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ALGO MÁS SOBRE

EL INTÉRPRETE DE LA CONSTITUCIÓN
EN CHILE

José Luis Cea Egaña*


Profesor Titular
Universidad de Chile
Universidad Católica de Chile

*Conferencia ofrecida en la Universidad de Antofagasta el 06 de mayo de 2005


Cea Egaña – Hermenéutica Constitucional 1

INTRODUCCION

Se me ha pedido referirme a la interpretación constitucional. Lo


haré acotando el análisis a la Carta Fundamental y a la experiencia
chilena. Debo agregar, sin embargo, que quise infundirle algo más de
novedad a un tópico tan frecuentemente examinado, para lo cual me he
detenido en problemas casi siempre callados u olvidados, pese a su
importancia y al imperativo de crear1 conciencia al respecto. En
definitiva, opté por reflexionar en torno del intérprete más que sobre la
interpretación constitucional, convencido que el primero es aún más
relevante.

I. IMPLICANCIAS DEL CONSENSO FUNDAMENTAL

Cierto es que no existe una teoría pacíficamente acordada sobre la


idea de Constitución2, pero temo que en Chile tampoco hayamos forjado
una idea compartida de lo que es y debe ser nuestra Carta Fundamental
en concreto. Así como carecemos de estrategias concordadas para
lograr un Proyecto-País3, también nos falta un Proyecto-Constitución
compartido.

Por ejemplo, el Código Político de 1980 y sus ya casi 17 reformas,


es un texto y contexto bastante asimilado y vivido, mas no en la
totalidad del sistema articulado en él ni en las vías para llevarlo a
efecto. El dilema se plantea en torno de ejes cardinales, obligando a
preguntarse si el Estado debe seguir siendo el protagonista, casi único,
del progreso o, por el contrario, ya es hora que la Sociedad Civil
autónoma asuma roles decisivos en la consecución de ese mismo
objetivo.

1
Algunas de las proposiciones resumidas a continuación fueron expuestas en mi monografía “Premias y
Promesas de la Interpretación Constitucional en Chile”, I Actas de las XXX Jornadas de Derecho Público
(Valparaíso, EDEVAL, 2000) pp. 177 ss.
2
Véase Jan-Erik Lane: Constitutions and Political Theory (Manchester, Manchester U. Press, 1996) pp.
3 y 15.
3
Gabriel Salazar y Julio Pinto: I Historia Contemporánea de Chile Estado, Legitimidad y Ciudadanía
(Santiago, Ediciones LOM, 1999) pp. 125 ff.

1
Cea Egaña – Hermenéutica Constitucional 2

Pienso que una consecuencia de la falta de visión compartida de la


Constitución es su interpretación opaca y no transparente, resquiciosa o
no leal, torcida o sin buena fe, reducida a la literalidad para apartarse de
la finalidad de sus valores, principios y preceptos. Por el contrario, creo
que la presencia vigorosa de aquella visión permite la interpretación
clara y no oscura, recta y no torcida, patente y no cínica, teleológica y
no exegética, tanto de los criterios matrices o ideas fundamentales
como del Bloque Constitucional completo con que se integra o
complementa.

Tal vez, una u otra actitud se debe al compromiso que el


intérprete tiene o no con el ethos o espíritu y el telos o finalidad que
fluye del Código Político y, en relación con ambos elementos, también
con su génesis externa e historia fidedigna, con su texto y contexto, en
fin, con sus objetivos y destino. Sin embargo, lo concreto y fácil de
captar estriba en que, el resultado de una u otra actitud del intérprete
frente a la Constitución, o a determinadas cláusulas de ella, culmina en
interpretaciones diferentes o, más exactamente, en el recurso a
conceptos y técnicas que arrojan resultados distintos.
Consiguientemente, el Código Político pierde fuerza normativa directa4,
porque es motivo de conflictos y no instrumento de integración de él con
la Nación y sus grupos e individuos.

