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(IN)MOVILIDADES E IMPACTOS DEL COVID-19
EN LAS MIGRACIONES Y LOS TERRITORIOS

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(IN)MOVILIDADES
E IMPACTOS DEL COVID-19
EN LAS MIGRACIONES
Y LOS TERRITORIOS

Brígida Baeza
Brenda Matossian
Ana Inés Barelli
(compiladoras)

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones y los
territorios / Brígida Norma Baeza… [et al.]; Compilación de Brígida
Baeza; Brenda Matossian; Ana Inés Barelli. – 1a ed – Comodoro
Rivadavia: Brígida Norma Baeza, 2023.

Archivo Digital: descarga y online


ISBN 978-987-88-8567-4
1. Trabajadores Migrantes. 2. Migración. 3. Pandemias. I. Baeza,
Brígida Norma II. Baeza, Brígida, comp. III. Matossian, Brenda,
comp. IV. Barelli, Ana Inés, comp.
CDD 304.8

Este libro ha sido financiado a través de recursos provenientes


del Subsidio para Reuniones Científicas RC-2020-0035 FONCYT
– Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, res-
ponsable: Brenda Matossian; y del Subsidio para Convocatoria de
Reuniones Científicas y Tecnológicas 2020 del CONICET (Conse-
jo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), Resolución
2.256/2020, responsable: Carolina Rosas.
ISBN: 9789878885674
Imagen de tapa: LibroLab ARTAI
Las opiniones y los contenidos incluidos en esta publicación son
responsabilidad exclusiva del/los autor/es.

(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las


migraciones
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ExLibrisTeseoPress 97115. Sólo para uso personal

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Comité Editorial

Tania Porcaro. Grupo de Estudios sobre Fronteras y Regio-


nes (GEFRE).
Andrés Nuñez. Instituto de Geografía, Facultad de Histo-
ria, Geografía y Ciencia Política, Pontificia Universidad
Católica de Chile.
Natalia Barrionuevo. Instituto de Estudios Sociales y Polí-
ticos de la Patagonia (IESyPPat), CIT Golfo San Jorge,
Universidad Nacional de la Patagonia (UNP), CONI-
CET.
María Emilia Sabatella. Instituto de Investigaciones en
Diversidad Cultural y Procesos de Cambio (IIDyPCa),
Universidad Nacional de Río Negro (UNRN), CONI-
CET.
María Dolores Linares. Instituto de Estudios Históricos y
Sociales de La Pampa (IEHSOLP), UNLPam, CONI-
CET.
Santiago Conti. Instituto de Investigaciones en Diversidad
Cultural y Procesos de Cambio(IIDyPCa), Universidad
Nacional de Río Negro (UNRN), CONICET.
Paula Hurtado López. Universidad Tecnológica Metropoli-
tana del Estado de Chile (UTEM).
Fernanda Stang. Centro de Investigación en Ciencias Socia-
les y Juventud (CISJU), Universidad Católica Cardenal
Raúl Silva Henríquez.
Julieta Nicolao. Comisión de Investigaciones Científicas de
la Provincia de Buenos Aires (CIC), Centro de Estudios
Interdisciplinarios en Problemáticas Internacionales y
Locales (CEIPIL), UNICEN.
Myriam Susana González. Universidad Nacional de la Pata-
gonia San Juan Bosco.
Ana Rovetta. Instituto Superior de Estudios Sociales (ISES),
UNT, CONICET.

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8 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

Ceclia Behrend. Universidad Nacional de Río NEGRO


(UNRN).
Cecilia Eleonora Melella. Instituto de Desarrollo Económi-
co y Social (IDES), CONICET, Instituto de Investiga-
ciones Gino Germani UBA-FSOC.

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Índice

Introducción .................................................................................. 13
Brenda Matossian, Ana Inés Barelli y Brígida
Baeza

Módulo 1. Temáticas emergentes: las poblaciones


migrantes en la Argentina durante la pandemia ........... 25
Migraciones y movilidades: pensando la pandemia en y
desde Jujuy...................................................................................... 27
Laura Cristina Yufra
Migrantes transgénero/travestis en el AMBA. Entre la
pandemia y las prácticas de control con sesgos
heterocisnormativos.................................................................... 39
Verónica Jaramillo Fonnegra y Carolina Rosas
El impacto de la pandemia del COVID-19 en los
migrantes intrarregionales en América Latina.
Acentuación de las desigualdades ............................................ 53
Cynthia Pizarro
Migraciones y cuidados para la salud en contexto de
pandemia y precaridad de la vida ............................................ 71
Carlos Barria Oyarzo y Brígida Baeza

Módulo 2. Demandas y desafíos de articulaciones con


organizaciones de migrantes e instituciones estatales
en tiempos de pandemia...................................................... 87
Migraciones, territorios e institucionalidad en
contextos de COVID-19. Algunas reflexiones sobre el
caso de una localidad en La Matanza ..................................... 89
Brenda Matossian y Yamila Abal

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10 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

Trabajo rural e in-movilidades en tiempos de pandemia.


Reflexiones desde las implicancias de la investigación.... 105
Verónica Trpin, Soraya Ataide y Silvia Moreno
¿Círculo virtuoso o causación acumulativa? Pensando
las movilidades como generadoras de migraciones ......... 119
Cecilia Jiménez Zunino
La educación interpelada en una radio comunitaria.
Encuentros y desencuentros entre las escuelas y las
organizaciones de migrantes en pandemia ......................... 137
María Laura Diez
El RADEX en pandemia: fortalezas y desafíos de la
gestión del Frente de Todos en materia migratoria.......... 155
Corina Courtis y Brenda Canelo

Módulo 3. Repensar condiciones de trabajo,


perspectivas teóricas y metodológicas en nuestro
quehacer investigativo en pandemia .............................. 179
Las migraciones en pandemia. Una mirada desde la
reconstrucción de las (in)movilidades cotidianas ............. 181
Denise Zenklusen
Experiencias de investigación en tiempos de pandemia.
Indagando sobre las migraciones a pie y la figura de los
caminantes en el territorio colombiano............................... 195
Janneth Clavijo, Adriana González Gil y
Marcela Ceballos Medina
Aislamiento e investigación durante la pandemia.
Algunas reflexiones metodológicas sobre el abordaje de
juventudes escolarizadas que forman parte de familias
migrantes ...................................................................................... 213
María Florencia Maggi
Relatos de movilidad en un contexto de inmovilidad:
contar para una radio en pandemia. Desafíos teóricos,
metodológicos y éticos.............................................................. 231
Gabriela Novaro

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 11

Documento de incidencia: la lucha por un censo


nacional anónimo en la Argentina. Reflexiones desde la
mirada de las migraciones internacionales ......................... 243
Carolina Rosas, Ana Paula Penchaszadeh y
Victoria Mazzeo

Autoras y autores........................................................................ 259

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Introducción
BRENDA MATOSSIAN, ANA INÉS BARELLI Y BRÍGIDA BAEZA

La Red de Investigadores/as Argentinos/as sobre Migra-


ciones Internacionales Contemporáneas (Red IAMIC) se
formó a partir del Programa RAÍCES 2009 del Ministerio
de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (Argentina)
para promover la relación entre investigadores argentines
radicades en el exterior e investigadores locales. Su objetivo
es poner en diálogo diversas aproximaciones temáticas y
disciplinares sobre las migraciones contemporáneas desde
un enfoque cualitativo, tomando como referencia el proceso
inmigratorio internacional y regional en el actual contexto
de globalización y de acumulación de capital. La propuesta
del programa RAÍCES privilegiaba la participación de inves-
tigadores argentines que residieran en el extranjero. Desde
el año 2009, en que se formó la Red IAMIC, se desarrollaron
seis encuentros bajo la modalidad de seminarios: Seminario
sobre Migraciones Internacionales Contemporáneas. Estu-
dios para el Debate, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 4,
5 y 6 de enero de 2010, coordinado por Cynthia Pizarro; II
Seminario sobre Migraciones Internacionales. Reflexiones
y Estudios sobre la Movilidad Territorial Contemporánea,
Universidad Nacional de Jujuy, San Salvador de Jujuy, 10, 11
y 12 de agosto de 2011, coordinado por Gabriela Karasik;
III Seminario sobre Migraciones Internacionales Contem-
poráneas. Perspectivas Actuales y Reflexiones Colectivas en
Torno a la Migración. Identidades, Trabajo, Participación
Política y Movilidad Territorial, Universidad Nacional de
Córdoba, Córdoba, 15 y 16 de julio de 2013, coordinado
por Eduardo Domenech y María José Magliano; IV Semi-
nario sobre Migraciones Internacionales Contemporáneas:
Procesos, Desigualdades y Tensiones, Universidad Nacional

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14 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

del Comahue, Neuquén, 6 y 7 de agosto de 2015. Coordi-


nado por Verónica Trpin y Ana Ciarallo; V Seminario sobre
Migraciones Internacionales Contemporáneas. Conceptos
y Herramientas para la Investigación, Instituto de Inves-
tigaciones Gino Germani, Universidad de Buenos Aires,
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 10 y 11 de agosto de
2017, coordinado por Sandra Gil Araujo y Claudia Pedone;
VI Seminario de Migraciones Internacionales Contemporá-
neas: Enfoques, Perspectivas y Metodologías para la Inves-
tigación. Centro de Estudios e Investigaciones sobre Cultu-
ra y Sociedad (CONICET y UNC), Córdoba, 8 y 9 de agosto
de 2019, esta vez coordinado por María José Magliano y
Cecilia Jiménez Zunino.
Este libro es resultado del VII Seminario de Migra-
ciones Internacionales Contemporáneas: In-movilidades e
Impactos del COVID-19 en las Migraciones y los Territo-
rios, llevado a cabo los días 21 y 22 de marzo del 2022
en el Instituto de Investigaciones en Diversidad y Procesos
de Cambio (IIDyPCa/CONICET/UNRN), CCT Patagonia
Norte, San Carlos de Bariloche, provincia de Río Negro.
Su organización estuvo por completo afectada por la
pandemia causada por el virus del COVID-19. Un primer
impacto de ello fue la postergación de su realización de
noviembre del 2021 a marzo del 2022. En un contexto de
marcada incertidumbre, decidimos hacernos eco de ello en
nuestro propio encuentro y repensar las formas de traba-
jo. Así, nos planteamos diferentes interrogantes intentando
que fuera un encuentro más flexible, que apuntara a poder
compartir nuestras experiencias como investigadoras en
contexto de pandemia. Por ello decidimos pausar la orga-
nización del trabajo de acuerdo a los ejes temáticos con los
que veníamos trabajando para evitar encorsetar las temá-
ticas a una producción específica. Los interrogantes dispa-
radores de este encuentro entonces fueron los siguientes:
¿cómo trabajamos las temáticas migratorias en el contexto
de la pandemia?; ¿de qué modos el contexto nos interpela
en nuestros múltiples y simultáneos roles?; ¿de qué formas

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 15

podemos acompañar y dar cuenta de las problemáticas par-


ticularidades que afectaron a les migrantes en este contex-
to?; ¿qué desafíos (teóricos, metodológicos, éticos o perso-
nales) se enfrentaron en este sentido?
El libro se estructura en tres módulos temáticos que
corresponden a cada uno de los simposios desarrollados en
el seminario. El primero se tituló “Temáticas emergentes:
las poblaciones migrantes en la Argentina durante la pan-
demia”, el segundo, “Demandas y desafíos de articulaciones
con organizaciones de migrantes e instituciones estatales en
tiempos de pandemia”, y, finalmente, el tercero es “Repensar
condiciones de trabajo, perspectivas teóricas y metodológi-
cas en nuestro quehacer investigativo en pandemia”. Ade-
más de los capítulos agrupados en estos tres módulos temá-
ticos, se presenta un documento de incidencia elaborado
para el encuentro titulado “La lucha por un censo nacional
anónimo en la Argentina. Reflexiones desde la mirada de
las migraciones internacionales”.
El primer módulo reúne un grupo de capítulos que
intentan dar cuenta de la situación de los grupos migrantes
en contexto de pandemia, donde, en términos generales, se
agudizaron situaciones previas y en otros casos se profun-
dizaron determinados problemas que aún hoy siguen sin
resolverse. Los aportes de este módulo permiten trazar un
panorama general o bien focalizar en determinados contex-
tos o trayectorias de migrantes cuyas vidas se encuentran
atravesadas por dificultades asociadas a las diversidades de
género, o bien las problemáticas vinculadas a los espacios
fronterizos en contexto de expansión del COVID-19.
Así, la parte 1 del libro inicia con el capítulo de Lau-
ra Cristina Yufra “Migraciones y movilidades: pensando la
pandemia en y desde Jujuy”. La autora relata el modo en
que se sintió interpelada por distintas convocatorias de las
agencias estatales a registrar la afectación de los grupos
migrantes en contexto de pandemia. Y particularmente pro-
fundizó el proceso de fronterización en el caso de la fron-
tera argentino-boliviana donde desde Jujuy se asumió un

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16 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

tipo de discurso que “nacionalizaba” el virus del COVID-19


y desde donde se profundizaron las diferenciaciones discri-
minatorias frente a les migrantes provenientes de Bolivia.
Tal como sostiene Laura Yufra, la pandemia agudizó rela-
ciones de carácter hostil con los grupos migrantes, y, en este
sentido, ancló en matrices históricas previas a la expansión
del COVID-19 en la frontera.
En la misma línea de análisis que recupera la agudiza-
ción de situaciones complejas y difíciles de sobrellevar para
grupos atravesados por situaciones de vulnerabilidad, tal
como les migrantes transgénero/travestis, nos encontramos
con el capítulo de Verónica Jaramillo Fonnegra y Caroli-
na Rosas, titulado “Migrantes transgénero/travestis en el
AMBA. Entre la pandemia y las prácticas de control con
sesgos heterocisnormativos”. A través del análisis del caso
Sabrina, las autoras muestran el modo en que tanto la legis-
lación como las prácticas institucionales contienen sesgos
heterocisnormativos que incrementan las dificultades de
migrantes transgénero, que se suman a las ya existentes en
relación con la documentación, el acceso al mercado labo-
ral, entre otros espacios donde son relegadas. En el trans-
curso de la pandemia, se agravaron las dificultades tanto a
nivel institucional como en la esfera de la vida privada, tal
como las autoras muestran con el caso Sabrina, que sufrió
el incremento de su vulnerabilidad.
De modo similar, pero desde una mirada de escala
latinoamericana, Cynthia Pizarro, en el capítulo titulado
“El impacto de la pandemia del COVID-19 en los migran-
tes intrarregionales en América Latina: acentuación de las
desigualdades”, nos muestra las dificultades de los grupos
migrantes en movilidad o en los lugares donde decidieron
llevar adelante el proyecto migratorio, cuyos problemas se
vieron incrementados en contexto de pandemia. De modo
recurrente, en distintos contextos nacionales, surgieron
dificultades para cumplir con los diferentes protocolos de
aislamiento, distanciamiento y restricciones, pero también,
cuando se lograban cumplir, la situación de vulnerabilidad

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 17

de la vida cotidiana de gran parte de los grupos migrantes


los sometía a condiciones que los acercaba aún más a ser
grupos de riesgo y de contagio. Sumado a las dificultades
para acceder a las políticas de ayuda como el Ingreso Fami-
liar de Emergencia (IFE) en el caso argentino.
En este sentido, el capítulo de Cynthia Pizarro dialoga
con el capítulo de Carlos Barria Oyarzo y Brígida Baeza,
titulado “Migraciones y cuidados para la salud en contex-
to de pandemia y precaridad de la vida”. Aquí les autores
profundizan el análisis del modo en que se incrementó la
precaridad de la vida en los grupos migrantes para el caso
de la provincia de Chubut, y aun en mayor medida de quie-
nes asumieron plenamente las tareas de cuidado asociadas
al sostenimiento de la vida y la salud: las mujeres migrantes.
Tal como venimos observando en el resto de los capítulos,
les autores también remarcan que en pandemia se incremen-
taron las dificultades de los grupos migrantes; sin embargo,
destacan el modo en que –para el caso comodorense– como
respuesta a las condiciones de precaridad se produjo el
fortalecimiento de lazos comunitarios y cooperativos desde
donde se organizaron distintas experiencias de cuidados en
merenderos, comedores y otros espacios, que en muchos
casos se prolongan en contexto de pospandemia.
El segundo módulo, “Demandas y desafíos de articula-
ciones con organizaciones de migrantes e instituciones esta-
tales en tiempos de pandemia”, agrupa distintas experien-
cias de trabajo conjunto interpeladas a partir del contexto
de pandemia, que marcó fuertes restricciones y vulneracio-
nes; aquí se comparten diferentes estrategias y propuestas
de intercambios dando cuenta de una diversidad de escalas
y contextos situados.
Comienza con el capítulo de Brenda Matossian y Yamila
Abal, “Migraciones, territorios e institucionalidad en con-
textos de COVID-19. Algunas reflexiones sobre el caso de
una localidad en La Matanza”. Allí las autoras comparten su
mirada en torno a las necesidades y los conflictos que emer-
gieron en este contexto de pandemia y que se expresaron

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18 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

en las dinámicas de las instituciones vinculadas, de manera


más o menos directa, a las personas migrantes en su caso
de estudio. Destacan que, en este marco de restricciones a
las movilidades, agudización de necesidades y profundiza-
ción de desigualdades, el propio territorio, la escala barrial
y local concentró funciones y adquirió especial relevancia
en la búsqueda de respuestas y de recursos para resolver
problemas. Como resultado, destacan que, frente a la gra-
vedad del contexto, las organizaciones y los Estados en
sus distintos niveles buscaron articular esfuerzos para dar
respuesta a las situaciones de emergencia, especialmente en
lo que respecta a la asistencia alimentaria y de recursos
de higiene y a la cuestión documentaria. En una segunda
instancia, la prevención, la promoción y los cuidados de la
salud adquirieron centralidad que no tenían antes del 2020
y que, de alguna manera, expresan parte del impacto simbó-
lico que tuvo la pandemia. Las instituciones creadas por la
propia comunidad paraguaya fortalecieron durante la pan-
demia sus redes preexistentes tanto para paliar situaciones
de emergencia generales, como para atender situaciones
particulares vinculadas a la condición migratoria: asistencia
en la tramitación de los documentos y ayuda a las personas
paraguayas que requerían retornar a su país frente al cierre
de fronteras.
A continuación, se encuentra el capítulo “Trabajo rural
e in-movilidades en tiempos de pandemia. Reflexiones des-
de las implicancias de la investigación”, escrito por Verónica
Trpin, Soraya Ataide y Silvia Moreno. En este caso el abor-
daje se centra en el caso de las personas migrantes rurales
originarias de provincias del NOA y del sur de Bolivia que
se habían movilizado, antes del inicio de la pandemia, para
emplearse en las cosechas temporarias del verano en las
provincias de Río Negro y Mendoza. Los aportes del escrito
reflejan, por un lado, la inquietud por las estrategias que las
autoras debieron sortear para dar cuenta de las condicio-
nes de trabajo en las que se encontraron intempestivamen-
te estas personas. El contacto con les migrantes permitió

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 19

visibilizar sus situaciones y urgentes demandas en el marco


de la sistematización federal de información. Por otro lado,
el trabajo también da cuenta de las afectaciones que asumie-
ron como investigadoras situadas en los territorios en los
que circulan migrantes rurales, así fortalecieron una apues-
ta por no reproducir una investigación indiferente y formar
parte de tramas de cuidados que las ubican en una situación
de compromiso y confianza con la población con la que se
relacionan. Así, se reforzaron redes previas y se activaron
nuevas, conectando actores de diversa filiación.
El capítulo de Cecilia Jiménez Zunino aborda un tipo
de desplazamiento diferente a las referidas anteriormente y
se centra en la internacionalización de estudiantes a partir
del estudio de los perfiles de quienes fueron beneficiados
por los programas de movilidad de la Universidad Nacio-
nal de Córdoba. Su título ya resulta sugerente y plantea el
debate en el que se enmarca el estudio: “¿Círculo virtuoso
o causación acumulativa? Pensando las movilidades como
generadoras de migraciones”. Apoyada en la aplicación de
encuestas y entrevistas, la autora sistematizó los resultados
e identificó algunas diferencias en relación con el tipo de
movilidad posterior que han propiciado las estancias: tra-
yectorias de permanencia, trayectorias cuasimigratorias, y
trayectorias migratorias. Así, concluye que las movilidades
sucesivas colaboran con la acumulación de capital social e
internacional, aunque esa causación acumulativa requiere
resignificarse. Las movilidades sucesivas son posibles cuan-
do se acumulan, siempre que se cumplan dos requisitos:
disponer de los capitales necesarios para realizarlas y que
las trayectorias requieran de ese movimiento para evitar el
desclasamiento.
El siguiente capítulo, “La educación interpelada en una
radio comunitaria: encuentros y desencuentros entre las
escuelas y las organizaciones de migrantes en pandemia”,
nos brinda la mirada de su autora, María Laura Diez, desde
su experiencia en la producción de un programa de educa-
ción en una radio comunitaria, FM 92.5 “La Voz de Bolivia

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20 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

en Argentina”, perteneciente a la Colectividad Boliviana


de Escobar (CBE). A partir de su tarea de investigación y
colaboración, analiza múltiples aspectos del vínculo entre
organizaciones de migrantes y Estado, focalizando en los
procesos formativos de la población joven. Particularmente
en este contexto de pandemia, la radio contribuyó a man-
tener el contacto entre docentes, directivos y estudiantes,
al tiempo que llevó a que miembros del sistema educativo
dieran nueva relevancia a intereses o experiencias de la
comunidad. Además, las discusiones propuestas en el pro-
grama fueron condensando miradas sobre las escuelas y la
colectividad, mostrando encuentros y desencuentros entre
las instituciones escolares, las familias y las organizaciones
de migrantes, haciendo visibles coincidencias y rupturas en
las imágenes de niñe/joven educado y las identificaciones
nacionales.
El último de los capítulos de este segundo módulo es “El
RADEX en pandemia: fortalezas y desafíos de la gestión del
Frente de Todos en materia migratoria”, escrito por Corina
Courtis y Brenda Canelo. El texto se enfoca en el dispositi-
vo RADEX (Radicación a Distancia de Extranjeros) e indaga
en la continuidad de su funcionamiento durante los dos
primeros años de mandato de Alberto Fernández, coinci-
dentes con la pandemia de COVID-19. Entre sus hallazgos,
las autoras rastrearon su funcionamiento en contexto de
pandemia y sus efectos desigualadores frente a la adopción
de medidas de cuidado que pusieron al DNI en el centro
de la escena. También relevaron las medidas tomadas para
lograr una mayor accesibilidad para la población migrante
y exploraron los desafíos actuales que deben resolver las
personas migrantes para formalizar administrativamente su
vínculo con la Argentina como lugar de residencia. Final-
mente, ofrecen una clave de lectura posible del proceso de
exacerbación del valor de “los papeles” en el marco de la
pandemia, a partir de la noción de “fetiche”.
El tercer módulo, titulado “Repensar condiciones de
trabajo, perspectivas teóricas y metodologías en nuestro

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 21

quehacer investigando en pandemia”, se encuentra integra-


do por cuatro capítulos, que comparten las experiencias y
los desafíos que se dan en dichos contextos.
El primero, titulado “las migraciones en pandemia. Una
mirada desde la reconstrucción de las (in)movilidades coti-
dianas”, de Denise Zenklusen, que ofrece un recorrido sobre
las estrategias empleadas por personas migrantes desplega-
das durante la fase 1 de ASPO en una ciudad intermedia,
Rafaela, de la provincia de Santa Fe. La propuesta reflexiona
principalmente sobre las estrategias teórico-metodológicas
incorporadas por la autora para continuar con su trabajo
de campo con población migrante. Desde dichos aborda-
jes la autora pudo detectar que la inmovilidad de familias
migrantes durante la pandemia profundizó la precarización
ocupacional, que puso en riesgo la seguridad alimentaria.
Esta situación generó la “movilización” de dichos colectivos
por otros circuitos, desde donde emergieron ciertas diná-
micas relacionadas a vivir en un mismo espacio, habitarlo,
y consolidar nuevas formas de vincularse con actores e ins-
tituciones como la escuela, el club, los centros de salud, los
comercios locales.
El siguiente capítulo, titulado “Experiencias de investi-
gación en tiempos de pandemia: indagando sobre las migra-
ciones a pie y la figura de los caminantes en el territorio
colombiano”, corresponde a un registro de investigación de
Janneth Clavijo, Adriana González y Marcela Ceballos. Este
trabajo se enmarca en el Nodo Colombia, vinculado al pro-
yecto de (In)movilidad en las Américas orientado a la refle-
xión no solo del territorio colombiano, sino también de las
intersecciones de las diferentes escalas regional y global que
abordan las investigadoras. En ese marco, el capítulo ofrece
un recorrido sobre los desafíos teóricos-metodológicos de
las investigaciones en curso y los principales hallazgos que
surgieron del trabajo colectivo durante la pandemia. Sobre
esto último identifican tres cuestiones nodales de relevan-
cia: la figura de les caminantes, donde “el cuerpo se convier-
te en principal vehículo para hacer posible la movilidad y

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22 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

la itinerancia en una búsqueda de preservación de la vida”;


las medidas estatales que pusieron el foco en las poblacio-
nes migrantes; y, finalmente, las estrategias colectivas para
sostener la movilidad, que genera, según las autoras, “la
instalación de un sujeto político que disputa un lugar en la
sociedad y que interpela al Estado nación en términos de
derechos”.
El tercer capítulo, titulado “Aislamiento e investigación
durante la pandemia: algunas reflexiones metodológicas
sobre el abordaje de juventudes escolarizadas que forman
parte de familias migrantes”, corresponde a Florencia Mag-
gi. La autora, en el artículo, se adentra en las dificultades
metodológicas por las que transitó una investigación que
buscaba relevar las movilidades en un contexto de restric-
ción de estas. Su estudio centrado en jóvenes escolarizades
ofrece un recorrido sobre cómo dichas medidas de aisla-
miento y distanciamiento afectó al sistema educativo y cuá-
les fueron las estrategias de les colectivos migrantes para
paliar el contexto. El capítulo también realiza un recorri-
do sobre algunas herramientas conceptuales en torno a las
movilidades y los nuevos desafíos teóricos y metodológicos
que la autora tuvo que recorrer en función del contexto de
aislamiento.
Finalmente, el cuarto capítulo, titulado “Relatos de
movilidad en un contexto de inmovilidad: contar para una
radio en pandemia. Desafíos teóricos, metodológicos y éti-
cos”, de Gabriela Novaro, ofrece un recorrido sobre los
testimonios recuperados de un programa radial de la Colec-
tividad Boliviana de Escobar. En la propuesta la autora no
solo aborda los sentidos y las implicancias de relatar la pro-
pia vida de colectivos migrantes a través de la radio, sino
también los dilemas y los usos potenciales de esos materiales
para la investigación. Desde allí, el capítulo busca adentrar-
se en los debates sobre identidades y memorias migrantes,
haciendo foco en las generaciones jóvenes y, principalmen-
te, en la particularidad que adquieren los testimonios de
vida en los medios de comunicación.

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 23

Luego de los tres módulos temáticos, este libro finaliza


con un documento de incidencia elaborado por Carolina
Rosas, Ana Paula Penchaszadeh y Victoria Mazzeo. Las tres
especialistas escribieron “La lucha por un censo nacional
anónimo en la Argentina. Reflexiones desde la mirada de
las migraciones internacionales”. Allí dan cuenta de la rele-
vancia de garantizar el secreto estadístico en los registros
censales desde una clave histórica a partir del debate susci-
tado en torno a la inclusión por la pregunta del DNI dentro
del censo llevado a cabo durante 2022. Más particular-
mente, detallan el valioso trabajo colectivo realizado y los
argumentos demográficos y jurídicos como de protección a
la seguridad y los derechos de las personas que sustentaron
este reclamo, especialmente sensible para el registro de la
población migrante.
A modo de cierre, este libro, producto del encuentro y
del trabajo colectivo sostenido durante doce años, nos per-
mitió continuar reflexionando y problematizando las diver-
sas temáticas vinculadas al campo de los estudios migrato-
rios, aunque esta vez el contexto de una pandemia global se
impuso y nos atravesó en los múltiples roles y compromisos
que asumimos, desde la docencia, la transferencia, la inves-
tigación, la militancia, entre otros. En un intento por acom-
pañar las complejas transformaciones, se buscó dar cuenta
de los emergentes y desafíos más relevantes apostando a la
continuidad de esta red.

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Módulo 1.
Temáticas emergentes:
las poblaciones migrantes
en la Argentina durante
la pandemia

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Migraciones y movilidades: pensando
la pandemia en y desde Jujuy
LAURA CRISTINA YUFRA

Antes de presentar la breve caracterización de lo sucedido


en la provincia de Jujuy en relación con las movilidades y
las migraciones en el periodo comprendido entre la decla-
ración de la emergencia sanitaria (marzo de 2020) y la
apertura del tránsito vecinal fronterizo con Bolivia (octubre
de 2021), me interesa compartir dos consideraciones aten-
diendo a la propuesta de la red IAMIC de explicitar cómo
trabajamos durante la pandemia y cómo fuimos interpela-
das en nuestros múltiples roles.
Merece la pena recordar las solicitudes que recibi-
mos en nuestro carácter de investigadoras por parte de
los organismos públicos de producción científica para pro-
veer información sobre las consecuencias de la pandemia.
Nos referimos al Relevamiento Federal coordinado por la
Comisión de Ciencias Sociales de la Unidad Coronavirus
del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tec-
nológicas (CONICET) y a la convocatoria del Programa de
Investigación sobre la Sociedad Argentina Contemporánea
(PISAC) COVID-19, promovida por el Ministerio de Cien-
cia, Tecnología e Innovación. Ambas solicitudes tuvieron un
componente de amplia colaboración entre múltiples acto-
res sociales y entre redes de investigadoras e investigadores
que se abocaron a la producción de información, así como
también a la formulación de proyectos sobre la incidencia
de la pandemia. En ambos casos se convocó a las y los inves-
tigadores a brindar conocimiento situado y ofrecer diag-
nósticos informados y de modo contemporáneo al desa-
rrollo de los acontecimientos que estudiar. Particularmente

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28 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

interesante resultó el carácter federal e intensamente cola-


borativo de ambas experiencias, cuyo señalamiento apunta
a poder replicar dichas características en otras instancias
más allá de la emergencia sanitaria.
Por otra parte, y como consideración de índole meto-
dológica, la llegada y el desarrollo del COVID-19 no solo
supusieron la imposibilidad de llevar a cabo el trabajo inves-
tigador presencial como estaba acostumbrada a hacerlo,
sino también la alteración de las propias condiciones vitales
y las de las personas con las que habitualmente interactua-
mos para construir conocimiento. Por ello, la tarea que me
encontraba en condiciones de realizar era registrar y docu-
mentar ciertas situaciones vinculadas a los procesos migra-
torios y de movilidad humana. Ese trabajo de registro lo
llevé a cabo a partir del relevamiento de las noticias perio-
dísticas, de los informes televisados del Comité Operativo
de Emergencia (COE) provincial –centrado en la figura del
gobernador–, de la información que circulaba en los grupos
de los que formo parte de modo digital sobre la temática, de
entrevistas breves a través del teléfono celular y de algunas
entrevistas presenciales a actores claves cuando fue posible
realizarlas.
Con el transcurso de los meses, el registro de lo actua-
do y acontecido pudo ser interpretado a la luz de procesos
sociales de más largo alcance que venían desarrollándose
en la provincia de Jujuy. Y así, pues, más allá del reconoci-
miento de la singularidad del evento pandémico, fue posi-
ble encontrar continuidades y profundizaciones de proce-
sos sociales precedentes gestados en el contexto provincial.
El diálogo con colegas del resto del país permitió conocer
aspectos comunes, así como también ciertos efectos espe-
cíficos de las medidas nacionales y globales adoptadas para
afrontar la pandemia.
En esta ocasión me interesa detenerme en las impli-
caciones que tuvo el cierre de las fronteras internacionales
en la provincia. Claramente, es preciso reconocer que dicha
medida fue un acontecimiento inédito ya que se produjo

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 29

casi de modo simultáneo a nivel mundial para evitar la


propagación del virus (Delmas y Gouery, 2020). El mencio-
nado cierre, en el contexto local, y la clausura de los límites
interprovinciales produjeron tres efectos que me interesa
apuntar.
El primero de ellos se refiere a la visibilización del
“nuevo/viejo” fenómeno de la migración por motivos labo-
rales desde la provincia de Jujuy hacia otras regiones. A
pesar de que la provincia forma parte de circuitos de movi-
lidad y formas persistentes de trashumancia (Hevilla, 2020)
y migraciones estacionales (Karasik, 2005), las movilidades
mencionadas aparecen como “novedad” en los discursos
sociales. Esa novedad irrumpe en los medios de comunica-
ción y en las denuncias de las organizaciones sociales de las
y los trabajadores estacionales y sus familias varadas por el
control sanitario (Yufra, 2020; Karasik y Yufra, 2021). Así
pues, durante los meses de mayo, junio y julio del 2020, se
reprodujeron pedidos de colaboración desde la terminal de
Mendoza de trabajadores agrícolas para llegar a la provincia
ya que no recibían la autorización para su ingreso. Y tam-
bién trabajadoras y trabajadores provenientes de Neuquén
y Río Negro. Asimismo, en el contexto de emergencia sani-
taria, las dificultades y demoras para el reingreso represen-
taron enormes pérdidas económicas para cubrir medios de
transporte, así como también el pago de los test para iden-
tificar si estaban contagiadas o contagiados, asumidas con
la ganancia del trabajo estacional (Yufra y Karasik, 2020).
A pesar de que el Ministerio de Transporte de la Nación
autorizó a todas las personas a regresar a su provincia de
residencia, Jujuy estableció además un permiso provincial
(Comité Operativo de Emergencia, 2020a). Las organiza-
ciones sociales señalaron las dificultades para la obtención
del permiso provincial para dicho reingreso. Lo aconteci-
do, aunque sea de manera transitoria y contextual, puso de
manifiesto la relevancia de las movilidades en la provincia
como una fuente laboral, así como también las condiciones
de inserción laboral de las y los trabajadores estacionales,

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30 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

tanto en origen como en destino, que es precaria y poco


formalizada. Lo recién señalado es analizado por Ataide
(2021) para la vecina provincia de Salta, donde trabajadores
y trabajadoras también se vieron impedidos de retornar por
las medidas gubernamentales para la contención de la difu-
sión del virus e incluso fueron responsabilizados de poner
en peligro la salud colectiva.
En este marco se manifiesta el rostro de la migración
(internacional e interprovincial) laboral, estacional y circu-
lar como una estrategia de reproducción social. Así tam-
bién lo señalan Trpin, Ataide y Moreno (2020), la pandemia
sacó de la opacidad histórica que caracteriza a las y los
trabajadores estacionales invisibilizados, al menos de modo
coyuntural.
Tal situación hace saltar a la vista la comparativamente
menor preparación para atender las necesidades de estas
personas en movimiento por cuestiones laborales, de las
medidas instrumentadas en función de la movilidad por
cuestiones turísticas, fundamentalmente al inicio de la pan-
demia.
Ante la iluminación del fenómeno de la migración esta-
cional, resulta de sumo interés recuperar esas trayectorias
de movilidad, ponerlas en el debate sobre las formas de pro-
ducción y reproducción social e identificar las demandas
pasadas y actuales para el sector que abarcan mejoramiento
en las condiciones de trabajo en origen y destino, formas
de protección social y sanitaria, servicios educativos para
las y los trabajadores estacionales y sus familias, entre otros
aspectos.
En segundo lugar, el cierre de las fronteras, entendida
como una medida de cuidado sanitario también tuvo efectos
paradójicos, ya que, para algunos sectores sociales, significó
un mayor nivel de vulnerabilidad. Ha sido muy documenta-
do que las personas migrantes, a nivel global, han padecido
de modo diferencial la pandemia. La precariedad laboral,
así como también la falta de redes a la hora de encontrar
empleo, repercutieron en sus condiciones vitales. Ambos

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 31

aspectos incidieron en relación con el acceso a las viviendas,


el hacinamiento en ellas, un menor acceso a la conexión de
internet y la concentración del colectivo en los trabajos en
los que no fue posible la virtualidad o el distanciamiento
sugerido (OECD, 2020; Zapata y Prieto, 2020). Por otra par-
te, también se señaló la dificultad añadida de las personas
en situación administrativa irregular, así como la limitación
de la cobertura de los sistemas de seguridad social, incluida
la salud, para las y los trabajadores temporarios.
En el caso de la provincia, el Decreto Nacional n.° 274/
20 y el Decreto Acuerdo 944/20 (del Ejecutivo Provincial)
prohibieron el ingreso a personas extranjeras no residentes,
colocaron en condición de mayor vulnerabilidad a los gru-
pos de personas que quedaron imposibilitados de la movili-
dad a uno u otro lado de la frontera. Esta situación se debió
principalmente a la ausencia de canales que atendieran las
situaciones específicas de las ciudades fronterizas. Nos refe-
rimos, por ejemplo, a personas venezolanas que deseaban
atravesar la provincia para establecerse en otras. En este
caso puntual, contaron con la ayuda de organizaciones de
la sociedad civil con financiamiento de organismos inter-
nacionales para facilitar el tránsito –según lo relatado en
una entrevista con una organización de la sociedad civil–,
aunque también de manera selectiva (Biondini, 2022). Pero
las movilidades transfronterizas producto del intenso inter-
cambio entre Bolivia y Argentina también fueron expues-
tas a una mayor vulnerabilidad. Tales intercambios abarcan
desde los comerciales y económicos, la escolaridad y la
atención médica, hasta los vínculos amistosos y familiares
(Karasik, 2021; González, 2021). Quienes continuaron rea-
lizando cruces fronterizos se vieron obligados a recorrer
trayectos más largos y riesgosos debido a la intensidad del
patrullamiento y el hostigamiento a las personas que cruza-
ron la frontera.
Como es sabido, la movilidad transfronteriza se lleva
a cabo para obtener algunas ventajas comparativas a uno u
otro lado de las fronteras. Benedetti y Salizzi sostienen:

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32 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

El límite, la frontera y la movilidad devienen recursos, para


definir estrategias de reproducción a partir del aprovecha-
miento de las disparidades entre territorios. En la medida que
la propia frontera es un recurso, ciertos colectivos locales o
regionales definen sus estrategias para controlar áreas trans-
fronterizas (Benedetti y Salizzi, 2011: 5).

Este carácter no cambió con la pandemia y las medi-


das sanitarias se instituyeron, en cambio, como un nuevo
componente en la configuración de la disputa por la apro-
piación de las ventajas comparativas a uno y otro lado de la
frontera. Muestra de ello es el aumento del precio de la hoja
de coca en Jujuy con motivo del cierre de las fronteras y
la modificación de los circuitos para el comercio de la ropa
nueva y usada proveniente de Bolivia.
Así pues, a pesar del sentido común de que “la frontera
es una ficción” –tal como lo resumía en una entrevista una
técnica de una organización civil–, como he destacado en
otra oportunidad, los efectos de los límites estatales no se
borran, y el cruce fronterizo no es inocuo (Yufra y Patagua,
2021). En contexto pandémico la movilidad transfronteriza
no solo supone la atribución de “ilegalidad” atribuida a la
densidad de intercambios recién mencionada, sino también
ser una potencial amenaza trasmisora del virus. A la estig-
matización existente de estos cruces, se le sumó la asociada
a la peligrosidad sanitaria. En relación con este segundo
efecto, primó la producción de mayor vulnerabilidad de la
movilidad transfronteriza, en detrimento de abordajes que
articulen acciones binacionales para el cuidado sanitario.
El tercer efecto que quiero destacar fue la exacerbación
de los procesos de fronterización por parte del gobierno
provincial con retóricas hostiles muy específicas.
La concepción de virus como enemigo, asociada a la
utilización de metáforas bélicas, se asemeja al tratamiento
de la inmigración boliviana en Jujuy y la frontera comparti-
da con Bolivia. Las narrativas gubernamentales preexisten-
tes sobre la necesidad de evitar (y, ante su imposibilidad,

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 33

estigmatizar) la presencia boliviana en la provincia fueron


articuladas con la idea del virus como un enemigo que
combatir.
En ese sentido, el repertorio argumentativo utilizado
durante la promulgación de la ley provincial para el cobro
de un seguro de salud a extranjeros (2018-2019), analizado
en otro lugar (Karasik y Yufra, 2019), y las constantes refe-
rencias a la ilegitimidad de la presencia extranjera, especial-
mente boliviana, se vieron redoblados durante la pandemia.
Los informes televisivos del COE, que brindaban un
escenario privilegiado para la repercusión de las narrativas
gubernamentales, insistieron obstinadamente en la idea del
virus como enemigo y en la responsabilización individual
frente a los casos que se fueron presentando. Este meca-
nismo fue empleado en diversas situaciones de contagio y
lo he trabajado en otro lugar (Yufra, 2021), tal como fue el
caso de la culpabilización por parte del gobernador Gerar-
do Morales hacia una supuesta vendedora de coca bolivia-
na por la difusión de la enfermedad entre los miembros
de la policía provincial (Comité Operativo de Emergencia,
2020b). Además de la referencia de la condición extranjera
de la supuesta vendedora, el discurso pretende identificar
una responsable de la expansión de la enfermedad en un
contexto de pandemia.
Pero el proceso de fronterización en curso se realiza
con base en la denegación de determinados recursos socia-
les como “planes”. En las declaraciones hechas a la prensa, el
gobernador sostenía: “Detuvimos a extranjeros que ingre-
saron a Jujuy por lugares no habilitados para cobrar planes
sociales, cometieron delitos y están detenidos. Necesitamos
los planes para nuestra gente” (18 de abril de 2020, Cadena
3). En tales dichos, es posible reconocer el establecimien-
to de la ilegitimidad de la percepción de ayudas estatales
para los sectores más vulnerables, a partir de lo que Ged-
des (2003) denomina “fronteras internas”. Ahora bien, en
el contexto de emergencia sanitaria, la configuración de la

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34 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

ilegitimidad se concentra en el acceso a los recursos sanita-


rios. El gobernador insistía:

No estamos en condiciones de atender extranjeros…. Tene-


mos una inversión importante que apenas nos va a alcanzar
para cubrir situaciones complicadas que pueden ocurrir en
la provincia de Jujuy. Nos venimos preparando hace meses,
para atender solo al pueblo de Jujuy.

Lo expresado en las declaraciones, más allá de su lite-


ralidad, contiene dos elementos que destacar. Me refiero
al proceso de privatización de la responsabilidad colectiva
que, como sostiene Bourdieu (1999), es una conquista del
pensamiento social y sociológico. Pero también el avance
mercantilizador sobre bienes que hasta el momento no eran
concebidos desde su costo monetario.
Tales declaraciones reafirman la frontera en términos
nacional-estatales en perjuicio de un abordaje integrador,
que dé cabal cuenta de las realidades transfronterizas densas
y abigarradas. Asimismo, se trata de un ejemplo meridiano
del proceso activo de demarcación fronteriza entre Jujuy
y Bolivia con una historicidad específica (Grimson, 2012;
Karasik, 2021).
Para finalizar, considero que la profunda alteración
social que supuso la pandemia en el contexto local reveló
fenómenos sociales invisibilizados para la opinión pública,
como es la enorme movilidad que se produce como vía de
sustento económico para jujeñas y jujeños. Asimismo, se
hizo evidente la necesidad de proponer políticas específi-
cas para las realidades transfronterizas: ambos aspectos no
reconocidos difícilmente podían evitar aquello que se pro-
dujo, esto es, situaciones vulnerabilizadoras para las per-
sonas en movimiento. Pero fue el tercer aspecto señalado,
la profundización de los procesos de fronterización desde
las narrativas gubernamentales, el que contiene un compo-
nente de violencia adicional, inexplicable a la luz de los ya
ingentes sufrimientos sociales provocados por la pandemia.

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 35

No obstante, se encuentra una continuidad con situaciones


previas de gran hostilidad hacia bolivianas y bolivianos en la
provincia. Quizás los actuales sufrimientos echen luz sobre
los enormes desafíos que desbordan las narrativas hostiles
para afrontar, aunque sea de modo incipiente, algunas de las
causas de la crisis que puso de manifiesto la pandemia.

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Migrantes transgénero/travestis
en el AMBA

Entre la pandemia y las prácticas de control


con sesgos heterocisnormativos

VERÓNICA JARAMILLO FONNEGRA Y CAROLINA ROSAS

Recientemente, y gracias a la lucha del colectivo transgé-


nero/travesti, se lograron avances puntuales de tipo formal,
como la sanción de la Ley n.º 26.743/2012 de Identidad
de Género, la Ley n.º 27.636/2021 de Promoción del Acce-
so al Empleo Formal para Personas Travestis, Transexua-
les y Transgénero, y el Decreto 476/21, que modificó las
nomenclaturas de los sistemas de registro e identificación
de identidades más allá de las categorías binarias de género.
Sin embargo, en general las legislaciones y las institucio-
nes están teñidas de sesgos heterocisnormativos, y pocas
contemplan la dimensión migratoria, de manera que las
migrantes transgénero se encuentran sumamente relegadas
en las políticas de inclusión social, de regularización migra-
toria y laboral; están, en conclusión, prácticamente exclui-
das del mundo de los derechos. Construidas como seres
abyectos y como no sujetos (Butler, 2008), no sorprende
que sus condiciones históricas de vulnerabilidad extrema
se hayan profundizado en el contexto de la pandemia del
COVID-19.
Con el término “heteronormatividad”, se representa el
sesgo cultural extendido a favor de las relaciones heterose-
xuales, según el cual esas relaciones son consideradas natu-
rales, normales e ideales y son preferidas por sobre otras.
A ello se suma la “cisnormatividad”, entendida como la

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40 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

expectativa de que todas las personas son cisexuales (o cis-


género), es decir que a quienes se les asignó “masculino” al
nacer siempre serán varones y a quienes se les asignó “feme-
nino” al nacer siempre serán mujeres. Ambas son construc-
ciones propias de los sistemas binarios de sexo y género.
En estas páginas nos proponemos describir algunas de
las principales dificultades que vivieron las migrantes trans-
género durante el período de confinamiento en el marco
de la pandemia del COVID-19 en el Área Metropolitana de
Buenos Aires (AMBA), Argentina. Asimismo, previamen-
te señalamos las principales limitaciones normativas que
encuentran estas migrantes, las que constituyen obstáculos
para su acceso a derechos. Cabe indicar que, durante el
periodo de la pandemia, realizamos contactos y entrevistas
virtuales a diferentes lideresas de organizaciones de per-
sonas transgénero del AMBA, así como a migrantes trans-
género que por diferentes motivos no lograban acceder a
su DNI.
Este artículo cuenta con dos antecedentes. Por un lado,
un artículo de difusión en el que narramos las diversas difi-
cultades que se le han presentado a Sabrina, una migrante
transgénero de origen peruano, para regularizar su situa-
ción migratoria y para sostenerse durante la pandemia
(Jaramillo y Rosas, 2022). Por otro lado, un estudio donde
analizamos en profundidad los sesgos heterocisnormativos
que impregnan las políticas argentinas, prestando atención
a cómo distintos tipos de leyes (las migratorias, las de iden-
tidad de género y las normativas sancionatorias y penales
sobre trabajo sexual y venta de estupefacientes) se articulan
para obstaculizar el acceso a la documentación y el goce
de derechos de las personas migrantes transgénero/traves-
tis sudamericanas. En este último incluimos una revisión
bibliográfica donde abundamos sobre los principales ante-
cedentes internacionales y nacionales.

