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Bajo el manto gris del cielo, la lluvia cae sin cesar.

Sus lágrimas tocan el suelo, creando


un dulce murmurar.

Las gotas danzan en el aire, como notas de una canción, y el aroma que se despliega es
un abrazo de emoción.

En cada esquina de la calle, los charcos se van formando, reflejando luces y sombras, y
en ellos, sueños navegando.

Las hojas de los árboles se visten de gotitas de cristal, y el viento susurra secretos,
contándoles al pasar.

En los paraguas abiertos, la lluvia se posa con gracia, y las risas de los niños alegran la
atmósfera opaca.

El ritmo de las gotas se convierte en melodía, y en cada latido del corazón, la lluvia se
hace poesía.

En este día lluvioso, donde todo parece detenerse, descubro la magia que habita en cada
gota que florece.

Y mientras la lluvia cae, mi alma encuentra su refugio, en este día gris y sereno, mi ser
se llena de sosiego.

Que la lluvia siempre me acompañe, en susurros y abrazos sinceros, pues en sus


lágrimas encuentro la calma que anhelo, eterno.

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