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Artículos 11 Mayo 2023
Artículos 11 Mayo 2023
Desde hace un tiempo, Chile había vuelto a ocupar un lugar especial en el corazón del
progresismo mundial. En 2019, las protestas sociales contra el neoliberalismo derivaron en
un proceso democrático para dejar atrás la Constitución impuesta por la dictadura de
Augusto Pinochet en 1980. En 2021, Gabriel Boric, un ex-dirigente estudiantil de 36 años,
fue elegido presidente e inició lo que algunos han señalado como una nueva ola de
gobiernos progresistas en Latinoamérica.
Aunque aún es muy pronto para extraer conclusiones sobre el comportamiento electoral,
hay varias cuestiones que mencionar. En primer lugar, la introducción del voto obligatorio
desde el año pasado ha estabilizado un alto porcentaje de participación que cambia por
completo el mapa electoral. Si en 2022 la participación fue de 86%, esta vez se ubicó en
casi 85%. Pareciera que el desinterés ciudadano hacia el actual proceso constituyente, en
vez de convertirse en abstención, se ha expresado en votos nulos y blancos: estos sumaron
21,54% del total. Por otro lado, el resto de los votantes que no había acudido a las urnas
anteriormente (ni en el primer proceso constituyente ni en la elección del presidente Boric,
cuando el voto era aún opcional), esta vez, con voto obligatorio, ha optado por la extrema
derecha.
Si esto significa una ampliación de la penetración cultural del conservadurismo en Chile
dependerá de si el PR mantiene sus buenos resultados en el tiempo. Por ahora se pueden
aventurar tres cosas. Primero, que la votación por el Rechazo al borrador en el plebiscito
pasado es similar al porcentaje de apoyo a la oposición, en ambos casos en torno de 62%.
Segundo: el centro político ha terminado de desfondarse luego de que la alianza entre la
Democracia Cristiana y el Partido por la Democracia (PPD, del ex-presidente Ricardo
Lagos), bautizada Todo por Chile, decidiera ir por fuera del bloque oficialista y no
obtuviera ningún escaño. Tercero, y quizás lo más importante: pareciera que la extrema
derecha está capitalizando coyunturalmente un voto de repudio al establishment político
que no es demasiado distinto del que movilizó a los votantes de la nueva izquierda chilena
en el último tiempo. Como ya ha pasado en otros países, las elecciones se están definiendo
por las denominadas «identidades negativas», y quien gana las elecciones ve diluido su
poder en un abrir y cerrar de ojos.
Ahora bien, para entender más precisamente qué es lo que los chilenos están castigando en
esta ocasión, hay que remitirse a la seguidilla de idas y venidas constituyentes de las que
deriva el proceso actual. La persistencia del problema constitucional chileno radica en que,
a pesar de las múltiples reformas que ha tenido la Constitución de 1980, esta no se
desenvuelve como pacto fundante de la comunidad política ni tampoco sirve de base para
dirimir las diferencias entre los ciudadanos. Además de su herencia dictatorial, el texto
degradó aún más su legitimidad al bloquear reformas que pudieran alterar el carácter
subsidiario del Estado.
Tras el estallido social de octubre de 2019, el mundo creyó que todo eso quedaría atrás con
la Convención Constitucional y sus innovaciones democráticas inéditas en materia de
paridad de género y protección del medio ambiente. Sin embargo, el borrador fue
rotundamente rechazado por casi 62% de los votantes en todas las regiones del país.
Aunque algunos todavía culpan a la campaña de desinformación conservadora, lo cierto es
que esta solo pudo tener éxito debido a un error estratégico y también ideológico por parte
de la izquierda: se confundió la redacción de una Constitución con el despliegue y
materialización de un innovador programa de gobierno progresista. El problema estructural
con la ratificación de nuevas constituciones por referéndum es que cuanto más extenso es el
texto, más razones tienen los votantes para rechazarlo. En el caso de Chile, por ejemplo,
gran parte de los nuevos votantes de sectores populares interpretaron la «plurinacionalidad»
como un ataque a su identidad patriótica.
Con el borrador anterior rechazado, el Congreso Nacional echó a andar un nuevo proceso
mucho más limitado por el poder constituido. Aunque esto fue un balde de agua fría para
las expectativas de la izquierda, cualquier otra cosa habría dado armas a la derecha. Al igual
que en la Convención, el nuevo órgano estableció quórums contramayoritarios, en
particular, tres quintos en una asamblea de 51 electos (el acuerdo original contempló 50
escaños, al que se agregarían cupos indígenas en caso de obtener el 1,5% de la votación
total del país en una papeleta separada; este fue el caso de Alihuén Antileo, elegido por ese
cupo). Y, tal como le ocurrió antes a la derecha, la escasa representación de la
centroizquierda en el proceso actual implica que los quórums no cumplirán su objetivo de
avanzar en los pactos. Además, la derecha tenía tres exigencias: 12 bases institucionales
intocables durante el proceso (como la imposibilidad de eliminar el Senado y la mención
explícita a la existencia de las Fuerzas Armadas y Carabineros en la Constitución, dos
puntos polémicos en la pasada Convención), una comisión de expertos compuesta
proporcionalmente por las fuerzas representadas en el Congreso y un comité de árbitros
para asegurar la tutela sobre el poder constituyente. La primera paradoja es que, con los
resultados electorales favorables a la extrema derecha, estos contornos podrían darle, en el
mejor de los casos, un cierto grado de influencia a la izquierda (y ya no a los conservadores,
como originalmente) y, en el peor de los casos, resultarían irrelevantes. La segunda
paradoja electoral es que un partido como el PR, que defiende la continuidad de la
Constitución de 1980, quedó a cargo del cambio constitucional.
El cambio en la hegemonía de la derecha chilena es total. Desde hoy, Kast no es tan solo el
ex-candidato presidencial de la derecha que obtuvo 44% en la segunda vuelta de 2021, sino
que su partido acaba de sumar más del doble de representantes que las fuerzas clásicas de la
derecha, entre ellos Renovación Nacional (del ex-presidente Sebastián Piñera) y la Unión
Demócrata Independiente (UDI, fundada por Jaime Guzmán, uno de los ideólogos de la
dictadura).
Desde que Boric salió elegido en 2022, el contexto económico, la crisis migratoria y la
crisis de seguridad (particularmente, con el fuerte crecimiento de delitos de alta repercusión
social) no solo han dado lugar a una reacción contra el gobierno, sino que además han
vigorizado discursos como el de los republicanos, que se las arreglan para ser percibidos
como outsiders que vienen a desplegar la «mano dura» contra la delincuencia. En efecto,
toda la campaña electoral para el nuevo Consejo Constitucional estuvo marcada por
mensajes sobre el descontrol de la seguridad que poco tenían que ver con la Constitución y
le sirvieron al PR para antagonizar con el oficialismo.
Ahora bien, ¿es realmente Kast un outsider? A diferencia de algunos de sus pares
internacionales, es un político de larga trayectoria que lleva ocupando cargos públicos
desde el año 1996 y, hasta su primera campaña presidencial en 2017, siempre se había
postulado por la UDI. En particular, Kast proviene del corazón de una de las culturas
políticas más tradicionales de la derecha chilena. Cuando estudiaba Derecho en la
Universidad Católica, Jaime Guzmán fue su tutor, y así se volvió militante del Movimiento
Gremial, un grupo corporativista y religioso, que luego se convertiría en la semilla del
partido. Por otro lado, su hermano, Miguel Kast, fue un Chicago boy formado por Milton
Friedman que luego se convirtió en ministro de Pinochet. Justo cuando Guzmán y Miguel
Kast iban a fundar la UDI, este último falleció, de modo que la figura de José Antonio pasó
a ocupar un rol simbólico fundacional que se refleja en innumerables discursos y
homenajes.
Todo esto es extremadamente relevante para intuir la forma en que Kast y los republicanos
intentarán conducir a su grupo en el Consejo Constitucional. ¿Seguirán antagonizando con
el resto de los partidos ahora que les toca conducir? El actual presidente de la UDI, Javier
Macaya, se mostró confiado de que esto cambie cuando remarcó que «casi el 90% de los
electos de Republicanos viene de la UDI». Aunque no sabemos qué papel elegirá jugar Kast
hasta la culminación del proceso, puede que presente algunas diferencias con el guión del
populismo de derecha de otras latitudes.
Chile eligió el presidente más izquierdista desde el retorno a la democracia pero, al mismo
tiempo, votó un Congreso mayoritariamente de derecha. Fue tal la algarabía que desató lo
primero, intensificada tal vez por las expectativas del proceso constituyente inicial, que la
izquierda cometió un error estratégico: olvidarse de lo segundo. Así, en vez de tramitar de
inmediato las principales reformas del programa de gobierno, usando la cada vez más corta
luna de miel de los gobiernos, decidió esperar a los resultados del plebiscito de septiembre
de 2022, pensando que el triunfo potenciaría el poder de negociación del Ejecutivo en el
Congreso. Sin embargo, con el borrador rechazado, el oficialismo se quedó con gran parte
del programa de gobierno cuesta arriba, y tras los resultados del 7 de mayo no solo se ha
escogido al órgano político más derechista en décadas, sino que la posición de negociación
en el Congreso ha vuelto a empeorar.
Si hay algo claro es que la izquierda no puede desentenderse del proceso constituyente. A
fin de cuentas, fue la que le propuso al país una nueva Constitución destinada a habilitar un
periodo de justicia social. Así, aunque toque hacer múltiples concesiones, sería mucho más
perjudicial renunciar a un acuerdo con la derecha tradicional. Por un lado, esto permitiría
consensuar un texto con mayores posibilidades de ser aprobado en diciembre de 2023 para
zanjar de una vez por todas el proceso. Por otro, se sentaría un precedente para cerrar
caminos de autoritarismo.
La era de las identidades políticas negativas también implica que en Chile podría haber
espacio para construir una identidad en contra de la extrema derecha, algo que hasta cierto
punto se generó en la segunda vuelta presidencial de 2021. Aunque la pregunta es si para
construir tal antagonismo basta con denunciar que el PR «no es democrático» justo cuando
acaba de ganar las elecciones. En vez de eso, vale la pena volver al origen: la razón por la
que comenzamos este largo camino de idas y venidas desde el estallido social fue el
malestar con la subsidiariedad del Estado consagrada en la Constitución de 1980. Si se
considera la lógica del plebiscito ratificatorio, que no distingue artículo por artículo, sino
que somete la totalidad del borrador a votación, entonces lo más importante de cara a la
votación final serán los anticuerpos que pueda inducir el nuevo texto. Si la derecha opta por
constitucionalizar el rechazado sistema de administradoras de fondos de pensiones privadas
(AFP) o las instituciones de salud previsional (ISAPRE, sistemas privados de seguros de
salud), es muy plausible que gane nuevamente el Rechazo.
El dilema de Kast
Decíamos más arriba que el proceso constituyente quedó bajo la conducción de quienes
rechazaban un proceso constituyente. Para graficar, basta un ejemplo: Luis Silva, el
candidato más votado a escala nacional, indicó que el PR «no quiere una nueva
Constitución». En pocas palabras, se podría decir que la propuesta constitucional del PR es
la Constitución de 1980, ni más ni menos. Sin embargo, a pesar de las duras derrotas
electorales de este año y el pasado, el plebiscito constitucional de 2020 aprobó con 78% de
los votos la propuesta de cambiar el texto impuesto por la dictadura y reformado en
múltiples ocasiones. En otras palabras, este es un capítulo que difícilmente se cerrará sin
más con un nuevo rechazo.
Como se ve, la cuestión no es tan sencilla para el PR. Como la principal fuerza del Consejo
con 23 bancas, un poder de veto autónomo y a solo ocho votos de lograr los tres quintos
(quórum para aprobar los artículos), la responsabilidad del curso del proceso recae ahora
sobre sus espaldas en la misma medida que el apoyo popular recibido en la votación. Y
aunque habrá más de un intento de desmarcarse de su responsabilidad, lo cierto es que las
expectativas de cierre de la crisis social e institucional de Chile no han desaparecido, a
pesar de que la seguridad y la inmigración pasaron a ser cuestiones centrales en la agenda
ciudadana.
Con todo, mientras el camino de la nueva izquierda chilena encabezada por el presidente
Boric enfrenta curvas peligrosas, el de la extrema derecha de Kast, si bien parece despejado,
se enfrenta a los riesgos del exceso de velocidad. Deberá generar el marco de una nueva
Constitución que debe aprobarse para mostrar que puede gobernar y generar «estabilidad»,
pero se tendría que cuidar de que sus ideas «ochentistas» no aparezcan en el nuevo texto.
Mientras tanto, entre las curvas peligrosas y el exceso de velocidad, sigue creciendo un
verdadero abismo entre la política y la sociedad.
https://nuso.org/articulo/chile-elecciones-constitucion/
MAYO 2023
El vaciamiento democrático
en Perú... y más allá
Rodrigo Barrenechea
Alberto Vergara
Perú muestra que el vaciamiento democrático puede venir
no de una concentración de poder, sino de un proceso
contrario. Y esta constatación se puede extender a otros
países de la región. Las democracias no solo entran en
crisis cuando sus elementos liberales colapsan, sino
también cuando sucumben los componentes
representativos.