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 41

Control y criminalización de las migrantes transgénero

Las personas transgénero migrantes frecuentemente no


pueden romper con los círculos de control y violencia en
su lugar de origen y pretenden hacerlo poniendo distancia,
migrando a un contexto que, esperan, les brinde más liber-
tad. Frecuentemente, aparecen en los imaginarios tensiones
entre las posibilidades vedadas en el origen, y habilitadas
en el destino. Se trata de construcciones de sentido de la
migración como un modo de evadir la norma judeocris-
tiana de la forma “correcta” de ejercer la sexualidad. Pero
quienes deciden migrar de su país de origen en busca del
reconocimiento de su nueva identidad sexo-genérica, en un
proceso que puede comprenderse como un “sexilio” (Galaz
y Menares, 2021), encuentran dificultades aún más estruc-
turales que la de un cambio registral.
En primer lugar, las personas migrantes experimentan
numerosas dificultades para regularizar su situación migra-
toria. Y las personas migrantes trans mucho más. Desde
el momento de salir de sus casas, es difícil que cuenten
con documentación al día, ya que muchas veces nunca lo
tuvieron o escapan de su hogar sin contar con pasaporte,
cédula o registro de identidad civil; otras veces ingresan a
la Argentina sin pasar por los controles migratorios, lo que
las condena a una irregularidad migratoria difícil de sub-
sanar. Al llegar, no pueden iniciar sus documentos porque
no cuentan con la documentación de origen, a lo que se
le suma los costos de las tasas migratorias que pocas veces
pueden pagar. El trabajo sexual termina siendo una labor
en la que muchas de estas personas se insertan. Allí están
expuestas a controles y redadas de la policía o en circuitos
donde se consumen drogas y son criminalizadas por esa
razón; de hecho, la ley n.º 23.737 de Tenencia y Tráfico de
Estupefacientes les es aplicada con ferocidad. Contar con
una causa penal representa una imposibilidad clara a la hora
de regularizarse, en los términos de la ley n.º 25.871 de
Migraciones (art. 29), que así lo prohíbe.

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42 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

Quienes están en condiciones de regularizar su situa-


ción migratoria en principio reciben una documentación
que las identifica por su nombre de origen. Esta exigencia
de la normativa argentina es cuestionada por las organiza-
ciones de derechos humanos que bregan por el reconoci-
miento de la identidad sexo-genérica autopercibida desde
el inicio de la regularización migratoria. Una de nuestras
entrevistadas, Sabrina, nos dice que siempre soñó con ver
en su documento el nombre que ella eligió y una foto en la
que se reconociera. Pero el único “papel” que tiene es una
vieja “residencia precaria” vencida, donde figura el nombre
masculino que le asignaron al nacer y una imagen que nada
dice de ella. Por supuesto, ello condiciona las formas en que
se vinculan con el Estado, la contratación de una vivienda,
la obtención de un trabajo formal o el acceso a los recursos
judiciales, entre otras cuestiones.
Pero las migrantes transgénero no solo quieren acceder
a un DNI, sino a uno que refleje su identidad de género auto-
percibida. Después de todo, migraron buscando una nueva
identidad. En el plano internacional, es reciente la discusión
sobre el reconocimiento de la identidad de género en los
documentos nacionales de identidad, y pocos países lo han
implementado. De hecho, en muchos casos deben encararse
juicios a los Estados para “ser quien se es”, es decir, para
obtener el reconocimiento de la identidad sexo-genérica
autopercibida mediante una modificación registral. Mucho
menos frecuente es el cambio registral para personas que
no son nacionales del país donde se hace la rectificación.
Argentina es pionera en la materia, pero la norma
principal que es la ley n.° 26.743 de Identidad de Género
no incluye una sola letra acerca de las personas migrantes.
Este tema es abordado mediante una resolución conjunta
1/2012 y 2/2012 de la Dirección Nacional de Migraciones
(DNM) y del Registro Nacional de las Personas, que, alu-
diendo a las personas migrantes, indica que deben contar
con una residencia de tipo permanente para proceder al
cambio de su identidad, algo muy difícil de alcanzar para

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 43

las personas transgénero. La residencia permanente es un


proceso que tarda al menos tres años desde el inicio del
trámite, en los casos de ciudadanas y ciudadanos mercosu-
reños que cuentan con toda la documentación en regla y
no tienen antecedentes penales. Por ende, llegar a contar
con la residencia permanente no es fácil para las personas
transgénero migrantes porque, como se explicó más arriba,
en general carecen de uno o varios de estos requisitos.
Asimismo, es importante considerar que diversas prác-
ticas policiales y judiciales cumplen la función de regular la
presencia de migrantes transgénero a través del crimen y el
castigo, con el agravante de que una persona acusada por un
delito de narcotráfico difícilmente podrá obtener un DNI.
Las leyes antinarcóticos se han erigido como una de las más
restrictivas en la actualidad, donde las partes más vulnera-
bles de la cadena de comercialización son quienes tienen la
mayor cantidad de condenas (Corda, 2011).
Según el informe del CELS (2016) para la Evaluación
sobre el Cumplimiento de la Convención para la Elimi-
nación de Todas las Formas de Discriminación contra las
Mujeres en la Argentina:

La Sala IV de la Cámara de Garantías de La Plata informó que


el 91% de las mujeres trans y travestis bajo custodia del Ser-
vicio Penitenciario Bonaerense (SPB) se encuentran privadas
de la libertad por infracción a la ley 23.737. En el caso de las
mujeres trans y travestis migrantes privadas de libertad en el
SPB, el 100% está presa por estupefacientes, no existe otro
grupo poblacional que esté preso en su totalidad bajo la mis-
ma calificación. Esto da cuenta del uso excluyente de la ley
23.737 como método de criminalización (CELS, 2016: 7).

La falta de documentación argentina les impone como


destino el trabajo sexual y, por ende, el hostigamiento
policial y judicial, así como habitar en hoteles precarios,
donde se les cobran tarifas exorbitantes. Solo alquilar un
departamento y acceder a un trabajo registrado, por citar
dos ejemplos, son cuestiones vitales imposibles de tramitar

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44 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

para la gran mayoría de las migrantes transgénero pobres y


racializadas. Si bien en Argentina los abordajes de la situa-
ción jurídica de las personas migrantes transgénero/traves-
tis son insuficientes, por fuera del campo migratorio se ha
analizado la violencia desplegada por las fuerzas de segu-
ridad y el sistema de justicia argentino contra el colectivo
transgénero/travesti, en los cuales se alude a la condición
migratoria como dimensión de desigualdad (Berkins y Fer-
nández, 2005; Boy, 2017; Farji Neer; 2017; Radi y Pecheny,
2019; Lascano, 2020; Vásquez Haro y Sánchez, 2017; Gal-
ván, 2018; Malacalza et al., 2019, entre otros). En muchos
de estos análisis, se deja constancia de la lucha de organiza-
ciones sociales por la defensa de los derechos y la denuncia
de los abusos.
En suma, la situación de las migrantes transgénero debe
ser comprendida en el marco de lo que Domenech (2020)
llama “políticas de la hostilidad” para referir a las prácticas
y representaciones de actores –estatales, judiciales, fuerzas
de seguridad, etc.– cuyas intervenciones tienen como efec-
to la criminalización y securitización de la migración y
las fronteras, así como a las decisiones políticas y medidas
administrativas y legislativas que precarizan o dificultan la
vida cotidiana de diversos sectores o grupos de la población
inmigrante. Los Estados cumplen un papel central en el
control de ciertos tipos de migrantes, en la medida que la
regularidad/irregularidad migratoria no es un componente
natural de los procesos migratorios, sino el resultado de la
aplicación de determinadas políticas públicas que producen
–legalmente– la ilegalidad migratoria (Jaramillo, Gil Araujo
y Rosas, 2020).
Este control migratorio debe entenderse como político
y problemático, vinculado con la libertad de movimiento, el
control de fronteras y la exclusión de las personas construi-
das como “indeseables” (Peutz y De Genova, 2010). Como es
claro en el caso de Sabrina, las normas sexuales y de género
son parte de los instrumentos de control y regulación de la
migración y del acceso a derechos (Luibheid y Cantú, 2005),

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 45

donde dichos instrumentos producen y reproducen imagi-


narios sexuales opresivos y normalizadores, articulados de
manera interseccional con jerarquías de género, de clase,
raciales y nacionales.

Atravesar la pandemia siendo una migrante


transgénero

En un comunicado emitido por el Centro de Estudios


Legales y Sociales y el Bachillerato Popular Travesti-Trans
Mocha Celis (CELS y Mocha Celis, 2020), se señala que
durante la pandemia la mayoría perdió la manera de acce-
der a la alimentación por sus propios medios, debido a
que su actividad más extendida, el trabajo sexual, no pudo
realizarse por las medidas de aislamiento dispuestas por el
Estado. Si bien, desde el Ministerio de Desarrollo Social de
la Nación, se entregaron refuerzos alimentarios y algunas
fueron inscriptas en el plan Potenciar Trabajo, las asocia-
ciones civiles denunciaron la insuficiencia de esas medidas.
En lo que respecta a su situación habitacional, a pesar del
decreto del gobierno argentino que prohibió los desalo-
jos durante el primer año de la pandemia, se registraron
numerosos desalojos efectivos, amenazas y hostigamiento,
o violencia física para concretarlos. Asimismo, la mayoría
no pudo acceder al subsidio habitacional debido a que en
general sus alquileres son informales, y no cuentan con un
contrato o recibo de alquiler, por lo cual se multiplicaron
los casos en situación de calle.
En todos los aspectos, la situación fue más crítica para
las personas transgénero migrantes internacionales. Según
el comunicado señalado (CELS y Mocha Celis, 2020), gran
parte de la explicación reside en que la mayoría no contaba
con el documento nacional de identidad (DNI) y por eso
quedaron excluidas de las ayudas que brindó el gobierno.
De hecho, muchas de estas personas no pudieron acceder al

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46 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

ingreso familiar de emergencia (IFE), una prestación eco-


nómica ante la pérdida o disminución de los ingresos por
la situación de emergencia sanitaria. Esta prestación exigía
“ser argentino o argentina nativo/a o naturalizado/a y resi-
dente con una residencia legal en el país no inferior a dos
(2) años” (Decreto 310/2020). Sin duda, en esta coyuntura
el DNI les hubiera permitido esquivar el hambre, ya sea
mediante el IFE o solicitando un permiso de circulación
para llegar a un comedor comunitario, o conseguir un plan
social, como el Potenciar Trabajo.
Por el trabajo de campo que mantuvimos durante los
años 2020 y 2021 con las organizaciones sociales, pudimos
enterarnos de que muchas migrantes transgénero intenta-
ron regularizarse de prisa, pero encontraron un sinnúmero
de obstáculos para hacerlo: no tenían documentación del
país de origen y por eso habían ingresado a la Argentina
sin pasaporte o sello autorizado, estaban judicializadas y no
podían iniciar el trámite, tenían canceladas sus viejas resi-
dencias por no haberlas renovado, su DNI extraviado había
sido usado en un acto delictual, el sistema de radicación a
distancia no les ofrecía una solución viable, la falta de trabajo
hacía difícil el pago de los trámites, no se emitían las cartas
de vulnerabilidad para omitir el pago de la tasa migratoria,
entre otros. Cabe aclarar que, hacia fines de dicho año, una
vez retomada la presencialidad en algunas oficinas públicas,
los Centros de Acceso a la Justicia empezaron a emitir certi-
ficados y en algunas delegaciones hubo voluntad política de
iniciar procesos de regularización para la población trans.
Allí se les otorgaron residencias precarias, aunque sin el
reconocimiento de su identidad de género autopercibida.
A todo lo anterior, se sumó la acumulación de casos
de hostigamiento y abuso policial. Durante la pandemia, en
distintas detenciones realizadas por la policía, no se respe-
tó la identidad autopercibida, en clara violación de la Ley
de Identidad de Género. Por otro lado, la crisis histórica
del sistema carcelario se agudizó, y con ello también cre-
cieron los apremios de las personas transgénero privadas

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 47

de su libertad. Asimismo, desde la Asociación de Travestis


Transexuales y Transgéneros de Argentina, se señala: “Hay
compañeras que han muerto de COVID-19 y están en las
morgues de los hospitales porque nadie las retira, algunas
no tienen documentación porque son migrantes” (Agencia
Presentes, 2020). Por otro lado, se registró el agravamiento
de la salud de quienes tenían enfermedades previas, como
VIH, que en ese marco vieron afectado el acceso a trata-
mientos médicos.
Los transfemicidios, travesticidios sociales y crímenes
de odio estuvieron a la orden del día durante la pande-
mia. Según el Observatorio Nacional de Crímenes de Odio
LGBT, durante el año 2020 se registraron alrededor de 152
crímenes de odio, en los cuales la orientación sexual, la iden-
tidad o la expresión de género de las víctimas fueron uti-
lizadas como pretexto discriminatorio para la vulneración
de derechos y la violencia. De estos, un 84 % corresponde a
mujeres travestis, transexuales y transgénero. Por otro lado,
las estadísticas correspondientes al año 2020 facilitadas por
la organización civil “la Rosa Naranja” indican que 14 trans-
femicidios/travesticidios sociales y crímenes de odio fueron
perpetrados contra personas migrantes (11 de nacionalidad
peruana, 2, ecuatoriana, y 1, chilena). Aun asumiendo que la
cifra de muertes sea mayor, debido al subregistro que afecta
este tipo de datos, puede afirmarse que al menos un 11 %
de las muertes de mujeres transgénero/travestis está prota-
gonizado por migrantes y que, dentro de ellas, las peruanas
conforman un grupo especialmente violentado. Tan solo
con ese dato, basta para afirmar la sobrerrepresentación
de las migrantes transgénero/travestis latinoamericanas en
este tipo de decesos, de la misma manera que lo están en las
estadísticas penales.
Finalmente, la historia de vida de una de nuestras entre-
vistadas, Sabrina, permite poner de relieve otras violencias
que sufren los cuerpos de las migrantes transgénero y que
suelen quedar circunscritas al mundo privado (Jaramillo y
Rosas, 2022). Poco antes de la llegada de la pandemia, ella

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48 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

había comenzado a convivir con su pareja. Pero durante el


confinamiento esa relación se tornó violenta: su pareja la
atacó y ella casi perdió la vida. Sabrina estuvo hospitalizada,
ya que había perdido un globo ocular y tenía perforada una
de sus prótesis mamarias. A pesar de ello, las autoridades
sanitarias le negaban la prótesis ocular y la mamaria por no
contar con DNI, y no le brindaron una atención eficiente.
De hecho, al recibir el alta médica, aún tenía la prótesis
mamaria dañada dentro de su cuerpo, por lo que tuvo una
nueva infección. Antes de conseguir ser operada, pasó más
de dos meses transitando por hospitales y rogando para que
le dieran un turno. Más tarde, al salir del hospital con un ojo
y una mama menos, no tenía dónde vivir. Eso sí, la policía la
perseguía cada vez que intentaba trabajar. A su vez, cuando
pedía ayuda a las instituciones estatales, debía exponer una
y otra vez su historia, obligada a revictimizarse. Cansada,
fue en ese momento cuando Sabrina acudió a una organi-
zación de mujeres transgénero. En ellas encontró algo de
contención y ayuda, lo que la falta de DNI le había negado.

Notas finales

Como hemos sostenido en otro lugar (Rosas y Jaramillo,


2022), para comprender por qué muchas migrantes trans-
género no pueden regularizarse ni acceder a su identidad
autopercibida, es necesario revisar sus historias de vida, en
particular las múltiples violencias que han experimentado
y el complejo entramado normativo que les toca sortear en
el país de destino. La falta de sensibilidad del sistema legal
migratorio, los sesgos binarios que se cuelan en su letra,
así como la preferencia por la residencia permanente que
se enuncia en la reglamentación de la Ley de Identidad de
Género argentina, se cuentan entre los principales factores
formales que las limitan. Además, a lo anterior deben sumar-
se las normativas penales y los códigos contravencionales

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 49

de cada jurisdicción provincial, así como las acciones de


los agentes de las fuerzas de seguridad y de la Justicia que
contribuyen a criminalizar a las personas transgénero de
origen migrante. Todo ello las encierra en un círculo de
irregularidad migratoria y, en consecuencia, irregularidad
laboral y habitacional, que con frecuencia solo puede ser
contrarrestado con la organización y la lucha colectiva.
Lo hallado en este estudio nos recuerda que, en con-
textos migratorios como el mexicano, se denuncia la con-
solidación de un derecho diferencial a la vida. Para autoras
como García González (2020) y Estévez (2018), se ha vuelto
necesaria la comprensión del fenómeno migratorio a través
de los marcos teóricos de la biopolítica y la necropolítica.
Para Estévez (2018: 15), una perspectiva de la administra-
ción gerencial de la muerte permite ver la variedad de acto-
res que participan en la persecución y los desplazamientos
en la frontera mexicana, mientras que para García Gonzá-
lez (2020: 18) la categoría de necropolítica es útil en parti-
cular para revelar cómo el poder legitima la desprotección
de ciertas vidas al concebirlas como vidas desechables; en
México, según la autora, se constata una gestión necropolí-
tica de las migraciones al tener en cuenta cómo las políticas
restrictivas y punitivas en materia de migración tienden a
incrementar las muertes evitables de ciertas poblaciones.
Si bien las condiciones migratorias argentinas no se ase-
mejan a las mexicanas, en el caso específico de las migrantes
transgénero en Argentina, nos preguntamos si el contexto
que enfrentan puede entenderse como necropolítico (que,
además de formas racistas y mercantilistas, moviliza formas
generizadas y sexualizadas, heterocisnormativizadas). Esta
inquietud surge de entender, en palabras de Mbembe (2011:
75), que “las formas contemporáneas de sumisión de la vida
al poder de la muerte (política de la muerte) reconfiguran
profundamente las relaciones entre resistencia, sacrificio y
terror”. En cualquier caso, esperamos en el futuro seguir
indagando sobre el aporte que esta perspectiva brinda para
comprender la particular desprotección de la vida de las

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50 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

migrantes transgénero en Argentina, así como sus muertes


evitables, muchas veces por omisión o acción –directa o
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El impacto de la pandemia
del COVID-19 en los migrantes
intrarregionales en América Latina

Acentuación de las desigualdades

CYNTHIA PIZARRO

Introducción

La aparición de la enfermedad por COVID-19 trajo apa-


rejados el cierre de las fronteras nacionales, la eliminación
de los viajes aéreos de pasajeros y una variedad de políticas
de bloqueo y cuarentena en diferentes países. En América
Latina, tales medidas fueron variando junto con el desarro-
llo de la pandemia. Entre otros sectores vulnerabilizados,
los migrantes latinoamericanos intrarregionales fueron aún
más marginalizados y las desigualdades preexistentes se
acentuaron. La pérdida masiva de medios de subsistencia
hizo que sus vidas fueran todavía más precarias.
Aquellas personas que tenían el privilegio de tener
un hogar seguro y protegido estuvieron confinadas en sus
hogares. Pero para muchos otros las consecuencias econó-
micas y los riesgos para la salud que tuvieron que enfrentar
fueron mucho más graves. La pandemia puso en evidencia
que las sociedades modernas se construyen sobre “diferen-
tes regímenes de movilidad que se entrecruzan”, en los que
los movimientos de algunas personas están “normalizados”
mientras que los de otras están “criminalizados” (Adey et
al., 2021).

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54 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

La población migrante latinoamericana intrarregional,


que en los años anteriores había estado sometida a proce-
sos violentos de precarización social y laboral, enfrentó un
escenario aún más desolador. Algunos de los factores que
pusieron en riesgo a este colectivo fueron los peligrosos
circuitos migratorios, la falta de medios de subsistencia, el
acceso inadecuado a la vivienda, la exposición a la discrimi-
nación y la xenofobia, el aumento de situaciones de violen-
cia y la trata de personas.
A partir del análisis de bibliografía especializada, docu-
mentos primarios elaborados por entidades internacionales
vinculadas con las migraciones y noticias periodísticas, rea-
lizaré una síntesis sobre la vulnerabilización de la población
migrante, concentrándome en quienes se desplazan enfren-
tando los mayores riesgos, ya sea por las desigualdades de
clase, de género, de raza-etnia, de nacionalidad o de esta-
tus migratorio. Reconozco que, si bien este ensayo aborda
los efectos de la pandemia de COVID-19 en la población
migrante intrarregional en América Latina, no pretende
realizar generalizaciones, sino plantear ciertas problemáti-
cas comunes, al tiempo que señalar algunas singularidades.
Abordaré los principales riesgos que los migrantes y sus
familias enfrentaron durante el ciclo migratorio: origen,
tránsito y destino. Si bien las movilidades transnacionales
están lejos de ser lineales y presentan esperas, cambios de
trayectorias, movimientos pendulares, entre otros, apelo a
esta sistematización para dar un orden a la información.
Antes de abordar estos puntos, realizaré una breve carac-
terización de la población migrante en el continente. Cabe
aclarar que me referiré a las personas con el género mas-
culino debido a las dificultades en la lengua española para
abordar las diferentes adscripciones genéricas.

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 55

Principales características de la migración


intrarregional latinoamericana

Desde la década de 2000, la migración internacional en


América Latina y el Caribe manifestó una disminución de
la migración extrarregional y un sostenido crecimiento de
la intrarregional, la que pasó de representar un 24 % total
de los inmigrantes en 1970 a un 63 % en 2010 en toda
la región (Cepal, 2020). En 2019, la cantidad de migrantes
intrarregionales alcanzó casi 8.000.000, que significa el 80
% del total de inmigrantes (IOM, 2020). Además, se produjo
un dinamismo creciente en las migraciones a la región con
la llegada de nuevos grupos extrarregionales provenientes
de África y Asia (nigerianos, nepalíes, marroquíes, chinos,
japoneses y coreanos) (IOM, 2020).
En el siglo XXI, surgieron nuevos corredores migrato-
rios junto con el incremento de los antiguos. Estas movi-
lidades, caracterizadas por la involuntariedad y movilidad
forzada, no se detuvieron durante la pandemia, por lo que
aumentaron la precariedad de las condiciones de vida de
los migrantes y los peligros que debieron enfrentar. Sobre
la base de la información provista en algunos documentos
(Cepal, 2020; Cerruti, 2022; IOM, 2020; OIT, 2016), siste-
maticé a los corredores de la siguiente manera:

1. Haití, Honduras, Guatemala y El Salvador a México


y EE. UU. (países de tránsito: Panamá, Costa Rica y
Colombia).
2. Haití a Brasil, Argentina y Chile.
3. Venezuela a Colombia, países andinos, Brasil y Argen-
tina.
4. Venezuela, Honduras, Guatemala y El Salvador a Méxi-
co y EE. UU. (países de tránsito: Panamá, Costa Rica y
Colombia).

Estos desplazamientos se deben a las profundas crisis


socioeconómicas multidimensionales, la violencia social, la

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56 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

inseguridad, el colapso de los servicios públicos, los desas-


tres naturales y la sensación de impotencia y desesperanza
en el futuro inmediato (Herrera, 2021; Feline Freier y Casti-
llo Jara, 2021). Una mención especial merece la situación de
Venezuela. En 2019 había 5.000.000 de venezolanos vivien-
do en el exterior (17,5 % de la población total del país), de
los cuales más de 4.000.000 residían en países de América
Latina y el Caribe, mientras que, quince años antes, se regis-
traban apenas 91.420 migrantes de esta nacionalidad en la
región (Cepal, 2020).

Ciclo migratorio y los principales riesgos asociados


a la pandemia de COVID-19

Origen
El COVID-19 intensificó la pobreza y la vulnerabilidad en
muchos países de origen, de forma que aumentó las razo-
nes para emigrar. El cierre de las fronteras internacionales
impactó en la circulación de aquellas personas que iban a
emprender la emigración en el año 2020, así como en las
posibilidades de reunificación familiar. Muchos migrantes
no pudieron regresar a sus hogares para cumplir con sus
tareas en sus unidades domésticas o en sus comunidades de
origen.
En términos generales, hubo una reducción considera-
ble en los ingresos por remesas, en especial aquellas diri-
gidas a Venezuela, lo que aumentó la vulnerabilidad de las
familias de origen ante la escasez de alimentos (Riggirozzi
et al., 2020). Feline Freier y Castillo Jara (2021) plantean que
solo un 12 % de los migrantes venezolanos residentes en los
países andinos seguían enviando remesas en la misma canti-
dad que antes de la pandemia, mientras que la gran mayoría
enviaba sumas mucho menores o habían dejado de hacer-
lo. Por otra parte, Herrera (2021) señala que las remesas
enviadas por inmigrantes residentes en EE. UU. Crecieron

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 57

en prácticamente todos los países latinoamericanos. De este


modo, se convirtieron en un soporte importante para sus
familias ante la ausencia de programas de protección social.

Tránsito
La inmovilidad forzada causada por la pandemia agravó la
vulnerabilidad de los migrantes que quedaron varados en
el extranjero y generó situaciones de riesgo en las zonas
fronterizas. Pese a que existieron operaciones de repatria-
ción, estas no satisficieron la alta demanda (Feline Freier y
Castillo Jara, 2021). Hubo serias limitaciones a la movilidad
tanto para aquellos que deseaban dirigirse a otro país, como
para quienes buscaban retornar al propio.
Las medidas de cierre de fronteras en algunos países
estuvieron acompañadas de la securitización extrema de
estas, al punto que se movilizó a las fuerzas armadas para
controlarlas, como en el caso de Brasil, Chile, Ecuador, Gua-
temala, México, Nicaragua y Perú (Bogado Bordazar, 2021).
Muchos gobiernos cerraron sus fronteras a los peligros que
eran percibidos como procedentes del exterior, aun cuan-
do el coronavirus ya estaba circulando ampliamente en su
interior (Adey et al., 2021).
Según Herrera (2021), los cierres de frontera llevaron
a grandes cantidades de migrantes irregularizados a quedar
en la indefensión y en la necesidad de protección interna-
cional. Por otro lado, se provocaron situaciones de crisis
humanitaria en los espacios fronterizos donde grandes can-
tidades de migrantes quedaron varadas, poniendo en riesgo
su salud y favoreciendo la proliferación de pasos irregulares
y redes de tráfico de personas.
Por ejemplo, la pandemia agravó la situación de la
migración de grupos indígenas colombianos impulsados
por la guerrilla que se dirigían hacia Ecuador y Venezuela,
por lo que se creó una crisis humanitaria en la frontera entre
Venezuela y Colombia, en la región de Cúcuta. En Colom-
bia, cuando el tránsito fronterizo se interrumpió, alrededor

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58 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

de 1.500 migrantes se acumularon en poblados pequeños


en la frontera, lo que generó mucha xenofobia con respecto
a ellos. En Panamá se denunciaron situaciones de violencia
contra los migrantes. Este país es de origen, destino y trán-
sito y en algún sentido actúa como “tapón” para los migran-
tes cuyo destino es Estados Unidos. La pandemia frenó la
circulación y alentó a muchos a tratar de retornar (Bogado
Bordazar, 2021).
Del mismo modo que Panamá, México es un país de
emigración hacia EE. UU. Y también de tránsito. Por allí
circulan caravanas de migrantes, conformadas por perso-
nas provenientes principalmente de Guatemala, El Salva-
dor, Nicaragua, Belice y Honduras, a las que recientemente
se han sumado cubanos, haitianos, congoleños, angoleños
y venezolanos, entre otros (Chan-Pech, 2019). Antes de la
pandemia, se había militarizado la frontera sur en virtud de
un acuerdo con el entonces presidente de EE. UU., Donald
Trump, denominado “Protocolo de Protección a Migran-
tes”. Esta medida generó gran cantidad de deportaciones y
estableció que los solicitantes de asilo debían esperar en
México durante todo el proceso, el que en circunstancias
normales puede llevar meses, incluso años, ocasionando que
los solicitantes se encuentren en la inmovilidad de tener que
esperar en las ciudades mexicanas (Bogado Bordazar, 2021;
el Colegio de la Frontera Norte, 2020). Además, Trump
amenazó con establecer aranceles a los productos mexica-
nos si no se detenían los flujos de tránsito. Esto provocó un
giro drástico en la política migratoria mexicana, que pasó
a la securitización mediante el despliegue de la Guardia
Nacional en las fronteras norte y sur del país (Mena Itu-
rralde y Cruz Piñeiro, 2021). La situación se agravó durante
la pandemia ya que la administración de Trump suspendió
temporalmente todos los mecanismos de acceso al asilo, y
mantuvo en pie las deportaciones, incluyendo la expulsión
de menores de edad no acompañados (Feline Freier y Cas-
tillo Jara, 2021).

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 59

Debido al endurecimiento de las políticas migratorias y


de asilo de EE. UU. y de México, muchos migrantes perma-
necieron en este país de forma indocumentada o buscan-
do regularizarse. Los albergues estaban superpoblados, con
malas condiciones de salubridad y escaso acceso a testeos,
aislamiento y tratamiento, por lo que algunos migrantes
hicieron campamentos informales en varias localidades de
la frontera norte (Bogado Bordazar, 2021; el Colegio de la
Frontera Norte, 2020).
Otros migrantes decidieron retornar a sus países, pero
se encontraron con el cierre de fronteras de Guatemala,
Honduras y El Salvador. Por ello, permanecieron en la fron-
tera sur de México, sin documentos migratorios, sin recur-
sos, sin poder trabajar legalmente y sin vivienda. Pero, ade-
más, México también deportó hacia esos países a muchos
migrantes que se encontraban en los centros oficiales de
acogida, a pesar del rechazo y el miedo al contagio que ello
generó entre la población nacional (Bogado Bordazar, 2021;
Feline Freier y Castillo Jara, 2021; Riggirozzi et al., 2020).
En Chile, el cierre de fronteras coincidió con la finali-
zación de la cosecha agrícola de verano, lo que llevó a que
muchos migrantes bolivianos aceleraran el retorno a Bolivia.
Durante los primeros días, muchos quedaron varados, pero
algunos lograron pasar por cruces clandestinos cerca del
paso fronterizo. Posteriormente, la frontera fue controlada
militarmente. Los migrantes rezagados debieron realizar la
cuarentena en Iquique, Chile, lo que dio lugar a discursos
xenófobos y al escaso acceso a una insuficiente infraes-
tructura sanitaria (Mardones, 2020). En el mismo país, un
grupo de migrantes venezolanos acamparon en frente de su
embajada en la capital chilena reclamando la apertura de
las fronteras para poder retornar a su país y solicitando la
repatriación (Zenteno Torres y Salazar, 2021).
En Brasil, cientos de paraguayos que intentaron retor-
nar a su país estuvieron varios días hacinados en el
puente que conecta ambos países. Por otra parte, algunos

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60 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

venezolanos estuvieron atrapados en el puente que conec-


ta Colombia con Venezuela. El Gobierno venezolano puso
trabas a la movilidad a través de reducidas cuotas diarias de
retornantes y criminalizó como culpables de la transmisión
del coronavirus a quienes querían retornar, utilizando el
término “bioterroristas” (Feline Freier y Castillo Jara, 2021)
Algunas ciudades se convirtieron en un obstáculo. Por
ejemplo, grandes contingentes de migrantes de distintas
nacionalidades quedaron varados en Necoclí, Colombia,
que está cerca de la frontera con Panamá y que es uno de
los últimos puntos antes de cruzar la extremadamente peli-
grosa selva El Dairen, en camino hacia el norte. Migrantes
venezolanos indocumentados acamparon en Huara, Chile,
una pequeña ciudad en el medio del desierto de Atacama,
con la finalidad de realizar la cuarentena para luego conti-
nuar su ruta hacia el sur (Zenteno Torres y Salazar, 2021).
Otra ciudad conflictiva fue Iquique, a unos kilómetros de la
anterior, a donde llegaron muchos venezolanos provenien-
tes de la región de Colchane y acamparon cerca de la plaza
principal. Su presencia dio lugar a discursos de odio y van-
dalismo por parte de los nativos. En Tapachulas, en el sur
de México, centroamericanos, haitianos y cubanos fueron
detenidos en su camino a Estados Unidos (MDZ, 2021).
Ante el cierre y la militarización de las fronteras, la
movilidad se realizó prácticamente solo de manera irregu-
lar. Muchos migrantes corrieron el peligro de tomar rutas
clandestinas y atravesar puntos de cruce no autorizados,
por lo que estuvieron altamente expuestos a robos, atracos,
violencia de género, tráfico de migrantes y trata de perso-
nas. Estos problemas, sumados a las condiciones precarias
de vida, la falta de insumos hospitalarios y la falta de higiene
hicieron que el fenómeno fuera sumamente dramático.

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 61

Destino

Trabajo
La pandemia de COVID-19 generó procesos radicales de
empobrecimiento de poblaciones migrantes anteriormente
afectadas por el trabajo precario. Como resultado de las
medidas de aislamiento social, distanciamiento físico y cua-
rentenas, los principales sectores que se vieron afectados
fueron el comercio en tiendas, el transporte, la gastronomía,
la hotelería, los servicios empresariales y sociales, junto con
otras actividades informalizadas como la construcción, la
agricultura, el servicio doméstico y los servicios de cuida-
dos, el comercio informal, la venta callejera, la costura a
destajo, la industria supermercadista, el trabajo en la cocina
y los servicios de reparto a domicilio.
Se trata de segmentos de la actividad económica carac-
terizados por la baja productividad, la alta informalidad, las
remuneraciones por debajo de la ley, las precarias condicio-
nes de trabajo y la limitada asistencia pública. Los migrantes
se concentran en estas actividades, que se basan en contac-
tos interpersonales, por lo que no tuvieron la posibilidad de
realizar teletrabajo ni de cumplir con la distancia social.
Muchos sufrieron la pérdida de sus trabajos, el dete-
rioro de las condiciones laborales o la reducción de sus
ingresos, lo que tuvo un efecto directo sobre la posibilidad
de supervivencia. En Argentina, el 72 % de los trabajadores
migrantes habían sufrido la pérdida de trabajo, 58 % total-
mente y 14 % parcialmente. Esto tuvo un impacto mayor
en las mujeres y en los migrantes llegados recientemente
(Debandi y Penchaszadeh, 2020).
Algunos migrantes fueron reconocidos como trabaja-
dores esenciales, pero “desechables” (Herrera, 2021) por su
desempeño (mal pago) en sectores críticos –como los ser-
vicios de entrega a domicilio– que mantuvieron las condi-
ciones necesarias para que otros sectores sociales pudieran
cumplir el aislamiento social. Sin embargo, esto no se tradujo

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62 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

en mejores condiciones laborales, al tiempo que estuvieron


más expuestos a la enfermedad debido a las prácticamente
inexistentes medidas de bioseguridad adecuadas (Herrera,
2021). Aun así, en Argentina, muchos migrantes temían más
perder sus trabajos y no poder alimentarse que contagiarse
del COVID-19 (Debandi y Penchaszadeh, 2020).
En el caso de la población migrante venezolana resi-
dente en los países andinos, solo el 36 % de la población
económicamente activa contaba con un contrato de trabajo,
un 43 % se había quedado sin empleo y solo un 24 % tenía
ingresos. En Perú, la desesperación llevó a una alta propor-
ción de venezolanos a realizar labores altamente peligrosas,
como por ejemplo el trabajo funerario, recolectando los
cuerpos de víctimas de COVID-19 en hospitales, domici-
lios particulares e incluso en la vía pública (Feline Freier y
Castillo Jara, 2021).

Condición migratoria
La pandemia afectó los procesos de regularización migra-
toria, generando graves problemas en la situación adminis-
trativa de los migrantes. Por ejemplo, se cerraron oficinas
gubernamentales y consulares. Se paralizaron, demoraron
o suspendieron los trámites de regularización en curso y
la tramitación de solicitudes de asilo, permisos de residen-
cia, visas, entre otros. A la vez, algunos países como Chile,
Ecuador y Perú comenzaron a pedir visas.
La pérdida del empleo y los retrasos administrativos
para la tramitación y renovación de permisos de residen-
cia dejaron a parte de la población migrante en situación
irregular. La falta de asesoramiento legal expuso a algunos
migrantes a prácticas abusivas para la realización de dichos
trámites (Pérez Segura, 2020).
Se exacerbaron los riesgos de la migración irregu-
lar en diversos aspectos. Se limitó el acceso de la pobla-
ción migrante a la asistencia social y sanitaria, incluyendo
los subsidios específicos que fueron otorgados durante la

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 63

pandemia. Se incrementó la exposición a la violencia insti-


tucional. Se fomentó la explotación laboral y la discrimina-
ción. Se restringió la libertad de movimiento. Se generó un
riesgo permanente de ser arrestado o expulsado.
En Argentina, el no contar con los papeles adecuados
restringió las posibilidades de los migrantes de acceder a
un trabajo formal, a un contrato habitacional reglado, a la
seguridad social y, en la práctica (aunque no según la ley), a
la salud y a la educación. Esta condición administrativa de
irregularidad resultó una variable de exclusión determinan-
te durante la pandemia (Gavazzo y Penchaszadeh, 2020).

Vivienda
Una parte significativa de la población migrante tuvo difi-
cultades para acceder a una vivienda decente o para man-
tenerla. Es común que los sectores precarizados, entre los
que se encuentran los migrantes, residan en campamentos,
casas precarias, viviendas colectivas o dormitorios extraor-
dinariamente superpoblados, con deficientes instalaciones
sanitarias y con servicios básicos que funcionan solo espo-
rádicamente.
Estas condiciones de insalubridad expusieron a los
migrantes a un mayor riesgo de contagio. El tamaño de la
vivienda, el número de inquilinos, o la cantidad de luz natu-
ral también fueron elementos transcendentales durante el
periodo de confinamiento. En condiciones de hacinamien-
to, resultaba más difícil sostener el aislamiento. Las medidas
de higiene recomendadas para prevenir la transmisión del
virus frecuentemente fueron imposibles de cumplimentar
puesto que los migrantes no contaban con agua potable y
otros servicios básicos.
Aquellos migrantes que alquilaban (en Argentina el 81
% según Debandi y Penchaszadeh, 2020) tuvieron serias
dificultades para mantenerse al día debido a la pérdida
de ingresos, lo que llevó a desalojos. Aun cuando algu-
nos países como Argentina y Colombia suspendieron estos

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64 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

procedimientos, los migrantes que alquilaban de manera


informal estuvieron expuestos a ser desalojados sin ninguna
protección legal.
Feline Freier y Castillo Jara (2021) estiman que un 73 %
de la población migrante venezolana en los países andinos
tenía algún nivel de riesgo de desalojo por impago del alqui-
ler, mientras que el 45 % convivía con más de tres personas
en una habitación, lo cual dificultaba el cumplimiento de la
distancia social.
Herrera (2021) señala que el hacinamiento en las
viviendas colectivas y los campamentos (por ejemplo, en la
zona de Roraima en Brasil) los convirtió en espacios espe-
cialmente proclives al contagio para la población migrante,
y a esto se sumaron las denuncias en varias ciudades de
desalojos y evicciones de familias migrantes.

Atención de la salud
Los gobiernos latinoamericanos debieron dar respuestas al
COVID-19 en contextos de austeridad, con economías frá-
giles, y sistemas de salud pública sobresaturados y con esca-
so presupuesto. Este fue uno de los factores más importan-
tes que llevó a la exclusión de los migrantes de la atención
de la salud.
Pero también operaron los antiguos estigmas que fue-
ron resignificados construyéndolos como portadores de la
enfermedad en el marco de un racismo institucional (Herre-
ra, 2021). Muchas políticas de acceso a la salud estuvie-
ron sujetas a consideraciones arbitrarias y discriminatorias
contra las poblaciones migrantes, por lo que no pudieron
acceder a los testeos y otros servicios de salud debido a
su condición de irregularidad migratoria o, incluso, al solo
hecho de ser migrantes (el Colegio de la Frontera Norte,
2020; Riggirozzi et al., 2020).
Así, los migrantes enfrentaron diversos obstáculos para
acceder a los servicios de salud, tales como la inexisten-
cia de políticas de salud inclusivas, las barreras culturales

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 65

e idiomáticas, los comportamientos discriminatorios por


parte del personal de salud y el miedo a ser arrestados o
deportados por las autoridades. En general, las personas en
situación irregular no utilizaron los servicios de urgencias,
y las alternativas de telemedicina que se plantearon no
siempre resultaron viables.
Colombia ofreció acceso ilimitado a los servicios de
salud solo a los migrantes regulares, excluyendo a los irre-
gulares, que representan el 57 % de la población migrante en
el país. En Brasil hubo restricciones que prohibieron a los
venezolanos acceder a hospitales y otros centros de salud.
En América Central y México, los migrantes enfrentaron
importantes barreras para acceder al testeo y al tratamiento
de COVID-19 (Riggirozzi et al., 2020).
En Argentina, los migrantes que carecían de documen-
to de identidad argentino no pudieron acceder a la vacu-
nación contra el COVID-19. Además, en caso de dirigirse
a los hospitales públicos, enfrentaban reacciones xenófobas
(Debandi y Penchaszadeh, 2020).
En Perú, hubo migrantes infectados que no fueron
admitidos en los hospitales públicos por su nacionalidad o
falta de documentación. El 78 % de los migrantes venezo-
lanos dijeron que sentirían miedo o estrés si tuvieran que
acercarse a las autoridades en caso de necesitar asistencia
médica debido al COVID-19 (Feline Freier y Castillo Jara,
2021).

Educación
Todas las instituciones educativas se cerraron durante
mucho tiempo en el transcurso de la pandemia. A pesar de
los esfuerzos de asistencia implementados por los gobier-
nos, muchos niños y adolescentes quedaron fuera del siste-
ma educativo.
Debido en parte a las dificultades para acceder a las
herramientas digitales (escasez y poca disponibilidad de
equipos, conocimientos técnicos y conectividad), muchas

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66 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

familias migrantes no pudieron mantenerse al día a medida


que la escuela, la atención médica y los servicios sociales se
trasladaron a las plataformas digitales (Gavazzo y Penchas-
zadeh, 2020).
El confinamiento provocó una sobrecarga de funciones
en las mujeres, quienes no solo tuvieron que llevar a cabo
las tareas domésticas de cuidado que les son típicamente
asignadas, sino que también debieron asumir la enseñanza
de sus hijos.

Protección social
Muchos migrantes, especialmente aquellos en condición de
migración irregular, estuvieron excluidos de los fondos de
ayuda económica que fueron proporcionados por los Esta-
dos a la población nativa. En Argentina, el gobierno creó el
ingreso familiar de emergencia. Fue el único recurso econó-
mico con el que contaron muchas familias que habían per-
dido sus trabajos. Sin embargo, los migrantes en situación
irregular y los llegados recientemente estaban excluidos de
acceder al beneficio, ya que se requería que acreditaran una
residencia legal en el país no menor de dos años y que
tuvieran un documento de identidad argentino. Solo el 6
% de migrantes había podido acceder al beneficio, mientras
que casi el 80 % no lo logró ya sea porque no se habían
podido registrar (48,59 %) o porque les fue denegado (31,41
%) (Debandi y Penchaszadeh, 2020).
Del mismo modo, otros Estados brindaron ayudas eco-
nómicas para paliar los efectos de la pérdida de ingresos,
pero estas transferencias monetarias a menudo no incluye-
ron a la población extranjera, ya que –como en el caso de
Ecuador y Perú– era requisito tener un documento nacio-
nal de identidad, al igual que en Argentina (Feline Freier y
Castillo Jara, 2021).

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 67

Conclusiones

Antes de la llegada del coronavirus, América Latina y el


Caribe ya estaban atravesando una crisis migratoria poten-
ciada por el éxodo venezolano y por la situación de los
migrantes centroamericanos en tránsito. La pandemia de
COVID-19 y las medidas de confinamiento exacerbaron las
desigualdades preexistentes de poblaciones migrantes que
ya habían estado sometidas a procesos de precarización en
años anteriores (Herrera, 2021).
Esta enfermedad afectó de manera desproporcionada
a los migrantes debido a las condiciones de precariedad
laboral, al hacinamiento, a las dificultades para acceder a la
regularización, a la inaccesibilidad a los servicios de salud, a
la desprotección social y a la discriminación y xenofobia. En
síntesis, su condición de profunda vulnerabilidad aumentó
el riesgo de infección.
Aunque a veces se destacó su papel como “trabajadores
esenciales”, con frecuencia fueron discriminados en fun-
ción de las diversas estigmatizaciones que (re)surgieron en
el contexto de la pandemia. Por otra parte, se produjo el
fenómeno de la movilidad sustituta (Herrera, 2021). Esto es,
ciertos trabajadores migrantes se movieron para que otras
personas pudieran permanecer inmóviles –alimentadas y a
salvo– en sus casas, en el marco de una desigualdad basada
en la oposición entre la exposición al riesgo y la seguridad
individual.
Por otro lado, las respuestas gubernamentales a la pan-
demia también profundizaron las desigualdades y aumenta-
ron la exposición al riesgo de los migrantes en tránsito, tan-
to de los que se dirigían hacia aquellos lugares imaginados
como los ideales para desarrollar sus vidas, como de los que
debieron retornar a sus lugares de origen. Estas movilida-
des continuaron a pesar de la militarización de las fronteras
y de la peligrosidad de las rutas clandestinas. La pandemia
de COVID-19 constituyó el nuevo muro que enfrentaron
los migrantes, cuya movilidad es un medio de supervivencia

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68 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

(Mena Iturralde y Cruz Piñeiro, 2021). Pero también se


puso en evidencia que la migración continuó a pesar de los
obstáculos, incluso cuando la vulnerabilidad fue mayor.
Como planteé al comienzo, este trabajo pone en evi-
dencia ciertos lugares comunes por los que transitaron los
migrantes en sus movilidades e inmovilidades en el marco
de la pandemia por COVID-19 en América Latina, basado
en una información que inexorablemente resulta parcial y
fragmentaria. Considero que se desprenden ciertas singu-
laridades de las que sería interesante dar cuenta en futu-
ras investigaciones: ¿cómo atravesaron las desigualdades de
género, etnia-raza, clase, generación y nacionalidad a estos
procesos de (in)movilidad en los distintos países y localida-
des?; ¿qué características marcaron a las diferentes fronteras
y pasos fronterizos?; ¿cuál fue la incidencia de las políticas
migratorias y de las políticas públicas en cada país?; ¿cómo
influyó la orientación político-partidaria de los gobiernos?;
¿cómo condicionaron los acuerdos internacionales (forma-
les e informales) a la movilidad e inmovilidad?; ¿aprove-
charon algunos países la oportunidad para institucionalizar
políticas tales como la militarización, el cierre de las fron-
teras y la inmovilidad forzada que se impuso en la región
como una forma de contener al virus?; ¿de qué manera las
prácticas excedieron a las lógicas que quieren estabilizar las
fronteras?

