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Resumen: 

Subterra
Los inválidos

Diamante: caballo de acarreo de la mina

Los obreros viejos e inútiles para la mina, volcadores de carretillas, se aprestan a


ver la extracción del caballo de la mina después de 10 años, el que consideran su
amigo.
Diamante les recordaba esos tiempos de mejores días, que ahora era desechado
por su incurable cojera y destinado a la estéril llanura, desolada y arenosa.

Las grandes poleas de la cabina comenzaron a girar y elevaron del pozo una jaula con una red
colgando, enredada en ella con las patas abiertas, el caballo negro.
Los empleados se alzaron para ayudar a liberarlo de la red en la plataforma. Era un caballo de
pequeña alzada, ideal para la mina. Cubierto de heridas y llagas en los sitios de arreos de tiro.
Ventrudo, cuello largo, huesudas ancas y casi sin crines en la cola. Inmóvil, cegado por la luz del
día, se acerca el más viejo de los volcadores con expresión de gravedad, el cual era considerado el
mas culto. Mira al caballo y a los obreros y comienza un discurso : ¡Pobre viejo¡ ¡La mina te arroja
porque ya no sirves¡ ¡Camaradas este bruto es la imagen de nuestras vidas y destino ¡, si todos
marcháramos contra nuestros opresores los dispersaríamos con el 1º golpe como paja al viento. Los
obreros miraban desconfiados al anciano que se aventuraba en una senda desconocida, un
desequilibrado que osaba rebelarse a las leyes de su destino.
Se acerca el capataz y todos toman su carretilla, el viejo toma la cabeza de
Diamante y le dice: -Adiós amigo, nada tienes que envidiarnos.
El caballo cegado por la luz del día camina hacia adelante, chocando,
retrocediendo y devolviéndose con cada obstáculo, no entendía que ya no estaba
en un rincón de la mina.
Un caballerizo lo ató por el cuello y lo arrastro a la carretera, sus heridas y cojera
eran terribles, el sol dañaba sus heridas y las moscas no lo dejaban de atacar.
Se detuvo en una depresión del terreno y lo golpeo en las ancas para que
continuara su camino, mientras él se retiraba.
Hondonada desierta, con yerba reseca y diminutas charcas de agua cenagosa. Un
zumbido y un relincho de dolor lo encabrito, eran tábanos de las arenas. Corrió y
cayo en una ancha grieta y quedo incrustado. Los tábanos se retiraron ya saciada
su hambre, los buitres comenzaron a llegar y sombras a rodearlo. Al atardecer,
termina la jornada en la mina y se retiran los obreros , cansados y en fila.

La compuerta 12

Pablo: niño
Pablo se aferra a las piernas de su padre mientras el piso se hundía en el pozo
camino a la mina a toda velocidad. Luego se detuvo en la entrada de una galería,
caminaron por ella a 40 mts del pique, se detienen en una gruta excavada y se
dirigen donde un hombre pequeño y viejo que hacia anotaciones en un registro
enorme.
-Señor , aquí traigo a mi hijo- dijo el padre.
El hombre conmovido por su inocencia responde: ¡Hombre, este muchacho es muy
débil para el trabajo! ¿Es hijo tuyo?.
-Si señor.
-Pues deberías tener lastima, envíalo a la escuela.
-Ya tiene 8 años , debe ganarse el pan que come- dice el padre.
El capataz toco un silbato y apareció Juan.
-Leva al chico a la compuerta 12 , que reemplace al hijo de José aplastado ayer por
la corrida.
El capataz se dirige al hombre: no has llegado a los 5 cajones diarios, si sigues así
te daremos de baja.
Los 3 caminan por el túnel de rieles y el hombre preocupado por la advertencia se
angustia aun más.
Todos se han dado cuenta de su decadencia, pero la lucha en la mina convertía en
viejos a los jóvenes.
Caminando por el corredor se detienen delante de la compuerta 12, el goteo grueso
y el martilleo sobre sus cabezas, cosas que Pablo no entiende, son en realidad
producto del choque de las olas en las rompientes de la costa.
El guía enseña a Pablo al abrir y cerrar de la compuerta, y el padre esta mas
tranquilo después de ver que tiene la fuerza para mover la palanca. Es la corrida,
veamos como lo haces – dice el padre- y Pablo mueve la palanca justo cuando
pasa un caballo al trote arrastrando el carro con minerales.
El padre mas confiado le dice que lo dejara solo pero que vendrá a verlo de vez en
cuando. Pablo ahora entiende que no es un paseo y se aferra a la pierna del padre
suplicándole que lo saque de allí. El viejo se congoja y recuerda sus 40 años en la
mina, pero también recuerda su hogar con hambre y piensa que Pablo había nacido
para la mina. Se alejan después de arrancárselo violentamente de las piernas, el
niño grita como salvaje , y se escucha a lo lejos: ¡Madre! ¡Madre!
El hombre se echa a correr y agarra el pico que empuña bravamente contra el
mineral, los pedazos de piedra le hieren la cara y el pecho desnudo, hilos de
sangre se mezclan con su sudor, con la esperanza de terminar pronto una dura
jornada.

El Grisú

Míster Davis: Ingeniero en jefe.


