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Por otro lado, la personalidad narcisista es, en sí misma, es una forma de supervivencia. Hemos
visto en el mito cómo Narciso es el producto de una acción terrible. La personalidad narcisista
nace de una violencia, de un terrible trauma, de una herida inferida al individuo en sus
primeras etapas del desarrollo o antes, cuando la herida es la madre y ella trasmite al hijo su
resentimiento, su dolor, su rabia y su temor. Se refugia, el traumatizado, en su propia imagen
de grandiosidad, ello le permite elevar su maltrecha auto-estima y sentirse un poco mejor
consigo mismo. Su hambre insaciable de reconocimiento se asila en la admiración y la
adulación de quienes lo circundan.
El narcisista es una persona que puede ser muy exitosa, en cuanto al brillo externo se refiere.
Él no se plantea dudas en cuanto a la realidad de sus ideas, sean estas brillantes o no. Así
vemos cómo personas con una inteligencia mediocre y una cultura pobre, escalan posiciones
sorprendentes, para ellas el recapacitar no existe. Aún las más insulsas ideas son expresadas
con un espíritu mesiánico, se enamoran de las ideas de otros y las hacen propias sin la más
mínima consideración moral ni ética. Estos últimos logran capitalizar a una horda de
Narcisistas depresivos que creen, ingenuamente, en la verdad expresada por el pseudo-
maestro. Ellos lo seguirán fielmente, no importa cuán errado esté:
Sobre la pena duermo solo y uno, pena es mi paz y pena mi batalla, perro que ni me deja ni se
calla, siempre a su dueño fiel, pero importuno.
escribe Miguel Hernández, retratando esta suerte de personalidad del narcisista depresivo,
siempre fiel, signada por la tristeza derrotada, que busca, con más ahínco que éxito, alguien en
quién creer, alguien en quien confiar el remedio a sus miserias. De estas melancólicas
soledades esperanzadas se nutre el Narcisismo. La simbiosis se completa con la satisfacción a
medias, con un hueco de hambre y sed, que nunca se llega a colmar.
El recurso de la mitología nos brinda la imagen para la comprensión de la conducta y el mito de
Narciso es concluyente en la terrible frase del oráculo: «El niño tendrá larga vida si nunca se
observa a sí mismo». Así, en la no reflexión es donde puede sobrevivir este personaje. Sin
embargo, Narciso, en castigo a su ser desalmado, es transformado en una planta que da unas
flores muy bellas, de olor nauseabundo y estéril de fruto. El mito nos dice que en este tipo de
personas hay, a pesar de su apariencia, algo que huele muy mal.