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Migraciones y cuidados para la salud
en contexto de pandemia y precaridad
de la vida
CARLOS BARRIA OYARZO Y BRÍGIDA BAEZA

En este trabajo recuperamos parte de la tarea que venimos


desarrollando en dos barrios periurbanos de la ciudad de
Comodoro Rivadavia en interlocución con grupos migran-
tes provenientes de Bolivia desde marzo de 2020. Con algu-
nos equipos de investigación, preocupados por el impacto
de la pandemia causada por el COVID-19 (Coronavirus-
SARS-CoV-2) en diferentes grupos poblacionales vulnera-
bilizados, nos proponemos generar conocimiento situado
en pos de la garantía de derechos y la protección social
(Baeza et al., 2020; Diez Tetamanti et al., 2021; Bottinelli,
2021; Barria Oyarzo et al., 2021). La pandemia y las medidas
implementadas por los Estados han trastocado diferentes
dimensiones de la vida social, mostrando el funcionamien-
to articulado de relaciones, actores, instituciones y valores
que se ponen de relieve en esta situación crítica. Así, obser-
vamos el modo en que se acentúan, particularmente en el
contexto local, relaciones de desigualdad y condiciones de
vulnerabilidad preexistentes a la pandemia, particularmen-
te para grupos migrantes. En este contexto se destacan dife-
rentes modos de organización comunitaria, con particular
presencia de mujeres en sectores subalternizados, destina-
das al sostenimiento de la vida que se producen al margen
de dependencias estatales, pero muchas veces en interde-
pendencia con estas.
La pandemia de COVID-19 se presenta como fenó-
meno epidemiológico emergente que vuelve necesario con-
siderar el proceso de salud-enfermedad-atención-cuidado

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72 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

en su integralidad, en función de la determinación social de


la salud y de las capacidades de respuestas (Breilh, 2010).
Así, la “determinación social de la salud” se presenta como
una perspectiva crítica que da cuenta de las condiciones que
subyacen a los procesos de salud y enfermedad, donde los
“cuidados” cobran particular preponderancia como prácti-
cas para el sostenimiento de la vida y la salud (Fisher y
Tronto, 1990; Epele, 2012) en contextos que denominamos
“de precaridad de la vida”.
En el campo de la salud, el cuidado, en cuanto categoría
analítica, puede comprenderse como un complejo en el que
intervienen diferentes saberes, redes sociales, tecnologías,
políticas, sistemas de atención, instituciones, tradiciones,
tareas, acciones y cuerpos, orientado tanto a promover o a
mantener el bienestar y la salud, como a aliviar el dolor y el
sufrimiento (Epele, 2012). Varios autores han dado cuenta
de las diversas estrategias de cuidado de la salud que las
personas o los grupos utilizan en diferentes momentos o de
manera simultánea (Leslie, 1980; Menéndez, 2003; Idoyaga
Molina, 2003; Baeza, 2021; entre otras/os). De este modo,
comprender las trayectorias de las personas en los cuidados
permite dar cuenta de la construcción de experiencias de
un sujeto y su grupo a lo largo de un periodo en el que las
personas van tomando decisiones, adquiriendo experien-
cias y acumulando conocimientos, así como sometiéndose
a las certezas, las pautas y los dominios de ciertos modelos,
enfrentándose, negociando o deshaciéndose de aquello que
se interpone (Leyton y Valenzuela, 2016).
Las tareas de cuidado son siempre particulares y social-
mente construidas, por lo cual hay una gran diversidad
en las formas de cuidar y su distribución. En este senti-
do, diferentes perspectivas han dado cuenta de la distribu-
ción social del cuidado, que tiende a responsabilizar a las
mujeres sobre este en el ámbito familiar, vinculadas parti-
cularmente con su naturaleza y sus dimensiones morales y
afectivas (Comas d’Argemir, 2014). Es a partir de las críticas
feministas al pensamiento económico, en la década de los

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 73

años 70, cuando comenzó a discutirse la distribución social


del cuidado, visibilizando el trabajo doméstico y la relación
entre los procesos sociales de producción y reproducción
(Esquivel et al., 2012; Vega Solís et al., 2018). En palabras de
Esquivel, Jelin y Faur (2012), el cuidado de las personas es el
nudo central del bienestar humano, y sus lógicas responden
a patrones sociales y culturales de relaciones entre géneros
y entre clases sociales. En este sentido, recuperamos la pers-
pectiva de Fisher y Tronto, quienes postulan que el cuidado
es una “actividad genérica que comprende todo lo que hace-
mos para mantener, perpetuar, reparar nuestro ‘mundo’ de
manera que podamos vivir en él lo mejor posible” (Fisher y
Tronto, 1990: 40), explicando que este mundo es el propio
cuerpo, nosotros mismos, nuestro entorno y los elementos
que buscamos enlazar en una red compleja de “apoyo a
la vida”.

Precariedad de la vida en el contexto migratorio


y pandémico

Como explica Comas d’Argemir (2014), la dependencia


afecta a todas las personas, como un universal, lo cual hace
imprescindible la provisión de cuidados. Sin embargo, no
todas las personas están expuestas de la misma forma a
modos particulares de vulnerabilidades, que son política-
mente inducidas. En esta línea, Butler (2010) da cuenta de la
vulnerabilidad como marca de nuestra dependencia inne-
gable, y en todo momento, respecto de otras personas y de
un mundo sustentable. Para la autora la precariedad (pre-
cariousness) es inherente y condición de la vida humana, lo
cual nos permite distinguirla de la noción de “precaridad”
(precarity), desde una perspectiva relacional. Así, compren-
demos la precaridad como una condición políticamente
inducida “en la que ciertas poblaciones adolecen de redes
de apoyo sociales y económicas y están diferencialmente

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74 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

más expuestas a los daños, la violencia y la muerte” (Butler,


2010: 46). De este modo, se hace necesario reconocer una
serie de clivajes sociales y económicos que constituyen con-
textos de precaridad de la vida, restrictivos para el ejercicio
de derechos. Así, recuperamos una perspectiva interseccio-
nal (Viveros Vigoya, 2016) donde observamos el modo en
que las relaciones de poder y desigualdad, que toman forma
a través del género, la generación, la clase social, la nacio-
nalidad, lo étnico-racial, entre otras variables, configuran la
manera en que las personas toman posiciones y construyen
modos particulares de cuidar la salud.
Trabajamos desde hace varios años en vinculación con
diferentes grupos migrantes provenientes de Bolivia en la
cuenca del golfo San Jorge, Chubut. Estos grupos poblacio-
nales, generalmente provenientes de zonas rurales de Boli-
via y hablantes quechua, se asientan en zonas de “tomas de
tierras”. En la ciudad de Comodoro Rivadavia, existe una
problemática habitacional que caracteriza la conformación
de tomas de tierra para la autoconstrucción de vivien-
das en las denominadas “extensiones barriales”. Esto forma
parte de la dinámica urbana que históricamente ha tenido
modificaciones acompasadas por la actividad de explota-
ción petrolera. Así, observamos el modo en que diferentes
expansiones de la industria petrolera han estado aparejadas
con el aumento poblacional con el fenómeno migratorio
atraído por la demanda laboral. Especialmente la última
expansión de la industria desde el año 2004 hasta el 2014
conllevó el incremento de la migración limítrofe, en parti-
cular la proveniente de Bolivia.
En una sociedad caracterizada por la producción petro-
lera, extractiva, configurada por las desigualdades socio-
económicas y territoriales, las migraciones se presentan en
el foco de la atención del discurso público y los medios
de comunicación. En muchos casos se responsabiliza a la
población migrante por la escasez de recursos públicos, en
un contexto de crisis económica y un sistema de salud que
por momentos se presenta restrictivo. En este contexto la

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 75

población migrante, particularmente proveniente de Boli-


via, se desarrolla en el mercado laboral subsidiario a la
industria petrolera, en la construcción, industria pesquera y
el comercio. En este sentido, las adscripciones identitarias,
el hecho de ser migrantes, la proveniencia rural, las mar-
caciones raciales y étnicas se presentan como clivajes de la
desigualdad a partir de las cuales se configuran las relacio-
nes sociales.
Desde el año 2020, con la declaración de la pandemia
y las medidas de gobierno, se produjeron transformacio-
nes profundas en la vida cotidiana y las relaciones sociales.
Estas modificaciones fueron consecuencia de las medidas
que se fueron tomando a lo largo del tiempo para la preven-
ción de contagios de COVID-19, las dinámicas de control
a través de las políticas de aislamiento social preventivo y
obligatorio (ASPO) y distanciamiento social preventivo y
obligatorio (DISPO). En este contexto la imposibilidad de
dar continuidad a las tareas cotidianas de venta ambulante
o el trabajo por jornadas ubicó a las personas provenientes
de diversos países en una situación de vulnerabilidad acen-
tuada, en muchas ocasiones, por su situación migratoria. El
no contar con documento nacional de identidad o residen-
cia permanente por más de dos años en el país excluyó a
les migrantes de la posibilidad de recibir el ingreso familiar
de emergencia (Baeza et al., 2020). A partir de la Encuesta
Nacional Migrante (RIOSP-CONICET, 2020) realizada por
el espacio Agenda Migrante 2020, se evidenció que más del
80 % de las personas migrantes no accedieron a este ingreso
de emergencia (IFE), quedando excluidos por residir en la
Argentina desde hace menos de dos años (49 %), y que, por
otro lado, hubo quienes lograron inscribirse, pero este bono
no se les otorgó (31 %).
En este contexto observamos una profundización de
diferentes desigualdades, en especial en el acceso a alimen-
tos, trabajo, conectividad, educación, programas sociales,
políticas sanitarias y servicios públicos. Si bien existie-
ron distintas medidas de gobierno que buscaron paliar los

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76 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

efectos negativos sobre la economía, la salud y el trabajo


(Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación,
2020), estas no fueron suficientes en un espacio que se
singulariza por condiciones previas de precaridad. De este
modo, las personas migrantes, en muchos casos, no pudie-
ron cesar sus actividades laborales o debieron gestionar
formas novedosas para poder asegurarse el sustento econó-
mico. Quienes residen en tomas de tierra no cuentan con
los servicios básicos y son objeto de problemas vinculados
a los modos de calefacción para combatir el frío. El hecho
de no contar con el acceso a la red de gas urbana obligaba
a las personas a trasladarse para aprovisionarse de garrafas
e instalarlas en condiciones que no siempre eran seguras.
Estos desplazamientos en la ciudad se vieron dificultados
por las medidas de gobierno adoptadas y el control policial
particularmente en sectores de tomas de tierra.
La condición migratoria, laboral, habitacional, entre
otras adscripciones identitarias en Comodoro Rivadavia,
determinan los modos de sostener la vida, posicionando a
grupos migrantes a una mayor exposición a la violencia,
a las posibilidades de enfermar y morir. En esta línea de
trabajo, Penchaszadeh et al. (2022) evidencian una mayor
incidencia de la enfermedad por COVID-19 sobre la pobla-
ción no nacional, acentuada por las barreras para el acceso
a la salud y la vulnerabilidad histórica de esta población.
En este contexto visibilizamos diferentes modos en que las
personas migrantes agenciaron estrategias para sostener la
vida en un periodo caracterizado por la profundización de
las desigualdades sociales.

Sostener la vida en pandemia

En algunos trabajos hemos señalado que el cuidado, como


categoría de efectores de salud, se encuentra generalmen-
te ligado con una concepción de riesgo, constituyendo

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 77

una distinción de comportamientos inadecuados, que tiene


como fin modificar “estilos de vida” según determinadas
normas y valores sociales de referencia (Lorenzetti, 2012;
Baeza et al., 2019; Barria Oyarzo, 2020). El riesgo siempre se
encuentra bajo responsabilidad del sujeto, de quien depen-
den sus condiciones de existencia, intentando así dirigir la
conducta de las personas a modos prefijados (Menéndez,
1978). Así, se hace necesario distinguir el cuidado como
categoría de los propios actores y el cuidado como cate-
goría analítica, que nos permite observar el modo en que
se produce. En otra línea de trabajos, hemos dado cuen-
ta del carácter comunitario y generizado que adquirió la
provisión de cuidados durante la pandemia, en una red de
relaciones que sostienen a otros/as en términos materia-
les, afectivos y, en algunos casos, espirituales (Baeza et al.,
2020; Diez Tetamanti et al., 2021). Los cuidados, en térmi-
nos de “sostenimiento de la vida”, en este caso excedían la
concepción normativa de la política sanitaria o las agencias
estatales, donde la posibilidad del “quedarse en casa” para
evitar contagios no era la misma para todas las personas. En
este contexto las trayectorias de cuidados, particularmen-
te de mujeres migrantes, se constituyeron por diferentes
prácticas que combinaban saberes y dominios diversos que
buscaban producir bienestar, y en algunos casos la subsis-
tencia, en el plano individual, familiar y comunitario ante
situaciones críticas.
Existen valiosos aportes sobre la provisión de cuidados
en lo familiar, en el mercado y en el Estado, siendo incipien-
te la reflexión sobre lo comunitario (Razavi, 2007; Comas
d’Argemir, 2014; Martínez Bujan et al., 2018; Magliano et
al., 2018; Sanchís, 2020; entre otras). Vega Solís, Martínez
Bujan y Paredes (2018) explican que los cuidados en entor-
nos sociales abiertos difuminan los contornos de la familia,
el mercado o el Estado, donde se hace presente el carác-
ter cooperativo de los cuidados en la familia extensa y la
comunidad. En un contexto caracterizado por la diversidad
y diferentes formas de desigualdad, la capacidad de agencia

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78 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

de las migrantes depende de la posición que toman a partir


de las relaciones familiares, barriales, comunitarias e insti-
tucionales en distintos momentos.
En los barrios en los que trabajamos, la fragilidad vin-
culada al sostenimiento económico y a la falta de acceso a
derechos básicos produjo el fortalecimiento y la constitu-
ción de organizaciones comunitarias y vínculos cooperati-
vos. En los diferentes tipos de organización comunitaria,
se destaca la agrupación y el trabajo ante las necesidades
alimenticias, económicas, de contención afectiva y de segu-
ridad. Estas agrupaciones gestionan donaciones e informa-
ción y median con algunas instituciones estatales que pro-
veen en algunos casos recursos para las personas del barrio.
Observamos la preeminencia de redes de cuidado a través
de organizaciones comunitarias espontáneas, no formaliza-
das, así como aquellas formalizadas y no gubernamentales,
como congregaciones religiosas y comedores/merenderos.
Estas organizaciones en muchos casos median con las redes
formalizadas de cuidado que provee el Estado a través de
la gestión de política pública, como el acceso al IFE, pres-
taciones del sistema de salud o la gestión de permisos para
circular en la ciudad.
Un grupo de mujeres migrantes provenientes de Boli-
via participa en la realización de una comida diaria para
repartir raciones en diferentes casas del barrio, para fami-
lias que lo solicitan. A través de la colaboración con dona-
ciones, sostuvieron la ayuda, siempre que hubiera alimen-
tos, ante la cuarentena que imposibilitaba la reunión en el
comedor comunitario de una organización política que se
asienta en el barrio. En otro barrio un templo evangélico
repartía raciones diarias de comida. Una de las interlocuto-
ras comenta: “Habían empezado con veinte, treinta raciones
por día y ahora tenían como cuatrocientas por día” (comu-
nicación personal, abril de 2020). Así, las organizaciones
barriales y religiosas en algunos casos construyen redes de
colaboración y asistencia para la alimentación cotidiana.

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 79

Por otro lado, una de las mujeres comenta: “Hay per-


sonas que se vienen a desahogar conmigo. Les digo de salir
a caminar, dar una vuelta, y es lo que hago por ellos”. En
este contexto también explica: “Nosotras acá entre 6 veci-
nas, por ejemplo el Día del Niño, nos organizamos y jun-
tamos leche, cacao, para hacerles chocolate a los chicos y
golosinas” (comunicación personal, marzo de 2021). En este
sentido, observamos un modo de organización espontánea
en el vínculo entre mujeres, a partir del cual se producía el
acompañamiento mutuo en una situación crítica, así como
la concreción de encuentros para la provisión de cuidados
afectivos y recreativos. A partir de estos vínculos, también
se visibilizaba el modo en que circulaban la información y
los recursos, en algunos casos para acceder a los beneficios
que provee el Estado u organizaciones sociales. Se difunde
información importante sobre medidas de seguridad, medi-
das de cuidado, beneficios sociales y las condiciones de per-
sonas en situación de vulnerabilidad que requerían ayuda.
Por otro lado, la religiosidad se presenta como un
emergente en casi todas las charlas con migrantes, desde
la relación con congregaciones del catolicismo y en menor
medida pentecostales. La “fe”, como una esperanza ante la
crisis, aparece como una constante. En este sentido, la espi-
ritualidad/cosmología se presenta como una forma de cui-
dado y construcción de lo común. Algunas interlocutoras
dan cuenta de la continuidad del vínculo con sus congre-
gaciones a través de la virtualidad. Otras mujeres refieren
modos personales de sostener prácticas religiosas, más allá
de la institucionalidad, donde existen prácticas diferencia-
les de sacralización. De este modo, recuperamos la noción
de “prácticas de sacralización” de Martín (2007) para dar
cuenta de los diversos modos de hacer sagrado, de inscribir
personas, lugares, momentos en una textura diferencial del
mundo habitado. Así, desde el comienzo de la pandemia,
es posible observar la provisión de cuidados en sus dimen-
siones materiales, económicas, afectivas (Batthyány, 2015),

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80 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

pero también en su dimensión espiritual o de sacralización


(Martín, 2007), que se movilizan y tensionan durante la
pandemia para la provisión de cuidados.

Comentarios finales

A partir de la crisis que instauró la circulación del virus


SARS-CoV-2 a nivel global y local, es innegable la impor-
tancia de una aproximación social sobre las enfermedades,
más allá de lo terapéutico, poniendo de relieve la centrali-
dad de los cuidados como un derecho para el sostenimiento
de la vida. La pandemia ha profundizado condiciones de
desigualdad en la que se encuentra la población migrante,
posicionada en contextos de precaridad de la vida y, por
lo tanto, expuesta a diferentes formas de violencia, modos
particulares de enfermar y morir. Ante esto se evidencian
diversas formas de cuidado, particularmente en lo comuni-
tario con presencia preponderante de mujeres, que se pro-
ducen al margen de dependencias estatales, pero muchas
veces en interdependencia con estas.
Desde el inicio de la pandemia, en dos barrios periur-
banos de Comodoro Rivadavia, algunas mujeres migrantes
toman un rol protagónico en la producción de cuidados en
lo comunitario, a partir del sostenimiento de redes y dife-
rentes formas de organización colectiva. Así, observamos
formas de la producción de cuidados de tipos físicos/mate-
riales, afectivos, recreativos y espirituales. En este contexto
los cuidados en el ámbito comunitario, como plantea San-
chís (2020), se presentan como prácticas altamente femini-
zadas. De esta forma, el accionar colectivo de mujeres tuvo
un papel protagónico a nivel territorial durante la pande-
mia, sosteniendo comedores y otras iniciativas con fuerte
inscripción territorial.

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 81

Muchas de las estrategias de cuidado en estos gru-


pos poblacionales consistieron en formas de supervivencia
frente a medidas de gobierno que desconocieron las parti-
cularidades de los circuitos de la economía informalizada.
Sin embargo, también se evidencian, en algunas situaciones,
particulares modos de articulación con diferentes agencias
estatales. Por otro lado, se develan formas diferenciales de
cuidados que hacen parte de modos particulares de cons-
truir relacionalidad en el contexto migratorio en el caso de
grupos quechua hablantes de proveniencia rural, donde la
religiosidad adquiere centralidad en contextos críticos.
En este trabajo evidenciamos la importancia que cobran
los cuidados integrales, en cuanto la interdependencia es
inherente a la vida humana (precariedad), dando cuenta de
aquellas condiciones políticamente inducidas que ubican a
las personas migrantes en posiciones de mayor exposición
a los padecimientos, las violencias y la muerte (precaridad).
En este sentido, desde una perspectiva atenta a la antropo-
logía de la salud y los estudios migratorios, evidenciamos
las particularidades que adquieren los cuidados comunita-
rios en espacios caracterizados por diferentes formas de
diversidad y desigualdad.

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Módulo 2.
Demandas y desafíos
de articulaciones
con organizaciones
de migrantes e instituciones
estatales en tiempos
de pandemia

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Migraciones, territorios
e institucionalidad en contextos
de COVID-19

Algunas reflexiones sobre el caso


de una localidad en La Matanza

BRENDA MATOSSIAN Y YAMILA ABAL

Introducción

La aparición y diseminación del virus de la COVID-19 en


el 2020 impactó a las sociedades de todo el mundo, aunque
de modos ampliamente diferenciales, no solo por la enfer-
medad propiamente dicha, sino también por las políticas de
restricción a las movilidades aplicadas. Las desigualdades
para dar respuesta a las consecuencias de la pandemia y
del confinamiento fueron una de las grandes contradiccio-
nes manifestadas en este contexto (Mansilla, 2020). Ciertos
estudios buscaron hacer foco en el modo particular en que
la pandemia afectó a las personas migrantes en América
Latina y reconocieron las distintas formas en las que se exa-
cerbaron las desigualdades preexistentes. En primer lugar,
la llegada de la pandemia y las medidas de aislamiento
afectaron la dimensión laboral ya que este conjunto social
está sobrerrepresentado en actividades desarrolladas en las
calles y en servicios presenciales, como la venta ambulante
o el trabajo de cuidado remunerado, entre otros (Herre-
ra, 2021). Al respecto, la Encuesta Nacional Migrante de
Argentina (ENMA) 2020 permitió reconocer el impacto de
la COVID-19 y de las medidas de confinamiento en la

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90 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

continuidad laboral y en los ingresos. De acuerdo con este


relevamiento, un 53 % de las personas migrantes manifes-
tó haber perdido parcial o totalmente sus ingresos. Tam-
bién se destacaron dificultades específicas para las personas
migrantes dentro de los relevamientos del impacto social de
las medidas de aislamiento dispuestas en Argentina (Kessler
et al., 2020). Este reforzamiento de las desigualdades estruc-
turales se vinculó, a su vez, con las demoras o dificultades
para el acceso al DNI o a la residencia precaria y al no
registro laboral (Debandi et al., 2021). A nivel continental,
el confinamiento paralizó y ralentizó los procesos en curso
de regularización de la población migrante (Herrera, 2021),
hecho estudiado para el caso argentino por Canelo y Cour-
tis (2022). También en nuestro país el ingreso familiar de
emergencia (IFE), uno de los pilares que el gobierno nacio-
nal instituyó como seguro social para trabajadores/as infor-
males y monotributistas de las primeras categorías durante
la emergencia sanitaria, resultó un paliativo esquivo a bue-
na parte de la población migrante. El requisito de poseer
una residencia “legal” (es decir, temporaria o permanente)
mínima de dos años generó limitaciones para ampliar las
solicitudes y, por lo tanto, en la ENMA solo el 18 % de la
población migrante encuestada pudo acceder a él (Debandi
et al., 2021).
Además de las desigualdades vinculadas al ámbito labo-
ral y a la regularización documentaria, las difíciles condi-
ciones de acceso a la tierra y a las viviendas para las per-
sonas migrantes se presentan como otra forma en la que se
agudizaron las desigualdades, complejizando las posibilida-
des de confinamiento.
Finalmente, durante la pandemia también se registró
el crecimiento de reacciones xenófobas. Sobre todo en los
inicios, las actitudes discriminatorias hacia personas que
revestían la condición de “caso sospechoso” recaían espe-
cialmente sobre las personas migrantes. Esta proliferación
de estereotipos discriminatorios y microrracismos en rela-
ción con la pandemia se expresó fuertemente en las redes

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 91

sociales y los medios de comunicación (INADI, 2020), pero


a su vez tuvo su correlato en las prácticas y dinámicas coti-
dianas que se desarrollaban dentro de los barrios.
En este marco de restricciones a las movilidades, agu-
dización de necesidades y profundización de desigualdades,
el propio territorio (la escala barrial y local) concentró fun-
ciones y adquirió especial relevancia en lo que refiere a la
búsqueda de respuestas y de recursos para resolver pro-
blemas. El objetivo de este trabajo es comprender algunas
de las necesidades y los conflictos que emergieron en este
contexto y que se expresaron en las dinámicas de las insti-
tuciones vinculadas, de manera más o menos directa, a las
personas migrantes. Así, buscamos responder a la pregunta
de qué demandas y desafíos surgieron en los espacios en los
que ya veníamos trabajando a partir de este nuevo contexto.
En este caso particular, la línea de investigación está
aplicada al caso de González Catán, extenso sector dentro
del partido de La Matanza en la Región Metropolitana de
Buenos Aires. Para señalar algunas particularidades de esta
localidad, se puede remarcar que el censo 2010 mostró que
un 8,4 % de su población era nacida en países distintos a
la Argentina y, de ese porcentaje, un 70 % había nacido
en Paraguay (Indec, 2010). De allí el interés en su estudio.
También resulta importante resaltar que, en el sector que se
analiza, predominan los asentamientos informales (Matos-
sian y Abal, 2020). Respecto a esta relación entre informali-
dad y migraciones, cabe tener presente que en la Argentina
los barrios populares (villas y asentamientos) albergan una
proporción muy importante de su población asociada a la
condición migrante, lo cual implica una serie de necesida-
des adicionales a las ya identificadas para quienes allí resi-
den (Vitale, 2020).

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92 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

Abordaje metodológico

En primera instancia, el contexto de pandemia nos obligó a


cambiar de escala y de enfoque metodológico: de las escalas
microespaciales que priorizaban la unidad barrial, se produjo
un desplazamiento hacia la escala meso de la localidad. Este
cambio, por un lado, estuvo determinado por la imposibilidad
de realizar trabajo de campo en el lugar y las múltiples difi-
cultades materiales de las personas que se solían entrevistar
para concretarlas de modo virtual. Pero, por otro lado, tam-
bién estuvo determinado por la relevancia que adquirieron las
instituciones locales y la consecuente necesidad de su abordaje,
especialmente dentro de un municipio tan extenso como La
Matanza (325 km²).
Se trabajó tanto en aquellas instituciones “de migrantes”
propiamente dichas, como en las vinculadas al acceso a dere-
chos en la localidad. Entre las primeras, se indagaron el Club
Atlético Deportivo Paraguayo y la Primera Agrupación Pero-
nista Paraguaya, ambas con sede en González Catán; en ambos
casos se concretaron entrevistas en profundidad virtuales a
distintos referentes, desde plataformas como Zoom y Meet.
Como segunda estrategia, se participó de las Mesas Territoria-
les correspondientes a la misma localidad. Estas son instancias
organizadas por el municipio desde antes de la pandemia pro-
curando lógicas de descentralización. La continuidad en esta
participación, que durante la pandemia se tornó virtual, per-
mitió identificar y reconstruir distintas dimensiones desde las
cuales se reconocen cambios importantes a partir de la pande-
mia por COVID-19. Sobre la base de estas dos estrategias de
indagación, se estructurarán las reflexiones de este trabajo en
un intento por identificar las demandas sociales emergentes en
el contexto de pandemia y que se suman a las preexistentes (o
que las agudizan). Asimismo, se analizarán las estrategias des-
plegadas por diferentes organizaciones que operan en el terri-
torio estudiado.

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 93

Instituciones paraguayas y las respuestas a la crisis

Dentro de la localidad de estudio, existen dos instituciones


con trayectorias y alcances muy disímiles, pero con un ras-
go común vinculado a su origen paraguayo. Una de ellas
es el Club Atlético Deportivo Paraguayo, histórico club
para la comunidad paraguaya en Argentina (Halpern, 2006)
que tiene en González Catán un importante predio donde
funciona su sede deportiva. Aunque su actividad fundacio-
nal fue la práctica del fútbol, la institución se expandió y
desarrolló también diferentes propuestas desde dimensio-
nes culturales y políticas (Matossian, 2021). Dentro de la
sede deportiva, se halla una ermita de la Virgen de Caacupé,
patrona de Paraguay; allí se realiza la misa de esta advo-
cación mariana del culto católico cada 8 de diciembre. La
tradicional apertura a la sociedad de este club adquirió una
fuerza particular en el contexto de la emergencia sanitaria y
social generada por la COVID-19:

En este caso puntual de la pandemia, pusimos a disposición la


infraestructura para la sociedad y lo estuvieron usando hasta
hoy donde se da comida a la gente, nos sentimos bien del
esfuerzo de los migrantes que hemos hecho una infraestruc-
tura que es útil para la sociedad, a excepción que unos sec-
tores minúsculos de la sociedad argentina nos estigmatizan a
los migrantes, muchas veces luchamos contra eso (entrevista
al presidente del CADP).

Este rasgo de asociación de “puertas abiertas” y en con-


tinua vinculación con las instituciones locales se destaca
también por referentes del área de estudio, especialmente
en su relación con el municipio. En noviembre del 2020,
durante el contexto de pandemia, a la articulación del club
con el Ejército para la entrega de alimentos, se le sumó un
operativo con la Dirección Nacional de Migraciones en la
sede para facilitar la tramitación de documentos:

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94 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

Nosotros por nuestra cuenta conseguimos las camionetas de


la DNM lo trajimos, las camionetas que vienen para hacer
documentos, lo trajimos acá, hicimos cuatro días de publici-
dad y aparecieron dos mil personas, nos asustó, realmente,
nos asustó, esa es la realidad de los problema social que tienen
los migrantes y hasta ahora nadie se ocupa […] a nosotros nos
preocupa el tema de la documentación porque usted sabe que
el documento es el primer elemento de inclusión de las perso-
nas en la sociedad, sino está marginada, explotada y la docu-
mentación permite dar un paso importante en el encuentro
de oportunidades (entrevista al presidente del CADP).

La importancia de la regularización documentaria y de


la asistencia a las personas migrantes en la concreción de sus
trámites también constituyó un eje clave para otra asocia-
ción de origen paraguayo en la localidad, la Primera Agru-
pación Peronista Paraguaya (PAPPEM). Esta institución de
función político-partidaria y social tiene un origen reciente
(2018) y fue creada a partir del impulso dado por su direc-
tor, quien explica este comienzo de modo entramado con
su historia personal: “Surgió la idea de abrir, mediante la
necesidad que había… mucha gente sin documentos, empe-
zamos a visitar los barrios. Y bueno, fuimos haciendo, gene-
rando vínculos con el Consulado de San Justo” (entrevista
al director de PAPPEM). Funciona a modo de red territo-
rial, gestionando recursos y donaciones, y distribuyéndolos
entre los distintos nodos constituidos por merenderos y
comedores. También existe un eje de actividades orientado
a facilitar las gestiones para regularizar la situación docu-
mentaria de los/as migrantes, como se mencionó, que fun-
ciona desde sus inicios. A diferencia de las estrategias del
Deportivo Paraguayo, en el caso del PAPPEM, estas gestio-
nes se canalizan a través de contactos con el Consulado de
la República del Paraguay en San Justo, localidad cabecera
del partido de La Matanza. Otro de los vínculos sostenidos
en el tiempo es con la Secretaría de Trabajadores Migrantes
y Refugiados/as de la Unión de Trabajadores y Trabajado-
ras de la Economía Popular (UTEP). Más específicamente

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 95

en el contexto de pandemia, las problemáticas atendidas


desde PAPPEM se enfocaron, en primer lugar, a la situa-
ción de exclusión –debida a la falta de documentación– de
acceder a la ayuda del Estado a través del ingreso fami-
liar de emergencia (IFE). También se ocuparon de brindar
ayuda en contextos inciertos para personas paraguayas que
se encontraban circunstancialmente en la Argentina y no
podían volver a Paraguay debido al cierre de las fronteras.
En esta cuestión funcionaron como nexo entre la embajada
y las personas afectadas, gestionando asistencia económica
para su retorno.
Más allá de las posibilidades de acción de cada una de
estas instituciones, en ambos casos sus referentes resaltaron
la agudización de las problemáticas sociales y económi-
cas incrementadas durante la pandemia con la consecuen-
te profundización de las desigualdades estructurales en las
que ya se encontraban muchos/as vecinos/as del área. Un
dirigente detallaba:

Una de las problemáticas más grandes que hay en estos


momentos con, no solamente la colectividad paraguaya sino
las diferentes colectividades es que dejaron de trabajar.
Mucha gente trabajaba en negro, mucha gente que trabajaba
en blanco tampoco recibe o recibe la mitad de lo que estaban
cobrando. Y mucha gente que conozco fue expulsada de los
alquileres que vivían. Entonces, una de las problemáticas más
grandes que tenemos es eso. Tenemos un decreto de que no
pueden desalojar, el problema es que cuando la pandemia ter-
mine y la gente tenga que empezar a buscar un trabajo nuevo,
ya les preocupa saber que van a tener que estar en la calle y
no tener un lugar adonde refugiarse (entrevista al director de
PAPPEM).

Además, el Deportivo Paraguayo también funcionó


como vacunatorio con una amplia concurrencia:

Gracias al trabajo de la institución pudimos conseguir para


vacunar a muchos compatriotas y a muchos vecinos del
club en Buenos Aires, acá en González Catán, en el Club

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96 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

Atlético Deportivo Paraguayo […] 1.500 personas sin turno,


fue impresionante, dos cuadras y media de cola con gente sin
turno esperando para vacunarse (entrevista a miembro de la
Comisión Directiva CADP).

Se puede decir que, más allá del contexto de pandemia,


la visibilidad y la conformación de redes en las asociaciones
les dan un margen de acción más importante y las fortale-
cen. Así, en momentos de agudización de las necesidades en
los territorios, estas dos instituciones activaron sus contac-
tos para atender las urgencias a partir de estrategias especí-
ficas para compatriotas (como las asociadas a la documen-
tación) y otras más generales vinculadas a la emergencia
alimentaria.

Más allá (y más acá) de lo migratorio: Mesas


Territoriales organizadas por el municipio

En La Matanza, las Mesas Territoriales cobraron impul-


so durante el año 2018, como estrategia del municipio
para gobernar y abordar la complejidad del extenso parti-
do procurando lógicas descentralizadas. Las observaciones
participantes en las Mesas Territoriales de González Catán
formaron parte de las técnicas de recolección de datos
implementadas desde junio de 2018. Sin embargo, con el
advenimiento de la pandemia y de las medidas de aisla-
miento y distanciamiento que le sucedieron, adquirieron
mayor relevancia, constituyéndose como las instancias que
posibilitaron el contacto con el territorio y la continuidad
del trabajo de campo. Luego de verse interrumpidas duran-
te la primera mitad del año, las reuniones se retomaron,
pero de manera virtual, el 9 de junio de 2020. A partir de
esa fecha, se recuperó también la frecuencia habitual que se
había sostenido hasta diciembre de 2019 con un encuentro
mensual. Los intercambios dentro del chat grupal consti-
tuido en WhatsApp desde la creación de la Mesa Territorial

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 97

se tornaron protagónicos como plataforma prioritaria de


comunicación. Para analizar el impacto de la pandemia en el
marco de estas instancias, donde el municipio busca articu-
lar con una diversidad de actores territoriales, se definieron
algunas dimensiones.

Modalidad y estructura de las reuniones


Antes de la pandemia, la modalidad de las mesas implicaba
encuentros mensuales en sedes rotativas, donde se busca-
ba garantizar una diversidad territorial e institucional que
abarcara distintas áreas dentro de la amplia superficie que
cubre la mesa dentro de una parte de la localidad de Gonzá-
lez Catán. La suspensión de las reuniones se extendió desde
marzo hasta junio y su reformulación en formato virtual se
definió a partir del uso de la plataforma Zoom. Es intere-
sante mencionar que, en una primera etapa, este cambio
de modalidad implicó que el grupo de WhatsApp también
funcionara como instancia de capacitación en lo que refería
al uso de tecnologías para la comunicación virtual. Así, por
ejemplo, en las convocatorias a las primeras reuniones vir-
tuales, se enviaban también tutoriales para el uso de Zoom
y el hipervínculo para la descarga del programa.
Vale resaltar que, a pesar de las dificultades de acceso
a dispositivos y a buena conectividad, de la clara existencia
de una brecha digital, entendida como las desigualdades en
el acceso a TIC (tecnologías de la información y la comu-
nicación), la participación en las mesas aumentó significati-
vamente. Ahora bien, en este punto cabe preguntarse si este
incremento se debió solo a las facilidades que la modali-
dad virtual otorgó en términos de optimización de tiempo
y dinero o si también estuvo vinculado con la escasez de
recursos y la agudización de las necesidades básicas que el
aislamiento provocó y la necesidad de generar redes para
resolver problemas en ese contexto. Por momentos, parece-
ría que la mesa era uno de los pocos espacios a los que era
posible recurrir en búsqueda de alguna respuesta.

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98 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

Respecto a la estructura de las reuniones, durante el


2019 se habían propuesto dos comisiones al interior de
la mesa: una dedicada a la familia y otra específica para
promover la participación de jóvenes. Estas comisiones se
desdibujaron durante la modalidad virtual y las reuniones
funcionaron sin subdivisiones por grupos. A fines del 2020,
dado el contexto de pandemia y la relevancia que adqui-
rieron determinados temas, se propuso la creación de una
nueva comisión dedicada a la salud. Sin embargo, apenas
alcanzó a concretar una única reunión virtual específica.
A principios del 2022, se retomó la modalidad pre-
sencial y las reuniones mensuales volvieron a ser rotativas
entre sedes de diferentes organizaciones o instituciones.
En este marco, resultado de las problemáticas emergen-
tes en las reuniones, surgió la necesidad de desdoblar las
reuniones y crear dos comisiones específicas con reunio-
nes mensuales que funcionen en diferentes días y horarios:
la comisión de espacio público y, nuevamente, la comisión
de salud. La intención de conformar la primera solo fue
materializada en una reunión con pocos actores y conflic-
tos emergentes difíciles de solucionar con las herramientas
de las instituciones en la escala local, como el asfaltado de
calles y mejoras estructurales de equipamiento urbano. En
contraposición, la segunda comisión se logró sostener en el
tiempo. En sus reuniones no solo participan miembros de la
Mesa Territorial Zonal de González Catán, sino que además
se fusionó con la Mesa Territorial Laferrere Norte – Rafael
Castillo Sur. Por esta razón, los encuentros se caracterizan
por ser muy numerosos (alrededor de 30 personas) y por
una fuerte presencia de promotoras de salud.

Integrantes que participan


El cambio de modalidad en las reuniones promovió la
participación de mayor cantidad de personas y, a su vez,
modificó su perfil. En las reuniones presenciales previas al
inicio de la pandemia, la falta de asistencia a los encuentros

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 99

se planteaba como un problema recurrente y, en algunos


casos, los asistentes no alcanzaban a superar las 12 per-
sonas. Esta situación se revirtió registrándose un nivel de
participación más numeroso durante la modalidad virtual,
que alcanzó un pico máximo de 38 participantes en la mesa
de julio del 2020. Estos cambios implicaron también nuevas
representaciones, especialmente de instituciones educativas
(dedicadas entonces a la distribución de bolsones de ali-
mentos) y religiosas, merenderos y comedores, todos acto-
res que tomaron nuevos roles durante la pandemia. Con la
vuelta a la presencialidad, la participación en las mesas de
un mayor número de personas se sostuvo, al menos hasta
mediados del 2022.

Temas abordados
Las problemáticas más recurrentes en las discusiones de las
mesas previas a la pandemia se pueden resumir en temáticas
asociadas a violencia intrafamiliar, violencia institucional,
“sentimientos de inseguridad” (Kessler, 2011), participación
de jóvenes y consumos problemáticos (Matossian y Abal,
2019). Durante el 2020, la agenda de temas se modificó
sustancialmente, siendo la asistencia alimentaria y la entre-
ga de productos de limpieza dos temas centrales. Circu-
laron también distintos tipos de informaciones vinculadas
a las características de la COVID-19, síntomas y primeras
recomendaciones frente a los casos que se comenzaban a
registrar en el distrito y, en ocasiones, se problematizó la
estigmatización de quienes se enfermaban o de quienes no
podían cumplir el aislamiento por verse obligados/as a salir
a trabajar (fueran o no esenciales).
Durante el 2021, la campaña de vacunación se tor-
nó prioritaria, especialmente la articulación de las distin-
tas instituciones para promover su alcance territorial. Se
organizaron nodos o mesas de inscripción para facilitar el
proceso a quienes no podían hacerlo de manera virtual por
falta de acceso a dispositivos o a conexión de internet. Estos

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100 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

nodos estaban distribuidos en puntos y momentos estraté-


gicos, como, por ejemplo, en las escuelas, los días y horarios
en los que se entregaban bolsones de alimentos.
Otra de las actividades organizadas desde las Mesas
Territoriales en pandemia en los momentos de necesida-
des más críticas y restricciones de movilidad más estrictas
fue la distribución y entrega de mercadería ofrecida por el
municipio a diferentes comedores, ollas populares y copas
de leche. Tal como se estudió para otros casos dentro de los
partidos del Gran Buenos Aires, durante el ASPO “la falta
de ingresos ha puesto en riesgo la seguridad alimentaria”,
lo que provocó “una multiplicación de ollas populares en la
zona” (Gavazzo y Penchaszadeh, 2020: 52).
Más adelante, se sumaron otros temas vinculados a la
prevención y promoción de la salud, tales como la creación
de nodos saludables o la articulación con la Secretaría de
Salud del municipio para organizar operativos de autotoma
para el test del VPH. La participación política de jóvenes
que se presentaba como un eje central durante el 2019 se
mantuvo relativamente suspendida.
Por último, también emergieron conflictos internos
que en otro contexto no eran tan visibles. Por ejemplo, ante
la escasez de recursos, la difusión de la información fue
problematizada en más de una oportunidad y se tornó obje-
to de tensiones. Mientras que algunos actores reclamaban
no tener conocimiento sobre la realización de determinado
operativo (de testeo, vacunación, distribución de mercade-
ría, etc.), los/as referentes del municipio cuestionaban la
difusión indiscriminada de dicha información y reclamaban
ser mediadores/as y evaluar el suministro de información
según el caso.

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 101

Consideraciones finales

Boaventura de Sousa Santos comienza su libro La cruel peda-


gogía del virus preguntándose si “la verdad y la calidad de
las instituciones de una sociedad determinada se conocen
mejor en situaciones normales, de normal funcionamiento,
o en situaciones excepcionales, de crisis” (De Sousa Santos,
2020: 19). El autor responde la pregunta afirmando que,
sin duda, en ambos casos se produce conocimiento y repre-
gunta entonces qué conocimiento potencial proviene de la
pandemia de coronavirus. En este trabajo se ha intentado
avanzar en respuestas parciales a esta pregunta.
Hasta aquí, se han analizado la reacción de distintos
tipos de instituciones y las estrategias desplegadas por estas
dentro de una localidad caracterizada por una importante
presencia de migrantes y una alta informalidad en torno al
trabajo y al hábitat. Frente a la gravedad del contexto, en
una primera etapa, las organizaciones, junto con los Esta-
dos en sus distintos niveles, han buscado articular esfuerzos
para dar respuesta a las situaciones de emergencia, espe-
cialmente en lo que respecta a la asistencia alimentaria y de
recursos de higiene y a la cuestión documentaria. En una
segunda instancia, la prevención, la promoción y los cuida-
dos de la salud adquirieron una centralidad que no tenían
antes del 2020 y que, de alguna manera, expresan parte
del impacto simbólico que tuvo la pandemia. En contrapo-
sición, se relegaron discusiones y acciones vinculadas con
la participación política y los proyectos a mediano o largo
plazo tales como las mejoras en los barrios.
En las instituciones que no están directamente vincula-
das a la comunidad paraguaya, el modo en el que emerge lo
migratorio se puede leer en clave de continuidad con lo que
ocurría antes de la pandemia. En el caso de las Mesas Terri-
toriales, no fue (ni antes ni durante la pandemia) un tema al
que se le diera prioridad desde la coordinación. Sin embar-
go, emerge de manera espontánea y contundente en con-
sultas, relatos de experiencias o dificultades concretas. Las

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102 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

instituciones creadas por la propia comunidad paraguaya


fortalecieron durante la pandemia sus redes preexistentes
tanto para paliar situaciones de emergencia generales, como
la entrega de alimentos y la participación en la campaña
de vacunación, como para atender situaciones particulares
vinculadas a la condición migratoria, como la asistencia en
la tramitación de los documentos y la ayuda a las personas
paraguayas que requerían retornar a su país frente al cierre
de fronteras.
Así, tal como señala Herrera (2021: 112):

La pandemia exacerbó desigualdades existentes y mostró que


el lugar donde se habita, el tipo de trabajo que se realiza y
la condición jurídica con la que se cuenta no solo afectan el
acceso a derechos fundamentales, como el trabajo, la salud y
la educación, sino que la misma supervivencia está en entre-
dicho para la población migrante.

Esta última reflexión refuerza la importancia de con-


tinuar estudiando las desigualdades desde una perspectiva
interseccional, que dé cuenta de las diferentes expresiones
en que estas se manifiestan, especialmente para las perso-
nas migrantes residentes en espacios de hábitat popular con
fuertes rasgos de informalidad.
En este sentido, retomando la pregunta de De Sousa
Santos, se puede decir que la pandemia ha dado lecciones
sobre la fragilidad de la vida en contextos de intersección y
profundización de las desigualdades, pero también ha ense-
ñado sobre la importancia y la potencia de la organización
en los territorios.

Bibliografìa citada

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Trabajo rural e in-movilidades
en tiempos de pandemia

Reflexiones desde las implicancias


de la investigación

VERÓNICA TRPIN, SORAYA ATAIDE Y SILVIA MORENO

Investigadoras en pandemia

Las movilidades hilvanan territorios distantes, construyen


trayectorias personales y familiares y nutren historias de
despojos y precariedad que se vieron modificadas durante
la pandemia iniciada en 2020 a nivel mundial.
En nuestro país, ante la propagación del COVID-19, en
el mes de marzo se estableció el aislamiento social, preven-
tivo y obligatorio (ASPO, Decreto 297/2020). Esta medi-
da implicó para todxs restricciones de circulación o “in-
movilidades” (Glick Schiller y Salazar, 2015), por lo que la
consigna del Estado nacional expresada en el “#Quedateen-
casa” supuso para algunxs una cuarentena segura, al tiempo
que se transitaron procesos que involucraron un confina-
miento temporal con sobrecarga de trabajos de cuidados.
Por otra parte, el aislamiento implicó una desarticulación
de tramas territoriales, la reducción de sus ingresos o la
imposibilidad de generarlos, y la modificación de condicio-
nes de trabajo, entre otros cambios.
En este contexto, y considerando las trayectorias de
investigación que compartimos en temáticas que vinculan
trabajo y migración, nos vimos interpeladas en los primeros
meses del ASPO por la situación de cientos de migrantes que
conocemos y a través de lxs cuales nos llegaban demandas

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106 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

que requerían soluciones urgentes, vinculadas a personas


que no podían regresar a sus provincias y países de origen,
migrantes sin ingresos por haber trabajado en circuitos no
formalizados, personas con trámites migratorios vencidos o
con amenazas de desalojos o necesidades alimentarias. Las
redes de contactos se activaban diariamente involucrando a
organizaciones sociales o agentes estatales de modo de sos-
tener la vida de aquellxs que en algún momento habían sido
“nuestrxs informantes”.
Entre las problemáticas que requerían respuestas y que
reflejaban condiciones de trabajo históricamente precari-
zadas, se encontraba la de lxs migrantes rurales varadxs,
quienes se movieron desde su lugar de origen –provincias
del noroeste argentino (NOA) y el sur de Bolivia– para
emplearse en las cosechas temporarias del verano en las
provincias de Río Negro y Mendoza. Los aportes de este
escrito reflejan la inquietud por las estrategias que debimos
sortear para dar cuenta de las condiciones de trabajo en las
que se encontraron intempestivamente, así como las afec-
taciones que debimos asumir como investigadoras situadas
en los territorios en los que circulan lxs migrantes rurales.
Ante las urgencias, fuimos parte de tramas de cuidados: la
pandemia resultó un escenario para evidenciar la impor-
tancia de la sostenibilidad de la vida y las múltiples articula-
ciones necesarias para garantizar respuestas a los procesos
vitales amenazados.

