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LA BENDICIÓN DEL TRABAJO

¿Quién es su verdadero jefe?


A lo largo de una carrera de 50 años, la persona típica pasa 100,000 horas de su vida trabajando.
La mayor parte de la vida de un adulto está dedicada al trabajo. Desdichadamente, muchos tienen
que aguantar su trabajo y a la vez ignorar el hecho de que el 25% de sus vidas está dedicado a un
trabajo desagradable. Por otro lado, a algunas personas les gusta demasiado trabajar y descuidan
las otras prioridades de su vida. Las personas generalmente tienden a los dos extremos: o trabajan
tan poco como sea posible porque su trabajo es desagradable, o tienden a trabajar todo el tiempo
porque se convierte en algo demasiado importante para ellos. La Escritura afirma el valor del
trabajo, pero enseña que debemos tener un equilibrio. El trabajo fue diseñado por Dios para
desarrollar nuestro carácter.

UNA PERSPECTIVA BÍBLICA DEL TRABAJO


Dios instituyó el trabajo aun antes de la caída que se produjo cuando el pecado entró a la raza
humana: «Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto del Edén, para que lo labrara
y lo guardase» (Génesis 2:15). Lo primero que Dios hizo con Adán fue ponerlo a trabajar. A pesar
de lo que muchos piensan, el trabajo se creó para beneficios del hombre, en el ambiente libre de
pecado, en el huerto de Edén. Después de la caída, el trabajo se volvió más difícil: «…maldita será
la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te
producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan» (Génesis 3:17-
19) El trabajo es tan importante que en Éxodo 34:21 Dios dio este mandato: «Seis días trabajarás,
mas en el séptimo día descansarás». En el Nuevo Testamento vemos que Pablo fue igualmente
directo cuando dijo: «Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma» (2 Tesalonicenses 3:10)

LAS PROFESIONES HONORABLES


De acuerdo con las Escrituras, toda clase de trabajo es digno. Hay una variedad de vocaciones
representadas en la Biblia y ninguna profesión honesta se eleva por encima de otra. David fue
pastor y rey. Lucas fue médico. Lidia vendía púrpura. Daniel trabajaba para el gobierno. Pablo
hacía tiendas. Amós recogía higos. Si Dios puede usar a alguien que recoge higos, por supuesto
que nos puede usar en nuestros empleos. Y finalmente, el Salvador fue carpintero. En la economía
de Dios hay igual dignidad en el trabajo de un mecánico automotor que el trabajo del presidente
de la General Motors.

Pero hay un problema la mayoría deja fuera del trabajo a Dios, y cree que es el hombre, por su
propio esfuerzo y habilidad, quien controla sus éxitos y sus ascensos.

RESPONSABILIDADES DEL TRABAJADOR


Podemos identificar las seis mayores responsabilidades de todo trabajador piadoso examinando
un evento en la vida de Daniel: la bien conocida historia de Daniel en el foso de los leones. En el
capítulo 6 de Daniel vemos que Darío, el rey de Babilonia, designó a 120 hombres para administrar
el gobierno, y tres hombres, uno de los cuales era Daniel, para supervisar a estos administradores.
El rey Darío decidió ascender a Daniel y ponerlo a gobernar el reino entero.

Fue entonces que sus compañeros trataron de eliminarlo, al principio buscando una forma de
desacreditarlo en su trabajo. Cuando fallaron en esto, apelaron al rey Darío a hacer un edicto poco
inteligente. Él decretó era que estaba prohibido durante 30 días adorar a alguien que no fuera el
rey, y quien lo hiciera sufriría la pena de muerte en el foso de los leones. Entonces a Daniel lo
arrojaron al foso de los leones después de negarse a dejar de adorar al Dios vivo. Luego el Señor
rescató a este piadoso empleado enviando a su ángel a cerrar las bocas de los leones.

Examinemos los seis atributos de un trabajador piadoso, según lo demostró Daniel.

Honesto Daniel 6:4 nos dice que sus compañeros de trabajo no pudieron acusar a Daniel porque
«...ningún vicio ni falta fue hallado »en su trabajo
Fiel y Leal
En Daniel 6:4 descubrimos el segundo elemento de un empleado piadoso. «...él era fiel»

De Oración
El empleado piadoso es una persona de oración. «Cuando Daniel supo que el edicto [de adorar
solamente al rey] había sido firmado (...) se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias
delante de su Dios, como lo solía hacer antes» (Daniel 6:10).

Honra a su Jefe
«Entonces Daniel respondió al rey: Oh rey, vive para siempre»(Daniel 6:21). ¡Qué respuesta la de
Daniel! Al rey, su jefe, lo habían engañado y se veía forzado a condenar a Daniel al foso de los
leones. Pero la reacción de Daniel fue la de honrarlo.

1 Pedro 2:18 dice: «Criados, estad sujetos con todo respeto a vuestros amos; no solamente a los
buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar» Una manera de honrar a su empleador
es no participar en chismes a espaldas de él, aun cuando él o ella no sea la persona ideal.