En los últimos seis años, Perú ha tenido seis presidentes, ocho intentos de vacancia
presidencial, un golpe de Estado, una disolución del Congreso y, más recientemente, en los
primeros meses de la presidencia de Dina Boluarte, una represión estatal que ha dejado más
de 60 muertos, algo absolutamente inadmisible en una democracia. La democracia peruana,
en suma, ya no cumple con sus funciones y objetivos básicos.
Ausencia de vínculos con la sociedad. Los partidos políticos peruanos carecen de vínculos
con la ciudadanía, ni programáticos ni personalistas ni clientelares. Son apenas una
inscripción en el registro de organizaciones políticas que los autoriza a presentar candidatos
para las distintas elecciones. O acaso habría que decir que los autoriza
a subastar candidaturas. Así, una vez elegidas las autoridades, estas no mantienen un
vínculo que los lleve a considerar necesario rendir cuentas ante el electorado. No surgieron
en la política por tener conexiones fuertes con la sociedad y desaparecerán de la política sin
esperanza de reemerger. Un buen ejemplo de esta dinámica es la del ex-alcalde de Lima
Jorge Muñoz: fue elegido sorpresivamente en 2018 y también de manera sorpresiva fue
destituido en 2022. La capital del país y sus diez millones de habitantes se quedaron sin
autoridad municipal. Nadie lo vio venir y, más importante, a nadie le importó. La
democracia vaciada.
Boluarte es la más reciente exponente de este tipo de personaje. Aunque sabe desde el
inicio de su mandato que es rechazada por la mayoría del país, no le importa. No le debe la
Presidencia sino al azar y es consciente de que no tiene ningún porvenir en la política
peruana. Ergo, la amateur presidenta gobierna con el apoyo de los poderes que intentaron
descarrilar antidemocráticamente la elección de su plancha presidencial (era vicepresidente
de Castillo), y si el precio para disfrutar de su lotería presidencial es abrir fuego contra la
ciudadanía, lo paga sin dudar. Ni las convicciones ni los incentivos la empujan en dirección
democrática. Es la degradación mayor del político irresponsable. Y una democracia en la
que no se responde por las acciones de gobierno ya no se parece a una democracia.
En tal contexto de vaciamiento no es casualidad que fuerzas de facto emerjan para llenar el
poder vacante. Desde hace un lustro, los militares han tenido mucho mayor protagonismo
en la política peruana de lo que una democracia debería permitir y, probablemente, más del
que ellos mismos quisieran asumir. Hoy son una pata central para la estabilidad del
gobierno de Boluarte, y ella y su premier Alberto Otárola han demostrado que no piensan
dar cuenta de las violaciones a los derechos humanos señaladas por organismos
internacionales.
¿También en la región?
Ahora bien, ¿este proceso tiene manifestaciones fuera de Perú? Creemos que sí. Aunque al
plantear esta comparación hay tener en cuenta tres cuestiones: (a) lo importante no es si los
casos son idénticos al peruano, sino advertir movimientos y tendencias semejantes; (b) la
situación de la democracia en cada país es muy diferente y, por tanto, también lo es el punto
de partida de estos procesos; (c) como producto de lo segundo, el proceso de vaciamiento
democrático puede producir consecuencias distintas. Pero en todos los casos observamos
combinaciones de fragmentación y circulación del poder, la llegada de outsiders y la
ruptura del lazo entre política y sociedad y, por tanto, un proceso que eventualmente puede
derruir la democracia no por la concentración del poder, sino por su dilución.
El siguiente gráfico consigna el declive del poder representativo de los grupos que compiten
por el poder en varios países de América Latina. En todos ellos el porcentaje de votos
acumulados por las dos fuerzas políticas que pasaron a segunda vuelta en la primera
elección del siglo fue mayor que la obtenida en la más reciente elección. Esta medición
básica da cuenta de una tendencia importante hacia la fragmentación. Es decir, quienes se
encuentran en el poder hoy tienen menor capacidad de representación que hace 20 años.
Algunos casos destacan por los niveles de fragmentación alcanzados (Perú, Guatemala,
Costa Rica). Otros lo hacen por la dimensión que adquirió la fragmentación en un contexto
inesperado (Chile). Este sencillo indicador no cuenta la historia completa de estos países,
pero permite introducir la cuestión del vaciamiento.
Gráfico. Porcentaje de votos acumulados por las dos primeras fuerzas en elecciones
presidenciales, 2000 y 2023
Asimismo, los partidos han perdido la capacidad de retener a los políticos. Más bien, en
palabras del politólogo Simón Pachano, cada político busca ser «cabeza de ratón» y así
tentar suerte de manera individualista en las distintas elecciones del país. Por ejemplo, Yaku
Pérez, quien llegó tercero en la elección de 2021 con el movimiento Pachakutik, ya formó
su propia organización. Y la fragmentación no parece que vaya a revertirse en el futuro.
Fuera de una eventual candidatura de Correa -hoy impedido legalmente de postular-, los
potenciales candidatos no generan grandes adhesiones.
Partidos y políticos han perdido sus vínculos con la sociedad. La primera Convención
Constitucional, tras el estallido, fue ocupada mayoritariamente por independientes que a la
postre produjeron un proyecto de Constitución que fue abrumadoramente rechazado. Es
decir, ni los partidos ni los independientes llenan el vacío. Y las presidenciales de 2021
repitieron una dinámica de fragmentación y circulación del poder: Gabriel Boric, José
Antonio Kast, Franco Parisi y Sebastián Sichel –los cuatro primeros puestos de la primera
vuelta– encabezaban movimientos nuevos y por fuera de los partidos tradicionales. Solo en
el quinto puesto llegaba la candidata de la Democracia Cristiana con 11%. El triunfo del
Partido Republicano en la elección de convencionales del 7 de mayo consolidó este
desplazamiento de los partidos tradicionales. A esto se suma una Cámara de Diputados
fragmentada en 21 partidos, algo que parecía ser propio del Poder Legislativo brasileño. En
el nivel municipal, hoy 25% de las alcaldías están en manos de independientes, el doble que
hace cuatro años.
Reflexiones finales
Lo que hemos expuesto en este artículo no sugiere que los países reseñados atraviesen una
coyuntura idéntica: Guatemala ya no es una democracia (The Economist Unit lo califica
como «régimen híbrido» y V-Dem, «autocracia electoral»), mientras que no podemos
imaginar un escenario en el que Chile dejara de serlo. Lo que se subraya aquí es un proceso
común que tiene rasgos de lo que llamamos un vaciamiento democrático, proceso que
puede llevar a distintos tipos de resultado. Pero en todos los casos se afecta el
funcionamiento de la democracia y esto, eventualmente, puede llevar a su muerte. El
llamado de atención de Perú para la región es que las democracias pueden morir por
dilución del poder, y que acostumbrados como estamos a la amenaza de la concentración,
este peligro pasa desapercibido. Es decir, únicamente solemos considera que la democracia
está en situación crítica cuando sus elementos liberales colapsan, pero no le damos igual
importancia cuando sucumben los componentes representativos. El caso peruano demuestra
que el colapso de la dimensión representativa puede afectar también la liberal. Una
democracia sin poder representativo corre el riesgo ya no solo de ignorar las demandas de la
ciudadanía, sino también de violentar sus libertades más básicas. El vaciamiento de la
democracia peruana es un caso extremo, pero el vaciamiento de la representación es un
problema que atañe a muchos países en la región.
https://nuso.org/articulo/Peru-democracia-vaciamiento/
La democracia en la era de
la inteligencia artificial
Paul Nemitz
En vista de la creciente expansión de la inteligencia
artificial en las sociedades modernas, resulta necesario
discutir cómo puede servir para mantener y fortalecer el
Estado de derecho, la democracia y los derechos humanos,
en lugar de contribuir a su debilitamiento. Eso dependerá
en gran medida de las formas de regulación elegidas.
Así como debe hacerse una clara diferenciación entre internet como tal, una estructura
tecnológica que conecta personas e información, y lo que sucede en internet, también debe
hacerse una diferenciación entre el potencial teóricamente positivo de la inteligencia
artificial y los usos para los cuales se la desarrolla actualmente. Por lo tanto, un análisis
diferenciado debe ir más allá de una mera enumeración de las ventajas de la internet gratuita
o los beneficios teóricos de la inteligencia artificial y tener en cuenta los efectos reales de
las nuevas tecnologías digitales y modelos de negocio en el área de internet e inteligencia
artificial.
Ambición de poder
Las megacorporaciones digitales no solo son capaces de ejercer una influencia política y
social masiva, tienen también los recursos financieros para comprar nuevos desarrollos
y startups en el campo de la inteligencia artificial y en todas las demás áreas relevantes para
su modelo de negocio, y eso es exactamente lo que hacen. Su pretensión de concentrar
poderío y controlar pone en desventaja al cuarto poder: el periodismo clásico, que es tan
importante para la democracia. Su selectivo negocio de publicidad priva al periodismo de su
sustento. Es cierto que no son la única razón de la muerte de los periódicos y del retroceso
del periodismo clásico tanto en Europa como en Estados Unidos, pero son uno de los
principales factores. Si bien es posible que algunas de sus investigaciones fundamentales
sobre inteligencia artificial sean de acceso público, el trabajo mucho más elaborado sobre
aplicaciones comerciales de inteligencia artificial se realiza en secreto. Los presupuestos en
esta área superan con creces la inversión pública de muchos países. Esta acumulación de
poder en manos de unos pocos debe ser observada de modo abarcativo: incluye el poder del
dinero, el poder sobre la infraestructura democrática y el discurso público, el poder sobre
los individuos a través de la elaboración de perfiles precisos y la supremacía en el campo de
la inteligencia artificial. Los gigantes de internet han tenido logros sin precedentes como
empresas: buena parte de su producción no está regulada, son dominantes en su mercado y
son las empresas más rentables en la bolsa de valores. Tienen una inmensa influencia en la
formación de opinión y en la política, al tiempo que han conservado su popularidad entre el
público.
Por ejemplo, Google insistió en que solo se le aplique la ley de California, ya que las
búsquedas hechas desde Europa son respondidas desde los servidores californianos. Es más,
se argumentó que los resultados de las búsquedas no deberían clasificarse como
«tratamiento de datos». La fundamentación: Google no es responsable de los resultados, ya
que son producto del algoritmo automatizado y no pueden ser controlados por la empresa.
Aquí es donde se hacen evidentes la cosmovisión de la empresa y la manera de concebir el
Estado de derecho: en primer lugar, la automatización en forma de algoritmo como servicio
protege a la empresa mediadora de cualquier responsabilidad legal. Visto así, el sueño de
John Perry Barlow se haría realidad: en la era digital, la tecnología tendría prioridad sobre
la jurisprudencia. En segundo lugar, si existiera cualquier forma de vínculo legal, este solo
podría existir en relación con un orden global, presumiblemente dominado por la ley
estadounidense y administrado por jueces estadounidenses. Este escenario sería ideal para
Google. Los costos se reducirían considerablemente, incluso si la empresa operara en
diferentes jurisdicciones. Esto estaría totalmente en línea con la idea de construir una única
estructura global de internet que no esté dividida en diferentes jurisdicciones o fragmentada
por normas nacionales y que sea muy difícil de atacar legalmente para ciudadanos no
estadounidenses.
Cuestiones éticas
Cuando se pone todo esto en contexto, hay un denominador común claro: el intento de
evitar responsabilidades, tanto en la legislación como en la jurisprudencia. Y todo surge de
un pequeño grupo de empresas que tienen en sus manos un poder sin precedentes. El debate
sobre las cuestiones éticas de la inteligencia artificial ya ha expuesto los innumerables
desafíos en el ámbito de los derechos fundamentales y el Estado de derecho en este
contexto. Es evidente que la inteligencia artificial no puede servir al bien público sin reglas
claras. El potencial de la inteligencia artificial obliga a no correr los mismos riesgos que
cuando se introdujo internet, que en su momento provocó un vacío legal. Las posibilidades
de esta nueva tecnología son tan inmensas que pueden causar estragos y daños irreversibles
a la sociedad. Pero mientras que hoy la inteligencia artificial es desarrollada por empresas
gigantescas con presupuestos de miles de millones, están regresando los ingenuos
argumentos con los que se causó mucho daño en las fases tempranas de internet.
También está claro que los numerosos conflictos de intereses entre empresas y público en
relación con la inteligencia artificial no pueden resolverse mediante códigos de ética laxos
ni autorregulación. Pero eso no significa que las empresas no deban contribuir a la discusión
sobre los desafíos éticos y legales. Muchas de las personas que trabajan para estas empresas
tienen las mejores intenciones y pueden hacer importantes aportes al debate. También se
puede observar una cierta diferenciación en las actitudes hacia la legislación, según sea el
modelo de negocio. Microsoft, que gana mucho dinero por servicios al gobierno y la
administración pública, se posiciona de manera más constructiva frente al Estado de
derecho y la democracia que otras empresas.
