante el hecho de que los cakchiqueles de dencia. Sin lugar a dudas, el aposento elegido por los cak-
Guatemala emplearan medios semejantes para tratar chiqueles para hospedar al conquistador no fue escogido
de espantar a los españoles dirigidos por el temible Pedro de al azar. Se trataba, como en el caso de los mexicas, de
Alvarado —llamado Tonatiuh por los pueblos indíge- atemorizar a los recién llegados con cráneos u otros ele-
nas— cuando llegaron a su capital, Iximché (lámina 40). mentos relacionados con guerreros derrotados e inmola-
En efecto, según los Anales de los cakchikeles (Maxwell y dos. De hecho, los arqueólogos han encontrado no me-
Hill, 2006: 261), “Tonatiuh durmió en el Tzupam Jay nos de 48 cráneos en el edificio donde se encontraba el
[tzompantli]. Al día siguiente el Señor soñó que un aterra- tzompantli de Iximché (Restall, 2014: 107-108).
dor número de guerreros venía hacia él durante su sueño. En el testimonio de fray Francisco de Aguilar (1977:
Mandó llamar a los Señores [cakchiqueles]: ‘¿Por qué me 89), el futuro dominico menciona a un extraño persona-
van a hacer la guerra? ¿Hay algo que les estoy hacien- je llamado Blas Botello Puerto de Plata, anunciando su
85

propia muerte y la del español castigado que había sido


víctima de las visiones.10 Varios cronistas refieren los po-
deres del soldado Botello; Díaz del Castillo (1988: 380),
por ejemplo, hace eco de diversas opiniones: “decían
que era nigromántico, otros decían que tenía ‘familiar’,
algunos le llamaban astrólogo”. Acerca de la posesión de
un “familiar” por parte de Botello, precisemos que “tener
familiar” significaba en el siglo xvi tener tratos con el
demonio para su provecho (Alonso, 1947: 1960; Turner
Rodríguez, 2000: 40); de ahí, obviamente, las reticencias
de algunos autores para aceptar los poderes atribuidos a
Botello. Ahora bien, otros testigos parecen dar crédito a sus
Lámina 38. Los mexicas utilizaron cuerpos desmembrados para
10 Sobre este personaje véanse los estudios de Guillermo Turner (2000, espantar a los españoles sitiados en Tenochtitlan (Códice Florentino,
2013); así como el artículo de Bernard Grunberg en este volumen. 1979: Lib. X, fol. 70v) (bnah).
86

Lámina 39. Estatua de Tezcatlipoca portando un escudo, una bandera y un tlachialoni, un aparato de visión,
equivalente a un espejo; su nombre de calendario Ce Miquiztli, “Uno Muerte”, se encuentra grabado en
el tocado.

Cat. 14. Escultura de Tezcatlipoca, Museo Nacional de Antropología (AMNA).


87
88
89

Lámina 26. Los mexicas identificaron la brújula de Hernán Cortés como un espejo adivinatorio y como
un símbolo de poder.
Es probable que Cortés utilizara una brújula como ésta, ya que eran comunes en los barcos de
principios del siglo xvi. Cuando desarmó sus barcos, reutilizó varios de sus elementos.

Autor desconocido, Dial equinoccial, España, siglo xv; latón, 5.5 cm(diámetro), Museum of the History
of Science, Oxford, 46855.
90

Lámina 40. Las armaduras de los españoles, así como sus armas y
sus caballos, contribuyeron a su identificación con seres misteriosos
y poderosos, es decir, en la cosmovisión mesoamericana, con dioses.