Circular entre cosechas en pandemia

En las primeras semanas del ASPO, las radios y los periódi-


cos locales en los valles irrigados de Río Negro y en Men-
doza no tardaron en dar cuenta de la situación sanitaria
mundial y nacional ante una pandemia que imprevistamen-
te trastocó la vida en todo el mundo. Sin embargo, las pro-
blemáticas regionales comenzaron a circular, especialmente

teseopress.com
(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 107

en relación con lxs trabajadorxs varadxs que estaban cose-


chando frutas y verduras y que forman parte de extensas
movilidades a nivel nacional e internacional.
En nuestro país, han sido ampliamente estudiadas las
condiciones de trabajo de miles de cosechadorxs estacio-
nales en diversas regiones a lo largo del país, que también
motivan desplazamientos desde países vecinos. Particular-
mente en la región del NOA, las estructuras agropecuarias
o agroindustriales han tenido fuerte incidencia en las acti-
vidades regionales y en los desplazamientos temporarios
de población, tanto de la propia región como del sur y los
valles de Bolivia. Las principales producciones agrícolas se
sitúan en las áreas más fértiles: el llamado “ramal Salta-
Jujuy”, el valle de Lerma en Salta y la zona húmeda del
este tucumano. Estas áreas se conformaron históricamente
en torno a monocultivos como el azúcar o el tabaco, cuya
producción demandó, desde sus inicios, mano de obra esta-
cional. Estos requerimientos generaron a partir de princi-
pios del siglo XX, desplazamientos de trabajadorxs para la
época de cosecha. Sin embargo, en períodos de intercosecha
se producían índices elevados de subempleo y desempleo,
situación que fue generando la búsqueda de alternativas
laborales extralocales. Con el correr del tiempo, se fueron
configurando circuitos migratorios que articularon áreas
productivas complementarias. De esta manera, la migración
fue incorporándose como estrategia de reproducción social
de numerosas familias (Steimbreger, Trpin y Bendini, 2012).
Esta situación, característica de los mercados de tra-
bajo agrario en la Argentina, se vio afectada desde marzo
del 2020 por los efectos del establecimiento del aislamiento
social, preventivo y obligatorio (Decreto 297/2020). Esta
medida implicó para lxs trabajadorxs quedar inmovilizadxs
en chacras y fincas en el momento en que se desarrollaba el
período de mayor concentración de mano de obra para la
cosecha de frutas y hortalizas. Luego de sortear diferentes
fronteras y controles provinciales para llegar a sus hoga-
res en 2020, la continuación de las tareas temporales en

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108 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

las actividades agrarias regionales reflejó en 2021 múltiples


dificultades en los traslados de trabajadorxs y en la aplica-
ción de protocolos en los lugares de destino.
Tal como adelantamos, el aislamiento encontró a lxs
trabajadorxs estacionales en dos regiones en particular: la
zona cuyana –empleándose principalmente en la cosecha
de uva y otras frutas y hortalizas– y el alto valle y valle
medio de Río Negro –realizando la recolección de peras y
manzanas–. En ambos casos, se trata de economías regio-
nales que han surcado procesos de reconversión productiva
para insertarse en los mercados globalizados en los que se
combina la flexibilidad productiva con el uso de trabajo
precario (Bendini y Lara Flores, 2007). El aislamiento social,
preventivo y obligatorio se produjo en el momento de
mayor actividad dentro de estas economías regionales. No
obstante, las disposiciones del decreto dictado por el Poder
Ejecutivo nacional (Memo, 23 de marzo de 2020) califica-
ron a la actividad agrícola como “esencial”, exceptuándola
de la cuarentena.
En Mendoza, la Federación de Empleados y Obreros
Vitivinícolas y Afines (FOEVA) interpuso un recurso para
denunciar numerosos casos de incumplimiento del pro-
tocolo vigente, aunque las cosechas continuaron luego de
alcanzarse un acuerdo con las cámaras empresarias (FOE-
VA, 2020). La rapidez en las gestiones para atender la
situación de los viticultores mendocinos contrastó semanas
más tarde con una ausencia de medidas e intervenciones
para atender a lxs cosechadorxs que intentaban retornar a
sus provincias. En este marco, familias completas quedaron
abandonadas a su suerte por varios días en la terminal del
Sol y otras tantas en los campos de cultivo, sin posibilidad
de obtener los permisos de circulación otorgados por los
gobiernos provinciales y el Estado nacional. Los medios
nacionales y provinciales se hicieron eco de la situación a
través de titulares que hacían hincapié en la racialización
naturalizada de los cuerpos –al parecer “descartables”– de

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 109

estas familias trabajadoras, cuya salud no parecía importarle


a nadie. Ante la falta de respuesta de las autoridades, fueron
las organizaciones sociales y de derechos humanos quienes
tendieron una mano de solidaridad a partir de la provisión
de comida, abrigo y elementos de higiene para lxs trabaja-
dorxs varadxs. Ante la demora del Estado en la gestión de
estos viajes, fueron lxs mismxs trabajadorxs, empresas de
transporte, algunos gremios y redes de ayuda los que auna-
ron esfuerzos para comenzar las repatriaciones nacionales
(De Rossi, 20 de mayo de 2020). Estos reclamos permitieron
incluirlxs semanas más tarde dentro del operativo Regreso
Seguro a Casa, lanzado por el Ministerio de Turismo para
atender la situación de lxs turistas, a quienes se brindó
un trato claramente diferencial en el contexto pandémico
(Moreno y Salatino, 2021).
En Río Negro, la recolección de frutas se extendió
incluso durante el mes de abril del año 2020, por lo que fue
necesario que los organismos estatales establecieran medi-
das preventivas que obligaran a las empresas a proveer a lxs
trabajadorxs de elementos de seguridad –guantes, barbijos,
anteojos de protección– y de higiene –como agua, jabón y
toallas de papel descartable para el secado–. También para
su traslado durante la cosecha se establecieron requisitos de
higiene como la desinfección de los vehículos antes y des-
pués de cada viaje, y el respeto de un número adecuado de
ocupantes, a fin de garantizarse el distanciamiento mínimo.
Sin embargo, rápidamente se difundieron las denuncias por
el incumplimiento de dichas condiciones de trabajo en el
marco de la declaración de la pandemia (Trpin, Moreno y
Ataide, 2020). Según trascendió de la entidad gremial que
nuclea a lxs trabajadorxs rurales, se corría el rumor de que
querían “subirlos a un colectivo” y que quedasen “varados
en otra provincia y no hacerse cargo”. El Gobierno pro-
vincial propuso, desde la coordinación con el Ministerio
de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación, un
retorno escalonado y progresivo, lo cual implicó que lxs

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110 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

trabajadorxs permanecieran más tiempo en sus lugares de


trabajo, expuestxs a condiciones de precariedad y de riesgo
sanitario.
Tanto en Mendoza como en Río Negro, estos circuitos
han estado pendientes de las posibilidades de la resolución
de una diversidad de situaciones, incluso cobijando a traba-
jadorxs oriundxs de Bolivia que, habiéndose trasladado por
la cosecha y frente a la imposibilidad de poder volver a su
país, tuvieron que permanecer con familiares o conocidxs o
en espacios ofrecidos por los gobiernos locales.
Concomitantemente, en marzo del 2020, el Gobierno
de la provincia de Salta (lugar de origen de muchxs de
aquellxs trabajadorxs temporarixs afectadxs por el ASPO)
anunció la Ley 8.188 –decreto de necesidad y urgencia 250/
2020–, con que declaraba así el estado de emergencia sani-
taria en la provincia y la creación de un Comité Operativo
de Emergencia (COE). En el mes de abril, el COE prohibió
el ingreso a Salta y el tránsito de transporte de pasajerxs
de mediana o de larga distancia que no cumpliera con el
protocolo de control del transporte. En este contexto, algu-
nos medios de comunicación visibilizaron la situación de
algunxs trabajadorxs estacionales que, al intentar ingresar
a la provincia vía terrestre, permanecieron por varios días
esperando en la ruta dado que la policía les impedía el
paso (El Tribuno, 31 de julio de 2020). Esto sucedió en la
ruta nacional n.° 34, en el puesto de control de Antillas en
Rosario de la Frontera, en el límite sur con Tucumán, pero
también en el ingreso a Salta capital por el puesto de la ex-
Autopista del Norte (AUNOR).
Estos elementos de control utilizados por el Gobierno
provincial junto con el cierre de las fronteras internacio-
nales decretado por el Gobierno nacional (DNU 274) para
mitigar los efectos del COVID-19 resultaron en verdaderos
obstáculos a la movilidad tanto de lxs trabajadorxs salteñxs
como de bolivianxs que pretendían regresar a sus hogares,
dado que Salta también oficia como frontera internacional,

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 111

y en estos circuitos se combinan trabajadorxs de diver-


so origen provincial e internacional. Estxs trabajadorxs no
solo tuvieron dificultades para conseguir un transporte que
les permitiera retornar a las provincias del norte, sino que
inclusive se encontraron con la frontera sanitaria estableci-
da al ingresar a Salta. En esa instancia, desde el Ejecutivo
provincial, se marcó a lxs trabajadorxs temporarixs como
responsables de poner en riesgo de salud a sus coprovin-
cianxs. Esto se evidenció cuando el gobernador de la pro-
vincia apeló a la figura de “delincuentes” para referirse a
lxs trabajadorxs salteñxs que, sorteando verdaderas vicisi-
tudes, lograron retornar. En un mensaje desde la Casa de
Gobierno, el gobernador anunció: “La cuarentena para los
salteños debe seguir hasta el 10 de mayo, como a nivel nacio-
nal, porque un ‘delincuente’ obrero golondrina se le ocurrió
volver a su casa, escondido en un colectivo…”. Y remarcó:
“¿Qué le costaba hacer la cuarentena en Río Negro?” (Prensa
Obrera, 29 de abril de 2020). A raíz de este discurso, un
juez federal de garantías formalizó la imputación para esta
persona, bajo el argumento de propagar una enfermedad
peligrosa y contagiosa para lxs salteñxs.
Posteriormente, el Gobierno provincial dispuso que lxs
trabajadorxs “golondrinas” que fueran ingresando a la pro-
vincia debían realizar la cuarentena en un hotel asignado
a tal fin, en el centro de la ciudad, aun ante el pedido
de lxs propixs trabajadorxs de transitar la cuarentena en
sus municipios (que en su mayoría se encontraban alejados
de la capital provincial). A medida que esta disposición se
fue concretando, medios de comunicación del ámbito local
dieron cuenta de reclamos por parte de lxs trabajadorxs,
por recibir malos tratos en el hotel y por los horarios de la
comida y la falta de limpieza (El Tribuno, 2 de mayo de 2020).
Aquellxs que lograron arribar a sus localidades, por ejemplo
en Pichanal, tuvieron que realizar la cuarentena en la ter-
minal de ómnibus. Esta situación contrastó con la cuaren-
tena segura y “en casa” permitida a las personas de sectores

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112 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

privilegiados, que llegaban a la provincia vía el Aeropuer-


to Internacional Ministro Pistarini, conocido comúnmente
como Aeropuerto Internacional de Ezeiza.

Luces y sombras en la producción federalizada


de datos sobre migrantes en el aislamiento

Ante la problemática experimentada por lxs migrantes


en todo el país como consecuencia de la pandemia de
COVID-19 y del ASPO y de las urgencias socioeconómicas
que emergieron ante la falta de respuesta del Estado en
sus distintas escalas frente a la situación particular de la
población migrante, investigadorxs de distintos puntos del
país participamos de la generación de información sobre la
situación de este sector. Las necesidades de diversos colec-
tivos migrantes que nos llegaban en forma particular y la
falta de una mirada integral y federal de los cambios que
las medidas de aislamiento implicaron para esta población
se transformaron en una motivación que convocó a acadé-
micxs y organizaciones sociales a trabajar articuladamente.
En el mes de abril de 2020, a pocas semanas de declara-
do el ASPO, desde el espacio Agenda 2020 se activaron una
serie de acciones a las que nos sumamos. Cabe señalar que
el Espacio Agenda Migrante 2020 está conformado por más
de 100 organizaciones de migrantes y de derechos humanos
e instituciones académicas que coinciden en la necesidad
de tratar los temas relativos a las migraciones de manera
integral e incidir en el diseño de las políticas públicas desde
una perspectiva de derechos humanos (CELS, 2019).
A través de las redes sociales y de WhatsApp, fueron
consultadas 1.266 personas migrantes, solicitantes de asilo,
refugiadas y beneficiarias de visados humanitarias. De for-
ma complementaria se realizaron 33 entrevistas a referen-
tes de organizaciones y colectivos migrantes del país.

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 113

A mediados de ese año, ante la continuidad del ASPO,


participamos de la primera edición de la Encuesta Nacional
Migrante de Argentina (ENMA), como parte del equipo de
investigadorxs nucleado en el Eje Migración y Asilo de la
RIOSP-DDHH (Red Institucional Orientada a la Solución
de Problemas en Derechos Humanos) del CONICET, en
articulación con un conjunto de organizaciones y referen-
tes migrantes de la sociedad civil del país. La ENMA estuvo
disponible online entre octubre y noviembre, relevando la
información de 3.114 migrantes de todo el país. Ante la
imposibilidad de salir “al campo”, tanto la difusión de la
propuesta como el envío del formulario se hicieron a través
de redes sociales, radios comunitarias, medios de comuni-
cación, entre otras vías, lo que supuso una robusta campaña
de comunicación y amplificación a fin de llegar a todas las
regiones del país, colectivos nacionales y perfiles sociode-
mográficos diversos.
La etapa de análisis se realizó en grupos de trabajo a
partir de 12 bloques temáticos específicos. En este perío-
do participamos con una multiplicidad de colegas y espe-
cialistas externxs que fueron convocadxs oportunamente
(Debandi, Nicolao y Penchaszadeh, 2021). Como puede
verse, ambas encuestas brindan información de relevancia,
con un alcance nacional (obtuvo respuestas de distintas
regiones del país), en torno a las experiencias migrantes
en diversos aspectos de sus vidas. Es importante reconocer
que presentan cierto limitante respecto de la representati-
vidad estadística, pero que, no obstante, dada su finalidad
exploratoria, visibilizaron ciertas urgencias y vivencias que
fueron necesarias presentar.
Los objetivos de estas iniciativas estuvieron dirigidos
a producir información actualizada, objetiva y de primera
mano que permitiera, por un lado, dar cuenta de las principa-
les problemáticas experimentadas por la población migran-
te en Argentina y, por otro, fundamentar recomendacio-
nes en materia de políticas públicas desde una perspectiva

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114 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

de derechos humanos. Si bien estuvieron gestadas con un


espíritu federal que atendieran las diversidades territoria-
les que vivencian lxs migrantes, un limitante a la hora de
relevar información estuvo asociado con la imposibilidad
de descentrar el urbano-centrismo de los datos y alcanzar
el registro de aquellxs migrantes residentes en zonas dis-
tantes de los centros urbanos, con diferentes dificultades de
accesibilidad a internet. La concentración demográfica en
el área de CABA, la región metropolitana y del centro de
país centralizó el mayor porcentaje de respuestas.

Ampliando tramas de cuidados

La sistematización federal de información tuvo como


soporte nuestras propias tramas territoriales y las de las
organizaciones y los colectivos sociales. Dichas personas
transmitían con preocupación, en el inicio de las medidas
de aislamiento, la urgente demanda de alimentos o traba-
jo, espacios para residir ante contratos de alquiler que no
pudieron pagarse, además de la necesidad de resolver trá-
mites vencidos y consultar por circuitos de retornos a los
lugares de residencia habituales.
La posibilidad de contactar a migrantes se expandió en
un ida y vuelta en el que las demandas de dicha población
debieron ser canalizadas a través de diferentes estrategias.
Visibilizar su situación no bastó. A partir de nuestras tra-
yectorias de investigación en migración y trabajo en espa-
cios agrarios, las urgencias de aquellxs que hasta entonces
habían sido nuestros “informantes” nos situaron en un esce-
nario desconocido para nosotras: fortalecer la apuesta por
no reproducir una investigación “indiferente” (Restrepo,
2016) y formar parte de tramas de cuidados que nos ubican
en una situación de compromiso y confianza con la pobla-
ción con la que nos relacionamos. Se reforzaron redes pre-
vias y se activaron nuevas, conectando actores de diversa

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 115

filiación: integrantes de organizaciones sociales, agentes del


Estado, comunicadorxs, empresas de transporte, lxs propios
trabajadorxs y sus familias, entre otros, quienes, en el marco
de alianzas territorializadas, accionamos de distinta forma
para contribuir a sostener la vida y garantizar los procesos
vitales amenazados.
Desde una concepción amplia del cuidado que lo con-
cibe como un continuum de cuidado-autocuidado-interde-
pendencia (Comas d’Argemir, 2017), ponemos el acento en
las dependencias intrínsecas al ser humano en términos de
una trama social, que complejiza la idea de una relación
unidireccional con asimetrías fijas y estables entre sujetos
que cuidan y otrxs que son cuidadxs. Este corrimiento ana-
lítico permite comprender cómo los cuidados comunita-
rios adoptan las características de “bien público” (Esquivel,
2011) y, desde allí, pensarlos como un asunto social y polí-
tico con repercusiones en las políticas públicas. Por tanto,
al considerar estos nuevos modos de provisión de bienestar
y de satisfacción de necesidades (Castilla, Kunin y Esmoris,
2020), podemos complementar las miradas que estudian el
cruce entre la familia, el mercado, el Estado y la comunidad.
Tal como advierten Castilla, Kunin y Esmoris (2020):

Se requiere poner en agenda los modos a partir de los cua-


les diversos actores sociales realizan prácticas de cuidado de
“amplio espectro” (Kunin, 2019). Por esto, sostenemos la nece-
sidad de analizar las nociones émicas de cuidado en nuevas
espacialidades como, por ejemplo, el “barrio” o el “ambiente”,
o la continua circulación de sujetos de cuidado entre diferen-
tes unidades domésticas –no familiares–, lo que nos lleva a
considerar nuevas espacialidades de cuidado (p. 7).

En el caso de lxs trabajadorxs rurales migrantes


cuya movilidad configura amplios territorios circulatorios
(Tarrius, 2000), abordar los cuidados desde estas perspecti-
vas puede significar la apuesta por pensar desde las tramas
sociales ampliadas que fueron desplegadas por las organiza-
ciones sociales, los sindicatos, lxs agentes estatales durante

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116 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

la pandemia. La urgencia de saldar los efectos devastadores


en términos económicos y sociales de las medidas de aisla-
miento propició el despliegue de articulaciones situadas y
estrategias territoriales que configuraron nuevas espaciali-
dades, actores y redes de cuidados.
Como investigadoras, el contexto de pandemia implicó
producir conocimiento situado y comprometido, pensán-
donos desde la urgencia de los colectivos con los que tra-
bajamos, al mismo tiempo que reconocernos como parte de
dichas tramas de cuidados que se ampliaron. La pregunta
sería cómo proyectar nuestra escritura de tales procesos de
los que participamos y de los que no salimos “ilesas”.

Bibliografía citada

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de trabajo en México y Argentina. Un estudio compa-
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dios Sociales. IDAES, UNSAM.
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Poniendo a los cuidados en el centro de la agenda. Panamá:
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El Tribuno (31 de julio de 2020). Quedaron varados y duer-
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118 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

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Memo: Política, Economía y Poder (23 de marzo de 2020).
Cosecha: 18 cámaras empresarias le responden al sin-
dicato vitivinícola. Recuperado de bit.ly/3YJET6H.
Página 12 (3 de mayo de 2020). El estigma que cargan los
trabajadores cíclicos. Recuperado de bit.ly/3JYYknV.
Trpin, V, Ataide, S. y Moreno, S. (12 de mayo de 2020). Tra-
bajadorxs temporarixs en el aislamiento: varados en las
fincas y chacras. Pescado Fresco. Recuperado de bit.ly/
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¿Círculo virtuoso
o causación acumulativa?

Pensando las movilidades como generadoras


de migraciones

CECILIA JIMÉNEZ ZUNINO

La internacionalización figura como uno de los horizon-


tes planteados por Unesco hacia donde deberían confluir
algunos tramos formativos de las universidades. Diversas
iniciativas han proliferado para fortalecer vínculos entre
universidades mediante variados dispositivos (movilidad de
alumnos y docentes, estadías cortas, recepción de estudian-
tes extranjeros, proyectos de cooperación y colaboración,
reconocimiento de créditos, investigaciones colaborativas
con partners extranjeros, etc.) (Didou, 2017). Estas movi-
lidades suceden en espacios estratificados y jerarquizados,
siendo la internacionalización de los currículums una espe-
cie de imperativo de la movilidad (Gómez y Vega, 2018): con-
seguir títulos en centros académicos de prestigio o realizar
estancias académicas forma parte de las apuestas para con-
seguir mejores empleos con mayor estabilidad y recono-
cimiento. En un contexto fuertemente competitivo (regido
por rankings de excelencia entre universidades), la interna-
cionalización aparece como una apuesta institucional, que
es utilizada por los agentes para sus estrategias de repro-
ducción social.
En este texto quiero compartir una experiencia de
investigación sobre la internacionalización de estudiantes
que realicé a partir de un Servicio Tecnológico de Alto
Nivel de CONICET (STAN ST 4954) con la Prosecretaría

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120 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional


de Córdoba (PRI-UNC). En ella buscaba conocer los perfi-
les de los estudiantes (por razones fonéticas, usaré aquí el
masculino genérico) que se benefician de los programas de
movilidad saliente de la Universidad Nacional de Córdo-
ba, Argentina (UNC), partiendo de la hipótesis de una alta
selectividad de quienes participan en ellos.
La investigación comenzó en 2019, antes de la pande-
mia, pero, dada la dispersión geográfica de la muestra, ya
me había planteado hacer una encuesta online como las que
a partir de 2020 se hicieron comunes. La fase cuantitativa
del estudio consistió en la aplicación de un cuestionario
a todos los estudiantes beneficiarios de los programas de
movilidad de salida en los que participa la UNC. A través
de una encuesta diseñada por mí en Google Forms, se rele-
varon 239 casos de los 1.403 que conforman el universo de
jóvenes de entre 25 y 35 años que habían realizado expe-
riencias de movilidad saliente entre 2006 y 2019.
El objetivo de la encuesta fue indagar acerca de las
posibilidades desiguales para trazar experiencias de movi-
lidad internacional de los becarios, estudiantes de las dife-
rentes carreras de la UNC que realizan estas experiencias.
Les pregunté sobre algunos indicadores que proporcionan
información acerca de su origen social, como el trabajo del
padre y de la madre, la cantidad de hermanos, los niveles
educativos de todos y su lugar en la fratría. También indagué
sobre el tipo de escolarización de la educación secundaria
(pública o privada, religiosa o laica), los niveles de idiomas
y la realización de posgrados. Otro bloque de preguntas fue
específico sobre la propia experiencia de “internacionaliza-
ción”, respecto a los contactos, los conocimientos, la incor-
poración en equipos, etc.
En otros textos (Jiménez Zunino, 2020, 2021), he ana-
lizado estos datos desde la selectividad social que suponen
las instancias de internacionalización, dados los capitales
de partida que presuponen: además del manejo de lenguas
(especialmente inglés), el 70 % de quienes contestaron la

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 121

encuesta dijo haber necesitado capital económico familiar


para completar las ayudas, por ser insuficientes las becas
para solventar los gastos. Afinando en el origen social de
los becarios, la mayoría cuenta con padres con titulación
universitaria, y un grupo de estos, además, con posgrados.
Como señalan varias autoras, las experiencias de interna-
cionalización se apoyan en gran medida en las familias o
en las capacidades de financiamiento externo a las propias
becas de movilidad (Pedone y Alfaro, 2015; Didou, 2017).
Además de constatar la selección social que supone la
internacionalización, uno de los hallazgos de esa primera
etapa cuantitativa fue que casi la mitad de quienes hicieron
experiencias de movilidad internacional no cursaba ningún
posgrado (44 % de los varones, 48 % de las mujeres). De
los que realizaron posgrado (52 %), sus padres (73 %) y
madres (80 %) tenían estudios universitarios. Y un grupo
contaba con padres (27 %) y madres (20 %) con secundario
completo como máximo nivel educativo. La confección del
instrumento, de algún modo, estuvo guiada por la hipóte-
sis del desarrollo de carreras académicas a partir de estas
experiencias de internacionalización, algo que desde estas
evidencias tuve que revisar.

Un ejercicio de reflexividad en épocas pandémicas

El estudio se continuó durante la pandemia de COVID-19,


en una fase cualitativa, momento en el que debía realizar
las entrevistas. La complejidad del contexto pandémico,
sumada a la incertidumbre sobre cómo continuar con la
investigación, me demoró hasta el año 2021 la realización
del trabajo de campo virtual, a la espera de poder efectuar-
lo presencialmente durante 2020, cosa que finalmente no
ocurrió.
En ese contexto de virtualidad, la fase cualitativa se
vio favorecida por dos elementos. En primer lugar, y con

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122 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

consentimiento de los entrevistados, pude grabar con ima-


gen la conversación de la entrevista, realizada por videolla-
mada. Hay que aclarar que, durante la pandemia, las cuentas
institucionales de Gmail ofrecían esa posibilidad (grabar
videoconferencias). Posteriormente, esta oportunidad se
restringió porque las universidades no pudieron costear las
licencias. En el momento en que se grabaron las entrevistas
en formato video, se enriqueció la interpretación del mate-
rial (generalmente sonoro-textual), pudiendo completarse,
según los casos, con la gestualidad y el lenguaje corporal
posible y, a la vez, constreñido por el dispositivo tecnoló-
gico “pantalla”. El material fue interpretado en su carácter
informativo y de representación, realizándose sobre él un
análisis sociológico (Ruiz-Ruiz, 2009).
En segundo lugar, al ser una instancia virtual, pude
realizar entrevistas de modo remoto a personas que habían
participado de los programas y no estaban residiendo en la
ciudad de Córdoba, y algunas incluso se encontraban fuera
de Argentina. Esto me condujo por una vía de indagación
que me llevó a intentar sistematizar itinerarios de movi-
lidades sucesivas, quizá disparadas por la experiencia de
las estancias académicas durante los estudios, y que habían
incrementado el potencial de movilidad de los agentes.
Como señala Wagner (2007: 60),

las disposiciones a la movilidad y las redes relacionales man-


tenidas por estas prácticas aumentan, a su vez, la probabilidad
de viajar realmente; amplían el abanico de posibles lugares de
educación superior y, por tanto, facilitan la elección de una
carrera internacional (traducción propia).

Estas carreras internacionales no son necesariamente


académicas (como presuponía al principio de la investiga-
ción, desde mi etnocentrismo escolar): pueden orientarse al
mundo empresarial, de las ONG, o, incluso, del ambiente
artístico. Para el caso brasilero, Nogueira y Aguiar (2008)
caracterizan como “buena voluntad internacional” a las

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 123

inversiones de las clases medias altas para acumular esta


dimensión internacional (cursos de idiomas, programas de
intercambio) del capital cultural, a falta de una buena dota-
ción de este. La adquisición de la cultura legítima a través de
estas experiencias compensaría las desventajas de los gru-
pos ascendentes.
Las preguntas que vinieron entonces a mi cabeza se
relacionaron con la disposición a la movilidad, activada por
viajes sucesivos en las biografías de las personas, ya que
estos proporcionan ciertas competencias sociales e inter-
personales (lingüísticas, adaptativas, desapegadas), además de
subjetivas (de ruptura, cambio, novedad), que serían claves
a la hora de entender ciertas migraciones.

El origen social de intercambistas de salida

La indagación cuantitativa del estudio arrojó resultados


acerca de la fuerte selectividad de las apuestas de inter-
nacionalización a través de las estancias de intercambio
durante los estudios. En la fase cualitativa que analizo aquí,
me detengo en nueve entrevistas (de las doce realizadas has-
ta el momento) que denotan posiciones familiares de clase
media, con una dotación de capitales relativos (culturales y
económicos) que permiten

a. la continuidad de los estudios universitarios de los hijos;


b. en muchos casos, el sostenimiento en otro lugar de resi-
dencia durante los estudios –en ocasiones, de varios
hijos–;
c. el apoyo económico durante las estancias universitarias
en el extranjero;
d. la prórroga de la inserción laboral o su combinación de
modo selectivo durante los estudios.

Sin embargo, también expresan, para algunos entre-


vistados, que las becas de intercambio fueron el primer

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124 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

acceso a “lo internacional”, pues nunca habían viajado fuera


del país. Si bien no puede establecerse una caracterización
unificada a las personas entrevistadas, estos rasgos serían
comunes a ellos.
Algunas de las familias de estos jóvenes cuentan con
capital económico, pero de un volumen que no presagia la
herencia de posiciones en el mundo de las empresas. Así, el
padre de Omar, un geólogo boliviano que estudió su carrera
en Salta, no pudo insertarse en esta profesión y compró una
estación de servicio, que ha sido el principal sustento de
la familia de cuatro hijos. Su madre, en tanto, hizo carrera
en el campo educativo, comenzando como maestra y luego
como secretaria de un colegio secundario del pueblo. Los
tres hermanos de Omar son ingenieros (dos industriales
y uno mecánico), y emigraron a la ciudad de Córdoba a
estudiar. Posteriormente, volvieron a Salta, y trabajan aho-
ra en el sector privado. Omar es el único de ellos que tuvo
experiencias de internacionalización: durante los estudios
en Ciencias Económicas, hizo una estancia de seis meses en
México, a través de una beca Santander. Posteriormente, ya
egresado, realizó una estancia de un año mediante el pro-
grama working holiday en Dinamarca, donde conoció a su
pareja, un hombre islandés con quien se encuentra viviendo
actualmente en Islandia.
Otras familias, en tanto, cuentan con capital cultural
más copioso en sus posiciones y con inserciones en el
campo académico universitario. Por ejemplo, los padres de
Mora son profesores en la universidad de una ciudad inter-
media de Córdoba, siendo ambos ingenieros. Mora hizo sus
estudios secundarios en una escuela privada de esa ciudad,
y estudió inglés en academia desde los 10 hasta los 17 años.
Mayor de dos hermanos, migró a la ciudad de Córdoba para
estudiar Traductorado de Inglés. El hermano menor aún se
encuentra estudiando, y ambos contaron con apoyo fami-
liar para sostenerse económicamente durante la etapa for-
mativa, e incluso durante el periodo de inserción laboral.

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 125

Los padres de Juan también representan estas posicio-


nes intermedias poseedoras de capital cultural. El padre es
ingeniero electrónico, y se desempeña como docente de un
colegio secundario. La madre, profesora de inglés, combina
clases en secundario con docencia en la Universidad Tec-
nológica Nacional. Los cuatro hijos de esta pareja han estu-
diado (o están estudiando) carreras universitarias. Los dos
mayores, luego de asistir a un colegio secundario técnico,
hicieron ingenierías. En tanto Juan y su hermano menor
asistieron a un prestigioso colegio preuniversitario, y estu-
diaron respectivamente Comunicación Social y Biología.
De ellos, el segundo hijo y Juan son los únicos que hicie-
ron experiencias de internacionalización: el hermano hacia
Estados Unidos con una beca Fulbright de “jóvenes embaja-
dores” a los 17 años. En tanto, Juan relata que la visión de irse
de intercambio la tuvo cinco años antes de irse, momento
en el que se encontraba haciendo aún estudios secundarios.
Hizo una indagación de las posibilidades de convocatorias
anteriores (las áreas vacantes según los requisitos) y obtuvo
una beca para Brasil –seis meses, con AUGM (Asociación
Universitaria Grupo Montevideo)–, durante el último año
de la universidad. Cuenta que buscaba irse “lo más alejado
de Argentina”, por lo que primero solicitó destinos que no
le salieron (postuló para irse a España, a través de una beca
de la Fundación Botín). A los 19 años había realizado una
estancia de dos meses en Costa Rica, a través de un grupo
de Rotary Club del que participaba. Según comenta, todos
en su familia tienen nivel de inglés muy alto, puesto que
la madre es profesora y han asistido al IICANA (Instituto
de Intercambio Cultural Argentino Norteamericano) desde
chicos.
En los casos entrevistados, hubo un apoyo familiar a la
etapa formativa en la universidad, que se continúa y expan-
de en el soporte de estas experiencias en el extranjero. Si
bien no todos los hermanos de los entrevistados han hecho
movilidades, pude interpretar que sí fueron inducidos a

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126 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

realizar estudios superiores, universitarios, incluso soste-


niendo la vida en una ciudad distinta a la de la familia
de origen. En el intento de sistematizar estas movilidades,
identifiqué tres movimientos de las trayectorias en que
diferentes movilidades tuvieron lugar, que desarrollo en los
siguientes apartados.

Primer movimiento: estancias previas al ingreso


en la universidad

Sin haberme imaginado al inicio de la investigación este tipo


de movilidades, aparecieron en el trabajo de campo cuali-
tativo. Dos de los entrevistados habían tenido experiencias
previas de estancias al extranjero, durante el secundario. Se
trata de intercambios que se realizaron a través de la per-
tenencia a círculos sociales muy selectos, como el Rotary
Club. Comenté arriba el caso de Juan, quien estuvo dos
meses en Costa Rica a través de un grupo de rotarios. Tam-
bién Lucio, un traductor catamarqueño que se encuentra
viviendo en España, hizo una estancia de un año en Ohio,
Estados Unidos, al terminar el secundario. Allí se alojó en
diferentes casas (tres familias distintas, con las que mantie-
ne contacto a través de Facebook) en tanto cursaba materias
artísticas (teatro, coro, fotografía). Contaba con un conseje-
ro guía del Rotary, que orientaba la estadía y presentaba a
las familias con las que se alojó.
Si bien solo aparecieron estos dos casos en la muestra,
es destacable que estas movilidades se enmarcan en una
socialización que pondera estas experiencias, al permitir el
desarrollo de habilidades sociales internacionales (códigos
sociales, normas de sociabilidad de diferentes países, etc.)
(Wagner, 2007).

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 127

Segundo movimiento: las migraciones internas


para estudiar en la universidad

Un perfil reiterado en las entrevistas es el de jóvenes que


experimentaron una primera migración interna, dentro de
Argentina, para estudiar en Córdoba. Desde otras provin-
cias, como La Pampa, Salta, Jujuy, Catamarca, o desde ciu-
dades más pequeñas de Córdoba, como Río Cuarto o Belvi-
lle, las primeras migraciones se producen apuntaladas por
el proyecto formativo en la UNC. En todos los casos, estos
proyectos estuvieron sostenidos por los progenitores, que
continuaron ayudando económicamente a sus hijos duran-
te las estancias en el extranjero. Así, para algunos de estos
jóvenes, la beca supuso una primera experiencia de autono-
mización económica respecto a la familia de origen, previa
al trabajo (especialmente esto fue relatado por algunas de
las mujeres: Martina, Mora y Lucía).
El caso de Omar representa bien estas primeras migra-
ciones para estudiar. Omar tiene 32 años y se encuentra
en Islandia al momento de realizar la entrevista (junio de
2021). Es economista, estudió en la UNC y proviene de un
pequeño pueblo de Salta. Su primera migración fue desde
ese pueblo hacia Córdoba para estudiar, donde ya se encon-
traban dos de sus hermanos.
Asimismo, Lucio también migró desde Catamarca has-
ta Córdoba para estudiar, Psicología primero, Traductorado
de Inglés finalmente. Allí se encontraba el hermano mayor
estudiando Arquitectura, quien recibió a Lucio, y luego se
sucedieron el resto de los hermanos en esas migraciones.
Leandro, de 30 años y licenciado en Administración, tam-
bién se trasladó desde La Pampa, es el cuarto de cinco
hermanos, y todos estudiaron en Córdoba.
Por su parte, Soledad, de 35 años, es correctora litera-
ria, licenciada y profesora de Letras. Procede de un pueblo
de Jujuy, y lleva varias experiencias de movilidad que ella
identifica, como otras personas entrevistadas, iniciadas des-
de el momento de comenzar los estudios en la universidad.

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128 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

Tal como me contó: “No puedo dejar de pensar estos des-


plazamientos, estas itinerancias mías como parte de esta
identidad que fui haciendo desde irme de Jujuy, ¿no? Porque
ahí despego y empiezo a pensar, a vivenciar la vida como
un viaje”.
En el caso de Mora, fue ella la pionera de los dos
hermanos, migrando desde una ciudad mediana de Córdo-
ba hasta la capital, para estudiar Traductorado. Durante el
primer año de la carrera, vivió en una pensión, a partir del
segundo año compartió alquiler de un departamento con
una amiga, hasta que se fue a Brasil a realizar una estancia
de un semestre. Los últimos años de la carrera, convivió con
su hermano, quien aún estudia en la universidad.

Tercer movimiento: las estancias en el exterior durante


los estudios universitarios

Las estancias que realizaron los entrevistados se presen-


taron como una oportunidad para ampliar los contactos y
el capital social. Algunos de ellos ya iban muy orientados
en esta labor, y se conectaron con ONG que tenían sedes
en los lugares de la estancia –tres rotarios, uno de AIE-
SEC (Association Internationale des Etudiants en Sciences
Economiques et Commerciales)–. Otros habían realizado
experiencias previas, durante el secundario o al finalizar
este, pero sin conexión con los estudios universitarios. Sin
embargo, para un grupo de ellos, estas becas fueron sus pri-
meros contactos con el extranjero. Fernando, un abogado
de 27 años, que obtuvo una beca del Programa de Inter-
cambio Latinoamericano (PILA) en Colombia en 2018, me
comentó: “Yo soy de una familia de clase media media, no
tenemos esos lujos de viajar al exterior […], nunca hemos
hecho viajes internacionales”. En esa experiencia de inter-
cambio de seis meses, conoció a su novia francesa, con

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 129

quien se encuentra residiendo en Francia, en tanto realiza


estudios de posgrado allí.
Esto que identifico como tercer movimiento es común
a todas las personas entrevistadas por haber sido becarios
de internacionalización. Sin embargo, detecté algunas dife-
rencias en relación con el tipo de movilidad posterior que
han propiciado las estancias: trayectorias de permanencia,
trayectorias cuasimigratorias, y trayectorias migratorias.

Trayectorias de permanencia
Si bien algunas de estas movilidades han desembocado en
migraciones (internas e internacionales), en otros casos han
resultado en conexiones con espacios internacionales de
interés profesional, pero que pueden desempeñarse a escala
local. Ese es el caso de Mora, traductora de inglés, quien
realizó una primera estancia cuando era aún estudiante y,
según sus palabras, “era muy chica” (tenía 21 años), no vio
“a largo plazo” y fue “poco estratégica”. Sin embargo, luego
postuló a una segunda experiencia de movilidad, que ocu-
rrió a través de un convenio de su facultad con la sede de
Naciones Unidas en Chile, durante dos meses en los que
se insertó como correctora y editora de textos. Allí realizó
una pasantía gratis en el organismo, contando solo con los
gastos de manutención. Actualmente reside en Córdoba, y,
después de haber trabajado como profesora en varios ins-
titutos de inglés, prioriza su trabajo como traductora para
agencias y, especialmente, los trabajos que le ingresan desde
Naciones Unidas.
Martina, una historiadora de 28 años, estuvo en Brasil
un semestre de 2017 con una beca AUGM (“Fue la pri-
mera vez que cobré un sueldo”, me dijo). Al regresar de la
estancia, finalizó la licenciatura y obtuvo una beca doctoral
en CONICET, siendo uno de los casos que perfilan carrera
académica de la muestra. Planea activar los contactos que

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130 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

hizo en Brasil para pedir luego una estancia posdoctoral,


pues “CONICET está inestable”, comenta.
Varios entrevistados, al regresar de las estancias, des-
plegaron actividades en Córdoba que los vinculan con “el
mundo internacional”: se ofrecieron como voluntarios para
recibir a los intercambistas que llegaban a la ciudad, orga-
nizaban paseos por la ciudad y alrededores, o incluso acti-
vidades más formales, como montar un emprendimiento
turístico por Córdoba de walking tour. Este fue el caso de
Juan, quien asegura: “El intercambio continúa cuando vol-
vés, vivís de intercambio”.
En el caso de Leandro, las estancias que hizo también
pudo capitalizarlas en sus relaciones profesionales. Cuando
estaba en tercer año de carrera (2011), hizo una primera
estancia en Brasil (Curitiba), a través del programa AUGM.
Antes de viajar, se contactó con una ONG que fomen-
ta el liderazgo: AIESEC, una organización francesa creada
en posguerra por estudiantes de Ciencias Económicas. Al
regresar de la estancia, comenzó a colaborar con ellos de
manera más formal, asumiendo roles de liderazgo que se
van rotando. Esta ONG promueve intercambios sociales y
profesionales. Por ejemplo, cuenta la experiencia de acom-
pañamiento en la escolarización de los hijos de los obreros
de Edisur, donde trabajaba (una gran empresa constructora),
a través de cartas a los niños. En esa organización conoció a
profesionales con los que luego se vinculó para trabajar.
En 2016, cuando finalizó la carrera, se fue a Nueva
Zelanda por un año y medio, con una visa working holiday.
Al regresar (fines de 2017), desarrolló el área contable de un
estudio de arquitectos que conoció a través de AIESEC en
Córdoba, y trabajó con ellos hasta junio de 2020. Antes de la
pandemia, quería hacer una experiencia similar a la que hizo
en Nueva Zelanda, pero esta vez en Australia, y con idea
de insertarse profesionalmente allí (tenía hasta los pasajes
comprados). El cambio de planes por la coyuntura lo llevó
a desarrollarse en el área de marketing digital y e-commerce,
donde trabaja actualmente de manera independiente, con

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 131

clientes de Buenos Aires y Córdoba. Toda esta experien-


cia le facilitó realizar una transición al rubro de negocios
digitales, luego de la inserción en la pyme de arquitectura,
donde estuvo dos años.

Trayectorias cuasimigratorias
En otros casos, durante la propia estancia académica, se
han esbozado planes de permanencia, que las hace asemejar
a migraciones. Es el caso de Soledad (35 años), quien había
migrado desde Jujuy hasta Córdoba para estudiar Traducto-
rado de Inglés primero (dos años), y luego Letras Modernas.
Posiblemente con un origen social más modesto que el de
otros entrevistados, tuvo que trabajar durante los estudios.
Los cuatro hermanos migraron fuera de la provincia natal
para estudiar: tres a Córdoba y uno a Corrientes. Ella es
la menor, y la única de la fratría que no volvió a residir
en Jujuy. Durante la carrera, Soledad hizo dos estancias en
México: en 2010 estuvo en Aguascalientes, a través de una
beca JIMA (Jóvenes de Intercambio México Argentina), y en
2011 en Guadalajara, a través de una beca Bicentenario.
Ella relata que en ambas estancias se quedó más tiempo
de lo que duran las becas. En la primera, la estiró de seis a
ocho meses. En la segunda, de seis meses a casi dos años. En
esa oportunidad, comenta: “Renové la visa como residente
temporal en México, porque ya estaba trabajando en una
institución educativa y en un museo”. También cuenta que,
para sostener estas prolongaciones temporales, hizo con-
tactos y quedó en casas de amigos. Al volver a Argentina,
se casó con su novio mexicano para “tener allanado todo lo
que sea migración”, comentó.
Sin embargo, después de esas dos estancias en México,
sucesivas y con un año de diferencia entre ambas, volvió a
residir entre Córdoba, Jujuy y Salta, donde vive actualmen-
te. Al regresar de la segunda estancia en México, intentó
postular a CONICET, pero se disuadió al considerarlo un
proyecto muy complejo, y precisaba para ello “volver a

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132 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

arraigar en Córdoba”. Actualmente es docente en secunda-


rio y terciario, y sigue conectada a equipos de investiga-
ción en Salta, donde también cursa una maestría (Estudios
Literarios de Frontera). Este es uno de los casos en que la
estancia académica se funde con un proyecto migratorio.

Trayectorias migratorias
Como mencioné al inicio del texto, la virtualidad me posi-
bilitó contactar a personas que habían realizado estancias
hacía varios años, pues estaban en la base de datos que me
proporcionó la PRI-UNC, pero que se encontraban vivien-
do en el extranjero al momento de la entrevista.
Llamativamente, tres de los casos contactados residen
en Europa, por fuera de los programas de becas académi-
cas o de visas working holiday, que podrían pronosticar una
temporalidad definida de las estadías.
Comenté el caso de Omar, un economista que estuvo
un semestre en México durante los estudios de licenciatura,
a través de las becas Santander. Según comentó, no le sir-
vió tanto en el plano profesional, ni para realizar contactos
laborales, sin embargo, hizo “amigos de todo el mundo”.
Compara esta experiencia con el cambio que significó para
él emigrar desde el pueblo de Salta a Córdoba para estudiar
en 2006.
En los últimos años de la carrera, trabajó durante los
estudios (auditando como contable, trabajo que no le gustó).
Al volver de la experiencia en México, se recibió y comenzó
a trabajar en una empresa que lo desplazó a Buenos Aires.
Esto supuso la segunda migración de Omar, donde, un poco
desilusionado con la profesión, hizo un curso de pastelería.
Luego se insertó en el rubro gastronómico como gerente de
tienda, combinando las dos actividades.
En 2019 se acogió a una visa working holiday al límite
de la edad (30 años) porque quería estudiar inglés. Viajó
a Dinamarca por un año, donde conoció a su pareja de

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 133

nacionalidad islandesa. Recorrió diez países en ese año, alo-


jándose en casas de amistades que hizo durante su estancia
en México. La pandemia complicó una nueva postulación
de una visa para irse a Hungría. En abril de 2021, final-
mente pudo irse a Islandia, y reunirse con su pareja, a raíz
de cuya relación pudo ingresar con una invitación (permiso
de turista). Está a la espera de su permiso de residencia, e
intenta “trabajar en negro” en tanto regulariza su situación.
Su prioridad es estudiar, acreditar el nivel de inglés y hacer
un posgrado. Su carrera como economista quedó en segun-
do plano, de momento.
Otro caso significativo de migrantes es el de Lucio, de
31 años. Es de Catamarca, y cuenta su experiencia migrato-
ria desde el momento en que tuvo que salir de esa provincia
para estudiar en Córdoba. Antes de esta migración interna,
mencioné que Lucio vivió un año en Estados Unidos. Ya en
Córdoba, durante la carrera fue acumulando méritos para
puntuar de cara a una beca de internacionalización: ads-
cripciones en varias asignaturas, voluntariados, cuidar las
calificaciones. Obtuvo una beca Erasmus de un semestre en
Ginebra (en 2016), y se quedó un año por una vacancia. Al
contar con ciudadanía italiana (por su familia de origen),
pudo trabajar simultáneamente como profesor de inglés
en un instituto para actividades extraescolares para niños.
Cuando volvió de la estancia (2017), se recibió y comenzó
a trabajar en Córdoba como traductor para agencias. Entre
2019 y 2020, vivió en Colombia junto a su novio de ese país.
Tras esa experiencia, se trasladaron a Barcelona, al haber
sido seleccionado su novio para realizar una formación de
posgrado (con beca para tres años). Al momento de la entre-
vista, Lucio estaba realizando entrevistas en una empresa
de videojuegos china como traductor, pues los honorarios
como traductor a precios argentinos ya no le alcanzaban
para sostenerse en Europa. También continuaba estudian-
do una especialización en traducción e interpretación y
dos diplomaturas (en corrección de textos académicos y en

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134 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

traducción de páginas webs) en la UNC, a distancia, aprove-


chando los descuentos de ser egresado reciente, y jugando
con las oportunidades del país de origen.