Viento negro: joven de muy mal carácter.
El capataz espera frente al ascensor, de improviso aparece en la puerta el
ingeniero, ambos penetran en la jaula, la que se detiene frente a la galería
principal, se produce un silencio, seguido de un cuchicheo. Míster Davis, obeso que
inspiraba temor y respeto por su rudeza con los mineros. Inspeccionaba de tarde
en tarde la mina lo que lo ponía de pésimo humos, que descargaba con castigos y
multas a los obreros. Se dirige con el capataz por unos tortuosos corredores
sentado en la parte plana de una vagoneta, la que es empujada por dos jóvenes.
Se detienen y el ingeniero revisa unas bigas, furioso ordena al capataz cambiarlas,
pero en la pendiente el joven que acarrea la vagoneta no pudo arrastrar mas y se
desmaya. Ms Davis lo golpea , pero al ver su resistencia a continuar, sigue su
inspección a pie. El capataz después de reparar la viga se reúne con el ingeniero
en una plazoleta.
-Da la orden a la familia del muchacho que salgan de la habitación, ¡no quiero
holgazanes aquí!- dice el ingeniero.
El capataz envía una nota al mayordomo al mismo tiempo que se imagina a esa
pobre gente en la calle.
Descansan un momento , cuando observan una linternas que se acercan.
-Son los barreteros de la Media Hoja que vienen a tratar la cuestión de los rebajes,
ayer quedaron citados aquí-informa el capataz, mientras el ceño del ingeniero se
frunce cada vez mas.
Al reunirse al ingeniero se para y dice amenazante- ¡Vamos! ¿ que esperan?, ¡que
despachen pronto!
Un hombre delgado, bajo y calvo avanzo frente al ingeniero y dijo:
“Como la nueva veta solo alcanza un grueso de 60 cm, tenemos que excavar 10
decimos mas para dar cabida a la vagoneta, trabajo que es muy duro pues la tosca
es muy solida y con la presencia del grisú no podemos usar
explosivos, debemos picar con piquetas. El alza del cajón de 30 centavos no es
suficiente, ya que difícilmente trabajando todo el día se pueden hacer apenas 3
cajones.”
– ¿Cuánto exigen ustedes por mt de rebaje?- pregunta el capataz
– Seños, lo justo seria que nos pagase por cada metro el precio de 4 carretillas de
carbón, porque….
– ¡Sois unos insolentes, holgazanes¡- y dirigiéndose al capataz, ordeno- abonaras
por metro de rebaje 30 centavos a los barreteros que extraigan 4 cajones diarios,
los que no alcancen esta cifra solo cobraran el precio del mineral.
Todos quedaron pálidos.
-Señor, apiádese de nosotros, que se nos cumpla lo prometido, lo hemos ganado
con nuestra sangre – mostrándole una profunda herida en el brazo- nuestras
familias tienen hambre, se lo pedimos de rodillas.
Algunos lloraban, otros discutían culpándose mutuamente, otros se desmoronaban
en el suelo…. Luego callaron y de a poco abandonaron la plazoleta.
* * **
En el nuevo túnel un obrero y un muchacho al que todos llamaban Viento Negro
tratan de colocar una viga en posición vertical, sin embargo no encajaba pues
estaba muy larga.
-Tengan cuidado en golpear arriba – dijo el que aserraba- coloca tu mano, ese
viento caliente que sale por la rendija es grisú.
– ¡Diablos! – dijo- hay grisú para hacer saltar la mina entera. Estamos dentro del
cañón de una escopeta y con cualquier chispa se dispara.
Viento Negro no contesta, y al ver que se acerca el ingeniero se ponen a trabajar
en la viga, pero esta sigue sin entrar , y se transas a golpes el viejo con el
muchacho.
El capataz al ver al muchacho le dice que se le descontaran 5 pesos por haber
cortado ayer la cuerda de señales de los capataces.
– ¡No he sido yo! – rugió Viento Negro.
– ¡Quita ese madero pronto!- ordena el capataz.
Pero Viento Negro no se movió irritado hasta la exasperación por la multa. El
capataz lo tomo del cuello y lo empujo contra la pared de una patada, Viento Negro
se devolvió y con un cabezazo en el pecho golpeó al capataz tirándolo al duro
suelo.
El ingeniero y otros obreros lo detiene y reducen a golpes en el suelo.
-Ante todo vas a colocar ese soporte en su sitio- orden el capataz tratando de
demostrar autoridad.
Viento Negro toma el martillo golpea con todas sus fuerzas la viga que roza en el
techo produciendo chispazos, el grisú se prende y los 6 hombres quedan envueltos
en llamas para luego ser proyectados con espantosa violencia a lo largo del
corredor.
Al sordo estallido los habitantes en su mayoría mujeres y niños se agolpan al
pique, todos corrían, el capataz a cargo trato de organizar y calamar a la gente y
montando una polea con una cuerda baja con 2 hombres al pozo.
Todo estaba despejado, la fuerza del gas había arrastrado todo, de repente se
levanta un compacto numero de trabajadores que habían huido a la entrada.
El capataz dio la orden de no avanzar pues los pasillos están llenos de viento
negro. Un hombre alto dice: yo iré, no podemos dejarlos solos , es cobardía,
debemos salvarlos. Todos aceptan sin escuchar al capataz y se eligen a 3 hombres
para ponerse en marcha.
Al avanzar por la galería se encontraron con el 1º hombre muerto, destrozado, mas
allá pedazos de otro, el del capataz , que reconocieron por sus zapatos. Todos
estaban menos el ingeniero, lo buscaron por debajo de una montaña de piedras
pero no apareció. De pronto gritaron – ¡Aquí esta!- era un bulto suspendido ,
atravesado en el vientre por una barra doblada que salía por sus hombros.