En vista de los enormes presupuestos con los que las megacorporaciones están presentes en
muchos ámbitos de la ciencia, la sociedad civil y la opinión pública, es importante que
todos quienes participan de la gran discusión sobre la regulación de internet y las nuevas
tecnologías ofrezcan información clara sobre relaciones laborales, financiamiento u otras
transferencias de servicios y expongan de manera abierta los conflictos de intereses.
Resulta sorprendente hasta qué punto los defensores de una legislación sobre inteligencia
artificial estuvieron inicialmente a la defensiva, a pesar de que existe una larga historia de
regulaciones legales en el ámbito de la tecnología. Todo arquitecto debe, en el curso de sus
estudios universitarios, familiarizarse con las normas de construcción para salvaguardar el
interés público, por ejemplo, en la construcción de edificios a prueba de derrumbes. Cada
automóvil debe superar varias pruebas para garantizar la seguridad vial. La introducción de
los cinturones de seguridad obligatorios, muy resistidos por la industria automotriz y los
clubes automovilísticos, finalmente redujo a la mitad la cantidad de muertes en carreteras.
Una y otra vez, la sociedad ha visto que, ante la aparición de nuevas tecnologías, es la
regulación legal y no la desregulación lo que beneficia al interés público.
Los estímulos para reflexionar sobre la inteligencia artificial no solo han demostrado la
multitud de exigencias que las nuevas tecnologías imponen a la legislación, la democracia y
los derechos individuales. También han dado lugar a algunos catálogos de reglas éticas en
esta área. Por ejemplo, Alan Winfield, profesor de Ética Robótica en la Universidad de
Bristol, enumera diez códigos de conducta relacionados con la inteligencia artificial. Las
últimas contribuciones a esta lista son la declaración del Grupo de Alto Nivel de la
Comisión Europea sobre Inteligencia Artificial Fiable del 18 de abril de 2019 y el informe
de la Comisión Alemana de Ética de Datos, presentado el 23 de octubre de 2019. Por tanto,
no faltan propuestas sobre principios éticos en el tratamiento de la inteligencia artificial.
Un interrogante es si, después de la experiencia con una internet libre de todo marco legal,
nuestra democracia debe volver a exponerse al riesgo de una tecnología omnipresente y
decisiva, que puede tener efectos negativos sustanciales si no se la regula. A diferencia de
internet, la inteligencia artificial no es producto de unos pocos académicos e idealistas, sino
de las poderosísimas empresas de internet que la controlan. Mientras tanto, algunos
representantes de estas empresas han llegado recientemente a la misma conclusión y han
pedido una legislación sobre inteligencia artificial. También la canciller alemana Angela
Merkel ha pedido, durante la conferencia del g-7 en Japón, una regulación legal de la
inteligencia artificial, tal como lo es el Reglamento General de Protección de Datos ( RGPD ).
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, dijo, a modo de orientación,
que la Comisión Europea presentaría una propuesta para regular la inteligencia artificial
dentro de los 100 días posteriores a su asunción, ocurrida el 1o de noviembre de
20191.Todos los argumentos que ahora se utilizan en contra de una ley de inteligencia
artificial fueron expuestos antes de 1995, cuando se introdujo la primera directiva de
protección de datos personales en la UE. Luego se lo volvió a hacer durante las
negociaciones sobre el RGPD en los años 2012 a 2016. Ninguno de los argumentos pudo
convencer a los legisladores, y con razón. La afirmación de que la ley no puede seguir el
veloz ritmo de desarrollo de la tecnología o los modelos comerciales ha sido refutada por la
legislación europea tecnológicamente neutra 2. El RGPD es un ejemplo de legislación
moderna y tecnológicamente neutra, cuyo significado y relevancia evolucionan a la par del
progreso tecnológico, incluida la inteligencia artificial.
Falacia y afirmaciones
La afirmación de que el derecho no es lo suficientemente preciso para regular tecnologías
complejas y que una ley que no se adentre absolutamente en los detalles de un código
preciso y fácil de usar no puede ser una buena ley constituye otra falacia por parte de los
programadores. Por definición, el proceso democrático de elaboración de leyes es un
acuerdo. El RGPD se negoció, durante el procedimiento parlamentario, sobre la base de casi
4.000 sugerencias individuales de mejora.
Las leyes (generalmente) las hacen personas razonables y, en caso de un conflicto legal, las
interpretan jueces razonables. Este proceso abierto de elaboración de leyes y su posterior
interpretación le confiere a la ley flexibilidad para adaptarse a las nuevas circunstancias.
Las leyes no tienen que reescribirse una y otra vez como los códigos de programación, que
deben ser revisados constantemente desde la versión 1.0 en adelante.
Para decirlo claramente: exigir que una ley sea tan precisa o tan rápidamente actualizable
como un código de programación es antidemocrático. Esta exigencia ignora tanto el
principio de deliberación y acuerdo en una democracia como el tiempo requerido para el
debido proceso.
Por cierto, los grupos de presión no tuvieron ningún problema en evaluar los diversos
anteproyectos del RGPD de manera completamente contradictoria: por un lado, como
demasiado imprecisos para crear seguridad jurídica y, por el otro, como demasiado
detallistas y no suficientemente abiertos y flexibles. Estas críticas encontradas prueban que
se deber evitar la ley a toda costa recurriendo al descrédito. La afirmación de que la ley es
demasiado inflexible para seguir el ritmo de los desarrollos tecnológicos es básicamente una
forma más elegante de parafrasear lo que los neoliberales siempre han dicho: no queremos
ninguna obligación legal, porque entonces se nos podrían atribuir responsabilidades legales.
Por lo demás, quienes abogan por una ética de la inteligencia artificial afirman lo mismo. El
mundo de los negocios no tiene problemas con los códigos éticos, ya que estos carecen de
legitimación democrática y no pueden ser impuestos por fuerza de ley. Pero esta es
precisamente la principal ventaja del derecho sobre la ética: con la verosímil amenaza de
sanciones anima a los desarrolladores a trabajar en pos del interés público.
Toda tecnología tiene que convivir con la realidad de que la ley le marque límites. Es hora
de que Silicon Valley y la industria digital de internet acepten esta necesidad democrática.
En un momento en que internet y la inteligencia artificial lo atraviesan todo, la falta de
regulación de estas tecnologías claves podría significar el fin de la democracia. Las reglas
éticas pueden ser una etapa preliminar y una ayuda orientadora en el camino hacia la
legislación y pueden proporcionar contenido para leyes posteriores. Pero no pueden
reemplazar la ley, carecen de la legitimidad democrática y la naturaleza vinculante con que
los gobiernos y los tribunales pueden hacer cumplir las leyes.
Muchas de las cosas buenas que quieren hacer las empresas de Silicon Valley son
bienvenidas. Pero esto no puede eximirlas de actuar dentro de la ley y el orden y respetando
el proceso democrático. También está completamente claro que el RGPD debe aplicarse
siempre que la inteligencia artificial trabaje con datos personales. El RGPD contiene
derechos importantes para los consumidores sobre cómo se pueden usar sus datos, y estas
reglas también influirán en el diseño de una inteligencia artificial. Los principios de
protección de datos del RGPD son una guía importante para la inteligencia artificial, al igual
que los límites al tratamiento automatizado de datos y los derechos a la información de los
afectados. También está cobrando importancia, en lo que respecta a la inteligencia artificial,
la evaluación de las consecuencias del tratamiento de datos personales para las personas
afectadas, necesaria en determinadas condiciones. En este aspecto, no se necesita ninguna
legislación nueva. Sin embargo, los principios del RGPD con respecto a la inteligencia
artificial también deben aplicarse al tratamiento mediante inteligencia artificial de datos que
no son personales.
Pero podemos ser optimistas en cuanto a que las regulaciones detalladas de la UE para la
lucha contra la discriminación y la protección del consumidor también se aplicarán en el
campo de la inteligencia artificial. Teniendo en cuenta esto, es necesario considerar algunos
principios básicos de la legislación sobre la inteligencia artificial.
En el tercer nivel, a las personas debería asistirlas el derecho legal de estar informadas sobre
la funcionalidad exacta de la inteligencia artificial que están utilizando. ¿Qué lógicas sigue?
¿Cómo afecta su uso los propios intereses o los intereses de terceros? Esta obligación de
proporcionar información también debería existir aunque no se estén procesando datos
personales. En este caso, ya existe la obligación legal en el RGPD .
Por todas estas razones, necesitamos una profunda evaluación de impacto de la inteligencia
artificial en los tres niveles mencionados para seguir adelante con el diálogo entre
tecnología y democracia. Esto es crucial en un momento en que la inteligencia artificial se
está volviendo omnipresente e influye cada vez más en nuestras vidas. Si del debate público
resulta una nueva conciencia de la responsabilidad por la democracia, los derechos
fundamentales y el Estado de derecho, entonces la inteligencia artificial se habrá ganado
una buena cuota de confianza y aceptación en la sociedad.
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MAYO 2023
Los nuevos bestsellers de la
derecha «sin complejos»
Entrevista a Ezequiel Saferstein
Mariano Schuster
En un mundo dominado por las redes sociales, los libros
siguen siendo importantes. La derecha lo sabe y también
libra sus batallas desde la industria editorial. Ezequiel
Saferstein, sociólogo especialista en edición y cultura
impresa, analiza cómo las derechas radicales se hicieron
fuertes con los libros en la mano.
Durante los últimos años, los libros de las derechas radicales han vivido un proceso
explosivo. Los autores de estos libros, que en América Latina suelen reconocerse en el
pensamiento (paleo)libertario, aspiran a dar una batalla cultural que incluya articulaciones
con derechas nacionalistas, conservadoras y religiosas. Con libros rutilantes que pretenden
enseñar a «combatir al progresismo» y al «marxismo cultural», los argentinos Agustín Laje
y Álvaro Zicarelli, los brasileños Ana Carolina Campagnolo y Bruno Garschagen, y el
chileno Axel Kaiser, están evidenciando el desarrollo un nuevo campo cultural de derecha,
a la vez que una serie de mutaciones en la industria de los libros políticos.
El sociólogo Ezequiel Saferstein se ha dedicado a estudiar este fenómeno editorial a través
de un trabajo de campo que incluye entrevistas a los autores, a los editores y a los lectores
de los nuevos libros de derecha. Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos
Aires (UBA) e investigador en la Escuela IDAES de la Universidad de San Martín, donde
también es docente de posgrado, este especialista en la historia y la cultura del libro y la
edición, ha analizado el fenómeno minuciosamente en diversos trabajos académicos y
periodísticos. Autor del libro Cómo se fabrica un best seller político (Siglo XXI, 2021),
explica qué pasa con los nuevos libros de la derecha, cuál es la relación entre autores y
editores, y qué articulaciones políticas pretenden producir quienes escriben para construir
una nueva hegemonía cultural.
En los últimos años se ha producido un auge de libros escritos por autores y autoras
jóvenes que se autodenominan de derecha y que buscan establecer un contrapunto y
una crítica a aquello que identifican como «el progresismo». ¿Cómo ha impactado este
proceso en la industria del libro y cómo se ha producido la emergencia de estos
autores en el campo editorial? ¿Este proceso responde a una lógica de oposición a los
gobiernos progresistas regionales o existen fenómenos más novedosos en este apogeo
de lo que podríamos llamar «los libros de la derecha»?
Por un lado, es estrictamente cierto que, en buena parte de los países de América Latina, y
sobre todo en casos que he estudiado como los de Argentina y Brasil, funciona la lógica de
la oposición en la industria del libro mainstream. Durante la década de 1990, que se
caracterizó por gobiernos de corte neoliberal, los libros que podían ser catalogados como
«progresistas» funcionaban muy bien, mientras que, durante el período de gobiernos de la
marea rosa, los libros con posicionamientos de centroderecha primero y luego más
decididamente de derecha, tuvieron un proceso de expansión. En ambos casos se verificaba,
además, un buen funcionamiento de los libros de investigación periodística que
denunciaban prácticas corruptas e irregulares por parte de los gobiernos de turno. La mirada
crítica matizada, la oposición, o como me dijo un editor, el franco
«oposicionismo» funciona bien en términos comerciales y editoriales. Es percibido, de un
modo u otro, como un discurso crítico al oficial.
Ahora, sin embargo, nos encontramos con un escenario diferente. Los libros de las
autodenominadas «nuevas derechas» ya no tienden, como los que los precedieron, a atacar
algunos aspectos de los gobiernos progresistas, como podían ser, por ejemplo, los libros
críticos de las políticas de derechos humanos o con posiciones «anticorrupción». Estos
nuevos libros, que tienen entre sus principales autores a los argentinos Agustín Laje y
Nicolás Márquez, a los brasileños Olavo de Carvalho o Bruno Garschagen o al chileno Axel
Kaiser, introducen una novedad que refiere a una forma global de discutir con la cultura
progresista en lo que puede considerarse una verdadera batalla cultural. Por lo general, se
trata de autores ligados al pensamiento libertario –o «libertariano»–, cuyo eje central es
reponer una articulación entre múltiples derechas –libertarias, liberales, nacionalistas,
conservadoras, religiosas– para derrotar a su enemigo: lo que llaman «marxismo cultural».