Cierre provisorio

El título del texto remite a una causación acumulativa de las


movilidades, tal como se utiliza en la sociología económica
de las migraciones, pues las movilidades sucesivas colabo-
ran con la acumulación de capital social e internacional. Sin
embargo, esa causación acumulativa requiere resignificarse
con la siguiente adenda: las movilidades sucesivas son más
posibles cuando se acumulan, siempre que se cumplan dos
requisitos. Por un lado, disponer de los capitales necesarios
para realizarlas: económico, cultural e internacional (len-
guas, contactos, ciudadanía). Por otro, que las trayectorias
requieran de ese movimiento para evitar el desclasamien-
to. Es decir, se trata de posiciones relativamente endebles.
Esta fragilidad de las posiciones no solo concierne a la
dimensión económica o profesional, sino también al géne-
ro (masculino/femenino y diversidades), el lugar de origen
(ciudades pequeñas), y el quiebre que la propia experiencia
de movilidad introduce en las biografías.
En el texto me centré en trayectorias que se han vis-
to impactadas de modo diverso por las experiencias de
internacionalización, y que pude identificar como de per-
manencia, cuasimigratorias y migratorias. También pude
distinguir movilidades previas y posteriores, lo que alimen-
ta la idea de circularidad o círculo virtuoso de estas apuestas.
Asimismo, las diferentes movilidades parecen haber cola-
borado en acumular, en algunos casos, un incipiente capi-
tal internacional. Este se construye a partir del conjunto
de recursos sociales, culturales, lingüísticos, económicos y
simbólicos vinculados a la familiaridad con varios países
(Wagner, 2015). Sin embargo, a diferencia de lo analizado

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 135

por Wagner, en estos casos no se trata de familias de elite


ni de clases altas, incluso para algunas personas estas movi-
lidades al extranjero constituyeron el primer contacto con
“lo internacional”.
Los casos analizados hacen pensar en unas dinámicas
de movilidad particulares, en las que se valora la experien-
cia del viaje, los aportes culturales que este proporciona,
los contactos –más como capital social que laboral, según
manifestaron–. Las primeras movilidades se produjeron, en
algunos casos, durante los estudios secundarios. Asimis-
mo, la mayoría de los entrevistados había emigrado desde
diferentes ciudades argentinas a Córdoba para estudiar.
Posteriormente, han realizado estancias internacionales en
su etapa universitaria a distintos países que, junto con la
primera de las movilidades durante la secundaria –en dos
casos–, han ido pergeñando un capital internacional.
En el momento de las entrevistas, tres de los entre-
vistados estaban viviendo en el extranjero, y a otro grupo
se le habían frustrado los planes migratorios durante la
pandemia por COVID-19. Es interesante destacar, entre los
casos que sostienen trayectorias migratorias, los casos de
los dos varones que se encuentran en el extranjero (Islandia
y España). Ambos son homosexuales, y destacan ese rasgo
a la hora de pensarse fuera de sus ciudades, pequeña en un
caso, provinciana en otro. Estos emergentes del trabajo de
campo seguirán profundizándose en próximos análisis.

Bibliografía citada

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rior en América Latina. Transitar de lo exógeno a lo endó-
geno. Ciudad de México: Cuaderno de Universidades.
Gómez, C. y C. Vega (2018). El imperativo de movilidad y
los procesos de precarización en Educación Superior.
Docentes e investigadores españoles entre Ecuador y

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136 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

España. Iberoamerican Journal of Development Studies, vol.


7, n.° 1, 168-191.
Jiménez Zunino, C. (2020). Capital internacional en las
movilidades externas de la UNC. Revista 1991 Estudios
Internacionales, vol. 2, n.° 2, 182-221.
Jiménez Zunino, C. (2021). Internacionalización a medida:
movilidades salientes de estudiantes de clases medias
cordobesas. En C. Pedone y C. Gómez Martín (coords.),
Los rostros de la migración cualificada: estudios interseccio-
nales en América Latina (pp. 123-154). CABA, Argentina:
Clacso.
Nogueira, M. A. y A. Aguiar (2008). La formation des
élites et l’internationalisation des études: peut-on par-
ler d’une “bonne volonté internationale”? Education et
sociétés, vol. 1, n.° 21, 105-119.
Pedone, C. e Y. Alfaro (2015). Migración cualificada y polí-
ticas públicas en América del Sur: el programa PRO-
METEO como estudio de caso. Forum Sociológico, n.°
27, 31-42.
Ruiz-Ruiz, J. (2009). Análisis sociológico del discurso: méto-
dos y lógicas. Forum: Qualitative Social Research, vol. 10,
n.° 2, art. 26, 1-32.
Wagner, A. C. (2007). La place du voyage dans la formation
des élites. Actes de la Recherche en Sciences Sociales, n.°
170, 58-65.
Wagner. A. C. (2010). Le jeu de la mobilité et de l’autochto-
nie au sein des classes supérieures. Regards Sociologiques,
n.° 40, 89-98.
Wagner, A. C. (2015). Le capital international: un outil
d’analyse de la reconfiguration des rapports de domi-
nation. En J. Siméant (ed.), Guide de l’enquête globale en
sciences sociales (pp. 33-46). París: CNRS Editions.

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La educación interpelada
en una radio comunitaria

Encuentros y desencuentros entre las escuelas


y las organizaciones de migrantes en pandemia

MARÍA LAURA DIEZ

Introducción

En este trabajo reflexiono sobre la experiencia de producir


un programa de educación en una radio comunitaria (FM
92.5 “La Voz de Bolivia en Argentina”), en el marco de una
investigación etnográfica en un barrio de la Provincia de
Buenos Aires, habitado por migrantes de la zona andina
de Bolivia y sus descendientes. A lo largo de los años, fui
atendiendo a los procesos generacionales de familias que
se desplazan desde zonas rurales en un recorrido que las
ha llevado a combinar estrategias de reproducción social
de base doméstica y la conformación de asociaciones en
destino, en busca de ampliar las oportunidades de trabajo y
educación. En ese espacio confluyen otros/as investigado-
res/as (Gabriela Novaro, Francisco Fariña, Melina Varela y
Julieta Ferreiro) con quienes comparto preguntas comunes
por la educación de niños/as y jóvenes y, en particular, la
preocupación por dar continuidad a la investigación, soste-
ner el programa radial y documentar procesos vividos por
la población migrante durante la pandemia.
La realización del programa llamado Educación y Comu-
nidad respondió a un doble desafío de investigación y cola-
boración. Buscó dar respuesta a un pedido realizado por
los/as coordinadores/as, interesados en incluir un espacio

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138 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

sobre temas educativos. Es importante aclarar que se trata


de una radio comunitaria perteneciente a la Colectividad
Boliviana de Escobar (CBE), la organización más grande de
trabajadores/as migrantes de la región. Por otro lado, inten-
tó canalizar el interés como equipo de investigadores/as
por construir con actores/as escolares y referentes comu-
nitarios/as un espacio de diálogo que permitiera reconocer
iniciativas educativas de esta organización de migrantes y
aproximar esta institución a las escuelas.
Desde 2019 encontramos en la radio un espacio valio-
so y estratégico para esta articulación. A partir de abril
de 2020, hacer el programa en el contexto de pandemia
por COVID-19 nos permitió de un modo imprevisto estar
presentes en el barrio cuando las restricciones a la movili-
dad impedían el desplazamiento. Pudimos sostener algunas
emisiones presenciales en 2020 y 2021, pero mayoritaria-
mente el programa se realizó a la distancia. Fue posible
mantener las interacciones y recopilar información con las
herramientas de la virtualidad que fuimos encontrando.
Contamos con la participación de referentes comunitarios/
as, educativos/as y políticos/as de la localidad, así como con
educadores/as de Bolivia. Reconstruimos informes y avan-
zamos en una mirada sobre la situación educativa vivida
en tiempos de mayor restricción, considerando situaciones
previas. De ese modo, a lo largo del período de aislamiento y
distanciamiento preventivo por COVID-19, pudimos docu-
mentar algunos procesos y prácticas que particularizan los
modos en que la pandemia atravesó a las organizaciones,
las familias, los/as jóvenes, los/as docentes y las escuelas.
Registramos demandas y tensiones entre distintas agencias
estatales, las escuelas y las organizaciones, que dan cuenta
de preocupaciones por la formación de la población joven,
en sus coincidencias y rupturas.
A partir de esa experiencia de investigación y colabora-
ción, en este trabajo analizo múltiples aspectos del vínculo
entre las organizaciones de migrantes y el Estado, focali-
zando en los procesos formativos de la población joven.

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 139

En primer lugar, hago una breve referencia al territorio


y el trabajo realizado en la coyuntura reciente. Luego me
detengo en dos puntos que buscan abrir el debate sobre los
encuentros y desencuentros entre las instituciones estatales
y las organizaciones de migrantes: la educación de los/as
jóvenes en el contexto familiar y comunitario, y la doble
expectativa o demanda de las familias hacia el Estado por
una educación que iguale y distinga.

Contexto de la experiencia de la radio


y de la investigación

El trabajo de campo y la colaboración en la radio


La investigación etnográfica sostenida desde el año 2015 y
la experiencia radial iniciada en 2019 transcurrieron en una
localidad del partido de Escobar, históricamente asociado
a las migraciones, que fue configurándose desde hace más
de cuatro décadas como territorio con fuerte presencia de
inmigración proveniente de zonas rurales de Bolivia. Esta
se inserta en un mercado de trabajo segmentado, relaciona-
do con actividades de base doméstica en quintas y viveros,
y de comercialización en mercados de productos hortícolas
y ferias de vestimenta, sostenida por la asociación de traba-
jadores/as (Pizarro, 2008; Diez, 2022).
En los últimos años, he estudiado las formas de orga-
nización colectiva del trabajo en la localidad, en particular
la consolidación de la CBE, una asociación civil creada hace
poco más de 30 años con fines productivos, comerciales
y culturales, y el lugar de las generaciones jóvenes en los
proyectos productivos y educativos locales. Estos temas se
abordan en diálogo con miradas sobre distintos espacios
formativos de los/as más jóvenes, incluyendo los deporti-
vos, recreativos y escolares (Fariña, 2016; Novaro, 2018;
Varela, 2021). En el marco de la investigación, sostuve visi-
tas e intercambios que fueron haciéndose más regulares con

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140 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

referentes de la CBE en los predios del mercado y la feria


de esta asociación, y en pequeñas quintas y viveros de la
zona. Recorrí las escuelas secundarias, compartí secuencias
de clase, conversé con docentes, directivos/as y estudiantes.
Visité otros espacios educativos, como las ofertas de moda-
lidad para jóvenes y adultos/as.
Desde hace tres años, producimos con el equipo antes
mencionado un programa en la radio comunitaria de la
colectividad, donde se busca presentar experiencias educa-
tivas que transcurren en distintos espacios comunitarios y
dialogar sobre su vinculación con procesos escolares. La
experiencia etnográfica, centrada en la vida cotidiana y
la reconstrucción de sentidos que informan las prácticas
(Rockwell, 2009), es siempre permeable a las relaciones en
el campo, se negocia, constituye una tarea de colaboración
(Sirimarco, 2012). A lo largo del tiempo, emergieron intere-
ses específicos, se modificaron las condiciones de investiga-
ción, se hicieron explícitas necesidades cotidianas y formas
de compromiso, junto con la demanda de intervención en
el campo de las temáticas trabajadas (Diaz de Rada, 2010;
Diez y otros, 2022).
La experiencia de radio favoreció nuevos procesos de
acercamiento intensificados durante 2020 y 2021. Referen-
tes de las escuelas públicas visitaron de manera física y
virtual un espacio comunitario del que se habla en el barrio,
pero que pocos lo transitan. Miembros jóvenes y adultos
de la organización compartieron relatos sobre experiencias
de infancia valoradas que discuten las miradas normativas
o hegemónicas de niñez y juventud, mencionaron también
situaciones dolorosas de desconocimiento e incompren-
sión vividas en las escuelas argentinas. Docentes y madres/
padres expresaron reclamos y apuestas por la educación
de niños/as y jóvenes en un contexto de incertidumbre y
precarización, que puso en evidencia deudas y desafíos del
Estado nacional frente a la inclusión social y educativa de la
población migrante en términos de mayor igualdad.

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 141

Organización migrante, regulaciones estatales


y pandemia
Pensar la investigación y la colaboración en 2022 y sostener
preguntas sobre la formación de los/as jóvenes en contextos
comunitarios y escolares supone el desafío de documentar y
problematizar el período reciente. Han sido recurrentes las
referencias a situaciones de desigualdad que el COVID-19
profundizó para las poblaciones con las que trabajamos
(Diez, Hendel, Martínez y Novaro, 2020). En el barrio,
durante el período inicial de cuarentena, el Mercado Fru-
tihortícola y la Feria de Ropa, emprendimientos de la CBE
(donde se asienta la radio comunitaria y que cuenta con alre-
dedor de 1.800 socios/as activos/as), sufrieron cierres entre
intermitentes y totales. Se trata de espacios donde trabajan
cientos de productores familiares, puesteros y changarines.
La presencia de algunos casos tempranos de COVID-19
en el barrio en el que se registraron los primeros testeos
positivos y fallecidos del municipio fue fuertemente asocia-
da a la actividad económica de la colectividad, con efectos
doblemente dolosos para las familias: fue afectado el trabajo
de la economía popular del que depende su reproducción
(excluidos de los sistemas legales de protección laboral) y
fueron depositarias de miradas culpabilizadoras de la cir-
culación viral. En pocas semanas se reinstalaban imágenes
que fueron corrientes décadas atrás (episodios de violencia
y discriminación sufridas por la población boliviana), pero
que ya parecían superadas. Miembros de la CBE relataron
situaciones de tensión con efectores estatales de salud, que
cuestionaban el merecimiento de los residentes “bolivianos”
de la localidad a recibir atención médica.
Esta coyuntura inicial otorgó un protagonismo ines-
perado a los/as miembros jóvenes de las familias (conside-
rando la afectación diferencial del virus en detrimento de
los/as mayores) y mayor visibilidad a las asociaciones como
receptoras y portavoces de las condiciones de precariedad,
y como interlocutoras con organismos estatales locales que

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142 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

tardaron en dar respuesta a situaciones particulares frente a


las medidas restrictivas uniformes. Durante 2020 y parte de
2021, algunos proyectos entre el municipio y la colectividad
que venían desplegándose fueron interrumpidos. Otros, en
cambio, se intensificaron, con la participación de referentes
de esta última en espacios de gestión local (Unidad de Ges-
tión Comunitaria) y en una dirección del migrante. Aunque
no podamos abordarlo aquí, es relevante preguntarse por
el peso que estas relaciones van teniendo en contextos tan
difíciles para las economías familiares. En el marco de las
tensiones por las clausuras preventivas de mercados, se dio
lugar a la conformación de comisiones mixtas para el arma-
do de protocolos sanitarios, a la presencia de funcionarios/
as en los primeros actos cívicos habilitados de la colectivi-
dad en 2021, y a la utilización de predios de la asociación
para operativos de testeos y vacunación.
Paralelamente, pudimos registrar el lugar asignado a
los/as actores/as estatales del sistema educativo para soste-
ner muchas otras articulaciones comunitarias y la gestión
de recursos. La desigualdad material y tecnológica durante
este período fue evidente. Mantener el contacto fue difícil
tanto para estudiantes y familias en condiciones de mayor
precariedad, como para las mismas escuelas periféricas con
matrícula dispersa, deprivadas en comparación con las ins-
tituciones céntricas. Muchas de las tareas docentes fueron
redefinidas durante 2020. En el barrio donde trabajamos,
las escuelas fueron espacios de articulación de políticas edu-
cativas de “continuidad pedagógica” y de asistencia alimen-
taria de desarrollo social y de salud. Las responsabilidades
estuvieron repartidas entre el armado y la consolidación de
redes de información sobre las familias de los/as estudian-
tes, la organización del reparto de “bolsones de comida”, la
colaboración con el reacondicionamiento de algunos espa-
cios educativos en lugares de cuidado de la salud.

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 143

La educación de los/as jóvenes en el contexto familiar


y comunitario: entre la mirada normativa y la comunitaria

El contexto de pandemia expuso las formas en que las


generaciones jóvenes son incluidas en las actividades comu-
nitarias y familiares-productivas. Las unidades domésticas
pasaron a tener una centralidad inusitada durante los pri-
meros meses como núcleos de la tarea formativa (incluyen-
do la escolar), cuestión que deriva el tema hacia una refle-
xión particular y específica para el caso de las familias de la
economía popular. Pese a los avances del debate en el marco
del paradigma de derechos y la interculturalidad, persisten
en las instituciones estatales miradas que introducen la sos-
pecha sobre estos sectores, fundada en una representación
que asocia lo doméstico y comunitario en los barrios popu-
lares con nocividad o ajenidad a la experiencia de infancia
(Fonseca, 1998).
En las investigaciones registramos cómo las cons-
trucciones normativas en ocasiones impiden reconocer la
dimensión educativa de algunas actividades no escolares,
diferenciar y valorar prácticas de cuidado y transmisión
de saberes, y comprender las interrelaciones entre conoci-
mientos producidos en esos ámbitos y las escuelas (Diez,
2020).
En el marco del programa de radio, fue interesante
documentar el modo en que los entramados comunitarios
fueron cobrando peso como escenarios importantes y per-
tinentes para pensar los procesos educativos. Como res-
puestas no siempre explícitas a las miradas normalizadoras,
la participación en espacios domésticos y comunitarios de
la CBE fue relatada por los/as socios/as en vinculación
con procesos formativos de la niñez. En algunos programas
de radio de 2020, los testimonios de socios/as expresaron
sentidos y dimensiones educativas de las prácticas produc-
tivas/comerciales.

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144 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

Lo que uno aprende a hacer, […] uno fue aprendiendo desde


niño. Y las generaciones más jóvenes, también, porque un
gran grupo, un gran porcentaje, todos los que habían venido
en principio a ser productores, se dedicaron luego/también al
comercio, aprendiendo las estrategias de venta, de compra, de
manejo contable, así que todo eso fueron enriqueciendo a las
generaciones jóvenes, a los niños que vinieron siendo niños,
y a los que nacieron acá, esos pudieron aprender mucho con
la práctica. […] fue importante el aprendizaje que uno tiene
de las estrategias de compra, venta, […] todos los esfuerzos
que había que realizar, todo lo que involucra eso para llevar
un negocio adelante, así que eso fue muy importante (socio
de la CBE, migró de pequeño desde Pancochi, testimonio
programa octubre de 2020).

… mi papa fue emprendiendo, trabajó primero en viveros


como ayudante, después decidió emprender el tema del vive-
ro y hoy está trabajando en eso. Con mi hermano íbamos
siempre, hacíamos como un juego, pero aprendíamos. Des-
pués cuando empecé la técnica, en el turno que no estaba,
los ayudaba. Cuando fui creciendo, me di cuenta del laburo
de viverista, es recomplicado, las plantas, lo que necesitan.
Tenés un relaburo, mi papá también trabaja para venta mayo-
rista (joven egresada de la escuela técnica, entrevista Novaro-
Ferreiro, programa octubre de 2020).

Hay que saber ganarse la vida, no recibir todo de arriba […],


es enseñar a valorar las cosas. Pero hay personas que lo ven
mal, te preguntan “¿Cuántos años tenés? ¿13? ¡Ah, sos chica!”.
Pero así aprendemos a valorar, a que no es fácil pedir todo y
aprendemos a valorar los estudios (joven de 16 años, trabaja
en puesto del mercado y cursa nivel secundario, noviembre
de 2020).

En general, la población joven hace referencia a su par-


ticipación en espacios de trabajo familiar a partir de un pro-
ceso gradual. Es común escuchar recuerdos de sus infancias
en que acompañaban las actividades de sus padres en quin-
tas, viveros o puestos de venta, “viviendo la actividad”. Para
poder dimensionar las dinámicas de involucramiento de

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 145

los/as jóvenes en las actividades productivas y comerciales,


hay que considerar que en la localidad tanto la producción
hortícola, mayoritariamente explotaciones familiares bajo
arriendo, como la comercialización en mercados y ferias
comunitarias se sostienen en lazos y mano de obra fami-
liar, dependen de economías de base doméstica. Incluso
un emprendimiento comercial a gran escala como el de la
CBE, si bien funciona como asociación de trabajadores/
as, depende del manejo de los puestos de venta que son
emprendimientos de gestión familiar y se transfieren de
generación en generación, una práctica asociada al comer-
cio popular muy extendida en Bolivia (PIEB, 2016).
El diálogo sobre “lo que vale la pena ser enseñado” a
las generaciones más jóvenes tuvo lugar en la misma CBE
donde funciona la radio, una institución que tiene como
requisito de afiliación ser boliviano/a o descendiente.
La dinámica que fue adquiriendo el programa permitió
conversar sin oponer sobre educación y trabajo, una rela-
ción de la que se habla poco en espacios públicos. Los tes-
timonios de socios/as de la colectividad fueron unánimes
en la valoración del trabajo desde su sentido formativo y
educador de la persona, aludieron a él como algo que dio
inicio a la migración y fue clave en la conformación del
colectivo en la localidad, y permitió mejorar las condiciones
de radicación e interlocución con las instituciones estatales.
El esfuerzo y la participación en el trabajo, en opinión de
muchas familias, distinguen positivamente a las de origen
boliviano, propician la responsabilidad en los jóvenes, cua-
lidades que favorecen las trayectorias escolares. Discutien-
do miradas esencialistas, en emisiones radiales de 2020 y
2021, conversamos con docentes de Bolivia sobre la escuela
que los/as mayores de la colectividad recuerdan en Bolivia,
una escuela más vinculada al desarrollo comunitario.
Las voces fueron elocuentes al mencionar las historias
de movilidad de las familias y las apuestas por que los/as
más jóvenes participen, aprendan y continúen reproducien-
do las actividades productivas familiares y comunitarias, al

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146 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

mismo tiempo que estudian. Fuimos reconstruyendo en el


programa de radio cómo las construcciones de sujeto edu-
cado y sujeto trabajador configuran formas particulares de
construcción identitaria y transmisión generacional, en la
búsqueda de legitimidad de las personas migrantes frente a
la sociedad nacional. La continuidad comunitaria a través
de las redes de trabajo adquiere centralidad, y se expresa
como compromiso con los que vinieron antes y responsa-
bilidad asumida hacia los que vendrán después: “A muchos
el mercado les dio lugar de trabajo, hay que ser agradecidos,
devolver el espacio que se nos da”. En muchos sentidos, estas
expresiones fueron marcando preocupaciones por asegurar
la sucesión de los/as hijos/as, en un contexto como el vivido
en la pandemia, en el que numerosos/as miembros mayo-
res y algunos/as socios/as fundadores/as de la colectividad
fallecieron. La organización de trabajadores/as y diversi-
ficación económica de las familias ha permitido mejorar
las condiciones de radicación y ampliar las oportunidades
de los/as más jóvenes. En ese sentido, en las expectativas
sobre estos/as últimos/as, mayoritariamente descendientes
de quienes migraron décadas atrás, se juega la reproducción
material y simbólica de la organización de trabajadores/as:
participar supone un proceso complejo de socialización y
sociabilidad vinculado a la continuidad del colectivo.
Si, en los contextos familiares y comunitarios, encon-
tramos múltiples asociaciones entre las nociones de “tra-
bajo”, de “niño” y “joven educado” y la participación en
prácticas domésticas y productivas, esto no siempre ocurre
en las escuelas. Historias familiares y comunitarias como
las que reconstruimos hacen visibles una multiplicidad de
experiencias en la infancia que se tensionan con las catego-
rías normativas de niñez dentro del paradigma de la Con-
vención Internacional de los Derechos del Niño (CIDN) de
1989 (Villalta y Llobet, 2015). Atravesadas por normativas
y convenciones de cuidado y protección, las instituciones
educativas tienden a asumir perspectivas que dejan escaso
margen para reconocer formas organizativas y prácticas

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 147

formativas que los colectivos fueron construyendo como


modos legítimos de reproducción y transmisión de conoci-
miento. Hay que considerar la complejidad que supone el
tema para las escuelas secundarias en las que aún está fres-
co el debate por la obligatoriedad, y donde la participación
progresiva de adolescentes y jóvenes en espacios producti-
vos y comerciales, domésticos y comunitarios las interpela
diariamente.
El programa radial fue escenario de informes comple-
jos que daban cuenta de la caída de la matrícula en el nivel
secundario, las estrategias de los/as agentes escolares para
“salir a buscarlos” y “retenerlos” y la certeza de que los
obstáculos a la continuidad están en el ingreso temprano al
trabajo. Como veremos en el siguiente punto, la radio fue
un espacio donde algunos diálogos entre familias y docen-
tes empezaron a producirse. Queda abierta la expectativa o
el desafío de que, en temas que suelen ser incómodos como
estos, podamos encontrar la manera de conversar y escu-
char, aunque ello no implique adherir a las posiciones de
los/as otros/as. Como plantea Terigi (2015), para abordar
los obstáculos, es importante considerar no solo las cir-
cunstancias que viven los/as estudiantes, sino también las
relaciones entre estas y las situaciones escolares.

Las escuelas en la radio comunitaria: una experiencia


para pensar la doble demanda de igualación y distinción

A lo largo de los ciclos en el aire, la participación de actores/


as del sistema educativo fue una de las marcas distintivas.
Esta participación implicaba para docentes y directivos/as
una incursión en un ámbito desconocido (como el radial)
y en muchos casos un espacio comunitario percibido como
ajeno. Durante 2020 la preocupación por “llegar a los estu-
diantes” (de donde la mayoría no se había movido) y man-
tener el contacto expuso la fragilidad o precariedad de la

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148 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

comunicación entre las escuelas y la comunidad. También


visibilizó la limitación de los dispositivos institucionales
estatales instalados. Las escuelas del barrio fueron avanzan-
do como pudieron en el contacto con estudiantes. En esa
búsqueda se solicitó ayuda a la radio para difundir infor-
mación: “dónde comprar apuntes”, “cuándo retirar bolsones
de comida”. Conforme fueron pasando los meses, adverti-
mos que otros actores/as del sistema educativo mostraban
interés por sostener el intercambio a través de la radio:
inspectores/as distritales, consejero/a escolar, delegados/as
gremiales, auxiliares docentes.
El programa fue un espacio donde se presentaron per-
sonas y proyectos estatales y comunitarios que hasta el
momento eran desconocidos; docentes compartieron sus
preocupaciones y angustias en un lenguaje que fue dis-
tanciándose de lo institucional para dar lugar a lo perso-
nal; inspectores/as presentaron breves informes de gestión,
anticipando escenarios, miedos y expectativas propias. En
la mayoría de los casos, hubo un intento consciente por
hablarle directamente a las familias y los/as estudiantes de
la colectividad. Sin omitir del todo el estilo “consejos de
cuidados a padres/madres”, fueron sumando mensajes de
aliento y contención, desde el reconocimiento de las pro-
pias dudas y la provisoriedad de las decisiones.
Las reflexiones sobre los efectos de la pandemia en la
escolaridad convivieron con los relatos de los/as socios/as
sobre la participación de los/as jóvenes en los espacios pro-
ductivos, festivos, recreativos, deportivos, que afirmaban el
valor de los aprendizajes y la transmisión de conocimientos,
al mismo tiempo que expresaban deudas del sistema educa-
tivo local. Algunas de las preocupaciones que compartimos
nos llevaron a preguntarnos por las expectativas dobles
que movilizan a las familias, asociadas a la continuidad de
ciertas marcas de identificación colectiva y la ampliación
de oportunidades educativas, que pueden ser leídas como
apuestas a una mayor inclusión social de los/as hijos/as.

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 149

En este contexto, las familias organizadas vienen soste-


niendo demandas al Estado (y la escuela) tanto en términos
de igualdad –valoran el sistema escolar, esperan que los/as
hijos/as tengan trayectorias más largas y menos fragmen-
tadas que las generaciones mayores, para quienes la escuela
fue más esquiva, suponen que la educación (junto al tra-
bajo) como vehículo histórico de ascenso social deje atrás
las historias de privación que vivieron–, como de distin-
ción –apuestan por una educación que integre saberes y
disposiciones importantes para el colectivo en clave étnica
y nacional, son críticos/as con lo que registran como corri-
miento de las escuelas en la transmisión de conocimientos
y prácticas que definen a la persona educada (Levinson y
Holland, 1996)–.
En un programa de radio, el entonces presidente de la
colectividad habló de los proyectos educativos que faltan:
“hay mucha gente que no sabe hablar nuestro idioma, que-
remos complementar una materia de idioma, como es en
Bolivia, una materia en quichua para poder hablar con la
gente del campo, acá todas las personas de Bolivia hablan
quichua” (septiembre 2020). Referentes adultos y jóvenes
compartieron sus puntos de vista sobre lo que conciben
como legado y lucha por la revitalización de la lengua y
cultura quechua. En nuestros recorridos previos habíamos
registrado la presencia del quechua en la colectividad (car-
teleras, intercambios entre puesteros, discursos en fiestas
nacionales bolivianas); los testimonios compartidos en el
programa mostraron mayor vitalidad y su valoración en
términos de marca identitaria.
En un texto colectivo (Diez y otros, 2022), decíamos que
fue interesante registrar la forma en que los/as directivos/
as de las escuelas secundarias a las que asiste gran parte de
los/as jóvenes de la colectividad participaron de emisiones,
sabiendo que muchas de las historias contadas por socios/
as de la colectividad y algunos reclamos hacían referencia a
las escuelas que conducen. En muchos casos reconocieron

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150 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

las deudas del sistema educativo para trabajar desde dispo-


sitivos y enfoques donde la condición transnacional tenga
lugar. También compartieron detalles de actividades que
realizan y reconocieron tensiones internas.
El involucramiento en el programa llevó a que miem-
bros del sistema educativo dieran nueva relevancia a intere-
ses o experiencias en torno a la historia de Bolivia, las
migraciones regionales, la movilidad de los/as estudiantes,
la lengua. Fue importante reconocer que las voces que recla-
man atención sobre esos aspectos de la escuela argentina
se fortalecieron con muchos aportes que provenían desde
adentro de las mismas escuelas: docentes que hablaron de
sus viajes a Bolivia, directivos/as que expresaron interés en
abrir espacio en sus escuelas para el aprendizaje del que-
chua, responsables de publicaciones para el sistema educa-
tivo local que solicitaron colaboraciones escritas sobre estas
temáticas y experiencias.

Para cerrar

Las discusiones propuestas en el programa fueron conden-


sando miradas sobre las escuelas y la colectividad, mos-
trando encuentros y desencuentros entre las instituciones
escolares, las familias y las organizaciones de migrantes,
haciendo visibles coincidencias y rupturas en las imágenes
de niño/joven educado y las identificaciones nacionales. La
pandemia reposicionó el debate sobre la porosidad de las
instituciones, los múltiples sentidos de sus fronteras y las
deudas en el reconocimiento y la efectivización de inter-
acciones con ciertos colectivos organizados, como los/as
migrantes. Nos preguntamos en qué medida las inquietu-
des que se hicieron explícitas en la radio están posibili-
tadas por los formatos escolares más tradicionales y los
marcos normativos de infancia, y cómo la articulación con

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 151

organizaciones sociales puede impulsarlas. Resulta impres-


cindible atender a cómo proyectan los/as jóvenes la doble
apuesta por la continuidad de prácticas colectivas y la
ampliación de nuevos itinerarios laborales y formativos.
Somos conscientes de que experiencias como la relatada no
necesariamente se traducen en transformaciones (del sen-
tido y el contenido de lo que se transmite), pero ayudan a
crear condiciones para proyectar nuevas relaciones.

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El RADEX en pandemia: fortalezas
y desafíos de la gestión del Frente
de Todos en materia migratoria1
CORINA COURTIS Y BRENDA CANELO

Introducción

El cambio de las máximas autoridades argentinas que llevó,


en 2019, a la derrota electoral de Mauricio Macri (Cam-
biemos, 2015-2019) y a la victoria de Alberto Fernández
(Frente de Todos) trajo aparejada apenas una tímida modi-
ficación en las políticas públicas en materia migratoria,
que habían adquirido, durante el intervalo macrista, un
signo regresivo luego de haber pugnando por los derechos
humanos de las personas migrantes por más de una década
(Canelo, Gavazzo y Nejamkis, 2018; Penchaszadeh y Gar-
cía, 2018; Courtis y Penchaszadeh, 2020). Ante el cambio
de gobierno, las organizaciones de migrantes, las de dere-
chos humanos y los académicos esperábamos, de partida,
un giro de timón urgente que modificara los aspectos más
restrictivos de las políticas migratorias desarrolladas bajo
la administración de Cambiemos –giro que, no obstante,
estaba lejos de suceder, en parte debido a las dificultades
que generó la pandemia de COVID-19 declarada a princi-
pios de marzo de 2020–. Incluso la derogación del Decreto
de Necesidad y Urgencia n.º 70 (en adelante, DNU) dictado
por el presidente Macri en 2017, que había alterado puntos
sustanciales de la Ley de Migraciones n.° 25.871 y la Ley de

1 Este capítulo constituye una versión corregida de “Cuestión de papeles:


migrantes y acceso al DNI en tiempos pandémicos en Buenos Aires”, publi-
cado en Cuestión Urbana, n.° 11, 73-86.

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156 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

Ciudadanía y Naturalización n.° 346 de un modo securitista


y xenófobo, tuvo que aguardar más de un año para ser via-
bilizada finalmente a través del DNU 138/21 (Boletín Oficial
de la República Argentina, 2021), que deja asegurada (por el
momento) la vigencia de las anteriores leyes. Efectivamente,
el DNU 70 establecía que las personas extranjeras podían
ser expulsadas del país por cualquier delito, incluso en cali-
dad de procesados o de condenados no firmes, y atentaba
muy severamente contra el derecho a la defensa oficial y el
acceso a la justicia (Boletín Oficial de la República Argentina,
2017).
El dispositivo administrativo conocido como “Módulo
de Radicación a Distancia de Extranjeros” (RADEX), imple-
mentado por la Dirección Nacional de Migraciones (en
adelante DNM) del Ministerio del Interior, Obras Públicas
y Vivienda en el último año del gobierno de Macri, no fue
la excepción al letargo con que las nuevas autoridades enca-
raron la desarticulación de las medidas regresivas tomadas
por el gobierno anterior en materia migratoria, para reins-
taurar el enfoque de derechos que había sido bandera de
los sucesivos gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. Este
capítulo pone el foco en el sistema RADEX e indaga en la
continuidad de su funcionamiento durante los dos prime-
ros años de mandato del presidente Fernández, signados
por la pandemia de COVID-19. En primer lugar, reseñamos
la instrumentación de este dispositivo y su impacto inicial
en el acceso a la documentación migratoria. Seguidamente,
rastreamos el funcionamiento del RADEX en contexto de
pandemia y sus efectos desigualadores de cara a la adopción
de medidas de cuidado de la población general que pusie-
ron al documento nacional de identidad (DNI) en el centro
de la escena. En tercer lugar, relevamos las medidas final-
mente adoptadas en torno al RADEX en pos de lograr una
mayor accesibilidad para la población migrante y explora-
mos cuáles son, frente a la mirada burocratizante del Estado
y sus agentes, los desafíos actuales que deben resolver las

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 157

personas migrantes para formalizar administrativamente


su vínculo con la Argentina como lugar de residencia. Para
cerrar, ofrecemos, centrándonos en la noción de “fetiche”,
una clave de lectura posible del proceso de exacerbación del
valor de “los papeles” en esta coyuntura pandémica.

Los inicios del RADEX

Recordemos que la promoción de la regularidad entre la


población migratoria –y los derechos asociados a esta– fue
una preocupación manifiesta durante los más de diez años
de mandato kirchnerista iniciados en 2003. Más allá de la
puesta en marcha del Programa de Regularización Migra-
toria Patria Grande y de un Programa de Abordaje Terri-
torial, la gestión de residencias temporarias o permanentes
se hacía entonces de modo presencial, mediante un sistema
de turnos, en las 30 delegaciones de la DNM a lo largo del
territorio nacional. Así, entre 2004 y 2018, fueron resueltos
aproximadamente 2.800.000 trámites de radicación (Obser-
vatorio, 2020). Ahora bien, esta cifra opaca el hecho de que,
ya desde 2017, la asignación de turnos para iniciar trámi-
tes de solicitud de residencia se ralentizó notablemente –lo
cual empujó a numerosas personas migrantes a la irregula-
ridad de hecho– y, en los últimos meses de 2018, se regis-
traron demoras de hasta un año para la resolución de las
radicaciones. Dos medidas implementadas por el gobierno
macrista contribuyeron a la reducción en la toma y el
procesamiento de trámites migratorios: el recorte del per-
sonal disponible para la atención y los horarios en que las
sedes centrales permanecían abiertas (Observatorio, 2020).
A su vez, las tasas migratorias se quintuplicaron entre 2014
(Mercosur ARS $600 y extra-Mercosur ARS $1.200) y 2018
(ARS $3.000 y ARS $6.000, respectivamente), lo que impo-
sibilitó a buena parte de la población extranjera el pago de
los aranceles para iniciar sus trámites migratorios.

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158 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

La situación empeoró drásticamente cuando, durante


el último año de gobierno macrista, se tomó la decisión de
canalizar el inicio de trámites migratorios exclusivamente
por vía virtual, con la declarada intención de “facilitar, sim-
plificar y agilizar el otorgamiento de residencias a los extran-
jeros” (Ministerio del Interior, 2018). Así, la DNM procedió,
previa cancelación de los turnos ya asignados para 2019, a
instaurar el RADEX: un sistema complejo, desarrollado en
un idioma único (español) y con un lenguaje técnico, poco
accesible para quienes no contaban con medios digitales. El
procedimiento virtual comprendía, como pasos obligados,
la carga de archivos con la documentación requerida por
norma y el pago de la tasa migratoria, para terminar dejan-
do al/la tramitador/a a la espera de un mensaje de correo
electrónico con información sobre la fecha exacta en que
debía concurrir a la DNM. La persona migrante podía acu-
dir a la DNM solo con esta cita a fin de presentar la docu-
mentación original y realizar el registro biométrico necesa-
rio para la confección de la radicación transitoria, temporal
o permanente, según una serie de requisitos vinculados con
la región de procedencia, sea Mercosur y países asociados,
sea países extra-Mercosur.
Más crítico aún, el sistema otorgaba a la DNM un plazo
de hasta 90 días para el envío de un correo electrónico con
un comprobante de inicio del trámite burocrático, el certi-
ficado de residencia precaria conocido como “la precaria”,
lo cual sumó un nuevo engranaje “ilegalizador” a la política
migratoria macrista. En efecto, si bien anteriormente el cer-
tificado de residencia precaria se otorgaba en el momento
en que la persona migrante acudía a la seccional de la DNM
correspondiente a su domicilio, una vez que el RADEX
entró en funcionamiento, se sumó un plazo adicional para
recibir la precaria, por lo que la persona migrante salía de
la DNM sin ninguna constancia de haber comenzado el
trámite de regularización. A su vez, la disposición sobre la
radicación temporal o permanente otorgada por la DNM
hacía partícipe del proceso a otro organismo público, el

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 159

Registro Nacional de las Personas (RENAPER), que entre-


gaba el DNI –“el plástico”– en el domicilio informado por
la persona. Esto sumaba un tiempo de espera de entre 30
y 60 días para recibir el ansiado “papel” que viabiliza el
acceso a una serie de derechos en igualdad con la población
nacional.
En definitiva, el sistema RADEX estuvo lejos de cum-
plir con el objetivo de agilizar la resolución de trámites
migratorios: según señala el Observatorio sobre Migracio-
nes y Asilo en Argentina Gabriel Chausovsky, a casi un año
de la inauguración del RADEX, solo se habían resuelto el 45
% de los trámites iniciados por este medio; entre noviem-
bre de 2018 y septiembre de 2019, se otorgaron alrededor
de 160.000 residencias, una cifra muy inferior al promedio
de más de 225.000 concedidas anualmente los cuatro años
anteriores (Observatorio, 2021).
Este dispositivo provocó un sinfín de malestares entre
las personas migrantes. Organizaciones e investigadores/
as hemos registrado el desconcierto expresado por los/
as migrantes ante un procedimiento encauzado exclusiva-
mente a través de la página web de la DNM, que impedía
la comunicación, ya sea telefónica o cara a cara, con un
agente habilitado para evacuar dudas sobre los mecanismos
burocráticos estatales o para atender reclamos. En efecto,
la modalidad virtual para el inicio del trámite migratorio
se puso en marcha sin proveer líneas de llamadas gratuitas
para asesoramiento, dejando a los/as migrantes solos/as o
en manos de gestores/as para entender, por ejemplo, en qué
categoría migratoria les correspondía inscribirse.
A la falta de un espacio de ayuda personalizado, se agre-
gó la normalización inflexible del trámite, que restringía la
consideración de situaciones particulares, tales como la fal-
ta de recursos para el pago de la tasa migratoria. La ausencia
de una opción para solicitar la eximición del pago de la tasa
migratoria en línea –no así a través de un camino paralelo
y un trámite ad hoc presencial– implicó, para una buena
parte de la población migrante que no encontró manera de

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160 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

informarse sobre el asunto, la imposibilidad de iniciar el


trámite de residencia. Efectivamente, no todas las personas
migrantes podían acceder a los organismos públicos –por
ejemplo, el programa ATAJO, Centros de Atención a la Jus-
ticia, defensorías, etcétera–, organizaciones de migrantes o
de derechos humanos para resolver la extrema vulnerabili-
dad económica en que se encontraban ya que requerían un
capital simbólico acorde para acudir a ellos.
Si bien el sistema no agilizó ni la toma ni la resolu-
ción de trámites, sí automatizó y normalizó largos plazos
de espera para las personas migrantes en ambas instancias.
Más aún, a través del RADEX, se “naturalizó” la demora de
los trámites migratorios con la creación simultánea de una
vía express a la que se accedía mediante un pago mucho más
oneroso que el de la vía ordinaria. En la percepción de los/
as trabajadores/as migrantes, esta larga “espera incierta”
(Mallimaci Barral y Magliano, 2021) –pues el otorgamiento
del permiso de residencia y, en especial, de la regularización
ha estado siempre surcado, en mayor o menor medida, por
la arbitrariedad de los agentes estatales– entró en contras-
te con el “poco tiempo” disponible para compatibilizar las
obligaciones burocratizadas con las laborales.
Con la asunción de Alberto Fernández, la virtualidad
para la gestión de turnos para las personas migrantes se
mantuvo y sigue vigente hasta la fecha. ¿Cómo funcionó el
sistema RADEX en este nuevo contexto político que resultó
marcado por el surgimiento de la pandemia del COVID-19?

Pandemia, nuevo gobierno y medidas migratorias

A inicios de la pandemia, se amplió por un año la emergencia


sanitaria establecida por la ley n.° 27.541 (DNU 260/2020)
y se prohibió el ingreso al territorio nacional de personas
extranjeras no residentes en el país (DNU 274/2020). Esto
provocó la merma de las reunificaciones familiares, pero,

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 161

antes que lograr la interrupción total de ingresos, propició


entradas de manera irregular por los pasos terrestres, de
modo que perjudicaba la posibilidad de solicitar el permiso
de residencia ya que el trámite requiere del sello que certi-
fica el ingreso al país por un paso habilitado y con el visto
bueno de los agentes públicos de frontera (Observatorio,
2021a).
Por otra parte, frente al avance del COVID-19, se esta-
bleció, a través del DNU 297/2020, un régimen de aisla-
miento social preventivo obligatorio (ASPO) que restringió
la movilidad general de la población:

… durante la vigencia del “aislamiento social, preventivo y


obligatorio”, las personas deberán permanecer en sus residen-
cias habituales o en la residencia en que se encuentren a las
00:00 horas del día 20 de marzo de 2020, momento de inicio
de la medida dispuesta. Deberán abstenerse de concurrir a
sus lugares de trabajo y no podrán desplazarse por rutas, vías
y espacios públicos, todo ello con el fin de prevenir la cir-
culación y el contagio del virus COVID-19 y la consiguiente
afectación a la salud pública y los demás derechos subjetivos
derivados, tales como la vida y la integridad física de las
personas.

Quienes se encuentren cumpliendo el aislamiento dispues-


to en el artículo 1.°, sólo podrán realizar desplazamientos
mínimos e indispensables para aprovisionarse de artículos
de limpieza, medicamentos y alimentos (Boletín Oficial de la
República Argentina, 2020a, artículo 2).

Esto ocasionó un tiempo de espera de la administración


pública en general, situación que fue refrendada mediante
la suspensión de plazos en los procedimientos adminis-
trativos (DNU 298/2020). Así, en la etapa temprana de la
pandemia, el ASPO impactó de lleno en la dimensión tem-
poral de la gestión de las migraciones. El inicio del trámite
migratorio se vio afectado, ante todo, por el funcionamien-
to interrumpido de las oficinas encargadas de expedir la
documentación requerida por ley: las personas migrantes se

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162 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

encontraron con dificultades para obtener el certificado de


antecedentes penales del país de origen ante el cierre de los
consulados y para solicitar el certificado de domicilio en la
policía y la carta de pobreza necesaria para la eximición del
pago de la tasa migratoria en los Centros de Atención a la
Justicia. Por su parte, la DNM frenó el flujo de asignación de
turnos debido a que, con la interrupción de la instancia de
atención presencial para la entrega de documentación ori-
ginal y la toma de datos biométricos, se trabó el tratamiento
de las radicaciones. Este retraso llevó al vencimiento de
los permisos temporarios de un número de ciudadanos/as
de países del Mercosur que debieron renovar su residencia
por dos años más en esa misma categoría cuando hubieran
podido acceder a una residencia permanente.
En síntesis, en un primer momento de la pandemia, se
magnificó el tiempo de espera en la búsqueda por acceder
al “papel” que, en la práctica, resulta clave para aspirar al
ejercicio efectivo de derechos: el DNI –en particular, en su
versión para residentes permanentes–. En efecto, el DNI
viabiliza el acceso a la formalidad laboral, la apertura de
una cuenta bancaria, el alquiler de vivienda en el mercado
formal, el acceso a un programa social o a los créditos que
brinda el Estado, entre otros. Y es justamente en ese nivel
en el que la articulación de las medidas sanitarias adop-
tadas y un RADEX que ya había demostrado su potencial
“ilegalizador” generaron un enorme perjuicio a la pobla-
ción migrante. En contexto de pandemia, la manera en que
fueron implementadas las medidas sanitarias y de apoyo
económico redundó en un aumento del valor “legitimador”
del DNI.
De un lado, la restricción de la circulación conllevó
formas de control que dieron centralidad al DNI. El Minis-
terio de Seguridad asumió el control permanente de los
traslados en todo el territorio nacional, obligando a gestio-
nar, de manera virtual, permisos de circulación asociados a
este documento. La flamante categoría de “actividad esen-
cial” habilitó el traslado, hacia y desde los lugares de trabajo,

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 163

de personas afectadas a una serie de tareas en las que habi-


tualmente se encuentra ocupada la población migrante, una
parte de la cual lo hace en condiciones de informalidad
por carecer de DNI. Esta forma de instrumentar el control
de la circulación tuvo, entonces, un impacto negativo entre
trabajadores/as migrantes precarizados/as ocupados/as en
la atención de comedores comunitarios y merenderos, la
industria de la alimentación, el reparto a domicilio de ali-
mentos o medicamentos o, incluso, obligados/as a la aten-
ción de familiares con necesidad de asistencia, entre otras
tareas. Solo en la Ciudad de Buenos Aires se logró habilitar
con relativa presteza la tramitación del permiso de circula-
ción con documentación extranjera, pero, a nivel nacional,
demoró meses en gestionarse una habilitación distinta para
aquellas personas que no tenían DNI.
Del otro lado, las medidas de apoyo que el gobierno
dispuso como paliativos para una situación económica cada
vez más apremiante involucraron centralmente la posesión
de DNI, en particular, el otorgamiento del ingreso familiar
de emergencia (IFE) (DNU 310/2020) y el congelamiento
de los alquileres y la suspensión de los desalojos (DNU 320/
2020). Si bien el acceso a la vivienda por parte de las per-
sonas migrantes tendió a ser bajo modalidades informales,
por lo que el decreto no aportó el alivio que se esperaba,
el IFE fue, sin lugar a dudas, el que mayores infortunios
trajo. A pesar de que garantizaba “una prestación monetaria
no contributiva de carácter excepcional” con el propósito
de brindar acompañamiento a los sectores más perjudica-
dos por el aislamiento social (Boletín Oficial de la República
Argentina, 2020b), la medida terminó operando como un
mecanismo que agudizó las desigualdades entre nativos/
as y extranjeros/as. Efectivamente, solamente podían pedir
el IFE aquellas personas comprendidas entre los 18 y los
65 años, argentinas nativas, por opción o naturalizadas, o
extranjeras con residencia legal no inferior a dos años anteriores
a la solicitud. Es decir que podían cobrar el IFE aquellas
personas que contaran con el DNI de residente permanente

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164 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

fechado al menos dos años antes del 31 de marzo de 2020


(Observatorio, 2021a).
Casi 13,5 millones de personas se inscribieron para
recibir el IFE, que fue adjudicado al 69 % de quienes pos-
tularon –el 68 %, argentinos/as, y el 43 %, extranjeros/
as (Observatorio, 2020)–. En otras palabras, el rechazo de
270.000 solicitudes correspondientes a personas migrantes
induce a pensar que

pareciera que una gran cantidad [de rechazos] se debió a la


propia condición migratoria y no a una evaluación respecto a
si necesitaban o no la asistencia que el Estado otorgó a otras
familias, en condiciones similares, pero no migrantes (Obser-
vatorio, 2021a).

