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suspiro del alma, un eco moribundo, una expresión de dolor, un lamento intenso.
En su serena caída, una historia se revela, es un verso triste que se desliza en el rostro,
una melodía amarga que el corazón desvela, un rastro de emociones que no puede ser
oculto.
En cada gota que se desliza por la mejilla, se esconde una parte del ser que llora, un
sueño perdido, una esperanza sutil, un sentimiento profundo que el tiempo devora.
Pero no todas las lágrimas son de tristeza, hay lágrimas de alegría, de amor y de
emoción, son un tributo a los momentos de belleza, una celebración de la vida y su
eterna canción.
Así que no temas a la lágrima que asoma, permítele fluir y cumplir su cometido, en su
fugaz existencia, encuentra su aroma, y en su despedida, deja un rastro de sentido.
Por eso, celebremos cada lágrima que cae, porque en su brillo encontramos una verdad,
es un poema sin palabras que el corazón crea, una manifestación pura de nuestra
humanidad.