Es sensible y no podemos callarlo: en Chile e Iberoamérica


seguimos, casi dos siglos después de la independencia y con diferencias
de grados, sosteniendo una idea equivocada de lo que es y exige la
Constitución en democracia. Por eso, estamos lejos aún de convertirla
en institución5.

II. SUMISIÓN AL ESPÍRITU DEL TEXTO INTERPRETADO

Util deviene preguntarse si puede existir uniformidad


hermenéutica de la Constitución donde no existe, con antelación, unidad

4
Revísese Germán José Bidart Campos: El Derecho de la Constitución y su Fuerza Normativa (Buenos
Aires, EDIAR, 1995), pp. 183 ff.
5
Véase, en general, A. Jyranki: National Constitutions in the Era of Integration (The Hague, Kluwer
Law International, 1998); y José Luis Cea Egaña: “La Constitución como Institución”, Revista de
Derecho de la Universidad de Concepción Nº252 (1999) pp. 203 ss.

2
Cea Egaña – Hermenéutica Constitucional 3

de criterio, de idea o significado en punto a lo que fue, es y debe ser la


Carta Fundamental de nuestro Estado Nación.

Asumiendo, ciertamente, que jamás es posible ni deseable la


uniformidad total, en este punto como en cualquier otro, pero si nivel de
unidad mayoritario ¿qué importancia tiene, entonces, que no se cumpla
este último requisito? ¿es concebible la estabilidad y despliegue de las
instituciones si los hermenéutas del Código Político lo llevan a
desenlaces diferentes y, a menudo, conflictivos? ¿aumenta, disminuye o
se mantiene la gobernabilidad de la Nación Estado cuando discrepamos
en torno del origen y sentido de la Carta Fundamental? ¿valen de algo,
frente a ese riesgo, los bloqueos y cerrojos institucionales o, por el
contrario, estos catalizan los litigios? ¿obedecen tales obstáculos al
intento de superar el temor, la incertidumbre o el riesgo, ya conocidos,
y padecidos, provenientes de quienes detentan ideologías opuestas a las
del Código Político? ¿qué se gana por los opositores a la Constitución, o
a ciertos principios y disposiciones de ella, con interpretarla como
desean si no logran las reformas que anhelan? ¿no suscitan también
ellos, con su conducta, la hermenéutica contraria de sus antiguos
adversarios? y hecha, en definitiva, la reforma demandada ¿basta ese
texto para infundir vida a sus disposiciones y principios?

Los problemas, como puede apreciarse, son numerosos y


complejos. Más graves se tornan cuando los enfocamos en relación con
los órganos oficiales encargados de interpretar la Constitución para
defenderla. Habiendo llegado a este punto, el asunto deja de ser teórico
para convertirse, sin duda, en potencialmente catalizador de conflictos
institucionales, a veces sin solución dentro del sistema jurídico. He aquí
otra razón para cultivar la buena voluntad de todos los actores políticos.

III. CULTURA Y CONCIENCIA CONSTITUCIONAL

Me refiero al tópico manifestando que la cultura se refiere a la


manera de concebir, interpretar y aplicar la Constitución o el Bloque
Constitucional, mientras que la conciencia versa sobre el grado de
aceptación y rechazo que la Carta Fundamental obtiene en los
operadores de sus disposiciones y la ciudadanía. La cultura a la cual nos

3
Cea Egaña – Hermenéutica Constitucional 4

referimos es, por ende, el cultivo del constitucionalismo; y la conciencia,


un grado fluctuante de legitimidad política y social en torno del Código
Político, es decir, el nivel de aceptación, tolerancia, indiferencia o
rechazo que se vincula con la idea de Constitución legítima, al tenor de
lo arriba escrito.

Obviamente, la cultura y conciencia aludidas son variables, pero


bajo un cierto rasero o medida pierden el sentido que las singulariza,
esto es, ser evidencias del sentimiento de legitimidad que ha de inspirar
un Código Político para que sea respetado y obedecido, vivido y
defendido.