El pago

Pedro María: Barretero de 35 años.


Pedro María con las piernas encogidas y acostado de lado trabaja haciendo la circa
(incisión profunda en la parte baja). Al terminar comienza velozmente a extraer el
mineral, no descansa, pues la circa lo a atrasado mucho. Fatigado y estrecho,
trabaja lo más rápido que dan sus brazos, cada golpe aumenta un goteo de agua
negra que le hace arder los ojos, el polvo que se desprende de la vena se
introduce en su garganta produciéndole accesos de tos.
Abandona la faena al anochecer, con el cuerpo adolorido, quebrantado. Su cuerpo
se enfría por el viento helado y por sus ropas mojadas.
Llega al cuarto donde lo espera ropa seca y el brasero encendido, su mujer
reclama que no hay cena y que el café que queda es para mañana.
-No importa mujer, mañana es día de pago, se acabaran nuestras penas.
Se acostó sobre 2 tablas y se abrigo con un manta deshilachada y sucia, sus hijos
dormían en igual forma. El despacho les a cortado los víveres y debieron vender la
ropa de cama.
Pedro María despertó más animado como todos, pues era día de pago, se refregó
la piel para sacar el tizne, luego con su mujer calcularon el pago y vieron que les
alcanzaba para recuperar lo vendido. Se escucha la campana de la oficina
pagadora y se dirigen con los niños, corrían para evitar la lluvia que caía
copiosamente.
La ventanilla se abrió y pagaba llamando por secciones, no era permitido reclamar,
para eso debían esperar que terminara el pago de todos.
-¡Barreteros de la doble¡- sección de Pedro que espero ansioso pero que
finalmente no fue llamado. Una vecina le pregunta- ¿no lo han llamado todavía?
Tampoco a este- señalando a un niño.
Pedro María saca la cuenta como muchos otros pero no considera la multa, la
disminución de salario o el alza de los pecios del despacho.
-¡ Reclamos!- grita el joven de la ventanilla
-¡No ha sido llamado?- pregunta a la mujer.
-No
-¿Nombre?
-Juan Ramos, portero.
-Tiene 26 días a 25 centavos y 1 peso de multa, debe 50 centavos al despacho,
¡Otro!
-Canallas ladrones- pero los capataces lo empujan.
-Pedro María, tiene 10 pesos de multa por 5 días faltos y se le han descontado 12
carretillas que tenían tosca. Debe 3 pesos al despacho. ¡Otro!
Pedro María taciturno ve alejarse a su mujer y sus hijos flacos por el hambre, pero
no quiso seguirlos y llegar al cuarto frio con los chicos pidiendo pan.
Se tiro en un rincón seco y durmió.
Soñó que estaba en la mina y el mineral era como gelatina y que se daba cuenta
que aquello era sangre , sudor y lagrimas de generaciones de mineros. También
soñó con mujeres, diamantes con sangre y esqueletos que se destruían por partes
de un edificio.
Pedro despierta súbitamente empapado.

El chiflón del diablo

Cabeza de Cobre: joven de 20 años, pecoso y colorín


María de los Ángeles: madre de Cabeza de Cobre
El capataz de turno desde su mesa observa la bajada de los obreros. De pronto se
acerca a dos trabajadores diciéndoles:
-Quédense ustedes
Uno era joven y le llamaban el Cabeza de Cobre, el otro mayor y alto.
Tras una espera, el capataz los llamo con una seña.
-Son ustedes barreteros de la alta ¿no es así?
-Si
-Siento decirles que quedan sin trabajo. Tengo orden de disminuir el personal de
esta veta.
-Sea usted franco, don Pedro y díganos que quiere obligarnos a ir al Chiflón del
Diablo.
-Aquí no se obliga a nadie, pero para ayudarlos a salir del paso, les cuento que
tenemos dos vacantes en el Chiflo nuevo o del Diablo como ustedes le dicen.
Los mineros ya conocían esta táctica, el Chiflón del Diablo era muy peligroso pues
era muy poroso e inconsistente, la compañía empezó los trabajos como se requería
, pero después se vio que se necesitaba mucha madera, lo que encarecía los
costos de extracción. La compañía aumento los pagos, pero los mineros aun así no
querían entrar al Chiflón, por esto se optaba por “obligarlos” a bajar.
El riesgo de bajar al Chiflón se compensaba con el aumento de la extracción, pues
la veta era mas rica.
Los obreros aceptaron, el invierno era crudo, y se vieron bajando al Chiflón.
Cabeza de Cobre llego grave a se casa, apenas hablaba, casi no respondía a las
preguntas de su madre. Ella se llamaba María de los Ángeles, alta y delgada, con
las lagrimas siempre apunto de brotar.
Su marido y dos hijos muertos en la mina por explosión de grisú y hundimiento de
la mina, solo le quedaba aquel muchacho, por el que su corazón siempre estaba
temeroso de una desgracia.
-Buenas noches vecina- era la joven Juana.
-¿Cómo esta el enfermo? Pregunta María mientras le entrega una olla con un poco
de sopa y un pan.
-El médico dice que el hueso de la pierna no a soldado todavía, muchas gracias
vecina, la virgen se lo pagará.
-Pobre Juana- dirigiéndose al joven- hace un mes que sacaron a su marido por su
pierna, era barretero del Chiflón del Diablo ¡Dicen que los que trabajan allí tienen la
vida vendida!
-No tanto madre
-Pero yo no podría vivir si trabajaras allá
Cabeza de Cobre se va en la mañana sin darle la noticia del cambio de faena a su
madre.
A la hora del medio día el repique de la campana de alarma hizo precipitarse a
todas las mujeres fuera de las habitaciones, María de los Ángeles se sube la falda
y corría como si tuviera alas en los pies, quedo en primera fila; su cuerpo tiritaba y
trataba de pensar que su hijo no estaba entre los muertos pero una garra en su
estomago que le apretaba cada vez mas como una corazonada, mal
presentimiento. Las horas pasaban, hasta que se oyeron los cuatro campanazos de
izar, entonces la máquina comenzó a subir la jaula, todo quedo en silencio, un
silencio lúgubre. Dentro del ascensor algunos obreros que rodean una carretilla
negra. Del primer cuerpo solo asomaban sus zapatos, el segundo era calvo y viejo
y el tercero por entre las frazadas asomo un mechón rojo – ¡El Cabeza de Cobre¡.
María de los Ángeles gritaba desesperada, para luego quedar inmóvil con los
brazos colgando.
Quedose mirando un punto de luz y se acerco a él. Se lanzo por aquella rendija
donde vio a 3 mineros, y se consoló por que vio en ellos a su hijo, pero los mineros
solo reconocieron un chasquido seco y desapareció la visión. La mujer fue detenida
por los cables pero su desesperación la expulso al vacio desde donde brotaron
vapores: aliento del monstruo en el fondo de la mina.