Ese «marxismo cultural» se caracterizaría ya no solo por posiciones igualitaristas –que son
tachadas de «socialistas»– en el ámbito de la economía y las políticas sociales, sino por una
serie de discursos y prácticas ligadas a los movimientos feministas y LGTB+, que vendrían
a disgregar los «valores tradicionales» que muchos de estos autores buscan «conservar».
El hecho de que muchos de estos libros sean publicados por grandes grupos editoriales
introduce una novedad, ya que los discursos de derecha duros o radicales no solían ser
tenidos en cuenta por las grandes empresas de la industria del libro. Los editores tendían a
ver en esos trabajos y en esas ideas una radicalidad excesiva y consideraban, al mismo
tiempo, que el mercado para esos libros era muy minoritario. Hoy eso parece haber
cambiado.
Los autores de las derechas contemporáneas vivieron un proceso similar, aunque a una
escala mayor. Pensemos, por ejemplo, en el caso de Agustín Laje, que resulta
paradigmático en este sentido. Laje, que tiene hoy 34 años, publica sus primeros libros en
Unión, una pequeña editorial de derecha con sede en España pero con filial en Argentina.
Se trata de una editorial que ha publicado a todos los autores de la escuela austríaca de
economía, por lo que está bien ubicada dentro del pensamiento liberal y libertario, aunque
su catálogo se compone también de libros de autores más nacionalistas, reaccionarios y del
catolicismo conservador que discuten, por ejemplo, cuestiones de género y diversidades, así
como también libros sobre los años setenta. Se trata de una editorial en la que, si bien prima
lo liberal y lo libertario –con autores como Hayek, Mises y Rothbard como voces centrales–
articula también con otras derechas. En 2011, Editorial Unión publicó un libro de Laje
sobre «los mitos setentistas» y, en 2013, editó otro sobre el «relato kirchnerista» en el que
Laje era coautor junto a su primer maestro, el abogado y ensayista Nicolás Márquez.
Finalmente, en 2016 publicaron juntos El libro negro de la nueva izquierda. Ese libro
consiguió, a través de las redes, del boca en boca y de plataformas como Amazon, una
circulación muy importante, al punto que les permitió incluso hacer una gira por América
Latina y por España. De ese crecimiento, que podríamos decir que fue «desde abajo» –
quiero evitar tesis conspirativas relativas al financiamiento de los grandes capitales, en tanto
estos financiamientos pueden existir, pero no determinan por sí solos los procesos reales de
circulación– se produjo un salto a las grandes editoriales. Laje fue convocado a una reunión
en el sur de Estados Unidos con editores de Harper Collins, un grupo editorial comercial
orientado principalmente al campo religioso –es el mayor vendedor de biblias del mundo–,
aunque no solamente a él, ni con visiones exclusivamente de derecha. Allí, Laje firmó un
contrato para publicar tres libros, de los cuales el primero es La batalla cultural, publicado
en 2022, y Generación Idiota, publicado este año. Resta, entonces, la publicación del tercer
libro.
Durante la presentación del libro La batalla cultural en la Feria del Libro de Buenos Aires
en 2022 y más aún en la de Generación idiota en 2023 resultó muy evidente el sentimiento
de que habían ganado «un espacio de la izquierda». En 2022 Laje presentó su libro junto a
Nicolás Márquez y al economista y político libertario Javier Milei –ahora candidato a
presidente por el partido La Libertad Avanza– en un evento que fue muy masivo, llenó la
sala más grande de la Feria del Libro y dejó afuera a muchos asistentes que no consiguieron
lugar. El evento fue organizado por Hojas del Sur, la editorial que imprimió el libro en
Argentina a través de un acuerdo con Harper Collins, y por el centro de estudios Cruz del
Sur, ligado a un grupo de jóvenes católicos que defienden la idea de «Dios, Patria y
Familia» mediante distintas iniciativas vinculadas a «la causa de los militares» de la década
de 1970 y a temas como el combate a la «llamada ideología de género». Segundo Carafí, el
presidente de ese centro de estudios, en su presentación de aquel evento dijo: «llegamos a la
Feria del Libro, llegamos al lugar copado por la izquierda». Y Laje repitió algo similar unos
minutos después. En la presentación de este año, en la que Laje dialogó –también a sala
llena– con Vicente Massot, el ex-dueño del diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca, el
clima fue en parte similar, pero con un tono distinto: ya no había sorpresa por llenar el
auditorio más grande de la feria, sino que se tornó un evento más asentado. Si en 2022
aparecía la idea de «copar» la feria, esta vez se agradeció y aplaudió a la Feria del Libro
como un evento consolidado, con un autor ya consagrado como bestseller del mainstream
editorial. Y lo mismo ocurre en otras ferias de América Latina. Por ejemplo, la revista
Semana de Colombia tituló recientemente: «Agustín Laje: apoteósica presentación en la
Feria del Libro con más de 3.000 personas y 7 horas de firma de libros».
En este sentido, la Feria del Libro –y el mercado del libro en general– aparece como un
espacio de la izquierda que está siendo disputado. Ciertamente, resulta interesante ver como
ocupan un espacio que manifiestan, o mejor dicho manifestaban, sentir como ajeno. En el
marco de lo que ellos mismos consideran como su «batalla cultural», estos autores de
derecha afirman que publicar libros y ocupar la Feria del Libro es parte de un proceso de
combate por la hegemonía. En ese marco, ellos responderían con un categórico «sí» a la
pregunta del libro de Pablo Stefanoni ¿La rebeldía se volvió de derecha? En Generación
Idiota, Laje llega incluso a citar el trabajo de Stefanoni para afirmar que el hecho de que
autores de izquierda estén observando su fenómeno es un indicador de que están yendo por
el buen camino. Además, se monta sobre el libro de Stefanoni para afirmar que
efectivamente son rebeldes, en tanto consideran que el statu quo es de izquierda y que, por
lo tanto, sus posiciones van a contramano de lo impuesto. Es en ese mismo sentido que
consideran que ocupar el mercado del libro es una forma de resistencia y de rebeldía. Ven a
ese mercado como culturalmente progresista y sustancian esa posición argumentando, por
ejemplo, la forma en la que la industria del libro adoptó rápidamente como temática la
cuestión de género. Luego de la explosión del movimiento Me Too en Estados Unidos y de
diversas expresiones feministas en América Latina, la industria editorial se habría lanzado
rápidamente a publicar libros sobre esas temáticas que, también rápidamente, consiguieron
un espacio privilegiado en las principales librerías. A eso, autores como Laje y Guadalupe
Batallán o la brasileña Ana Carolina Campagnolo, contestan: «¿ven que ahora esto es
el mainstream, el statu quo? Ocupemos entonces ese mainstream y disputemos». El
problema que tienen, en ese sentido, es el de cualquier movimiento de ese tipo: ellos
también se vuelven mainstream, también ocupan bateas de las librerías y llenan las feria del
libro.
Estos autores comienzan sus exposiciones con referencias a Platón y la etimología griega de
la palabra, para luego utilizar la categoría «idiota» para referirse a la forma en la que
consideran que el progresismo se ha vuelto una sátira de sí mismo. El libro de Olavo de
Carvalho, publicado en 2013 por la editorial brasileña Record, además de ser
un bestseller en Brasil, fue un libro que funcionó como referencia del bolsonarismo, al
punto que el presidente lo exhibía en transmisiones en vivo junto a la Constitución Federal,
la Biblia y la autobiografía de Winston Churchill. En ese libro, que es en realidad una
compilación de sus notas, Olavo hablaba de los «idiotas útiles» para referirse a los
«petistas» (miembros del Partido d los Trabajadores) y a los «izquierdistas» como
ignorantes de su condición de manipulados.
En el caso de Laje, pasa algo similar. En uno de los videos de promoción de su último libro,
se refiere como idiotas a quienes, atravesados por el progresismo, buscan respuestas sobre
diferentes temáticas en figuras «pop» como Miley Cyrus o Ricky Martin que se
encontrarían enmarcadas en posiciones feministas y prodiversidades. Aunque en su libro le
da una pátina intelectual a la categoría de idiota, remitiéndola al idios griego –este tipo de
operación suele ser habitual en Laje, que intenta volver al sentido etimológico de las
palabras–, su conceptualización de idiota se vincula esencialmente a esto: a quienes hablan
de «autopercepción de género», a quienes «aman el victimismo» y a quienes «aman los
medios de comunicación hegemónicos» que, lógicamente, para Laje, serían de izquierda.
En base a esta caracterización, hace una jugada interesante y, tanto en algunos de sus libros
como en diversas presentaciones, les pide a sus seguidores que no lo acompañen solamente
en sus redes sociales y en sus videos de YouTube, sino que «se formen» y «lean libros» (y
no solamente el suyo). El argumento fundamental es que no quiere que lo sigan «idiotas»,
sino «personas críticas» que puedan profundizar y salir de los pensamientos simplistas. En
este sentido, es interesante contrastar la posición de Laje con los planteos de sectores de
izquierda, que suelen argumentar que los jóvenes seguidores de estos autores «solo se
forman con YouTube y las redes». Es posible que eso sea parcialmente cierto, pero los
propios autores convocan a la lectura como espacio privilegiado para la formación del
pensamiento crítico. Y eso es algo que, paradójicamente, podría haber dicho cualquier
intelectual de izquierda de las décadas de 1960 y 1970. En las entrevistas que realizamos
junto a la socióloga Analía Goldentul a los jóvenes quienes siguen a estos autores, es clave
la idea del libro que estos jóvenes tienen como una herramienta de formación, como fuente
de datos y de referencias y, además, como un artefacto que les permite fortalecer sus
argumentos y posicionarse. Los libros (y también los videos y posteos) les sirven para sus
discusiones cotidianas, en las redes, pero también en los espacios educativos, con sus
docentes o compañeros. Con El libro negro de la nueva izquierda eso se evidenció
claramente: los lectores citan al libro como aquel que les permitió discutir con feministas y
progresistas con argumentos y datos. De hecho, ese libro es una referencia en círculos
cristianos preocupados por la «ideología de género» o de activistas intranquilos con la
educación sexual integral en los colegios. El movimiento «Con mis hijos no te metas» tiene
al Libro negro como un marco teórico y argumentativo fundamental y parte de las giras
latinoamericanas por Perú y Chile se relacionan con ello. Estos libros suelen tener
muchísimas referencias y notas al pie, y por más que muchas sean de dudosa calidad y
difícil comprobación, el punto es que se presentan como fácticas y así son leídas y
utilizadas.
Algunos de los conceptos que estos autores utilizan de modo más o menos corriente
remiten a conceptualizaciones propias de la izquierda política y de la izquierda
cultural. Me refiero específicamente a conceptos como «hegemonía» o «batalla
cultural», referencias claras del pensamiento del comunista italiano Antonio Gramsci.
¿Tienen estos autores una lectura de Gramsci y de otros pensadores vinculados a la
esfera cultural de la izquierda, como Raymond Williams o Stuart Hall?
Este es un tema muy interesante y sobre el que me gustaría puntualizar algunas cuestiones.
Claramente Gramsci es una referencia. A priori, diría que la Escuela de Birmingham tuvo
menos eco, pero no sé si podría descartar algunas de esas lecturas. Los autores centrales de
la izquierda o del campo nacional-popular de los que han bebido son Gramsci y Ernesto
Laclau, que suelen aparecer en algunos libros con referencias directas. De estos autores,
recuperan la idea de batalla cultural y hegemonía, pero para trabajar en una lógica política
contraria a la que estos autores planteaban. De hecho, ponen esos conceptos al servicio de la
lucha contra el «marxismo cultural». El caso de Agustín Laje –e insisto con él porque es
quien por ahora se posiciona más con un uso extenso de bibliografía y con cierta pretensión
de erudición– esto es muy visible. En sus libros figuran Gramsci y Laclau, pero también
Althusser, Weber y los autores de la Escuela de Frankfurt –principalmente Adorno y
Marcuse–. Por lo general invitan a leerlos en función de la idea de «conocer al enemigo»,
aunque también en una clave interpretativa que les sirve para posicionar sus propios puntos
de vista. En tanto consideran que la izquierda ha ganado la batalla cultural, la convocatoria
a leer a esos autores está mediada por la concepción de que tienen algo que decir a la hora
de disputar esa batalla desde la derecha. Al utilizar conceptos como «hegemonía» y
«contrahegemonía» proponen conocer a este tipo de pensadores para conseguir lo que creen
que la izquierda ha logrado con ellos. En cuanto a la calidad de los «usos» de esos
pensadores, resulta muy variable. El aparato intelectual de Laje y de Olavo de Carvalho es,
por ejemplo, más refinado que el de Nicolás Márquez, que tiene menos referencias teóricas.
Desde un lenguaje pretendidamente más académico, el brasileño Thomas Giulliano trae a
otro autor referenciado en el campo de las izquierdas, esta vez en el plano de la educación.