De nuevo lo advertimos: el nivel precario o frágil de cultura y


conciencia desemboca en la dificultad para arraigar la Constitución,
sacudida por desacuerdos, expresos o latentes, que la privan del sentido
de integración o cohesión que debe singularizarla como Proyecto
Máximo de una Sociedad democrática6. En ese ambiente de
incertidumbre, tórnase imposible infundir cualidad perdurable a la Ley
Suprema, abriéndose las puertas al reformismo incesante, ingenuo por
lo libresco e imitativo en unos, y perverso por el caudillaje y el
populismo en otros.

IV. DIRECTIVAS HERMENÉUTICAS

Pensamos que, de esa gran visión consensuada y fructífera, fluyen


las orientaciones o directivas hermenéuticas, las cuales, por cierto,
tienen que ser coherentes con el antecedente señalado. Tales directivas
no se imponen desde arriba, ni siquiera con adoctrinamiento, porque
son la secuela de procesos prolongados, de maduración y entendimiento
en torno de lo que, como dije, es y puede ser una Carta Fundamental en
la práctica. He aquí otro efecto del tiempo, que se impone respetar, para
forjar la cultura y conciencia constitucional, el sentimiento y mentalidad
de lo que implica el constitucionalismo humanista.

Lo dicho a propósito de los supuestos refuerza nuestra aseveración


en punto a la dificultad y la necesidad de la comprensión, objetiva y

6
Jan-Erik Lane, cit., pp. 195-199.

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Cea Egaña – Hermenéutica Constitucional 5

respetuosa, del espíritu de la Constitución. Si la Carta Fundamental


nunca es axiológicamente insípida, entonces tampoco puede serlo el
intérprete de sus principios y reglas.

Consecuente con la explicación precedente, nos parece que las


directivas hermenéuticas poseen significado distinto según cual sea la
posición que, de antemano, adoptemos de frente a la Constitución. Este
es el mayor problema si es que aceptamos la tesis del esfuerzo por la
objetividad hermenéutica. En realidad, pensamos que el hermenéuta
debe siempre aceptar, lealmente, el texto que será interpretado por él,
esforzándose por comprenderlo en su interioridad, objetivamente y
después infundirle vigencia. El respeto por el significado que fluye del
texto, sin manipularlo, es un requisito capital de la hermenéutica que
sustentamos, la cual, como se desprende, es en parte considerable una
labor científica. En el ámbito del Derecho de la Constitución7, esta
conclusión está reforzada por el principio de supremacía que todo jurista
reconoce al Código Político8.

Práctica y concretamente, queremos decir que el método que


sigamos y las técnicas que adoptemos serán, en todo o parte, distintas
en relación a la interpretación, pues partiendo de la base de lo que
esperamos que diga o calle la Carta Fundamental, elegiremos el método
y las técnicas, desechando o infravalorando las opuestas a nuestro
designio preconcebido. Esta es una realidad, pero lejana a lo deseable
porque no es hermenéutica limpia.

Por eso, siendo muy difícil –si es que alguna vez resulta factible-
la neutralidad objetiva, en la hermenéutica resulta claro, como lo hemos
ya advertido, que el dilema central radica en la buena fe, en la lealtad o
transparencia, en la sumisión del intérprete al ethos y telos de la Carta
Fundamental, en la argumentación razonada, sólida y persuasiva de la
decisión alcanzada. Recuerdo a Max Weber en el punto, allí donde
afirma que el cientista social, o sea, el jurista en este caso, tiene que
ser transparente, declarando, desde el principio, cuál es su actitud ante

7
Véase la obra homónima de Germán José Bidart Campos (Buenos Aires, Ed. Astrea, 1997).
8
Wilhelm Diethey: V Obras Completas. El Mundo Histórico (México DF., Ed. Fondo de Cultura
Económica, 1974) pp. 406 ss.

5
Cea Egaña – Hermenéutica Constitucional 6

el texto que será interpretado e implementado por él: lo asume como


tal, lo abraza o lo desprecia.

Realmente, entonces, lo que sucede con frecuencia es que el


intérprete carece de tal compromiso y, a raíz de ello, no acepta cuanto
la Carta Fundamental, o algunos de sus principios y normas, ordenan,
prohiben o toleran.