El pozo

Rosa : Joven hermosa de 16 años , ojos verdes y blanca dentadura.


Remigio: Joven pálido pretendiente de Rosa
Valentín: Joven rubio pretendiente de Rosa
Rosa se dirige a la huerta, enrejada en ramas con un tarro lleno de agua sobre la
cabeza, mientras ella riega las hortalizas , el joven Remigio se acerca
sigilosamente por atrás, de repente Rosa se voltea sorprendiéndose y
disgustándole, pues no le era de su agrado la presencia del joven.
-¿Ahora que estamos solos me dirás que te pasa que ya no me hablas y te
escondes cuando quiero verte? Acuérdate que éramos novios, que me querías.
-Nunca dije nada- responde Rosa molesta por el acoso.
– Nada tengo que decirte, déjame pasar.
-Por ultima vez, ¿quieres ser mi mujer?
-Nunca , ¡primero muerta!- dijo con fuerza la joven.
Renato ebrio de despecho y deseo , tomo a la joven por la cintura y la levanto en el
aire para caerle encima, ella dio una gran pelea pero la mano de Remigio le
impedía pedir ayuda. Cuando de improviso se aparece otro joven, el agresor se
levanto y se empeñaron en una lucha a muerte. Rosa avergonzada lloraba y se
cubría.
Las hortalizas eran pisoteadas, lo que enfureció mas a la joven y cogiendo un
puñado de arena se lo lanzo a los ojos a Remigio, quien retrocediendo cayo al
suelo derrotado.
La joven corrió al cuarto y conto a su madre que el huerto estaba destruido.
-¡Bribona- responde la vieja- sí es así apróntate el cuero que te lo voy a arrancar a
tiras¡
Pero a Rosa no le importaban las amenazas pues vio a su salvador que a lo lejos le
enviaba un beso.
***
Rosa no sentía rencor por Remigio , solo indiferencia.
Un día el padre de Rosa tuvo la idea de hacer un pozo cerca de la huerta para no
tener que ir tan lejos a buscar el agua , se decidió empezar el domingo y los más
entusiastas fueron los dos jóvenes. Al medio día ya habían cavado 2 metros
extrayendo la arena con un balde atado a una cuerda que subían con una polea. Al
caer la tarde el pozo tenia 4 metros de profundidad y los obreros se retiraron para
armar la moldura de madera que evitaría el derrumbe del pozo.
Remigio se quedo un instante en el para arreglar la polea pero al ver que la joven
se acercaba se lanzo al agujero para esperarla, la joven se asomo al pozo para ver
el agua y Remigio la sorprendió, pero ella solo miro en tono de broma y subió el
balde hasta la polea y recogió la cuerda. Cuando se alejaba Remigio escuchaba la
voz de la joven y de Valentín que la cortejaba. Remigio se puso pálido de furia y
trato de salir del pozo pero escuchando los besos de la pareja mas se enfurecía.
Luego sintió a alguien acercarse era Valentín que con una sonrisa le lanza la
cuerda, Remigio no salió inmediatamente, cuando empezó a sentir un estrepito en
el suelo, era un caballo perseguido por un perro, soltando unos trozos de las
paredes del pozo, asustado salió inmediatamente. Sentía susto y pena lo que luego
se transformo en sed de venganza.
Valentín se acerca al pozo y entra para desatorar el balde , Remigio
silenciosamente saca la cuerda y luego se dirige a la plazoleta donde jugaban un
centenar de obreros y grito – ¡SE DERRUMBA EL POZO!¡VALENTÍN ESTA
ADENTRO¡, Valentín escucho los gritos y sintió el peligro, los obreros llegaban
como una alud, el pozo comenzó realmente a derrumbarse por las vibraciones.
-¡Por dios hermanos sáquenme de aquí¡- Gritaba Valentín. La arena ya le llegaba
al pecho, pero todo esfuerzo fue inútil, Remigio observaba de lejos su venganza,
Rosa gritaba, llego su madre .La arena tapo a la mujer hasta los hombros y en mas
de metro al joven. Después de 1 hora lograron sacar el cuerpo del muchacho.