Honra a sus compañeros de trabajo


La gente jugará a la «política en la oficina» y tal vez tratarán de asegurarse de obtener un ascenso
antes que usted, o aun tratarán de conseguir que usted pierda su empleo. Nunca calumnie y
menos a espaldas de sus compañeros: «No acuses al siervo ante su señor, no sea que te maldiga, y
lleves el castigo» (Proverbios 30:10). Los hombres y mujeres piadosos deben evitar esta clase de
política y manipulación en la oficina para asegurarse un ascenso. Recuerde, ¡su jefe no controla
sus ascensos!

Habla de su fe
Daniel habló de su fe en Dios, a quienes lo rodeaban en el momento apropiado:
«Y le dijo [el rey a Daniel]: Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente
sirves, ¿te ha podido librar de los leones?» (Daniel 6:20).
El rey Darío nunca hubiera sabido del Dios viviente si Daniel no le hubiera hablado de su fe en los
momentos apropiados durante su trabajo. Por este testimonio de Daniel, además de su liberación
de los leones, Darío llegó a ser un creyente. Escuchen las palabras del rey Darío: «De parte mía [del
rey] es puesta esta ordenanza: Que en todo el dominio de mi reino todos teman y tiemblen ante la
presencia del Dios de Daniel; porque él es el Dios viviente y permanece por todos los siglos, y su
reino no será jamás destruido, y su dominio perdurará hasta el fin» (Daniel 6:26).

LA PARTE DE DIOS EN EL TRABAJO


Las Escrituras nos revelan tres responsabilidades determinadas que Dios tiene con el trabajo:

1. Dios da las habilidades


Éxodo 36: Ilustra esta verdad: «…todo hombre sabio de corazón a quien Jehová dio sabiduría e
inteligencia para hacer toda la obra». Dios nos ha dado a cada uno habilidades únicas. Las
personas tienen muchas habilidades diferentes, destrezas manuales y capacidades intelectuales.
No es que una persona sea mejor que otra, sino que cada quien ha recibido diferentes habilidades.

2. Dios da el éxito
La vida de José es el ejemplo perfecto: «Mas Jehová estaba con José, y fue varón próspero (...) y
vio su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su
mano»(Génesis 39:2-3).
Como podemos ver, cada uno de nosotros tiene ciertas responsabilidades, pero tenemos que
reconocer que es Dios quien da el éxito.

3. Dios controla los ascensos


El Salmo 75:6-7 (LBD) dice: «Porque no es de parte alguna de la tierra que vienen el ensalzamiento
y el poder, sino de Dios. Él asciende a uno y desciende a otro»
Aunque lo sorprenda, no depende de su jefe el que lo asciendan o no. Entender esta verdad debe
impactar fuertemente nuestra conducta como empleados. Así tendremos una actitud diferente.

NUESTRA PARTE EN ELTRABAJO


Todos nosotros tenemos ciertas responsabilidades relacionadas con nuestro trabajo.
Trabajar para el Señor
Las Escrituras nos revelan que en nuestro trabajo servimos al Señor y no a los hombres.
«Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo
que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís»(Colosenses
3:23-24)
La pregunta más importante que necesita responder cada día cuando inicia sus labores es: ¿Para
quién estoy trabajando? Usted trabaja para Cristo
Trabaje duro e Inteligente “Balanceado”
«Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas» (Eclesiastés 9:10). «...pero
haber precioso del hombre es la diligencia» (Proverbios 12:27). En la Biblia se nos anima a trabajar
duro y a ser diligentes, mientras que en repetidas ocasiones se condena la pereza. «También el
que es negligente en su trabajo es hermano del hombre disipador» (Proverbios 18:9)
La vida de Pablo es un ejemplo de trabajar duro: «...trabajamos con afán y fatiga día y noche, para
no ser gravosos a ninguno de vosotros (...) por daros nosotros mismos un ejemplo para que nos
imitaseis» (2Tesalonicenses 3:8-9). Su trabajo debe ser a tal nivel que la gente nunca relacione la
pereza y la mediocridad con Dios. ¡Pero no se exceda trabajando!
El trabajo arduo debe ser balanceado con otras prioridades en nuestra vida. Nuestra primera
prioridad debe ser claramente nuestra relación con Cristo: «...buscad primeramente el reino de
Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» (Mateo 6:33).
Y nuestra segunda prioridad debe ser nuestra familia.
Si su trabajo le quita tanto tiempo y energía que usted llega a descuidar su relación con el Señor o
con la familia, entonces está trabajando en exceso. Puede ser entonces que su trabajo le demande
demasiado o que sus hábitos de trabajo deban cambiar. Si usted tiende a ser un adicto al trabajo,
tome precauciones adicionales para no descuidar las otras prioridades en su vida. Éxodo 34:21
dice: «Seis días trabajarás, mas en el séptimo día descansarás; aun en la arada y en la siega,
descansarás» El descanso se puede convertir en un asunto de fe. ¿Puede el Señor hacer que
nuestros seis días de trabajo sean más productivos que siete días? ¡Sí! El Señor instituyó este
descanso semanal para nuestra salud física, mental y espiritual. El maná el fin de semana lo
recibían doble los Israelitas en el desierto.

CONCLUSIÓN

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