V. CONCRECIONES

Hay afirmaciones, en frases certeras, que condensan el sentido de


las directivas hermenéuticas, operando como cláusulas de atención, de
precaución o de disposición para realizar el proceso interpretativo de la
manera más rigorosa o seria, íntegra o completa, confiable o perfecta.
Tales aforismos, brocardos o refranes jurídicos son de aplicación
exclusiva a la hermenéutica constitucional, realzando así la singularidad
del proceso correspondiente.

De esas frases señalamos, como ejemplos, sólo las siguientes,


pues en los textos relativos al tema este es el asunto que más abunda,
aunque no sea, por su índole instrumental o subordinada a los
supuestos ya descritos, el de utilidad más certera9:

1. Nunca olvidar que la Constitución es el más jurídico de los


textos políticos y el más político de los textos jurídicos,
realzando así que el intérprete tiene que asumir ambas
dimensiones y no restringirse a una concepción jurídica, menos
formal o positivistamente entendida, como tampoco a la pura
fenomenología del Poder, hoy ilustrada con la moda de lo
políticamente correcto. Por ejemplo, esta directiva obliga a
considerar, previsoramente o por anticipado, las probables

9
La recopilación más nutrida se halla en las obras de Segundo V. Linares Quintana, v.gr., III Tratado de la
Ciencia del Derecho Constitucional (Buenos Aires, Ed. Plus Ultra, 1978), obra a cual siguieron I
Derecho Constitucional e Instituciones Políticas (Buenos Aires, Ed. Plus Ultra 1981), Reglas para la
Interpretación Constitucional (Buenos Aires, Ed. Plus Ultra, 1987) y, finalmente, Tratado de la
Interpretación Constitucional (Buenos Aires, Ed. Abeledo Perrot, 1994).

6
Cea Egaña – Hermenéutica Constitucional 7

consecuencias de una decisión judicial para la comunidad, o de


una interpretación legislativa auténtica del Código Político10;

2. El ethos y el telos de la Constitución es el constitucionalismo,


es decir, la civilización basada en el humanismo y el Poder
limitado por el servicio a la dignidad y ejercicio de los derechos
humanos que emanan de aquella. Consiguientemente, el
Gobierno mediante el Derecho o, como se dice hoy, el Estado
Constitucional de Derecho11 cuando es genuino en los
valores y coherente con los hechos, lleva a que siempre sea
reconocida la primacía del Estatuto de la Libertad o Parte
Dogmática de la Constitución, por sobre el Instrumento de
Gobierno o Parte Orgánica de ella;

3. La Razón de Estado debe ceder su lugar a la Razón de Persona


o Humanismo, resolviendo las contradicciones, salvando las
lagunas y demostrando las derogaciones con sujeción a tal
principio. De esta premisa cardinal se sigue que el intérprete
debe siempre obrar desde la Constitución, dentro de ella, para
infundirle vida y defenderla. Con base en idéntica premisa
síguese que el intérprete nunca ha de razonar desde los
códigos y las leyes, olvidándose de la Carta Suprema o
recordándola al final, como si no gozara del valor, directo e
inmediato, preeminente a la legislación entera.

En fin, habiendo hecho suya esta actitud hermenéutica, el


intérprete nunca llegará a comprender el thelos de la Carta
Fundamental si la concibe a favor de las potestades estatales y
no de la dignidad y los derechos esenciales que brotan de ella;

4. Finalmente, tengamos siempre en la mente que lo interpretado


es la Constitución y no un Código, o un precepto reglamentario

10
Louis Favoreu ha escrito: “Cuando se alcance una cincuentena de decisiones sobre el principio de
igualdad (...) tal principio cambiará de aspecto y ciertamente la legislación también. No hay que olvidar
que la jurisprudencia constitucional relativa a los derechos fundamentales tiene, en todos los países, una
repercusión y alcance muy profundo (directo e indirecto) en el orden jurídico. “Véase del autor nombrado
“Informe General Introductorio” del libro Tribunales Constitucionales Europeos y Derechos
Fundamentales (Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1984) p. 44.
11
Gustavo Zagrebelsky: Derecho Dúctil (Madrid, Ed. Trotta, 2001) pp. 45 ss.

