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La educación de un niño no es una tarea sencilla, los padres no deberían de actuar solos, la
ayuda de Dios es muy importante porque como dice el libro CONDUCCIÓN DEL NIÑO en la
página 288; La verdadera educación significa más que seguir cierto curso de estudios. Es
amplia. Incluye el desarrollo armonioso de todas las facultades físicas y mentales. Enseña a
amar y temer a Dios, y es una preparación para el fiel cumplimiento de los deberes de la vida
(Consejos Para los Maestros, pág. 53).
A temprana edad los niños deberían de conocer el amor de Dios, ellos deberían salir a
explorar, conocer, jugar. La salud física es más importante en los primeros años de vida del
pequeño en sus aventuras comenzará a tener preguntas y los padres tendrían que aprovechar
esos momentos para sembrarles la semilla de la palabra de Dios. Todo esto comienza desde
casa, porque es el mejor lugar en el que el pequeño aprende más y de manera armoniosa y se
sentirá más seguro.
El trabajo del maestro es complementario.
El hogar es el mejor lugar en qué los niños aprendan, la madre y el padre son los encargados
de enseñar a los niños en casa, el lugar en el que ellos se sienten seguros y confiados. Desde
pequeños demuestran su interés por conocer cosas nuevas. Pidamos la dirección de nuestro
Dios para que los más pequeños logren ser en un futuro obreros de Cristo, porque los niños
son gemas preciosas de él, no les impidan que conozcan de Dios. No dejemos que otras
personas los eduquen, seamos sus primeros maestros y Cristo su director.