En el libro que compiló, Deconstruyendo a Paulo Freire (Historia Expressa, 2017), habla
de un «marxismo freireano» que, alejándose de Jesús y acercándose al Che Guevara,
rechaza los valores y deberes espirituales, éticos y morales.
Más allá del uso de ese tipo de referencias, ¿se consideran a sí mismos como
intelectuales?
El tipo de pensamiento que expresan tiene algunas dosis de conspirativismo. Tienden
a marcar correlaciones como si fueran causalidades, por ejemplo, en relación a los
financiamientos de determinadas iniciativas culturales…
Efectivamente, aparece una idea conspirativa en la que Soros, la Fundación Bill Gates o
Planned Parenthood figuran como los grandes financistas de la izquierda cultural. Algo que,
lógicamente, si uno se lo plantea a alguien que se autoperciba de izquierda, se reiría
bastante.
¿Cómo se concilia esa posición con su defensa del capitalismo sin restricciones que es,
de hecho, lo que defienden muchos de los mismos actores a los que acusan de ser
propagadores de la izquierda cultural? ¿No encuentran una contradicción en el hecho
de sostener una posición explícitamente procapitalista y luego condenar a algunos de
los principales capitalistas como promotores del progresismo?
Lógicamente, esa contradicción existe, pero intentan subsanarla del siguiente modo. Se
definen como procapitalistas y promercado, pero aspiran a depurar los marcos culturales de
izquierda del propio ámbito del capitalismo. Su tesis, en este sentido, es muy clara: la
izquierda fue derrotada políticamente en las décadas de 1970 y 1980, pero triunfó en el
campo de la cultura y hay un establishment que la sostiene. La conclusión es lógica: sus
batallas deben centrarse en el mismo ámbito cultural. En tal sentido, se manifiestan contra
los libros de género y feminismo, contra la introducción de diversidades en plataformas
como Netflix, contra las celebrities que participan del movimiento Me Too. El planteo, que
claramente tiene dosis de conspiranoia, aunque no lo explican del todo, intenta mostrar que
la cultura progresista está vinculada a un establishment que la sostiene en su batalla por el
sentido común. Es bajo ese criterio con el que se oponen a que fuerzas capitalistas
apuntalen o defiendan esos valores, pero esto no hace mella en su posición procapitalista.
Resumidamente, a la vez que expresan una visión y una perspectiva del capitalismo puro y
sin regulaciones como panacea de la libertad, manifiestan visiones conservadoras en
aspectos societales. Y, de hecho, conectan los dos puntos al sostener que los valores
«occidentales y cristianos» son los que regulan mejor a las sociedades capitalistas libres. El
marxismo cultural vendría, para algunos de estos autores, a sabotear ese proceso de libertad,
apuntalado no solo por las concepciones más propiamente marxistas, sino también por las
teorías queer y de género, que son mencionadas, por ejemplo, en El libro negro de la nueva
izquierda de Laje y Márquez.
¿La apelación de estos autores es hacia un público amplio o se circunscribe a los
jóvenes? ¿Ven en la juventud la punta de lanza para la construcción de esa
«hegemonía de derecha»?
Este tema es interesante porque nos habla de la función editorial que nunca es meramente
comercial sino también cultural, intelectual y política. Los editores suelen decir que la
publicación de estos libros obedece a una lógica principalmente comercial. Una posición
que podría resumirse en una frase de este tipo: «en esta coyuntura estos libros venden y en
otro marco probablemente no pasaría lo mismo». Se trata de una justificación editorial
asociada al mercado. Además, estos editores tienden a tener una postura muy positiva
respecto de estos autores, aunque no necesariamente ceñida a lo ideológico. Los reconocen
como autores que se toman muy en serio el trabajo de escritura, que cumplen los plazos,
que están atentos a las devoluciones de los editores y los correctores. A las editoriales les
resulta productivo trabajar con autores con disciplina, que no incumplen los compromisos,
que responden de manera permanente y que, además, venden mucho sus libros a través de
sus propias redes. Son autores que «militan» sus libros, que hacen promoción permanente.
Comercialmente, viene siendo una veta exitosa. Pero el mundo editorial, lo sabemos, no se
rige solo –aunque sea fundamental– por las ventas, sino por la construcción de un catálogo.
Arnaldo Orfila Reynal, editor del Fondo de Cultura Económica y luego fundador de Siglo
XXI, no daba entrevistas sobre política bajo este argumento: «todo lo que pienso está en mi
catálogo». Lo que quería poner de manifiesto es que la elección de determinados libros
expresa también los criterios de un editor. Los editores de libros de política que he
entrevistado, tanto los de esta etapa actual de libros encasillados en la derecha, así como
también en los editores de libros de coyuntura que trabajé en mi libro Cómo se fabrica un
best seller político, se manejan con cierta ambigüedad, en tanto manifiestan una idea que
puede resumirse así: «yo publico para vender y lo que yo leo es problema mío». Pese a ello,
cuando uno reconstruye los catálogos encuentra cuadros de afinidad con lo que escriben
estos autores de la derecha. Los editores no son solo gestores del negocio editorial, sino
agentes que establecen un vínculo, que seleccionan material, lo jerarquizan y lo ponen en
circulación. Son actores claves de lo que se lee y de lo que se impulsa a leer. Algunos
editores, por más que se reconozcan, por ejemplo, como «liberales de izquierda», optan por
este tipo de publicaciones sin demasiados pruritos. Otros editores dicen no tener una
identidad política definida, «ni de izquierda ni de derecha», aunque en sus intervenciones
públicas uno puede encontrar cierta afinidad con las ideas de los autores que publican. Lo
cierto es que, como en muchos otros casos, en estos editores conviven distintas facetas que
pueden estar en tensión posiciones: la de agentes comerciales, la de agentes culturales y la
de agentes políticos.
https://nuso.org/articulo/libros-derecha-libertarios/
MAYO 2023
Este delicado escenario fue el contexto en el cual Cristina Fernández de Kirchner ideó un
singular y riesgoso artefacto político. La dos veces presidenta del país urdió el FdT al modo
de una alianza peronista amplia, donde debían convivir desde la «izquierda» peronista –
sintetizada en ella misma y sus seguidores– hasta peronistas promercado como el propio
Alberto Fernández o Sergio Massa, un dirigente con raíces liberales, amigable para el
empresariado y de diálogo frecuente con la embajada estadounidense. Este corrimiento
hacia el centro tuvo éxito electoral: el FdT le ganó cómodamente a Macri y frustró su
reelección. Pero una cosa es ganar y otra muy distinta es gobernar.
A tres años y medio de su victoria electoral, los resultados del gobierno están muy lejos de
los esperados. La inflación del año pasado fue cercana a 100%. Las reservas en el Banco
Central son exiguas y la inestabilidad del tipo de cambio denota la poca confianza de la
población en el peso. Si bien el país mostró signos de recuperación económica tras la
pandemia –aumentó el PIB y bajó el desempleo–, la pobreza creció durante el actual
gobierno hasta llegar a 39%, y la distribución del ingreso es incluso más desigual que
durante el cuatrienio macrista.
La coalición oficialista enfrenta entonces este año una nueva instancia electoral con el
boletín de calificaciones casi reprobado, con una disputa interna feroz entre los socios de la
coalición gobernante –Alberto y Cristina no se hablan hace meses–, y negociando a
contrarreloj adelantos por parte del FMI que le permitan llegar con un colchón mínimo de
reservas de dólares para aplacar las corridas cambiarias que desestabilizan el escenario.
¿Péndulo o tobogán?
Para algunos analistas, la sociedad argentina se mueve al modo de un péndulo: oscila entre
elegir gobiernos peronistas y gobiernos liberales. Los primeros se orientan históricamente al
mercado interno, al proteccionismo económico y a la distribución del ingreso, mientras que
los segundos se inclinan por la desregulación de la economía y son más abiertamente
promercado. Movimientos sociales y sindicatos por una parte, empresarios y grupos
financieros internacionales por la otra, operan respectivamente como base de sustentación
de cada bloque.
Si las encuestas aciertan en su pronóstico, desde el próximo 10 de diciembre Argentina
refrendaría nuevamente su «bicoalicionismo»: dos bloques que reemplazaron el
bipartidismo tradicional de peronistas y radicales. La llegada de un gobierno de otro signo
político confirmaría también la tendencia regional por la cual (salvo en Paraguay) «pierden
los oficialismos». Haber gobernado durante los aciagos tiempos de la pandemia podría
explicar el poco éxito de las administraciones de turno al buscar revalidarse en las urnas.
Sin embargo, la idea del péndulo político electoral o la replicación del «empate» de los 60
omite una tendencia constante de la estructura social argentina. Como marca el antropólogo
Pablo Semán, si se comparan los indicadores socioeconómicos desde aquellos años hasta
hoy, el derrotero del país, antes que la trayectoria de un péndulo, se parece más bien a la
caída sin atenuantes de un tobogán.
La crisis de 2001 escenificó de manera dramática esa transformación. Las enormes masas
de desocupados que dejaron las privatizaciones neoliberales se lanzaron al espacio público
exigiendo trabajo y asistencia estatal. Despojados de los repertorios de protesta que ofrecía
el mundo gremial del trabajo formal, lo hicieron sin más herramientas de acción colectiva
que los cortes de rutas y de calles, los famosos «piquetes». Nació así el movimiento
«piquetero», que dinamizó la protesta social en aquellos años de crisis. Estas
organizaciones sociales, lejos de haberse disuelto, continuaron creciendo.
El desarrollo de los movimientos sociales durante estos últimos años da cuenta del devenir
del mundo del trabajo y del peronismo como su espacio de referencia política «natural».
Los gobiernos kirchneristas entre 2003 y 2015 lograron mejorar los índices de empleo y
redujeron la pobreza. Sin embargo, un sector de la sociedad nunca pudo ser plenamente
incluido y ha sobrevivido mediante estrategias de autoempleo en cooperativas de las
organizaciones sociales, desde las cuales ha disputado subsidios estatales y generado
emprendimientos productivos.
Actualmente, el Estado otorga un subsidio mensual cuyo monto equivale a 50% del salario
mínimo a casi 1,2 millones de personas que se encuentran en la informalidad. A cambio,
deben cumplir con una contraprestación laboral de medio tiempo que, generalmente,
realizan en cooperativas de los movimientos sociales. Este es el sector de trabajadores que
las organizaciones que provienen del mundo piquetero buscan agrupar de manera
estratégica, y cuyas tareas engloban bajo el rótulo de «economía popular».
Este sector, además de su enorme capacidad de movilización, viene diversificando sus
estrategias de poder. Por el lado sindical conformó un gremio, la Unión de Trabajadores y
Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP), que ya lleva afiliadas a casi medio millón de
personas. Por otra parte, inició negociaciones con los líderes del peronismo, a partir de las
cuales apoyó al FdT y colocó a militantes en puestos del gobierno. Así, desde 2019, se
observa la presencia de dirigentes movimientistas en cargos estatales, con la particular
novedad de que han asumido en el Congreso Nacional ocho diputados y diputadas que
responden a estas organizaciones.
Con frecuencia, los medios de comunicación muestran cómo, en diversas coyunturas, los
gobiernos deben negociar con los sindicatos y con los movimientos sociales casi en tándem.
Se trata, este último, de un sector que se ganó un espacio por derecho propio en el mundo
político, a partir de la representatividad que tiene entre las personas más necesitadas. A más
de 20 años del estallido social de 2001, todo parece indicar que a los movimientos sociales
les esperan aún largos años de protagonismo en la escena pública.
El peronismo no fue ajeno a estas transformaciones en el mundo del trabajo. Durante las
últimas décadas, el movimiento político más importante de la historia argentina cambió su
relación con las bases sociales. En su libro La transformación del justicialismo (Siglo XXI
Editores, 2005), el politólogo estadounidense Steven Levitsky sintetizó este derrotero con
una sugestiva frase como subtítulo: «Del partido sindical al partido clientelista».
Debilitadas las estructuras sindicales tras la crisis del mundo del trabajo, las redes de
reclutamiento del peronismo se reorientaron a las barriadas populares a través de los
mediadores estatales, con el conurbano bonaerense –la región más densamente poblada del
país– como principal bastión electoral.
Al mismo tiempo, y desde el retorno democrático de 1983, una de las múltiples facetas que
asumió el peronismo fue la de organización capaz de suturar los escenarios de crisis
económica. Durante las dos crisis más dramáticas de estos últimos años, la de 1989 y la de
2001, los gobiernos de turno no pudieron concluir sus mandatos y en elecciones anticipadas
la ciudadanía le dio votos de confianza al peronismo para reencauzar el deterioro
institucional.
Es cierto que desde su asunción esta coalición tuvo que enfrentar condiciones adversas:
lidiar con la pandemia de covid-19, con la inestabilidad de los precios producto de la guerra
en Ucrania y, luego, con una sequía histórica, que según consultoras privadas mermará en
casi 20.000 millones de dólares los ingresos a las arcas públicas este año debido a la
reducción de las cosechas. Pero no es menos cierto que tanto la pandemia como la guerra
afectaron también al resto de los países y, si se considera el cuadro regional, la mayoría de
las economías latinoamericanas tuvieron cifras de inflación muchísimo más bajas (y que
además ya se encuentran en descenso), sumado a que sus guarismos de pobreza no
aumentaron como sí sucedió en Argentina.