7
Cea Egaña – Hermenéutica Constitucional 8

ni la estipulación de una convención o contrato como tampoco


una cláusula testamentaria.

De esa orientación elemental resulta el reconocimiento de las


semejanzas de la hermenéutica constitucional con la
interpretación jurídica en general, rasgo del cual fluyen también
las exigencias de aplicar en la hermenéutica constitucional las
técnicas, reglas o métodos comunes a toda interpretación
jurídica, esto es y en Chile, los principios reunidos en los
artículos 19 a 24, principalmente, del Código Civil12. Pero,
simultáneamente, la orientación comentada exige superar tales
cánones generales para hallar y aplicar otros, más importantes
y prioritarios, exclusivos de la interpretación constitucional.

Definitivamente, en consecuencia, tendría ya que ser


reconocida, con cualidad pacífica, la hermenéutica
constitucional como autónoma y distinta de la interpretación
jurídica, pese a los ligámenes que existen entre ellas, pero
nada más que asumiendo que esta es coadyuvante de la
primera.

V. SINGULARIDADES

Por vía ilustrativa, propongo profundizar las siguientes


singularidades, entre muchas que caracterizan a la hermenéutica que
nos ocupa:

1. El reconocimiento de la brevedad del texto constitucional y la amplitud de


sus términos, rasgos que deben llevar a una hermenéutica finalista y no
exegética, buscando el fondo sin quedarse en el enunciado exhaustivo de la
forma o literalidad. La Constitución tiene que evolucionar, merced a una
hermenéutica flexible como la propuesta;

12
Util es revisar Alejandro Guzmán Brito: “La Historia Dogmática de las Normas sobre Interpretación
recibidas por el Código Civil de Chile”, incluido en Facultad de Derecho de la Universidad de Chile y
Escuela de Derecho de la Universidad Adolfo Ibáñez: Interpretación, Integración y Razonamiento
Jurídicos (Santiago, Ed. Jurídica de Chile, 1992) pp. 44 ff.

8
Cea Egaña – Hermenéutica Constitucional 9

2. La plenitud de los valores inmersos en sus principios y normas, a los cuales


se debe ser fiel, acatándolos aunque, de constitutione ferenda, no sean
compartidos. Pero, tampoco cabe duda, en esos valores o expresiones de
ideales que anhelan llegar a convertirse en realidad, se condensan las bases
y finalidades de todo Código Político legítimo;

De nuevo: allí está para el hermeneuta la oportunidad de infundir elasticidad


y adaptabilidad a su labor para que la Constitución sea perdurable o llegue a
institucionalizarse;

3. La unidad de sentido que la Carta Fundamental debe infundir al


ordenamiento jurídico completo, es decir, la Constitucionalización del
Derecho, de manera que, en el Círculo Hermenéutico, el proceso
interpretativo debe ser iniciado con la Carta Fundamental, desenvuelto y
cerrado o concluido en ella. Hoy, en que se propugna el pluralismo máximo,
la Constitución como la he descrito adquiere un rol capital, esto es, servir de
parámetro de unidad en la diversidad que impera;

4. La supremacía, formal y sustantiva, de la Constitución sobre el resto del


sistema jurídico, a raíz de regir el principio antes nombrado;

5. La preponderancia de la Parte Dogmática sobre la Parte Orgánica, pues el


constitucionalismo propugna el gobierno limitado por el servicio que siempre
debe a la dignidad y al ejercicio de los derechos humanos, debiendo
contemplarse garantías eficaces para tal objeto;

6. La finalidad o sentido de los principios y normas sobre la exégesis del texto


y contexto, ya que se trata siempre de resolver cuestiones político-jurídicas
de fondo y no asuntos de tecnicismo formal y episódico;

