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Cometas

La tierra escuchó un rumor en el abismal y gélido infinito,


Y al enterarse quedó aterrorizada.
“¡Las estrellas están celosas!”,
“¡Las estrellas están enojadas!”.

Tanto disturbio su recelo en el cosmos provocaba,


Que hasta algunas veces en Júpiter,
Cotorreo sobre ellas se escuchaba.

La tierra echó un vistazo sobre su morada


Y se perdió en el intenso brillo que contemplaba,
Atónita, comenzó a cuestionarse
Sobre por qué las estrellas no notaban,
La belleza apasionante que por sí mismas irradiaban.

Pero ya tan avariciosas se encontraban,


Allí bien puestas en el firmamento,
Que de ira cada vez más brillaban,
Y se hacían su propio tormento.

Así que la tierra tomó el valor de escribirles


Un pequeño verso y lo tituló:
“para todas las estrellas bonitas del universo”.

Nerviosa, la tierra les miró,


Abrió la boca y de ella se escuchó:

“Aquí mismo les cuento


Que no debéis de sentir resentimiento.

Los cometas son mágicos, no os miento,


Brillan y danzan por todo el firmamento,
Su color celeste es magnífico, es estupendo.

Más tristemente advierto


Que la emoción y atención de verles
Es cosa del momento.

Pues no pueden apreciarse en toda ocasión


Como yo os aprecio a vosotras en cada oportunidad,
Y en cada situación.

Así que no penséis que sois menos


Por no viajar a través del universo,
Pues sin vosotras el cosmos,
No estaría completo”

Al escuchar esto las estrellas se sonrojaron,


Y mucho más su luz aumentaron,
Haciendo de su ser titilante,
La danza más hermosa que yace allí
En el infinito cielo flotante.

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