Gane este año la oposición o logre reelegir el oficialismo, el peronismo no podrá mirar
hacia atrás y decir que esta vez cumplió plenamente con las promesas de reparación
económica. Al respecto, una publicidad de aquella campaña electoral de 2019 regresa ahora
como un recuerdo incómodo: el spot del peronismo mostraba a un trabajador en su casa,
con su parrilla sucia y en desuso a causa de la crisis económica del macrismo. Una voz
en off narraba sus lamentos: «Antes llegaba el fin de semana y alguien decía: ¿hacemos
asado? Le verdad, empezar a perder esas cosas…». Al finalizar, el trabajador decía
ilusionado: «Lo bueno es que en un tiempo todo esto va a mejorar», para cerrar con el logo
partidario y los nombres de la fórmula: «Alberto+Cristina».
Tal vez estas frustraciones, junto con los traspiés tanto del macrismo como del peronismo
en sus últimas experiencias de gobierno, expliquen la emergencia del «libertario» Javier
Milei, un economista de 52 años exponente de la extrema derecha. Su figura busca encarnar
una versión local de Donald Trump o Jair Bolsonaro. De hecho, en las franjas jóvenes –y en
especial entre los varones–, aparece como un candidato con altísima imagen positiva.
Algunos análisis sugieren que Milei logra ser un catalizador de aquellos varones jóvenes
frustrados por la falta de horizontes laborales y económicos, a lo cual algunos suman un
componente ideológico: esa franja sería las más «herida» por el enorme avance de la
agenda feminista y de la diversidad sexual. Pero su propuesta de dolarización de la
economía y su reivindicación del presidente Carlos Menem entroncan también con cierta
añoranza de la «estabilidad» de los años 90.
Como sea, es evidente que en la actual coyuntura el peronismo ya no resulta tan atractivo
como en los «años dorados» del kirchnerismo, cuando la juventud se sentía seducida por los
discursos apasionados de la líder y por un país con índices socioeconómicos más
saludables. Fue la propia Ofelia Fernández, joven militante feminista y parlamentaria que se
sumó al FdT en 2019, quien lo resumió en estos días sin ambigüedades: «los jóvenes ya no
se enamoran del peronismo».
Sin embargo, no hay que perder de vista que, desde 1955, todos los presagios de muerte del
peronismo fueron una y otra vez desmentidos por la realidad. Este movimiento ha mostrado
a lo largo de los años una enorme resiliencia y capacidad de reagrupamiento tras situaciones
críticas. También ha exhibido reflejos y creatividad para irradiarse en sectores medios y
bajos ante cambios de vientos ideológicos.
Por ello, quizás no se trate de augurarle un nuevo final, sino de interpretar cómo responderá
este histórico movimiento político ante los nuevos tiempos. O para decirlo con la pregunta
de San Pedro: ¿quo vadis, peronismo?
https://nuso.org/articulo/Argentina-peronismo-elecciones/
MAYO 2023
¿Es anacrónica la
monarquía en el mundo
moderno?
Andrés Gattinoni
La coronación de Carlos III vuelve a instalar el debate
sobre el lugar de las monarquías en el mundo moderno.
Para pensarlo, es necesario prestar atención a las
necesidades, las sensibilidades y las expectativas de una
comunidad política en un tiempo determinado.
Cada vez que la Corona y la realeza británicas son noticia, aparece la pregunta por el lugar
de la monarquía en el mundo moderno. La muerte de Isabel II en 2022 y la coronación de su
hijo Carlos III el sábado 6 de mayo de 2023 traen de vuelta esta vieja melodía que –como
recordarán quienes hayan visto la última temporada de la serie The Crown– ha sido la banda
sonora de la larga espera del nuevo rey. En países republicanos, se vuelven las miradas
extrañadas hacia una nación que se considera «avanzada», pero que se rige por un sistema
«atrasado». Tendemos a pensar, quizás, que es solo cuestión de tiempo para que esa forma
de gobierno se desmorone ante las fuerzas de la historia. La paradoja –más aparente que
real– ofrece la oportunidad para reflexionar acerca de cómo pensamos en la modernidad y
el anacronismo. Como dijo el historiador David Edgerton, «el problema de la monarquía
[británica] no es su atraso, sino su modernidad particular».
En un bello libro, Marshall Berman decía que la modernidad supone una experiencia vital
que nos promete aventuras, poder, alegría, crecimiento, nuestra propia transformación y la
del mundo, pero que al mismo tiempo amenaza con destruir todo lo que tenemos, lo que
sabemos y lo que somos. El título de ese libro es Todo lo sólido se desvanece en el aire y
está tomado de una frase del Manifiesto comunista de Karl Marx y Friedrich Engels. Es una
concepción de la modernidad que coloca el acento en su carácter revolucionario y su
capacidad de poner en entredicho la historia y la tradición. Supone una dinámica
permanente de cambios que construye un orden nuevo sobre las ruinas del antiguo.
El Reino Unido conoce bien esa dinámica revolucionaria. Aunque algunos relatos
nacionales hayan pretendido minimizar la trascendencia de los hechos, en 1649 Inglaterra
fue el primer país en juzgar públicamente y ejecutar a un rey, más de un siglo antes que los
franceses hicieran lo propio. Abolió la monarquía, la Cámara de los Lores y la iglesia
nacional para vivir durante unos años como una república. En 1660, la monarquía fue
restaurada pero, algunas décadas más tarde, la Revolución Gloriosa de 1688 estableció un
régimen de monarquía parlamentaria inédito en su época. A eso habría que sumar, a un
ritmo más lento, pero con consecuencias no menos revolucionarias, un conjunto de
transformaciones económicas y sociales que, en el transcurso de unas pocas generaciones,
entre fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, convirtieron Gran Bretaña de una sociedad
predominantemente agraria en el «taller del mundo». Este proceso estuvo acompañado,
además, de una creciente expansión colonial que convertiría al Imperio británico en el más
grande de la historia. De modo que su capacidad de hacer desvanecer en el aire las bases
sociales de la tradición se extendieron a sangre y fuego más allá de las fronteras de las islas
británicas.
A pesar de este proceso, es innegable que la tradición tiene un lugar muy significativo en la
cultura británica. Y un aspecto donde el peso de la tradición se hace visible es en su
Constitución. Se dice que el Reino Unido tiene una Constitución «no escrita» o «no
codificada». Esto quiere decir que, a diferencia de otros países como Argentina, Estados
Unidos, Francia o España, no existe un único documento que defina las normas
fundamentales del Estado y del ordenamiento jurídico. La Constitución británica es el
resultado de la coexistencia y superposición de normas de diversa índole, procedentes de
contextos históricos muy distintos, como la Carta Magna de 1215, la Declaración de
Derechos de 1688 o el Acuerdo del Viernes Santo de 1994. En el primer caso, se trató de un
documento impuesto por la aristocracia feudal al rey Juan I en el contexto de la primera
guerra de los Barones; el segundo, resultado de la Revolución Gloriosa, fue una ley que
limitaba las facultades del monarca y garantizaba los derechos del Parlamento; el tercero
surgió para poner fin a décadas de conflicto armado en Irlanda y definió el lugar que
actualmente tiene Irlanda del Norte en el Reino Unido.
Esta dinámica, que excede el marco constitucional, puede observarse en otros ámbitos de la
cultura británica. Implica una peculiar coexistencia de elementos procedentes de distintos
tiempos históricos, en la que se juegan intentos por preservar objetos, prácticas y
costumbres, pero también resignificaciones. Como sostenía el crítico galés Raymond
Williams, la tradición es una versión intencionalmente selectiva de un pasado que opera en
los procesos de definición e identificación cultural y social. Desde luego, esto no quiere
decir que los británicos sean excepcionales o los únicos que construyen tradiciones, sino
que, a diferencia de otros países que se ven (y se piensan) a sí mismos a través del prisma
de grandes revoluciones y procesos de unificación o independencia fundantes de la nación,
la «modernidad particular» británica está construida sobre una idea de continuidad en el
cambio. Desde ese punto de vista, los usos y costumbres centenarios (o milenarios)
aparecen, a menudo, menos como una rémora a suprimir y más como algo a actualizar.
La ceremonia de coronación ofrece otra muestra de esto. Tal como los medios de
comunicación se han ocupado de contar una y otra vez en estos días, varias de las prácticas
(y unos pocos objetos) de la coronación de Carlos III tienen su origen en la Edad Media, en
los rituales de investidura de los reyes ingleses y escoceses. Los elementos más antiguos
proceden de los ordines de coronación de reyes anglosajones en el siglo X. Sin embargo, en
diez siglos esas costumbres se fueron combinando con otras más nuevas y también se
resignificaron en función de nuevas ideas, expectativas y sensibilidades.
De modo que, a pesar de sus atavíos arcaicos, o incluso gracias a ellos, la monarquía
británica es fundamentalmente una institución moderna. Sus ceremonias pomposas, aun
cuando incorporan objetos y fórmulas rituales milenarios, son esencialmente una
(re)invención contemporánea para afirmar, representar y legitimar la continuidad de un
Estado compuesto por un conjunto de naciones que no siempre se llevan bien entre sí ni
están del todo de acuerdo acerca del pasado que las une o de las posibilidades de un futuro
en común. Vale la pena recordar que, a fines de 2021, Barbados dejó de reconocer
formalmente a Isabel II como reina y se convirtió en una república, y que el Brexit revivió
los sentimientos y movilizaciones independentistas en Irlanda y Escocia.
https://nuso.org/articulo/corona-monarquia-britanica-modernidad-carlos/
La Destrucción de las Plantaciones de Pino
Caribe
Las 500.000 hectáreas de Pino Caribe en el oriente de
Venezuela son hoy solo un mito. Han sido destruidas en mas
de 80%.
Moisés Naím
Los descubrimientos científicos y las innovaciones tecnológicas con
frecuencia se presentan como avances inéditos o como la fuente de
enormes cambios. Pocas, sin embargo, cumplen su promesa. Son
desbordadas por nuevos conocimientos o tecnologías que superan lo
que se había anunciado como un indeleble aporte histórico.
Lo aconsejable es ser escéptico con respecto a nuevas tecnologías
que “lo cambiarán todo”. Por lo general, la hipérbole y la exageración
no dejan más que un montón de promesas incumplidas. Algunas
veces —muy pocas— aparece una nueva tecnología que provoca
cambios profundos y permanentes en la vida de miles de millones de
personas. Hoy la humanidad se encuentra frente a esta circunstancia.
Y esta vez el impacto del cambio tecnológico sí es distinto.
Las recientes innovaciones en el campo de la inteligencia artificial (IA)
no son una moda transitoria cuyas consecuencias se están
exagerando. Son tecnologías transformadoras con las que va a
convivir la humanidad por mucho tiempo. Esta ola de innovación
cambiará al mundo, afectará a ricos y pobres, demócratas y
autócratas, políticos y empresarios, científicos y analfabetos, así
como a cantantes escritores y periodistas, y a todo tipo de
actividades, profesiones y estilos de vida.
Los llamados Large Language Models —que no se limitan al célebre
ChatGPT de la empresa Open AI— son un tipo de inteligencia
artificial que se utiliza para entender y generar lenguaje humano, así
como para automatizar funciones que hasta ahora han requerido de
la supervisión y manejo por parte de seres humanos. Otros tipos de
IA aprenden a identificar y convertir enormes volúmenes de textos,
imágenes, sonidos, voces y videos en imitaciones perfectas. Pueden
producir oraciones completas, respuestas a cualquier tipo de
preguntas, así como reproducir a la perfección versiones que resultan
imposibles de detectar como imitaciones. También son capaces de
aprender la voz de una persona y usarla en una conversación con
otro individuo que no sabe que está hablando con un agente
informático creado con IA.
Estos modelos tienen una infinidad de aplicaciones prácticas. La
lucha contra el cambio climático, el diagnóstico y el tratamiento de
graves problemas de salud, están siendo atacados más eficazmente
gracias al uso de IA.
Todo esto está pasando muy rápido. Un informe del banco UBS
reporta que ChatGPT llegó a tener más de 100 millones de usuarios
activos solo dos meses después de su lanzamiento. TikTok tardó
nueve meses en alcanzar esa cifra, mientras que Instagram tardó dos
años y medio. El ChatGPT es la tecnología de más rápida adopción en
la historia.
Como todas las nuevas tecnologías, la IA es un arma de doble filo:
tiene un ángulo positivo y otro negativo. Toda tecnología es dual: la
imprenta de Gutenberg se usó para imprimir tanto la Biblia
como Mein Kampf, el panfleto que hizo célebre a Hitler.
En muy poco tiempo, dictadores, terroristas, timadores y criminales
estarán usando toda su creatividad para explotar la IA con
consecuencias nefastas para la humanidad. Contenerlos no va a ser
fácil.
