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No es fácil definir una tendencia tan reciente como esta, por ello, lo mejor para el
entendimiento total de este concepto es comprender qué es el activismo: El activismo es la
acción que se realiza con el fin de efectuar un cambio de índole social o política
normalmente posicionada a favor de una postura concreta en un conflicto. La Real
Academia Española también tiene en cuenta este movimiento al que define como
“dedicación intensa a una determinada línea de acción en la vida pública”.
Si se une el concepto de “activismo” con el adjetivo “ambiental”, podríamos decir que nos
encontramos ante una tendencia que toma como base la protección de la naturaleza y el
respeto de los derechos de la misma. Estos derechos no siempre están recogidos en las
constituciones de los distintos países dónde se vive el activismo de forma voluntaria e,
incluso, como una forma de vida, por lo que son los activistas los que deben luchar porque
sus países no maltraten demasiado el planeta en el que vivimos.
Esta tendencia surgió cuando la población empezó a notar las evidencias del deterioro
ambiental que los propios humanos hemos creado. Con este punto como pieza clave del
movimiento, los activistas creyeron necesario difundir el problema con los medios que
tuviesen en sus manos y poner de manifiesto el impacto que para la sociedad estaban
teniendo sus propios actos.
Los activistas ambientales se caracterizan desde sus orígenes hasta ahora por ver la
naturaleza como un sujeto tan importante como cualquier otro ser vivo y no como un objeto
que se pueda utilizar al antojo de cualquiera. Además, difunden en su entorno las
consecuencias que tienen los actos perjudiciales que realizamos para el medio ambiente.
Existen ciertos métodos que pueden hacer que, entre todos, logremos una sociedad mejor,
una sociedad ambiental basada en la educación ambiental, la resistencia civil a quienes
intenten romper con el desarrollo sostenible y la negación a seguir adelante con el consumo
mercantil actual.
Las problemáticas que se abordan en estos momentos a nivel global de manera más activa
son: el cambio climático, la pérdida de la biodiversidad, el agotamiento de los recursos
naturales, la diversidad cultural, la contaminación del agua, los suelos y el aire y la
viabilidad a largo plazo de las energías alternativas.
Parece este camino, el del activismo ambiental, muy duro de recorrer y largo, muy largo.
Sin embargo, como dijo Eduardo Galeano, periodista y escritor uruguayo, “es como el
horizonte, das dos pasos y ella se aleja dos pasos…para eso sirve la utopía, te hace
caminar”.
Propuestas
Activar ayudas a la eficiencia energética para apoyar la rehabilitación. España ha pasado de ser el
segundo país de la UE en dar ayudas a la eficiencia energética a colocarse como uno de los
últimos; cuando estas medidas tienen importantes retornos económicos.
Establecer un IVA reducido para los biocombustibles sólidos y las calderas de biomasa. Esta es
una forma de aumentar la competitividad de la biomasa, uno de los sectores con mayor potencial
de creación de empleo, tal y como ocurre en países como Alemania, Francia o Reino Unido.
Crear bancos de hábitats para financiar proyectos de conservación. Este nuevo concepto resulta
interesante para conseguir financiación para la conservación. Esta fórmula puede adoptar formas
muy distintas, pero en países como EEUU ya se está utilizando para compensar los impactos
ambientales de determinados proyectos, bajo el principio de la UE “quien contamina, paga” (o
“repara”). La clave es que no se produzca una pérdida neta de ese ecosistema, es decir, por cada
hectárea o unidad afectada el agente económico obligado a la compensación tiene que financiar la
recuperación de al menos la misma cantidad en otro espacio con un especial valor biológico o
ecológico.
Derechos de la Madre Tierra
Artículo 1: La Madre Tierra
La Madre Tierra es un ser vivo.
La Madre Tierra es una comunidad única, indivisible y auto-regulada, de seres
interrelacionados que sostiene, contiene y reproduce a todos los seres que la componen.
Cada ser se define por sus relaciones como parte integrante de la Madre Tierra.
Los derechos inherentes de la Madre Tierra son inalienables en tanto derivan de la misma
fuente de existencia.
La Madre Tierra y todos los seres que la componen son titulares de todos los derechos
inherentes reconocidos en esta Declaración sin distinción de ningún tipo, como puede ser
entre seres orgánicos e inorgánicos, especies, origen, uso para los seres humanos, o
cualquier otro estatus.
Así como los seres humanos tienen derechos humanos, todos los demás seres de la Madre
Tierra también tienen derechos que son específicos a su condición y apropiados para su rol
y función dentro de las comunidades en los cuales existen.
Los derechos de cada ser están limitados por los derechos de otros seres, y cualquier
conflicto entre sus derechos debe resolverse de manera que mantenga la integridad,
equilibrio y salud de la Madre Tierra.