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Paula Andrea Herrera Vargas


Instituto departamental de bellas artes
Artes plásticas
Alexander Buzzi
Crítica
29 de marzo del 2022
Cristina flores y su obra

El trabajo plástico de la artista peruana Cristina Flores generalmente habla de una experiencia
reflexiva e íntima, en donde se encuentran involucrados el cuerpo, la memoria y el tiempo.
Los materiales que emplea van desde el papel, la tela y el hilo, los cuales usa para convertirlo
en una extensión de su propio cuerpo, con ello Flores logra convertir la plasticidad en
metáforas, las cuales dialogan sobre sensaciones físicas, síntomas emocionales e
inevitablemente sobre la memoria e identidad de la mujer peruana.

Este proceso de autoconocimiento que se lleva a cabo en el trabajo se puede examinar como
un mapeo biológico para cambiar las apreciaciones de lo que entendemos por corporeidad,
como una forma de entender su diagnóstico de cáncer de piel. Es así como en muchas de sus
obras de los últimos años subyace la pregunta: ¿Cómo sanar el cuerpo?.

Flores indaga en sus historias de temor, incertidumbre y aceptación a través de “biopsias


textiles”, compuestas por una mixtura de fibras naturales y sintéticas que dialogan entre sí y
generan diversas lecturas de acuerdo a su composición y suturas. La artista comenzó a
trabajar con la técnica del ganchillo y con el tiempo ha ido sumando costuras, bordados,
urdimbre y trama, además de otros procedimientos ancestrales vinculados a sus orígenes,
como el tejido de la cultura Chancay, ubicada en la costa norte del Perú, de donde es su
familia.

En uno de sus trabajos llamado “íntimo ritual”, podremos ver que es una propuesta de auto-
reconocimiento y diálogo con cuatro mujeres de su familia que se plasma a través de la
técnica del tejido a crochet. Una reflexión personal sobre la identidad que se materializa en
cuatro piezas de gran dimensión tejidas en colores negro, dorado, blanco y rojo, que se usó
para hablar del vínculo existente con sus abuelas, madre y hermana. Esta aproximación se
realizó desde las interrogantes sobre la construcción de la sexualidad a partir de la visibilidad
de la genitalidad femenina, dando como resultado un proceso ritual-creativo de reconexión,
reconciliación y búsqueda de empoderamiento. El origen de los colores, viene de una muestra
de color tomada de los retratos de estas mujeres, posteriormente cada color adquiere una
personalidad particular y propia, se convierten en síntomas y presencias con autonomía.
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Nota.https://rosamariavargashistoriadoradelarte.blogspot.com/2017/06/algunas-
apreciaciones-acerca-de-la.html

En algunos trabajos ha recurrido al quipu como metáfora, reinterpretando el nudo incaico


como la extracción de pequeñas muestras de tejidos para su posterior análisis, o piensan las
cicatrices como marcas corporales que guardan información íntima y emocional.

Un tejido a crochet de gran dimensión puede representar, para la artista, el acto de mudar de
piel, similar al que realizan las serpientes para continuar con su etapa de crecimiento. Las
obras de Cristina Flores podrían considerarse autorretratos textiles, pero van más allá de eso:
son los vestigios de experiencias íntimas, dinámicas y orgánicas que tienen la posibilidad de
evolucionar y reparar, un “tejido rebelde y activo”, en palabras de la propia artista.

Con respecto a mi trabajo plástico, encuentro en su obra temáticas, modos de hacer y


materialidades similares a las que uso, tales como el tejido, la incorporación de algunas
mujeres de su familia, para realizar una especie de catarsis emocional y que de igual manera
se conecta con la herencia familiar femenina, además de la integración de materiales como el
hilo y lana que ayudan a crear ambientaciones o piezas, que te conectan con los saberes
ancestrales, que nos cobijan como mujeres nacidas en familias que fueron pertenecientes
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algún territorio rural. Ella trabaja desde su posición como mujer, para desencadenar una
conexión con su cuerpo y el espacio que habita y así generar un tejido rebelde y activo.

Para finalizar las obras de Cristina Flores se proponen como un modo de reexaminar la
herencia familiar genética, entendiéndose como un síntoma físico y emocional. En esta
observación consciente, los procesos del cuerpo dialogan con los procesos textiles y el teñido
a partir de plantas medicinales, dando paso a una serie de rituales para la sanación simbólica.

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