Quienes prueban estas tecnologías quedan fascinados con sus
inmensas posibilidades. Pero quienes las conocen de cerca y
entienden los riesgos que conllevan ven con claridad el caos mundial
que podrían engendrar. Los científicos, los empresarios y las agencias
de seguridad que están íntimamente involucradas en el uso de la IA
no esconden su alarma ante la diseminación de las tecnologías
basadas en esta innovación. En una reciente entrevista que hizo Alan
Murray, de Fortune, a Tom Siebel, jefe de uno de los principales
grupos de IA, este calificó repetidamente el riesgo asociado a estas
tecnologías como “aterrador”. Elon Musk ha dicho que la IA puede
llevarnos a la “destrucción de la civilización”.
La historia nos muestra que los esfuerzos por contener la
diseminación y mala utilización de nuevas tecnologías no tienen
éxito. Las armas nucleares, por ejemplo, siguen regándose por el
mundo a pesar de los enormes esfuerzos que se han hecho para
limitar su proliferación.
Una vez que una nueva tecnología tan poderosa entra en la caja de
herramientas de nuestra especie, no hay manera de librarse de ella.
La iniciativa reciente de un muy notable grupo de expertos que
propuso imponer una moratoria en la investigación y desarrollo de la
inteligencia artificial demuestra que incluso los mayores expertos
comparten la intuición que muchos comparten: no estamos listos.
Ciertamente, nuestras sociedades no están listas para lo que se nos
viene encima como resultado de las aplicaciones de la inteligencia
artificial. Más vale que aprendamos rápido, porque estas
innovaciones no tienen marcha atrás.
@moisesnaim
El País
https://www.digaloahidigital.com/articulo/esta-vez-s%C3%AD-es-distinto
LA LEY EN VENEZUELA
CASTIGA CON MAYOR DUREZA
CRITICAR AL GOBIERNO Y
PROTESTAR QUE DESFALCAR
AL ERARIO
Acceso a la Justicia
La corrupción vuelve a ser tema de debate en Venezuela. Desde que
el pasado 17 de marzo las autoridades lanzaran su última
operación contra las tramas que se han instalado en Petróleos de
Venezuela (PDVSA), la Corporación Venezolana de Guayana (CVG),
el Poder Judicial y otros organismos públicos, este flagelo ha vuelto a
copar la atención. No obstante, también ha expuesto una realidad: en
el país se castiga con más dureza salir a protestar o ejercer
el derecho a la libertad de expresión que atentar contra los dineros
públicos.
Así lo revela una simple comparación entre las sanciones previstas en
la Ley contra la Corrupción y las contenidas en la cuestionada Ley
Constitucional contra el Odio, por la Convivencia Pacífica y la
Tolerancia, dictada por la extinta Asamblea Nacional Constituyente
(ANC) de 2017.
Los treinta y tres delitos que prevé el primer instrumento, el cual fue
reformado en 2022 por la Asamblea Nacional (AN), castigan con un
promedio de poco más de tres años de cárcel cualquier acción
dirigida a afectar el patrimonio público. Este tipo de sanciones ni
siquiera implicarían el paso del condenado por una prisión, salvo muy
contadas excepciones.
La promesa de soborno a funcionario público es la conducta que la
Ley contra la Corrupción castiga con más dureza. En su artículo 90 se
establece lo siguiente:
«quien por sí o por persona interpuesta prometa, ofrezca u otorgue a
un funcionario público de otro Estado, directa o indirectamente, por
parte de sus nacionales, personas que tengan residencia habitual en
su territorio y empresas domiciliadas en él, cualquier objeto
de valor pecuniario u otros beneficios, como dádivas, favores,
promesas, ventajas a cambio de que dicha funcionaria o funcionario
realice u omita cualquier acto, en el ejercicio de sus funciones
públicas, relacionado con una transacción de naturaleza económica,
comercial o de cualquier otra índole, será penada o penado con
prisión de seis (6) a doce (12) años».
Los delitos de apropiación de fondos (artículo 59) y de incremento
injustificado del patrimonio (artículo 80) son castigados con penas de
entre 3 y 10 años; mientras que el de distracción de fondos públicos
(artículo 81) se penaliza con 2 a 10 años de prisión.
En contraposición, la Ley contra el Odio castiga con penas de entre
10 y 20 años de cárcel a
«quien públicamente o mediante cualquier medio apto para su
difusión pública fomente, promueva o incite al odio, la discriminación
o la violencia contra una persona o conjunto de personas, en razón
de su pertenencia real o presunta a determinado grupo social, étnico,
religioso, político, de orientación sexual, de identidad de género, de
expresión de género o cualquier otro motivo discriminatorio».
Esta norma, cuestionada por instancias internacionales, se les ha
aplicado en el último lustro a decenas de personas que han ejercido
su derecho constitucional a la libertad de expresión y han emitido
opiniones por las redes sociales fundamentalmente. Hasta 2021, la
organización Espacio Público había contabilizado que 60 venezolanos
habían sido detenidos y se le habían abierto procesos penales al
amparo de este instrumento.
Caso emblemático es el de los exbomberos del estado Mérida,
Ricardo Prieto y Carlos Varón, quienes en 2018 fueron
aprehendidos y se les abrió un proceso por instigación al odio tras
difundir un video en el que se paseaban sobre un burro. Casi cinco
años después, los exfuncionarios continúan presentándose ante
un tribunal, porque tienen la libertad restringida.
Protestar se paga caro
Como si lo anterior no fuera suficiente, no se puede ignorar que a
cientos de venezolanos más se les han abierto procesos por
conspiración o por asociación para delinquir. ¿La razón? Atreverse a
salir a las calles a reclamar sus derechos políticos o exigir
reivindicaciones salariales o mejoras en los deficientes servicios
públicos.
El Ministerio Público (MP) no ha dudado en aplicarles el artículo 132
del Código Penal a manifestantes, algunos tan jóvenes como
estudiantes universitarios. Dicha norma señala que «cualquiera que,
dentro o fuera del territorio nacional, conspire para destruir la forma
política republicana que se ha dado la nación será castigado con
presidio de ocho a dieciséis años».
Cuando no se ha recurrido al delito de conspiración, se ha apelado al
de asociación para delinquir, previsto en el artículo 37 de la Ley
Orgánica contra la Delincuencia Organizada y el Financiamiento del
Terrorismo y que se castiga con hasta 10 años de prisión.
El hecho de que los delitos relacionados con la corrupción estén
castigados con menor severidad contradice el espíritu y letra de
la Constitución de 1999. La carta magna deja en claro que las faltas
contra el erario son muy graves y por ello, en el artículo 271 señala
expresamente: «No prescribirán las acciones judiciales dirigidas a
sancionar los delitos contra los derechos humanos, o contra el
patrimonio público o el tráfico de estupefacientes».
El mandato constitucional buscaba servir de disuasivo para los
corruptos. No obstante, no ha sido acompañado por el resto del
marco jurídico.
La levedad de la legislación contra la corrupción explicaría por qué el
fiscal general impuesto por la ANC, Tarek William Saab, ha
anunciado que los exfuncionarios procesados por las últimas tramas
desmanteladas en PDVSA, en la CVG y en el Poder Judicial se les
aplicará el delito de traición a la patria, el cual se castiga hasta con 30
años de prisión.
Y a ti venezolano, ¿cómo te afecta?
Lo descrito anteriormente parece revelar que la lucha contra la
corrupción no ha sido, por lo menos hasta ahora, una prioridad del
oficialismo, a pesar de que fue una de las grandes banderas con las
que llegó el fallecido Hugo Chávez al poder en 1998. «Entre un
principio y un amigo, me quedó con el principio», llegó a decir en
varias ocasiones para asegurar que no le temblaría el pulso a la hora
de perseguir a cualquier corrupto, sin importar que fuera cercano a
él.
El que el marco legal no castigue con mayor severidad las faltas
contra la cosa pública, junto a la inefectividad del MP, la Contraloría
General de la República y los tribunales, parecen contribuir a que
este tipo de acciones continúen repitiéndose sin cesar.
3 de mayo 2023
https://accesoalajusticia.org/ley-venezuela-castiga-mayor-dureza-
critica...
https://www.digaloahidigital.com/articulo/la-ley-en-venezuela-castiga-con-mayor-dureza-
criticar-al-gobierno-y-protestar-que-desfalcar
DESFACHATEZ
CIUDADANOS VS
PARTIDOCRACIA
S LA HORA DE APROVECHAR EL
RESQUICIO, ES LA HORA DEL
CIUDADANO
Juan Gonzalo Aguilar
#loquequepaquesesepa
Para los venezolanos llego la hora de las definiciones, tenemos que
salir al campo a pesar de que el aguacero no amaina, sin importar que
no se cuente con poncho, impermeable o paraguas.
Debemos considerar la existencia de una mínima entrada de luz por
el resquicio para que nuestras voces se mantengan en alto exigiendo
vuelta a la Libertad, Democracia y Estado de Derecho; lo contrario
sería vivir con más restricciones de las que ya tenemos por el resto
de nuestras vidas, no hacerlo es negarse a tener país, echar por la
borda la magna gesta independentista librada por los héroes de
nuestra Patria.
Cuando hablamos de definiciones significa reflexionar sobre varias
estaciones del acontecer nacional, enmarcadas éstas dentro de la
realidad del país y la eterna pregunta. ¿Qué hacer?
A los efectos del artículo, las estaciones no tienen precedencia ni
orden de importancia, todas están revestidas de singular notoriedad.
Veamos lo que deja entrar el resquicio:
- Salida Electoral Presidencial, previa elección de un Candidato
Unitario por vía de un Proceso de Elecciones Primarias.
- Salida Presidencial por vía de marines, rangers, mercenarios,
patriotas o caza recompensas.
Los matices de luces en el primer caso:
- Definir a cual candidato apoyar con el voto.
- Definir disposición de participar activamente en ambos casos,
Primarias y Presidencial.
Responder ¿En qué puedo ayudar?
¿En la Coordinación Electoral Municipal o Parroquial?
¿Cómo Miembro de Mesa?
¿Cómo Testigo de Mesa?
¿En la Defensa del Voto?
¿En la Comisión de Logística?
¿En la Comisión de Movilización?
¿Cómo Activista Político?
Definir la disposición de apoyar aquel candidato que salga victorioso
en la Elecciones Primarias, tomando en cuenta que cualquiera es
mejor que Maduro y su combo.
Esta última definición, puede resultar amarga y de muy difícil
digestión, en consecuencia, priva ¿Cuál candidato seleccionar en el
Proceso de Primarias.?
En un intento de elaborar un marco de referencia sobre el deseado
perfil del Candidato Unitario a seleccionar en dicho Proceso,
podemos visualizar lo siguiente:
- Ha dado demostración de coraje y valentía en la lucha contra la
tiranía.
- Tiene convicción en lo que dice y hace.
- Ha presentado un Plan que recoja el profundo cambio que el país
necesita.
- Ha demostrado honestidad en sus actitudes.
- Cuenta con formación intelectual y política para conducir al país.
- Ha sido perseverante y coherente en lo que dice y hace.
- En qué lugar lo ubican las encuestas realizadas hasta ahora.
En resumidas cuentas:
Ni guabinas ni alacranes, mucho menos convictos y confesos
buscados por la justicia, promiscuos de relajada conducta.
Es la hora de aprovechar el resquicio, es la hora del ciudadano.
https://www.digaloahidigital.com/articulo/es-la-hora-de-aprovechar-el-resquicio-es-la-hora-
del-ciudadano
Dado que la pérdida de visión suele ser el primer y único síntoma del
glaucoma, es muy importante que un oftalmólogo le haga un examen
ocular completo para determinar sus niveles de presión ocular, que
dicen mucho sobre su riesgo de glaucoma. Cuando experimenta este
síntoma (pérdida de visión), el daño al nervio óptico ya es irreversible.
La importancia del estudio OHTS
Aunque tener hipertensión ocular no significa que esté destinado a
desarrollar glaucoma, sí incrementa mucho su riesgo porque es la
causa principal de esta enfermedad. En 1994, el Estudio de
Tratamiento de Hipertensión Ocular (OHTS, por sus siglas en inglés)
identificó otros factores de riesgo que pueden ayudar a determinar su
riesgo de glaucoma. Según Harvard Health:3
“En el estudio participaron 1636 personas con hipertensión
ocular de 22 sitios diferentes de los Estados Unidos. El estudio
tenía como objetivo determinar cómo prevenir el glaucoma,
por lo que los participantes se dividieron en dos grupos, uno
utilizó gotas para reducir la presión en los ojos (grupo de
prueba) y el otro se sometió a observación minuciosa (grupo de
control).
A los cinco años, los datos demostraron que, en el grupo de
prueba, el 4.4 % de los participantes desarrollaron glaucoma
mientras que en el grupo de control el porcentaje fue de 9.5 %.
Esto sugiere que el uso temprano de colirios ayudó a retrasar
más del 50 % los casos de glaucoma en personas con
hipertensión ocular.