Juan Fariña

Se observa un terreno desahitado que en sus tiempos fue un poderoso


establecimiento carbonífero.
Años atrás cuando las máquinas lanzaban sus volutas de vapor , un hombre subía
por el camino con un saco en la espalda ayudado por un bastón que era su guía.
Llego a la plataforma para hablar con el capataz.
-Señor , me llamo Juan Fariña y quiero trabajar en la mina.
-Camarada- viendo el capataz su gran musculatura- no es fuerza lo que te falta,
pero para ser barretero debes tener buen ojo y un ciego como tu no servirá para el
caso.
-Nada veo, pero tengo buenas manos- repuso Fariña.
-Quedas aceptado, mañana a primera hora.
A la mañana siguiente Fariña empezó, les llamaba a todos la atención su agilidad
para moverse, era como si su bastón fuera una antena. Con el tiempo se fue
adaptando y era tan buen trabajador que superaba la producción de los de mas
experiencia y juventud ganando la reputación de obrero
inteligente y valeroso, pero sus colegas se alejaban de él por su carácter huraño y
retraído, quienes no comprendían que el hombre prefería el trabajo en la mina que
la vida al aire libre como mendigo. Así trataron de escarbar en su pasado, pero
nada consiguieron, los rumores hablaban de que sus ojos blancos eran
fosforescentes y que veía en la oscuridad, que en realidad solo dormía en la mina y
que su socio el Diablo era quien trabajaba. Dos cuidadores dijeron haber visto a un
barretero desconocido en la noche quien trabajaba velozmente en la sección de
Fariña, con su fuerza derribo 2 trozos de madera los que al caer formaron una cruz,
de repente un aire azoto sus rostros y la visión desaparición para encontrarlos al
otro día desvanecidos lo que aumentó la creencia de su pacto.
Sus colegas se alejaron de él y Fariña tuvo que hacer también de carretillero.
Fariña se sentía agotado lo que indicaba a los mineros que se pacto estaba
llegando a su fin. Un rumor que nadie recordaba era que años anteriores un
hombre murió por explosión de grisú y su hijo de 16 años quedo herido, su mujer
enloqueció y nada se supo del muchacho, los que recordaban el hecho creían ver
en su rostro secuelas de quemaduras.
Fariña fue designado como vigilante nocturno, erase día de fiesta y Fariña recorría
las galerías solo, arriba dos hombres se encargaban de extraer el agua que se
filtraba con baldes bajos las jaulas.
Fariña solo , se dirige rápido a la oficina del capataz y saca cierto numero de
paquetes pequeños ,un saquete de pólvora y algunos rollos de guía. Se dirigió
silenciosamente al sector que estaba ubicado exactamente bajo el mar, con
muchas filtraciones , gruesas vigas y revestimientos para evitar los derrumbes que
siempre se habían temido.
Fariña perforó 6 pilares y coloco en cada uno una larga mecha que se unían para
formar un solo haz, vertió encima del nudo parte del saquete de pólvora y formo un
camino de varios metros de longitud. Encendió un fosforo y un chisporroteo recorrió
el suelo, Fariña recorrió varios metros y se detuvo para escuchar la gran explosión.
Afuera los maquinistas creyeron escuchar una ruido pero lo ignoraron, sin embargo
, horas después le llamo la atención que el nivel del agua en la mina no bajara, que
era lo lógico, hasta que un balde subió con un pez revoloteando, recién
comprendieron que el mar había entrado a la mina.
El nombre Fariña estaba en boca de todos y nadie dudaba que el fuera el autor.
***
Todos los años en la noche de aniversario del accidente los pescadores dicen ver
cuando suena la 1ª campanada un pequeño remolino hirviente y espumoso ,
surgiendo de él la figura del ciego mirando la mina para luego desvanecerse.

Caza mayor

Palomo: viejecito pequeño y seco


El Palomo con el fusil en sus manos sigue los pasos de las aves en la arena. La
caza satisface apenas sus más premiosas necesidades, ya estaba agotado y aun
no hacia el 1º disparo, de repente 3 dedos marcados en la arena, rodeó
cuidadosamente los matorrales, allí estaba una magnífica perdiz, apunta y la
primera caza llena el morral.
Alegre y optimista busco la 2º presa. Procede a cargar el fusil ( un mohoso cañón
con la caja atada con cuerdas y una mira que vuela con cada disparo) crea una
solemne ceremonia, vierte en la palma de la mano la pólvora vaciándola en el
cañón, luego con hierba un taco, cuenta meticulosamente los Doce Pares (doce
perdigones) colocándolos para finalmente con el perdigón mas grande trazar la
señal de la cruz sobre la boca del cañón (llamábale Carlomagno).
De repente el silbido de otra perdiz que alza el vuelo, para posarse en una
depresión del terreno, cuando esta a buena distancia suelta el tiro, pero cuando
aun no se disipaba el humo…
-¡Quita allá Napoleón!
La perdiz desaparece en la boca del enorme perro. Furioso se abalanza sobre el
perro a golpes, pero no suelta la presa, luego cambia de táctica,
-Napoleón, buen perro, ven acá hijito.
Y la presa desapareció.
Daban le ganas de descargar el arma contra la bestia, pero su amo era el
mayordomo de la hacienda, hombre autoritario que hubiera vengado cualquier
ofensa al perro.
Las perdices eran el plato predilecto de la fiera y escuchar el primer tiro era salir
disparado , como llamada a comer.
El viejo triste sigue su camino pero el perro le trata de arrancar la perdiz del morral,
enfurecido cae al suelo y se queda un buen rato acostado pero el perro no se aleja
esperando se presa. Decide simular el termino de la caza pero el perro lo seguía de
cerca, luego se aleja y por fin el perro lo deja libre.
Para tratar de recuperar lo perdido sigue cazando cuando encuentra una perdiz
distraída, carga el rifle , dispara, pero el perro se lanza y zangulle el ave.
El Palomo triste realiza la última carga que le queda, y se dirige al camino, cuando
siente el tirón en su morral , era Napoleón que le arrebataba la perdiz. Hirviendo en
cólera el Palomo descarga su fusil sobre el perro, “jamás su pulso había sido tan
firme ni su ojo tan certero” .
Aullido tras la detonación. Creyó haber cometido un crimen y se imaginaba la figura
del amo furioso produciéndole terror.