7. Las consecuencias de las interpretaciones constitucionales sobre todo el


ordenamiento jurídico, y el régimen social, económico y político y, más allá
todavía, sobre la gobernabilidad de la comunidad entera;

8. La imperatividad, directa e inmediata, de los principios y normas


constitucionales, excluyéndose la suspensión de ese efecto hasta que se
dicten las disposiciones legales que los implementen, regla que desestima la

9
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doctrina de la “Ley Pantalla”13, como asimismo, que reconoce y doblega la


inconstitucionalidad por omisión14;

9. La armonía de la Constitución con la democracia, sustantiva y formalmente


concebida en su visión dinámica, es decir, adecuada a los cambios sociales y
que hoy imponen ese estilo de vida con rasgos de iniciativa, participación,
descentralización estatal, autonomía de la Sociedad Civil y difusión tanto del
control como de la responsabilidad;

10. La interpretación estricta o fluida, restrictiva o amplificadora de las normas


fundamentales para llegar o no, cuando corresponda, a una proclamación de
potestades o cometidos implícitos, complementarios de los expresamente
reconocidos, pero siempre al servicio de la Parte Dogmática del Código
Político;

11. La exclusión de toda hermenéutica que culmine en absurdos, v gr.,


proclamando repeticiones, ambigüedades, confusiones, olvidos, lagunas o
meros errores del Poder Constituyente;

12. La aceptación del conflicto en el ejercicio de diversos derechos


fundamentales, colisión que debe ser resuelta sin sacrificar por completo
sólo a uno de ellos. Puntualizo que es todavía cuestión de controversia si
existe un orden de prelación entre tales desechos, pero se torna creciente la
doctrina que propugna fórmulas de equilibrio forjadas con base en los
límites que acompañan a los derechos esenciales para que su ejercicio sea
legítimo;

13. La internacionalización del Derecho Constitucional que conduce a la


recepción, vigencia y aplicación de los tratados internacionales sobre
Derechos Humanos con el mismo rango que el admitido para los principios y
preceptos constitucionales;

14. La asunción de la tesis según la cual los derechos asegurados por la


Constitución son intrínsecos a la dignidad de la persona humana, cualidad

13
Consúltese Louis Joseph Favoreu: “La Constitucionalización del Derecho”, X Revista de Derecho de la
Universidad Austral de Chile (2000) pp. 12 ss.
14
Véase, entre otros, José Julio Fernández Rodríguez: La Inconstitucionalidad por Omisión. Teoría
General, Derecho Comparado, el Caso Español (Madrid, Ed. Civitas, 1998).

10
Cea Egaña – Hermenéutica Constitucional 11

que los torna irrenunciables e inalienables. Síguese de lo anterior que es


contrario a la Carta Fundamental y a los tratados internacionales respectivos
todo texto legal, reglamentario, estipulación contractual o hermenéutica
jurídica que desemboque, directa o indirectamente, en la posibilidad de
reconocer validez a la renuncia, anticipada o ex post, aunque sea parcial o
temporal, del ejercicio legítimo de tales atributos inherentes a la naturaleza
humana;

15. Fuerza es aplicar siempre, como un paradigma, el criterio de la


razonabilidad, de la proporcionalidad o de la prudencia, argumentándolo en
términos que sean convincentes o persuasivos, integrando en esta labor
todos los elementos ya descritos; y

16. Por último, pero no menos importante, debe ser reconocido, pacíficamente,
que la sentencia constitucional no puede tener efectos relativos, asimilables
a los fijados en el artículo 3 del Código Civil, sobre todo tratándose de la
protección y fomento de los derechos fundamentales, comenzando con la
vida. Necesariamente, por ende, debe ir asimilándose en nuestra cultura y
conciencia constitucional el principio del precedente, con su efecto de
irradiación. A este objetivo contribuye la reforma constitucional, hoy en
segundo trámite en la Cámara de Diputados, que mantiene la declaración de
inaplicabilidad casuística pero que, al cabo de tres sentencias uniformes y
consecutivas, la convierte en cuestión de constitucionalidad, derogatoria de
la norma legal impugnada y con efectos erga omnes.