Por último, cabe mencionar que, ya cuando se puso


en marcha la campaña de vacunación contra el COVID-19,
incluso el propio operativo de inmunización de las personas
migrantes se manejó discrecionalmente, trayendo al DNI al
centro de la escena nuevamente. En efecto, si bien el Plan
Estratégico para la Vacunación contra la COVID-19 seña-
laba que “la vacuna será provista por el Estado Nacional
para todos los que integren la población objetivo definida,
independientemente de la cobertura sanitaria y la nacionali-
dad” (Ministerio de Salud, 2020: 11, subrayado nuestro), en
la práctica tener acceso o no al DNI argentino sí impor-
taba por ser el principal mecanismo para inscribirse en las
campañas de inmunización, sobre todo en las provincias de
Córdoba y Jujuy (Observatorio, 2021b).
A partir del 30 de noviembre de 2020, se reanudaron
los plazos para los procedimientos administrativos (DNU
876/2020) ordenados por ley n.º 19.549/72, pero esto no
sucedió con la DNM, que venía manejando trámites virtua-
les desde mucho antes de la pandemia.
En suma, mientras que se suspendían los plazos para
los procedimientos administrativos y se estancaban los trá-
mites migratorios, el gobierno reforzó la centralidad del

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 165

DNI. Las organizaciones de migrantes y de derechos huma-


nos y los partidos políticos cumplieron un rol importante
para tornar agentivo y disruptivo ese tiempo de espera
impuesto por el Estado en el camino hacia la obtención del
DNI. Durante la pandemia, la demora en los turnos que
el RADEX ocasionó generó consultas, llamados telefónicos,
cadenas de correos electrónicos y mensajes en WhatsApp y
en redes sociales a los/as intermediarios/as que tenían con-
tactos en ámbitos estatales y que reparaban en la apremiante
centralidad que había asumido su tarea. Las organizaciones
de la sociedad civil se vieron inundadas de consultas: “¿Qué
ocurriría con los trámites migratorios ante el cierre de la
atención presencial por parte de la Dirección Nacional de
Migraciones? ¿Cómo se renovarían las residencias preca-
rias? ¿Cómo y cuándo recibirían el DNI quienes ya habían
concluido el trámite?” (Observatorio, 2021b: 23) Si estas
organizaciones ya se veían profundamente demandadas por
las actividades rutinarias vinculadas al RADEX, en tiempos
de COVID-19 se puso en evidencia un mecanismo insacia-
ble de lo gestionado por ellas. Pero “las voces y las expe-
riencias de las personas y organizaciones migrantes apenas
fueron escuchadas y tomadas en cuenta en el diseño de gran
parte de las políticas y programas puestos en marcha en la
contingencia” (Observatorio, 2020a: 24).

Gestionar las políticas públicas en torno al RADEX

Ciertamente, durante la pandemia, el gobierno tomó algunas


medidas en beneficio de las personas migrantes. Entre ellas,
en marzo de 2020, dos días antes de decretarse la ASPO, la
DNM estableció prórrogas automáticas para todo tipo de
residencia y para los trámites de intimación que se dieron
por su orden (Ministerio del Interior, 2020 a). Asimismo,
un mes después, implementó un certificado electrónico de
residencias precarias (Ministerio del Interior, 2020b) tanto

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166 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

para aquellas personas cuyo trámite se había iniciado por


el sistema RADEX, como para gestiones que se realizaran
ulteriormente. También agregó un acceso virtual para quie-
nes necesitaran eximirse de las tasas migratorias debido al
altísimo costo de los trámites de regularización.
En junio de 2020 (Ministerio del Interior, 2020c), la
DNM creó una nueva modalidad para acceder virtualmente
a los trámites RADEX a través de su página web mediante
un “canal único de contacto” y un “chat online” (imagen 1).

Imagen 1. Sitio web DNM

Fuente: Ministerio del Interior, DNM (2020d) (sitio web).

Allí pueden canalizarse fácilmente –vía correo electró-


nico, internet o redes– las dudas surgidas en el uso de la
plataforma –ya sea sobre errores cometidos al completar
el RADEX o bien sobre dónde podía abonarse la tasa de
radicación, entre una amplia variedad de ejemplos–. Esto
permitió que los pedidos presentados en torno al RADEX
por organizaciones de migrantes y de derechos humanos
fueran atendidos por la DNM, aunque no ocurrió lo mismo
con los reclamos que las personas migrantes estaban urgi-
das por realizar (imagen 2).

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 167

Imagen 2. Facebook DNM

Fuente: Ministerio del Interior, DNM (2022a) (página de Facebook).

Posteriormente, la DNM abrió el Área de Trámites


Corporativos, que, con el desembolso de tasas adicionales,
permitió acceder a turnos y resoluciones urgentes para trá-
mites de regularización. Este beneficio aplicó para personas
migrantes requeridas por personas físicas o jurídicas (debi-
damente inscriptas en el Registro Nacional Único de Requi-
rentes de Extranjeros) para desarrollar actividades produc-
tivas, de negocios, científicas, artísticas y deportivas.
Con los buenos resultados de la campaña de vacuna-
ción y la vuelta a la presencialidad, la Sede Central de la

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168 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

DNM reabrió, en enero de 2022, las consultas al público


con turno previo. Se pudo, entonces, comenzar los trámites
de cualquier tipo de residencia, tomar consultas o reclamos
sobre trámites ya iniciados, brindar acompañamiento para
gestiones virtuales y asesorar sobre trámites de DNI para
extranjeros/as. Esto trajo alivio para las personas migran-
tes, especialmente para aquellas que no lograban acceder a
la regularización a través de los trámites virtuales por las
desigualdades que la pandemia profundizó.
Todas estas medidas, que involucran formas de vir-
tualidad “forzada” a partir de la situación de pandemia, no
están exentas de dificultades. Las soluciones propuestas han
resultado poco operativas debido a que el funcionamien-
to del sistema nunca fue óptimo y continúa aún creando
incertidumbre respecto del estado de los trámites. Han sido
recurrentes, por ejemplo, los “problemas con la administra-
ción de las contraseñas, falta de recepción de mails incluso
cuando los trámites se habían concluido, pagos realizados
que no figuraban en el sistema, etcétera” (Observatorio,
2021 a: 38). Además, la muy esperada página web para
renovación de la residencia precaria arroja “error” reitera-
damente y hace difícil saber si efectivamente los plazos han
sido renovados. El acceso virtual a la exención de pago de
tasa migratoria, por su parte, si bien eliminó las largas –y
humillantes– colas en espera de atención que generó la pri-
mera versión del RADEX, comenzó a funcionar asignando
a muy largo plazo las fechas para la entrega de documen-
tación original requerida, de modo que las personas que
no podían pagar la tasa quedaban desprotegidas en una
suerte de limbo administrativo sin certificación de trámite
iniciado. Cuando la asignación de turnos se agilizó, la falta
de información ofrecida volvió a jugar en contra de los/as
migrantes, quienes ahora obtienen un turno rápidamente,
pero no llegan a reunir los papeles para presentar ante la
DNM. La falta de información afecta también el uso del
flamante Canal Único de Contacto y del chat online. A esto
se suma el hecho de que las categorías de reclamo listadas

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 169

en ambos recursos son engorrosas y no siempre encajan


con las que el/la usuario/a necesita, y que la saturación de
la página web dificulta llevar el reclamo a término.
En rigor, entonces, estas modificaciones positivas no
resuelven la traba burocrática –en particular, los tiempos
lentos y el desconocimiento de la urgencia de la pobla-
ción migratoria por encontrarse en situación migratoria
regular– que el RADEX introdujo para buena parte de la
población migrante. Las siguientes expresiones de personas
migrantes dan cuenta de ello:

Buenos días a todos. Estoy indignada. ¿Cómo puede ser que


Migraciones establece turnos para consultar sobre los trámi-
tes de residencia ya enviados? Los migrantes [están] retor-
nando de sede central porque debían tener un turno previo.
No es fácil sacarlo para las personas que no tienen manejo
de la informática. Bien se puede seguir atendiendo en forma
personalizada con un número limitado. El DNI es importan-
te. Para el inmigrante, no hay necesidad de ser más burócra-
tas; cuando hay menos casos de COVID no se justifica. El
sistema de turnos online está bien si es eficiente en tiempo y
en menos vueltas. Pero es verdad también que hay personas
que no tienen manejo de la informática y más las personas
mayores. Este grupo de personas aún necesitan el cara a cara.
Para tenerlo en cuenta (Z, enero de 2022, captura de grupo
de WhatsApp).

Ayer saqué un turno para trámite exento de tasa migratoria.


El turno salió para enero de 2023 (D, enero de 2022, captura
de grupo de WhatsApp).

Una alternativa importante y prometedora es el desplie-


gue, en toda la Argentina, de acciones territoriales imple-
mentadas con el programa “El Estado en tu barrio”, una
medida tomada en articulación con organismos nacionales
y locales en tiempos prepandémicos (Jefatura de Gabinete
de Ministros, 2020). Este programa ofrece, a través de sus
“dispositivos móviles interministeriales”, acceso a los servi-
cios y las prestaciones del Estado en cada punto del país

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170 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

para que los/as ciudadanos/as puedan hacer trámites cerca


de su casa, de forma gratuita y en menos tiempo. Pese a no
tratarse de un programa generado a partir de la pandemia,
constituye un canal que abre a las personas migrantes la
posibilidad de acceder a un Estado cercano y descentrali-
zado (imagen 3). De momento, no obstante, los operativos
interministeriales llevados a cabo por este programa han
sido pocos.

Imagen 3. Fly
lyer
er que anuncia el Operativo Interministerial realizado el 4/03/
2022 en Plaza Once, CABA

Fuente: Jefatura de Gabinete de Ministros (2022).

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 171

Todas estas medidas han sido, sin embargo, meramen-


te paliativas y no alcanzan para resolver la desigualdad
estructural y la extrema vulnerabilidad que la emergencia
sanitaria acentuó en la población migrante. Veamos esto en
mayor detalle.

Una clave de lectura posible: fetichización de “los


papeles” y legibilidad frente al Estado en tiempos
pandémicos

Usamos el término “desigualdad estructural” para señalar


que el Estado tiene el poder de separar a nativos/as de
extranjeros/as (y, más aún, si intersectan otras vulnerabi-
lidades) con la finalidad de mantener la hegemonía de los
grupos poderosos y excluir alternativas. Si bien no hay
duda de que las personas migrantes estaban expuestas a
desigualdades preexistentes a la pandemia, tampoco parece
haber duda de que, por obra misma del Estado, los efectos
de la pandemia impactaron de forma diferencial sobre ellas
(Debandi, 2020; Gavazzo y Penchaszadeh, 2020; Observa-
torio, 2021a; Penchaszadeh, Nicolao y Debandi, 2022). La
Encuesta Nacional Migrante de Argentina (ENMA) lanzada
en 2020, por ejemplo, arrojó que el 58 % de las personas con-
sultadas había perdido parte de sus ingresos, experimentaba
problemas con el pago del alquiler o no tenía las condiciones
para cumplir el aislamiento preventivo (Debandi, Nicolao y
Penchaszadeh, 2021). Un estudio recientemente publicado
ha demostrado que, según datos provenientes del Ministe-
rio de Salud, la proporción de personas migrantes fallecidas
por COVID-19 (9 %) prácticamente duplicó su peso rela-
tivo sobre la población total del país (estimado en 4,9 %)
debido a un conjunto de factores: su concentración en las
grandes urbes donde abundan la pobreza y la indigencia, la
falta de información sobre el sistema sanitario, las barreras
idiomáticas y culturales, las experiencias de discriminación

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172 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

y xenofobia por parte de profesionales o administrativos/


as, y las exigencias de presentación de DNI (Penchaszadeh,
Nicolao y Debandi, 2022).
En definitiva, guiado por un profundo desconocimien-
to de la realidad de vida que afecta a las personas migran-
tes, el Estado argentino no siempre supo –ni quiso– estar
para aligerar las trabas burocráticas cuya urdimbre es teji-
da por el Estado mismo. La situación de pandemia, con
el consecuente establecimiento del aislamiento obligatorio
que afectó el normal funcionamiento de la administra-
ción pública, profundizó el desconcierto generado entre la
población migrante ante un sistema “heredado” de acceso
virtual a los trámites de documentación migratoria que ya
venía ralentizando el tratamiento de las radicaciones. En
esta coyuntura, el gobierno tomó medidas para proteger y
ayudar a la población general que, al exigir el DNI, termi-
naron perjudicando a muchos/as migrantes cuyo acceso a
este documento estaba frenado desde el propio Estado. El
gobierno mostró poca agilidad y nula flexibilidad para eli-
minar de entrada el requisito de DNI a fin de incluir a la
población migrante en la batería de cuidados que “todos/
as” estuvimos compelidos a adoptar para mantener a raya la
pandemia. El resultado, muy por el contrario, fue que incre-
mentó el valor del DNI a los ojos tanto de agentes estatales
como de migrantes.
Esto nos invita a preguntarnos, tal como hace Scott
(1998) cuando detecta el interés puesto por las autoridades
estatales en perfeccionar los dispositivos de documentación
y la desconfianza que ellos generan, acerca de la centralidad
que los documentos de identidad adquieren en las socieda-
des contemporáneas.
Acordamos en que “los papeles” conforman tecnologías
de control y legibilidad que las agencias estatales desarro-
llan para gobernar (Scott, 1998; Torpey, 2006; Jardim, 2012)
y que, si bien en la práctica tienden a funcionar fuerte-
mente como condición para el acceso a derechos, no los
garantizan per se (Suárez Navaz, 1999; Uriarte, 2019). No

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 173

obstante, desde la perspectiva de los/as actores/as, la docu-


mentación reviste enorme importancia. Los documentos de
identidad constituyen objetos que activan comportamien-
tos de control y autoridad, y motorizan grandes esfuerzos
para obtenerlos (Peirano, 2002; Gordillo, 2006; Bakewell,
2007; Reiter, 2019; Rodrigo, 2019; Uriarte, 2019). Incluso
expertos/as y activistas migrantes y de derechos humanos
solemos conferirles la capacidad de instituir ciudadanía
(Suárez Navaz, 1999), en ocasiones adoptando como propia
la mirada de los/as actores/as (Peirano, 2002).
Varios/as autores/as coinciden en observar que perso-
nas provenientes de sectores sociales históricamente margi-
nalizados en el acceso a los documentos de identidad tienden
a verlos como objetos con el poder inherente de convertirlos
en personas legales, y de abrir las puertas a la superación
de situaciones extremas de vulnerabilidad (Suárez Navaz,
1999; Peirano, 2002; Gordillo, 2006; Reiter, 2019; Rodri-
go, 2019). Conferir a los documentos un poder inherente
a su materialidad tiene como efecto el ocultamiento de las
relaciones, personas y convenciones que lo hicieron posible
(Suárez Navaz, 1999; Gordillo, 2006; Reiter, 2019). Se ha
señalado, además, que, si bien reconocen que los documen-
tos son producidos por el Estado mediante rituales regu-
lados por una burocracia y decisiones judiciales supuesta-
mente autónomas (Suárez Navaz, 1999), los/as actores/as
asumen una suerte de separación posterior por la cual “los
papeles” cobrarían fuerza propia (Gordillo, 2006).
Las reflexiones de David Graeber en torno a los fetiches
son útiles en este punto. Sin referirse en particular a los
documentos, Graeber (2005) sostiene que los fetiches con-
forman vías para crear nuevas relaciones sociales y son, por
lo tanto, transformadores de la realidad social. Apelando a estu-
dios etnográficos, el autor destaca que en las tribus africanas
la asignación de poder a ciertos objetos no implica un error
intelectual, sino el reconocimiento de que, al hacer estos
objetos (make), se crean nuevas responsabilidades sociales,
contratos o acuerdos, o asociaciones. Podríamos retomar a

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174 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

Graeber para preguntarnos cuáles son las responsabilida-


des, los contratos o las asociaciones que los documentos de
identidad crean, y si (y en qué medida) contribuyen a trans-
formar la realidad (y en qué sentido).
Independientemente de la vigilancia y el control hechos
por el Estado, por lo tanto, los documentos de las per-
sonas migrantes son cocreadores de los procesos políticos
que conectan a personas, organizaciones sociales y agentes
estatales atravesando, muy desigualmente, niveles barriales,
provinciales, nacionales y trasnacionales (Rodrigo, 2019).
Es así que

los “papeles” funcionan como mediadores, como puntos de


conexión de búsquedas y procesos políticos diversos. En la
medida en que son objetos que transforman la identidad de
los sujetos que los portan, abren un campo de expectativas,
objetivos y prácticas de distintos actores (Rodrigo, 2019: 191).

Por último, si pensamos en la fetichización del docu-


mento de identidad como un proceso, más que como ins-
tancia acabada, podríamos suponer que situaciones críticas
–como lo es (¿fue?) la pandemia u otras crisis de otras
índoles–, pueden condensar momentos en los que el poder
atribuido a este objeto es amplificado de modo extraordina-
rio para reproducirlo. Como contrapunto, tales momentos
abrirían también una puerta para la expansión de su gran
potencial de conectividad y transformación social.

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Módulo 3.
Repensar condiciones
de trabajo, perspectivas
teóricas y metodológicas
en nuestro quehacer
investigativo en pandemia

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Las migraciones en pandemia

Una mirada desde la reconstrucción


de las (in)movilidades cotidianas

DENISE ZENKLUSEN

Introducción

Un lugar común en las distintas producciones sobre migra-


ciones es que la pandemia de COVID-19 y las medidas
tomadas por los Estados produjeron una exacerbación de las
desigualdades sociales ya existentes (Rosas, 2021) y también
han dado lugar a nuevas, que han afectado especialmente
a la población migrante, sometida, en los últimos años, a
procesos de precarización social, laboral y reproductiva en
todo América Latina (Herrera, 2021). Pero –como sostie-
ne Herrera (2021)– también emergieron consecuencias no
esperadas que han derivado en nuevas formas de exclusión,
vinculadas al surgimiento de otros clivajes de desigualdad.
En el contexto argentino, las primeras medidas tomadas
por el Estado nacional datan de marzo de 2020. El 20 de ese
mes, se decretó el aislamiento social, preventivo y obligato-
rio (ASPO) con el fin de prevenir la circulación y el contagio
del virus. A través del decreto 297/2020, se estableció que
las personas debían permanecer en sus residencias habitua-
les, abstenerse de concurrir a sus lugares de trabajo y de
desplazarse por rutas, vías y espacios públicos. Sin embar-
go, fue necesario crear una categoría de servicios, tareas o
funciones declarados de emergencia (esenciales), que queda-
rían exceptuadas de dicho aislamiento. Este período estuvo
además signado por diferentes momentos. Inicialmente, se

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182 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

desarrolló la fase 1, aislamiento estricto del ASPO, donde


hubo cierre de fronteras y de comercios y restricción como
control de movimiento. Se cancelaron, a su vez, todos los
eventos masivos de entretenimiento, deportivos, culturales,
religiosos y políticos y se suspendió el dictado de clases pre-
senciales en todas las escuelas del país. Desde el 12 hasta el
26 de abril de 2020, se inició la fase 2, aislamiento adminis-
trativo, durante la cual, si bien se mantuvo el confinamien-
to, se aumentaron las tareas exceptuadas de la obligación de
permanecer en el domicilio. Estas medidas impactaron en la
población migrante de manera cruda: la Encuesta Nacional
Migrante de Argentina (ENMA) 2020 señaló que un 53 %
de las personas migrantes manifestó haber perdido parcial
o totalmente sus ingresos.
En simultáneo, y como señala Pinedo y Segura (2020:
2), estas decisiones abrieron un espacio-tiempo de contra-
dicciones y solapamientos como el de “las movilidades y las
interdependencias involucradas en la producción y repro-
ducción de la vida que hacen que en la misma letra que
decreta el ASPO se legislen también sus excepciones”. Como
fue el caso de las trabajadoras y los trabajadores esenciales
y las discusiones respecto de cuáles actividades debían ser
incluidas bajo esa categoría y cuáles no (Pinedo y Segura,
2020). En este contexto de restricciones específicas a las
movilidades y a los trabajos, de la profundización de las
desigualdades y de las necesidades, la escala de la ciudad
intermedia y específicamente de lo barrial –como también
señalan Matossian y Abal en este libro– adquirieron prota-
gonismo al momento de dar respuesta a las demandas que
presentaba la pandemia.
Este capítulo tiene como objetivo recuperar y analizar
las nuevas estrategias que las personas migrantes desplega-
ron y sostuvieron en pos de la sostenibilidad de sus vidas en
un contexto particular. En esta línea nos proponemos, por
un lado, reflexionar sobre algunas estrategias metodológi-
cas que se utilizaron para abordar los procesos migratorios,
y, por otro lado, revisitar una serie de conceptos teóricos

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 183

que permiten analizar los procesos migratorios durante la


fase 1 del ASPO en una ciudad intermedia como Rafaela.
Para ello, en un primer apartado, se presentará a la ciudad
con sus características sociohistóricas, para luego adentrar-
nos en –y a partir de recuperar algunas escenas etnográficas
del trabajo de campo realizado durante el período entre
marzo de 2020 y marzo de 2021– las dimensiones teórico-
metodológicas que construimos.

Rafaela, una ciudad intermedia y de nuevas


migraciones

Rafaela, particularmente, es la tercera ciudad más poblada de


la provincia de Santa Fe (luego de Rosario y Santa Fe capi-
tal), según el último censo de población disponible (2010).
Estudios de corte histórico enmarcan a la región bajo la
denominada “pampa gringa”, es decir, la zona de la región
pampeana que fue poblada por migrantes europeos –“grin-
gos”– en el último tercio del siglo XIX como consecuencia
de políticas estatales de fomento a la colonización agrope-
cuaria. Al igual que sucede en otras ciudades de Argentina,
en especial aquellas ubicadas en la región central del país,
la historia cultural de Rafaela está ligada a la construcción
y crisis de espacios de negociación y conflicto entre identi-
dades diversas, en el marco de una sociedad que instituyó la
idea de que la “cultura nacional” sería producto de un “crisol
de razas” venidas de Europa (Grimson, 1999).
Desde comienzos de este siglo, Rafaela comenzó a vivir
otros procesos migratorios que difieren de aquellos de fines
del siglo XIX y del siglo XX. En primer lugar, el aumento
de las migraciones internas desde ciudades más pequeñas
del norte de la provincia de Santa Fe y de otras provincias
como Chaco y Santiago del Estero. En segundo lugar, la
llegada de migrantes de países como Bolivia, Paraguay y, en
menor medida, Senegal. El Relevamiento Socioeconómico

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184 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

2018, realizado por el Instituto de Capacitación y Desa-


rrollo Local (ICEDeL), dependiente de la Municipalidad de
Rafaela, menciona que, para ese año,

el 67,8% de la población que habita en la ciudad es oriunda


de Rafaela. Entre el grupo de migrantes, el 21,9% pertenece
a otra localidad de la provincia de Santa Fe, el 9,4% es ori-
ginario de localidades situadas en otras provincias, y el 0,9%
manifestó haber nacido en otro país (ICEDeL, 2018: 43).

De ese 0,9 %, los principales orígenes son Bolivia y


Paraguay.
En este escenario, emerge –recuperando los argumen-
tos de Grimson (1999)– “una dimensión fundamental, aun-
que muchas veces oculta en la cultura urbana contemporá-
nea que es la presencia de los inmigrantes [internacionales
e internos] como clave a partir de la cual se estructura la
diferencia” (Grimson, 1999: 43). Así pues, si, por un lado,
se construye una “ciudad demarcada” (Caggiano y Segura,
2014), producto de la intersección de límites de clase, ads-
cripción étnico-racial y origen nacional que condicionan
las experiencias de sus habitantes (ya sean migrantes inter-
nos, internacionales o “nativos”) y las diferentes formas de
apropiación del espacio, por el otro, se configuran usos
alternativos de la ciudad, a partir de prácticas y estrate-
gias desplegadas por los distintos actores que la conforman,
que “transgreden” el orden urbano y trascienden la “ciudad
demarcada” (Caggiano y Segura, 2014), lo que puede gene-
rar negociaciones, fricciones, conflictos y disputas.
En la periferia norte de la ciudad de Rafaela, se localiza
un barrio que tiene su origen a finales de la década del
noventa con la llegada de migrantes internos del norte de
Santa Fe y de provincias vecinas como Chaco y Santiago
del Estero y se consolidó, por ese entonces, como destino
principal para familias provenientes de Bolivia y Paraguay
que se dedican a la construcción. Allí se ubica una de las
principales constructoras de la ciudad que emplea y ofrece

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 185

casas a los migrantes que contrata. El barrio cuenta con una


escuela primaria, un Centro de Salud provincial de atención
primaria, un playón polideportivo municipal, la empresa
constructora, negocios y comercios de alimentos e indu-
mentaria. Las familias migrantes provenientes de Bolivia, y
en menor medida de Paraguay, que allí residen se emplean
principalmente en trabajos como la construcción, en el caso
de los varones –ya sea de manera formal en la constructora
o por cuenta propia quienes poseen más años de residen-
cia en el país–. Muchos de quienes comenzaron trabajan-
do en la constructora luego se “independizaron” armando
sus propias cuadrillas. También las familias bolivianas con
mayor permanencia en la ciudad poseen locales comerciales
dedicados a la venta de indumentaria en la zona céntrica de
la ciudad. Finalmente, parte de las mujeres entrevistadas se
emplean en dos de las cooperativas de trabajo de limpieza
de la ciudad. Estas cooperativas presentan ciertas caracte-
rísticas como que, por ejemplo, no cuentan con un salario
fijo, sino que el salario es por horas trabajadas.
Estos rubros –construcción, comercio, trabajo de lim-
pieza–, al menos durante la fase 1 del ASPO, no fueron
considerados esenciales, tal como los definía el Estado. Esta
medida desencadenó situaciones de desempleo y una serie
de dificultades para sostener la producción y reproducción
de la vida cotidiana de las familias. En este contexto, las
familias con quienes trabajamos desplegaron algunas estra-
tegias vinculadas a lo barrial que nos interesa recuperar y
reflexionar a partir de revisitar algunas estrategias metodo-
lógicas y categorías teóricas.

Reflexiones metodológicas y teóricas para desandar


el trabajo de campo

Durante el período analizado, nos topamos con dificultades


para poder realizar trabajo de campo cualitativo, tal como

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186 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

lo veníamos contemplando. Al mismo tiempo, construir


interpretaciones de un fenómeno que aparecía como nove-
doso, que generaba nuevas prácticas y se inscribía en una
historia sedimentada, nos advertía de la necesidad de apelar
a una “política del pensamiento que no se apresura a ubicar
lo existente en teorías previas o esquemas de categorías”
(Biset, 2021). Las condiciones de producción de conoci-
miento científico eran diferentes a las que conocíamos pre-
vio a la pandemia. En este sentido, parte de las reflexiones
que compartimos en este capítulo provienen de una combi-
nación de estrategias metodológicas y teóricas que quizás,
de no haber sucedido la pandemia, no se hubieran llevado
a cabo.
Como primera aclaración, consideramos relevante
señalar que el trabajo de campo lo iniciamos el mismo año
que inició la pandemia. Las reflexiones aquí compartidas
forman parte del trabajo realizado en el marco del proyecto
de investigación “Las migraciones recientes en la ciudad de
Rafaela. Un análisis del impacto que nuevos grupos generan
en la percepción subjetiva de la sociedad ‘rafaelina’” (SITT–
UNRaf, 2020-2022) y el proyecto posdoctoral “Más allá de
las metrópolis. Repensando las migraciones internacionales
contemporáneas y las movilidades internas: el caso del área
metropolitana de Gran Rafaela” (CONICET, 2020-2023). Si
bien habíamos entablado algunas aproximaciones y víncu-
los que nos permitieron acercarnos a la población migrante
en la ciudad, lo cierto es que el ingreso al campo coincidió
con el inicio de la fase 1 del ASPO. Por ello, el material
empírico se construyó a partir de tres estrategias o técnicas.
En primer lugar, y frente a la imposibilidad de reunirnos
con los sujetos de manera presencial, acudimos a la utili-
zación de una serie de herramientas –vinculadas al uso de
la tecnología– que hasta ese momento no contemplábamos
para hacer trabajo de campo: sostuvimos por WhatsApp una
serie de conversaciones con informantes clave. Allí indaga-
mos en algunas dimensiones vinculadas a la alimentación
y el abastecimiento alimenticio, al trabajo y los ingresos

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 187

laborales, a la atención a la salud, así como al cuidado de


personas adultas mayores o a infancias y a la situación de
familiares en sus países de origen. Según datos de la Agen-
da Migrante 2020, “más del 80% de las personas migrantes
no accedieron al Ingreso Familiar de Emergencia (IFE)”. En
este contexto, nos propusimos reconstruir las particulari-
dades de la vida en pandemia de la población migrante en
una ciudad intermedia, en donde la escala local y barrial
emerge como relevante para reconocer los intersticios que,
en ocasiones, se distancian de lo que sucede en las grandes
urbes.
En segundo lugar, y a partir de la realización de un
documental transmedia titulado ¿Y ahora qué? Relatos de cua-
rentena –producido por el Centro de Investigación UNRaf-
Tec, a través de su Laboratorio de Medios Audiovisuales y
Digitales (MADLab)–, sostuvimos una serie de encuentros
con diferentes personas para la elaboración de un proyecto
audiovisual de la Universidad Nacional de Rafaela donde
mapeamos y reconstruimos, a partir de relatos escritos y
orales, las transformaciones sociales sucedidas durante la
pandemia. Recordemos que –en ese momento– lo referido
a medios de comunicación era considerado como trabajo
esencial, lo que nos permitió poder recuperar algunos rela-
tos (ver Rodríguez, Zenklusen y Armando, 2021).
Y, finalmente, llevamos a cabo entrevistas y registros
etnográficos que realizamos posteriormente a la fase 1 del
ASPO.
Si, por un lado, iniciar trabajo de campo es un momen-
to de apertura, de conocer y descubrir, por otro, la pan-
demia se nos presentó como un lugar desconocido. Por
ello, y en una primera instancia, nos propusimos abordar
aquellos fenómenos no esperados que trajo la pandemia y
su relación con la profundización de las desigualdades de
los sectores populares y, específicamente, de la población
migrante. A partir de un trabajo realizado durante la pande-
mia con población migrante en barrios populares, Gavazzo
y Penchaszadeh (2020) identifican tres factores de exclusión

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188 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

que se profundizaron: un factor de carácter administrativo


vinculado a contar con los papeles adecuados y los años
de antigüedad para poder acceder a un trabajo formal; un
segundo factor; “íntimamente vinculado con la regularidad
documentaria, es la forma de inserción en el mercado labo-
ral” (Gavazzo y Penchaszadeh, 2020: 50); y un tercer fac-
tor vinculado a la baja inclusión histórica y sistemática de
esta población en las políticas sociales y previsionales del
Estado.
En este marco, retomamos la reflexión propuesta por
Xiang y Sørensen (2020) en torno al concepto de “movi-
lidades de choque” o shock mobilities. Es decir, aquellos
movimientos humanos repentinos realizados en respuesta
a perturbaciones agudas y relacionados con cambios repen-
tinos en el movimiento de las personas, como, por ejem-
plo, la pandemia de COVID–19. Para el autor y la autora,
las movilidades de choque se deben entender como articu-
laciones entre varios movimientos o ensamblajes de movi-
lidades y son especialmente relevantes para captar diver-
sos procesos (Xiang y Sørensen, 2020) que –como señala
Herrera (2021)– hemos identificado en la región: como el
retorno de los y las migrantes internos e internacionales a
sus comunidades y países de origen o la concentración de
las y los migrantes en trabajos que requieren su continua
movilidad. Herrera (2021) señala que uno de los impactos
inesperados del COVID-19 sobre las migraciones en Amé-
rica Latina han sido los procesos de movilidad en medio de
las restricciones y el cierre de fronteras impuestos por prác-
ticamente todos los Estados de la región. La movilidad de
choque puede conceptualizarse –siguiendo a Xiang (2020)–
como un vínculo entre varios movimientos, o un momento
en el que diferentes movilidades e inmovilidades se enredan
intensamente entre sí. Estas inmovilidades interrelaciona-
das constituyen “conjuntos de movilidad” (Xiang, 2020).
Las familias migrantes que viven en el barrio donde
comenzamos el trabajo de campo ya eran móviles –previo
a la pandemia–. Para la producción y reproducción de su

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 189

vida, se desplazaban cotidianamente por la ciudad como


trabajadoras de limpieza o de la construcción o hacia los
locales de venta de indumentaria ubicados en el centro de
la ciudad. Continuando con la propuesta de Xiang (2020), la
pandemia interrumpió sus ritmos de movilidad, los obligó
a quedarse “inmóviles”.
La inmovilidad supuso para las familias migrantes del
barrio –como también para familias argentinas que allí
residen– la profundización de la precariedad ocupacional.
La imposibilidad de trabajar derivó, en el caso de los tra-
bajadores informales, en la discontinuidad de los ingresos
o en situaciones de desempleo, y la falta de ingresos puso
en riesgo la seguridad alimentaria. En lo que respecta a
las cuestiones vinculadas a la alimentación y el abasteci-
miento alimenticio y de productos de necesidad básica, el
Estado provincial de Santa Fe, a través del Ministerio de
Educación, estableció que, en aquellas escuelas –primarias
y secundarias– donde se otorgaba desayuno o merienda, se
entregaran bolsones de comida una vez a la semana. Al mis-
mo tiempo, el Estado local de Rafaela comenzó a hacer lo
mismo por medio del centro de salud. Por último, en uno de
los clubes ubicados en el barrio colindante, se consolidó un
comedor para dar respuesta a las infancias que allí asistían.
Ante la urgencia de dar respuesta a esa inmovilidad,
las familias comenzaron a moverse al interior del barrio. Es
decir, se desplazaban –al igual que los hacían históricamen-
te varias familias del barrio– en la búsqueda de alimentos:
para algunas familias, era la primera vez que lo hacían en el
barrio. En efecto, en conversaciones con varones y mujeres
migrantes, mencionaron que era la primera vez que asistían
a estos espacios. Si bien varios de los hijos y las hijas, por
ejemplo, concurrían a la escuela, señalaron que se encontra-
ron con esta institución desde un lugar diferente: ya no como
aquella institución en donde sus hijos e hijas van a estudiar,
sino como el lugar que acompañó la subsistencia familiar.
Lo mismo sucedió con el abastecimiento de alimen-
tos en locales comerciales. En sus rutinas y movilidades

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190 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

cotidianas previas a la pandemia, especialmente quienes


se trasladaban para trabajar indicaron que las compras las
hacían en el centro de la ciudad o en supermercados más
grandes porque les permitía ahorrar. Ante la inmovilidad
producto de las restricciones, describieron que comenzaron
a abastecerse en los almacenes y kioscos del barrio. En estos
recorridos, el barrio para los y las migrantes se convirtió
en un espacio con sus propios límites para la movilidad:
había una percepción de que era más seguro moverse por
allí que desplazarse hacia la zona más céntrica de la ciudad,
donde había mayores controles policiales. De esta manera,
emergieron ciertas dinámicas vinculadas a vivir en un mis-
mo espacio, habitarlo, transitarlo que consolidaron otras (y
nuevas) maneras de vinculares con actores e instituciones
–como la escuela, el club, los centros de salud, los comercios
locales–.
Para los y las migrantes que entrevistamos, la situación
de (in)movilidad en la escala del barrio consolidó nuevos
sentidos de pertenencia no solo ligados a lo migrante –o al
origen nacional, como la celebración de Fiesta de la Virgen
de Urkupiña que realizan anualmente desde el año 2014 y
que reúne a familias provenientes de Bolivia–, sino también
a lo barrial: a los vínculos de vecindad, comunitarios, pero
también comerciales que allí entrelazan y sostienen.

Consideraciones finales

La ciudad de Rafaela presenta ciertas características –una


ciudad intermedia construida sobre el imaginario de la
“pampa gringa”– que conlleva que los procesos migra-
torios contemporáneos adquieran ciertas particularidades
que difiere de pensarlos en las grandes urbes. Por lo que
pudimos construir a partir del trabajo de campo que, duran-
te la pandemia, el Estado provincial y local ha dado algu-
nas respuestas en términos de políticas y programas a la

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 191

situación; lo cierto es que –como sucede a nivel nacional– la


población migrante suele ser excluida o invisibilizada de las
decisiones. En este nuevo contexto social, queda pendiente
reconstruir la manera en que la gestión del Estado local se
involucra con la población migrante, cuáles son las deman-
das de estos colectivos en términos sociales, laborales y de
derecho a la ciudad y cómo pueden generar alianzas con
el Estado local, que se muestra presente para determinados
ciudadanos –argentinos–, pero ausente para las personas
migrantes. Esto último refuerza la necesidad de abonar al
campo de los estudios migratorios desde las ciudades inter-
medias y en relación con los procesos locales.
La pandemia, sin lugar a dudas, fue un momento
inigualable. En términos metodológicos, nos encontramos
con algunas dificultades. Por un lado, y como señalamos al
comienzo, la dificultad de poder realizar trabajo de campo
tal como lo veníamos haciendo. Por otro lado, la dificultad
de reconstruir ese pasado reciente que se desdibuja por
momentos. Con las medidas de vacunación, el descenso de
los casos y la apertura a la actividad, muchas de las familias
migrantes con las que trabajamos pudieron retomar sus acti-
vidades. Lo cierto es que en sus relatos aparece un regreso
a “cierta normalidad” que en parte dificulta la reconstruc-
ción en términos más subjetivos de la pandemia. Durante
las conversaciones y entrevistas que realizamos posteriores
al aislamiento más estricto –e incluso que sostenemos en la
actualidad–, los momentos y la experiencia de la pandemia
se desdibujan, se relativizan en términos de una supuesta
vuelta a las rutinas y la normalidad. De allí un esfuer-
zo, quizás intuitivo, quizás estructurado, de marcar ciertos
momentos, tiempos, fases que permitan poder reconstruir
esos movimientos que identificamos como diferentes y que
podemos leer como una estrategia frente a la pandemia.

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192 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

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Experiencias de investigación
en tiempos de pandemia

Indagando sobre las migraciones a pie y la figura


de los caminantes en el territorio colombiano

JANNETH CLAVIJO, ADRIANA GONZÁLEZ GIL


Y MARCELA CEBALLOS MEDINA

Este breve escrito tiene como objetivo reconstruir parte


de nuestra experiencia de investigación a partir del trabajo
desarrollado en el Nodo Colombia en el marco del proyecto
“(In)movilidad en las Américas y COVID-19”. El nodo como
espacio colectivo ha estado orientado a la construcción
de una reflexión permanente en torno a la relación entre
(in)movilidad y control, que contempla no solo el territorio
colombiano, sino también las intersecciones a escala regio-
nal y global. Inicialmente, desde el proyecto “(In)movilidad”
se propuso la conformación y articulación de nodos por
países para recabar, sistematizar y elaborar un archivo digi-
tal, en especial de información de prensa a partir del mapeo
de tres ejes: adopción de medidas estatales, situaciones de
alerta para las poblaciones en movimiento y respuestas
sociales en cada uno de los países de la región compren-
didos en la investigación (“[In]movilidad en las Américas y
COVID-19”, 2020).
En principio, la información de prensa y divulgación
nos permitió realizar un seguimiento a diferentes aspectos
en torno a los cierres de fronteras, los actores involucra-
dos y las cifras que se difundieron. A medida que fuimos
sistematizando los datos, las fuentes de consulta se fue-
ron ampliando, y fue necesario incluir otros documentos

teseopress.com 195
196 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

de orden normativo y diversos materiales institucionales,


en especial aquellos relacionados con las medidas guberna-
mentales que se desplegaron asociadas al aumento y la cen-
tralidad que fue adquiriendo la migración de origen vene-
zolano en el contexto colombiano y regional. Del mismo
modo, fuimos generando vínculos con diferentes organiza-
ciones sociales cuyas labores han estado orientadas a los
procesos migratorios, incluyendo, en algunos casos, el des-
plazamiento forzado. En esa línea, fue relevante el contacto
con personas que se encontraban en los albergues de la Red
Humanitaria, ya que esto permitió establecer comunicación
con migrantes que transitan la ruta a pie, conocer sus expe-
riencias y difundir algunas de sus demandas.
En ese sentido, presentamos en este texto diferentes
momentos del trabajo colectivo conjugados con algunos de
los hallazgos y las inquietudes que emergieron desde el
inicio de las tareas de investigación en abril del 2020. Así,
las siguientes páginas estarán abocadas, en primer lugar,
a introducir la dimensión metodológica y sus desafíos en
nuestro transitar como equipo desde la virtualidad. En
segundo lugar, abordaremos aspectos centrales de las trans-
formaciones en las dinámicas migratorias en el contexto
de pandemia, subrayando cuatro puntos neurales que se
ponen de relieve en el acercamiento y la comprensión de
las migraciones a pie, como formas de movilidad imperan-
tes en el escenario reciente. En tercer lugar, retomaremos
los principales hallazgos que surgieron a partir de nuestra
investigación. Para concluir, compartiremos algunas de las
inquietudes y posibles líneas de indagación para futuras
investigaciones.

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 197

La dimensión metodológica: desafíos metodológicos


y éticos

Construir un espacio colectivo para la investigación en el


contexto inicial de la pandemia, marcado por los confina-
mientos, fue el primer desafío que afrontamos. No obstante,
esta circunstancia ha sido también una oportunidad para
fortalecer lazos de cooperación e intercambios productivos
que han dado lugar a discusiones potentes en materia meto-
dológica –el cómo hacer lo que sabemos hacer en contextos
de presencialidad y “normalidad”, y cómo renovar las estra-
tegias de investigación utilizadas–, de reflexión teórica –el
carácter limitado de nuestros marcos interpretativos para
abordar las transformaciones de la migración en contextos
de (in)movilidad–, y de reflexión ética –en cuanto las impli-
caciones de la participación de comunidades en movimien-
to, precarizadas aún más por el impacto de la pandemia–.
Así, cabe señalar algunas de las dificultades que se pre-
sentaron al intentar sostener el relevamiento de informa-
ción, dadas las limitaciones para realizar trabajo de campo
en terreno. Privilegiar el uso de la prensa como fuente
de investigación, sabemos, tiene implicaciones. Diferentes
análisis se han hecho respecto a la confiabilidad de la inves-
tigación cuando recurre a la prensa como fuente –parti-
cularmente– en estudios históricos, al cuestionar su “obje-
tividad” (Van Dyck, 1990; Acevedo Tarazona y Villabona
Ardila, 2019). Sin embargo, dentro del proyecto, se definió
un mecanismo de seguimiento diario a los hechos noticio-
sos, que aportó material suficiente para examinar las tres
dimensiones acordadas: la situación migrante, las medidas
estatales y las respuestas sociales. Dicha información ha
sido cotejada con otras fuentes escritas y, en la medida de
las posibilidades que nos abrió el intercambio virtual con
organizaciones y migrantes, con sus voces. A medida que
pasaron los meses, se incrementaron las limitaciones de
tiempos y espacios para conjugar múltiples tareas junto con
la actualización permanente de información. Por otra parte,

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198 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

el aumento de foros, conferencias y espacios virtuales deri-


vó también en un cansancio a la par, de un deseo latente
por evitar perder de vista los diferentes sucesos y aconteci-
mientos. Asimismo, se hizo necesario abrir un espacio para
decantar la sistematización elaborada y establecer conexio-
nes entre diferentes actores que hoy inciden en el trata-
miento de las migraciones en el escenario regional.
La incorporación de una estrategia virtual en la inves-
tigación nos ha dejado elementos positivos y dificultades
evidentes, que ha sido preciso ponderar, en cuanto a su
impacto sobre la confiabilidad y validez de los resultados.
En primer lugar, la relevancia que ha adquirido la dinámica
migratoria colombo-venezolana para investigadores, orga-
nizaciones sociales y entidades gubernamentales; la crecien-
te presencia de migrantes extracontinentales en la región y
las consecuentes transformaciones de las dinámicas trans-
fronterizas han llevado a un incremento significativo de la
producción académica y de material de divulgación en dis-
tintos formatos –escritos, audiovisuales, pódcast, webinars,
documentales–. Acceder a este volumen creciente de infor-
mación implicó como desafío su tratamiento en términos
de confiabilidad y uso para la descripción de los fenómenos
examinados que demandan también lineamientos interpre-
tativos.
En segundo lugar, igual desafío ha constituido recabar
y procesar información cuantitativa. El seguimiento esta-
dístico a la movilidad transfronteriza se ha realizado a tra-
vés de fuentes de acceso abierto como Migración Colombia,
ACNUR, OIM, la Plataforma de Coordinación para Refu-
giados y Migrantes Venezolanos, Cruz Roja Internacional,
Plataforma Interagencial R4V, así como ejercicios inves-
tigativos de universidades y centros de investigación que
han aportado información cuantitativa relevante. En todos
los casos, es preciso advertir la limitación de estas estra-
tegias para la construcción confiable de datos estadísticos,
dadas la naturaleza del fenómeno examinado –la población
en movimiento–, la intermitencia de los datos oficiales y

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 199

las dificultades para realizar un seguimiento permanente y


sistemático a los movimientos poblacionales. No obstante,
han sido insumos importantes para lograr un acercamiento
a la dimensión cuantitativa del problema. Precisamente, la
preocupación por la construcción de los datos ha estado
presente en el desarrollo del proyecto, generando produc-
tivas discusiones recurrentes y, particularmente, abordadas
en el seminario en el que se trataron preguntas referidas
a los enfoques, las metodologías, los instrumentos para
recabar la información y en relación con los marcos con-
ceptuales e interpretativos con los cuales clasificamos y
ordenamos los datos y definimos su uso, así como asuntos
relacionados con el carácter político de estos y su utiliza-
ción (Clavijo, Ceballos y González, 2020). Además, de una
cuestión central resultó la incorporación de la voz de los
y las migrantes como información válida que nos permita
transitar de lo testimonial a lo interpretativo, para lo cual
se adoptaron diferentes estrategias, como el mapeo polifó-
nico (“[In]Movilidad en las Américas y COVID-19”, 2021a)
y las asambleas migrantes (“[In]Movilidad en las Américas y
COVID-19”, 2021b).
Como puede observarse, si bien los desafíos teóricos
y metodológicos de la estrategia virtual de la investigación
están estrechamente conectados, no son menos importan-
tes los desafíos enfrentados en cuanto a su dimensión ética.
Dilemas relacionados con la adopción del trabajo virtual
y su impacto sobre poblaciones en contextos conflictivos
–preguntas por la debida incorporación de las subjetivida-
des migrantes, sus voces, sus testimonios, sus narrativas, sin
caer en su uso instrumental, y, al contrario, visibilizando y
reconociendo la contribución de sus planteamientos– han
sido, entre otros, retos de la investigación.
No obstante, y sin perder de vista las dificultades que
supone el trabajo de investigación en contextos conflicti-
vos, agravados por las circunstancias de precarización a las
que han estado expuestos las y los migrantes durante la
pandemia, el trabajo en entornos virtuales devino en una

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200 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

oportunidad para favorecer la protección de las personas


consultadas y generar un espacio de confianza para abordar
temas sensibles a través de un diálogo horizontal, permi-
tiendo que los protocolos seguidos en función de la postura
ética de la investigación garantizaran la protección de la
identidad, la integridad y el reconocimiento de las y los
migrantes como partícipes de la investigación y sujetos de
derechos.