El registro

Abuela : pequeña delgada seca.


La mañana es fría, una fina llovizna empapa a la abuela que camina a toda prisa
por aquel camino a su cuarto, esta sudorosa y jadeante, lleva bajo el pañol un
paquete, el temor se hace mas visible cada vez, cruza la llanura arenosa para
luego pasar su delgado cuerpo por entre una reja de alambre que limitaba los
establecimientos y en línea recta llega a los cuartos. Todos la miran y comentan,
ella entra en su cuarto , calienta agua en la tetera para el mate. En la cama, ya
mas tranquila abre el paquete como si fuera un gran tesoro, es mate fino y un poco
de azúcar. Hacia tanto tiempo que su paladar le pedía de manera obsesiva la
hierba. La hierba del despacho era de muy mal sabor, pera la del pueblo era fina y
aromática a 40 centavos pero con dinero constante y sonante, la del despacho
costaba el doble pero lo cancelaban con fichas además estaba prohibido comprar
fuera del despacho. Paso varios meses ahorrando centavo tras centavo, ahorrando
de lo que le daba su único nieto.
Ya con el dinero en la mano venia lo difícil, debía llegar al pueblo sin ser vista por
los celadores. A veces dudaba , quedarían sin trabajo y cuarto.
Escogió un día de lluvia, la vigilancia era menor de lo habitual, salto la reja y
camino por el sendero una gran distancia sin sentir fatiga, pero la vuelta fue
distinta, tuvo que detenerse para tomar aliento mas de una vez.
Ya por fin en el cuarto, el miedo cambia a alegría infantil, por fin se daría un gusto.
Cuando la tetera estaba a punto de hervir golpearon la puerta, era el jefe del
despacho y su dependiente.
-¡Abra la puerta abuela! – grita el encargado.
Ella tomo el paquete, lo escondió bajo el banco , abrió la puerta y se sentó en él.
El jefe entro seguido de dos celadores, la abuela paralizada miraba con la boca
abierta mientras el dependiente comienza el registro, dieron todo vuelta pero no
encontraban nada.
-¿Estas seguro de haberla visto atravesar los alambres?
-Tan seguro como ahora estoy viéndolo a usted.
-Bueno , regístrenla a ella
No encontraron nada, todo estaba feliz para la abuela, pero el dependiente se
agacho para miran bajo el asiento , allí estaba el paquete escondido.
-Si usted no fuera una pobre vieja, ahora mismo la echaría del cuarto, ya que usted
sabe que esto es un robo para la compañía, por ser la primera vez la dejo
pasar ,pero será la ultima.
La abuela sola desbordaba de gratitud por la bondad del patrón. Sin levantarse se
volvió a la chimenea e inclino la cabeza pesadamente.

La barrena

El abuelo cuenta su historia a un auditorio de jóvenes. “En esos tiempos existían


solo 2 piques: Chambuque y Alberto, muy ricos en carbón. Los de la Playa Negra
quisieron quitarnos la explotación del mar que estábamos realizando, quisieron
atajarnos corriendo una galería que iba desde el bajo de Playa Blanca en
derechura a Santa María cortándonos así el carbón que quedaba al norte bajo el
mar, tenían ya armada la cabina del pique en la orilla del mar.
Nuestros jefes nos ordenaron llevar a Alto de Lotilla los mejores de cada sección,
yo lleve a 10 barreteros. El ingeniero nos reunió y nos pidió nuestro apoyo.
Debíamos abrir un pique y continuar una galería paralela a la playa para cortar en
cruz lo que traían los de Playa Negra, pero debíamos llegar antes que ellos al
cruce. Todos estuvimos de acuerdo. Se organizaron turnos día y noche, se
trabajaba a toda máquina. Luego de dos semanas los ingenieros bajaron y midieron
con sus instrumentos para indicar donde debíamos abrir la galería. Seguíamos
trabajando, estábamos agotados pero debíamos llegar a la meta antes que los de
Playa Negra. Al mes volvieron los ingenieros y ordenaron parar hasta nuevo aviso.
Estábamos tan curiosos que decidimos parar la oreja en la pared, oímos unos
golpes , era la barrena que venia, los ingenieros se pegaron también al muro y
confirmaron nuestros sospechas, marcaron con una cruz el muro y bajaron los
carpinteros quienes cerraron una pieza de 10 metros en la galería, colocaron una
puerta y esperamos varias horas hasta que bajan un brasero. Cuando por fin la
barrena de los de Playa Negra atravesó nuestra galería el capataz se lanzo y doblo
como escuadra la barrena que quedo atascada en el orificio del muro. Nos
ordenaron salir rápidamente de la habitación y colocaron sobre el brasero un saco
de ají cerrando la puerta , corrimos inmediatamente al ascensor, la picazón era
insoportable. A los 10 minutos sonó la campana de alarma del enemigo, todos los
que salían no podían hablar por la terrible tos que les produjo el ají.
Pasaron los día , semanas, meses pero les fue imposible continuar los trabajos,
además el techo de las galerías sin apuntalar se vinieron abajo entrando el mar.
Seis meses después la famosa mina de Playa Negra era solo un pozo”.

