Fabricas industriales: La actividad industrial produce la emisión de una gran cantidad
de gases contaminantes a la atmósfera; vapor de agua, dióxido de carbono, metano, óxidos de nitrógeno, ozono y CFCs (clorofluorocarburos). Estos gases son los responsables de la calidad del aire que respiramos. Ganaderia extensiva: De acuerdo con Greenpeace, la ganadería es responsable de la emisión de hasta 14,5% de los gases de efecto invernadero, es decir, que genera tantos como los que pueden producir los carros, trenes, barcos y aviones. Uso de sprays: Los aerosoles han sido los principales causantes de agrandar el agujero de la capa de ozono, que ha empeorado notablemente el calentamiento global. Esto se debe a que absorben y dispersan la luz solar, puesto que contienen una sustancia nociva llamada Clorofluorocarbonos (CFC's). Mal reciclaje: Los desechos o materiales que no se reciclan deben ser incinerados en el menor tiempo posible. Esto genera cenizas y gases tóxicos que aumentarían los niveles de contaminación en el aire. Uso de combustibles fosiles: El problema con el uso de productos producidos con combustibles fósiles es que su combustión genera una gran cantidad de gases, principalmente de dióxido de carbono (se ha duplicado su concentración desde principios del siglo XX hasta ahora) lo que provoca un exceso de temperatura o calentamiento global que tiene como consecuencia el conocido cambio climático, esta es una de las principales fuentes de contaminación atmosférica, ya que contribuyen a aumentar el efecto invernadero.
Consecuencias en el medio ambiente
Deshielo de masas glaciares: El aumento de la temperatura terrestre ha sido, sin duda,
el responsable del derretimiento de los glaciares a lo largo de la historia. Hoy la rapidez con la que avanza el cambio climático podría extinguirlos en un tiempo récord. Los glaciares de la Tierra llevan más de medio siglo retrocediendo en silencio ante el avance imparable del cambio climático. Se han derretido más de 9,6 billones de toneladas de hielo glacial en el mundo desde 1961, según desveló en 2019 un estudio satelital de la Universidad de Zurich (Suiza), y que amenaza con evaporar más de un tercio de los glaciares para 2100, tal y como vaticina el Fondo Mundial para Naturaleza (WWF). Inundaciones de islas y ciudades costeras: Según el Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), durante el periodo 1901-2010 el nivel medio global del mar se elevó 19 centímetros. Se estima que en el año 2100 el nivel del mar será entre 15 y 90 centímetros más alto que el actual y amenazará a 92 millones de personas en promedio. Huracanes más devastadores: Los océanos han absorbido aproximadamente el 93% del calor extra que no ha escapado al espacio debido al efecto invernadero. Esto hace que los huracanes se vuelvan más poderosos, ya que el agua más caliente aporta más energía al huracán, además de más humedad y, por tanto, más precipitaciones. Migraciones de especies: Muchas especies animales se verán obligadas a migrar para sobrevivir a las variaciones de los principales patrones climáticos alterados por el aumento progresivo de las temperaturas. También el ser humano tendrá que desplazarse: según el Banco Mundial, en 2050 el número de personas obligadas a huir de sus tierras por sequías extremas o violentas inundaciones podría llegar a los 140 millones. Desertificación de zonas fértiles: El calentamiento global impacta profundamente en los procesos de degradación del suelo y favorece la desertificación de zonas del planeta, un fenómeno que acaba con todo el potencial biológico de las regiones afectadas convirtiéndolas en terrenos yermos e improductivos. Tal y como reconoció la ONU con motivo del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación en 2018, el 30 % de las tierras están degradadas y han perdido su valor real. Impacto en la agricultura y la ganadería: El calentamiento global ya ha alterado la duración de la estación de crecimiento en grandes partes del planeta. De igual manera, las variaciones de las temperaturas y las estaciones influyen en la proliferación de insectos, hierbas invasoras y enfermedades que podrían afectar a las cosechas. Lo mismo sucede con la ganadería: las variaciones climáticas afectan directamente a las principales especies de múltiples formas: reproducción, metabolismo, sanidad, etc.
¿Cómo reducir el efecto invernadero?
(Parte de daniel)
El reciclaje y la economia circular: Se estima que la gestión de residuos (efectiva o
inexistente) es responsable del 4% de emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI). Entre las medidas que pueden adoptarse para reducirlas estarían: reducir el desperdicio de alimentos para limitar las emisiones indirectas de GEI, reducir las emisiones difusas de metano de los vertederos y las plantas de purificación, ademas de detener la incineración sin recuperación de energía.
La economía circular: un modelo económico que lleva al crecimiento y al empleo sin
comprometer el medio ambiente. Frente a un modelo económico despilfarrador que conduce al cambio climático, la economía circular ofrece un modelo que preserva la naturaleza y reduce las emisiones de gases de efecto invernadero.
La economía circular es un modelo de producción y consumo que implica compartir, alquilar,
reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos existentes todas las veces que sea posible para crear un valor añadido.
Reducir el consumo de carne y desperdicio de alimentos: Dietas más sostenibles y la
reducción del desperdicio de alimentos pueden ayudar a los países a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mejorar sus planes nacionales de acción climática hasta un 25%, asegura un nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Se podría representar una reducción de las emisiones en 12,5 gigatoneladas de CO2, una cantidad equivalente a sacar de las carreteras a 2700 millones de autos. Consumir productos ecologicos: Los alimentos ecológicos son aquellos que han sido cultivados respetando los ciclos propios de la naturaleza, sin utilizar variedades modificadas genéticamente (de forma inducida) ni tratamientos con pesticidas de síntesis química, y por ello, consumirlos, contribuye al cuidado de nuestro medio ambiente. Un factor importante es el coste energético de los productos fitosanitarios y los abonos químicos para cuya síntesis se necesitan grandes cantidades de energía y comportan una importante emisión de CO2, cosa que no sucede con con los productos ecologicos.