De las dinámicas migratorias en el contexto


de la pandemia: la visibilización de la migración
venezolana

El territorio colombiano se configura como lugar socioes-


pacial clave en las transformaciones recientes de las movi-
lidades transfronterizas y los procesos de la migración sur-
sur. Colombia como lugar de tránsito está determinado por
su localización geográfica, se constituye como puerto de
acceso al océano Pacífico por el oriente, al océano Atlántico
por el occidente, limita con el mar Caribe como fronte-
ra marítima con Centroamérica en una ruta abierta hacia
Estados Unidos y Canadá, y, a la par, comparte fronteras
terrestres con Ecuador, Panamá, Perú, Brasil y Venezuela
(Clavijo, Ceballos y González, 2022b: 183).
Sin duda, la dinámica fronteriza es una de las cues-
tiones centrales en la reconstrucción y comprensión de
la movilidad poblacional entre Colombia y Venezuela. Es
preciso señalar que las decisiones políticas que se adop-
taron en el decenio pasado en materia migratoria estaban
estrechamente relacionadas con el incremento progresivo
del desplazamiento forzado interno de colombianos y la
igualmente creciente migración transfronteriza, debido a
las dinámicas del conflicto armado colombiano y a la com-
pleja situación que se vive en Venezuela. El incremento de
la migración desde el vecino país en el último quinquenio

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 201

se convierte en el factor determinante de las disposicio-


nes gubernamentales más recientes en materia migratoria.
Como plantean algunos estudios (Naranjo, 2015; Ramírez,
2009; Gandini, Lozano y Prieto, 2019), durante décadas, la
relación binacional giró entre el conflicto y la cooperación,
particularmente con respecto a los impactos del conflicto
armado colombiano sobre las dinámicas transfronterizas
y la extensión de una situación denominada como “crisis
humanitaria” a lo largo de la frontera entre ambos países,
la cual fue atendida a través de medidas diplomáticas que
desconocían, frecuentemente, la cotidianidad de las perso-
nas que habitan la frontera, los lazos históricos de vecindad
y sus transformaciones en el contexto más próximo.
En el pasado reciente, la movilidad transfronteriza y
la crisis de derechos humanos en la que se enmarca no
generaron una atención adecuada ni un lugar central en la
agenda binacional, que privilegió el tratamiento de temas
de comercio ilegal o contrabando (Naranjo, 2015). En la
coyuntura actual de crecimiento sostenido de la movilidad
poblacional desde y hacia Venezuela, etiquetada como “cri-
sis migratoria”, se ha evidenciado que las medidas adoptadas
por el gobierno colombiano se orientan más a deslegitimar
el gobierno de Venezuela y a captar recursos de coope-
ración internacional que a proteger los derechos de los y
las migrantes (Ramírez, 2018). La respuesta del gobierno
colombiano ha sido, en el plano discursivo, de generosidad
(Gutiérrez-Palma, 2021) y, en el plano normativo, la con-
tracción o el estancamiento de la política de asilo y refugio,
privilegiando, en su lugar, una gestión migratoria en el mar-
co del régimen de extranjería (Ceballos, 2021). En el plano
de la política, las nociones de “temporalidad”, “excedencia”,
“transitoriedad” y “excepcionalidad” enmarcan la perspec-
tiva y el abordaje desde el gobierno de estas migraciones
originadas en Venezuela, masificadas y precarizadas con
mayor fuerza a partir del 2015.
Respecto a la temporalidad, en los últimos dos años,
el Estado colombiano ha respondido con medidas que

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202 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

adquieren la fachada de regularización, pero que no resuel-


ven de forma definitiva la permanencia ni garantizan la
estabilización de estas poblaciones. Medidas como el per-
miso especial de permanencia (PEP) y el Estatuto Temporal
de Protección para Migrantes Venezolanos (ETPV, 2021)
son altamente selectivas (los requisitos implican tener pasa-
porte o cédula, visa o permiso de permanencia, con registro
de ingreso), se otorgan con un alto grado de discrecio-
nalidad, están orientadas a un reconocimiento transitorio
(Clavijo, Ceballos y González, 2022a; Ceballos, Cano, Gon-
zález y Pérez, 2021) y son ambiguas en términos del lugar
“liminal” en el que, en el plano jurídico, colocan a las pobla-
ciones migrantes que llegan cada día desde Venezuela (Del
Real, 2022).
La mayor visibilidad de la migración venezolana recien-
te ha situado en el centro del discurso oficial y mediático
la irrupción de las poblaciones que transitan “a pie”: los lla-
mados “caminantes”. Si bien la masificación de la migración
desde Venezuela se registra desde el 2015, es a partir del
2018 desde cuando esta población empezó a ser mirada con
atención en la escena pública. Se trata de un movimiento
que podemos interpretar como parte de un proceso de pre-
carización de las condiciones en que se da la movilidad, de
extensión a los distintos estratos de población y a lo largo
del país y del continente americano. Las continuidades en el
tiempo y en el espacio de estos procesos de movilidad impo-
nen tensiones y presionan al reconocimiento de las y los
migrantes a pie como sujetos de derechos, que irrumpen en
el espacio social, simbólico y político, con mayor relevancia
en el contexto de pandemia. Desde esta irrupción se pone
en cuestión la noción de “excepcionalidad”, en el sentido de
un evento “poco común” y circunscrito a la coyuntura.
En contraposición a esa noción, sostenemos que las
movilidades a pie pueden ser comprendidas como un ejer-
cicio que tiende a colectivizar el caminar y el transitar
configurándose como estrategias de preservación (Clavijo,

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 203

Ceballos y González, 2022b) en el marco de formas de


sobrevivencia que abarcan múltiples espacios nacionales, y
que se sostienen a lo largo del tiempo. En otras palabras, las
movilidades a pie pueden ser entendidas como un proceso
de subjetivación, mediante el cual las poblaciones migran-
tes buscan abrirse un lugar en el espacio social, político y
territorial. Desde esta perspectiva, la transitoriedad que se
adjudica a estas poblaciones (definidas por agentes huma-
nitarios y gubernamentales como “de paso”, “en tránsito”,
“sin vocación de permanencia”) se contrapone a la idea del
sujeto político que se disputa un lugar para su existencia,
que se instala en el ámbito de la sociedad y que exige un
reconocimiento por parte del Estado nación.
Para los y las caminantes, las condiciones se tornaron
aún más precarias en el contexto de pandemia por varias
razones, entre ellas, el cierre de fronteras y el consecuente
paso de modo cada vez más frecuente por trochas (pasos
no habilitados) bajo el control territorial que ejercen diver-
sos actores estatales y no estatales por medio de múltiples
violencias. Los albergues y espacios de asistencia se vie-
ron limitados e incluso clausurados, utilizando los proto-
colos sanitarios como argumentos para extender el control
migratorio al campo de la acción humanitaria, en nuevas
formas de articulación entre la gestión sanitaria y el control
migratorio. En consecuencia, presenciamos una profundi-
zación de la xenofobia derivada de la asociación entre la
condición migrante y los supuestos riesgos a la salud públi-
ca. Esta gestión sanitaria articulada con la gestión migrato-
ria se sustenta en la noción de “excedencia” instalada en lo
discursivo, se concreta en lo normativo y se reproduce en
los distintos ámbitos de la política migratoria. La idea de
que las y los migrantes exceden o desbordan la capacidad
institucional aparece acompañada de la imagen de estas
poblaciones como una amenaza a la seguridad y a la salud
pública. La percepción de estas migraciones a pie como un
fenómeno desordenado y fuera de control se ha instalado

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204 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

en la narrativa mediática a través de fotografías de personas


que “siguen llegando” cada día, filas interminables de cami-
nantes en medio de una crisis que “no para”.
Ahora bien, ¿cómo surge esta forma de movilidad?
Responder a esta pregunta nos permitirá situar mejor esas
condiciones de precarización de la vida bajo el contexto
de la pandemia. El informe de ACAPS (2021) plantea algu-
nos elementos para comprender el contexto en el que las
migraciones a pie surgen como única opción de movilidad.
La visibilidad que ha cobrado la figura de los caminantes
se ha centrado en el cruce de las fronteras y en el paso
por diferentes rutas en el territorio colombiano, atrave-
sando ciudades fronterizas como Cúcuta y Pamplona, para
después transitar hacia ciudades capitales como Bucara-
manga (departamento de Santander) y Bogotá, la capital
del país. Sin embargo, estos movimientos también se han
(re)configurado en el territorio venezolano, lo que nos per-
mite considerar otros factores en origen, como el impacto
del racionamiento energético, la escasez de combustible, la
poca disponibilidad de transporte público y privado, auna-
do al aumento del precio en los pasajes interurbanos y las
restricciones de circulación impuestas por distintos actores
estatales y no estatales, que se acentuaron en el contexto de
la pandemia por COVID-19 (ACAPS, 2021).

Algunos hallazgos y aspectos nodales que se divisan

Entre las cuestiones nodales que pudimos identificar con el


relevamiento y el seguimiento de algunas medidas, encon-
tramos, en primer lugar, la figura de las y los caminantes, en
una migración a pie, de manera permanente, donde el cuer-
po se convierte en principal vehículo para hacer posibles la
movilidad y la itinerancia en una búsqueda de preservación
de la vida. En segundo lugar, las medidas estatales eviden-
ciaron un carácter provisorio de atención a las poblaciones

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 205

migrantes. Particularmente, la implementación de un Esta-


tuto Temporal de Protección para migrantes venezolanos
(ETPV) (Ceballos, Clavijo y González, 2022a). Un tercer
aspecto tiene que ver con la colectivización, que compren-
de al menos dos cuestiones: las estrategias colectivas para
sostener la movilidad y la multiplicidad de actores y formas
de intervención que se han desplegado a lo largo de la ruta
y de los espacios donde tiene lugar el movimiento.
Planteamos que la migración a pie entre Colombia y
Venezuela se inserta en estrategias colectivas de resisten-
cia en las que el ejercicio de la autonomía migrante para
cruzar y atravesar territorios se expresa en desafíos a los
mecanismos de control propios del régimen de fronteras
(Domenech, 2019; Domenech y Dias, 2020) y de la gestión
sanitaria de la pandemia. También se concreta en la irrup-
ción de los cuerpos de individuos en el espacio geográfico
y simbólico, mediante un proceso convertido en acto colec-
tivo que visibiliza a los sujetos migrantes en cuestión, y
simultáneamente enuncia sus necesidades, vulneraciones y
exposiciones a múltiples riesgos.
En esta irrupción está implícita y, en ocasiones, se hace
explícita la exigibilidad de derechos, es decir, la construc-
ción de una subjetividad migrante en la que estos individuos
en movimiento se posicionan y autorreconocen como suje-
tos de derechos, interpelando políticamente a las distintas
instituciones y a la sociedad. Así, consideramos que, en esta
movilidad, se expresa no solo una estrategia en la que está
presente la evasión de los controles migratorios (militares,
estatales y paraestatales, legales e ilegales), sino también la
configuración de nuevas rutas y la disputa en el espacio a
través de los cuerpos como vehículos, en el sentido de gene-
rar y demarcar caminos mediante los “zigzagueos”, como
plantean De Genova, Garelli y Tazzioli (2018), que les per-
mitan llegar a los destinos deseados.
Ahora bien, frente a la colectivización de la migración
a pie, es relevante considerar la relación entre las transfor-
maciones de los movimientos y la de las formas de gestión y

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206 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

seguimiento de la población migrante, en particular, a partir


de la presencia de organismos vinculados con la cooperación
internacional que, por medio de diferentes organizaciones y
entes implementadores, han desplegado acciones de diverso
tipo, algunas de asistencia inmediata (como el reparto de
kits, asesoría en las condiciones de la ruta, traslados, trans-
ferencias monetarias para alimentación, entre otras) y otras
que se conjugan con medidas gubernamentales, es decir,
con nuevas formas que va tomando el régimen de migracio-
nes y de fronteras (Domenech y Dias, 2020), por ejemplo,
la adopción y la implementación del ETPV en diferentes
regiones del país.
Nos encontramos ante un escenario marcado por la
espontaneidad, pero que tiende a organizarse en el tránsi-
to: un tránsito cuya temporalidad es indefinida, prolongada
y reconfigurada de modo constante. La ruta es el espacio
de apropiación de las luchas, y el cuerpo, el vehículo que
permite transformar y desafiar las distintas estructuras de
control. La itinerancia de manera colectiva y acompaña-
da, como estrategia para sostener el movimiento, también
opera como forma de protección en el trayecto, atendiendo
no solo a riesgos asociados al clima, la falta de alimento y
espacios para resguardarse, sino también al hecho de atra-
vesar territorios donde las lógicas del conflicto armado y
de violencias asociadas al control estatal y paraestatal están
vigentes (Bolívar, 2021).
A la par, hablar de colectivización del movimiento
involucra otras dimensiones de estas experiencias migra-
torias: la planificación de los caminos y de los tiempos, el
intercambio de información permanente, los aprendizajes
y saberes que se ponen en juego y el cuidado mutuo en
diferentes etapas. Aspectos que dan cuenta de la compleji-
dad y de las fibras que supone lo colectivo, entretejiendo las
situaciones circunstanciales y las estrategias en el trazo de
los caminos.

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 207

De otro lado, la dimensión de esta migración a pie


está lejos de ser un evento coyuntural reducido a unos
pocos individuos. Su carácter masivo y su continuidad en
el tiempo dialogan con las nociones que en otros textos
hemos planteado como “migraciones de preservación” y
“estrategias de sobrevivencia” (Clavijo, Ceballos y González,
2022b), ideas que hacen énfasis en la producción de las con-
diciones de violencia y precarización bajo las cuales tienen
lugar los desplazamientos, en vez de asumirlas como carac-
terísticas naturales de los lugares de origen y de las pobla-
ciones migrantes. Asimismo, como plantea Betts (2013),
antes que priorizar una causa particular, se hace relevante
atender a los contextos que dificultan el acceso a derechos
fundamentales, podemos decir, a medios de existencia, y
que afectan de formas distintas a poblaciones heterogéneas.
Al colectivizarse, la visibilidad y el carácter disruptivo de
este acto ponen en la escena pública y denuncian, a su vez,
las situaciones que originan la migración y aquellas que la
reproducen en el espacio regional.
Por último, la migración a pie involucra muchos espa-
cios geográficos y lugares socioespaciales complejos: desde
y hacia Venezuela, con múltiples reingresos a Colombia en
una migración denominada “de ida y vuelta”, que compren-
de otros destinos hacia y desde el sur del continente (Brasil,
Perú, Ecuador, Chile, Argentina), y desde el sur hacia el
norte (por Ecuador y Colombia hacia Panamá, Centroamé-
rica, México y Estados Unidos). Por ejemplo, una propor-
ción importante de población que reingresa a Colombia
busca llegar a Perú (11 %) y Ecuador (10 %), en procesos de
reunificación familiar en el sentido contrario al pretendi-
do “retorno” proclamado por los Estados desde donde sale
la población venezolana. Adicionalmente, aproximadamen-
te el 35 % de quienes retornan a Venezuela proviene de
Colombia, pero el grueso (65 %) hace parte de una migra-
ción desde países como Ecuador, Perú y Chile, en una diná-
mica de tránsito a nivel suramericano (GIFMM, 2021).

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208 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

Reflexiones finales

En síntesis, la geografía de la migración que se transforma


con estas itinerancias de la movilidad a pie nos obliga a una
lectura regional de los tránsitos, de los corredores, de las
rutas, más allá del inventario de mixtura de causas y de con-
diciones en las que se contabilizan y se clasifican separada-
mente las poblaciones migrantes según sus nacionalidades
o según tipo de migración, bajo lógicas binarias (forzada o
económica, de tránsito, pendular o con vocación de perma-
nencia, regular o irregularizada). La nacionalidad, el géne-
ro, la pertenencia étnica, la posición social, los mecanismos
de ingreso a los espacios nacionales y el estatus migratorio
inciden en las formas selectivas de control adoptadas por
los Estados y por organismos intergubernamentales.
La gestión de las migraciones a pie se ha configura-
do desde las nociones de “excepcionalidad”, “excedencia” y
“transitoriedad”, como señalamos anteriormente. No obs-
tante, la irrupción en el espacio de estas poblaciones, así
como la colectivización del acto de caminar, nos permite
hablar de la instalación de un sujeto político que se disputa
un lugar en la sociedad y que interpela al Estado nación en
términos de derechos. La continuidad en el tiempo (viajes
de ida y vuelta que duran hasta dos años) y la extensión
de las movilidades a pie en el territorio colombiano y a lo
largo del continente nos permiten afirmar que las nociones
de “temporalidad”, “excepcionalidad” y “transitoriedad” se
ven cuestionadas por una migración que se convierte en
una estrategia de preservación y en un modo de (sobre)vivir “en
la ruta”. No están de paso, hay poblaciones varadas desde la
pandemia y caminantes que se quedan a vivir en los alber-
gues. En estas movilidades hay una constante reconfigura-
ción de los proyectos, los tiempos y las cartografías de las
migraciones.

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 209

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Aislamiento e investigación
durante la pandemia

Algunas reflexiones metodológicas


sobre el abordaje de juventudes escolarizadas
que forman parte de familias migrantes

MARÍA FLORENCIA MAGGI

Introducción

Partimos de reconocer que el impacto de la pandemia oca-


sionada por el COVID-19 ha reconfigurado distintas esfe-
ras de la cotidianeidad de las personas migrantes. El desafío
que tenemos que desandar quienes nos abocamos a la inves-
tigación en ciencias sociales, y en especial en el marco del
campo de estudios migratorios, es procurar comprender las
experiencias en la especificidad de cada grupo de personas
en contextos de movilidad y pandemia. Mis intereses de
investigación en torno a la cuestión migratoria se han cen-
trado en indagar cómo la transitan las jóvenes generaciones
y en particular aquellas que se encuentran escolarizadas. En
distintos trabajos que se desprendieron de mi investigación
doctoral, pude dar cuenta de la compleja relación entre las
experiencias de movilidad y las de escolarización secunda-
ria de jóvenes de familias migrantes en la ciudad de Cór-
doba (2016-2019). Este escenario evidentemente se ha visto
modificado, y poder presentar las maneras en las que se han
reconfigurado los sentires y las experiencias cotidianas de
les jóvenes es el motor de mi actual agenda de investigación.

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214 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

Planteados esos puntos de partida, conviene alertar


que las formas en las que veníamos desarrollando nuestras
investigaciones también se han visto transformadas. En el
afán de sostener el ritmo de la vida académica, hemos
puesto en marcha nuevas estrategias de abordaje. Superado
el período más crítico de la pandemia, parece ser un buen
momento para reflexionar sobre los desafíos metodológi-
cos, los alcances y las limitaciones de los avances desarro-
llados en el contexto de aislamiento, y las preguntas que se
abrieron sobre lo que veníamos indagando.
Las reflexiones metodológicas que concentro en este
escrito parten de cuatro escenarios de investigación: la
Encuesta Nacional Migrante de Argentina (ENMA) (espacio
en el que no participé, pero cuyos integrantes han dejado
plasmados ricos detalles del proceso), y tres investigaciones
de las que formé parte entre 2020 y 2021 (dos espacios
colectivos de investigación y el cierre de mi tesis docto-
ral). Aquí me centraré en las dificultades metodológicas por
abordar un campo de estudio que atiende a las movilidades
en un contexto de restricción de estas. También me deten-
dré en la especificidad de las juventudes atravesadas por las
migraciones. En particular, en jóvenes que se encuentran
escolarizades en un contexto de profunda transformación
en el marco de las medidas de aislamiento social, preventivo
y obligatorio (ASPO) y de distanciamiento social, preventi-
vo y obligatorio (DiSPO), decretadas a causa de la pandemia
del COVID-19 durante el periodo 2020-2022.
Para ello, en el primer apartado, presento algunas
herramientas conceptuales que sitúan cómo vengo pensan-
do las categorías en torno a las movilidades y sus aportes al
contexto de restricción de estas. En este apartado también
caracterizo brevemente cómo las medidas de aislamiento y
distanciamiento transcurrieron en el sistema educativo en
Argentina. En el segundo y tercer apartado, presento las
experiencias de investigación desarrolladas durante 2020 y
2021 con sus respectivos planteos en relación con las estra-
tegias metodológicas mediadas por dispositivos virtuales.

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 215

Al cierre del escrito, retomo cómo, a partir de estas expe-


riencias, se van trazando nuevas preguntas en la agenda de
investigación sobre juventudes y movilidades.

Marco de discusión y especificidades del contexto


en el marco de la pandemia

Resulta relevante detenerse a pensar qué aportaron los estu-


dios migratorios a la hora de problematizar la restricción de
las movilidades de la población en un sentido más genera-
lizado. Me refiero al marco interpretativo del régimen global
de movilidades, según el cual la movilidad se define en una
relación de interdependencia con las formas de inmovilidad
organizadas en un ordenamiento global jerarquizado (Glick
Schiller & Salazar, 2013). Los estudios críticos del campo
parten del concepto de “régimen” porque remite a un espa-
cio de conflicto y negociación por el control del movimiento
en el que las políticas de migración se configuran en marcos
nacionales específicos, pero, a la vez, se inscriben en proce-
sos de regulación global (Domenech, 2020). Por otra parte,
los mecanismos de clasificación social y los dispositivos ins-
titucionales que regulan la movilidad humana y las lógicas
de fronterización son constatables no solo en los espacios
localizados en las fronteras estatales o geográficas (Rivera
Sánchez, 2015; Matossian & Mera, 2018). En este sentido,
una ciudad mediterránea como Córdoba, en donde se radi-
ca mi campo de indagación, puede ser leída en relación con
las fronteras que se trazan en torno a determinados barrios,
o en el acceso al centro de la ciudad (Maggi, 2021). Por eso
es importante aclarar que la noción de “movilidad” atiende
no solo a los desplazamientos migratorios, sino también a
distintos tipos de desplazamiento en sus diferentes escalas
espaciales y temporalidades, es decir, los desplazamientos
cotidianos, los viajes sucesivos, entre otros (Freidenberg &
Sassone, 2018).

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216 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

En cuanto a la pandemia de COVID-19, esta cristalizó


la relación entre escalas en las medidas de restricción y
nuevos dispositivos como los pasaportes sanitarios por parte
de los Estados sanitizantes (Enríquez Pérez, 2020) y distin-
tos organismos internacionales. Al respecto, Herrera (2021)
plantea que la pandemia exacerbó las desigualdades sociales
en la población migrante que ya se encontraba sometida a
procesos de precarización, a la vez que emergieron nuevas
formas de exclusión vinculadas al surgimiento de otros cli-
vajes de desigualdad. Estos clivajes se manifiestan, por un
lado, entre quienes siguen movilizándose en la pandemia y
aquellos que se inmovilizan, lo que da cuenta de una nueva
forma de desigualdad fundada en la exposición al riesgo.
Por otro, la autora advierte la aparición de “nuevas mani-
festaciones de xenofobia relacionadas con la identificación
del migrante con el contagio: esta configura un clivaje entre
quienes son considerados miembros legítimos de la comu-
nidad política versus quienes no son merecedores de su
protección por ser extranjeros” (2021, p. 108).
Por lo dicho, estas herramientas teóricas sobre el con-
trol del movimiento permiten pensar a escala local un
trabajo sobre experiencias de (in)movilidades en un perio-
do dónde los llamados “cordones sanitarios” alrededor de
determinados barrios de Córdoba impedían desplazamien-
tos hacia otros puntos de la ciudad. A su vez, con relación al
contexto de securitización y aumento en las restricciones a
la movilidad internacional, una de las hipótesis que guía mis
investigaciones en curso considera la incidencia de estos
en los vínculos transnacionales, principalmente en familias
de orígenes limítrofes que en forma recurrente retornan a
los países de origen en ciertos periodos del año (Novaro &
Trino Cazón, 2017; Gavazzo, 2019; Hendel & Maggi, 2021).
El interés particular en las experiencias de (in)movilida-
des de jóvenes de familias migrantes radica en comprender
la relación con sus experiencias escolares. Con respecto al
nivel secundario, es importante primero aclarar que la obli-
gatoriedad de este en 2006 mediante la Ley de Educación

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 217

Nacional n.º 26.206 reconfiguró el universo de institucio-


nes educativas y la composición estudiantil. Respecto a la
presencia migrante en el sistema educativo en Argentina
(que representa alrededor del 1,8 % del total de la matrícula
de todos los niveles de educación común), el nivel secunda-
rio es el que más presencia relativa tiene entre los niveles
obligatorios (1,9 %) (Maggi et al., 2022).
Los trabajos abocados exclusivamente a las experien-
cias formativas de jóvenes en escuelas secundarias destacan
que, pese a que la escolarización media es altamente valo-
rada por las familias migrantes (Cerrutti & Binstock, 2012;
Lemmi, Morzilli & Moretto, 2018), el sostenimiento resulta
dificultoso (Beheran, 2012; Novaro, 2019), en gran medida
por las condiciones socioeconómicas y las situaciones de
discriminación que experimentan estes jóvenes (Kleider-
macher et al., 2020; Taruselli, 2020; Maggi & Hendel, 2022).
Esto muestra que las formas subordinadas de inclusión para
con la población migrante que inicialmente se identificaba
en el nivel primario (Novaro & Diez, 2011; Diez, 2014) con-
tinúan en este nivel (Groisman & Hendel, 2017), poniendo
en discusión el supuesto de integración intercultural del sis-
tema educativo (Domenech, 2010; Diez & Novaro, 2014).
Por otro lado, me interesa destacar las formas de apro-
piación de las escuelas secundarias por parte de jóvenes
migrantes y descendientes, que, ante las condiciones expul-
sivas de las escuelas, activan un conjunto de estrategias
colectivas por mantener la escolaridad, entre las que se des-
taca acompañarse entre jóvenes con experiencia migratoria
(Hendel & Maggi, 2021; Maggi, 2022).
En el marco de las adaptaciones educativas de conti-
nuidad pedagógica, que rigieron durante la pandemia para
garantizar el aislamiento o distanciamiento social, algunos
trabajos incipientes mostraron cómo se acrecentó la brecha
educativa al necesitar de dispositivos electrónicos y acceso
a internet para sostener la escolaridad (Hernández, 2020).
En un trabajo sobre población migrante escolarizada (Diez,
Hendel, Martínez & Novaro, 2020), se da cuenta de las

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218 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

complicaciones socioeconómicas que afectaban las posibi-


lidades de continuidad educativa para esta población. Las
autoras presentan los datos de una encuesta en la Provin-
cia de Buenos Aires recogida en 2020 que revelaba que la
mayoría del estudiantado migrante utilizaba teléfonos celu-
lares para vincularse con docentes (que en muchos casos
comparten con otros miembros de su familia), evidencian-
do las dificultades económicas para cargar datos de internet
a estos dispositivos. También dan cuenta del incremento de
las actividades laborales juveniles para tratar de paliar la
difícil situación económica familiar. Sumado a estas cues-
tiones, el trabajo plantea que

la irrupción de la vida doméstica en la esfera de lo público


a través de la comunicación virtual supone para muchos de
estos jóvenes una situación de exposición inusual de sus con-
diciones de vida a través de la cámara de sus celulares (Diez
et al., 2020, p. 48).

Teniendo en cuenta estos aspectos, es importante ade-


más resaltar que en Córdoba se pudo constatar previamente
al advenimiento de la pandemia que las familias migrantes
de origen boliviano (que suelen portar los peores indicado-
res educativos en adultes), pese a radicarse residencialmente
en los barrios periféricos, suelen apostar a la escolarización
secundaria de les jóvenes en escuelas del centro de la ciudad,
y en particular en una institución (Maggi, 2021). A partir de
mediados de marzo del 2020, cuando se suspendió la pre-
sencialidad en el marco de las medidas de ASPO, la propues-
ta de continuidad pedagógica requería de condiciones de
conectividad difíciles de sostener en algunos de los barrios
de la periferia de Córdoba y sobre todo para familias que
no disponían del servicio o de los dispositivos para acce-
der a una escolarización virtual. Por otra parte, la distancia
entre las viviendas y las escuelas céntricas también dificultó
la posibilidad de contar con los cuadernillos y materiales
didácticos que ponían a disposición en las instituciones,

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 219

junto a la entrega de bolsones alimentarios. En este marco


cabe preguntarse cómo estas condiciones afectaron la esco-
larización de jóvenes en términos de continuidad.

Los aportes y límites de la virtualidad


en la investigación. El caso de las encuestas
autoadministradas

En el marco de las adaptaciones que hemos realizado para


poder continuar con nuestras labores investigativas, se des-
taca la incorporación más asidua de herramientas virtuales.
Un excelente ejemplo de la potencialidad de estas fue la
concreción de la primera edición de la Encuesta Nacional
Migrante de Argentina (ENMA). La ENMA se llevó ade-
lante entre octubre y noviembre de 2020 permitiendo tener
un instrumento complementario al censo nacional (poster-
gado para 2022) que releva el perfil sociodemográfico de
la población migrante radicada en Argentina, su situación
documentaria, socioeconómica, laboral y habitacional, y el
acceso a la salud y a la educación, e incorpora ejes de
indagación más innovadores, como los motivos de salida,
trayectoria y proyecto migratorio, naturalización, partici-
pación sociocomunitaria y política (Debandi et al., 2020: 4).
Este relevamiento nos ha permitido conocer, en relación
con las cuestiones educativas de les hijes de les migrantes
encuestades, que, para sostener la continuidad pedagógica,
las principales estrategias desarrolladas por las institucio-
nes educativas fueron

en primer lugar el uso de teléfono celular (WhatsApp) en


el 53% de los casos, seguido por las aplicaciones de reunio-
nes virtuales (37%) y las plataformas educativas (31%). Estos
datos ubican a les respondientes ante un nuevo escenario
virtual, dado que el acceso pasó a estar mediado por diversas
herramientas tecnológicas e internet. Al respecto, no resulta
menor que el 10% de las personas con hijes haya señalado

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220 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

que sus hijes no pudieron sostener la continuidad pedagógica


durante la pandemia (Hendel et al., 2021, pp. 107-108).

Además de los valiosísimos datos que se recogieron


y presentaron en el Anuario Estadístico Migratorio de
Argentina 2020, cabe destacar precisamente que una de sus
mayores virtudes fue encarar la construcción de todo un
instrumento y operativo en el momento más crítico de ais-
lamiento. También se destaca que, al tratarse de encuestas
anónimas autoadministradas, no requerían de mediadores
(que pudieran condicionar las respuestas), se evitó la trans-
cripción de datos (y los errores que pueden conllevar) y
pudo disponerse de versiones traducidas para migrantes no
hispanoparlantes (Debandi et al., 2020, p. 7). Sin embargo,
desde el equipo de investigadores, no se desconocieron las
limitaciones que este formato de encuestas suponen:

… por su reducido alcance para personas con dificultades


de acceso a medios digitales, ya sea porque no cuentan con
dispositivos, porque no tienen acceso (o es muy limitado) o
porque desconocen el uso de ciertas tecnologías. La modali-
dad virtual dificulta, asimismo, la participación de personas
mayores, en situación de calle o bajo condiciones de extre-
ma vulnerabilidad, asentadas en áreas rurales distanciadas
de centros urbanos con baja o nula conectividad, así como
con bajos niveles de alfabetización tradicional o digital. Estas
barreras –o límites metodológicos– han sido considerados
insalvables en el contexto de la pandemia en el que se llevó
a cabo esta primera edición de la ENMA (Debandi et al.,
2020, p. 7).

En este sentido, el equipo de trabajo que desarrolló la


ENMA destacaba en las presentaciones de los resultados
en el Anuario Estadístico Migratorio de Argentina 2020 la
importancia de las redes de organizaciones de activismo
migrante y las académicas al difundir el cuestionario e insis-
tir en la importancia de contar con información actualizada
para construir demandas fundadas en datos estadísticos de
primera mano. Al respecto, las coordinadoras del proyecto

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 221

explicitaban cómo el propio contexto de la pandemia resul-


taba propicio para el relevamiento de datos por la hiper-
virtualización de nuestras vidas y por la urgencia de dar
cuenta de las condiciones en las que la población migrante
enfrentaba la situación coyuntural de aislamiento.
Otra experiencia de investigación concretada en ple-
na pandemia de la que formé parte fue el proyecto sobre
experiencias de sociabilidad juvenil en las ciudades de Villa
María y Villa Nueva (al sudeste de la provincia de Córdoba)
que dirige Andrés Hernández. En el marco de este proyecto,
realizamos en 2021 una encuesta a más de 550 estudiantes
de escuelas secundarias de entre 16 y 20 años de edad.
Al momento de implementar el instrumento, las escuelas
habían adoptado la modalidad semipresencial ya en el mar-
co de las medidas de DiSPO. Con la experiencia adquirida
en el armado de formularios de encuestas online durante
la pandemia, mantuvimos este formato. Bastaba escribir el
largo hipervínculo en el pizarrón y que une estudiante lo
transcribiera y pasara al grupo de WhatsApp de compañeres
para que la mayoría comenzara a responder. Para quienes
no contaban con dispositivos, prestábamos dispositivos que
tenían abierto el enlace y, si no bastaban, teníamos copias
en papel para responder manualmente. En la escuela más
alejada del casco céntrico de la ciudad de Villa María, una
de las que mayor presencia migrante tiene, fue en la que
más se empleó el formato físico en papel. En uno de los
cursos, incluso una joven se ofreció a completarla por fuera
del horario de clases en papel porque debía esperar alrede-
dor de una hora el transporte público que la alcanzaría a su
hogar, en la zona de cortaderos de ladrillo (en las afueras de
la ciudad), donde no disponía de internet y contaba con un
celular para todo el grupo familiar.
Sobre estas cuestiones han insistido los trabajos citados
que daban cuenta de la exacerbación de las brechas educa-
tivas con la pandemia. Con estas reflexiones me interesaba
resaltar las dificultades para contar con un alcance lo sufi-
cientemente representativo de las poblaciones en situación

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222 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

de mayor vulnerabilidad, a quienes precisamente la virtua-


lidad puso en mayor desventaja y cuyos datos relevados
durante la pandemia pueden suponer un silenciamiento,
por ejemplo, sobre las condiciones de escolaridad de estes
jóvenes (y niñes).

Desafíos para relevar la perspectiva juvenil durante


la pandemia

Los casos hasta aquí presentados dan cuenta de cómo


durante la pandemia los instrumentos puestos en marcha
en el quehacer investigativo en el campo de estudios migra-
torios fueron ingeniosos a pesar de que hay poblaciones
que quedaron más aisladas o inaccesibles. Me interesa tam-
bién reponer qué pasó con aquellas investigaciones que ya
se encontraban en marcha. En contraste con la ENMA, que
contó con el impulso de organizaciones y actores interesa-
des, traigo a la reflexión el caso de una de las experiencias
de investigación colectiva en instituciones educativas de la
que fui parte, en la que la coyuntura de aislamiento detu-
vo un relevamiento virtual en marcha. En el proyecto “Los
inmigrantes en el sistema educativo. Una aproximación a la
situación en el Gran Córdoba (2017-2019)”, con dirección
de Cecilia Jiménez, buscábamos caracterizar la presencia de
migrantes en el sistema educativo de Córdoba. Desde este
espacio habíamos pautado hacer una encuesta a directives
del nivel primario que, entre muchas idas y vueltas en 2019,
se logró acordar para llevar adelante en 2020. Por la imple-
mentación de las medidas de ASPO, pospusimos en un
principio su realización. Con el trascurrir de los días, nos
fuimos topando con instituciones educativas que, frente a
los permanentes cambios de directivas que se iban toman-
do desde los diferentes peldaños del sistema educativo, se
encontraban desbordadas por la sobrecarga que debieron
afrontar con las medidas de adaptación virtual a las políticas

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 223

de continuidad pedagógica. En este marco de permanente


reorganización, no resultaba una prioridad indagar la situa-
ción del alumnado de origen migrante, y desde las inspec-
ciones ya no veían conveniente trasladar las encuestas a les
directives. La hipervirtualización de nuestras vidas supuso,
en este caso, poner en suspenso un instrumento que no
recogía lo que resultaba urgente en las escuelas.
En el caso de la investigación doctoral que desarrollaba,
mi situación era aparentemente más alentadora: mientras
que muchas investigaciones se encontraron con la necesi-
dad de revisar las propuestas metodológicas para acceder
a campo, en este caso había finalizado el trabajo de campo
sostenido durante 2017 y 2019 en cuatro escuelas secun-
darias de la ciudad. En marzo de 2020, estaba comenzan-
do el momento de análisis y escritura, cuando empezaron
a implementarse las medidas de aislamiento. Al principio,
entre humoradas con mis allegades, considerábamos que
me encontraban bajo las condiciones ideales para la etapa
que debía enfrentar. Lejos de esa situación, aquí me quiero
detener a pensar la importancia del contacto etnográfico
durante la etapa de análisis. Al tratarse de una investigación
posicionada en la relevancia de la perspectiva juvenil, en
discusión con las miradas adulto-céntricas sobre las expe-
riencias de las jóvenes generaciones en los estudios migra-
torios, me interesaba establecer los contactos en espacios
menos permeados por las miradas familiares. De esta mane-
ra, pude profundizar en sentidos sobre sus propias trayecto-
rias migratorias, sus identificaciones y los sentidos de esco-
laridad. Salvo excepcionales entrevistas a grupos familiares,
la prioridad estaba en lo que circulaba en las escuelas y en
los momentos entre amigues (recreos, horas libres o salidas
del aula). Esto implicó pautar las entrevistas previo estable-
cerse acuerdos en las escuelas (y los permisos con tutores
de les jóvenes). Por distintas razones, entre ellas las legales,
no se pautaron contactos directos con jóvenes por otras
vías. Yo asistía algunos fines de semana a las actividades
organizadas por la Liga Deportiva Boliviana en un barrio, y

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224 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

allí me encontraba con jóvenes en contextos comunitarios,


lo que me permitía poner en relación con lo registrado en
las escuelas y reconstruir sentidos intergeneracionales. Con
la implementación de las medidas de ASPO y la primera
virtualización de la escolarización, el vínculo con jóvenes
(al estar principalmente mediado por las escuelas) se cortó.
Si bien ya había cerrado el trabajo de campo y, por ende,
esto no afectó el curso de la investigación, sí limitó la posi-
bilidad de estar en contacto con les jóvenes sobre quienes
estaba escribiendo. A pesar de mi postura crítica sobre el
adulto-centrismo, todos los contactos vía WhatsApp que
pude concretar durante los meses de más duro aislamiento
para saber cómo se encontraban y ponerme a disposición
fueron con adultes: directives, docentes, madres y referen-
tes barriales. Situación que, además de angustiante, repre-
senta el desafío de no trasladar las miradas que estes adultes
tenían sobre el tránsito de la pandemia de les jóvenes a les
propies jóvenes. Renovada la plena presencialidad escolar
–y cerrada la tesis–, me propuse recuperar la mirada juvenil
de esos procesos en primera persona.

Reflexiones finales. Reconstruir sentidos


sobre un fenómeno reciente desde la perspectiva
juvenil

Me interesa cerrar reiterando la importancia de la insti-


tucionalización y organización de colectivos migrantes que
entretejen en sus redes formas de paliar las situaciones
atravesadas por la pandemia. Las alianzas con referentes
resultan sumamente potentes tanto para gestionar deman-
das, como para establecer vínculos desde la investigación,
tal como demostró la concreción de la ENMA. En este
caso la mediación de gran parte del activismo migrante,
es decir, actores comprometides con los objetivos de su

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 225

implementación, hizo factible el esfuerzo de prolongar los


minutos frente a la pantalla. Situación que no necesaria-
mente se podía trasladar a otros espacios, tal como presen-
té en relación con instituciones educativas que padecieron
una permanente reorganización y por tanto contaban con
otras prioridades.
Sin embargo, dado que siempre me interesó indagar
los procesos desde la óptica de quienes no participan de
estas redes (y, desde hace unos años, la mirada de jóvenes
en particular) para mostrar la heterogeneidad y separarme
de las retóricas de membresía que se van consolidando en
estos espacios, la labor investigativa fue más dificultosa en
el marco de la pandemia. Por esta razón ha resultado un
desafío particular sostener vínculos por fuera de las redes
de migrantes precisamente por la desarticulación que supo-
ne y, sobre todo, porque el contacto directo con jóvenes
(menores de 18 años) involucra cuestiones legales que no
se pueden obviar. Esto sin contar los casos en los que no
se pudo establecer contacto porque precisamente la dispo-
nibilidad de internet y de dispositivos en algunas familias
migrantes en condiciones de mayor vulnerabilidad obtura
un punto de partida.
En este sentido, reducidos los condicionantes de las
medidas de DiSPO en las escuelas, la agenda que propongo
prevé comprender las experiencias de (in)movilidad y vincu-
larlas con las transformaciones de las experiencias escolares
desde la perspectiva juvenil. Permitiéndome contrastar un
panorama analizado en profundidad previo a la pandemia,
con los cambios y las continuidades que sucedieron duran-
te la pandemia y con posterioridad inmediata a ella. Esto
supone atender también a que se trata de reconstrucciones
de los sucesos recientes y no de sentidos construidos en el
momento en que transcurrieron los cambios. Por tanto, se
debe atender al peso de cómo pueden ser (re)significados y
qué cercanos sentidos van sedimentando.

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226 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

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Relatos de movilidad en un contexto
de inmovilidad: contar para una radio
en pandemia

Desafíos teóricos, metodológicos y éticos

GABRIELA NOVARO

Introducción

En el año 2019, comenzamos a producir un programa


radial para la emisora de la Colectividad Boliviana de Esco-
bar (Provincia de Buenos Aires). En el 2020 y el 2021, los
intercambios a propósito del programa fueron un modo (no
planificado y revelador en muchos sentidos) de mantener y
profundizar los vínculos en el campo. Esta tarea, que con-
tinuamos al día de hoy, es producto de un trabajo colabo-
rativo con mis colegas María Laura Diez, Francisco Fariña,
Melina Varela y Julieta Ferreiro.
La Colectividad Boliviana de Escobar (en adelante, CBE
o colectividad) es una de las organizaciones de migrantes
más grandes de Argentina. Además de contar con una radio
comunitaria, cuenta con mercados concentradores de fru-
tas y verduras, una feria textil y un polideportivo.
El programa “Educacion y comunidad” permitió visi-
bilizar el contenido formativo de numerosas situaciones
que se despliegan en la colectividad: festividades, deportes,
viajes, producciones artísticas, trabajo y activismo de los
jóvenes. Fue también un espacio para abordar temas como
los derechos, las relaciones de género, los movimientos
indígenas, las lenguas en contacto, la vitalidad del quechua.

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232 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

Habilitó además recordar experiencias escolares de Bolivia


y Argentina. Asimismo, el programa permitió escuchar en
terrenos de la organización voces de directivos y docentes
del barrio y reflexionar sobre las complejidades de la esco-
laridad en un contexto de movilidad.
Como afirmamos en textos recientes (Novaro, 2021;
Diez y otros, 2022), la participación en el programa reforzó
los lazos del equipo con la colectividad y con las escuelas,
habilitó el tránsito por situaciones antes poco imaginables,
naturalizó nuestra presencia en múltiples eventos. En esos
escritos pensamos en la experiencia desde los dilemas que
plantean las prácticas de intervención para la investigación,
la importancia de dar respuesta a las demandas que se
plantean en el campo, el alcance de los distanciamientos-
involucramientos, la relevancia de compartir los resultados
de las investigaciones fuera de la academia.
En este texto me interesa centrar la reflexión en los tes-
timonios recuperados en la radio sobre la vida de hombres
y mujeres de la colectividad con los que habíamos desa-
rrollado múltiples interacciones en años pasados; también
atender a narraciones realizadas a partir de vínculos que
fuimos haciendo en el 2020 y 2021, muchos de ellos solo
sostenidos en intercambios virtuales.
El escrito está organizado en dos partes: primero, abor-
do los sentidos y las implicancias de relatar la propia vida
para una radio; a continuación, explicito algunos dilemas
sobre los usos de este tipo de material para la investiga-
ción. Me pregunto en primer lugar qué motiva a aque-
llos que experimentaron procesos migratorios, en muchos
casos complejos, a contar su historia en un medio público
como la radio de una organización de migrantes, donde el
interlocutor es, en principio, una persona de la universidad,
y autoridades y miembros de la CBE, parientes, paisanos
y vecinos; también me pregunto qué implicancias puede
tener esto en la situación familiar y las relaciones comu-
nitarias y barriales. Una reflexión inevitable considerando
la pandemia es en qué medida el contexto de aislamiento

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 233

complejizó o facilitó la decisión de contar, y de qué modo


intervino en esta decisión la restricción de todo tipo de
movilidad, el cierre de las fuentes de trabajo, el miedo por
los mayores, las situaciones de discriminación, etc. Hacia el
final del texto, reflexiono sobre los usos potenciales de ese
material para una investigación centrada en la articulación
entre las experiencias migratorias, los lazos organizativos,
las relaciones generacionales y los procesos educativos.
Con este texto busco continuar los avances que, con
respecto al tema de las identidades y memorias migrantes,
venimos trabajando desde hace años en publicaciones colec-
tivas de la IAMIC (Baeza y otros, 2017). Pongo en relación
los debates sobre estos temas con el contexto donde trabajo,
la situación de las jóvenes generaciones (foco de mi preocu-
pación) y la particularidad que adquieren los testimonios de
vida en un medio de comunicación comunitario.

Lo que se cuenta y para qué se cuenta; los que contaron


y los que escucharon

Contar la vida allá experimentando el acá


En estos tres años, varios de los programas radiales tuvieron
un sesgo biográfico muy fuerte: lo central en estas emisio-
nes fue el relato de vida de algún miembro de la CBE (o cer-
cano a la institución) que, motivado por la evocación de una
efeméride, la pregunta sobre los recuerdos de su infancia y
escolaridad en Bolivia o sobre los primeros años en Argen-
tina, de pronto, asociando un tema con otro y saliendo de
las preguntas pautadas, contaba su vida (o muchos aspectos
de su vida) en la radio. Los testimonios en la radio trans-
mitieron detalles coloridos de “mi pueblo”, de la infancia en
las zonas rurales de Bolivia, el trabajo doméstico de niños,
la decisión de venir, la complejidad de los primeros años
acá, los cambios habitacionales y laborales, el surgimiento
de la CBE. Las voces alternaban recuerdos de situaciones

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234 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

dolorosas y de hechos donde los protagonistas mostraban


su capacidad para tomar decisiones y generar estrategias
familiares y colectivas en contextos adversos; alternaban
también alusiones a procesos generales y trayectorias per-
sonales.
El programa fue un espacio para el despliegue de riquí-
sima información sobre la formación de las jóvenes genera-
ciones y las experiencias escolares allá y acá, en Bolivia y en
Argentina. Estos fueron temas reiterados, sin duda direc-
cionados por nuestras preguntas, pero en estos relatos las
respuestas fueron mucho más allá de lo esperado. Fue recu-
rrente el detalle de la formación en el trabajo y los valores
en el hogar en Bolivia, de la escuela en las comunidades
rurales, de la enseñanza práctica y moral, del clima de orden
e higiene, de la participación en las fiestas, del vínculo cer-
cano de las familias con los maestros.
Muchos testimonios desplegaron los contrastes con la
formación y dinámica escolar en Argentina. Resultó más
o menos evidente que las idealizaciones de la escuela allá
se desarrollaban implícita o explícitamente pensando en la
escuela acá. En el campo de los aprendizajes, alusiones a una
enseñanza más avanzada en contenidos allá. En lo vincular,
referencias a dificultades en los primeros años, situaciones
de discriminación y destrato en Argentina. Se reiteró tam-
bién la evocación de docentes de acá que dieron lugar y
consejos y tendieron puentes.
Este ejercicio comparativo entre el allá y el acá invita a
considerar afirmaciones de diversos autores que sostienen
la fuerza de las idealizaciones en los actos de memoria en
contextos de migración (Giménez, 2008), y también que
la reconstrucción del pasado aparece condicionada por las
necesidades del presente (Halbwachs, 2011; Candau, 2008).
De esta manera, la alusión a las formas de crianza y escola-
rización de allá funciona a veces en forma explícita y otras
veces más sutil de interpelar el “aquí y ahora” (Trigo, 2011:
27) de la crianza y la educación en Argentina.