Era el solo…

Gabriel: niño huérfano de 12 años


Benigna: Ama del niño
Encarnación Retamales: Comadre
Gabriel siempre piensa en sus 2 hermanas, en huir de la casa para reunirse con
ellas, pero pensar que no tiene dinero ni libertad, le llena de tristeza el alma. Al ver
pasar la murga recuerda lo feliz que eran y se recuesta en el suelo a sollozar.
-Mira tú ¡ya es hora de almorzar y no esta lista la mesa! ¿Qué haces botado en el
suelo?
Gabriel poniéndose de pie se limpia las lagrimas y responde
-Tenia pena, ama señora.
-Para eso tengo un santo remedio- sacando de entre sus ropas un pesado chicote
que alzo sobre la cabeza, pero se detuvo al escuchar la puerta
-¡Ya me la pagaras!
***
En el comedor Gabriel sirve los manjares a Benigna, Encarnación y a su tío
solterón. Los tratos son cariñosos para el niño, pero el sabe que después el chicote
se los descontara. El tío se retira y el niño levanta la mesa.
-Que le pasa a este niño ¿estará enfermo? – pregunta Encarnación.
-No , es que lo reprendí y esta taimado, realmente me ha hecho salir canas verdes.
-Yo casi me quedo con una de las niñas, es que creo que sus padres los mal
criaron, creo que nunca les pegaron.
Doña Benigna cuenta las tragedias que ha debido soportar por su compromiso de
criar al niño.
-¡Que paciencia de santa! – exclama Encarnación levantando los brazos al
despedirse – voy a rezarle a la Virgen para que los ángeles le alivianen esta cruz
¡Pobrecita mártir!
Benigna en su dormitorio ordena a Gabriel una serie de quehaceres ha realizar
mientras ella sale a hacer una menesteres.
Ya solo en la casa , Gabriel se dirige a la habitación del tío a hacer la cama, y se
recuesta a llorar cuando el recuerdo de sus padres viene a su memoria. Su rostro
va adquiriendo un dolorosa expresión de amargura, recuerda la trágica muerte de
su padre, victima de un accidente en el taller y el fallecimiento de la madre por el
exceso de trabajo 2 meses después. Entre lagrimas y sollozos murmura:
-¡Papá , papacito, porque te has muerto! Mamá ¡Donde estas!, observa
nuevamente el arma suspendida en la pared, pero no se atrevería, 2 veces había
colocado el cañón en su sien, pero el ruido de la detonación lo acobardaba.
Recuerda los ojos azules que lo miraron desde la ventana, con dulce voz decía:
-¡Pobrecito , tanto que le pegan!
Aquello fue como un rayo de luz. Era una mezcla de goce, vergüenza, al
encontrarla en la calle se sonrojaba y avergonzaba de sus pies descalzos y sus
ropas sucias.
Vio en ella una compañera que también sufría sus mismos males, no era él solo.
Le gustaba mirarla a través de los cristales pero al fijar sus pupilas azules en su
dirección se escondía.
Entre las tablas Gabriel observa a la niña de 14 años vestida en cachemira como
una princesa, sin señal de melancolía en el rostro, de improviso aparece un
muchacho rubio y la toma de la cintura, ambos ríen alegremente y juegan… de
súbito cesan en sus juegos y dice a su hermano en tono de alarma:
-Pedro ¿has oído?
-Si ,parece una puerta que el viento cerro de golpe.
***
Benigna llega a la casa, sorprendida y furiosa observa que el fuego no esta hecho,
su cuarto desordenado, desesperada busca a Gabriel con el chicote en la mano. Lo
encuentra sentado en la habitación del tío, entra veloz y le envía lluvia de
chicotazos.
-¡Toma pícaro, flojonazo, bribón¡
Se detuvo, algo liquido le salta a la cara, con la claridad su rostro se llena de
espanto y cae resbalándose en algo viscoso.
Gabriel sentado con cara de cera, los pies desnudos y colgando , abajo un amplio
tapiz purpura, ya no temió al estruendo del arma.