Durante las fases posteriores del estudio, el grupo de control
comenzó a recibir medicamentos para reducir la presión ocular
con el fin de determinar si comenzar a tomarlos más tarde
también podría retrasar el desarrollo de glaucoma, y así fue.
A los 20 años del inicio del estudio, casi el 49 % de los
participantes del grupo de control y el 42 % de los del grupo de
prueba desarrollaron glaucoma. Pero dado que el estudio ya
no era aleatorio, los investigadores no pudieron comparar la
reducción del riesgo entre los grupos iniciales después de 20
años.
Descubrieron que el riesgo de glaucoma no solo dependía de la
presión ocular y la raza, sino también de una serie de hallazgos
en el examen de la vista. Esta información ayuda a que los
médicos determinen si una persona con hipertensión ocular
tiene un riesgo bajo, medio o alto de desarrollar glaucoma.
Con base en esta información, las personas pueden decidir
cuándo comenzar a utilizar gotas para los ojos para prevenir la
pérdida de visión o retrasar su progreso”.
Además de la hipertensión ocular, se encontraron otros factores que
influyen en el riesgo de desarrollar glaucoma, incluyendo los
siguientes:
Aguacates Frambuesas
Cerezas Paprika
La luteína y otros carotenoides son solubles en grasa, por lo tanto, si
desea optimizar su absorción, debe consumirlos junto con una fuente
de grasa saludable, como el aceite de coco o la mantequilla de
animales alimentados con pastura. Dado que las yemas de huevo
orgánico de gallinas camperas son ricas en grasa, se consideran una
de las fuentes más saludables de luteína.
Fuentes y Referencias
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Clinical & Experimental Ophthalmology July 28, 2020;
48(7): 903-914
https://www.tomecontroldesusalud.com/2023-05-08-l-factores-de-riesgo-del-glaucoma/?
ref=tome-control-de-su-salud-newsletter
📝HISTORIA EN BREVE
Debido a los confinamientos durante la pandemia,
las personas permanecieron en sus hogares durante
largos períodos de tiempo, lo que dificultó su
exposición regular al sol, que es la mejor fuente de
vitamina D
Como resultado, los confinamientos obligatorios
aumentaron el índice de deficiencia de vitamina D en
las mujeres embarazadas
En general, en la región donde se realizó el estudio el
55.5 % de las mujeres embarazadas tuvieron una
deficiencia de vitamina D, pero entre las que estaban
en confinamiento obligatorio, el índice fue del 77.8 %
Estudios demuestran que la deficiencia de vitamina
D tiene una relación con efectos adversos en el
embarazo, como preeclampsia, diabetes gestacional,
parto prematuro y cesárea
Otros estudios también demostraron que los
confinamientos afectaron de manera negativa a las
mujeres embarazadas; En China, las mujeres
embarazadas que estuvieron en confinamiento de
Nivel I experimentaron una duración gestacional más
corta y un mayor riesgo de parto prematuro
🩺Por el Dr. Mercola
La vitamina D es un nutriente primordial para tener una buena salud en
todas las etapas de la vida, incluyendo durante el embarazo. La mejor
fuente vitamina D es la exposición a la luz solar. Pero los
confinamientos obligatorios durante la pandemia del COVID-19,
afectaron la capacidad de muchas personas para salir al aire libre con
regularidad.
Si se expone de forma correcta a los rayos del sol durante el día, los
rayos infrarrojos penetran a su cuerpo y activan la citocromo c
oxidasa, que a su vez estimula la producción de melatonina dentro de
sus mitocondrias. Además de su beneficio en la calidad del sueño, la
melatonina también elimina las especies oxidativas reactivas que
dañan las mitocondrias.
Si tiene un sueño de calidad y se expone lo suficiente a los rayos del
sol durante el día, sus mitocondrias se llenarán de melatonina, lo que
reducirá el estrés oxidativo. De hecho, la vitamina D podría servir como
un indicador de la exposición al sol, y así poder aprovechar muchos de
sus beneficios.
Una vez que esté seguro de sus niveles de vitamina D a través de las
pruebas, ajuste su exposición a los rayos del sol y los suplementos
con vitamina D3. Después, recuerde volver a realizar la prueba en tres
o cuatro meses para asegurarse de haber alcanzado el nivel deseado.
Yo siempre he dicho que los rayos del sol son la mejor fuente de
vitamina D. Sin embargo, si necesita toma suplementos, no olvide que
las vitaminas D y K2, el calcio y el magnesio trabajan juntos, y deben
estar balanceados para ayudarle a conseguir una salud óptima.
Fuentes y Referencias
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embarazadas/?ref=tome-control-de-su-salud-newsletter
9 MAYO 2023
HISTORIA EN BREVE
Los habitantes de los Estados Unidos invierten unos 13 mil
millones de dólares al año en inhibidores de la bomba de
protones (PPI, por sus siglas en inglés) de venta libre y
recetados, que son los medicamentos antirreflujo más populares
disponibles comercialmente
Llevar una dieta mediterránea podría ser tan eficaz como utilizar
los PPI para tratar los síntomas de reflujo ácido; la dieta estilo
mediterránea se enfoca en las frutas, grasas saludables, carnes
magras, frutos secos y vegetales
Indigestión ácida
Regurgitación ácida
Acidez estomacal
Si experimenta síntomas de reflujo ácido más de dos veces a la
semana, es muy probable que tenga la enfermedad de reflujo o GERD,
que involucra distensión abdominal, ardor en el pecho y malestar
intestinal.
Ronquera
Astaxantina
Se descubrió que este antioxidante excepcionalmente potente disminuía los
síntomas del reflujo ácido en pacientes, en comparación con un placebo,
particularmente en las personas con una fuerte infección causada por Helicobacter
pylori.37 Los investigadores concluyeron que tomar una dosis diaria de 40 mg era
más eficaz para disminuir el reflujo.
Bicarbonato de sodio
Agregar de media a una cucharadita de bicarbonato de sodio en un vaso con ocho
onzas de agua podría neutralizar el ácido estomacal y aliviar las quemaduras
ocasionadas por el reflujo ácido. Si bien yo no recomendaría esto como una
solución habitual, es un método eficaz para tratar una “emergencia”, cuando se
presente un dolor insoportable.
Raíz de jengibre
Se ha descubierto que el jengibre tiene un efecto gastroprotector al bloquear el
ácido y al suprimir la bacteria Helicobacter pylori. Añada dos o tres rebanadas de
raíz de jengibre fresco en dos tazas de agua caliente y deje reposar durante
algunos minutos. Bébalo alrededor de 20 minutos, antes de comer.
Glutamina
El aminoácido glutamina ha demostrado abordar el daño gastrointestinal causado
por la H. pylori. Este elemento se puede encontrar en muchos alimentos,
incluyendo en la carne de res, pollo, pescado, huevos, productos lácteos y algunas
frutas y vegetales. La L-glutamina también se encuentra ampliamente disponible
como suplemento.
Olmo resbaladizo
El olmo resbaladizo cubre y alivia la boca, garganta, estómago e intestinos, y
contiene antioxidantes que pueden ayudar a abordar las enfermedades
inflamatorias intestinales. Es útil para incrementar la secreción de mucosidad que
protege el tracto gastrointestinal contra las úlceras y el exceso de acidez, debido a
que estimula las terminales nerviosas en el tracto gastrointestinal.
Vitamina D
La vitamina D es crucialmente importante para su salud intestinal. Una vez que
sus niveles de vitamina D se encuentran optimizados, también optimizará la
producción de alrededor de 200 péptidos antimicrobianos que ayudarán a que su
cuerpo pueda erradicar cualquier tipo de infección intestinal.
Una vez que llegue a la dosis más baja de PPI, podría comenzar a
sustituirlos por un bloqueador H2 de venta libre, tal como Tagamet,
Cimetidina, Zantac o Ranitidina. Luego, debe dejar de tomar
paulatinamente el bloqueador H2, en las siguientes semanas.
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https://www.tomecontroldesusalud.com/2023-05-09-l-el-acido-reflujo-podria-mejorar-con-los-
alimentos/?ref=tome-control-de-su-salud-newsletter
📝HISTORIA EN BREVE
Los profesionales de la salud y sus pacientes han sido
ridiculizados, han recibido amenazas y se les ha negado la
posibilidad de utilizar la ivermectina para tratar el COVID-19, sin
embargo, el fentanilo, que es un medicamento mortal, sigue
circulando sin restricción alguna
El Dr. Kory, junto con ocho coautores, publicó un artículo sobre los
resultados, el cual demostró que, "el uso regular de ivermectina como
agente profiláctico se relacionó con tasas muy bajas de infección,
hospitalización y mortalidad por COVID-19".10
En los que utilizaron ivermectina, la tasa de infección por COVID-19 fue
44 % menor, la mortalidad fue 68 % menor y la tasa de hospitalización,
56 % menor, en comparación con los que no tomaron el
medicamento. 11 En nuestra entrevista de 2022, el Dr. Kory explicó:
"Del grupo que tomó ivermectina de forma constante y siguió
el protocolo, ninguno terminó en el hospital. El riesgo de
hospitalización se redujo en un 100 % mientras que el riesgo de
muerte se redujo en un 90 %. Los resultados son asombrosos...
Jamás había visto una terapia más efectiva en ningún modelo
de enfermedad, pero lo más triste de esta historia es que
lograron que todos creyeran que solo es un desparasitante para
caballos que defienden los teóricos de la conspiración
antivacunas".
Todo ello para decir que la ivermectina se mostraba muy prometedora
para tratar el COVID-19, y que tiene un muy buen perfil de seguridad,
incluso para un uso a largo plazo. Sin embargo, su uso estaba muy
restringido, por lo que resultaba muy difícil de conseguir para los
ciudadanos. Pero ¿y el fentanilo? al parecer, no.
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Families Against Fentanyl, Fentanyl Poisoning is Now #1 Cause of
25, 27
HISTORIA EN BREVE
Los estudios sobre la longevidad demuestran que restringir los
aminoácidos, como el triptófano, la cisteína y la metionina,
podría ayudar a mejorar su esperanza de vida. El triptófano y la
metionina son aminoácidos esenciales, lo que significa que su
cuerpo los necesita, pero su requerimiento diario es muy bajo.
“Cuando leí sobre este tema por primera vez, fue en un blog
que se llama Ergo-Log,1 lo publica un grupo de fisicoculturistas
en Países Bajos. En esa ocasión, mencionaron un estudio en el
que alimentaron a ratones con aminoácidos ramificados
adicionales, a una tasa del 2 % del consumo diario de
alimentos. Estos aminoácidos, junto con los que ya estaban allí,
incrementaron la esperanza de vida máxima de los ratones
entre un 15 % y un 20 %. Eso es mucho.
Entonces, ahora sabemos que los aminoácidos ramificados son
beneficiosos, así que no recomiendo que los restrinja. Me
refiero al tipo de aminoácidos que provienen de los alimentos
de origen animal. Pero no a los aminoácidos de los alimentos
de origen vegetal. Los productos de origen vegetal contienen
mucha más metionina, y quizá cisteína, pero no mucha proteína
para desarrollar los músculos, ni glicina, ni aminoácidos
ramificados que previenen la sarcopenia.
Entonces, creo que los alimentos de origen animal son muy
beneficiosos. También creo que hoy en día las personas
consumen menos alimentos de origen animal y, por esa razón,
es importante equilibrarlo con glicina o gelatina. Si se come
todo el animal, obtendrá mucho colágeno”.
La gelatina ayuda a contrarrestar el deterioro de los músculos
Dinkov también habló sobre la investigación que demuestra que las
mujeres que recibieron 20 gramos de gelatina al día experimentaron
una reducción drástica en los biomarcadores de deterioro de los
músculos. Esto significa que la gelatina produjo un efecto anabólico.
Otro estudio demostró que, en las personas de edad avanzada, la
proteína alimentaria no produce la misma síntesis de proteína
muscular que ocurre en personas jóvenes.
https://www.tomecontroldesusalud.com/2023-05-10-l-relacion-entre-la-restriccion-de-
proteinas-y-aminoacidos-y-la-longevidad/?ref=tome-control-de-su-salud-newsletter
📝HISTORIA EN BREVE
Una endodoncia es un procedimiento invasivo que deja un diente
muerto en su cuerpo, lo cual prepara el escenario para
infecciones agudas y crónicas
Junto a los tres dientes con endodoncia había otro diente con un
absceso tan grande que sobresalía en su cavidad sinusal. Ya sea que
tenga síntomas de un absceso dental, si tiene una afección de salud
crónica, su primer paso sería hacerse un examen de haz cónico en 3D.
El Dr. Levy también recomienda esto para los niños, en especial si
tienen cáncer.
Fuentes y Referencias
1
American Association of Endodontists, What is a Root Canal?
New York State Attorney General October 6, 2022
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11
Department of Health and Human Services, Office of Inspector
General, Questionable Billing for Medicaid Pediatric Dental Services in
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U.S. Senate Committee Report June 2013
https://www.tomecontroldesusalud.com/2023-05-10-nl-su-hijo-deberia-someterse-a-una-
endodoncia/?ref=tome-control-de-su-salud-newsletter