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 235

Contar y recordar entre conocidos y desconocidos


Además del detalle sobre los temas tratados, también nos
llamó la atención la relación entre los olvidos y los recuer-
dos en los testimonios que se iban desplegando. Uno de
ellos resulta muy elocuente. Se trata de la participación en el
programa de un adulto joven con el que teníamos una rela-
ción previa muy cercana. Para armar un programa sobre la
educación en Bolivia y en situaciones de migración, le pedi-
mos que nos contara recuerdos de la escuela allá y de los
primeros años acá. Comenzó diciendo: “Vos sabés que de mi
escuela tampoco me acuerdo casi nada, el otro día hablaba
con mis hijos, no me acuerdo mucho”. Después de un rato,
nos mandó fotos de la escuela allá, copias de once boletines,
y más de treinta audios. En su detallado relato, intercaló en
más de una ocasión frases como “Creo que ahora recordan-
do mejor”, “…y otra de las cositas que me viene a memoria”.
Finalmente, comentó: “No sabía que recordaba tanto”.
En este y otros casos, las propias vidas parecían ir des-
cubriéndose (o redescubriéndose) como si fuera la primera
vez que se hablaba de ellas. En ese sentido, entiendo que las
situaciones habilitadas en el programa pusieron en juego
“una reflexión sobre sí” (Jelin, 2001), ejercicios de objetiva-
ción de las propias biografías (Devillard, 2004).
Estas situaciones nos impusieron una pregunta: ¿nues-
tro interlocutor hubiera realizado todos estos ejercicios de
memoria para una charla casual o una entrevista antropo-
lógica tradicional?
La radio se fue construyendo en un dispositivo para que
conocidos de muchos años encontraran un espacio para dar
detalles antes no mencionados en sus recorridos y sumarles
carga emotiva a acontecimientos recordados que previa-
mente no parecían tan significativos. Tal vez lo nuevo no
fue tanto la información en sí, sino el carácter tan sentido
de los recuerdos y el lugar de los detalles en las evocacio-
nes. Esto sucedió también con conocidos de conocidos con
los que nuestro primer contacto (y en varios casos el único

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236 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

aún) fue a través del celular. Vale señalar que, aunque nos
sorprendimos con la confianza de estas personas, muchas
otras respondieron a nuestra convocatoria con silencios,
dilaciones o desinterés.

Para quién y para qué contar: testimonios del pasado


e identificaciones presentes
Nos preguntamos también para quiénes y para qué hablan
los sujetos que contaron, qué impacto esperan tener. Segu-
ramente se espera que los relatos sean escuchados por otros
miembros de la CBE. La radio se transmite en el mercado
de venta de frutas y verduras y es sintonizada en los viveros
y las quintas cercanas y otros espacios del barrio. Participar
en la radio, recordar a Bolivia y contar la vida allí, hablar de
los momentos en que se decidió migrar, los primeros tiem-
pos aquí, mencionar la conformación de la CBE, son sin
duda formas de crear comunidad y de mostrar pertenencia.
También caben diversas reflexiones sobre cómo las propias
biografías van legitimando lugares diferenciales en la orga-
nización: registramos el recurrente interés por hacer públi-
cas relaciones de parentesco y cercanía con los primeros
bolivianos de Escobar y los fundadores de la colectividad.
En diversos textos abordamos esta cuestión y la coexisten-
cia del proyecto de seguir siendo (bolivianos) y ser alguien en
la vida que atraviesa las apuestas de las familias migrantes
del barrio (Novaro, 2022). Todo esto parece presente en los
relatos del pasado y las proyecciones a futuro que jóvenes,
adultos y mayores compartieron en la radio.
En el contar se advierte la coexistencia que se registra
en otros ámbitos de prácticas entre el reforzamiento de
lazos colectivos y la reproducción de relaciones diferencia-
les dentro del grupo.
En cualquier caso, sea para reforzar lazos comunitarios
o lugares diferenciados, los que contaron parecen manejar,
hasta cierto punto, los efectos de dejar el propio testimonio
de vida para la radio. Este manejo de los efectos del contar

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 237

(cuestión en general no garantizada en las entrevistas tra-


dicionales) y las intencionalidades buscadas con los relatos
también deben considerarse en el potencial uso del material
como fuente de investigación.
Uno de esos efectos buscados, que nos interesa espe-
cialmente, refiere a la relación entre contar y transmitir
experiencia, saberes e identificaciones a las jóvenes gene-
raciones.

Contar el pasado para el futuro: continuidad colectiva


y procesos de transmisión generacional
Un aspecto sumamente relevante para nuestros temas de
investigación que apareció en los testimonios es la preocu-
pación recurrente de los adultos por que los jóvenes “no
pierdan la cultura”, por que sus hijos “sepan de dónde vie-
nen” (en realidad, en la mayoría de los casos, de dónde vienen
sus padres). En charlas y entrevistas previas y en los relatos
para la radio, observamos la desazón cuando se registraba
la distancia de los jóvenes con aquello que se asocia a la cul-
tura boliviana: parece que “a los jóvenes ya no les interesa”,
“no se entusiasman con esto”, “ya no quieren saber”, “somos
los mayores nomás” (nos decía el integrante de una banda
sikuris en un programa sobre música). Reiterando y hacien-
do públicas (en la radio) “las tradiciones”, se espera entonces
que estas no se olviden. Dejar testimonios del pasado tal
vez es para los adultos uno de muchos modos de formar
a los sucesores, de que sus hijos “sigan siendo bolivianos”
(más allá de dónde hayan nacido). Los jóvenes en la radio
y fuera de ella, en algunos casos, asumen ese mandato (sin
dejar de incluirse en numerosas situaciones atravesadas por
otras referencias), y en otros toman distancia de él. En los
últimos años, muchos jóvenes han empezado a emitir sus
propios programas radiales, en algunos de los cuales expre-
san recurrentemente la intención de conocer y difundir las
tradiciones familiares y la cultura de Bolivia.

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238 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

La expectativa de continuidad en los descendientes


coincide además con una política que la colectividad vie-
ne explicitando hace años: la preocupación por recuperar
y transmitir el legado de los antecesores/fundadores. El
contexto de pandemia, la restricción de movilidad y acce-
so al mercado y los espacios de socialización en particular
de los adultos mayores, el fallecimiento de fundadores o
referentes importantes de la colectividad en estos años, las
restricciones en los duelos sin duda aceleraron los plazos
para traducir esto en algunas acciones concretas. Lo mismo
se materializó en numerosas menciones en la página de la
colectividad y en la inauguración de un monumento a los
fundadores en el ingreso a los terrenos de la entidad en
enero de 2021.
En definitiva, para adultos mayores y para muchos
adultos jóvenes, relatar la propia vida y que quede testimo-
nio parece ser parte de crear las condiciones para la repro-
ducción y proyección futura de la misma colectividad.

Los usos de lo contado en la investigación

Fuimos forjando la sensación de que, luego de muchos años,


habíamos logrado encontrar (o construir) un ámbito de
confianza y proximidad en el territorio, tal vez un espacio
donde los testimonios no se limitaran a algo que los sujetos
comparten con investigadores sin saber muy bien por qué
y para qué. Como ya dijimos, la riqueza de los recuerdos de
nuestro conocido hizo que nos preguntáramos si su ejerci-
cio de memoria se hubiera dado con la misma riqueza en
una entrevista de investigación. Más dudas nos genera la
posibilidad de reconstruir a través de contactos virtuales las
trayectorias de desconocidos si no hubiera mediado la radio
de la colectividad.

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 239

El proceso dio lugar a múltiples interrogantes donde


coexisten preocupaciones por cómo caracterizar los con-
textos migratorios y por el modo de investigarlos.
¿Qué hacer (y qué no hacer) con los relatos radiales en
el marco de una investigación? Un elemento fundamental
en el uso de la información de campo es la reconstrucción
del contexto donde esa información se produjo; la radio de
la CBE fue ese contexto, nosotros, los interlocutores prime-
ros. Pero vale aclarar que en la radio estamos ubicados en
una situación donde las relaciones de extranjería parecen
invertidas a las que cotidianamente se viven en el territorio
más amplio; en muchos sentidos, no dejamos de ser ajenos
a una institución que, en principio, requiere ser boliviano
o descendiente para pertenecer. Si bien esto abre muchas
puntas que aquí no se pueden abordar, resulta un dato rele-
vante el hecho mismo de que los temas educativos y escola-
res sean tratados por sujetos ajenos a la CBE. Es necesario
atender también al efecto que tiene nuestra presencia en la
radio de una organización atravesada por una lógica muy
compleja de afirmación de pertenencias propias y lucha por
la inclusión en Argentina.
Volviendo a las reflexiones metodológicas sobre los
testimonios, una situación no menor a considerar es que se
trata de relatos producidos y transmitidos durante la pan-
demia. Es necesario reconocer que, con todos sus costos y
pérdidas en lo vincular, el aislamiento y la virtualización
parecen haber habilitado otras formas de registro (natura-
lizando la circulación virtual de documentos, fotos y testi-
monios por WhatsApp). La pandemia tal vez nos ahorró por
un tiempo la incómoda pregunta “¿Le molesta si grabo?”.
Otra cuestión a considerar se refiere a la veracidad de
los relatos, ¿cabe en este caso la preocupación por la valida-
ción de los testimonios? Siempre pueden ser reveladores los
cruces con información de entrevistas y observaciones pre-
vias. Pero, en cualquier caso, entiendo que los testimonios
a la radio dan información significativa en cuanto cróni-
cas de la propia vida, expresión de recuerdos, seguramente

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240 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

discontinuos, incompletos y parciales, con más o menos


idealización y carga ficcional y emotiva. Recuperando a
Ricoeur, consideramos que los testimonios no son pruebas,
son actos, y que es necesario no construir un abismo entre
la ficción y la vida (Ricoeur, 2006). A partir de esto, tal
vez se corra la centralidad de la pregunta por la verdad de
los relatos, para focalizarse más bien en su significación,
en las razones de la selección de ciertos hechos, la omisión
de otros, las formas de autorrepresentación de sí y de los
grupos de referencia, la asociación de imágenes, temores y
esperanzas. Reiteramos por eso la importancia de no perder
de vista que los testimonios están cruzados por la lógica
de los ejercicios de memoria, que (reiterando los avances
ya clásicos de Halbwachs en el tema) muestra permanente-
mente la significación de los hechos del pasado a partir de
las necesidades del presente.
Con estas y seguramente muchas otras salvedades que
iremos precisando en el camino, sostenemos, no obstante,
que las voces y los testimonios producidos en un contex-
to significativo y familiar para los sujetos (como la radio
de la propia organización) permiten una mayor precisión
de los sentidos locales de nociones centrales en nuestra
investigación (“hijos”, “descendientes”, “antecesores”, “lega-
do”, “tradición”, “educación”). Por ello consideramos que la
experiencia relatada, lejos de entenderse como distinta a la
investigación, es parte estratégica de ella. Por supuesto que
no la agota, sostenemos la importancia de seguir utilizando
herramientas metodológicas que por ejemplo nos permitan
cotejar un pasado y un presente relatado (deliberadamente
invocado para la radio) con un presente vivido.
Con este camino en curso y la sensación de algu-
nos logros alcanzados, es fundamental no perder de vista
que, aunque escuchamos muchas voces, otras tantas siguen
silenciadas para la radio, para la investigación y para la
vida social. Más allá de la recuperación de la experiencia,
debe seguir siendo objeto de reflexión y análisis si la radio
comunitaria en este y otros contextos es o no un espacio

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 241

de comunicación legítimo para las voces que, recuperando


los términos del Pollak (2006), llamamos “clandestinas e
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Documento de incidencia: la lucha
por un censo nacional anónimo
en la Argentina

Reflexiones desde la mirada de las migraciones


internacionales

CAROLINA ROSAS, ANA PAULA PENCHASZADEH Y VICTORIA MAZZEO

Introducción

El presente capítulo tiene por objetivo reconstruir la lucha


desplegada por colectivos académicos, sociales y de derechos
humanos, entre otros, con el fin de enfrentar la iniciativa
de indagar el número de documento nacional de identidad
(DNI) de las personas, propuesta por el Instituto Nacional
de Estadística y Censos (INDEC), a través de una pregunta
por incorporar al formulario censal del relevamiento del
año 2022 en Argentina. Asimismo, con el fin de contex-
tualizar esta lucha colectiva, también reflexiona sobre los
alcances y las atribuciones del DNI en el acceso a derechos
de la población migrante y la consecuente responsabilidad
del Estado argentino, según la legislación migratoria vigen-
te. Antes de seguir, queremos agradecer a Susana Novick,
quien tuvo un papel destacado en esta lucha, por los valiosos
comentarios y sugerencias que realizó a este texto.
El debate que aquí desplegamos y argumentamos se
inserta en el corazón de la racionalidad de la agencia estatal
moderna: desde los albores del Estado nación, el registro del
capital humano sito en el territorio ha sido concebido como
una herramienta clave para el diseño de las políticas, de

teseopress.com 243
244 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

ahí el origen indisociable de Estado-estadísticas (Barreto-


Villanueva, 2012). El registro estatal entraña siempre un
intercambio de información entre los individuos y el Esta-
do que debe ser legitimado con base en ciertos fines espe-
cíficos, procurando no romper el equilibrio entre cuidado y
control estatal, por un lado, y los derechos y las garantías,
por el otro. El refrán popular “No se puede cuidar (contro-
lar) aquello que se desconoce” ilumina la gran paradoja de
la obtención de información por parte del Estado: la pro-
tección y el resguardo de derechos y garantías individuales
constituyen el fundamento por excelencia del cuidado y el
control estatal legítimo.
El censo y el DNI son dispositivos de registro estatal que
persiguen fines distintos y, por lo tanto, se legitiman políti-
ca y socialmente de manera diferente. Como indica Susana
Novick (2019), la necesidad de realizar censos por parte del
Estado se remonta a los orígenes del proceso emancipador
argentino. Ya la Constitución Nacional de 1853 indicó en
su artículo 35 la necesidad de realizar un censo cada diez
años para definir el número de diputados que integrarían
la Cámara de Representantes. Con ese fin, durante la presi-
dencia de Urquiza, se dictó la primera norma que legitimó
la realización de un censo (Novick, 2004). En efecto, el Esta-
do argentino tempranamente se interesó por los asuntos
de población, lo que se manifestó no solo en la sanción de
leyes emblemáticas durante el período de construcción de la
nación, sino también en la creación de áreas especializadas
dentro del aparato estatal. Dichos espacios institucionales
fueron cambiando –de nombre, de competencias, etc.– con
el correr del tiempo. En enero de 1968, durante la dictadura
militar de Juan C. Onganía, se dictó la norma que creó el
Indec, que estaría a cargo de un director designado por el
Poder Ejecutivo (Novick, 2004).
La referencia histórica pone de relieve la trascendencia
que, desde 1869, los datos censales han tenido en la formu-
lación y ejecución de políticas estatales y, por lo tanto, en
la transformación de la realidad y en el origen de nuevos

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 245

procesos de cambio político-social (Novick, 2004, 2018).


Asimismo, esta herencia ha definido que los censos tienen
una finalidad puramente “estadística”, es decir, que deben
favorecer el estudio cuantitativo de los hechos sociales para
medir su intensidad, deducir las leyes que los rigen y hacer
su predicción próxima (Barreto-Villanueva, 2012). En este
sentido, si el objetivo de los censos es realizar un recuen-
to exhaustivo de población para conocer sus características
sociales y demográficas, una de sus piedras angulares es la
garantía del secreto estadístico que, entre otras cosas, impli-
ca que los datos no puedan individualizarse. El contrato
implícito suscrito por los individuos censados implica ofre-
cer de manera excepcional información intensiva acerca de
sus condiciones de vida para contribuir a definir estrategias
generales de incidencia en los colectivos de los que forman
parte.
En cuanto al DNI, hasta el gobierno de Roca, cuando se
creó el Registro Civil por medio de la ley n.º 1.565, sancio-
nada en 1884, el registro de las personas (bautismos, matri-
monios y muertes) estuvo a cargo de la Iglesia católica. A
partir de ese momento, los datos de las personas comenza-
ron a ser organizados y administrados por el Estado. Años
más tarde, en 1911, se estableció el enrolamiento general
para los ciudadanos varones, al cumplir los 18 años, excepto
los inmigrantes que no se hubieran nacionalizado. Recién
en el año 1947, durante el gobierno de Juan D. Perón, se
implementó la libreta cívica para las mujeres como conse-
cuencia del otorgamiento del voto femenino. Fue en 1968
cuando entró en vigor el DNI, a través de la Ley n.º 17.671
de Identificación, Registro y Clasificación del Potencial
Humano Nacional, durante el gobierno de facto de Juan C.
Onganía. Finalmente, en el año 2021, mediante el Decreto
476, firmado por el presidente Alberto Fernández, Argen-
tina pasó a reconocer en los DNI identidades por fuera del
sistema binario masculino y femenino. En síntesis, según la
información oficial, la finalidad del DNI es permitir la iden-
tificación e individualización de las personas argentinas (en

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246 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

el país o en el exterior) y de las personas extranjeras con


domicilio en la Argentina. Según el Estado, la relevancia del
DNI radica en que permite probar la identidad y ejercer el
derecho a la identidad y a otros derechos fundamentales.
Se trata de dos históricos y poderosos dispositivos de
registro estatal, cuyas normativas vigentes permiten infe-
rir que la información individualizada que provee el DNI,
en cuanto dispositivo de identificación personal exclusivo,
colisiona con la finalidad puramente estadística del censo.
También puede comprenderse que, si ambos se articularan,
podría generarse un daño irreparable en el ya de por sí deli-
cado equilibrio entre cuidado y control estatal que referimos
anteriormente, en especial sobre la población migrante. Esa
fue una preocupación medular, aunque no la única, que nos
motivó a iniciar la lucha que a continuación describimos.

Trabajo colectivo y argumentos frente a la incorporación


de la pregunta por el número del DNI en el censo
nacional del año 2022

El trabajo de incidencia se remonta al año 2019, cuando


la gestión del Indec –dirigida por aquel entonces por Jorge
Todesca durante el gobierno de Mauricio Macri– convocó
a algunas investigadoras a participar en reuniones de exper-
tas en temas migratorios para que brindaran su opinión res-
pecto de la construcción del cuestionario censal. Allí, ellas
conocieron una versión preliminar del formulario, donde ya
constaba una pregunta sobre el DNI. Preocupadas porque,
por primera vez en la historia argentina, el censo dejaría de
ser anónimo y por las consecuencias que eso acarrearía, las
investigadoras organizaron las primeras reuniones presen-
ciales en el Área de Migraciones del Instituto de Investiga-
ciones Gino Germani (IIGG), perteneciente a la Facultad de
Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
En esa primera instancia, con el Área de Migraciones del

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 247

IIGG, se reunieron integrantes de la Asociación de Estudios


de Población de Argentina, Fundación Vía Libre, Amnistía
Internacional, Clínica Jurídica de la Universidad Nacional
de Lanús y Comisión Argentina para Refugiados y Migran-
tes. Así, este colectivo construyó los primeros argumentos
contra la inclusión de esa pregunta, que dieron lugar a notas
periodísticas (Rojas, 2019), a una Declaración del Comité
Académico del IIGG –de fecha 13 de noviembre de 2019–
y a una nota dirigida a las autoridades del Indec.
A fines de ese año, luego de perder las elecciones nacio-
nales, la gestión macrista decidió delegar el diseño concep-
tual del cuestionario a la nueva administración del organis-
mo, ya durante el gobierno de Alberto Fernández, a cargo
de Marco Lavagna. En cuanto asumió esta nueva gestión, el
12 de diciembre de 2019, le solicitamos una reunión para
plantear este importante tema, pero no fuimos convocadas.
Debido a la pandemia del covid-19, el Indec postergó el
censo para el año 2022. No obstante, el proyecto de incluir
la pregunta del DNI prosiguió. Ante este panorama, vol-
vimos a convocar al colectivo: unas pocas asociaciones no
respondieron, pero muchas otras se sumaron, de modo que
el colectivo se acrecentó con la presencia de organizaciones
internacionales (Transparencia Internacional, Access Now,
Grupo de Trabajo Migración Sur-Sur de Clacso, entre otras)
y nacionales, como el Centro de Estudios Legales y Socia-
les, el Observatorio de Derecho Informático Argentino, así
como instituciones y redes académicas de todo el país, entre
las que se encuentra IAMIC-Red de Investigación Argen-
tina sobre Migraciones Internacionales Contemporáneas.
Asimismo, fortalecieron su presencia las organizaciones de
migrantes, como la Asociación Civil de Derechos Huma-
nos Mujeres Unidas Migrantes y Refugiadas en Argenti-
na, Red de Migrantes y Refugiadxs en Argentina, Fren-
te Patria Migrante, Red de Inmigrantes Latinoamericanos,
Red Nacional de Líderes Migrantes, Centro de Participa-
ción Popular Monseñor Enrique Angelelli, Frente Social
Migrante, Asociación Senegalesa de La Plata, Asociación de

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248 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

Residentes Senegaleses en Argentina (ARSA), Konbit Club


Cultural Haitiano en Córdoba, Instituto de Presencia Afro
de Córdoba, Asociación Civil Haitiana de Rosario, entre
otras.
Como resultado, este colectivo comunicó y defendió sus
argumentos ante las autoridades del Indec –tanto por escrito
como presencialmente en diversas reuniones–, a la vez que
consiguió también informar al Poder Ejecutivo y a sus asesores
y ejercer presión desde las redes sociales.
Con la convicción de que el censo constituye una herra-
mienta insustituible para la definición de políticas públicas, en
principio nos opusimos a la inclusión de esta pregunta porque
atentaba contra la calidad del relevamiento. Cuando la pobla-
ción no ha sido consultada ni informada adecuadamente sobre
un cambio tan profundo en las estadísticas nacionales, se puede
generar desconfianza, lo que impide así la correcta recolección
de datos y aumenta los niveles de omisión (UNECE, 2018;
Naciones Unidas, 2010). En el seminario “Aspectos conceptua-
les de los censos de población y vivienda: desafíos para la defi-
nición de contenidos incluyentes en la ronda 2020”, organizado
por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(Cepal-CELADE) en Santiago de Chile, en noviembre de 2018,
se indicó:

Respecto a la inclusión del registro del número de cédula en


los censos, la preocupación generalizada de los y las partici-
pantes giró en torno a la desconfianza de la ciudadanía frente
a la pregunta y, en consecuencia, ver comprometida la calidad
del resto de preguntas (Cepal-CELADE, 2018: 34).

En el caso argentino, los informes oficiales del Indec


(2019, 2020) que analizaron los resultados de la segunda
prueba piloto del censo dieron indicios de incomodidad en
la población, dado que se registraron altos porcentajes de
no respuesta, de ignorado y de error en esta pregunta, a
la vez que se observó malestar en algunas personas. Por lo
tanto, en términos técnicos, existían valiosos argumentos

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 249

para descartar la incorporación de esta pregunta en el cues-


tionario censal.
Por otro lado, si los grupos vulnerabilizados no son
captados debidamente en las estadísticas censales, puede
afectarse de manera esencial su efectivo acceso a derechos.
En el caso de la población migrante, sabemos que esta se ve
subregistrada en los relevamientos censales (Lattes, Come-
latto y Levit, 2003), generalmente debido al temor de ser
identificado. Por ello, es fácil deducir que la falta de respues-
ta de esta población se ampliaría si se indagaba el número
de DNI, pues, en caso de no tenerlo, quedaría registrada la
falta administrativa junto con el lugar de nacimiento y el
domicilio, datos que –en el caso de ser difundidos– fácil-
mente permitirían su localización.
También argumentamos que el objetivo de facilitar la
integración de distintas bases de datos del Estado resulta
absolutamente ajeno a la finalidad estadística de los censos
nacionales. Tampoco es imprescindible la vinculación entre
bases de datos para garantizar el bienestar de la población.
Es más, nos causaba gran preocupación la posibilidad de
que el censo se transformara en una herramienta de control
directo que, a su vez, pudiera ser conectada con otras bases
de datos nacionales e internacionales.
Asimismo, señalamos que esta pregunta avanzaba sobre
la expectativa de privacidad de las personas. Y que, en caso
de un uso incorrecto de los datos, rápidamente se pondría
en riesgo el secreto estadístico –establecido por la ley n.º
17.622 y reafirmado en la disposición n.º 176/99 del propio
Indec–. Por otra parte, indicamos que esa pregunta resultaba
violatoria del principio constitucional de habeas data. A esto
se suma que, con la incorporación del DNI al cuestionario
censal, el Indec perdería la excepción del artículo 28 de la
Ley de Protección de Datos Personales para la Información
Estadística, lo que convertiría el censo de población en una
gran base de datos de información personal resguardada por
la ley n.º 25.326. En ese caso, el censo requeriría inmedia-
tamente la implementación de diversas salvaguardas, pero,

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250 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

lamentablemente, en la Argentina las políticas de seguridad


de la información siempre han sido insuficientes y no se ha
llegado a estandarizar una buena práctica en la materia, en
gran medida por falta de presupuesto (Fundación Vía Libre,
2021).
No es difícil entender que la captación del DNI incor-
pora un alto riesgo, dado que, en caso de una difusión
incorrecta de la información recopilada (ataques informá-
ticos, filtraciones, etc.), se permitiría obtener una base de
datos nacional con información personal sobre cada uno de
los habitantes del país, como son domicilio, datos laborales,
origen étnico, lugar de nacimiento, identidad de género,
condición socioeconómica y sanitaria, entre otros, algunos
de los cuales son propios de la definición de “datos sen-
sibles”. Las experiencias de hackeos que se han dado en la
Argentina en los últimos años, así como las debilidades que
el Estado ha manifestado frente a ello, confirman la posibi-
lidad concreta de ese peligro.
En el plano internacional, varias de las escasas expe-
riencias censales que incluyeron preguntas identificatorias
generaron boicots masivos, judicialización de los censos y,
en un caso, un ataque informático contra la infraestructura
censal (Global Voices, 2016) con graves consecuencias polí-
ticas. Por ejemplo, durante la preparación del censo de 2020
de Estados Unidos, surgió una gran controversia por el
intento de incluir una pregunta sobre ciudadanía, que está
ligada a la cuestión documentaria (Ximénez, 2018). Muchos
sectores llamaron a ese censo “antiinmigrante” y conside-
raron que esa pregunta era intimidatoria. La cuestión fue
tratada por la Corte Suprema y hasta se debió realizar un
sondeo específico para evaluar la opinión pública, que dio
como resultado un alto grado de rechazo.
Luego de una ardua lucha, basada en las estrategias y
los argumentos descriptos, se logró finalmente que el Indec
excluyera la controvertida pregunta por el DNI en el censo
de 2022.

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 251

Entre el 16 de marzo y el 18 de mayo de 2022, por


primera vez en la historia argentina, se implementó una
modalidad virtual de relevamiento censal, mientras que, en
la última fecha mencionada, se realizó la modalidad presen-
cial. Dadas las molestias y los reclamos que públicamente
expresaron miles de habitantes por tener que incluir el DNI
de la persona respondente en el censo virtual, resulta per-
tinente suponer que el descontento hubiera sido mayor si
se preguntaba el DNI a todas las personas, lo que habría
provocado de esa manera un inmenso perjuicio al censo y,
consecuentemente, a las estadísticas y políticas nacionales
en su conjunto, así como a los derechos y la seguridad de
las personas.

Migración y derechos: tensiones entre el garantismo


jurídico y las prácticas normativo-administrativas
con relación con el DNI en la Argentina

A pesar del marco jurídico garantista vigente en Argentina, la


exigencia del DNI se encuentra naturalizada y generalizada en
el ámbito público y privado como llave de acceso a bienes, dere-
chos, servicios, beneficios y contratos de toda índole. En los
hechos, las personas migrantes encuentran grandes obstáculos
para acceder a las garantías de permanencia en el territorio y
a los derechos reconocidos en la ley como “universales”, ya sea
por no poseer una situación migratoria y documentaria regular
o, más concretamente, por no contar con el DNI.
La Ley Nacional de Migraciones n.º 25.871, de 2004, en su
letra desvincula el goce de derechos (a servicios sociales, bienes
públicos, salud, educación, justicia, trabajo, empleo y seguri-
dad social) de la situación migratoria y documentaria de las
personas. A su vez, si bien esta norma redefinió la “irregulari-
dad” migratoria y documentaria como una mera contravención
administrativa que es deber del Estado subsanar (y no como
un delito que debe ser combatido), también dispuso la eventual

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252 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

expulsión de migrantes que eluden el control migratorio o no


cumplen con los criterios o requisitos de radicación (Penchas-
zadeh y García, 2019). Esta “deportabilidad” –que define a priori
uno de los aspectos clave de la condición de extranjería asociado
al ejercicio soberano de selección y expulsión de los no naciona-
les por parte de los Estados anfitriones– encendió rápidamente
la alarma entre quienes trabajamos la cuestión migrante en
Argentina y motivó en gran medida el rechazo de la inclusión
de la pregunta por el DNI en el censo de 2022.
El DNI es un indicador claro, pero no único ni exhaustivo,
de regularidad migratoria y documentaria. En la Argentina, el
trámite de regularización es un proceso que, en el mejor de
los casos, puede tomar años. Sujeto al cumplimiento de ciertos
requisitos(aplicaraalgunodeloscriteriosderadicación,ingreso
regular al territorio, certificado de antecedentes penales, docu-
mentación del país de origen en regla, etc.), el primer “docu-
mento” al que accede la persona migrante es una residencia
“precaria”, con vigencia por tres meses y renovable. Aproxima-
damente un año después, puede obtener la radicación tempora-
ria y, con ella, la posibilidad de tramitar el DNI, cuya obtención
no es inmediata, sino que puede demorar hasta un año. Según el
país de origen o el criterio de radicación que solicitó la persona
migrante, deben pasar dos o tres años luego de haber obtenido
la residencia temporaria para tramitar finalmente la residencia
permanente. Este esquema normativo “ideal” solo beneficia a
quienes tienen facilidades de radicación, por hallarse contem-
plados en los criterios de radicación previstos por la ley, pero
deja afuera de manera sistemática a todas aquellas personas de
países con los que la Argentina no tiene acuerdos de residencia
o no están contempladas en las categorías especiales.
Incluso en el caso de las personas amparadas por la ley, en
la práctica la tramitación de la documentación se ha tornado
más morosa en los últimos años. La política de regularización
implementada por el Estado argentino, bajo el gobierno de
la Alianza Cambiemos (2015-2019), sufrió importantes reve-
ses (Penchaszadeh, 2021; Jaramillo, Gil Araujo y Rosas, 2020).
Durante el gobierno de Mauricio Macri, la Dirección Nacional

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 253

de Migraciones (DNM) implementó en 2017 un sistema auto-


mático de adjudicación de turnos que generó grandes demoras
y rezagos y, luego, en 2018 –aún hoy vigente– un sistema
virtual de radicación a distancia, conocido como RADEX, que
terminó de ralentizar y, en muchos casos, bloquear el acceso
de las personas migrantes a la documentación. Además de estas
barreras tecnológicas impuestas a una población con limitacio-
nes en el acceso digital y en la conectividad, las tasas migratorias
de radicación sufrieron aumentos de hasta 1000 %, se disconti-
nuó el Programa de Abordaje Territorial y se eliminó la opción
de exención de pago de tasas por razones humanitarias o de
pobreza en el RADEX. El resultado fue evidente: como puede
apreciarse en el siguiente gráfico, el número de radicaciones
(temporarias y permanentes) resueltas disminuyó por primera
vez en 2018, desde que fueran implementados los programas
nacionales de regularización documentaria en 2006, al tiempo
que se intensificó la criminalización y persecución estatal de la
irregularidad.

Gráfico: número de radicaciones temporarias y permanentes resueltas


por la Dirección Nacional de Migraciones. Argentina, 2016-2021

Fuente: elaboración propia con base en datos provistos por la DNM.

En diciembre de 2019, asumió el nuevo gobierno del


Frente de Todos y, en marzo del año siguiente, advino la

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254 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

pandemia de covid-19, circunstancias que produjeron la


caída estrepitosa de los trámites de radicación en 2020.
Con la normalización de las instancias de administración
pública en 2021, se aprecia una importante recuperación
del número de trámites resueltos por la DNM. Este cambio
puede asociarse con un giro en la política de regularización
evidenciado en ciertas medidas concretas: el relanzamiento
del Programa de Abordaje Territorial, el fortalecimiento de
la red Centros de Integración de Migrantes, promovidos
por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, con
el apoyo de la Organización Internacional de las Migracio-
nes y la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados, la
participación de la DNM y de otras agencias públicas clave
en el acceso a derechos de la población migrante, la inclu-
sión en el RADEX de la opción de exención de pago de las
tasas migratorias, así como la implementación de regímenes
especiales de regularización dirigidos a niñas y niños vene-
zolanos (2021) y a migrantes provenientes de Senegal y de
países del Caribe, quienes sufrían una situación prolongada
de irregularidad (2022).
Según datos del Anuario Estadístico Migratorio de la
Argentina 2020 (Debandi, Nicolao y Penchaszadeh, 2021),
recopilados a través de una encuesta no probabilística online,
el 3 % de las personas migrantes que la respondieron cuenta
con una residencia precaria y, aunque este certificado las
habilita a permanecer legalmente en el territorio, estudiar
y trabajar, lo cierto es que opera en la práctica como una
barrera a derechos, servicios y bienes. Asimismo, un 6 %
de los encuestados informó encontrarse en una situación
migratoria irregular, es decir, no ha podido realizar los trá-
mites de radicación, situación documentaria que lleva, entre
otras cosas, a dificultades para acceder a trabajos formales,
contratos de alquiler reglados y ciertos derechos (en la letra
“universales”) como la seguridad social, la salud y la educa-
ción. Dados los límites que contiene cualquier encuesta de
este tipo, cabe considerar la posibilidad de que sea mayor el

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 255

porcentaje de población migrante en situación irregular en


Argentina.
La consolidación de la situación documentaria de las
personas migrantes en Argentina, asociada, entre otras
cosas, al acceso al DNI, es fundamental para garantizar
tanto su permanencia en el territorio como su incorpora-
ción integral a la sociedad argentina. Desde una perspectiva
de derechos humanos, si el objetivo del Estado es subsa-
nar irregularidad migratoria y documentaria –que expone
directamente a las personas migrantes a situaciones de pre-
cariedad, informalidad y marginalidad–, es preciso abrir
canales normativos e institucionales seguros no tanto para
“exponer” tal situación (tal como se pretendía hacer con la
incorporación de la pregunta por el DNI en el censo), sino
para darle curso y solución, asumiendo que ninguna per-
sona migrante elige la irregularidad y sus males asociados,
como la amenaza de expulsión siempre latente.

Notas finales

En estas páginas buscamos reflejar de manera sintética la


lucha colectiva que logró evitar la inclusión de la pregunta
por el número de DNI de las personas en el formulario del
censo nacional argentino del año 2022. Mostramos que tan-
to el censo como el DNI son dispositivos de registro estatal,
pero persiguen fines distintos: mientras que el DNI es un
dispositivo de identificación personal exclusivo, el censo
tiene una finalidad puramente estadística. Como argumen-
tamos, la conexión entre ambos podría producir más daño
en el delicado equilibrio entre cuidado y control estatal, en
especial sobre la población migrante.
Nos apoyamos en distintos argumentos, tanto demo-
gráficos y jurídicos, como de protección a la seguridad y los
derechos de las personas. Sobre la falta de razonabilidad,
por ejemplo, indicamos que la inclusión de esta pregunta

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256 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

podría haber entorpecido el flujo normal de la entrevista, al


tiempo que ha suscitado temores fundados respecto del uso
de esta información por parte del Estado.
En definitiva, el retroceso del Indec en su intención de
incorporar la pregunta por el DNI confirma la importancia
del trabajo colectivo sustentado en el conocimiento cientí-
fico acerca de los vínculos contemporáneos entre Estado y
población con énfasis en la defensa de los derechos de las
personas y, por lo tanto, crítico de las facultades y los dis-
positivos de cuidado y control desplegados por el poder.

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Novick, S. (2004). Aspectos jurídico-políticos de los censos en la
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Ximénez de Sandoval, P. (2018). El Gobierno de Estados
Unidos quiere descubrir inmigrantes en la encuesta del
censo. El País. Disponible en bit.ly/3GaFCYS.

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Autoras y autores

Adriana González Gil


Licenciada en Historia y Filosofía por la Universidad Autó-
noma Latinoamericana. Magíster en Historia de la Uni-
versidad Nacional de Colombia. Doctora en América Lati-
na Contemporánea por la Universidad Complutense de
Madrid. Profesora titular e investigadora, Grupo Estudios
Políticos. Universidad de Antioquia UdeA (Colombia).

Ana Inés Barelli


Doctora, licenciada y profesora en Historia por la Univer-
sidad Nacional del Sur, Argentina. Actualmente se desem-
peña como investigadora adjunta de CONICET en el Ins-
tituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos
de Cambios de la Universidad Nacional de Río Negro. Es
directora del programa de vinculación estratégica para la
cooperación y el fortalecimiento institucional en cuestiones
vinculadas a la migración, movilidades e interculturalidad
de la Universidad Nacional de Río Negro (PVE-Migración)
y docente del doctorado de la UNRN Mención en Ciencias
Sociales y Humanidades.

Ana Paula Penchaszadeh


Licenciada en Ciencia Política (UBA), magíster en Socio-
logía y Ciencia Política de la Flacso, doctora en Ciencias
Sociales (UBA) y en Filosofía por la Université Paris 8 (Fran-
cia). Investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (CONICET) con sede en el Instituto

teseopress.com 259
260 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

de Investigaciones Gino Germani, y profesora de grado y


de posgrado en la UBA.

Brenda Canelo
Doctora y licenciada en Antropología Social (FFyL, UBA),
investigadora adjunta del CONICET y docente de las carre-
ras de Ciencias Antropológicas y de Ciencias de la Comu-
nicación de la UBA. Es investigadora formada del proyec-
to UBACyT “Controlar al extranjero. Políticas, prácticas y
gestión migratorias (2016-2020)” y autora de publicaciones
nacionales e internacionales en la temática. En los últimos
años, se ha centrado en el tratamiento estatal de las migra-
ciones internacionales a partir de los aportes de la antropo-
logía política, desde una mirada etnográfica y comparativa.

Brenda Matossian
Doctora en Geografía (UNCuyo, 2011) y licenciada en Geo-
grafía (USAL, 2003). Investigadora adjunta de la Carrera de
Investigador Científico del Consejo Nacional de Investiga-
ciones Científicas y Técnicas en el Instituto Multidiscipli-
nario de Historia y Ciencias Humanas (CONICET–IMHI-
CIHU). Docente de la Universidad Metropolitana para la
Educación y el Trabajo (UMET).

Brígida Baeza
Profesora y licenciada en Historia (UNSPJB). Magíster en
Ciencias Sociales (FLACSO) y Dra. en Antropología (UBA).
Investigadora independiente del CONICET y profesora
asociada en la cátedra Ciencias Sociales Contemporáneas de
la Lic. en Historia (FHCS-UNPSJB). Directora del Instituto
de Estudios Sociales y Políticos de la Patagonia (IESyPPat).
Entre sus principales intereses de investigación, se encuen-
tran los estudios sobre migraciones limítrofes con relación
al análisis de las identidades, memorias y fronteras sociales.

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 261

Carlos Barria Oyarzo


Licenciado en Psicología (Universidad Nacional de Córdoba)
y doctor en Antropología Social por la Universidad Nacio-
nal San Martín, Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios
Sociales. Diplomado en salud sexual y reproductiva desde
un enfoque de género y derechos humanos (Universidad
Nacional San Martín). Actualmente becario posdoctoral de
CONICET. Se especializa en salud intercultural, cuidados y
géneros.

Carolina Rosas
Licenciada en Sociología (UBA) y doctora en Estudios de
Población (el Colegio de México AC). Investigadora del
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
(CONICET) y del Instituto de Investigaciones Gino Ger-
mani (IIGG), donde codirige el Grupo de Estudios sobre
Migraciones, Políticas y Resistencias (MiPRes).

Cecilia Jiménez Zunino


Doctora en Sociología por la Universidad Complutense de
Madrid (España) y licenciada en Sociología por la Uni-
versidad Nacional de San Juan (Argentina). Investigadora
adjunta del CONICET, IDH–UNC. Directora del progra-
ma “Migración y movilidades en perspectiva crítica” (CEA–
UNC).

Corina Courtis
Licenciada y doctora en Antropología Social por la Univer-
sidad de Buenos Aires, investigadora adjunta del CONICET
con lugar de trabajo en el Instituto de Ciencias Antropo-
lógicas (FFyL, UBA). Profesora asociada de la Cátedra de
Etnolingüística (UBA) y docente de las maestrías en Antro-
pología Social (UBA), Derechos Humanos (UBA) y Gestión
de Lenguas (UNTREF).

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262 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

Cynthia Pizarro
Licenciada y profesora en Ciencias Antropológicas por la
Universidad de Buenos Aires (UBA). Magíster en Ciencias
Sociales por la Universidad Nacional de Catamarca, y doc-
tora por la UBA, área Antropología. Es investigadora prin-
cipal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas, profesora asociada de la Facultad de Agronomía
de la UBA y Directora de la Maestría en Desarrollo Rural
de la misma Universidad.

Denise Zenklusen
Doctora en Antropología (UBA), licenciada y profesora
universitaria en Comunicación Social (UNC). Actualmen-
te, becaria posdoctoral de CONICET con lugar de trabajo
en el Centro de Investigaciones y Transferencia de Rafaela
(CONICET y UNRaf). Docente de la Universidad Nacional
de Rafaela (UNRaf) y de la Universidad Nacional de Entre
Ríos (UNER).

Gabriela Novaro
Doctora en Antropología por la Universidad de Buenos
Aires. Investigadora del CONICET. Profesora de Antropo-
logía en la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de
Buenos Aires. Su área de especialización es migración, pro-
cesos de identificación y educación.

Janneth Clavijo Padilla


Politóloga de la Universidad Nacional de Colombia. Magís-
ter en Relaciones Internacionales y doctora en Ciencia Polí-
tica del Centro de Estudios Avanzados de la Universidad
Nacional de Córdoba (CEA-UNC). Investigadora asistente
del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Téc-
nicas (CONICET) y la Universidad Provincial de Córdoba
(UPC).

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 263

Laura Cristina Yufra


Doctora y magíster en Psicología Social por la Universidad
Autónoma de Barcelona, magíster en Políticas, Competen-
cias y Estrategias de la Interculturalidad por la Universi-
dad de Boloña y licenciada en Filosofía por la Universidad
Nacional de Rosario. Actualmente es investigadora adjun-
ta en el Centro de Estudios del Sur Andino CONICET/
UNJU. Sus principales líneas de investigación son migra-
ciones internacionales contemporáneas, procesos de acota-
ción de derechos, fronterización, desigualdades de género y
reflexividad.

Marcela Ceballos Medina


Politóloga egresada de la Universidad de los Andes, magíster
en Estudios Políticos de la Universidad Nacional de Colom-
bia. Candidata a doctora en Estudios Sociales de América
Latina, Universidad Nacional de Córdoba (Argentina). Pro-
fesora de la Maestría en Estudios Críticos de las Migracio-
nes Contemporáneas, Universidad Javeriana (Colombia).

María Florencia Maggi


Doctora en Cs. Antropológicas y licenciada en Sociología.
Becaria posdoctoral del CONICET (CCONFINES-UNVM).
Se desempeña como docente en la Universidad Nacional
de Córdoba y en la Universidad Nacional de Villa María.
Sus investigaciones intersectan tres campos de estudios: los
estudios migratorios y de las movilidades, la socioantropo-
logía de la educación y los estudios sobre juventudes.

María Laura Diez


Licenciada y doctora en Antropología e investigadora del
CONICET. Docente e investigadora de la Universidad de
Buenos Aires (Instituto de Ciencias Antropológicas e Ins-
tituto de Investigación en Ciencias de la Educación) y de

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264 • (In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones

la Universidad Pedagógica Nacional (Área Antropología).


Dirige e integra proyectos en antropología, educación y
migración, financiados por ANPCyT, CONICET, UBA y
UNIPE.

Silvia Moreno
Licenciada en Sociología (FCPyS-UNCuyo). Diploma Supe-
rior en Estudios Sociales del Trabajo (CLACSO). Doctora
en Ciencias Sociales (DCS-FCPyS-UNCuyo). Ejerce como
docente de grado y posgrado en UNdeC y UNCuyo (MEL
y DCS – FCPyS – UNCuyo).

Soraya Ataide
Licenciada en Geografía (FILO-UBA), magíster en Estudios
Sociales Agrarios (FLACSO) y doctora en Ciencias Sociales
(FCS-UBA). Actualmente se desempeña como docente de
la Escuela de Agronomía de la Universidad Nacional de
Salta y como investigadora del Instituto de Investigaciones
en Ciencias Sociales y Humanidades (ICSOH-CONICET-
UNSa).

Verónica Jaramillo Fonnegra


Abogada (UNAULA), doctora en Ciencias Sociales (FSC-
UBA) y magíster en Derechos Humanos (UNLP). Actual-
mente es investigadora asistente del CONICET y coordi-
nadora académica de la Maestría en Derechos Humanos de
la Universidad de Lanús. También es miembro de la Red
IAMIC y del Grupo de Estudios sobre Migraciones, Polí-
ticas y Resistencias (MiPRes), con sede en el Instituto de
Investigaciones Gino Germani (FSC, UBA).

Verónica Trpin
Magíster y doctora en Antropología Social (UNAM) y pro-
fesora en Historia (UNCo). Es investigadora independiente

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(In)movilidades e impactos del COVID-19 en las migraciones • 265

de CONICET y directora de IPEHCS-CONICET-UNCo.


Ejerce como docente de grado y de posgrado en la Uni-
versidad Nacional del Comahue, UBA y Flacso. Dirige pro-
yectos de investigación, becarios/as y tesistas en temáticas
vinculadas a migraciones, estudios rurales, género y trans-
formaciones territoriales.

Victoria Mazzeo
Licenciada en Sociología (UBA), magíster en Demografía
Social (UNLU) y doctora en Ciencias Sociales (Flacso). Pro-
fesora titular regular de Demografía Social, de la Carrera
de Sociología (FSOC-UBA), e investigadora del Instituto de
Investigaciones Gino Germani (FSOC, UBA).

Yamila Soledad Abal


Doctoranda en Ciencias Sociales (UBA). Magíster en Salud
Colectiva (Universidad Federal de Mato Grosso, Brasil).
Licenciada y profesora en Sociología (UBA). Actualmente,
es becaria doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas en el Instituto Multidisciplinario de
Historia y Ciencias Humanas (CONICET–IMHICIHU).

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