La mano pegada

Paico: vagabundo con la mano pegada


Simón Antonio: patrón de la hacienda
Don Simón Antonio en su caballo acompañado de jinetes encaminan a guascazo al
viejo Paico, su andar es lento apenas levanta los pies y el patrón lo guasquea en
las piernas gritándole – ¡Vamos aprisa viejo ladrón!
Ese viejo preso es un mendigo que recorre las tierras rogando caridad, famoso por
la historia de su mano pegada que cuentan no puede desprender de su cuerpo
porque salta sangre.
La gente al verlo venir se agrupa para oírle su historia , luego de alimentarlo
comienza el relato.
“Recuerdo que mi madre tenia un carácter muy fuerte, me llamó 2 veces.
-¡Pascual tráeme unas astillas para encender el horno!
-Ya voy madre , ya voy.
Respondí cegado por el juego de la rayuela con mis amigos. Cuando estaba a
punto de lanzar sentí un golpe en las costillas, inmediatamente reaccione lanzando
un zurdazo, al mirar el suelo observe a mi madre con la cara sangrando.
-¡Maldito, hijo, maldito!
Caí redondo y al despertar vi mi mano izquierda sacrílega pegada a la tetilla”
Todos se sorprendían
-Haber don Paico, déjenos ver eso.
Mostraba la mano pegada a la tetilla y al moverla le subía un color rojo a la mano,
como si fuera a sangrar.
Aquel día don Simón en su ronda por la hacienda observa al viejo que atraviesa un
potrero mirando como un ladrón, espueleó el caballo y le cerró el paso, hace
tiempo que quería tomarlo prisionero como juez del distrito ya que la forma en que
el viejo se procuraba el sustento lo indignaba. La intención de don Simón era
eliminar aquellos malos rumores sobre la forma en que se hizo de fortuna, así daría
la imagen de amante de la justicia.
Se dirigieron al fundo y lo enviaron al calabozo donde aterrado observo una barra
de hierro con sus correspondientes anillos.
-¡Haber , quítate la manta¡
-¡No puedo, señor, no puedo!
Derribándolo le sujetaron las piernas en alto y comenzaron a interrogarlo, el pobre
anciano trato de pararse apoyándose con la mano derecha y la izquierda en el
pecho, todos miraban aterrados la escena, cuando el patrón le toma la mano
adherida y la tira con brutalidad con sonrisa de triunfo al ver que no existía tan piel.
-Ya ven ustedes que aquí no hay tal pegadura ni cosa que se le parezca.
Ordeno clavar 2 estacas en el suelo y atar sus manos a cada una en cruz como
Cristo, se convocaron a los inquilinos para que vieran con sus ojos al farsante, pero
para ellos aquello era un castigo acarreado por la maldición materna , a sus ojos
era un mártir, y la despegadura un milagro.
Luego de haber almorzado el patrón ordeno traer a Paico en su presencia, faltaba
darle la pena.
-¡ Perdón, amito, perdón!
-Vas a abandonar el distrito de mi jurisdicción , pero antes de que nos separemos
te vas a llevar un recuerdo mío.
Y empinándose en los estribos levanto la funda para dar una lluvia de rebencazos
al viejo quien brama de dolor para terminar echo un ovillo de lana , de cara contra
la tierra.
Terminó ordenando atarle las manos a un palo sobre los hombros.
Don Simón pregunta a su capataz si el comprador se había dado cuenta que los
animales eran de menor calidad y este dijo que no ( así don Simón obtuvo una
ganancia mayor).

Cañuela y Petaca

Cañuela: niño de 9 años, espigado y debilucho, rubio , ojos claros.


Petaca: primo de Cañuela, 11 años, pelo y ojos oscuros, bajo y rechoncho.
Cañuela y Petaca solos en la casa descuelgan el fusil. Siempre planeaban salir a
cazar, pero la falta de pólvora, perdigones y fulminantes se los impedía.
Un día Petaca llegó con un paquete de pólvora que robo de la cantera donde su
padre es capataz, y acuerdan salir el día domingo a cazar. Debían esconder la
pólvora en un lugar seco y seguro, luego de mucho pensar la enterraron bajo las
cenizas del fogón para que estuviera seca. Petaca se retira y promete traer los
perdigones y fulminantes antes de la cita.
Cañuela observa temeroso a la abuela como sopla el fuego del fogón
-¡Ahora si que revienta , caramba!
Por fin llega el domingo y los abuelos se retiran al mercado, y teniendo todo lo
necesario Cañuela y Petaca toman el fusil y se adentran en las lomas.
Petaca con el fusil en las manos decide seguir a través de los rastrojos donde
abundan las loicas y perdices, cuando divisan una loica macho, la siguen hasta
tenerla a buena distancia, pero cuando Petaca estaba a punto de disparar Cañuela
le avisa que el arma no esta cargada y el ave se escapa. Después de descansar
deciden cargar el fusil, pero no tienen idea. Petaca decide echar 1º los perdigones,
luego una respetable cantidad de pólvora, un manojo de pasto seco como taco y
los fulminantes. Al dispararle a un chincol lo único que se escucho fue un
chasquido seco y agudo. Petaca al no ver el ave en el árbol lo busca seguro de
haberle disparado, pero Cañuela no quiso decir que él vio el ave volar.
Alegres por su primer disparo vuelven a cargar después de cada disparo hasta que
Cañuela dice alarmado:
-¡ Se acabo la escopeta¡
Por la boca del cañón se asoma el último taco y no había forma de sacar ni un
gramo de pólvora ella.

Devuelta al rancho Petaca hace un fuego y acuesta sobre él la escopeta, se alejan


y una explosión formidable los ensordeció. No encontraron vestigios del fusil,
cuando en los alto de la loma se observa al abuelo venir furioso con la caja de la
escopeta en la mano. Petaca sale corriendo y observando el terreno piensa que él
podría encontrar el cañón para fabricar un trabuco para hacer salvas y matar
pidenes en la laguna.

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