VI. REFLEXIONES FINALES

¿Qué sentido tiene aplicar, en concreto, la serie de directivas


hermenéuticas que hemos insertado con ánimo ilustrativo, si los
intérpretes carecemos de unidad de visión y sentido en punto a lo que
es y debe ser la Constitución de Chile como Institución de nuestro
Estado Constitucional de Derecho? ¿Cuál es la corrección científica, el
rigor metodológico y, sobre todo, el desenlace legítimo de un
procedimiento hermenéutico carente de objetividad, sea con respecto al
Código Político en su integridad o a ciertos principios y normas
articulados en su texto?

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Indudablemente, vuélvese imposible el consenso pleno en la


interpretación de nuestra historia republicana, especialmente en lo
referente a las últimas décadas. Imposible es también la unanimidad
hermenéutica en torno del Código Político, en especial si surgió como
cierre de una época y comienzo de otra que, al menos en su origen, fue
cruenta. Además, al cabo de 17 reformas, podemos concluir que la
Constitución ha sido limpiada de ripios y malezas. Entonces, en
definitiva, nuestra Nación requiere de amplias y profundas
convergencias en los dos asuntos señalados. ¿Tenemos voluntad política
para hacerlo? ¿qué se demanda, además de enseñar, educar y largo
tiempo para obtenerla? ¿cuál es el rol del liderazgo en la consecución de
esa tarea? ¿qué es menester exigir a las Facultades o Escuelas de
Derecho en idéntica misión?

El método para desentrañar el significado del Código Político no


puede ser preeminente o erigirse en finalidad por sí misma. De frente al
texto de la Constitución, pensamos que la interpretación es sólo y
siempre instrumental. Entre nosotros, sin embargo, reiteramos la falta
de unidad, al menos mayoritariamente sentida, en cuanto al concepto
del Código Político, a su legitimidad de origen y de aplicación, a la
procedencia de reformarlo medularmente y otros problemas de
semejante importancia.

Secuela de esa actitud es la dilación de numerosas reformas


constitucionales maduras, ya muy y seriamente examinadas pero
detenidas por casi dos décadas. Consecuencia de lo mismo es la
tendencia a efectuar cambios secundarios al Código Político15,
manifestando después la autocomplacencia por un objetivo que podría
haber sido alcanzado con una hermenéutica adecuada. En fin, secuela
de lo escrito es la mutación del sentido de la Constitución sin cambiar su
texto, provocando enfrentamientos y litigios.

El inventario de consecuencias puede seguir, pero lo común y


cierto de ellas será que, sin consenso mayoritario en la legitimidad de la

15
Revísese del autor I Derecho Constitucional Chileno (Santiago, Ed. Universidad Católica de Chile, 2003)
pp. 90 ss.

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Cea Egaña – Hermenéutica Constitucional 13

Constitución, tampoco lo habrá en su implementación por vía


hermenéutica. Imperativo es, entonces, reflexionar en torno a las vías
prácticas que podemos seguir a los efectos de superar tal dilema.

Para el éxito de ese esfuerzo nos parecen insuficientes tanto los


pactos de reforma o irreformabilidad, fracasados en nuestra historia,
como también los cánones interpretativos tradicionales. A propósito de
estos últimos pensamos así porque con ellos se pretende lograr que, el
Proyecto Máximo prometido en la Constitución, se mantenga inalterado,
a pesar de no estar de acuerdo en sus premisas o exigencias previas.

Hagamos un esfuerzo, entonces, que sea firme por lo sincero y


general en su extensión, por hallar zonas de coincidencia sustantiva en
el tópico, sacrificando muchas aspiraciones y quimeras, para consolidar
una Constitución que, aunque lejos de ser perfecta, garantice la libertad,
la igualdad y la seguridad para todos. Apoyemos, entre tanto, la labor
de la Magistratura para que desarrolle su vertiente hermenéutica. ¡Que
la doctrina cumpla su tarea! Después, reanudemos el debate y la
polémica.

¡Gracias por venir y escucharme!

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