Autor desconocido, Pectoral con inscripción Albarado, Europa, siglo xv;


lámina, fierro, forjado, laminado, perforado, moldeado, templado, bruñi­
do, grabado a cincel, 31 × 34 x 17 cm, Museo Nacional de Historia,
Secretaría de Cultura-inah, 10-233988.
91

pronósticos —entre ellos Aguilar, conquistador que des-


pués se hizo fraile dominico—, así como otros cronistas,
como veremos a continuación.
El episodio de la Noche Triste —y sobre todo el ori-
gen de la elección del día de la huida de los castellanos— se
presta a interesantes comentarios, tanto por la variedad y
por la oposición de las opiniones de los cronistas como por
la actitud de Cortés mismo en esos momentos críticos (lá-
mina 41). De hecho, Cortés (1963: 97) calla el papel de Bo-
tello pero reconoce que “de todos los de mi compañía fui
requerido muchas veces que me saliese, y porque todos o
los más estaban heridos y tan mal que no podían pelear,
acordé de lo hacer aquella noche”. Obviamente él toma la
decisión final de la salida. Otros testigos afirman que Cor-
tés despreció el aviso de Botello que decía: “Sabed que esta
noche no quedará hombre de nosotros vivo si no se tiene
algún medio para poder salir; lo cual oído por Alonso de
Ávila se fue a Hernando Cortés y le contó lo que pasaba,
pero como era magnánimo le dijo que no le creyese, que
debía ser un hechicero” (Aguilar, 1977: 89). En cuanto a
Díaz del Castillo (1988: 380), si bien habla más adelante de
las predicciones de Botello, presenta la decisión de salida
como “democrática” y sin influencia ninguna del adivino:
“y fue acordado por Cortés y por todos nuestros capitanes
y soldados que de noche nos fuésemos”. Esta manera de
presentar las cosas por parte del viejo conquistador cumple
con una de las funciones de su obra: dar su lugar a todos los
miembros del ejército español, en contra de las versiones
—sobre todo la de Cortés y la de López de Gómara— que
otorgaron todo el mérito de la Conquista a Cortés.
Como quiera que haya sido, otros cronistas prefie-
ren no dilucidar del todo el rol de Botello, así López de
Lámina 41. Durante la famosa Noche Triste más de la mitad de la
Gómara (1965-1966: II, 205) relata que “había dicho [Bo-
tropa española y de sus aliados resultaron muertos, y la mayoría de
tello] muchos días antes que si se marcharan de México las armas y del botín se perdieron (Códice Florentino 1979: Lib. XII,
a cierta hora señalada de la noche que era ésta, se salva- fol. 42r) (bnah).
rían, y si no que no. Ora lo creyesen, ora no, todos en fin,
acordaron de irse aquella noche”. La misma incertidum- fecha y hasta la hora de la salida de Tenochtitlan. Entre
bre aparece en la obra de Fernández de Oviedo (1959: IV, estos cronistas destaca Cervantes de Salazar (1985: 489-
229): “En fin, Cortés determinó de creer aquel adevino o 490), quien proporciona interesantes precisiones: Cortés
desvariado parescer del Botello; e más cierto debiera de hubiera pedido a Botello su opinión —“Botello nos diga
ser que le paresció (como a hombre que conoscía e veía sobre esto lo que le parece”—, el cual hubiera pronun-
el estado en que estaba) que le convenía la salida de la ciado un discurso: “Estando en esta diferencia, Botello,
ciudad e dejarla como varón experto e de grand conosci- que de antes en lo que decía tenía más crédito con todos
miento”. Estos dos autores, López de Gómara (el capellán e había dicho cómo acometiendo Cortés a Narváez de no-
de Cortés) y Fernández de Oviedo (el historiador oficial), che le vencería e sería señor del campo les dixo […] Oído
aunque expresan sus dudas respecto a los poderes adi- por todos lo que Botello dixo, así por el crédito que tenía
vinatorios de Botello, no dejan de mencionar su posible como por las buenas razones que daba, se determinaron
influencia, pero tampoco se resignan a atribuirle la deci- todos que aquella noche saliesen”.
sión de la salida de Tenochtitlan. En cambio otros autores Resulta sumamente difícil determinar cuál fue el
no vacilan en presentar a Botello como el que eligió la verdadero papel de Botello en esta decisión que tendría
92

profundas consecuencias en el desarrollo de la Conquis- adelante: No morirás. Y tornaba a decir en otras cifras
ta. Según la interpretación de este acontecimiento, nos y rayas y apuntamientos: Sí morirás. Y respondía la otra
encontramos o bien frente a un Cortés “racional” que raya: No morirás. Y decía en otra parte: Si me han de matar
no presta atención a agoreros, o bien frente a una persona también mi caballo. Decía adelante: Sí matarán. Y de esta
sen­sible a la influencia de los astrólogos, quienes, dicho manera tenía otras como cifras y a manera de suertes que
sea de paso, tendrán un largo y próspero futuro incluso hablaban unas letras contra otras en aquellos papeles.11
en la época del Renacimiento europeo. Ahora bien, la
personalidad de Cortés, sumamente compleja, no puede
Palabras finales
encerrar­se totalmente en una u otra categoría y puede ser
más bien que su actitud haya variado en función de las El tema de los presagios de la conquista de México, suma-
circunstancias. Obviamente él mismo calla el posible pa- mente amplio y complejo, nos lleva a escudriñar varios
pel de Botello, sin embargo la influencia del misterioso aspec­tos de la cosmovisión mesoamericana, desde la con-
“astrólogo” sobre la elección del día e incluso de la hora cepción del tiempo, de la historia y de la naturaleza de los
de la salida de los castellanos durante la Noche Triste es dioses, hasta la percepción e integración del otro en el mar-
muy probable (lámina 42). co de categorías indígenas propias.
Es llamativo al respecto un estudio poco conocido Es sorprendente la gran cantidad y la variedad de
de dos especialistas polacos, Ryszard Tomicki y Robert M. los relatos —tanto en fuentes indígenas como en cró-
Sadowski (1992: 84-86), quienes propusieron —a par- nicas castellanas— que dan cuenta de sucesos inéditos
tir de una reconstrucción histórica de la astrología de la y extraordinarios que fueron interpretados como anun-
época— que Blas Botello determinó la fecha de la Noche cios de la llegada de los españoles y la caída del imperio
Triste después de haber observado cuidadosamente la mexica. En ellos se conjugan los rumores de la llegada
configuración de los astros: de gente extraña12 con reconstrucciones posteriores de
eventos sorprendentes, o incluso reinterpretados a la luz
El Sol estaba en una posición bastante débil pero a com- de la invasión europea. Estos textos combinan, en gene-
paración de las noches anteriores la situación de la Luna ral de manera sutil, elementos de procedencia occidental
había mejorado […] El Ascendiente todavía permanecía con motivos de origen prehispánico. Ahora bien, aun si
en Aries quien, siendo un signo ardiente, favorece todas presentan importantes préstamos de la tradición clásica
las acciones cautelosas, pero esta situación no iba a durar mediterránea, los presagios de la Conquista reportados
más de media hora (!). La siguiente limitación venía de la en las narraciones que constituyen la famosa “visión de
Luna que se acercaba peligrosamente a Saturno y dentro los vencidos” se integran claramente en una concepción
de doce horas iba a entrar en conjunción con él, multipli- me­soa­mericana de la historia. La noción de grandes ci-
cando su mala influencia. clos temporales permite integrar y entender las grandes
ruptu­ras de la historia13 —como la caída de Tollan o la
El poco éxito de esta elección es bien conocido, más de irrupción de los invasores europeos— en el modelo de
la mitad de la tropa española y de sus aliados resultaron las eras o de los Soles cosmogónicos. La alternancia de los
muertos, y la mayoría de las armas y del botín se perdie- po­deres divinos y humanos se articula con estos procesos
ron. Ahora bien, los especialistas polacos sugieren que si temporales cíclicos, para explicar en gran parte la asimi-
bien la configuración del cielo no era del todo ventajosa lación de la llegada de los españoles con el famoso “regre-
para los españoles, era la menos mala en esos días. Es so” de Quetzalcóatl.
más, como vimos, Botello había predicho una salida difí- Sin lugar a dudas, es necesario profundizar aún más
cil y muchas pérdidas humanas —entre las cuales estaba en el análisis de las fuentes que documentan —de muy di-
la de él mismo—, tal como fue. Según Díaz del Castillo, versas formas y con distintos propósitos— el “regreso” de

al astrólogo Botello no le aprovechó su astrología, que 11 Después de un minucioso y erudito estudio contextual Guillermo Turner
también allí murió con su caballo. Pasemos adelante y (2013: 212) concluye que las actuaciones de Blas Botello, su talismán y
diré como se hallaron en una petaca deste Botello, des- sus actividades adivinatorias “parecen tener raíces en la cábala, práctica
de origen judeo-español”.
pués que estuvimos en salvo, unos papeles como libro, 12 Sobre este tema véanse las interesantes reflexiones de Tomicki (1986),

con cifras y rayas y apuntamientos y señales que decía en retomadas en parte por Martínez Baracs (1998) y por Graulich (1994, 2014).
13 Para el caso maya, Nancy Farriss (1987) explica la armoniosa combinación
ellas: ¿Si me he de morir aquí en esta triste guerra en poder
de modelos cíclicos y de historia lineal (véase también Vapnarsky en este
de estos perros indios? Y decía en otras rayas y cifras más volumen).
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Lámina 42. Cortés muy probablemente tomó en cuenta la opinión del “astrólogo” Blas Botello Puerto de Plata para decidir la fecha y la hora
de la huida de los españoles durante la Noche Triste (Lienzo de Tlaxcala).
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Lámina 43. El Sol de movimiento —con el glifo ollin en el centro— rodeado de las fechas de los
4 Soles cosmogónicos: el conjunto expresa la importancia de los grandes ciclos en la concepción
mesoamericana del tiempo.
Piedra del Sol, Yale Peabody Museum of Natural History. Foto: W. K. Sacco, 2014. ANT.019231.
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La idea cíclica del tiempo es fundamental para entender el papel de los presagios.
Para los mexicas, la historia del mundo se componía de cinco eras, llamadas
Soles. Nuestra era, el Sol de Movimiento, había sido precedido por el Sol de Tierra,
el Sol de Viento, el Sol de Fuego y el Sol de Agua. Todos ellos magistralmente
representados en el centro de la Piedra del Sol.

Piedra del Sol, Museo Nacional de Antropología, Sala Mexica (AMNA).


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Quetzalcóatl. Es también imprescindible retomar el debate reaccionar ante un mal presagio; es más, las complejas
en torno a la identificación de los españoles con dioses. técnicas adivinatorias mesoamericanas tenían el propó-
Más allá de posiciones ideológicas encontradas, se trata de sito de descubrir las voluntades de los dioses para actuar
entender en el marco de las categorías indígenas cuál era en consecuencia y no someterse a sus dictados (Olivier,
su concepción de la divinidad. Es solamente a partir del 2012). En cuanto a los españoles, éstos eran por supuesto
estudio de los textos en lengua náhuatl, tomando en cuen- seres diferentes, y por lo tanto podían integrar la amplia
ta el contexto de su elaboración, como podemos aquilatar la categoría de los teteo; pero aun así podían ser atacados e
am­plitud semántica del término téotl y las razones de su incluso derrotados…
apli­cación a los españoles. Se trataba en efecto de integrar a En pocas palabras, necesitamos revisar la idea —o tal
los recién llegados en el marco de una categoría ontológica vez el prejuicio— según la cual los “vencidos” se quedaron
—a la vez conocida y misteriosa—, como era la que incluía “pasmados” y sin reacción, debido a sus “creencias religio-
a los muy diversos seres divinos mesoamericanos. sas” ante unos europeos “renacentistas y racionales”; cuan-
Sea como fuere, es importante subrayar que la creen­ do en realidad los pueblos mesoamericanos no solamente
cia en los presagios, la utilización de procedimientos adivi- enfrentaron por distintos medios a los invasores —los
natorios o la percepción de los españoles como dioses no cuales compartían, dicho sea de paso, la “creencia” en
implican de ninguna manera una actitud fatalista o de su- prodigios y el uso de la adivinación—, sino que supieron
misión de los mesoamericanos hacia los conquistadores. integrar el tremendo impacto de la Conquista en el marco
Numerosos testimonios nos demuestran que era posible de sus propias categorías ancestrales.

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